IV UNIDAD IV: CAMBIO CULTURAL Y EDUCACIÓN EN EL PERÚ
LECTURA: DESARTICULACIÓN DE LA RELACIÓN CAMPO - CIUDAD A NIVEL REGIONAL
Facultad de Psicología y Trabajo Social
DESARTICULACIÓN DE LA RELACIÓN CAMPO - CIUDAD A NIVEL REGIONAL Aibar Ozejo, Mario Eduardo ¡2006). Descentralismo y Regionalización. Lima USMP Doc. Act
El desarrollo del capitalismo, implicitó (en Europa y en América) una
estrecha articulación entre el campo y la ciudad. Este desarrollo articulado (existente a comienzos del siglo XX) se bloqueó a causa del actual centralismo. Las ciudades (Trujillo, Arequipa, Ica, etc.) con un incipiente desarrollo industrial y que articulaban la producción agropecuaria local y absorbían la mano de obra migrante, (del campo a la ciudad), con el desarrollo del centralismo sufrieron un proceso de desarticulación; el entorno rural reorientó su producción y flujo migratorio hacia Lima Metropolitana, provocando un bloqueo del desarrollo regional; en cada una de las regiones hallamos que se dio una desarticulación entre el entorno rural y la producción urbana. La naciente industria regional se estancó mientras que el flujo productivo y migratorio rural fue absorbido por el centralismo capitalino. Lima se desarrolló a costa de la desarticulación urbano-rural dada a nivel regional. Este modelo propició un desarrollo morigerado pero continuo que duró hasta la década del setenta, en que el modelo extrovierte sus limitaciones y la producción interna presentan una parálisis y estancamiento. Esta situación se agravó ante el proceso de globalización. La presente situación mundial se caracteriza por un proceso de globalización, la supresión de barreras arancelarias, la modernización de los medios de transporte; y por una fuerte diferencia de precios en función de los costos. En la mencionada caracterización muchos productos agroindustriales o agrícolas provenientes del extranjero poseen precios más baratos que los nacionales, y este hecho favorece su importación con el consiguiente perjuicio para la industria y la agricultura nacional. Mientras que (2014) en Estados Unidos (U.S.A) el ingreso de un obrero fue de $7.11 por hora; en el Perú un obrero ganaba un sueldo mínimo que equivale a $1.26 por hora, en tanto en México un obrero ganaba $0.83 por hora, y en zonas pauperizadas de la China se paga alrededor de $0.22 por hora. Las fuertes diferencias en el costo de mano de obra determinan una modificación y redistribución de los espacios productivos, una disminución de costos del producto final y se tiende a una generalización de los hábitos de consumo. En estas circunstancias Lima está reorientando su demanda hacia productos importados, debido a su menor precio (en función a factores tecnológicos, a sus menores costos de producción, a los subsidios que reciben en su país de origen y a los precios “dumping”). Este hecho que implícita una menor demanda interna repercute en la producción regional y genera un estrangulamiento en su dinámica productiva y a un estancamiento del nivel del desarrollo nacional. En el momento actual importamos arroz de la China, de U.S.A; papas procesadas de Holanda; productos lácteos de U.S.A, de Argentina y de Nueva Zelanda; fideos y galletas de Chile; vinos de Argentina, Alemania, U.S.A, Francia, Chile; pollos de U.S.A; carne de res de Brasil, Argentina, U.S.A, etc. y esta importación implícita que el centro (Lima metropolitana) sustituye la demanda de bienes regionales (leche de Cajamarca, Arequipa; vinos de Ica; carne de Chanchamayo, Cajamarca; la producción avícola de Huaral, Ica, Trujillo, etc.) por una demanda de productos importados generando una quiebra de la estructura productiva regional. Esta tendencia, (si no se revierte), va a conducirnos al descalabro y crisis continua. Debemos considerar que la importación compite con una oferta nacional, que al no poder realizarse repercute en menores ingresos y en desempleo interno. En otras palabras si ante una menor demanda de lácteos el ganadero cajamarquino sacrifica sus reses productoras de leche, y las vende como carne, en el futuro no tendrá el ingreso que diariamente obtenía por la venta de hasta 40 litros de leche por cada res, así mismo el vehículo que recogía diariamente la leche dejará de brindar este servicio, lo cual implica menores ingresos o perdida de trabajo para el chofer o propietario vehicular. La leche, que en el presente caso era usada para hacer manjar blanco, queso o mantequilla, debido a que se prefiere el producto importado, ahora no tiene demanda por lo cual tampoco se requiere producirlos, con lo cual el pequeño industrial deja de fabricar los bienes en referencia (manjar blanco, queso o mantequilla, etc.) y no obtiene los ingresos derivados de su transformación; así mismo el pequeño comerciante ya no puede ofrecer el producto pues no existe, y este no existe debido a que la mayor demanda centralizada (Lima) prefiere el producto importado y no el nacional. Pero el problema no está limitado a los agentes productivos antes mencionados, sino que por la vía del ingreso repercute en otros agentes. Debemos considerar que debido a que ahora no poseen los ingresos que antes normalmente tenían, los agentes productivos (ganadero, transportista, pequeño industrial y comerciante) dejan de demandar, (lo cual genera una disminución en su nivel y calidad de vida), pero al dejar de comprar zapatos, ropa, etc. determina que el productor (zapatero, sastre, etc.) no obtenga los ingresos esperados, y tenga que disminuir su consumo en un clásico caso de efecto multiplicador inverso o negativo. Con el ejemplo anterior hemos querido remarcar un hecho palmario: la reorientación de la demanda del centro, Lima metropolitana, hacia los mercados extranjeros genera un incremento de importaciones que sustituyen la producción nacional y una disminución del empleo, de los ingresos y un estrangulamiento de la economía regional. Debemos considerar que para importar se requiere de divisas las cuales se consiguen mediante exportaciones, y ese es el cuello de botella del crecimiento nacional. Nuestra capacidad de exportar está actualmente limitada y el actual modelo nos conduce a un proceso de exportaciones primarias, (exportación de minerales y de productos con nulo o poco valor agregado), lo cual somete a nuestra balanza comercial a los vaivenes del mercado, con tendencias cíclicas y muy marcadas de déficit en la balanza comercial. La necesidad de insumos industriales, bienes de capital y alimentos importados es creciente, y se requiere, de acuerdo a nuestras ventajas comparativas, reorientar nuestra producción logrando lo posible la autarquía alimentaria y de producción de insumos industriales, al mismo tiempo que el incremento de nuestras exportaciones. Considerando que Lima no es un centro productor de bienes de exportación, sino que más bien es un centro de intermediación de las mismas, se llega a una conclusión: si queremos incrementar nuestros volúmenes exportables debemos volver a reorientar nuestra actividad productiva, propiciando una coherente articulación urbano-rural y el desarrollo a nivel regional, proceso en el cual el estado debe propiciar la descentralización no solo administrativa sino principalmente económica y política. Por otro lado debe reorientarse el consumo hacia los bienes y servicios nacionales, induciendo a un crecimiento ampliado de la producción interna, en especial en el sector alimentario, (al respecto a las regiones en un primer paso podrían sustituir los casi 1,200 millones de dólares de importación con producción alimentaria nacional).
Deterioro de las relaciones entre campo y ciudad.
La ciudad requiere de insumos agropecuarios para desarrollar su actividad industrial; la producción agropecuaria posibilita una producción industrial, por ejemplo la producción de maíz permite la producción de maicena, sémola, talco de maíz, almidón, activador de fermentos, lúpulo para la cerveza, edulcorante o sacarina, sorbitol (absorvente y gelatinizante en los pañales), etc. El campo proporciona a la ciudad esos bienes primarios a un precio cercano al de sus costos, e incluso por debajo de su costo cuando existe una caída del precio, [por sobreproducción, exceso de importaciones u otro, y dada la inelasticidad de los bienes agropecuarios, la venta de productos apropecuarios no se incrementa significativamente incidiendo en una caída del ingreso del productor] En la urbe esa materia prima es transformada en bienes industriales y es vendida a precios que cubren sus costos y además adicionan una utilidad y sobreutilidad, lo cual, relacionada a lo expresado en el párrafo anterior, objetiviza que las relaciones de intercambio entre campo y ciudad están deterioradas en perjuicio del medio rural. Por otro lado la migración del campo a la ciudad permite que la industria contrate abundante mano de obra, y que el costo de la misma sea relativamente barato; en términos monetarios los sueldos y salarios, ante la oferta laboral ampliada, permanecen constantes y en términos reales, en algunos casos se han contraído. Deterioro de las relaciones entre centro y las regiones. La descentralización no es un abstracto enfrentamiento de los espacios regionales contra el centro; la descentralización es un proceso de enfrentamiento de población marginada, residente en las regiones, contra los grupos de poder dominante, que se hallan enquistados en la Metrópoli y en que imponen el control de la maquinaria del Estado en provecho propio. Ese control del aparato Estatal se expresa en una normatividad legal y orientación económica que favorece al centro y al grupo de poder dominante, en deterioro de los espacios regionales. El centro se ha constituido en un espacio globalizado, y posee una articulación con el extranjero más intensa que con los espacios regionales; esta articulación globalizada se da a través de la importaciones. Al respecto hallamos una apertura a las mismas a través de la política cambiaria y de la supresión de barreras arancelarias. La política de tipo de cambio estable esconde un atraso, el cual hace más baratas las importaciones; esta medida aunada a la posibilidad de obtener productos importados a precios de oferta, (por la sobreproducción internacional o por el cambio de moda o de los hábitos de consumo), determina una masiva importación permitida por el estado en razón a la “libertad de comercio”. Las importaciones se dan en el marco del “libre juego de la oferta y demanda”, enunciado que disfraza la capacidad de imposición de las reglas comerciales por parte del grupo de poder. Este ejercicio normativo se aplica de acuerdo a las conveniencias del centro, sin considerar su impacto en las regiones; la mentada libertad de comercio determina que los capitalistas, residentes en Lima, a pesar que existe una suficiente producción regional, importen alimentos (dado su menor precio en el mercado internacional por prácticas “dumping”, por cambios tecnológicos que inciden en la sobreproducción, por particularidades climçaticas, etc.
Como consecuencia de la variedad y altos volúmenes de importación la Balanza
Comercial centralizada resulta deficitaria. ¿Cómo se cubre ese déficit? El déficit del centro se cubre se cubre en su mayor parte mediante las exportaciones tradicionales generadas por las regiones del Perú. Las exportaciones mineras (oro, plata, cobre, zinc, plomo, hierro, etc.) constituyen cerca del 50% del valor total de nuestras exportaciones; la explotación de la materia prima de las regiones genera ingresos que no se orientan de modo significativo a la demanda e inversión regional, sino a la importación de insumos, bienes de capital, bienes de consumo y productos suntuarios que el centralismo requiere. El proceso de descentralismo requiere cambiar los flujos de inversión privada de la Metrópoli a las regiones, generando polos de desarrollo alternativos. Una de las condiciones básicas para ello implica que los gobiernos regionales y locales desarrollen liderazgos probos y modernos, con capacidad de planificación, financiamiento y ejecución y con disposición de convocatoria a los sectores empresariales. La regionalización requiere la amplia participación ciudadana y la reconstrucción de los mecanismos de representación (en especial de los partidos políticos). La desarticulación de los patrones culturales La desarticulación que se da entre centro y periferia (regiones) no solo es económica, sino que tienen un significativo componente cultural. Es palmario e indiscutible que los aspectos económicos, de la vida diaria, inciden directamente en la vida y cultura de un país, por ello a nivel macro la pluralidad cultural, étnico y lingüística nacional se altera de modo continuo como consecuencia de los procesos migratorios y urbanización, de las tendencias y modelos de nuestros medios de comunicación, así como por la creciente globalización, que por el consumo y por el enlace a la red aborda a los usuarios. Desde una perspectiva sicológica para que exista identidad se requiere de personas que la posean, e implica un conjunto de experiencias que conforman la biografía personal y un componente afectivo, pues solo se ama lo que se conoce y lo que se vive (implica nuestra autoaceptación, autoestima y autorespeto), por ello nuestra identidad está dentro nuestro. En Lima y en el Perú se dan espacios en los cuales, a nivel de pequeñas unidades étnicas, se da una resistencia para mantener su identidad, en el marco de una fusión cultural (cultura criolla, chola, “chicha”) y de un creciente proceso de globalización que tiende a imponer moldes culturales planetarios. Lima ha crecido de modo acelerado, sustancialmente por los procesos de migración. El año 1993 el 55.9% de los migrantes se dirigieron a Lima, (que para ese año contaba con una población Provinciana de 2’725,764 habitantes), y aunque esa tendencia se ha morigerado, es aún muy significativa. Los migrantes a la capital, al sentirse desarraigados se esfuerzan por conservar su identidad, y con este propósito forman agrupaciones y clubes provinciales, o si no poseen la comunicación y capacidad de hacerlo, se esfuerzan por construir una nueva identidad, y lo hacen recogiendo los nuevos patrones culturales y conservando os tradicionales. El resultado es un dado por un esquema de “cholificación” (mestizaje cultural) en el cual se redefinen los elementos culturales del lugar de origen y los del nuevo escenario urbano. Este proceso se correlaciona con las perspectivas y requerimientos económico-sociales de los oriundos y de los migrantes y es reforzada por la educación formal o informal brindada. Es coherente y lógico que los padres orienten la formación de sus hijos en concordancia a un modelo, a una imagen objetivo dominante y ”superior”, por ello, en función al proceso migratorio y la difusión de los medios de comunicación, en nuestra patria el modelo “criollo” fue dominante, circunstancia que poco a poco ha dado paso a un modelo “internacional”. La identidad y cultura “chola”, “criolla” o regional, sufren el embate de un modelo extranjerizante con el cual se identifican los jóvenes. El proceso de globalización, el acceso a internet está generando un cambio en la identidad, que en algunos casos es extremo y sin lógica, pudiendo denominarse alienación, y en otros casos selecciona moldes y procesos de realidades foráneas, las asimila sin renunciar a su historia personal y social como peruanos, en un nuevo proceso de simbiosis cultural.