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“El primer día tomarán frutos de los mejores

árboles, ramas de palmera, de árboles frondosos y


de sauces de los arroyos, y durante siete días se
regocijarán en presencia del Señor su Dios.”

(Levítico 23: 40)


Nuestros corazones todavía laten vibrantes de agradecimiento, al
sabernos perdonados luego de los grandiosos días de Yom Teruah y
Yom Kippur. Hemos transformado todo tipo de temor paralizante en
un contexto de santidad que otorga a nuestras almas un estatus de
alegría y disfrute.

Ahora, al comenzar esta Luna Llena del Eterno, y marcar nuestras


vidas durante siete días con una mentalidad puramente celestial, la
Fiesta de Sukot contiene la demanda de ejercer nuestro sacerdocio
universal utilizando los elementos constitutivos del techo de la suka
(cabaña o enramada) como instrumentos que manejaran con especial
especificidad la bajada de los paquetes de energía divina (bendiciones)
que las dos fiestas del inicio de mes han activado.

En nuestros, días gracias a lo expresado por siglos a través de la


denominada Torah Oral se puede conocer que “el fruto de un árbol
esplendoroso” es el fruto llamado “etrog” (del árbol cidra), las
“ramas de palmeras” (preferentemente datilera) es el conocido
“lulav“, las “ramas de árboles frondosos“, hace referencia al “hadás”
(mirto), y los “sauces de río” son la especie conocida con el nombre
de “aravá“.
Durante la época del Templo en Jerusalén , la ceremonia de agitación
(llamada na’anu’im – ‫ )נענועים‬se realizó en el Templo Sagrado en los
siete días de Sucot , y en otros lugares sólo el primer día. Después de
la destrucción del Templo, se hizo costumbre que las cuatro especies
se agitaran en todas partes donde hubiera un suka construida en cada
día de Sukkot (excepto en Shabat ), como un monumento
conmemorativo al Templo.
Por siglos, ha sido costumbre en Sucot, atar todas las ramas juntas
teniendo en cuenta la siguiente disposición dos sauces en la izquierda,
una hoja de palmera en el centro, y tres mirtos en la derecha. El haz
puede ser atado con tiras de otra hoja de palma, o colocado en un
soporte especial que también está tejido de hojas de palma. Este
paquete de las cuatro especies (arbaat haminim) se convierte, como
lo expresé antes, en el instrumento de una tecnología divina que se
conecta con los cielos y permite el correcto manejo de la bendiciones
que están en la corona de nuestro Rey y deben ser bajadas a través de
una serie de actitudes de la inteligencia emocional que simbolizan las
cuatro especies.

Tomamos este manojo en nuestra mano derecha, y luego lo


levantamos junto al Etrog. Es costumbre agitar el Lulav hacia los
cuatro puntos cardinales y hacia arriba y abajo (“Naanuim”),
expresando nuestra fe en la total presencia divina. Entonces, agitamos
el arbaat haminim, tres veces en cada dirección: al frente, derecha,
atrás, izquierda, arriba y abajo. Esta mitzvá debe ser realizada durante
el día, cada uno de los siete días de Sucot (excepto en Shabat).

Antes de agitar las cuatro especies, decimos la siguiente bendición:

“Baruj ata YHVH, Eloheinu Melej Ha’olam, Asher


kid’shanu be’mitzvotav, ve’tzivanu al ne-tilat lulav”.
“Bendito eres Tú Yahvéh, nuestro Dios, Rey del universo, que nos
santificaste con tus preceptos, y nos ordenaste elevar el Lulav.”

Este acto profético-sacerdotal declara que la persona que lo


realiza aleja y acerca el arbaat haminim para aquel, a quien
pertenecen los cuatro vientos, arriba y abajo. Para, aquel a quien le
pertenecen los cielos y la Tierra, cuyo Nombre es YHVH Adonay.

Una de las razones es que la fiesta de “Sukot” marca, el tiempo de


juicio por las lluvias y el rocío. Como estas cuatro especies coinciden
en el hecho de que requieren un exceso de agua para su crecimiento, al
ser agitadas hacia todas las direcciones tienen un fuerte peso profético.
Agitándolas pedimos del Eterno, quien proporciona sustento a toda su
creación con bondad, que así como estas cuatro especies no pueden
existir sin el riego debido, asimismo todo el mundo requiere del agua
sobre la tierra, sin que esta se manifiesta en forma dañina. De igual
modo oramos por los vientos, que estos sean únicamente para
bendición.
En los planos espirituales, el agitar el arbaat haminim representa
nuestro anhelo de que el agua espiritual de la Instrucción (Torah)
corra por las naciones y las llene de la Gloria (Shekinah), tal como las
aguas cubre el mar (Habacuc 2: 14). Así mismo, como los vientos son
una símbolo del mover espiritual, nuestro acto de agitar las cuatro
especies, se interpreta en las alturas como el anhelo que tenemos de
que el Espíritu del Señor produzca una gran despertar en medio de las
naciones llamando a sus escogidos a salir de la Gran Babilonia.

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