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Liceo Católico Atacama

Departamento de Lenguaje y Filosofía.

La socialización y la cultura como regulación de la expresión emocional

La relación de la socialización y la cultura con las emociones no ha sido una relación fácil. Por una parte, las
emociones han sido sistemáticamente reprimidas, y por otra parte, su importancia, sistemáticamente
minimizada. El proceso de socialización comienza en la familia y continúa en el barrio, en la escuela y otras
instituciones y situaciones sociales. Los padres, muchas veces intentan moldearlos (en este caso los padres
"hacen) de acuerdo a lo que ellos quisieran que sus hijos sean. Otras veces no dan el apoyo emocional requerido
por los niños frente a lo que ellos sienten (en este otro caso los padres "no hacen). Así, entre carencias y
moldeamientos, como hijos e hijas aprendemos a reprimir, controlar y manejar nuestras emociones.

La manera como lo anterior ocurre está también influenciado por la cultura. En ella la expresión emocional está
regulada por normas y reglas que definen lo que está permitido expresar, cómo y en qué circunstancias. Pero si
bien la expresión facial de las emociones es similar en todos los seres humanos, la relación con la expresión
emocional no es igual en todas partes, esta varía entre culturas. En algunas culturas, por ejemplo en el Japón, no
es de buen tono expresar las emociones, y se enseña a sonreír en toda ocasión. Incluso está definido lo que se
debe o no se debe sentir; esto lleva a la negación de las emociones incluso frente a sí mismo. En el Reino Unido,
el control de las emociones es signo de clase social, de manera que a los hijos de familias aristocráticas se les
enseña a no expresarlas, incluso se les enseñan el stiff upper lip, que son movimientos de control del labio
superior.

Otro aspecto donde la influencia de la cultura es notoria, es en la definición de lo que es ser "hombre" o "mujer".
Es común que a los niños se les inculque desde pequeños la idea de que "los hombres no lloran". Esta práctica
cultural conduce a los hombres a que se desliguen del contacto con sus sentimientos, e incluso a sentir
vergüenza de tener sentimientos y emociones. A las niñas, se les enseña que no deben expresar la rabia. Con el
tiempo, cuando sienten rabia, la experiencia es vivida como una experiencia de pena y de culpabilidad. De esta
manera, en la cultura se vive la exigencia de filtrar racionalmente la emoción que uno está sintiendo e incluso de
reprimirla, ya que frente a la expresión espontánea de ellas aparece la falta de resonancia o el rechazo de los que
nos rodean. Este hecho es particularmente importante en la infancia, pues tiene consecuencias. Se sabe que una
emoción que es reprimida, no hace sino que volver con más fuerza después.

Otro aspecto de la tensión entre socialización y emociones, es lo que ocurre con la internalización de los roles
sociales. Desde muy temprano asumimos los más diversos roles. Nos transformamos en hijos, asumimos el rol de
ser hijos y con ello, las normas que rigen las conductas de los hijos. De la misma manera, nos transformamos en
alumnos, con sus roles y normas, y luego en esposas y esposos, y profesionales. Cada uno de estos roles trae
consigo un conjunto de pautas normadas de comportamientos que vamos asumiendo de manera subconsciente.
Entramos así en una tensión entre el adaptarse a la norma y lo que sentimos. Aprendemos que ser un buen
alumno es comportarse de tal o cual manera, independiente de cómo me sienta. Igual cosa ocurre con la
paternidad, que incluye la idea de que ser un buen padre es conformarse a una norma, y así los hijos terminan
relacionándose con una norma y no con un ser humano. Nos ponemos el traje de padre, de madre, de amigo, de
médico, de docente y consecuentemente, terminamos actuando de acuerdo al traje que tenemos puesto en la
ocasión.

A pesar de que cada uno tiene su carácter y personalidad, al ir asumiendo los roles que son definidos por la
cultura, perdemos de vista nuestra originalidad. En la medida que nos vamos conformando al rol que se nos
asigna, vamos perdiendo contacto con nuestra autenticidad y con nosotros mismos. En este proceso, asumimos
las emociones que emergen de la conducta definida socialmente en los roles, y así de a poco vamos perdiendo
contacto consciente con nuestras propias emociones.
Al asumir los roles y las normas que nos rigen pasamos por la vida con las emociones provenientes de los roles
que usamos como máscaras para cada ocasión. Si ello nos incomoda, cortamos esa conexión que nos molesta.
Hasta que un día uno se dice que he hecho todo lo que se ha esperado de mí pero lo he hecho a costa de
desconectarme conmigo mismo. Y luego me pregunto: ¿qué es lo que realmente siento en relación a mí mismo?
Si no logro responder a esta pregunta, no podré dar respuesta a la otra pregunta: ¿qué es lo que siente la
persona que tengo al frente? En ese momento me daré cuenta que la empatía me es algo imposible, a no ser
que pueda volver a tener contacto con mis propias emociones, y sea capaz de auto empatía.

Estos procesos pueden llevar a una pérdida de contacto con algún o algunos tipos de emociones o bien puede
hacer que la emoción se distorsione y se manifieste de una forma que parece permisible, pero alejada de su
forma original. Lo que conlleva una falta de energía o de motivación a la acción y a la pérdida de sentido. Esto se
puede expresar como frialdad, rigidez, racionalidad, desgano, apatía. Otras veces como expresiones exageradas y
sin control de las emociones. O con expresiones emocionales en momentos y situaciones que no hacen relación
con la situación originaria. Lo más frecuente es que encontremos personas actuando "como si" estuvieran
sintiendo una emoción, expresión de una emoción que parece adecuada, sin la experiencia de esa emoción. Esto
ocurre porque la educación intelectualiza la experiencia, en vez de incorporar la experiencia. Las emociones se
relacionan en primer lugar con el cuerpo, y solo después se pueden intelectualizar y transformar en conceptos y
pensamientos.

En nuestro contacto con los demás hemos aprendido a ocultar o distorsionar lo que no nos está pasando, con lo
que perdemos ya no solo el contacto con nuestras emociones sino también con los otros, poniendo cada vez más
lenguaje, ideas e interpretaciones sobre nuestra experiencia y la de los demás. Empezamos a vivir cada vez más
en el espacio de la fantasía y las historias o narraciones sobre nosotros y los otros, alejándonos cada vez más de
la intimidad emocional.

Transformamos nuestra experiencia en recuerdos del pasado y expectativas y temores con relación al futuro,
perdiendo la posibilidad de estar en el presente. Perdemos este contacto con el presente porque las experiencias
emocionales del pasado que nos han marcado, nos afectan nos marcan de tal manera que colorean la
experiencia del presente. En casos más marcados por experiencias traumáticas, el presente queda marcado por
esa 3 experiencia. Las personas que han tenido accidentes en vehículos, muchas veces terminan por tener miedo
a los vehículos, aun cuando no hay ningún peligro evidente en subirse a uno de ellos. Por mucho que se les diga
a esas personas que no tengan miedo, y que van seguras con el chofer, ellas siguen experimentando la sensación
del miedo, y de los efectos secundarios que lo acompañan.

Preguntas de análisis.

1.- A qué se refiere el autor con la siguiente afirmación: La relación de la socialización y la cultura con las
emociones no ha sido una relación fácil. Por una parte, las emociones han sido sistemáticamente reprimidas, y
por otra parte, su importancia, sistemáticamente minimizada. (explica de acuerdo a la argumentación del texto y
tu interpretación).

2.- Qué repercusión emocional tendría según el autor la determinación de roles de género (Hombre y mujer).

3.- A qué se refiere el autor cuando platea que existe una tensión entre el adaptarse a la norma y lo que
sentimos.

4.- De acuerdo al texto qué significa la siguiente expresión: Empezamos a vivir cada vez más en el espacio de la
fantasía y las historias o narraciones sobre nosotros y los otros, alejándonos cada vez más de la intimidad
emocional.

5.- Respecto a ti mismo: qué aspecto de tu personalidad y emociones las consideras genuinas y cuáles adquiridas
por los relatos de otro?

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