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En la región, sólo Haití registra un índice mayor. Los datos se equiparan a los
de regímenes autoritarios de continentes como Asia o África.
Las exclusiones son sistemáticas y hay muchos otros datos que abonan a
que las mujeres en Guatemala estén excluidas desde la niñez. Tienen menor
posibilidad de educarse que un hombre. Las niñas y adolescentes abandonan la
escolaridad antes que los niños, no precisamente para incorporarse al mercado
laboral, sino porque deben atender al cuidado de otros, o a labores reproductivas.
Según UNICEF, cuatro de cada diez niños y niñas (43,4%) menores de cinco
años presenta desnutrición crónica, porcentaje que aumenta a un 80% en niños y
niñas indígenas, condición que provoca menos retención escolar, menor
productividad, propensión a adquirir enfermedades y hasta pérdida del coeficiente
intelectual, efectos irreversibles durante toda la vida. Guatemala se encuentra en
sexto lugar en el mundo debido al nivel alto de desnutrición.
Trabajo infantil
Migrantes
Derecho a la educación
Pocos años de escolaridad: Los niños y niñas indígenas en áreas rurales asisten
a la escuela un promedio de poco más de tres años, mientras que las niñas superan
escasamente un año de escolarización.
Derechos laborales
La salud
Mortalidad materna: La mortalidad materna se estima en 137 por cada 100 mil
partos y de acuerdo al Observatorio de salud sexual y reproductiva, Guatemala
ocupa el tercer lugar en Latinoamérica en mortalidad materna, suma que es tres
veces mayor en mujeres indígenas. El alto índice de mortalidad materna se debe a
diversos factores, como la falta de centros de salud, y la inaccesibilidad de los
mismos; además de su falta de adecuación cultural por lo que las mujeres suelen
recurrir a servicios de curanderas y dan a luz en condiciones muy precarias.
Entre los años 1960 y 1996, Guatemala vivió un conflicto armado con
múltiples, masivas y sistemáticas violaciones a derechos humanos cometidas en
ese período.
Actos de violencia
A partir de los datos anteriores, puede deducirse que tanto la iglesia católica
como la evangélica representan dos grandes protagonistas en Guatemala, y que su
fuerza y presencia territorial las ha convertido en entidades espirituales de notable
importancia. No obstante, los hechos en la historia demuestran que ambas iglesias
han desempeñado además de un rol evangelizador, un papel fundamental en
situaciones políticas, económicas y sociales.
El más reciente caso de Efraín Avelar, hijo del pastor Efrían Avelar, ex
dirigente de la iglesia Bethania en Quetzaltenango y acusado de fraude fiscal por
medio de una empresa que funcionaba dentro de esa iglesia, demuestra que existe
la oportunidad de cometer hechos ilícitos por el poco control de los ingresos que
reciben las iglesias. Por el momento, Avelar, aún se encuentra prófugo de la justicia.
Uno de los últimos temas en donde tanto la iglesia evangélica como católica
se han involucrado y han ejercido influencia es la discusión sobre la planificación
familiar y la educación sexual en Guatemala. En el año 2005, el Cardenal Rodolfo
Quezada Toruño se pronunció en contra de la Ley de acceso universal y equitativo
de servicios de planificación familiar y su integración en el programa nacional de
salud reproductivo. La ley fue vetada algunos días después, lo que supuso la
pérdida de una oportunidad para controlar la explosión demográfica guatemalteca
de los últimos años.
Lo mismo ocurrió también durante el 2016, cuando tanto la Conferencia
Episcopal de Guatemala CEG como la Alianza Evangélica demostraros su rechazo
a la iniciativa de la Ley de la Juventud, la cual promueve y garantiza a los jóvenes
una salud integral y diferenciada, así como educación integral en sexualidad. Ambos
grupos calificaron de peligrosa la iniciativa, promotora del libertinaje y un retroceso
para el del desarrollo en el país.