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Expte. N° JN-33-2017 "NUÑEZ IBARRA GUSTAVO SILVESTRE,


GONZALEZ LEITH LUCIANO, PEREZ SANABRIA PATROCINIO,
QUIÑONES CHIÑOLIS ALBERTO ANTONIO S/ HOMICIDIO
DOBLEMENTE AGRAVADO (ALEVOSÍA Y FEMICIDIO) Y
ENCUBRIMIENTO AGRAVADO".-

En la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires, siendo las nueve horas del
día 9 de mayo de 2018, se encuentran reunidos en dependencias del cuarto
piso de este edificio de Tribunales los Señores Jueces integrantes de este
Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 Departamental, Doctores Karina Lorena
Piegari, Miguel Ángel Vilaseca y Esteban Melilli, bajo la presidencia de la
primera, a los efectos de dictar Veredicto en esta causa número Identificación
de la Causa, seguida por el delito de HOMICIDIO DOBLEMENTE
CALIFICADO Y ENCUBRIMIENTO AGRAVADO, a GUSTAVO
SILVESTRE NUÑEZ IBARRA, de nacionalidad paraguaya, de estado
civil soltero, de ocupación albañil, habiendo nacido en Natalio, Kilómetro 10,
Dpto. de Itapua, Paraguay, el 14/05/1982, siendo hijo de Mariano Nuñez y de
María Asunción Ibarra, poseedor de DNI N° 95.453.158 y cédula del Paraguay
N° 3.856.541, quien se encuentra actualmente alojado en la UP13 (Junin);
LUCIANO GONZALEZ LEITH, apodo o sobrenombre "Lucio", de
nacionalidad paraguaya, de estado civil casado, de ocupación albañil,
habiendo nacido en Escobar (Noveno Depto.), Paraguay, el 07/01/1954, siendo
hijo de Teódulo González y de Fernanda Ermiña Alicia Leith, titular del
Documento tipo Cédula Paraguaya nº 719.049 y domiciliado en Tapín N°
3254 de la localidad de Glew, Provincia de Buenos Aires; PATROCINIO
PEREZ SANABRIA, apodo o sobrenombre "Pepito", de nacionalidad
paraguaya nacionalizado argentino, de estado civil casado, de ocupación
carpintero, habiendo nacido en San Dionisio, Paraguay, el 18/04/1970, siendo
hijo de Gabino Perez y de Ana Sanabria, DNI 93.885.102 y domiciliado en

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calle Ribereña y 870, casa N° 7063, Barrio Los Eucaliptos de San Francisco
Solano, Partido de Quilmes Provincia de Buenos Aires y ALBERTO
ANTONIO QUIÑONEZ CHIÑOLIS, de nacionalidad paraguaya,
nacionalizado argentino, de estado civil soltero, de ocupación constructor,
habiendo nacido en Gral. José Díaz, Paraguay, el 09/02/1972, siendo hijo de
Alejandro Quiñonez y de Andresa Chiñolis, titular del Documento tipo D.N.I.
Nº 92.994.014. y domiciliado en calle 892bis, entre 821 y 822, manzana N°
104, Lote N° 3 del Barrio "La Matera", de San Francisco Solano, Partido de
Quilmes, Provincia de Buenos Aires

Realizado el sorteo de Ley, a los fines de expedir los votos,


resulta el siguiente orden: 1) Doctor Esteban Melilli, 2) Doctora Karina
Lorena Piegari y 3) Doctor Miguel Ángel Vilaseca.-

C UE S T I O N E S

1°) ¿Resulta válida la acusación formulada respecto de los


imputados de autos durante la audiencia de debate por la fiscalía, a la cual
adhiriera el Particular Damnificado?

A esta cuestión el Doctor Esteban Melilli dijo:

El Señor Agente Fiscal Dr. Sergio Manuel Terrón, a cargo de la


Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 5 de este Departamento Judicial
de Junín, requirió la elevación de la presente causa a juicio contra Gustavo
Silvestre Núñez Ibarra, Luciano González Leith, Alberto Antonio Quiñones
Chiñolis y Patrocinio Pérez Sanabria, a quienes imputó la comisión de los
hechos, conforme los describe en la pieza obrante a fs. 866/876.

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En el debate, y de acuerdo a lo establecido en el art. 354 del CPP,


concedida que le fue la palabra al Señor Agente Fiscal mencionado a los fines
de que estableciera la línea de la acusación, mantuvo lo sustancial de la
imputación de la requisitoria de elevación a juicio antes aludida, y en
consonancia con ello manifestó acreditado que “HECHO UNO: en la ciudad
de Junín, Pdo. del mismo nombre, en las primeras horas de la madrugada del
día 21 de Diciembre de 2015, en calle Félix de Azara continuación, pasando
Av. de Circunvalación en dirección a Agustín Roca (conocido como camino
viejo a Roca que costea vías férreas), en basural sito en dicha arteria
intersección con calle que conecta al Parque Industrial, una persona de sexo
femenino de 23 años de edad, identificada a lo largo de las presentes
investigaciones como Ludmila Ayelén BAZAN, perdió su vida como
consecuencia de lesión traumática de origen asfíctico por un posible doble
mecanismo, de contricción cervical y broncoaspiración, lo que conlleva a la
instauración de cuadro anóxico con paro cardiorespiratorio y el resultado
muerte; que dichas lesiones letales le fueron inferidas por una persona de
sexo masculino y mayor de edad, a quien conocía y con quien se encontró
luego de conectarse mediante diversos mensajes de textos y llamadas
telefónicas que el mismo y otras personas de su entorno le cursaron
(Gustavo Silvestre NUÑEZ IBARRA)”;

“HECHO DOS: en la ciudad de Junín, Pdo. del mismo nombre,


en las primeras horas de la madrugada del día 21 de Diciembre de 2015, en
la vivienda sita en calle Caseros nº 339, con posterioridad a la ejecución de
un delito contra la vida -homicidio de Ludmila BAZAN- del cual no prestó
aporte alguno para su ejecución, y sin haber mediado promesa anterior ni
concierto previo, una persona de sexo masculino y mayor de edad,
proporcionó una coartada al autor del hecho a fin de ayudarlo a eludir la
presente investigación brindando una versión falsa de los acontecimientos

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cuando tenía conocimiento expreso y actual, por haber sido testigo presencial,
de que el autor era requerido por la justicia.- (Luciano GONZALEZ LEITH)”;

“HECHO TRES: en la ciudad de Chacabuco, Pdo. del mismo


nombre, el día 24 de Diciembre de 2015, en las primeras horas de la
madrugada, en la Ruta nacional nº 7, entre los kilómetros 200 y 201 en
dirección Chacabuco-Junín, acceso del Paraje conocido como Cucha Cucha,
en banquina del mismo, una persona de sexo masculino y mayor de edad,
previo tomar conocimiento del homicidio de Ludmila BAZAN, se descartó de
un teléfono celular de su propiedad, marca Samsung de color negro y su
respectivo chip, tratando con su conducta de tornar ilusorio el accionar de la
justicia en vistas de que, con dicho aparato había mantenido una fluida
comunicación con la víctima, horas previas a su deceso, contribuyendo a
desviar la investigación y favorecer la impunidad del autor.- (Patrocinio
PEREZ SANABRIA)”;

“HECHO CUATRO: “en la ciudad de Junín, Pdo. del mismo


nombre, en las primeras horas de la madrugada del día 21 de Diciembre de
2015, en la vivienda sita en calle Caseros nº 339, con posterioridad a la
ejecución de un delito contra la vida -homicidio de Ludmila BAZAN- del cual
no prestó aporte alguno para su ejecución, y sin haber mediado promesa
anterior ni concierto previo, una persona de sexo masculino y mayor de edad,
efectuó tareas tendientes a procurar la desaparición de las pruebas del delito
aludido. (Alberto Antonio QUIÑONEZ CHIÑOLIS)”; Acerca de esta porción
fáctica –ya durante el debate- puntualizó el Sr. Agente Fiscal que “en sí, su
aporte (de Quiñones Chiñolis) fue haber ayudado a llevar a la víctima del
hecho N° 1 hasta el basural donde finalmente fue ultimada por el autor del
hecho anteriormente descripto” (SIC).-

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Tales términos han sido ratificados al momento de formular los


alegatos, conforme las previsiones del art. 368 del C.P.P.; encuadrando el Dr.
Terrón las materialidades ilícitas referidas, en los tipos de “HOMICIDIO
DOBLEMENTE AGRAVADO -con alevosía y femicidio-, previsto y penado
por los arts.80, incs.2 y 11, del C.P.” en relación al hecho UNO, del que acusó
a Núñez Ibarra, reclamando la imposición de una pena de RECLUSIÓN
PERPETUA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS; y
“ENCUBRIMIENTO DE UN DELITO ESPECIALMENTE GRAVE,
previsto y penado por el art. 277, inc. 3 apartado a) del C.P.” respecto de las
franjas fácticas que individualizara como hechos DOS, TRES y CUATRO, en
relación a los acusados González Leith, Pérez Sanabria y Alberto Antonio
Quiñones, respectivamente, para quienes solicitó la imposición de una pena de
SEIS AÑOS DE PRISIÓN, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS.-

La Dra. Jesica Massi, Representante Letrada del Particular


Damnificado de autos Sr. Juan Osmar Bazán, adhirió de manera integral a los
términos de la acusación pública, haciendo suyos los argumentos brindados
por el titular de la acción penal.-

En el otro extremo de la relación procesal, la defensa técnica del


encausado Gustavo Silvestre Núñez Ibarra, a cargo del Sr. Defensor Oficial
Dr. Silvio Pedro Acerbo, al estructurar su alegato defensivo, no conforme con
los términos de la acusación propició su libre ABSOLUCIÓN, por cuanto
considera que la prueba reunida en autos no resulta en absoluto suficiente para
dar por acreditado el extremo de la autoría del nombrado acusado. Marcó con
gran ahínco el Sr. Defensor Oficial las falencias, incongruencias e
incompatibilidades que advierte en relación al análisis de la prueba formulado
por la parte acusadora.-

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Finalmente, la defensa técnica de los restantes acusados, Luciano


González Leith, Patrocinio Pérez Sanabria y Alberto Antonio Quiñones
Chiñolis, a cargo de los Dres. Carlos Esteban Torrens y Federico Carlos
Mastropierro, propició también la libre ABSOLUCIÓN de los mismos por
considerar que las conductas desplegadas por cada uno de ellos resultan
atípicas por no hallares presente el aspecto subjetivo del tipo penal de
Encubrimiento Agravado.-

Establecida la posición que cada una de las partes ha tomado en


la contienda, corresponde puntualizar que conforme surgiera del seno de la
deliberación mantenida entre los tres miembros de este órgano jurisdiccional,
se decidió -antes de adentrarse al tratamiento de los extremos que impone el
art. 371 del C.P.P.- plantear y votar, como de previo y especial
pronunciamiento la presente cuestión vinculada a la validez del alegato
acusatorio formulado en autos por la Fiscalía, con adhesión posterior del
Particular Damnificado.-

Encuentro necesario advertir de manera inicial que las


consideraciones y valoraciones que a partir de aquí se formulen resultan de
estricto corte técnico, sin que impliquen ningún tipo de ponderación personal
acerca de los operadores involucrados en las mismas.-

Sentado ello, y antes de adentrarme al análisis específico de


dicho extremo, y a modo de contextualización de cuanto al respecto se diga
luego, considero prudente hacer un somero análisis de la prueba rendida
durante el debate en torno a la materialidad ilícita para poder, a partir de allí,
analizar la validez de la actividad acusatoria.-

Ninguna de las partes ha controvertido que el día domingo 20 de


diciembre del año 2015, la Srta. Ludmila Ayelén Bazán, de por entonces 23
años de edad, alrededor de las 21:00 hs. se retiró del domicilio que compartía

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con sus padres y su pequeña hija sito en la calle Laprida N° 1540 de esta
ciudad, haciéndolo en su moto, con la promesa de retornar al mismo luego de
no más de una o dos horas. Dado que la misma no regresó, se dio inicio a estas
actuaciones originariamente caratuladas como “Averiguación de Paradero”.
Surgió asimismo durante el debate que Ludmila Bazán ejercía la prostitución,
teniendo dentro de su clientela a numerosos hombres de la comunidad
paraguaya de esta ciudad, vinculados todos al sector de la construcción, y que
el número telefónico que utilizaba era el 236-154502772 (denuncia de fs.
2/vta. y declaración testimonial de la progenitora de la víctima, Sra. Cicolini
Silvia Elisabet).-

Tampoco existe controversia respecto de que el día lunes 21 de


diciembre, en horas de la tarde, el cuerpo sin vida de Ludmila Bazán fue
ocasionalmente avistado por un ciudadano en un predio que funciona como un
basural, ubicado en la calle Félix de Azara (cont.), pasando Av. de
Circunvalación en dirección a Agustín Roca por el camino viejo y su
intersección con la calle que conecta al Parque Industrial de esta ciudad (acta
de procedimiento de fs. 45/46 vta., croquis de fs. 47/vta., placas fotográficas
de fs. 48/55 y declaración testimonial del Perito Criminalista Lic. Alejandro
Doro).-

Acerca de las circunstancias en que fue hallado el cadáver de


Ludmila Bazán y las causales de su muerte ha de tenerse en cuenta lo señalado
durante la audiencia de debate por el Perito en Criminalística Lic. Alejandro
Doro y la Médica Forense Dra. Carolina Pérez Mernes, profesionales
pertenecientes al Instituto de Invest. Criminal y Ciencias Forenses Norte
(dependiente de la Procuración Gral. De la S.C.J.B.A.). El primero de los
nombrados, con gran claridad, refirió haber sido convocado apenas fue
hallado el cuerpo de la víctima, en un lugar que describió como un basural a
cielo abierto en un camino rural que comunica Junín con la localidad de

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Agustín Roca, a unos mil trescientos metros de Av. de Circunvalación. Que el


lugar puntual donde yacía el cadáver era una especie de pequeño monte
rodeado de basura y pastizales, al que se accedía por un estrecho sendero de
alrededor de seis metros de largo. Que la víctima se hallaba de cúbito dorsal,
con las prendas de arriba colocadas pero levantadas en la zona del abdomen,
mientras que de éste para abajo estaba completamente desnuda, hallándose
sólo a la altura del tobillo una de las piernas de las calzas junto a su bombacha,
las cuales se presentaban todas enroscadas, indicando que habían sido bajadas
juntas, lo cual le permitió concluir que había existido un ataque sexual hacia la
joven. Describió además que en el sendero existente hasta llegar lugar puntual
del hallazgo, se encontraban dos alpargatas de color negro, con una distancia
de alrededor de un metro una de otra, rememorando como dato particular que
una se hallaba apuntando para un lado y la otra hacia otro. Esto último le
permitió considerar al experto que la víctima había llegado al lugar vestida,
pues no se explicaría de otra manera que tuviera las dos alpargatas colocadas,
las cuales perdiera en el trayecto hasta el punto donde finalmente yacía su
cadáver. Agregó además que sus pies tenían signos de haber estado en
contacto directo con el suelo del lugar, de lo que infirió que en algún momento
sus extremidades inferiores tocaron la tierra, aunque sin poder definir si había
caminado, o si fue, por ejemplo, llevada en andas y los apoyó cuando ya se
encontraba de cúbito dorsal sobre el terreno. Señaló que la víctima presentaba
multiplicidad de lesiones, tratándose de un complejo lesional muy grande en
hemicara derecha, compatible con una fuerte contusión con una piedra tipo
adoquín de alrededor de 6 kilos. Acerca de dicho elemento refirió el Lic. Doro
que el mismo se encontraba muy cerca del cuerpo, y que asimismo se veía con
claridad el hueco que había quedado en el terreno al ser extraída, agregando
que la piedra tenía manchas hemáticas y en la mitad de su superficie tenía
hollín (compatible con la parte de la piedra expuesta a la intemperie), mientras
que en la otra mitad tenía tierra (compatible con la parte enterrada). También

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describió otro paquete lesional en el rostro (heridas cortantes, algunas con


coleta de salida) que generaron parte del sangrado advertido y en la zona del
cuello. Adelantando que el experto Doro concluyó que la muerte de Ludmila
Bazán ocurrió en ese lugar y no en otro, refirió que existían sobre su rostro
regueros de sangre para los costados y para el lado de la frente, hacia atrás de
la víctima, sugiriendo ello que al menos cuando recibió el o los golpes con la
piedra descripta no estaba erguida. También se refirió a la fuerza del golpe
propinado con la piedra sobre el rostro que generó una gran lesión, con
pérdida de parte del globo ocular, herida que generó una proyección hemática
hacia el pastizal y suelo circundante a la cabeza de la víctima. De esto último,
y de los regueros de sangre que se proyectaban por la gravedad hacia los
costados y hacia la parte superior del cráneo, concluye el Perito Doro que el
cuerpo de Ludmila Ayelén Bazán no fue movido con posterioridad al óbito.
Otro dato de interés aportado por el experto es que la víctima presentaba
importantes manchas de sangre en la palma de sus manos, lo que permite
inferir que en algún momento del ataque la joven Bazán se tapó
instintivamente su rostro (máxime si se tiene en cuenta que el resto de su
cuerpo no presentaba ninguna otra herida sangrante). Finalmente –y para ser
tenido en cuenta al analizar las versiones de alguno de los acusados- refirió
que por la cantidad y tipo de lesiones, así como por el peso de la roca hallada
en el lugar, muy probablemente en el ataque a la víctima hayan intervenido
más de una persona, a excepción de que cada uno de los focos lesionales
hubieran acaecido en diversos tiempos, lo cual no resulta compatible con los
hallazgos antes referidos que permiten concluir que el basural resultó el único
escenario lesivo.-

Pasando ahora al testimonio técnico brindado por la Dra.


Carolina Pérez Mernes corresponde señalar que la misma refirió haber
practicado junto a la Dra. Mollo Sartelli la operación de autopsia de la víctima,

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quien relató que las lesiones que presentaba la víctima tenían predominio en
rostro y cuello. En una prolija exposición, y apoyándose en lo consignado en
el extenso protocolo de autopsia obrante a fs. 167/179 vta. que ella misma
suscribiera junto a su colega mencionada, fue describiendo cada una de las
lesiones que presentaba la víctima, recalcando que todas son de carácter vital,
es decir, que le fueron infligidas en vida, generando un dinamismo o proceso
lesional que culminó en la muerte. Pero al referirse específicamente a la causa
del óbito, la Dra. Pérez Mernes refirió que resulta verosímil concluir que la
muerte de Ludmila Bazán ha sido producida por una lesión traumática de
origen asfíctico por un posible doble mecanismo, de constricción cervical y
bronco-aspiración, lo cual conllevó a la instauración de un cuadro anóxico con
paro cardiorespiratorio y el resultado muerte. Tales conclusiones se vieron
luego confirmadas por la pericia anatomopatológica realizada sobre las
muestras de tejido enviadas a dicho laboratorio por las autopsiantes. Pues, en
efecto, se indica a fs. 665/667 en lo que aquí interesa que se halló “Pulmón
con signos de asfixia (pulmón de lucha)”.-

Al ser consultada por el lugar de ocurrencia de la muerte, de


manera categórica, y en tándem con lo afirmado por el Lic. Doro, la Médica
Forense luego de explicar muy sencillamente lo que son las livideces
cadavéricas y lo que las mismas indican, refiriéndose al cadáver de la víctima
señaló que dado que ese fenómeno post-mortem traduce la ubicación final del
cuerpo, en este caso el dorso, cintura y glúteos presentaban dichos signos
cromáticos producidos por el flujo sanguíneo de una persona cuando su
corazón se detiene. Rememoró que se advertían calcados en el dorso del
cadáver características propias del terreno donde fue hallado, todo lo cual le
permite concluir que el lugar donde la malograda Ludmila Bazán encontrara
su muerte no es otro sino el basural donde fue finalmente hallada.-

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Hasta aquí tenemos entonces lo que podríamos denominar un


núcleo de coincidencias básicas entre todas las partes procesales, y que
encuentran eco corroborante en las pruebas arrimadas por las mismas.-

A partir de allí, estimo necesario señalar que la intervención del


Ministerio Público Fiscal, como parte esencial en un proceso, se halla
alcanzada por las obligaciones que imponen los deberes de objetividad y de
motivación y autosuficiencia de sus requerimientos y conclusiones. Así surge,
fundamentalmente de los arts. 56 del C.P.P. y 73 de la ley pcial. 14.442.-

“La acusación es la base del juicio. En el proceso penal,


superada la etapa de investigación, en la faz del juicio la acción penal queda
circunscripta, objetiva y subjetivamente al hecho y a la persona imputada…el
órgano jurisdiccional está limitado a decidir sólo sobre tal objeto y tal sujeto.
En este aspecto, si la acusación como base del juicio no es suficientemente
clara, precisa, específica y circunstanciada, no sólo imposibilita la defensa
del imputado, sino que además vulnera el principio de congruencia dejando
al tribunal en la incertidumbre del cuál es la base demarcatoria
objetiva sobre la cual debe decidir; frente a esta anomalía el tribunal se
encontrará en su momento con la imposibilidad de cumplir debidamente su
función jurisdiccional, ya que no puede resolver sobre lo que no está
claramente determinado, como tampoco ante esta orfandad hacerlo
oficiosamente ultra petita o infra petita, incurriendo en todos estos supuestos
en un incumplimiento funcional y consecuente nulidad de la
sentencia” (JAUCHEN E., Tratado de Derecho Procesal Penal, 1° ED.,
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2012, T° I, pag.707, me atribuyo lo subrayado).-

Sabido es que la intervención del Agente Fiscal, a diferencia de


cuanto acaece con los jueces, no es imparcial, puesto que precisamente resulta
ser una de las partes del proceso en tanto posee efectivamente un interés

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determinado. Dentro de un sistema acusatorio como el que rige en nuestro


estado provincial las facultades de un agente fiscal podrían resumirse por un
lado en investigativas, en tanto su primera función es la de dilucidar un hecho
delictivo, y acusatorias, que nacen luego de que entiende que ha alcanzado ese
cometido, debiendo en su ejercicio acreditar ante el órgano de juicio la
culpabilidad del acusado.-

Pero ese interés específico que mueve la actividad fiscal no


puede ser ejercido de manera arbitraria, pues el Ministerio Público es un
órgano público que debe regirse bajo criterios de objetividad, los que pueden
ser traducidos como “la apreciación sincera, real y verdadera de las
circunstancias que conforman su juicio” (SCHIAVO, Código Procesal Penal
de la Provincia de Buenos Aires. Análisis doctrinal y jurisprudencial, segunda
edición, Hammurabi, Bs. As., 2105, T. I, p.296).-

La defensa del interés público que tiene a su cargo el fiscal, y


que lo convierte en parte procesal, hace que el deber de objetividad sea una
obligación jurídica de proceder en procura de la verdad, tanto en perjuicio
como a favor del imputado. Dicho deber de objetividad le impone al fiscal
actuar de modo desinteresado, no persiguiendo objetivos particulares,
subjetivos o de cualquier otra naturaleza que no haga a los fines propios de la
realización del interés público que representa.-

En la faz investigativa el principio de objetividad se manifiesta


con el diligenciamiento de todas las pruebas pertinentes para la dilucidación
del hecho, ya sea que las mismas perjudiquen o favorezcan al imputado. En tal
sentido es deber del agente fiscal el evacuar las citas contenidas en la
declaración del imputado (art. 318, CPPBA), como resolver las pruebas que le
sean sugeridas por la defensa (art. 318 CPPBA). Por su parte, en lo atinente a

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la faz acusatoria, la misma impone “suma rigurosidad al momento de extraer


conclusiones probatorias y jurídicas” (SCHIAVO, op.cit., p.297)

Ese particular interés –público- que gobierna la actividad fiscal,


y que le impone la obligación de objetividad, genera a la vez la necesidad de
que todos sus requerimientos se encuentren motivados, pues sólo así podrá
ejercerse el control del cumplimiento de aquella obligación.-

Pero, además, la necesidad de motivar sus pedidos por parte del


fiscal hace también a la imparcialidad del juzgador en el marco del proceso
acusatorio, puesto que de no estar motivadas las peticiones, la razón final de
su disposición no estaría en el interés público manifestado por las partes sino
que debería ser oficiosamente suplido por el órgano jurisdiccional (cfr. Alfaro,
“El criterio de objetividad como exigencia a la actuación del Ministerio
Público Fiscal”, Revista de Derecho Procesal Penal, N° 2008-2, p.363).-

El deber de motivación importa que se ofrezcan razones


suficientes, emergentes de las pruebas incorporadas al proceso del derecho
aplicable, que muestren la razonabilidad de lo peticionado, con independencia
de la suerte que la misma corra en la decisión del órgano jurisdiccional. A su
vez un requerimiento se autoabastece cuando las razones en que se basa se
encuentran contenidos en él, sin que deban ser integradas con argumentos
suplidos por quien deba resolver lo solicitado. Pues “no son suficientes las
meras afirmaciones sino que las mismas deben sostenerse en los motivos por
los cuales a ellas se arriba, es decir ser autosuficientes, tanto en lo jurídico
como en lo fáctico, descartando la mera subjetividad que provoca la
arbitrariedad” (Jauchen, ob.cit., T II, p.23).-

Las mentadas obligaciones que pesan sobre el titular de la acción


penal pública también se emparentan de manera estrecha con el principio de
legalidad que bien puede ser definido como la imposición de llevar adelante la

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acción dando impulso a la misma hasta su culminación; y la razón sustancial


del principio de legalidad se encuentra en los fines de la pena, que impone el
restablecimiento de la vigencia del derecho quebrantado por el
comportamiento ilícito, como así también la plena vigencia del principio de
igualdad (art. 16 C.P.), imposibilitando que la discrecionalidad en el ejercicio
de la acción sea fuente de manipulación, corrupción y favoritismo (Binder A.,
“Legalidad y Oportunidad” en Baigún, “Estudios sobre justicia penal,
homenaje al profesor Julio B. Maier”, 2005, p. 131).-

Dicho lo anterior, y con el fin de evaluar la validez de la


actuación del Ministerio Público Fiscal en el presente proceso,
fundamentalmente, al sellar la acusación que formulara contra cada uno de los
encausados, cabe realizar previamente un pequeño racconto de los vaivenes
que fue experimentando tanto la investigación con correlato directo primero en
el alcance de las imputaciones, y finalmente en la acusación.-

Corresponde así señalar que una vez hallado el cuerpo de la


víctima, por datos de su vida personal y contándose con el listado de llamadas
entrantes y salientes de su teléfono (que jamás pudo ser hallado) se llegó dos
personas de nacionalidad Paraguaya, que vivían en una obra en construcción
ubicada en la calle Caseros N° 339 de esta ciudad, tratándose de Gustavo
Silvestre Núñez Ibarra y de Luciano González Leith, siendo éste último titular
del teléfono N°1134824913, abonado que mantuviera contacto en último
término con el dispositivo móvil perteneciente a Ludmila Bazán (cfr. informe
de fs. 61/67). Tales individuos resultaron imputados de la comisión del delito
de Homicidio Agravado de la nombrada, siendo en tales términos convocados
a prestar declaración en los términos del art. 308 del C.P.P.

En tal ocasión, Gustavo Silvestre Núñez Ibarra (fs. 198/199)


reconoció haber recurrido a los servicios sexuales de la víctima, con quien

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estuvo en dos oportunidades, siendo la última de ellas el día sábado 19/12/15


en horas de la tarde cuando la joven Bazán concurrió a la obra de la calle
Caseros a retirar trescientos pesos que su compañero González Leith le había
dejado para que le entregara a cuenta de un encuentro amoroso que tendría
lugar al día siguiente, domingo 20. Que en tales circunstancias él pagó otros
trescientos pesos ese mismo sábado y mantuvo relaciones sexuales con Bazán,
quien en su trabajo utilizaba el apodo de “Lucía” o “Lucy”. Que respecto del
domingo 20 refirió haber ido a pescar con su compañero González Leith, y
otro ciudadano paraguayo, Alberto Quiñones Chiñolis, con quienes regresó
alrededor de las 17:00 hs., y tras cenar los tres junto a otro paraguayo de
apellido Ocampo, éste y Quiñones se retiraron, quedando solos en la obra
Nuñez Ibarra y su compañero Luciano González Leith. Que viendo que Lucía
no llegaba, González Leith le dio su teléfono (N° 1134824913) pidiéndole que
le escribiera, no habiendo la joven al principio respondido el mensaje, por lo
que le escribió por segunda vez, respondiéndole la joven que ya iría. Que
como pasó el tiempo y no llegaba se fue a dormir a su cuarto, alrededor de las
00:30 hs., dejando a González Leith en el suyo con su teléfono, desconociendo
si éste finalmente la llamó o no. Que al día siguiente (lunes 21/12) González
Leith le dijo que la había vuelto a llamar pero que lo atendía el contestador.
Debo mencionar que Núñez Ibarra ha sido el único de los cuatro acusados que
solicitó declarar durante la audiencia de debate y someterse al interrogatorio
libre de las partes, habiéndose mantenido en su postura primigenia, en cuanto
a que a noche del domingo 20/12/15 LA VÍCTIMA NUNCA SE HIZO
PRESENTE EN LA OBRA DE LA CALLE CASEROS.-

El imputado Luciano González Leith declaró como imputado


del homicidio de Ludmila Bazán también el día 23/12/15, oportunidad en la
cual brindó una versión similar a la que aportara Nuñez Ibarra, ubicando en la
obra a la hora de la cena a su compañero, así como a otros dos paraguayos:

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Ocampo y Alberto Quiñones Chiñolis, quienes se retiraron alrededor de las


22:30 hs. También refirió que como Lucy no venía le dio su teléfono abonado
N° 1134824913 a Nuñez Ibarra para que le escribiera, y que como no contestó,
le volvieron a escribir, respondiendo al rato Ludmila Bazán que iría más
tarde. Que Gustavo Núñez se fue a dormir y él la volvió a llamar, hasta que se
durmió alrededor de la 1:30 hs. Al día siguiente la llamó a Lucy para que fuera
a jugarle a la quiniela, pero lo atendió el contestador.-

Alberto Quiñones Chiñolis, quien había tenido originariamente


una serie de intervenciones en calidad de testigo, resultó también convocado a
prestar declaración como imputado el día 24/12/15 (fs. 274/275), previo
relevamiento del juramento de decir verdad. Y en tales circunstancias declaró
conocer a la víctima, señalando que el día domingo, alrededor de las 22.30 hs.
arribó procedente de la casa de Núñez y González Leith a la obra en
construcción donde vivía junto a otros connacionales paraguayos ubicada en la
Av. Padre Respuela al 300. Que al llegar Ludmila Bazán ya estaba allí junto a
seis paraguayos que identificó. Refirió que la joven mantuvo relaciones
sexuales con dos de los presentes (Salomón Nuñez Bogado y “Neo”) y en un
momento recibió un llamado telefónico y le dijo que se iría para la obra de la
calle Caseros para estar con otro paraguayo que “le estaba rompiendo las
pelotas”.-

Finalmente, el mismo día que Quiñones Chiñolis, prestó


declaración en los términos del art. 308 del C.P.P., como coautor del homicidio
de Bazán el restante acusado, Patrocinio Pérez Sanabria (fs. 271/273) quien
negó cualquier intervención en el mismo, refiriendo que Ludmila Bazán
alrededor de las 22:00 hs. llegó a la obra de la Av. Padre Respuela, donde él
vivía junto a otros compañeros, pero que como él se fue a dormir temprano, no
sabe si la joven intimó con alguno de los otros cinco paraguayos allí presentes
(entre los que se hallaban Salomón Núñez Bogado y “Neo”). Sí afirmó que en

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un determinado momento Ludmila recibió un llamado y dijo “ahora voy”, y


que también oyó la moto de la nombrada cuando se retiraba del lugar, aunque
sin poder precisar el horario. Refirió no conocer a los imputados Núñez Ibarra
y González Leith. Asimismo agregó que cuando el día 23/12 se encontraba en
el auto de Quiñones Chiñolis con rumbo a Buenos Aires donde pasarían las
fiestas con sus respectivas familias, éste recibió un llamado de parte de la
policía donde le preguntaron algo acerca de un número telefónico y le pidieron
que volviera hasta Chacabuco donde lo entrevistarían, por lo que sintió miedo,
y se deshizo de su propio teléfono separando la tarjeta Sim del dispositivo,
arrojándolos por la ventanilla en la ruta. Pero que cuando luego la policía le
preguntó dónde estaba su teléfono les dijo que lo había arrojado el Río Salado,
a la altura del Puente Macucho, al salir de trabajar del country Costa Verde.-

A los cuatro imputados, a petición del Dr. Sergio Terrón, se les


impuso cumplir prisión preventiva, en tanto en esa primera etapa procesal se
los consideró a todos ellos coautores del homicidio calificado de Ludmila
Bazán.-

Tiempo más tarde, habiendo transcurrido varios meses desde el


deceso de la víctima, y hallándose ahora la defensa técnica de los imputados
en manos de sus nuevos defensores de confianza, por pedido de los mismos se
convocó a Quiñones Chiñolis, González Leith y Pérez Sanabria a prestar ante
el Agente Fiscal declaración ampliatoria en los términos del art. 317 del C.P.P.-

Y así, el día 19/04/2016, Alberto Quiñones Chiñolis brindó a


fs. 676 una nueva declaración, a través de la cual modificó diametralmente su
versión originaria (sin explicar los motivos de la mutación, ni ser preguntado
acerca de ello), indicando que en realidad el día del hecho, él mismo
acompañó en su vehículo a la víctima desde la obra de la calle Padre Respuela
donde se encontraba hasta la de la calle Caseros donde la esperaban Núñez

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Ibarra y González Leith (recuérdese que en su primera declaración negó


enfáticamente haber tenido algún tipo de contacto con la joven Bazán, a quien
sólo refirió haber visto temprano en la obra de la calle Respuela). Señaló en
esta nueva versión, que él fue en su auto, mientras la joven se trasladó en su
moto. Que al llegar se produjo una discusión entre Núñez Ibarra y González
Leith porque ambos querían pasar primero con la chica. Y en esa discusión
Núñez Ibarra forcejeó con la chica y la empujó, golpeando su cabeza contra la
pared, cayendo desmayada al suelo. Que Núñez Ibarra trató de reanimarla,
pero como la joven no respondía comenzó a apuñalarla. Que se asustaron
mucho, y que envolvieron el cuerpo de Ludmila Bazán en un nylon y la
cargaron en el baúl de su auto, con el cual la llevaron al basural donde luego
fue encontrada, habiéndose quedado González Leith en la obra. Que al llegar
al basural el declarante Quiñones Chiñolis y Núñez Ibarra la bajaron del auto,
tras lo cual Núñez comenzó “a penetrarla”, y luego fueron de nuevo hacia la
obra de calle Caseros donde Núñez se deshizo del bolso de la chica y de la
moto, la cual según les comentó al regresar la dejó abandonada en el costado
de las vías férreas.-

Luciano González Leith, quien extrañamente en un principio al


ser también convocado a ampliar su declaración en los términos del art. 317
del C.P.P. (solicitado de manera expresa por su defensa) optó por no hacerlo
(fs. 678), finalmente dos meses más tarde, el día 16/06/16, y ya a casi medio
año del acaecimiento del hecho, a fs. 778 en una nueva solicitud de su defensa
para que la fiscalía lo oyera en los términos del mentado art. 317, pese a la
incongruencia inicial que indica que “ratifica su declaración” anterior,
inmediatamente después brinda una nueva versión, esta vez en similares
términos a los que vertiera, también en segunda vuelta, su consorte Quiñones
Chiñolis. Y así, pese a que en un principio había señalado que no pudo
concretar el encuentro sexual con la joven Bazán por no haber nunca

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aparecido la misma en la obra de la calle Caseros donde él vivía, señaló ahora


que en realidad sí concurrió, y que él discutió con su compañero Nuñez Ibarra
para ver quién pasaba primero a yacer con la mujer, y que en medio de la
discusión Nuñez Ibarra forcejeó con Lucía y ésta golpeó su cabeza contra la
pared y se desmayó, y como no respondía la apuñaló. Que la envolvieron con
un nylon y la cargaron en el vehículo de Quiñones Chiñolis, y que él se quedó
en la obra mientras el cuerpo fue trasladado por éste y Nuñez Ibarra, yéndose a
dormir.-

Una vez así instaladas las nuevas versiones, la defensa técnica de


los imputados –previo renunciar al patrocinio de Gustavo Núñez Ibarra (fs.
686)- solicitó un cambio de calificación con relación a Quiñones Chiñolis,
González Leith y Pérez Sanabria, indicando que sus imputaciones debían
mutar desde la coautoría del homicidio hacia alguna forma de participación
menor o hacia el encubrimiento de dicha muerte (fs. (fs. 685). Y ello recibió
acogida favorable por la fiscalía, entendiendo el Dr. Terrón que “podría
hacerse lugar al cambio de calificación legal quedando encapsulada la
situación de los mencionados en el art. 277 inc. 3° a), es decir, Encubrimiento
de un Delito Especialmente Grave” (ver fs. 689/vta., el resaltado me
pertenece).-

Como el pedido de cambio de calificación venía de la mano de la


solicitud de excarcelación de los tres imputados antes aludidos, tomó
intervención la Sra. Juez de Garantías Dra. Marisa Muñoz Saggese, quien a
través de su extenso decisorio obrante a fs. 698/703 vta. brindó las
contundentes razones de índole estrictamente técnicas por las cuales rechazó
de manera terminante el pedido de cambio de calificación. Apelada por la
defensa de los encausados, la resolución resultó finalmente abrogada por la
Cámara Departamental, al entender que existiendo acuerdo entre las partes
procesales, la Magistrada de grado había excedido los límites de la

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jurisdicción, violentando el principio acusatorio (ver Incidente de Apelación


acollarado por cuerda a estos principales). De tal manera se instaló la
calificación de los hechos endilgados a Quiñones Chiñolis, González Leith y
Pérez Sanabria en los términos del delito de Encubrimiento Agravado,
obteniendo los nombrados como consecuencia sus excarcelaciones ordinarias.
Cabe señalar que esa modificación calificativa resultó consecuencia directa del
nuevo relato vertido por cada uno de los mencionados, quienes luego de
hacerlo vieron inmediatamente mejorada su situación procesal.-

Del modo descripto es como se llegó a la audiencia de debate, en


cuyo inicio, al brindar el lineamiento acusatorio, el Dr. Sergio Terrón reiteró
los cuatro hechos que ya se transcribieran en el presente voto, los cuales
resultaron reiterados al momento de formular la acusación penal, que contó
además con una adhesión íntegra por parte del Particular Damnificado.-

La acusación es sin lugar a dudas el momento cúlmine de toda


audiencia de debate, pues importa el verdadero ejercicio de la pretensión
punitiva estatal. Y de allí la necesidad de que la misma sea planteada de
manera precisa, fundada en la prueba producida, como para permitir que se
abra la puerta de la jurisdicción y se habilite en definitiva la actuación del
poder punitivo del Estado.-

Volviendo al eje de la cuestión planteada corresponde ahora


analizar si el Sr. Agente Fiscal, en el ejercicio de su ministerio, formuló
válidamente una acusación contra los cuatro imputados. Y para emprender
dicho análisis, he de señalar que más allá del seccionamiento en diversas
franjas fácticas, nos hallamos en realidad frente a un ÚNICO HECHO
TRONCAL e incontrovertido, que es el de la violenta y atroz muerte que
sufriera Ludmila Ayelén Bazán.-

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No se dude que lo acontecido en el presente proceso ha


generado en el ánimo de quienes integramos este tribunal de juicio una
profunda consternación por las implicancias que conlleva todo lo ocurrido
desde la propia apertura de la audiencia de debate. No obstante, superando
tales sentimientos, a continuación procuraré, del modo más esquemático y
claro posible, ir desgranando cada una de las circunstancias que bien podrían
ser catalogadas como irregulares o anómalas acerca de la intervención que
cupo a la parte acusadora:

I.-

Al narrar los hechos, tanto al inicio de la audiencia de debate,


como al tiempo de formular su alegato acusatorio, el Dr. Terrón resultó
advertido –por la defensa del encausado Núñez Ibarra, así como por el propio
Tribunal- de la necesidad de que especificara los alcances de afirmaciones
meramente dogmáticas vacías de todo contenido fáctico, a lo cual el mentado
fiscal respondió insatisfactoriamente, incurriendo en flagrantes
contradicciones.-

Por ejemplo, al describir en el hecho que identificó como N° 4 la


conducta “encubridora” del homicidio de Bazán endilgada a Alberto Quiñones
Chiñolis relató que el mismo con POSTERIORIDAD a la ejecución de un
delito contra la vida en el cual no prestó aporte alguno, y sin que mediara
promesa previa el nombrado “EFECTUÓ TAREAS TENDIENTES A
PROCURAR LA DESAPARICIÓN DE LAS PRUEBAS DEL DELITO
ALUDIDO”. Más al ser requerido para que especificara cuáles habían sido
dichas tareas, inexplicable y sorpresivamente refirió “Ayudó a Núñez Ibarra a
trasladar a la víctima hacia un basural donde finalmente fue ultimada por el
autor”. Dicho de otro modo: la fiscalía sostiene que Quiñones Chiñolis
encubrió un homicidio que aún no había ocurrido.-

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La irregularidad aquí advertida no requiere mayores análisis,


pues basta con acudir a la seca letra de la ley para notar la incongruencia
supina en que incurre el acusador. Reza la primera parte del art. 277 del C.P.
que será reprimido con pena de prisión aquella persona que “TRAS LA
COMISIÓN DE UN DELITO EJECUTADO POR OTRO, EN EL QUE NO
HUBIERA PARTICIPADO…” realizara las conductas que luego se enumeran.-

Casi huelga aclarar que “La conducta encubridora es posterior


al delito cuando se produce después de consumado este o cuando han dejado
de producirse los actos que configuran su tentativa, de forma tal que no haya
significado un aporte material en el proceso de su producción, sea en calidad
de autor, cómplice o instigador. Núñez señala que basta que solo una parte de
la ayuda ocurra antes de la ejecución del delito para excluir el encubrimiento,
debiéndose en este caso analizar la cuestión a la luz de las reglas de la
participación criminal. Para Donna, la ausencia de la participación en el
delito anterior, resulta ser un presupuesto negativo de la figura de
encubrimiento. Señala el autor que ello es así ya que la autonomía de la
figura existe solo cuando no puede afirmarse la participación del autor en el
delito anterior, dado que si la misma tuvo lugar entrarían a jugar las reglas
de la participación criminal” (D’ALESSIO – DIVITO, “Código Penal
comentado y anotado: 2da edición actualizada y ampliada, Buenos Aires: La
Ley, 2009, pag. 1383 y ss.).-

Pero amén de lo expresado, la fiscalía –que en la configuración


de su acusación dio absoluto crédito a las tardías versiones incorporadas por
los encausados previo a obtener el cambio de calificación y de su mano la
libertad a través de la excarcelación- pareciera desoír lo afirmado por el propio
encausado Quiñones Chiñolis, quien más allá de la particular escena que
describe, y aún cuando en un principio pareciera haber tenido el falso
convencimiento de que Ludmila Bazán se hallaba muerta dentro de la obra de

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la calle Caseros, rápidamente salió de ese error al referir que cuando la bajaron
de su vehículo en el basural su acompañante Núñez Ibarra –siempre según
Quiñones- la accedió carnalmente.-

También se desentiende la parte acusadora de las objetivas


conclusiones que emanan de la prueba científica. Pues, recuérdese que por
contundentes razones, empíricamente comprobables, el Perito Criminalista
Doro y la Médica Forense Pérez Mernes aseveraron que LA MUERTE DE
LUDMILA BAZÁN OCURRIÓ EN EL BASURAL DONDE FUE
HALLADA, habiendo allí también recibido las graves lesiones que le generó
la fuerte contusión con una piedra en la parte derecha de su rostro. A una
pregunta formulada por el propio Agente Fiscal, la Dra. Pérez Mernes señaló
que TODAS LAS LESIONES QUE LA VÍCTIMA PRESENTABA ERAN
VITALES, es decir, se habían producido en vida de la misma.-

Reitero aquí que la fiscalía había tenido ya la oportuna y


contundente advertencia que le formulara la Sra. Juez de Garantías al rechazar
el cambio de calificación, avanzando la magistrada al señalar que la
intervención del imputado Quiñones debía ser analizada mediante las reglas
que rigen la autoría y participación. La mentada Magistrada brindó las casi
obvias razones por las cuales –e insisto en esto- según los propios dichos del
acusado por encubrimiento Quiñones el mismo tuvo intervención antes,
durante y después del homicidio de Ludmila Bazán.-

No menos desconcierto se generó en relación al hecho que el


propio fiscal identificara como N° 2, y por el cual requiriera pena privativa de
libertad para Luciano González Leith, por considerarlo también autor de un
encubrimiento del homicidio. En este caso, y respetando la defectuosa
narración que se instalara en el proceso desde que se decidió modificar la
calificación legal, circunscribió la conducta del nombrado en

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“PROPORCIONAR UNA COARTADA AL AUTOR DEL HECHO”. Y al ser


requerido para que especificara los alcances de dicha acción refirió que en
realidad se trataba de un “OCULTAMIENTO”, puesto que cuando la policía
concurrió a la obra de la calle Caseros, al serles requeridos sus teléfonos
celulares a los allí presentes, pese a entregar uno que tenía consigo, González
Leith no le avisó a los uniformados que tenía otro (que es precisamente con el
cual se había comunicado la noche del hecho con la víctima). Nótese lo
errático del fundamento brindado que mientras en el relato originario del
hecho el Dr. Terrón describe una conducta activa (proporcionar), al intentar
explicarla termina derivándola hacia una omisiva (ocultar). De todas maneras,
el teléfono perteneciente a González Leith con el que entablara las últimas
comunicaciones con la víctima resultó hallado sobre su propia cama segundos
después una vez iniciada la diligencia de allanamiento, lo cual nos aleja de
pensar en un plan de ocultamiento previamente pergeñado (ver acta de
allanamiento de fs. 142/143 vta., incorporada por lectura al debate).-

Aún despejando lo rayana que esta imputación pudiera resultar


con el ámbito de la autoincriminación prohibida en nuestro ordenamiento por
mandato constitucional; no puedo dejar de advertir que la acusación no ha
aportado prueba alguna que permita acreditar la motivación de tal obrar y la
conexión entre el mismo con un supuesto favorecimiento al autor.-

Lo mismo cuadra señalar en relación al hecho identificado como


N° 3 por el que se formulara acusación contra Patrocinio Pérez Sanabria
también como encubridor de la acción homicida. Pues en este caso le achaca al
nombrado haberse descartado del teléfono celular de su propiedad, con lo
cual contribuyó a desviar la investigación y favorecer con ello la impunidad
del autor del hecho precedente. La fiscalía aquí no logró tampoco dar una
respuesta atendible. Pues en modo alguno explicitó en qué sentido se desvió la
investigación como consecuencia de que Pérez Sanabria se descartara de su

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propio teléfono arrojándolo a la vera de la ruta, y mucho menos cómo con ello
favoreció la impunidad del homicida (recuérdese que Pérez Sanabria y Núñez
Ibarra no se conocían, siendo sus únicos puntos de contacto la meretriz que
frecuentaban y Quiñones Chiñolis que vivía con el primero y trabajaba con el
segundo).-

Pero además, en lo atinente a González Leith y Pérez Sanabria,


lo que pareciera omitir el fiscal en sus argumentaciones es que al tiempo de
realizar las conductas que les enrostra los mismos ya se vislumbraban
involucrados en el gravísimo hecho, y tan es así que resultaron
inmediatamente después imputados como coautores del Homicidio Calificado
de Ludmila Bazán, habiéndose visto los mismos cautelarmente privados de su
libertad ambulatoria por medio año. De allí que no resulta razonable
considerar que quien declara como coautor de un homicidio calificado se
encuentre obligado a decir la verdad sobre puntos que lo conectan con el
hecho, ni a suministrar prueba que lo incrimine. El pretendido ocultamiento de
prueba es una derivación directa de la dispensa que implica la garantía que
opera sobre la autoincriminación.-

Y, asimismo, repárese en otro extremo que patentiza la absoluta


inconsistencia lógica de los términos de la acusación, que más allá de las
“aclaraciones” que en el transcurso de la audiencia de debate formuló la parte
acusadora, intentando rellenar de contenido fáctico meras afirmaciones tales
como “proporcionar una coartada al autor” (hecho II endilgado a González
Leith) y “efectuar tareas tendientes a procurar la desaparición de las pruebas
del delito” (hecho IV endilgado a Quiñones Chiñolis). Pues recuerdo aquí que
el Dr. Terrón completó sus relatos fácticos diciendo que puntualmente lo que
achaca a González Leith es haber intentado ocultar su propio teléfono celular
desde donde se habían emitido mensajes y llamados al de la víctima; al tiempo
que las tareas realizadas por Quiñones Chiñolis fueron ni más ni menos que

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ayudar a Núñez Ibarra a trasladar el cuerpo de la víctima hasta el lugar donde


finalmente se le dio muerte. No obstante, se presenta como absolutamente
contradictorio con la calificación legal sustentada para dichos hechos, que los
mismos –siempre según el propio fiscal-, acaecieron “en las primeras horas
de la madrugada del día 21 de diciembre de 2015”, que no es otra que la
ubicación temporal que él mismo hace del homicidio. Ergo, a criterio de la
fiscalía las acciones encubridoras del homicidio acaecieron de manera
simultánea a la consumación del mismo.-

Pero aún más: una muestra cabal de que las conclusiones de los
acusadores desoyen los datos que surgen de la propia prueba por ellos
producida es que en el caso es que respecto del hecho endilgado al acusado
González Leith (hecho II), resulta de considerar que si vamos a considerar –tal
como tardíamente lo propone el Sr. Fiscal- González Leith ocultó a la
instrucción su teléfono celular, ello ocurrió recién el día 22/12/15 en ocasión
de llevarse a cabo una diligencia de allanamiento en la urgencia en la obra en
construcción de la calle Caseros donde por entonces vivía. De manera que
bien podríamos hoy preguntarnos ¿la pretendida acción encubridora de
González Leith tuvo lugar el día 21 de diciembre cuando se estaba
desarrollando la ejecución del homicidio o el día 22 de diciembre del año
2015?.-

II.-

Otra de las irregularidades que se advierte en la actuación de la


fiscalía guarda relación con un sesgado análisis del material probatorio
colectado por ella misma a lo largo de la primera etapa procesal, e incorporado
finalmente al debate. Ello, sin lugar a dudas trasunta en un quiebre al deber de

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objetividad que debe regir la labor acusatoria del Estado, a la par que resulta
demostrativo de una deficiente fundamentación de sus pedidos.-

Sobre el inicio de la audiencia de debate, de manera conjunta la


fiscalía y la defensa particular de los acusados Quiñones Chiñolis, Pérez
Sanabria y González Leith requirieron que se diera lectura –a modo de
contextualización- de las declaraciones que los nombrados prestaran en los
términos del art. 317 a varios meses de acaecidos los hechos, lo cual se
cumplió.-

Luego de ello, el Sr. Defensor Oficial que asiste al restante


imputado –Núñez Ibarra- y como resultaba lógico esperar, reclamó lo propio
pero con relación a las declaraciones que tanto su asistido como los restantes
encausados prestaran originariamente en el marco del art. 308 del C.P.P., a
escasos días del hecho. Más ello generó la ofuscada queja del Defensor
privado Dr. Carlos Torrens, y –sorpresivamente- también del propio agente
fiscal, quien férreamente se opuso a que se diera lectura a tales actos (pasados
en su presencia), indicando que él mismo no había solicitado oportunamente
su incorporación por lectura al ofrecer prueba en los términos del art. 338 del
C.P.P. por cuanto “no le interesaban”.-

Finalmente le fue aclarado a los interesados por el propio


Tribunal que el ingreso por lectura al debate de dichas declaraciones había
sido oportunamente admitido conforme lo preceptuado por los arts. 338 y 366
del C.P.P. toda vez que el Sr. Defensor Oficial así lo había reclamado en su
ofrecimiento probatorio, por lo que terminó dándose lectura a las mismas.-

Con tales datos incorporados al debate, contándose entonces con


la primigenia versión dada por todos los acusados, así como las que
tardíamente instalaran en el proceso, la fiscalía haciendo caso omiso de la
objetividad que debe regir su accionar NINGUNA MENCIÓN FORMULÓ

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AL MOMENTO DE ALEGAR ACERCA DE LAS VERSIONES


CONTRADICTORIAS INCORPORADAS AL PROCESO,
fundamentalmente por los encausados González Leith y Quiñones Chiñolis.
Con ello no pretendo arriesgar cuál de las versiones es la que debe ser
considerada como válida, ni que el criterio del acusador coincida con el del
suscripto, sino simplemente marcar que el escenario así planteado obligaba al
requirente estatal a formular un acabado an álisis del contexto en el que las
mismas se produjeron, y los motivos que lo inclinan a creer en unas,
desechando las restantes. Pues sabemos que la verdad es una sola, y que no
resulta posible que coexistan relatos absolutamente incompatibles entre sí,
incorporados por un mismo individuo al proceso.-

III.-

Estrechamente vinculado con lo anterior, se advierte la falta de


argumentación válida por parte de los acusadores en torno a elementos de
prueba que abiertamente contradicen sus propias conclusiones. Y, de nuevo, no
reclamo soberbiamente que la interpretación de la prueba de la fiscalía
coincida con la del suscripto, sino que lo que es exigible en esta crucial etapa,
y frente a un panorama como el que se viene describiendo es –de mínima- un
“hacerse cargo” de la prueba arrimada por esa misma parte al seno del debate.-

Me explico: Según la versión aportada por Quiñones Chiñolis y


González Leith en sus declaraciones ampliatorias, y a las que la fiscalía
decidió creer, al modificar su primigenia versión de los hechos, refirieron que
al recibir un golpe contra la pared Ludmila Bazán se desvaneció sin reacción,
lo que llevó a que Nuñez Ibarra intentara hacerla volver en sí, y al no lograrlo
(inexplicablemente) comenzara a apuñalarla, tras lo cual, quizás, dándola por
muerta deciden envolverla en un nylon y depositar su cuerpo en un basural.

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Pero, a tenor de las conclusiones del Lic. Doro y de la Dra. Pérez Mernes se
encuentra ya establecido que: 1) el cadáver de Bazán no presentaba ninguna
lesión contusa de entidad en su cabeza que no fuera la producida por el
impacto de una gran roca en el basural. De manera que como mínimo cabría
preguntarse ¿como consecuencia de qué golpe en la cabeza contra la pared la
víctima se desvaneció en la obra de calle Caseros?; y 2) el cuerpo de Bazán no
presentaba ninguna herida punzo-cortante propia de un apuñalamiento, sino
que simplemente tenía una serie de tajos (heridas cortantes) en su rostro, pero
que a tenor del trayecto de la hemorragia que produjeron, llevaron a los
expertos a aseverar que las mismas se produjeron en el basural, con el cuerpo
colocado en la posición final. Por lo tanto ¿dónde están las huellas dejadas por
el apuñalamiento llevado a cabo según Quiñones y González por Nuñez Ibarra
y que ellos mismos intentaron frenar?.-

NADA DE ELLO FUE CONSIDERADO POR EL SR.


AGENTE FISCAL, máxime recordando que las conclusiones periciales
forman parte de los datos que a su solicitud se incorporaron al proceso. Si el
acusador tiene respuesta atendible para los interrogantes antes planteados, no
la hizo saber al tribunal sobre quien deb ía intentar formar convencimiento
acerca del caso que trajo a juicio.-

IV.-

Otro punto que merece ser destacado y que también es


demostrativo de una arbitraria disposición de la prueba por parte de los
acusadores, es lo vinculado a la persona de Salomón Núñez Bogado. Dada la
profusión de nombres propios hasta aquí referidos, me veo en la necesidad de
contextualizar cuál es la relevancia que dicho individuo tiene en los hechos
ventilados en el debate.-

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El nombrado Salomón Núñez Bogado resulta ser un ciudadano


también de nacionalidad paraguaya que se desempeñaba como contratista de
empleados de la construcción, y a cuyas órdenes trabajaban, entre otros, los
cuatro acusados, teniendo además algún grado de parentesco con uno de ellos
(Quiñones Chiñolis). Pero, además, Nuñez Bogado resulta ser una de las
personas que la noche del domingo 20/12/2015 estaba presente en la obra de la
calle Padre Respuela, donde él vivía, y estuvo presente la víctima. Así lo
afirmaron al declarar en primera vuelta los imputados Pérez Sanabria y
Quiñones Chiñolis, agregando incluso éste último que Salomón Nuñez
Bogado fue uno de los dos paraguayos allí presentes que esa misma noche
mantuvo relaciones sexuales con la víctima Ludmila Bazán.-

La fiscalía convocó a la audiencia de debate a David Omar


Forconi, quien refirió que al tiempo de los hechos tenía una obra en
construcción en el barrio privado Costa Verde de esta ciudad, en el que había
tenido como empleados a ciudadanos de origen paraguayo. Que se enteró del
acaecimiento del homicidio de Ludmila Bazán por las redes sociales que
utiliza, y como se hallaba trabajando por entonces en su obra el albañil
Maidana le preguntó directamente si Quiñones Chiñolis, quien había trabajado
allí como pintor y a quien se nombraba en los medios como uno de los
implicados, tenía algo que ver con esa muerte, respondiéndole Maidana que
“no sabía si Quiñones era o no el autor, pero que el lunes 21 de diciembre a
la mañana le había contado a sus compañeros de la calle Padre Respuela que
él sabía dónde estaba el cuerpo de la chica y que la policía lo iba a encontrar,
que supuestamente se había caído en un forcejeo y se había golpeado la
cabeza”. Otro dato de interés aportado por Forconi es que un día, sin indicar
fecha, “charlando con el encargado Salomón (Núñez Bogado)” le dijo
“mejor no hables de esto que te contó Maidana. Vos no te metas, no te
conviene”.-

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También resultó convocado a prestar declaración testimonial el


albañil Daniel Antonio Maidana quien reconoció haber mantenido esa
conversación con Forconi, y agregó haberse enterado de los datos que le
transmitiera a éste por medio de Salomón Núñez Bogado, relatando “Siempre
nos reunimos todos a comer en una de las obras de Salomón, ese día fue un
lunes al mediodía, estaban Neo, Garcete Aldo y Salomón. Salomón vino de
otra obra de él y nos comentó que habían matado a la chica. Que la chica
estaba en Padre Respuela, y de ahí se fue a otra obra de Salomón donde tenía
dos o tres gentes, paraguayos. Y ahí forcejeó con uno que quería entrar
primero, a uno que le dicen “Negrito”, la chica se cayó, se golpeó, el negrito
se asustó y la acuchilló, y la chica se murió. La tiraron en un basural. A
Salomón todo esto se lo contó su compadre”. Al ser requerido el testigo para
que indicara si veía al compadre de Salomón al que hace referencia señaló al
imputado Quiñones Chiñolis.-

Como correctamente lo señalara el Dr. Silvio Acerbo, defensor


oficial que asiste a Núñez Ibarra, nos hallamos frente a testimonios indirectos.
Pues nótese que Forconi narra lo que le contó Maidana que le oyó decir a
Salomón quien a su vez lo había oído de parte de uno de los hoy acusados.
Durante los alegatos, manteniendo la tónica que caracterizó sus
intervenciones, ni el acusador público ni el privado tampoco “recogieron este
guante”, utilizando los dichos de Forconi y Maidana como si se tratara de
testigos directos, o al menos dotando a sus dichos de igual credibilidad que si
lo fueran.-

Pero aún más. El ciudadano Salomón Núñez Bogado figura entre


las personas que resultaron ofrecidas por la propia fiscalía para que
compareciera al debate a prestar declaración testimonial. Pero al ser
convocado para que compareciera al recinto, se informó por Secretaría que el
mismo no se hallaba presente. De tal modo, fue consultado el Sr. Fiscal acerca

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del temperamento que adoptaría al respecto, respondiendo secamente que


habiéndolo intentado notificar de esta audiencia, se le informó que Salomón
Núñez ya no reside en esta ciudad de Junín. Y que por tal motivo desistía de su
testimonio, no interesándole tampoco la incorporación por lectura de sus
anteriores declaraciones prestadas durante la IPP (ver al respecto acta de
debate). Dicho sea de paso, ninguna constancia documental aportó la fiscalía
acerca de las tareas desplegadas para lograr la notificación de Nuñez Bogado.-

Es decir, el Dr. Terrón y la Dra. Massi prefirieron quedarse con


los dichos de dos testigos indirectos, de segundo y tercer grado, antes que
obtener datos de quien aportara la versión que luego les terminara llegando a
aquéllos. Y aquí, ya sabiendo sellada la suerte del debate celebrado en autos,
habré de formular una apreciación para la cual he debido recurrir a las
declaraciones testimoniales prestadas por Salomón Nuñez Bogado durante la
primera etapa procesal. Naturalmente las mismas no se hallan incorporadas
por lectura en los términos del art. 366 del C.P.P., pero teniendo este Tribunal
sobre la mesa de deliberación el expediente en su integralidad, y a tenor del
reclamo de la defensa oficial de Núñez Ibarra y las serias irregularidades que
se vienen destacando, me permito someramente señalar que Salomón Nuñez
prestó declaración juramentada al día siguiente del hallazgo del cuerpo de la
joven Bazán señalando –en lo que aquí interesa- que la víctima estuvo en la
casa de calle Padre Respuela la noche del domingo 20, y que él había
mantenido relaciones sexuales con la misma. También refirió que al día
siguiente al hallazgo del cadáver Quiñones le contó que “habían matado a
una chica”, aunque sin decirle quién era, a lo cual nada le repreguntó.
También reconoció haber almorzado en el country Costa Verde con algunos de
sus empleados, entre los que nombró a Daniel Maidana (fs. 360).-

Pero, y aquí lo relevante, cinco meses más tarde –y cuando se


hallaba instalada en el proceso la nueva y tardía versión de los hechos que

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dieran Quiñones, González y Pérez, meritadas oportunamente, que se tradujo


en sus inmediatas libertades previo cambio de calificación- Salomón Núñez
Bogado prestó a requerimiento de la fiscalía una nueva declaración testimonial
en la cual NIEGA terminantemente haber dicho en Costa Verde que Quiñones
le relatara que habían matado a una chica en la obra de la calle Caseros, y
mucho menos que la hubiera matado el “Negrito” (fs. 744 y 755/vta.). Esta
segunda declaración juramentada fue prestada por el nombrado Núez Bogado
por ante un funcionario judicial de la UFIJ a cargo del Dr. Terrón.-

Sabido es que las declaraciones testimoniales rendidas durante la


etapa investigativa, a excepción de los particulares casos previstos por el art.
366 del C.P.P. (y este, por decisión de los acusadores, no es uno de ellos)
podrán ser utilizadas para fundar un pronunciamiento condenatorio. No
obstante, me he atrevido a traer a colación tales testimonios rendidos por
Salomón para poder poner de resalto por un lado la importancia de que dicho
individuo compareciera al debate a declarar, pero por el otro, la aviesa actitud
de la acusación acerca de los datos que el mismo aportara al proceso.
Entiéndaseme: la parte acusadora intentó introducir “por la ventana” a través
de testigos indirectos una versión aportada por Salomón la cual ÉL MISMO
CON POSTERIORIDAD NEGÓ. Pues, nuevamente, durante su alegación
jamás hizo mención a tal circunstancia.-

Y reitero: un dato que no paso por alto es que la segunda


declaración testimonial rendida por Salomón Núñez Bogado, en la cual
básicamente niega todo el contenido de su primer testimonio (sin que se le
preguntaran los motivos de dicha actitud) se emplaza temporalmente de
manera perfecta en el nuevo escenario que plantaran en el proceso –a partir de
las declaraciones prestadas en los términos del art. 317 del C.P.P.- los
imputados Quiñones Chiñolis y González Leith, ambos dependientes laborales
de aquél.-

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V.-

Desde otro andarivel, corresponde mencionar que pese a haber


calificado el hecho troncal de este proceso como un homicidio doblemente
agravado por tratarse de un femicidio y por haber sido cometido con alevosía,
en los términos del art. 80 incs. 2 y 11 del C.P., ninguna argumentación se
brindó al respecto por la parte requirente.-

De una parte debo destacar que los elementos constitutivos de


los mentados tipos calificados no se hallan contenidos en los relatos fácticos
de la acusación, pues única y parcialmente tenemos que el sujeto activo es de
sexo masculino y la víctima del femenino.-

Y sabido es que sólo la ingenuidad o un voluntarismo alejado de


toda lógica puede llevarnos a pensar que basta con nombrar a las cosas para
que las mismas se transformen. Pues lejos estamos de poder aplicar en el
ámbito de la tipcidad y la legalidad estricta la célebre reflexión poética de
Jorge L. Borges: “Si (como afirma el griego en el Cratilo) el nombre es
arquetipo de la cosa en las letras de 'rosa' está la rosa y todo el Nilo en la
palabra 'Nilo'” (Golem).-

Un homicidio no se convierte en femicidio ni en un homicidio


aleve tan sólo por así adjetivarse una acción, sino que antes bien, los
elementos constitutivos de tales figuras agravadas deben estar presentes en el
relato de los hechos, apoyados en la prueba reunida en torno a los mismos,
debiendo luego ser jurídicamente correlacionados con las previsiones legales
aplicables.-

Nuevamente se advierte una falta absoluta de fundamentación de


un reclamo calificativo semejante como el esbozado por la acusación que,

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dicho sea de paso, importa la conminación con la pena más severa prevista en
el ordenamiento penal argentino como es la pena privativa de libertad
perpetua.-

VI.-

Lo mismo cuadra mencionar acerca de las restantes acusaciones


vinculadas al delito de Encubrimiento Agravado. Pues amén de las serias
falencias ya puestas de resalto en un punto anterior (I.-), vinculadas a la
redacción de la plataforma fáctica, contradictoriamente aclarada por el fiscal,
cabe adunar que la fiscalía ha encuadrado dichas conductas en “los términos
típicos previstos por el art. 277 inc. 3°, apartado a) del C.P.”.-

No obstante, vale acudir nuevamente a la letra de la ley citada


por los acusadores, en cuanto sólo dispone “La escala penal será aumentada
al doble de su mínimo y máximo, cuando: a) El hecho precedente fuera un
delito especialmente grave, siendo tal aquel cuya pena mínima fuera superior
a tres (3) años de prisión”. Como fácilmente se advierte, la porción normativa
aludida por la fiscalía (al igual que ocurre con la forma atenuada del apartado
segundo) sólo tiene importancia a los fines de la confección de la escala penal
aplicable, pero en modo alguno refleja ninguna conducta típica. El legislador
allí ha insertado una forma agravada del encubrimiento, que como acción se
halla previsto en el primer apartado del art. 277 del C.P.. Partiendo de ello, se
patentiza en autos que la fiscalía NO HA SEÑALADO
FEHACIENTEMENTE EN CUÁL DE TODOS LOS SUPUESTOS
COMISIVOS PREVISTOS PARA LA CONFIGURACIÓN DEL
ENCUBRIMIENTO tipifican las conductas que enrostra a tres de los
acusados.-

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Y ello, a tenor de las falencias en la redacción fáctica no puede


tampoco ser superado por el aforismo Iura Novit Curia acerca de que la
actividad jurisdiccional podría subsanar una errónea calificación legal. -

Marcadas de tal manera las numerosas y serias irregularidades


que afectan la actividad desplegada por el Ministerio Público Fiscal y el
Acusador Privado a lo largo de la sustanciación de la audiencia de debate,
renace en el seno de este Tribunal la necesidad de determinar si la acusación
formulada contra cada uno de los imputados, como parte esencial de la
audiencia de debate, resulta válida como para producir los efectos que la ley le
asigna: obtener un pronunciamiento condenatorio o bien uno absolutorio para
el caso de que no hubiera podido destruirse la presunción de inocencia con que
cuentan los acusados por mandato constitucional.-

Volviendo a los deberes que rigen la actuación de la acusación


durante el debate, señala el procesalista santafesino Jauchen: “…como en toda
actuación del Ministerio Público Fiscal, y en ésta con mayor énfasis por su
propia naturaleza y contenido, debe hacerlo en forma motivada, con
suficiente fundamento y especificidad, debiendo su disertación ser completa
en el sentido de bastarse a sí misma a fin de posibilitar el debido
conocimiento por la defensa de cuáles son las razones incriminatorias,…Si su
postura es incriminatoria debe poner de resalto que las pruebas producidas
en el debate, sean las ofrecidas por él o por cualquiera de las partes en virtud
del principio de comunidad de la prueba, acreditan el hecho postulado en la
acusación y auto de apertura a juicio. Para ello hará un análisis razonado de
cada elemento fundamentando sus conclusiones. Su exposición, en este
sentido, debe estar encaminada a demostrar por qué se alcanza un estado de
certeza en relación con la existencia de un hecho objeto del proceso y a la

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participación del imputado en el mismo….Si el fiscal omitiese expresar


conclusiones desde luego que se está ante un supuesto diferente al de aquel en
que realizando la disertación solicita la absolución. Ante una hipótesis tal no
corresponde como se ha postulado (Clariá Olmedo) que dicha omisión deba
ser interpretada como actividad desincriminatoria del Ministerio Público. En
tal supuesto, por el contrario, el debate no puede continuar, debiendo
nulificarse y fijarse uno nuevo…” (JAUCHEN, ob.cit., T III, p. 473 y ss.).-

El parcializado y desordenado manejo de la información


aportada al proceso, la arbitrariedad consagrada en la disposición de la
producción probatoria, sumado a otras falencias técnico jurídicas como las
vinculadas a la delimitación fáctica de la imputación, con repercusión en la
calificación de los hechos, me persuaden de considerar que nos hallamos
frente a una acusación que merece ser considerada inválida, debiéndosela
privar de sus efectos. Y, entiéndase bien, diverso sería suponer una acusación
válidamente formulada –como no sucede en autos- que por debilidad
probatoria no permitiera alcanzar el alto grado de conocimiento exigido en
esta crucial etapa procesal para romper la presunción de inocencia con que
llegan imbuidos los imputados (certeza), lo cual derivaría en la absolución de
los mismos.-

Antes bien, lo acontecido en autos resulta demostrativo de que


una parte esencial del debate, como es la acusación, no abastece los
estándares mínimos para considerarla válida. Resulta menester ineludible que
la parte requirente, portadora del ejercicio de la acción penal pública, formule
sus solicitudes de manera motivada, fundada en el análisis cabal y objetivo de
la prueba que se produjo en la primera etapa del debate, desprovista de toda
subjetividad caprichosa que pudiera sesgar el sustrato fáctico imputado. Y esa
falta de objetividad es la que advierto se presenta en el caso de autos, hiriendo
letalmente la validez de un acto de incuestionable trascendencia en el proceso

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penal como lo es la acusación, en tanto ella resulta ser el prisma por el cual se
habilita el ejercicio jurisdicconal.-

Si he de arriesgar opinión acerca de lo acontecido en el presente,


considero que muy probablemente la fiscalía y la acusación privada se han
obnubilado con la versión de los hechos que lograron construir a partir de los
nuevos relatos vertidos por algunos de los imputados llevándolos ello a que –
posiblemente de forma involuntaria- no hayan podido formular un acabado y
coherente análisis fáctico ni jurídico como les es obligatorio hacer. Reitero, la
segunda versión aportada por tres de los encausados en el marco del art. 317
del C.P.P., resulta ABSOLUTAMENTE INCOMPATIBLE en muchos aspectos
con la que los mismos brindaran al ser aprehendidos a poco tiempo de hallado
el cuerpo de la víctima. Destáquese: la declaración de un sujeto en ejercicio
de su defensa material, más allá de que existan múltiples oportunidades en que
pueda manifestarse (arts. 308 CPP, 317 CPP y audiencia de debate), continúa
siendo un único medio de prueba, por ende, su apreciación a la luz del sistema
de valoración probatoria necesariamente deriva en su consideración integral.
De ello, resulta inconcebible que –sobre todo de parte de quien posee el deber
legal de actuar objetivamente- se elija qué porción de ese medio probatorio
“conviene creer” de acuerdo a una teoría del caso, desechando sin más el resto
de los datos que ese mismo medio de prueba aporta al proceso pero que se
contrapone con la mentada hipótesis de trabajo.-

Pues, si no suponemos ese deslumbramiento de parte de la


acusación respecto de determinados segmentos de declaraciones de ciertos
imputados, no se comprende que, por ejemplo, la fiscalía renunciara a su
facultad de formular repreguntas a los tres acusados que introdujeron una
nueva versión de los hechos, tras lo cual inmediatamente resultaron
aventajados procesalmente respecto de otro. Por ejemplo: a mi modo de ver se
imponía que la fiscalía consultara a Quiñones Chiñolis el motivo por el cual

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hallándose en la calle Padre Respuela acompañó a la joven Bazán hasta la tan


distante obra de la calle Caseros donde vivían Nuñez Ibarra y González Leith,
máxime si se tiene en cuenta que cada uno acudió –según sus nuevos dichos-
en su propio vehículo (la joven en la moto y él en su auto). Mal podría
pensarse que la malograda Bazán necesitaba ser guiada por cuanto ha surgido
que la misma ya había concurrido a esa obra en construcción con anterioridad.
Tampoco hallo razonable que la fiscalía no consultara a Quiñones Chiñolis en
qué lugar específico de la construcción la víctima resultó golpeada contra una
pared como para desmayarse, ni que intentara recabar mayores detalles en
torno al modo de traslado de Bazán hasta el basural. Y sobre el último tramo
de su relato, considero que se imponía solicitarle al declarante que abundara en
detalles acerca del acceso carnal al que dice haber sometido su consorte de
causa Núñez Ibarra a la víctima antes de abandonar el lugar, al igual que la
maniobra lesiva realizada con una roca de considerable tamaño que allí se
encontraba. Puesto a creer en la nueva versión aportada por Quiñones, ¿no era
importante, por ejemplo, requerirle mayores detalles acerca de una dinámica
poco convincente como resulta que en el forcejeo entre dos hombres para
yacer primero con la mujer, terminara la víctima golpeada?, ¿o consultarlo
acerca del motivo por el cual un individuo asustado por el desvanecimiento de
una mujer, luego de intentar reanimarla la comienza a apuñalar?, ¿el lugar del
cuerpo de la víctima donde resultó apuñalada, máxime teniendo en cuenta que
sólo presentaba cortes en su rostro presumiblemente producidos ya en el
basural?; ¿consultarlo acerca de si oyó en algún momento gritar a la víctima?,
¿si la misma arribó al lugar vestida o desvestida?, ¿cuál fue el destino del
nylon utilizado para envolver su cuerpo?, ¿si su vehículo fue limpiado con
posterioridad al traslado?, entre otros interrogantes que a mi manera de ver se
imponían frente al nuevo relato instalado por el imputado.-

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No desconozco que tratándose de un acto de defensa material, el


declarante bien podría haberse negado a responder tales interrogantes
planteados por la contraparte procesal. No obstante, la buena práctica, el deber
de objetividad y de búsqueda de la verdad real, indican la necesidad de que tal
circunstancia se hubiera dejado plasmada en el documento que recoge esta
nueva versión que se incorpora al proceso y, sobre todo, habría de ser tenida
como base fundante de las nuevas imputaciones. Ello sin dudas hubiera
redundado –para un lado u otro- en el verdadero valor convictivo de esas
versiones, en tanto hubiera podido sopersarse su fiabilidad y credibilidad.-

Tal vez por esa obnubilación producida por la necesidad de creer


en las nuevas versiones aportadas por algunos de los imputados, y que
culminaron torciendo el sendero de la investigación, la parte acusadora haya
ligeramente prescindido de un testimonio tan capital como es el de Salomón
Núñez Bogado, optando por introducir arbitrariamente algunas de sus
afirmaciones a través de testigos indirectos, sin siquiera aludir que las mismas
resultaron negadas durante la propia investigación negadas –frente a la propia
fiscalía- por la fuente originaria de las mismas.-

En ese marco se inscriben además las serias falencias


descriptivas de las conductas enrostradas a algunos de los acusados,
llegándose al extremo de la irrazonabilidad de imputarles encubrimientos por
acciones aportadas antes, durante y después de la ejecución del homicidio.-

De manera que con lo hasta aquí señalado no anido dudas que


nos hallamos frente a una acusación inválida, que debe verse privada de
producir sus efectos, como para habilitar la actuación de la jurisdicción de este
órgano en los términos de los arts. 371 y ss. del C.P.P. A partir de tal
afirmación, resta considerar el destino del presente proceso. Y al respecto me
adelanto a señalar que considero que, extirpados del mismo los efectos de una

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acusación válida, se impone la renovación de los actos necesarios para que la


misma sea subsanada, conforme los parámetros legales de actuación impuestos
a cada una de las partes.-

Resulta imposible que la jurisdicción de este Tribunal se corriera


de su rol de imparcialidad y supliera las falencias en que incurre una de las
partes esenciales del proceso, sin perderse de vista que las faltas de
argumentación y motivación no nos colocan necesariamente en el campo de la
duda que debería resolverse indefectiblemente en favor de los encausados (cf.
Art. 1 C.P.P.). Antes bien, se presenta como imperioso, teniendo en cuenta
además el gravísimo hecho que aquí se ventila, contar con una acusación
válida que permita el pleno ejercicio de la defensa en juicio, tributaria del
debido proceso legal al que se refiere nuestra constitución nacional en su art.
18.-

Merece aquí volver a destacarse, tal como todas las partes del
proceso manifestaron durante el debate, que nos hallamos frente a un HECHO
ÚNICO con diversas derivaciones. Pues ese hecho no es otro que el de la
dramática e injusta muerte de la joven Bazán, sobre el cual orbitan las
intervenciones de cada uno de los imputados. Recuérdese que no existen a esta
altura dudas acerca de que las cuatro personas que se hallan involucradas en
este proceso conocían a la víctima, y tuvieron contacto estrecho con la misma
en las horas previas a su muerte, lo cual deriva en la necesidad de dilucidar en
un único juzgamiento el verdadero alcance de la responsabilidad que cada uno
de ellos pudiera tener en relación a su triste final.-

Más allá de la inconsistente actuación de la acusación durante el


debate, me permito formular una pequeña digresión acerca de cómo se ha
visto desaprovechada en autos la instancia de control de la imputación en la
anterior etapa procesal. Pues debidamente advertidas las partes por la Juez de

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Garantías Dra. Muñoz Saggese acerca de la irregularidad que implicaba el


cambio de calificación propiciado, lo decidido en definitiva por la Cámara
departamental permitió el avance irregular del proceso. Y ello por cuanto –
desde mi humilde mirada- se sobredimensionan los verdaderos alcances del
proceso acusatorio, relegando a la jurisdicción al rol de mero homolgador de
acuerdos entre las partes (sobre puntos que no resultan muchas veces
disponibles en atención al principio de legalidad que nos diferencia del
sistema procesal anglo-americano); así como se dota a la audiencia de debate y
a la actuación del tribunal de juicio de poderes casi alquímicos que permitan
enderezar senderos que se han consolidado torcidamente desde su inicio.-

La Alzada departamental, sin siquiera hacer mención de los


fundamentos dados por la jueza de primera instancia, permitió a la fiscalía
sostener de manera incongruente que quien realiza aportes durante la
ejecución de un hecho puede ser considerado encubridor del mismo, así como
admitió que otros relatos fácticos que sólo contienen afirmaciones dogmáticas
desprovistas de contenido se erijan en imputaciones válidas. Todo al amparo
del principio acusatorio y las pretendidas facultades saneadoras que se
asignan a la audiencia de debate y a la jurisdicción del órgano de juicio.-

Pues entonces, y permítaseme lo absurdo del ejemplo, cabría


preguntarse si aún existiendo acuerdo de partes, un acceso carnal no
consentido por la víctima resulta calificado en los términos del delito de
Lavado de Activos, ¿debería promoverse el avance del proceso hacia la
instancia de juicio, so riesgo de violentar los pilares del sistema acusatorio?,
¿se encuentra respetado el principio de congruencia?, ¿podría luego el tribunal
de juicio, portador de la misma jurisdicción de los órganos de anterior
intervención en el proceso, completar los claros dejados en la imputación o
mutar sin más la calificación legal sustentada en la misma?. La respuesta
negativa se impone. Y, volviendo al presente caso, muy probablemente otra

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sería la suerte del trámite procesal si –al menos- varias de las inconsistencias
de la imputación replicadas en el debate al formularse la acusación hubieran
sido debidamente saneadas en las anteriores instancias de control.-

Retomando la cuestión acerca del futuro del presente proceso,


cabe considerar que conforme la solución que entiendo ajustada a derecho,
extirpada del mismo la acusación como parte fundamental de todo debate
válido, corresponde la renovación de los actos que permitan contar con la
misma, perfeccionando dicha instancia crucial dentro del trámite.-

Y en ese ámbito de análisis me adelanto a señalar que la garantía


contra el doble juzgamiento, comúnmente denominada de ne bis in ídem no
aparece formulada de manera explícita en el texto constitucional, aunque
resulta una derivación del principio de la inviolabilidad de la defensa
contenido en el art. 18 C.N. Y el actual alcance dado a la misma abarca
situaciones de “riesgo” de condena por un mismo hecho, más emparentado
con la terminología utilizada en el derecho anglosajón para referirse a una
situación análoga (“double jeopardy”).-

Más la realización de un nuevo debate, en este caso, no importa


el riesgo de un doble juzgamiento, toda vez que –en puridad- para que se
habilite la instancia de juzgamiento, traducida en la deliberación del órgano de
juicio y la emisión de veredicto y eventual sentencia, resulta menester antes
que existan una acusación válida y la posibilidad de haberse defendido de la
misma (acusación-defensa-prueba-sentencia). Pues en el caso de autos, como
se viera precedentemente, no contamos con una acusación válida que pudiera
servir de antecedente necesario para un pronunciamiento de absolución o
condena por parte de la jurisdicción. Antes bien, tenemos un debate
imperfectamente celebrado, por ausencia de una de sus partes esenciales. En
líneas generales esta es la solución que adoptara la Corte Suprema Argentina

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al fallar el caso “Weissbrod” (Fallos, 312:597). Sin una acusación válida no


existe siquiera la posibilidad del riesgo de condena.-

Contando con una acusación defectuosa, pero frente al expreso


reconocimiento, por ejemplo en el caso de Quiñones Chiñolis y González
Leith, de haber realizado aportes dolosos durante la ejecución del grave
homicidio de Ludmila Bazán, lo cual nos colocaría frente a la necesidad de
aplicar las reglas de la autoría y participación criminales ¿sería tolerable un
pronunciamiento absolutorio?; ¿o una condena como encubridores de un
delito del que reconocen haber participado?; ¿podría este Tribunal sin
violentar el sistema acusatorio condenarlos, por ejemplo, como coautores del
delito que se les imputa haber encubierto?. Ninguna de las respuestas posibles
se presenta como razonable y justa.-

Me permito traer aquí a colación consideraciones formuladas


recientemente por nuestra Corte de Justicia Bonaerense en un fallo que,
mutatis mutandis, resultan de aplicación al caso. El Tribunal de Casación
había anulado el veredicto absolutorio pronunciado por el tribunal del juicio
(por carecer el mismo de suficiente fundamentación y por apartamiento de la
prueba producida durante el debate), y ordenó el reenvío de las actuaciones a
la instancia de origen para que, debidamente integrada, celebre un nuevo
juicio, asegurando la imparcialidad de los jueces. Al llegar a la S.C.B.A. el
recurso de la defensa impugnando lo decidido en la instancia intermedia, con
apoyo en precedentes de la Corte Nacional, entre otras razones, por la
violación a la garantía del ne bis in ídem, permitió al Cimero tribunal
Bonaerense referirse al alcance de dicha garantía, respecto de la cual señaló:
“La Corte federal ha establecido desde el conocido caso ‘Mattei’ que el
proceso penal se integra con una serie de etapas a través de las cuales y en
forma progresiva se tiende a poner al juez en condiciones de pronunciar un
veredicto de absolución o de condena; y por ello cada una de esas etapas

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constituye un presupuesto necesario de la que le sucede. En tal sentido, ha


dicho que el respeto de la garantía de debido proceso, invocable tanto por la
persona que se encuentra sometida a juicio como por los demás actores del
proceso (Fallos: 306:2101, considerando 15) consiste en la correcta
observancia de estas formas sustanciales relativas a la acusación, defensa,
prueba y sentencia (Fallos: 272:188 cit., cons. 7° y 8°). Ello sentado, el
principio de progresividad impide que el juicio se retrotraiga a etapas ya
superadas, porque también debe considerarse axiomático que los actos
procesales precluyen cuando han sido cumplidos observando las formas que
la ley establece, es decir, salvo supuestos de nulidad (fallo cit., cons. 9°). Por
ello la referencia al caso ‘Mattei’ (Fallos: 272:188), entre otros citados por el
recurrente, no pone en jaque lo decidido. Porque lo que la Corte Suprema ha
vedado es la renovación de actos del proceso justamente cuando la
declaración de nulidad reposa en ‘consideraciones rituales insuficientes’ o ‘al
respeto exagerado de formas procesales que solo traducen un rigorismo ritual
injustificado’ (doctr. in re ‘García’, Fallos: 305:1701, cons. 3°), y no los
supuestos en que las nulidades responden al quebrantamiento de las formas
sustanciales del juego, tal como lo sostuvo al decidir en los casos ‘García’,
‘Weissbrod’, ‘Verbeke’ y ‘Frades’ (Fallos: 312:2434)…En síntesis, ‘…la
naturaleza e importancia del vicio condicionan la válida progresión de cada
uno de los actos del proceso, y con ella, la extensión de la imposibilidad de su
renovación” (voto de los jueces Highton de Nolasco y Zaffaroni en ‘Kan,
Yoong Soo’ -por remisión al dictamen del Procurador General doctor Esteban
Righi-, sent. de 27-XII-2011, Fallos: 334:1882). Es decir, no cualquier
nulidad permite retrogradar el juicio, pero, como contracara, no toda
anulación con reenvío a fin de enmendar los actos esenciales del juicio
viciado importan un bis in idem prohibido.Desde luego no se trata de reforzar
las posibilidades de arribar a una decisión condenatoria superando
deficiencias probatorias o de meros preceptos adjetivos. Pues, resulta en

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principio improcedente que los magistrados de alzada anulen un fallo


absolutorio ‘…carente de vicios esenciales, obligando al recurrente a
soportar nuevamente las penosas contingencias de un juicio criminal por
meros pruritos formales (Fallos: 305:913 [‘Bartra Rojas’] y 321:2826
[‘Polak’])” (conf. voto de los doctores Fayt y Zaffaroni en ‘Ovando, Mónica
Beatriz’, sent. de 15-V-2014, por remisión al dictamen del Procurador
Fiscal’. Descartado, entonces, que la nulidad pueda tener como fin, por
ejemplo, remediar la mera orfandad probatoria,…, cabe deslindar
adecuadamente esos supuestos de aquellos en que el veredicto absolutorio se
asienta en premisas falsas o con evidente apartamiento de las constancias
comprobadas de la causa que privan al pronunciamiento de toda validez
judicial…El caso de autos, en suma, no reúne las características necesarias
para que se configure una violación a la garantía invocada. Dado que la
sentencia anulada según el régimen ritual aplicable, carece de efectos, mal
podría afirmarse que su reedición implique juzgar dos veces el mismo hecho,
pues como ha establecido la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en estos
casos, hay solo uno que puede considerarse válido (Fallos: 312:597 y
326:1149, citados). Por lo demás, el enjuiciado -una vez que se renueven los
actos procesales necesarios- cuenta con la posibilidad de ejercer plenamente
y ante las instancias de mérito su derecho a la revisión integral de una
eventual sentencia que a su respecto se dicte (art. 495 cit.; conf. doctr. causas
P. 109.736 y precedentes allí citados y, mutatis mutandis, P. 123.902, sent. de
4-V-2016) …” (SCBA, causa P. 129.069, “P., Lucas Manuel. Recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa n° 75.647 del Tribunal de
Casación Penal, Sala V”, sent. 25/10/2017).-

Huelga reiterar, a la luz de todo cuanto se dijera a lo largo del


presente voto, que las tachas que recibe la acusación formulada durante el
debate, como acto esencial y necesario del mismo, no resultan en modo alguno

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nimias ni sustentadas en un exceso de rigorismo formal por parte de este


Tribunal. Sino que, antes bien, resultan sustanciales y de tamaña entidad que
permiten tenerla por inválida, privándola de sus efectos legales.-

A modo de refuerzo de la solución que planteo al acuerdo, me


permito señalar que el legislador bonaerense ha previsto, dentro de la
competencia revisora del Tribual de Casación, la posibilidad de que frente a la
comprobación del quebrantamiento de formas esenciales del proceso se anule
lo actuado con reenvío para la celebración de un nuevo debate (art. 461
C.P.P.). Pues advirtiendo este Tribunal de grado la existencia de dichos
quebrantamientos de formas esenciales, no veo el motivo por el cual la
respuesta debiera ser otra que la de la renovación de la audiencia de debate.-

En síntesis. Es por todo lo hasta aquí expuesto que considero que


nos hallamos frente a un caso de invalidez de la acusación formulada en el
debate por el Sr. Agente Fiscal (a la que adhiriera la letrada patrocinante del
Particular Damnificado), con un manifiesto apartamiento de los deberes de
objetividad, motivación, fundamentación y autoabastecimiento de sus
requerimientos. Y, a partir de ello, sin una acusación válida por tales motivos
no puede este Tribunal avanzar hacia el dictado de una resolución acerca del
fondo de la cuestión en los términos previstos por los arts. 371 y 375 del
C.P.P., imponiéndose la renovación de los actos del debate –frente a un
tribunal integrado con jueces hábiles para hacerlo- en cuyo seno haya de
contarse con una acusación debidamente fundada en la prueba a producirse, y
motivada en el derecho aplicable al caso.-

Arts. 18 C.N., 56, 59 incs. 3° y 4°, 201 última parte, 205 inc. 3°,
207, 210 y 368 del C.P.P., y 76 de la ley 14.442.-

Consecuentemente, y a la cuestión planteada doy mi voto por la


negativa, siendo ello mi sincera convicción (Arts. 18 C.N., 56, 59 incs. 3° y

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4°, 201 última parte, 205 inc. 3°, 207, 210 y 368 del C.P.P., y 76 de la ley
14.442).-

A la misma cuestión, la Doctora Karina Piegari, por análogos


fundamentos, votó en igual sentido, por ser ello su sincera convicción (Arts.
18 C.N., 56, 59 incs. 3° y 4°, 201 última parte, 205 inc. 3°, 207, 210 y 368 del
C.P.P., y 76 de la ley 14.442).-

A la misma cuestión, el Doctor Miguel Ángel Vilaseca, por


análogos fundamentos, votó en igual sentido, por ser ello su sincera
convicción (Arts. 18 C.N., 56, 59 incs. 3° y 4°, 201 última parte, 205 inc. 3°,
207, 210 y 368 del C.P.P., y 76 de la ley 14.442).-

Atento el resultado que arroja la votación de la primera cuestión


planteada como de previo y especial pronunciamiento, deviene improcedente
el tratamiento de las cuestiones previstas en el art. 371 del C.P.P.. Y, en
consecuencia, el Tribunal se encuentra en condiciones de pronunciar la
siguiente

R E S O L U C I Ó N:

1) DECRETAR –por unanimidad- LA INVALIDEZ DE LA


ACUSACIÓN formulada durante la audiencia de debate por el Sr. Agente
Fiscal Dr. Sergio Manuel Terrón respecto de los imputados: Gustavo Núñez
Ibarra, Luciano Gonzalez Leith, Alberto Antonio Quiñones Chiñolis y
Patrocinio Pérez Sanabria, disponiendo la realización de un nuevo debate –por
ante jueces hábiles ((Arts. 18 C.N., 56, 59 incs. 3° y 4°, 201 última parte, 205
inc. 3°, 207, 210 y 368 del C.P.P., y 76 de la ley 14.442).-

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Regístrese, y téngase por notificadas a las partes con la lectura de


la presente.-

Con lo que terminó el acto, firmando los Señores Jueces por ante
mí, que doy fe.-

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