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Sr.

Rector, Vicerrector, señor y señoras Regentes, compañeros y compañeras Docentes,


Preceptores y Preceptoras, Personal No-Docente, Alumnos y Alumnas de la escuela.

Nos hemos reunido hoy aquí en virtud de que mañana, 17 de junio, en todo el país
estaremos recordando a uno de los más importantes –y olvidados, tal vez– padres de la
patria, el General Martín Miguel de Güemes.
¿Pero quién fue Güemes, se preguntarán ustedes, quizás? Güemes lideró la resistencia
patriota contra los embates realistas en el norte de nuestro país, en el período
inmediatamente posterior a la Revolución de Mayo. Lideró a un grupo de milicianos,
llamados en su honor “los Gauchos de Güemes”, que enfrentó sistemáticamente (y logró
repeler) los intentos de la Corona española por recobrar su dominio sobre el territorio al
que hoy, y gracias al coraje de estos hombre y al de muchos otros, podemos llamar
Argentina.
Nueve veces lograron Güemes y sus gauchos frenar a los españoles, nueve veces en las
que debieron entablar una batalla sin cuartel contra un enemigo que estaba mejor
preparado y tenía mejor armamento. Nueve veces en las que debieron apelar a su
ingenio y a su valentía. Debieron apelar, sobre todo, a su amor irrenunciable por un
proyecto de Nación y un ideal de libertad e independencia que abrazaron, aun sin saber
demasiado bien en qué consistiría. Amor irrenunciable, en definitiva, por la promesa de
un futuro mejor para ellos y las generaciones venideras.
El rol que cumplieron Güemes y sus gauchos en este período no se limita, ni siquiera, a
la defensa de una frontera todavía borrosa, móvil como la de nuestro país. Fue gracias a
la guerra de guerrillas que libraron estos hombres, gracias a su acción defensiva,
organizada e incesante, que San Martín pudo cruzar Los Andes y asegurar la
independencia también de los territorios de Chile y Perú. El legado de Güemes
permanece, entonces, en la memoria de todo un continente que habría, a partir de sus
acciones, de tomar las riendas de su destino, de su futuro.
Un 17 de junio, como mañana, pero del año 1821, Güemes murió en su Salta natal. Una
bala realista alcanzó su espalda mientras el general argentino buscaba resistir otra
invasión española. Su muerte, sin embargo, no fue en vano, sirvió para recrudecer la
resistencia de los gauchos que había sabido liderar como nadie, unos gauchos en los que
había despertado de una vez y para siempre el sentido del heroísmo y el amor a la patria.
Apenas semanas después de su muerte, los gauchos de Güemes terminaron de rechazar
por última vez al ejército español que se volvió, definitivamente derrotado.
¿Qué nos dice la figura de Güemes hoy a nosotros? ¿Qué nos invita a pensar sobre
nuestro tiempo presente? Considero que esta fecha nos da la oportunidad de reflexionar
sobre cuál es el proyecto de Nación que nos proponemos, cada uno, como individuo,
defender. Güemes y los suyos apostaron todo, la vida incluso, a ese ideal de libertad e
independencia que les parecía el único futuro en el que valía la pena vivir. ¿Cuál es un
futuro digno de nosotros, hoy? Mi respuesta personal es, descubro ahora, igual de
apasionada que la de Güemes: yo quiero una patria que nos incluya a todos, en la que
hombres y mujeres, sin importar su origen, tengamos las mismas oportunidades; una
patria en la que primen la solidaridad y el compromiso con el otro. Esa es la Argentina
que elijo y que defiendo día a día, en mi trabajo con ustedes, en la calle, con mis
compatriotas.
Los invito a que mañana, siguiendo el ejemplo de Güemes, sueñen, proyecten el país
que los merezca. Y que, una vez que lo vean, una vez que estén seguros de su decisión,
den lo mejor de sí durante el resto de sus vidas para tratar de conseguirlo.
Muchas gracias.

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