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ANALISIS DE LA BRUJERÍA SEGÚN

EVANS-PRITCHAR (E-P)

Aelita Moreira Viñas

2016
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PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA DE CREENCIAS


AZANDE EN LA BRUJERÍA Y LOS ORÁCULOS

Las principales características del sistema de creencias de los azande están


asentados en la brujería, la magia y los oráculos. Evans–Pritchard1 (E-P en adelante) en
su libro nos introduce en un sistema de creencias complejo. Este sistema de creencias
está destinado a regular la vida cotidiana.

La brujería es un fenómeno orgánico y hereditario que se detecta mediante la


autopsia y se conoce su acción a través del oráculo del veneno.

Fenómeno orgánico y hereditario. Los azande creen que la brujería consiste en


una sustancia (una bolsa ovalada y oscura) que está en el cuerpo de los brujos. La
brujería al ser un fenómeno orgánico, puede ser inconsciente. Se dice que una brujería
es “fría” cuando la persona no practica la misma o es inoperante. La brujería se potencia
con la edad, y pueden ser brujos tanto mujeres como hombres, es heredable de padre a
hijo varón. En la noche, el alma de la brujería deja el cuerpo y viaja como una luz
brillante parecida a la que emiten las luciérnagas. En caso de existir deseo de dañar a
alguien, el alma del brujo es una luz que se mueve y brilla, desplazándose hacia la casa
de la persona objeto de la brujería. El mismo Evans-Pritchard da un testimonio de algo
que le sucedió en su propia persona al respecto, cuando observó una luz, y al otro día
verificó que se había muerto alguien que vivía en la dirección en la que se movía la luz,
dejando una interrogante al respecto.

La acción de la brujería establece una relación una relación causal entre el daño
que alguien recibe y el brujo que intencionalmente ( o no) causó dicho daño.

La muerte se atribuye a la brujería y debe ser vengada, generalmente mediante


compensaciones con la aceptación del príncipe. La corte del rey de esta manera, se
transforma en el único medio de acción legal, tanto el rey como sus representantes son
la fuente de la ley. En otras épocas se utilizaba como demostración la autopsia.

1
} Evans Pritchard, Brujería, magia y oráculos entre los azande. Anagrama, Barcelona, 1976.
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La autopsia: La brujería se revela en la autopsia, para ello es necesario abrir el


vientre, realizando dos incisiones mediante la cual proceden a extraer los intestinos
sobre una rama procurando encontrar la materia de brujería. Luego se colocan los
intestinos de vuelta en el vientre y se entierra el cadáver. Si se encuentra la materia de
brujería se confirma la acusación, y pueden colgar las entrañas en un árbol junto al
lindero de uno de los caminos que conducen a la corte del príncipe. En caso de que no
encontraran la materia de bujería podía ocurrir que se golpeara con los intestinos en la
cara de quienes los acusaron, o dejarlos secar al sol y llevarlos a la corte. Las incisiones
y el entierro debía realizarlo un hermano de sangre y se procedía a limpiar todo el sitio
luego del ritual para enterrar al cadáver.

Las autopsias se realizaban en público al borde de la tumba con asistencia de los


parientes. Sin embargo, el mismo rey Gbudwe consideró la práctica opuesta a la ley y
estableció el oráculo del veneno el veredicto final. Si la autopsia no revelaba brujería en
el acusado, se reclamaba una compensación por parte de los parientes del acusado. A
veces se utilizaba el método de la autopsia para limpiar el buen nombre de alguien.

Otros agentes malignos: A veces la brujería se encuentra en los perros y se


asocia a animales o pájaros. Es interesante la reflexión que el autor hace respecto al
temor de los azande por los gatos salvajes, a los que les asignaban propiedades de
procrearse con los humanos. Asimismo, manifestaban temor a los murciélagos a los que
veían como vehículos del alma de los brujos.

La brujería formaba parte de la vida cotidiana, explicaba los hechos


desafortunados, constituye una clasificación de desgracias que son perjudiciales para el
hombre. Los azande creían que hay una causación mágica de los fenómenos y los
acontecimientos, estaría íntimamente ligada a su vida cotidiana, y la brujería explicaría
las circunstancias concretas en la cadena causal que termina en un daño. Su concepto no
contradice el conocimiento empírico de causa-efecto. Reconocen que un techo se cae
por acción de las termitas, pero la brujería es la que explica por qué se cayó en ese
momento determinado.

La brujería está ligada siempre a sentimientos de odio, celos, envidia,


murmuración, calumnia y avaricia. El simple sentimiento no daña, sólo cuando la
persona que lo posee es brujo. Es así que un azande sufre una desgracia y cree que ha
sido embrujado, entonces consulta al oráculo para saber quién fue. Generalmente las
sospechas están ubicadas en el entorno ya que los sentimientos dañinos provienen de los
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vecinos o personas con las que se involucran en el quehacer diario. En ese sentido, su
creencia es que existe algo volitivo y moral en la brujería.

La brujería ataca a las personas del entorno, si alguien quiere alejarse de la


acción del brujo puede cambiarse de comunidad para quedar fuera de su alcance.

Seligman plantea en el prólogo del libro: “aunque la bujería es física, el alma de


la brujería es incorpórea, y de hecho se trata de un envío del brujo que ataca a la víctima
de ésta”. Si se interroga a los azande sobre lo que entienden por bujería sólo pueden
definir la cadena de acontecimientos perjudiciales sobre la persona en la que recaen.

El oráculo: las actividades perjudiciales para una persona son sancionadas por el
oráculo, que de esta manera regula las relaciones sociales y asegura el orden social.

Las personas que consultan el oráculo son aquellos que se sienten afectados por
alguna desgracia que les ocurre. El oráculo del veneno está reservado para los hombres,
y en la consulta participa el propietario del veneno, la persona que da el veneno a las
aves quien es la responsable del oráculo. La administración del veneno y se realiza
mediante una serie de ritos, que incluyen la utilización de una calabaza con agua, la
utilización de un pincel para administrar el veneno y el uso de un filtro para obligar a las
aves a comerlo. Durante la consulta el autor asiste a algunos estribillos tradicionales, y
alabanzas para formular las preguntas, que van en dos órdenes: primero aquella cuestión
que exige una respuesta afirmativa. El veneno consiste en un polvo rojo extraído de una
enredadera selvática y conforme las aves mueran o vivan reciben respuestas a las
preguntas planteadas. Resulta interesante la reflexión del autor de que la enredadera de
la que se extrae el veneno se encuentra lejos y debían de hacer largos viajes para
conseguirlo, lo cual lo lleva a preguntarse si esta práctica no les fue trasmitida en
contacto con otras culturas.

El oráculo del veneno es un elemento regulador de la vida pública y privada de


los azande. A diferencia del pensamiento europeo, el oráculo no es más que un polvo
rojo, que actúa como si se “oyera como una persona y resuelve casos como un rey, pero
no es una persona ni un rey, simplemente un polvo rojo. De esta manera, la brujería
mantiene los instintos agresivos volcados a los compañeros de vida y no a un ser
superior o sus antepasados.

”.
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El propio EP en su introducción plantea que el objetivo de su libro es estudiar las


relaciones de las prácticas y creencias y mostrar como forman un sistema racional, y
cómo ese sistema se manifiesta en el comportamiento social. Se plantea preguntas
sobre si su comportamiento es tan diferente del nuestro.

La brujería toma parte de la vida cotidiana, es una clasificación de desgracias


que son perjudiciales para el hombre. Los azande creen que hay una causación mágica
de los fenómenos y los acontecimientos. Los azande consultan al oráculo sólo en
cuestiones que afectan a su salud y a sus más serias actividades sociales y económicas.
Se realiza la consulta al oráculo y se le solicita que desista de la brujería escupiendo el
ala del pollo. Todo ello en forma civilizada y cordial. Esto no exime muchas veces de la
mentira para evadir el cumplimiento de un evento. En síntesis, la brujería está
controlada por la sociedad, no es de libre arbitrio de los brujos, ni tampoco deja librado
a cualquiera la acusación de brujería a una persona, por tanto funciona el control de la
sociedad igual que en el mundo occidental, de una manera quizás incomprensible para
nosotros.

Los azande enfrentan la brujería mediante arengas públicas, en forma dramática


poco después de la puesta del sol o al amanecer. Los rituales, la brujería y el oráculo
tienen como fin regular la vida social de los azande, ya que elimina la fricción y actúan
como carácter coactivo de las acciones habituales. La utilización de intermediarios entre
partes en conflicto evita los enfrentamientos personales. Es por ello que el oráculo se
vuelve una herramienta de regulación social, ya que no basta la acusación en sí misma,
hay que demostrarlo por el oráculo del veneno y debe haber un testigo que garantice su
equidad. Interesa que ambas partes no queden distanciadas, ya que luego estarán
compartiendo la vida cotidiana. Lo que se pretende es poner de buen humor al brujo
siendo educados con él y éste sentirse agradecido por haberle advertido a tiempo de su
acción negativa a causa de sus malos sentimientos. Cuando el brujo escupe en el ala del
pollo, enfría su brujería y asegura reparar el daño de esta manera, evita la venganza y el
enfrentamiento personal.

El brujo plantea no ser consciente del daño a la persona en cuestión y realiza el


rito del agua. Puede existir la circunstancia de que finja el arrepentimiento, en cuyo caso
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se comienza una nueva ronda de consultas o se realiza la presentación formal del ala de
pollo a través de la mediación del delegado del príncipe.

E–P, procura demostrar que el comportamiento de los azande, aunque sujeto a


sus creencias en la brujería, es consistente y tiene coherencia. El zande entiende
claramente la relación causal entre un hecho determinado por ejemplo la caída de un
techo o la rajadura de una vasija, y la causa del mismo, pero no se explican por qué
sucede eso en un momento determinado y no en otro. No hay explicación para que el
hecho de que dos cadenas causales se crucen en un determinado momento y lugar, en
consecuencia ellos responden: es por la brujería. Su creencia no contradice el
conocimiento empírico de causa y efecto, percibe cómo suceden de la misma forma que
la civilización occidental, sin embargo la evidencia de la brujería son las circunstancias.
Esta forma de pensamiento es incompatible con la nuestra, debido al pensamiento
científico y objetivo del mundo occidental.

Sin embargo, aún en el mundo occidental a veces se recurre a este pensamiento


mágico, por ejemplo, cuando se cruza un gato negro se predice una desgracia, pasar por
debajo de la escalera da mala suerte, existe el “mal de ojo”, el color rojo se usa contra la
envidia, y así hay muchos ejemplos en que el mundo occidental utiliza un pensamiento
mágico para explicar un hecho desafortunado. ¿Cuánto hay de cercanía con el
pensamiento mágico de los azande? El mismo José P. Varela2 en uno de sus textos
alude a que un fenómeno climático (caída de meteoritos) es para algunas personas
símbolo del poder divino y para otros un fenómeno atmosférico hermoso, por lo que
preconizaba la educación como forma de contrarrestar la ignorancia.

La prohibición de la autopsia modificó una forma de control social, reforzando


a partir de allí la autoridad del príncipe, que es el autorizado para validar el oráculo. Así,
se refuerza poderes en individuos con los cuales luego puede transar, negociar, o
dominar.

E-P desecha la idea antropológica de la línea evolutiva de una sociedad, plantea


que no existe una línea evolutiva única y ve en los azande una lógica sofisticada. Su
gran mérito consiste conectar la brujería con las acciones de la vida cotidiana, en lugar
de enfocarlo en la espiritualidad. No hay un interés en definir los oráculos, la brujería y

2
Varela José P., La educación del pueblo, Capítulo II. La educación destruye los males de la ignorancia.
Montevideo, 1964.
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la magia como tipos ideales del pensamiento, los describe al decir de Geertz3 como
”diapositivas antropológicas”, quien describe a sus libros son simples fotos de lo que
describen o como bocetos tomados al natural. Este es el resultado de traducir en
imágenes que pueda visualizar el lector, recurso por el que las personas pueden entender
la realidad de esa parte de la cultura azande.

El método científico es para E-P el único válido, sin embargo, hay para los
azande una esencia en la cadena causal, no se ve, no obstante, creemos en ella. Los
azande son racionales pero no pueden probar sus dichos porque los brujos no existen, y
en el caso de la cultura occidental la ciencia procede a probar fuera del pensamiento en
forma objetiva sus premisas e hipótesis. Esto demuestra la diferencia entre el
pensamiento zande y el del individuo occidental. Los azande explican la configuración
de los procesos a través de la brujería, con lo cual el sujeto se configura en su vida
social. Hay una racionalidad explícita en sus ritos y costumbres.

En la sociedad occidental creemos que existe una cadena de elementos en la que


basamos nuestra creencia de que por ejemplo un antibiótico nos va a curar. No vemos la
cadena que explica su fabricación, porque confiamos en el método científico que lo
comprobó objetivamente y fuera de nuestra subjetividad; esto nos separa del
pensamiento mágico.

Peter Winch4 analiza la forma en que E-P afirma que las creencias de los azande
contradicen nuestros esquemas racionales y son falsas, en consecuencia plantea que esto
responde a la visión y concepción del mundo occidental. El pensamiento occidental y la
visión de la realidad, bajo la lupa del pensamiento científico, sólo puede analizar los
hechos objetivos fuera del individuo, es decir, fuera de la subjetividad.

En la cultura occidental, si una olla se rompe analizamos por qué pasó esto desde
el punto de vista científico y lógico, en el caso de los zande consultan el oráculo, por lo
que su pensamiento es lógico pero acientífico. Este autor manifiesta que E-P no
comprende que los azande ven desde su realidad y que esta sería tan válida como la
nuestra. Los azande ven los hechos igual que nosotros, pero su percepción de cómo
suceden es diferente.

3
Geertz, Clifford. El antropólogo como autor. Ed. Paidós. Barcelona. Reimpresión 1997. Pág 59.
4
Winch Peter. Para comprender una sociedad >Primitiva. Oxford,1979

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