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Más adelante, los adultos explicaban a los niños, cuando las ocasiones lo exigían,
cómo debían conducirse en determinadas circunstancias. En el lenguaje grato los
educadores de hoy, diríamos que en las comunidades primitivas la enseñanza era
para la vida por medio de la vida: para aprender a manejar el arco, el niño cazaba:
para aprender a guiar una piragua, navegaba." Los niños se educaban
participando en las funciones de la colectividad, y porque participaban en las
funciones sociales se mantenían, no obstante las diferencias a un mismo nivel que
los adultos".
¿En qué consistía ese ideal pedagógico? El ideal Educativo estaba determinado
por la necesidad de conservación de las costumbres y la estructura homogénea de
la tribu, por eso cada miembro era considerado como una pequeña porción de la
colectividad y, por lo tanto, su educación se convertía en responsabilidad de todos.
En una sociedad sin clases como la comunidad primitiva, los fines de la educación
derivan de la estructura homogénea del ambiente social, se identifican con los
intereses comunes del grupo y se realizan igualitariamente en todos sus miembros
de manera espontánea e integral; espontánea en cuanto no existe ninguna
institución destinada a inculcarlos; integral en cuanto cada miembro incorpora más
o menos bien todo lo que en dicha comunidad es posible recibir y elaborar.
Con las rudimentarias técnicas de entonces era éste de tal modo agotador que el
individuo que se dedicaba al cultivo de la tierra, no podía desempeñar al mismo
tiempo ninguna de las otras funciones que exigía la vida de la tribu. La aparición
pues, de un grupo de individuos liberados del trabajo material era una
consecuencia inevitable de la ínfima productividad de la fuerza humana de trabajo.
Aunque bajo la tutela de la comunidad, puesto que no se les reconocía ninguna
preeminencia a los funcionarios que recibieron en custodia determinados intereses
sociales, derivaron de estos últimos una cierta exaltación de poderes.
El que engendró el poder del hombre sobre el hombre. Desde ese instante los
fines de la educación dejaron de ir implícitos en la estructura total de la
comunidad.
Por tal motivo, los funcionarios representantes de los intereses comunes solían ser
elegidos dentro de una misma familia. Cada "organizador" educaba a sus
parientes más próximos para el desempeño de su cargo, y predisponía al resto de
la colectividad para que los eligieran. Con el tiempo esa elección se hizo
innecesaria: los "organizadores,, designaban a quienes debían sucederle y, en esa
forma, las funciones directrices se volvieron patrimonio de un grupo reducido que
defendía celosamente sus secretos. Para los desposeídos, el saber del vulgo;
para los poseedores, el saber de iniciación.
Cada tribu ha ido recogiendo a través de los años una larga experiencia que fue
cristalizando en tradiciones y mitos. Mezcla caótica de saber auténtico y de
supersticiones religiosas constituía, tal como era, el reservorio espiritual que
protegía al grupo no sólo en su lucha contra la naturaleza sino también contra los
grupos rivales.
Pero ahora que las relaciones de dominio la sumisión han entrado en la tribu,
ahora que la vida social se ha complicado hasta diferir bastante de individuo a
individuo según el lugar que cada uno ocupa en la producción, resulta evidente
también que ya no es posible entregar la educación de los niños a la espontánea
dirección de su contorno.