Sie sind auf Seite 1von 74
LAS MULETILLAS EN EL HABLA CULTA DE SANTIAGO DE CHILE Ambrosio RABANALES y Lidia Conrreras (+) Universidad de Chile. 0. Introduccién L fendmeno del cual nos ocuparemos aqui de un modo pura- mente descriptivo, ha sido investigado en 18 muestras de expresién oral de santiaguinos cultos en situacién de didlogo —casi siempre informal—, de las 30 publicadas en El habla culta de Santiago de Chile. Materiales para su estudio, I (Anejo N’ 2 del Bo- letin de Filologia de la Universidad de Chile, Santiago, Facultad de Filosofia y Letras, 1979), del cual somos editores. Son 18 muestras —de didlogos grabados en forma no secreta— porque, por la premura del tiempo, hemos seleccionado sdlo a 18 informantes: 3 hombres y 3 mujeres de cada una de las tres genera- ciones establecidas en el ya muy conocido proyecto de estudio coordinado de la norma lingiiistica culta del espafiol hablado en Jas principales ciudades del mundo hispinico: * 1a. generaci6n: 35 afios; 2a. generacidn: 86-55 afios; 8a. generacidn: desde 56 afios. Los datos mas importantes de los informantes: generacién, sexo, edad y actividad, en este mismo orden, se exponen en el cuadro siguiente: 1 Ver Ambrosio Rabanales, “La norma lingiiistica culta del espafiol hablado en Santiago de Chile”, en Primer Seminario de Investigacin y Enseiianza de la Line gilistica. Actas, acuerdos y recomendaciones (Santiago de Chile, 10 al 14 de agosto de 1970), Universidad de Concepcién, Instituto Central de Letras, 1971, 121-129. 673 SCRIPTA PHILOLOGICA Tl. @ 43 674 A. Rapanates-L. Contreras Cuapro No 1 Antecedentes de los informantes pm at iv M1 27 __Licenciada en ciencias politicas y administrativas. M2 6 Profesor de espaiol. M3 81 _Asistente social. H4 25 Médico cirujano. H5 27 — Quimico H7 28 Gatedratico de espaiiol. M10 38_—_~Profesora de espafol. M11 39 Catedratica de espaiiol. 2a. MI2 41 Catedratica de espaiiol. 2a. HI4 52 — Médico cirujano. Ya. HI5 43 Socidlogo. 2a. HI8 86 Abogado. 3a. M19 5G —- Nutricionista. a. M20A 74 — Profesora de francés y castellano. M21 62 _—~Profesora de francés y asistente social. H22_ 64 ~— Médico laboratorista. H23— 65 Constructor civil. H24 74 ~— Abogado. 1 = generacién: Ja., 2a. y $a; II = sexo: M = mujer, H = hombre, El mimero adscrito corresponde al que tiene la muestra en que habla ¢l informante, y la A en 3a. M20A, a una de las dos participantes de la muestra 20. IIL = edad; IV = acti- vidad. Otros datos pueden encontrarse en el volumen citado. De cada muestra otra vez por razones de tiempo— hemos con- siderado tinicamente las 300 primeras lineas de la conversacion del informante (donde cada una contiene un promedio de 11 palabras, 20 silabas y 48 letras, dato importante para evaluar mas adelante la frecuencia y el grado de concentracién de la muletilla). Con todo, creemos que el corpus es suficiente para formarse una idea del fenémeno, pues, la familiaridad y, por 1o mismo, espontaneidad (a pesar de la presencia del micréfono) con que en cada caso se desenvuelve libremente la conversacioén —generalmente ani- mada—, en torno a una mesa, entre el encuestador y el informante, favorece en gran medida la manifestacién de la muletilla. Es sabido que entre la gente culta es mis frecuente en el habla informal que en la formal por cuanto no opera —u opera menos— la autocen- Las muletillas en el habla culta de Santiago de Chile 675 sura, producto de Ia presién constante, primero de la escuela y después de la comunidad. $i nos fuera posible, nos gustaria repetir —o que alguien repitiera— la investigacién en otra cantidad igual de lineas para ver en qué grado la informacién que aqui proporciona- mos coincide o no. Para su confiabilidad, podemos adelantar, entre tanto, que en todas las muestras las muletillas advertidas se prolon- gan mis alld de las 300 lineas, lo que confirma su cardcter de tales. Particularmente sugerente nos resulté la lectura de Hugo Obre- gon Mufioz, Introduccidn al estudio de los marcadores interaccio- nales del habla dialogada en el espafiol de Venezuela, Caracas, Centro de Investigaciones Lingiiisticas y Literarias “Andrés Bello”, 1985, y, en algunos aspectos, también el articulo de Ana Maria Barrenechea, “Operadores pragmiticos de actitud oracional; Jos ad- verbios en -mente”, en Juan M. Lope Blanch (ed.), Estudios sobre el espanol hablado en las principales ciudades de América, México, D. F., UNAM, 1977, 313-332, como asimismo el Diccionario de uso del espaiiol de Maria Moliner (1966) y el de la Real Academia pafiola (DRAE, 1984). Lamentablemente no tuvimos acceso a tres articulos que cita Obregén, y cuyos datos reproducimos tex- tualmente. El autor no indica las paginas correspondientes: M. A. Martinez, “Muletillas en la conversacién venezolana”, Cuadernos venezolanos de folklore, N° 1, Caracas, 1954; A. Martirena, “A study of interaction markers in conversational Spanish”; W. Mc- Cormack an[d] St. Awurm (edts.), Language and Man. Anthro- pological Issues, Mouton Publishers, The Hague, Paris, 1976, e I. Péez, “Conversational ‘pues’ in Spanish. A process of degram- maticalization?, Current Issues in Linguistic Theory, vo. 21, John Benjamin's Publishing Company, Philadelphia, 1982. 1. Concepto de muletilla 11. Es frecuente que los gramaticos prescriptivistas consideren como un fenémeno que afea el estilo, la reiteracion muy cercana en el discurso de una expresién cuando la repeticién puede evitarse sinonimicamente, y, con mayor razén, si su frecuencia —producto de un acto puramente mecinico— es sentida como “abu- siva”, sintoma de pobreza de yocabulario o de despreocupacién estilistica. Esto es lo que sucede, precisamente, con Jas muletilias, para muchos un defecto que toda persona que incurre en él, de- beria corregir. 1.2. Ahora bien, de la definicién dada por diversos autores, pue- de coneluirse que mule tilla o bordén es un ente puramente {6- 676 A. RABANALES —L. CONTRERAS nico o bien una expresién que, en el discurso oral, se repite con alta frecuencia, de modo habitual e innecesariamente, y como un acto automatico, es decir, indeliberado, 121. Ente puramente fénico y asistematico, definible como muletilla, es, segtin se ver4 en nuestro estudio, el que convencionalmente representamos por eh/ehm. La expresion, por su parte, podra estar constituida por una sola palabra en su representacidn grafica, como sucede con digamos, entonces, especi- ficamente, etcétera, 0 por mas de una, como es el caso, entre otros, de‘o sea, en fin, no es cierto? 1.2.2. La muletilla, efectivamente,esun producto del dis+ curso oral, tanto del coloquio como del uniloquio manifestado en una charla, disertacién 0 alocucién, etcétera, siempre que sean improvisadas, independientemente de su cardcter formal o infor- mal, aunque es mis frecuénte en este viltimo caso. Normalmente no aparece en el discurso escrito por cuanto el que escribe, al releer su texto le aplica reflexivamente y con tiempo, su censura si, in- curriendo en ella, logra darse cuenta. 1.2.3. Por cierto que las caracteristicas sefialadas no hacen por sf solas de un elemento meramente fénico o de una expresién, una muletilla si tales elementos no se repiten con lo que hemos JIama- do “alta frecuencia”. EI problema esta en determinar cuando la frecuencia es alta. Fuera de que no todos los que se han preocupado de este fenémeno aluden a este rasgo, los que lo hacen no lo precisan, pues se limitan a decir que “se repite mucho” (DRAE, sv. muletilla), 0 que ocurre “con gran frecuencia”? Pare- ce, pues, que se trata de un rasgo no cuantificable, dejado al arbitrio del “sentimiento lingiiistico” de los interlocutores, Nosotros, a fin de darle cierto grado de objetividad, en este sentido, a nuestra inves- tigacién, hemos considerado “alta frecuencia” la presencia de, a lo menos, 7 veces del elemento en cuestién, en uno o mis de los discursos de 300 lineas a que ya nos hemos referido. El funda- mento de este criterio se encuentra en el hecho de que un infor- mante al emplear especificamente por décima vez —término que ocurre 7 veces en la extensién sefialada— comenta: “Dale con es- pecificamente; yo tengo pegada esa... esa palabrita”, a lo que el encuestador acota: “Te estd4s descubriendo muletillas, ahora” (la. H7, 187: 454).* En mas de una ocasién “hemos sentido” que 2 Ramén Cerda (coord.), Diccionario de lingitistica, Madrid, Anaya, 1986, s.v. 2 El primero de los mimeros, después de 1°H7, corresponde al de la pagina de Las muletillas en el habla culta de Santiago de Chile 677 un elemento es muletilla incluso con frecuencia 6 (ahora, fijate), pero hemos preferido prescindir de él, ajustandonos a lo que suce- dié con el informante aludido. 1.2.4. La Academia en su diccionario mayor repara muy bien en que la muletilla es un hAbito, lo que es lo mismo que decir que ¢s un “acto fijado por repeticién 0 costumbre”, o bien, el producto de “una disposicién adquirida y durable para reproducir los mismos actos con creciente facilidad”, y no acto transitorio y circunstancial; una constante, y no una variable. 1.25. El caracter innecesario de la repeticién del elemento que por tal causa deviene muletilla, es también un hecho, pues, como veremos, puede disminuirsela considera- blemente sin que desde ningtin punto de vista se note la au- sencia de los casos suprimidos, 0 bien, siempre es posible sustituir el elemento por otro equivalente. Lo innecesario es, pues, la re- peticién abusiva y, con excepcidn de eh/ehm, no obligatoriamente la expresién que se repite, la que muchas veces es imprescindible por la funcién referencial que desempefia, o por otras funciones, como veremos en el desarrollo de este trabajo. Es cierto que por la repeticién exagerada de una expresién su significado suele de- gradarse y hasta desaparecer enteramente en algunas circunstan- cias, manteniéndose, por lo tanto, en otras dentro del mismo texto, como ocurre con o sea, es decir, fundamentalmente, especi- ficamente, entonces, etc., no siendo siempre facil advertir cu’ndo conserva su significado y cudindo no. Otras, en cambio, carecen siempre de funcién referencial, como eh, y algunas, en determina- dos usos, independientemente de que se reiteren con frecuencia 0 no; es el caso de bueno, pues, etc. Esto ha inducido a algunos autores a no distinguir entre “muletilla” y “elemento expletivo”, como es el caso de Maria Moliner (s.v. expletivo), para quien los elementos expletivos son “palabras o expresiones que se em- plean sin ser necesarias para el sentido, para hacer mas expresiva © armoniosa la frase, para darle un tono particular, o como simples muletillas”, y cita, como formas coincidentes con las nuestras: pues, mira, gno? Asi, mientras, comparativamente, la muletilla se distin- gue por su repeticién de alta frecuencia, el elemento expletivo lo hace por su carencia de significado. Ahora bien, como ambos rasgos no coexisten necesariamente, podemos asegurar que ni todas las Ja cual se ha tomado Ia cita, y el segundo, después de los dos puntos, al del né- mero de la Hinea en que comienza. | ! | 678 A. Rapanaes —L. Contreras muletillas son siempre expletivas en todos sus usos dentro de un mismo texto, ni todos los elementos expletivos son siempre mule- tillas. 12 u cardcter automatico o mecdnico escon- secuente con el hecho de ser su uso un hibito en el que in- curre en ella. De aqui que rara vez el hablante, que Ja advierte generalmente en otro, la note en si mismo. Incluso el informante a que nos referimos mis arriba, si bien sabia que “tenia pegada” la palabra especificamente, no reparé en que posefa otras que re- petia aun con més frecuencia: entonces, 8; fundamentalmente, 10; en realidad, 10; bueno, 12; realmente, 19; es decir, 19; gno?, 23; eh, 70. Asi, estas unidades constituyen verdaderos “tics’’ lingiiis- ticos. 1.3. Por la caracterizaci6n que hemos hecho del fenémeno que nos ocupa, es obvio que no toda forma de repeticion de “alta frecuencia” en el manejo de nuestra lengua, por este solo hecho merece ser calificada como muletilla. 1.3.1. Existe como se sabe la repeticién léxica con funcién poética, propia més bien de la lengua escrita, de la cual es un buen ejemplo el empleo de verde en el “Romance sondmbulo” de Garcia Lorca: Verde, que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramos. E] barco sobre Ja mar y el caballo en Ia montaiia. En los primeros 24 versos de sélo 8 silabas, verde ocurre 12 veces, con un promedio de 1 palabra cada 2 versos (16 silabas), lo que en nuestros textos seria mis de 1 vez por linea (de 20 silabas prome- dio, como lo hemos indicado), en un total de 12, lo cual constituye un alto grado de concentracién. Y, con todo, nadie podria decir que estamos en presencia aqui de una muletilla, pues es daro el uso deliberado y circunstancial que se hace de la expresién, con fines poéticos. 13.2 Las proclamas politicas y la publicidad en gene- ral también recurren a menudo a la reiteracién intencional para influir en un determinado sentido: iNo a la tortura! iNo a los asesinatos! Las muletillas en el habla culta de Santiago de Chile 679 {No a la violacién de los derechos humanos! jNo a la cesantial iNo al comercio de la EDUCACION! iNo al comercio de la SALUD! iNO A LA DICTADURA! 1.3.3. Otras veces el hablante, por una fuerte tensiédn emo- cional, incurre en expresiones repetitivas que, aunque no son intencionales, tampoco son habituales, y, por lo mismo, no forman parte del objeto que estamos estudiando. Una informante, al na- rvar sus experiencias en una ciudad del norte, dice: [En el interior de Antofagasta] ti puedes parar ¢l motor y te bajas y escuchas el silencio: eso de sentirte pero realmente sola, aislada en el mundo, sin nada, nada, nada, ni nadie a tu alrededor, porque sencillamente no hay vida. Pero este... este... este se... este suelo, esta... esta... esta arena que no tiene nada, nada de vida va como tomando distintas tonalidades, distintos coloridos, segin las horas del dia (2a. M11, 192:256). Otra informante cuenta: Tenia que usar anteojos por la luz artificial, porque no necesitaba al comienzo, pero necesitaba por tanto leer, leer, leer. Y ast, y ast, y ast gan6. .. no perdié un afio [...] (8a. M21, 353:44). Y con mis carga emocional, en un caso distinto: [..-] tanto fue el clamor nuestro, jlanto, tanto! que se entré a una... a una revisién [...] (8a. M19, $12:318). O bien [.--] nos quité toda, toda autoridad; toda, toda! (ibid., linea 835) .* La falta de serenidad, que no siempre permite dar ripidamente con la palabra que uno necesita para expresar su pensamiento, 0 sus sentimientos, 0 sus deseos, favorece también Ja repeticién, has- 4+ Sobre la iteracién léxica como recurso expresivo, puede verse: Ambrosio Raba nales, “Recursos lingitisticos, en el espafiol de Chile, de expresién de Ia afectividad”, en BFUCh [Santiago] x (1958), 251-255. 680 A. Rapanaces —L. ConTRERAs ta caer en una especie de tartamudeo, como se advierte, entre mu- chos otros, en este ejemplo: [Me propongo] que ellos piensen con frescura, aunque sea con... con... con... con violencia, si usted quiere, mental; pero que sea con... con un... ch... con... con... con un estilo propio (Ga. H23, 382:242). E] uso de con en la reiteracién es seguro, pues estd determinado estructuralmente por el verbo pensar y por el modelo con frescura; s6lo falta dar con los sustantivos adecuados, los que, por no ser evocados inmediatamente mientras sc esté hablando, causan la re- peticién de con. 1.3.4. Finalmente, la alta concentracién de un elemento en un texto determinado —sin que se lo pueda considerar como muleti- la— obedece muchas veces a poca preocupacidn esti- listica, caracteristica del habla coloquial, donde normalmente se adopta una actitud informal, y en donde, por la naturaleza misma del lenguaje oral, no es posible aunque se quiera— corre- gir el estilo “borrando” lo que se ha expresado, Cuando uno ha- bla, esta mas atento a lo que dice que a cémo lo dice. Una mues- tra de esto es el siguiente texto de uno de nuestros colaboradores: [...] en los uiltimos afios [...] las fuerzas marxistas, electoralmente hablando, rara vez han pasado la marca del treinta por ciento, y en promedio se puede hablar de que nunca excedieron el treinta por ciento, cualquiera que haya sido la variacién de este treinta por cien- to... ch... la reparticién de este treinta por ciento dentro de la fuerza... ch... fra... marxista (3a. H28, 384:326). Por lo demas, la redundancia es rasgo constitutivo de la realizacién de toda Jengua. 1.4. Resumiremos diciendo, con respecto a lo sefialado hasta aqui, que no todas las muletillas son expletivas; que en algunos casos una misma en boca de un mismo informante a veces lo es y otras no; que no todo elemento expletivo es muletilla; que toda mule- tilla —por definicién— es altamente iterativa, pero que no toda tepeticién léxica de alta frecuencia es necesariamente muletilla.

Das könnte Ihnen auch gefallen