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Zibaldone.

Estudios italianos, nº1 (2013/1) 77

FRANCESC MORATÓ I PAS-


BENEDETTO CROCE, ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA TOR debe su interés por
Benedetto Croce, between Ethics and Politics el idealismo-
historicismo italiano al
magisterio de Emanue-
FRANCESC MORATÓ I PASTOR le Severino, del que fue
alumno y al que dedicó
su tesis doctoral, par-
Recuperar la vertiente política del Idealismo Italiano, más allá de la imagen localista cialmente publicada
como Una introducció
que lo ha rodeado, del cual es muestra una figura tan europea como Croce, singular al pensament de Ema-
teórico y político, presente en grandes debates desde la crisis finisecular del mar- nuele Severino. Alguno
xismo y la alternativa sindicalista hasta el fin de la segunda guerra, crítico siempre de sus trabajos sobre
con un pensar tendente al olvido del carácter histórico de todo lo real, no menos Croce y Gentile se han
publicado en la revista
que de la inevitable tensión entre lo bueno y lo útil, la economía y la política. Res Pública, mientras
que su ensayo Giovanni
__________________________ Gentile o el humanismo
del devenir forma parte
To revisit the political side of italian Idealism, beyond its narrow and nationalist im- del proyecto de investi-
gación Historia del
age. Singular theorist and politician, a European figure like Croce, was present in humanismo dirigido por
great debates, from the crisis of marxism at the end of the century, until the days Pedro Aullón de Haro
following of the 2nd World War. Always critical of a thought that neglects the History (Verbum, Madrid,
of everything we call real, as well as the unavoidable tension between good and use- 2010).
ful, Economy and Politics. Palabras clave:
- Benedetto Croce
- Giovanni Gentile
- Liberalismo
- Ideología
- Pensamiento político

Keywords:
- Benedetto Croce
- Giovanni Gentile
- Liberalism
- Ideology
- Political Thought

Fecha de envío: 15 de septiembre de 2012


Fecha de aprobación: 12 de noviembre de 2012

Su amigo de tantos años, Giovanni Gen- educativa que entrambos habían estado ges-
tile, dijo de él una vez que “a Benedetto no le tando a lo largo de los últimos veinte años.
interesa la política, al menos la real”.1 Y quizás Por otra parte, siempre hay algo arbitra-
no le faltase razón. Esto sucedía a principios rio en la preferencia que una época experi-
de los años veinte, en un momento en que menta por un autor y el olvido, cuando no la
Croce salía, más bien fracasado, del ministerio indiferencia, hacia otro. Las personas de mi
de educación del último gobierno Giolitti. generación hemos tenido el privilegio de con-
Gentile no tardaría en ocupar el mismo puesto templar cómo, desde nuestra juventud a nues-
con Mussolini. Sin duda, aun en el peor de los tra madurez, ha cambiado la consideración
casos, con más resonancia. Entre tanto, de hacia Weber. Desde luego no es, de momento,
una manera u otra, prosperaba la reforma el caso de Croce. El liberal conservador que
fue (se podría discutir hasta qué punto esto no
sea un tópico) consiguió el respeto de las fuer-
1
Citado por J. Jacobelli, a partir de una conversación zas democráticas, pero no corrió igual suerte
con G. de Ruggiero, en ‘Il fascismo diverso di G. Gentile’, su interés como pensador, forjado décadas
Giovanni Gentile, la filosofia, la politica, antes del fascismo y de su posicionamiento
l’organizzazione della cultura, Marsilio, Venecia, 1995.
[78 Benedetto Croce, entre ética y política

frente a él con un sistema (quizás el último) mino —del cual algunos historiadores han
concluido poco después de los cuarenta años, llegado a afirmar su mero carácter nominal—,
sostenido sobre la tetralogía de lo verdadero, hay que añadir las propias de la adscripción a
lo bueno, lo bello y, lo más importante ahora esta corriente de una personalidad y una obra
para nosotros, lo útil en que, con carácter pre- como la de Croce. Leyendo algunos autores, y
ferencial, se incluían la economía y la política. muchas páginas de Croce no están lejos de
Más aún de lo que sucede en Gentile esta tendencia, da la impresión que para ser
―pues en éste resulta mucho más impercepti- liberal basta con aceptar, aunque sólo sea de
ble la voluntad de hacer sistema― lo que des- facto, que el antiguo régimen se ha hundido
pista en Croce es el lenguaje. Lo que en ambos para siempre, es decir, basta con no ser nos-
casos tiende a quedar oculto ―más por cues- tálgico. Esa es al menos la impresión que se
tión de un defecto actual de comprensión que desprende de la lectura de uno de sus libros
por falta de claridad en sus autores― es que su más bellos y aún hoy más leído: La storia
idealismo y espiritualismo son el soporte de su d’Europa nel secolo decimonono. Por otra
inmanentismo, o sea, de un historicismo radi- parte, debates tales como el de los dos libera-
cal que no permite que nada quede fuera de su lismos, el político o el económico (liberismo)
influencia. (véase apéndice 1), la compatibilidad del libe-
En otro lugar (Morató, 1999: 205-216) ralismo con el democratismo, el nacimiento
he puesto de pasada el historicismo de Croce de la sociedad de masas o el resurgir del na-
un paso por detrás del de Gentile, sobre todo cionalismo, suelen aparecer en el pensamiento
por lo que hace a su fundamentación metafísi- de Croce con carácter secundario. Lo que en
ca. A pesar de que sigo pensando que la fun- su caso importa, antes que cualquier realiza-
damentación del historicismo está más elabo- ción concreta de la misma, es la idea de la
rada en Gentile que en Croce, pienso también libertad. Ahora bien, si prevalece la mirada
que el punto de partida es el mismo. La dife- histórica o política, una de las formas de la
rencia afecta más a las consecuencias: más utilidad, cuentan más las obras de la libertad
praxísticas en Gentile, más contemplativistas que sus posibilidades aún espectrales; la acti-
en Croce. En este escrito, me propongo, jus- tud no puede ser otra que la de celebración
tamente, reunir las razones de ese contempla- por lo conseguido antes que el duelo por lo
tivismo para en su caso, y aunque parezca un que no ha sido o, en esencia, nunca vaya a ser.
contrasentido, apelar a su carácter de útil para Esto es, dependiendo del ámbito desde el que
afrontar los cantos de sirenas ideológicas, más se hable, inmanentismo filosófico y, a la vez,
o menos interesadas o partidistas, que han realismo político. Así pues, la defensa a ul-
recorrido los dos últimos siglos. Me parece tranza de la idea de la libertad, aun a riesgo de
injusto que el tiempo al que le ha tocado en pasar por anacrónico, resulta ser algo más
suerte contemplar lo que queda tras la caída intencionado y con muchas más consecuen-
de las ideologías (quizás la restauración de la cias de lo que cabría esperar, sin duda, desde
vieja ciencia de la política, tal como la enten- cierta ingenuidad o estrechez de miras. La
dieron Maquiavelo, Guicciardini y Vico, que estricta separación que Croce efectúa entre
los italianos tienden a ver como gran aporta- idea y realizaciones empíricas de la libertad
ción de la cultura nacional) no reserve un lu- fundamenta por sí sola que ni historia ni liber-
gar al viejo sabio napolitano. Procuraré hacer tad se agoten nunca, y sólo desde la imposibi-
todo ello sin perder de vista las limitaciones lidad de su existencia separada, puedan vivir
propias de ese discurso que constantemente una y otra. Cualquier palingénesis, religiosa o
apela a la sensatez, a la imparcialidad, a la laica, supondría la ocultación de esta díada
moderación; en una palabra, al realismo. Ex- que, como tal, constituye el motor de lo vivo.
pondré, pues, hasta qué punto el rodillo histo- En ese sentido, podemos hablar de un
ricista pasa también por encima de quien le es historicismo muy seriamente tomado que no
más incondicional. se permite flaqueza alguna ante la atracción
sentimental, llame ésta hacia el optimismo
LA IDEA DE LA LIBERTAD. En cualquier liberal y progresista o hacia el pesimismo con-
crónica del novecientos Croce aparecerá servador. Como la mayor parte de la politolo-
siempre como una de las voces indiscutibles gía italiana, Croce está convencido que tiene
del liberalismo. Sin embargo, a las dificultades en la propia tradición nacional los mejores
derivadas del contenido semántico del tér- maestros por lo que a política real se refiere.

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Resulta pues chocante el juicio de Gentile, que ción de las ataduras que la tradición quisiese
compartía la misma admiración. O quizás to- imponer al devenir y a la plena conciencia de
do el problema estribe en comprender cómo la historicidad, desprovista de cualquier ate-
historia juega a los dados, ni siquiera igual con nuante. Con ello, además, sentaron las condi-
todos, incluso con quienes más adhesión le ciones para no quedar enzarzados en debates
profesan. "del momento", como el que enfrentaba ver-
Como otros intelectuales italianos de dad natural a verdad histórica, reales sin du-
principios de siglo, el primer combate que da, y muy provechosos, pero, quizás, tenden-
libraron fue dirigido contra el positivismo tes a no ver más allá de sí mismos, a que se les
decimonónico, al que identificaron como coar- escape ―por tal de seguir con el ejemplo― que
tada ideológica, más que como ideología pro- una y otra verdad difícilmente pueden ya ne-
piamente dicha, de una nación rutinaria y sin gar su carácter, antes que naturalista u objeti-
objetivos. Con lo cual, paradójicamente, el vista, fundamentalmente, voluntarista. Es en
primer Croce comenzaba rompiendo hostili- ese sentido, imagino, que R. Aron considera
dades con la escuela que más comúnmente se un obstáculo, en el caso de Weber, la presión
asocia al liberalismo, aun sin tratarse de una ejercida por su formación neokantiana.2 Ésta
relación inextrincable. Así, lo que en la etapa proveería de una apariencia de respetabilidad,
más plenamente política aparecería como li- como si se tratase de una problemática clásica
beralismo tuvo su origen en un historicismo- en los términos familiares del momento,
voluntarismo que, aunque no identificado, cuando, en realidad, se esconde algo menos
encontraba su razón de ser y su mejor interlo- clásico y familiar. Aunque Aron -en base al
cutor en el idealismo, a los ojos de todos uno lamento por él expresado de que Weber no
de los componentes esenciales de uno de los hubiese sacado más partido a la fenomenolo-
estados con más fama de conservador en lo gía en vez de al neokantismo- probablemente
político (aunque quizás fuese cuestión óptica y no llegue a tanto, es decir, no llegue a com-
el inmovilismo político resaltase más en con- prender que quien está detrás, a la espera del
traste con el dinamismo económico): Prusia momento oportuno de abalanzarse sobre -
primero y, después, Alemania. podríamos decir- lo clásico decimonónico es
Nietzsche.
EL IDEAL DEL SABIO. Cierto, la del idea- Se nos objetará, sin duda, que tampoco
lismo no fue la única manera de rescatar la Croce es Nietzsche. Y son muchos los aspectos
libertad de la plaza o del mercado para pre- en que las diferencias saltan a la vista. Sin
servarla como idea o espíritu. Tocqueville o embargo, aprovecho para, casi en forma de
Burckhardt sin compromiso con el idealismo, reto lanzado al conjunto del pensamiento con-
aún más: sin compromiso con filosofía alguna, temporáneo, preguntar, tal como hace E. Se-
a la que en principio temían, recelaron de una verino, quién con más contundencia que Leo-
libertad popular. Como espíritus aristocráticos pardi, Nietzsche y Gentile, han desvelado la
que eran, aunque muy lúcidos, apreciaban las caída de todos los inmutables de la tradición
obras humanas sub specie eternitate. La ata- (incluidos los más recientes decimonónicos),
laya desde la que miraban era eterna, aunque el auténtico rostro del devenir, hasta ahora
no lo fuese lo que se acababa contemplando. A siempre contrastado en la historia de Occiden-
ese modo de pensar, en el fondo más clásico te. Croce no figura en la tríada. La razón resi-
que el que se puede derivar del idealismo, la de en el “algo menos” al que antes nos hemos
intimidad de la conciencia sirve de refugio referido. Justamente, es ese aspecto menos
eterno ante los avatares del tiempo y de la rompedor, más sensato, realista, nada utópi-
historia, la suya es ante todo (aunque no sólo) co, lo que en teoría, está claro que sólo en teo-
la libertad interior que trata de sustraerse a lo ría, debería empujar a nuestra época hacia
que se sabe inevitable. El suyo, un espiritua- Croce, tal como ha pasado con Weber. Por
lismo de vieja escuela. El del idealismo ita- alguna razón, no es así.
liano, por el contrario, moderno y productivis-
ta. En Gentile completamente, en Croce, algo
menos, en tanto que el rol de sabio sensato
continua exigiendo sus derechos (apéndice 2). 2 Texto de 1959 incluido a modo de introducción en la
En conjunto, sin embargo, puede decirse que edición castellana al conocidísimo texto weberiano sobre
el suyo fue un paso gigantesco hacia la libera- la ciencia y la política como profesiones: MAX WEBER, El
político y el científico, Madrid, Alianza, 1967.
[80 Benedetto Croce, entre ética y política

EN EL CENTRO DE UN GRAN DEBATE. La tracto, matematicismo, iusnaturalismo, de-


implicación de Croce en la política real es re- mocratismo etc.. Ciertamente, el ataque al
lativamente tardía, su interés por la historia, siglo de las luces era otro tema recurrente. Los
en cambio, paralelo a su propio desarrollo elitistas italianos, como Pareto o Mosca, lo
intelectual, su primer método -en cierto sen- convertían en un elemento imprescindible
tido, nunca rechazado- el materialismo histó- para despejar el camino a la auténtica ciencia
rico, al que había accedido a través de las lec- de la política, la que debía liberarse de mitos
ciones de Antonio Labriola. Tampoco el mar- tales como el del igualitarismo o el del eudai-
xismo italiano y quizás lo mejor del mismo, monismo (apéndice 5). También es verdad
carecían de su correspondiente corriente de que estos últimos actuaban, precisamente, a
ataque frontal al positivismo. Ésta, a su vez, espaldas de la filosofía, por no decir nada, del
surgió en el ambiente creado después de la espiritualismo, a los que consideraban máxi-
primera -y quién sabe si con más consecuen- mos enmascaradores de la realidad que pre-
cias para la posterioridad- gran crisis en el tendían conceptualizar y elevar a ciencia.
seno del marxismo: la propiciada por Berns- Tenemos así personalidades muy distin-
tein. Más que el debate acerca de la posibili- tas, que en muchas ocasiones correrán suertes
dad o conveniencia de la revolución, o de la opuestas, cuyos destinos se cruzan para no
oportunidad de actuar en el seno del Estado volverse a encontrar. No obstante, estoy con-
burgués, lo que preocupó a hombres como vencido, de que se trató de un momento deci-
Croce o Gentile -quien en 1899 publicó un sivo, quizás el único en que se logró alumbrar
estudio modélico sobre Marx- fue la amenaza, y elevar a conciencia uno de los problemas
en todo ello contenida, de sustituir, en el mar- más serios con que, antes o después, se han de
xismo, la filosofía por la ciencia, y la ética (la enfrentar todas las sociedades modernas: la
praxis) por la necesidad inherente a los acon- incompatibilidad radical entre el elitismo in-
tecimientos históricos (apéndice 3). Si esto herente a la teoría política clásica (apéndice 6)
ocurría, se debía, desde su perspectiva, a la y la existencia de la sociedad de masas. Creo,
influencia que el positivismo ejercía en el seno además, que de la falta de aprecio y atención
de las corrientes triunfantes en el seno de los hacia este momento nacen tanto la sorpresa
partidos socialistas. Los adversarios, casi por propia de algunos acontecimientos que siguie-
necesidad, tenían que buscar razones en el ron (los fascismos, su vinculación con la ex-
espiritualismo y en el idealismo, su praxismo trema izquierda sindical, lo arbitrario de la
y voluntarismo poco podían esperar de otra adscripción política de unos u otros que por
parte. En el fondo, era una manera de perma- un momento habían coincidido etc.) como
necer fieles a la famosa tesis XI. alguna de las insuficiencias y anacronismos
Sin embargo, la batalla contra el positi- que aún hoy lastran la teoría y ciencia políti-
vismo no la libraron sólo profesores marxistas cas. Evitar comprender qué pasó significa
convencidos como Labriola, o no convencidos aquí, aún más que en otros casos, consentir la
aunque “comprensivos” como Gentile, por la apariencia de que las aguas han vuelto a su
preocupación demostrada por la cuestión so- cauce, mientras se niega la existencia de tem-
cial, ni sabios como Croce. El ataque más re- pestades. Por otra parte, habría que diferen-
presentativo, y a la larga con más proyección ciar entre lo que acabo de llamar "elitismo
social, era el de Sorel y el sindicalismo revolu- inherente a la teoría política clásica" -
cionario (apéndice 4). Por esta vía es evidente conciencia más o menos difusa, pero profun-
que no podían continuar personajes con un damente enraizada, de que la autoridad es en
talante como el de Croce y Gentile. Sin duda, esencia elitista- y las teorías elitistas que, en
por su conservadurismo; pero esto es decir tanto que formuladas y claramente expuestas,
muy poco. Epítetos tales como “con preocupa- de carácter más militante, positivista y antifi-
ción social” o “debido a reconocerse en una losófico (Pareto) o más contenido e idealista
cierta élite política risorgimentale” podrían (Croce), son, por necesidad, más abiertas. (No
ayudar a perfilar el punto, pero continuaría es la misma la sociedad que tiene opción a
pendiente lo más esencial: la escasa disposi- enterarse de que las élites son inevitables que
ción por parte de estos idealistas, espiritualis- aquella que las sufre sin formularse siquiera la
tas, praxistas, voluntaristas a reconocer méri- pregunta de si son o no evitables). Las teorías
to alguno al pensamiento del siglo XVIII, elitistas son, en este sentido, un fenómeno
constantemente asociado al igualitarismo abs- interno, no el único, al elitismo real.

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Si excluimos a los “científicos” (que -lo excluiría que fuese, a su vez, una de los moti-
acabamos de ver- al centrarnos en la cuestión vos de su caída en un cierto edificantismo,
del elitismo, no podemos perder de vista), sobre todo en la última etapa de su pensa-
tenemos que algo unía a estos hombres de miento en los dramáticos primeros años cua-
temperamento tan diferente. Probablemente, renta. Con todo, será esta imagen de liberal y
si lo llamamos activismo o praxismo, los (con posterioridad) demócrata a ultranza la
amantes de esquemas se queden tranquilos al que consolidará el mito y condenará al pensa-
incluirlos dentro del irracionalismo. Mi inten- dor a una especie de semipenumbra. Pienso,
ción es, por el contrario, la de turbar esa tran- en sentido bien distinto, que el Croce político
quilidad, mostrando que la lista de términos, más interesante es el anterior al fascismo, el
irracionalista o no, no está completa si no se de las distancias y los equilibrios, paradójico,
añade el eticismo. Sólo después tendrá sentido desapasionado y suprapolítico, pero, a la vez,
preguntarse por la inevitable irracionalidad crítico implacable de toda forma de raciona-
propia de la decisión ética o el carácter, a la lismo matematizante dieciochesco, sabedor de
vez elitista e inoperante de toda ética. Con el que nada hay menos realista que ignorar el
cariz tomado por los acontecimientos, se papel de la pasión y de la implicación indivi-
comprende que Sorel clamase, a la vez, por la dual en la gesta de cualquier acción, pequeña
superioridad de la minoría auténticamente o grande, pero más aún cuando es grande.
revolucionaria, que no temía tomar decisiones Aquí está el origen de una de las etiquetas más
auténticamente éticas, no sólo tácticas. Tam- reductoras y causantes de inapetencia hacia el
bién se comprende que Croce y Gentile, dife- idealismo italiano: la de neohegelianismo. La
rencias aparte, nunca dejasen de afirmar la admiración hacia el prusiano eminente tiene
superioridad de la ética y la política sobre la aquí -en esta reivindicación de la pasión-, sí,
economía y la utilidad; pero, a su vez, desde su razón de ser, pero también son muchas las
nuestra perspectiva casi un siglo posterior, no razones con las que el idealismo meridional
podemos evitar la sospecha de que praxismo o hace su aportación a la historia del pensa-
eticismo perdieron la batalla. No nos engañe- miento.
mos: cualquiera que fuese el destino de los
personajes, lo que se puso en la picota fue el LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS. El sistema
sentido mismo de la ética, el hecho de que ésta recibe una aportación fundamental en 1909
hacía la realidad o, por el contrario, pasaba a con la obra que, sin entrar de pleno en nuestro
su lado indiferente o, lo que es peor, la aban- tema, sienta las bases de los elementos que
donaba a su suerte, al modo de ejercicio de aquí y allá, a lo largo de los años, se dirá acer-
una brutal astucia de la razón. Nos guste o no, ca del mismo: La filosofia de la pratica. Eco-
tras las revoluciones bolchevique o fascista nomia e Etica. La convicción historicista ha-
hubo no sólo grandes activistas, sino también bía quedado suficientemente fundada en las
grandes partidarios de la superioridad de la obras anteriores, ahora se trataba de extraer
ética sobre cualquier otra consideración, del consecuencias en un ámbito tan importante
hacer sobre cualquier forma del ser. Queda como el de lo útil, sin caer por ello en las di-
por descubrir hasta qué punto su fracaso no es versas formas de utilitarismo ya aparecidas y,
sólo el de esta o aquella ética, sino el de la vo- desgraciadamente, tocadas siempre de la ne-
luntad ética en cuanto tal. cesidad de definir, de estructurar en leyes y
No todos sin embargo llegaron a este sistemas lo que no es sino fluido vital, perpe-
punto límite. Croce se replegó en la confección tuo devenir, caprichoso intercambio de disfra-
del sistema y provisto de él sorteó muchas de ces y máscaras. Pensar la utilidad, sí, pero
las trampas en que cayeron algunos de sus alejándose lo más posible de cualquier ele-
contemporáneos. De hecho, pasará a la histo- mento último, portador de la verdadera esen-
ria como aquel que habiendo, en un momento cia de lo útil. Ni darwinismo, ni economicis-
u otro de sus vidas, coincidido con casi todos - mo, ni positivismo, del cual los dos primeros
y muchas veces habiéndose visto reclamado no constituyen sino versiones. En este sentido,
por ellos como influencia decisiva en su pen- no me cansaré de repetirlo, al menos hasta
samiento y en su acción- consigue sin embar- que caiga el anatema de anacronismo que to-
go esquivar la identificación. Sin duda, esto davía pende sobre esta página de la historia
constituye una de las fuentes de dinamismo de del pensamiento, el idealismo constituía el
su pensamiento político, pero, a la larga, yo no mejor método para dar cuenta de una histori-
[82 Benedetto Croce, entre ética y política

cidad no detenida en ninguna categoría más o cualquier otro hecho o movimiento con el que
menos reificada (progreso, interés, egoísmo aparezca asociado.
etc.), presto a captar la maleabilidad y el Aquí destaca la reconsideración de pa-
transformismo con que la variabilidad infinita pel de la utilidad, que, sin embargo, pone el
de contenidos aparece. mayor cuidado en no detenerse en un conte-
Esto es, evidentemente, lo que se suele nido más menos convenido de lo que es o no
llamar: revisión idealista del marxismo, en es útil. Un concepto, pues, de utilidad conven-
sentido opuesto a la otra revisión, la de los cido de que lo más útil es no considerar nada
años ochenta. Esta última resignada a hacer para siempre útil. La persecución de la utili-
del conocimiento de la realidad social nada dad es insuperable, la rehabilitación de la
más que ciencia, mientras se dispone a cola- misma, después de los ataques religiosos o
borar en el seno de las instituciones del Esta- laicos, necesaria, pero nada ni nadie pueden
do, la otra denunciando que ese sentido de decirnos jamás, desde fuera de la misma ac-
ciencia no es ciencia, sino categorización a ción en ejecución, desde fuera de nosotros (de
priori de la realidad, provocada por el temor cada uno de los interesados) qué es útil aquí y
ante la inagotabilidad de sentido inmanente a ahora. ¿Es bueno o malo el proteccionismo?
cualquier fenómeno. La propuesta será, pues, Depende de que se quiera crear riqueza a tra-
la de volver a la ciencia del todo, a la Wissens- vés de un tejido industrial más competitivo o
chaft, a la metafísica que tiene por objetivo el de preservar la identidad cultural de la propia
abrazo con la historia, toda la historia, inclui- nación. Ni siquiera son esto los dos únicos
da aquella que no se deja embutir en las cate- polos entre los cuales puede tener lugar la
gorías corrientes que manejan utilitaristas, decisión. Depende sobre todo del momento,
pragmáticos y positivistas en este cambio de según convenga (se decida que convenga) es-
siglo. timular la economía o, pongamos por caso, se
Croce, sin embargo, mantendrá siempre considere prioritaria la identidad cultural para
un postura cauta ante las grandes construc- acometer en las mejores condiciones los retos
ciones filosóficas, recurrirá a ellas cuando económicos, y hasta el mismísimo liberalismo.
tenga que hacerlo, entretanto recomendará La realidad es, en este sentido, infinitamente
estudios sobre temas más acotados. En el fon- divisible y cada uno de sus fragmentos, provi-
do, postura plenamente coherente con su pro- sionalmente resultantes, no sólo eso, sino,
fundo historicismo y con la aplicación más además, insondable en su profundidad.
difícil del mismo: la ejercida sobre las propias
categorías de pensamiento ya en uso. De ahí LO INDIVIDUAL INSUPERABLE. De hecho,
la turbadora sensación de ambigüedad que se el carácter irreductible de lo individual -o lo
desprende de la lectura de este texto, Filosofia que es lo mismo el carácter necesariamente
della pratica y de los otros textos políticos ficticio (comparado a la realidad del indivi-
posteriores, los cuales, en cierto sentido, cons- duo) de cualquier concepto o generalidad-
tituyen corolarios. resulta decisivo para la configuración del pen-
Texto destinado, ya desde su aparición, samiento político, no sólo de Croce, sino tam-
a no ser apreciado por nadie en su totalidad. bién de Gentile. El reto, dicho brevemente era:
Demasiados términos que no son, a la postre, ¿es posible pensar la sociedad en términos
lo que parecían ser: utilidad que no es utilita- que no hagan de ésta un añadido (al cual pre-
rismo, fuerza que no es violencia, ni siquiera existen las individualidades como tales), caso
es lo contrario de paz, individuo que no es lo del naturalismo y del positivismo, o, en senti-
contrario de universal... Auténtico laberinto al do opuesto, un todo anterior al surgimiento
que hay que leer sin perder de vista los acon- mismo de las diferencias en lo histórico? Di-
tecimientos históricos (cosa que Croce no faci- cho en otros términos: ¿se puede pensar la
lita), pero tampoco en paralelismo estricto. Si sociedad y su organización, la política, de mo-
ningún sistema se sumerge jamás en unos do que el individuo no quede anulado por la
hechos históricos, menos -a pesar de los mu- inmensidad de ambas?
chas lecturas en sentido contrario- el de Cro- La cuestión es tanto menos baladí cuan-
ce, cuyo accionismo o voluntarismo no será to aún hoy es habitual la creencia que asocia
jamás solamente lo invocado por los sindica- idealismo italiano con una genuina forma de
listas revolucionarios de la primera década del estadolatría. Para quien está convencido de
siglo, ni por los belicistas de 1914, ni el de ello, entre otros muchos textos, ni lo que aquí

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dice Croce, acerca del carácter individual de del trascendentismo, que la aplasta. Distante
toda ley, ni lo que dice Gentile en su gran y de ambos, se sitúa el inmanentismo, auténtico
póstuma última obra (Genesi e struttura della soporte del pensamiento práctico de Croce.
società) acerca de la societas in interiore ho- En este punto, cualquiera que sea el
minem opuesta a la sociedad inter homines,3 grado de necesidad con que todo pensador
basta para reconocer el alto lugar en que colo- italiano asume el elemento cristiano de la tra-
caron la cuestión y la originalidad con que dición, Croce es aquí mucho más pagano y
trataron de resolverla. Es más, para algunos aristotélico que cristiano, al menos si enten-
constituye la prueba decisiva para demostrar demos que el sacrificio y la abnegación de la
como acaban los que juegan a Prometeo, es propia individualidad e implicación afectiva,
decir, los que se resisten a aceptar que entre aun sin llegar a los extremos de un Kierke-
individuo-persona y sociedad-estado la brecha gaard, son inseparables de la experiencia cris-
es infranqueable, inefables los términos de su tiana más genuina. Todo esto, en cualquier
relación, y, por tanto, uno de los dos - caso, resulta enormemente escurridizo. Co-
podemos imaginar cual- ha de cargar con la rresponde al idealismo hegeliano y como con-
peor parte. tinuación, por paradójico que resulte, también
Lo cierto es que antes de que cayera el al italiano, el reconocimiento del papel jugado
talón definitivamente sobre estas cuestiones por el cristianismo en el despertar de la subje-
espinosas, es decir antes que los estudios so- tividad. Sin embargo lo que Croce trata de
ciopolíticos renunciasen a fundarse en algo así excluir de ese paso en verdad grandioso es el
como la verdad, para pasar, no a fundarse, carácter trágico con el que se le suele asociar,
sino meramente a sostenerse, sobre la factua- lo insuperable de toda conciencia doble o infe-
lidad de la tradición, el consenso, la preferen- liz. Para él, la conciliación -aunque sea en
cia epocal etc., antes de todo esto, el último sentido relativo y siempre provisional- no
intento en sentido contrario, realmente ambi- sólo es posible, sino necesaria para la culmi-
cioso, sea el protagonizado por nuestros dos nación de esa experiencia que tiene su origen
autores. Ahora bien, esto depende en esencia remoto en el cristianismo, pero que alcanza su
de un posicionamiento determinado frente a apogeo en la plena conciencia del historicismo
la alteridad: ni el otro es el hecho bruto insu- moderno. En este sentido, la culminación na-
perable frente al cual se estrellan o se desrea- da excluye tanto como la conclusión. Su in-
lizan ideas y palabras (Sartre, Arendt), ni es manentismo cobra así su auténtico sentido:
tampoco la llave que abre la puerta de toda antitrágico por naturaleza, consciente de que
trascendencia y al cual me debo (Lévinas). En después de la tempestad viene la calma,
este sentido, Croce es taxativo, pues sostiene preñada a su vez de nuevas tempestades. Al
que la moral “no tiene ninguna particular sabio sólo le queda observar para comprender,
enemistad contra mí, como para quererme sabedor de que cualquier revelación acarrea
sacrificar a beneficio de los otros” (Croce, nuevas sombras y nada peor, dadas las cir-
1909; 293). Es una buena muestra del carácter cunstancias, que sucumbir a la experiencia
mundano del pensamiento político de Croce. trágico-nihilista. Para ello, no queda más re-
Lo más alejado que uno pueda imaginar a las medio, por mucho que no oculte su desprecio
situaciones melodramáticas de imposible por un cierto nietzscheanismo a lo dannunzio,
desenlace, en que no cabe sino la desaparición que recurrir a la doctrina de la voluntad en
física del sujeto que sufre. No, nada de eso, sentido radical, que no diferencia -lo cual, a
aquí continúa la confianza depositada en el partir de ahora, pasa a ser coartada metafísica
sujeto burgués que controla la situación, que denunciable allá donde se oculte- entre inten-
impide que la sangre llegue al río o que el me- ción y ejecución, agente y acción. Mantener la
lodramatismo se apodere de la escena. En diferencia era tanto como mantener la causa
cierto sentido, todo tiene arreglo, y lo que no de la mala conciencia. Nietzsche y Croce van,
lo tiene, tampoco lo va tener a través del natu- en ese sentido, a la raíz misma del mal. “Ha-
ralismo, que acalla la voz del pensamiento, ni cer y complacerse de aquello que uno hace, en
el acto en que lo hace”.4 Difícilmente se puede
expresar mejor la celebración de la existencia,
3 GIOVANNI GENTILE, Genesi e struttura della società
(1946), Le Lettere, Florencia. El planteamiento, sin
no menos presente en nociones ya plenamente
embargo se remonta a GIOVANNI GENTILE, I fondamenti
della Filosofia del diritto (1916), Le Lettere, Florencia, 4 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica. Economia
1987. ed etica (1909), Bibliopolis, Nápoles, 1996, p. 220.
[84 Benedetto Croce, entre ética y política

incorporadas a la meditación filosófica tales se introduce la sombra de lo trascendente, cae


como Dionyssos, amor fati y eterno retorno. la oscuridad” 8 afirma, y nada garantiza que ni
Sin embargo, Croce es más filósofo de la prác- siquiera aquello más aparentemente univer-
tica que Nietzsche - de la teoría de la práctica, sal, como los ideales políticos o religiosos, las
se entiende (apéndice 7). En este sentido, la grandes instituciones, los grande principios
consecuencia que extrae resulta un excelente éticos no puedan sucumbir a la parcialidad
instrumento para, por fin, descalabrar los mi- más extrema. Basta con desentenderse de la
tos forjados en el interior del positivismo, universalidad que sólo la plena implicación
marcados todos por el miedo ante el poder individual asegura. Por el contrario, cuando
avasallador de lo histórico, frente a lo cual el esto no se da, lo que tenemos es una tangencia
positivismo se ha retirado en dirección a lo más o menos circunstancial entre dos deter-
seguro y estable científico, aunque tuviese que minaciones parciales a la fuerza: el individuo y
meter seguridad y estabilidad, o apariencia de los tipos de generalidad ya aludidos (iglesia,
las mismas, allá donde no las hay, ni, por Estado, partido etc.), fundados siempre sobre
principio, puede haberlas. La idea aparece en el sacrificio del anterior. De hecho, al faltar
la reivindicación de la economía, en tanto que esta dimensión de universalidad, es decir
elemento indispensable en la dignificación de cuando el individuo o el grupo se conforman a
lo útil, la cual, por otra parte, es crítica de la la estrechez de su ángulo de visión, cabe dudar
misma en tanto que aquejada de los males del sentido de cualquier comportamiento. Es
propios del positivismo, aunque bien podría por no haber aceptado el carácter universal
valer como nuevo principio hermenéutico de inmanente de la actitud de Bruno, pongamos
la práctica totalidad del saber: “... el prejuicio por caso, que siempre cabe dudar de que su
de que los hombres quieran cosas, cuando lo comportamiento no fuese utilitario (¡no útil!)
que realmente quieren no son cosas, sino ac- y egoísta. Esto será posible siempre que se
ciones”.5 Si esto fuese algo más que una estra- considere el sentido de la acción como externo
tegia de comprensión, nos encontraríamos a la propia acción. Por eso la ética, que es voli-
diciendo con Nietzsche que “los hombres pre- ción universal inmanente, debe rechazar el
fieren querer la nada a no querer”. Pero aquí, sentido de la acción externo a la misma ac-
digámoslo una vez más, se pretende que nada ción. “Me resulta útil dar un paseo, significa
ni nadie turben la ecuanimidad del sabio. me gusta, quiero hacerlo”.9 Como se ve, se
Contando con esto, el inmanentismo croceano trata de la lógica consecuencia, una vez que el
comporta: inmanentismo abandona su viejo atavismo
spinoziano naturalista y se conjuga con el
a) La imposibilidad, en lo real y lógico, nuevo historicismo triunfante.
no en lo mitológico, de separar entre motiva- b) Imposibilidad de separar economía y
ción filantrópica e interés. Éste, antes de su- ética. Croce, sabedor del precio pagado por la
cumbir a una u otra degeneración -que siem- marginación a la cual la filosofía -
pre resulta de la confusión del auténtico inte- particularmente la kantiana- ha sometido a la
rés individual con otra cosa impuesta como utilidad, concentra todos sus esfuerzos para
generalidad desde fuera: vida o interés de la evitar ser alcanzado por aquella sentencia que
especie, sociedad o Estado6, altruismo, forma- dice “la ética siempre llega tarde”. Se trata, ni
ción natural, institución, dioses etc.,7 formas más ni menos, de que la ética y -¿por qué
todas ellas de falsa universalidad, de mera no?- la política, alguna vez lleguen a tiempo.
generalidad- es para Croce patente de realis- A ese efecto, el cambio habrá de producirse en
mo, prueba de que la implicación va en serio y el interior de los métodos de análisis: relati-
de que todo el hombre no es más que su acto. vamente cercanos a Hegel, habrá que situar la
La desimplicación o desinterés exigida por el propuesta kantiana en la magnitud de su ade-
moralista (y no otro es el error de Kant) nos lanto, sí, pero también de sus límites; habrá
arrancaría del inmanentismo en nombre de que liberarse de las interpretaciones demasia-
una supuesta universalidad, pero, de hecho, do toscas del peso de la utilidad y, sobre todo,
nos arrojaría en brazos de la parcialidad inse- habrá que retomar la senda de las grandes
parable de cualquier trascedentismo “Donde figuras nacionales: Maquiavelo, Guicciardini y
Vico. Para lo segundo, será decisiva la aporta-
5 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 267.
6 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 305. 8 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 295.
7 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 296. 9 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 237.

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ción del idealismo: “La moralidad impera ab- chazo de toda ética material- se aclarase y, con
solutamente sobre la vida... Pero la moralidad todo, no consiguió evitar la recaída. Su error
no impera en absoluto sobre las formas y estriba en creer que la sola forma de evitar el
categorías del espíritu al igual que no puede utilitarismo pasa necesariamente por el rigo-
destruirse ni modificarse a sí misma, tampoco rismo, sin advertir que las máximas mismas
puede destruir ni modificar las otras formas del rigorismo pueden convertirse también en
espirituales, sobre las que se sostiene y a las utilitarias. Hay quien disfruta regateando y
que presupone”.10 El espíritu (concepto idea- hay quien lo hace exhibiendo riqueza, hay
lista e historicista) es más que la vida (concep- quien se conforma con los pequeños placeres
to naturalista), lo posible más que lo actual. cotidianos y quien no experimenta placer sino
Primer presupuesto del realismo, tal como se imponiéndose grandes metas, que a menudo
entiende aquí. Sólo desde este presupuesto implican dolor. ¿Quién, sin embargo, podría
aborda Croce la ubicación de la ciencia de lo decir en uno u otro caso hasta dónde el interés
útil, ethica inferior, como alguna vez se la y a partir de dónde la máxima? La ética kan-
llamó, dentro del complejo juego de fuerzas en tiana, por el contrario, no atiende a la comple-
que se estructura el saber moderno. Salir airo- jidad de la situación, mientras postula una
so de esta tarea, supondría ganarle la partida artificiosa barrera divisoria entre lo hipotético
al economicismo, es decir, a aquello en que la y lo categórico. Prudencia, felicidad, fortaleza
reflexión económica ha quedado reducida tras ¿caen dentro de lo primero o de lo segundo?
la presión positivista. Una vez más es, en mi O, suponiendo que caigan dentro de lo segun-
opinión, Aristóteles quien echa una mano pa- do -el problema se reproduce- ¿lo hacen al
ra escapar de las estrecheces de cierta moder- modo técnico sustentados sobre la habilidad
nidad. (problemático), o, pragmático sobre la pru-
Ante todo, lo que interesa a Croce es dencia (asertórico)? ¿Quién, entonces, en este
cortar el paso al mito de la indiferencia con- último caso, estará en condiciones de distin-
sustancial a los más altos contenidos especu- guir la felicidad de cualquier otro condiciona-
lativos: “Acciones indiferentes no subsisten ni do atrapado en una red de causas y efectos? ¿y
para la economía ni para la moral”. El mito lo que queda puede seguir llamándose felici-
que sostiene la realidad de aquéllas sólo se dad? Cuando Aristóteles se cuida de diferen-
tiene en pie para quien sigue creyendo en las ciar entre la prudencia y aquellas otras cuali-
viejas dicotomías tradicionales pensamiento- dades (a las que aquella necesita, pero que, a
acción, hombre-situación, proyecto- su vez, supera) no parece afectado por las apo-
actuación... sólo éste puede seguir sosteniendo rías que, en cambio, se precipitan sobre Kant.
la existencia de un sujeto que, sólo desde la Allí parece que la relación jerárquica entre
indiferencia, desde la absoluta desimplicación destreza (1144a), buen tino, agudeza (1142b) y
afectiva, puede aspirar a las cotas más altas de prudencia esté garantizada, así como la enti-
moralidad. Esto, sin embargo, no es más que dad de lo que es medio y de lo que es fin. La
una variante de alma bella o de ascetismo, al razón es que Kant, en el fondo, confía en la
cual llama “misticismo de lo práctico” y que existencia de un homo noumenon, respecto al
caracteriza como “pensamiento inexpresado e cual, prudencia, felicidad etc. son accidentes.
inexpresable”.11 La alternativa -conviene te- Esta entidad, el hombre como cosa en sí, avala
nerlo en cuenta para no confundir los concep- la reincorporación de dos aparentes contra-
tos de utilidad y placer en Croce con aquello rios: la del hombre trascendente y la del hom-
otro a los que se les suele asociar- no tiene bre calculador. El primero no es sino el sustra-
propiamente contenido, no hay un opuesto al to de estos dos últimos. Salta a la vista que el
que dirigirse en busca de consuelo, cualquier hombre calculador es, a su vez, la entidad me-
contenido es firme candidato a recaer en el tafísica sobre la que se construye la economía.
fijismo, cosismo o utilitarismo... justamente A pesar de su aparente mundanidad, la reduc-
por no haber pensado la utilidad. Aun así, ción del hombre al cálculo, contiene los rasgos
quien más ases tuvo en su mano para haber propios (ahistoricismo, naturalismo, determi-
propiciado un giro radical fue Kant. De hecho, nismo) de la peor metafísica. Así, si el tras-
sentó la condición para que el asunto -el re- cendentismo nace de una falta de ambición en
Kant respecto a la solución del problema que
10 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 250. él mismo desvela, la reducción de las motiva-
11 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 249. ciones a interés o cálculo hay que achacarla a
[86 Benedetto Croce, entre ética y política

científicos sociales, notables por otra parte, que sólo cree querer. Porque el problema de la
como Pareto, acusado de “tratar los hechos sin voluntad es inexistente al margen del conflicto
piedad, mutilándolos, desmenuzándolos”12. La de voluntades, dentro del sujeto y fuera de él,
auténtica reacción contra el mito del sujeto en la dimensión intersubjetiva. Vivir es, jus-
aparte de su propia manifestación es... “el tamente, progresar en la determinación de
hombre real” que “en el momento en que goza nuevas individualidades que, apenas han mos-
tiene ante sí sólo el propio goce y, en el mo- trado su rostro, vuelven a ser abstractas,
mento en que sufre, sólo el propio dolor: el abriendo camino a otras nuevas que ya apun-
pasado es pasado y la vida no se configura tan, inquietantes, desde el horizonte. Es en
como la contabilidad de ingresos y gastos de este sentido, que toda ética que no quiera caer
una empresa comercial”.13 Se trata de una en el edificantismo, tiene como prioridad no,
declaración casi actualista, años antes de que claro está, el enunciado de ideales más o me-
la doctrina de Gentile, al menos consciente- nos inalcanzables, sino una actitud humilde,
mente, se articule. Es otra prueba más de que casi religiosa, frente al infinito e incesante
ambos autores hicieron de la relación entre desplegarse de lo real, siempre tras el matiz
economía y ética, y su solución, la médula de que exige la palabra justa, consciente de la
la reflexión política, sin resignarse a las solu- breve vigencia de la misma, pero a su vez, de
ciones más o menos "separatistas" que la su irrenunciabilidad. Realismo, en definitiva,
práctica totalidad de modelos económicos que se rehace y regenera sólo a través de los
suponía. En cualquier caso, el problema no retos que le pone su profunda conciencia de
sobrevivirá al segundo conflicto mundial. historicidad. Este será siempre un punto de
Después de éste, la separación volverá a su conflicto con Kant. Lo cual no deja de consti-
hegemonía indiscutida, hasta el casi total olvi- tuir una paradoja: El filósofo de la voluntad de
do del momento en que más ardua fue la po- principios del siglo XX, apoyándose en Fichte
lémica. y Hegel, para evitar que quien había, a finales
del XVIII, asentado de una vez por todas, la
LA ÉTICA COMO VOLICIÓN INDIVIDUAL. autonomía de la voluntad, le hiciese perder
Quizás la consecuencia más vistosa de este pie en un mar de imperativos que, lo preten-
inmanentismo riguroso la constituya la pre- dan o no, siempre acaban empujando hacia la
ponderancia que toma la determinación de lo decepción ante lo únicamente real. Se diría
propiamente individual, lo más real y, a su que lo dicho por Nietzsche acerca de Kant ha
vez, lo más inaprehensible. Nada por tanto calado en Croce: sólo se trataba de lo de siem-
que tenga que ver con una formulación empi- pre, el viejo Dios, el viejo dualismo... A su mo-
rista del problema. El empirismo puede ser do: Kant está obligado a restablecer el utilita-
tan contemplativista como alguno de sus su- rismo, sólo que en clave teológica. A nadie nos
puestos adversarios y su modelo el sabio inte- sorprende ya a estas alturas que exista un uti-
lectual, en sentido distinto al que Croce quiso litarismo teológico, que, en ocasiones, adopta
representar. Aquí, por el contrario, nos las la forma del rigorismo.15 En un punto, sin em-
habemos con el hombre activo que sólo en su bargo, Croce coincide con Kant: en la imposi-
acción, progresivamente, se conoce, nunca de bilidad de determinar qué sea la ecceitas, la
forma previa o anticipada. Determinar lo pro- individualidad, la determinación de cosas ta-
piamente individual no es, pues, dar con nin- les como el bienestar, la utilidad y la felicidad,
guna entidad fija, sino con una entidad que aunque esto no lo autorice a negarles el dere-
sólo desvela lo que es a través de su movi- cho a ejercer de imperativos categóricos.16
miento. Así, al adoptar Croce una antropolo- Más adelante sostiene: “Eso no lo liberaba de
gía del primado de la voluntad, madurada a lo la necesidad de determinar el sumo bien que
largo del siglo XIX, desde el idealismo hasta no se agota en ningún objeto particular, o sea,
Schopenhauer y Nietzsche, nos encontramos
con que ya es, de por sí, un auténtico proble-
ma la determinación, propiamente individual, Le Lettere, Florencia, 1987, p.110. “La dura escuela de la
de lo que uno quiere,14 frente a aquello otro vida es este aprender a querer, transformarse en querer
siempre más universal, despojándose, una y otra vez, de
la forma que, no siendo suficientemente universal,
12 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 288. respecto a la que le revela su insuficiencia, es
13 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 267. relativamente particular”.
14 Gentile lo expresó de manera bellísima en GIOVANNI 15 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 279.

GENTILE, I fondamenti della filosofia del diritto (1916), 16 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 207.

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de determinar el universal”.17 Kant, pues, se- las individuales”.19 Llamar utópica, al menos
gún Croce, ha retrocedido ante la infinitud de en este punto, la pretensión de la vertiente
la tarea, el esfuerzo inacabable de individua- política del idealismo italiano, es decir una
ción, ha preferido el refugio de la tradición a obviedad. Ni siquiera a sus representantes
las inclemencias de la historia. Resulta claro máximos les debió pasar inadvertido. El pro-
que, independientemente de lo apropiado de blema no es ese, sino aquel otro que surge
la crítica de Croce a Kant -dado que el debate cuando esta aspiración resulta completamente
ético entre kantianos y hegelianos tiene todos dejada a un lado. Podría formularse así: ¿qué
los visos de haber trascendido su aspecto po- pasa cuando el individuo no ve ni al Estado ni
lémico para haberse convertido en eje de toda a la Ley como suyos y se comporta, por el con-
la filosofía moderna- lo que se pretende es trario, como una entidad de fuerza neutraliza-
resaltar la dificultad inherente, epistemológica da frente a otra, que basa su prestigio en una
y existencial, en toda individuación, desde la supuesta neutralidad que no entiende de fuer-
certeza de que el abandono de la misma aún zas? Sucede entonces, ni más ni menos, que
menos evita la caída en la oscuridad, es más: se dan todos los mecanismos para que la fic-
ella constituye el único freno contra la huida ción continúe, eterno juego del escondite en-
hacia lo trascendente. tre el individuo y los diversos otros. Sin duda,
Con motivo de la severa crítica dirigida a este es el punto de máximo atrevimiento en lo
las distinciones habituales en el derecho - que hubiese podido ser aportación del idea-
público y privado, civil y penal, nacional e lismo italiano al pensamiento político, aun a
internacional, ley y decreto-, Croce dice algo pesar de las discrepancias, en conceptos im-
absolutamente decisivo en lo que es una desa- portantes tales como el de Estado ético, en
cralización del poder que no devenga, a su vez, boca de sus dos representantes más conoci-
en representación mecanicista del mismo: dos. Hablo en condicional porque soy perfec-
“Aquel supremo poder no tiene sede cierta- tamente consciente del descrédito que sufren,
mente en un superindividuo que domine a los desde hace décadas, algunos conceptos refe-
individuos, sino en los propios individuos, y si rentes a la compleja relación que une al indi-
así es, vale tanto cuanto valen y pueden los viduo con el Estado y hasta de su mecánica y
individuos que lo forman”.18 Quién sabe si no acrítica adscripción a la temática propia de los
se esconderá aquí alguna de las razones de los fascismos. Parece no importar si después na-
que ven en Croce un anacronismo. Para salvar die se molesta en disimular, en política inter-
la humanidad en la relación entre individuo y nacional, que la fuerza es lo que rige las rela-
Estado (o ley, institución etc.), lo primero es ciones entre los estados o que, en política na-
comprenderles como individuos, que se en- cional, en según qué cuestiones, los intereses
cuentran entre sí en una relación de fuerza, nacionales deben quedar por encima de las
pero a los cuales ésta no les viene impuesta luchas de los estamentos civiles. Aun así, bas-
desde arriba, sino emanada de su propia esen- ta con que uno intente pasar de este nivel más
cia. De no ser así, la representación del poder o menos implícito a otro más explícito para
resulta irreal, mitificadora, al igual que la pro- que no tarde en recibir un alud de críticas.
pia capacidad de quien, aun sin romper con él, Suele ocurrir entre los críticos de Croce: pri-
ha de mantener una relación tensa y dialécti- mero le exigen mayor arraigo en la realidad y
ca. Si ya hemos visto como Gentile para su en la historia y, cuando lo hace, lo acusan de
concepto de sociedad, Croce para el suyo de impenitente conservadurismo o reacción. Sin
ley recurren a la interioridad, desde una pers- embargo, el interés que hoy puedan presentar
pectiva bien lejana a las tendencias más ma- los escritos políticos de Croce está precisa-
yoritarias en el interior de las disciplinas que mente aquí: en que no rehuyen la tematiza-
estudian estos conceptos, ahora estamos en ción, la elevación a ciencia y a discurso, de
condiciones de reconocer lo que constituye la ciertas ideas duras y hasta repugnantes para
auténtica culminación de la exigencia indivi- el gusto actual -asentado, sin haberla funda-
duadora del inmanentismo: “... el carácter de mentado ¡ eso es lo grave!, en la preferencia
la socialidad no es esencial al concepto de por la democracia, el humanitarismo, el paci-
ley... las solas leyes que realmente existen, son fismo y demás- desde la profunda convicción
de que estas ideas no pueden sostenerse sobre

17 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 309.


18 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 324. 19 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 322.
[88 Benedetto Croce, entre ética y política

la mera invocación sin recurrir al saber. Si El sabio, no cabe duda, se moldea sobre
algo mueve la reflexión de Croce es la certeza la perentoriedad de algunos valores, como
de que el conocimiento de la realidad, siempre mínimo propio de la sabiduría: la imparciali-
provisional y en perpetua formación, nunca dad, la temperancia, vigentes todavía cuando
puede ser perjudicial. Por ello, no resultan la persuasión del devenir, tan propia de nues-
adecuados a este fin ni el optimismo ni el pe- tro tiempo, ya se ha abierto camino. De hecho,
simismo, actitudes ambas derivadas de la constituye un problema comprender por qué,
aceptación del hombre como entidad calcula- la fuerza del devenir -o de la fe en el mismo-
dora,20 que no es precisamente la actitud del por un tiempo, respeta una figura del pasado.
sabio, seguro de que antes de cualquier cálcu- No pensemos, sin embargo, que el sabio, tal
lo están la voluntad y la acción. Tampoco, ob- como Croce lo concibe, sea un anacronismo.
viamente, el resultado será ni una metafísica Bien al contrario, pues hace todo lo posible
del poder, por mucho que alguna de las voces para que dé la talla ante las nuevas circuns-
más apreciadas por Croce empujen en esta tancias. Más aún: lo presenta como la única
dirección, ni una ciencia de la política que a forma sensata de adentrarse en el hecho polí-
duras penas oculta el carácter meramente tico, sin sucumbir ni al entusiasmo, ni a la
empírico de sus leyes. Ambas marginarían a la desesperación, ni al partidismo, ni a las leta-
historicidad que crea individualidades nunca nías propias de quien astutamente se limita a
del todo subsumibles en una generalidad. Y defender su parte. Hace falta saber. Ni diálo-
además mantendrían en la penumbra el hecho gos, ni pactos, ni consenso alguno pueden
de que todo en definitiva responde a una vo- sustituir el imperativo que todo hombre tiene
luntad. No queda más que la apuesta del sabio de ser sabio. Es como si, antes de hablar de
que, una vez concluido lo que podía decir co- democracia política, fuese imprescindible re-
mo sistema, se debate con hechos históricos, conocer de una vez por todas que el saber no
teorías, actualidades, eso sí: con una mirada encierra misterio, nada hay más democrático
propia. Sin duda, la armonización entre el que él, nada mejor para fundamentar cual-
sabio y su historicismo constituye un proble- quier régimen político sobre bases firmes.
ma. De ahí viene en parte, la fama de conser- Sólo desde la convicción de que el proceder
vador que a Croce se le atribuye. Quizás sea del otro no tiene secretos, que es en esencia
cierta, pero eso no quita que pocos serían los igual que el mío, tiene sentido hablar de régi-
conservadores actuales que aceptarían no ya men político racional. Desde luego, hoy no
el contenido, sino la misma reapertura del constituye una moda no partir del carácter
debate acerca de alguna de las ideas que ya inevitable del supuesto democrático. En el
hemos mencionado. En ese sentido, se trata tiempo y en el ámbito desde el que Croce ha-
de un pensamiento condenado a no influir, bla, era algo bastante más habitual. Tampoco
inactual por antonomasia. También podría ser Weber cantó nunca las excelencias de la de-
que el historicismo, que tan brillantemente mocracia más allá del carácter instrumental
fundamentó, hubiese triunfado tanto que ha- de la misma para resolver ciertos problemas,
bría desbancado al sabio su anfitrión y, con él, quedando, en cualquier caso, desde su jerar-
la influencia del creador de ambos. Por últi- quía, siempre por debajo del valor de su desti-
mo, nadie puede excluir completamente que la nataria: la nación. Además, a nadie se le es-
incompatibilidad entre ambos fuese inevita- capa hasta que punto la historia del liberalis-
ble. En este caso, no tendríamos más que un mo no coincide necesariamente, ni mucho
cierto liberalismo -esnobismo liberal lo llamó menos, con la de la democracia. Antes de
Elena Croce- forzado a desaparecer ante los 1945, por una vez que los respectivos desarro-
avatares del siglo XX y herido de muerte des- llos se acompasaron, fueron muchas las oca-
de 1914. Como quiera que fuere, dentro de siones en que la relación resultó auténtica-
este inmanentismo, sólo nos queda abordar mente conflictiva. No fueron pocos los libera-
alguno de los matices de la casi imposible re- les que a nada temieron tanto como al combi-
lación entre una actitud aún clásica -la del nado de democracia y sociedad de masas, so-
sabio- y un mundo -el de la sociedad de ma- bre todo, porque temían, y no les faltaban ra-
sas- que poco atiende su mensaje. zones, que sus propios valores de laicismo,
culto a la belleza, desapasionamiento hacia
cualquier ideal económico y político, a la vez
20 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 268. que conocimiento y diálogo con todos, se vie-

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sen en breve literalmente barridos de la esce-


na, ante la avalancha de consumidores nada Croce descubre aquí la práctica totalidad
dispuestos a tolerar la existencia de notables, de sus cartas, pero también la vulnerabilidad
aunque los notables hubiesen dado más de de su pensamiento como referente práctico.
una prueba de su apertura y hasta solidaridad. Fracasará en lo que era su máxima ambición.
Cuando leemos: “... porque el hombre no es, Pondrá a disposición de todos la claves para la
según se cree falsamente, consumidor de pla- comprensión del comportamiento político,
ceres, sino creador de vida; y le repugna la pero lo hará de tal forma que sus potenciales
idea de rehacer lo ya hecho, de volver a reco- beneficiarios no dejarán de perdonarse, a cau-
rrer el pasado, aunque esto no fuese más que sa de la admonición, ni uno solo de los entu-
un todo de placer, dado que él aspira siempre siasmos o arrebatos a aquél asociados. A ve-
sólo al porvenir”,21 hay algo más que un dis- ces, ni él se servirá de sí mismo, su prosaísmo
tanciamiento respecto a un concepto estrecho no resultará del gusto de los tiempos. Eso ex-
de utilidad que es, precisamente, aquel sobre plica que, llegados al verano del 14 o, para
el cual se levanta la economía como ciencia Italia, a la primavera del 15, quienes lo habían
positiva moderna, sino también una denuncia conocido seis años antes, retengan, de forma
del anacronismo tanto de quien corta el traje más o menos inconsciente, su reivindicación
de consumidor, como de quien lo luce. Ni uno del carácter real de la fuerza, frente a ilusio-
ni otro han apreciado lo que significan prima- nes racionalistas o naturalistas, pero, en cam-
do de la voluntad e historicismo. En cierto bio, olviden la segunda parte de la lección: la
sentido, hacen como que no ven lo que es el prudencia antes de tomar partido y, si acaso
fenómeno esencial de todo el mundo mo- una vez tomado, la necesidad de ir pensando,
derno. En sentido bien diferente, el sabio lo ve desde el primer momento, en su superación,
y se somete a un proceso de metamorfosis en el día después. En las mismas Pagine sulla
que, aun adaptándose a las nuevas exigencias, guerra resulta patente el conflicto. En cierto
evita la ruptura brusca con el pasado, quizás sentido, era el destino que aguardaba a una
porque intuye que toda ruptura o revolución generación de intelectuales europeos, próxi-
sólo lleva a lo viejo malo, porque disfrazado de mos a la treintena alrededor de 1900.
nuevo. Su apuesta es entonces la del realismo Se trataba pues de perfeccionar el ins-
a ultranza, precisamente para evitar el escep- trumento epistemológico de siempre para
ticismo, la extrema confusión, la noche en que ponerlo a la altura de la necesidad de los
todos los gatos son pardos - el mejor regalo tiempos. Lo que saldrá, por el contrario, un
para sus lectores de ayer y de hoy. Su praxis- instrumento ya muerto disfrazado de vivo, con
mo, a diferencia del de Gentile, no tiene como el acuerdo tácito de no incurrir en indiscre-
fin el compromiso, sino la alerta: ciones. Recordar lo menos posible que el po-
der se basa en la fuerza, y que nada es eterno.
Pero las conversiones intensivas son catástrofes, No es que nadie crea lo contrario, es que es
las cuales, como las revoluciones en los pueblos, suceden mejor no recordarlo, aunque, de hecho, se dé.
cuando la revolución continuada se ve impedida. Aun sin
esta solemnidad propia de la conversión, el hombre El olvido es imprescindible para que todo
sabio se convierte y renueva a cada instante y con el mantenga al menos su apariencia de normali-
memorae novissima se mantiene en lo contingente en dad. En este estado de cosas, este modelo de
contacto con lo eterno. Sabe que debe amar las cosas y "sabio serio" resulta una provocación. Es co-
las criaturas una a una en su individualidad, porque
quien no ama así no es ni bueno ni malo, ni siquiera es
mo si aquel a quienes muchos consideraban
hombre. Querrá, según sus actitudes personales y las ideólogo fundamental del praxismo contem-
condiciones particulares en que se encuentra la fama poráneo, en el último momento, se echase
literaria, el dominio político, el matrimonio. Las querrá atrás e insistiese en mantener la cabeza sobre
no queriéndolas; las querrá no por sí mismas, sino por lo los hombros, mientras habla de seriedad.
que contienen de universal y constante, las amará en
Dios, pronto a abandonarlas tan pronto como las haya Cuando clarifique lo que entiende por este
abandonado su contenido ideal. Las querrá en serio, término, ya no cabrán dudas: el mundo es
ardientemente, por si mismas; pero sólo cuando su sí heracliteano, sólo que para ser tal y compren-
mismo sea “el otro de sí mismo”. Ninguna cosa ni nin- derse como tal precisa del sabio que lo regis-
guna criatura tienen un valor incondicional, el cual sólo
tra, pues éste otra cosa no es sino aquel dota-
compete a lo que no es ni cosa ni criatura.22
do de fuerza suficiente para contemplar este

21 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, p. 268.


22 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, pp. 223-4.
[90 Benedetto Croce, entre ética y política

perpetuo devenir sin desfallecer. La postura poder, no pueden tomarse en serio a quienes
conservadora es aquella que con más sereni- pretenden sustituirles. En cualquier caso, sabe
dad asiste al espectáculo del eterno devenir y que será más fácil que les sustituyan a ellos
con más contundencia rechaza al diletante: que no cambiar las reglas propias del queha-
Si es hombre serio, si no quiere y deja de cer político. Su voluntarismo e ilusión resultan
querer a cada momento, si no presenta en su particularmente ingenuos al respecto y, sobre
ámbito propio coincidencia plena con aquellos todo, políticamente perjudiciales, en tanto que
pueblos que cambian a mitad de Noviembre alargan el tiempo de la ignorancia. Ésta, a su
las leyes puestas en Octubre y van de reforma vez, se ve reforzada con los mitos posteriores
en reforma, de revolución en revolución, exa- al 89: igualitarismo, humanitarismo, tecni-
minará la situación en la cual se encuentra, cismo. La supuesta objetividad o neutralidad
reconociendo, por ejemplo, que el deseo que le del Derecho, aún con raíces muy anteriores, se
ha surgido en el ánimo, es veleidad que no incluye entre estos mitos.
responde a su verdadera vocación...23 Partiendo del voluntarismo-
En el fondo, sin embargo, el conserva- historicismo, característico de todo el pensa-
durismo no elitario o cultural, sino el político miento croceano, es evidente que no se puede
y real, resultará, a la postre, tan "historicista" adscribir a lo que llama un legalismo, es decir,
y voluble, o más, que su opuesto "progresista" a una absoluta justificación del derecho por sí
y, llegado el caso, tan amigo de revoluciones. mismo, ni a una confianza última en las dis-
La fe acrítica de que todo tiene que cambiar, tinciones que se suelen operar en su interior,
aunque no sepamos de dónde ni hacia qué, ni menos a una estricta separación respecto a
supuesto fundamental de la sociedad tecno- la moral, ni, por último, desentenderse de lo
crática de masas, se encargará de dejar sin que sucede en las fronteras entre uno y otra:
lugar tanto a este conservadurismo propio de lo lícito. Desde luego, su distincionismo no lo
Croce, como a cierto progresismo más testi- sitúa entre aquellos que confunden distincio-
monial que directamente práctico-político. En nes a efectos de comprensión con distinciones
ambas casos, se trataba de posturas aristocrá- reales, y que respiran tranquilos después de
ticas, convencidas de no haber de rendir cuen- haberlas reconocido, persuadidos de haberse
tas a nadie más que a la propia conciencia, al apropiado de un trozo de vida. Todo ello no le
menos en primera instancia. conduce, precisamente, al bando opuesto, a la
negación de las distinciones. Un conservador
LA CRÍTICA DEL LEGALISMO. Antes de en- no puede dar la espalda a lo que, después de
trar en algunas de las vicisitudes históricas en todo, a lo largo de los siglos ha mantenido su
las cuales el pensamiento político de Croce diferencia. Su actitud será la habitual: com-
tomará cuerpo y concretará lo dicho en Filoso- prender, prescindir de ciertos anacronismos y
fia della pratica, conviene detenerse en algu- tosquedades, aportar su granito a lo que es un
nos aspectos de su posición frente al Derecho, proceso sin final, pero que, en cualquier caso
en definitiva, regla del juego en que se desen- exige soluciones puntuales que no admiten
vuelve la política. Es de esperar que el suyo no dilación. En realidad, al gran debate entre
sea el discurso de un especialista jurídico, y él derecho, moral y política, tiene poco que apor-
es perfectamente consciente de ello, pues tan- tar en positivo, ni su discurso supone la clave
to o más que las interioridades del Derecho, le para que se cierre de una vez, pero lo que dice
preocupan sus márgenes, aquello que razona- no es nada desdeñable. Se trata de una invita-
blemente queda fuera de él, aunque tampoco ción al abandono de cualquier fundamenta-
quepa esperar necesariamente una relación de ción de la ley, iusnaturalista o positivista, que
hostilidad. Su actitud, al igual que la del lam- no sea el de la pura voluntad, y, a su vez, al
pedusiano Príncipe de Salina, es la propia de abandono de cualquier certeza de amparo en
un representante de la clase dirigente del viejo lo que es puro carácter abstracto y general de
orden, que mira con desdén las ansias regene- la misma - lo cual no significa desprestigio
racionistas de los representantes del nuevo. para la ley, sino recordatorio del carácter ne-
Quien por linaje ha formado parte desde cesariamente limitado de la misma.24 Dicho en
siempre de los que conocen los entresijos del
24Al respecto, resulta paradigmática la crítica no tanto
al derecho internacional, como a las esperanzas
23 BENEDETTO CROCE, Filosofia della pratica, pp. 321-2. depositadas en la capacidad del mismo: “no hay cosa
más necia que esperar del derecho la abolición de la

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Zibaldone. Estudios italianos, nº1 (2013/1) 91

otros términos: ninguna ley exime de la deci- resultados. Empeñarse en ignorar que el dere-
sión moral que acompaña a cada caso concre- cho y la práctica política son fuerza no ha eli-
to subsumible bajo aquélla. Para reconocer el minado ni la desigualdad ni la lucha de los
puesto de la moralidad y garantizar su rela- grupos y estamentos por el poder. Si acaso, los
ción con la ley, se necesita no sólo mantener la ha velado y ha provisto a los vencedores de
distinción entre ambas, sino disipar la ilusión una buena conciencia, protegida contra las
de que la ley puede adelantarse a todos los dudas que en su interior aún pudiesen surgir
casos de la moral y, con ello, conceder vaca- en tanto que “sabia” (apéndice 8). Esta coar-
ciones a la conciencia individual de responsa- tada conciencialista es lo que comparte con el
bilidad. Ésta, a su vez -caso de triunfar la es- jesuitismo. Con este término entiende el con-
trategia del legalismo- puede refugiarse en lo junto de prácticas racionalistas e intelectualis-
moralmente indiferente -que el legalismo, tas con el que uno se puede perdonar todas
paradójicamente, promueve y consiente- en sus faltas y, si hiciese falta, porque las circuns-
que puede justificarse cualquier cosa, según se tancias lo exigiesen, también lo contrario de
sucedan las etapas históricas. En este sentido, las mismas. Desde esta caricatura de legali-
la lectura de Croce puede constituir un buen dad, cualquier malabarismo intelectual es
antídoto contra el desazón que los transfor- válido. En ambos casos, lo que se critica es
mismos ideológicos y políticos nos puedan una especie de certeza eclesial de que todo lo
deparar. No es que al margen, y a pesar del que pueda avenir, tiene anticipadamente una
legalismo, exista la hipocresía, es que la ilu- respuesta, un modo de acogida, en el canon de
sión legalista la refuerza y la adapta a las exi- la propia institución. En realidad, se desen-
gencias de la civilización moderna. Desde esta tienden de cualquier novedad y de cualquier
perspectiva, Croce puede leerse como repre- singularidad, a poco que les plantee una mí-
sentante de un tiempo en que la política estu- nima duda. Desde este punto de vista, la obra
vo mucho más cerca que en tiempos posterio- de Croce puede leerse como preventivo contra
res de reconocer su alma cínica y -quién sabe- todas las ilusiones engañosas surgidas del
sólo desde esa auténtica opus nigrum, iniciar interior de la modernidad. Estas ilusiones no
el camino de su reconstrucción. Siempre ha- son privativas de ningún credo ni de ningún
brá que agradecerles a Mussolini y a Hitler su partido políticos, ni de ninguna forma de Es-
detención del curso de la historia, ofreciendo tado. Todos pueden sucumbir a ellas y no cabe
la coartada para que el bando contrario re- esperar grandes vuelcos en su comportamien-
compusiera sus mitos. Desde ese punto de to, aunque, en virtud de la propia coherencia
vista, creo erróneo hacer de Croce, ni que sea de este pensamiento, tampoco hay que ex-
parcialmente, un pensador protofascista, pre- cluirlos. Lo más razonable de todas formas, y
cisamente porque el fascismo corta de raíz el sobre todo: lo único que está en nuestras ma-
proceso de desvelamiento del prosaísmo polí- nos, consiste en aumentar y mejorar los ins-
tico y lo sustituye, otra vez, por la épica, pro- trumentos para advertir cuanto antes la pre-
vocando en el bando opuesto un movimiento sencia de estas ilusiones. A la postre, pues,
similar que, entre otros, alimentó, mucho más puesto en la disyuntiva entre el hacer y el sa-
de lo que hubiera debido, el mito de la Unión ber, Croce opta por el saber, no porque desco-
soviética. nozca el ímpetu de la acción, sino porque sabe
Las dos grandes imposturas ocasionadas que ésta, en cierto modo, viene sola.
por el legalismo en la modernidad son lo que Jesuitismo y masonismo no son sino las
Croce llama respectivamente jesuitismo y ma- últimas estrategias para persuadir de la exis-
sonismo. Con estos términos, más o menos tencia de un saber suprahistórico y, en cuanto
afortunados, no se pretende aludir a unos de- tales, en lo que tienen de nietzscheano espíri-
terminados personajes o comportamientos tu de la pesadez, siempre pueden renacer en
históricos, sino a unas actitudes que el imagi- el interior de cualquier institución, iglesia,
nario popular les asocia. El segundo coherente partido, clase etc.. Por eso, Croce tampoco
con la implacable crítica a la ilusión generada puede estar con los moralistas (los defensores
por el igualitarismo y democratismo dieci- de una moralidad separada del Derecho, aun-
ochesco. Hora de cotejar sus ideas con sus que su fin sea constituirse en paradigma de
aquél), cualesquiera que sean las intenciones
guerra” en BENEDETTO CROCE, L'Italia dal 1915 al 1919. de éstos, sabe que su auténtico rol les lleva a
Pagine sulla guerra (1919), Laterza, Bari, 1965, p. 120. dejar vía libre a cualquier inmoralidad, o a
[92 Benedetto Croce, entre ética y política

sucumbir impotentes ante su presencia. Aun- tenuación, cuidando de que formalmente no


que, a decir verdad, ninguna adhesión ni dis- interfiera ni con las grandes empresas comer-
tancia tiene en Croce un marcado carácter ciales ni con las políticas, provocará una po-
pasional, a no ser, paradójicamente, su defen- pular asociación entre democracia y plutocra-
sa, siguiendo a Vico y a Hegel, del papel del cia, hoy olvidada, al menos como reclamo
componente pasional en los hechos históricos propagandístico, pero sin la cual no se explica
y políticos. Así, en un prodigio de fidelidad a no sólo el “fascismo rojo”, sino el trasvase de
la propia doctrina -que a nada invita a tanto estos “izquierdistas” a los partidos comunistas
como a no confundir concepto general con de la resistencia y de la posguerra, ni tampoco
realidad singular- expone que ni su jesuitis- los extraños comportamientos en el interior
mo ni su masonismo pueden, sin más explicar de estos últimos, en abierta contradicción con
la conducta, en muchos casos ejemplar, de tal sus “principios”, referentes sobre todo al na-
o cual jesuita o de tal o cual masón. Al igual cionalismo.25 Es, pues, un resultado del em-
que Aristóteles o que Jacobi, le preocupa tanto peño en mantener en su forma “estable” e
o más que el enunciado general de la ley la incontaminada el ideal democrático. Obvia-
corrección ecuánime de la misma en su apli- mente, es muy probable que en las naciones
cación concreta. Lo que teme es la exigencia “plutócratas”, el tema fuese irrelevante, pero
de adhesión sin paliativos y lo que la hace po- las que no podían ser ni se sentían tal cosa, en
sible: la conciencia débil que vende su espíritu algunos de sus círculos, voces de prestigio se
de crítica a cambio de asegurar su protección. alzaron contra el monstruo bifronte, plutócra-
Esta crítica tanto a las ilusiones legalis- ta y democrático a la vez. En realidad, nuestro
tas como a las moralistas es, de hecho, el pri- tiempo no ha hecho más que eliminar el ad-
mer paso hacia una concepción del Estado no verbio o sustituirlo por otro: podemos cons-
trabada por cortapisas legalistas, cuyo solo truir la democracia aunque haya plutocracia.
enunciado a muchos hace ya temer lo peor, es Ha dejado de preocuparnos lo que décadas
decir: la confinación del Derecho a la arbitra- atrás llevó a una parte de la opinión pública a
riedad en las decisiones del Estado. Desde las trincheras.
luego, nadie puede negar que éste no pueda Ni a Croce ni a su época le fueron con-
ser el desenlace final de la asunto, pero tam- cedidos ese pacto del que nosotros disfruta-
poco tiene por qué ser el objetivo explícito, ni mos. Por eso, tanto cabe imaginar que su
la deducción necesaria dadas las premisas del tiempo se ha cerrado para siempre, como que
pensamiento croceano. Por lo pronto, hay algo el equilibrio del nuestro es más frágil de lo que
grande en negarse a pensar la política en tér- parece y aún aguarda la reapertura de sus he-
minos píos, tranquilizadores, desde la seguri- ridas. Con todo, no nos engañemos: es muy
dad otorgada por lo fijado en los códigos de la difícil que nuestro tiempo dialogue con Croce,
tradición. De un mundo del que se ha exiliado demasiadas las barreras que se interponen.
toda estabilidad y definitividad, se han de ex- Por una parte su localismo, especialmente su
cluir también las visiones estables y definiti- apego al risorgimento, tan lejano visto desde
vas del hecho político. Constituiría un error otras tradiciones culturales, por otra sus ana-
imperdonable, en un mundo en que la menta- cronismos: su relativa indiferencia ante las
lidad, la industrialización, las migraciones formas de estado, su tibieza, cuando no adhe-
urbanas y, sobre todo, la continua expansión sión, ante el imperialismo o el colonialismo.26
económica, impiden cualquier estabilidad, Aún más que todo ello: esa posición de pasio-
hacer como que no se ve y continuar con un
discurso político ensalzador de modelos eter- 25 Entre las obras que, recientemente, han abordado la
nos. En dirección opuesta, hay en Croce una cuestión con otra perspectiva que deja ya atrás,
apuesta fuerte de ganar para la ciencia y para parcialmente, las de la larga postguerra: PAOLO
la racionalidad no sólo la esencia, sino tam- BUCHIGNANI, Fascisti rossi, da Salò al PCI, la storia
sconosciuta di una migrazione politica 1943-50,
bién el acontecimiento diario de lo político, de Mondadori, Milán, 1998; GIUSEPPE PARLATO, La sinistra
rescatarlo de las fauces de lo innombrable, de fascista, Il Mulino, Boloña, 2000.
vencer la impotencia que suele seguir a su 26 No deja de ser significativo que, con motivo de la crisis

contemplación. Por ejemplo, cuando el ideal internacional ocasionada por la invasión de Etiopía,
Croce, diez años después de la firma del manifiesto y en
democrático -en sí mismo ni mejor ni peor respueta al requerimiento mussoliniano de alianzas
que otros y, en cualquier caso, actual y sólo matrimoniales para sufragar los gastos, entregase su
por eso ya “mejor”- sea invocado hasta la ex- medalla de senador. En ALAISTAIR HAMILTON La ilusión
del fascismo, Caralt, Barcelonat, 1973.

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nalidad contenida ante lo político, que no es nástica la expresión “problemas concretos”


indiferencia, cosa que se avendría bastante (no digamos ya cuando se la carga añadiendo
bien con el gusto actual, pero que menos es “de los ciudadanos”) y, a la postre, Bobbio ha
entusiasmo, tan propio de autores y épocas sido demasiado listo para permanecer en este
cuya voz tiene un lugar reservado en las pági- lenguaje durante mucho tiempo. No rechazo,
nas de la historia y de la filosofía políticas. por otra parte, que fuese el propio Croce quien
Quizás estemos todavía demasiado cerca de él facilitase esta lectura y, desde luego, que el
y no haya mucho que interpretar, su claridad autor de Logica o Filosofia della pratica ha-
demasiado meridiana, su tono tan sensato, blase de “problemas concretos” si no estaba
aun estando en desacuerdo, que no quepa sino propiciando un gran equívoco, sólo podía sig-
esperar una nueva oportunidad histórica en nificar que cualquier problema, y su solución,
que la separación entre política y pensamiento no son separables del grado en que afectan a
político no sea tan absoluta. De ese modo, no la sensibilidad y del carácter histórico de su
sólo admite ser leído como el sabio consejero contenido, lo cual cae abiertamente dentro del
que pretendió ser, sino extraer de él las conse- campo de Croce: de la intuición y la inmanen-
cuencias más imperecederas de su pensamien- cia, del historicismo absoluto que es espiritua-
to. lismo absoluto. Como se ve, un sentido de
“concreción” bien distinto al que se recurre
cuando la filosofía no se entiende, se la abo-
Apéndice: rrece o no se está dispuesto a cuestionar, ni
cuando la situación lo pide a gritos, la hege-
1.- Los textos de la célebre polémica de monía del mal llamado Sentido común. Cabría
Croce con Luigi Einaudi sobre liberalismo y preguntar: “¿dónde habitan y cuál es la natu-
liberismo se encuentran hoy recogidos en el raleza de los problemas abstractos que no
volumen Liberismo e liberalismo. En otro afectan a los ciudadanos?” y habría que con-
orden de cosas, en su escrito todavía cercano cluir que éstos no existen, como tampoco exis-
‘Libertà e política’ (en VV.AA, Per Croce: eti- te una filosofía abstracta si no, en su lugar,
ca, estetica e política, ed. de Bruno R., una mala filosofía o una no filosofía, lo cual no
Edizioni Scientifiche Italiane, Nápoles, 1995) autoriza a tirar por la borda todo lo que en
Corrado Ocone ha intentado defender el libe- sentido inmediato uno no ve en su implicación
ralismo croceano de ataques en la memoria de en lo real. Como tampoco hay problema, por
todos, como el que le propinó en 1955 Norber- privado o íntimo que sea, que no afecte al ciu-
to Bobbio (en contraste con otros escritos pos- dadano, si no queremos otorgar a éste la posi-
teriores que citaremos más adelante) o el más bilidad de que abandone su condición y pase a
reciente de Bedeschi. Bobbio escribía enton- morar -cosa más que improbable- en una
ces: mónada fantasmagórica, desde la cual lamen-
te la poca estima que le profesa su ciudad. Lo
a quien quisiera hoy comprender el libera- que digo -es fácil de reconocer- no son más
lismo, no lo mandaría a la escuela de Croce. Le que consecuencias de la batalla croceana con-
aconsejaría, más bien, leer a los viejos monarco- tra todo dualismo. Algo me parece tener en
maci Locke, Montesquieu y Kant, al Federalista, común con la argumentación de Ocone en su
Constant y Stuart Mill. En Italia, antes Cattaneo defensa de Croce. Ésta se sostiene sobre dos
que no los hegelianos napolitanos, incluido Silvio
puntos:
Spaventa; le pondría en mano Il Buongoverno de
L. Einaudi, antes que La storia come pensiero e a) La negativa a identificar el Li-
come azione (que, con todo, fue el libro más im- beralismo con la consabida división de pode-
portante del movimiento de oposición). O, quizás, res: “No es justo, creo, identificar el liberalis-
le diría de ir a la escuela de Croce, pero no del Cro- mo con la teoría de los límites del poder del
ce filósofo de la política, sino de aquel Croce que Estado” (p. 265) nos dice, pero, a su vez, esta
nunca se cansó de enseñar que el filósofo puro es negativa sólo cobra su pleno sentido cuando
un vago y que la filosofía que no nace del gusto y se la relaciona con el segundo punto de la ar-
del estudio de problemas concretos es vaniloquio gumentación.
cuando no charlatanería. b) Que no es otro que el carácter
filosófico, “metapolítico”, “mental” del libera-
Por la difusión que tiene, sobre todo en lismo croceano
la jerga política, a veces me siento el único en
el mundo que encuentra abiertamente pleo-
[94 Benedetto Croce, entre ética y política

ni a nivel científico, ni a nivel lógico- separan los componentes de cada una de estas
filosófico, sino en su dimensión “general” y díadas. Independientemente de la solución
“total”… filosófico-espiritual (Badeschi)... El adoptada, el mismo planteamiento no deja de
liberalismo no pertenece, pues, a la política aparecer antiguo. Aun aceptando que hoy ten-
propiamente dicha, sino a la vida como tal. damos a inclinarnos más por Croce, ni siquie-
(esta concepción) le suministra los instrumen- ra en este caso, con todo, nos atrevemos a sos-
tos generales que le permiten evitar ciertos tener que la relación entre ética y política
tipos de banalización y ciertas particulares pueda responder a un llamado necesario des-
contradicciones. Le permite, pues, historizar y de el corazón de ambas. Nuestro tiempo tien-
no convertir en absolutos y casi metafísicos de a ver en la política una maquinaria con
ciertos hábitos, instituciones o leyes o, por leyes propias que sólo de vez en cuando, y
otra parte, ciertas adquisiciones o resolucio- nunca sin su permiso, se deja afectar por la
nes de pensamiento. ética. Aceptamos sin rubor que sus caminos
corren separados. Por eso, y aunque sólo sea
Y este, mucho me temo, el punto en que por el grado de dramatismo y tensión con que
los críticos del liberalismo de Croce, de ayer o nuestros autores abordaron el problema, me-
de hoy, no están dispuestos ni siquiera a escu- rece la pena prestarles alguna atención y cons-
char. Después de todo, es mucho más fácil tatar como el pensamiento actual, que no
asentir a una regla como la referida a la sepa- quiere hablar tan claro y gustoso acepta su
ración de poderes que a una meditación, tor- modesto papel como consejero en la susodi-
tuosa en ocasiones, consciente de la vulnerabi- cha relación, está condenado a girar sobre sí
lidad de todo concepto -incluido este mismo mismo, mientras la pareja objeto de sus des-
de vulnerabilidad- y de su constante disposi- velos transcurre en una separación amistosa,
ción a encontrarse arrollado por los hechos. que no excluye una excelente relación de cara
En este sentido, el liberalismo es una actitud, a la galería y las mejores maneras. Por si fal-
mucho más que una doctrina. taba algo, está toda la peripecia de Gentile con
el fascismo, lo cual, aún hoy, hace que, según
2.- Para conocer algunas de las razones dónde, hablar de Estado ético, y hasta de eti-
que desde siempre separaban estas dos filoso- cidad del estado, resulte prueba inapelable de
fías, es imprescindible recurrir al ya clásico fascismo o de totalitarismo. Paolo Bonetti en
estudio de Antimo Negri dedicado a Gentile su ensayo “Principi, volizioni e regole” (siem-
(ANTIMO NEGRI, Giovanni Gentile. 1 Costru- pre en el citado volumen) ha tratado de que
zione e senso dell'attualismo; 2 Sviluppi e Croce dialogue con el pensamiento actual y
incidenza dell'attualismo, La nuova Italia, con su problemática, mientras lo rescata del
Florencia, 1975) particularmente el capitulo cliché de voluntarismo irracionalista que nun-
séptimo del segundo volumen: “Il superamen- ca ha abandonado del todo su memoria. He
to dell'economia nell'etica e la filosofia della aquí algunas de las consecuencias que se si-
politica”. Aún próximo, además, el ensayo de guen de la posición croceana y que conciernen
Vittorio Stella “Momenti del rapporto tra sto- directamente a la cuestión que nos ocupa:
ria ed etica” (en el citado Per Croce, 1995), en
que, con razón, se advierte que una de las La historia, entendida como totalidad de
grandes oportunidades para poner a prueba el eventos, no soporta, pues, ningún juicio de
conocido distincionismo croceano, se produce bondad o de utilidad: es, simplemente, lo que
en el momento de despejar la naturaleza de debe ser, y la única categoría con la que es
las relaciones entre economía y ética, entre legítimo pensarla es aquella de racionalidad-
ética y política, entre lo ético y lo útil o, inclu- necesidad. Si, hegelianamente, “la misma his-
so, entre individuo y Estado. Croce aposta por toria del mundo es el juicio del mundo”, pare-
que resistan en lo que podríamos llamar un ce evidente, en este punto, la tendencia del
equilibrio dinámico: siempre en contacto, pe- historicismo croceano a transmutarse en una
ro no idénticas. La otra alternativa, como es metafísica de la historia, no ya interesada a la
sabido, es la del Actualismo gentileano que en definición de la relación concreta entre juicio
sus dos grandes textos de pensamiento políti- histórico y praxis política, sino, más bien, de-
co -I fondamenti di filosofia del diritto y Ge- dicada a la celebración de la historia como
nesi e struttura della società- defiende con racionalidad inmanente y omnicomprensiva.
pasión el levantamiento de las barreras que Sabemos que el sentido histórico de Croce y el

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amor por la distinción le han impedido preci- ción de la economía por la ética ¿podría tole-
pitarse en esta peligrosa forma de holismo rar que el sindicato se constituyese exclusiva-
histórico, y veremos incluso que, en el último mente en instituto “en defensa de los intereses
Croce, el problema del acontecer histórico se de los trabajadores”, en sentido excluyente,
presenta en formas que ya no son las del ra- sin ir más lejos, de la armonización de la tota-
cionalismo hegeliano; queda, con todo, que en lidad de intereses que debería ser el Estado?
la Filosofia della pratica (y no sólo en ella) el Óbviamente, no, pues, constituiría un imper-
juicio práctico “frente al acontecimiento, ca- donable encierro, o detención, en un momen-
lla” y al filósofo napolitano la historia le apa- to de la utilidad, en detrimento de la eticidad.
rece como un río impetuoso que, al desembo- Podría pensarse, sobre todo a partir de la ob-
car en el mar, se adecua a la calma de la ex- servación del reparto entre patronal y sindica-
tensión azul. El ímpetu de la acción y de sus tos hoy vigente, que el distincionismo crocea-
vicisitudes de victorias y derrotas, sabiduría y no se ha impuesto, mientras se hundían en el
estulticia, vida y muerte, se recompone en la pasado los sueños corporativistas. Ahora bien,
paz solemne del “acontecimiento histórico. supondría olvidar que, pese al gran cuidado
puesto en la no fusión, la ética (el Estado) si-
3.- De hecho, cuando el socialismo de gue siendo superior a la parte (el sindicato) y
inspiración soreliana abandone los viejos par- éste es el problema, dure lo que dure este pe-
tidos socialistas, se dirigirá a los sindicatos ríodo de guerra pacífica, arbitrada por el ojo
como último reducto de la ansiada revolución. vigilante del Estado.
Croce que, antes y después, no ocultará su
admiración por Sorel -a quien considera el 4.- Para toda esta cuestión, no puedo
único marxista a la altura del fundador- con- sino remitir al lector de la manera más efusiva
fiesa sin embargo que “esta vez fui más pru- a un autor y a una obra destinados en mi opi-
dente. Admiré a Sorel; reconocí que el socia- nión, como ocurre también con R. de Felice, a
lismo, si tenía que ser, tenía que ser de aquel renovar y hacer avanzar sustanciosamente la
modo y no de otra manera, pero me mantuve comprensión del fascismo. Me estoy refirien-
al acecho ante la nueva iglesia de sindicatos y do a Zeev Sternhell El nacimiento de la ideo-
obreros, apóstoles y mártires de la nueva fe” logía fascista, en particular al capítulo “Geor-
(Croce, 1913: 154) . El texto, corresponde a ges Sorely la revisión antimaterialista del
una entrevista de 1911, hoy recogida en Cultu- marxismo”. De Felice no podemos dejar de
ra e vita morale. Cuando esta obra se reedite mencionar, dejando aparte su monumental
en 1925, se incrementará considerablemente . biografía de Mussolini, dos pequeños clásicos
En uno de los nuevos escritos Fissazione filo- cuales son Intervista sul fascismo y Le inter-
sofica, retomará el tema de la sindicalización pretazioni del fascismo, tarea de desmitifica-
en términos mucho menos condescendientes. ción de algunos lugares comunes acerca del
Aquí Croce pone a prueba su tan característi- fascimos y el antifascismo continuada hasta
co distincionismo, como diferencia entre el sus últimas obras como Rosso e nero. En am-
momento ético, el Estado y el económico, los bos casos , se aportan elementos para adoptar
sindicatos. Ve peligrosísima la fusión de am- una postura crítica frente a las interpretacio-
bos o, en otros términos, teme la realización nes tradicionales, entre las cuales las de H.
de la vertiente revolucionario-izquierdista del Arendt, Ernst Nolte, N. Poulantzas etc. De
fascismo, que sería el auténtico desmantela- Felice y Sternhell resaltan la importancia, al
miento de las instituciones liberales. Como es menos en la etapa de formación, del ala iz-
bien sabido, a diferencia de lo que sucede en quierda, originada en la ruptura violenta con
Gentile, Croce, aun manteniendo la superiori- los viejos partidos socialistas, ambos marcan
dad de la primera sobre la segunda, siempre las diferencias de los distintos procesos en
mantuvo la diferencia entre ética y economía cada uno de los países -por ejemplo entre el
o, lo que es lo mismo, entre moral y utilidad. tradicionalismo nazi y el futurismo fascista-
Sólo que aquí, sin duda por los acontecimien- y, sobre todo, captan el elemento circunstan-
tos históricos que están teniendo lugar, la dis- cial, y por tanto, de ninguna manera no sólo
tinción adopta todo un matiz reivindicativo, ideológico ni programático anticipado, que
no se trata sólo de decir lo que son las cosas, determina los cambios en el camino hacia
sino lo que deben seguir siendo. Para volver al posiciones opuestas. Es el caso de la conver-
problema del que hemos partido: la supera- sión al interventismo, por parte del sindica-
[96 Benedetto Croce, entre ética y política

lismo revolucionario, en tiempos de la prime- Croce a lo largo de toda su vida, esa incapaci-
ra guerra, o de los titubeos mussolinianos en dad manifiesta de funcionar con unos pocos
los primeros meses de la segunda. Se trata, principios claros y duraderos, el gusto por la
pues, de obras que presentan el fenómeno de paradoja, la capacidad de atraer a unos y a
la extrema derecha, nazi o fascista, como una otros para, a la postre, salir por la tangente.
resultante de fuerzas, sin recurrir a un rígido Evidentemente, estos rasgos son ciertos y son
esquema ideológico, condenado a despreciar la causa de la vulnerabilidad del pensamiento
todo aquello que, al resultarle inasimilable, político de Croce, pero son, a su vez, indicios
deja de lado. Veo aquí dos huellas importantes maravillosos para acercarse a la opacidad de
del magisterio croceano en su comprensión de una época, a la impotencia y frivolidad inhe-
lo político: el momento de la particularidad y rentes a cualquier comprensión de lo político.
el de la fuerza. Sin duda, un Croce más aplicado y formal,
menos juguetón y desconcertante, más políti-
5.- Véase NORBERTO BOBBIO, Saggi sulla camente correcto no sería más interesante. De
scienza politica in Italia (1996, primera ahí el desencanto, originado en la aceptación
edición de 1969). Otra referencia inevitable, fideística del supuesto democrático, que se
con dos capítulos dedicados a Croce, se en- advierte en el último Bobbio. Desde ese punto
cuentra en Perfil ideológico del siglo XX en de vista, los que ya no pertenecemos por gene-
Italia (primera edición italiana de 1969, aun- ración ni a la postguerra ni a la primera repú-
que la última de 1986 se aumente en un nú- blica, tenemos el deber teórico de fundar la
mero significativo de páginas, entre otras el democracia, asediada por fenómenos tales
segundo capítulo dedicado a Croce: “Croce como el apoliticismo creciente o la inevitabili-
opositor”). Mi enfoque es distinto en tanto que dad de la corrupción, sobre otras bases. Para
Bobbio valora en Croce poco más que el inte- lo cual, creo que no resulta inútil hacer las
rés histórico y testimonial, no una aportación cuentas, aunque sólo sea para descubrir que
teórica hoy válida para descubrir el auténtico estos males no se inventaron ayer ni tampoco
rostro de mitos vigentes en los últimos cin- nos han caído como plaga generacional, con
cuenta años, que es justo lo que yo me pro- un abogado del diablo como pueda ser Croce.
pongo. Bobbio, como él mismo se define, En una publicación posterior: Del fascismo
"hombre de la primera república", vencedora alla democrazia, Bobbio, en una actitud casi
del fascismo, pone la democracia como presu- memorialista, se ocupa de nuevo en términos
puesto inviolable y, con una premisa así, claro mucho más positivos de la figura de Croce
está, Croce, al menos el de antes de 1925, es "maestro de la libertad en los años de la dicta-
muy difícil de asumir. Ahora bien, tampoco el dura", guiño benevolente que, desde luego,
Croce posterior, aunque rebaje considerable- sigue sin conceder a Gentile (objeto de otro
mente la temeridad de algunas de sus afirma- ensayo incluido en este libro). En la actitud un
ciones, pone jamás la democracia como pre- tanto errante de Bobbio, creo advertir la pre-
supuesto primero, al menos como lo hace con sencia de soluciones adoptadas apresurada-
la libertad. No se comprende, pues, como el mente o por razones de fuerza, principalmente
maestro de la libertad, podía seguir siendo en lo que se refiere a la formación de un esta-
maestro de una generación convencida de do liberal, asentado sobre principios democrá-
que, pasado el tiempo de las ilusiones totalita- ticos, máxime cuando liberalismo en la tradi-
rias, había sonado la hora de la democracia. ción italiana no siempre había significado lo
Además, Bobbio que, en el primer libro citado que ahora estaba obligado a significar. Ahora
si no apoya, al menos no se enfrenta a un pro- bien, tampoco la tradición filosófica, idealista,
yecto de compatibilidad entre democracia y fuertemente metafísica, podía quedar indem-
teoría de élites, particularmente en las versio- ne. No es de extrañar que uno de los puntos
nes de Pareto y Mosca, mientras señala su en que Bobbio más de acuerdo se muestre con
importancia para la ciencia política, no es Croce, sea precisamente el de la excepcionali-
desde luego tan tolerante con Croce. En mi dad de la actividad filosófica “no en los días
opinión, en este último caso lo que rechaza es laborables, en que es bueno que hasta el filó-
el idealismo antipositivista, la tardanza en la sofo ejercite un oficio más humilde, sino sólo
aceptación de democracia y liberalismo reales, en los días festivos...” (Bobbio, 1987: 218).
es decir: anglosajones y, sobre todo, las cons- Después, sin embargo, está la cuestión del
tantes oscilaciones, si no ambigüedades, de positivismo, por el cual Bobbio siempre ha

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mostrado preferencia y, desde aquí, de nuevo, al hedonista, al tecnológico y al egoísta. No es


el desencuentro sería inevitable, cualquiera lo primero porque lo económico implica siem-
que sea su grado de simpatía por la figura del pre “valoración”; no es lo segundo, porque lo
segundo Croce. Sin que eso signifique que la placentero no coincide, sin más, con lo útil; no
crítica de Croce al positivismo como movi- es lo tercero porque aquí nos las habemos con
miento filosófico de la segunda mitad del siglo la práctica y no con un problema epistemoló-
XIX, le obligue a un traspaso en dirección al gico del que, si no es, depende cualquier técni-
bando opuesto. Al menos en esta cuestión, la ca. En ese sentido, la acción técnica sabe más
fundamentación del Derecho, Croce es tan de su final que la acción propiamente práctica,
poco iusnaturalista como el que menos y todos en que el desenlace resulta, por fuerza, mucho
los intentos por enviarle al trastero de la his- más indeterminado. Así las cosas, Croce nun-
toria de la filosofía, sucumbirán siempre a una ca pierde de vista la voluntad en sentido bien
lectura mínimamente desprejuiciada. Las co- familiar e, incluso, un paso por detrás de los
sas son, desde luego, mucho menos simples de espectaculares descubrimientos llevados a
lo que parecen y así lo ven grandes historiado- cabo en el interior de esta facultad en el siglo
res de la filosofía como E. Garin que dice al XIX. En ese sentido, él mismo lo aclara, no se
respecto: “Antipositivismo, pues, pero no, trata “de una metafísica Wille a lo Schopen-
ciertamente, en dirección del hegelianismo hauer.” Por lo cual,además, lo económico, tal
tirando a místico y teologal al modo de Vera, como lo entiende, ni siquiera es necesaria-
sino hacia un riguroso ‘historicismo’, o sea, mente egoísta, ni antitético de lo moral, es
hacia posiciones que pretendían acoger y re- sólo distinto y, también, llegado el caso, com-
solver radicalmente todas las exigencias posi- plementario: “no está en antítesis con el hecho
tivas” (Garin, 1955,186). Todo esto permite moral, sino en la relación pacífica de condi-
avanzar que si el tema fuese ahora el del su- ción y condicionado”, pudiendo establecer la
puesto hegelianismo de Croce habría mucho conexión de las dos ciencias mundanas (esté-
que matizar. tica y economía) con sus “hermanas mayores”
del modo siguiente: la Economía es a la Ëtica,
6.- Como muestra de intentos de acuer- lo que la Estética a la Lógica (Epistemología),
do entre democracia y élites, véase Democra- siendo las primeras prácticas y las segundas
zia e “élites” dedicados a las figuras de Piero teóricas. La problemática, pero decisiva (si es
Gobetti, Guido Dorso y Filippo Burzio, en los que queremos competir con economistas ma-
ya citados Saggi de N. Bobbio. Por otra par- tematizantes y moralistas sermoneadores)
te, aprovecho para perfilar la relación de Cro- relación entre lo egoísta-útil-vital, de una par-
ce con Pareto, el elitista que, quizás, más le te, y, de otra, lo moral, acompañará a Croce
interesó . Ambos polemizaron, cada uno con durante toda su vida, acentuándose, a decir de
dos cartas en el Giornale degli economisti, a muchos comentaristas, en el último período
lo largo del año 1900, en los términos que de la misma. Así en un escrito hoy recogido en
cabía esperar entre el joven filósofo en tránsi- Discorsi di varia filosofia, “’L’apologia del
to hacia el espiritualismo (o historicismo) ab- diavolo’ e il problema del male”, Croce habla
soluto, el cual ve en la aceptación del Devenir de la “positividad de los impulsos y necesida-
la marca del pensamiento más actual, y el ma- des vitales... los cuales son premorales, pero
duro economista curtido en los tòpicos positi- no egoístas, ni antimorales” (1945 I, 191). En
vistas contra la filosofía y, en el fondo, com- la segunda carta, de 2-X-00, Croce sabe ya
prometido con el carácter resistente de la ley que un interlocutor tan marcadamente positi-
científica contra la fuerza del Devenir. Se tra- vista no se va a apear de sus posiciones fácil-
ta, por lo demás, de otra de las grandes opor- mente y, por ello ya no puede evitar conse-
tunidades para calibrar el distincionismo. En cuencias espinosas y metafísicas, sin excluir,
la primera carta (15-V-00) se nota que Croce por supuesto, la mala metafísica subyacente a
intenta discutir sin entrar en el trasfondo filo- todo positivismo dogmático. Está claro, pues,
sófico de la cuestión: la posibilidad de pres- que frente a esto último, la estrategia de siem-
cindir de la mirada filosófica, tal como el posi- pre (en sí misma discutible) -salvar la filoso-
tivismo cienticifista no se cansaba de sugerir. fía sabedora de la historicidad mientras se
Así, al centrarse en cuestiones “menores”, ataca la metafísica ahistórica- no funciona, el
Croce busca que Pareto asienta en la demarca- adversario no se deja convencer y, ahora sí, no
ción del hecho económico, frente al mecánico, hay más remedio que ir al fondo de la cuestión
[98 Benedetto Croce, entre ética y política

y reivindicar la voluntad existente tras de toda Gobetti al pensar que la identificación de filo-
elección económica, la imposibilidad de redu- sofía e historia tuviese que resolverse en la
cir ésta a mero hecho. Esto es tan evidente supresión de la primera a beneficio de la se-
para Croce que le permite prescindir, incluso, gunda: “Si la Filosofía es historia ¿por qué
de la complicada división paretiana entre ac- filosofía?” (Opere Complete I, 447). Toda esta
ciones lógicas y no lógicas, que esconde un cuestión, sin embargo, merecería ya una revi-
error de partida: “su latente presupuesto me- sión de lo escrito por el más famoso de los
tafísico... que los hechos de la actividad del críticos que tuvo Croce: A. Gramsci.
hombre sean de la misma naturaleza que los
hechos físicos” (1906, 234). Después, aún iba 8.- Utilizo este adjetivo tal como lo he
ser más difícil el encuentro entre estas dos hecho aplicado a Croce: como distanciamiento
concepciones. En Conversazioni critiche IV, o perspicacia para evitar la identificación con
Croce trató el monumental Trattato di socio- alguna causa. Lo que, pues, le asegura un
logia de Pareto de “teratología científica” y, en puesto en el futuro, constituye, sin embargo,
Terze pagine sparse, a su autor de “afilósofo el talón de Aquiles de su filosofía , particular-
y misofilósofo” aunque, como advierte P. Bo- mente política. Veamos lo que dice A. Negri en
netti el verdadero blanco era una determinada la ya citada obra: “... el liberalismo croceano
manera de entender la ley por una sociología ilumina su auténtico rostro, el de una ideolo-
de corte positivista (Bonetti 1955, 260). gía política en la que no hay sitio para un
hombre capaz, ni que sea mínimamente, de
7.- Ahora bien, la teoría de la práctica no trascender su aislamiento individualista y
es la práctica. Éste es un motivo, y un proble- burgués, teorizado en nombre de una dialécti-
ma, presente en todas las críticas que, desde ca sin molicie” (2º v., 2, 20). La “dialéctica sin
el campo marxista o no, se dirigirán a Croce. molicie” sería la que mantiene una diferencia
Como muestra de la dificultad en que se en- ineliminable entre lo ético y lo útil, frente a un
cuentran todos los que, aun formados en la Gentile que tendría por objetivo la superación
escuela croceana, intentan ir más allá del de la misma. En ese sentido, el hombre sabio
mentor, he aquí lo que dice G. de Ruggiero en está lejos del filósofo de la práctica.
una conferencia de 1945 (de la que se da cuen-
ta en Italia libera de 24-IV-45): “la filosofía
croceana ha de ser superada por un histori-
cismo que hunda sus raíces más profunda- Bibliografía:
mente en el movimiento dialéctico de la histo-
ria de los hombres, que no sea asignación del RAYMOND ARON, Les etapes del pensament
conservadurismo, sino potente reclutamiento sociològic (1965), Herder, Barcelona,
de una sociedad nueva; pero que sea siempre 1994.
historicismo, inmanentismo absoluto”. El GIUSEPPE BEDESCHI, Storia del pensiero
problema estriba en el significado de ese “más liberale, Laterza, Bari, 1990.
profundamente”, acaso: ¿hablar de otras cosas NORBERTO BOBBIO, Politica e cultura, B. Croce
de las que no hablaba Croce? Pero esto, en e il liberalismo, Einaudi, Turín, 1955.
cualquier caso, ya no era asunto del Croce ― Perfil ideológico del siglo XX en Italia,
filósofo sino, en todo caso, del Croce historia- FCE, México, 1987.
dor, de la historia y no de la filosofía, de los ― Del fascismo alla democrazia, ed. de
contenidos y no de la forma. Cuestión empíri- Michelangelo Bovero, Baldini&Castoldi,
ca y no metodológica. Siempre que se quiere Milán, 1987.
superar a Croce, partiendo de él, se encalla en ― Saggi sulla scienza politica in Italia (1969),
el mismo punto. Acusaciones como la de espe- Laterza, Roma-Bari, 1994.
culativismo, abstractismo o teoricismo, son BENEDETTO CROCE, Conversazioni critiche IV,
muletillas, no argumentos sólidamente dedu- Laterza, Bari, 1932.
cidos. Por otra parte, si la solución adoptada ― Discorsi di varia filosofia, Laterza, Bari,
es la afirmación de la inaprehensibilidad de la 1945.
historia por parte de la filosofía, Croce será ― Terze pagine sparse, Laterza, Bari, 1955.
siempre el primer abanderado (Véase en ― Liberismo e liberalismo, ed. de G.
Scritti politici 43-47 “Storiografia e politica” Malagodi, Riccardo Ricciardi editore,
163-6). En ese sentido, quizás tuviese razón Milán-Nápoles, 1988.

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Zibaldone. Estudios italianos, nº1 (2013/1) 99

― La storia di Europa nel secolo decimonono Ledeen, Laterza, Roma-Bari, 1978.


(1931), ed. de G. Galasso, Adelphi, ― Rojo y negro, Ariel, Barcelona, 1996.
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Bibliopolis, Nápoles, 1993. PIERO GOBETTI, Opere complete, Einaudi,
― Scritti e discorsi politici, 1943-47, Turín, 1960.
Bibliopolis, Nápoles, 1993. FRANCESC MORATÓ, ‘A propósito de algunos
― Etica e politica (1930), ed. de G. Galasso, textos referentes al pensamiento político
Adelphi, Milán, 1994. de G. Gentile’, Res publica, 3 (1999).
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Nápoles, 1996. Croce’, Res publica, 6 (2000)
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RENZO DE FELICE, Le interpretazioni del glo XXI, Madrid, 1994.
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