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PRINCIPALES NOVEDADES DE LA LEY PARA PREVENIR,

SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LAS


MUJERES Y LOS INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR
(LEY N° 30364)
A fines del 2015 se publicó la Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres y los integrantes del grupo familiar – Ley 30364[1] – la cual, al derogar la Ley de
Protección frente a la Violencia Familiar – Ley 26260 –, se constituye como el nuevo marco
jurídico para legislar sobre la violencia que se da en el ámbito familiar, estableciendo los
mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención y protección de las víctimas,
y disponiendo la persecución, sanción y reeducación de los agresores (Artículo 1).

Los sujetos de protección de esta ley serán tanto las mujeres durante todo su ciclo de vida, así
como los miembros del grupo familiar (Artículo 7). Así, esta ley, además de legislar sobre la
violencia familiar tal como lo hacía la Ley 26260, abarca también la violencia que se produce
contra las mujeres en el ámbito público y privado por su condición de tales. En este sentido, uno
de los enfoques más importantes que incorpora esta ley, es el de género, el cual “reconoce la
existencia de circunstancias asimétricas en la relación entre hombres y mujeres, construidas
sobre la base de las diferencias de género que se constituyen en una de las causas principales
de la violencia hacia las mujeres”.

Entre las distintas novedades que incorpora esta ley, nos interesa destacar algunas. En cuanto
a los derechos que poseen las víctimas, se les han reconocido derechos en el campo laboral
(artículo 11) y educativo (artículo 12). Se ha establecido también que cuando la víctima sea niño,
niña, adolescente o mujer, la declaración de la víctima debe practicarse bajo la técnica de la
entrevista única, solo pudiendo requerirse por parte del juez una diligencia de declaración
ampliatoria en los casos que se requiera aclarar o complementar algún punto (artículo 19).
Asimismo, resaltamos la creación del Sistema Nacional para la Prevención, Sanción y
Erradicación de la Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar (título IV), el
cual tiene como fin “coordinar, planificar, organizar y ejecutar acciones articuladas, integradas y
complementarias para la acción del Estado en la prevención, atención, protección y reparación
de la víctima, la sanción y reeducación del agresor” (artículo 33); del Observatorio Nacional de
la Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar, el cual tiene por misión
desarrollar un sistema de información permanente que brinde insumos para el diseño,
implementación y gestión de políticas públicas en la materia (artículo 43); y del Centro de Altos
Estudios contra la Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar, cuyo fin es
“contribuir a la intervención articulada y multidisciplinaria a través de un sistema integral continuo
de especialización y perfeccionamiento de los operadores en el rol que les compete, para
garantizar una atención oportuna y efectiva” (artículo 44).

Por otro lado, resulta importante resaltar que esta ley ha buscado darle celeridad al proceso para
proteger la integridad de la víctima. De esta manera, se señala que la Policía Nacional tiene
veinticuatro horas desde conocido el hecho para pasar el caso a los juzgados de familia o los
juzgados que cumplan sus funciones (artículo 15), los cuales a su vez tienen setenta y dos horas
– desde la interposición de la denuncia – para evaluar el caso y emitir las medidas de protección
que sean necesarias (artículo 16).
ASPECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS DE LA LEY Nº 30364 “LEY
PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA
CONTRA LAS MUJERES Y LOS INTEGRANTES DEL GRUPO
FAMILIAR”
Abog. Jericka Eileen GARCIA OLIVERA

Con la entrada en vigencia de la LEY PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA
LAS MUJERES Y LOS INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR – LEY Nº 30364, (en adelante la Ley)
publicada en el diario oficial El Peruano, con fecha 23 de noviembre del 2015, se ha dado en nuestro
país, un paso importante en la lucha por la protección de aquellas víctimas de la violencia, que en su
mayoría son mujeres quienes sufren día a día estos actos que atentan contra su integridad, y en otros
casos, el resultado es mucho más despreciable, como es el feminicidio.

Es un avance que trata de desarrollar las normas de protección de los víctima de la violencia, en el
marco de los convenios internacionales adoptados por el Perú, como son la Convención Belen do Pará,
la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las mujeres, entre otros.

En lo positivo, esta ley agiliza los trámites de las víctimas, quienes deben ser atendidas
inmediatamente para recibir sus denuncias, y ser evaluadas por los profesionales del Instituto de
Medicina Legal. Asimismo, dentro de las 24 horas serán remitidos los actuados policiales al Juez de
Familia (o Mixto de ser el caso) para que convoque a una Audiencia en la cual se dicten las medidas de
protección pertinentes. La adopción de las medidas se adecúa a las fases del ciclo de la violencia y a las
tipologías que presenta la violencia. Hasta aquí la protección a la víctima es primordial. Y la vigencia de
las medidas de protección se extenderá hasta que el Juez Penal emita sentencia, o hasta el
pronunciamiento Fiscal que disponga no iniciar acción judicial.

Asimismo en caso de flagrante delito relacionado a actos de violencia familiar, es que el personal policial
procederá a detener al agresor, a allanar el domicilio o el lugar donde se produzcan los hechos.
Asimismo deberán comunicar de la detención al Fiscal para que realice las investigaciones
correspondientes, y al Juez de Familiar ((o Mixto de ser el caso) para que dicte se pronuncie sobre las
medidas de protección a favor de la víctima.

Una vez dictadas las medidas de protección por el Juez de Familia (o Mixto), es que remite el caso al
Fiscal Penal (o Mixto de ser el caso), para que inicie el proceso penal e investigue los hechos
originariamente denunciados, y finalmente decida si estos hechos constituyen o no, un delito, o en
realidad se traten de una Falta.

Si el Fiscal decide que se trata de un delito, continuará el trámite disponiendo la Formalización de la


Investigación Preparatoria por el plazo de ley, y realizará actos de investigación, hasta finalmente
formular su Acusación, y llevar el caso hasta la fase estelar del proceso penal, el Juicio Oral.

En caso de decidir que no se configura como delito, optará por la No Formalización ni Continuación de
la Investigación Preparatoria, y archivará los actuados. Sin embargo, también podrá advertir que si no
es un delito pero existe daño físico con incapacidad no mayor a diez días, los hechos constituirían Faltas.
En lo negativo, tenemos que algunos miembros de la Policía Nacional del Perú omiten remitir dentro
de las 24 horas de recepcionada la denuncia por violencia contra la mujer o los integrantes del grupo
familiar con su Informe, al Juez de Familia (o Mixto de ser el caso), para que oportunamente dicte las
medidas de protección a la víctima; otros miembros de la Policía omiten recibir conjuntamente con la
denuncia, la declaración de la víctima, propiciando a que muestre desinterés para continuar con el
trámite.

Que por su parte, algunos Fiscales pese a arribar a la conclusión de que los hechos denunciados no
constituyen Delito y que deben ser archivados en instancia fiscal, sin embargo pretenden que la parte
agraviada recabe copias de todo lo actuado hasta la la instancia fiscal, y que a título personal accione en
la vía judicial correspondiente un proceso por Faltas frente a los hechos denunciados originariamente.
Con decisiones como la aludida, se vulneraría el mínimo formalismo que todo trámite por violencia
debe conservar, dejando desprotegidas a las víctimas, pues a decir de la Ley, la vigencia de las medidas
de protección se da hasta que el Juez Penal emita sentencia, o hasta el pronunciamiento Fiscal que
disponga no iniciar acción judicial.

Asimismo, el Fiscal al requerir a los profesionales psicólogos del Instituto de Medicina Legal que
determinen la lesión psicológica en las víctimas de la violencia contra las mujeres y los integrantes del
grupo familiar, reciben como respuesta de dichos profesionales no estar capacitados para ello, y en
mérito al déficit probatorio de cargo del Director de la Investigación, es que deciden que No ha lugar a
formalizar investigación preparatoria por delito de lesiones, al no poder determinar el nivel del daño
psíquico. Situación que conlleva a que estos casos sean archivados. Dejando en desprotección a las
víctimas de la violencia.

Y finalmente, según lo establece la Ley, el Juez de Familia (o Mixto de ser el caso) en el plazo máximo de
72 horas deberá resolver el caso, dictando las medidas de protección que requiera la víctima, y también
puede pronunciarse respecto a las medidas cautelares relacionadas a las pretensiones de alimentos,
régimen de visitas, tenencia y custodia, patria potestad, liquidación del régimen patrimonial, y demás
conexos y relacionados que aseguren el bienestar de la víctima. Sin embargo, dada la excesiva carga
procesal con que cuentan los Juzgados de Familia ((o Mixto de ser el caso), es que en algunos juzgados
es evidente el retardo para cumplir a cabalidad la exigencia de la Ley Nº 30364 y dictar las medidas de
protección oportunamente.

Esperemos que una vez que se reglamente la Ley, se superen los inconvenientes surgidos a raíz de la
entrada en vigencia de la LEY PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LAS
MUJERES Y LOS INTEGRANTES DEL GRUPO FAMILIAR – LEY Nº 30364, pues con escasos meses de estar
en vigencia, ya se advierten los primeros problemas de su aplicación, y que con gran esfuerzo las
instituciones involucradas para el funcionamiento de la misma, tratan de resolver conforme se
descubren situaciones inadvertidas por los legisladores.

Sin embargo, todo cambio que tienda a mejorar la crítica situación de violencia vivido durante años por
las mujeres en nuestro país, sirva para concretizar el derecho a vivir una vida digna y libre de violencia.
Contribuyamos entonces, a que estos impases sean superados y finalmente se beneficien todas las
víctimas y se sancione a sus agresores.
PELIGRA PROTECCIÓN A LAS MUJERES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA
PESE A NUEVA LEY PROMULGADA
El Comité de América Latina y El Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) advirtió
que las mujeres víctimas de violencia en Perú siguen siendo vulnerables debido a una inadecuada
implementación de la nueva ley, que fue promulgada para erradicar estas situaciones.
PUEDES VER: En juliaca turba mata a sujeto acusado de robar 10 mil soles
La Ley N° 30364 fue promulgada hace un mes, con el fin de para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar.
“Existe el riesgo de que la ley no se aplique adecuadamente, porque se ha generado una incertidumbre
en los operadores de justicia sobre la implementación, como no hay capacitación de la norma, tenemos
un Poder Judicial colapsado, una policía no sensibilizada, las denuncias de las víctimas podrían rebotar
y salir del proceso", señaló Jeannette Llaja, abogada del Cladem.
Apuntó también que los juzgados mixtos y de familia no tienen capacidad de atender los casos como lo
estipula la norma, debido a su carga procesal, horarios de trabajo y el escaso personal con el que
cuentan.
Indicó que otro problema clave es que los Centros de Emergencia Mujer (CEM) y servicios de defensa
de víctimas del Ministerio de Justicia carecen de lineamientos para acompañar estos casos.
El Cladem Perú, integrado por organizaciones y profesionales, instó a la Comisión encargada de la
formulación del Plan de adecuación del Sistema de Justicia, presidida por el Ministerio de la Mujer, a
adoptar medidas urgentes, como la capacitación del personal, creación de nuevos juzgados
especializados y la disposición presupuestaria necesaria.
Uno de los cambios fundamentales que introduce la nueva ley es la agilización del proceso para que las
víctimas accedan a la justicia. Ahora la denuncia pasa en solo 24 horas de la Comisaría al Juzgado de
Familia o Mixto (antes debía cumplir el trayecto Comisaría-Fiscalía-Juzgado que duraba un año), y el
juez debe ordenar una medida de protección para la víctima en un plazo máximo de 72 horas.

Nueva Ley N° 30364 (ley para prevenir, sancionar y erradicar la


violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar)
Una clara violación del derecho constitucional al debido proceso

Luis Ernesto Longa Garro*


1. Presentación [arriba] -
La violencia contra la mujer es un mal endémico que desde hace mucho tiempo se manifiesta en la
sociedad peruana. Desde el punto de vista jurídico, es un problema que preocupa tanto a los
legisladores como a los operadores de justicia que buscan permanentemente nuevas formas de
solucionarlo. Las estadísticas no nos favorecen: en el año 2015, el Programa Nacional contra la
Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) registró
58,429 casos de mujeres que fueron víctimas de este tipo de abuso, y se espera una suma similar o
mayor a finales de este 2016.1 Ante esta realidad, a fines del año 2015 el Gobierno promulgó la Ley
N° 30364 (Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del
Grupo Familiar), cuyo contenido sustantivo ha recibido buenas críticas debido a sus importantes
avances en relación con el ámbito de protección que proporciona el Estado frente a todo tipo de
violencia ejercida contra la mujer (física, psicológica, sexual y hasta económica), así como a otros
grupos vulnerables de la familia, como los niños, adolescentes o personas de la tercera edad. Sin
embargo, también contiene serias inconsistencias procesales que de ser aplicadas por los órganos
estatales podrían conllevar a la violación de garantías y principios constitucionales que rigen el
debido proceso. Esta posible infracción será la premisa que trataremos de sustentar en el desarrollo
del presente artículo

2. Introducción [arriba] -
Publicada el 23 de noviembre de 2015, la Ley N° 30364 consta de 47 artículos divididos en cuatro
títulos, así como dos disposiciones complementarias y derogatorias. En la segunda de estas últimas,
se dispuso la derogación de la Ley N° 26260, es decir, la antigua Ley de Protección contra la
Violencia Familiar. Esta ley establecía un procedimiento mediante el cual las denuncias verbales o
escritas eran recibidas de forma preliminar por la Policía Nacional del Perú (PNP), ente que luego
de una investigación preliminar procedía a emitir un atestado o un parte, lo cual dependía de si
luego de las investigaciones preliminares se concluía la existencia de un caso de violencia familiar
atribuida a una determinada persona o, por el contrario, no se encontraba responsabilidad alguna
en el investigado. En el primero de los casos, la Policía Nacional del Perú remitía el atestado, de
ser pertinente, al juez de paz o al fiscal provincial, quien tenía la potestad (artículo 10° de la
derogada ley) de dictar las medidas de protección inmediatas que garantizaran la integridad física,
psíquica y moral del agraviado o agraviada. Posteriormente, si era menester solicitar una medida
cautelar, era obligatorio recurrir al juez de familia, quien podría dictar medidas anticipadas según
el caso y, en especial, medidas de asignación anticipadas de alimentos (artículo 11 de la derogada
ley). Finalmente, la Ley N° 26260 estableció la competencia del juez de familia para conocer las
pretensiones sobre violencia familiar vía proceso único, en concordancia con lo dispuesto en el
Código del Niño y de los Adolescentes (artículo 20 de la referida ley derogada).
Estos procedimientos de la Ley N° 26260 fueron utilizados hasta fines del año 2015 y hoy han sido
suplantados por los procedimientos de la nueva Ley N° 30364, que resultan totalmente diferentes
de los primeros. Entre algunas de esas diferencias tenemos, por ejemplo, que la nueva ley releva a
la Policía Nacional del Perú de conocer los procesos de violencia contra las mujeres, toda vez que
dispone que las denuncias que antes eran recibidas por las dependencias policiales sean de
conocimiento del juez de familia, denuncias que en caso fuesen recibidas por la Policía Nacional
deben remitirse al citado órgano jurisdiccional en un plazo no mayor de 24 horas. Realizada esta
incidencia, el juez de familia tiene la competencia de dictar las medidas de protección respectivas,
así como las medidas cautelares que se le soliciten. Para estos casos, la nueva ley le otorga un plazo
perentorio y bajo responsabilidad de 72 horas contado desde la recepción de la denuncia para la
emisión del acto procesal respectivo. Asimismo, el juez tiene la facultad para dictar medidas
cautelares sobre temas relacionados con alimentos, regímenes de visitas, tenencia, suspensión o
extinción de la patria potestad, liquidación de régimen patrimonial y otros aspectos conexos que
sean necesarios para garantizar el bienestar de las víctimas (artículo 16 de la citada nueva ley).
Luego de ello, el juez de familia debe remitir los actuados al fiscal provincial penal para que este
inicie el procedimiento penal que corresponde.
Otra diferencia notoria se observa en relación con el proceso penal. El artículo 20° de la nueva Ley
N° 30364 establece que el juez dictará sentencia, la cual podrá ser absolutoria o condenatoria. Si
es absolutoria, significará el término de las medidas de protección dictadas por el juez de familia
y, en caso sea condenatoria, el juez se pronunciará, entre otros puntos, sobre la continuidad de las
medidas de protección o su modificación y la continuidad o modificación de las medidas cautelares
dictadas sobre pretensiones civiles de tenencia, régimen de visitas, suspensión, extinción o pérdida
de la patria potestad, asignación de alimentos, etc.
Como se bien se aprecia, la nueva ley establece dos procedimientos distintos con actores también
distintos: uno reemplaza a otro en búsqueda de celeridad y efectividad con relación al bien jurídico
que se pretende tutelar, pero en su contenido se cumple a cabalidad con el respeto al Derecho
Procesal o se soslayan ciertos principios y garantías procesales. A continuación, un análisis desde la
perspectiva del Derecho Constitucional.

3. Desarrollo normativo y jurisprudencial [arriba] -


El derecho al debido proceso es una de las garantías primarias de todo justiciable que recurre al
Estado para solucionar su conflicto de intereses o que busca la tutela de algún derecho. Consagrada
en el inciso 3 del artículo 139° de nuestra Constitución, dicha garantía contiene una doble
dimensión. Así, desde una perspectiva adjetiva o formal, se entenderá al debido proceso como la
necesidad del cumplimiento de ciertos formalismos de trámite y de procedimiento dentro del
proceso, los que a su vez representan garantías para el justiciable dentro del mismo proceso (en
este se recogen principios tales como el del juez natural y el derecho de defensa y la motivación,
entre otros). Por otro lado, desde la perspectiva de la razonabilidad, el debido proceso se maneja
como lo que nuestra doctrina llama el debido proceso sustantivo, lo que conlleva a la necesidad de
que los pronunciamientos emitidos por el órgano jurisdiccional guarden proporcionalidad con los
hechos y el derecho aplicable en cada caso de una forma razonada y motivada. El derecho a la
emisión de una resolución razonada y motivada en derecho significa que el juez dicte un fallo
acorde a los parámetros materia de análisis en el proceso mediante la aplicación de la norma o
dispositivo legal que le corresponde, lo cual deberá estar respaldado con el silogismo debidamente
expuesto por el juzgador según los medios de prueba aportados.
La norma actual determina que las medidas de protección dictadas por el juez de familia deberán
analizarse y resolverse en un plazo máximo de 72 horas en audiencia oral. Esto conlleva a dos
problemas prácticos que, en la realidad judicial, están ocasionado un grave perjuicio a los
justiciables que recurren a esta vía judicial en búsqueda de salvaguardar sus derechos: ni el juez ni
el aparato logístico que lo rodea cuentan con la capacidad para cumplir con dicho fin.
En el caso del denunciante o agraviado, es posible suplir la referida falta de comunicación, ya que
al momento de la denuncia se pude recabar información de parte de esta persona que pueda hacer
factible comunicar de manera inmediata la fecha y hora de la audiencia (como sería, por ejemplo,
que en el momento de efectuar la denuncia el agraviado proporcione su número telefónico, lo que
haría factible que el juzgado le comunicara por igual vía la fecha y hora para la realización de la
audiencia). Sin embargo, esto no es factible en todos los casos, como ocurre con aquellos que son
derivados de manera directa por la Policía Nacional del Perú conforme la norma lo dispone, y
desaparece en el caso del denunciado, quien puede verse imposibilitado de tomar conocimiento de
la audiencia por realizarse, en la que el juez puede adoptar decisiones importantes en perjuicio del
denunciado sin que este pueda defenderse de forma alguna (recordemos que la norma en si
posibilita que el juez dicte medidas de protección, que van desde la posibilidad de ordenar el
alejamiento del denunciado del hogar hasta dictar medidas de alimentos, tenencia, régimen de
visitas, etc.).
Actualmente el Poder Judicial está implementando el servicio de notificación electrónica, lo que a
futuro nos llevará a recortar drásticamente los plazos de notificación en los procesos judiciales
ordinarios. Sin embargo, esto no viabiliza de alguna forma el cumplimiento de los plazos señalados
en la nueva ley: el problema de ubicación del denunciado y su citación en 72 horas sigue siendo una
traba que no ha sido superada por los órganos jurisdiccionales tras varios meses de aplicación de la
referida nueva ley.
Otro punto importante que debe tenerse en cuenta es el relacionado con el acervo probatorio con
el que cuenta el juez para dictar las medidas de protección. La norma obliga al juez a formarse un
criterio de veracidad sobre la base del examen psicológico como la única herramienta para
determinar la existencia de violencia psicológica y el examen médico legal para determinar la
existencia de violencia física y sexual. Sin embargo, recordemos que la nueva norma contempla
otros tipos de violencia, como la violencia económica y laboral. En dichos casos, ¿cuáles serán los
medios que en 72 horas podrán recoger los jueces de familia para resolver los casos a su cargo? Si
a esto se suma la dificultad de que debido al alto grado de denuncias los exámenes médicos
psicológicos y físicos están tardando, en promedio, 30 a cuarenta 40 días para su emisión, entonces
se soslaya enormemente el plazo establecido en la norma, según la cual el juez, bajo
responsabilidad, debe resolver el caso en audiencia oral en un plazo de 72 horas.
En estas condiciones ¿cómo están reaccionando los jueces de familia ante esta dificultad? Pues
atendiendo a lo expuesto en la norma y a las dificultades descritas, ellos pueden recurrir a dos vías.
La primera de estas es cumplir con el plazo señalado por la ley y dictar las medidas de protección
en el plazo de 72 horas conforme la nueva norma lo indica (en la mayoría de los casos, sin que ellos
se lo comuniquen de forma fehaciente al denunciado y sin contar con medios de prueba idóneos
para ello, es decir, sin un examen médico físico o psicológico que les permita establecer un nivel
mínimo de verosimilitud con relación a los hechos denunciados), lo que conllevaría a la violación
de derechos tan básicos como el de defensa, en caso se prive al denunciado de poder realizar los
descargos correspondientes, o el de motivación, al dictar una medida de protección sin el mínimo
acervo probatorio que respalde las premisas establecidas en la resolución a expedirse, motivación
sustancialmente incongruente que conllevaría a la nulidad de dicha resolución (lo que explicaremos
más adelante). La segunda vía es que ellos esperen obtener los medios de prueba necesarios para
determinar un grado de verosimilitud respecto de los hechos materia de denuncia, situación que
atendiendo a la realidad de los órganos jurisdiccionales del país podría ocasionar un perjuicio
irreparable en los bienes que se pretenden tutelar, lo que de por si atentaría contra la misma
naturaleza de la nueva norma en mención.
En relación con la primera vía, esto es, que el juez respete estrictamente lo dispuesto en la ley y
cumpla con dictar las medidas de protección en el plazo de 72 horas, me permito explayar mi
posición respecto a la violación de derechos que conforman el debido proceso. En ese sentido,
considero que la violación del derecho de defensa se consolida con el solo hecho de que el
denunciado no pueda ser escuchado o pueda presentar los medios de prueba que considere
pertinentes para sustentar su defensa ante el juez. Mi posición está respaldada por nuestro Tribunal
Constitucional, que en una de sus sentencias expresó que:“(…) El derecho de defensa protege el
derecho a no quedar en estado de indefensión en cualquier etapa del proceso judicial o del
procedimiento administrativo sancionatorio. Este estado de indefensión no solo es evidente cuando,
pese a atribuírsele la comisión de un acto u omisión antijurídico, se le sanciona a un justiciable o a
un particular sin permitirle ser oído o formular sus descargos, con las debidas garantías, sino
también a lo largo de todas las etapas del proceso y frente a cualquier tipo de articulaciones que
se puedan promover”.2 (La negrita y subrayado es propia).
Respecto a la violación del derecho a una resolución motivada, considero que emitir un fallo sin
medios de prueba que respalden la violación de los derechos denunciados dará lugar a un fallo
inmotivado que colisionará con el derecho de todo justiciable a una resolución motivada en
derecho. Aquí es importante citar, nuevamente, lo expresado por nuestro Tribunal Constitucional
sobre la motivación: “(…) El derecho a la debida motivación de las resoluciones importa que los
jueces, al resolver las causas, expresen las razones o justificaciones objetivas que los llevan a tomar
una determinada decisión. Esas razones (...) deben provenir no solo del ordenamiento jurídico
vigente y aplicable al caso, sino de los propios hechos debidamente acreditados en el trámite del
proceso. Sin embargo, la tutela del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales no debe
ni puede servir de pretexto para someter a un nuevo examen las cuestiones de fondo ya decididas
por los jueces ordinarios”.3 (La negrita y subrayado es propia).
Por lo expuesto hasta aquí, optar por la primera vía conlleva indefectiblemente a la violación del
derecho de defensa y a la obtención de una resolución motivada en derecho por parte del
justiciable, siendo solo factible que el juez resuelva un pedido de medida cautelar o dicte una
medida de protección sin recabar los elementos de prueba precedentemente descritos o, incluso,
sin obtener la declaración de la parte denunciada, en aquellos casos en los cuales la violación o
amenaza del derecho que se pretende tutelar sea flagrante, pudiendo el juez en aquellos casos, en
mérito de un juicio de ponderación, preterir los derechos procesales citados con el objeto de
salvaguardar la integridad física o psicológica de la víctima. Sin embargo, el objeto de estudio del
presente trabajo está restringido a aquellos casos en los que no es factible que el juez determine,
con la sola declaración de la víctima, la alegación de veracidad en relación con los hechos
denunciados, supuesto en el cual el procedimiento establecido en la Ley N° 30364 no se adecua a
los principios procesales precedentemente expuestos.
Para un mejor entendimiento del lector, debo precisar que en el presente trabajo se ha utilizado
la palabra verosimilitud, en razón de que el juez de familia, al momento de analizar la viabilidad
de la medida de protección solicitada, realiza un prejuzgamiento con relación a los hechos, es
decir, algo similar a lo que realizaría para el concesorio de una medida cautelar. Este
prejuzgamiento implica que el juez debe establecer un grado de apariencia respecto a la existencia
de amenaza o violación del derecho que pretende tutelar, lo que amerita el análisis de medios de
prueba que considero –según como sostengo en el presente artículo– debe incluir la posibilidad de
escuchar a la contraparte, ya que, salvo los casos de manifiesta violación o de flagrancia que se
han señalado, se podría incurrir no solo en la emisión de una resolución que contravenga el debido
proceso, sino también en un fallo judicial que perjudique excesivamente los derechos del
denunciado al no acreditarse la referida existencia de amenaza o violación y sin que el denunciado
cuente con mecanismos procesales para poder rebatir los argumentos expuestos por la parte
denunciada, toda vez que a nivel procesal no existe una figura jurídica –salvo la apelación– para
efectuar un control posterior a la emisión de la resolución que otorga la medida de protección (en
el caso de las medidas cautelares, existe la figura de la oposición contemplada en el artículo 637°
del Código Civil). Esta inexistencia de una figura jurídica a nivel procesal podría ser incluso
debatible si se toma en cuenta que el primer párrafo del artículo 23° de la Ley N° 30364 establece
claramente que las medidas de protección dictadas por el juez de familia se mantendrán hasta la
sentencia emitida por el juzgado penal o hasta el pronunciamiento fiscal de no presentarse
denuncia penal por resolución que deniegue el inicio del procedimiento penal. Si hacemos una
interpretación literal, podría entenderse que la referida medida es inimpugnable y solo podrá ser
revisada al emitirse sentencia o en caso de que el proceso se declare concluido.
Otro aspecto adicional y clave por analizar es que luego de la dación de las medidas de protección
o las medidas cautelares, según sea el caso, la competencia del juez de familia culmina al dejar en
manos de la Fiscalía y luego del juez penal el trámite de la causa incoada. También debemos hacer
hincapié en otra situación preocupante que se podría generar a nivel del proceso regulado por la
Ley N° 30364: en caso que el juez de familia haya dictado una medida cautelar relacionada con
temas de tenencia, alimentos, régimen de visitas, suspensión o extinción de la patria potestad,
dicha medida deberá mantenerse hasta la sentencia conforme se ha señalado en párrafos
anteriores, pero será finalmente el juez penal quien emitirá un fallo definitivo respecto a la
conclusión o continuidad de las referidas medidas, esto es, emitirá un fallo final que corresponde
a temas eminentemente ajenos a su competencia, como es el caso de pretensiones relacionadas
con alimentos, régimen de visitas y suspensión o extinción de la tenencia.
Esta facultad del juez para emitir un fallo definitivo sobre la conclusión o continuidad de las citadas
medidas implica, per se, una clara violación del principio denominado por la mayoría de la doctrina
como el derecho al juez natural, que está contemplado como garantía constitucional dentro del
proceso y que otorga el derecho a todo justiciable de no ser desviado de la jurisdicción
predeterminada por la ley, principio que según lo ha citado nuestro Tribunal Constitucional,4 tiene
dos exigencias: “(…) en primer lugar, que quien juzgue sea un juez o un órgano que tenga potestad
jurisdiccional garantizándose, así, la interdicción de ser enjuiciado por un juez excepcional, o por
una comisión especial creada ex profesamente para desarrollar funciones jurisdiccionales, o que
dicho juzgamiento pueda realizarse por comisión o delegación o que cualquiera de los poderes
públicos pueda abocarse el conocimiento de un asunto que debe ser ventilado ante órgano
jurisdiccional. (…) En segundo lugar, (…) que la jurisdicción y competencia del juez sean
predeterminadas por la ley, por lo que la asignación de competencia judicial necesariamente debe
haberse establecido con anterioridad al inicio del proceso, garantizándose así que nadie pueda ser
juzgado por un juez ex post facto o por un juez ad hoc. (…)“. (La negrita y subrayado es propia).
Dicho lo anterior, resulta difícil entender por qué en favorecimiento del principio de celeridad e
inmediatez la Ley N° 30364 traslada la competencia de temas que por materia corresponden
estrictamente ser analizadas, en definitiva, por el juez de familia, para que estas sean merituadas
mediante sentencia por un juez penal, pese a que dichos temas no son de competencia de este
último. Este traslado de competencias violenta los principios procesales básicos de la
administración de justicia.
Pese a los problemas antes mencionados, la Ley N° 30364 ya se ha implementado en nuestro país y
ha traído consigo una serie de modificaciones en las distintas cortes de justicia. Al respecto, la
Corte de Justicia de Lima emitió la Resolución Administrativa N° 697-15-P-CJLI-PJ, de fecha 7 de
diciembre de 2015, que dispuso en su artículo primero que a partir del 21 de diciembre de 2015 se
ampliara la competencia de los juzgados de familia de materia civil que venían conociendo materias
civiles y tutelares a fin de que conozcan los procesos sobre prevención, sanción y erradicación de
la violencia contra la mujer y grupo familiar bajo los alcances de la Ley N° 30364, al igual que los
cinco juzgados permanentes que solo tramitaban violencia familiar en amparo de la Ley N° 26260.
En otras palabras, la nueva ley agregó una mayor carga procesal a cada órgano jurisdiccional que
venía conociendo la materia de familia, órganos que de por sí ya tenían una sobrecarga en sus
procesos, lo que en un futuro muy cercano podría, si no se toman las previsiones del caso, ocasionar
un colapso total en los juzgados que analizan este tipo de materias. Acredito lo afirmado mediante
una noticia publicada en el diario La República5, que dio a conocer que en la Corte Superior de
Justicia de Arequipa se presentaron, en solo 14 días, 818 procesos por violencia familiar, lo que
hacía inviable su solución en los términos procesales señalados en la nueva ley.
Es importante resaltar que la Corte de Justicia de Lima, pese a contar con pocos recursos, está
haciendo denodados esfuerzos para poder adecuar la situación real de este tipo de procesos a los
plazos establecidos en la nueva ley materia de análisis. Así por ejemplo, ha instalado un servicio
de notificaciones exclusivo para temas de violencia familiar, con lo que se busca acortar los plazos
en la notificación a las partes (tanto agraviada como denunciada), lo que si bien constituye, en
principio, una buena iniciativa, en nada soluciona el problema si no se ha tomado en cuenta la
sobrecarga de procesos que sufren los juzgados, la falta de personal en los órganos jurisdiccionales
que conocen este tipo de procesos y la demora extrema para la obtención de los exámenes
psicológicos y físicos, temas que deberán ser solucionados en la medida en que se busque mejorar
el servicio de justicia. Adicionalmente, también es menester que el Reglamento de la referida ley
(que hasta la fecha no ha sido publicado) corrija algunas situaciones plasmadas en esta como una
manera de respetar el derecho al debido proceso de las partes, a efectos de establecer las
condiciones necesarias para que los jueces puedan cumplir a cabalidad con su labor, que es la de
impartir justicia.

4. Conclusión [arriba] -
1.- La Ley N° 30364 contiene buenos aportes en lo que se refiere a la protección del Estado contra
cualquier tipo de violencia que se ejerza contra la mujer y los integrantes del ámbito familiar (en
su contenido define hasta cuatro tipos de violencia: física, psicológica, sexual y económica). En el
ámbito del derecho sustantivo, su aporte es innegable.
2.- Un problema en la Ley N° 30364 son las inconsistencias de su contenido procesal, que deberán
ser tomados en cuenta en el próximo Reglamento a emitirse, según lo dispone su Segunda
Disposición Complementaria Transitoria. Entre algunas de estas inconsistencias, conforme hemos
señalado, tenemos que el plazo señalado para resolver las medidas de protección está totalmente
desfasado de la realidad.

3.- Otro problema en la Ley N° 30364 es el de la conculcación del derecho de motivación, ya que
prácticamente obliga al juez a emitir una medida de protección o una medida cautelar sin el mínimo
acervo probatorio que le permita emitir un fallo acorde a derecho. Esto perjudica a ambas partes,
pues si bien, por un lado, ocasiona un perjuicio al denunciado, quien obtiene una medida en su
contra sin ningún medio de prueba que lo sustente (salvo en los casos de flagrancia o manifiestos),
por otro también se lo ocasiona un daño al agraviado o agraviada, ya que una vez que los actuados
sean remitidos a la Fiscalía, el juez no tendrá ningún documento probatorio para realizar una
evaluación positiva del caso, por lo que decretará (como se está suscitando en la mayoría de los
casos) el archivamiento del proceso por falta de medios probatorios que lo sustenten.

4.- El traslado de competencia innecesaria al juez penal para que este termine analizando
cuestiones estrictamente relacionadas con el derecho de familia conculca el principio del juez
natural establecido como parte del debido proceso, principio que goza de prevalencia a nivel
constitucional.

5. Reflexiones finales [arriba] -


Luego de exponer las serias falencias procesales de la Ley N° Ley N° 30364, tal situación me lleva
a una pregunta final: ¿Esta ley superará un test de proporcionalidad? ¿Qué medidas habría que
tomarse para que la referida ley converja entre el respeto al debido proceso y su finalidad, que es
la de garantizar el derecho de la mujer o de los grupos de familia a no ser maltratados?
El test de proporcionalidad posee tres elementos en su estructura analítica: 1) la idoneidad; 2) la
necesidad; y 3) la ponderación o proporcionalidad en sentido estricto. En cuanto al procedimiento
que debe seguirse para aplicar el test de proporcionalidad, nuestro Tribunal Constitucional lo ha
explicado así: “ ….(…) hemos establecido que la decisión que afecta un derecho fundamental debe
ser sometida, en primer término, a un juicio de idoneidad o adecuación, esto es, si la restricción
en el derecho resulta pertinente o adecuada a la finalidad que se busca tutelar; en segundo lugar,
superado este primer análisis, el siguiente paso consiste en analizar la medida restrictiva desde la
perspectiva de la necesidad; esto supone, como hemos señalado, verificar si existen medios
alternativos al adoptado por el legislador. Se trata del análisis de relación medio-medio, esto es,
de una comparación entre medios; el medio elegido por quien está interviniendo en la esfera de un
derecho fundamental y el o los hipotéticos medios que hubiera podido adoptar para alcanzar el
mismo fin. Finalmente, en un tercer momento y siempre que la medida haya superado con éxito los
test o pasos previos, debe proseguirse con el análisis de la ponderación entre principios
constitucionales en conflicto. Aquí rige la ley de la ponderación, según la cual “cuanto mayor es el
grado de la no satisfacción o de la afectación de un principio, tanto mayor tiene que ser la
importancia de la satisfacción del otro.” 6 (La negrita y subrayado es propia).
Según lo expresado en el párrafo precedente, resulta relevante preguntarse si la restricción de los
principios de defensa, del juez natural (o desviación de la jurisdicción predefinida por ley) o de
motivación y el favorecimiento exagerado a otros principios, como el de celeridad y economía
procesal, resultan pertinentes y adecuados para salvaguardar los derechos de las personas víctimas
de violencia familiar. Creo que la respuesta es negativa, ya que precisamente se trata de un proceso
dotado de todas las garantías procesales, vale decir, es el más idóneo para el respecto y garantía
de los derechos de índole sustancial.
Me parece pertinente, además, apuntar que más allá de la posible inconstitucionalidad de la norma
en reflexión, que ya se encuentra en aplicación en el territorio de la República, es necesario que
el nuevo Reglamento contenga una serie de modificaciones urgentes dirigidas a proteger los
derechos de las partes sometidas al referido juicio. En ese sentido, considero necesario que si bien
es correcto que se establezcan plazos breves para que el juez resuelva las medidas de protección,
estas deben ser expedidas con el correspondiente acervo probatorio en el expediente,
autorizándose, por ejemplo, a que el juez o el auxiliar jurisdiccional se puedan apersonar al lugar
de los sucesos para comprobar los hechos narrados por el denunciado. Del mismo modo, considero
imperiosa la aplicación de un mecanismo impugnatorio contra las medidas de protección emitidas
por el juez, ya sea uno similar a la oposición que el Código Procesal Civil regula para las medidas
cautelares, o que se establezca expresamente que dichas medidas puedan ser impugnadas a efectos
de que estas, en cuanto a su contenido, puedan ser revisadas por el superior jerárquico para que
de esta manera no se tenga que esperar la emisión de la sentencia por parte del juez penal.
Asimismo, considero que impera la necesidad de crear la subespecialidad de violencia de familia
exclusiva para este tipo de casos (tal como existe en países como Brasil, Uruguay, España, el Reino
Unido y en varios estados de los Estados Unidos de América), la cual sería la solución idónea para
establecer celeridad a este tipo de procesos, evitando así el traslado innecesario de competencias
materiales que puedan atentar contra el derecho al debido proceso. Esperemos, pues, una pronta
respuesta de nuestras autoridades.

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