Sie sind auf Seite 1von 21

EL COOPERATIVISMO DE VIVIENDA

EN URUGUAY Y BRASIL COMO PARTE


INTEGRANTE DE LA ECONOMÍA
SOCIAL

XVI Congreso de Investigadores en Economía Social y Cooperativa


Economía Social: crecimiento económico y bienestar

Flávio Henrique Ghilardi


Instituto de Pesquisa e Planejamento Urbano e Regional
Universidade Federal do Rio de Janeiro (Brasil)

1
RESUMEN

La producción social de la vivienda en América Latina se presenta actualmente como


una importante solución de garantía al derecho a la ciudad para los más pobres en
esos países. Desde la segunda mitad del siglo XX, movimientos organizados de la
sociedad civil empezaron a constituir estrategias alternativas a la lógica capitalista
de estructuración del ambiente urbano latinoamericano. Apoyándose en mecanismos
solidarios de construcción de viviendas, equipamientos urbanos y, también, de la
ciudad, la economía social propia de la autoconstrucción espontánea de las periferias
urbanas es organizada en novedosas técnicas de autogestión del hábitat y en formas
colectivas de gestión del uso del ambiente construido.

La comunicación reconstruye la trayectoria reciente de la constitución de la


producción social de la vivienda en Brasil y Uruguay. Al final de los años 1960 se ha
organizado en Uruguay un modelo cooperativista de producción de viviendas, el cual,
hasta hoy, se basa en elementos de la propiedad colectiva, la federación de
cooperativas y la ayuda mutua. Con medio siglo de existencia, la experiencia
uruguaya se ha consolidado como un exitoso modelo cooperativista de vivienda y,
también, como fuerte movimiento organizado de la sociedad civil local.

En Brasil, desde mediados de los años 1980 en la región metropolitana de São Paulo,
la población organizada en movimientos de lucha por la vivienda ha creado nuevas
formas de apropiación del ambiente construido, defendiendo la autogestión de todo
el proceso de construcción de la vivienda. La experiencia brasileña de São Paulo tiene
como referencia e inspiración el modelo uruguayo, y desde los años 1990 se ha
difundido para otras regiones del país, como es el caso de Rio de Janeiro - analizado
acá en mayores detalles.

La comunicación, entonces, cuestiona como se tornó posible que los contextos tan
distintos, que han constituido las bases de las experiencias de producción social de
la vivienda en Uruguay y Brasil, produjeron modelos de cooperativismo de vivienda
con gran impacto político en la estructuración del ambiente urbano. Se analizan, así,
los diferentes contextos políticos, económicos y sociales de Brasil y Uruguay para
comprender las especificidades de cada uno de los modelos.

Desde esa perspectiva se debaten, al final, algunas cuestiones acerca de los


elementos del cooperativismo de vivienda como parte integrante de la economía
social. Se abordan dos puntos que se destacan en los modelos analizados. Desde
Uruguay se analiza la propuesta de la propiedad colectiva de la vivienda como forma
de desmercantilización de la mercancía vivienda. Desde el modelo brasileño se
analiza la autogestión en el proceso de construcción de vivienda como estrategia de
control sobre el proceso de producción capitalista del hábitat.

PALABRAS-CLAVE: Brasil, cooperativas de vivienda, producción social del hábitat,


Uruguay.

2
1. INTRODUCCIÓN

La reproducción de la vida del trabajador en las ciudades de América Latina se


estructura bajo la lógica de la continuidad de las condiciones de sobreexplotación en
el mundo del trabajo sobre sus condiciones de vida en la urbe. Como argumenta el
sociólogo Kowarick (1993), el trabajador latino-americano se encuentra sometido a
las propias condiciones de explotación capitalista en su trabajo y, en su vida en la
ciudad, a lo que ha denominado "expoliación urbana", considerada como "el
sumatorio de extorsiones que se operan a través de la inexistencia o precariedad de
los servicios de consumo colectivo (...), y que agudizan aún más la dilapidación
desarrollada en el ámbito de las relaciones de trabajo" (Kowarick, 1993: 63;
traducción propia).

En ese proceso de "expoliación urbana", la estructuración de las ciudades latino-


americanas obedece a la lógica de la producción de amplios territorios sin acceso a
la urbanidad. Las garantías del derecho a la ciudad se circunscriben a los pequeños
espacios urbanos reservados a las elites locales. Como señala Maricato (1982), una
gran parcela del territorio de esas ciudades es construida bajo prácticas de
autoconstrucción de la vivienda y de la precariedad en el acceso a los servicios
urbanos.

La autora, al analizar la producción de la vivienda y de la ciudad por el proletariado


urbano, ha identificado la especificidad de la alternativa de la autoconstrucción como
característica principal de las ciudades latino-americanas. De acuerdo con ella, "si la
vivienda, la infraestructura urbana, y los equipamientos constituyen mercancías, si
la política de vivienda es centralizada y elitista, y si por otro lado el sueldo es
mantenido a un nivel abajo de aquel que posibilitaría la compra de esos bienes, las
necesidades son en gran parte suplidas por la practica de la autoconstrucción"
(Maricato, 1982: 82; traducción propia).

Una intensa dinámica económica subyace a los territorios de los más pobres en las
ciudades latino-americanas, formando el que se ha denominado como "economía
popular". Una economía que no acompaña a los patrones de la economía formal,
siendo formada por diversos y poco conocidos medios de relaciones con la dinámica
de reproducción de la vida en la ciudad. Como apunta Coraggio (1998: 44), "los
elementos de la Economía Popular son las unidades domésticas que dependen
principalmente del ejercicio de su trabajo para lograr su reproducción biológica y
cultural". La economía popular de la periferia, así, desarrolla diversos modos de
relación con las unidades domesticas, el fondo de trabajo y los flujos económicos.

En los últimos cincuenta años, algunos experimentos políticos apuntan a la


construcción de alternativas para la estructuración del escenario urbano de las
ciudades latinoamericanas. Originados desde el medio de la economía urbana
periférica, se valen de innovaciones políticas para organizar formas alternativas de
autoconstrucción del ambiente urbano. En algunos territorios de la clase trabajadora
se organizan propuestas y practicas de autogestión de la producción del espacio
periférico de los sectores más pobres de la sociedad. Se crearon formas de
organización de la autoconstrucción aislada de la vivienda popular en mecanismos de
producción solidaria, justa y eficaz de la vivienda.

Ese conjunto de prácticas y concepciones se ha condensado alrededor del concepto


de "producción social del hábitat". Como define Ortiz Flores (2002: 31), ese concepto
se refiere a la producción del hábitat “que actúa sin fines de lucro, por iniciativa y
bajo el control de una empresa social promotora, que puede ser una organización de
base de pobladores (cooperativas, asociaciones, mutual, sindicato, etc.), o una
organización profesional no gubernamental (algunos de los tipos de ONG, centros de

3
asistencia técnica, institutos populares de vivienda, asociaciones civiles pro-vivienda,
etc.), que produce viviendas y conjuntos habitacionales, que se adjudican a
demandantes, generalmente de bajos ingresos, pero con alguna capacidad de ahorro,
que participan activamente desde las primeras fases del proceso habitacional”. Hay
una diversidad de prácticas y concepciones en toda América Latina que se configuran
como producción social del hábitat, siendo diversas entre sí y, muchas veces, con
influencias múltiples.

En Uruguay, durante la década de los años 1960, se organizó un innovador sistema


cooperativo de producción de viviendas. A partir de experiencias piloto, se promulgó
una Ley Nacional de Vivienda que apoya la creación de grupos de cooperativistas
para la construcción de sus propias viviendas. El sistema tiene una amplia inserción
en la sociedad y se ha consolidado hasta la contemporaneidad. La gran innovación
del sistema es la creación del modelo de construcción colectiva de la vivienda por
aporte de ayuda mutua, o de ahorro previo, y la autogestión de la obra. Además, la
propiedad es colectiva, o sea, es de la cooperativa.

El sistema cooperativo de producción de viviendas en Uruguay rápidamente se volvió


referencia en varios países de América Latina. En los años 1980, nuevos movimientos
sociales, en Brasil, expandieron sus formas de lucha política en la ciudad,
desarrollando nuevos métodos de organización de la autoconstrucción de la vivienda
popular. En las regiones de São Paulo y Rio de Janeiro, algunos movimientos sociales
se inspiraron en la experiencia uruguaya y desarrollaron propuestas de autogestión
de la producción de la vivienda por los más pobres de la sociedad. La producción
social de la vivienda, en Brasil, se consolidó en principal reivindicación de luchas de
los movimientos sociales urbanos, concretizándose en importante mecanismo de
garantía del derecho a la vivienda digna.

La comunicación, así, intenta analizar las experiencias uruguaya y brasileña en la


producción social del hábitat, explorando las especificidades de cada contexto. Se
emprende un abordaje sobre los contextos sociales, políticos y económicos de cada
experiencia, señalándose las distintas bases desde donde emergieron.
Posteriormente se presentan algunas cuestiones contemporáneas enfrentadas por
cada uno de los modelos.

Desde tal perspectiva, se intenta apuntar elementos para la reflexión sobre el


cooperativismo de vivienda como parte integrante de la economía social. Desde la
"periferia" del sistema-mundo, se lanza una mirada sobre las especificidades del
cooperativismo de vivienda en la economía social.

2. EL COOPERATIVISMO DE VIVIENDA EN URUGUAY

2.1. El origen y el desarrollo

La experiencia cooperativa de producción de vivienda en Uruguay se inició a partir


de tres experiencias piloto en el interior del país en el año 1966. Con la iniciativa del
Centro Cooperativista Uruguayo - CCU (una asociación civil sin fines lucrativos
fundada en el año 1961), se emprenden tres proyectos en tres ciudades diferentes:
Isla Mala, Fray Bentos y Salto. En Isla Mala fue organizado un grupo de asalariados
rurales, en Fray Bentos un grupo con empleados públicos y en Salto una organización
de ferroviarios. En estos tres proyectos se propugnaba la producción de vivienda por
familias organizadas en cooperativas (en aquel momento, sin reglamentación
específica, como cooperativas de consumo), con su propia mano de obra, bajo
supervisión técnica, para la construcción de las viviendas (Nahoum, 2008a).

4
A finales de 1968 el parlamento uruguayo aprobó la Ley Nacional de Vivienda (nº
13.728). Elaborada como una iniciativa del estado para enfrentar la crisis económica
del sector inmobiliario en aquel periodo, la ley presentó en su capítulo X la modalidad
de financiación a las cooperativas de vivienda. Las obras de las cooperativas piloto
estaban en construcción cuando se debatía, en el parlamento, la Ley Nacional de
Vivienda, y fueron una importante influencia en el diseño del capítulo sobre el
cooperativismo (Pessina, 2008).

En su capítulo X, la Ley Nacional de Vivienda prevé diferentes modalidades de


construcción por cooperativas, organizándose el "modelo" cooperativo de vivienda en
el Uruguay. Hay una primera distinción entre aquellas de "propietarios" - en las cuales
luego de la construcción de la vivienda, esta será propiedad de cada cooperativista -
y aquellas de "usuarios" - donde terminada la construcción de la vivienda, esta será
propiedad de la cooperativa, teniendo el cooperativista una cuota-parte como unidad
de residencia.

El régimen de construcción puede ser emprendido bajo dos modalidades: por ayuda
mutua, cuando el núcleo familiar utiliza su propia mano de obra en la construcción,
correspondiente a quince por ciento del valor de la financiación; o, entonces, por
ahorro previo, cuando los cooperativistas contribuyen, de forma monetaria, con
quince por ciento de la financiación y realizan solamente la administración de la obra.
En el 1969 se constituyó la Federación Nacional de Cooperativas de Vivienda
(FECOVI) representando las cooperativas de ahorro previo y, en 1970, se constituyó
la Federación Uruguaya de Cooperativas por Ayuda Mutua (FUCVAM), que representa
las cooperativas de ayuda mutua.

A partir de los años 1970, con la reglamentación del capítulo sobre el cooperativismo
de vivienda en la Ley Nacional, el gobierno uruguayo empezó a financiar de forma
más sistemática las cooperativas de vivienda. Éstas deberían obtener una personería
jurídica y tener sus proyectos aprobados por el gobierno nacional, así como elegir y
contratar un Instituto de Asistencia Técnica - IAT para la elaboración de los proyectos
y para la orientación de la obra. Los IATs también son reglados por la ley, debiendo
estar habilitados por el gobierno nacional y desarrollar trabajos de carácter
interdisciplinar.

Como señalan algunos estudios (Chávez y Carballal, 1990; Frens-String, 2011;


González, 20013), el origen social y económico de los grupos que conformaron las
experiencias iniciales de la producción cooperativa de vivienda en Uruguay se
encuentra en una clase obrera que se formó en el comienzo del siglo XX. Como
apunta Nahoum (2008a: 26), "la extracción obrera de buena parte de los integrantes
de los grupos ha sido, además, un poderoso factor de organización, de disciplina y
de concientización".

Los datos de la ocupación obrera entre 1936 y 1999 destacan que el pico en el
volumen de trabajadores en el sector industrial ocurrió a fines de los años 1950
(Martí: 2006). Aprovechándose de un contexto macroeconómico facilitado por un
entorno internacional tras la Segunda Guerra Mundial, Uruguay consolidó un modelo
de sustitución de importaciones que le permitió la constitución de un circuito
industrial que hizo emerger una clase obrera que desarrolló un fuerte sentido de
unión gremial (Bértola y Bertoni, 2014).

Fue en 1964 que se concretizó la iniciativa de unificación sindical en Uruguay,


intentada desde comienzos del siglo (Porrini, 2002). Supervielle y Pucci (2005: 45)
resaltan que el “modelo” sindical uruguayo tiene una característica intrínseca
justamente en la actitud no intervencionista del estado en su formación. Como
apuntan, “la subordinación del movimiento sindical al Estado, que se expresó en
forma nítida en el peronismo en Argentina y en el varguismo en Brasil, no tuvo su

5
correlato en las formas populistas uruguayas, que se mantuvieron fieles a la tradición
liberal que las inspiró". Así, antes del final de la década de 1960 hubo en Uruguay un
sindicalismo con una “cultura” sindical bien definida y trabajadores protegidos por
reglamentaciones estatales, en un escenario de crisis económica y de crecimiento de
la represión política (Bértola y Bertoni, 2014).

Concebida en una coyuntura económica de industrialización vía sustitución de


importaciones y de garantías laborales resultantes de las reformas sociales desde
comienzos de siglo, la estabilidad de la clase obrera proporcionó el terreno para la
formación de un determinado “ethos" de clase, el cual fue impulsado por la disciplina
de organización gremial. Condición que se aprovechó en la consolidación del modelo
uruguayo de cooperativas de vivienda. Como argumenta González (2013: 45), esos
trabajadores "fueron así capaces de plasmar, en el diseño y el proyecto de su barrio,
todo cuanto albergaba en ellos de esa reserva moral de clase”. Por lo tanto, una
determinada “cultura de clase” de los trabajadores uruguayos de mediados del siglo
XX creó un contexto socio-laboral desde el cual se nutrió la constitución de las
pioneras experiencias de producción cooperativa de vivienda.

El movimiento cooperativista de producción de viviendas en el Uruguay también se


constituyó desde una cultura política que agrega elementos bien específicos de
formación, los cuales posibilitan comprender ciertas especificidades de su fuerza
política en la sociedad civil. Expresión de ese aspecto fue el papel político desarrollado
por el movimiento durante la dictadura militar. Con la imposición del estado de
excepción dictatorial a partir del 1973, las cooperativas de vivienda se volvieron
"refugio" para los militantes que no fueron para el exilio (Nahoum, 2008a). Además,
desde el comienzo de los años 1980, el movimiento cooperativista de vivienda
- liderado por FUCVAM - desarrolló un destacado papel político en la sociedad civil,
en el frente de lucha por la apertura democrática del país (González, 20013).

Con la reapertura democrática y el contexto neoliberal que señala el modelo


económico de gestión de la economía en los años 1990, el movimiento cooperativista
de vivienda nuevamente reinventó su acción política (Machado, 2002). Cuatro líneas
de acción son desarrolladas en esa década: la lucha por el acceso a la tierra
urbanizada (González y Alaggia, 2004); la acción con trabajadores de muy bajos
ingresos (Filippini, 2008); el reciclaje de viviendas en el área central de Montevideo
(Vallés, 2008); y la difusión del "modelo" para otros países de la América Latina y
Central (Nahoum, 2008b).

En la primera línea de acción, FUCVAM tenía, en el final de la década de 1980, varias


cooperativas filiadas que se formaron luego de la apertura democrática, pero sin
perspectivas de concretización, pues que el gobierno nacional no retomó la concesión
de las personerías jurídicas. En ese momento hubo un gran aumento en los desalojos
en Uruguay y también el crecimiento de los asentamientos precarios urbanos
("cantegriles") en la periferia de Montevideo.

Frente a ese contexto, FUCVAM reunió tales grupos y en el debate con ellos emergió
la propuesta de ocupación de tierras urbanas como mecanismo de lucha política
(González y Allagia, 2004). A pesar de las dificultades de negociación con el gobierno
nacional, la estrategia tuvo su éxito con la elección del partido Frente Amplio para la
Intendencia de Montevideo en 1989. Desde entonces se estructuró una cartera de
tierras urbanas para los proyectos de las cooperativas de vivienda.

La segunda línea de acción de la entidad fue realizada con trabajadores de bajos


ingresos. El modelo neoliberal adoptado en Uruguay hizo una intensa reconfiguración
del mundo del trabajo, con la promoción del trabajo flexible y de bajos ingresos.
FUCVAM nunca había organizado grupos con cooperativistas de tal perfil y, a partir
de un polémico debate, crió la Comisión de Vivienda Alternativa, apoyando un primer

6
proyecto piloto, el cual generó la cooperativa COVIITU 78, con personas desalojadas
de la Ciudad Vieja de Montevideo (zona céntrica).

Desde la experiencia de COVIITU 78 surgieron otros grupos con el mismo perfil. De


acuerdo con Filpplini (2009), los grupos de bajos ingresos tienen una inconstancia en
el cumplimiento de las horas de ayuda mutua y dificultades para trabajar de forma
organizada en grupos cooperativistas y con personal contratado. Según sus palabras,
“si bien la emergencia surge por la falta de vivienda, existe otra urgencia anterior y
más fuerte, que actúa como una condicionante de cualquier solución de ésta y otras
problemáticas sociales: la falta de trabajo. Que constituye una necesidad para la
subsistencia, pero también para una cultura de vida” (Filippini, 2008: 137).

La tercera línea adoptada por FUCVAM fue el reciclaje de viviendas en el área central
de Montevideo. De acuerdo con Vallés (2009), la Intendencia en 1990 empezó a
desarrollar programas pilotos que intentaban promover experiencias de cooperativas
por ayuda mutua en operaciones de reciclaje de viviendas en el casco céntrico de la
ciudad. Entonces fueron desarrollados cuatro proyectos piloto: "Mujefa", con mujeres
jefes de hogar, "Las Bóvedas", en un predio histórico, "Pretyl" y "Goes". A partir de
esos proyectos fueron desarrollados otros más en el casco céntrico de Montevideo.

En el comienzo de los años 2000 ocurrió un cambio en el escenario político y


económico del Uruguay con la elección del partido Frente Amplio en 2005 para el
Gobierno Nacional (Chávez, 2005). Cambios institucionales y aportes de recursos
presupuestales en el modelo cooperativo de producción de la vivienda constituyeron
un nuevo contexto para el sector. Actualmente, entre los años 2010 y 2014 fueron
otorgados préstamos para 305 cooperativas, para la construcción de 9.913 viviendas.
El programa de apoyo a las cooperativas correspondía, en el Plan de Rehabilitación y
Consolidación Urbano-Habitacional, a casi 29% de las unidades terminadas en el
período 2010-14 (MVOTMA, 2015), apuntando para el crecimiento de la prioridad de
la inversión del estado en el sector.

2.2. Cuestiones contemporáneas

Para analizar el escenario contemporáneo del cooperativismo de vivienda en


Uruguay, presentamos la sistematización de algunas cuestiones que están en debate
actualmente. Esas cuestiones fueron recorridas en trabajos de campo desarrollado
recientemente, entre los años 2015 y 20161. A partir de la presentación de algunos
conjuntos de cuestiones, se analizan rápidamente los principales temas debatidos en
el sistema cooperativo uruguayo, a los efectos de dialogar con los objetivos de la
comunicación.

2.2.1. Limitación de tamaño y de financiamiento de equipamientos colectivos

La nueva reglamentación establecida por el gobierno nacional en el año 2008


establece el tamaño máximo de 50 familias por cooperativa, un límite definido en el
período de la dictadura militar que no se ha cambiado. En el período inicial del
cooperativismo de vivienda en Uruguay (entre finales de los años 1960 y comienzos
de los 1970) se produjo grandes conjuntos de viviendas (algunos con más de 800
unidades habitacionales), en gran parte por la adjudicación de grandes terrenos por
el gobierno. La actual limitación de 50 unidades habitacionales es cuestionada en
muchos momentos por no permitir la experimentación de formación de barrios
cooperativos y, también, por impedir la economía de escala.

1
Fueron tres momentos de trabajo de campo en Montevideo: una primera semana en marzo de 2015 y
otra en junio del mismo año y una inmersión más prolongada de cuatro meses entre junio y setiembre de
2016.

7
La nueva reglamentación también añadió la previsión de sorteos para la adjudicación
de préstamos a las cooperativas de vivienda. Aquellas que tengan el pre-proyecto
aprobado son participantes de un sorteo semestral, siendo que después del segundo
sorteo sin contemplación, en el tercero se contempla la cooperativa.

Si, por un lado, el sistema de sorteo ha promovido un horizonte de previsibilidad en


el acceso a los recursos, por otro ocurrió la desarticulación de los proyectos de barrios
cooperativos. Existe la posibilidad de articulación de varios proyectos cooperativos
de hasta 50 viviendas en un mismo territorio, pero el sorteo hace que tengan
temporalidades distintas.

En el inicio del sistema cooperativo de viviendas, las cooperativas por ayuda mutua,
por estar ubicadas en la periferia, también tenían la necesidad de construcción de
nuevos barrios con servicios de salud, educación, recreación etc. Como señala
González (2013: 74), en esas cooperativas “terminadas sus obras tenían muy pocos
servicios cercanos al nuevo barrio, lo que impulsó en forma extraordinaria la
necesidad del desarrollo social de los núcleos cooperativos. No será casualidad que
la inmensa mayoría de guarderías, policlínicas, locales comerciales, bibliotecas,
pequeñas cooperativas de consumo se generarán en el período comprendido entre
1975 y 1982”.

Sin embargo, la reglamentación actual no permite la construcción de equipamientos


sociales como ítem de financiamiento a las cooperativas. Solamente son financiables
los "salones comunales", ítem característico de las cooperativas de vivienda, donde
se desarrollan las actividades habituales de la cooperativa (reuniones, asambleas,
elecciones etc.) y las actividades sociales. Así, se presenta como un gran desafío para
el movimiento cooperativo de viviendas, en la actualidad, pensar la producción de
ciudad, más allá de la solución individual de la vivienda.

Figura 1
Cooperativa Mesa 1, Montevideo, Uruguay, conjunto de los años ´70. Foto
de 2015

Fuente: acervo del autor.

8
2.2.2. Sorteo y proceso de formación de cooperativas

Una primera cuestión a ser señalada es que la disminución del tiempo para el acceso
al financiamiento a través del sorteo (después de la aprobación del pre-proyecto, en
el máximo de un año y medio la cooperativa es contemplada) aporta un importante
desafío: la formación de los grupos cooperativos. Los nuevos cooperativistas
enfrentan varios desafíos para el aprendizaje sobre el proceso constructivo de las
viviendas y, también, para la propia convivencia colectiva luego de la finalización de
la obra.

En ese aspecto se observa un fuerte tema debatido sobre la constitución ideológica


de los nuevos grupos de cooperativas de vivienda. Si, como hemos visto, en la mitad
del siglo XX, cuando surgió el cooperativismo de vivienda, había una cultura de clase
obrera con un patrón de comportamiento que aportó una forma de convivir y luchar
políticamente en unión, tal cultura parece haber escaseado en la contemporaneidad,
dando lugar a un mayor individualismo y cierta cultura de la inmediatez2.

No se trata de un contexto con efectos ideológicos inmediatos debido a la ausencia


de empleo o de caída en la acción colectiva de los trabajadores. Desde 2005 la
economía tiene altos niveles de crecimiento, la tasa de desempleo es baja y la
afiliación sindical y gremial tiene altos niveles, hasta superiores a los años 1960 y
1970 (Quiñones y Supervielle, 2011). La nueva ideología de la clase trabajadora
uruguaya es, todavía, un tema a ser mejor comprendido y explorado, puesto que
aporta interesantes cuestiones para entender el proceso de formación de los grupos
cooperativistas de vivienda contemporáneos3.

2.2.3. Cooperativismo de vivienda y el movimiento cooperativo

Las cooperativas de vivienda en Uruguay tienen como principal objetivo la garantía


del derecho a la vivienda para las familias de los estratos más bajos de la sociedad.
Así, no se observa una articulación más amplia con practicas cooperativas de otros
sectores. Hay participación política de las federaciones en entidades de articulación
del movimiento cooperativista en el país (como en CUDECOOP - Confederación
Uruguaya de Entidades Cooperativas) o en instituciones del gobierno (como en
INACOOP - Instituto Nacional del Cooperativismo).

En el seno de las familias cooperativistas no se observa la diseminación de prácticas


cooperativistas. Existen algunos pocos relatos de experiencias de construcción de
equipamientos para utilización colectiva en la cooperativa (como lavaderos o cocinas)
o de prácticas de consumo colectivo (como organización de compras colectivas de
ítems de consumo familiar).

En términos de actividades cooperativas, lo que más se destaca es el proceso de


autogestión en la producción de la vivienda. Se practican formas de compra colectiva
de material de construcción, eliminando intermediarios y ganando economía de
escala, así como la utilización conjunta de herramientas de construcción por diversas
cooperativas. En los años 1980 FUCVAM intentó la construcción de una planta de pre-
fabricados, financiada con recursos de organismos extranjeros, la cual funcionó por
algunos años, pero fue desarticulada por la dictadura.

2
En ese sentido, FUCVAM creó en 2012 una Escuela de Formación, promoviendo cursos con los
cooperativistas de las cooperativas en constitución.
3
Recordamos Sennett (2000: 25) con sus cuestionamientos sobre las consecuencias personales del
trabajo en el nuevo capitalismo: “¿Cómo pueden perseguirse objetivos a largo plazo en una sociedad a
corto plazo? ¿Cómo sostener relaciones sociales duraderas? ¿Cómo puede un ser humano desarrollar un
relato de su identidad e historia vital en una sociedad compuesta de episodios y fragmentos? Las
condiciones de la nueva economía se alimentan de una experiencia que va a la deriva en el tiempo, de un
lugar a otro lugar, de un empleo a otro”.

9
2.2.4. El tiempo de ayuda mutua

Las veintiuna horas semanales de trabajo en las cooperativas de ayuda mutua fueron
instituidas en un contexto socio-laboral muy distinto del contemporáneo. Si el trabajo
de peón que realizan los cooperativistas, por un lado posibilita la economía en los
costos de la obra, promueve la solidaridad en el grupo y enseña nuevas habilidades,
por otro es un aporte de extensión en la jornada de trabajo de los cooperativistas
durante los meses de obra.

La actual configuración del mundo del trabajo en Uruguay, más flexible, también
parece dificultar la presencia de muchas familias en la obra. Mucho se discute si
determinadas familias en el cooperativismo de vivienda por ayuda mutua no tendrían
un perfil más adecuado al sistema de ahorro previo.

Además se constata que el rendimiento contemporáneo del trabajo de las familias ha


disminuido en relación al inicio del sistema. La predominancia actual de las funciones
de servicio e intelectuales en el mundo del trabajo, disminuyeron el rendimiento del
trabajo manual en la obra de ayuda mutua.

Figura 2
Cooperativistas de COVIVEMA V, Montevideo, 2015

Fuente: acervo del autor.

2.2.5. La propiedad colectiva

La propiedad colectiva se ha constituido en una forma de gestión de la vivienda


cooperativa muy arraigada en el cotidiano de los cooperativistas uruguayos. Un gran
diferencial de esta forma de solución habitacional es que la organización social
persiste mismo después del fin de la obra. Sin embargo no se encuentra ausente de
contradicciones, puesto que las familias tienden a aislarse en sus vivienda luego de
la conclusión del exhaustivo trabajo de ayuda mutua o de gestión de obra.

10
En las cooperativas más antiguas, se pone la cuestión sobre las dificultades en la
inserción de los nuevos cooperativistas (cuando se da la salida de un miembro
original) que no tuvieron la experiencia del proceso de formación de la cooperativa
y, principalmente, de la experiencia de ayuda mutua o de gestión de obra. Además,
no hay una línea de financiamiento para que los nuevos cooperativistas aporten el
monto de la cuota parte en la cooperativa, haciendo que se prefieran aquellos nuevos
con mayor capacidad financiera.

El hecho de la propiedad ser de uso y goce promueve la posibilidad de rotación de


las unidades entre los miembros de la cooperativa. Pero, en realidad, tal rotación
ocurre más frecuentemente cuando hay alguna salida de miembro de la cooperativa
y en pocos casos entre los miembros que viven en la cooperativa. En las cooperativas
más antiguas se observa la cuestión de la disminución del núcleo familiar en relación
al tamaño de la unidad de vivienda, así como problemas de movilidad en
construcciones verticales. Ya con las cooperativas contemporáneas, las parejas más
jóvenes tienen dificultades con la ampliación de la familia, una vez que la
reglamentación vigente determina el numero de habitaciones por vivienda en función
de la actual configuración familiar.

3. LA PRODUCCIÓN SOCIAL DE LA VIVIENDA EN BRASIL

En los últimos treinta años, la producción social de vivienda se ha constituido en una


de las principales propuestas de acción política de los movimientos de lucha por la
vivienda en la construcción del ambiente urbano de las ciudades brasileñas (Lago,
2012). Concebida como un proyecto político para se garantizar el derecho a la ciudad,
la producción social de la vivienda se presenta como práctica alternativa a aquellas
existentes en la estructuración de la ciudad capitalista - sea a través del mercado o
del estado, hasta mismo de la autoconstrucción.

En esta sección se explorarán los resultados de una investigación colectiva sobre el


reciente panorama de la producción social de la vivienda en Brasil, en la cual el actor
ha participado como uno de los investigadores. Antes de presentar los principales
resultados de la investigación, se sitúa rápidamente el lector sobre el contexto social
de las experiencias brasileñas en ese campo, tomando como referencia dos territorios
que concentran tales experiencias - São Paulo y Rio de Janeiro. Así pretendemos que
el lector pueda visualizar las principales diferencias sociales con el contexto
uruguayo.

3.1. El contexto social

Una extensa literatura académica ha analizado la trayectoria de formación de la


experiencia brasileña en la producción social de la vivienda. Sea en la influencia
uruguaya, en los casos de las regiones de São Paulo y Rio de Janeiro 4, sea en la
trayectoria sindical, como en el Rio Grande do Sul5, o sea en la influencia de sectores
progresistas de la iglesia católica, como en Belo Horizonte y Fortaleza 6, existe una
amplia literatura sobre los orígenes del acervo brasileño. Se constituyen, por cierto,
en amplios medios de difusión y apropiación de saberes y prácticas, todavía
requiriendo una compleja restitución de los caminos de diseminación de sus vectores
de expansión. Para los objetivos de esta comunicación, vamos a restringir el análisis
a las regiones metropolitanas de São Paulo y Rio de Janeiro, las cuales tomaron
explícitamente la influencia del sistema uruguayo de cooperativas de vivienda.

4
Véase, por ejemplo, Baravelli (2006).
5
Véase Drago (2011).
6
Véase Lopes y Rizek (2006) y Klechen, Barreto y Paula (2011).

11
Desde los años 1980 iniciativas pioneras de producción autogestionaria de la vivienda
en la región metropolitana de São Paulo plantearon el sistema cooperativo uruguayo
como referencia de prácticas e ideas. A partir de iniciativas de movimientos sociales
urbanos que surgieron como “nuevos actores” 7 en la escena política local y de un
conjunto de organizaciones de asistencia técnica formadas por profesionales y
académicos, ideas y personas empezaron a circular por la región.

Luego del comienzo de la caída de la dictadura entre fines de la década de 1970 y


comienzos de los años 1980, ocurrió la emergencia de nuevas formas políticas de
organización de pobladores de las periferias de la región metropolitana de São Paulo.
Una de esas formas se ha configurado en movimientos de lucha por el derecho a la
vivienda digna, que se utilizaron, en el comienzo de sus prácticas, de la ocupación
de vacíos urbanos particulares y terrenos públicos. A partir de encuentros originados
en la red política que se formaba alrededor del tema de las reivindicaciones por
vivienda popular y reforma urbana, técnicos, académicos, políticos y militantes de
movimientos sociales se encontraban y constituían una nueva propuesta política de
solución de la problemática habitacional urbana. Así se pasó a proponer la
autogestión en la producción de viviendas para los sectores de más bajos ingresos.

La experiencia se ha consolidado como política pública en el final de la década, con


la elección, en 1989, de la intendente Luiza Erundina en São Paulo, por el Partido de
los Trabajadores (PT), y con el desarrollo del programa “Mutirões” con recursos del
“FUNAPS-Comunitário”. Durante todo este proceso también ocurrió un intenso
recorrido de inspiración e intercambio con el sistema cooperativo de vivienda
uruguayo, en aquel tiempo con más de veinte años de existencia 8 (Bonduki, 1992).

Al final de la década de 1980, en Rio de Janeiro, un conjunto de iniciativas en el


campo de la producción cooperativa de vivienda se valió de las influencias del modelo
uruguayo. Las raíces de tales iniciativas fueran hechas en un nuevo contexto que
emergió en el Complejo de la Maré, un conjunto de favelas ubicado en la zona
suburbana de la ciudad. En los años 1970 hubo un proceso de cambio en la dinámica
política de una de esas favelas, conocida como Nueva Holanda, con la promoción de
luchas por mejoras en infraestructura urbana. Algunas iniciativas organizativas
sucedieran en la renovación de la directiva de la asociación de vecinos electa en 1984
(Diniz, Belfort y Ribeiro, 2012: 129).

Una iniciativa desarrollada por la nueva directiva enfocó las precarias condiciones de
vivienda y en 1988 se constituyó la Cooperativa Mixta y de Consumo de los
Pobladores de Nueva Holanda. En el inicio de los años 1990 la cooperativa se volvió
responsable por la construcción viviendas, siendo asesorada por el grupo
Arquitectura y Comunidad - ARCO, un instituto de asistencia técnica que antes
desarrollaba proyectos de urbanización de favelas.

Luego de la construcción de las unidades habitacionales la cooperativa dejó de existir,


pero en el año 1992 algunos técnicos del ARCO pasaron a actuar en la Fundación
Centro de Defensa de Derechos Humanos Bento Rubião, una organización no
gubernamental instituida en la década de 1980 para la defensa de los derechos de
pobladores de favelas. La entidad empezó a articular intercambios para formar el
contenido y metodología de la propuesta de cooperativismo de vivienda en la región,
en diálogo con la experiencia de São Paulo (Bastos, 2013: 56).

7
Hacemos referencia al análisis de Sader (1988) acerca de la entrada de nuevos actores en la escena
política brasileña con la apertura democrática tras la dictadura.
8
Para la reconstitución de ese largo proceso, véase, entre otros, Baravelli (2002), Bonduki (1992), y
Muçouçah y Almeida (1991). Emblemático de la referencia de São Paulo al sistema uruguayo fue la película
en Super 8 hecha por el ingeniero Guilherme Coelho en las cooperativas de vivienda uruguayas en el
comienzo de los años 1980, siendo después proyectada en la periferia de São Paulo para los grupos que
empezaban a formarse.

12
Después, en el inicio de los años 1990, los técnicos de la organización fueron a la
fuente de inspiración de São Paulo, el Uruguay. De acuerdo con documento de la
entidad, “una delegación compuesta por técnicos de la Fundación (...) y liderazgos
de los grupos populares y de la Intendencia de Rio de Janeiro (...) pasaron una
semana en talleres con representantes y técnicos de CCU y FUCVAM, así como en
visita a las cooperativas (...). Meses después, una segunda etapa (...) ocurrió con la
presencia de una delegación uruguaya en Rio de Janeiro” (Fundação Bento Rubião,
2007: 27, traducción propia).

En más de veinte años fueron desarrollados proyectos autogestionarios de


producción de vivienda, organizados por la Fundación Bento Rubião y movimientos
sociales de lucha por la vivienda, que se inspiraron en el modelo uruguayo. La
organización de la ayuda mutua, las experiencias de propiedad colectiva (como en el
proyecto Shangri-lá, ciudad de Rio de Janeiro) y la constitución de organizaciones
representativas y unificadoras de los grupos (como la Unión por Vivienda Popular de
Rio de Janeiro) son algunos ejemplos de las perspectivas de referencia a los
elementos del modelo uruguayo.

Figura 3
Cooperativa de Viviendas "Shangri-lá", Jacarepaguá, Rio de Janeiro – RJ,
2014

Fuente: acervo del autor.

Como hemos visto, en Uruguay, una previa configuración de un mundo del trabajo
regulado y constituido en la primera mitad del siglo XX aportó condiciones especiales
que han permitido la adhesión de una clase trabajadora industrial, estable y
numerosa a un novedoso sistema cooperativo de producción de vivienda. Por otro
lado, en las experiencias de autogestión de la producción de vivienda en São Paulo y
Rio de Janeiro, en los años 1980 y 1990, la precariedad de vivienda en la ciudad y
de inserción laboral en el mercado de trabajo formal son características salientes de
las condiciones de su estructuración. Así, se observa cómo, aun en situaciones muy
diferentes, el modelo cooperativo de vivienda ha podido aplicarse respetando sus
aspectos más importantes.

13
3.2. El contexto contemporáneo

Después del cierre del Banco Nacional de Vivienda, en el año 1986, no hubo, en
Brasil, una política pública federal con directrices y presupuesto para el sector de
vivienda de interés social. Solamente a partir del cambio político en 2003, con la
elección del presidente Lula y la creación del Ministerio de las Ciudades, se volvió a
estructurar una política de vivienda social en Brasil (Cardoso, 2001).

La creación del Programa Crédito Solidario, en el año 2004, se ha configurado como


un momento de innovación institucional en la política de vivienda brasileña. El
programa tenía recursos del Fundo de Desarrollo Social - FDS y fue el primer
programa de vivienda creado por el nuevo gobierno (los demás programas fueron
reorganizaciones de otros ya existentes). Destinaba recursos para asociaciones
sociales, previamente registradas, para la producción de nuevas viviendas y para la
reforma de existentes, siendo posible la aplicación en áreas centrales. Pero el
desarrollo del programa presentó varios problemas (Moreira, 2009).

En el segundo gobierno del presidente Lula (2007-2010), después de nuevas


estrategias de reivindicación de los movimientos de lucha por la vivienda, fue creado
el Programa Producción Social de la Vivienda, con presupuesto del Fondo Nacional de
Vivienda de Interés Social (fondo creado desde el primer proyecto de ley popular en
Brasil). Pero los innumerables trámites burocráticos y los bajos valores de
financiación no permitieron el apoyo a muchos proyectos.

En el año de 2009 fue lanzado el programa Mi Casa Mi Vida, como mecanismo para
contrarrestar los efectos de la crisis económica de 2008. Junto a la versión
direccionada a los empresarios del sector inmobiliario, fue creada la versión para las
organizaciones de la sociedad civil, conocida como Mi Casa, Mi Vida - Entidades (para
la cual fue destinado menos del 5% de los recursos de todo el programa).

Mi Casa Mi Vida - Entidades tiene valores de financiamiento para una unidad de


vivienda con un nivel histórico muy elevado, siendo fijadas cuotas bajas para las
familias con ingresos de hasta tres salarios mínimos (alrededor de 500 dólares
mensuales). Hubo también innovación en la forma de acceso a la tierra, con la
institución de la posibilidad de la "compra anticipada" del terreno para el proyecto.

Para analizar algunas cuestiones más especificas sobre el cambio del escenario
reciente con el Mi Casa Mi Vida - Entidades, se presentan algunos datos de una
investigación desarrollada recientemente. Se trata de la investigación "Desarrollo de
tecnologías sociales para la construcción, recuperación, manutención y uso
sustentable de la vivienda, especialmente de interés social", junto a un
financiamiento de la Financiadora de Estudios y Proyectos - FINEP, del Gobierno
federal, bajo la responsabilidad del Instituto de Investigación y Planificación Urbana
y Regional de la Universidad Federal del Rio de Janeiro y desarrollada por la
Fundación Centro de Defensa de Derechos Urbano Bento Rubião. La investigación fue
desarrollada entre los años 2013 y 2015, con el objetivo de identificar los padrones
de calidad en los proyectos contemporáneos de autogestión en la construcción de la
vivienda de interés social, en cuanto a las dimensiones de arquitectura, diseño
urbano, organización social y modelo institucional.

Se presentan ahora las principales cuestiones identificadas por la investigación,


organizadas en grandes bloques, para una comprensión más didáctica del lector.

14
3.2.1. Tamaño de los proyectos

Hay una tendencia reciente de producción de grandes complejos de viviendas en el


programa Mi Casa Mi Vida - Entidades, como lo muestra la tabla siguiente. La
producción en pequeña escala también está presente, pero es menos expresiva
cuando se toma el volumen de viviendas construidas. La cuestión para reflexión se
refiere a algunas implicaciones urbanas y de desarrollo del proyecto en los complejos
de mayor escala.

Tabla 1.
Mi Casa Mi Vida - Entidades, Número de Proyectos y de Unidades
Habitacionales (UH) por Franjas de Unidades Contratadas (Brasil, 2009-
2014)

Promedio de Unidades
Franjas Unidades (a) Proyectos (b)
por Proyecto (a/b)
01 - 25 UH 430 27 16
26 - 50 UH 1.678 38 44
51 - 100 UH 3.341 40 84
101 - 150 UH 4.797 35 137
151 - 200 UH 6.144 33 186
201 - 300 UH 9.897 38 260
301 - 500 UH 12.688 30 423
501 - 1.760 UH 13.937 15 929
Total 52.912 256 207

Fuente: Caixa Econômica Federal, enero de 2015.

El aumento en la escala implica el aumento en el número de familias y, muy


probablemente, en el aumento de la diversidad de los arreglos familiares y de modos
de organización social y de inserción productiva de las familias. Así, la cuestión para
reflexión es cómo los grandes proyectos pueden trabajar la diversidad de tipologías
de viviendas para los diversos arreglos familiares, así como los espacios colectivos y
socio-productivos de acuerdo con las diversas formas de organización social y laboral.

La gestión de una obra grande comprende procesos muy complejos para la toma de
decisión y rendición de cuentas. Así, el desafío se encuentra en como organizarse los
procesos de gestión y rendición de cuentas en esos grandes proyectos. La
construcción de grandes complejos de vivienda también implica la producción de una
"nueva ciudad". Los grandes proyectos tienen el desafío de articular la demanda por
equipamientos sociales y la movilidad de un gran contingente de personas entre la
ciudad y el complejo.

3.2.2. Organización institucional

En Brasil, el desarrollo de un programa público de vivienda sigue una reglamentación


nacional a ser aplicada en diversos contextos locales, siendo el principal desafío del
arreglo institucional de la política urbana brasileña. El programa Mi Casa Mi Vida -
Entidades adopta la descentralización de la ejecución de los proyectos a través de
oficinas regionales del agente operador del programa. En la investigación fue posible
observar que la relación entre entidades de la sociedad civil y oficinas regionales
adquiere diversos sentidos, cargados de conflictos.

15
En varios casos ocurre la construcción de una relación que intenta impulsar el
desarrollo de los proyectos. Sea por la iniciativa de la oficina regional - con la
capacitación y orientación técnica -, sea por la iniciativa de la entidad de la sociedad
civil - con la búsqueda de una comprensión común sobre los normativos del
programa. En otros contextos la relación se ha constituido de manera conflictiva. En
realidad, la interpretación sobre las reglamentaciones del programa no presenta una
uniformidad en la red de oficinas regionales. Las exigencias para el análisis de los
documentos demandados en las normativas tampoco presentan uniformidad. La
"disputa por el significado" de las normativas es una constante batalla junto a las
oficinas regionales.

3.2.3. El acceso a la tierra

Acceder directamente, por la vía del mercado, a la tierra urbana para la ejecución del
proyecto se ha consolidado como una propuesta política de los movimientos de lucha
por vivienda en Brasil. Así se ha desarrollado en el programa Mi Casa Mi Vida -
Entidades la posibilidad de acceso a recursos financieros para la "compra anticipada"
del terreno urbano junto al propietario privado.

En varios proyectos se adopta la estrategia de la búsqueda directa, por la entidad,


de terrenos disponibles y con valores compatibles con los aportados por el programa
- haciendo que se acceda a ubicaciones, en su mayoría, en la periferia de las
ciudades. Otras entidades trabajan con agentes de bienes raíces conocidos de la
entidad. En algunos casos también se observa la conversión del área rural en urbana
y en otros existe la colaboración de institutos de asistencia técnica para el previo
estudio de la capacidad constructiva de los terrenos para la adquisición con recursos
financieros del programa.

Como consecuencia de la propuesta de compra privada de tierra urbana con recursos


del programa, se observa una pérdida de interés de los gobiernos locales en la
construcción de una cartera de tierras públicas.

3.2.4. Gestión del proyecto

Hay varias modalidades de gestión que pueden ser adoptadas en la ejecución de un


proyecto en el programa Mi Casa Mi Vida - Entidades. Actualmente, en el régimen de
construcción bajo la "cogestión" existe la modalidad de "contratación global", en la
cual la entidad encarga a una constructora toda la gestión de la obra. En esos
procesos es necesario profundizar todavía la reflexión sobre la dimensión de la
autonomía experimentada en la elaboración de los proyectos y en la gestión de la
obra.

En algunos casos, con la opción por la "contratación global", se enfatiza el acuerdo


establecido con constructoras de menor tamaño y de actuación regional. Las
entidades señalan la posibilidad de mayor control sobre la obra y la flexibilidad para
la elaboración del proyecto, además de adoptarse una gama mayor de sistemas
constructivos.

En los regímenes bajo "autogestión" (autoconstrucción por las propias familias,


ayuda mutua o administración directa), la entidad y las familias son responsables por
todo el proceso de gestión de la obra. En esos casos se constituyen varios modelos
de compra de materiales y contratación de mano de obra. En algunos proyectos se
contratan diversas empresas para varias líneas de trabajo y en otros solamente la
mano de obra para trabajos más específicos. Hay proyectos en que la empresa es

16
contratada para la obra en casi su totalidad y las familias y la entidad poco desarrollan
de la gestión de la obra.

En la investigación fue posible comprobar que las posibilidades de estrategias de


contratación de insumos y servicios de obra son muy amplias y todavía no han sido
suficientemente sistematizadas. Se trata de un tema de gran importancia por ser el
camino donde las entidades desarrollan la gestión de los insumos materiales para la
concretización de la obra, además de ubicarse en el centro del debate sobre la
autogestión de la producción de la vivienda y de la ciudad.

3.2.5. La relación entre familias y entidad y el formato organizativo

La relación entre las familias y la entidad ocurre a partir de tres tipos de procesos.
En el primero las familias procuran o crean la entidad. En el segundo tipo la entidad
ya tiene una trayectoria de producción de viviendas y organiza previamente las
familias. En esos dos tipos, el gran desafío se encuentra en la ausencia de horizonte
temporal para la contratación del proyecto, generando, muchas veces, la
desconfianza de las familias junto a la entidad.

El tercer tipo de relación ocurre cuando la entidad es formada y después busca las
familias. Son entidades que privilegian la construcción de nuevas viviendas y no la
formación de un grupo de familias para la autogestión de la producción de la vivienda.

En el programa Mi Casa Mi Vida - Entidades se verifica que la relación entre la entidad


y las familias consolida un modelo de relación entre un "proveedor de servicios" y un
"cliente". Al final de la obra, por lo tanto, no habrá, necesariamente, una organización
comunitaria de las familias. Tal modelo es diferente de aquel practicado en Uruguay.

En cuanto al formato organizativo, la entidad puede presentar diversos tipos de


personerías jurídicas. La modalidad más común es la "asociación". Los movimientos
de lucha por vivienda han creado, en muchos casos, personerías jurídicas específicas
para el desarrollo de los proyectos. La "cooperativa" también es una modalidad
existente, pero utilizada en pocos proyectos. Distinta del Uruguay, la cooperativa
tiene solamente el objetivo de actuar durante la etapa de obras. Algunas
"organizaciones no gubernamentales" también se han constituido en entidades con
proyectos en el programa. Dejaron de ser solamente institutos de asistencia técnica,
siendo responsables por todo el proyecto.

4. CONSIDERACIONES FINALES

El cooperativismo de vivienda en América Latina se ha conformado en un "proyecto


político" que intenta instituir prácticas alternativas de estructuración de la ciudad
capitalista en la periferia del sistema-mundo. Es posible comprender la fuerza del
sentido del “proyecto político” como la concepción de los “conjuntos de creencias,
intereses, concepciones del mundo, representaciones de lo que debe ser la vida en
sociedad, que orientan la acción política de los diferentes sujetos” (Dagnino, 2004:
98, traducción propia). Así, como hemos visto en esa comunicación, la producción
social del hábitat en Uruguay y Brasil se ha conformado en un complejo sistema de
autogestión de la construcción de la vivienda y de la ciudad. También podemos
comprender el proyecto político de producción social del hábitat organizado desde la
idea propuesta por Lago (2012: 07, traducción propia) como la “apuesta en otra
forma de producir la ciudad: la producción autogestionada colectivamente para el
uso [...] donde el principio del bienestar urbano someta el principio de la valorización
monetaria del ambiente construido”.

17
Coraggio (1998: 73), al preguntarse sobre cómo promover la economía popular en
la ciudad, señala que "el agregado de unidades domésticas populares sólo puede
manifestarse como forma relativamente autónoma de organización económica,
densificando sus redes de comunicación y decisión, cuando la dinámica del capital y
el Estado son altamente insuficientes para incorporar sus recursos y subsumir sus
relaciones". La producción social del hábitat, así, puede ser leída como un proyecto
político que promueve la densificación de redes de comunicación y decisión en la
estructuración urbana de la ciudad.

Para cerrar la reflexión, señalamos dos puntos que exigen destaque en las
experiencias analizadas y que interesan sumamente al debate sobre la economía
social en general. En Uruguay, la propiedad colectiva tiene una gran importancia en
el sistema cooperativista de vivienda. Por un lado, garantiza la permanencia de la
organización del grupo cooperativista luego del cierre de obras. Por otro lado, la
propiedad colectiva promueve la desmercantilización de la mercancía vivienda. El
tema de la desmercantilzación de una mercancía y su inserción en el rol de los
derechos es uno de los pilares de los sistemas de bienestar modernos (Oliveira,
1998).

Las cooperativas de vivienda en Uruguay, hasta la contemporaneidad, han logrado


que el acceso a un bien común como la vivienda sea garantizado a los que ingresan
en ese sistema. Las cooperativas de vivienda, al garantizar que la cuota parte de la
vivienda sea la misma durante toda la vida de la cooperativa, promueven su retirada
del circuito de valorización del mercado inmobiliario. Más allá de la economía con el
proceso de construcción colectiva, existe la garantía del derecho a la vivienda durante
toda la permanencia en la cooperativa.

En Brasil, la autogestión del proceso de construcción de la vivienda se destaca en su


sistema de producción social del vivir en la ciudad. El conjunto de prácticas que se
constituyó en los más de treinta años de la experiencia apunta a la importancia del
debate sobre la autogestión en el cooperativismo en general. Se aporta como tema
de debate la cuestión de los intermediarios, de la economía de escala y de la
democracia en la definición de decisiones, por ejemplo. Pensar esas experiencias y
sus contradicciones en el seno de la economía popular de las clases trabajadoras es
un gran desafío para comprender el potencial político de la autogestión en el
cooperativismo concreto.

18
BIBLIOGRAFÍA

BARAVELLI, José Eduardo. O cooperativismo uruguaio na habitação social de São


Paulo: das cooperativas FUCVAM à Associação de Moradia Unidos de Vila Nova
Cachoeirinha, Dissertação de mestrado, FAU-USP, São Paulo, 2006.
BASTOS, Tiago Souza. Autogestão habitacional e a desmercantilização da moradia:
análise dos avanços e retrocessos na região metropolitana do Rio de janeiro.
Dissertação de mestrado apresentada ao Programa de Pós-Graduação em
Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal Fluminense, 2013.
BÉRTOLA, Luis; BERTONI, Reto. "Sinuosa y convulsa: la economía uruguaya en el
último medio siglo". In: HARARI, Leo; MAZZEO, Mario; ALEMANY, Cecilia
(coord.). Uruguay + 25, Documentos de investigación. Montevideo: Fundación
Astur, Ediciones Trilice, 2014.
BERTULLO, Jorge; ISOLA, Gabriel; CASTRO, Diego; SILVEIRA, Milton. El
cooperativismo en Uruguay. Universidad de la República, Servicio Central de
Extensión y Actividades en el Medio (SCEAM), Montevideo: 2002.
BONDUKI, Nabil Georges. Habitacão e Autogestão. Rio de Janeiro: FASE, 1992.
CARDOSO, Adauto Lucio. “Política Habitacional: a descentralização perversa”.
Cadernos IPPUR. Ano XV, No. 2, Ago-Dez 2001.
CHÁVEZ, Daniel y CARBALLAL, Susana. La ciudad solidaria: el cooperativismo de
vivienda por ayuda mutua. Montevideu: Editorial Nordan, 1997.
CHAVEZ, Daniel. "Del Frente Amplio a la Nueva Mayoría. La izquierda uruguaya ante
la perspectiva del gobierno". In: CHAVEZ, Daniel; BARRETT, Patrick;
GARAVITO, César A. Rodríguez (ed.). La nueva izquierda en América Latina.
Sus orígenes y trayectoria futura. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2005.
CORAGGIO, José Luis. Economía urbana: La perspectiva popular. Quito: Ediciones
Abya-Yala, ILDIS, FLACSO, 1998.
DAGNINO, Evelina. “Sociedade civil, participação e cidadania: de que estamos
falando?”. In: MATO, Daniel (coord.). Políticas de ciudadanía y sociedad civil en
tiempos de globalización. Caracas: FACES, Universidad Central de Venezuela,
2004.
DINIZ, Edson; BELFORT, Marcelo Castro e Silva; RIBEIRO, Paula. Memória e
Identidade dos Moradores de Nova Holanda. Rio de Janeiro: Redes da Maré,
2012.
DRAGO, Felipe. Autogestão na produção habitacional: Programa Crédito Solidário,
entre a institucionalização e o confronto político. Dissertação de Mestrado,
Programa de Pós-graduação em Planejamento Urbano e Regional, UFRGS,
2011.
FILIPPINI, Hugo Rodriguez. “Programas con grupos de muy bajos ingresos”. In:
NAHOUM, Benjamín (coord.). Una historia con quince mil protagonistas. Las
Cooperativas de vivienda por ayuda mutua uruguayas. Sevilla/Montevideo:
Junta de Andalucia, Intendencia Municipal de Montevideo, 2008.
FRENS-STRING, Joshua. "Revolution Through Reform. Popular Assemblies, Housing
Cooperatives and Uruguay’s New Left". In: contemporanea. Historia y
problemas del siglo XX, Volumen 2, Año 2, 2011.
FUNDAÇÃO CENTRO DE DEFESA DE DIREITOS HUMANOS BENTO RUBIÃO. Direito à
Terra e Habitação: uma experiência no Rio de Janeiro – volume II. Rio de
Janeiro: Fundação Centro de Defesa de Direitos Humanos Bento Rubião, 2007.
GONZÁLEZ, Gustavo; ALAGGIA, Javier Vidal. A la Luz del Día. La rebelión de Los Sin
Tierra Urbanos. Montevidéu: Fundação Rosa Luxemburgo, FUCVAM, 2004.
GONZÁLEZ, Gustavo. Una historia de FUCVAM. Montevidéu: Trilce, 2013.

19
KLECHEN, C. F.; BARRETO, R. de O.; DE PAULA A. P. P.. “Pilares para a compreensão
da autogestão: o caso de um programa de habitação da Prefeitura de Belo
Horizonte”. Revista de Administração Pública — Rio de Janeiro 45(3):669-94,
2011.
KOWARICK, Lucio. A Espoliação Urbana. São Paulo: Paz e Terra, 2ª. Ed, 1993.
LAGO, L. C.. La producción autogestionaria del hábitat por movimientos sociales
urbanos latinoamericanos. In: Solózano, M. A. G.; Reynes, C. P.. (Org.).
Trabajo informal, economía solidaria y autogestión: precariedad laboral y
resistencia en la globalización. Buenos Aires: Ediciones Continente, 2014.
LAGO, Luciana Corrêa do (org.). Autogestão habitacional no Brasil: utopias e
contradições. Rio de Janeiro: Letra Capital, 2012.
LOPES, João Marcos de Almeida; RIZEK, Cibele Saliba. “O mutirão autogerido como
procedimento inovador na produção da moradia para os pobres: uma
abordagem crítica”. In: CARDOSO, A. L.; ABIKO, A. K. (ed.). Procedimento de
gestão habitacional para população de baixa renda. Porto Alegre: ANTAC, 2006.
MACHADO, Gustavo. Del dicho al techo: el largo trecho en el acceso a la vivienda en
el Uruguay actual. Pobreza urbana, políticas habitacionales y participación
social. Tesis final de la Maestría en Servicio Social, Universidad Federal de Rio
de Janeiro, Universidad de la República, 2002.
MARICATO, Ermínia (org.). A produção capitalista da casa (e da cidade) no Brasil
industrial. São Paulo: Editora Alfa-Omega, 1982.
MARTÍ, Juan Pablo. "Dinámica histórica de la economía popular en Uruguay (1955-
1998)". Boletín de Historia Económica - Año IV - Nº 5, Diciembre de 2006.
MARTÍ, Juan Pablo. "Situación Actual del Cooperativismo en Uruguay". In: MARTÍ,
Juan Pablo (coord.). Documento de Trabajo - Proyecto de Investigación:
Impactos de la Integración Regional del MERCOSUR sobre el Sector
Cooperativo, 2015.
MOREIRA, Fernanda Accioly. O lugar da autogestão no Governo Lula. Dissertação de
Mestrado, FAU-USP, São Paulo, 2009.
MUÇOUÇAH, Paulo Sérgio; ALMEIDA, Marco Antonio de. Mutirão e autogestão em
São Paulo: uma experiência de construção de casas populares. São Paulo: Polis,
1991.
MVOTMA – Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.
Balance “Mi lugar entre todos”. PQV 2010 – 2014. Montevideo, 10 de junio de
2015. Acesso em: 12.07.2015. Disponível em: <www.mvotma.gub.uy/coavi>.
NAHOUM, Benjamín. "De la autoconstrucción individual a las cooperativas pioneras".
In: NAHOUM, Benjamín (coord.). Una historia con quince mil protagonistas. Las
Cooperativas de vivenda por ayuda mutua uruguayas. Espacios Públicos y
Edificaciones, Intendencia Municipal de Montevideo; Junta de Andalucía,
Consejería de Obras Públicas y Transporte, Dirección General de Arquitectura y
Vivienda; Agencia Española de Cooperación; Montevideo-Uruguay, 2008a.
NAHOUM, Benjamín. "Una experiencia sostenible". In: NAHOUM, Benjamín (coord.).
Una historia con quince mil protagonistas. Las Cooperativas de vivenda por
ayuda mutua uruguayas. Espacios Públicos y Edificaciones, Intendencia
Municipal de Montevideo; Junta de Andalucía, Consejería de Obras Públicas y
Transporte, Dirección General de Arquitectura y Vivienda; Agencia Española de
Cooperación; Montevideo-Uruguay, 2008b.
NAHUM, Benjamín. Manual de Historia del Uruguay (1830 - 1903). Montevideo:
Ediciones de la Banda Oriental, 21ª edición, 2015.
NAHUM, Benjamín. Manual de Historia del Uruguay (1903 – 2010). 22ª edición.
Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2014.
OLIVEIRA, Francisco de. Os Direitos do Antivalor. Rio de Janeiro: Vozes, 1998.
ORTIZ FLORES, E. “La producción social del hábitat ¿opción marginal o estrategia
transformadora?”: In: ORTIZ FLORES, E. y ZARATE, L. (Comps.). Vivitos y
coleando. 40 años trabajando por el hábitat popular de América Latina. México:
UAM, 2002.

20
PESSINA, Leonardo. “Una mirada desde la región. Referencia para América Latina”.
In: Revista Vivienda Popular. No. 17, nov. 2008.
PORRINI, Rodolfo. "La historia de la clase obrera y los sindicatos en el siglo XX:
experiencias y aportes", In: Trabajo & Utopía, Nº 22, Montevideo, setiembre
2002.
QUIÑONES, Mariela; SUPERVIELLE, Marcos. “La construcción de la cultura de diálogo
social en Uruguay”. In: Revista de Ciencias Sociales. DS. FCS. V. 24 Nº 29,
Diciembre 2011.
SADER, Eder. Quando novos personagens entram em cena: experiências, falas e
lutas dos trabalhadores da Grande São Paulo – 1970-1980, Rio de Janeiro: Paz
e Terra, 1988.
SENNETT, Richard. La corrosión del carácter: las consecuencias personales del
trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona: Editorial Anagrama, 2000.
SUPERVIELLE, Marcos; PUCCI, Francisco. "El trabajo y las relaciones laborales en el
Siglo XX". In: NAHUM, Benjamín. El Uruguay del siglo XX. Tomo III: La
sociedad. Montevideo: Banda Oriental, 2008.
TERRA, Juan Pablo. Proceso y significado del cooperativismo uruguayo. Montevideo:
Comision Economica para America Latina y el Caribe (CEPAL), Arca, Banda
Oriental, 1988.
VALLÉS, RAUL. “Reciclajes”. In: NAHOUM, Benjamín (coord.). Una historia con quince
mil protagonistas. Las Cooperativas de vivenda por ayuda mutua uruguayas.
Espacios Públicos y Edificaciones, Intendencia Municipal de Montevideo; Junta
de Andalucía, Consejería de Obras Públicas y Transporte, Dirección General de
Arquitectura y Vivienda; Agencia Española de Cooperación; Montevideo-
Uruguay, 2008.

21

Das könnte Ihnen auch gefallen