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Escuela de Verano Apuntes _ Sociología 1

Introducción a la Sociología
(conceptos básicos y aplicaciones)

Ely Chinoy

CAPÍTULO I
LA NATURALEZA DE LOS CONCEPTOS

DEFINICIÓN DE SOCIOLOGÍA
El estudiante que se inicia en el estudio de la sociología se pregunta con mucha
razón: ¿de qué trata la sociología? La respuesta, a primera vista, es simple. La
sociología estudia el comportamiento de los seres humanos en sociedad. Pero, se
dirá, lo mismo hacen también su modalidad propia, las otras ciencias sociales –
economía, historia, ciencias políticas, psicología social, antropología. ¿Cómo se
distingue la sociología de estas disciplinas? O, puesto que parece abarcar tanto, ¡se
trata solamente de una disciplina que resume muchas otras!
Responder a estas preguntas con una definición concisa, que pueda ser
comparada con las definiciones de las otras ciencias sociales, proporciona poca
comprensión real de la naturaleza de este campo de investigación relativamente
nuevo. Podríamos definir la sociología como el estudio de los grupos humanos, o de
la interacción humana, o de las instituciones sociales, o tal vez más
cuidadosamente, como “la ciencia que trata de desarrollar una teoría analítica de los
sistemas de acción social, en la medida en que estos sistemas pueden ser
comprendidos de acuerdo con su propiedad de integrarse alrededor de valores
comunes”.1 Pero solamente podremos entender los términos o conceptos claves en
ellas, esto es, el significado de “grupos”, “interacción”, “instituciones”, “sistemas de
acción social” y de “integración alrededor de valores comunes”. Para hacerlo así
deberíamos necesariamente introducir todavía otros términos cuyo significado
tendremos a su vez que definir.

EL POR QUÉ DE LOS CONCEPTOS


El primer paso para el dominio de la sociología, como el de cualquier otra
disciplina científica, es el manejo de sus conceptos fundamentales. Estos conceptos
suministran los recursos intelectuales con los que trabaja el sociólogo. Sirven para
definir los fenómenos a estudiar y diferencian a la sociología de las demás ciencias
sociales, cada una de las cuales tiene su propio sistema de conceptos. Proporcionan
los términos en que los problemas se plantean y resuelven,. La definición de la
sociología debe seguir nuestros planteos, no precederlos. Entonces, cuando
tengamos una comprensión de lo que la disciplina trata y cómo lo hace, la definición
será apenas necesaria salvo como resumen.
Al dedicarnos sin embargo a una extensa exposición de los conceptos clásicos y
a la definición de los términos claves en una disciplina reciente, aunque en rápido
desarrollo, nos exponemos a la acusación de que utilizamos en jerga especializada
que agrega poco al entendimiento humano. Se nos puede acusar de usar términos
familiares de modo desusado, de proponer rótulos esotéricos para fenómenos por
otra parte habituales; en fin, de crear una terminología desusada e innecesaria. Esta
es una crítica que debe ser examinada antes de proseguir con nuestra exposición.
1
Parsons, Talcott: The Structure of Social Action, New Cork, McGraw Hill Book Co., 1937, pág. 768
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En primer lugar es importante señalar que tal queja raramente se formula con
idéntico espíritu crítico contra las ciencias naturales, cuyas eruditas publicaciones
son impenetrables para los no profesionales. Evidentemente, no es la existencia de
un vocabulario especializado lo que provoca la crítica, sino la naturaleza de su
dominio y su relación con la vida humana.
Como la sociología tiene que ver con muchos de los aspectos comunes de la vida
social, el profano casi no advierte la necesidad de una terminología especial
distintiva o de una cuidados definición de los términos que frecuentemente utiliza.
Cualquier miembro de una sociedad conoce algo acerca de su funcionamiento
debe ser algo aunque más no sea para actuar en ella. Cada uno puede proporcionar
una explicación plausible y razonable de muchas acciones de la gente con la que se
une. Ambos, el comportamiento y sus causas, pueden ser descriptos en el lenguaje
de todos los días. Cuando el estudioso del comportamiento humano aplica términos
especiales a acciones que incluyen, en muchos casos, palabras poco familiares y
altisonantes, la sensibilidad de los extraños se ofende. Y cuando las explicaciones
del sentido común no se hallan a mano, mucha gente se inclina a negar la
posibilidad de cualquier explicación, científica o no.
En segundo término, los frutos de la investigación social científica no son todavía
tan ricos o tan ampliamente conocidos como para que su terminología peculiar sea
aceptada, tal como lo ha sido la de las ciencias naturales. Cuando el científico social
demuestre sin lugar a dudas que puede contribuir exitosamente al bienestar de su
sociedad, entonces le será permitido, sin discusión o críticas, hablar en su propio
lenguaje a los profesionales de su especialidad.
Al mismo tiempo existe lo que podría ser una sospecha perfectamente justificable
acerca del hombre que trata de estudiar a otros con la misma objetividad con que el
lepidopterólogo estudia las mariposas. Dado que el conocimiento puede ser poder,
los hombres desconfían a veces de aquellos que saben demasiado y pueden hablar
sobre ellos en un lenguaje que no puede ser rápidamente entendido. En verdad, uno
de los problemas morales con los que se ven enfrentados los científicos sociales es
precisamente el de los usos a que pueden aplicarse sus cocimientos.
En parte, con todo, las críticas al vocabulario sociológico son fundadas. Hay
indudablemente muchas oportunidades en las que los sociólogos han sido culpables
del uso excesivo o innecesario de una terminología especial. Podemos atribuir tales
excesos al entusiasmo de los neófitos en la disciplina o al de aquellos atraídos por
una especialidad en rápido crecimiento. (Podemos ignorar por el momento los
motivos más personales que a veces gobiernan los hábitos verbales.) En parte, la
jerga es el resultado de los esfuerzos de una nueva disciplina por deslindar su
campo de estudio y adquirir respetabilidad académica. Pero a pesar de los abusos,
no podemos dejar de lado una terminología distintiva, claramente definida. Sin
conceptos no hay ciencia. Conant, ex Presidente de la Universidad de Harvard y
distinguido científico, ha llegado tan lejos como para definir a la ciencia como “una
serie interconectada de conceptos y esquemas conceptuales”. 2
Antes de que examinemos los conceptos sociológicos básicos, debemos definir
claramente qué entendemos por conceptos y explicar por qué son tan importantes.
Dicho de la manera más simple, un concepto es un término general que se refiere a
todos los miembros de una clase particular de objetos, acontecimientos, personas,
2
Conant, James B.: Science and Commen Sense, New Haven, Yale University press, 1951, pág. 25.
Hay edición castellana, La ciencia y el sentido común, Buenos Aires, Guillermo Kraft.
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relaciones, procesos, ideas –de toda clase de identidad o unidad. Todos usamos
frecuentemente conceptos. Como el héroe de El burgués gentilhombre de Moliere,
que descubrió que había estado hablando en prosa solamente después de haberlo
hecho así durante cuarenta años, todos nosotros hemos usado conceptos a través
de nuestras vidas. Como el distinguido sociológico francés, Emile Durkheim,
señalaba. “El sistema de conceptos con los cuales pensamos en la vida diaria es el
que expresa el vocabulario de nuestra lengua materna, porque cada palabra traduce
un concepto”.3

LA CIENCIA Y LOS CONCEPTOS


Los conceptos científicos e diferencian de los del razonamiento común por la
mayor precisión con la que por lo general están definidos, por el creciente grado de
abstracción, esto es, generalización, a la que tienden, y por su desarrollo y uso más
sistemáticos.
En la conversación cotidiana el significado de las palabras que usamos se da
generalmente por descontado; suponemos que los otros saben lo que estamos
diciendo: En la mayoría de los casos esta presunción es correcta, aun cuando
muchas palabras tienen más de un significado. El significado apropiado está
indicado en cada caso por el contexto específico, verbal o social, en el que el
término se usa. Si hablamos sobre nuestra familia, por ejemplo, podemos referirnos
a nuestros parientes; nuestro propósito se aclarará normalmente por el contexto en
el que la palabra aparezca.
Muchos de los términos comúnmente usados, sin embrago, no tienen significado
preciso, ni pueden ser entendidos por el contexto en que aparecen. Si tratamos de
establecer definiciones precisas y generalmente aceptables de comunismo,
subversión, liberalismo, o conservadurismo, o aun de conceptos no políticos, como
amistad, éxito, y ambición, veremos en seguida que para estas palabras no hay un
significado simple sobre el que la mayoría de la gente esté de acuerdo. Como los
estudiosos de semántica han señalado frecuentemente, muchas palabras,
particularmente las “grandes”, son a menudo usadas más por su valor emocional
que por cualquier significado concreto que puedan tener. Nuestro lenguaje sirve no
sólo para comunicar ideas (a veces), sino también, por los matices implícitos en
muchas palabras, para indicar sentimientos y actitudes y aun, en ocasiones, para
sugerir posibles normas de acción. Puesto que la ciencia requiere un análisis lógico
riguroso, tanto como una observación cuidadosa, objetiva, el significado de los
términos que usa debe ser tan claro y preciso como sea posible,
independientemente de los diferentes contextos y libre de ambigüedades y
complejos matices.
A diferencia de aquellas disciplinas que han escapado de los riesgos del lenguaje
de la conservación usual, utilizando una terminología matemática o acuñando
nuevas palabras cada vez que fue necesario, la sociología ha desarrollado un
vocabulario basado en su mayor parte sobre términos corrientes en el uso popular.
Términos tan comunes como “cultura”, “grupo”, “rol”, “status”, “poder”, “autoridad”,
“función”, “raza” y “burocracia” se han convertido en importantes conceptos
sociológicos. Su definición requiere el análisis de los objetos a los que se refieren, o,
según la terminología semántica, de sus referentes. Una vez definidos nuestros

3
Durkheim, Emile: Elementary Forms of the Religious Life. Tradiucción de J. W. Swain, Glencoe, IL.,
The Free Press, 1947, pág. 433.
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conceptos debemos usarlos cuidadosa y sistemáticamente, excluyendo de nuestro


trabajo toda intromisión de matices comunes y usos convencionales.
Los conceptos de la sociología, definidos con precisión y despojados de
connotaciones morales y emocionales, son términos de referencia general. Esto es,
se refieren a tipos o clases de acontecimientos, de personas y de relaciones, por
ejemplo, revoluciones, doctores, cooperación o conflicto. Parte o la mayoría de
nuestra conversación cotidiana, por el contrario, trata de individuos, ocasiones y
situaciones determinadas y honguitos materiales. Hablamos de nuestra familia,
nuestras ocupaciones, nuestras relaciones con algún miembro del sexo opuesto.
Perdemos poco tiempo en considerar en términos generales la naturaleza de la
familia, de las ocupaciones o de las citas. La tarea de la sociología, como la de todas
las ciencias, es trabajar con clases de fenómenos, no con casos individuales. El
sociólogo se interesará por el divorcio de una familia particular o por una revolución
en un determinado tiempo y lugar, sólo para aclarar la naturaleza del divorcio en
general, mayor será nuestra comprensión de las circunstancias particulares.
Es, en parte, esta relación con lo general más que con lo particular, lo que nos
mueve a decir que los conceptos sociológicos tienden hacia un nivel más alto de
abstracción que los de la conversación cotidiana. Atendiendo a los casos
individuales sólo como ejemplo de alguna clase de fenómenos, el sociólogo abstrae
aspectos seleccionados o rasgos del comportamiento del complejo total de la
realidad.
A pesar de su formidable nombre, este proceso de abstracción no es un ejercicio
puramente esotérico, pues con frecuencia, si bien inconscientemente, es realizado
por la mayoría de nosotros. Como Cohen y Nagel señalan:
“Todo pensamiento avanza mediante la notación de ciertos rasgos distintivos en
las cosas, su simbolización por medios apropiados, y el razonamiento a partir de
dichos rasgos abstraídos, por medio de los símbolos. Al enfrentar intelectualmente
alguna situación concreta, específica, no prestamos atención a todas las infinitas
relaciones complejas que posee, o a todas sus cualidades. Por el contrario, dejamos
de lado casi todas ls cualidades y relaciones que posee una cosa y destacamos sólo
aquellos rasgos que nos permiten verla como instancia o ejemplo de pautas o tipos
de situaciones repetibles indefinidamente. De esta manera nuestro conocimiento de
las cosas implica una abstracción de las propiedades infinitamente complejas y
acaso únicas que poseen las situaciones”.4
El uso de abstracciones hace posible obtener generalizaciones aplicables a un
amplio margen de observaciones. Por ejemplo, los prematuros intentos del
adolescente para actuar como adulto, la popularidad entre los negros de los que
alisan el cabello o blanquean la piel y las pretensiones de ascenso social pueden ser
denominadas “socialización anticipatoria”.
Esa frase resume los esfuerzos de los individuos para actuar como miembros de
aquellos grupos a los que les gustaría pertenecer. El análisis de estos fenómenos
generales traerá obviamente generalizaciones más amplias que las que podrían
obtenerse si cada caso fuera tratado separadamente. Como la meta de la ciencia es
un teoría que abarque la extensión más amplia posible de fenómenos, es evidente
que los conceptos sociológicos tenderán constantemente hacia un nivel más alto de
abstracción.
4
Cohen, Morris R. Ernest Nagel: An Introduction to Logic and Scientific Method, New York, Harcourt,
Brace &Co., 1934, pág. 371. Reproducido con permiso del editor.
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LOS CONCEPTOS Y LA PERSPECTIVA DE LA SOCIOLOGÍA

AL definir los conceptos de la sociología, estamos definiendo la naturaleza y los


límites de la perspectiva sociológica, y explicitando los aspectos particulares de la
realidad social que analizaremos.
Quizá podemos ilustrar este punto en forma muy simple. El comer una rebanada
de pan con manteca para el desayuno, puede analizarse en términos del valor
nutritivo de la comida ingerida, de los hábitos alimentarios de los individuos, de la
economía del pan, la leche y las máquinas de aplicación casera; también como una
pauta dietética convencional o acostumbrada, o aun como para complacer el gusto
de su marido. Las palabras claves en cada caso, valor nutritivo, hábitos individuales,
economía de las industrias, pautas convencionales o acostumbradas, y fricción
social, son extraídas de diferentes disciplinas: nutrición, psicología, economía y
sociología. El estudioso de cada campo usará sus propias categorías y descubrirá la
posibilidad de que el mismo hecho pueda también ser observado desde otros puntos
de vista.
Al enfocar nuestra atención sobre aspectos seleccionados de la realidad, los
conceptos, en efecto, nos dirán que observar. Pero al avanzar en nuestro análisis,
especialmente cuando tratamos con cuestiones empíricas (reales), específicas, ellos
pueden también decirnos qué buscar. Por ejemplo, si quisiéramos explicar la
preponderancia de los adictos a las drogas, entre los adolescentes, nuestros
conceptos generales guiarían nuestra búsqueda de factores que pudieran ser
aplicables.
Como sociólogos deberíamos tratar de ver qué valores culturales se hallan
implicados en esta forma de conducta desviada y exploraríamos los rasgos
distintivos de los roles del adolescente y de la cultura adolescente. Podríamos
recoger datos para ver si la afición a las drogas se da en la misma extensión entre
adolescentes de todas las clases sociales, de todas las razas, en todos los tipos de
comunidades, o si es igualmente frecuente en las distintas clases de grupos
sociales. Cada uno de estos términos es un exponente del arsenal de conceptos con
los que el sociólogo trabaja. No necesita saber mucho sobre la afición a las drogas
cuando comienza; supone, sobre la base de muchas evidencias y experiencias
anteriores, que estos conceptos generales lo llevarán a los factores particulares
relacionados con el problema.
La eficiencia de la búsqueda de factores relevantes, esto es, de soluciones para
los problemas, se acrecienta marcadamente cuando los conceptos son incorporados
en una teoría sistemática. Los conceptos son un elemento esencial en la teoría, pero
no son idénticos a ésta.
La teoría consiste en un cuerpo de proporciones lógicamente conectadas obre
las relaciones existentes entre variables, esto es, conceptos.
Así como los físicos han examinado las relaciones entre presión, temperatura y
volumen de los gases, los sociólogos han estudiado, por ejemplo, las relaciones
entre las creencias religiosas y el estado del conocimiento científico, entre las
instituciones económicas y la organización familiar, entre la estructura de clases y
las ideologías, entre el comportamiento desviado y valores en conflicto.
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Nos interesamos sólo ocasionalmente por la teoría sociológica como tal, en este
estudio. Antes de que podamos desarrollar proposiciones teóricas válidas debemos
definir y analizar los conceptos sobre los que dicha teoría se construirá. Al hacerlo
así debe señalarse que nosotros nos imponemos arbitrariamente un conjunto
predeterminado de ideas abstractas sobre la infinita variedad de la vida social. Como
la historia de cualquier ciencia lo demostrará, tanto los conceptos como las teorías
emergen del esfuerzo por considerar y comprender algún aspecto de la realidad. Es
de nuestra experiencia y de nuestras observaciones de donde derivamos nuevos
conceptos o perfeccionamos los viejos.
El conocimiento en sociología, como en cualquier otra ciencia, es a la vez
acumulativo y de ensayo, aun en los conceptos que usa; no surge acabado de un
momento para otro ni permanece fijo e inmutable.
Como William James notara en una ocasión, es necesario “forjar cada juicio en el
yunque de hechos irreductibles e inquebrantables” en forma constante.
En verdad al analizar los conceptos básicos de la sociología trataremos, siempre
que sea posible, de indicar los tipos de observaciones que llevan a su creación y
aceptación.

EL ANÁLISIS CONCEPTUAL
Los conceptos no son generalmente verdaderos o falsos en el mismo sentido en
que lo son los juicios o las proposiciones. Los conceptos pueden ser analizados en
forma más o menos adecuada y precisa, y son más o menos útiles para fijar nuestra
atención sobre aspectos importantes y significativos de la realidad, pero no son
acertados o errados. Nuestra tarea aquí es presentar y analizar los conceptos que
han surgido como los más útiles y significativos. No podemos presentar una
enumeración completa de los conceptos sociológicos. Muchos de ellos son
aplicables sólo a áreas de investigación relativamente limitadas, a campos tales
como la criminología, ecología social (el análisis de la distribución espacial de los
fenómenos sociales), población, o relaciones raciales, por ejemplo. Además, muchas
de las categorías menores usadas en campos especializados de la sociología son
sólo subdivisiones o refinamientos de los conceptos básicos. Así como el químico,
por ejemplo, divide el concepto de elemento en elementos metálicos y no metálicos,
y éstos en los elementos específicos, así el sociólogo puede dividir conceptos tales
como cultura, institución, o status, en categorías progresivamente más refinadas y
específicas.
Aunque los sociólogos se están acercando firmemente a un acuerdo sustancial
sobre la naturaleza de sus conceptos básicos, aún existe un considerable grado de
desorden conceptual y terminológico sobre el cual debemos estar prevenidos.
Encontraremos, por ejemplo, que términos tales como institución, estructura social, y
clase social, son usados con referencia a diferentes clases de fenómenos sociales.
A la inversa, veremos que en ocasiones el mismo fenómeno, el mismo referente, es
denominado en forma distinta por los diferentes autores. Pero esta inconsistencia y
aparente confusión, aunque a menudo inconveniente, no es un impedimento grande;
en alguna medida existe en todos los órdenes.
En parte, la extensión del desorden conceptual y terminológico debe ser
considerada como un producto del rápido desarrollo de la disciplina. Muchota
trabajos, aún valiosos, escritos en el pasado, incluso en un pasado relativamente
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reciente, usan conceptos que desde entonces han sido perfeccionados o


reemplazados por otros más precisos. En parte este desorden es el resultado de la
juventud de la sociología. Como los conceptos son aceptados o rechazados sobre la
base de su utilidad para la investigación, podemos hacer una elección sólo después
que las alternativas han sido, en cierto sentido, puestas a prueba. El proceso de
prueba ha conducido ya al rechazo, la aceptación o el perfeccionamiento de muchos
conceptos. Pero no ha sido depurado todavía un conjunto relativamente completo de
conceptos básicos, generalmente aceptados. Además, aunque eventualmente se
llegara a un alto grado de acuerdo sobre los conceptos básicos, no podemos
esperar el fin de este proceso de experimentación aun al nivel más fundamental,
porque el análisis y la clarificación conceptuales constituyen un rasgo permanente
del desarrollo científico.

CAPÍTULO IV

GRUPOS SOCIALES
Hemos dicho que la vida humana es vida de grupo. El individuo aislado –ya se
trate del “noble salvaje” de Rousseau o del hombre presocial de Hobbes- no es más
que una fantasía del filósofo. Salvajes o civilizados, cazadores, pescadores o
campesinos, habitantes del desierto, de la montaña o de la llanura, los seres
humanos viven siempre unos con otros. Por consiguiente, el conocimiento de los
grupos en que viven es de una importancia decisiva para la comprensión de su
conducta.
Un grupo social se compone de un cierto número de personas unidas por una red
o sistema de relaciones sociales. Sus miembros interactúan entre sí en una forma
más o menos estandarizada, esto es, dentro de las normas o “standards” aceptados
por el grupo. Sus relaciones e interacción se basan en gran parte en un sistema de
roles y de status interrelacionados. En mayor o menor medida, están amalgamados
por un sentido de identidad o de semejanza de intereses que les permite diferenciar
a sus miembros de quienes no lo son.
Al definir así el grupo social hemos restringido el significado que
convencionalmente se le suele asignar al término “grupo”, limitando su referencia y
precisándolo. Por lo tanto, debemos distinguir entre un grupo social como tal, y una
cantidad de gente que, aunque no esté ligada por una red de relaciones, ni se halle
en interacción pautada o tenga siquiera conciencia de su identidad, puede ser
considerada en forma conjunta por poseer ciertas características o atributos
similares o idénticos. Un sindicato es un grupo social; pero el conjunto de los
trabajadores que ganan más de US $ 1,75 por hora constituye meramente una
categoría estadística (que puede ser, sin embargo, sociológicamente importante).
Una familia, un club social, un grupo de amigos que se frecuentan, una organización
de negocios, una nación, etc., pueden ser considerados como grupos sociales. Los
poseedores de aparatos de televisión, el público que asiste a los cines, los ardientes
entusiastas del “baseball”, los cultores del “hot jazz”, los ávidos lectores de novelas
policiales, constituyen categorías sociológicamente importantes.
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Estas categorías, como tantas otras, son objeto de considerable interés y


atención sociológicos. Podríamos, por ejemplo, querer explicar por qué la gente
posee ciertos atributos o se dedica a determinadas actividades. ¿Qué factores
distinguen a los lectores de novelas policiales de los de aventuras de “cowboys”, o a
los dueños de aparatos de televisión de quines no los tienen?. Al responder a estas
preguntas será frecuentemente necesario considerar la naturaleza de los grupos a
que pertenecen los individuos de que se trata. Podremos indagar qué diferencias
provoca un atributo en especial; por ejemplo,¿cuáles son las consecuencias de la
lectura de novelas policiales o de ver televisión? La respuesta a esta clase de
preguntas incluirá, en parte, la importancia de estos atributos para la estructura y
funcionamiento de diversos grupos sociales. Para un determinado pinto de vista, la
explicación de aquellos atributos que suministran la base de categorías, estadísticas,
depende de su función en la vida de algún grupo. Un interés compartido por el
“baseball”, el “hot jazz” o por las novelas policiales, puede constituir uno de los lazos
que mantiene unido a un grupo de amigos. El respeto por las proezas físicas puede
ser la base sobre la cual ciertos grupos de adolescentes eligen a sus jefes y
portavoces. Una entrada de más de US $ 10.000 puede permitir a algunas personas
ganar posiciones sumamente honrosas en una comunidad. En algunos casos, por
supuesto, la posesión de atributos comunes o similares puede ser la base sobre la
cual se forman grupos sociales: los cineastas pueden formar clubes, los obreros
fabriles sindicatos, y los lectores de George Bernard Shaw pueden establecer
“Sociedades Shaw”.

SOCIEDAD Y COMUNIDAD
El mejor punto de partida para el análisis de los grupos sociales es la
consideración del grupo más inclusivo, la sociedad misma. Cuando se la considera
más como un grupo que como una trama de relaciones o un sistema de
instituciones, la sociedad comprende a todos aquellos que “comparten los elementos
y condiciones básicas de una vida en común”.5
Desde una perspectiva un tanto diferente, la sociedad es un grupo en el cual
están presentes todas las instituciones necesarias para la existencia individual y
colectiva. Dentro de este grupo que todo lo abarca se podrá encontrar la
multiplicidad de los grupos formados por los hombres en el curso de su vida
colectiva.
Cuando se considera a las sociedades en función de su situación geográfica, se
emplea con frecuencia el término comunidad. Anteriormente este vocablo se refería
en especial a grupos pequeños, de gran cohesión: la banda primitiva, el pequeño
pueblo, la aldea rural. En cierta medida, esta acepción se ha mantenido hasta el
presente, pero el enfoque que tiende a prevalecer es el que considera a la
comunidad como un grupo cuyos componentes ocupan un territorio dentro del cual
se puede llevar a cabo la totalidad del ciclo vital. Es evidente que este enfoque de
comunidad abarca un amplio margen de grupos sociales localizados territorialmente,
que van desde la pequeña comunidad rural aislada hasta la comunidad
metropolitana, la nación, y en principio, aunque todavía no es un hecho, lo que a
veces recibe el nombre de comunidad internacional. Claro está que las comunidades
pueden también formar parte de una comunidad mayor, como ser los pueblos, las
5
Wilson, Logan y William L. Kolb: Sociological Anlysis, New York , Harcourt, Brace & Co., 1949, pág.
267.
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aldeas, ciudades y regiones que componen una nación. Por otro lado, podemos
considerar a estas partes de un todo más amplio como comunidades, por el hecho
de que sus componentes se distinguen de los de otras comunidades, y , por el otro,
porque dentro de ellas puede desenvolverse talmente el quehacer de la vida
humana. Los hombres pueden nacer, criarse, educarse, casarse y procrear, ganarse
la vida y divertirse, tomar parte en actividades religiosas y políticas, morir y ser
enterrados, todo esto dentro de sus fronteras. La circunstancia de que la vida dentro
de una comunidad pueda depender o ser influida en forma decisiva por el mundo
que la rodea, no altera el hecho de que muchos aspectos de la existencia humana
pueden encontrarse enteramente dentro de sus límites sociales y territoriales.

TIPOS DE SOCIEDADES
Claro está que las sociedades y las comunidades difieren unas de otras en
muchos sentidos, grandes y pequeños, como ser en tamaño y complejidad, en sus
creencias y prácticas religiosas, formas de organización política y económica,
familiar, y en muchos otros. Sin embargo, los sociólogos, casi desde los comienzos
de su disciplina, vienen diferenciando repetidamente dos grandes tipos de
sociedades de entre toda esta diversidad aparentemente interminable. Herbert
Spencer denominó a estos dos tipos militar e industrial, respectivamente. Sir Henry
Maine distinguía entre una sociedad basada sobre status y otra basada en el
contrato; Ferdinand Tönnies diferenciaba la Gemeinschaft (comunidad) de la
Gesellschaft (sociedad); Emile Durkheim contrastaba las sociedades que se
mantienen unidas mediante una solidaridad mecánica (segmentos sociales) con las
que mantienen su cohesión gracias a la solidaridad orgánica (órganos sociales);
Howard Becker identificó los dos grupos como sagrado y secular; y Robert Redfield
emplea las categorías de sociedad urbana y sociedad “folk”.
En realidad ninguno de estos conceptos describe totalmente o en forma precisa
ninguna sociedad particular. Tal como todos estos autores han señalado, las
sociedades varían en la medida en que se ajustan a alguna de estas clasificaciones.
No hay sociedad que sea de carácter totalmente “folk” o totalmente urbana,
completamente militar o enteramente industrial, ni que se mantenga unida solamente
por solidaridad mecánica u orgánica. Más bien las sociedades son más o menos
sagradas (o seculares), más o menos “Gemeinschaft” (o “Gesellschaft”), están
basadas sobre status o bien sobre contrato en mayor o menor medida. Puede
decirse que todas estas categorías son tipos ideales, categorías que si bien son de
utilidad para el análisis, no describen exactamente ninguna situación concreta. Estos
tipos constituyen recursos heurísticos, esto es, conceptos que nos permiten hacer
preguntas apropiadas al concentrar nuestra atención sobre aspectos significativos
del fenómeno que nos ocupa.
Cada uno de estos pares de categorías llama la atención en forma diferente y
con distinto acento sobre aproximadamente las mismas diferencias sociales y
culturales. Podemos unir estos diversos contrastes dentro de los conceptos
generales de sociedades comunales y asociacionales. Podemos unir estos diversos
contrastes dentro de los conceptos generales de sociedades pueden ser
comparados en función de los conceptos que ya hemos discutido; instituciones,
relaciones sociales, rol y status, organización social y grupo social.
Dentro de una sociedad comunal, el comportamiento está regulado en gran parte
por la costumbre; queda relativamente poco lugar para la elección o decisión del
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individuo. Las múltiples facetas de la vida cotidiana están gobernadas por un


complejo sistema de reglas y reglamentaciones que dictaminan, por ejemplo, cuando
hemos de comer y dormir, cazar y pescar, rezar y bailar, hacer el amor y permanecer
en la abstención. La acción se desliza en forma bastante fluida a lo largo de cauces
convencionales. Cuando las mores controlan firmemente la conducta, poca
necesidad hay de ley formal. La ley, podríamos decir, forma parte de la tradición; no
está codificada o racionalizada, n o ha sido dictada ni puesta en ejecución, sino que,
emergiendo de la experiencia acumulada de la sociedad, se incorpora a las
costumbres conocidas y aceptadas por sus participantes. E peso de la costumbre no
significa, sin embargo, una identidad de conducta entre los hombres. El individuo,
tal como lo señalara Redfield, no es una “especie de autómata en el cual la
costumbre es el resorte principal... Dentro de los límites establecidos por la
costumbre hay invitación a destacarse. Hay una animada competencia y sentido de
la oportunidad, y el sentimiento de que vale la pena llevar a cabo lo que la cultura
nos mueve a realizar”.6
Por consiguiente, una sociedad comunal no es otra cosa que una sociedad
tradicional en la cual el cambio transcurre con lentitud, en verdad, con tanta, para
nuestros ojos modernos, que apenas si parece tener lugar. Cada generación
trasmite a la que le sucede la mayor parte de los detallados códigos sociales
(algunos siempre se pierden, para darles trabajo a los historiadores y anticuarios)
que rigen la conducta y definen los roles que ha de ejercer cada persona. Además,
las diversas partes de una sociedad comunal están estrechamente articuladas,
encajando unas con otras con un mínimo de fricción o conflicto. Hay una división de
trabajo relativamente simple y, en consecuencia, la diferenciación de los roles es
limitada. El rol del adulto entre los esquimales Nunivak, por ejemplo, es
aproximadamente el mismo para todos los hombres, con cierta diferenciación
económica importante es la que existe entre los hombres y las mujeres; sólo el
shaman desempeña un rol religioso determinado, y salvo los jefes con autoridad
limitada y los viejos que ejercen una dirección extraoficial e informal, no existe una
estructura formal de roles políticos. Los roles sociales son, por lo tanto, totales o
inclusivos más que segmentarios; incluyen muchos aspectos del comportamiento y
no meramente algún segmento limitado de las actividades del individuo.
Como los miembros de una sociedad comunal desempeñan roles inclusivos
antes que segmentarios, necesariamente se hallan en interacción mutua dentro de
una amplia variedad de contextos. Es así como las relaciones sociales son
duraderas, inclusivas, e íntimas o personales. Adquieren una importancia intrínseca
más que instrumental; son valoradas (positiva o negativamente) por sí mismas, y no
tanto como medios encaminados a la consecución de otros fines. Las expectativas
recíprocas de las personas comprometidas en estas relaciones primarias, que es así
como se las llama, son difusas y generalizadas; debemos, por ejemplo, vivir a la
altura de los patrones de respeto, lealtad, afecto o amor más que limitarnos a
cumplir con obligaciones específicamente definidas.
La familia inmediata y a menudeo grupos más amplios de parientes, el pequeño
círculo y quizás algunas otras pocas subdivisiones, agitan las asociaciones de
grupo en la sociedad de tipo comunal. Puede diversas clases de organizaciones
que agrupen personas según sus edades, sexo, o estado civil. Así ocurre que entre
los samoanos existe el Fono, la asamblea de los jefes de las familias de la aldea: la
Aumaga, organización compuesta por los hombres jóvenes y por aquellos a quienes
6
Redfield, Robert: “The Folk Society”, en Wilson and Kelb, op.cit., pág. 357.
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aún se reconoce como jefe; y la Auluma, una organización laxa de mujeres solteras,
de esposas de los hombres que no han llegado aúnan al Fono, y las viudas. No
obstante, semejantes grupos son de por sí, frecuentemente, bastante reducidos, y
las relaciones entre sus miembros son semejantes a las relaciones entre sus
miembros son semejantes a las relaciones primarias características de esta
sociedad en general.
En suma, la tradición empapa todos los aspectos de la vida en una sociedad
comunal, y el margen de pautas alternas de conducta al alcance de los individuos es
muy pequeño. Los roles son más bien totales que segmentarios, las relaciones
sociales son personales e íntimas; fuera de la familia existen comparativamente
pocos subgrupos dentro de la sociedad. Por último, tala como lo indica Redfield,
una típica sociedad comunal es “reducida, aislada, ágrafa y homogénea, con un
fuerte sentido de solidaridad de grupo”. 7 La concreción más aproximada del
concepto de sociedad comunal la hallamos en una tribu prealfabeta o una
comunidad campesina aislada.
Las modernas sociedades industriales son de carácter asociacional, aunque
dentro de ellas hay variaciones considerables entre las diversas comunidades
locales. La gran metrópoli de la sociedad occidental representa el tipo asociacional.
Aquí, el imponente dominio de la tradición se ha resquebrajado en gran medida, y la
relativa uniformidad de pensamiento y acción ha cedido lugar a una diversidad casi
interminable. Quedan pocas creencias, valores y patrones de conducta
universalmente aceptados; las mores se han debilitado, y ha surgido la ley formas
para regular el comportamiento y regir la relación social. De este modo, el cambio es
rápido ; en verdad, la sofisticación y la innovación son sancionadas positivamente en
muchos aspectos de la vida. En vez de presentar la apretada integración propia de
la sociedad comunal, la sociedad asociacional está débilmente articulada y el
sentido de consenso tiende a atenuarse.
La vida en la metrópoli pierde su carácter unitario, cohesivo. La economía y la
vida familiar se encuentran aparentemente separadas, la religión suele confinarse a
momentos y lugares específicos, en lugar de abarcar la totalidad de la existencia
humana; el trabajo y el ocio se distinguen tajantemente.
Una marcada división de trabajo y una proliferación de roles sociales aparecen
íntimamente vinculados con esta fragmentación de la trama social. Los individuos
deben encajar dentro de una compleja estructura social, en la cual ocupan diversos
status y desempeñan muchos diferentes roles que apenas se encuentran, desde su
punto de vista, en relación unos con otros. El hecho de que uno sea católico,
protestante o judío, no se relaciona (en principio, aunque no siempre de hecho) con
la ocupación particular que se tiene; se supone también que el trato que se recibe en
una corte de justicia no está influido por las afiliaciones o actividades políticas, los
clubes a que se pertenece o la posición económica. El salario de un hombre no
cambia por el hecho de que sea soltero o casado, de que no tenga hijos o sea padre
de una prole numerosa. Estos diversos roles que pueden desempeñar los hombres,
son generalmente de carácter segmentario; están limitados a contextos específicos,
confinados a un estrecho círculo de actividades, y comprometen sólo hasta cierto
límite la personalidad del actor.
De este modo, las relaciones sociales en la metrópoli tienden a ser transitorias,
superficiales e impersonales. Los individuos se asocian con ciertos propósitos
limitados, y la interacción social tiende a estar confinada a los intereses específicos
que están en juego. “El prototipo de esto es la relación estrechamente contractual
7
Ibíd., pág. 353.
Escuela de Verano Apuntes _ Sociología 12

entre comprador y vendedor en una transacción del mercado libre, en la cual nada
resulta importante con respecto a la relación, salvo las consideraciones sobre
precio, cantidad y calidad de la mercancía que se intercambia. Los derechos y
obligaciones de las partes son específicos y definidos –ni mayores ni menores que
los que se han acordado explícitamente para el caso particular- y el establecimiento
de cada relación asociacional no implica otras relaciones sociales entre los
participantes”.8 Tales relaciones son esencialmente de orden instrumental, vale decir,
no son importantes por sí mismas sino por los objetivos o fines a cuya consecución
tienden. Resulta de eso que las posibilidades de fuertes lazos emocionales son
menores que en el caso de las relaciones primarias.

ASOCIACIONES Y GRUPOS PRIMARIOS


La magnitud y complejidad de la sociedad asociacional determina el desarrollo
de gran número de grupos sociales difer4enciados, además de las unidades
familiares que aparecen en cualquier sociedad. Muchos de estos grupos caen dentro
de la categoría sociológica de asociaciones (de donde, por supuesto, deriva el
término “asociacional”). Las asociaciones son grupos “organizados para la
consecución de un interés o grupo de intereses compartidos”. 9 Pueden contrastarse
con las sociedades o comunidades que incluyen toda la gama de intereses y
actividades humanas. Los sindicatos, partidos políticos, academias, clubes de
hombres de negocios, de mujeres, sociedades para la prevención de la crueldad
contra los animales y contra los niños, para el progreso de la administración, o para
la prevención de la delincuencia, son todas asociaciones.
Las asociaciones varían ampliamente en cuanto a su tamaño, campo de
intereses, actividades y forma de organización. Sin embargo, muchas de ellas, si no
la mayor parte, pueden ser descriptas como grupos secundarios que poseen una
organización formal. Sus miembros se reúnen dentro de contextos limitados y con
propósitos igualmente estrechos, ya que se han organizado para el logro de
intereses específicos. De este modo, las relaciones tienden a hacerse formales e
impersonales, mientras que los roles tienden a ser más bien segmentarios que
inclusivos, con reglas claramente formuladas que rigen frecuentemente el
comportamiento de los miembros. Un ejemplo habitual de organización formal dentro
de una asociación, puede encontrarse en la estructura social de una oficina
moderna, con su distribución de responsabilidades entre secretarias, dactilógrafas,
empleados, gerente, recepcionista, telefonista y otros, con líneas de autoridad y
responsabilidad claramente demarcadas, y reglamentaciones más o menos
explícitas que recogen el funcionamiento total de la oficina, recogidas generalmente
en alguna especie de estatuto.
El grupo secundario puede ser contrastado con el primario, o grupo
relativamente pequeño y caracterizado por una íntima asociación “cara a cara”. Los
miembros no están ligados por obligaciones contractuales, sino por sentimientos
comunes y lealtades compartidas; las relaciones son personales e íntimas, lo que
permite la espontaneidad, y a menudo son muy duraderas. Las familias y los grupos
de amigos son ejemplos bien claros, aunque grupos espontáneos informales pueden
encontrarse también en la mayor parte de las asociaciones. Los grupos primarios
comparten evidentemente muchas de las características de la sociedad comunal,

8
Williams, Robinn M. Jr.: American Society, New York, Alfred Knopf, Inc., 1951, págs. 451-452.
9
MacIver, Robert M. And Charles H Page: Society, AN Introductory Analysis, New York, Rinehart & Co. Inc.,
1949, pág. 12.
Escuela de Verano Apuntes _ Sociología 13

que puede ser considerada como una forma de grupo primario, o una sociedad en la
cual los grupos primarios tienen preponderancia. Los grupos íntimos, apretadamente
entretejidos, son primarios en diferentes sentidos. El niño adquiere su personalidad
dentro de los confines de algún pequeño grupo íntimo, como también “su temprano
y completo sentido de unidad social”. 10 Son primarios en el sentido de que pueden
encontrarse en cualquier sociedad, ya sea comunal o asociacional, y suministran los
contextos sociales y psicológicos más significativos para la experiencia individual.
Muchos grupos primarios pueden caracterizarse como informales. Surgen de
una interacción continua durante la cual se desarrollan pautas regulares de conducta
y un sentido de identidad que los une. Sin ninguna clase de organización formal (e
incluso a veces como reacción contra la organización formal), aparece un estructura
de roles y estatus interrelacionados, basada en valores y creencias compartidos.
Sus miembros difícilmente serán conscientes de la existencia de un conjunto de
expectativas y obligaciones mutuas que constituyen un elemento de esta
organización informal. La importancia de tale grupos reside en su carácter
espontáneo y su ubicuidad; surgen en toda oportunidad y lugar en que los hombres
se hallan en relaciones frecuentes. No sólo pueden encontrarse entre los niños que
han llegado a gozar de la mutua compañía y a contar con ella; aparecen también en
medio de grupos que, por lo demás, se encuentran altamente organizados: en
fábricas y oficinas, en barcos de guerra y ejércitos, en cárceles y dormitorios
estudiantiles.

LA DIVERSIDAD DE LOS GRUPOS HUMANOS

Claro está que las diversas categorías que hasta aquí se han analizado
-sociedades comunales y asociacionales, asociaciones, grupos primarios y
secundarios, organización formal e informal- no agotan la variedad y diversidad de
grupos humanos. Muchos grupos no entran totalmente en una u otra de estas
categorías, sino que representan aproximaciones que se acercan a los tipos que
hemos descripto o distan de ellos. Y de todos nodos, existen otras numerosas
categorías que pueden ser empleadas en el análisis de los grupos sociales. Las
sociedades pueden caracterizarse como industriales o agrarias, existen clases que
pueden ser agregados sociales o grupos sociales. Hay también grupos transitorios,
tales como las multitudes o los auditorios con características distintivas. Los grupos
pueden ser considerados en función de sus intereses primordiales, para luego ser
subclasificados de diversas maneras; por ejemplo, los grupos religiosos han sido
divididos según los cultos, sectas, denominaciones, iglesias. Los grupos políticos se
pueden dividir en partidos políticos, grupos de interés y grupos de presión, así como
también los cuerpos gubernamentales específicos, como legislatura, cortes y
organizaciones ejecutivas.
Una exposición acabada de la naturaleza de éstos y otros tipos de grupos no es
necesaria ni tampoco posible en este lugar. Es evidente la imposibilidad de
considerar en su totalidad todo el arsenal de conceptos sobre grupos en este
reducido volumen. Aquellos que se han tenido en cuenta habrán de ser
considerados como los más generales y más ampliamente aplicables. Si bien
categorías tales como multitudes y auditorios, sectas y denominaciones, o partidos
políticos y grupos de presión, enfocan la atención sobre aspectos de la vida social
que son apropiados para la consideración de ciertos problemas sociológicos, los
mismos son de referencia más específica, y por lo tanto, de aplicación menos
10
Cooley, Charles H.: Social Organization, New York, C. Scribner’s Sons, 1929, págs. 26-27.
Escuela de Verano Apuntes _ Sociología 14

general que los conceptos que hemos esbozado. Estos últimos son pertinentes con
respecto a una amplia variedad de fenómenos de grupo y pueden, en verdad, ser
aplicados en el análisis de muchas otras categorías de grupos. Los sociólogos han
analizado la organización formal tal como aparece, por ejemplo, en grupas
eclesiásticos, escuelas y universidades, corporaciones, partidos políticos y
sindicatos, así como también en el gobierno. El grupo primario ha sido estudiado
dentro de contextos tan variados como la industria, el ejército y la marina, los
colegios y la comunidad urbana.

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