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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Materia: Epistemología de la física I


Docente: Omar Bohórquez
Alumno: Juan Esteban Bejarano M.

Resumen: Prefacio al almagesto

En el presente texto se pretende hacer un resumen del texto prefacio al almagesto


de Ptolomeo, uno de los astrónomos y geógrafos griegos más influyentes de su
época, Ptolomeo planteó la teoría geocéntrica con la suficiente solidez como para
prevalecer durante 1400 años. Sin embargo, de todos los matemáticos de la Grecia
Antigua, es justo decir que su obra ha generado más discusiones y
argumentaciones que la de ningún otro.

El Almagesto o sintaxis del tratado de matemáticas, fue escrito por el astrónomo


Alejandro Claudio Ptolomeo entre los años 138 d.c. al 161 d.c. (siglo II) en
Alejandría. El libro original fue escrito en griego, titulado Hè Megalè Syntaxis, que
en español significa composición matemáticas. Aunque realmente fue la obra
cumbre de la astronomía Clásica, se lo nombro de ese modo porque en ese
entonces dicha ciencia era una rama de las matemáticas.
Incluso si la filosofía práctica, antes de ser práctica, resulta ser teórica, sin embargo
aquí uno puede observar que hay una gran diferencia entre las dos: en primer lugar,
es posible que muchas personas tengan alguna virtud moral, incluso sin ser
enseñados, mientras les sea imposible lograr un entendimiento teórico del Universo
sin instrucción; además, en el primer caso uno maneja muchos beneficios de
prácticas constantes desde las cuestiones actuales, aunque en el otro haciendo
progresos en la teoría. La división que investiga la materia y el movimiento natural
continuo, y se refiere a sí mismo con "Blanca", "Caliente", "Dulce", "Blando" y tales
cualidades que uno podría llamar "físicas", en tal orden de estar ubicadas entre los
cuerpos corruptibles y debajo de la esfera lunar. Ésta división es la que determina
la naturaleza involucrada en formas y en movimientos de lugar en lugar, y las que
sirven para investigar la forma, número, tamaño y lugar, tiempo y lo parecido a ello,
uno la puede definir como "Matemáticas".
Ésta materia subjetiva cae como si estuviera en medio de las otras dos, dado que,
puede ser concebida en principio desde ambas con o sin la ayuda de los sentidos,
y, segundo, es un atributo de todas las cosas existentes sin excepción, ambas
mortales e inmortales: aquellas cosas que cambian constantemente en sus formas
inseparables, ésta cambia con ellas, mientras que para las cosas eternas las que
tienen una naturaleza no etérea , ésta mantiene su forma inmutable sin cambios.
De todo esto se concluye: que la primera de las dos divisiones de la filosofía teórica
podría más bien ser llamada "Trabajo de adivinos" que del conocimiento, teología
debido a su completa invisibilidad y naturaleza intocable, física por lo inestable y la
no clara naturaleza de la materia, por lo tanto aquí no existe alguna esperanza
donde los filósofos estarían siempre de acuerdo acerca de ellas, y que sólo las
matemáticas pueden brindar seguridad y conocimiento inquebrantable para sus
devotos, proveyendo una aproximación rigurosa a ello.
Para ello ésta es la mejor ciencia para ayudar a la teología a lo largo de su camino,
dado que es la única que puede hacer un mejor desempeño sobre aquella actividad
la cuál es inamovible e inseparable; le es familiar con los atributos de éstas cosas
las que están sobre el lado perceptible, moviéndose y siendo movidas, aunque por
el otro lado eterno e inmutable teniéndolo que hacer con los movimientos y los
arreglos de los movimientos. Con respecto a la conducta virtuosa en acciones
prácticas y características, ésta ciencia, por sobre todas las cosas, podría hacer que
el hombre viera claramente; desde la constancia, orden, simetría y calma, las cuáles
están asociadas con lo divino, que hace que sus amantes seguidores de ésta divina
belleza, se acostumbren a ellas y reformando sus naturalezas, como si fuera, hacia
un similar estado espiritual. Observaron que el Sol, la Luna y las otras estrellas eran
transportadas desde el Este hacia el Oeste a lo largo de círculos que siempre eran
paralelos unos con otros, que comenzaban a salir desde debajo de la Tierra misma,
por decirlo así, yendo gradualmente hacia arriba, manteniendo luego una trayectoria
circular de manera similar y yendo hacia abajo, hasta caer en la Tierra, por así
decirlo, ellas desaparecían completamente, después, entonces, se hallaban
invisibles por algún tiempo, nuevamente salían de nuevo y se ponían, y observaron
que los períodos de estos , y también los lugares de las salidas y las puestas, eran,
completamente, fijos y los mismos. Para ellas, por necesidad, este punto central es
propiamente el polo de la esfera celestial: aquellas estrellas que estaban más cerca
a él giraban en pequeños círculos, aquellas que estaban más allá describiendo
círculos siempre mayores en proporción a su distancia, hasta que se llega a una
distancia a las estrellas las cuales comienzan a ser invisibles. Pero suponer que
ellas son "Encendidas" a medida que salen de la Tierra y nuevamente "Apagadas"
a medida que caen hacia la Tierra, es una hipótesis completamente absurda.
Incluso si se fuera a concebir que el estricto orden en tamaño y número, sus
intervalos, posiciones y períodos pudieran ser restaurados por un proceso casual y
al azar; que una área entera de la tierra tenga una naturaleza de encender , y la otra
de extinguirlos, o más bien que la misma parte se encienda para un conjunto de
observadores y se extinga para otro conjunto; y que las mismas estrellas estén
siempre encendidas o apagadas para algunos observadores mientras ellas no están
incluso para otros: aunque, si digo, tuviéramos que admitir todas estas ridículas
consecuencias, ¿qué podríamos decir acerca de las estrellas permanentemente
visibles, que ni se ponen ni salen? ¿Que causa podríamos asignar por el hecho de
que esto no sea así? Seguramente no diremos que las estrellas que están brillando
y extinguidas para algunos observadores nunca padecerán para otros observadores
este fenómeno. Entonces, si uno asume algún movimiento sea cual fuere, excepto
el esférico, para los cuerpos celestiales, necesariamente continúa que sus
distancias, medidas desde ellas ascendiendo desde la Tierra, deben variar, donde
quiera que y como quiera que uno suponga la Tierra propiamente estar ubicada.
Ninguna otra hipótesis sino ésta puede explicar cómo las construcciones de los
relojes de sol producen resultados correctos; además, el movimiento de los cuerpos
celestiales es el más "Destrabado" y libre de todos los movimientos, y es el
movimiento más libre que pertenece entre medio del plano de las figuras del círculo
y entre las formas sólidas de la esfera, similarmente, dado que las diferentes formas
tienen un límite igual, aquellas con más ángulos son mayores, el círculo es mayor
que superficies, y la esfera mayor que sólidos ; los cielos son mayores que todos
los otros cuerpos.
Se puede ver, que el Sol, la Luna y otras estrellas no salen y se ponen
simultáneamente para todos sobre la Tierra, sino que lo hacen más temprano para
aquellos más hacia el Este, más tarde para aquellos hacia el Oeste. Para nosotros,
hallar los fenómenos de los eclipses, especialmente los eclipses lunares , que toman
parte al mismo tiempo , sin embargo, no son registrados ocurriendo a la misma hora
para todos los observadores. Más bien, la hora registrada por los observadores más
al Este es siempre más tardía que la registrada por los de más al Oeste. Por lo tanto
uno razonablemente puede concluir que la superficie de la Tierra es esférica, porque
igualmente su superficie curva corta para cada conjunto de observadores girando
de manera regular. Ni ésta puede ser cilíndrica, con una superficie curva en
dirección Este-Oeste, ni los lados chatos hacia los polos del Universo, que algunos
podrían suponer ser más válidos.
Esto es claro lo siguiente: aquellos viviendo sobre una superficie curva, ninguna de
las estrellas podrían ser las siempre-visibles, sino que todas las estrellas tanto
podrían salir como ponerse para todos los observadores, o las mismas estrellas, a
una igual distancia celestial desde cada uno de los polos, podrían ser siempre
invisibles para todos los observadores. Hay una posterior consideración de que si
se navega hacia las montañas o hacia lugares elevados desde cualquier otra
dirección, estos lugares son observados incrementándose gradualmente en tamaño
como si salieran propiamente del mar, en el cuál tendrían que haber estado
previamente sumergidos: esto es debido a la curvatura de la superficie del agua.
Una vez que uno ha comprendido aquello, seguidamente, si considera la posición
de la Tierra, encontrará que el fenómeno asociado a ella puede tomar lugar sólo si
asumimos que ésta está en el medio de los cielos, como en el centro de una esfera.
Pero, si por otro lado, imaginamos el desplazamiento de algún observador yendo
hacia el Este o hacia el Oeste, éste encontraría que los tamaños y las distancias de
las estrellas no permanecerían constantes y sin cambiar en los horizontes Este y
Oeste, y que el intervalo de tiempo desde la salida hasta la culminación no sería
igual al intervalo desde la culminación hasta la puesta. Sólo en la esfera recta el
horizonte puede bisecar la esfera; en el caso de una esfera oblicua tal que el polo
celeste más cercano estuviera siempre visible, el horizonte puede hacer siempre
que la parte por encima de la Tierra fuese menor y la parte por debajo de la Tierra
mayor; por lo tanto otro fenómeno podría ser que el gran círculo de la eclíptica podría
estar dividido en partes diferentes por el plano del horizonte. En cambio, seis signos
zodiacales son visibles por encima de la Tierra en todo momento y lugares, mientras
los seis restantes son invisibles; entonces, nuevamente , los últimos son visibles en
su totalidad por encima de la Tierra, mientras que en el mismo momento los otros
no son visibles. Por lo tanto, es obvio que el horizonte biseca el zodiaco, y los
mismos semicírculos son cortados por él [horizonte], en consecuencia aparecen en
un momento completamente por encima de la Tierra, y en otro por debajo de ella.

Inmediatamente está claro que la tercera opción numerada es igualmente imposible,


dado que los tipos de objeciones que hicimos para las primeras provendrían ambas
para este caso. Además los eclipses de Luna no estarían restringidos a situaciones
donde la Luna está diametralmente opuesta al Sol, dado que a menudo la Tierra se
interpondría entre ellos cuando no estuvieran diametralmente opuestos, sino a
intervalos menores que un semicírculo.

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