Sie sind auf Seite 1von 3

BREVE RESUMEN SOBRE LAS CARTAS A LA EDUCACIÓN

ESTÉTICA DEL HOMBRE-SCHILLER.

Friedrich Schiller escribió las Cartas sobre la educación estética del hombre en
el contexto convulsionado de la Revolución Francesa, la conmoción que tiene lugar en
el país lo llena de horror. En las Cartas caracteriza al presente como una época de
salvajismo y por el otro de un estado de relajación y depravación del carácter: dos
extremos de la decadencia humana.

La obra se divide en tres partes: la primera comprende las cartas I-IX, la segunda
abarca de la X a la XVI y la tercera se extiende desde la XVII a la XXVII. Todas estas
se sostienen sobre una base filosófica kantiana, que el mismo Schiller lo reconoce en su
primera carta.

En la primera parte de las Cartas se plantea que lo único que puede curar el
estado de decadencia en el que se encuentra sumergida la sociedad es el arte. Es este
medio el capaz de elevar al hombre por encima de la necesidad material y guiarse por
las normas de la necesidad de los espíritus. Schiller propone resolver la cuestión política
a través de la belleza, de lo estético porque considera que a través de la belleza se
alcanza la libertad espiritual.

Según Schiller, el hombre aún no está educado para el estado ideal ya que nos
encontramos frente a una sociedad que está gobernada por los intereses materiales,
utilitarios y políticos que no es capaz por lo tanto de ascender en espíritu como es
necesario. La razón demanda unidad, pero la naturaleza exige diversidad y el hombre es
requerido por ambas legislación, está tironeado.

Se plantea que el “hombre en el tiempo” debe ascender al “hombre en la idea”,


para así alcanzar la libertad. Para lograr ser un espíritu libre es necesario abandonar la
realidad objetiva y material para elevarse al plano de la idea que es la razón pura. El
hombre debe cambiar el “Estado de necesidad” por el “Estado de libertad”. La
necesidad más urgente de la época es educar la sensibilidad.

El hombre está en desequilibrio, y este se expresa desde una contradicción


interna de dos maneras: el “hombre salvaje” dominado por los sentimientos y el
“hombre bárbaro” inclinado a los principios.
Schiller encuentra un modelo de hombre proveniente de la naturaleza griega.
Plantea que entre los griegos existió unidad, un estado ideal, que reconcilió la razón con
el espíritu. Con el objetivo de ilustrar las contradicciones que se observan en el hombre
moderno, explica que en caso de querer establecer un modelo de hombre griego es
absolutamente posible pero en la modernidad no se puede ejemplificar con un modelo
de hombre. Al hombre antiguo le daba sus formas la naturaleza que todo lo une,
mientras que el moderno es moldeado por el entendimiento que todo lo separa. La
modernidad llegó para romper el lazo con la naturaleza humana, y se comienzan a
borrar los límites de individualidad e independencia. El ser comienza a desmembrarse.

En la segunda parte de las Cartas, Schiller se esfuerza por aclarar la esencia de la


belleza. De la separación del espíritu con la materia, resultan dos conceptos: la persona
y el estado, y de eso se desprenden dos impulsos: el impulso material u objetivo y el
formal o subjetivo. El primero radica en la naturaleza sensorial del hombre y lo
convierte en materia dentro de los límites del tiempo, la personalidad está anulada
mientras la sensación lo domina y el tiempo lo arrastra consigo. El segundo tiene sus
raíces en la naturaleza racional del hombre y tiende a ponerlo en libertad a establecer
armonía y a afirmar su persona frente a todos los cambios del Estado.

La unión de ambos impulsos, de lo vivo y lo formal, la procura el impulso de


juego al elevar al hombre a una vida superior más pura. Este tiende a anular el tiempo
en el tiempo a poner de acuerdo el devenir con el ser absoluto y el cambio con la
identidad, pone las normas al servicio del hombre. Al sintetizar ambos impulsos, el
juego combina sensibilidad y razón.

En la tercera y última parte de las Cartas Schiller trata de cómo se ha de llegar a


un estado intermedio entre materia y forma, de cómo se logra el equilibrio entre ambas.
Cuando el equilibrio entre ambas se deshace resultan dos clases de belleza: belleza
melodiosa (si predomina la materia) y belleza enérgica (si predomina la forma).

Con la pérdida del equilibrio el hombre pierde su libertad, y el espíritu libre solo
existe en la actuación conjunta de sus dos naturalezas, en ese impulso de juego. Ese
estado ideal, de equilibrio intermedio es el estético. La belleza es ciudadana de dos
mundos, recibe su existencia en la naturaleza sensorial y exige el derecho de ciudadanía
en el mundo de la razón. Lo necesario es la educación estética del hombre, solo el buen
gusto produce armonía en la sociedad.

Das könnte Ihnen auch gefallen