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En las obras más reciente consagradas al derecho internacional privado se reveló aun
a opinión común sobre la denominación orden público. Entretanto, y como pudimos
observar en la idea de Savign sobre esta noción, la doctrina nos ofrece propuesta de
distinción del orden público en interno o relativo internacional o absoluto. se ha querido
dar a conocer por orden interno al conjunto de reglas que se imponen únicamente a
los nacionales, en cambio el orden público internacional no hace distinción de
nacionalidad, se imponen a todos, nacionales y extranjeros.
Sin duda, esta distinción del orden público, en interno o internacional, luce poco
afortunada y puede prestarse a confusión. Se argumenta justamente que el orden
público siempre es de carácter nacional y se fundamental en la soberanía de los
estados.
La expresión orden público relativo se le identifica con el orden público referido a las
relaciones internas. Se habla de orden público absoluto refiriéndose al aplicable a las
relaciones internacionales. A esta clasificación responde Niboyet diciendo:
“dondequiera que se manifieste el orden público, sea en materia interna o
internacional, siempre es absoluto en sus efectos… no hay… dos órdenes públicas en
cada país, uno para los nacionales y otra para las relaciones internacionales.
Batiffol a su vez dice que “La terminología más segura, cuando parece útil la
especificación, consiste en ubicar el orden público en el marco del derecho
internacional privado, o el orden público, en el marco del derecho civil interno.
Como hemos tenido la ocasión de observar en otra parte de esta obra, el sistema
territorialita es predominante en República Dominicana, en el sentido de que la
aplicación de la norma jurídica extranjera se de margen reducido. De ello se deduce
que el recurso a la noción del orden público como remedio para impedir la aplicación
de la norma jurídica extranjera considerada competente se reduce a su mínima
expresión.
Tomemos como ejemplo las disposiciones de los artículos 47 y 999 del código civil
dominicano, de los cuales se deduce el reconocimiento de la aplicación a la forma de
los actos la regla “locus regit actum”, según la cual, los actos jurídicos en todo lo
relativo a su forma se regirán por la leyes del lugar donde pasen ¿no podrían ocurrir
que con base a las citadas disposiciones se realicen actos que producen efectos
jurídicos en República Dominicana y sean contrarios a nuestro orden público?
El código civil dominicano contiene únicamente una disposición mencionando el orden
público, -el artículo 6-, y según esta “Las leyes interesan al orden público y las buenas
costumbres no pueden ser derogadas por convenciones particulares”. La misma como
advertimos, concierne al derecho interno, en el sentido que en derecho internacional
privado una disposición tiene el carácter de orden público cuando esta se opone a la
aplicación de una ley extranjera considerada competente, el art. 48 de la constitución
dominicana se refiere a las leyes de orden público como obligatorias para “todos los
habitantes del territorio”.