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MODELOS DE

DESARROLLO Melissa López Carrión

POLÍTICA DEL DESARROLLO ECONÓMICO

ECONOMÍA 9° SEMESTRE
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo busca dar a conocer los rasgos que caracterizan a las estrategias
económicas para el desarrollo económico y social del país, asimismo pretende mostrar
qué tanto han diferido y sobre todo, cuáles han sido los resultados alcanzados con su
aplicación en materia de crecimiento económico, generación de empleos, inflación,
crecimiento poblacional, saldo comercial y tipo de cambio, entre otros aspectos. Para
cumplir con dicho propósito, en primer lugar se enumeran las distintas características de
cada estrategia y posteriormente sus resultados, a manera de conclusión, compararlas
con el fin de establecer sus diferencias y similitudes y realizar una evaluación de los
resultados alcanzados en cada caso. En los últimos sesenta años se han instrumentado
tres estrategias económicas denominadas “Desarrollo Estabilizador”, aplicada de
mediados de los años cuarenta hasta finales de los sesenta; “Desarrollo Compartido”,
instrumentada de inicio de la década de los setenta hasta inicio de los ochenta; y
“Crecimiento Hacia Fuera” o “Neoliberal”, de 1983 a la fecha. Para alcanzar los objetivos
del estudio, nos enfocaremos solo en las dos primeras. Cada una de ellas se formuló de
manera gradual y no necesariamente se aplicó en su inicio de forma articulada o
integralmente planeada a efecto de dar respuesta a las necesidades económicas y
sociales de una población en continuo crecimiento.

Comenzando por el Desarrollo Estabilizador, fue la catastrófica declinación


experimentada por el peso, de 8 a 4 centavos de dólar o menos en cuestión de meses,
combinada con la salida casi histérica de fondos, que constituyó uno de los desórdenes
más graves de la economía mexicana en decenios. Es probable que nunca se llegue a
saber con precisión las dimensiones de la salida de capital ni las fuentes de los múltiples
rumores que circulaban en México y el extranjero acerca de invasiones campesinas,
repartición de tierras por el presidente Echeverría, recriminaciones intercambiadas entre
el Presidente y los representantes de empresarios, banqueros y agricultores. Y el hecho
de que el peso haya subido hasta cerca de 5 centavos de dólar es escaso consuelo para
quienes en gran número experimentaron pérdidas de capital muy superiores a las
previstas por los estimadores más serios del riesgo cambiario. ¿Cuán fundamentales
fueron las causas de la crisis en términos de la estructura básica de la economía, la
sociedad y el sistema político único desarrollado por México durante el medio siglo
transcurrido desde la Revolución? Y ¿cuál es la probabilidad de que con el gobierno
entrante continúen los problemas estructurales, de los cuales la crisis del peso fue sólo
un síntoma? Por último, ¿hasta dónde afectan estos factores a los Estados Unidos, en
términos de comercio, finanzas, inversión extranjera y migración, así como en términos
de la estabilidad política de nuestro vecino del sur? Por consiguiente, dicho trabajo busca
colocar estos y más interrogantes en una perspectiva histórica y de iluminar los
principales aspectos económicos.
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DESARROLLO ESTABILIZADOR
Antecedentes
Reynolds, C. W. (1976) encuentra que después de la segunda Guerra Mundial el ingreso
per cápita de México se aproximaba a 150 dólares anuales, y casi el 60% de la población
vivía en el sector rural con ingresos muy por debajo de ese nivel. La guerra había
impulsado las manufacturas mexicanas, y los gobernantes decidieron continuar tal
impulso por medios artificiales que incluían la protección arancelaria, los contratos de
licencias que restringían las importaciones competitivas, las exenciones y los subsidios
fiscales, el establecimiento de empresas públicas en sectores estratégicos, así como la
provisión de energía eléctrica, caminos, sistemas de comunicación y combustible a
precios subsidiados. Los gastos del programa de industrialización del gobierno, y los
proyectos de infraestructura relacionados, se cubrieron en parte con financiamiento
deficitario. Dado que los bonos públicos de bajo rendimiento atraían poco a los
inversionistas nacionales o extranjeros, el resultado fue gravemente inflacionario.

Entre 1948 y 1954 aumentó el índice de precios al 8.4% anual. Mientras tanto, el nivel
de precios de los Estados Unidos crecía al 2.0% anual. En virtud de que las dos
economías estaban tan estrechamente ligadas por corrientes comerciales y financieras,
esta brecha creciente entre los precios en pesos y en dólares se reflejaba en presiones
sobre el tipo de cambio. En suma, el desequilibrio interno proveniente del déficit de la
política fiscal condujo al desequilibrio externo y a presiones sobre el tipo de cambio. El
peso se devaluó entre 1948 y 1954, de 4.85 a 12.50 por dólar y esta última paridad se
mantuvo hasta agosto de 1976. En ese momento había un debate importante acerca de
las políticas "inflacionarias" de los gobiernos mexicanos de la posguerra, y sobre todo
acerca de la industrialización forzada que algunos observadores más conservadores,
nacionales y extranjeros, consideraban inadecuada para la ventaja comparativa
fundamental del país en la producción de materias primas y productos primarios. Estos
observadores afirmaban que la inflación no reflejaba sólo el programa financiado con
déficit, sino también la incapacidad de México para crear una adecuada base de
producción industrial que pudiese competir eficazmente en el mercado internacional. Sin
embargo, muchas empresas extranjeras, sobre todo norteamericanas, invertían en
México para aprovechar la filosofía del crecimiento y la expansión de los mercados
internos que podrían abastecer tras las barreras comerciales protectoras.

El autor identifica que la actuación posterior de la economía pareció dar la razón a los
optimistas, quienes sostenían que una vez instalada la capacidad la nueva estructura
económica sería capaz de satisfacer la demanda durante años sin inflación importante.
En efecto, los años cincuenta y sesenta constituyeron un periodo de estabilidad
creciente, medida por las tasas de inflación y las presiones sobre el tipo de cambio.
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Modelo del Desarrollo Estabilizador

Huerta, H. y Chávez, M. (2003) coinciden al encontrar que esta estrategia tuvo como
objetivo fundamental el promover la industrialización del país, ello significaba generar los
empleos y la riqueza material requeridos para satisfacer la demanda de una población
que, en la época de su instrumentación, crecía anualmente a tasas promedio del 3%. La
industrialización del país era el paso necesario para abandonar la dependencia existente
en la venta de los productos primarios (agropecuarios, mineros, extracción de petróleo
crudo, piscícolas y frutícolas, etc.), indispensable en la obtención de divisas que el país
precisaba para su modernización, dado que el comportamiento de los precios, además
de erráticos, mostraban una clara tendencia a la baja en los términos de intercambio con
respecto a los bienes industriales (es decir, cada vez era necesario exportar mayor
volumen de bienes para obtener la misma cantidad de divisas o importaciones
industriales). Era una condición “sine qua non” para la urbanización del país y, a través
de ello, proporcionar mayores y mejores servicios asistenciales a la población (salud,
educación, electrificación, agua potable, entre otros). Sin duda el México rural
obstaculizaba el aprovechamiento de los recursos productivos, frenaba el desarrollo del
mercado interno y limitaba la capacidad de generación del ahorro interno y de los
recursos fiscales al encontrarse desligado de las corrientes comerciales, financieras y
tributarias del país.

Las autoras indican que implícito en el modelo se expresaba la necesidad de crear


una importante base industrial como forma de incrementar la actividad de las otras ramas
económicas, mediante el aumento de la productividad de la mano de obra, el incremento
del ahorro interno y la elevación tanto de la masa salarial como de los salarios reales.
Con una mayor relación capital-producto en la economía se propuso ampliar el mercado
interno y crear una base productiva exportadora. Por estas y otras razones, la estrategia
económica, de manera gradual pero constante y consistente, fue elaborando un conjunto
de políticas, instrumentos y acciones que en términos generales se conjuntaron para
apoyar, en lo fundamental, a un sector industrial pujante y diversificado que favorecería
el crecimiento económico del país.

Política fiscal

Huerta, H. y Chávez, M. (2003) toman en consideración que durante las primeras tres
décadas del siglo XX la economía mexicana había padecido fuertes procesos
inflacionarios, debido principalmente a los desequilibrios fiscales, se propuso como parte
fundamental de la estrategia estabilizadora disminuirlos drásticamente ya que alentaban
la inflación, el alza de las tasas de interés y castigaban consecuentemente las
inversiones productivas, en especial, las vinculadas con proyectos de inversión de largo
plazo. Es decir, el desequilibrio fiscal afectaba negativamente de manera directa la
formulación y ejecución de los proyectos de inversión industrial, dado que su
recuperación necesariamente involucraba más que el correspondiente a la producción
agropecuaria y de servicios.
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No obstante la existencia de una demanda creciente de bienes industriales, cuando


las tasas de interés suben a consecuencia de la inflación, el cálculo del valor presente
del capital invertido y su tasa de rendimiento no es determinable, por ello, la inversión se
hace riesgosa y dado el alto costo de oportunidad del dinero (la tasa de interés), se hace
más atractivo invertir en valores financieros o especular con bienes reales o monetarios.
Ahora bien, a pesar de que durante el periodo nunca se igualaron los ingresos y gastos
públicos, ocasionando la presencia recurrente de un pequeño déficit, ello no generó
problemas inflacionarios, puesto que la forma de financiarlo no provocaba la elevación
de la tasa de interés y de los costos de producción, ya que no se expandía de manera
agresiva la demanda efectiva de la economía.

La financiación del moderado déficit público se realizaba mediante el denominado


encaje legal, instrumento de política monetaria que permitía al gobierno federal limitar la
liquidez en la economía y a la vez cubrir a un bajo costo el déficit público. Adicionalmente,
en las fases más adelantadas del proceso de industrialización, cuando el sector primario,
en especial el agropecuario, dejó de proveer las divisas requeridas para adquirir los
insumos y bienes de capital necesarios para su crecimiento, se utilizó de manera
progresiva el crédito externo, con el cual, además de cubrir el déficit presupuestario se
financiaba también el déficit en la balanza comercial del país, situación que permitió darle
estabilidad a lo largo del periodo al tipo de cambio del peso respecto al dólar. En materia
de ingresos, la política tributaria se orientó a favorecer la inversión y la reinversión de las
utilidades (es decir la capitalización de las empresas), por tal motivo, se crearon bases
especiales de tributación en beneficio de las empresas instaladas tanto en el sector
industrial (en especial en el manufacturero) como en el transporte; facilitando la
amortización acelerada de los activos, así como la deducibilidad de una parte
considerable de los gastos corrientes de las empresas; como resultado, la estructura de
los impuestos sobre la renta y de ingresos mercantiles fue regresiva. Dicha situación se
dio, a su vez, en un marco de precios y tarifas públicas con niveles inferiores a los
prevalecientes en el mercado internacional. De esta forma, el crecimiento de los ingresos
públicos se apoyó fundamentalmente en la expansión del aparato productivo nacional,
es decir, en el crecimiento de la base gravable y dentro de ella, en especial, por la
contribución que hacían los sectores de ingresos fijos (empleados y trabajadores).
Conforme se expandieron los ingresos gubernamentales, el gasto público actúo de la
misma manera, destinándose preferencialmente a la creación de infraestructura
productiva (carreteras, puertos, sector energético, obras de irrigación) y a otorgar
servicios básicos como educación, salud y la comercialización de productos básicos a
favor de las clases sociales más necesitadas. Durante todo este periodo el gasto público
impulsó la industrialización del país, ya que facilitó la incorporación de los bienes y
procesos manufactureros en los servicios que debía prestar; apoyó la capacitación de la
mano de obra mediante la educación pública gratuita; coadyuvó a formar los cuadros
profesionales que demandaba la industria y los demás sectores de la economía; atendió
la demanda de salud proveniente del sector laboral; facilitó el acceso para vivienda a la
clase trabajadora; construyó la infraestructura demanda por la industria y la creciente
clase media para utilizar vehículos automotores; y mediante la política de precios de
garantía, permitió que los bienes-salarios fuesen bajos, propiciando que los empresarios
pagaran bajos salarios nominales sin afectar el poder adquisitivo de los trabajadores.
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Por otro lado, Reynolds, C. W. (1976) identifica que efectivamente los gobiernos de
López Mateos y Díaz Ordaz (diciembre de 1958 a noviembre de 1964 y diciembre de
1964 a noviembre de 1970, respectivamente) fueron periodos de políticas económicas
relativamente conservadoras que favorecían al sector privado. Sin embargo hace
referencia a que la imagen global de los años sesenta muestra una actuación
aparentemente coherente y afortunada de la economía, si sólo se observan los
siguientes indicadores agregados. El producto interno bruto creció al 6- 7% anual y los
precios se mantuvieron relativamente estables, creciendo sólo ligeramente entre los dos
periodos de 2 a 2.9% anual. Al mismo tiempo, el tipo de cambio permanecía fijo a 12.50
pesos por dólar, lo que ayudaba a conservar la estabilidad de precios al evitar un
aumento del costo en pesos de las importaciones. La agricultura dio muestras de
debilidad, pero todavía estaba produciendo la mayor parte de los productos básicos
requeridos por el mercado urbano y los vitales ingresos de divisas. La inversión
extranjera en México logra duplicar sus cifras:

1952 30.9% 1958 42.5% 1964 62.7% 1970 74.4%

TASAS DE CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA MEXICANA 1955-1975


Periodos 1955 - 1960 1960 - 1965 1965 - 1970 1970 - 1975
Tasas compuestas de crecimiento anual a precios constantes
Producto interno bruto 6.1 6.9 6.7 5.5
Producción agrícola 4.3 4.6 2.7 1.4
Producción manufacturera 7.3 8.8 8.3 6.2
Minería y petróleo 5.3 6.8 7.9 9.1
Tasas compuestas de crecimiento anual
Índices de precios al mayoreo 6.4 2.0 2.8 10.3
*Fuente: El trimestre económico

*PIB histórico en México.


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MOVIMIENTO DE LOS PRECIOS RELATIVOS DE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS

Tipo de Tipo de cambio Margen de


Año cambio México Estados Mex/EUA ajustado al final sobrevaluación al
nominal Unidos del periodo final del periodo
1956 $12.50 $100 $100 $1,000 $12.50 -
1960 $12.50 $115 $105 $1,095 $13.69 9.5
1965 $12.50 $127 $107 $1,187 $14.84 18.7
1970 $12.50 $146 $123 $1,187 $14.84 18.7
1975 $12.50 $244 $194 $1,258 $15.72 25.8
*Fuente: BANXICO/ Para EUA: Survey of Current Business

Pero el autor también nos señala que por debajo de la superficie se estaban gestando
varios problemas:

A. Tasa de desempleo elevada y creciente, originada en el incremento de la


productividad agrícola y manufacturera, en el rápido crecimiento demográfico
experimentado desde los años cuarenta, la urbanización masiva y en la creciente
participación femenina en la fuerza de trabajo.
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POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA POR RAMAS (%)


Periodos 1940 1950 1960 1970
Agrícola 65.4 53.8 54.1 37.5
Industrial 15.5 15.9 19.0 23.1
Servicios 17.1 25.7 26.9 39.4
*Fuente: Nafinsa op. Cit. P.14
De acuerdo con los datos que se tienen, la Población Económicamente Activa (PEA) en
1940 mostró 5.9 millones, y hacía 1970, 13.3 millones. En cuanto a su estructura, se
observaron importantes cambios de 1940 a 1970. Mientras para 1940 el 65.4% de la PEA,
se dedicó a las actividades agrícolas, para 1970, sólo lo hacían 37.5%; en tanto que en
el sector industrial, ocurrió lo contrario al pasar de 15.5% al 23.1; e igualmente el de
servicios que pasó de un 17.1% a un 39.4%; en el mismo orden.

B. Presión creciente a favor de la repartición de tierras, debida al estancamiento del


ingreso natal, la concentración de la tierra en granjas comerciales a expensas de
los pequeños terratenientes y promesas incumplidas de reforma agraria.

C. Deterioro de la distribución del ingreso, debido al crecimiento desproporcionado


de los ingresos más altos, combinado con el creciente resentimiento por la brecha
que separa a ricos y pobres.
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D. Presiones en pro de aumentos salariales, que cada vez resultaban más difíciles
de afrontar por los medios tradicionales tales como la designación de los líderes
sindicales y el encarcelamiento de los disidentes.

E. Déficit comercial crónico y creciente, financiado por la dependencia creciente del


capital externo, por una balanza de turismo positiva pero declinante, y los "errores
y omisiones" (corrientes de capital y transacciones relacionadas no identificadas).

Balanza Comercial

*Fuente: INEGI (2009).

F. Base anémica de ingresos del sector público, dadas las demandas grandes y
crecientes de gastos corrientes y de capital del gobierno, provocadas por el rápido
crecimiento demográfico, la urbanización y el desarrollo. En suma, la capacidad
productiva instalada durante los años inflacionarios de los decenios de los
cuarenta y los cincuenta permitió la continuación del crecimiento en los años
sesenta con mayor estabilidad de precios, y el sector privado siguió respondiendo
a los incentivos de los beneficios; pero el patrón del crecimiento no se adecuaba
a las crecientes necesidades sociales del país, ni las políticas que lo promovían
eran capaces de asegurar el mantenimiento de las condiciones mismas de que
dependía su éxito. La política de desarrollo estabilizador no estaba resolviendo
los múltiples problemas básicos afrontados por México. Su solución eficaz habría
requerido grandes cambios de la política tributaria y de gastos públicos, y un
equilibrio a largo plazo del sector externo. Infortunadamente, la apariencia de
estabilidad hizo que los gobernantes pospusieran las necesarias reformas de la
política fiscal y del tipo de cambio, pues
sus beneficios parecían inciertos y los
gobernantes temían que toda alteración
del statu quo asustara al sector privado e
hiciera huir el capital nacional y
extranjero, lo que acabaría con el
"milagro".

*Crecimiento económico e inflación, 1940 – 1982.


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DESARROLLO COMPARTIDO
Huerta, H. y Chávez, M. (2003) coinciden que el modelo de desarrollo compartido nace
cuando la economía nacional empieza a mostrar signos de debilitamiento en sus tasas
de crecimiento (1968-1972). El cual mantuvo sin modificaciones relevantes la política
comercial, salarial, agropecuaria y de fomento a la inversión extranjera y transformó de
manera radical la política fiscal y monetaria, con el propósito de que el eje de la inversión
nacional lo ejerciera el sector público. Ya que con los ingresos de la explotación y
producción de los yacimientos petroleros, descubiertos a inicios de la década de los
setenta, se buscó financiar la inversión en infraestructura productiva, la creación de
plantas productoras de bienes de capital, y la ampliación de la cobertura de seguridad
social a todo el país, todo bajo un esquema salarial que permitiera su crecimiento real.
De forma paralela se instrumentaron programas de fomento, estímulos fiscales,
subsidios, evasiones de impuestos, depreciación acelerada de los activos fijos, entre
otros, para promover la participación de la iniciativa privada en la industria nacional. El
gasto público fue el motor del crecimiento económico en dicho periodo, no obstante, los
mayores ingresos públicos provenientes del petróleo y de la recaudación generada por
el crecimiento económico del país fueron insuficientes para financiar su expansión, en
razón de ello se empleó una política monetaria expansiva y se contrataron importantes
montos de deuda pública externa, como forma de financiar los crecientes y elevados
niveles de déficit fiscal alcanzados a lo largo del periodo.

Política fiscal

Reynolds, C. W. (1976) indica que el nuevo gobierno, que inició sus actividades en
diciembre de 1970, se encontró en el dilema de continuar el ritmo del crecimiento
económico de los años anteriores, a riesgo de la continuación del endeudamiento
gubernamental y el desequilibrio externo, o frenar la economía restringiendo los gastos
públicos, con lo que se reduciría el desequilibrio externo a costa de un incremento de la
tasa de desempleo que ya se consideraba demasiado elevada para ser compatible con
la meta del desarrollo compartido. El gobierno optó por la segunda alternativa,
disminuyendo la tasa de crecimiento del PIB y de los precios al mayoreo, con lo que el
déficit de la balanza de pagos en cuenta corriente bajó a 726 millones de dólares. El
desempleo aumentó y muchas actividades económicas se vieron afectadas. Las
manufacturas crecieron sólo 2.1% y la construcción 1.1 por ciento. En 1972 se tomó la
decisión de aumentar los gastos públicos para expandir la producción, disminuir el
desempleo y mejorar la distribución del ingreso. Se pensó que entre mayor fuese la tasa
de crecimiento más tenderían las presiones de la demanda a aumentar los salarios y la
participación de la clase trabajadora. Había ocurrido lo contrario en periodos
inflacionarios anteriores, como el de los años cuarenta cuando la demanda hizo que los
precios aumentaran más de prisa que los salarios, pero esos eran tiempos de inmensas
reservas de mano de obra en el sector rural, que proveían una oferta abundante de
trabajadores a salarios de subsistencia.
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El rápido crecimiento de los años cuarenta, cincuenta y sesenta había empezado a


disminuir este "ejército de reserva" de mano de obra empobrecida, y la emigración a los
Estados Unidos había ayudado en el proceso, de modo que para 1970 se trataba menos
del desempleo que de una oferta y demanda relativas de mano de obra por nivel
educativo y de calificación. En otras palabras, el problema era el subempleo. Los
trabajadores mexicanos estaban laborando en tareas difíciles durante largas jornadas, a
menudo con tanta productividad física como los trabajadores norteamericanos, pero por
salarios extremadamente bajos. Por lo tanto se pensó que lo necesario para mejorar la
participación de los trabajadores era un crecimiento mayor de actividades empleadoras
de mano de obra en las manufacturas, la construcción, el comercio y los servicios, lo que
mejoraría los precios relativos en tales sectores y, en consecuencia, el nivel del ingreso
real de la clase trabajadora (Keesing, 1975, y Trejo, 1974). Sin embargo, la política de
gastos públicos de 1971-1972 no funcionó muy bien en la fase ascendente, porque al
aumentar los gastos del sector público disminuyó la inversión privada. En consecuencia,
el gobierno no pudo aumentar sus ingresos tributarios al ritmo requerido, de modo que
se encontró con un déficit multiplicado por tres como proporción del PIB y con la
necesidad de préstamos internos y externos mayores. La inflación mundial subsecuente
y la recesión económica de 1973 y 1974 tuvieron un efecto adverso sobre la economía
en forma de precios mayores y una menor demanda de exportaciones. En medio de un
elevado subempleo, esto hacía necesarios aumentos todavía mayores de los gastos
públicos, financiados en formas tradicionales. Aunado a los proyectos de inversión ya
iniciados en los campos de la electricidad, el petróleo y la petroquímica, los fertilizantes
y el azúcar, que se requerían con urgencia para evitar los estrangulamientos y permitir
el crecimiento sostenido, el nuevo gasto incrementó las presiones inflacionarias. A su
vez, la inflación interna frenó el crecimiento de las exportaciones en 1975 y 1976 que ya
se enfrentaba a un estancamiento de la demanda extranjera. La necesidad de divisas
escasas obligó al gobierno a continuar endeudándose en el extranjero a ritmo cada vez
mayor, y de nuevo se encontró con grandes déficit presupuéstales y comerciales y con
una deuda muy incrementada que finalmente condujeron a la devaluación del 1 de
septiembre de 1976. Las políticas del gobierno se parecían cada vez más a las de fines
de los años cuarenta y principios de los cincuenta, cuando la economía se aceleró para
expandir la infraestructura y la capacidad productiva. Se esperaba que el crecimiento
subsecuente de la producción y productividad permitiría apagar la lumbre de la inflación.

En relación con los ingresos del gobierno, el déficit había aumentado de 26 a 38%
entre ambos sexenios, y el financiamiento voluntario del déficit con fuentes internas
estaba disminuyendo. Del lado del ingreso, entre 1971 y 1975 siguieron aumentando las
percepciones federales; su participación en el PIB aumentó dos puntos de porcentaje
entre 1971 y 1975. Esto se debió al mejoramiento de la recaudación tributaria y a
moderadas reformas fiscales en 1973 y 1974. Pero los cambios eran pequeños y la
participación del gobierno seguía siendo baja de acuerdo con los patrones
internacionales. Otros factores contribuyeron a las ganancias fiscales observadas, dado
que la inflación de 1973, 1974 y 1975 alcanzó niveles de 12.5, 23.8 y 17%,
respectivamente. Estos aumentos generales de precios, seguidos por considerables
incrementos salariales, permitieron que el gobierno obtuviera mayores ingresos fiscales
por los más altos estratos del impuesto al ingreso nominal aplicables.
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CONCLUSIÓN
¿En qué periodo le fue mejor a México?

Tomando como base los datos de la UNAM se encuentra que en el desarrollo


estabilizador los principales resultados alcanzados con la aplicación de esta estrategia
se pueden resumir en un PIB que pasó de 4,567.8 mdd en 1950, a 35,541.6 en 1970, lo
que ubicó al país como la economía número 16 del mundo, cuando 20 años antes se
ubicaba en el lugar número 20 según autores de la época. El crecimiento se logró con
una tasa de inflación descendente de 16.7% en el año 1950, a 4.7% en 1970, la tasa
promedio del periodo se ubicó en 4.9%. El empleo en la economía aumentó a una tasa
promedio anual de 2.3%, superando ligeramente a la tasa de crecimiento de la población
económicamente activa. Los salarios mínimos en términos reales crecieron en 6.5%
promedio anual en el periodo, y por tanto su poder adquisitivo en términos de una canasta
básica se triplicó. El crecimiento promedio anual de la industria fue de 7.7% y el de las
manufacturas de 8.3%, tasas que superaron las registradas por los sectores servicios y
agropecuario. En contraparte, los déficit de la cuenta comercial y corriente de la balanza
de pagos crecieron a una tasa media anual de 15.1% y 9.7% respectivamente, al pasar
de 62.3 mdd en 1950 a 1,038.7 en 1970, para el primer caso, y de 203.2 mdd a 1,188.0
millones en el segundo, durante el mismo periodo (Huerta, H. y Chávez, M. 2003). No
obstante, la estrategia provocó dos problemas importantes, la acentuada desigualdad en
la distribución del ingreso y de la riqueza, y el marcado sesgo antiexportador del aparato
productivo, resultado del proteccionismo.

Por el lado del desarrollo compartido tenemos que los importantes montos de gasto
público canalizados hacia la infraestructura económica y social del país, hicieron posible
que la tasa promedio de crecimiento del PIB se situara en 6.3% anual, no obstante que
en 1982 se devaluó abruptamente el peso respecto del dólar (121.6%), y por
consecuencia la tasa de crecimiento del PIB en ese año fue negativa (0.5%). El
crecimiento del sector industrial (4.2% promedio anual), continuó siendo superior al del
sector agropecuario, aunque menor al de los servicios (7.2%). En particular fueron las
manufacturas las que mantuvieron su crecimiento a tasas más elevadas que el resto de
componentes del sector industrial (6.3%). A diferencia del periodo anterior el crecimiento
alcanzado se acompañó de una tasa de inflación a la alza, la cual pasó de 5% en 1971
a 98.8% en 1982, siendo la tasa promedio del periodo igual a 25.4%. El empleo aumentó
a una tasa promedio anual de 4.2%, menor a la registrada por la población
económicamente activa (5.1%). Los salarios mínimos reales, cayeron en 0.6% promedio
anual durante el periodo, y debido a ello su poder adquisitivo, en términos de la canasta
básica, se redujo a los niveles prevalecientes a mediados de la década de los años 60’s.
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Como resultado de la estrategia expansiva en el gasto público, el déficit del sector


presupuestario se incrementó de forma constante y significativa al pasar de 0.03% del
PIB en 1971, a 10.97% en 1982, contribuyendo a que el déficit en cuenta corriente se
agudizara al pasar de 928.9 mdd en 1971 a 6,220.9 en 1982, lo que representó el 3.2%
y 3.5% del PIB respectivamente. Para financiar tan espectacular crecimiento en el saldo
de la cuenta corriente de la balanza de pagos, en 1982 el sector público asumió una
deuda en los mercados internacionales de capital, con un monto de 5,549.1 mdd,
provocando que el saldo de la deuda pública con el exterior ascendiera en ese año a
58,874.2 mdd (Keesing, 1975, y Trejo, 1974). Al desplomarse la captación de divisas
procedentes del petróleo, inmediatamente se hicieron evidentes los desequilibrios
estructurales de la economía junto con el déficit externo, el fiscal, la reducción del ahorro
interno, el excesivo endeudamiento externo e interno y la acumulación de rezagos
productivos. En conjunto, estos elementos condujeron a una caída de la actividad
económica y a la reducción del ingreso per cápita. Además, la profundidad del
desequilibrio externo provocó que la moneda se devaluara bruscamente, impactando
negativamente sobre el saldo de la deuda externa expresada en pesos y repercutiendo
en la confianza de los agentes económicos, dando lugar a fugas de capital. El fin del ciclo
de expansión económica, apoyado en el auge petrolero, puso de manifiesto el
agotamiento del modelo, que se vio agudizado por la presencia de fenómenos de índole
externo, magnificando los desajustes macroeconómicos a niveles nunca antes vistos en
el país, situación que motivó la revisión a fondo de la estrategia macroeconómica. Por lo
tanto a manera personal doy respuesta a la interrogante antes planteada de que fue el
desarrollo estabilizador un “mejor” periodo para México que el desarrollo compartido.

REFERENCIAS
Huerta, H. y Chávez, M. (2003). Tres modelos de política económica en México
durante los últimos sesenta años. En Análisis Económico (Universidad Autónoma
Metropolitana). Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/413/41303703.pdf

Keesing, P. (1975). Employment and Lack of Employment in México, 1900-1970.


Memorándum de Investigación. Centro de Economía del Desarrollo, Williams College.

Reynolds, C. W. (1976). Por qué el desarrollo estabilizador de México fue en realidad


desestabilizador. Recuperado de
http://aleph.org.mx/jspui/bitstream/56789/6053/1/DOCT2065096_ARTICULO_6.PDF

Trejo, S. (1974). El desempleo en México: Características generales. Comercio


Exterior, XXIV.

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