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En el oído del ser humano se describen tres porciones: oído externo, medio e
interno.
Más específico:
- Tímpano: convierte las ondas sonoras en impulsos nerviosos que viajan hasta
el cerebro
- Apófisis lenticular: huesecillo que se articula con el estribo (propio de
mamíferos)
- Ventana Oval: transmite el sonido desde el oído medio, hasta el oído interno.
- Caracol o cóclea: se encarga de percibir las vibraciones sonoras
- Nervio auditivo: transporta la información del sonido y sobre el equilibrio.
- Trompa de Eustaquio: regula la presión dentro del oído medio y las equilibra.
- Estribo: permite que las vibraciones lleguen al oído interno.
- Yunque: ayuda a transmitir las vibraciones del medio exterior al interior.
- Martillo: transmite las vibraciones sonoras al yunque.
- Conducto auditivo externo: conduce el sonido desde el pabellón auricular
hasta el tímpano.
- Oreja o pabellón auricular: capta las vibraciones sonoras y las redirige hacia el
oído interno.
Proceso Auditivo
El proceso auditivo es un proceso muy complejo. Sirve para transmitir
al cerebro información sobre tonos y ruidos que llegan al oído en forma de ondas
sonoras. Las ondas sonoras alcanzan el órgano auditivo principalmente a través
del pabellón auricular y el conducto auditivo externo que termina en el tímpano.
Las oscilaciones de la presión sonora llegan al tímpano como vibraciones que se
transmiten a través de los huesecillos del oído en la cavidad timpánica a la
membrana de la ventana oval donde comienza el oído interno.
Gracias a los huesecillos del oído el sonido llega, en lo posible sin pérdidas, de un
medio con poca resistencia al sonido (el aire en el oído externo y medio) a un
medio con gran resistencia al sonido (el fluido en el oído interno). Esto sucede
dado que el sonido se transmite de una superficie grande (tímpano) a una
superficie pequeña (ventana oval). Además, por la disposición de los huesecillos
del oído, se aumenta la “fuerza” de las ondas sonoras y el ruido o sonido se
amplifica. Este efecto amplificador depende de los tonos: la mejor amplificación se
consigue en la zona del número de vibraciones naturales del tímpano, entre 1.000
y 2.000 hercios. Sin esta función amplificadora, una gran parte de la energía
sonora (el 98%) se perdería antes de llegar a la ventana oval. Si los huesecillos
del oído se dañaran, se produciría una pérdida auditiva de entre 20-60 decibelios
dependiendo del huesecillo afectado (hipoacusia de conducción).
Los dos espacios del oído interno llenos de perilinfa (rampa timpánica y rampa
vestibular) limitan con la pared interna de la cavidad timpánica. Las vibraciones
transmitidas de la cavidad timpánica a la membrana de la ventana oval mueven el
fluido en la rampa vestibular. Como la rampa vestibular y la rampa timpánica
transcurren juntas en el vértice del caracol y se unen en el helicotrema, este
movimiento se transmite también a la perilinfa en la rampa timpánica, por lo que la
membrana se inclina hacia la ventana redonda. La ventana redonda contribuye en
la compensación de la presión que se origina por las vibraciones de la perilinfa.
El movimiento de la perilinfa se transmite también, a través de la membrana de
Reissner y la membrana basilar, a la endolinfa de la rampa coclear. El movimiento
se transmite en forma de ondas (según la forma de las ondas sonoras que se
perciben), por eso, también se habla de una propagación de ondas progresivas.
Para ello, la velocidad y longitud de las ondas progresivas disminuye a lo largo del
camino por el caracol. La inclinación de la onda (amplitud) por el contrario crece,
de manera que aparece un tipo de “recorrido” de las ondas. El lugar de la rampa
coclear donde se produce esta inclinación máxima o este “embate” (pondría “esta
inclinación máxima en el recorrido de la onda sonora concreta”) dependerá del
tono del sonido que se percibe. Toda frecuencia sonora está clasificada en un
determinado lugar de la rampa coclear: