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I. FACTORES ECOLÓGICOS, CLIMÁTICOS, BIÓTICOS.

1.1.Factores ecológicos

Son muchos los factores ecológicos que tienen influencia sobre las
plantas. En virtud de conocerse con exactitud todas las condiciones del
medio que afectan los procesos fisiológicos, generalmente se consideran
los factores de mayor importancia y sus correlaciones con las especies a
objeto de juzgar la significación ecológica según la manera cómo actúan
sobre los organismos vegetales.

Los factores ecológicos se clasifican en dos categorías: Factores de acción


directa y Factores de acción indirecta. En la primera categoría están
aquellos factores que realmente afectan los procesos fisiológicos de la
planta. Por consiguiente, son los que tienen mayor interés, desde el punto
de vista agronómico. Los de la segunda categoría son también
importantes, pero su influencia es sobre el ambiente en el cual viven las
plantas, más que sobre las plantas mismas; esto es, actúan a través de los
factores de acción directa, a los cuales modifican.

La clasificación de los factores, de acuerdo a la manera cómo actúan es


muy útil para determinar los requisitos ecológicos de alguna especie
vegetal. Aunque para la fisiología de las plantas los factores más
determinantes son los de acción directa; se suele definir las necesidades
ecológicas de los cultivos por los factores de acción indirecta como la
lluvia, la altitud, la textura del suelo, etc.

Obviamente, la acción de tales factores indirectos sobre las plantas es


muy variable e impredecible, ya que los factores de acción directa, a los
cuales modifican, son también influenciados por otros factores de acción
indirecta.

Por ejemplo una altitud de 200 msnm, puede ser muy adecuada para el
cultivo del café en una región ubicada a 25 de latitud norteo sur; pero no
así, en una región cercana al ecuador, donde la radiación solar es
naturalmente más intensa y la temperatura más elevada, recomendándose,
por lo tanto, sitios de mayor elevación; una precipitación de 1.200 mm
por año puede ser suficiente para el cultivo de caña de azúcar en climas
relativamente frescos o en suelos con buena capacidad de retención de
agua; pero no así, en climas calurosos o en terrenos arenosos de poca
atención de humedad; un suelo de textura pesada no puede prestarse para
la agricultura de una región de mucha lluvia, pero no así en las regiones
relativamente secas, donde esos suelos casi siempre constituyen una
ventaja.

Entre los factores del ambiente se debe incluir como clase especial, los
factores bióticos, como el hombre, las plagas, las enfermedades, etc. El
hombre actúa principalmente como factor de acción indirecta por su
capacidad casi ilimitada de cambiar el hábitat natural. Las plagas y
enfermedades se comportan principalmente como factores se acción
directa por su influencia destructiva sobre el organismo vegetal, en
particular, sobre la superficie foliar.

1.2.Factores climáticos

En la producción agrícola requerida para abastecer la población mundial


inciden algunos aspectos limitantes, entre los cuales se encuentran el
clima, que a través de sus factores y elementos produce una influencia
directa sobre los seres vivos.

Las propiedades físicas que condicionan el clima: latitud, altitud,


orientación, continentalidad, naturaleza del terreno y tipo de vegetación
son denominados factores, mientras que como elementos meteorológicos
son considerados: la precipitación, temperatura, insolación, nubosidad,
viento (dirección y velocidad), presión atmosférica y humedad; cuyas
características son influenciadas por los factores.

La productividad de las plantas forrajeras depende de las condiciones


ambientales en las cuales se desarrollan. Estas, en general, son más
influenciadas por las condiciones climáticas de una región que otros
cultivos anuales o perennes. La mayoría son plantas perennes que están
sujetas a los efectos del clima durante todas las estaciones del año.

Es difícil que los productores puedan modificar el macroclima de una


región; por esa razón, se hace necesario convivir con esa condición, a
través de la aplicación de técnicas que permitan obtener mejor
productividad. El microclima; sin embargo, puede ser modificado
mediante prácticas culturales y de manejo. Por esta razón las
características del clima de una región, difícilmente coinciden con el
microclima de una planta.

1.2.1. Productividad de las forrajeras en el trópico y subtrópico

Las plantas forrajeras de clima tropical y subtropical en


general superan en producción de materia seca a las de climas
templados, debido no sola mente a su mayor eficiencia en el
aprovechamiento del CO2 disponible en la atmósfera (plantas
C4 ), sino también a la mayor incidencia de la radiación solar
en las zonas tropicales y subtropicales (150 KCal/cm/año) en
comparación con las zonas templadas (199 KCal/cm2/art.
Además, la conversión de la energía que incide en las regiones
tropicales y subtrópicales (5-6%) es mayor que las obtenidas
en las templadas (2-3%). Esas razones probablemente
explican, el por qué las plantas forrajeras tropicales y
subtropicales producen, en general, dos o más veces que las
de climas templados.

Como consecuencia de los rendimientos de materia seca


proporcionados, la producción animal en pastizales tropicales,
suele ser también elevada, siempre y cuando se apliquen
eficientes técnicas de manejo.

1.2.2. Factores y elementos del clima que afectan las plantas


forrajeras
Para cumplir su ciclo vegetativo, las plantas necesitan, dentro
de ciertos rangos, condiciones de luminosidad, humedad y
temperatura, que al salirse de límites tolerables producen una
disminución en el desarrollo del vegetal, llegando en muchos
casos a ser letal. En consecuencia, para el manejo de las
especies, en especial, las forrajeras, se requiere conocer de
necesidades térmicas, hídricas y otras variables climáticas que
inciden directa o indirectamente sobre la producción.

 Luminosidad:

Con la selección de nuevas plantas forrajeras de potencial


productivo elevado, el liso de altos niveles de fertilización y
riego suplementario, la radiación solar permanece como factor
climático más importante en la producción, aunque en las
condiciones tropicales y subtropicales, es probablemente el
menos limitante.

Bajo condiciones normales, la radiación solar en el trópico es


del orden de los 300-600 Cal/cm2/día. En este nivel,
prácticamente no existen limitaciones luminícas para el
normal crecimiento de las plantas forrajeras. En días nublados,
durante épocas de elevada precipitación, la radiación solar
puede reducirse hasta 50 a 150 Cal/cm2/día, lo cual puede
tener un cierto efecto negativo sobre la tasa de crecimiento de
especies tropicales; sin embargo, éste no llega a ser tan
drástico como el ejercido por la precipitación o la temperatura
ambiental.

 Fijación de CO2:

Las gramíneas de origen tropical: caña de azúcar, maíz, sorgo,


especies de panicum, setaria, sorghum y muchas especies
dicotiledóneas procedentes de climas cálidos, son altamente
eficientes en cuanto a tasa fotosintética. En plantas, en
espacios cerrados con suficiente luz fijarán CO2 de la
atmósfera a niveles de 20 ppm. Por cuanto estas especies
tropicales llamadas de metabolismo C4, son más eficientes en
la fijación de CO2 que otras plantas denominadas de
metabolismo C3, las cuales necesitan por lo menos 80 ppm de
CO2 en la atmósfera para fijar CO2suficiente, a fin de lograr
una adecuada tasa fotosintética. Las plantas de clima tropical
(C4), generalmente, presentan un punto de compensación para
CO2bastante bajo, o sea 5-20 ppm, mientras que las de clima
templado (C3) tienen ese valor alrededor de 50-80 ppm. El
punto de compensación para el CO2 es el nivel CO2 en el cual
su fijación por el proceso fotosintético es equivalente a su
liberación en el proceso respiratorio.

En plantas con bajo punto de compensación para el CO2 , la


disminución en el nivel fotosintético, cuando se reduce la
concentración de CO2 a 2/3 en
el ambiente, es relativamente pequeña. En días muy calientes,
de alta luminosidad y sin nubes, puede ser éste el factor
limitante más importante en la producción de la tasa
fotosintética.

La competencia entre plantas más importantes en pastizales,


se produce por la luz. Las plantas que presentan sus hojas con
mejor posición para absorber la luz incidente tienen mayores
posibilidades de sobrevivencia, no siendo necesario para esto,
mayor cantidad de hojas. Este hecho puede ser verificado
mediante el estudio de asociaciones de gramíneas-
leguminosas.

La falta de luz a las leguminosas puede provocar una total


ausencia de fijación de nitrógeno, ya que este proceso necesita
de grandes cantidades de energía que provienen de la
fotosíntesis. Además, puede originar una reducción en el
crecimiento del sistema radicular de las plantas sombreadas.

La siembra de plantas forrajeras junto con otros cultivos, con


la finalidad de minimizar los costos de establecimiento del
pastizal, se ha utilizado con frecuencia. Sin embargo, esta
práctica, cuando no se realiza con los debidos cuidados suelen
obstaculizar la formación de una buena población de plantas
en el potrero.

Es posible que además de nutrientes y agua, la variación de la


calidad e intensidad luminosa impuestas por el cultivo, el
declive y la ubicación del terreno sean algunos de los factores
más limitantes de las forrajeras sembradas bajos estas
condiciones.

Algunos autores afirman que no existe diferencia biológica


entre un cultivo sujeto a competencia con malas hierbas o de
una planta forrajera. Aunque generalmente, se espera en el
primer caso, que el cultivo domine a la mala hierba y en el
segundo caso, que el cultivo y la forrajera crezcan en
competencia pero sin perjudicarse.

Para establecer plantas forrajeras junto con cultivos, se


recomienda aumentar la distancia entre hileras del mismo,
disminuir la densidad de plantas en las líneas o seleccionar
variedades con mejor estructura foliar y de menor tamaño, a
objeto de garantizar el establecimiento del pastizal, aún
cuando disminuye el rendimiento del cultivo.

 Temperatura:

La influencia de la temperatura sobre la producción de plantas


forrajeras puede ser directa, sobre el crecimiento de la planta
alterando su fisiología o indirecta, haciendo variar la
humedad, las cantidades de minerales absorbidos por la planta
y su transporte.

Temperaturas bajas

A medida que desciende la temperatura el desarrollo se hace


más lento. Si las temperaturas son lo suficientemente bajas
como para llegar a helar, puede producirse un daño severo en
los tejidos jóvenes; por ejemplo, los tallos vegetativos pueden
morir a -5°C. Dos o más heladas consecutivas durante el
período que va desde la emergencia de las espigas, hasta el
inicio del llenado del grano , pueden tener consecuencias
graves sobre el rendimiento. Temperaturas de 1,5°C
registradas en la casilla meteorológica a 1,5 m del suelo son lo
suficientemente bajas como para producir daños ya que
equivalen a 0°C sobre la superficie del cultivo. Una sola noche
con helada durante este período puede no ser decisiva para la
planta porque puede que sólo mueran los tejidos nuevos que
están expuestos al aire; por ejemplo, como en las espigas con
bandas de espiguillas muertas. Después de su exposición al
aire todos los tejidos se vuelven más resistentes.

Temperaturas altas

Con temperaturas altas el cultivo necesitará más insumos


(nutrientes, agua, radiación solar) para poder mantener su nivel de
metabolismo. Para evitar pérdidas importantes de rendimiento a
medida que aumente la temperatura, el manejo del cultivo deberá
ser cada día más preciso; se pueden obtener buenos rendimientos
compensando el efecto de las altas temperaturas con un óptimo
suministro de agua y de nutrientes. Durante el llenado del grano y
a medida que aumenta la temperatura, el desarrollo se acelera más
que el crecimiento; aún bajo condiciones óptimas de manejo, el
rendimiento se puede reducir hasta 4 por ciento por cada 1°C que
aumente la temperatura media (Stapper y Fischer, 1990c) debido
al acortamiento del período de llenado del grano.

El daño causado por las temperaturas altas está comúnmente


asociado con el estrés hídrico por lo que el manejo del agua pasa a
ser una operación crítica. En la medida en que las plantas puedan
transpirar libremente también podrán hacer frente a las altas
temperaturas. Los cultivos con suficiente agua disponible pueden
soportar temperaturas del aire de 40°C; sin embargo, si el agua es
un factor limitante, las hojas pueden morir a 40°C ya que las
plantas estresadas intentan conservar agua cerrando sus estomas
(pág. 99) y reduciendo así el beneficioso enfriamiento producido
por la transpiración. Sin ella, la temperatura de las hojas puede
llegar a 50°C interrumpiéndose los procesos metabólicos. Las
plántulas en suelos muy calientes y secos pueden alcanzar
fácilmente estas temperaturas críticas.

 Humedad:

La elevada energía incidente en los trópicos y subtrópicos


proporciona gran producción de forrajes en comparación con
plantas de clima templado, pero frecuentemente provoca un
aumento significativo de la evapotranspiración que suele
ocasionar escases temporales de agua a las plantas.

 Suelos:

Suelos ácidos o alcalinos

La acidez o la alcalinidad se miden en unidades de pH con una


escala de 1 a 14, si bien los valores extremos no ocurren en los
suelos agrícolas. El pH=7 es neutro. La acidez aumenta con los
valores de 7 a 4 y la alcalinidad de 7 a 10. El trigo crece mejor
entre pH 5,5 y 7,5; sin embargo, puede crecer en suelos más ácidos
si se agregan correctores al suelo.

El principal efecto de un pH muy alto o muy bajo es que algunos


nutrientes pueden estar disponibles en forma excesiva y ser tóxicos
mientras que la disponibilidad de otros puede disminuir y aparecer
como deficiencias del cultivo.

Suelos salinos

Todos los suelos contienen sales y algunas de estas se convierten


en un problema cuando se concentran en la zona radical del
cultivo; a veces, el problema es el cloruro sódico (o sal de mesa)
pero también pueden serlo otras sales. Las sales pueden destruir la
estructura del suelo causando la expansión de las arcillas y la
dispersión de las partículas finas que obstruyen los poros del suelo
a través de los cuales circulan agua y oxígeno. También favorecen
la formación de costras superficiales.

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