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UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO

CAMPUS VALENCIANA

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES


DOCTORADO EN FILOSOFÍA

Medición científica en arqueología: la medición del tiempo y


la historia profunda en la arqueología del Siglo XIX

Protocolo de Tesis Doctoral que presenta:


Mtro. en Humanidades Juan Carlo Del Razo Canuto

Al comité tutorial:

Dra. María Luján Christiasen Renaud


Dr. Godfrey Guillaumin Juárez
Dr. Graciela Velázquez
Dr. Aureliano Ortega Esquivel

Ciudad de México a 29 de Mayo de 2017


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A toda mi familia y amigos

3
4
AGRADECIMIENTOS

Esta trabajo está en deuda con muchas personas. Quiero agradecer principalmente a mi
comité tutorial por todo el tiempo que le dedicaron al asesoramiento y dirección de esta
investigación. Al Dr. Godfrey Guillaumin Juárez le agradezco haberme invitado a
participar dentro de una línea de pensamiento filosófico que aborda los problemas
epistemológicos de una forma distinta a la que usualmente estamos acostumbrados los
arqueólogos. Desde hace casi ocho años que comenzamos a trabajar problemas
filosóficos juntos siempre ha compartido sus descubrimientos, ideas y métodos que han
enriquecido de manera importante mis investigaciones. Agradezco la asesoría y
dirección a la Dr. María Christensen, quien de la misma forma contribuyó en el avance
de este proyecto con oportunos señalamientos metodológicos y filosóficos que
sirvieron significativamente en el argumento final de la tesis. De igual manera, mi
reconocimiento a la Dra. Graciela Velázquez quien hizo observaciones precisas a cada
uno de mis avances con el objetivo de robustecer aspectos metodológicos y filosóficos;
finalmente al Dr. Aureliano Ortega Esquivel por ser lector de este trabajo. A todos ellos
les agradezco que siempre haya sido en un ambiente de respeto y cordialidad.

Agradezco a los profesores del seminario de análisis y crítica filosófica, Dr.


Rodolfo Cortés y al Dr. Ramón Bárcenas, así como a los compañeros del posgrado, por
los comentarios y señalamientos que realizaron a esta investigación.

También quiero agradecer a la Dra. Gilda Macedo Mira Abreu quien me ayudó
con la corrección de estilo de texto completo.

Finalmente agradezco al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)


por la beca otorgada para la realización de esta tesis y a la Universidad de Guanajuato.

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INDICE

INTRODUCCIÓN GENERAL

CAPÍTULO 1. LA EDAD DE LA HUMANIDAD Y DE LA TIERRA: LA CRONOLOGÍA


DOCUMENTAL DE LA ANTIGÜEDAD TARDIA AL SIGLO XVII

1.1 INTRODUCCIÓN
1.2 CRONOLOGÍAS DOCUMENTALES EN LA ANTIGÜEDAD TARDÍA
1.2.1 La estructura del tiempo
1.2.2 La humanidad comienza con La Creación, pero no se sabe cuándo
1.2.3 Las genealogías y la comparación de documentos como herramienta de
cálculo
1.2.4 El establecimiento de la edad de La Creación
1.3 CRONOLOGÍAS DOCUMENTALES EN LOS SIGLOS XVI Y XVII
1.3.1 El refinamiento del uso de las fuentes documentales y los calendarios en el
siglo XVI
1.3.2 4004 años en la cronología de Ussher
1.4 CRÍTICA A LAS CRONOLOGÍAS BÍBLICAS EN SIGLO XVII
1.5 ANÁLISIS

CAPÍTULO 2. DE LA TIERRA SIN HISTORIA A LA HISTORIA DE LA TIERRA. EL USO


TEMPRANO DE LA EVIDENCIA ESTRATIGRÁFICA EN LA RECONSTRUCCIÓN DE LA
EDAD DE LA TIERRA.

2.1 INTRODUCCIÓN
2.2 EL RECONOCIMIENTO DE LOS FOSÍLES
2.2.1 La clasificación de las rocas en Agricola.
2.2.2 Tres hipótesis acerca del origen y crecimiento de las rocas “fósiles”.
2.2.3 El uso de nueva evidencia física en la disertación acerca del origen de las
rocas.
2.3 LA TIERRA TIENE HISTORIA

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2.3.1 Una teoría sagrada y evolucionista de la Tierra.
2.3.2 El surgimiento de la geología estratigráfica.
2.4 ANÁLISIS
2.4.1 El abandono de la evidencia documental por evidencia física.
2.4.2 La elaboración de un modelo de explicación histórica para objetos
naturales.

CAPÍTULO 3. LA EDAD DE LA HUMANIDAD A TRAVÉS DE LA IDENTIFICACIÓN DE


LAS HERRAMIENTAS DE PIEDRA. PRIMEROS INDICIOS SOBRE SU HISTORIA
PROFUNDA.

3.1 INTRODUCIÓN.
3.2 EL SISTEMA CLASIFICATORIO TRADICIONAL DE LA HISTORIA HUMANA.
3.2.1 El Sistema de las Cuatro Monarquías.
3.3 LA ENTRADA DEL ANTICUARISMO EN EL RECONOCIMIENTO DE LAS CERAUNIA
COMO HERRAMIENTAS HUMANAS.
3.3.1 El proceso identificatorio.
3.3.2 La analogía etnográfica.
3.3.3 La etnología en los primeros estudios de clasificación museográfica.
3.4 ANÁLISIS
3.4.1 Pensamiento tipológico y la analogía.

CAPÍTULO 4. DE PRINCIPIOS BIBLÍCOS A PRINCIPIOS FISÍCOS. EXPLICACIÓN FISICA


Y MEDICIÓN DE LA EDAD DE LA TIERRA.

4.1 INTRODUCIÓN
4.2 LAS PRIMERAS IDEAS SOBRE EL FECHAMIENTO DEL DILUVIO
4.2.1 La Teoría Woodwardiana.
4.2.2 Fechando el Diluvio con cometas.
4.3 PRIMEROS FECHAMIENTOS ABSOLUTOS MEDIANTE EVIDENCIA FÍSICA.
4.3.1 Teorías pre-buffondianas.

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4.3.2 Buffon. Fechamientos por medio del nivel del mar y la temperatura.
4.4 TEORÍAS SOBRE LOS PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN GEOLOGICA Y LOS
FÓSILES.
4.4.1 La controversia entre Werner y Hutton.
4.4.2 La disertación de George Cuvier acerca de las extinciones.
4.5 LA NUEVA GEOLOGÍA EN DEL SIGLO XIX
4.6 ANÁLISIS.

CAPÍTULO 5. EL SISTEMA DE LAS TRES EDADES Y EL NACIMIENTO DE LA


ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA. LOS ARTEFACTOS MIDEN LA EDAD DE LA HUMANIDAD.

5.1 INTRODUCCIÓN.
5.2 LA PERIODIFICACIÓN DOCUMENTAL EN LA HISTORIOGRAFÍA ESCANDINAVA.
5.3 LOS PRIMEROS ESBOZOS DE LA CRONOLOGIA BASADA EN ARTEFACTOS.
5.4 EL SISTEMA DE LAS TRES EDADES Y EL NACIMIENTO DE LA CRONOLOGÍA
ARQUEOLÓGICA.
5.4.1 El STE de Christian Jürgensen Thomsen.
5.4.2 La clasificación de las Edades.
5.5 EL USO DE LA ESTRATIGRAFÍA GEOLÓGICA EN EL STE.
5.6 LA UNIFICACION DE TRES SISTEMAS CRONOLÓGICOS CON EL STE.
5.6.1 El sistema económico de cazadores y pescadores.
5.6.2 La cronología basada en el sistema ambiental.
5.6.3 La cronología basada en el sistema de análisis craneal.
5.7 EL NACIMIENTO DE LA PREHISTORIA.
5.7.1 Los hallazgos del Valle de Somme
5.7.2 La aceptación de la historia profunda y el nacimiento de la prehistoria.

9
CONCLUSIONES.

BIBLIOGRAFÍA.

10
INTRODUCCIÓN GENERAL

En el año de 1967 el arqueólogo e historiador británico Glyn Daniel (1914 –


1986), en su Historia de la Arqueología, plantea que para el nacimiento de la arqueología
científica fueron necesarias dos cosas. En primer lugar, se requirió el reconocimiento
empírico del tiempo profundo, entendido como el periodo histórico humano donde no
hay documentos escritos ni otro tipo de evidencia que indiquen cuánto tiempo tienen
la humanidad en la Tierra. En segundo lugar, se requirió elaborar un sistema
cronológico que permitiera ordenar, dividir y subdividir los distintos periodos de la
historia humana dentro de su escala de tiempo histórica. Daniel afirma que durante el
siglo XIX se da el gran paso en la ciencia arqueológica para entender con mayor
exactitud la antigüedad humana y así poder calcularla por medio de los rasgos
tecnológicos de artefactos. La primera razón es porque en este siglo hay un cambio en
el pensamiento geológico que socava la idea tradicional de que la Tierra tiene
aproximadamente 6000 años de edad. Asimismo, es el momento en que los anticuarios
comienzan a identificar algunos tipos de roca como herramientas humanas. Ambos
eventos establecerán las condiciones de posibilidad para que en el año 1859 se acepte
oficialmente que la antigüedad del ser humano es más antigua de lo que se creía. Por lo
tanto, la escala de tiempo utilizada para representar cronológicamente los eventos
humanos fue desplazada hacia atrás en el pasado. A pesar de la importancia que tiene
la afirmación de Daniel, en su texto no proporcionó una explicación amplia y detallada
acerca de cuáles fueron los elementos constitutivos que se requirieron para establecer
la antigüedad humana y un sistema cronológico basado en fechamientos por medio de
los artefactos arqueológicos, y con ello explicar la transformación de una práctica
anticuarista a una práctica arqueológica científica.

En términos generales, el argumento de Daniel específicamente nos dice que la


razón por la cual la arqueología comenzó a ser considerada una ciencia fue porque tuvo
que resolver el problema métrico para calcular el tiempo. Por esta razón, el presente

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escrito es la respuesta a lo formulado por Daniel con base al análisis histórico-filosófico
acerca de cómo y porqué se fueron elaborando y transformando los elementos
constitutivos del conocimiento cronológico cuyo objetivo era calcular la edad la
humanidad en la arqueología del siglo XIX. El tema principal será la medición del tiempo
profundo, entendido como el tiempo geológico; y la historia profunda, entendida como
el periodo de la historia humana que no puede ser calculada por medio de evidencia
documental. El lapso de tiempo analizado comienza en el Siglo XVII cuando el Obispo
James Ussher publica la cronología dominante en sus Annales Veteris Testamenti (1650)
hasta el siglo XIX cuando comienza la periodificación sistemática de la historia humana
por medio del Sistema de las Tres Edades. El estudio concluye en el Siglo XIX justo en el
año de 1859 cuando se acepta oficialmente que la antigüedad de la humanidad
trasciende la cronologías bíblicas, específicamente al cálculo de Ussher.

El carácter histórico de este trabajo está enfocado en mostrar cuáles fueron las
ideas, prácticas y métodos empleados en el pasado para medir y establecer la
antigüedad de la historia humana. Los aspectos con mayor énfasis en el texto se refieren
principalmente a los supuestos ontológicos y su estrecha relación con dos tipos
diferentes de evidencia: la evidencia documental, principalmente relacionada con los
textos bíblicos; y la evidencia física o evidencia observada directamente de la
naturaleza. Cada tipo de evidencia le va corresponder una forma particular de elaborar
conocimiento cronológico, de tal modo que para las cronologías basadas en
documentos les asignaré el nombre de cronológicas documentales o cronologías bíblicas.
En el caso de las cronologías basadas en la observación y estudio de los objetos de la
naturaleza las llamaré cronologías físicas. En la descripción histórica mostraré que estos
componentes se fueron estableciendo, modificando y reconstituyendo cada uno a
distinto ritmo, de tal forma que en algunas etapas prevalecieron supuestos ontológicos
basados en los textos bíblicos, y fueron apoyados por alguno de los dos tipos de
evidencia mencionados, incluso apoyados por los dos al mismo tiempo. Describiré
también cómo fue que en otras etapas dentro de la cronología comienzan a utilizarse
nuevos tipos de evidencia física que van a reconfigurar los supuestos ontológicos
aceptados como verdaderos en las etapas anteriores. A estos supuesto ontológicos los

12
denominaré principios físicos haciendo referencia a los trabajos de Godfrey Guillaumin
(2013, 2016) y a los de Hasok Chang (2004, 2012).

Acerca del carácter filosófico del presente estudio, el énfasis principal está
relacionado con la explicación de tres elementos interrelacionados que constituyen el
conocimiento cronológico utilizado para calcular la edad de la humanidad, a saber:
criterios epistemológicos, metodológicos y cognitivos. De acuerdo con Guillaumin
podemos entender por criterios epistemológicos aquellos criterios que históricamente
se van generando, modificando y utilizando para justificar creencias sobre el Mundo, la
naturaleza o el Universo. Asimismo, los criterios metodológicos se referirán a los
medios, reglas o consideraciones que históricamente se fueron elaborando y refinando
con el objetivo de ir obteniendo de manera confiable información relevante muy
específica y concreta sobre el mundo empírico. Finalmente los aspectos cognitivos se
van a referir a los recursos materiales y/o intelectuales que se diseñaron, modificaron
y emplearon para pensar, concebir y operar de manera altamente abstracta e idealizada
diversos parámetros del fenómeno o proceso bajo estudio (Guillaumin: 2016, p. 30).

II

Como ya lo mencioné, el argumento de Daniel se basa en la resolución de un


problema métrico. Por tal razón, la medición del tiempo entra dentro de la categoría de
medición científica, la cual plantea problemas relacionados con tres características: por
un lado, la medición científica debemos entenderla como una actividad histórica en la
cual los rasgos específicos en los actos de medir están caracterizados dependiendo la
etapa histórica de su desarrollo (véase Guillaumin: 2012), como trataré de mostrar en
el caso de la arqueología del Siglo XIX comparada con el anticuarismo de los siglos
anteriores. Una segunda consideración, es que la medición científica requiere para su
desarrollo lo que Guillaumin ha llamado integración dinámica de tres tipos diferentes
de recursos: conceptuales, matemáticos e instrumentales. La tercera consideración
afirma que dicha integración dinámica se constituye en un sistema de medición, en el
sentido de un sistema cognitivo que integra los tres diferentes recursos que nos permite
conocer algunos rasgos empíricos del mundo físico.

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El tema de las mediciones en la arqueología carece, hasta el día de hoy, de una
reflexión filosófica de lo que significa medir bajo el diagnostico de las tres anteriores
características. Asimismo, hasta la fecha no hay investigación que nos dé luz sobre los
problemas que históricamente ha enfrentado la arqueología en el tema de las
mediciones que se realizaron para calcular la historia profunda de la humanidad. En
otros estudios, diferentes autores han abordado tangencialmente el argumento de
Daniel y han propuesto varias posibles respuestas. Sin embargo, ninguno de estos
trabajos le ha dado la suficiente importancia a las cuestiones epistemológicas y
cognitivas que se requirieron para medir el tiempo profundo, es decir, el énfasis sobre
lo que significa la medición científica. Cabe señalar que en estos trabajos,
principalmente los más recientes, sí han destacado el papel de las prácticas que se
llevaron a cabo en el pasado para resolver el problema de la historia profunda, tales son
los casos de autores como Bo Gräslund (1987) y Peter Rowley-Conwy (2007), que se
especializan en la historia de las prácticas arqueológicas escandinavas. Asimismo,
autores como Mathew Goodrum (2002, 2004 y 2012) , Abe Klindt-Jensen (1982), Judith
Rodden (1982), entre otros, han traído luz algunos de los más importantes
procedimientos metodológicos que se fueron gestando durante casi tres siglos para que
en el XIX se pudiera establecer el primer sistema cronológico basado en el análisis de
los instrumentos arqueológicos, es decir, el Sistema de las Tres Edades. En el caso de la
filosofía de la ciencia tampoco hay un trabajo de investigación que dé respuesta al
argumento de Daniel, y con esto me refiero a los trabajos en filosofía del conocimiento
histórico de Alison Wylie (2002, 2007, 2013) Peter Kosso (2001), Derek Turner (2007,
2011), Aviezer Tucker (2002, 2004), y Gavin Lucas (2000, 2004, 2012) entre los más
destacados.

El modelo filosófico del cual he partido para realizar esta investigación es el de


la filosofía de la ciencia historicista (FCH) basada en prácticas científicas. A diferencia
de la filosofía de la ciencia tradicional, la FCH centra el objetivo de sus investigaciones
en todas aquellas prácticas dirigidas al logro de ciertos objetivos. Por lo tanto, este
trabajo no se va a centrar exclusivamente en la relación que existe entre las teorías y el
mundo, sino que va tomar como relevante a todas las actividades organizadas y

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reguladas que se requieren para generar conocimiento, por lo cual podemos decir que
es una epistemología de la ciencia en tiempo real. De acuerdo con este enfoque, los
tratamientos filosóficos basados en las prácticas arrojarán más entendimiento sobre
algunas de las preguntas que han surgido con prominencia en las últimas décadas a
partir de consideraciones del trabajo científico real, abogará por una filosofía de las
prácticas científicas basadas en un marco analítico que tome en consideración las
teorías, las prácticas y el mundo de manera simultánea (cf. Mission statement of Society
for Philosophy of Science in Practice)1. La preocupación filosófica en esta investigación
no sólo está enfocada en entender cómo se validó el conocimiento cronológico que
sirvió para calcular la edad de la humanidad, sino también cómo es que este
conocimiento se aplica con fines prácticos para la resolución de otros problemas
científicos.

III

La presente investigación intentará establecer las razones históricas y


epistemológicas que sustentan la afirmación de Daniel respecto a que la arqueológica
sólo pudo ser considerada científica cuando se hubo desarrollado un sistema
cronológico natural, no bíblico, que permitiera medir la antigüedad humana por medio
de los rasgos tecnológicos de artefactos. Por lo tanto, me interesa establecer cómo
creció el conocimiento cronológico y cuáles son las prácticas de medición que lo
generaron, bajo qué recursos fue apoyado, y en torno a qué criterios fue progresivo. La
pregunta que se responde a lo largo del texto es:

¿Qué papel jugó la medición del tiempo en la transformación del anticuarismo en


una arqueología científica?

III

La justificación de esta investigación se sustenta en el hecho de que actualmente


el estudio de la historia temprana de la arqueología no ha puesto suficiente énfasis en

1 http://www.philosophy-science-practice.org/en/mission-statement/

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el papel que tuvo la medición del tiempo en la consolidación de la arqueología como
ciencia. A diferencia de otras historias de la arqueología, aquí se expone una genealogía
de las prácticas, métodos, criterios epistemológicos y recursos cognitivos que fueron
implementados en las distintas cronologías que intentaron establecer la antigüedad del
ser humano, y con ello, la capacidad de conocer de manera relativa qué eventos son
anteriores a otros y cuáles son posteriores. Sobra decir que sin este conocimiento, la
arqueología no podría reconstruir ordenadamente la historia humana. La importancia
filosófica de este estudio es que trata de mostrar lo relevante que es para la filosofía de
la ciencia reconstruir las dimensiones cognitivas de los procesos a través de las cuáles
se transforman y reconfiguran inicialmente nociones vagas y especulativas, en ideas
articuladas apoyadas gradual y sistemáticamente en lo que podríamos considerar
conocimiento científico (Guillaumin: 2016, p. 37). Esta idea -expuesta en otros trabajos
como el de Chang (2002) en torno a la medición de la temperatura, y el de Guillaumin
(2016) acerca de la medición celeste en Kepler-, también resalta la importancia que
tiene para la filosofía la ciencia la interacción de la mente humana con el mundo,
enfatizando que dicha interacción es mediada por una gran cantidad de herramientas
tales como instrumentos, experimentos, métodos de análisis de datos, procesamientos
de datos, etc., asumiendo que tal interacción se va haciendo más compleja debido a que
algunos elementos que resultaron ser exitosos en etapas iniciales se van integrando en
etapas posteriores (Guillaumin: 2016, p. 38).

IV

Los primeros cuatro capítulos están divididos en dos partes. Comienzan con la
narración de los procedimientos utilizados en distintos momentos históricos para
medir el tiempo, específicamente para calcular la edad de la humanidad. La segunda
parte de cada uno de ellos es el lugar donde expongo en forma de análisis las
consecuencias epistemológicas extraídas para cada caso. El capítulo 5 exclusivamente
está compuesto por la narración histórica ya que he dejado que el análisis de las
consecuencias epistemológicas se desempeñen como conclusiones generales, que

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finalmente serán las razones históricas y filosóficas de la afirmación de Daniel de la cual
partimos en este estudio.

En el capítulo I se describe cómo se fue consolidando la tradición de cronologías


bíblicas la cual aceptaba como principio físico que la Tierra y la Humanidad habían sido
formados en el mismo evento de La Creación: por lo cual se daba por hecho casi
incuestionable que para conocer la edad de la Tierra sólo bastaba saber cuántos años
tenía la humanidad. Aquí se analizan los elementos constitutivos de las cronologías
documentales basadas principalmente en La Biblia. En la etapa que corresponde a la
Antigüedad Tardía hasta el siglo XVII, las cronologías se desarrollaron a través del uso
exclusivo de documentos históricos como principal fuente de evidencia. Los criterios
epistemológicos que justifican el cálculo estimado de la antigüedad de la humanidad
estuvieron basados en la idea de que La Creación narrada en La Biblia era un evento
literalmente verdadero. Los principales recursos metodológicos en esta etapa
estuvieron enfocados a establecer -por medio del análisis de documentos históricos y
calendarios civiles- una línea de tiempo de aproximadamente 6000 años, limitada por
el inicio de la humanidad hasta el Siglo XVII. Para la elaboración de las tablas
cronológicas se desarrollan un grupo de patrones inferenciales, basados
principalmente en genealogías y analogías que permitieron articular la evidencia
documental con los principios físicos en los cuales se sostenía La Biblia.

En el capítulo II se muestra cómo fue que la tradición mosaica de estudios


cronológicos comenzó a ser socavada por los primeros trabajos de clasificación
mineralógica y los primeros estudios geológicos. El elemento principal fue un paulatino
remplazó de la evidencia documental por la evidencia que provenía de la naturaleza. El
uso de la evidencia física permitió crear las condiciones de posibilidad para que durante
el siglo XVII se comience a reconocer que la Tierra tiene una historia geológica más
antigua que se desarrolla paralelamente a la historia de la humanidad. Este cambio de
concepción generó nuevos su principios físicos, la aplicación de un modelo de
explicación histórica con base a la idea de procesos de transformación elaborado por
Nicolás Steno, el uso de inferencias abductivas y genealógicas, y el cambio sustancial de

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estudiar la historia de las cosas a través de las cosas mismas. Paralelamente a este
proceso, el capítulo III muestra que el reconocimiento de las herramientas de piedra
humanas durante los siglos XVII y XVIII también sugieren que la historia humana tiene
un pasado más profundo que el estimado por el obispo Ussher de aproximadamente
6000. Aquí describiré como fue que el reconocimiento de las herramientas de piedra
permitió la construcción conceptual de categorías temporales asignadas a los objetos
arqueológicos que sirvieron para elaborar una serie de inferencias acerca del pasado
“prehistórico” humano.

En el capítulo IV se describe el proceso mediante el cual las causas divinas dejan


de ser consideradas el origen de todos los fenómenos físicos. Veremos que los principios
físicos aceptados por la tradición eclesiástica en los que se basaron algunas prácticas de
medición del tiempo profundo durante el siglo XVIII serán socavados mediante la
inclusión de evidencia física; en el campo de la astronomía, mineralogía y geología, una
característica relevante es que la evidencia física comenzó a ser interpretada
históricamente. Al rechazar los principios físicos eclesiásticos, describiré como fue que
autores como Woodward, Whiston, Gautier, Maillet y Buffon, introdujeron en el modelo
de explicación histórica el uso de la evidencia física para tratar de calcular la edad de la
Tierra. Finalmente, en el capítulo V se describen los elementos constitutivos que
permitieron la transformación del anticuarismo en una práctica arqueológica científica.
En este capítulo se resalta la importancia que tuvo el reconocimiento de las
herramientas de piedra y uso de la estratigrafía geológica en el desarrollo del método
tipológico; dicho método permitirá la elaboración del primer sistema de cronológico
conocido como el Sistema de las Tres Edades (STE). Analizaremos cómo fue que el STE
fue considerado el primer sistema cronológico basado en la comparación inédita de los
materiales arqueológicos con las etapas tecnológicas de la historia humana. Las
implicaciones más importantes serán que: mediante este sistema cronológico existe
por primera vez la posibilidad de ubicar temporalmente los distintos tipos de artefactos
arqueológicos y calcular de manera relativa su edad; los análisis de los artefactos
proporcionaron las condiciones de posibilidad para que se comenzara a creer que los
primeros humanos comenzaron su desarrollo partiendo de la tecnología de piedra, y

18
que el cambio de tecnología, de una de piedra a una de bronce se debió a un largo
proceso que posiblemente llevó más tiempo de lo estipulado por la cronología de
Ussher. El argumento de este capítulo cierra con la descripción histórica que llevó a
considerar el nacimiento de la prehistoria humana en el año de 1859.

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20
CAPÍTULO 1. LA EDAD DE LA HUMANIDAD Y DE LA TIERRA: LA CRONOLOGÍA
DOCUMENTAL DE LA ANTIGÜEDAD TARDIA AL SIGLO XVII

“Any enquiry into the past which does not reckon with

the dimension of time is obviously nonsense”

(Piggott: 1959, p. 51)

1.1 INTRODUCCIÓN

El descubrimiento de la edad de la Tierra ha estado tradicionalmente ligado al estudio


de la antigüedad humana. La idea de que el Mundo ha sido eterno fue desarrollada
principalmente por los griegos clásicos, y se comienza a abandonar a finales del siglo
XVI, y la primera mitad del XVII, cuando los filósofos comenzaron a cuestionar la
cosmología aristotélica. La afirmación de un Universo sin principio y sin fin podemos
ubicarla en la obra de Aristóteles Acerca del cielo, escrita en el 350 a. C., quien sostiene
que “sólo hay un cielo, que no es engendrado y eterno”. Para Aristóteles, este principio es
parte de la física del movimiento en la cual una esfera celeste describe un movimiento
circular alrededor de la Tierra, un movimiento perfecto, donde los objetos que se
mueven en círculos han alcanzado su fin último y carecen de la capacidad o de motivo
alguno para frenar, acelerar o cambiar de dirección (David A. Weintraub: 2012, p. 18).
Para Aristóteles, los cielos y sus objetos celestes siempre han sido perfectos y
necesariamente tienen que haber existido en su estado actual durante toda la eternidad.
A diferencia de los griegos, en la tradición judía la Creación se remontaba a sólo unos
pocos miles de años. En esta concepción, saber la edad de la humanidad era lo mismo
que saber el origen del tiempo. En el primer capítulo del Génesis se afirma que Adán -
el primer hombre- se había formado después de cinco días de incansable creación por
la mano de Dios. Se aceptaba que la Tierra siempre había sido un mundo humano, y
dieron por sentado que el Génesis era un relato histórico literalmente verdadero que

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hablaba de los primeros orígenes del mundo. Con base principalmente en la segunda
interpretación, a través de los siglos se fue formando en occidente una tradición de
cronólogos bíblicos que establecieron con toda firmeza que la edad del Mundo y la
Humanidad era aproximadamente de 6000 años. Esta tradición inicia con los estudios
cronológicos de eruditos romanos, judíos y cristianos en los primeros siglos de nuestra
Era, y se va desarrollar hasta el siglo XVII con el trabajo del obispo James Ussher (1581
–1656); aunque la idea de los 6000 años predominará hasta mediados del siglo XIX.2

Durante este periodo se establecieron y prevalecieron una serie de prácticas de


medición destinadas a calcular el momento de La Creación por medio de cronologías
basadas principalmente en el uso de genealogías bíblicas. Los supuestos ontológicos
detrás de estas prácticas dieron por hecho que la Tierra y la Humanidad fueron
producto del mismo acto de creación, por lo cual utilizaron el mismo tipo de evidencia
para saber la edad de ambos. En base a esto, se formó una tradición de estudios
cronológicos que tuvo la finalidad de calcular con exactitud el momento en que Dios dio
origen al Mundo por medio del desarrollo y sofisticación de tres artilugios: el uso de
genealogías, de documentos históricos -principalmente La Biblia- y distintos
calendarios civiles.

Este capítulo analiza los distintos desafíos a los que se enfrentaron los
cronólogos bíblicos al tratar de calcular la fecha de La Creación durante el periodo
histórico conocido como la Antigüedad Tardía hasta el siglo XVII; desafíos tales como
¿Cuándo fue el momento exacto de La Creación? o ¿Cómo podemos calcular ese tiempo?
La finalidad es mostrar cómo fue que se desarrollaron algunas de las principales ideas
epistemológicas y metodológicas relacionadas con la elaboración de cronologías en el
marco de la investigación histórica. Las ideas epistemológicas en este capítulo debemos
entenderlas como los criterios que sirvieron para justificar la creencia de que la
Creación tenía una fecha de origen estimada en 6000 años aproximadamente. Las ideas

2 Ya fuera que se tratara de un contexto religioso o no, lo más importante fue que para “la
mayoría de las personas del mundo occidental daban por sentado que la humanidad es casi de la
misma edad de la Tierra, el Cosmos, e incluso que el mismo Tiempo.” (Martin J.S. Rudwick, 2014,
p. 12).

22
metodológicas se refieren a los medios o reglas que se fueron implementando para
obtener información confiable acerca de la edad de La Creación. Los procesos a través
de los cuales se generaron y modificaron ambos tipos de ideas son históricos, y se
articularon en específicas prácticas cronológicas. En este periodo veremos cómo fue
que los cálculos cronológicos tradicionales, es decir, aquellos que estuvieron basados
en la lectura literal de La Biblia, paulatinamente fueron desarrollando artilugios más
sofisticados, como la crítica de fuentes documentales para obtener mayor información
de las fuentes evidenciales; asimismo, al final del capítulo, veremos cómo fue que la
misma tradición de cronologías bíblicas fueron socavando la idea de que La Biblia era
un documento literalmente verdadero.

A diferencia de otros trabajos históricos actuales que tratan directa o


tangencialmente este tema como son los de Richet (2007) y Rudwick (2014), el énfasis
que el presente texto resalta es la siguiente idea: para calcular la edad de la Tierra y la
historia humana se utilizaron los mismos parámetros métricos y los mismos criterios
metodológicos.

En este capítulo debemos entender por cronología a aquel sistema cuya finalidad
es computar y establecer el orden temporal de acontecimientos históricos. La idea que
fundamenta la noción de cronología es que cualquier sucesión concatenada de eventos
históricos que pueda ser ubicada dentro de una escala temporal, podrá ser fechada. El
tipo de fechamiento dependerá del tipo de sistema cronológico. Así, un sistema de
cronología relativa se encargará de determinar la duración de un evento en relación con
la duración de otros eventos (véase Gavin Lucas: 2005, p. 3), y comúnmente se
expresará con las frases antes de o después de. En cambio, un sistema de cronología
absoluta determinará la duración de un evento en alguna unidad de medida. Siguiendo
a Lucas (2005), podemos decir que una cronología relativa es aquel cómputo del tiempo
basado en la interdependencia de los datos de estudio, es decir, la cronología de los
datos se expresa únicamente en relación con otros datos. Por el contrario, una
cronología absoluta se define como aquella que cuenta con un punto fijo de inicio y con
una definición satisfactoria y operativa de unidad de medida. Además de las distinciones

23
anteriores, en este capítulo llamaré cronología documental al sistema de fechamiento
de eventos históricos mediante el uso de registros documentales humanos, estos
incluyen documentos escritos y tablas astronómicas. Asimismo, llamaré cronología
física al sistema de fechamiento de eventos humanos por medio de eventos naturales,
como los procesos de fosilización y de sedimentación estratigráfica. Ambos sistemas
cronológicos pueden ser computados por medio de cronologías relativas o absolutas.

1.2. CRONOLOGÍAS DOCUMENTALES EN LA ANTIGÜEDAD TARDÍA

1.2.1 La estructura del Tiempo

En la concepción occidental durante la Antigüedad Tardía 3, se aceptaba explícitamente


que el Tiempo tenía su origen en La Creación Divina. Desde el punto de vista del
judaísmo tradicional, y posteriormente del cristianismo temprano, el tiempo dejó de
ser considerado como cíclico y eterno, y se convirtió en una sucesión lineal de eventos
(véase Pascal Richet: 2007, p. 24)4. Al fijarse la creencia de que la estructura del Tiempo
es lineal, el estudio de la historia humana requirió asentarse dentro de un marco
temporal fijo, y este marco se fue estableciendo mediante una larga tradición de

3 En este capítulo me referiré a la Antigüedad Tardía como el periodo histórico en la tradición


occidental que comprende la transición entre la Edad Antigua (o antigüedad clásica griega) y la
Edad Media, entre el año 235 d. C. al año 800 d. C. Al respecto, Guilliam Clark menciona que:
“Fifty years ago, ‘late antiquity’ was rarely used as a name for the period of transition which began
in the early 4th century with Constantine, the first Christian emperor, and which ended with the
ending of Roman imperial rule, in the late 5th century for the West and the late 7th century for
the Near East. This period was known to classicists as ‘late Roman’, to Byzantinists as ‘early
Byzantine’, and to medievalists as ‘early medieval’. In those fifty years, research has extended the
boundaries of late antiquity in time and space, taking in (at least) the 3rd and 8th centuries,
challenging the Roman perspective on non-Roman cultures, and refusing to accept the grand
narratives of Christian triumph over paganism and Dark Age decline from the glories of Roman
empire. Many academic disciplines meet here: classics and medieval studies, history and
archaeology, linguistics and literature, theology and visual arts.” (Clark: 2011, pp. 16).
4 Otro factor que llevó a la orientación del tiempo en una forma lineal es el mesianismo: “This

heralding of a radically new era had truly taken shape with Isaiah in the dark periods before the
Babylonian captivity Isaiah prophesied that he would “extend his dominion in boundless peace,
over the throne of David and over his kingdom to make it secure and sustain it in fair judgement
and integrity.” (Richet: 2007, p. 27).

24
estudios genealógicos basados principalmente en El Génesis. Durante los primeros
siglos de nuestra Era, los cronólogos bíblicos entendieron muy bien que sin un sistema
cronológico que permitiera medir la duración de los eventos no habría forma de
conocer la historia humana desde sus inicios. 5

La concepción del Tiempo -en este periodo- debemos considerarla bajo algunas
ideas subyacentes a ella. Richet (2007) ha señalado que dentro de la estructura del
Antiguo y Nuevo Testamento existe la idea de una historia humana no cíclica, o una
flecha del tiempo como la llamaré aquí. Stephen J. Gould utiliza esta metáfora aludiendo
a la idea de que “cada momento ocupa una posición específica en una serie temporal, y
todos los momentos, considerados en la secuencia adecuada, determinan una sucesión de
eventos enlazados que se mueven en una dirección” (Gould: 1987, p. 29)6. Esta idea da
por hecho la existencia de un marco temporal delimitado por un principio y un final
donde existen sucesiones de acontecimientos irrepetibles y únicos. 7 En el pensamiento
judeo-cristiano esta idea implicó la creencia de que los eventos narrados en la historia
humana dotan de una estructura rígida y determinada al pasado, lo cual permite saber
qué eventos son anteriores (o posteriores) a otros; o calcular de manera absoluta,
mediante alguna unidad de medida, cuántos años hay entre un evento y otro. La noción

5 Aquí, “la historia humana desde sus inicios” debemos entenderla como la historia de la
humanidad basada en el sistema de creencias del cristianismo temprano. Vale la pena
mencionar esto porque durante la Antigüedad Tardía hasta la Edad Media, las cronologías
bíblicas tendrán como principal objetivo establecer secuencias temporales de eventos
exclusivamente cristianos.
6 La noción opuesta a la metáfora de la flecha del tiempo es lo que Gould llama ciclo del tiempo:

“En el otro extremo, que llamaré ciclo del tiempo. Los sucesos no se consideran como episodios
específicos con un impacto causal sobre la historia contingente. Los estados fundamentales son
inmanentes al tiempo, siempre presentes y nunca cambiantes. Los aparentes movimientos son
sólo partes de un ciclo que se repite, y las diferencias del pasado serán las realidades del futuro. El
tiempo no tiene dirección.”(Gould: 1987, p. 29).
7 Richet menciona que: “Within a universe that was bounded in time—by the Creation and the

Apocalypse—a history that recounted unique events, one marked by majestic, divine interventions,
could not be repeated. Generation after generation, the prevailing thought found no better
argument in favor of this irreversibility than that of the eschatological perspective imposed by the
Last Judgment and the Final Redemption: seated upon his throne of glory, as Matthew first
proclaimed in his gospel, the Son of Man would place “the sheep on his right hand and the goats
on his left”; the just would receive “eternal life,” and the sinners would be relegated “to eternal
punishment.” (2007, p. 29).

25
de Estructura rígida debe ser entendida como el conjunto de relaciones temporales
establecidas entre eventos, donde cada uno de ellos queda ubicado dentro de una escala
temporal sin la posibilidad de ser desplazable.

1.2.2 La humanidad comienza con La Creación, pero no se sabe cuándo.

En el pensamiento judeo-cristiano la principal creencia respecto al origen del hombre


es que éste fue creado en el mismo momento en que Dios culminó La Creación
Universal; y a partir de ese momento, la historia de la humanidad ha transcurrido de
manera lineal, como flecha del tiempo, hasta el presente. Como ya se mencionó, esta idea
fue aceptada de manera incuestionable por los eruditos desde la antigüedad. Sin
embargo, al aceptarla como correcta los cronólogos tuvieron que lidiar con dos
problemas fundamentales que apuntaron directamente a la medición del tiempo:
¿Cuándo fue el momento exacto de La Creación? y, ¿Cómo podemos calcular ese tiempo?
En la epístola al lector de los Annales veteris testamenti, a prima mundi origine deducti8,
escrita por el Obispo James Ussher en el año 1654, se enfatiza que en el periodo que
ahora conocemos como Antigüedad Tardía no podía establecerse un cálculo confiable
referente a la fecha de La Creación. El estado de la cuestión, tal y como Ussher la evalúa
en el siglo XVII, es ilustradora ya que permite poner en contexto el problema dentro de
la tradición de cronólogos bíblicos, desde los primeros siglos de nuestra Era hasta el
siglo XVII, periodo que culmina precisamente con la publicación de los Annales.

Ussher inicia aceptando la idea de una Creación que incluye la formación de los
“Hombres” y el Mundo como parte de un sólo evento; idea que acepta y remite a algunos
eruditos de la antigüedad que comenzaron a indagar acerca del origen del tiempo. Tal
es el caso de Censorinus, quien, en su De Die Natali (268 d.C.), afirma que: “If the origin
of the world had been known to man, I would have started there.” (Censorinus, en Ussher:

8En esta investigación se tomó la versión en inglés del Annales veteris testamenti, a prima
mundi origine deducti (The Annals of the World) traducido por Larry and Marion Pierce
(2003).

26
2003 (1654), p. 9). Sin embargo, Ussher escribe que para Censorinus “Whether time had
a beginning or whether it always was, the exact number of years cannot be known.”
(ídem). El énfasis de Ussher es que para los eruditos paganos o cristianos de la
antigüedad no habría forma de obtener una fecha confiable del origen del Mundo. Por
ejemplo, en la siguiente cita de Ptolomeo, utilizada por Ussher, se afirma que “To find
the details of the history of the whole world or such an immense period of time, I think is
beyond us who desire to learn and know the truth.” (Ptolomeo, citado en Ussher: 2003
(1654), p. 9); o inclusive la cita de uno de sus antecesores más cercanos, Dionysius
Petavius (1583-1652) quien menciona que “The number of years from the beginning of
the world to our time cannot be known, nor in any way found out, without divine
revelation.” (Petavius, citado en Ussher: 2003 (1654), p. 9).

Para Ussher es evidente que el desconocimiento de las Sagradas Escrituras es


una de las causas principales que obstaculizó el cálculo para fechar el momento de la
Creación en la Antigüedad Tardía. Pero además, la epístola siguiere que tuvieron que
pasar muchos años para que el conocimiento astronómico detrás de los distintos tipos
de calendarios fuera más exacto: “Anyone can do this who is well versed in the knowledge
of sacred and secular history, of astronomical calculations and of the old Hebrew
calendar. If he should apply himself to these difficult studies, it is not impossible for him to
determine not only the number of years but even the days from the creation of the world.”
(Ussher: 2003 (1654), p. 10).

1.2.3. Las genealogías y la comparación de documentos como herramienta de cálculo.

Desde El Génesis, hasta los libros de Los Hechos, la tradición judeocristiana fue
utilizando implícitamente la noción de flecha del tiempo en la cual los acontecimientos
históricos estuvieron conectados en buena medida por medio de las sucesiones
genealógicas de los patriarcas hebreos. Si nos remontamos brevemente a los primeros
siglos de nuestra Era, veremos que por esa época comenzaron aparecer importantes
libros de cronología bíblica basada en sucesiones genealógicas. Flavius Josephus (37–

27
100 d. C.) en su Jewish Antiquieties (véase Rajak: 2002), o el Seder Olam Rabba, escrito
por el rabino Yose ben Halafta -alrededor del año de 160 d.C. (véase Grafton y Williams:
2006; Richet: 2007; Wentraun: 2011; Rudwick: 2014), sentaron las primeras bases
para la elaboración de las cronologías bíblicas al recopilar datos que indicaban cuántos
años habían vivido algunos de los personajes más importantes del Antiguo Testamento:
bajo la lógica de ‘quién engendró a quién y cuándo’, estos dos autores trataron de
establecer una escala temporal humana que mostrara de manera absoluta cuántos años
habían pasado desde que Dios creó a Adán. El procedimiento para establecer dicha
escala de tiempo dependía en gran medida en el establecimiento de líneas genealógicas
de parentesco y de las edades de los patriarcas registradas en La Biblia. Estos últimos
datos eran computados por medio de una operación aritmética simple como la suma, y
luego eran comparados con algunas fechas disponibles dentro de los registros
históricos hebreos. Lo que justificaba la creencia de que la Tierra no podía tener más de
6000 años dependía de la idea de que los Textos Sagrados eran relatos verdaderos, y
por lo tanto, los datos registrados ahí también lo eran; esta justificación permaneció
casi sin modificación hasta el siglo XVII con el libro de los Annales de Ussher como ya se
señaló.

Así como Josephus y ben Halafta, distintos autores trabajaron a lo largo de los
primeros siglos bajo esta regla intentando perfeccionar las primeras cronologías
documentales basadas en la lectura de La Biblia. Julius Africanus9 (? – 232), por ejemplo,
realizó cronologías documentales desde una perspectiva escatológica10. Esta

9 Martin Wallraff (2007) menciona: “Even by the standards of the versatile social elite of the 3rd
century, lulius Africanus was not only a very intelligent man, he was also a remarkably well
connected figure. A Christian with good knowledge of Jewish culture, he was fluent (at least) in
both Greek and Latin, had interests in virtually all fields of human knowledge and possessed good
contacts with various political leaders all over the world.” (Wallraff: 2007, p. XIII).
10 Williams y Grafton mencionan que Africanus: “In his view, chronology should serve

eschatology. It should determine not only when the Savior had arrived, but also when the end of
time itself would come and the Kingdom of God arrive on earth. To this end he exhaustively studied
the prophecies of Daniel, and did his best to prove that the actual life and deeds of Jesus
corresponded perfectly to what the prophet had foretold about the seventy weeks of years that
would precede the end of history” (Williams y Grafton: 2006, p. 151). Por otra parte, Eusebio
menciona que: “Note Africanus’s surviving comment, which makes clear that though he found

28
perspectiva se basó principalmente en el supuesto de que los hechos proféticos escritos
en el Antiguo Testamento habían sido confirmados históricamente. 11 Por tal motivo,
para Africanus, fue normal pensar que el resto de los hechos descritos en los libros le
permitirían predecir también el fin de los tiempos. Para Grafton y Williams (2006), la
tarea principal de la cronología histórica de Africanus fue dilucidar el futuro por
adelantado; para lograr dicho objetivo, un cronólogo como Africanus debería recrear
un pasado bajo la creencia de que este debería tener una duración fija y ordenada,
similar a la metáfora de la flecha del tiempo.

En su Chronicles, Africanus utilizó como regla metodológica la comparación de


las fechas importantes dentro de La Biblia con las fechas registradas en otros
documentos históricos judíos, cristianos y paganos, principalmente fechas
calendáricas. Este tipo de procedimiento se basó en búsqueda sistemática de los
principales personajes descritos en La Biblia en otros documentos históricos con el
objeto de estudiar su parentesco y finalmente reconstruir su genealogía; o bien, la
búsqueda sistemática de eventos importantes con el fin de correlacionarlos. En el
primer caso, la existencia de relaciones genealógicas no sólo eran capaces de mostrar
quién era el antecesor común, sino también el grado de cercanía temporal que existía
entre cada uno de ellos. Al respecto, Africanus menciona que “Adam, when 230 years
old, begets Seth; and after living other 700 years he died, that is, a second death. Seth,

“many marvellous things” in Daniel, “at present, however, I shall speak only of those things in it
that bear on chronology and matters connected with it.” (Eusebius, DE 8.389).
11 Eventos como el del Diluvio le permitieron inferir que si estás profecías sucedían

temporalmente con exactitud:


“God decreed to destroy the whole race of the living by a flood, having threatened that men should
not survive beyond 120 years. Nor let it be deemed a matter of difficulty, because some lived
afterwards a longer period than that. For the space of time meant was 100 years up to the flood
in the case of the sinners of that time; for they were 20 years old. God instructed Noe, who pleased
him on account of his righteousness, to prepare an ark; and when it was finished, there entered it
Noe himself and his sons, his wife and his daughters-in-law, and firstlings of every living creature,
with a view to the duration of the race. And Noe was 600 years old when the flood came on. And
when the water abated, the ark settled on the mountains of Ararat, which we know to be in
Parthia; but some say that they are at Celænæ of Phrygia, and I have seen both places. And the
flood prevailed for a year, and then the earth became dry. And they came out of the ark in pairs,
as may be found, and not in the manner in which they had entered, viz., distinguished according
to their species, and were blessed by God. And each of these things indicates something useful to
us.” (Africanus citado en Georgius Syncellus, Chron., p. 21, al. 17).

29
when 205 years old, begot Enos; from Adam therefore to the birth of Enos there are 435
years in all. Enos, when 190 years old, begets Cainan. Cainan again, when 170 years old,
begets Malaleel; And Malaleel, when 165 years old; begets Jared; And Jared, when 162
years old, begets Enoch; And Enoch, when 165 years old, begets Mathusala; and having
pleased God, after a life of other 200 years, he was not found. Mathusala, when 187 years
old, begot Lamech. Lamech, when 188 years old, begets Noe.” (Africanus citado en
Georgius Syncellus, Chron., p. 81, al. 65).

En el segundo caso, el procedimiento metodológico basado en la comparación


de fuentes documentales le permitió a Africanus correlacionar los eventos importantes
narrados en La Biblia con otro tipo de eventos registrados dentro de los calendarios
egipcio, persa, griego, caldeo y romano. La finalidad de este procedimiento fue ordenar
temporalmente un mayor número de eventos históricos registrados en distintos tipos
de documentos. Por ejemplo, Africanus analizó las fechas de aquellos eventos
separados espacialmente cuyas temporalidades se cruzaban, y menciona “I will take one
Hebrew event that is simultaneous with an event recorded by Greeks and by sticking to it,
while both adding and subtracting, and indicating which Greek or Persian or any- one else
synchronized with that Hebrew event, I may perhaps achieve my goal.” (Africanus, citado
en Williams y Grafton: 2006, pp. 141-142).

El término de sincronicidad fue una palabra técnica utilizada en los estudios académicos
sobre cronología bíblica y sirvió para la datación de un evento registrado en múltiples
sistemas de cómputo cronológico. Por ejemplo, en la Crónica de Africanus, la
sincronicidad es una idea metodológica que permite establecer un punto fijo por medio
del cual se ajustan o hacen “encajar” temporalmente las fechas de eventos históricos
registrados en muy diversas fuentes documentales; esto le permitirá fechar eventos
importantes descritos en La Biblia sobre la misma línea de tiempo de la cronología
olímpica de los griegos. Al respecto, Williams y Grafton mencionan que el tratado de
cronología de Africanus tiene como antecedente a varios predecesores helenísticos, por
lo cual, al igual que ellos, Africanus sólo pudo retroceder en su cuenta hasta el año 776
a.C. cuando los griegos empezaron a contar el tiempo mediante el registro de las

30
Olimpiadas. Al respecto, Africanus menciona que “The Greek accounts of history are by
no means accurate before the beginning of the Olympiads, but thoroughly confused and
in total disagreement with one another. But there are many accurate accounts of events
after this point, since the Greeks made their records of them every four years, rather than
at longer intervals. Hence I will give a rapid and selective account of the most famous
mythical histories, down to the first Olympiad, but such remarkable events as took place
later I shall join together in chronological order, the Hebrew with the Greek.” (Africanus,
Citado en Williams y Grafton: 2006 p. 142). Asimismo, en el Antiguo Testamento se
mencionaba que los judíos comenzaron a ser enviados a Palestina en el primer año del
reinado de Ciro, rey de Persia. Díodoro y otros historiadores fecharon el primer año de
reinado de Ciro para la Olimpiada número 55, la cual está registrada para el año 560/59
a. C, por lo cual, el reinado de Ciro y el fin del cautiverio hebreo coinciden (véase
Williams y Grafton: 2006, p. 149). El resultado de este procedimiento permitió
establecer de manera absoluta los años que habían transcurrido entre un evento y otro,
inclusive remontarse hasta La Creación.

En otros fragmentos de La Crónica, Africanus expone que su propósito más alto era
religioso, y dejó claro que cualquier elemento que amenazara con romper la estructura
coherente de su trabajo podría ser rechazada sin un debate de fondo (véase Williams y
Grafton, Op Cit, p. 150). A raíz de esto, sostiene que las obras adjudicadas al profeta
Moisés son de mayor antigüedad que cualquier otra obra escrita por algún pagano. Es
por ello que Africanus sobrepone el cálculo estimado dentro de los estudios de
cronología bíblica sobre los egipcios12 y caldeos13, estableciendo que la creación del

12 “The Egyptians, indeed, with their boastful notions of their own antiquity, have put forth a sort
of account of it by the hand of their astrologers in cycles and myriads of years; which some of those
who have had the repute of studying such subjects profoundly have in a summary way called lunar
years; and inclining no less than others to the mythical, they think they fall in with the eight or
nine thousands of years which the Egyptian priests in Plato falsely reckon up to Solon.” (Africanus
In Georgius Syncellus, Chron., Op. Cit., p. 81, al. 65).
13 “For why should I speak of the three myriad years of the Phœnicians, or of the follies of the

Chaldeans, their forty-eight myriads? For the Jews, deriving their origin from them as descendants
of Abraham, having been taught a modest mind, and one such as becomes men, together with the
truth by the spirit of Moses, have handed down to us, by their extant Hebrew histories, the number
of 5500 years as the period up to the advent of the Word of salvation, that was announced to the
world in the time of the sway of the Cæsars.” (ídem).

31
mundo descrita por Moisés era correcta y se remontaba cercano al sexto milenio antes
de Cristo. Africanus termina de escribir su crónica en el año 221 d.C. y toda la cronología
abarca un periodo de 5723 años. La datación de Cristo, por ejemplo, la establece en el
año 5531 AM, 192 años antes de la Olimpiada número 250. Sin embargo, al hablar de la
historia temprana, Africanus fue muy cauteloso. Cuando se trataba de los orígenes de la
humanidad, todos los historiadores helénicos aceptaban como el comienzo del tiempo
la Olimpiada 1. Según Wallraff (2007), para Africanus, la incertidumbre de los
historiadores griegos sobre la historia “profunda” (calculada en 4727 años) sólo podía
ser reconstruida sobre la base segura de la cronología judía; “That does not mean to say
that Africanus entirely rejected the Greek tradition. By means of synchronization, he
attempted to link the comparatively fragile mythical Greek history to the much firmer
Jewish one. Thanks to Africanus, synchronism thus became a means of mediating between
two different chronological and historical systems.” (Wallraff: 2007, p. XXII).

32
Esquema 1. Sistema cronológico de Africanus (reproducido por Wallraff: 2007)

1.2.4. El establecimiento de la edad de La Creación

Dentro de la tradición de cronólogos bíblicos, historiadores como Burgess (1999),


Richet (2007) y Rudwick (2015) mencionan a Eusebio de Cesarea (265-340) como el

33
principal erudito de la antigüedad encargado de sentar las bases para determinar la
fecha exacta de La Creación. Su trabajo se convirtió en la principal fuente histórica
acerca de temas políticos, religiosos y culturales del mundo cristiano antiguo hasta el
siglo XVI (véase Williams y Grafton: 2008)14. En su Chronicon establece las mismas
reglas metodológicas de Africanus (véase Wallraff: 2007, p. XXI: Richet: 2007, p. 31): el
uso de la genealogía y el método comparativo de fuentes históricas no bíblicas. Sin
embargo, existen algunas diferencias importantes entre ambos autores.

Antes de Eusebio, una cronología exclusivamente consistía en el cómputo de años


basados en un listado de reyes o patriarcas y sus dinastías; este cómputo estaba basado
en los años en que reinaron o que vivieron. Para los historiadores de esa época, los
procedimientos para elaborar cronologías basadas en las listas tradicionales no les
permitían correlacionar eventos con los registros históricos de otros reinos. En este
sentido, el objetivo de Eusebio era escribir la historia de la Iglesia Cristiana y para eso
necesitaba vincular el computo cronológico registrado en fuentes hebreas, griegas y
cristianas proporcionadas por los trabajos de Porfirio, Eratóstenes, y la de su
predecesor Africanus.15 Eusebio concibió la idea de que era posible elaborar una
cronología histórica a través de los registros de acontecimientos narrados en textos no
bíblicos –i.e., historias de Asiria, Egipto y Roma-, aunque el libro base siguiera siendo
La Biblia16. La contribución de Eusebio se vio reflejada en una gran cantidad de tablas

14 Richet (2007) y Weintraub (2012) además señalan que el trabajo comparativo de fuentes
documentales establecido por Eusebio fue un recurso metodológico usado para fechar los
eventos históricos dentro de la Historia Universal hasta el Renacimiento.
15 “He decided that he could draw up a precise, coherent, and schematic chronicle of world history,

at least from the time of the patriarch Abraham. He also would play a central role in Eusebius
presentation of the Christian empire of Constantine as reviving the age of Abraham and the
patriarchs.” (Williams y Grafton: 2008, p. 132).
16 Al respecto, Eusebio menciona lo siguiente: “I have perused diverse histories of the past which

the Chaldeans and Assyrians have recorded, which the Egyptians have written in detail, and which
the Greeks have narrated as accurately as possible. [These works] contain [information about] the
times of kings and Olympiads, about the brave deeds which were performed by barbarians and
Greeks, by Aryans and non-Aryans [i.e., by peoples inside and outside the Iranian cultural world],
and about the marvelous accomplishments of their generals, sages, braves, poets, storytellers, and
philosophers. I thought it would be appropriate to write down everything in brief, especially the
beneficial and important things, and further to put adjacent to [these accounts], the history of the
Hebrew patriarchs as revealed in the Bible. And thus we might establish how long before the life-
giving revelation [of Christ] Moses and the Hebrew prophets who succeeded him lived and what

34
cronológicas por medio de las cuales pudo establecer un ajuste temporal entre distintas
líneas paralelas de datos.17 Las tablas eran elaboradas mediante columnas verticales en
las cuales se incluían datos como los nombres de los reyes, algunos eventos importantes
y sus fechas basadas en calendarios civiles. La primera columna estaba relacionada con
los reinos Persas, la segunda con los egipcios, y así sucesivamente: en estas tablas se
iban incorporando y eliminando columnas en los casos donde había la presencia de
reinos recientes, o cuando desaparecía alguno de los que ya estaban. Este ingenioso
recurso de sincronización le permitió a Eusebio trazar líneas horizontales entre
columnas que tuvieran un evento fechado el mismo año, la simultaneidad de dos o más
sucesos le permitía establecer puntos fijos para así ajustar el resto de las tablas. Este
método para fechar los acontecimientos del pasado prevaleció durante muchos siglos
en la tradición de cronólogos bíblicos, el formato tabular como fue concebido obligaba
a cualquier historiador que deseara escribir historia antigua a ser preciso con cualquier
dato que se integrara a las tablas ya que de ello dependían las subsecuentes
sincronizaciones y así evitar errores.

Respecto al cálculo de la historia temprana, los trabajos sobre cronología anteriores al


trabajo de Eusebio dieron por sentado que el computo de años basados en los textos
bíblicos eran exactos. Sin embargo, el sistema tabular había mostrado un problema
epistemológico: en una cronología documental el cómputo de años de la historia
temprana no siempre se puede determinar con precisión ya que muchas de las fuentes
usadas por Eusebio no registraban los primeros años relacionados con el nacimiento

they, filled with the divine spirit, said before [the time of Christ]. In this fashion it might be possible
to recognize easily when the braves of each nation appeared [compared with] when the celebrated
Hebrew prophets lived and, one by one, who all their leaders were.” (Eusebio en Robert Bedrosian
(2008), Chronicle, (Translated from Classical Armenian consultado en:
http://www.tertullian.org/fathers/eusebius_chronicon_02_text.htm ;
y en James Turner (2014), Philology: The Forgotten Origins of the Modern Humanities, p. 23.
17 “I will convert all the material collected about all these folk into chronological tables. Including,

from the beginning, who from each nation ruled as king and for how long, I will put these [facts]
into separate [chronological tables] together with the number of years involved. In this way, if we
need to know who ruled and for how long [that information] will be easily and quickly accessible.
Furthermore, the valiant deeds of each kingdom, which all nations have transmitted, I will place
in summary form within [my account] of [these] kingdoms.” (Eusebio en Robert Bedrosian (2008),
Chronicle, consultado en:
http://www.tertullian.org/fathers/eusebius_chronicon_02_text.htm)

35
de los reinos. La respuesta a este problema es que para Eusebio no existe una forma,
que no sea mediante la autoridad de Dios, para conocer realmente la edad de la Tierra.
Esta idea es sumamente importante ya que la precisión que se requiere para calcular la
edad de La Creación sólo puede estar en manos de Dios; en otras palabras, Dios no
solamente es el creador del Tiempo, sino que también es el único que tiene el intelecto
para calcularlo.18

Eusebio no pudo recoger por sí mismo todos los documentos con los que realizó su
trabajo, sin embargo confiaba plenamente en que las mismas fuentes históricas
evidenciaran algún tipo de error cronológico a partir de la comparación con otros
documentos, como fue el caso de las cronologías griegas mismas que crítica en varias
partes de su Crónica. El punto es que Eusebio parece estar diciendo que en casos donde
no hay documentos por medio de los cuales se pueda establecer fechas confiables, no
es posible establecer un sistema cronológico completo. 19 Pero a pesar de esta
restricción, Eusebio menciona que en la medida de lo posible debemos reconocer con
claridad la naturaleza de nuestra investigación (cronológica) que se pretende realizar
y posteriormente debemos proceder decididamente. “We would be pleased if just two
points were taken from our words. First, do not be deceived into believing, as others do,
that chronology [always] can be precisely determined. Second, despite this, to the extent
that it is possible, use clarity to recognize the nature of the investigation which confronts
you, and then proceed resolutely.” (Eusebio en Robert Bedrosian: 2008).

18 Permit me, right at the outset, to caution everyone against [believing that] there can be
complete accuracy with respect to chronology. Indeed, we would benefit by contemplating what
that wise Teacher told his acquaintances: "It is not for you to know times or seasons which the
Father has fixed by his own authority" [Acts 1:7]. It seems to me that [Jesus], as God and Lord,
delivered this succinct verdict not solely regarding the end of the world but about all times, in
order to discourage those who would dare attempt such a futile undertaking. Let us also, in our
own words, confirm the accuracy of the Teacher's dictum, for it is not possible to know unerringly
the chronology of the entire world, not from the Greeks, not from the barbarians, not from other
[peoples], not even the from the Hebrews.” (Eusebio en Robert Bedrosian: 2008)
19 El mismo Eusebio decidió comenzar su Crónica con la fecha más temprana que se podía

calcular razonablemente: el nacimiento de Abraham.

36
Esquema 2. Sistema tabular utilizado por Eusebio en el Chronicon.

1.3. CRONOLOGÍAS DOCUMENTALES EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

La cronología bíblica que había sido cultivada por los Padres de la Iglesia, como
Africanus y Eusebio, durante el siglo XVI se convirtió en una disciplina. Grafton
menciona que gran parte del trabajo de los cronólogos de la antigüedad sirvió como
herramienta para instruir a los conversos en el trabajo histórico, así como una

37
herramienta para refutar las insinuaciones de los paganos sobre lo novedoso del
Judaísmo. A pesar de ello, la cronología documental no fue una disciplina en sí misma
ya que ésta no fue practicada por un cuerpo bien definido de eruditos, y tampoco
contaba con un vocabulario técnico bien desarrollado, ni con objetivos claros o una
metodología digna de ser alabada. Lo más importante es que no había ninguna noción
clara de lo que constituía el método adecuado en el análisis de las fuentes antiguas
(véase Grafton: 1983, p. 3). Grafton menciona que “Between 1450 and 1600 this situation
changed. The revival of classical education made the correction and interpretation of
literary texts a more urgent task than it had been for a millennium. Humanists began to
argue that the art of correcting and explicating texts must become a university discipline,
as solidly established and as well paid as the rest. And as the humanists won their point
about university posts, controversies began to spring up about the aims and nature of
these studies. How did one know which words in a text were corrupt and needed
correction? How could one decide which points ought to be explained or discussed?”
(ídem). La crítica de fuentes documentales implicó la revisión de puntos técnicos dentro
de las cronologías de la historia occidental (cristiana), ésta comenzaba a ser de interés
para un amplio público de estudiosos. El descubrimiento del Nuevo Mundo y el contacto
renovado con el Oriente presentaron problemas intelectuales sin precedentes; tenían
que conciliar los cálculos de la historia con nuevos hechos que no podían acomodar en
el marco temporal de 6000 años.

1.3.1. El refinamiento del uso de las fuentes documentales y los calendarios en el siglo XVI

Hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, Joseph-Juste Scaliger20 (1540-1609),
recuperando el trabajo de Eusebio, consideró que una cronología debería de hacer uso
de todas las fuentes disponibles, especialmente de los documentos seculares, con el fin

20“The chronology of ancient and medieval history in its present form had been created and, for
the most part, concluded in a series of fundamental works of the XVI-XVII century that begins with
the writings of Josephus Justus Scaliger, called “the founder of modern chronology as a science” by
the modern chronologist.” (Bickerman: 1972, p. 82).

38
de esclarecer algunos episodios del Antiguo Testamento que permanecían oscuros.21
Scaliger fue considerado como uno de los eruditos más importantes en Europa durante
el siglo XVI, y a él se debe dos de los tratados sobre cronología bíblica más populares
por aquella época, “De emendatione Temporum” de 1583 y el “Thesaurus Temporum” de
1606. En ambos trabajos buscó formalizar los estudios cronológicos y establecerlos
como una ciencia. Las razones fueron varias, una de ellas se debe al clima intelectual en
Europa durante los siglos XVI y XVII. Este período marca el comienzo de la edad
moderna, y ello trae la voluntad de cuestionar la autoridad bíblica. Grafton (1983)
menciona que cronólogos antes de Scaliger vieron el campo de la cronología desde una
perspectiva religiosa22, la búsqueda de un orden moral en el pasado: la Cronología era
“pedagógica en intención y primaria en ejecución”. Sin embargo, los nuevos
cronologistas no se limitaron exclusivamente a los límites marcados por la perspectiva
de los estudios cronológicos tradicionales, sino que estos estaban dispuestos a
enfocarse en nuevas investigaciones: “All of them were writing chronology not in order
to recover an unknown past but in order to prove points in polemics that lay outside the
field of chronology — for the most part, points in theology or in the comparative history
of religion” (Lance Latham: 2004, s/n).

Durante su juventud, Scaliger se dedicó a la crítica textual de autores latinos por


medio del redescubrimiento de textos antiguos que habían aparecido. El trabajo
filológico de estos textos había corregido algunos pasajes que anteriormente parecían
traducciones inconsecuentes y arbitrarias. 23 Scaliger criticó severamente las prácticas

21 Richet menciona que: “Scaliger produced two major works, On the Correction of Chronology
and the Repertory of Dates, which completely updated the efforts of Eusebius and Jerome,
established a coherent and enormously vast historical framework, rectified numerous errors, and
clearly identified historical lacunae.” (Richet: 2007, p. 47).
22 “And as the motives of 1ºchronological writers came once again to resemble the unscholarly

motives that had been prevalent before Scaliger, so too their methods returned to the arbitrary
and elementary state which Scaliger had reformed.” (Grafton: 1983).
23 Por ejemplo: “Scaliger discussed problems in the New Testament and passed judgements on

them which can be considered historical criticism. I shall discuss several examples below. It will be
apparent that the thinking of a humanist like Scaliger recognized historical problems presented
by the texts, took them seriously and did not dismiss or trivialize them. It will also be clear that the
humanist approach had its limitations: it was dominated by the typically humanist question, “is
what is here the original text or not? Is it authentic or a later interpolation, that is a falsification?”

39
filológicas superficiales que presentaban la traducción de textos sin un análisis basado
en las pruebas presentadas por los mismos manuscritos (véase Blake: 1940). El
redescubrimiento de la crónica de Eusebio, cuyo original griego había desaparecido por
completo excepto por algunas citas en autores bizantinos, fue consecuencia del estudio
de textos latinos basados en la crítica de fuentes documentales. Scaliger se impuso la
tarea de recuperar cualquier fuente antigua de la crónica original a partir del estudio
de los fragmentos bizantinos. Tras años de estudio de las fuentes, en 1601 llegó al autor
bizantino del siglo IX, George Syncellus, cuya crónica resultó tener más fragmentos de
Eusebio de los que se conocían en ese momento. 24

El trabajo Scaliger consistió en cotejar los eventos más importantes que se


habían registrado desde la Creación hasta la Edad Media a través de la comparación de
fuentes documentales, y por medio de tablas astronómicas de cincuenta calendarios
diferentes25 que equiparó con los principios astronómicos descubiertos recientemente
por Copérnico y Tycho Brahe (Blake: 1940, p. 88). Con una rigurosa crítica de las
fuentes identificó y corrigió los errores de cálculo que habían cometido sus
predecesores al tratar de fechar eventos, lo que le permitió ajustar los conteos dentro

The judgment of the “genuineness” of a work, passage or word, was one of the main tasks of the
critic in the humanist programme. The result was that Scaliger dismissed as inauthentic passages
which he regarded as historically problematic because of their contents, that is he thought they
were later interpolations.” (De Jonge: 1996, p. 178).
24 “But lest you should query the intrinsic worth of a reconstruction made by such boldly divinatory

means, I cannot refrain from recalling to you one of the most astonishing confirmations of the
power of genius known to scholarship. In 1818, 212 years after the original publication of the
Thesaurus Temporum, there was published in Venice an Armenian manuscript which proved to be
a fifth-century translation into Armenian of the whole Chronicle of Eusebius. It proved that
Scaliger’s main contentions had been correct. There were two books in the original chronicle, and
St. Jerome had translated only the second. Many of the assumed omissions which Scaliger had
repaired in Jerome’s version were confirmed, and a great part of Scaliger’s restorations of the first
book were correct in content if not in form. His most serious errors arose from assuming in
Syncellus too great fidelity to the text of Eusebius.” (Blake: 1940, p. 90).
25 “In partial preparation for this tremendous task he produced in 1579 an edition of the five

extremely difficult books on astronomy by the Latin poet Manilius, solely with the purpose of
acquiring an intimate first-hand knowledge of the astronomical theories of the first century after
Christ and their relations to the new science.” (ídem).

40
de las historias de diversas culturas.26 Scaliger menciona que “Thus far we have not only
described the years and the civil dates of all nations insofar as we have been able to rescue
them from the perpetual silence of oblivion, but also have prepared the way for the ready
comparison and coordination of these systems with the Julian and civil calendar of our
day. There remains the task of bringing home, so to speak, by means of some methodical
guide, a chronology which wanders far over all the earth, and strays like some errant
stranger back to the beginnings of earliest antiquity…” (Scaliger: 1583, en Blake: 1940,
p. 88).

Richet (2007, p. 47) menciona que “(Scaliger) compared calculations made in


terms of calends27, ides28, and decades (in the sense of periods of ten days); made by
archons, ephors, and aediles; in the context of Pythian and Centennial games; within Attic
years, Syrian years, and embolismic years.” Este procedimiento le permitió a Scaliger el
agrupamiento y sincronización de los antiguos estudios cronológicos, principalmente
el de Eusebio, sobre la base del calendario Juliano. Las fechas que tradicionalmente
habían servido como puntos fijos fueron corregidas; por ejemplo, la victoria de
Alejandro Magno sobre el Imperio Persa quedó fijada en la nueva cronología en el año
331 a.C. Scaliger mostró que el rey de Babilonia Nabonasar no era la misma persona
que el Salmansar bíblico, y al hacerlo, cambió la cronología bíblica (Grafton: 1991, p.
129). Al respecto, Grafton menciona que la intención de Scaliger fue mostrar que La
Biblia no era un documento completo ni autónomo de la historia del hombre: un
cronólogo necesariamente tenía que trabajar con historias de naciones no judías y
documentos no bíblicos. (Grafton: 1991, p. 133).

26 Uno de los objetivos de Scaliger era comparar y armonizar las antiguas cronologías (hebreas,
asirias, babilonias, egipcias, griegas y romanas) con algunas más recientes (ostrogodos y
visigodos).
27 En los calendarios latinos Calends o Kalendae es el día 1 de cada mes.
28 De la misma forma, en los calendarios latinos Ides o Idus es el día 13 del mes y el día 15 en

meses con 31 días.

41
1.3.2. 4004 años en la cronología de Ussher

La tradición de estudios cronológicos después de Scaliger cobra mayor fuerza durante


el siglo XVII con la publicación del libro Annals veteris testamenti, a prima Mundi origine
deducti, escrito por James Ussher en 1654. La razón de este auge se debe a que es en
este siglo cuando gran parte del trabajo intelectual de geólogos, anticuarios, filósofos
naturales, y el mismo clero, está enfocado en la búsqueda de los orígenes. 29 En este
libro, Ussher calcula que la edad de la Tierra es de 4004 años a.C. y se remonta en el
pasado hasta el evento de La Creación narrado en La Biblia. 30 El cálculo estuvo basado
en el Génesis, el único libro reconocido en Europa que hablaba de La Creación del mundo
y, en consecuencia, de la humanidad. El razonamiento detrás de esta cronología se basa
en la idea de que Adán fue creado el sexto día de la creación, y de su descendencia se
establece una sucesión basada en una larga genealogía de patriarcas hebreos que son
descritos en La Biblia: “dado que el Génesis habla de las sucesivas generaciones, Ussher
retrocedió en el tiempo generación tras generación hasta llegar a Adán y así obtuvo el
tiempo en que había sido creado el Mundo (Guillaumin: 2009, p. 59)”. El método
utilizado por Ussher para realizar el cálculo de La Creación, es similar al utilizado por
Africanus y Eusebio, ya que simplemente suma las edades de los patriarcas registradas
en el Génesis: así, “Dios formó al hombre, a su imagen y semejanza, en el sexto día de la
creación. Eva fue creada de una de las costillas de Adán y ambos fueron expulsados del
jardín del edén, concibiendo a Caín y Abel. Adán vivió novecientos treinta años. Su
séptimo descendiente fue Matusalén, que vivió hasta la edad de novecientos ochenta y
dos años. Noé, nieto de Matusalén, contaba con cuatrocientos años –casi todos los
miembros de esta primera familia original parecen haber vivido existencias demasiado
largas- cuando el diluvio inundó la tierra” (Glyn Daniel: 1968, p. 17). Este método
permitió a Ussher establecer fechas calendáricas como la expulsión de Adán y Eva del

29 Stuart Piggott (1976), uno de los principales historiadores de la arqueología, señala que la
búsqueda de antecedentes respetables de naciones como Inglaterra provocó el establecimiento
de un nuevo mundo basado en el reconocimiento de la antigüedad clásica o bíblica como parte
de esos antecedentes.
30 Como explicaré más adelante, esta idea permeará en las comunidades de anticuarios, filósofos

naturales y arqueólogos europeos que estuvieron inmersos en las discusiones acerca de la


antigüedad de la tierra y la presencia del hombre en la tierra hasta mediados del siglo XIX.

42
Paraíso (el lunes 10 de noviembre de 4004 a.C.) o la fecha del Diluvio Universal (el
miércoles 5 de mayo del 2348 a. C.). Wentraun menciona que Ussher situó el principio
del año en el otoño y el principio del día en la puesta de sol; siguiendo la tradición
cristiana, identificó el domingo como el primer día de la primera semana; y siguiendo
la cartas astronómicas más precisas de su tiempo, las Tablas Rudolfinas de Johannes
Kepler, identificó el primer domingo después del equinoccio del otoño de 4004 a.C.
como el 23 de octubre.

Para Wentraun y otros historiadores, Ussher no fue ni el primero ni el último


estudioso que utilizó el método genealógico basado en La Biblia para determinar la
edad de la Tierra, pero sí el más conocido por los eruditos de los siglos XVII y XVIII.31
La importancia de Ussher, en palabras de Gould, es que representaba la más fina
erudición de su tiempo. Formaba parte de una sólida tradición de investigadores, una
gran comunidad de intelectuales que perseguían un fin común con una metodología
aceptada (véase Gould: 1987). Es posible que, independientemente de la fama de
Ussher y su trabajo, los intelectuales, y particularmente los anticuarios, estaban de
acuerdo con el uso de los registros históricos para situar los acontecimientos bíblicos
en dicha cronología, pero sobre todo, estaban de acuerdo en que extendiendo la
cronología podían incluir eventos no bíblicos como la caída de Troya, la fundación de
Roma, el poblamiento de las Islas Británicas, entre otros.

1.4. CRÍTICA A LAS CRONOLOGÍAS BÍBLICAS EN SIGLO XVII

Los siglos XVI y XVII constituyen un periodo clave para entender el problema acerca de
la edad de humanidad y del tiempo profundo geológico. Marca una etapa en la que se
acepta de manera casi unánime el cálculo de aproximadamente 6000 años para la edad
de la Tierra en varios espacios de la vida académica europea; pero sobre todo, es un

31Wentraun menciona que Ussher ganó una fama inmarcesible cuando en la edición de 1703
de la versión del rey Jacobo de La Biblia apareció una nota al margen que identificaba el año
4004 a.C. como el año de la Creación. Esta nota al margen siguió apareciendo en las impresiones
de la versión del rey Jacobo de La Biblia hasta bien entrado el siglo XX.

43
periodo donde poco a poco surgen respuestas críticas que irán socavando la tradición
de cronologías bíblicas. En el medio eclesiástico, muchos estudiosos de La Biblia se
habían percatado que, dependiendo de la tradición textual sobre la que se elaboraban
los cálculos -tradición hebrea, griega o samaritana-, las cronologías diferían unas de
otras hasta por 2000 años. Un número importante de eruditos comenzaron a plantearse
si Adán fue realmente el primer ser humano o simplemente el primer hombre descrito
en la Biblia; o bien, si existía la posibilidad de que personajes como Matusalén tuvieran
existencias tan longevas como lo dicen las Sagradas Escrituras. Estas preguntas ponían
en duda el supuesto de que las Escrituras podrían revelar correcta y fielmente la
historia de nuestro planeta, y específicamente la antigüedad de la humanidad. En este
escenario se cuestiona si El Génesis o cualquier otro libro que hable del origen de la
Tierra aportan datos firmes sobre la naturaleza de los procesos físicos mediante los
cuales se podía haber creado el Universo.

El debate entre cronólogos se dio en medio de muchos intereses sectarios sin


ninguna señal de que los cálculos convergieran. Alphonse des Vignoles (1649-1744), en
su Chronologie de l'histoire sainte, menciona: "Yo mismo he reunido más de 200 cálculos
diferentes, de los cuales, los conteos más cortos sólo son de 3.483 años desde la creación
del mundo a Jesucristo, y los recuentos más largos 6984" (citado en Richet: 2007, p. 48).
Otro crítico de las tradicionales cronologías bíblicas fue el francés Isaac de La Peyrère
(1594-1676). La Peyrère, quien había notado una serie de inconsistencias cronológicas,
e incluso contradicciones irresolubles en La Biblia, cuestionó: “A estos diluvios,
incendios, y los tiempos a devorar, añadir que la ignorancia bruta, que en varios siglos ha
invadido el mundo entero, con más fuerza que el fuego, que el agua, que el tiempo en sí,
que ha tragado, borrado, desfigurado y el recuerdo de las cosas pasadas” (citado en
Richet: 2007, p. 49). Al poner su atención en la noción de pecado, de la epístola de Pablo
a Los Romanos, infirió que Adán no pudo haber sido el primer hombre sobre la tierra.
Los argumentos de La Peyrère fueron publicados de manera anónima en 1655, y éstos
sostenían que la creencia de que la humanidad había comenzado con Adán y Eva eran
más que absurdos. Por ejemplo, menciona, “¿si Dios no hubiera creado anteriormente
otros hombres, cómo podía Caín haber tenido a su disposición un arma con la que mató a

44
su hermano?” O “¿cómo podría haber sido capaz de tomar una esposa con el fin de
perpetuar su raza?” La Peyrère sostiene que la aceptación de este tipo de historias es
equivalente a creer que todos los italianos descienden de un cierto personaje Itálico,
por lo tanto, El relato de La Biblia era sólo la historia de los Judíos, el pueblo escogido de
Dios, y no de toda la humanidad (ídem). Richet señala otro problema suscitado a
consecuencia de la publicación de La Peyrère, y es que algunos textos, como los
supuestos escritos por Moisés, mostraban que estos no podían haber sido escritos
completamente por la mano del profeta. A mediados del siglo XVII surgió la propuesta
de que muchos pasajes de La Biblia habían sido escritos por varios autores de varios
periodos diferentes. En Francia, Richard Simon (1638-1712) mostró en su Histoire
critique du Vieux Testamento, publicada en 1678, que los textos sagrados de hecho
habían sido escritos por diferentes autores de diferentes épocas, y que con demasiada
frecuencia fueron corrompidos o representados por traducciones mediocres de fuentes
que ya habían desaparecido. Simon afirmó que "todo lo que sabemos acerca de la
cronología de La Biblia es todavía insuficiente para darnos un conocimiento exacto del
número de siglos que han transcurrido desde la creación del mundo" (Simon, citado en
Richet, p. 52).

1.5. ANÁLISIS

En los puntos anteriores se dio un relato histórico acerca de los problemas prácticos
involucrados en el establecimiento de la edad de La Creación en la tradición de
cronólogos bíblicos que dominaron más de un milenio. Para una comprensión más
completa en este apartado discuto algunas cuestiones adicionales.

Son tres los principales recursos necesarios para desarrollar un sistema


cronológico documental basado en La Biblia. El primero de ellos es epistemológico y se
refiere a los criterios que sirvieron para justificar que la tierra y la humanidad tenían
alrededor de 6000 años. Si bien, los eventos descritos en los documentos bíblicos es la
principal fuente de evidencia para calcular la edad de la Tierra, es el criterio por

45
autoridad el que justifica la creencia de que estos eventos son verdaderos. Este tipo de
evidencia justificada por autoridad requiere principalmente de dos cosas: la primera de
ellas es que la fuente de información se considere fiable y verídica, y la segunda, que
exista un grado alto de confianza en dicha autoridad por parte de quien sustenta tales
creencias (Guillaumin: 2009, p. 63). De esta manera, la fidelidad y veracidad de los
libros bíblicos se debe a que son textos sagrados, y el grado de confianza es tan alto que
funcionaron como un medio de registro histórico confiable para acumular y transmitir
datos a través de largos periodos de tiempo. El segundo recurso es metodológico, y se
trata de las reglas que se fueron implementando para contrastar series de datos de
distintos registros históricos que permitieron establecer: 1) una línea de tiempo
continua, pero limitada por un principio (La Creación); 2) una escala temporal
determinada por sucesiones genealógicas; y 3) puntos fijos para la sincronización
eventos registrado en múltiples sistemas de cómputo cronológico. Estos recursos
estuvieron basados en el uso de las genealogías, la comparación de documentos
históricos y el uso de calendarios civiles.

El tercer recurso es cognitivo, y podemos describirlo como aquellas


herramientas materiales e intelectuales por medio de las cuales se pensaron,
concibieron y operaron (véase Guillaumin: 2015) los diversos parámetros para medir
el tiempo. De estos recursos cognitivos podemos señalar en primer lugar el uso de una
red de inferencias que ayudaron a calcular el tiempo de La Creación. El razonamiento a
través del uso de genealogías permitió a los cronólogos bíblicos correlacionar un
número determinado de ancestros comunes, y a través de ellos establecer una escala
determinada por eslabones genealógicos. En el caso del razonamiento a través de
analogías, este fue aplicado principalmente en el ejercicio comparativo de fuentes
documentales, permitiendo, entre otras cosas, ajustar los cálculos mediante la
sincronización de eventos históricos registrados en diversas fuentes documentales.
Adicional a esta red inferencial, un recurso cognitivo importante fue el sistema de
cálculo que permitió sumar y restar los años de las fechas registradas en los libros y en
las tablas cronológicas y astronómicas. El tipo de matemática requerida para el cálculo
fue aritmética básica que utiliza números enteros y facciones, y como unidad de medida

46
se consideraron los años solares. La unidad de medida en este caso permite dos cosas:
generar una cantidad unitaria por medio de la cual se calcula cuántos años han pasado
y en qué momento exacto Dios creó el mundo; y dos, que los cálculos basados en
sucesiones genealógicas no contenga algún tipo de inconsistencia sustancial.
Finalmente, el uso de tablas cronológicas permitió organizar series de datos temporales
provenientes de distintos calendarios con el fin de establecer un ajuste temporal entre
distintas líneas paralelas de datos.

El siguiente diagrama redibujado de Rudwick (2014: p. 21) indica que el Tiempo


fluye de izquierda a derecha. En la parte inferior, sobre las líneas de Tiempo,
encontramos la escala de tiempo basado en calendario Juliano que estaba determinado
por la combinación de factores astronómicos y calendáricos. Los calendarios sirvieron
para establecer una escala de tiempo de referencia, en el que los cronólogos trazaban
fechas de la Historia que sirvieron para calcular La Creación y otros acontecimientos
decisivos. En la línea media en la categoría de Tiempo, está representada la cronología
de Ussher, la cual inicia en el año 4004 con La Creación, y culmina en el año 1. En la
parte inmediata superior, se encuentra la línea temporal que representa cronología de
la Tierra. La parte intermedia del diagrama es la que representa la Historia humana
(dividida en fases del I al VII) descrita en La Biblia y otras fuentes documentales. Sobre
esta sucesión de eventos humanos es en donde se implementarán el uso de genealogías.
En la parte superior del diagrama se observa que la mayor parte de los registros
históricos disminuyen significativamente conforme los cronólogos van adentrándose a
la parte de la historia temprana de la humanidad, y aumentan conforme se acercan en
la escala de tiempo al presente.

47
48
CAPÍTULO 2. DE LA TIERRA SIN HISTORIA A LA HISTORIA DE LA TIERRA. EL USO
TEMPRANO DE LA EVIDENCIA ESTRATIGRÁFICA EN LA RECONSTRUCCIÓN DE LA
EDAD DE LA TIERRA.

2.1 INTRODUCIÓN.

En el capítulo anterior mostré que en la tradición judeo-cristiana los estudios


cronológicos estuvieron dedicados exclusivamente a temas genealógicos. En el periodo
que comprende la Antigüedad Tardía se daba por hecho casi incuestionable que para
conocer la edad de la Tierra sólo bastaba saber cuántos años tenía la humanidad. Esta
concepción mosaica comenzó a ser socavada en el remplazo de la evidencia documental
por la evidencia que provenía de la naturaleza. Esta sustitución inició cuando el estudio
de los fósiles y de la estratigrafía geológica permitió formular una idea distinta, que la
edad de la Tierra es más antigua que la humanidad. Al menos en este punto, durante los
siglos XVI y XVII se comienza a reconocer que la Tierra tiene una historia geológica que
se desarrolla paralelamente a la historia de la humanidad, sobre todo porque la
evidencia física comenzó a indicar que en algunos objetos de la naturaleza se llevaban
a cabo procesos de transformación a distintas escalas temporales. Este cambio de
concepción se podría decir metafóricamente como el comienzo de una “vuelta de
tuerca” que no sólo niega la autoridad vertida en La Biblia y en la evidencia documental,
sino que además generó nuevos principios físicos: la Tierra tiene historia, el uso de
inferencias abductivas y genealógicas, pero sobre todo, el cambio metodológico dirigido
a estudiar la historia de las cosas a través de las cosas mismas. Anticipándome un poco
a lo que describiré a detalle más adelante, este nuevo uso de la evidencia es el inicio de
lo que llamaré cronología física, un sistema de fechamiento de eventos por medio de
eventos naturales.

El período histórico descrito en este capítulo es fundamental en la elaboración


de cronologías físicas. Contextualmente es el momento en el que se comienzan a
popularizar en Europa los museos de historia natural y los gabinetes de curiosidades
donde se coleccionaban y exhibían distintos tipos de minerales y rocas exóticas (véase
Piggott: 1976; Richet: 2007). Alain Schnapp (2013) afirma que este tipo de

49
coleccionismo estuvo asociado al desarrollo de nuevos campos del conocimiento
derivados de la exploración y la descripción del planeta. También surge en un momento
en el cual, gracias a la imprenta, se publican y se comienzan a discutir grandes obras
que describen e ilustran distintos tipos de rocas, fósiles y artefactos de piedra sin hacer
ninguna distinción entre ellas (véase Richet: 2007; Rudwick: 2014). Derivado del
estudio creciente de la naturaleza, en este periodo personalidades como Georg Bauer
Agripa comenzaron a clasificar y a dar explicaciones acerca del origen de las rocas.
Asimismo, ya entrado el siglo XVII, autores como John Ray, Athanasius Kircher, Thomas
Burnet, Robert Hooke y Nicolaus Steno comenzaron a discutir sobre la posibilidad de
que algunas de las rocas con elementos naturales fueran en realidad animales, plantas
o herramientas petrificadas. Podemos decir que estas discusiones condujeron a
postular nuevas e inéditas ideas acerca de procesos geológicos, procesos de fosilización,
o ideas acerca de actividades humanas más antiguas (en el siguiente capítulo expondré
lo referente a las herramientas de piedra prehistóricas). En retrospectiva, la
investigación de este segmento del mundo natural fue el telón de fondo para separar la
historia del hombre y postular la idea de que la Tierra tiene su propia historia.

El presente capítulo tiene por objetivo mostrar cómo fue que a través de la
disertación de tres principales hipótesis acerca del origen de los fósiles, se elabora un
nuevo marco de explicación histórica que suscitará un nuevo problema métrico: ¿Cómo
medir la antigüedad de la Tierra? La finalidad y el alcance del capítulo elaborarán una
explicación acerca de cómo fue que se desarrollaron las principales ideas
epistemológicas, metodológicas y cognitivas mediante el uso de evidencia física, y en
torno a los procesos de transformación, que permitieron afirmar que la Tierra tiene
historia geológica.

50
2.2. EL RECONOCIMIENTO DE LOS FOSÍLES

2.2.1. La clasificación de las rocas en Agricola

Georgius Agricola32 (1494-1555) escribió dos tratados sobre mineralogía en 1546: De


ortu et causis subterraneum y el De natura fossilium. En De natura fossilium menciona
que “Philosophy which treats of the origins, causes and natures of things, has been divided
into many parts and must explain very difficult things. For example, it expounds the
divinity and reality of God, the heavens and stars, the elements, causes, interrelationships
between these things, changes in the atmosphere, as well as living and subterranean
bodies and their origins. […]Theophrastus has discussed the causes and natures of original
life. But the subject of subterranean things in which we are most interested has never been
properly treated.” (Agricola: 2013 [1546], p. 9). Además de deberle la primera
clasificación “moderna” 33 de rocas y minerales, el trabajo de Agricola muestra un
inédito uso de evidencia física para explicar el crecimiento de algunos tipos de rocas.
Para este autor, la verdadera fuerza que determinaba el crecimiento exterior de las
rocas era la evaporación y la congelación del agua, ya que en ambos fenómenos se
observaba la generación de minerales. En De ortu et causis subterraneum, Agricola
plantea una novedosa hipótesis sobre la formación de rocas y minerales: menciona que
éstas son formadas por la acumulación de materiales compuestos que se encuentran
disueltos en un succus lapidescens, una suspensión acuosa de sustancias minerales que
al condensarse producen rocas y otros minerales. El succus lapidescens puede aglutinar
diferentes materiales compuestos y actuar como cementante o formar conglomerados.

32 Agricola comenzó sus estudios mediante la aplicación de los textos clásicos griegos y romanos
en temas como religión, gramática latina, filosofía natural, historiografía y medicina. Después
de obtener un doctorado en Ferrara en 1526, fue nombrado médico y botánico en la ciudad de
Joachimsthal, que entonces era un importante distrito minero, por lo cual desarrolló un interés
por los minerales. En su obra maestra, aparecida después de su muerte, ilustra un centenar de
placas con un alto grado de detalle; De re metallica libri XII es considerado una obra de referencia
esencial en la minería y dentro de actividad metalúrgica de este período (véase Richet: 2007, p.
92-95).
33 Richet menciona que Agricola “prefigured the modern criteria for chemical composition and

crystalline structure, which were at the basis of his groups of properties.” (Richet: 2007, p. 95).

51
En el campo de la clasificación, el De natura fossilium es considerado el primer
texto moderno de mineralogía (véase Richet: 2007). Tradicionalmente las rocas y los
minerales eran clasificados por sus nombres en una lista ordenada alfabéticamente. Sin
embargo, en De natura fossilium, Agricola usó sistemáticamente criterios clasificatorios
basados en el color, la transparencia, el brillo, el olor, el sabor (en contacto con la
lengua), el calor o el frío, y la sequedad o humedad. En su trabajo también se incluyeron
otras cualidades de las rocas tales como la dureza o las reacciones al agua o al fuego. 34
Además de lo anterior, la clasificación de Agripa organizó a las rocas y a los minerales
por el tipo de material, por ejemplo: tierra, fluidos congelados, rocas, gemas, mármoles,
y finalmente metales y minerales compuestos. 35

34 “Color, taste, odor, and qualities of minerals which can be perceived by touch are most widely
known because they are more easily recognized by the physical senses than qualities such as
strength or weakness. A great many of these qualities are not known to everyone although those
qualities which are learned through experience are widely known. For example, everyone knows
that fire can be produced by striking flint with iron. On the other hand miners not only know this
but also that fire will melt some varieties of flint, shatter others. Many people know that lodestone
will pick up iron but only a few know that this power is weakened and destroyed if the stone is
immersed in an acid.” (Agricola: 2013, p. 23).
35 Para Agricola “Minerals have no dissimilar portions made up of similar materials. For example,

a mineral we call “complex” nature forms from different kinds of simple substances, none of them
dissimilar. The substances we call similar the Greeks usually call μoιoμερ ς while dissimilar
substances are called νoμoιoμερ ς. Many minerals form from a single species, a few from many
similar species. For example, each unit of red ocher is red ocher; each unit of alum, alum; asbestos,
asbestos; gold, gold. All species of earth, congealed juice, stone, and metal are composed of single
species except certain stones which are composed of two or more species. These stones are
recognized by the presence of spots, veins, and areas that glitter like the stars. They may imitate
different things by color variations. Thus from the minerals that come to our notice we learn these
differences and are able to study their nature.” (Agricola: 2013 1546 , p. 23).

52
Figura 1. Clasificación de Agrícola de organismos fósiles (fossilia). De la natura de le cose
fossili (1550). En cada una de estas categorías un fósil es básicamente cualquier cuerpo
desenterrado de la corteza terrestre. Los fossilia simples se dividen en cuatro categorías: (1)
terrae (tierras y los materiales arcillosos cuando se humedecen); (2) succi congelati o succi
concreti (jugos “petrificadores” que circulan en la corteza terrestre en forma de minerales que
llevan soluciones que congelan como el betún o las piedras magra; (3) Lapides (piedras) y; (4)
Metalla (metales, minerales).

En ninguna parte del trabajo de Agricola hay una distinción precisa entre las
rocas y lo que hoy se conoce como fósiles 36, por lo tanto, no hay indicios de que el autor
formulara una hipótesis que explicara cómo fue que algunas rocas obtuvieron rasgos
de organismos. Sin embargo, el nuevo sistema de clasificación le permitió elaborar
algunas comparaciones entre materiales pétreos y especímenes del mundo natural;
inclusive le permite comparar rocas denominadas ceraunia -que posteriormente se
descubrió que fueron herramientas usadas por humanos en tiempos prehistóricos- con
rocas denominadas brontia -que más tarde serán considerados por los naturalistas
como erizos de mar fosilizados (véase Mathew Goodrum: 2008). Agricola llega a

36 Hay que recordar que la palabra fósil en el siglo XVI significaba simplemente "cosas
desenterradas", e incluía todo tipo de objetos que habitualmente existían por debajo de la
superficie de la tierra (véase Rudwick: 2014, p. 43).

53
mencionar que dentro de su clasificación existen algunos tipos de basalto que tienen
cierta similitud con la madera; o bien, que cierto tipo de gemas parecían mostrar una
estructura similar con algunas partes de animales y vegetales. El uso de analogías
permitió únicamente describir aquellas rocas que estaban bien conservadas mediante
la comparación con algunos especímenes de organismos actuales, principalmente
aquellos que se encontraban en depósitos estratigráficos cercanos al mar como las
conchas. Sin embargo, otro tipo de rocas eran un enigma dado que en ellas se
observaban elementos de organismos no identificados (véase Richet, 2009; Rudwick:
2014).

Figura 2. Ilustración de un fósil de


concha. Es la primera representación
de un invertebrado fósil. Agricola, De
re metallica (1551).

2.2.2. Tres hipótesis acerca del origen y crecimiento de las rocas “fósiles”

Este tipo de analogías -señaladas en el punto anterior- eran muy populares en los siglos
XVI y XVII, y fueron la base para inferir tres posibles hipótesis acerca del origen de los
fósiles. La primera de ellas afirmaba que su origen era inorgánico; la segunda, que el
origen de los fósiles era orgánico, pero la hipótesis estaba restringida exclusivamente
al acontecimiento del Diluvio Universal narrado por Noé en La Biblia; y la tercera,
explicaba que el origen de los fósiles eran organismos vivos que se petrificaron en un
lapso de tiempo considerable. A diferencia de lo que describen las historias

54
tradicionales de la paleontología, nos dice Gould (2004) -refiriéndose al hecho de que
la interpretación tradicional usualmente sostiene una interpretación que favorece la
idea de progreso al mencionar que dichas hipótesis históricamente se fueron
remplazando- estas tres hipótesis convivieron y fueron aceptadas durante un largo
periodo que abarca casi todo el siglo XVII y parte del XVIII.

La hipótesis 1 explicaba el crecimiento de las rocas fósiles por medio de una


analogía estableciendo una relación con el crecimiento de los seres vivos. Se aceptaba
la creencia de que las rocas crecían, se multiplicaban, e inclusive algunas de ellas
mostraban su “sexualidad” o género. Esto no quería decir que las rocas fueran
organismos vivos, ni mucho menos que fueran organismos petrificados en el sentido de
la hipótesis 3. Para los naturalistas aristotélicos era común establecer analogías entre
las rocas exóticas con algunas cualidades propias del reino animal y vegetal, incluso se
llegó a sostener que la semejanza era una prueba de que el Cosmos era un lugar
armónico37 (véase Richet: 2007, p. 100). La hipótesis 1 era un derivado de la teoría de
la generación espontánea, sostenida desde Aristóteles, que explicaba como el más
simple de los organismos podría aparecer inesperadamente de la base de la materia
inanimada. Richet menciona que: “Within such a framework, the idea persisted that
fossils did not have an organic origin, but rather represented what were called lusus
naturae, or sports of nature. Someone who has never wondered at the perfect cubes
formed by metallic sulfides side by side with the sparkling, golden spirals of ammonites
that have been transformed into pyrites would undoubtedly not understand how for so
long people could have attributed the power of giving form to a plastic force, the vis
plastica, which was considered capable of shaping not only living beings and crystals, but

37 El mismo Johannes Kepler tenía la creencia de que los procesos de bióticos de los organismos
son análogamente similares a los de la Tierra: “For as the body puts out hairs on the surface of
its skin, so the Earth puts out plants and trees; and lice are born on them in the former case, and
caterpillars, cicadas, and various insects and sea monsters in the latter. And as the body displays
tears, mucus, and earwax, and also in places lymph from pustules on the face, so the Earth displays
amber and bitumen; as the bladder pours out urine, so the mountains pour out rivers; as the body
produces excrement of sulphurous odors, and farts which can even be set on fire, so the Earth
produces sulphur, subterranean fires, thunder, and lightning; and as blood is generated in the
veins of an animate being, and with it sweat, which is thrust outside the body, so in the veins of the
Earth are generated metals and fossils, and rainy vapor.” (Kepler: 1997, p. 363).

55
also the lusus naturae, within the depths of the earth. Invoking this force elegantly
avoided many thorny issues, such as how fossils of extinct or tropical species came to be
within rocks, and how mountains were uplifted.” (Richet: 2007, p. 101). Como lo señala
Richet, se aceptaba la idea de que la vis plastica era la causa intrínseca que modelaba
las rocas, además de apoyar empíricamente el origen orgánico del mundo. También hay
que tener presente que la hipótesis 1, no requiere de un modelo de explicación
histórica, por lo tanto no es necesario el uso de inferencias genealógicas, pero si
abductivas. Esto lo discutiré el en punto 2.4 de este capítulo.

Figura 3. Ilustración de la obra de John


Ray Historia piscium libri quatour
editada en 1686 en la universidad de
Oxford para la Royal Society. Se trata de
una ilustración donde se representan
especies de peces en un contexto
completamente Bíblico.

56
Otros naturalistas de finales del siglo XVI y principios del XVII comenzaron a
enfrentarse a un nuevo dilema. Los descubrimientos de formas orgánicas
irreconocibles en las rocas dieron indicios de una posible extinción, lo cual sugería que
La Creación narrada en La Biblia no había sido perfecta. Al tratarse de una hipótesis
controversial por los supuestos epistémicos de corte naturalista de La Biblia, autores
como John Ray (1627-1705), sostuvieron la idea de que todas las especies, incluyendo
las desconocidas, estaban en el mundo desde los orígenes de La Creación, simplemente
que éstas vivían en el fondo de los mares no explorados. Sin embargo, esta explicación
no daba cuenta acerca de los fósiles ubicados en las zonas altas de las montañas (véase
Richet: 2007, p. 101; Rudwick: 2014, p. 59).

En el siglo XVII, Athanasius Kircher 38 (1602-1680), erudito jesuita e historiador


natural, sostenía que el origen de las rocas sólidas era una fuerza dentro de la tierra
llamada vis lapidifica, la cual consolida los elementos y luego les da diferentes formas a
través de algún tipo de spiritus architectonicus o un spiritus plasticus. Esta fuerza era
una variante del vis plastica en la que se apoyaba la hipótesis 1 (véase Richet: 2007;
Rudwick: 1976; Gould: 2004). En Mundus subterraneus (1664), Kircher hace un
registro, por medio de ilustraciones, de las marcas, siluetas y formas que se encuentran
representadas en las rocas. Entre ellas se describen las letras de los alfabetos griego y
latino, varias figuras geométricas, representaciones de los cuerpos celestes, de los
árboles, de castillos, animales de distinto tipo, formas humanas, entre otros (véase F.
Adams: 1954, p. 255). Existe cierta controversia respecto a si Kircher aceptaba o no la
hipótesis 3. Gould menciona a favor de Kircher que para el siglo XVII era ridículo seguir
aceptando la hipótesis 1 dado que autores como Leonardo da Vinci, Girolamo
Fracastoro de Verona y su amigo Torello Sarayna la habían criticado severamente un
siglo antes.39 Sin embargo, Kircher comenta que los procesos de petrificación tenían un

38 “Athanasius Kircher (1602–80), a German Jesuit who lived in Rome, where he served as an
unofficial “chief scientist” for the Vatican. Kircher published his masterpiece in 1664, an immense
and amazing work entitled Mundus subterraneus (Underground World), and covering all aspects
of anything that dwelled or occurred within the earth’s interior— from lizards in caves, to fossils
in rocks, to mountain springs, earthquakes, and volcanoes.” (Gould: 2011, p.150).
39 Una primera observación que debemos de tener en cuenta al hablar de Kircher es que para

Gould, la historia que se ha contado acerca de los orígenes de la paleontología usualmente

57
origen alquímico: “… when a kind of slimy earth is mixed with a sort of parget, which
earth, meeting with a nitrous solution in the chinks of mountains, it petrifies with time
and resembles very much a bone in whiteness, being white, porous and brittle. When it is
deposited in a cavity, this earth produces around ball, which, being broken very much
resembles a skull, while if the mold in which it is cast has the form of a human thighbone
(or that of another animal) or a rib, or any other bone, the marl that is contained in it,
having the nitrous liquor added to it, will resemble the human os femoris." (Kircher en
Richet: 2007, p. 101). Para Kircher, las rocas con más elementos orgánicos, incluso los
huesos y los dientes, fueron fabricados por la vis lapidifica. Sin embargo, concedió un
origen orgánico para los peces, la madera fósil, las impresiones de hojas, y también a
ciertas conchas de moluscos. No obstante, estos restos claramente no tenían ningún
significado histórico para Kircher. La historia de la creación bíblica le satisfacía por
completo (K. A. von Zittel en Gould: 2004, p. 201).

presenta a este autor como el gran perdedor dentro de una historia que tiene como
característica el triunfo del progreso científico. Esto quiere decir que para Gould, mucho de lo
que se ha escrito sobre Kircher es un mito. “Kircher became (and has remained ever since) the
foil of modernism, the optimally available synecdoche for all the lingering scholasticism and
theological constraint that modern science had to overcome. Thus, the “sound bite” on Kircher's
paleontology places him as the last significant rearguard inhabitant of Stage One, the last
“medievalist” who denied the organic nature of fossils and attributed their origin to occult (or
divine) forces acting in the mineral kingdom —in other words, as the last important obstacle to
paleontology's victorious entry into the second stage, where a mechanical worldview and a
rejection of final causation would potentiate the advance of this discipline into its next phase of
basic understanding: the key recognition of fossils as remains of ancient organisms.” (Gould: 2004,
p. 209).

58
Figura 4. Ilustración que muestra el Diluvio en la obra de Kircher. Se trata de un grabado que
muestra la inundación en su mayor punto de altura con el arca flotando sobre el Cáucaso. Para
Rudwick (2014) estas reconstrucciones combinan la interpretación de la evidencia
documental bíblica con evidencia física que se conocía sobre la geografía de la Tierra.

2.2.3. El uso de nueva evidencia física en la disertación acerca del origen de las rocas.

Contrariamente a las formulaciones de la hipótesis 1 sostenidas por Ray y Kircher,


Robert Hooke (1635-1703) usó una variante del telescopio para buscar indicios
microscópicos y mostrar así que el origen de los fósiles era orgánico. En el año de 1663,
Hooke presentó una serie de observaciones a la Royal Society of London, entre las que
destacan un grupo de imágenes que muestran secciones de madera petrificada que
fueron comparadas con especímenes de madera carbonizada y podrida.40 Este tipo de

40Richet menciona que “Hooke did not keep his conclusions for his fellow academicians, but he
published them in 1665 in Micrographia, a 250 page work that included dozens of plates that he
himself drew quite adroitly. These were an immediate success...The persuasive power of the image
had its effect on a public that was curious to discover and to accept the world of the minuscule, so
much so that one contemporary remarked that the virtuosi would henceforth not be able to
admire anything "except fleas, lice, and themselves.” (Richet: 2007, p.103).

59
observaciones le permitieron reconocer por primera vez que las estructuras
microscópicas de las muestras eran similares, “yet did they keep the exact figure and
order of the pore of Coals and of rotten Wood, which last also were much of the same size”
(Hooke: 2005, s/p)41. Asimismo, otras muestras de conchas y fósiles mostraron tener
la misma organización estructural microscópica, por lo cual concluyó que todas las
rocas fósiles observadas eran organismos petrificados a causa de un recubrimiento de
barro o arcilla, o cierto tipo de agua petrificadora, provocados durante el Diluvio, o
durante algún tipo de inundación, terremoto u otro medio (véase Richet: 2007, p. 102).
A partir de las observaciones, Hooke dividió las rocas en dos categorías: las que tienen
características de organismos vivos, y aquellas que tienen como característica una
estructura cristalina. Hasta aquí parece que Hooke acepta tentativamente la hipótesis
2.

La distribución espacial de los fósiles fue el tema de diferentes conferencias que


ofreció Hooke en la Royal Society of London entre 1667 y 1700 (véase Charles Lyell:
1836; Richet: 2007; Rudwick: 2014). Para Hooke, la causa que explicaba que la
distribución de los fósiles fuera heterogénea era la fuerza de los terremotos, cuya
intensidad podría ser tan alta que era capaz de provocar un aumento en la superficie o
perforarla. En 1687, Hooke señala que la presencia de fósiles marinos en tierra firme, y
principalmente sobre las partes más elevadas de las montañas de Inglaterra, se debió a
la variación continua del eje de rotación de la Tierra, la cual, a través del tiempo,
desplazó los mares y el clima probablemente tropical. Con lo anterior rechazó la
hipótesis 1 y 2.

41Robert Hooke (1665), Micrographia , cita: The Project Gutenberg eBook


http://www.gutenberg.org/files/15491/15491-8.txt

60
Figura 5. Ilustraciones de Micrographia de Hooke. En ellas podemos observar las
representaciones microscópicas de las estructuras de algunos organismos. Este tipo de
observaciones sirvieron como evidencia física para apoyar la hipótesis de que los fósiles eran
organismos petrificados.

Al hablar sobre la antigüedad de los fósiles, Hooke evoca una escala mayor a los
6000 años calculados por las cronologías bíblicas. Hooke reconoció que: "a rotten shell
may appear to some, yet these monuments of nature are more certain tokens of antiquity
than coins or medals, since the best of those may be counterfeited or made by art and
design, as may also books, manuscripts, and inscriptions, as all the learned are now
sufficiently satisfied has often been actually practiced," "and though it must be granted
that it is very difficult to read them (the records of nature) and to raise a chronology out
of them, and to state the intervals of the time wherein such or such catastrophes and
mutations have happened, yet it is not impossible, but that, by the help of those joined to
other means and instances of Information, much may be done even in that part of
Information also." (Hooke citado en Lyell: 2010 1836, p. 28). Richet y Rudwick
mencionan que Hooke, a pesar de que estaba evocando tiempos mucho más antiguos
que los de la historia humana, él no preveía una ruptura con la cronología mosaica,

61
incluso al final de su vida trató de conciliar su tesis con el relato de La Creación y el
cálculo estimado para el origen de la Tierra.

El problema de los argumentos de Hooke es que (1) el desplazamiento de los


mares parecía ser bastante lento y no encajar con la escala temporal aceptada de 6000
años; (2) la hipótesis era incompatible con los bajos niveles de actividad sísmica
registrados en esa región; y (3) contradecía las observaciones astronómicas de Johann
Philipp Von Wurtzelbaeur (1656-1713), quién había mostrado que la oblicuidad
eclíptica de la Tierra no había variado entre 1487 y 1686. Richet menciona que: “And
although he was familiar with the works of Steno, Hooke did not recognize the importance
that the sedimentary layers were going to take on in terms of his own views. Being, above
all, a laboratory man did not prevent him from recognizing clearly that species could
become extinct, although his knowledge of geology may still have been too fragmentary
to allow him to associate fossils and strata within a chronological context. The fact that it
took a good hundred years before that link could be established suggests rather that, at
the time, this achievement was quite simply impossible.” (Richet: 2007, p. 105).

Figura 6. Ilustración de las observaciones


astronómicas de Johann Philipp Von
Wurzelbauer que sirvieron de
contraejemplo para las tesis de Hooke.
Nuevamente el criterio de discrepancia es
por medio de evidencia física, en este caso
astronómica.

62
Simultáneamente al trabajo de Hooke, Nicolaus Steno 42 (1638-1686) formuló
una explicación sobre el origen de los fósiles que conduciría a postular que la Tierra
tiene su propia historia, lo cual generaría un nuevo e inédito problema métrico
relacionado con el cálculo de la edad del planeta. Al igual que Hooke, Steno formaba
parte de un grupo de filósofos naturales europeos que estaban explorando nuevas
formas de estudiar el mundo natural mediante el uso de evidencia física y el floreciente
mundo de la tecnología43 (véase Rudwick: 2014, p. 46). Steno fue lo que podríamos
llamar el primer geólogo moderno en dar una explicación histórica mediante el uso de
evidencia fósil y estratigráfica. En el año de 1666, el duque Fernando II de Florencia le
encargó estudiar una cabeza del tiburón gigante que había quedado varada en la costa
de Livorno, Italia (véase Godfrey Guillaumin: 2009; Richet: 2007; Rudwick: 2014).

42 Steno, quien tenían un alto aprecio por las matemáticas, las ciencias y los instrumentos
científicos, fue uno de los grandes anatomistas en el siglo XVII y lector sistemático las obras de
Paracelso, Galileo y Descartes. Después de una corta estancia en Montpellier, se fue a Florencia
y se convirtió en médico del gran duque Fernando II en 1665.
43 La posición epistemológica de Steno in extenso: “Travellers into unknown realms frequently

find, as they hasten on over rough mountain paths toward a summit city, that it seems very near
to them when first they descry it, whereas manifold turnings may wear even their hope to
weariness. For they behold only the nearest peaks, while the things which are hidden from them
by the interposition of those same peaks, whether heights of hills, or depths of valleys, or levels of
plains, far and away surpass their guesses; since by flattering themselves they measure the
intervening distances by their desire. So, and not otherwise, is it with those who proceed to true
knowledge by way of experiments; for as soon as certain tokens of the unknown truth have become
clear to them, they are of a mind that the entire matter shall be straightway disclosed. And they
will never be able to form in advance a due estimate of the time which is necessary for loosing that
knotted chain of difficulties which, by coming forth one by one, and from concealment, as it were,
delay, by the constant interposition of obstacles, them that are hastening toward the end. The
beginning of the task merely reveals certain common, and commonly known, difficulties, whereas
the matters which are comprised in these difficulties—now untruths which must be overthrown,
now truths which must be established; sometimes dark places which must be illumined, and again,
unknown facts which must be revealed—shall rarely be disclosed by any one before the clew of his
search shall lead him thither.” (Steno: 1916 1668, p. 205).

63
Figura 7. Ilustración de Steno
(1667) de la cabeza de un tiburón.
En ella se muestra el gran número
de dientes. Abajo se muestra las
vistas internas y externas de uno de
los dientes. Steno comparó estos
dientes con los glossopetrae o
lengüetas piedras.

Después de diseccionar el tiburón blanco, Steno se dio cuenta de que los dientes
eran casi idénticos a las rocas llamadas glossopetrae o “lenguas de piedra”, unas rocas
muy comunes en la región de Malta que tomaron su nombre precisamente por tener la
forma de una lengua. Al examinar algunos ejemplares de estas piedras llegó a la
conclusión de que las glossopetrae eran dientes de tiburón petrificados. 44 En 1668, en
De solido intra solidum naturaliter contento dissertationis prodromus, Steno elaboró un
enfoque de explicación histórica basado en el análisis de varios objetos fosilizados

44 The first question was, whether glossopetrae melinenses were once the teeth of sharks; this, it
was at once apparent, is identical with the general question whether bodies which are similar to
marine bodies, and which are found far from the sea, were once produced in the sea. But since
there are found also on land other bodies resembling those which grow in fresh waters, in the air,
and in other fluids, if we grant to the earth the power of producing these bodies, we cannot deny
to it the possibility of bringing forth the rest. It was necessary, therefore, to extend the
investigation to all those bodies which, dug from the earth, are observed to be like those bodies
which we elsewhere see growing in a fluid. But many other bodies, also, are found among the rocks,
possessed of a certain form; and if one should say that they were produced by the force of the place,
one must confess that all the rest were produced by the same force. And so I saw the matter finally
brought to the point that any given solid naturally contained within a solid must be examined in
order to ascertain whether it was produced in the same place in which it is found; that is, the
character not only of the place where it is found, but also of the place where it was produced, must
be investigated. (Steno: 1916 [1668], pp. 211 y 212).

64
encontrados en territorio italiano partiendo de la idea de que “given a substance
possessed of a certain figure, and produced according to the laws of nature, to find in the
substance itself evidences disclosing the place and manner of its production.” (Steno: 1916
[1668], p. 209). El enfoque de Steno fue estructurado de la siguiente forma: Si los
glossopetrae fueron alguna vez dientes de tiburones, entonces la cuestión era saber si
los fósiles que son similares a los organismos marinos, y que se encuentran alejados de
las costas, fueron alguna vez producidos en el mar. Dado que en la tierra se encuentran
otros fósiles semejantes a los especímenes naturales que crecen en cualquier otro
ambiente diferente al mar, Steno no niega la posibilidad de que la Tierra pudo dar “a
luz” al resto de los fósiles; “It was necessary, therefore, to extend the investigation to all
those bodies which, dug from the earth, are observed to be like those bodies which we
elsewhere see growing in a fluid. But many other bodies, also, are found among the rocks,
possessed of a certain form; and if one should say that they were produced by the force of
the place, one must confess that all the rest were produced by the same force.” (Steno:
1916 [1668], p. 213).

Figura 8. Ilustración de Steno (1667) de los


glossopetrae. En su Prodromus (1669)
argumentó que estos “fósiles” eran dientes de
tiburones mucho más grandes que cualquier
espécimen vivo conocido; que datan de un
período muy temprano de la historia; y que
eran fósiles en el sentido moderno estricto de
la palabra.

65
En sus observaciones de campo se dio cuenta de que los mismos tipos de fósiles
se localizaban dentro de los mismos tipos de “suelos” (lo que se conoce actualmente
como unidades estratigráficas), de lo cual Steno menciona que I do assert, however,
without hesitation (1916 [1668], p. 214):

1. That a natural body is an aggregate of imperceptible particles which is subject


to the operation of forces proceeding from the magnet, fire, and sometimes light
also; in whatever way, indeed, passages may be found, whether between the
particles, or in the particles themselves, or in both.

2. That a solid differs from a fluid in that in a fluid the imperceptible particles are
in constant motion, and mutually withdraw from one another; while in a solid,
although the imperceptible particles may sometimes be in motion, they hardly ever
withdraw from one another so long as that solid remains a solid and intact.

3. That while a solid body is being produced, its particles are in motion from place
to place.

4. That as yet we know of nothing in the nature of matter by the aid of which the
principle of motion, and the perception of motion, can be explained; but that the
determination of natural motions can be altered by three causes.

De lo anterior, Steno justifica su hipótesis mediante las siguientes proposiciones:


“si un cuerpo sólido es encerrado por todos sus lados por otro cuerpo sólido, el primero de
los dos en endurecerse fue aquel que, cuando ambos entraron en contacto, transfirió sus
propias características de su superficie a la superficie del otro.” (Steno en Guillaumin:
2009, p. 63). Por lo tanto:

1. That in the case of those solids, whether of earth, or rock, which enclose on all
sides and contain crystals, selenites, marcasites, plants and their parts, bones and
the shells of animals, and other bodies of this kind which are possessed of a smooth
surface, these same bodies had already become hard at the time when the matter
of the earth and rock containing them was still fluid. And not only did the earth

66
and rock not produce the bodies contained in them, but they did not even exist as
such when those bodies were produced in them.

2. That if a crystal is enclosed in part by a crystal, a selenite by a selenite, a


marcasite by a marcasite, those contained bodies had already become hard when
a part of the containing bodies was still fluid.

3. That in the earth and rock in which crystalline and petrified shells, veins of
marble, of lapis lazuli, silver, mercury, antimony, cinnabar, copper, and other
minerals of this kind are contained, the containing bodies had already become
hard at the time when the matter of the contained bodies was still fluid; and that,
consequently, the marcasites were produced first, then the stones in which the
marcasites are enclosed, and, finally, the veins of minerals which fill the fissures of
the rock.

Con lo anterior, podemos observar que Steno conduce sus descubrimientos de


campo hacia una explicación histórica de objetos naturales.

2.3 LA TIERRA TIENE HISTORIA

2.3.1. Una teoría sagrada y evolucionista de la Tierra

Durante el siglo XVII, muchos eruditos comenzaron a formularse nuevas preguntas


acerca de la naturaleza en base al estudio de distintos tipos de evidencia física. Es en
este siglo donde la física peripatética de Aristóteles se fue quedando rezagada por los
paulatinos descubrimientos en el campo de la nueva astronomía. En el caso de las
ciencias históricas, como mostré en el punto anterior, fue el inicio del cambio
epistemológico al sustituir la evidencia documental basada en los estudios bíblicos por
evidencia paleontológica. Sin embargo, hasta antes de Steno no se había postulado

67
alguna hipótesis que contradijera la autoridad de La Biblia respecto a la idea de que la
historia de la Tierra y la Humanidad es la misma. Autores como René Descartes (1596–
1650) e Isaac Newton (1643–1727), que habían ofrecido una nueva concepción acerca
de la evolución del universo, favorecieron el cálculo bíblico de 6000 años.

Thomas Burnet (1635-1715) fue uno de los filósofos naturales que utilizó el
concepto de evolución en un marco completamente religioso para dar una explicación
acerca del origen de la Tierra (véase Gould: 1987; Rudwick: 2015). Entre 1680 y 1689,
publica telluris theoria sacra donde expone de manera detallada su teoría acerca del
origen del Universo. En este Universo, supuestamente antiguo, el caos inicial terrestre
se disipó cuando los elementos de la tierra, el agua, el aceite y el aire, formaron capas
concéntricas que ayudaron a aumentar la densidad de la Tierra. A medida que se
depositaron sobre el aceite, las partículas de polvo suspendidas en el aire se
precipitaron para constituir el suelo fértil del Paraíso, cuyo clima fue durante mucho
tiempo uniformemente agradable (véase Richet: 2007). Por medio de las acciones del
intemperismo y la erosión, la corteza terrestre se fracturó abruptamente provocando
el Diluvio Universal. Esta inundación se produjo en el momento justo en que Dios
decidió castigar los pecados de la Humanidad, dejando deformada la superficie de la
corteza después del retroceso de las aguas profundas.45

Para Burnet, (1) el eje de la Tierra debe su inclinación al desequilibrio provocado


por el aumento de las aguas diluvianas. A partir de ese punto, la Tierra comenzó a sufrir
una gran cantidad de variaciones climáticas que culminarán según la concepción

45 Rudwick menciona que esta explicación de Burnet es similar a la de Descartes: “Descartes’


initially unbroken crustal layer was identified as the smooth perfection of the primal human world
of the Garden of Eden. The breaking up of the crust later produced a global Flood, identified of
course as Noah’s. When the waters subsided, they revealed the broken and imperfect world of the
present, with its irregular geography of continents and oceans. Moving into the future, the further
working of the natural laws that produced the Flood would in due course produce worldwide
volcanic mega-eruptions, identified as the fiery apocalypse supposedly predicted in the Bible. This
would purge the world and make it smooth and perfect for a second time, fit for Christ’s future
millennial earthly reign. Finally, and again by the continuing operation of the laws of nature, the
Earth would be transformed into a star. This entire sequence lay tacitly within the chronologists’
kind of timescale (the penultimate period, the “millennium” itself, was expected to last literally
1000 years).” (Rudwick: 2014, p. 65).

68
milenarista predicha por Las Escrituras, “the penultimate period, the “millennium” itself,
was expected to last literally 1000 years.” (Rudwick: 2014, p. 66). Además, (2) Burnet
rechaza explícitamente cualquier concepción aristotélica eternalista, y una estructura
del tiempo cíclica: “So if there be evidence, either in Reason or in History, that is because
it is not very many Ages since Nature was in her minority, as appears by all those instances
we have given above, some whereof trace her down to her very infancy.” (Burnet, Libro I,
cap. V). La explicación de los cambios de relieves por medio del retiro de las aguas
diluvianas no contradijo el tiempo de La Creación estipulada por la tradición de
cronólogos bíblicos; sin embargo, Burnet, al no ser un naturalista, desconocía todo lo
referente a la cuestión de los fósiles por lo cual fue incapaz de atribuirle una escala de
tiempo más “profunda” a la Tierra.

La teoría de Burnet fue enormemente influyente entre los académicos del siglo
XVII y XVIII. Sin embargo, cabe resaltar algunas críticas a las que fue expuesta. Por
ejemplo, Rudwick menciona en el relato bíblico tradicional los seres humanos fueron
expulsados del Edén al Mundo, y poco a poco fueron moralmente decayendo sus
descendientes hasta que fueron castigados por el Diluvio. Burnet ignora este hecho
aceptado por la tradición de estudios bíblicos, y en su lugar, representa el periodo
antediluviano como paradisiaco y perfecto. Esta concepción implicaba la ausencia total
de los mares que en La Biblia a menudo fue simbolizada por una naturaleza caótica. Una
consecuencia de este abandono, es que Burnet ignora los fósiles marinos incrustados
dentro de los estratos. Además, le atribuye al Diluvio y la Conflagración de la Tierra una
noción causal determinada por leyes naturales. Sin embargo, como también señala
Rudwick, a autores como Newton les resultaba aceptable la teoría de Burnet. En el año
de 1696, William Whiston, sucesor de Burnet en Cambridge, publica A New Theory of
the Earth, donde explica que los cometas son la causa probable de la inundación en el
pasado, y la conflagración en el futuro. El objetivo principal de Whiston fue el mismo
que el de Burnet: mostrar que la historia bíblica era “perfectamente aceptable para la
razón y la filosofía”, la religión y la ciencia natural se reivindican como disciplinas
compatibles, y ciertamente no en conflicto intrínseco (véase Rudwick: ibídem, p. 66).

69
Figura 9. Resumen visual de la obra de Burnet
La sagrada teoría de la Tierra en el
frontispicio de su traducción al inglés (1684).

La obra de Burnet fue editada como un libro científico donde se afirmaba que
era la única y verdadera teoría de la Tierra. Durante el siglo XVIII, el proyecto de
otorgarle evidencia empírica para probar sus afirmaciones es abandonado por la
sospecha probable de que la escala de tiempo de la edad de la Tierra es mayor; y en
segundo lugar, por el abandono del proyecto deísta a cambio de la búsqueda exclusiva
de leyes de la naturaleza que explicaran el mundo físico. 46 En palabras de Gould, Burnet
representaba la atrincherada oposición de la iglesia y un sector de la sociedad que se
resistía a adoptar las nuevas formas de prácticas científicas que privilegiaban la
observación como el principal recurso para producir conocimiento (véase Gould: 1987).
Para Richet, la teoría de Burnet fue importante dado que en ella se ofrece un esquema

46Rudwick menciona que: “In the perspective of deism, the alleged physical effects of the biblical
Flood were generally played down or denied altogether, while the Creation story was usually
dismissed as scientifically worthless. This had a profound effect on the study of the Earth. It usefully
focused attention on the timeless laws of nature that govern the Earth’s causal processes.
Conversely, however, by rejecting any evidence from scripture it also diverted attention away from
the Earth’s possibly unrepeated and contingent history.” (Rudwick: 2014, p. 67).

70
de explicación evolutiva que daba cuenta de la historia moral y física de la humanidad.
Este esquema de explicación continuó tomando como fuente principal la autoridad de
la palabra de Dios plasmadas en La Biblia, pero además, consideró como fuente de
conocimiento la capacidad humana para entender la leyes de naturaleza; como
menciona Rudwick, Burnet hace referencia tanto al desarrollo de los acontecimientos
físicos bajo leyes inmutables de la naturaleza, así como al testimonio de las Escrituras
acerca del pasado y del futuro.

2.3.2. El surgimiento de la geología estratigráfica

Ni el estudio de las glossopetrae de Steno, ni el de las amonitas y otros fósiles de Hooke,


condujo a cuestionar la escala de tiempo proveniente de los estudios cronológicos
bíblicos. Tampoco dudaron que dicha escala era la misma para la historia de la
Humanidad como para la Tierra. Steno había señalado que la gran cantidad de lengüetas
de piedra no podían ser muy antiguas dado que un sólo tiburón podía producir hasta
200 ejemplares.47 Respecto a algunos especímenes marinos, Hooke tampoco pudo
estimar una antigüedad muy profunda dado que algunos bloques de roca usados en
construcción, y cuya matriz estaba compuesta por fósiles, habían sido usados por los
Etruscos (véase Rudwick: 2014, p. 52).

Steno utilizó rocas y fósiles, junto con el análisis de la estratigrafía de la región


de Toscana, con el fin de reconstruir una secuencia histórica de la Tierra. En las colinas
de Volterra observó un patrón continuo de estratos sobrepuestos horizontalmente en
algunas áreas, e inclinados en otras. Steno infirió que todos los estratos originalmente
habían sido depositados de manera horizontal, pero que en algunos lugares se habían
colapsado de tal forma que en el presente tienen cierta inclinación. Asimismo, observó

47So Steno argued that their formation must date from still further back, even perhaps as far back
as the biblical Flood. Far from having to squeeze his evidence into an uncomfortably brief time, he
anticipated that his readers would need to be convinced that these natural antiquities, unlike
many ancient human artifacts, could have been preserved in such good shape through so long a
span of time.” (Rudwick: 2014, p. 51).

71
que los estratos superiores contenían en su matriz conchas fósiles, mientras que en las
unidades inferiores los estratos eran estériles paleontológicamente; por lo tanto, él
infiere que el estrato inferior es contemporáneo al momento de La Creación, mientras
que el estrato superior data probablemente del momento del Diluvio. Dado lo anterior,
Steno menciona que existe un orden en la sucesión de los estratos en el cual las
unidades superiores son las más recientes y las inferiores las más antiguas. Lo más
importante aquí es que cada estrato, en la medida que es individual, tiene su propia
historia, y el orden de la sucesión estratigráfica representa una unidad de tiempo
geológico.

Steno formuló tres principios para hacer una reconstrucción de la historia de la


Tierra la cual reconoce que cada uno de los estratos geológicos se formaron de manera
gradual en el transcurso del tiempo. El primero de ellos es el principio de superposición,
que sostiene que dentro de un grupo de unidades sedimentarias que aparecen
sobrepuestas, la unidad inferior se depositó primero y la superior en último lugar. El
segundo principio, llamado como horizontalidad original, se refiere a que no importa
cuál sea la orientación actual de los estratos, al ser el agua la fuente principal de
sedimentación, la superficie en un principio fue horizontal. El tercer principio, el de
continuidad lateral, el cual sostiene que el agua deposita los sedimentos como láminas
lateralmente continuas que terminan en el extremo de la cuenca en donde se formaron
al principio. Con estos principios, Steno coloca las bases de la explicación histórica en
el campo de las investigaciones del mundo natural (véase Guillaumin: 2009, p. 64).

72
Figura 10. El diagrama de Steno ilustra la reconstrucción física de la Toscana. Las secciones
representan diferentes facetas de los procesos de transformación geológica. Las rocas del
conjunto más antiguo, sin fósiles, se depositaron en estratos horizontales (25); luego fueron
socavados (24) hasta que el techo del estrato superior se derrumbó en posiciones inclinadas
(23). Más tarde, en una secuencia similar pero distinta de los acontecimientos anteriores, las
rocas más jóvenes, con los fósiles, se depositaron en la parte superior del conjunto más antiguo
en estratos horizontales (22), que fueron socavados nuevamente (21) hasta que el superior se
derrumbó en su posición actual (20) (véase Rudwick: 2014, pp. 52-52).

En el siglo XVII no había ningún medio que permitiera explicar las causas que
alteraron la deposición horizontal de los estratos provocando la formación de
montañas, sin embargo, Steno hizo la propuesta de que las montañas podrían haber
sido resultado de los incendios subterráneos, la erosión, terremotos o hundimientos. La
lección de Steno dejó en claro que es posible inferir la historia de la tierra mediante la
observación de los depósitos sedimentarios, sin embargo, no pudo establecer un
método que le permitiera calcular el tiempo necesario que se requiere para formar un
estrato; de hecho, para calcular la edad de la Tierra. Steno siguió apegado al marco de
las cronologías bíblicas y al cálculo de 4000 años a.C. La formación de los estratos en
ese periodo no representaba ninguna dificultad para él, Richet menciona que como
muchos filósofos naturales de la época, Steno era incapaz de imaginar períodos más
largos.

73
2.4 Análisis

En esta historia particular sobre la edad de la Tierra hay dos criterios analíticos que
pueden servir como punto de partida para entender cómo fue que al reconocer que la
Tierra tiene historia se genera un problema métrico para calcular su Edad. El primero de
ellos es el abandono de la evidencia documental por evidencia física que comienza a
socavar la autoridad del relato bíblico para explicar el origen de la Tierra, pero no el
cálculo de las cronologías bíblicas de 6000 años. El segundo, es la elaboración de un
modelo de explicación histórica para objetos naturales basado en inferencias
genealógicas. Voy a sostener en el siguiente análisis que estos dos criterios
establecieron una red compleja de relaciones que permitieron la elaboración y solución
de problemas empíricos y teóricos relacionados con la explicación de que los fósiles
tenían un origen orgánico, lo que condujo posteriormente a establecer ciertas
relaciones con los procesos de transformación geológica con Steno, como lo señala
Guillaumin (2009).

2.4.1 El abandono de la evidencia documental por evidencia física

Al decir que hay un cambio de evidencia debemos tener en cuenta que los autores
analizados en el capítulo no tenían una concepción estándar de evidencia. Sin embargo,
podemos encontrar algunas nociones generales que ofrecieron cierta garantía a sus
inferencias. Como ya se mencionó, algunos de los procesos de transformación de los
fósiles fueron inferidos mediante la observación de los restos que sobrevivieron hasta
el presente, y todos los datos disponibles que permitieron unirlos con el pasado. Los
criterios para establecer que las observaciones fueron confiables podemos extraerlos
del análisis de las tres hipótesis mencionadas al inicio del capítulo. Guillaumin (2005,
p. 19) menciona que la confiabilidad de nuestras inferencias dependen en parte de qué
tanto confiamos en las observaciones. En la hipótesis 3, lo que contó como cosa
observada fueron las similitudes que existen entre algunos de los organismos vivos con
los fósiles. El caso de Hooke muestra como las observaciones por medio de
instrumentos establecieron una relación analógica entre las estructuras microscópicas
de los organismos con algunos especímenes fósiles. En Steno, las relaciones también se

74
establecieron respecto a la analogía mediante la observación directa de algunos restos,
dientes de tiburones y las rocas glossopetrae. Los criterios locales para determinar que
estas observaciones eran confiables se debieron exclusivamente en la confianza de los
sentidos, en este caso la vista.

Otro factor importante, nuevamente apoyándome en Guillaumin, es saber cómo


se establece que una cosa observada indica otra cosa. En el caso analizado en este
capítulo, cómo establecemos que la similitud de rasgos compartidos entre organismos
y fósiles indica que los primeros son la causa de los segundos. Guillaumin menciona que
esta dificultad está relacionada con el grado de seguridad en que una cosa observada
indica otra cosa. Aquí, el grado de seguridad fue variable y dependió del tipo de
evidencia analizada. En Agricola, por ejemplo, podemos ver que el grado en que
establece la analogía entre fósiles y organismos es exclusivamente a través de los rasgos
reconocibles de los organismos que existen en el presente y los fósiles que se
encuentran mejor conservados: el grado de seguridad está determinado por el grado
en que estos se parecen entre sí. En aquellos casos donde no puede establecer
relaciones analógicas seguras simplemente no los menciona: en Agricola, el origen
orgánico de los fósiles parece ser una simple sospecha. El caso con Hooke y Steno es
diferente. La primera distinción es que la fuerza del indicio es más alta dado que los
mecanismos metodológicos para obtener información fueron más sofisticados.
Pensemos en Hooke, el uso del microscopio permitió analizar una muestra más amplia
que la usada por Agricola, e incluyó especímenes de fósiles que hoy sabemos que están
extintos como las amonitas. El grado del indicio fue más alto dado que se basó en un
número mayor de observaciones que mostraron un patrón constante de similitudes a
simple vista y microscópicamente. El caso de Steno pareciera que es similar al de
Agricola, pero eso se debe a que la historia ha simplificado el descubrimiento de que los
glossopetrae eran dientes de tiburón petrificados. Steno fue uno de los más
sobresalientes anatomistas del siglo XVII, y es difícil suponer que sus observaciones
fueron a “simple vista” sin un sofisticado conocimiento de fondo que le permitiera
identificar rasgos muy difíciles de asimilar. También, cabe señalar que Steno utiliza
como indicio la ubicación en que se encuentran los fósiles. Por ejemplo, hay una relativa

75
correspondencia entre los fósiles marinos y su distribución en zonas tropicales o
lacustres; asimismo, hay una correspondencia entre especímenes terrestres en
contextos ambientales similares.

Hay un tercer elemento que tiene que ver con la expresión “la existencia de otra
cosa”. Guillaumin menciona que la expresión se refiere al cómo se establece la
existencia de la cosa inferida, y que en muchas ocasiones lo que indica no es algo que se
pueda observar directamente. Por lo tanto, la investigación del mundo empírico
requiere del desarrollo de estrategias de prueba empírica para establecer la existencia
de los fenómenos, procesos o eventos inferidos. Nuevamente la historia de los fósiles
muestra esta dificultad ¿qué significa que los fósiles son organismos petrificados? Una
respuesta apoyada en el relato, es que no hay suficientes elementos de prueba en el
siglo XVII excepto por la relación analógica de los rasgos entre fósiles y organismos.
Pero la relación analógica no fue lo suficiente robusta dado que en la hipótesis 1 se
reconocía la existencia de rasgos entre fósiles y organismos y no se aceptaba un origen
común. En ambos casos no hay evidencia probatoria lo suficientemente fuerte para
inclinarnos por alguna, por lo menos en este sentido.

Finalmente, hay una clara diferencia de estos tres elementos con la hipótesis de
la generación espontánea. En la hipótesis 1, la similitud entre fósiles y organismos era
para apoyar la idea de que el más simple de los organismos podría aparecer
inesperadamente de la base de la materia inanimada mediante una fuerza intrínseca
llamada vis plastica. También se aceptaba que las rocas eran de cierto modo una
extensión del mundo orgánico. El criterio que sirvió para decir que la analogía entre
rasgos similares contó como una observación de la vis plastica no fue establecido por la
observación empírica, sino por medio de una inferencia basada en la autoridad de la
tradición aristotélica. De la misma forma, el grado con que se aceptó que dicha
observación era confiable, y cómo se estableció como prueba empírica, nuevamente se
apoyó sobre la autoridad de la evidencia documental bíblica y aristotélica.

2.4.2. La elaboración de un modelo de explicación histórica para objetos naturales

76
El uso de las rocas y fósiles en la disertación acerca de su origen permitió elaborar una
explicación basada en los procesos de transformación, lo cual implicó introducir a la
historia en la explicación de la naturaleza. En este tipo de explicación (1) el pasado no
puede inferirse del presente a menos que se proporcionen nuevas premisas que los
enlacen, y (2) estas premisas se construyen cognitivamente mediante el uso de
inferencias genealógicas. Estas dos partes son esenciales para el desarrollo de las
explicaciones históricas. En (1), la posibilidad de conocer el pasado depende de que los
procesos hayan dejado información relevante y que existan los procedimientos
metodológicos para unir al pasado con el presente. En (2), cuando decimos que un
conjunto de objetos engendra a otro, es necesario especificar su genealogía; y esta
genealogía es un tipo especial de relación causal que se establece en virtud de que un
objeto engendra al otro (véase Elliott Sober: 1998).

Las explicaciones basadas en los procesos de transformación llevan a realizar la


pregunta siguiente ¿cómo podemos saber que un conjunto de objetos está relacionado
genealógicamente con otro conjunto? En el caso de Steno, ¿cómo podemos saber que
los fósiles están relacionados genealógicamente con algunos tipos de organismos? Para
Steno, por ejemplo, un fósil de concha marina con incrustaciones de mármol y una
superficie cubierta por percebes fosilizados contaba la historia de que el animal que era
parte de la concha había muerto y había sido enterrado por los sedimentos en donde su
concha se petrificó (proceso de transformación 1). Después de mucho tiempo el mar se
retiró y los sedimentos quedaron expuestos a la erosión. La concha fosilizada quedó a
la intemperie, y por los efectos de la erosión se rompió parcialmente (proceso de
transformación 2). El mar la volvió a cubrir y los percebes se le incrustaron, para
después volverse a enterrar en un nuevo depósito y fosilizarse otra vez, después de que
el nivel del mar volvió a bajar (proceso de transformación 3). 48 En la explicación
histórica de Steno hay dos elementos epistemológicos que, de acuerdo con Guillaumin
(2009), colocan las bases de la explicación histórica en el campo de las investigaciones
del mundo natural:

48 Este ejemplo está ligeramente modificado de Guillaumin (2009, p. 63).

77
• elementos constitutivos, es el conjunto de elementos contingentes que
entraron en la formación de los objetos históricos particulares y que
constituyen lo que ese objeto es en el presente, y;
• elementos regulativos, son los principios que regulan la formación de
sólidos, fósiles principalmente, y estratos sedimentarios, todo fósil o
estrato llegó a ser lo que es en el presente por los mismos elementos
regulativos.

De esta forma, el modelo de explicación histórica para objetos naturales de Steno


es el siguiente:

Figura 11. El esquema del modelo de explicación histórica para objetos naturales en
Steno.

En la parte superior del esquema está la línea de tiempo marcada por la flecha
negra. Esta línea representa el periodo en que se desarrolla un acontecimiento, y sirve
como una herramienta para registrar, ordenar y relacionar datos cronológicos. En el
modelo de Steno la línea sólo tiene una dirección y se divide por medio de unidades de
medida basadas en años solares. Los límites establecidos en ambos extremos de la línea
de tiempo no exceden el cálculo establecido por la tradición de cronólogos bíblicos. En
la parte media, la otra flecha negra representa los procesos de transformación de los

78
objetos naturales, y corre paralela y en la misma dirección a la línea de tiempo. Esta
línea podemos entenderla como el proceso del cambio de una cosa en otra; y puede
tener una existencia real o ser únicamente una formulación hipotética, como en el caso
de la fosilización en Steno. Las corcheas de color azul, PT1, PT2 y PT3, son los procesos
de fosilización emparentado causalmente uno con otro. Esta línea de corcheas puede
estar dividida en dos o más segmentos, dependiendo de los procesos hipotéticos
involucrados en la explicación histórica, por ejemplo, PT1, PT2 y PT3 representan los
tres momentos que suponen lapsos temporales geológicos que estuvieron involucrados
en la fosilización de la concha descrita dos párrafos arriba. Las flechas color marrón
representan las inferencias genealógicas y se desplazan en sentido contrario del resto.
Estas inferencias son las que permiten ordenar y reconstruir los eventos históricos por
medio de relaciones causales que pueden servir como escalas de tiempo, al igual que lo
representado por las corcheas.

79
CAPÍTULO 3. LA EDAD DE LA HUMANIDAD A TRAVÉS DE LA IDENTIFICACIÓN DE LAS
HERRAMIENTAS DE PIEDRA. PRIMEROS INDICIOS SOBRE SU HISTORIA PROFUNDA.

3.1 INTRODUCCIÓN

En los capítulos 1 y 2 expuse de manera detallada cómo fue que en el siglo XVII se
comenzó a dudar en torno a la autoridad de La Biblia respecto al tema de La Creación,
lo cual trajo consigo un nuevo problema métrico. En el Capítulo 1 vimos que el principio
de autoridad fluctúa por las críticas que hacen des Vignoles y La Peyrère al encontrar
inconsistencias en las fechas registradas para los patriarcas hebreos en las distintas
traducciones de los textos sagrados; este hecho conduce a revalorar la idea de si La
Biblia es una fuente literalmente verdadera o no. 49 Sin embargo, a pesar de que este
error fue detectado por medio de una cuidadosa crítica de fuentes documentadas, la
evidencia documental no resultó suficiente para concebir una historia de la Tierra
independiente de la humana, ni se pudo inferir de dicha evidencia cuántos años tiene la
Tierra de antigüedad. Por otro lado, en el Capítulo 2 mostré que el cambio
verdaderamente sustancial en el estudio acerca del origen de la Tierra vino de la
sustitución de los documentos por evidencia física, factor que permitió entender que la
Tierra tenía su propia historia. Sin embargo, la propuesta de Steno no proporcionó
elementos suficientes para socavar el cálculo de Ussher.

En este capítulo mostraré que hay un tercer proceso histórico que se fue
articulando con los descritos en los capítulos anteriores y que puso sobre la mesa la
idea de un periodo “profundo” y más antiguo en la historia humana. El proceso al que
voy a referirme aquí es el reconocimiento de las herramientas hechas en piedra. En los
estudios sobre la historia temprana de la arqueología a menudo se concibe el
descubrimiento de las herramientas de piedra ajenos al descubrimiento de la
fosilización y los procesos de transformación geológica. Sin embargo, aquí mostraré que
este proceso de reconocimiento formó parte del mismo grupo de problemas

49Sobre este problema también se comienza a plantear la duda acerca de si los Libros Sagrados
deberían ser interpretados como simples metáforas.

80
relacionados con el estudio de los fósiles y los estratos geológicos. Asimismo, aquí
mostraré que el reconocimiento de las herramientas de piedra permitió la construcción
conceptual de categorías temporales asignadas a los objetos arqueológicos que
sirvieron para elaborar una serie de inferencias acerca del pasado “prehistórico”
humano. El énfasis se hará en la tensión en torno a la idea de cómo medir el tiempo de
la historia profunda, y mostraré cómo se fueron creando, modificando y
reconstituyendo (1) los criterios epistemológicos que permitieron construir distintas
hipótesis acerca del origen y el tiempo profundo en la historia humana; (2) reglas
metodológicas que se implementaron para obtener confiablemente información acerca
de los objetos “prehistóricos”; y (3) aspectos cognitivos y reglas de inferencia que
permitieron ir proyectando la imagen de un pasado más antiguo del que se sabía en esa
época. Lo importante a resaltar es que la modificación paulatina de estos tres recursos
permitieron elaborar las primeras cronologías arqueológicas, y posteriormente el
Sistema de las Tres Edades, como veremos en el capítulo V.

3.2. EL SISTEMA CLASIFICATORIO TRADICIONAL DE LA HISTORIA HUMANA

3.2.1 El Sistema de las Cuatro Monarquías

En Europa, hasta mediados del siglo XIX, la Historia Universal se dividía en


historia antigua, medieval y moderna. La etapa de la historia antigua era subdividida en
cuatro sub-etapas cuyo lapso de tiempo abarcaba los años de apogeo de los imperios
asirio, persa, griego y romano. A este sistema se le conocía como el Sistema de las Cuatro
Monarquías (SCM). La duración de cada uno de los periodos fue establecida por
evidencia documental que incluía el uso de registros históricos y calendáricos para
establecer fechas. Daniel (1968) menciona que este sistema era común en los libros de
Historia Universal como lo fue An Universal History from Earliest Account of Time, una
de las obras más influyentes en historiografía publicada entre 1736 y 1765. Para Daniel,
tal parece que a finales del siglo XVII, y durante el XVIII, la mayoría de los anticuarios
aceptaban el uso del SCM como sistema de periodificación de la historia antigua,

81
sistema que prevaleció hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando se introdujo el
periodo de la Prehistoria.

Daniel menciona que el anticuarismo temprano pudo clasificar temporalmente


cualquier reliquia u objeto arqueológico que mostrase ser romano, helénico, asirio o
persa bajo el SCM. Las razón es que este sistema ocupaba prácticamente la mayor parte
de la historia humana. Para aquellos que sospechaban la existencia de un periodo
anterior al reino asirio, y asociado con la producción de las herramientas hechas de
piedra, éste no resultaba realmente largo en una escala de tiempo calculada en 6000
años aproximadamente. Inclusive cuando se descubrieron las herramientas de piedra
durante el siglo XVIII, la presencia de éstas podían ser explicadas por medio de La Biblia
como veremos más adelante. Sin embargo, uno de los principales problemas que se
presentaron en torno al SCM y a la cronología de Ussher es que en algunas áreas
geográficas las reliquias y los objetos arqueológicos no podían ser clasificados mediante
su sistema de periodificación ya que en territorios como las Islas Británicas, y otras
regiones del norte europeo, no había suficiente evidencia material que indicara
confiablemente que la secuencia de Imperios que definen la historia antigua hubieran
tenido lugar ahí. Esto implicaba una historia diferente para los primeros habitantes del
norte. Piggott (1976) menciona que cualquier consideración sobre la historia antigua
en el norte europeo se llevó a cabo con evidencia adicional a la de los escritores clásicos
que estudiaban la época de la conquista romana, sobre todo durante el siglo XVIII donde
ya existía una imagen de la antigüedad humana.

Remontándonos más atrás en el tiempo, desde la Edad Media existía la inquietud


de conocer el origen de los europeos. En Historia Britonum, escrita por Nennio en el
siglo IX, se decía que el origen de la Gran Bretaña comienza en la tercera edad del mundo
dando lugar al poblamiento de la isla desde los tiempos del Diluvio (véase Daniel: 1968).
Asimismo, autores como Geoffrey de Monmouth, John Price y Robert Sherwood,
incentivaron la idea de que el poblamiento de las islas británicas se debió a la incursión
troyana en el norte europeo, idea que floreció desde el siglo XII hasta el XVI. Piggott nos
dice que “True, the Bible narrative was confined in detail to a restricted region of western

82
Asia but the repeopling of the entire world after the Flood formed a divinely constituted
and inescapable frame of reference within which all remote antiquity had to be contained.
For classical antiquity, there were the ancient historians of Greece and Rome, whose
narratives, it was widely held in the Renaissance and later could be commented upon, but
had an undisputed authority. And throughout the Middle Ages and for some time to come
the British History of Geoffrey of Monmouth provided a narrative source of particular
application to pre-Roman Britain. For Britain this, and the classical writers for
immediately pre-Roman times, gave an historical background to all archaeological
remains. When prehistoric finds occasionally obtruded themselves on the mind of the
medieval scholar, they could either be disposed of as natural wonders, or interpreted by
the Bible or another written authority.” (Piggott: 1976, p. 3).

Consideremos por un momento la idea de que durante los siglos que van del XVI
al XVIII predomina la ambigüedad en torno al reconocimiento de esta etapa histórica
que es anterior a los asirios, que de cierta manera, como dice Piggott, inhibe el
desarrollo de alguna idea de la prehistoria. Por ejemplo, “There was of course the
necessary premiss that as the world had been repeopled after the Deluge and the episode
of the Tower of Babel, there have been an must original language for all mankind, and
this, by more or less general consent, was inevitably thought to have been Hebrew. From
this point of course, there were no rules of linguistics or philology to guide the wary or
hamper the bold, and Welsh, Hebrew, and Greek could be equated with all the conviction
needed to support the new foundation-myth which had been concocted to replace that of
Geoffrey of Monmouth.” (Piggott: 1976, pp. 7 - 8).

Para el siglo XVIII, los anticuarios propusieron varias hipótesis que permitieran
hacer encajar el poblamiento de algunas áreas del norte de Europa con la cronología de
Ussher y el SCM. Algunos de ellos, para establecer una escala de tiempo que se
acomodara a sus clasificaciones, prefirieron darle a las Islas Británicas un origen
bíblico, más que troyano como se venía dando frecuentemente un siglo antes. Daniel
(1968) por ejemplo, menciona que el reverendo Henry Rowlands en Mona Antiqua
Restaurata, publicada en 1723, explica que “la antigüedad registra, y el consenso de

83
pueblos celebra, el que los hijos de Jafet fuesen los primeros en asentarse en Europa... Gran
Bretaña fue poblada por esos hombres poco después del diluvio” (Rowlands en Daniel:
1968, p. 45). Inclusive se habla de que la prehistoria de Gales comienza en el tiempo de
la Torre de Babel por la invasión de Bretaña por Gomer, nieto de Noé. Algunos otros
anticuarios mencionaban que los primeros habitantes de las Islas Británicas fueron
descendientes de las tribus perdidas de Israel, por lo tanto, el origen de éstas es judío.

La explicación más popular y controvertida que se planteó para llenar ese


espacio de tiempo, y que precedió como una de las más importantes a la arqueología
del siglo XIX, fue la presencia de los druidas en las Islas Británicas. La hipótesis se debe
a uno de los más afamados anticuarios y arqueólogos de Inglaterra, John Aubrey, quién
estudió muy de cerca el sitio de Stonehenge. Aubrey, quien era seguidor de Dugdale -el
mismo autor que afirmaba que los objetos de piedra eran armas usadas por los
primitivos habitantes de Gran Bretaña antes de que se conociera el arte de la
fabricación de armas de bronce y hierro-, en la introducción de su Essay Towards the
Description of the North Division of Wiltshire (1659) propone una imagen acerca de los
orígenes de los europeos del norte: “Let us imagine then what kind of countrie this was
in the time of the ancient Britons. By the nature of the soil, which is a sour woodsere land,
very natural for the production of oakes especially, one may conclude that this North
Division was a shady dismal wood: and the inhabitants almost as savage as the beasts
whose skins were their only rayment. The language British, which for the honour of it was
in those dayes spoken from the Orcades to Italie and Spain. The boats on the Avon (which
signifies River) were basketts of twigges covered with an oxe skin: which the poore people
in Wales use to this day. They call them curricles. Within this shire I believe that there were
several Reguli which often made war upon another: and the great ditches which run on
the plaines and elsewhere so many miles (not unlikely) their boundaries: and withall
served for defence against the incursions of their enemies, as the Pict’s wall, Offa’s Ditch:
and that in China, to compare things small to great. Their religion is at large described by
Caesar. Their priests were Druids. Some of their temples I pretend to have restored, as
Avebury, Stonehenge, &c., as also British sepulchres. Their waie of fighting is lively sett
down by Caesar. Their camps with their way of meeting their antagonists I have sett down

84
in another place. They knew the use of iron. They were 2 or 3 degrees, I suppose,
less savage than the Americans.” (Aubrey en Brief Lives and others selected writings of
John Aubrey 1949, pp. 1 y 2). De igual forma en Essay Towards the Description of the
North Division of Wiltshire (1659) expone: “Llegué al fondo de todo por medio de pruebas
comparativas que me permitieron presentar una evidencia clara de estos monumentos
(Avebury, Stonehenge, entre otros) fueron templos paganos; a lo cual no se había llegado
anteriormente; y con una humilde sumisión ante cualquier otro juicio mejor, he ofrecido
la probabilidad de que sean los templos de los druidas. Debo confesar que esta búsqueda
es un ir a tientas; pero aunque no he podido aclarar completamente puedo, sin embargo,
afirmar que lo he sacado de una oscuridad total a un reino de ligera neblina, y en este
intento he llegado más allá que ninguno de los que me precedieron.” (Aubrey en Daniel:
1968, p. 20).

A pesar de que Aubrey sigue sosteniendo una postura tradicional acerca de la


antigüedad de La Creación y la historia humana, continúa vinculando los resultados de
sus investigaciones de campo con el SCM, podemos notar algunos puntos importantes
en su trabajo -anteriormente resaltados por autores como el mismo Piggott o Parry. La
evidencia que sostiene la hipótesis acerca de la ocupación druida en el norte europeo
se da mediante el uso de documentación histórica con algunos objetos descritos en las
fuentes clásicas, y que aun podían ser observables en los puertos galeses de la época de
Aubrey, como el caso de las barcas forradas en piel de buey. La importancia de este
procedimiento comparativo al que hace referencia es que el mismo principio permite
correlacionar objetos descritos por los documentos históricos con aquellos
monumentos muebles e inmuebles que eran estudiados por los primeros anticuarios
arqueólogos para determinar periodos en la historia. Un segundo punto es la
importancia que da Aubrey a la descripción meticulosa de los monumentos, ya que por
medio de ésta logró distinguir y clasificar los distintos tipos de construcciones
“prehistóricas” y los monumentos propiamente históricos. Por último, introduce la
etnografía comparativa para representar a los antiguos británicos a través de la imagen
de los nativos americanos.

85
El trabajo de Aubrey marca un cambio en el punto de vista en los estudios del
anticuarismo inglés al propiciar que en las reuniones de la Royal Society se comience a
discutir de manera sistemática acerca de los orígenes y el poblamiento del norte
europeo. Piggott (1976) menciona que en la década de 1640 las reuniones que iban a
dar lugar a la fundación de la Real Sociedad comenzaron a llevarse a cabo, dentro de las
áreas de conocimiento que se discutían, el anticuarismo no formaba parte de ellos. Fue
después de dos décadas cuando los estudios anticuaristas marcan “un nuevo espíritu”
en la investigación empírica. De acuerdo con esto, podemos entender que ese “nuevo
espíritu” significa el énfasis que hay en las prácticas de investigación del mundo natural
y artificial mediante los preceptos baconianos que asocian la observación con el
experimento, el registro objetivo y la clasificación ordenada. En este sentido, Piggott,
Daniel, y más recientemente Graham Parry (2007), han mostrado que la principal
contribución de Aubrey fue el trabajo clasificatorio y descriptivo de monumentos
británicos y antigüedades que abarca periodos que van desde la época prehistórica
hasta la Edad Media. Sin embargo, el trabajo de Aubrey nos da indicios acerca de cómo
estaban conformadas algunas reglas metodológicas que permitían obtener de manera
confiable información acerca del tiempo profundo.

3.3. LA ENTRADA DEL ANTICUARISMO EN EL RECONOCIMIENTO DE LAS CERAUNIA


COMO HERRAMIENTAS HUMANAS

Para Matthew Goodrum (2002), hay dos episodios clave en el estudio de los
instrumentos de piedra que permitieron entender que algunos contextos
arqueológicos, que hoy sabemos que son prehistóricos, tenían una antigüedad mucho
mayor al estimada por la comunidad de estudiosos. El primero consistió en el paulatino
reconocimiento de que estos objetos eran artefactos humanos: lo que hoy en día
conocemos como hachas y puntas de proyectil prehistóricas, en el pasado fueron
interpretadas como simples “rocas” que habían adquirido su forma a través de algún
tipo de proceso natural o por la vis plastica. A estas rocas se les dio el nombre de
ceraunia. A finales del siglo XVI y principios del XVII, varios autores comenzaron a

86
sospechar, y en el XVIII a argumentar, que estos objetos eran instrumentos hechos por
los hombres. A consecuencia de este reconocimiento, el segundo episodio importante
en los estudios líticos tempranos fue la formulación del Sistema de las Tres Edades
(STE) durante la primera mitad del siglo XIX, sistema que involucra la idea de que los
artefactos de piedra pueden ser ordenados cronológicamente.

El reconocimiento de que las ceraunias eran artefactos humanos fue un


acontecimiento fundamental en la historia de la arqueología prehistórica. Condujo a los
anticuarios, arqueólogos e historiadores a reconsiderar las nociones tradicionales
acerca del origen y la antigüedad de los europeos, y posteriormente de toda la
Humanidad. Lo más importante es que su estudio trajo consigo el desarrollo de nuevos
métodos dentro de la investigación de la historia humana, su cronología, y su
periodización, principalmente mediante el análisis de los restos materiales y el uso
diferentes modelos análogos provenientes de los reportes etnográficos. Una vez que
fueron reconocidas, las ceraunias no solamente adquirieron categorías tecnológicas y
funcionales dentro de su análisis, sino también, llevaron a una implicación que tenía
que ver con el hecho de que la noción de tecnología hacía referencia implícita a un
desarrollo progresivo en el tiempo; por lo cual, el énfasis de las clasificaciones estaba
articulado con en el grado de desarrollo tecnológico de las herramientas que
componían las colecciones de antigüedades. El entendimiento de que los artefactos
pueden ser clasificados dentro de categorías tecnológicas permitió elaborar
paulatinamente un sistema clasificatorio que tuvo como objetivo el fechamiento
relativo de los distintos contextos arqueológicos, el cual iría a concluir con la
publicación de Ledetraad til Nordisk Oldkundskab (Guide to Northern Antiquity) del
danés Christian Jürgensen Thomsen en 1836.

A partir del Renacimiento, el coleccionismo practicado por los anticuaristas y


filósofos naturales comenzó a identificar un grupo de problemas vinculados con la
interpretación de los objetos que eran parte de su estudio. Stuart Piggott (1976) ha
mostrado que desde la segunda mitad del siglo XVI, el anticuarismo, más que ser una
actividad intelectual desinteresada, comienza a integrar en sus estudios la búsqueda de

87
los precedentes de la historia humana a partir de fundamentos respetables que incluían
preceptos de la ciencia baconiana, pero sin abandonar completamente aquellos del
mundo clásico griego, y sobre todo los sostenidos por La Biblia. 50 El pensamiento
anticuarista del renacimiento, según Piggott, estaba profundamente preocupado por las
antigüedades, e Inglaterra y otros países europeos estaban llenos de ellas. La
identificación de las antigüedades Romanas no presentaba dificultad alguna para su
fechamiento ya que había documentos históricos que hacían referencia a la ocupación
Romana en norte y centro de Europa, por lo cual la procedencia de las antigüedades era
relativamente fácil de determinar. En el caso de las ceraunias era imposible saber su
procedencia ya que no existían elementos conceptuales suficientes para comprender
que estos objetos habían sido elaborados por humanos en tiempos muy remotos, por lo
tanto, tampoco eran fuente de evidencia de una etapa de historia humana descrita por
La Biblia. En otras palabras, la idea de una antigüedad no histórica -en el sentido
documental-, o de prehistoria, no existía.

Como vimos en el capítulo anterior, los estudios geológicos estaban enfocados


en el proceso de identificación de los fósiles y los estratos. Paralelamente a estos,
durante los siglos XVI y XVII, la investigación anticuarista y arqueológica también
comienza a construir conceptualmente nuevos objetos de estudio que dieran indicios
de un pasado remoto que fueran más allá de la interpretación tradicional de la historia
de la humanidad, y este problema comienza con la identificación de los llamados
ceraunia como herramientas. Aquí es necesario incluir también el descubrimiento y
estudio de arquitectura megalítica, ya que ésta va proveer información relevante acerca
del poblamiento temprano europeo y, al igual que las ceraunias, su identificación

50 “I have noted elsewhere that the papers contributed to the Elizabethan College of Antiquaries
'were written with an eye to determining and confirming by historical or archaeological
precedent the institutions of the contemporary England of the writers, though, as Dr. Joan
Evans has commented, “Antiquity” figures in most of the discourses, but never visible
antiquity. On the whole, archaeological evidence was not amenable to such interpretation,
though by the eighteenth century Stukeley was using his Stonehenge and Avebury field-work
to 'combat the Deists from an unexpected quarter' and to demonstrate that not only were the
Druids 'of Abraham's religion entirely' but had 'a knowledge of the plurality of persons in the
Deity' and so were acceptable founders of patriarchal Christianity in England.” (Piggott: 1976,
p. 6).

88
posteriormente permitirá hacer inferencias genealógicas acerca del tiempo profundo
de la historia de la humanidad.

3.3.1. El proceso identificatorio

El trabajo histórico de Goodrum (2002; 2008; y 2011) acerca de las ceraunias


tiene como eje rector describir la formación y transformación de los conceptos que se
requirieron para postular que este tipo de rocas fueron en realidad productos
elaborados por la mano del Hombre. El problema acerca de cómo interpretarlas inicia
incipientemente durante los siglos XVI y XVII, simultáneamente al problema acerca del
origen de los fósiles; sin embargo, el centro de las principales discusiones se dieron
durante el XVIII cuando, con mayor frecuencia, se pusieron en duda los supuestos que
afirmaban que estos objetos eran producto de la naturaleza (véase Glyn Daniel: 1967,
1981; Alain Schnapp: 1993, 2013; Stuart Piggott: 1976).

La capacidad de comparar las ceraunia con las herramientas de piedra resultó


fundamental gracias al papel que jugó el coleccionismo practicado por los museos
privados y gabinetes de historia natural (véase Goodrum: 2008 y Schnapp: 2013). El
coleccionismo de aquella época podemos entenderlo como la extracción y conservación
de un objeto natural o cultural de su entorno con el fin de conservarlo y exhibirlo. De
acuerdo con Piggott (1976), este periodo se caracteriza por un cambio de enfoque por
parte de los coleccionistas anticuarios, ya que los objetos, que anteriormente eran
exhibidos por su rareza, exotismo y antigüedad, ahora eran fuente de estudio para la
creación de los llamados gabinetes de curiosidades (cabinets de curiosités o
Wunderkammern). En estos se albergaron los distintos tipos de objetos denominados
artificilia y naturalia (incluidas las colecciones botánicas y las de animales raros y
exóticos): es decir, las creaciones del hombre y las creaciones de la naturaleza (Pomian:
1993; 2004).

Hay dos hechos que podemos identificar como la base que llevó a la aceptación
de que las rocas llamadas ceraunia eran productos humanos: el primero de ellos se
debió a que los anticuarios y naturalistas formaban parte de una larga tradición de

89
coleccionistas que clasificaban este tipo de “roca” junto con las diferentes clases de
fósiles y rocas genuinas; de tal forma que los gabinetes que exhibían objetos de historia
natural, con frecuencia contenían artefactos humanos que hoy sabemos que son
prehistóricos. El procedimiento, nuevamente, fue hacer comparaciones entre ellos
mediante analogías. Segundo, el hecho de que los fósiles y los artefactos de piedra a
menudo fueran exhibidos junto a las herramientas líticas provenientes de las
comunidades colonizadas del Nuevo Mundo, y más tarde con las del Pacífico Sur y el
continente africano, contribuyeron de manera crítica a su progresiva comprensión y
aceptación también como herramientas humanas dada su similitud morfológica (véase
Daniel: 1964; Schnapp: 2013; Piggott: 1976; Goodrum: 2002, 2008 y 2011).

Durante los siglos XVI y XVII, era común que los eruditos aceptaran la idea de
que las ceraunias eran un tipo distintivo de rocas esparcidas por toda Europa. Las ideas
comúnmente aceptadas acerca de ellas eran de varios tipos, y algunas de estas
estuvieron fundamentadas en explicaciones basadas en hechos muy cercanos a la
superstición o al folclore popular; por ejemplo, aquellas creencias que aceptaban que
las rocas eran hechas por los duendes o las hadas, y de ahí que algunos coleccionistas
de la época las clasificaran con los nombres de Elf-Bolts o Fairly Arrows. Respecto a su
origen natural, recordemos que Agricola había clasificado un número considerable de
rocas fósiles entre las que se encontraban las ceraunias. En De Natura Fossilium,
Agricola las menciona como rocas redondas o rectangulares que se parecían a otro tipo
de roca llamada brontia (que más tarde serán considerados por los naturalistas como
erizos de mar fosilizados), excepto que brontia tenía líneas o surcos en su superficie,
mientras que las caras de las ceraunias eran lisas. Agricola expone al respecto:
“Ceraunia received its name in the same manner as the above minerals for the ignorant
believe it falls during flashes of lightening. It is found not only in Carmania but also in our
own fields. It lacks striae and lines and differs from brontia. It is usually smooth and either
round or oblong. Different species are distinguished by color. Some are black, others red
and others white and pellucid in part and in part black.” (Agricola: 1912 (1546), p. 98).

90
Konrad Gesner (1516-1565), en su De rerum fossilium figuris (1565) menciona
que las ceraunias tienen forma piramidal, pero que otras asemejan cuñas o martillos.
Una de las principales dificultades para distinguir el tipo ceraunia de otros tipos de
rocas en los primeros trabajos de clasificación mineralógica, es que en ellos los criterios
de clasificación eran a partir de categorías morfológicas simples lo que hacía muy
heterogéneo su análisis (i.e., en forma de pirámide, cuñas, martillos, esferas, o
triangulares)51. Las rocas con forma triangular a menudo eran difíciles de distinguir ya
que dentro de estas se encontraban las ceraunia y los glossopetrae (los dientes de
tiburón de Steno), y frecuentemente se les consideró que tenían algún tipo de relación
entre ellas. Para Goodrum (2002), la interpretación de estos tipos de rocas fue confusa
durante los siglos XVI y XVII ya que muchos trabajos basaban las clasificaciones
mineralógicas de ceraunia en el Musaeum metallicum in libros III distributum (1648) de
Ulisse Aldrovandi (1552-1605), publicado póstumamente. En el trabajo de Aldrovandi
se mencionan una gran cantidad rocas clasificadas en una amplia variedad de formas;
por tal motivo, durante estos siglos las clasificaciones dentro de los gabinetes de
historia natural basados en el Musaeum metallicum incluían dentro de las ceraunias a
las ya mencionadas glossopetrae y a las belemnites. Esta clasificación se mantuvo

51Por ejemplo, Konrad Gesner (1565), en su De rerum fossilium figuris, dividió los fósiles en 15
categorías:
1) Aquellos cuyas formas se basan en, tienen alguna relación con, o sugiere la concepción
geométrica de puntos, líneas o ángulos.
2) Aquellos que se asemejan o derivan su nombre de algún cuerpo celeste o de los elementos
aristotélicos.
3) Los que toman su nombre de algo en el cielo.
4) Los que llevan el nombre de los objetos terrestres inanimados.
5) Los que tienen un parecido a ciertas cosas artificiales.
6) Cosas hechas artificialmente de metales, piedras, o piedras preciosas.
7) Aquellos que se asemejan a las plantas o hierbas.
8) Aquellos que tienen la forma de arbustos.
9) Aquellos que se asemejan a árboles o porciones de árboles.
10) Corales.
11) Otras plantas marinas que tienen una naturaleza pétrea.
12) Aquellos que tienen cierto parecido con los hombres o con los animales de cuatro patas, o
se encuentran dentro de estos.
13) Piedras que derivan sus nombres de pájaros.
14) Aquellos que tienen un parecido con las cosas que viven en el mar.
15) Aquellos que se asemejan a los insectos o serpientes.

91
durante los siglos XVII y XVIII, hasta que Steno descubrió que los glossopetrae eran
dientes de tiburón, y que los belemnites eran rocas de origen natural, a pesar de que
ambos tipos de rocas también eran similares a las herramientas hechas en piedra.

Figura 1. Dibujo del Musaeum metallicum in libros III distributum de Aldrovandi escrito en 1648
donde se muestran algunos ejemplares de glossopatrae con uno de ceraunia.

92
Figura 2. Dibujo del Musaeum metallicum
in libros III distributum donde se muestran
algunos ejemplares de glossopatrae con
hachas prehistóricas

Para explicar el origen de las rocas, naturalistas, coleccionistas y anticuarios


vincularon los trabajos sobre ceraunia y glossopatrae con tratados meteorológicos
como veremos enseguida. Una de las ideas en las que coincidían la mayoría de los
autores es que las ceraunia tenían su origen en las tormentas eléctricas: cuando algún
relámpago golpeaba la superficie terrestre se decía que estas rocas eran arrojadas de
las nubes por medio de un rayo “fulminis cuneus”. Libert Froidmont (1627, p. 56), en
Meteorologicorum libri sex explica que ceraunia se produce cuando las exhalaciones
terrestres suben a la atmósfera llevando consigo granos diminutos de arena, y cuando
ésta se mezcla con la humedad de las nubes, la masa resultante se cuece con el calor de
los rayos dando como resultado una roca muy dura que cae a la Tierra. El mismo
Aldrovandi explicó en su Musaeum metallicum que las ceraunia eran producto de “la
mezcla de un cierto vaho de trueno y rayo con sustancia metálica, especialmente
producida en las nubes negras, que se coagulaba por la humedad circunfusa y que se
aglutinaba en una masa parecida a la de la harina amasada con agua, y posteriormente
se endurece a causa del calor, al igual que un ladrillo.” (Aldrovandi en Daniel: 1968, p.
33). Sobre esta línea de explicación, también Jacobus Tollius (1633-1693), uno de los

93
más famosos eruditos de la época, afirmaría que los pedernales tallados se “originaban
en los cielos a causa de una exhalación fulgurante aglutinada en una nube por el humor
circunfuso.” (ibídem, p.34).

Aquí cabe señalar que esta hipótesis va ser la explicación predominante en los
siguientes siglos cuando los eruditos de la filosofía natural, coleccionistas anticuarios e
historiadores se refieran a ceraunia como rocas. Está hipótesis permanecerá vigente
hasta 1860, cuando John Prestwich y John Evans confirmaran la presencia de estos
artefactos en las excavaciones del francés Boucher de Perthes, y convencieran a la
comunidad de eruditos para que reconocieran que estos eran productos humanos y que
su antigüedad era mayor a las fechas de dadas por Ussher.

Figura 3. Ceraunias
perforadas. Conrad
Gesner (1565).

Las primeras discrepancias acerca del origen meteorológico de las ceraunias


surgieron cuando los naturalistas comenzaron a observar características en las rocas
difíciles de explicar mediante la hipótesis del rayo. Por ejemplo, Gesner había señalado
que un tipo de ceraunia de nombre Straalhammer, proveniente de América, tenía una
forma similar a las cuñas europeas conocidas en aquella época, incluso poseían el
agujero del extremo funcional tal como las elaboradas de metal. Además de esto,
algunos especímenes tenían características análogas al pedernal (véase Goodrum:

94
2008). En 1609, Anselmo Boecio De Boodt retoma la discusión, particularmente en
torno a la hipótesis del rayo. De Boodt había criticado la hipótesis del rayo, ya que si
este proceso sucediera al pie de la letra, entonces se esperaría que las rocas tuvieran
formas esféricas o semiesféricas. Además de no explicar la presencia de agujeros y
acanaladuras, la hipótesis del rayo también tenía que lidiar con el hecho de que una
roca tan pesada como las ceraunias tendría que haber caído al suelo antes de que éstas
fueran completamente formadas, cosa que empíricamente no sucedía. En cambio, De
Boodt había notado que la forma de las ceraunias era parecida a las cuñas, hachas y
martillos elaborados en metal, aunque estas eran de piedra pesada. Respecto a las
acanaladuras que estaban en las caras de algunos especímenes, De Boodt vio cierta
similitud de éstas con las áreas de enmangue de las herramientas de metal. A partir de
estas dos observaciones, De Boodt propone la hipótesis acerca de que los llamados
ceraunia no habían sido producidos en los cielos por medio de procesos naturales, sino
que estás herramientas originalmente habían sido elaboradas en hierro y se habían
petrificado con el paso del tiempo. Esta idea estaba basada en el proceso naturae jocus,
el cual era ampliamente conocido y aceptado por la comunidad de estudiosos. Este
proceso podemos entenderlo como la capacidad de la naturaleza de producir y
transformar objetos en imitaciones de artefactos, o de formas orgánicas, en rocas, otra
variante de vis plastica como lo mencioné el capítulo anterior. Sin embargo, esta nueva
hipótesis no fue completamente aceptada ya que las personas afirmaban haber visto la
caída de las ceraunias durante las tormentas, y sobre estas observaciones, tan
ampliamente documentadas por testigos, la hipótesis de las herramientas petrificadas
parecían una locura.

A finales del siglo XVI y principios del XVII comenzaba a perfilarse otra postura
que daba cuenta acerca del origen de las ceraunias en el territorio europeo. Esta
explicación, la cual fue formulada originalmente por el curador de los jardines
botánicos del Vaticano Michel Mercati (1541-1593), estaba sustentada bajo la idea de
que las rocas eran en realidad herramientas humanas. Mercati, en 1593, había llegado
a la conclusión de que las hachas de piedra encontradas en territorio europeo fueron
alguna vez herramientas y armas utilizadas por los pueblos primitivos no

95
familiarizados con el uso del bronce o el hierro. Esta idea fue formulada a través de la
catalogación y las comparaciones que hizo sobre la colección de objetos de historia
natural que incluía fósiles, gemas y otros ejemplos geológicos, así como materiales
etnográficos enviados a Europa desde el Nuevo Mundo. Mercati se dio cuenta que una
parte de la colección geológica con la que trabajaba se parecía mucho a las puntas de
flechas y hachas de los nativos americanos. El argumento para sostener su idea estuvo
basado en evidencia documental, principalmente basada en escritos bíblicos e
históricos, y en evidencia física. Por un lado, Mercati menciona que en diferentes
versículos de La Biblia se aludía que los hebreos habían usado herramientas de piedra
para realizar la circuncisión. Mercati menciona que: “Those who study history think that
before the use of iron it was beaten out of the hardest flints, to be used for the madness of
war. For very early man used sections of flint as knives. Sephora, the wife of Moysus, is said
in the Holy Book to have initiated her son to the Jewish rite with a very sharp stone; and
when Joshua entered Palestine, he was ordered by God to prepare two stone knives for the
same purpose, whence was established in Israel the custom of circumcision with a stone.
In our age, in tire absence of molten iron in western regions, ships, houses, and all
mechanical tools have been constructed by cutting stones to a sharp point. Indeed Sílex’
(flint), as its name implies, seems like 'Silex' which has been selected for cutting. ‘Sicilies’
are those stones by which missiles and hunting spears are sharpened, as we find in that
verse of Ennius recorded by Festus: “The skirmishers, with broad cutting-spears
(Sicilicibus) advanced in a body.” (Mercati: 1969 (1593), p. 74-76).

Asimismo, Mercati recurre a la obra del filósofo Lucrecio quien, en su De rerum


nature, menciona que los hombres primordiales utilizaban armas de piedra afilada
antes de convertirse en hombres civilizados que aprendieron a utilizar el hierro; “From
small beginnings, men's hatred grew to immense proportions, and Africans joined battle
(using clubs which are called “phalangae”, poles with the Egyptians) however, both Pliny
and Pomponius record that the Phoenicians had already considered war. Nor is Lucretius
right when he says: ‘Ancient weapons consisted of hands, claw's, and teeth’.” (Mercati:
1969 (1593), p. 78).

96
Figura 4. Representaciones de
ceraunias en el ex Metallotheca de
Mercati

Fig. 5. Ceraunia "piedras de


rayo" descubiertas en el ex
Metallotheca Michele Mercati,
publicado en 1717.

La evidencia física son los reportes acerca de los habitantes del Nuevo Mundo
que mencionaban que éstos no tenían herramientas de metal sino instrumentos hechos
de piedra, y por supuesto, ejemplares de herramientas llevadas a Europa que fueron
incluidas en las colecciones del Vaticano. Cotejando con los reportes etnográficos,

97
Mercati se pudo dar cuenta que muchas puntas de proyectil europeas tenían
astillamientos en sus caras, lo que indicaba que también habían sido fabricadas por
medio de la técnica de percusión como sus similares americanas; también, gracias a la
observación de rasgos tecnológicos, él pudo identificar las acanaladuras para el
enmangue de las puntas.

Hay un problema derivado de la hipótesis de Mercati. Como lo ha señalado


principalmente Goodrum, de ser aceptada la hipótesis de que las ceraunias son
herramientas humanas, entonces por qué los antiguos europeos utilizaron
instrumentos de piedra cuando los elaborados con metal son evidentemente
superiores. Para Mercati, esta cuestión podía responderse a través de los textos bíblicos
ya que en ellos se mencionaba que la metalurgia había sido inventada poco después de
La Creación: para él, el uso de las herramientas de piedra se debió a que algunos grupos
hebreos habían perdido el conocimiento de la metalurgia a consecuencia de la
dispersión de los hombres después del Diluvio, y esto fue porque al emigrar a otras
regiones habían perdido las habilidades necesarias para producir herramientas de
metal, o porque se establecieron en regiones donde carecían de hierro. Evidentemente,
la aceptación de esta idea concordaba con la historia proporcionada por el Antiguo
Testamento. Sin embargo, al irse desechando paulatinamente a La Biblia como fuente
de autoridad para explicar la antigüedad de los humanos, la pregunta plantearía nuevas
implicaciones para la interpretación de su historia temprana. Esta cuestión va
permanecer sin respuesta hasta la segunda mitad del siglo XIX.

He mencionado que el proceso identificatorio de las ceraunias comienza con la


puesta en duda principalmente de dos hipótesis: 1) que esté tipo de roca era producto
de un proceso natural que se llevaba a cabo en el cielo, la hipótesis del rayo; o bien, 2)
la hipótesis de que las herramientas originalmente eran de metal y con el paso del
tiempo se transformaron en piedra. Mercati estuvo seguro de haber encontrado el
origen de las ceraunias aportando pruebas que apoyaron la idea que las herramientas
de piedra se habían utilizado en el pasado por humanos que no conocían el uso del
metal. Entre ellas, la analogía etnográfica. Está herramienta será una de las principales

98
fuentes de evidencia para sostener que las ceraunias son productos humanos, pero
además, plantearán el problema sobre su antigüedad durante los siguientes siglos como
veremos enseguida.

3.3.2. La analogía etnográfica

A pesar de que los escritos de Mercati no fueron conocidos hasta mediados del siglo
XVIII, durante este periodo surge un grupo de estudiosos que comienzan a sostener la
idea de que las ceraunias eran en realidad herramientas humanas gracias a que éstas
fueron comparadas con algún tipo de herramientas conocidas. William Dugdale (1605-
1686), en su Antiquities of Warwickshire (1656), afirma que los objetos de piedra eran
armas usadas por los primitivos habitantes de Gran Bretaña antes de que se conociera
el arte de la fabricación de armas de bronce y hierro. John Aubrey (1626-1697), quien
era contemporáneo a Dugdale, e íntimo amigo de Robert Hooke escribe lo siguiente:
“Let us imagine then what kind of countrie this was in the time of the ancient Britons, by
the nature of the soile, which is a soure, woodsere land, very natural for the production of
oaks especially. One may conclude that this North-division was a shady dismall wood; and
the inhabitants almost as salvage as the Beasts, whose Skins were their only rayment…
They were 2 or 3 degrees I suppose less salvage than the Americans.” (Aubrey en Edward
Jackson: 1659—70, p. 4).

Otros comienzan a cuestionar el origen no humano de los instrumentos hechos


de piedra, como Robert Plot (1686) en Inglaterra, Ole Worm 52 (1655) en Dinamarca,
Helwing (1717) en Alemania, Mahudel (1734) y Goguet (1758) en Francia, entre otros.
Estos autores señalaron lo ridícula que era la idea de que las ceraunias sean productos
de la naturaleza o creaciones de duendes, sobre todo porque durante los siglos XVII y
XVIII viajeros y comerciantes del viejo mundo trasladaron a las cortes europeas muchos
de los artefactos que elaboraron los indios americanos, así como artefactos

52Worm también había mencionado el origen de ceraunia: “so called because they are thought
to fall to earth in the lightning flash. They have various shapes, sometimes conical, sometimes
hammer or axeshaped, and with a hole in the middle. Their origin is disputed; some deny they are
meteorites, supposing from their resemblance to iron tools that they are really such tools
transformed into stones.” (Worm: 1655, p.74, en Klindt-Jensen, 1975, 23).

99
provenientes de las islas del Pacifico. Samuel Johnson en 1773 dice: “A proof much
stronger of the distance at which the first possessors of this island lived from the present
time, is afforded by the stone heads of arrows which are very frequently picked up. The
people call them Elf-bolts, and believe that the fairies shoot them at the cattle. They nearly
resemble those which Mr. Banks has lately brought from the savage countries in the
Pacifick Ocean, and must have been made by a nation to which the use of metals was
unknown.” (Johnson: 1773)53. Daniel menciona que ya entrado el siglo XIX, para el año
de 1813, Vendel-Simonsen en Dinamarca, y en 1814, J. Hartford en Inglaterra, se vieron
obligados a rechazar todavía la muy arraigada idea de que las herramientas de piedra
eran objetos sagrados elaborados por entidades sobrenaturales. Insistieron en que
había pruebas suficientes para pensar que dichos instrumentos de piedra eran
similares a los producidos por “los pueblos salvajes” de América.

La idea de que las ceraunias fueron hechas por la mano del hombre fue aceptada
paulatinamente a consecuencia de dos hechos. El primero de ellos, como ya se
mencionó, se debió al registro etnológico del uso de herramientas de piedra en las
distintas comunidades donde las potencias europeas tenían colonias. Este registro
etnológico describía muchas de las actividades productivas de las colonias, además de
las descripciones de sus utensilios de trabajo. Evidentemente, dichas descripciones
encajarían con la morfología de las ceraunias. El segundo hecho se debe a las
excavaciones de Bouche de Perthes en 1835 que, para mostrar la antigüedad del ser
humano, expuso que muchas herramientas de piedra recuperadas en superficie
estuvieron asociados a fauna “anti-diluviana” y a osamentas humanas (esto será
explicado en el capítulo V).

La idea de comparar a los antepasados europeos con los pueblos “primitivos”


contemporáneos por medio de sus herramientas fue concebida en varias ocasiones. Los

53Samuel Johnson, A Journey to the Western Isles of Scotland (W. Strahan and T.Cadell (1775),
Text transcribed from the 1775 edition by David Price, including the corrections noted in the
1785 errata, London. Placename mark-up by Humphrey Southall. En:
http://www.visionofbritain.org.uk/travellers/Johnson/10 (consulta el 3 de Noviembre de
2015).

100
anticuarios del siglo XVII y XVIII ya tenían informes acerca las personas que vivían en
territorios colonizados, así como de sus herramientas; incluso, muchos de esos
informes estuvieron ilustrados con imágenes de las comunidades indígenas. La
etnografía comparativa se enfocó en crear una representación casi idéntica de los
primeros habitantes europeos a través de las comunidades del Nuevo Mundo. Este
modelo de hombre primitivo es sobre el cual el anticuarismo monta sus conceptos
visuales de la antigüedad europea.

Figura 6. Representación de los habitantes de las colonias en A Key Into the Language
of America escrito en 1643 por Roger Williams.

3.3.3. La etnología en los primeros estudios de clasificación museográfica

Los anticuarios de la región nórdica comenzaron a aceptar las semejanzas tecnológicas


que había entre las herramientas líticas hechas en las colonias y las antigüedades de su
propio país: principalmente comparando los procesos de manufactura de los
instrumentos tallados, algo que ya Mercati había intuido mediante la observación de los

101
astillamientos en las ceraunias. Con este criterio comparativo comenzaron a describir
la Real Colección Danesa de antigüedades, monedas y objetos etnográficos. El primer
catálogo fue Museum regium, sive catalogus rerum, &c. quee in basilica bibliotheca
Christiani V. Hafnise asservantur, editado por el profesor Oliguer Jacobaeus en 1696.
Jacobaeus fue el encargado de poner en orden y aumentar las colecciones de los
gabinetes de curiosidades del Rey Christian V de Dinamarca los cuales incorporan todas
las colecciones hechas por Ole Worm y Bernard Paludanus. Sus predecesores, como Ole
Worm, habían ordenado de manera ambigua los objetos de dicha colección, así que la
clasificación de las herramientas etnológicas continuaban siendo agrupadas dentro de
los fósiles y gemas. El trabajo de Jacobaeus se basó exclusivamente en la clasificación
de los objetos que le eran reconocibles, confinando también a las herramientas líticas
dentro de las ceraunias. Los gabinetes de curiosidades fueron divididos en las dos
secciones tradicionales: Naturalia y Artificilia. Naturalia fue dividida en siete secciones
y Artificilia en cinco:

Naturalia Artificilia
1) El hombre, incluyendo 1) Objetos artificiales de metal,
momias, asociados a otros madera, hueso, cuerno y ámbar
animales y cuadrúpedos
2) Pájaros 2) Armas, ropa, implementos y
utensilios de la India, Turquía,
Groenlandia, y otros lugares.
3) Peces 3) Antigüedades
4) Conchas 4) Instrumentos científicos y
mecánicos
5) Reptiles e insectos 5)Monedas, medallas y sellos
6) Plantas
7) Metales, minerales y arenas

102
Ole Klindt-Jensen (1981) menciona que no fue hasta 1710, cuando J.
Laverentzen, el asistente de Jacobaeus, editó nuevamente el catálogo de antigüedades
(Kunstkammer) haciendo énfasis en la documentación etnográfica de la época y
aplicando correlaciones tecnológicas y funcionales en su clasificación. Klindt-Jensen
menciona que: “From the Iceland Ole Worm had obtained an interesting object of black
stone, found lodged in the blubber of a large sea mammal. It had a hole in one end and
Laverentzen, who knew of harpoons used by the natives of Greenland, had no difficulty in
recognizing it as the head of missile. Through the hole a cord presumably hand been
threaded.” (Klindt-Jensen: 1981, p. 15).

Figura 7. Gabinete de curiosidades montado por el danés Ole Worm en Copenhague.


En la representación se incluye una gran variedad de objetos pertenecientes a la historia
natural. (Museum Wormianum, 1655).

103
Laverentzen utilizó como fuente el trabajo etnográfico del profesor y sacerdote
Louis Hennepin Pére (1633) que realizó en Norte América, en el estado de Louisiana.
Este trabajo, en la opinión de Klindt-Jensen, fue uno de los registros etnográficos más
completos de la época que pudo utilizar Laverentzen para la clasificación de los objetos;
en él se pueden leer ideas que retomó el danés, como la siguiente: “Before the Europeans
went to America, the Indians used, and all the nations of Louisiana still use to this day,
earthen pots instead of kettles, sharpened stones having no axes or knives. They put small
stones in a split stick, and a certain bone which is above the heel of the elk to serve as an
awl. They have no firearms, but only bows and arrows. To make fire they take two little
sticks, one of cedar and the other of a harder wood and by rubbing them between the two
palms of their hands, the hardest on the weakest, a hole is made in the cedar, from which
a dust falls which is converted into fire. When they wish to make a platter, bowl or spoons,
they trim the wood with their stone hatchets. They hollow it with live coals and then scrape
them with beaver teeth to polish them. As for the northern nations, where the winters are
long, they use raquettes to walk on the snow.” (Hennepin, (1633) 1880, p. 326)54. Más
adelante menciona: “And those who are near Europeans, have now guns, axes, kettles,
awls, knives, flints and steels, and other utensils like us. To plant their Indian corn they
make wooden spades, but when they can get iron ones, they prefer them to the others.
They have gourds in which they put their bear, wild cat and sun flower oil. There are none
of the men who have not a little bag to hold their pipe and tobacco. The women make bags
of Indian corn leaves, of linden bark or flags to hold their grain. They make thread of
nettles, linden bark, and a certain other root of which I do not know the name. To sew their
shoes they use only babiches or laces. They make mats of flags to lie on and when they
have none, they use bark. They swaddle their children almost in the same way as women
in Europe; they tie them to a board, in order to take their kettles, some have cranes, those
who have not use branches of trees.” (ibídem, pp. 326-327). Este tipo de ideas son las que
le permitieron a Laverentzen hacer una descripción diferente de las herramientas de

54Hennepin: "A description of Louisiana". En


https://archive.org/details/descriptionoflou00henn

104
piedra dentro de la clasificación de las antigüedades danesas que había comenzado el
profesor Jacobaeus.

En el campo de la clasificación, la interpretación de un gran número de artefactos


de origen danés fueron descritos como hachas, dagas, puntas de flecha, entre otros, y
fueron divididos en dos principales grupos: el de piedra y el de metal, evitando términos
en la clasificación como “Thunder stone”, “Elf-Stricking” o “Fairly Arrows”. En el caso de
la analogía etnológica, Laverentzen sostiene que los datos provenientes del trabajo de
Hennepin y su clasificación proporcionan pruebas acerca del progreso humano que
encajaban exactamente con las ideas clásicas de Hesíodo y Lucrecio, ideas fuertemente
arraigadas en las creencias de Laverentzen (véase Klindt-Jensen: 1981, p. 15). Para
aclarar lo que quiere decir con progreso humano, quizás tengamos que decir que no
sólo Laverentzen, sino también un número importante de anticuarios europeos
pensaban que la humanidad ha avanzado en el pasado, avanza actualmente, y podemos
esperar que avance. La noción estándar que se tenían acerca del progreso humano era
que este comienza cuando el hombre vive desnudo y sin techo, dependiendo
exclusivamente de su habilidad y asociación con otros hombres para defenderse de las
bestias. Progresivamente, los hombres fueron edificando hogares simples, crearon
distintos tipos de lenguajes, ciencias y artes, religiones, perfeccionaron su tecnología
con el fin de enriquecer su existencia. Para Laverentzen, esta idea de progreso afirma
implícitamente que hay un proceso de perfeccionamiento tecnológico en el cual los
estadios más tempranos de la humanidad estaban representados en ese momento por
las comunidades de indígenas de las colonias europeas, y que la observación de éstas,
eran análogas a las comunidades pretéritas del país danés.

Es importante señalar que para los anticuarios de la época de Laverentzen, la


observación de los procesos de manufactura y los modos de uso de las herramientas
líticas dentro de los reportes etnográficos, además de despejar la idea de que estas
rocas no eran producto de la naturaleza, también permitió justificar la idea de que las
sociedades que las utilizaban se encontraban en una etapa tecnológica anterior al uso
de la metalurgia por la cual las sociedades europeas ya había transitado. Daniel y Heizer

105
afirman que los trabajos de John Locke, Thomas Hobbes, y otros autores, contienen
ideas acerca de la forma en que son vistos los “salvajes” colonizados en el siglo XVII,
ideas que seguirán manteniéndose en el pensamiento del anticuarismo del siglo XVIII y
el victoriano del siglo XIX. Daniel hace referencia a ello en la siguiente cita: “John Locke,
en sus “Treatises on Civil Government”, publicado en 1690, afirma que el indio americano
es un modelo de las primeras edades en Asia y Europa; Thomas Hobbes, en su Leviathan
de 1651, ve el indio americano como una representación de la condición original humana;
y Montaigne, en su Essay on Cannibals de 1588, ve a los indios americanos como la
representación viva de los europeos y su modo de vida.” (Daniel: 1968, p. 53).

Lo importante del trabajo de Laverentzen es que propone un cambio


metodológico implementado en la clasificación de las antigüedades por medio de la
analogía etnográfica, el cual le permite tres cosas importantes: la primera de ellas es
relacionar los procesos de manufactura de las herramientas prehistóricas con los
procesos contemporáneos de manufactura documentadas etnográficamente mediante
una inferencia analógica. La segunda, le permite relacionar sus posibles modos de usos
y clasificar las herramientas por criterios únicamente funcionales al compararlas con
los utilizados en aquellas comunidades que utilizan tecnología de piedra. La tercera le
permite inferir que las sociedades que elaboraron sus herramientas de piedra están en
un determinado estadio tecnológico ubicado en la historia humana, y por lo tanto, en el
tiempo. En este último punto podemos decir que la analogía etnológica, aparte de dar
indicios acerca del origen real de las ceraunias, también comienza a aportar algunas
ideas acerca de cómo pudo haber sido la humanidad en sus orígenes: usar la imagen de
las comunidades “tradicionales” o “salvajes” como los representantes vivos del hombre
antiguo e incivilizado permitirá caracterizar, no sólo la etapa temprana del hombre,
sino también un periodo histórico poco conocido caracterizado por la ausencia de
artefactos producidos en metal.

Con la clasificación de Laverentzen observamos algunos indicios acerca de las


creencias con las que trabajaba el anticuarismo danés. Una de ellas es la que sostiene
que la línea de tiempo por la que ha transcurrido la historia humana existe un

106
progresivo desarrollo de las ideas, de la tecnología y de los grados de civilización. A
través de su trabajo clasificatorio se infiere que el origen de la humanidad está
relacionada con la presencia de instrumentos de piedra, y se asume implícitamente, por
medio de la analogía etnográfica, que el desarrollo humano es homogéneo para todas
las sociedades humanas. Klindt-Jensen (1975, 1981) ha mostrado que a pesar de que el
trabajo de Laverentzen fue olvidado por algún tiempo, posteriormente fue leído y
citado por eruditos suecos y alemanes, influyó tanto en sus ideas que llegó a ser
considerado como uno de los pioneros en los trabajos de anticuarismo museográfico de
la época, y fuente importante para la arqueología danesa de principios y mediados del
Siglo XIX.

3.4. ANÁLISIS

3.4.1 Pensamiento tipológico y la analogía.

Alain Schnapp (2013) menciona que la organización de los objetos en el espacio


restringido de una colección fue una forma de organizar el Mundo. Schnapp relaciona
esta idea con las prácticas de clasificación de los objetos de historia natural, las reliquias
y los objetos arqueológicos que comienzan a gestarse desde mediados del siglo XVI
cuando los naturalistas y anticuarios inician las investigaciones acerca del origen de los
fósiles y de las producciones humanas. A pesar de que la idea de Schnapp es muy
general, aquí tiene sentido si pensamos que dentro de estas prácticas se comienzan a
desarrollar mecanismos metodológicos, epistemológicos y cognitivos para reconocer y
clasificar a los objetos. Pero lo más importante es que dentro de éstas prácticas los
procesos de identificación llevan a nuevas consideraciones acerca de cómo medir el
tiempo, y cómo medir el tiempo también es una forma de organizar el Mundo.

En las clasificaciones mineralógicas tradicionales subyace la noción aristotélica


de tipo, es decir, un conjunto de características morfológicas únicas y observables que
tienen en común los objetos (i.e., forma, color, estructura). La razón inicial por lo cual

107
las ceraunias no podían distinguirse de otros fósiles en este tipo de clasificaciones se
debió a que las características morfológicas eran concebidas como invariantes. Bajo esta
noción era imposible pensar que cualquier variación entre las ceraunias y algunos de
los fósiles indicara que eran objetos diferentes; y al no existir algún indicio que
mostrase que se trataban de objetos diferentes, se asumió que todos ellos tenían la
misma base explicativa, es decir, eran entidades fijas que no cambian con el tiempo y que
fueron creadas gracias a que sus cuerpos han transmutado por medio de la vis plástica.
Como ya mostré en el capítulo anterior, con los estudios de Steno la explicación acerca
del origen de los fósiles fue tomando una dirección hacia la idea de que éstos eran
organismos vivos que estuvieron sujetos a procesos de fosilización provocados en parte
por la transformación geológica. En la clasificación de las ceraunias, ya reconocidas
como artefactos de piedra, se comenzaron a abandonar los nombres que de alguna
forma hacían referencia a la ontología aristotélica, y fueron sustituidos por los nombres
de herramientas conocidas, como puntas, martillos, hachas, etc.

Al romperse el vínculo que unía las primeras clasificaciones mineralógicas de las


ceraunias con las hipótesis basadas en la transmutación de los cuerpos, comienza a
gestarse una nueva forma de clasificar sistemáticamente los objetos mediante sus
características tecnológicas observables y el uso de analogías etnográficas. El uso de
estos recursos permitió postular que en la historia humana existe un cambio
tecnológico progresivo que comienza con la producción de herramientas de piedra. En
referencia al problema del tiempo “profundo”, aquel periodo antiguo escasamente
documentado por las fuentes históricas tradicionales, la analogía etnográfica y las
clasificaciones basadas en criterios tecnológicos fueron los que permitieron crear una
imagen de la antigüedad europea basada las características materiales de las
sociedades “primitivas” contemporáneas, lo cual implicó que la interpretación del
desarrollo económico, social y político podría ser estudiado en etapas. Esta nueva forma
de obtener datos sobre los objetos arqueológicos es inédita y será una constante en el
pensamiento tipológico dentro de la arqueología.

108
Una primera pregunta es ¿cómo se establecieron epistemológicamente los
criterios que le dieron validez al uso de las analogías? Autores como Brower (1993),
Wylie (1988) y Ascher (1961), que han estudiado el uso de la analogía como
herramienta para conocer el pasado, mencionan dos de los principales patrones de
inferencia analógica que sirven para conocer el pasado a partir de los artefactos
arqueológicos y el uso de etnografías: el primero de ellos se le ha denominado analogía
histórica y supone una continuidad histórica entre fuentes etnográficas y
arqueológicas; el segundo patrón inferencial es la analogía bajo condiciones de
contorno, que a diferencia de la anterior, no tienen una relación histórica presunta entre
los análogos (véase Ascher: 1961, p. 319; Brower: 1993, p. 236). En el primer patrón de
inferencia analógica el criterio principal para la clasificación de artefactos
arqueológicos es que ellos indiquen que son producto de un mismo desarrollo histórico
local. Esto quiere decir que la fuente etnográfica describe directamente los artefactos
de un determinado contexto arqueológico. Al ser un modelo analógico directo, la
clasificación de los artefactos puede ubicar a cualquiera de ellos en un momento
específico dentro de una escala temporal. En el caso de las analogías bajo condiciones
de contorno -o analogía ilustrativa como Brower la ha llamado- los criterios de selección
se basan en aquellos elementos semejantes entre fuentes etnográficas y contextos
arqueológicos sin ninguna relación directa. En este caso, la clasificación temporal de los
artefactos arqueológicos se establece de manera indirecta. Este último parece ser el
modelo analógico que más encaja con el proceso de reconocimiento e identificación de
las herramientas de piedra durante el periodo estudiado en este capítulo, dado que,
como ya se mostró, las etnografías le dieron cuerpo a la evidencia material que permitió
imaginar y representar el pasado mediante elementos observables en el presente.

En resumen, el proceso de reconocimiento de las herramientas humanas se


caracterizó por dar inicio a una nueva forma de clasificación de las reliquias y de otros
objetos arqueológicos por medio de categorías tecnológicas que connotó un
distanciamiento temporal entre ellas. Estás categorías tecnológicas se sustentan
inicialmente en la idea de que las herramientas de piedra fueron elaboradas por
sociedades primitivas que no conocían el uso de los metales. A partir de este proceso se

109
comienza a afianzar con mayor fuerza la idea de (1) un Tiempo antropológico que
consiste en el supuesto desarrollo tecnológico que subyace a toda la historia humana;
(2) que el desarrollo tecnológico es progresivo, y por lo tanto, los objetos que conforman
los gabinetes de curiosidades pueden ser ordenados temporalmente; (3) que las
clasificaciones por categorías temporales pueden ser establecidas mediante el uso de
documentos históricos, reliquias, objetos arqueológicos y monumentos, pero
sobretodo, mediante el uso de la analogía etnográfica.

110
CAPÍTULO 4. DE PRINCIPIOS BIBLICOS A PRINCIPIOS FISICOS. EXPLICACIÓN FISICA
Y MEDICIÓN DE LA EDAD DE LA TIERRA.

“Each time one wants to be so rash as to try to explain


theological truths by means of physical reasons, or one
allows oneself to interpret the divine text of sacred books
in terms of purely human views, or one would reason upon
the will of the Almighty and upon the execution of his
decrees, one necessarily falls into darkness and chaos.”
Buffon

4.1. INTRODUCCIÓN

La escala de tiempo establecida por Ussher continuaba siendo un criterio fijo, la


mayoría de los eruditos y la gente común del siglo XVIII no tenían ninguna buena razón
para dudar de ella. A pesar de que los estudios de Hooke y Steno habían mostrado que
los procesos de fosilización y de sedimentación geológica eran eventos históricos, a
inicios del siglo no había evidencia física que sugiriera que la escala de tiempo fuera
mayor a 6000 años. En un esquema general, se aceptaba que las causas divinas como el
Diluvio Universal eran las causantes de todos los fenómenos naturales, por ello muchas
de las teorías acerca de la Tierra tomaban como verdaderos los principios físicos
postulados por la tradición eclesiástica. Como veremos en este capítulo, la evidencia
física comienza a integrarse como uno de los elementos más importantes que dieron
inicialmente apoyo empírico a las explicaciones basadas en los principios físicos
tradicionales. En el primer tercio del siglo XVIII, sin embargo, nuevas investigaciones
comenzaron a recabar evidencia física, principalmente astronómica, geológica y
mineralógica, que llevó a replantearse si los principios físicos que se sostienen en La
Biblia acerca del Origen de la Tierra eran correctos.

Consideremos que, como una primera etapa, desde finales del siglo XVI la
recolección de objetos de historia natural fue una de las principales actividades

111
destinada a la elaboración de tipologías con sus respectivos catálogos. Esta forma de
clasificar permitió inicialmente inventariar aquellos objetos que serían estudiados por
disciplinas ya establecidas durante el siglo XVIII como la zoología, la botánica, la
mineralogía y la geología. En esta nueva etapa que abarca todo el siglo XVIII, una
característica relevante es que la evidencia física comenzó a ser interpretada
históricamente; la explicación de lo que pudo haber sucedido con la Tierra en el
transcurso del tiempo, el cómo pasó y el cuándo, resultó ser más significativo que
simplemente tratar de medir la magnitud total del tiempo de la Creación. En
consecuencia, el tiempo geológico profundo y la historia humana profunda tuvieron que
ampliar el rango en su escala de tiempo.

Uno de los componentes que se van a ir integrando en los esquemas de


explicación de fenómenos naturales es la obtención de nueva evidencia fósil y
estratigráfica por medio de exploraciones in situ. En este capítulo veremos que el
estudio de los fósiles cobró mayor interés, las clasificaciones ampliaron su espectro
tipológico, y en consecuencia, su valor como evidencia se fue robusteciendo. Rudwick
menciona que, a diferencia de los especímenes estudiados en el siglo XVII, en este
período los coleccionistas de objetos de historia natural colectaron ejemplares mucho
mejor conservados que podrían ser tratados como propias antigüedades de la
naturaleza. Este nuevo tipo de recolección se caracterizó por extraer la mayor parte de
los especímenes directamente de las canteras, lo que permitió saber su procedencia
geológica. Saber la procedencia permitió a los filósofos naturales interpretar,
conjuntamente con los fósiles, la composición y estructura de los estratos geológicos
como verdaderos marcadores de tiempo. Las principales afirmaciones que se
generaron apoyaron la idea de que la mayoría de los fósiles estuvieron vinculados a un
sólo evento breve y violento como el Diluvio, por lo cual, la escala de tiempo del tiempo
profundo seguía permaneciendo igual. Sin embargo, algunos estudiosos habían
imaginado que la creación de los estratos requirió mayor número de años lo que sugirió
que la escala de tiempo de la Tierra necesitara un “estiramiento” sustancial. La principal
línea de razonamiento estuvo basada en la idea de “formaciones geológicas”, por lo que
se sabía, las formaciones geológicas hechas de roca caliza -y otras rocas con estructura

112
similar- no eran producto de eventos breves, sino que al contrario, la formación de estos
sedimentos requeriría miles de años.

Finalmente veremos que, dentro de la problemática vinculada al paulatino


rechazo de los principios físicos eclesiásticos, algunos autores como Woodward,
Whiston, Gautier, Maillet y Buffon, introdujeron dentro de los esquemas de explicación
histórica el uso de la evidencia física para tratar de calcular la edad de la Tierra. Este
uso inédito de la evidencia física permitió elaborar nuevos principios físicos basados en
causas naturales que podían ser medidos en coordenadas temporales como las orbitas
de los cometas, el enfriamiento de cuerpos incandescentes, el descenso de los niveles
del mar, entre otros. El objetivo de este capítulo es mostrar cómo fue que durante todo
el siglo XVIII, y principios del XIX, la investigación se complejiza al reformular varios
elementos del esquema tradicional de explicación sobre el origen e historia de la Tierra.

4.2. LAS PRIMERAS IDEAS SOBRE EL FECHAMIENTO DEL DILUVIO

4.2.1. La Teoría Woodwardiana

Las ideas de Steno y Hooke proporcionaron a otros naturalistas de finales del siglo XVII
y principios del XVIII ideas fructíferas relacionadas al origen de los fósiles. John
Woodward (1665 – 1728), médico Inglés y crítico de Burnet, amasó una de las más
significativas colecciones de fósiles que a su muerte fue donada a la Universidad de
Cambridge. En el año de 1695, Woodward escribió An Essay on the Natural History of
the Earth donde sostiene la idea de que los fósiles son organismos antediluvianos. En
este ensayo se dice que la inundación extremadamente violenta del Diluvio había
destruido por completo al Mundo. Este evento había sido de gran magnitud que la ley
de la Gravitación Universal de Newton había sido temporalmente suspendida; en este
escenario, los materiales orgánicos e inorgánicos como las rocas se habían revuelto en
una suspensión espesa como una sopa. Cuando la fuerza de gravedad se reanudó, esta
suspensión espesa se asentó sobre la Tierra para formar todos los estratos geológicos

113
que en la actualidad son ampliamente visibles en los acantilados y canteras de donde
los naturalistas habían establecido sus bancos de fósiles. Para Woodward, estos restos
orgánicos petrificados sobrevivieron como evidencia de lo que era el Mundo antes de
la catástrofe. Sin embargo, al ser un evento que destruyó un Mundo anterior, la
revoltura de los materiales eliminó todo indicio del hábitat original de dónde habían
provenido las especies. Al igual que sus predecesores, la hipótesis de Woodward daba
por sentado que todo este proceso había tenido lugar en el breve espacio de tiempo
dentro de la cronología bíblica (véase Joseph M. Levine: 1977; William Schopf: 1999;
Rudwick: 2014).

Figura 1. En el siglo XVIII los coleccionistas, entre ellos el Dr. John Woodward (1665 -
1728), encargaron a medida armarios llenos de cajones y compartimentos para alojar sus
objetos. Una característica fue que en estos gabinetes los fósiles eran clasificados en cajones
ordenados de acuerdo a las unidades estratigráficas de donde provenían, lo que sugería una
cronología relativa.

Hay tres diferencias en el trabajo de Woodward respecto a las ideas de Hooke,


Steno y Burnet. La primera, como experto fosilisista, Woodward examinó a detalle la
estructura de los fósiles marinos y encontró evidencia de que eran de origen orgánico.
La segunda diferencia es que su argumento había resuelto el problema de la
transportación y depositación de los fósiles por medio de la hipótesis de la inundación
violenta; explica por qué hay fósiles marinos en las montañas. De hecho sostiene, a
diferencia de Steno, que este evento catastrófico es el que le dio su principal forma al
relieve terrestre, y que los cambios post-diluvianos han sido muy pocos después de la

114
inundación. En tercer lugar, Woodward acepta la intervención divina como causa del
Diluvio, lo que llevó a preguntarse si los milagros podían ser la causa de otros eventos
naturales, algo por lo que irónicamente Burnet había sido atacado: por excluir lo divino
como causa de las cosas de la naturaleza (véase Porter: 2008, p. 420). Algunos
seguidores y críticos de Woodward como William Whiston (1667 - 1752) trataron de
sustituir a los milagros por causas naturales; en su New Theory of the Earth (1696),
Whiston menciona que un cometa que pasó cerca de la Tierra fue la causante de dicha
inundación. El mismo Whiston crítica la idea de la suspensión dado que rara vez se
observa en los estratos que los fósiles de mayor tamaño y peso se localicen en las partes
más bajas como se esperaría en una precipitación química normal.

A pesar de las críticas de Whiston, la teoría de la disolución universal de la


corteza terrestre debido al Diluvio fue ampliamente discutida y adoptada por filósofos
naturalistas distinguidos en el área como Johann Jakob Scheuchzer (1672 - 1733) en
Herbarium deluvianum (1708) y Naturgeschichte des Schweitzer Landes (1716); el
erudito francés Luis Bourguet (1678-1742) en Lettres philosophiques sur la formation
des sels et des crystaux (1729); y el italiano Giuseppe Monti (1682-1760) en De
monumento diluviano nuper in agro Bononiensi detecto: dissertatio in qua permultae
ipsius inundationis vindiciæ, a statu terræ antediluvianae & postdiluvianæ desumptae
(1719). Sin embargo, uno de los rasgos metodológicos sobresalientes en el trabajo de
estos autores es que sus hallazgos fueron localizados in situ en los bancos de fósiles y
no en los gabinetes de curiosidades como tradicionalmente se hacía por parte de los
coleccionistas de reliquias. Al adoptar este procedimiento 55, se cubrieron zonas
geográficas más amplias, como Bolonia con Monti. Al ampliar las áreas de estudio se
comenzaron a detectar patrones en la composición y depositación de los estratos en
distintos lugares, de tal forma que estos patrones indicaban que algunos de los eventos
geológicos tuvieron una extensión espacial más amplia; pero sobre todo, indicaron que
estos eventos probablemente habían sucedido en un mismo momento. La asociación de

55 Recordemos que el precursor de este procedimiento fue el mismo Steno con el estudio
estratigráfico de las colinas de Volterra.

115
la composición de los estratos con determinados tipos de fósiles permitieron establecer
claramente una sucesión diferenciada de eventos geológicos de manera relativa.

Figura 2. Grabado proveniente de Herbarium Diluvianum publicado en 1709 por Jakob


Scheuchzer. Como muchas otras imágenes de la época está representando al Diluvio Universal
como la causa primaria de la modificación de la Tierra.

El éxito de la teoría woodwardiana es que compaginó muy bien el relato bíblico


del Diluvio Universal -y su cronología- (que eran considerados literalmente
verdaderos) con los eventos naturales. Daba una explicación que tenía componentes
metodológicos más robustos que la teoría sagrada de Burnet como fue la obtención de
datos directamente de los estratos y los fósiles. Sin embargo, la idea de los milagros
como causa primera fue una de las ideas más controvertidas que los filósofos
posteriores trataron de reformular.

4.2.2. Fechando el Diluvio con cometas

A diferencia de la teoría woodwardiana, Whiston estableció una forma de fechar el


Diluvio de manera que pretendía ser absoluta. A finales del siglo XVII muchos folletos
acerca de cometas fueron impresos por lo que se creía en un inminente fin del Mundo.

116
En este tiempo aún se aceptaba la idea de que este tipo de objeto celeste presagiaba
catástrofes. En este contexto la presencia de cometas estaba relacionado con la
desecación de los cultivos y la esterilidad de las tierras, la peste, las tormentas que
provocaban las inundaciones y los naufragios, e inclusive, la caída y destrucción de
reinos; por lo cual no es extraño que estos principios fueran atribuidos, en mayor escala,
al suceso del Diluvio. Edmund Halley (1656 – 1742), con la ayuda de la reciente ley de
la Gravitación Universal postulada por Newton, calculó por primera vez la órbita del
cometa que había aparecido en el año 1682. A través de esta ley Halley pudo determinar
que los cometas registrados en el año de 1531 y 1607 tenían órbitas casi idénticas y la
periodicidad con la que habían sido observadas eran lapsos de 75 y 76 años. Con estos
cálculos infirió que se trataba en realidad del mismo cometa, por lo cual predijo que su
regreso sería para el año de 1758. Con estos elementos, en New Theory of the Earth,
Whiston calcula que el cometa de 1682 era el mismo que visitó la Tierra en el momento
del Diluvio. Cito in extenso:

The Cause of the Deluge demonstrated.

Before I proceed to my present Demonstration I the Cause of the Deluge, I must


premise this ; That in my New Theory of the Earth, especially as improved and
corrected in the Second Edition, I have evidently shewn, that in cafe a Comet passed
by, before the Earth, in its annual Course, on the 17th Day of the second Month,
from the Autumnal Equinox, or November 28, in the 2349 Year before the Christian
Era, the Phænomena of Nature and History, and particularly the Mosaick Account
of the Deluge of Noah, which are no otherwise to be accounted for, are exactly
explained; that the Calculations and Proportions, where-ever we can come at them,
are on that Hypothesis right, agreeable to one another, to ancient, especially
sacred History, and to the System of Astronomy ; that there are Traces in ancient
Books of a Tradition, that a Comet did appear at the very Beginning of the Deluge
; that the very Month and Day mentioned by Moses for such its Beginning, is
attested to by other old Records, and, on this Hypothesis, by Astronomical
Calculations also: Whence I concluded, that it was most highly probable, or rather

117
physically demonstrable, that a Comet did pass by at that Time; and was, under the
Conduct of the Divine Providence, and as his Instrument in punishing a wicked
World, the Cause of the Deluge. The only Thing wanting, was, to demonstrate from
the Period of some Comet, and its Situation in the Heavens, Astronomically stated
and computed, that such a Comet did actually come by at that very Time: Which is
it could be once mown, the whole must be owned as certain, and demonstrated,
and all the natural Corollaries there from must be allowed as true, even by the
Obstinate and Incredulous. This indeed, at first, was looked upon by me as not at
all to be expected; since we then barely began to know, or rather strongly to
conjecture, that Comets did revolve about the Sun in settled Periods, but without
being able to determine any one of those Periods. But of late God has so blessed the
Labours of the Learned; and this Part of Astronomy is so much improved, especially
by the farther Pains and Observations of the great Inventor himself, Sir Isaac
Newton; whose Name will never be forgotten, while Mathematics and Astronomy
are preserved among Mankind; and by the laborious Calculations of the acute Dr.
Halley, on the Principles laid down by the former, that what was a few Years ago
almost despaired of, is now in great measure discovers, and we know, not only that
one Comet has come round three or four times already in later Ages, viz. A. D. 1456,
1531, 1607, and 1682, and will no doubt come round again A. D. 1758, as making
its Period in about 75 Years; that another has probably come round in the fame
latter Ages twice already, viz. A.D. 1532, and 1661 ; and so is to return A. D. 1789,
or 1790, as making is Period in about 129 Years: But, which is the greatest
Discovery of all , that the last most remarkable Comet, whose Descent into our
Regions has occasioned almost all the modern solid Knowledge we have relating
to the whole Cometick System itself, has also several times been seen already,
within the Time of certain Records; I mean, in the 44th Year before Christ, and
again, A.D. 531, or 532-, and yet again A.D. 1106, besides this its last Appearance
A. D. 1 680; whereby we know that it revolves in about 575 Years. This last Comet
I may well call the most remarkable one that ever appeared; since besides the
former Consideration, I shall presently shew, that it is no other than that very

118
Comet which came by the Earth at the Beginning of Noah's Deluge […]. (Whiston:
1696, pp. 186-188).

Whiston, Halley y Newton consideraban que los cometas tenían terribles efectos
en la Tierra dado que cada uno de ellos a su paso habían dejado catástrofes como el
diluvio de Noé, y también consideraban que los cometas jugarían un papel importante
en el fin del Mundo. Newton, por ejemplo, consideraba que las revoluciones de los
cuerpos celestes se efectuaban por la discreción de Dios, "He seemed to doubt whether
there were not [i.e., suspect that there were intelligent beings superior to us, who
superintended these revolutions of the heavenly bodies, by the direction of the Supreme
Being." (Sara J. Schechner: 1987, p. 152); por lo tanto, para él había suficiente evidencia
en La Biblia donde se testifica en distintas ocasiones “que el mundo ha sido objeto de
dramáticas reformas provocadas por cometas dirigidos providencialmente para fines
divinos” (Schechner: 1987, p. 152). Debemos considerar que estas son las creencias de
fondo sobre las que se fundamenta parte sustancial de la hipótesis de Whiston y que
forman parte de los principios físicos de cómo se considera que funciona el universo.

Otro rasgo importante es el uso de Whiston de la genealogía hebrea utilizada por


los cronólogos bíblicos para establecer relaciones entre los eventos celestes y las
historias de los jerarcas. El primer procedimiento que establece es la explicación de por
qué las edades de los patriarcas descritos en las cronologías bíblicas son correctas.
Whiston menciona que:

“The Inhabitants of the Earth were before the Flood vastly more numerous than
the present Earth either actually does, or perhaps is capable to contain and supply.
In order to the Proof of this Assertion, I observe, that the Posterity of Each
Generation of the Antediluvians, is to be supposed much more numerous than of
any since, because their Lives were much longer. This is but agreeable to the sacred
History, in which we find two at sixty-five, and one at seventy Years of Age to have
begotten Children: While the three Sons of Noah were not begotten till after their
Father's five hundredth year: Whereas yet at the Fame time the several Children of
the same Father appear to have succeeded as quickly one after another as they

119
usually do at this Day. For as to Cain and Abel, they appear to have been pretty
near of an Age, the World being at the Death of the latter, not without considerable
numbers of People, their Father Adam was not then an hundred and thirty Years
old; and so in Probability contained many of the Posterity of both of them. (Which
by the way fully establishes the early begetting of Children just now observed in the
Antediluvian Patriarchs, if rightly considered, overturns a main Argument with for
the Septuagint's Addition of so many Centenaries in the Generations before the
Deluge. And as to the three Sons of Noah, born after the five hundredth Year of their
Father's Life, it’s evident that two of them at the least, Japhet and Shem, were born
within two Years one after another. All which makes it highly reasonable to
suppose, that since the Lives of the Antediluvians were much longer, their Posterity
must have been much more numerous than that of the Postdiluvian. The Lives of
the Antediluvians being pretty evenly prolonged without that mighty inequality in
the Periods of human Life, which we now experience, and commonly amounting to
800 Years at the least, whereas the Modern Age of Men at the utmost is not 80, the
proportion between the Lives of the Antediluvians and those of the Postdiluvians,
must at least be taken as about 10 to 1.” (Whiston: 1696, pp. 246-247).

Lo que está justificando Whiston con el anterior argumento es que las edades de
los patriarcas en la genealogía bíblica son correctas por lo cual se debe aceptar que
existe una suma correcta en la cronología de Ussher. Esto lleva consecuentemente a
establecer otra secuencia paralela de eventos astronómicos registrados en los
documentos antiguos donde se describen y fechan avistamientos de cometas para
posteriormente hacer una sincronización entre datos temporales paralelos. Al respecto,
Whiston menciona que:

120
Figura 3. Representación de la órbita del cometa que en la teoría de Whiston causó el
Diluvio Universal (1676).

… all but very uncommon, and very rare Cases of general Wars, Famines, Plagues
and such like sweeping Desolations, in about 400 Years; which therefore is to be
supposed the Proportion ever since the present Period of human Life was fixed in
the Days of David. It’s also evident that from the Creation to the Deluge, the Lives
of Men were at the least ten times as long as they have been in these latter Ages of
the World, as was just now observed; it is therefore evident that the Period for the
Doubling of Mankind, from the Creation till the Deluge, must have been about ten
times fliorter than that which has of late obtained in the World, by reason of their
ancient longer Lives in that proportion so that if we have a Series of 40 Numbers

121
beginning at 2 (for so many God created himself at first;) and doubling themselves
in 40, or for convenience 41 Years in a mean, or one Age with another till the
Deluge, i. e. for about 1556 or 1656 Years, we shall some degree obtain the sum
total of Mankind at the Deluge, and also in the several Ages before that time.”
(Whiston: 1696, p. 250).

Whiston estableció la fecha del Diluvio en el año 2349 a.C. (4028 años) mediante
una hipótesis apoyada en criterios que eran comúnmente aceptados por la comunidad
de estudiosos como el principio de autoridad que epistémica sustentaba que La Biblia
era un texto literalmente verdadero. También estableció fechas de avistamientos de
algunos cometas mediante evidencia documental en muchos textos antiguos. Un rasgo
importante en el trabajo de Whiston es el uso de los anteriores criterios sumados al uso
de evidencia física, en este caso astronómica, para calcular el momento del Diluvio. La
alta probabilidad que le da a su hipótesis se apoya en un sistema astronómico
conformado de las leyes de Newton, las cuales, entre otras cosas, explicaban que los
cometas que habían visitado en diferentes ocasiones a la Tierra giraban alrededor del
Sol en periodos ordenados que podían ser determinados en unidades de medida
absolutas de años.

4.3. PRIMEROS FECHAMIENTOS ABSOLUTOS MEDIANTE EVIDENCIA FÍSICA

4.3.1. Teorías pre-buffondianas

A mediados del siglo XVIII se incrementa el interés por estudiar la naturaleza a


través de la evidencia física aunque no de manera definitiva. Lo que debemos ver en
este periodo es que es un momento de transición en el cual la inspiración bíblica deja
de ser paulatinamente predominante en las teorías acerca del origen de la Tierra.
Recordemos que a finales del siglo XVII e inicios del XVIII, los principios de estratigrafía
establecidos por Steno no era tan populares en muchos ámbitos intelectuales, y que el
estudio de los fósiles fueron ignorados en las teorías de la Tierra más destacadas como

122
la de Burnet y la de Descartes (véase Roger: 1997, p. 96). No perdamos de vista además
que el principal problema para calcular la edad de la Tierra en este periodo es que los
principios físicos sobre los que se basan las explicaciones geológicas están marcados
por un espíritu teológico y milenarista. Trabajos como el de Woodward y Whiston
asumen de manera explícita esta postura y aceptan los eventos descritos en La Biblia
como literalmente verdaderos; y por esta época, el tema del Diluvio 56 es lo que tienen
en común muchas de estas investigaciones. Finalmente, estas teorías generalmente
aceptaban las cronologías bíblicas también como verdaderas. Este último punto implica
que estas teorías llegaron a considerar irrelevante el estudio cronológico de los eventos
geológicos por medio de fechamientos ajenos a la tradición de evidencia documental. El
cambio viene con Whiston, quien, a pesar de que sigue representando la historia
humana como un producto caprichoso de la ira de Dios, integra una forma inédita de
hacer fechamientos absolutos por medio de la evidencia física respaldada por la ley de
la Gravitación Universal de Newton.

Autores pre-buffonianos de la primera mitad del siglo XVIII publicaron ensayos


acerca de teorías que explican la formación de la Tierra mediante el uso de hipótesis
basadas en causas físicas, pero que aún sostenían ideas vinculadas al eternalismo
aristotélico. Tal es el caso del francés Henri Gautier (1660 – 1737) quien en 1723
publicó Nouvelles Conjectures sur le globe de la Terre. En este texto menciona que la
Tierra es una esfera hueca y llena de aire, y que el espesor de la corteza terrestre no es
mayor a los 6.400 metros. El mecanismo en que funciona esta corteza se apoya en el
equilibrio exacto entre la atracción gravitacional y la fuerza centrífuga, por lo cual
permite a los océanos aumentar de volumen mientras que las tierras firmes se hunden
de manera cíclica: cada uno de estos ciclos fue estimado por Gautier en 35.000 años
(véase Roger: 1997, p. 98). El método de datación de los ciclos lo determina a partir del
estudio de la erosión de las montañas y la depositación de sedimentos en los océanos

56Excepto por Hooke, quien consideraba a los temblores y la actividad volcánica como causa de
los fenómenos geológicos, las teorías de la Tierra tenían en común que en ellas se consideraban
que el agua era el agente esencial. Para muchos críticos de Hooke era imposible imaginar que
las montañas se habían levantado. Además, a excepción de Steno, las teorías de la Tierra
aceptaban que los cataclismos fueron la causa de la alteración geológica del planeta.

123
(véase Rezende: 2006, p. 129) donde observa patrones en los cuales: “Les inondations
entraînent avec elles beaucoup de terrain des montagnes, qui va se déponer dans les
plaines dans & les mers, où il se répand: & par là les montagnes diminuent sans ceffe, &
n’augmentent jamais: au contraire , les abymes des mers s’atteriffent par tous ces
différents dépôts, ou se comblent; & les plaines se soulevent, en augmentant par tous ces
différents crèmes, quand elles en font submergées.” (Gautier: 1723, p. 1).

Otro autor de la época es Benoit de Maillet (1656 –1738) de quien se dice que
apareció un texto en el año de 1748, llamado Telliamed en el que el autor expone una
cosmología de la Tierra. Roger expone sobre el Telliamed: “Probably written in the first
years of the century, the book presented a sort of cyclic cosmology: exposed to the sun’s
rays, the earth would dry up until the time when, propelled toward the outer limits of the
solar system, it would become wet again and then start its descent toward the sun, drying
out once again. This parching would manifest itself through the slow lowering of the sea
level, for which Maillet brought proof taken from direct observation. The presence of
marine fossils in the solid earth was easily explained in such a way.” (Roger: 1997, p. 98).
En el Telliamed se sostiene la hipótesis de que el nivel del mar había disminuido desde
el comienzo de los tiempos por medio de la continua evaporación que fue provocada
por un cambio muy lento en la distancia entre la Tierra y el Sol, en donde “Evaporation
had progressively brought forth the primitive mountains and valleys, which the
interactions of marine currents had modeled at the bottom of the sea by the accumulation
of sediments and shells. Subsequently erosion of the shores and sedimentation produced
other mountains at the edges of the continents, while the seeds of plant and animal life
present in the universe found a favorable environment for their development near the
coastal waters. From the sea, then, life had been able to reach the air and the land.”
(Richet: 2007, pp. 121-122). Y en cuanto a la humanidad, “human bones and the
fragments of petrified ships (which, in reality, were the remains of ancient vertebrates and
trunks that had been converted into silica) attested to the fact that it was at least a good
million years old.” (Richet: 2007, p. 122).

124
Figura 4. Imagen hecha por Albert Carozzi en 1954 donde representa formación de las
montañas en la hipótesis de Maillet.

A pesar de que los trabajos de Gautier y Maillet causan cierta reticencia para el
espíritu científico de la época -inclusive Roger menciona que son ignorados-57 en ellos
hay una firme oposición a las teorías históricas inspirados en La Biblia, y a muchos de
sus principios físicos. Roger menciona que esta oposición se hace más evidente con la
publicación en 1744 de la Dissertation sur I ‘accroissement de la Terre habitable de
Linneo. Aquí, Linneo menciona que en el Origen, Dios sólo creó dos animales y dos
plantas de cada especie por lo cual la tierra habitable no debió ser más que del tamaño
de una isla cuya superficie hubiese bastado para la preservación de todos los seres
vivos. A medida que estas especies se fueron multiplicando entre sí, la necesidad de un
terreno más amplio aumento. Linneo menciona que la disminución del nivel del mar fue

57Richet menciona por ejemplo que: “But these durations figuring in the manuscript of Telliamed
really shocked people too much. They disappeared completely from the first printed edition, and in
the second, three or four zeros were removed from the figures of the billions and millions of years.”
(Richet: 2007, p. 122).

125
la causa por la cual la tierra firme aumentó y ofreció todo el espacio necesario. A
diferencia de Gautier y Maillet, este modelo es histórico, Roger además menciona que
Linneo se basó en las observaciones de Celsius quien había colocado marcadores de
nivel por la costa finlandesa con los cuales pudo mostrar la existencia de un descenso
en el nivel del mar 58 (véase Roger: 1997, pp. 98-99). Otro autor importante de este
periodo es Luis Bourguet quien, en su Lettres philosophiques sur la formation des seis et
des cristaux de 1729, explica que la Tierra sufrió una alteración repentina y violenta que
causó que la corteza de la Tierra se levantara. El mecanismo sería causado por el fuego,
“These catastrophes were explained by physical causes and an admirable Mechanism
[which] came originally from the first Construction of the World and from the order that
divine Wisdom put there.” (Roger: 1997, p 99).

4.3.2. Buffon. Fechamientos por medio del nivel del mar y la temperatura

Georges Leclerc Conde de Buffon (1707-1788), inspirado también por la obra de


Newton como lo estuvo Whiston, escribió una vasta obra titulada Histoire Naturelle
escrita en varios tomos durante los años de 1749-1789, donde hace un estudio
exhaustivo sobre los tres reinos del mundo natural: el animal, el vegetal y el mineral. 59
En esta obra Buffon esboza dos principios físicos acerca de la historia de la Tierra, el
primero de ellos se basa en la idea de que la tierra se encuentra en un estado
estacionario o estático, pero de equilibrio dinámico. Esto quiere decir que la Tierra es
un escenario donde hay cambios graduales pero sin una dirección histórica. Las causas
físicas que le atribuye al cambio gradual son la erosión y depositación de los sedimentos
que observamos en el presente, y que son los encargados de formar nuevos suelos o

58 Hoy sabemos que no es el mar que se hunde, es la península escandinava que se está
levantando lentamente.
59 Jacques Roger menciona que: “The first three volumes of the Natural History, which appeared

in 1749, covered immense and very different subjects: the history and the theory of the earth, the
formation of the planets, problems that we would now call “general biology,” in particular the
theory of reproduction, and finally the “natural history” of man, which included studies of
physiology, psychology, and ethnology. We do not know how much Buffon knew about these
subjects in 1739. Probably not much. We also do not know when he decided to write the Natural
History, though it was probably very soon after his nomination to the Royal Botanical Garden, if
we judge from what we know of the composition of the first three volumes.” (Roger: 1997, p. 78).

126
erosionar los antiguos; en algunos lugares se forman nuevas tierras y otras se están
desplazando hacia el mar. Este proceso dinámico es el mismo que se viene llevando a
cabo desde el pasado, y seguirá de la misma forma hacía el futuro en cualquier parte de
la tierra, por lo tanto, “Buffon’s theory portrayed an Earth in a “steady state” of dynamic
equilibrium. It was therefore an Earth without any real history” (véase Rudwick: 2014, p.
68). A diferencia del planteamiento de Steno sobre los procesos de transformación
geológica, este planteamiento es problemático para la medición del tiempo ya que
establece principios físicos donde la Tierra, al no tener historia geológica lineal, no hay
posibilidad de establecer una escala de tiempo ni una cronología. El segundo esbozo de
Buffon es un planteamiento diferente acerca del Origen. La hipótesis sostiene que el
origen del planeta fue provocado por el colapso de un gran cometa con el Sol: de este
gran choque se había desprendido una cantidad considerable de materia incandescente
que al condensarse había formado los planetas entre ellos la Tierra. Este segundo
planteamiento contrasta con los mencionados por Gautier y Maillet al considerar el
origen de la Tierra y los planetas como un hecho histórico a causa de un accidente.
Además de ello, Buffon tiene el objetivo de negar la idea woodwordiana de las causas
divinas, como el rudimento de La Creación o el Diluvio, por razones puramente
científicas60 (véase Richet: 2007, p. 130).

Años más tarde, en un ensayo del libro Des Époques de la Nature61, publicado en
1778, Buffon utilizó algunos elementos de sus antecesores para sostener que la Tierra,

60 Como veremos a continuación, Buffon sostiene que: “Just as on civil history, we consult titles,
we research medals, we decipher ancient inscriptions in order to determine the periods of human
revolutions and certify the dates of the moral events. In the same way, in natural history, we need
to search through the archives of the world, draw out the old monuments from the bowels of the
earth, gather their remains, and reassemble into one body of proofs all the clues about physical
changes that permit us to go back to the different ages of nature. This is the only way to fix some
points within the immensity of space and to place a certain number of milestones on the route of
eternal time. The past is like the distance; our sight diminishes within it, and it, itself, would
become lost, had not history and chronology placed some lanterns, some torches at the darkest
points.” (Buffon: 1778, p.1. Tradución de Richet: 2007, pp. 130-131).
61 Rudwick menciona que “Significantly, his title borrowed a key word from the chronologists.

They had defined the major turning-points in human history as its “epochs.” Buffon set out to
reconstruct the sequence of nature's epochs. Like Hooke a century earlier, he also borrowed other
key words from the antiquaries. Finds such as fossils were nature’s “monuments,” relics surviving
from the past. Analogies with coins and inscriptions, documents and archives, made it even clearer

127
que originalmente era una masa incandescente, se fue enfriando progresivamente. En
este proceso histórico el enfriamiento puede ser reconstruido mediante la idea de seis
épocas 62, que van desde el origen de la Tierra, a la aparición de los grandes animales
terrestres. Buffon establece una secuencia de tiempo basada en la velocidad en la que
se enfría un cuerpo incandescente, donde las tasas de enfriamiento dependen del
tamaño que tengan los cuerpos y la distancia en que se encuentren respecto al Sol. Por
lo tanto, las secuencias de eventos geológicos están asociados y también determinados
a las condiciones iniciales del cuerpo incandescente y a las leyes físicas del enfriamiento
de los cuerpos. De acuerdo con lo anterior, Rudwick menciona que con estas leyes no
sólo se puede calcular la tasa de enfriamiento de cualquier otro objeto, sino que además
puede predecirse cuando dejará de enfriarse hasta convertirse en una bola de nieve.
Las Épocas son las siguientes (Richet: 2007, p. 131; Buffon: 1778, pp. 7 y 8):

• Primera época. Cuando la tierra y los planetas han tomado forma [año cero];
• Segunda época. Cuando el material en el proceso de consolidación formó las
rocas interiores del globo, así como las grandes masas vitrificables que se
encuentran en su superficie [2.936 años];
• Tercera época. Cuando las aguas cubrieron los continentes [35.000 años];
• Cuarta época. Cuando las aguas bajaron y volcanes empezaron a estar activos
[50 y 55.000 años];
• Quinta Época. Cuando los elefantes y otros animales del Sur llegaron a habitar
las tierras del Norte [60.000 años];
• Sexta Época. Cuando los continentes se separaron unos de otros [65.000 años];

that he was claiming to reconstruct the Earth’s own history. … The parallel with the six “days” of
Creation could not be missed, though Buffon may have intended it as a sly parody rather than a
respectful reinterpretation of Genesis. But anyway it underlined the directional character of his
narrative: this was a major change from his earlier steady-state theory. He had planned to put the
first appearance of humans at the sixth epoch (as in the sixth “day” in Genesis).” (Rudwick: 2014,
pp. 70 - 71).
62 Sin embargo, Rudwick señala que Buffon tuvo que agregar una séptima época por la sospecha

de que la evidencia fósil de grandes mamíferos fósiles le sugerían que estos no habían sido
contemporáneos a la especie humana.

128
• Séptima Época. Cuando el poder del hombre secundó la naturaleza [75.000
años].

Buffon establece una serie de principios físicos a los que llama Hechos. Los
Hechos son los siguientes (Buffon: 1778, pp. 7-8):

• Primer hecho. La Tierra se eleva en el Ecuador y baja en los Polos, en la


proporción que las leyes de la gravedad y la fuerza centrífuga lo requieren.
• Segundo hecho. El globo terrestre tiene un calor interior propio y es
independiente de los rayos del Sol.
• Tercer hecho. El calor emitido a la Tierra por el Sol es bastante pequeño en
comparación con el propio calor del globo terrestre; y este calor emitido por el
Sol no constituiría en sí mismo lo suficiente para mantener la naturaleza en
estado vivo.
• En cuarto hecho. Los materiales que componen el globo de la Tierra son, en
general, de la naturaleza del vidrio y todos se pueden reducir al vidrio.
• Quinto hecho. Nos encontramos en toda la superficie de la tierra e incluso en las
montañas hasta 1500 y 2000 brazas de altura una inmensa cantidad de conchas
y otros restos de la vida marina.

En este ensayo toma como base las mediciones de la temperatura de la Tierra


que se habían hecho dentro de los estudios mineralógicos. Este tipo de estudios ya
habían sido realizados en las expediciones de Maupertuis en 1735 en zonas como
Laponia y Perú, lugares donde se había mostrado que la forma general de la Tierra era
la de una esfera achatada de sus polos como las leyes de Newton lo habían predicho
(véase Gorst: 2001). Además, las implicaciones cronológicas fueron producto de cinco
años de experimentos realizados por Buffon con bolas de acero que se calentaron hasta
el rojo vivo y se dejaron enfriar; se midieron las temperaturas, primero hasta que
pudieron ser tocadas con los dedos, y luego a temperatura ambiente (Richet: 2007, p.
132). Los experimentos se llevaron a cabo tiempo después con bolas construidas de

129
diferentes sustancias minerales.63 Richet menciona que: “It was in extrapolating these
results to bodies of greater dimensions that Buffon determined the durations of the most
important stages of the evolution of the earth. He found, after correcting the results of
these effects by factors such as the heat received from the sun, that 2,936 years had been
necessary to consolidate the earth’s molten crust. In order to arrive at the current
temperature conditions, 72,000 more years had had to elapse. From the achievement of
current temperatures, 93,000 years would remain for the existence of life. After that, in
accordance with the irreversibility of evolution, temperatures would have become too low
to sustain life on earth.” (Richet: 2007, p. 133).

Podemos decir hasta aquí que, la teoría del enfriamiento de la Tierra fue
histórica sólo en un sentido limitado, fue construida sobre el desarrollo físico del
Planeta sobre la idea de que este había tenido origen de un colapso entre el Sol y un
cometa masivo, sin contar con algún tipo de evidencia de ese evento. Rudwick inclusive
menciona que se trata de una versión secularizada del Génesis, pero descartando la
profunda contingencia derivada de su fundación en la iniciativa divina. Buffon tampoco
hizo algún tipo de trabajo de campo para sustentar sus planteamientos. Sin embargo, y
siguiendo la misma idea de Rudwick, su sistema permitió imaginar a la Tierra con un
pasado, con procesos físicos de mayor complejidad de lo que se pensaba, pero además,
permitió sembrar la duda incluso acerca de una historia humana mucho más antigua.

63 “Using the forge on his rural estate, he timed the rate of cooling of small balls of different sizes
and various materials, from white heat to room temperature, and then scaled the results up to the
size of the Earth. This gave him a total age of the Earth of about 75,000 years, though he suspected
this was a gross underestimate and he speculated privately with figures up to ten million.”
(Rudwick: 2007, p. 71).

130
Figura 5. Representación de los cálculos donde Buffon estima el tiempo de cada uno de
los planetas y sus satélites. La escala está representada en unidades de medida de miles de
años (Ka). Este diagrama se basa en cifras de Buffon (1775), derivados de sus experimentos
sobre la velocidad de enfriamiento de bolas de acero. (Rudwick: 2014, p. 73).

4.4. TEORÍAS SOBRE LOS PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN GEOLOGICA Y LOS


FÓSILES.

En el último cuarto del siglo XVIII nace lo que se conoce hoy en día como geología
científica. En este periodo hay varias posturas dentro de la comunidad científica que
explicaban la formación de los estratos geológicos y la presencia de los fósiles en ellos.
Como he mencionado en el capítulo II, uno de los principales cambios metodológicos
que se llevaron a cabo para explicar el origen de los estratos fue otorgarle a la
explicación una dimensión histórica, y sustentarla mediante evidencia física como fue
el caso de Steno. En el campo de la geología, sin embargo, algunos de los filósofos

131
naturales fueron cautelosos respecto a abandonar completamente la explicación bíblica
sobre el cual estaban basados los principios físicos que explicaban la mayoría de los
fenómenos terrestres. Una de las consecuencias fue que la escala cronológica de Ussher
tenía que lidiar con el hecho de que los procesos de transformación de rocas y fósiles
comenzaron a sugerir que el lapso de su formación requería una escala mayor a 4004
años a.C. Si los procesos de transformación estratigráfica y los de fosilización requerían
más tiempo, entonces, una forma de hacerlos encajar con la cronología bíblica fue
proponiendo una aceleración de estos procesos. 64 Una idea que hizo frente a este
cuestionamiento fue que la Tierra debía haber sufrido una serie de catástrofes, por lo
cual el Diluvio Universal proporcionaba un ejemplo histórico ejemplar (véase Daniel:
1968). Otro grupo de filósofos naturales habían llegado a un consenso implícito de que
la escala de tiempo de la historia de la Tierra tuvo que ser ampliamente mayor por
muchos años a la de Ussher, pero lo que había sucedido en ese lapso de tiempo
permanecía incierto. Este grupo de filósofos naturales sugirieron las formaciones
geológicas más profundas, representadas por las denominadas rocas primarias, eran de
un periodo anterior a la época en la que los seres vivos comenzaron a existir.
Posteriormente siguieron las rocas secundarias cuyas matrices contenían abundantes
fósiles, y que los seres humanos habían aparecido sólo el último momento (véase
Rudwick: 2014, p. 109).

Rudwick menciona que las investigaciones que se limitaron a examinar los


fósiles a una escala local comenzaron a ofrecer nueva evidencia acerca de la historia
profunda de la Tierra. Por un lado, el descubrimiento de los llamados “fósiles vivientes”
en las profundidades de los océanos comenzaron a sugerir que las extinciones podrían
ser solamente una ilusión basada en el desconocimiento total del mundo. Por ejemplo,
the abundance of ammonites and belemnites in the lower and older Secondary rocks, and
their absence from the younger formations, might be due simply to their deep-sea habitat,

64Para la explicación de Woodward, por ejemplo, los fósiles eran restos de animales vivos. La
principal dificultad que presentaba el diluvio fue que la duración de 40 días era demasiado corta
para formar los estratos. La explicación a este problema fue suponer las olas habían tenido el
efecto de disolver por completo algunas de las rocas. (véase Richet: p. 111).

132
then and now. They might not be extinct at all (Rudwick: 2014, p. 110). Casos como este
pusieron en duda la idea de que los fósiles eran evidencia confiable de las fases
anteriores de la historia de la Tierra, incluso si eran evidencia de que las extinciones
por catástrofes son elementos habituales del mundo natural. Rudwick menciona que
respecto a los fósiles no se podía tomar una opinión decisiva y, para contrarrestar este
argumento, una de las estrategias tomadas por algunos naturalistas como George
Cuvier (1769-1832) fue hacer el estudio comparativo entre huesos de animales vivos y
huesos fósiles, y a su vez ubicar su procedencia en los estratos geológicos, dado que el
tema de la extinción era fundamental para cualquier intento de comprender el tiempo
profundo.

4.4.1. La controversia entre Werner y Hutton

El geólogo alemán Abraham Gottlob Werner (1750-1817), escribió un pequeño folleto


en el año de 1791 llamado Short Classification and Description of the Various Rocks. En
este texto expone de manera detallada una teoría que explicaba la formación de los
estratos; en ella explica que la Tierra originalmente estuvo formada por un océano
compuesto por una mezcla de minerales y agua. A medida que pasaba el tiempo los
minerales fueron depositándose gradualmente de los más pesados a los más livianos.
La forma de contrastar la teoría fue a partir del desarrollo de la noción de “formación
geológica” la cual contiene a aquellas rocas formadas en un mismo período de tiempo y
que fácilmente se podía observar examinando las inclusiones de rocas que se
depositaron dentro de las matrices de los estratos (véase Richet: 2007: p. 157;
Guillaumin: 2009, p. 66). Para Richet, la formulación de Werner implica que “The
alternations of strata, layers of chalk and silex, for example, or of coal, marl, and schist,
have the quality that although they can be observed in locations quite distant from one
another, they are always similar in aspect. But still, one can generally only see a limited
thickness of strata peering through the surface, and it is rare to see several formations in
the same location.” (Richet: 2007: p. 157). A partir de esta idea, Werner plantea que para
cada formación geológica hay una unidad temporal. Cada estrato constituye un proceso

133
de formación ordenada en el tiempo con vastas extensiones geográficas, y en cada
columna estratigráfica se puede observar su dimensión histórica completa, una unidad
temporal.

El concepto de formación geológica se asocia principalmente al origen químico


de las rocas. Por ejemplo, Werner describe las sucesiones estratigráficas por medio de
la composición y estructura química de sus minerales; los estratos más bajos, a la que
denomina “clase primitiva”, le corresponden rocas compuestas por cuarzo, areniscas,
arcillas, entre otras que son relativamente insolubles (Guillaumin: 2009, p. 67). Muchos
de estos minerales con estructura cristalina son formados en precipitación, y al parecer
en aguas profundas. En New Theory of the Formation of Veins, de 1791, Werner
menciona que “In recapitulating the state of our present knowledge, it is obvious that we
know with certainty, that the floetz65 and primitive mountains have been produced by a
series of precipitations and depositions formed in succession; that these took place from
water which covered the globe, existing always more or less generally, and containing the
different substances which have been produced from them, (§ 30. and 62.). We are also
certain that the fossils which constitute the beds and strata of mountains were dissolved
in this universal water, and were precipitated from it: consequently the metals and
minerals found in primitive rocks, and in the beds of floetz mountains, were also contained
in this universal solvent, and that they also were formed from it by precipitation, (§ 40.
and 62.). We are still farther certain, that, at different periods, different fossils have been
formed from it, at one time earthy, at another metallic minerals, at a third time other
fossils, (§ 62. and 63.).” (Werner: 1791, pp. 110-111).

La teoría de Werner contaba con el apoyo empírico proveniente de la


observación de las rocas encontradas en diferentes estratos: por ejemplo, las tierras
fácilmente solubles en agua como el yeso y las calcáreas, aparecen abundantemente en
el Floetz, mientras que las más duras como el granito o las calizas se encuentran en las

65El Floetz es el nombre que Werner le dio a una clase de rocas estratificadas. La teoría de
Werner sostiene que hay cuatro tipos de rocas de acuerdo a su periodo de formación: las
primitivas, de transición, del Floetz y las recientes.

134
primaras (véase Guillaumin: 2009, p. 68). Richet menciona que “Whereas Leibniz and
Buffon had seen the vitrifiability of granite as a proof of its igneous origin, Werner
concluded that the formation of a glass after fusion—rather than quartz and feldspars,
the characteristic minerals of this rock—indicated quite a different origin. Chemistry had
already demonstrated that water dissolves silicates better at high temperatures. Werner
found it possible to sustain the idea that granite had precipitated chemically in a
primordial, hot ocean that was heavily charged with matter. As for the basalts of Ilarz and
Erzgebirge, which were well known to Werner, these were perched on plateaus, and they
seemed to constitute the final stage of the formation of sands, clays, and clayey stones, far
from any volcanic remains. In accord with the vitrifiability demonstrated by basalts,
Werner maintained with renewed enthusiasm the old idea that these rocks had
precipitated in water.” (Richet: 2007, p. 157). De esta manera, la evidencia estratigráfica
apoyaba la teoría de Werner, o por lo menos muchas de sus afirmaciones, a lo que
Guillaumin califica como una especulación con apoyo empírico. Sin embargo, no era una
teoría epistemológicamente bien fundada ya que había ciertas restricciones que no le
permitía a Werner explicar, por ejemplo, qué había sido de la inmensa cantidad de agua
que cubría todo el planeta, y que era parte de su tesis principal. Otra restricción
consistía en que, como señala Guillaumin, Werner utiliza la misma evidencia empírica
que quería explicar para elaboración de su explicación, lo que podíamos llamar una
explicación circular: “¿por qué hay diferentes indicios geológicos de que hubo vida marina
donde ahora ya no hay mar? La respuesta de Werner: porque en el pasado el océano
cubría las tierras ahora secas. ¿Cómo sabemos que en el pasado hubo un gran océano?
Porque hay diferentes indicios geológicos marinos en tierras que ahora están secas.”
(Guillaumin: 2009, p. 68).

El trabajo de Werner fue una de las grandes controversias en la historia de la


geología gracias a la discusión que mantuvo con el naturalista escocés James Hutton
(1726-1797). Hutton tenía una explicación diferente a la de Werner ya que la causa de
la formación de los estratos geológicos era mediante la acción del fuego (véase Hallam:
1983; Richet: 2007; Guillaumin: 2009; Redwick: 2015). Si todas las rocas se habían
formaron por medio del agua primordial como sostenía Werner, entonces debería

135
existir alguna evidencia que sostuviera, por ejemplo, por qué las rocas no muestran
algún indicio de erosión como los granitos o los basaltos. ¿Cómo podría el agua filtrarse
a través de las rocas sólidas? ¿Cómo podrían haberse disuelto tales rocas si, como era
más razonable creer, las aguas primordiales no habían sido tan diferentes de los
océanos actuales? Hutton menciona en el prefacio de la Dissertations on different
subjects of Natural Philosophy, escrita en 1792, que “The evaporation of water from the
surface of the sea, and the condensation of that water again into rain, for moistening the
earth and supplying the rivers, forms one of the greatest operations of this world. In
pursuing the different steps of this great meteorological operation, we may perceive a
certain system of revolving things: it is upon this regular system that the growth of plants,
and the life of animals, depend. Few subjects, therefore, are more interesting to natural
philosophy than the theory of rain. Now the question is, how far we have any principle
upon which that theory may be founded.” (Hutton: 1792, p. iii). El Fuego, por el contrario,
podría filtrarse por cualquier cosa, incluso podría extinguirse sin dejar huella, o podría
destruir cualquier rastro de los estados anteriores de las rocas, porque el fuego está
dotado de una gran fuerza mecánica que podría incluso hacer crecer las montañas. A
esta teoría se le llamó Uniformismo.

El uniformismo de Hutton elimina completamente la intervención divina como


causa de la formación de las rocas y postulando que las condiciones de la superficie de
la Tierra se habían mantenido favorables a la vida desde los comienzos oscuros del
tiempo (véase Rachel Laudan: 1994); “the globe of this earth is evidently made for man”
(and that its structure was) “erected in wisdom, to obtain a purpose worthy of the power
that is apparent in the production of it.” (Hutton, en Richet: 2007, p. 159). Para explicar
estas condiciones, el uniformismo de Hutton sostiene que los mecanismos con los que
se moldea la superficie terrestre siempre han sido los mismos, y que estos operan casi
siempre a la misma velocidad; si la erosión, por ejemplo, disminuye los relieves de las
montañas, y si las partículas transportadas por los ríos de depositan en el fondo del
mar, se puede inferir que estos sedimentos se consolidarán y serán levantados
posteriormente para formar nuevas tierras, que a su vez, con el tiempo, también se
erosionarán.

136
La teoría de Hutton tiene un problema epistemológico que contrasta con el
catastrofismo. A diferencia de los episodios de “destrucción” geológica que se pueden
observar en el presente, la reconstrucción uniformista es difícil de observar porque es
cíclica. Hutton insistió en que la reconstrucción de los procesos de transformación
podría describirse y explicarse a través de la acción del fuego. Por ejemplo, las altas
temperaturas que predominan en las profundidades de la tierra tienden a metamorfizar
las rocas por medio de la presión ejercida sobre los sedimentos. A mayores
profundidades, el fuego tiende a fundir estos sedimentos metamorfizados para
producir gneis o granito. Ahora bien, si el granito fue el resultado de la acción del fuego,
y no el agua como Werner suponía, entonces estos se habrían incrustado en las rocas
circundantes en lugar de las rocas subyacentes (véase Richet: 2007, p. 160). Al tratar de
probar esta hipótesis mediante la observación de los estratos escoceses, “Hutton
realized, moreover, that the deposition of new sediments upon an ancient substratum that
had been deformed, folded, or straightened before being leveled by erosion must
necessarily determine an irregular interface. Such unconformities could also be found in
the field, and these were not secondary accidents, as Werner, for example, had claimed,
but rather the indubitable record of the emergence of new worlds.” (Richet: 2007, p. 161).
Al romper con la idea de que los estratos se apilan consecutivamente sobre una capa de
granito primordial, Hutton descubre los restos de una sucesión de eventos o “mundos”
geológicos en donde los períodos de sedimentación tranquila se habían alternado con
levantamientos geológicos violentos. La forma de sostener esta hipótesis Hutton la
establece mediante la analogía entre los procesos de combustión que suceden dentro
de una máquina de vapor y la fuerza expansiva que provoca la formación de nuevas
montañas por medio del vulcanismo, los volcanes actúan como válvulas de liberación
de presión. Para Hutton, la analogía mecánica era evidente: este mundo puede ser
considerado como una máquina que es destruida en una parte, pero se renueva en otra,
y concluye que estos ciclos se repiten indefinidamente. 66 La evidencia de la teoría de
Hutton es que no se encuentra ningún indicio del principio de la tierra.

66 El químico inglés James Hall (1761-1832), amigo de Hutton, decidió poner a prueba
experimentalmente la hipótesis y “He chose, for a vessel that would be capable of withstanding

137
Richet señala algo realmente relevante para el posterior descubrimiento del
tiempo profundo, “In truth, Werner's excesses were met by those of Hutton: on the one
hand was a history that would prove to be too linear, while on the other was an eternity,
from which history was excluded. And where Werner saw nothing more than the marks of
the waters, Hutton saw the marks of fire and fusion in every sort of rock—including shell-
bearing limestones, chalk flint, and rock salt. But it had always been known that when
limestone is heated to high temperatures, it decomposes into lime; Hutton consequently
supposed that the elevated pressures resulting from the burial of sediments impeded
limestone's loss of carbon dioxide.” (Richet: 2007, p. 161).

elevated pressures and temperatures, "a common gun-barrel, cut off at the touch-hole, and welded
very strongly at the breech by means of a plug of iron". Limestone powder was placed into a
porcelain crucible lodged at the base of the breech, which had previously been sealed, while
pounded clay was used to fill the rest of the cannon, whose muzzle was finally welded with a more
fusible metal. The breech was then heated in a common muffle, whereas the muzzle was “kept cold
by means of wet clothes”. These experiments were dangerous, and not all of them succeeded.
Nonetheless, Hall was able to confirm in 1804 that the original powder, under pressure, had
formed a solid piece of limestone, or even of marble, rather than decomposing. Shortly before, he
had discovered that the product resulting from the fusion of basalt depended crucially on the
manner of cooling. With a rapid cooling, glass was produced, while if the cooling was slow',
crystals would form: vitrifiability was proved to be consistent with an igneous origin. But Werner's
followers were long insensitive to these experimental arguments, which were incompatible with
their own ideas. In the 1830s, however, the idea of an aqueous origin for these basalts was
abandoned. Werner's disciples, who had gone to discover the volcanoes of Auvergne, finally found
out what Desmarest meant by “Go and see”, the response he gave to those who contradicted him.”
(Richet: 2007, p.161).

138
Figura 6. Representación del Valle de Glen Tilt. En ella se observa la reconstrucción
estratigráfica de Hutton por materiales que se encuentran en la unión entre el granito y
esquistos, y que se desmorona prácticamente con la presión de un “lápiz”. Fuente: MacCulloch,
“Geological Description of Glen Tilt,” plate 18.

4.4.2. La disertación de George Cuvier acerca de las extinciones.

Georges Cuvier fue un anatomista, geólogo, y naturalista francés que sostuvo en su obra
Essay on the Theory of the Earth (1821) la idea de que la formación de los estratos y la
presencia de distintos tipos de fósiles sólo podía entenderse a partir de una serie de
grandes catástrofes y no solamente mediante el Diluvio como fue narrado en el Génesis.
67 Cuvier estaba convencido de que el planeta había pasado por una serie de
revoluciones geológicas que explicaban la estructura de los estratos y los fósiles; de

67Para ver la relevancia que tuvieron las ideas Cuvier y que influencia tuvieron en el ámbito
académico, podemos mencionar a varios importantes catastrofistas, principalmente en
Inglaterra. W.D. Conybeare (1787-1857) propuso la existencia de tres diluvios antes de Noé;
Adam Sedwick (1785-1857) y William Buckland (1784-1856) ambos maestros de geología en
Cambridge también estuvieron a favor de múltiples diluvios.

139
hecho pensaba que cada estrato marcaba la interface entre una extinción y una nueva
creación.68 Para Cuvier, el estudio comparativo de la anatomía de los animales debería
ser la principal fuente de evidencia para explicar cada una de las diferentes catástrofes
que ha tenido la Tierra. Una de las estrategias metodológicas para obtener datos
confiables de los fósiles fue comparándolos con las especies vivas bajo dos principales
principios: el de la subordinación de los órganos y el de la correlación de las formas. Un
organismo constituye un todo cuyas partes están tan bien acomodadas entre sí que
“…the least prominence of the bone and the smallest epiphysis have a determined
character relative to the class, the order, the genus, and even the species to which they
belong, so that whenever we have only the extremity of a well-preserved bone, we may, by
scrutinizing it and applying analogical skill and close comparison, determine all these
things as certainly as if we had the whole animal.” (Cuvier en Richet: 2007, p. 167).

Estos principios permitieron a Cuvier postular la existencia de varias especies


extintas entre las que se encontraban cuatro diferentes tipos de elefantes. Este caso
ejemplar le permite contrarrestar algunos argumentos que ya habían planteado sus
antecesores y contemporáneos, como menciona Rudwick: “Cuvier confirmed that the
Indian and African elephants were distinct species. Much more importantly, he also
claimed that the mammoth was distinct from either. He argued that the differences were
as great and as consistent as those between, say, goats and sheep; they could not be
attributed merely to the effects of age, sex, or environment. This knocked the bottom out
of Buffon’s claim that finding the remains of tropical mammals in Siberia was evidence of
gradual global cooling. It also undermined the alternative idea that the carcasses had
been swept there from the tropics, by a Flood in the form of a mega-tsunami. If the
mammoth was in fact a quite different species, it might have lived where its bones are
found, well adapted to the very cold climate that still prevails there. This was confirmed
shortly afterwards by the discovery of mammoth skeletons buried in frozen ground in
Siberia, preserved with thick woolly fur.” (Rudwick: 2014, pp. 112-113). Con ello, Cuvier

68Sobre el trabajo de William Smith (1769-1839), padre de la geología inglesa, Cuvier mencionó
que los treinta y dos estratos descubiertos por Smith en territorio inglés estaban separados por
distintas catástrofes que originaron la extinción de plantas y animales, y cada una de ellas fue
precedida por nuevas creaciones.

140
llega a la conclusión de la existencia de un mundo anterior al que conocemos destruido
por algún tipo de catástrofe. Al respecto, Richet menciona que “Because such species
probably would not have escaped notice, even if they lived at the far end of the world, and
because the quadrupeds could not have escaped the disastrous advancing or receding of
the seas, as aquatic shell animals could, it would be the disappearance of quadrupeds that
could demonstrate the reality of the extinction of species. Catastrophes could therefore be
shown to have punctuated the history of the earth: the proof would be the resulting
disappearance of entire groups of fauna. Cuvier had little to say, however, regarding how
new groups of flora and fauna came into being after a catastrophe.” (Richet: 2007, p.
167).

Cuvier postula una serie de revoluciones geológicas globales que podían ser
inferidas a través de la anatomía comparada y con la ayuda de los estudios geológicos
relacionados a la estratigrafía. Por ejemplo, en su trabajo hace evidente que muchos
invertebrados fósiles pertenecían a diferentes periodos distintos. La técnica que usa
para el reconocimiento de los fósiles es su extracción directa por estrato, lo que le
permite encontrar frecuentemente patrones en la composición de las matrices de un
mismo estrato en diferentes lugares, y también le permite encontrar patrones en las
sucesiones estratigráficas.

141
Figura 7. Grabado proveniente de Essay on the Theory of the Earth publicado en 1827
por George Cuvier. En esta representación se muestran las exploraciones geológicas que
permitieron asociar las sucesiones estratigráficas con diferentes tipos de fósiles.

4.5. LA NUEVA GEOLOGÍA EN DEL SIGLO XIX

Durante la primera mitad del siglo XIX se da un importante cambio en el campo de las
ciencias históricas con los descubrimientos de Charles Lyell (1797 - 1875) en el campo
de la geología. 69 Lyell fue miembro activo de la Sociedad Geológica de Londres, y como
muchos de sus miembros, él estaba interesado en los últimos descubrimientos acerca
de la historia de la Tierra y su reconstrucción. Lyell fue uno de los primeros científicos
en rechazar las teorías diluvianas y fue escéptico con la identificación física del
supuesto evento. De hecho, Rudwick menciona que Lyell sentía una gran antipatía hacía
el poder político y cultural de la Iglesia de Inglaterra, y sobre todo por su monopolio en
la educación superior en Inglaterra; por lo cual, su trabajo fue un rechazo a los
principios físicos catastrofistas y a la supuesta evidencia geológica que apoyaba la

69 Para Lyell la “Geology is the science which investigates the successive changes that have taken
place in the organic and inorganic kingdoms of nature: it inquiries into the causes of these
changes, and the influence which they have exerted in modifying the surface and external
structure of our planet.” (Lyell: 1833, p. 1).

142
teoría del Diluvio. Para Lyell, como miembro de la Sociedad Geológica, su trabajo
consistía en convencer a los demás geólogos de que los procesos físicos ordinarios
podrían producir enormes cambios físicos en la Tierra por medio de causas reales: que
los procesos geológicos que se observan en el presente, proyectados al pasado en una
escala de tiempo inconcebiblemente vasta, podrían explicar la historia de la Tierra.
Lyell menciona que “After some observations on the nature and objects of geology, a
sketch is given of the progress of opinion in this science, from the times of the earliest
known writers to our own days. From this historical sketch it appears that the first
cultivators of geology indulged in a succession of visionary and fantastical theories, the
errors of which the author refers for the most part to one common source,—-a prevailing
persuasion, that the ancient and existing causes of change were different, both as regards
their nature and energy; in other words, they supposed that the causes by which the crust
of the earth, and its habitable surface, have been modified at remote periods, were quite
distinct from the operations by which the surface and crust of the planet are now
undergoing a gradual change. The prejudices which have led to this assumed discordance
of ancient and modern causes are then considered, and the author contends, that neither
the imagined universality of certain sedimentary formations, nor the different climates
which formerly pervaded the northern hemisphere, nor the alleged progressive
development of organic life, lend any solid support to the assumption.” (Lyell: 1833, pp.
xxxiii-xxxiv).

Durante sus exploraciones Lyell analizó las actividades volcánicas de los más
importantes volcanes de Europa como el Vesubio y el Etna. El Etna, el cual estaba en
erupción, había acumulado un flujo de lava que se apilaba en una gruesa capa de sobre
formaciones geológicas terciarias: esta observación le permitió a Lyell confirmar la idea
de que los procesos geológicos lentos eran mucho más poderosos que aquellos
representados por los eventos volcánicos. Un sistema de montañas, por ejemplo,
podrían haberse formado muy lentamente por una larga sucesión de terremotos
ordinarios, ninguno de ellos más poderoso que los registrados por la historia humana.
A partir de sus exploraciones, Lyell escribió los tres volúmenes de Principles of

143
Geology70 (1830-33). En esta importante obra estuvo basada en dos principios
fundamentales para la geología. El primero de ellos, “the causes of geologic change
operating include all the causes that have acted from the earliest time” (Lyell: Vol.3,
1830-33, p. 33) donde “no causes whatever have, from the earliest time to which we can
look back, ever acted, but those now acting.” (Rudwick: 2014, p. 166). Esta idea rechaza
el principio físico catastrofista en el cual los procesos de transformación geológica no
pueden observarse en el mundo actual. El segundo principio, fue “and these causes have
always operated at the same average levels of energy. These two propositions add up to a
"steady-state" theory of the Eart” (Lyell: Vol. 3, 1830-33, p. 33) […] “that they [present
processes] never acted with different degrees of energy from that which they now exert”
(Rudwick: 2016, p. 166). Este principio afirma la idea de que fenómenos físicos como
los tsunamis nunca han actuado en el pasado con mayor fuerza de que podemos
observar en el presente. Para Lyell, si ambos principios fueran verdaderos,
necesariamente llevarían a la aceptación de que la historia de la Tierra ha sido estable
o de una “uniformidad absoluta”: no hay tendencias direccionales en general, y no hay
catástrofes excepcionales.

En los Principios de Geología, Lyell trata de explicar los mecanismos causales,


tales como la erosión y la depositación, la elevación y el hundimiento de la corteza por
medio del vulcanismo y los terremotos, así como los impactos físicos de las plantas y
los animales. Por ejemplo, la erosión equilibrada por la deposición, la elevación de la
corteza equilibrada por el hundimiento, o la formación de nuevas especies equilibrada
por la extinción de las antiguas, es evidencia de que los procesos de transformación son
cíclicos y están en un equilibrio dinámico de larga duración. Al igual que Cuvier y Steno,
Lyell reconstruyó la historia de la Tierra de forma retrospectiva, como señala Rudwick,
centrándose en el periodo geológico Terciario: “Some of the best evidence for this era

70 “Lyell practically wiped clean the slate of the past, since such a title, which was inspired by
Descartes and Newton, seemed to imply that geology as a science was born with his treatise. The
subtitle of the work, Being an Attempt to Explain the Former Changes of the Earth's Surface, by
Reference to Causes Now in Operation, indicates the nature of the actual causes being invoked: for
as far back as one can go into the past, the laws of nature have remained the same, not varying in
degree or kind. Lyell's credo was thus a rigorous uniformitarianism, nourished by Hutton's great
ideas.” (Richet: 2007, p. 172).

144
came from its abundant fossil shells. Lyell adopted Brocchi’s model of piecemeal change
among its species of molluscs, making an explicit analogy with the population censuses
that had begun to be taken every ten years in Britain. The Tertiary formations scattered
around Europe (in the “basins” of Paris, London, and elsewhere) could then be arranged
in chronological order—and quantitatively, although on a scale not calibrated in years—
by counting among their fossils those species known to be extant or still alive and those
unknown alive and probably extinct: the higher the percentage of extant species the more
recent the formation (for identifying the hundreds of species he relied on the expertise of
a Parisian naturalist). Whewell then supplied Lyell with suitably Classical tags to name
the periods within the Tertiary era from which these populations of species happened to
have been preserved. They ranged from Eocene (“dawn of recent [i.e., extant] species”)
through Miocene (“less recent”) to Pliocene (“fully recent”; the names remain in use by
modern geologists, along with others inserted later).” (Rudwick: 2014, p 174).

La evidencia fósil permitió a Lyell trazar una secuencia cronológica relativa de


la historia de la Tierra y mostró su principio de "uniformidad absoluta" en acción. 71 Su
razonamiento fue que en el periodo Secundario estaba marcado por una matriz que no
contenía algún tipo de especie fósil 72; por el contrario, los estratos sedimentarios
pertenecientes al periodo Terciario contenían una cantidad suficiente de especies tan
dispares que por medio de ellas pudo inferir las tasas de cambio. Lyell menciona que “It
may appear inconceivable to a beginner how mountains, several thousand feet thick, can

71 “Certainly, there were innumerable species that had disappeared, but the classes had not been
disrupted. It was difficult to find a reason for the presence of fossilized specimens of tropical
species in the cold of Europe, if it was not due to a slow cooling of the globe through the course of
geological times. Because he limited such a cooling, in principle, to the very earliest moments of
the earth, Lyell took inspiration from Humboldt to assert that climates are determined by the
distribution of the continental masses. Historical geology demonstrated that this had varied
constantly, so there was no need to deny uniformitarianism to explain the repeated changes in
climate that fossils revealed. (Richet: 2007, p. 173).
72 También da a entender que el registro fósil, lejos de ser un inventario bastante completo de

la historia de la vida, como la mayoría de los geólogos creían de hecho, debe ser muy imperfecto
y fragmentario, “there had been steady or cyclic change from as far back as any record survived,
with no overall directional trends and no exceptional “revolutions” or “catastrophes” on the way.”
(véase Rudwick: 2014, p. 166).

145
have become filled with fossils from top to bottom; but the difficulty is removed when he
reflects on the origin of stratification, as explained in the last chapter, and allows sufficient
time for the accumulation of sediment. He must never lose sight of the fact that, during
the process of deposition, each separate layer was once the uppermost, and covered
immediately by the water in which aquatic animals lived. Each stratum, in fact, however
far it may now lie beneath the surface, was once in the state of loose sand or soft mud at
the bottom of the sea, in which shells and other bodies easily became enveloped.” (Lyell:
1838, p. 35). Lyell infirió que la tasa de cambio había sido uniforme estadísticamente:
un ritmo constante de las extinciones equilibrado por un ritmo constante de nuevas
especies. Por ejemplo, afirma que “By attending to the nature of these remains, we are
often enabled to determine whether the deposition was slow or rapid, whether it took
place in a deep or shallow sea, near the shore or for from land, and whether the water was
salt, brackish, or fresh. Some limestones consist almost exclusively of corals, and their
position has evidently been determined by the manner in which the zoophytes grew; for if
the stratum be horizontal, the round spherical head of certain species is uppermost, and
the point of attachment directed downwards. This arrangement is sometimes repeated
throughout a great succession of strata. From what we know of the growth of similar
zoophytes in modern reefs, we infer that the rate of increase was extremely slow, and some
of the fossils must have flourished for ages like forest trees, before they attained so large
a size. During these ages, the water remained clear and transparent, for such zoophytes
cannot live in turbid water.” (Lyell: 1838, p. 36).

146
Figura 8. Frontispicio de la obra Elements of Geology, publicada por Lyell en 1838.
Según la tesis gradualista la Tierra se habría formado lentamente a lo largo de extensos
períodos de tiempo y a partir de las mismas fuerzas físicas que hoy rigen los fenómenos
geológicos (uniformismo): erosión, terremotos, volcanes, inundaciones, etc.

4.6 ANALISIS

Las prácticas y procedimientos de medición en la etapa de fechamiento del


Diluvio bíblico han sido centrales para el avance cognitivo de las teorías de la Tierra. Es
en esta etapa donde, por medio de la evidencia física, se comienzan a descubrir en la
naturaleza algunos fenómenos que tienen procesos de transformación constantes. A
diferencia de las explicaciones históricas basadas en evidencia documental que
predominaron durante el siglo XVII, en el periodo que acabamos de describir podemos
observar que los procedimientos de medición intentan establecer un valor matemático
de alguna magnitud, algunos de manera directa como los experimentos de Buffon, y
otros de manera indirecta como el procedimiento de Whiston con los cometas.
Asimismo, vimos que estos intentos de cuantificación se llevaron a cabo mediante

147
concepciones de principios físicos muy diferentes, los cuales determinaron qué se mide,
cómo se mide y cómo se cuantifica.

De acuerdo con lo anterior, este análisis puede comenzar por el establecimiento


de la teoría de la Tierra woodwordiana como un modelo de explicación que comienza a
mezclar principios físicos basados en la Biblia y datos observacionales basados en
evidencia física. Recordemos que Woodward establece como primera causa del relieve
de la Tierra a la intervención divina; es fácil imaginar que bajo el principio de autoridad
bíblica la voluntad de Dios actúa detrás de todos los fenómenos físicos. Esta voluntad
no sólo explica por qué el diluvio es el autor de las formaciones geológicas actuales, sino
también por qué las Leyes Newtonianas son suspendidas para que se lleve a cabo la
mezcla de minerales donde están contenidos lo especímenes orgánicos que existieron
antes de la catástrofe. La evidencia fósil es limitada en el sentido que no apoya con un
alto grado de certeza el mecanismo por medio del cual la ley de Newton fue suspendida
para que se formara la mezcla. Sin embargo, la evidencia fósil apoya la hipótesis de la
existencia de un mundo antediluviano y su destrucción total, además de que explica por
qué la transportación de especímenes marinos en tierra firme se debió a la mezcla
suspendida de materiales minerales y orgánicos. Los principales patrones inferenciales
son abductivos dado que en la explicación: tenemos la evidencia A; Si existiera el
(hipotético) fenómeno B, entonces explicaría la presencia de A. Finalmente, el
componente metodológico usado para obtener información confiable fue limitado ya
que el registro de los fósiles in situ permitió ubicar los organismos “antediluvianos” en
zonas muy extensas de Europa, pero no proporcionó elementos suficientes para
establecer una secuencia de sucesiones estratigráficas que pudieran ser cuantificables
temporalmente, y por lo tanto, sigue aceptando la cronología de Ussher.

En el caso de los eternalistas como Gautier o Maillet, los principios físicos están
basados en las leyes naturales como la Gravitación Universal y la fuerza centrífuga, o
bien, sobre fenómenos naturales como la evaporación del agua, o algunas relaciones
entre objetos como la distancia entre el Sol y la Tierra. En este caso los autores tratan
de cuantificar el tiempo mediante algunos procesos geológicos como la erosión y

148
sedimentación (Gautier), o mediante la disminución del nivel del mar a causa de la
evaporación del agua. Sin embargo, al sostener una posición eternalista, ni Gautier ni
Maillet pueden establecer una escala de tiempo lineal, sino sólo de manera cíclica. Al
igual que la teoría woodwardiana, ambas propuestas utilizan la abducción como
herramienta cognitiva para la elaboración de sus hipótesis. En el caso de Whiston se
acepta el evento del Diluvio bíblico como un evento real, pero atribuye su causa a la
influencia negativa de un cometa que destruye el mundo. El tipo de evidencia con el que
articula la explicación con los principios físicos podríamos decir que es mixta; por un
lado es documental, ya que utiliza las diferentes menciones históricas sobre
avistamientos de comentas, y el principal énfasis es sobre los registros que relacionan
visitas de cometas con catástrofes. La evidencia física es geológica en el sentido de que
los especímenes fósiles y su procedencia estratigráfica apoyan la hipótesis del Diluvio,
pero también es astronómica ya que mediante el cálculo de las órbitas de los cometas
determina no sólo la causa sino también la fecha del evento. En Whiston hay un uso de
la evidencia física y documental que le permite fechar eventos mediante la
sincronización de datos de calendarios astronómicos o registros históricos con
magnitudes físicas.

Buffon es el primer autor que evita el uso de principios físicos provenientes de


la tradición eclesiástica. Por ejemplo, las propiedades del relieve terrestre las establece
mediante los procesos de transformación geológica causada por la erosión y la
sedimentación, y el origen del planeta por el choque catastrófico de un comenta con el
Sol. La erosión y sedimentación le permite establecer la existencia de cambios
graduales y lentos que se dan en el tiempo geológico, mientras que la idea de un planeta
cuyo origen fue una masa incandescente que se enfría continuamente le permite
establecer una relación entre tiempo/enfriamiento. En ambos casos, Buffon trata de
establecer mecanismos metodológicos que le permitan encontrar magnitudes
constantes que apoyen un cálculo de manera absoluta, cuánto tiempo ha pasado desde
que los planetas (o la Tierra) fueron creados. Como podemos observar, en el
planteamiento de Buffon tenemos un modelo de integración cognitiva (véase
Guillaumin: 2016) que articula exclusivamente principios físicos basados en la

149
naturaleza y evidencia física. Evidentemente, los principios físicos tienen diferente
grado de certeza dado que la evidencia física con la que cuenta no es suficiente para
justificar el conjunto de hipótesis de las que parte.

A partir de Buffon, observamos que las discusiones en el campo de la geología se


dieron sobre los principios físicos ya propiamente postulados desde una postura
naturalista. Prácticamente se discute ahora si la Tierra fue formada mediante un océano
original compuesto por una mezcla de agua y minerales (Werner) o bien, por acción del
fuego cuya fuerza mecánica puede hacer crecer montañas (Hutton). Se discute si estos
principios físicos pueden explicar la presencia de los fósiles de especímenes extintos en
diferentes estratos, por ejemplo, por medio de la existencia de múltiples diluvios
(Cuvier), o bien, mediante acciones pequeñas y graduales que se llevaron a cabo
durante un tiempo inimaginable (Lyell). Lo que subyace en estas discusiones es el hecho
de que varios de los principios físicos requerían diferentes escalas de tiempo, es decir,
el problema es acerca de si los mecanismos que están detrás de los procesos de
transformación geológica operan a la misma velocidad. Si la respuesta es que los
mecanismos se llevan a cabo rápidamente, entonces estos procesos pueden encajar
perfectamente en la escala de Ussher. Si, por el contrario, los procesos son lentos,
entonces la escala de Ussher sería insuficiente para abarcar esos procesos.

Una última consideración acerca de las inferencias genealógicas. Como expuse


en los capítulos anteriores, los patrones inferenciales como la analogía y la genealógica
son recursos cognitivos que se fueron gestando principalmente dentro de disciplinas
históricas como las que he analizado. Es importante señalar que el periodo analizado
aquí muestra una preocupación inédita acerca del uso de las inferencias genealógicas
relacionadas con la medición del tiempo. Este interés cae sobre el hecho de que las
explicaciones históricas comienzan a demandar inferencias genealógicas basadas en
evidencia física que permita fechar los eventos de manera absoluta.

150
CAPÍTULO 5. EL SISTEMA DE LAS TRES EDADES Y EL NACIMIENTO DE LA
ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA. LOS ARTEFACTOS MIDEN LA EDAD DE LA
HUMANIDAD.

"Everything which has come down to us from heathendom is


wrapped in a thick fog; it belongs to a space of time we
cannot measure. We know that it is older than Christendom,
but whether by a couple of years or a couple of centuries, or
even by more than a millenium, we can do no more than
guess."

Rasmus Nyerup (1802)

5.1. INTRODUCCIÓN

En la primera mitad del siglo XIX muy pocos estudiosos de la historia humana habían
encontrado algún tipo de evidencia física que indicara la existencia de un pasado que
podríamos llamar preadánico. Los historiadores y anticuarios europeos estaban
enfocados en describir únicamente aquellos eventos históricos que estuvieran dentro
de la escala de tiempo calculada por Ussher y que pudieran ser fechados dentro de la
periodificación usada en el Sistema de las Cuatro Monarquías. Los estudios de la historia
antigua, lo que vendrían a ser los estudios “prehistóricos” más adelante, provocaron
cierto tipo de escepticismo. Algunos historiadores que tenían preferencia por los
estudios historiográficos tradicionales, tal como Johann von Müller en su Universal
History (1811), o Karl von Rotteck en su Allgemeine Geschichteo (1832), o más tarde
Amos Dean en su The History of Civilization (1868), afirmaron que no había ninguna
certeza sobre la poca evidencia física que apoyaba las especulaciones acerca del mundo
antediluviano, y que su estudio debía ser más por curiosidad que por útil (véase Kelley:
2003, p. 18).

151
En las historias universales, los nuevos estudios historiográficos replantearon
las periodificaciones documentales de tal forma que los imperios que definen la historia
antigua del SCM fueron remplazados por la sucesión nuevos imperios como el Español,
el Inglés y el Holandés en la zona de Europa. Asimismo, los historiadores hicieron
encajar sin mucha dificultad la historia de América73, Oceanía, Asia y África a las nuevas
periodificaciones basadas en la cronología de Ussher. Kelley menciona que en este
periodo “The old stereotypes of barbarism and civilization, too, were employed to
distinguish not only the vanquished from the victors but also the primitive stages of
historical development from those produced by material and spiritual culture, whether
governed by laws of providence or of secular progress” (Kelley: 2003, p. 29). Asimismo,
algunos historiadores europeos, sobretodo escandinavos y escoceses, adaptaron la
cronología bíblica a su historia local. Rowley-Conwy (2007) pone como ejemplo al
escocés David Steuart (1742 – 1829), fundador de la Society of Antiquaries of Scotland
en 1780, y al historiador danés Peter Frederik Suhm (1728 – 1798). Ambos autores
hicieron uso de algunos datos cronológicos tradicionales como la fecha de la Creación
estimada por Ussher en 4004 años a.C., la fecha del Diluvio (2248 a.C.) y fecha del
nacimiento de Moisés (1571 a.C.), así como fechas del SCM como la caída de Troya
(1209/1108 a.C.) (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 7) para establecer periodificaciones
locales.

Pese a lo anterior, la importancia de los estudios arqueológicos escandinavos en


la primera mitad del siglo XIX fueron decisivos en el proceso que transformó a una
práctica anticuarista que predominantemente era coleccionista de objetos a una

73 “At first American antiquarian studies were locked into biblical chronology and ethnological
speculations drawn from the Old Testament. In 1833, for example, there appeared Josiah Priest’s
work on American antiquities that begins on Mount Ararat after the Flood, which he tries to
explain in natural terms rather than as an effect of “God’s power.” Priest proceeded through
conjectures about linguistic connections and about ancient discoveries attached to many
scattered archaeological finds (drawn from antiquarian journals). He described the remains
of mammoths (which Jefferson believed still existed) in awe-struck terms and associated them
with the behemoth mentioned in the book of Job, and his ethnographic interpretations are likewise
tied to scriptural passages. Although Priest believed that the peopling of America
was antediluvian, he was especially interested in finding possible Jewish connections, as well as
Roman, Greek, Phoenician, and of course Scandinavian connections.” (Kelley: 2003, p. 30)

152
arqueología científica. En Dinamarca y Suecia se comenzó a desarrollar la tipología
como el principal método arqueológico general, y la cronología como método
particular. En este último rubro, la contribución más importante fue la elaboración del
primer sistema de cronológico de la historia humana basado en el análisis tecnológico
de artefactos conocido como el Sistema de las Tres Edades (en adelante STE). De
acuerdo con Bo Gräslund (2007), los países escandinavos consiguieron por primera vez
construir un marco cronológico comparativamente detallado y fiable para la datación
de su pasado prehistórico en fechas bastante tempranas. En buena medida, los trabajos
históricos de la arqueología ha considerado al STE como el sistema cronológico más
importante de la historia humana del Siglo XIX74.

Podemos decir que el STE fue un cronómetro basado en la medición del tiempo
a partir de la comparación inédita de materiales arqueológicos con etapas
tecnológicas 75. El principio físico más importante que subyace a este sistema es que
afirma que las sociedades humanas han transitado por tres edades principales períodos
tecnológicos consecutivos y diferenciados entre sí, a saber: una edad de piedra, una edad
de bronce y una edad de hierro. Este planteamiento es el más importante en la
arqueología escandinava en términos de medición del tiempo porque implicó por
primera vez la posibilidad de ubicar temporalmente los distintos tipos de artefactos

74 Otro sistema sería el socio-económico, como los estudios tradicionales que venían usando
categorías como el salvajismo, la barbarie y la civilización desde la Antigüedad Tardía.
75 Una parte importante de las historias de la arqueología que se centran en el desarrollo del

método y la teoría arqueológica han tomado como tema el desarrollo de instrumentos


cronométricos por medio de los cuales se debería saber el momento y la época en que fueron
construidos los artefactos que constituyen los registros arqueológicos (Nash 2000; O'Brien y
Lyman 1999b; Truncer 2003). En la construcción de cronómetros arqueológicos, y en general
el desarrollo de técnicas analíticas para la medición del tiempo durante la segunda mitad del
Siglo XIX hasta la primera del XX, existe la preocupación por conocer no solamente para qué
fueron elaborados los artefactos, sino también que dichos artefactos indican subsecuentes
cambios progresivos en la cultura material. En la arqueología, los cronómetros comenzaron
siendo herramientas para evaluar la edad de un artefacto en relación con otro. La idea de
cronómetros arqueológicos se refiere a un marcador de tiempo basado en artefactos: así como
los relojes modernos utilizan unidades como los segundos, los minutos y las horas para medir
el paso del tiempo -donde un cronometro es una técnica para decir la hora (Lyman y O'Brien
2006, énfasis mío). Algunos cronómetros arqueológicos utilizan unidades de medida únicas,
tales como los tipos de artefactos que se hicieron y utilizaron durante períodos de tiempo
limitados, lo que se conoce como tipos diagnósticos o tipos de índices. (Lyman y O'Brien: 2006)

153
arqueológicos, y calcular de manera relativa su edad. Esto implicó, a su vez, que los
análisis de los artefactos podrían proporcionar las condiciones de posibilidad para
creer que los primeros habitantes humanos comenzaron su desarrollo partiendo de la
tecnología de piedra, y que el cambio de tecnología, de una de piedra a una de bronce
se debió a un largo proceso que posiblemente llevó más tiempo de lo estipulado por la
cronología de Ussher. Como he mostrado en capítulos anteriores, la división de la
historia humana en diferentes épocas según el nivel de sus avances tecnológicos no era
una idea nueva. Sin embargo, como también lo señala Gäslund, sólo en las décadas de
1820 y 1830 el STE pudo ser formulado y aplicado a un cuerpo de materiales que se
venían históricamente coleccionando en Dinamarca.

El autor original del STE fue Christian Jürgensen Thomsen (1788-1865), quien
desarrolla este sistema durante las décadas de 1820 y 1830 mediante las distintas
clasificaciones museográficas que realizó en este periodo. Años más tarde, el STE sería
el principal sistema de clasificación temporal para los artefactos de las excavaciones
arqueológicas del Siglo XIX. Dada la importancia que tuvo este sistema para el
desarrollo de la arqueología mundial, en este capítulo explico cómo fue que se dieron
las condiciones para que Thomsen pudiera desarrollar el método tipológico que
permite fechar de manera relativa los objetos arqueológicos por primera vez. Al final
del capítulo explico brevemente como fue que, por medio del conocimiento geológico y
el STE sirven como fundamento para que la arqueología sea considerada por primera
vez una práctica científica.

5.2. LA PERIODIFICACIÓN DOCUMENTAL EN LA HISTORIOGRAFÍA ESCANDINAVA

La idea de “prehistoria”, es decir, la noción de un pasado profundo más allá de todo el


alcance que tenía la historia documental era vaga a principios del siglo XIX. Los
historiadores del norte europeo, a pesar de su saber enciclopédico, seguían utilizando
fuentes documentales para las periodificaciones tempranas de la historia humana.

154
Peter Frederik Suhm76 (1728 – 1798), historiador danés fue un personaje clave en la
periodificación de la prehistoria en el norte de Europa. Suhm fue el historiador más
importante de la región escandinava a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su
trabajo estaba basado principalmente en el análisis de documentos antiguos y en la
filología comparativa (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 8). Una de las vertientes más
importantes de los estudios filológicos a la que Suhm estaba ligado fue la investigación
sobre “lengua original”, es decir, la lengua mediante la cual se comunicaban los
primeros habitantes de la Tierra según la tradición bíblica. En esta vertiente se sostenía
que en un principio Dios había dotado de un sólo idioma a los “Hombres” y que con el
tiempo, este se fue transformando en los lenguajes contemporáneos que hoy
conocemos. Según esta idea, las distribuciones geográficas y los grados de interacción
entre los lenguajes contemporáneos proporcionan evidencia de las divergencias
lingüísticas, pero sobretodo, la historia común de los pueblos del Mundo.

En este contexto, Suhm exploró diversos escritos tempranos de la región


escandinava con la confianza de que estos eran el núcleo de hechos históricos poco
conocidos. En el año de 1782 comenzó su historia de Dinamarca. Rowley-Conwy
destaca algunas reglas explicitas (lo que aquí he llamado principios físicos) que utiliza
Suhm, y que son determinantes para la periodificación de la historia escandinava. La
Regla 1, considera que la Biblia es la fuente documental más confiable; la Regla 2,
menciona que el Diluvio Universal tuvo una extensión global, no sólo por estar
documentado en las Sagradas Escrituras, sino también en otros textos no bíblicos. La
Regla 9 afirma que después de Babel ya había suficientes personas en el mundo para
asegurar la colonización de todas las regiones del mundo, o; la Regla 10 que afirma que
esta colonización se dio principalmente por tierra (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 24).
Mediante estos principios físicos, el principal objetivo de Suhm fue encontrar evidencia
acerca del origen y la dispersión de los pueblos originales a consecuencia de la división

76En este apartado voy a seguir la investigación que hace Rowley-Conwy (2007) sobre Peter
Frederik Suhm. La razón es que su análisis es un estudio inédito dentro de la historia de la
arqueología del siglo XIX, en el cual, por primera vez, se traducen al inglés los trabajos de Suhm.

155
de los descendientes de Noé después del evento de Babel: Cam, Sem y Jafet (véase
Rowley-Conwy: 2007, p. 24).

Suhm establece dos tipos de recursos metodológicos para establecer dos tipos
de cronologías, una relativa y una absoluta. El primer recurso lo establece por medio de
la filología la cual se enfoca en detectar paralelismos lingüísticos entre documentos
antiguos escritos en sánscrito77 y documentos en griego, latín y otros idiomas
indoeuropeos (véase Trautmann: 1997). El grado en que se relacionan los pueblos
puede ser medido por lo parecido que eran sus lenguas (véase Rowley-Conwy: 2007, p.
24). Suhm menciona al respecto que “Languages are one of the means which serve to
reveal peoples' relatedness and origins, and thus also the routes they followed on their
first migrations. When complete similarity of language can be demonstrated between two
or more peoples, there arises a probability... that they are related to each other; but as the
similarity becomes less and less, so the probability becomes weaker.” (Suhm: 1769, p. 70,
en Rowley-Conwy: 2007, 24). A partir del reconocimiento de palabras fundamentales
como nombres de las partes del cuerpo, o mediante nombres de personas y lugares,
Suhm establece que había doce principales grupos de lenguas que descienden de las
lenguas de los nietos de Noé. Por medio de estos paralelismos Suhm establece una
sucesión relativa de idiomas que nos permite ver cuál de ellas es ancestro y cual es
descendiente, lo cual permite hacer una genealogía de las lenguas. Para Suhm, los
descubrimientos de los vínculos lingüísticos en las lenguas indoeuropeas en el siglo
XVIII confirmaron la veracidad de la narración bíblica.

77 Esta idea puede ser ilustrada perfectamente por la siguiente cita de William Jones utilizada
por Rowley-Conwy: “The Sanscrit language, whatever be its antiquity, is of a wonderful
structure; more perfect than the Greek, more copious than the Latin, and more exquisitely
refined than either; yet bearing to both of them a stronger affinity, both in the roots of verbs,
and in the forms of grammar, than could possibly have been produced by accident; so strong,
indeed, that no philosopher could examine all three without believing them to have sprung
from some common source, which, perhaps, no longer exists. There is a similar reason, though
not quite so forcible, for supposing that both the Gothick and the Celtick, though blended with a
very different idiom, has the same origin with the Sanscrit, and the old Persian might be added
to the same family, if this were the place for discussing any question concerning the antiquities
of Persia.” (Jones 1786 [1806]: 422-3; en Rowley-Conwy: 2007, p. 8)

156
Figura 1. Tabla
simplificada de los
doce grupos de
lenguas
descendientes de los
nietos de Noé
(Rowley-Conwy:
2007, p. 25)

Siguiendo a Rowley-Conwy, el segundo recurso metodológico se trató de un


procedimiento muy ingenioso por parte de Suhm para obtener fechas exactas de
eventos registrados en documentos históricos, y a partir de ellas crear una escala de
tiempo que pudiera ser computada mediante un sistema de cronología absoluta. En
lugar de hacer un cómputo por medio de las genealogías de los personajes del Antiguo
Testamento como en la tradición de cronologías bíblicas, Suhm estableció una unidad
de medida por medio del cálculo entre tiempo por distancia. Lo primero que hizo fue
identificar dos puntos geográficos donde se habían llevado a cabo dos de los más
importantes eventos descritos en La Biblia. El primer punto fue el monte Ararat,
ubicado en la zona oriental de lo que hoy conocemos como Turquía, en donde Suhm

157
identificó el lugar donde se había emplazado el arca de Noé después de que los mares
volvieron a su estado original. El segundo punto fue localizado donde se encuentran las
ruinas de la antigua Babilonia, lugar que Suhm identifica con la mítica ciudad de Babel.
La fecha que Suhm establece como punto fijo del final del Diluvio es la misma
establecida por Ussher en su cronología, es decir, el año 2340 a. C. Asimismo, la fecha
en la cual establece el evento de Babel donde se dividen las lenguas la fija en el año de
2247 a.C. El intervalo de 101 años entre cada evento es de suma importancia ya que es
el tiempo que llevó al pueblo hebreo trasladarse de Ararat a Babel. De acuerdo con los
cálculos de Suhm, la distancia recorrida de un punto a otro fue de 90 millas alemanas
(aproximadamente 678 Km) en 101 años (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 26).

La operación tiempo por distancia le permitió a Suhm establecer la tasa de


tiempo en que los pastores tardan en emigrar de un punto geográfico a otro, y a través
de esta tasa calcular las diferentes fechas de ocupación de diferentes lugares. 78 A partir
de ahí, y con base en la cronología de Ussher, Suhm pudo calibrar algunas fechas de
eventos conocidos como la fundación de Grecia 158 años después de Babel, circa del
año 2089 a. C. La velocidad en que se llevó acabo la colonización de Grecia le permite a
Suhm inferir que en esta época la gente comenzó a trasladarse por mar. Sin embargo,
para la zona de Escandinavia postula que había sido en primer lugar por vía terrestre,
lo que permitió Suhm para calcular las fechas con precisión (véase Rowley-Conwy:
2007, p. 27).

“According to the aforementioned rule [rule 10], our ancestors could have reached
the source of the Dvina about 390 years after Babel [1856 BC]; then they divided
into two groups; one went west into Germany, to the border of which... it reached
around 590 years after Babel [1656 BC]: the other went north around the Gulf of

78Una objeción al método de Suhm fue la insuficiencia de personas en la época del evento del
Diluvio, sin embargo: “People in the expansion I have established [that from Ararat to Babel] were
only expanding in one direction; but from Babel in contrast this was towards all four comers of
the world, so in the same time, 101 years, they would only be able to expand one quarter as far, or
about 23 miles. But to this I answer that people were, in the beginning after the Flood, too few to
expand too far, but 101 years later they already comprised some 1000 families, so they would have
been able to occupy more space.” (Suhm 1770: 125-6, en Rowley-Conwy: 2007, pp. 26-27)

158
Finland to about the spot where Abo now lies, and arrived there at about the same
time... After they had crossed over to the country we now call Sweden, they needed
a period of about 75 years to reach the southernmost tip of Scania, which they
consequently reached 660 years after Babel [1586 BC].” (Suhm 1770: 130-1, en
Rowley-Conwy: 2007, p. 27)

La colonización de la zona escandinava comienza en el año 1276 a. C. La ruta de


los pobladores del norte de Europa debieron provenir de la región del Mar Negro, por
lo cual, los pueblos que viven, o vivieron, a lo largo de esta ruta son antecesores de los
escandinavos. Bajo este tipo de razonamientos genealógicos Suhm relaciona la
lingüística comparativa con la cronología. Al respecto, menciona que “I have established
with near-certainty that the Cimbrians and Teutons were German peoples, not truly
Scandinavian... [ but] it is a proven fact that the Germans and the Scandinavians were
brothers, and in the most ancient times comprised one single people, before they
separated, which probably occurred on the Baltic Sea where the Dvina flows into it.”
(Suhm: 1770, p. 315; en Rowley-Conwy: 2007, p. 28). Una vez establecida la fecha de la
colonización de la zona escandinava, Suhm analiza los primeros escritos históricos de
la región estableciendo que los seres mitológicos que mencionan las fuentes
documentales a menudo se basan en personajes históricos, tal como es el caso de Odín,
quien tradicionalmente se consideraba una divinidad. Suhm infirió en base a las fuentes
que Odín mítico fue en realidad el nombre que se le dio a tres personajes históricos que
vivieron en tres periodos diferentes de la historia temprana. Según Suhm, estos tres
personajes fueron originarios de Tanais, en el Mar Negro. El periodo de Odín I es
desconocida, pero Suhm supone que es quién vivió con su pueblo Los Asas antes de
emigrar hacia el norte. Odín II es el personaje histórico que huye hacia el norte por las
campañas de persecución de su pueblo por parte de Darío (el Persa) alrededor del año
500 a.C. De esta persecución se diversifican los Asas en lo que hoy son los suecos,
daneses y noruegos (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 28). Por último, Odín III llega a la
región de Escandinavia alrededor del 70 a. C. refugiado de la expansión romana, y es de
quien descienden las líneas reales posteriores a él. La llegada del tercer Odín y su

159
dinastía termina después del año 900 d. C. con la muerte del Rey Gorm y la conversión
de los daneses al cristianismo (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 28).

Figura 2. Tabla de los acontecimientos históricos y personajes en el período, desde los


primeros tiempos hasta el 70 a.C.; así como el período Fabuloso, 70 a.C. -800 d.C. (Rowley-
Conwy: 2007, pp. 31-32)

160
5.3. LOS PRIMEROS ESBOZOS DE LA CRONOLOGIA BASADA EN ARTEFACTOS

Durante el siglo XVII, la tradición anticuarista en Dinamarca es impulsada por el Rey


Christian V quien funda la Real Colección Danesa de antigüedades, monedas y objetos
etnográficos a partir de las colecciones de los materiales que estaban depositados en
los gabinetes de curiosidades de Ole Worm y Bernard Paludanus, y que fueron
clasificados posteriormente en el siglo XVIII por el profesor Jacobaeus y J. Laverentzen
(véase Klindt-Jensen: 1981). A inicios del siglo XIX, el bibliotecario Rasmus Nyerup
(1759 – 1829) y el Obispo Frederik Münter (1761 – 1830) comienzan una nueva etapa
de recolección y clasificación de antigüedades y monumentos daneses que
posteriormente servirían para fundar, junto con los objetos de la Real Colección Danesa,
el Museo Nacional de Dinamarca (el Museo Nacional en adelante) en el año de 1807. Con
esto, Nyerup y Münter marcaron el comienzo de un tipo de anticuarismo museográfico
que conduciría directamente al Sistema de Tres Edades (véase Daniel: 1943, 1950,
1967, 1968; Kelley: 2003; Trigger: 2006; Rowley-Conwy: 2007; Briggs: 2008; Risbjerg
Eskildsen: 2012). La Comisión Real para la Preservación de las Antigüedades (Kongelige
Commission for Oldsagers Opbevarung), que era presidida por estos dos personajes,
inició una publicación periódica, la Antikvariske Annaler, que apareció de forma
intermitente a partir del año 1812, en estos anales se comenzaron a publicar los
monumentos y antigüedades que habían sido protegidos por el gobierno de Dinamarca
(véase Kristiansen: 1981; Van Riper: 1993; Rowley-Conwy: 2007).

Nuevamente surgió la inquietud de saber la procedencia de muchas de las


antigüedades que mostraron ser de épocas desconocidas, principalmente se
preguntaban sobre su procedencia histórica la cual implicó explícitamente saber en qué
momento estás antigüedades fueron creadas para ser usadas por los humanos, y qué a
tipo de sociedad pertenecían. Nyerup menciona está preocupación al describir una de
las habitaciones de la Real Colección Danesa, cito in extenso:

“This room contains monuments and remains that go so far back that they cannot
be accurately dated. Everything that derives from an ancient period that precedes
the introduction of the Christian faith in these countries can correctly be said to be

161
infinitely old. With Christianity we get better writing media than stone or wood,
faster writers than the rune masters of yore, time resolves itself into years and
centuries, against which events, actions and monuments can be reckoned and
divided. Everything preceding, everything from the earliest heathen period hangs
before us as if in a thick fog, in an unmeasurable period of time. We know it is older
than Christendom, but if by a few years or a few hundred years—even maybe over
a thousand years— older, is sheer guesswork and at best only likely hypotheses.”
(Nyerup: 1806, p. 1)

En palabras de Rowley-Conwy, la idea de Nyerup acerca de lo que aquí he denominado


la historia profunda se restringía exclusivamente a la cronología de Suhm, desde que
Dinamarca se convirtió al cristianismo alrededor del año 900 d. C., incluso mil años
antes, y no tenía ninguna relación con alguna intuición que le hiciera pensar acerca de
la posibilidad de un pasado más antiguo que el postulado por Ussher. La preocupación
de Nyerup no era por la ausencia de una cronología, sino por la ausencia de un sistema
cronológico que permitiera contrastar las antigüedades con la cronología de Suhm
(véase Rowley-Conwy: 2007, p 35).

En su artículo “Historisk-antikvariske beskrivelse over Øen Samsøe indtil aaret


1675” de 1812, publicado en los Antikvariske Annaler, Nyerup elabora un esquema
cronológico relativo en torno a la historia y a las antigüedades de la Isla de Samsøe
divididas en tres grandes periodos. El primero de ellos es el periodo denominado el
pasado de la isla en la oscuridad en el cual sólo establece la etimología de su nombre y
de los lugares más importantes de la isla. El segundo periodo, el “Fabuloso” es
establecido por una famosa batalla en Samsøe registrada en documentos de carácter
mitológico. El evento que define este periodo es la batalla entre dos personajes, Hialmar
y Orvarodd, en contra del rey sueco Angantyr y sus once hermanos; periodo que
correspondería al siglo V en la cronología de Suhm. A pesar de que Nyerup es bastante
escéptico con la aceptación literal de los textos mitológicos escandinavos, encuentra
que éstos textos paganos fueron registros de la historia oral de una época anterior a la
llegada de los primeros cristianos en la zona escandinava; pero lo más importante, es

162
que encuentra una correspondencia cronológica entre estas fuentes y en algunos
monumentos y antigüedades. En este artículo clasifica tipológicamente un cierto tipo
de montículos funerarios que son típicos sepulcros suecos de la época del rey Angantyr
(véase Nyerup: 1812, pp. 204 -205). Sin embargo, Neyrup no encuentra elementos
suficientes para elaborar una cronología basada en algunas de las antigüedades
encontradas en la isla de Samsøe: los monumentos se pudieron vincular
ocasionalmente con cualquier periodo histórico, pero los artefactos eran en gran parte
inestables e inutilizables para una cronología relativa en base a artefactos. Finalmente,
Nyerup establece el Periodo Histórico tal y como lo describe Suhm en su cronología.

Figura 3. Algunos de los


objetos de la isla de
Samsøe registrados por
Nyerup. Se trata de los
primeros artefactos
arqueológicos
ilustrados por la
Comisión de
Antigüedades. (Nyerup
1812: p. 2).

163
5.4. EL SISTEMA DE LAS TRES EDADES Y EL NACIMIENTO DE LA CRONOLOGÍA
ARQUEOLOGICA.

Para autores como Bo Gräslund (1987), la aparición del método tipológico usando para
clasificar los artefactos mediante el análisis de sus características tecnológicas fue un
avance sin precedentes. La aparición de la tipología tecnológica como método de
datación fue determinante para el desarrollo de lo que sería el marco cronológico más
importante del siglo XIX. Pero también es justo decir, adelantándome un poco a lo que
desarrollaré más adelante, que detrás de la tipología como método de datación existe
un desarrollo bastante sofisticado en las observaciones y análisis de los hallazgos
arqueológicos. Por un lado, se establecieron criterios basados en un tipo de analogía
que agrupa artefactos basándose en la comparación de sus propiedades físicas
esenciales; y por otro lado, se establecieron procedimientos analíticos bajo el supuesto
de que la agrupación por tipo refleja a menudo una afinidad cronológica, lo cual permite
la calibración de fechamientos. Sin el desarrollo de estas herramientas cognitivas era
imposible establecer patrones taxonómicos que indicaran qué tipos de artefactos eran
temporalmente anteriores o posteriores a otros. Siguiendo a Gräslund, éste logro no
sólo explicaría porque la investigación arqueológica escandinava fue la más avanzada
en el estudio de la cronología humana, sino también porqué la arqueología comenzó a
ser considerada en el siglo XIX como una ciencia -a diferencia de las prácticas
anticuaristas que, a pesar de establecer las condiciones de posibilidad de una etapa
temprana en la cual los humanos usaron tecnología de piedra, no fueron capaces de
sacar conclusiones históricas correctas debido a la falta de hechos cronológicos.

Como he mostrado en capítulos anteriores, desde la antigüedad clásica, pasando


por la antigüedad tardía se ha tratado en diferentes ocasiones de dividir la historia
humana es distintas épocas y períodos de tiempo. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII,
en muchas partes de Europa comenzaron a presentar la división de la línea del tiempo
histórica en términos de dos o tres periodos, con una edad de piedra y una edad de
bronce o de cobre (i.e. Laverentzen), otras añadiendo una edad de hierro. Gräslund
menciona que “During antiquity, there was a living tradition according to which a bronze

164
age had preceded antiquity’s own iron age. The antiquaries of later times knew of this
tradition from the writings of the classical authors, just as they knew from the written
sources that the technology of the Romans, the Celts and the Germans was based on iron.
Naturally, they also knew that this applied to the culture of their own time, that they
themselves were living in the prolongation of the iron age. In other words, it was obvious
that the iron age represented the last stage in this developmental series.” (Gräslund: 1987,
p. 17). Asimismo, con el descubrimiento del continente americano, fue un hecho que los
anticuarios concluyeran que una etapa en la historia humana debió estar basada
exclusivamente en la tecnología de piedra y distintos tipos de materiales orgánicos.
Como hemos visto, el proceso de reconocimiento de las herramientas hechas en piedra
llevó casi dos siglos desde sus primeras descripciones en los manuales de mineralogía,
sin embargo, es hasta el siglo XIX cuando se comienza a reconocer que estas
herramientas no tenían alguna conexión contextual con algún tipo de herramienta
hecha en metal.

5.4.1. El STE de Christian Jürgensen Thomsen

Christian Jürgensen Thomsen (1788-1865) fue el principal organizador de las


colecciones museográficas en Dinamarca durante la primera mitad del Siglo XIX (veáse
Daniel; 1962, 1967, 1968; Robert F. Heizer: 1982; Bo Gräslund: 1987; Stjernquist: 2005;
Eskildsen: 2012). Su principal aportación a la arqueología fue la aplicación del Sistema
de las Tres Edades (STE) en la clasificación de los artefactos que conformaban las
colecciones del Museo Nacional de Dinamarca a partir de la división del tiempo
histórico en tres edades tecnológicas: la edad de piedra, la de bronce y la de hierro.
Thomsen nació en Copenhague en 1788, a muy temprana edad desarrolló un
importante conocimiento sobre numismática, arte e historia lo que lo llevó a
convertirse en el año de 1816 en el secretario de la Real Comisión para la Preservación
de Antigüedades (Kongelige Commission for Oldsagers Opbevarung) después de que
Neyrup dejara el cargo (véase Rowley-Conwy: 2007). Establecido como el responsable
del Museo de Nacional en 1827, Thomsen se convirtió en el principal organizador de las
colecciones de los museos daneses entre 1840 y 1850. Desde 1830 era miembro de la

165
organización para la Colección de Armería Real de Copenhague, asimismo, en 1832, se
unió al gabinete numismático como inspector y tiempo después, en 1842, se convirtió
en su director. Desde 1839 trabajó como inspector en el Museo Real de Arte. Desde la
década de 1840, el STE de Thomsen se convirtió en un modelo para el estudio de los
artefactos humanos el cual se pensó podría ofrecer conocimientos científicos sobre la
naturaleza y las leyes del desarrollo humano.

Thomsen comenzó a catalogar la colección del Museo Nacional 79 y en 1819,


organizó una pequeña exposición de antigüedades en la Iglesia de la Santísima Trinidad
en Copenhague. Fue durante el registro y organización de las piezas de esta exposición
donde por primera vez plantea el primer esbozo del STE. En esta exposición consideró
que “antes de que aprendiera el uso de los metales, el hombre vivió una edad de piedra y
que, incluso cuando aprendió la utilización de los mismos, primeramente usó el cobre o el
bronce, y más tarde aprendió a tratar los minerales de hierro” (véase Daniel: 1968: p.42).
La idea de que había un progreso tecnológico que comenzaba con las herramientas de
piedra, después las de bronce, hasta llegar a la tecnología necesaria para la elaboración
de herramientas de hierro se remonta hasta Lucrecio en el siglo I a. C. y a un número
importante de autores que, como vimos en el capítulo 3, compartieron esta idea. El
mismo Thomsen se refirió a ella como una “idea vieja” en una carta al arqueólogo
alemán J.G.G. Büsching en el año de 1825 (véase Gräslund: 1987; Rowley-Conwy: 2007).

A diferencia de sus antecesores, una de las innovaciones de Thomsen en el


trabajo de clasificación fue establecer de manera confiable la procedencia de las
antigüedades que se iban integrando a las colecciones del Museo Nacional. Mediante el
uso de cédulas de registro estandarizadas, Thomsen pudo establecer de manera precisa
de dónde provenían algunos conjuntos similares de objetos, a los cuales denominó
Hallazgos (véase Gräslund: 1974, 1987; Jensen: 1988; Street-Jensen 1988). Thomsen

79 “The old laws ofdanefæ (a term best translated as ‘national treasure trove’) dated back to 1683,
and claimed all finds of precious metals for the Crown. From 1752 the finders were paid the full
cash value of their finds (Galster :1946). These laws were re-activated and extended, and Thomsen
instituted a system of payment even for items not made of precious metals (Jensen: 1992, p. 50).
As a result an increasing number of artefacts began to flow into the museum, and a means
of dealing with these was essential. (Rowley-Conwy: 2007, p. 39)”

166
hace hincapié en la importancia de los hallazgos en las investigaciones arqueológicas
ya que “As the artefacts, through the course of time, are always found covered and half
hidden by dust, one should observe the greatest care, so as to be able to note the mutual
relation between the deposited artefacts, which it is often more important to know than
the artefacts themselves.” (Thomsen (1836) en Gräslund: 1987, pp. 23- 24). El
establecimiento espacial de los objetos arqueológicos solamente fue un pequeño paso
de lo que sería la aportación más importante de Thomsen, la cronología. Thomsen
elabora la idea de las Tres Edades a partir de los datos obtenidos por medio de un
análisis sofisticado de las características tecnológicas observadas en las antigüedades
del museo (véase Gräslund: 1974, 1987; Jensen: 1988, 1992; Street-Jensen: 1988).
Dentro de la clasificación, Thomsen incorpora muchos materiales para la datación de
instrumentos hechos con una variedad de materiales, además de la piedra, el bronce y
el hierro: entre estos se encuentran el ámbar (sólo en la Edad de Piedra); el oro (en las
Edades de Bronce y Hierro); la plata y el vidrio (en la Edad de Hierro); y la cerámica (en
todas las Edades) (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 38); así como algunos tipos de
sepulcros y técnicas de enterramientos (véase Gräslund: 1987, p. 21, cuadro 1). A
consecuencia de este análisis, para el año de 1825 Thomsen ya tenía un esquema80 de
clasificación taxonómica más acabada para cada uno de los objetos arqueológicos que
componían cada una de las tres etapa, además de los criterios para su clasificación en
un sistema cronológico dividido en periodos.

Estas ideas fueron difundidas a través de la correspondencia que mantuvo con


algunos de sus colegas anticuarios. Emil Hildebrand (1806-1884), por ejemplo,
organizó la colección de antigüedades del Museo Histórico de la Universidad de Lund,
Suecia, con el STE después de visitar en 1830 a Thomsen (Stjernquist: 2005). Para el
año de 1833, el Museo Nacional se trasladó al Castillo de Christiansborg en Copenhague
donde se dice que Thomsen, en condiciones más favorables de espacio, clasificó las

80“One of the earliest documentary records of his scheme was in a letter he wrote to the German
archaeologist J. G. G. Büsching on 19 February 1825 (Hermansen 1934: 101-5). In it Thomsen
makes it clear that he was making full use of the outline Three Age System by 1825, and
furthermore that he was already considering grave types as varying between the periods.”
(Rowley-Conwy: 2007, p. 38)

167
colecciones de objetos prehistóricos y medievales bajo el STE (véase Robert F. Heizer:
1962: Gräslund: 1987). El STE de Thomsen fue publicado por primera vez en el año de
1836 con el nombre de Ledetraad til nordisk Oldkyndighed, el cual fue traducido al
alemán en 1837 (Leitfaden Zur Nordischen Alterthumskunde) y al inglés en 1848 (A Guid
to Northern Antiquity o Guide Book on Scandinavian Antiquity) y este, paulatinamente
fue adquiriendo la atención de investigadores de habla inglesa en Europa. Ésta atención
comenzó porque el principio físico detrás del STE fue un supuesto que implicaba la
hipótesis de que la historia humana había progresado tecnológicamente, y esta idea se
veía reflejada en los artefactos recuperados en casi todas las excavaciones
arqueológicas de Europa.

Figura 4. Representación de
Thomsen utilizando una de las
salas del museo para explicar el
sistema de tres edades a los
visitantes. Este dibujo es de
Magnus Petersen, que fue
adjunto al museo como un
dibujante en la década de 1840.
Tomado de Gräslund: 1987, p. 25

Respecto al tema de la cronología, en el año de 1825 Thomsen todavía aceptaba


las cronologías documentales de Ussher y Suhm, y sobre ellas trata de ajustar la primera
versión del STE (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 39). Thomsen establece como punto fijo
la llegada de Odín en un punto cercano al nacimiento de Cristo, y considera que Odín es
el portador de la tecnología de bronce que se desarrolla en la zona escandinava. La

168
transición de la tecnología de piedra a la bronce ocurriría cerca del año 200 d. C., y la
transición al hierro se produjo entre el V y VI siglo d. C. en Alemania, y un siglo más
tarde en la zona escandinava (véase Hildebrand: 1880, pp. 146 - 147). Por lo tanto, el
esquema de Thomsen “was thus not chronologically independent to begin with, but was
initially grafted onto the ancient historical chronology, which in the 1820s was still
gaining support from a variety of intellectual directions. Ancient history remained
dominant” (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 41). Sin embargo, en la década de 1830 la
aceptación de las cronologías documentales eran difíciles de sostener por Thomsen,
esto gracias a los trabajos del historiador danés Christian Molbech (1783 – 1857) quien
fue la primera persona en Dinamarca en poner en duda la cronología de Suhm (véase
Borup: 1954; Jorgensen: 1943; Rowley-Conwy: 2007). En una larga serie de
conferencias entre 1833 y 1834, Molbech mostró que sólo a partir del año 872 d. C. la
historia de Dinamarca estaba basada en fundamentos fiables, y atacó la idea de la
existencia de Odín, mencionando que: “We must establish that no person called Odin ever
existed. It is a mixture of fragments of Scandinavian sagas that preserved the memory of
the immigration into Scandinavia of Gothic tribes and their leaders, with myths of Odin as
the chief of the gods” (Molbech 1837 en Jensen: 1988, p. 14).

En el Ledetraad -haciendo eco de lo que había descubierto Molbech- Thomsen


omite mencionar a Odín como parte de la historia antigua, excepto por una mención
oblicua escrita para describir cierto tipo de monumentos de piedra donde menciona
que “some have regarded them as deriving from a religion that predated the Odinian”
(Thomsen: 1836, p. 36). Para 1836, la cronología relativa que sostenía el STE se había
movido considerablemente (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 43): “if one concludes that a
people from southern lands immigrated into Scandinavia about the time of Julius Caesar,
it is reasonable that the immigrants, who knew iron, which was in common use in
the south, brought it with them here to Scandinavia” (Thomsen: 1836 p. 60), de tal forma
que recorre temporalmente la Edad del Bronce y la Edad de Piedra más atrás en la
historia profunda (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 43). Hay una idea de Thomsen que,
como bien señala Rowley-Conwy, marca un significativo alejamiento del uso de los

169
documentos para calcular la edad de la historia profunda, específicamente de la Edad
de Bronce y la Edad de Piedra:

“Since these [antiquities] can never provide us with new [historical] facts, they can
neither confirm ancient royal successions nor fix points in time; but they can,
collectively and comparatively, give us a clearer idea of our ancestors’ religion,
culture, way of life and so on, than the written sources; the latter can never be
ascribed so great an antiquity, the ancient stories are mixed with more recent
additions, and because they were first written down at a later date must often be
suspected of having been considerably distorted. Archaeological remains, which
cannot be described as true written sources, thus supplement them in broadening
the limits of our knowledge of a time for which the texts are just beginning to earn
our trust, and to suggest or disprove ideas about the movements of peoples or
connections concerning which written history is completely silent.” (véase
Thomsen; 1836, pp. 27-28)

Lo que afirma Rowley-Conwy es que, al echar hacía atrás la cronología de la


historia profunda, Thomsen sospecha de la existencia de un periodo mucho más largo
y antiguo que el contemplado tradicionalmente; por lo tanto, ve en esta cita el origen de
la idea de “prehistoria” en la mente de Thomsen.

5.4.2. La clasificación de las Edades

Daniel, en un libro clásico de la historia de la arqueología The Three Ages: An Essay on


Archaeological Method (1943), caracteriza el STE de Thomsen como “sólo una idea
plausible” (una hipótesis) acerca del desarrollo tecnológico humano, puesto que era
evidente que Thomsen no tenía ningún indicio de que las tres edades que propuso
habían ocurrido con certeza (véase Heizer: 1962). El mismo Thomsen escribe, en una
carta redactada para la Real Sociedad de Antigüedades del Norte, lo siguiente: “Nuestras
colecciones son aún demasiado recientes, y nuestros datos, demasiado escasos para poder

170
llegar a conclusiones que merezcan plena confianza en la mayoría de los casos. Los
comentarios que ahora ofrecemos, por lo tanto, deben ser tenidos en cuenta simplemente
a título de conjeturas destinadas a ser confirmadas o rectificadas a medida que se presta
al tema una mayor atención global. Para facilitar este propósito daremos a cada uno de
los distintos períodos, cuyos límites, sin embargo, no pueden ser establecidos con certeza,
una denominación independiente” (Thomsen (1836) en Daniel, 1967, pp. 43-44). Sin
embargo, concuerdo con la opinión de Gräslund cuando menciona que el STE, al ser en
gran medida un sistema que divide el tiempo en periodos definidos por medio criterios
tecnológicos, no puede ser interpretado como una simple hipótesis como lo hace Daniel,
o como un modelo puramente teórico cuya hipótesis de trabajo emana de la necesidad
de Thomsen a tener a mano un principio simple y práctico para la disposición de
material de museo (véase Gräslund: 1987, p. 20).

En un examen minucioso del Ledetraad por parte de Gräslund (1987, cap. 4) se


muestran elementos por medio de los cuales el trabajo de Thomsen no puede confinado
a una simple “idea” como usualmente lo muestran las historias de la arqueología.
Nuevamente quiero recalcar que el punto de partida de Thomsen fueron las
observaciones relativas a la comparación de rasgos tecnológicos de los artefactos con
los hallazgos que contenían diferentes tipos de artefactos. Gräslund menciona que la
clasificación de los instrumentos de hierro fue crucial para dividir cada uno de los
demás periodos. Dado que los registros de procedencia no podían especificar con
precisión las etapas tecnológicas de metal, ya que en los hallazgos fueron descubiertos
objetos de bronce y hierro, Thomsen correctamente postuló que la Edad de Hierro
estuvo principalmente definida por la elaboración de las armas y herramientas de corte
como espadas y cuchillos. En el caso de las costumbres funerarias y los tipos de
sepulcros, Thomsen estableció que las tumbas con cámaras de piedra en cuyos
interiores se encontraron cadáveres no incinerados databan de la Edad de Piedra;
asimismo, las cistas (megalito funerario individual) cuyo interior contenían cada uno
un cadáver -incinerados o si incinerar-, además de urnas que contenían pinzas, leznas
y cuchillos, databan de la Edad de Bronce. A diferencia de los anteriores tipos de
cámaras funerarias, algunas cistas que tenían un entramado de madera bajo los túmulos

171
de piedra y cadáveres incinerados junto con restos de caballos, pertenecían a la Edad
de Hierro (véase Gräslund: 1987, p. 22).

Uno de los grandes problemas para Thomsen fue ordenar los artefactos
pertenecientes a las edades de Piedra y de Bronce ya que muchos hallazgos tenían
mezclados artefactos de estos dos períodos. A estos hallazgos los denominó como
hallazgos mixtos en los cuales existe una posible convivencia transicional de artefactos
entre un periodo y otro: “The large stone-chamber tombs seem to have been built about
the period when the first metals came, gradually and probably sparingly, into use in
Scandinavia. In them, we have, as has already been noted, generally found the corpses
uncremated, often with crude urns beside them, very seldom anything of metal, in any case
only little bronze or gold and never anything of silver or iron, but almost solely stone
artefacts and simple ornaments of amber.” (Thomsen (1837) en Gräslund: 1987, p. 23).
Gräslund menciona que éstas clasificaciones no eran simples conjeturas sin
fundamento, sino que fueron el resultado de observaciones cuidadosas que asociaron,
como ya se ha mencionado, los atributos tecnológicos con los patrones de pertenencia
contextual mostrados en los hallazgos; al respecto, se puede decir que este
procedimiento se distinguió de las prácticas anticuaristas por el uso de un método
combinatorio que permitía establecer el orden sucesivo de las tres etapas.

Finalmente señalaré dos de las grandes aportaciones de Thomsen que fueron


determinantes al momento de que la arqueología dejó de ser una simple práctica de
anticuarismo basado en el coleccionismo y se convirtió en una práctica científica.
Thomsen señala que la ciencia arqueológica no solamente requiere de las antigüedades
de los museos, sino lo contrario, la ciencia arqueológica necesita una muestra mucho
más significativa de materiales del mismo tipo para extraer de ellos mayor la
información. Este procedimiento de análisis basados en una mayor cantidad de
materiales contrastaba con los análisis anticuaristas dado que muchos de los sus
hallazgos, a menudo tan pobres en especímenes, reducían la calidad de la fuente, y en
consecuencia, su veracidad. A diferencia de los anticuarios tradicionales, Thomsen
menciona que “Only too often, the exact circumstances of the find are forgotten, and later

172
it is generally impossible to obtain reliable information about the associations in which
the artefacts were found and other matters which might serve to yield information.”
(Thomsen (1836) en Gläslund: 1987 p. 24). Esto quiere decir que para Thomsen, las
asociaciones de los hallazgos, y la realización de estudios generales de sus materiales,
es la importancia científica fundamental de la arqueología “because it will not be without
use for archaeological science to know where things are found together and what, on the
other hand, never occurs in one place.” (Thomsen (1836) en Gläslund: 1987 p. 25); de tal
forma que los hallazgos vistos como una unidad se convirtió en la típica forma de
considerar los artefactos arqueológicos.

La segunda aportación importante fue la excavación con base en la estratigrafía


geológica como método para recuperar información confiable acerca de la procedencia
temporal y espacial de los Hallazgos. En el año de 1831 Thomsen escribió un folleto
donde explica cómo se debe proceder al tratar de recuperar las antigüedades en las
excavaciones afirmando que "one must take the greatest care to observe the
relative positions of the deposited objects, since this is often more important than the
objects themselves" (Thomsen: 1831, p. 2). Thomsen se refería a las posiciones relativas
de los objetos en el sentido geológico. La siguiente cita nos puede dar una idea acerca
de cómo Thomsen obtiene por primera vez evidencia estratigráfica que le ayuda a
sostener que el STE es correcto: “At the BASE of this mound was a funerary chamber
made of large boulders, in which the amber objects lay with several uncremated
corpses, together with objects of flint..., pots and funerary vessels of clay, which did not
contain burnt bone... but absolutely nothing of metal Proof of great antiquity is
also provided by the tools of bone found together with the stone objects... At the TOP of the
same mound, completely separate from the funerary chamber, was placed a small stone
cist, much too small for a body to have been placed in it. Inside was a clay urn... which
contained cremated human bones, and on top of these were placed a pair of tweezers and
two knives of bronze... The upper place of concealment thus belongs to the Bronze
Age, while the lower large stone funerary chamber, in which the amber objects were
found, in contrast belonged to the oldest period or Stone Age.” (Thomsen (1839) en
Rowley-Conwy: 2007, p.16). Por medio de observaciones precisas de los estratos

173
Thomsen pudo determinar el orden cronológico, no solo de artefactos aislados, sino
también conjuntos de hallazgos que contenían diferentes tipos de tumbas con sus
respectivas prácticas mortuorias.

5.5. EL USO DE LA ESTRATIGRAFÍA GEOLÓGICA EN EL STE

Hay una idea que ha prevalecido en las historias de la arqueología referente a las
aportaciones de Jens Jacob Asmussen Worsaae (1821-1885) al STE y a la cronología
humana. Casi todas estas historias concuerdan en que Worsaae fue el primer
arqueólogo en utilizar la estratigrafía geológica para “amarrar” sus hallazgos sobre una
base ordenada de secuencias estratigráficas. Esta idea recientemente ha causado
controversia, sobre todo con los descubrimientos históricos de Rowley-Conwy (2007,
p. 15) quién ha señalado que Worsaae no fue el primer arqueólogo en usar
sistemáticamente esta metodología, y que esta idea es un malentendido provocado por
los escritos de Daniel y otros autores por su desconocimiento de textos que nunca
habían sido traducidos al inglés. Heizer, por ejemplo, menciona que “Thomsen's theory
was devised for the specific purpose of classifying and injecting temporal order into a
large museum collection of prehistoric stone and metal artifacts from Denmark. Until its
verification by J. J. A. Worsaae's stratigraphic excavations in Denmark, Thomsen's theory
was not really different from a number of similar proposals set forth earlier. The critical
point is that the Thomsen theory was advanced at the proper instant favorable to its
acceptance, namely, when prehistoric archaeology was beginning to be practiced on a
scientific basis. This circumstance, linked with the controlled excavations of his colleague,
Worsaae, elevated an old theory for the first time to the rank of test and proof.” (Heizer:
1962, p. 259). El mismo Daniel confunde el trabajo de Worsaae con el de Steenstrup
(1842) al mencionar que “Worsaae himself demonstrated the validity of the three-age
system by stratigraphical researches in the Danish bogs. He was also able to demonstrate
a succession of vegetation types in the Danish bogs and peat-mosses, beginning with a
layer where thinning aspen forest gave way to Scotch fir, a tree no longer growing in
Denmark, and succeeded by a layer with oak, alder and birch, and then thirdly succeeded

174
by a layer in which beech, the commonest tree in modern Denmark, appears. Only stone
implements were found in the lowest or fir level, they persist into the oak–alder–birch level
where bronze implements were found; iron implements were for the most part found only
in the beech level.” (Daniel: 1950, p. 78). Sin embargo, como señala Rowley-Conwy, uno
de los problemas de este tipo de afirmaciones ha causado cierta confusión la tratar de
entender las razones históricas que llevaron a la arqueología convertirse en una
disciplina científica.

Sobre la origen del método estratigráfico en arqueología, Rowley-Conwy señala


que Worsaae era demasiado joven cuando Thomsen, Nilsson, Steenstrup, Eschricht y
Retzius ya habían echado mano a la estratigrafía geológica para amarrar sus hallazgos
(véase Rowley-Conwy: 2007, cap. 4) como veremos más adelante. Dado que es un tema
de discusión vigente, aquí no nos interesa saber si Worsaae fue o no el autor intelectual
del método de excavación mediante el uso de la estratigrafía geológica, lo que es
relevante aquí son los procedimientos y criterios metodológicos que utilizó para
obtener información confiable y relevante para la elaboración de la cronología
arqueológica.

En 1839, con tan sólo 18 años de edad, Worsaae publica la descripción de su


primer excavación de dos fosas megalíticas de la Edad de Piedra. Lo extraordinario de
esta excavación fue la presencia de algunos objetos de hierro en el yacimiento, lo que le
hizo pensar que estos habían sido intrusiones posteriores (véase Worsaae: 1839, p.
176). La excavación estratigráfica se volvió uno de los recursos más importantes para
las exploraciones de Worsaae ya que por medio de estas no sólo criticó las cronologías
de los historiadores, sino además condujo a que los argumentos históricos posteriores
tuvieran el apoyo empírico basado en el conocimiento arqueológicos (véase Petersen:
1938; Odeggaard: 1994). En 1841 Worsaae excavó ocho montículos cuyos depósitos
contenían objetos hechos de bronce y cuerpos incinerados, obviamente le otorgo la
temporalidad de la Edad de Bronce. Por medio de las excavaciones concluyó que estas
tumbas eran más antiguas de lo que la historiografía mencionaba y descartó la idea de
que pertenecían a los muertos invasores caídos en batalla durante el siglo XI cuando los

175
Vends (antiguos habitantes del mar Báltico) atacaron el reino de Dinamarca. También
determinó que los depósitos arqueológicos en estratos superiores pertenecían a la
Edad de Hierro, a partir de ahí determinó que estos túmulos se habían convertido en
adoratorios paganos después de que Dinamarca se convirtió al cristianismo alrededor
del año 800 d. C (véase Worsaae: 1841, pp. 158-161).

El primer libro de Worsaae Primeval Antiquities of Denmark fue publicado en el


año de 1843 y fue traducido tiempo después al alemán y al inglés. En este libro, Worsaae
sostiene que el progreso de la cultura no se mide por exclusivamente por la capacidad
de la escritura sino por sus avances tecnológicos (véase Worsaae: 1843). Sostuvo,
apoyándose en la obra de Lyell, que la raza humana tuvo que tener unos 100,000 años,
y que el poblamiento de Europa fue un proceso tardío, en especial en la zona
escandinava. De acuerdo con las correlaciones que pudo hacer mediante la estratigrafía,
la evidencia indicaba que la población comenzó a disgregarse hacia el norte durante la
Edad de Piedra, entre edades glaciales en el periodo que denominó paleolítico. También
hizo la conjetura que el nacimiento de la cultura de dio en la India y que de ahí la
humanidad emigró hacia el norte poblando todo el occidente, pero al mismo tiempo por
el norte de Asia hasta el estrecho de Bering, y después a través del continente
americano.

Sin embargo, Worsaae sabía que la evidencia arqueológica era incompleta y


recurrió a la analogía etnográfica para completar las secuencias evolutivas de la cultura,
comenzando con las culturas “salvajes” contemporáneas que indicaban ser homologas
a las que existieron en la Edad de Piedra. Posteriormente, Worsaae apoyó estas ideas
por medio de la lectura del Origen de las especies de Charles Darwin escrito en 1859
para sustentan que efectivamente el mundo entero había sido una transición
tecnológica que había pasado por la Edad de Piedra, Bronce y Hierro.

176
Figura 5. Arriba: La ilustración de Münter de la tumba en Lejrehe la cual creyó que pertenecía
al rey Harald Hildetand (Münter: 1806, p. 1) Abajo: El dibujo de Worsaae de la misma tumba,
modificado para hacer más claras sus características del dolmen. (Worsaae: 1843ª, p. 90).
Tomado de Rowley-Conwy: 2007, p. 71)

5.6. LA UNIFICACION DE TRES SISTEMAS CRONOLÓGICOS CON EL STE

A partir de la década en 1830 el uso del STE comenzó a desplazar la cronología


histórica basada en documentos en la región norte de Europa. Rowley-Conwy menciona
que después de la publicación del Ledetraad en el año de 1836, vino un acontecimiento
que Thomsen no pudo haber previsto. Se trató de la unificación de tres cronologías
independientes que fueron insertadas por sus creadores en la secuencia tecnológica
piedra-bronce-hierro. La primera de ellas fue sistema económico de cazadores y
pescadores creado por Sven Nilsson (1778 – 1883), la segunda fue la cronología basada
en el sistema ambiental de Japetus Steenstrup (1813 - 1893), y la tercera cronología
estuvo basado en el esquema craneológico de Daniel Eschricht (1798 - 1863) y Anders
Retzius 1796 - 1860). Según Rowley-Conwy ninguna de estas cronologías podían

177
relacionarse fácilmente con la antigua cronología histórica, pero como las tres estaban
basadas en restos materiales y no en fuentes literarias, fueron más fáciles de relacionar
con el STE.

5.6.1. El sistema económico de cazadores y pescadores

La primera publicación del esquema económico de Nilsson fue Observationes


ichthyologicae en el año de 1835, un año antes que el Ledetraad. En este ensayo, que
apareció como una serie de fascículos antes de ser publicado en un solo texto, Nilsson
desarrolla la historia de la caza y la pesca de Suecia. Uno de los principales intereses fue
la disertación sobre la función de las herramientas de piedra, ya que estas
representaban el equipamiento de caza y pesca de los primeros pobladores europeos.
Para probar su hipótesis, Nilsson recurre las descripciones tecnológicas de las
herramientas de cazadores-recolectores contemporáneos y las compara con algunos de
los hallazgos escandinavos resguardados en el museo de Lund. Las descripciones de
Nilsson se desarrollaron mediante la observación de características tecno-funcionales
con el propósito de poder inferir el posible modo de uso de las herramientas; pero lo
más importante, fue que sus observaciones le permiten colocar a los cazadores-
recolectores como la primera fase económica dentro del desarrollo que condujo al
pastoreo, después a la agricultura, hasta llegar al comercio contemporáneo (cf. Rowley-
Conwy: 2007, cap. 4).

El esquema de Nilsson se basó en la llamada Teoría de las Cuatro Etapas que fue
un desarrollo del movimiento intelectual conocido como la Ilustración Escocesa, que
incluyó a autores como John Dalrymple, Lord Karnes y Adam Smith. En términos
generales, esta teoría sostiene que la humanidad transita por tres estadios económicos,
comenzando por las sociedades de los cazadores y pescadores los cuales se sostienen
por medio de la recolección, caza y pesca, y viajan largas distancias para obtener sus
recursos de subsistencia, y no tienen idea de propiedad. El siguiente estadio se
caracteriza por una sociedad que se dedica al pastoreo de animales domesticados
gracias a que la humanidad ha descubierto grandes áreas de llanuras. En este tipo de
sociedades tampoco existe la noción de propiedad en inmuebles. En el tercer estado, la

178
sociedad comienza a producir sus propios alimentos por medio de la agricultura. En
este momento de la historia los hombres dedican demasiado tiempo al trabajo de la
tierra, aunque en la mediad en que son poseedores de una porción de ella, lo cual crea
la noción de propiedad en la tierra (véase Dalrymple: 1757, pp. 86 - 88). De acuerdo con
esto, la Teoría de las Cuatro etapas no podría ser vinculada a las épocas históricas
documentales, pero lo más problemático es que no podría ser vinculada con la
cronología documental en el periodo que describe la historia profunda. Es por ésta
razón por la que el STE, al sostener que hay una edad de piedra, encajaba perfectamente
con el estadio de las sociedades de cazadores y pescadores: “by the original
inhabitants of Scandinavia I mean not just the first people who immigrated or were
originally present in the country, but all those who lived here throughout the time that
went before history; I thus mean the prehistoric people of Scandinavia, of one or several
tribes” (Nilsson: 1838, pp. i-ii). De acuerdo con Rowley-Conwy, Nilsson se dio cuenta
que mediante los artefactos podía elucidar cosas muy diferentes sobre el pasado,
específicamente porque su método de análisis arqueológico podía resolver muchos de
los problemas cronológicos de Suhm (cf. Rowley-Conwy: 2007, cap. 4): “The method I
have chosen —the comparative-natural historical— does not result in the acceptance of
either of these views. This sort of research does not invalidate the evidence of the Eddas or
the sagas, but seeks to remove them from their poetic context and display the naked truth
that is contained in their prose; it does not reject colonizations at various times by
different immigrant tribes into Scandinavia; but it does not accept them until traces of
their remains are found in Scandinavia soil.” (Nilsson: 1838, p. 43, vii). En otras palabras,
el método arqueológico daba apoyo empírico y cronológico a la historia profunda
caracterizada por la Edad de Piedra.

179
Figura 6. Representaciones de
lesnas, arpones, pinzas hechas
en hueso. Los dibujos de
Nilsson muestran similitudes
analógicas entre objetos
arqueológicos y etnográficos
(Nilsson: 1838 – 1843, p. XIII).

5.6.2 La cronología basada en el sistema ambiental.

La idea de cambio ambiental proporcionó el segundo sistema cronológico vinculado al


Sistema de Tres Edades. El trabajo geológico de Steenstrup fue de gran importancia ya
que le permitió conocer cuáles fueron las primeras ocupaciones humanas en Dinamarca
y a partir de ellas elaborar una periodificación de las subsecuentes ocupaciones a través
del fechamiento estratigráfico de los depósitos arqueológicos. En 1836, el problema que
tenía enfrente Steenstrup era explicar por qué había restos de pinos en las turberas
danesas. El problema consistía en saber por qué estos restos se encontraban ahí si se
sabía de antemano que los pinos no eran árboles nativos de Dinamarca. En aquella
época los peatbogs (algo parecido a las Ciénegas) estaban siendo excavados para ser
drenados y Steenstrup examinó bastantes de ellos. En dos áreas cercanas a

180
Copenhague, Vidnesdam y Lillemose, se percató que los restos de pino se encontraban
en un estrato distinto de las turbas: por debajo del pino había una capa que contenía
restos de Populus tremuloides (álamo temblón); y por encima del pino, un estrato con
restos de robles, y sobre ella, uno de alisos. Finalmente, Steenstrup añade una quinta
etapa definida por la presencia de Fagus sylvatica (haya) que fue el árbol predominante
en Dinamarca durante todo el período histórico, pero que nunca se encontraba en los
pantanos (cf. Rowley-Conwy: 2007, cap. 4).

Como vimos en el capítulo anterior en el primer tercio del siglo XIX coexisten
dos principios físicos que predominan en las teorías geológicas de aquella época. Por
un lado, George Cuvier quién sostenía que los procesos de transformación geológica
estaban precedidos por grandes catástrofes. Por otra parte, Charles Lyell postuló la
teoría del uniformismo en donde se sostiene que los procesos de transformación
geológica son provocados por las mismas fuerzas que operan en la actualidad a través
de un largos periodos de tiempo. Rowley-Conwy menciona que en Dinamarca estás
teorías no eran desconocidas para los eruditos que trataban de explicar las múltiples
formaciones geológicas de la región escandinava. En el caso de Steenstrup, sus
observaciones no correspondían en ningún sentido a lo propuesto por Cuvier dado que
en sus análisis estratigráficos no pudo ver algún rastro de algún tipo de catástrofe. De
hecho, la orientación en la que fueron depositados los troncos de árboles caídos, en la
mayoría de los pantanos, mostró tener un patrón en el que las coronas apuntaban hacia
el centro de la ciénega, justo en la dirección donde tendrían que haber caído después de
su muerte (Steenstrup (1842) en Rowley-Conwy: 2007, p. 59).

El resultado de sus investigaciones tuvieron un impacto sin precedentes en el


estudio de la cronología humana ya que Steenstrup concluyó que el horizonte de vida
de cada una de estas especies debió ser de miles de años como lo menciona en esta cita:
“our current [beech] forests, even if we put the lowest possible limit on it, have existed for
2-3 millennia..., and if we furthermore bear in mind that the transition from one type to
another cannot be abrupt, but that each appears and grows to predominance only
gradually..., each forest type did not consist of just one generation but several successive

181
ones, each requiring centuries to reach maturity...; then we cannot propose less than 1 or
2 millennia for each forest type.” (Steenstrup (1842) en Rowley-Conwy: 2007, p. 59).
Apoyado en el uniformismo de Lyell, Steenstrup sugiere que toda la secuencia
estratigráfica por lo menos requirió entre cinco o seis milenios, quizás el doble para
toda la sucesión forestal (Rowley-Conwy: 2007, p. 59). La evidencia de actividades
humanas que encontró en su estudio fueron algunos artefactos de piedra localizados en
el estrato del roble, lo cual indicaba que su presencia en Dinamarca era mucho más
temprana que incluso las fechas sugeridas por Thomsen y Nilsson. Además en 1848, en
una lectura para la Real Academia Danesa, presenta pruebas que indican que los pinos
fueron talados y quemados por la gente; y tiempo después, también localizó artefactos
asociados a los estratos de pinos (véase Rowley-Conwy: 2007, p. 60). Steenstrup fue
uno de los primeros científicos daneses en comprender que la historia profunda era
mucho más antigua.

Figura 7. Estratigrafía del pantano de Lillemose. La representación de Steenstrup muestra las


secuencias estratigráficas con las secuencias de depositación de los bosques. C: grava con
cantos rodados; D: capa de grava, la base del pantano; r, s, t: son los depósitos de borde
formados por árboles que caen en el pantano; R: estrato de fragmentos de pino; S: estrato de
fragmentos de roble; T: estrato de fragmentos de aliso; N: estrato de aspen; P: estrato de pino;
Q: estrato de roble; U: estrato de Hypnum proliferum; T ': estrato de aliso. (Steenstrup: 1842,
p. V).

182
5.6.3 La cronología basada en el sistema de análisis craneal

En la década de 1830 surge en Copenhague y en Lund la craneología. En muchas de las


excavaciones arqueológicas con frecuencia fueron detectados restos óseos. Uno de los
procedimientos normales era clasificarlos en los distintos periodos del STE, en virtud
de que muchos pertenecían a hallazgos vinculados con sepulcros megalíticos de la Edad
de Piedra. En el año de 1837, Daniel Eschricht publica un artículo acerca de las tumbas
megalíticas excavadas en la Isla de Mon y en Maglehoj, Jutland. Eschricht creyó que
todos los restos craneales de la Edad de Piedra tenían un patrón anatómico bien
definido: regiones faciales eran pequeñas, mientras que las frentes eran amplias y la
silueta del cráneo eran redondeadas. Esta morfología no coincidía con los cráneos
humanos de otras regiones del mundo concluyendo que “these heads belonged to
individuals of a noble tribe of the Caucasian race” (Eschricht (1837), p. 112). En ese
mismo hallazgo, encontró un solo cráneo con una morfología completamente diferente,
frente alargada pero baja, con occipucio ancho y cejas bajas, y una silueta craneal
alargada. De este cráneo infirió que los futuros hallazgos tendrían que determinar si
esta anatomía era típico de la población de la Edad de Bronce o no (véase Rowley-
Conwy: 2007, p. 61). Una de las conclusiones de Eschricht fue que los montículos
mortuorios de la Edad de Piedra eran más antiguos, no solo que la historia escrita de
Dinamarca, sino también más antiguos que todas las leyendas y mitos que se habían
conservado hasta sus días y, que habían sido determinantes en las cronologías
documentales de Suhm; por lo tanto, los cráneos de la Edad de Piedra posiblemente
eran de personas que habitaron aquella región antes de la llegada de los daneses
actuales (Eschricht: 1837, p. 109).

En una colaboración conjunta entre Nilsson con el anatomista Anders Retzius se


establecieron los mismos patrones anatómicos que había detectado Eschricht en los
cráneos recuperados en las excavaciones de las tumbas megaliticas, a los que Retzius
denominó dolicocefálico o alargado y branquicefálico o redondo. Además de esto,
también se pudo establecer dos tipos de patrones anatómicos en las mandíbulas:
prognathous (en proyección), y orthognathous (no-proyectando). Su metodología de

183
muestreo fue la selección de cinco cráneos de 200 que consideró ser los más típicos. Las
conclusiones de este análisis fueron contrastantes con las de Eschricht ya que los
cráneos redondos de la Edad de Piedra, no solo no eran ancestros de los escandinavos,
sino que habían pertenecido a los lapones. Al igual que Eschricht, Nilsson y Retzius no
pudieron determinar las características propias de los cráneos de la Edad de Bronce
por la escases de ejemplares en los hallazgos; sin embargo, sugirieron que los
habitantes de la Edad del Bronce eran Celtas. Uno de los criterios para tomar esta
afirmación como verdadera fue que en la historiografía se creía que en Europa en ese
periodo estaba caracterizado por la presencia de los Celtas, cuyos representantes
contemporáneos eran los montañeses escoceses (cf. Rowley-Conwy: 2007, cap. 4).

Figura 8. Lista de los cráneos, mandíbulas y razas. (Traducción de Retzius: 1843, p. 4, en


Rowley-Conwy: 2007, p. 63).

184
5.7. EL NACIMIENTO DE LA PREHISTORIA

En este último apartado expongo cuáles fueron los criterios epistemológicos y


metodológicos que permitieron la aceptación oficial de que la antigüedad humana era
más profunda de lo que contemplaba la cronología de Ussher. Los argumentos a favor
de esta propuesta se deben principalmente a los estudios del anticuario francés Jacques
Boucher de Perthes (1788 – 1868), del geólogo Joseph Prestwich (1812 – 1886) y del
anticuario John Evans (1823–1908) quienes en el año de 1859 presentaron las pruebas
que mostraban sin lugar a dudas que la presencia humana en la Tierra era mayor a 6000
años, y con ello dieron lugar a los estudios sistemáticos que hoy en día conocemos como
“Prehistoria”. A mediados del siglo XIX la preocupación por saber la antigüedad de la
historia profunda implicó la integración del conocimiento geológico, las teorías del
cambio tecnológico que sustentaban al STE, así como teorías del cambio social y moral.
En estos campos del conocimiento son en los que de Perthes, Prestwich y Evans van a
basarse para establecer una línea de tiempo que da inicio con la fabricación de las
herramientas de piedra.

5.7.1. Los hallazgos del Valle de Somme

Boucher de Perthes había escrito en el año de 1847 el primer volumen de Antiquite's


celtiques et ante'diluviennes donde describe los hallazgos provenientes de las
excavaciones que realizó en el Valle del Somme. En estos hallazgos se encontraban
artefactos hechos de piedra en unidades estratigráficas cuya matriz contenían restos
óseos de mamíferos extintos. Este trabajo inicialmente fue ignorado en París, y en
Londres, a pesar de que el anticuario envío algunos artefactos de piedra, no causó
mucha impresión (véase Gamble y Moutsiou: 2011, p. 46). En el año de 1854 el trabajo
de de Perthes fue leído en la Société des Antiquaires de Picardie, y fue la primera vez
que se aceptó que las haches ante'diluviennes habían sido herramientas hechas por los
humanos. A consecuencia de esto, Boucher de Perthes publica el segundo volumen de
Antiquite's celtiques et ante'diluviennesin en el año de 1857. En su obra titulada I’ homme
antédiluvien et ses oeuvres, publicada en 1860, Perthes menciona:

185
“Han pasado casi veinticinco años desde que me dirigí a ustedes en este mismo
lugar para tratar la antigüedad del hombre y su probable contemporaneidad con
los gigantescos mamíferos cuyas especies, que sucumbieron bajo la enorme
catástrofe diluvial, no volvieron a aparecer en la tierra. Esta teoría que sometí a su
consideración era nueva: el hombre que, antes del diluvio, vivió entre los gigantes,
sus predecesores en la creación, nunca fue reconocido por la ciencia. Rechazada
esta teoría, también lo fue por la opinión pública; hace un siglo esta teoría, que
aceptaba sin discusión los gigantes humanos, no quería creer en los animales
gigantes, y en cada hueso de elefante veía la ciencia el hueso de un hombre.

Hoy día la ciencia cree en los elefantes, pero no en los gigantes. En este aspecto
lleva razón, pero su escepticismo fue demasiado exagerado al negar que el hombre
había vivido durante el período que precedió a la formación diluvial o al cataclismo
que dio su actual configuración a la superficie terrestre. Quiero llamar su atención
sobre esta laguna de nuestra historia, sobre esta ignorancia nuestra de los
primeros pasos del hombre en la Tierra; deseo arrojar un poco de luz sobre esas
gentes primitivas, sobre sus costumbres, sus hábitos, sus monumentos o los restos
que hayan dejado. Sus consejos no han caído en oídos de sordos; hice amplio uso de
ellos cuando en nuestras relaciones de 1836 a 1840 expuse la teoría como
complemento de mi libro Der la création, añadiendo que el hombre fósil o sus
utensilios se encontrarían en los aluviones o depósitos llamados terciarios. Si bien
no se adhirieron ustedes a todas mis ideas, tampoco las negaron, las escucharon
con la intención de juzgarlas y no de condenarlas; estaban de acuerdo con los
principios, pero deseaban pruebas” (de Perthes, en Daniel: 1967, p. 61).

Los argumentos que ofreció de Perthes para sostener que la antigüedad del ser
humano era más profunda se basaron en la relación que había entre artefactos líticos
que tenían adheridos “sedimentos amarillentos” con las unidades estratigráficas que
clasificó como diluvianas. Para de Perthes existía dos principales dificultades
epistemológicas en sus hallazgos: la primera dificultad era no poder distinguir con
certeza si estos artefactos, y su correspondiente sedimento, provenían de un contexto

186
arqueológico alterado; la segunda dificultad consistía en no poder fechar de forma
absoluta las unidades estratigráficas de las cuales infirió la antigüedad profunda. Sin
embargo, el argumento fuerte de Perthes fue que las formaciones geológicas a las que
él denomino diluvianas claramente estaban divididas en estratos horizontales
superpuestos y los elementos que componían sus matrices mostraban en “letras
mayúsculas” la historia del pasado. Lo que de Perthes sostenía es que un grupo
homogéneo de materiales incrustado en las diferentes unidades estratigráficas
indicaba una determinada etapa temporal, de tal modo que, (1) cada uno de los estratos
podía ser separada en siglos de acuerdo con la teoría de Lyell, y (2) que las generaciones
de personas que elaboraron las herramientas no siempre fueron testigos de las
formaciones subsecuentes. A pesar de ello continuó buscando pruebas de la antigüedad
del hombre. Al respecto, menciona:

“Aquí, caballeros, comienzan las pruebas. Serán irrefutables. Esta obra humana en
cuya búsqueda andamos, esta obra sobre la que les hablo, se encuentra ahí y ahí
ha estado desde el día en que fue depositada. Tan inmóvil como la misma capa
(estrato), con ella llegó; como ella se mantuvo ahí; y por contribuir con la
formación del estrato existió con anterioridad.

Estas conchas, este elefante, esta hacha o el hombre que la fabricó, fueron por lo
tanto, testigos del cataclismo que dio a nuestro país su actual configuración.
Quizás las conchas, el elefante y el hacha eran ya fósiles en aquel tiempo; ¿serán
los restos de un diluvio anterior, el recuerdo de otra era? ¿Quién puede ponerle
límites al pasado? ¿No es tan infinito como el futuro? ¿Dónde está el hombre que
ha presenciado el comienzo de cualquier cosa? ¿Dónde está aquel que verá su fin?
No regateemos sobre la duración de los tiempos; pensemos que los días de la
creación, aquellos días anteriores a nuestro sol, fueron los días de Dios, los días
interminables del mundo. Recordemos por último que para ese Dios eterno mil
siglos no significan más que un segundo y que puso sobre la tierra causas y efectos
que estos miles de siglos ni han vuelto más jóvenes de lo que eran al ser creado por
su mano.

187
Pero todos los depósitos terrestres, todas estas capas de esquisto, marga, arcilla y
arena que cubren el núcleo de nuestro planeta no se originaron de forma
repentina, por una convulsión o diluvio. Si la fuerza de un torrente pudo haber
levantado en un día estos lechos y desprenderlos de otros, también existen fuerzas
que son consecuencia de una acción pausada y de los depósitos sucesivos de aguas
tranquilas que, realizando su labor, formaron colinas y montañas mediante la
acumulación de unos granos de arena sobre otros” (de Perthes, en Daniel: 1967,
p. 63)

La probabilidad con la que Perthes establece la antigüedad profunda del ser


humano y sus obras se basaron en los siguientes criterios:

• La existencia de un principio físico que sostienen que en el pasado hubo


una raza de hombres que fue destruida por el diluvio.
• La existencia de pruebas geológicas del diluvio.
• La existencia de mamíferos extintos que coexistieron con la humanidad
en las mismas condiciones ambientales.
• La prueba, por lo antes dicho, de que la Tierra era habitable para el
hombre.
• El hecho de que en todas las regiones, islas y continentes donde se
encuentran estos grandes mamíferos vivía o había vivido el hombre, por
lo cual se puede inferir que si los animales aparecieron en la Tierra antes
que la especie humana, el hombre les siguió muy pronto, y en la etapa del
diluvio se habían extendido lo suficiente para dejar señales de su
presencia.

188
Figura 9. Estratigrafía de las excavaciones de Boucher de Perthes. La representación muestra
que después de tres metros los objetos extraídos eran antediluvianos. Estos son los primeros
cortes geológicos utilizados en la arqueología prehistórica. De Perthes Antiquités celtiques et
antédiluviennes , 1847, vol. I, p. 188

189
Figura 10. Cuchillos diluvianos. Las representaciones muestran algunas diferencias
tecnológicas entre algunas lascas que son más gruesas y burdas que otras. Estas diferencias
tecnológicas también indica que el material burdo viene de los estratos antidiluvianos. De
Perthe: 1847, vol I, placa 27.

190
5.7.2. La aceptación de la historia profunda y el nacimiento de la prehistoria

Después de publicada la obra de de Perthes, Prestwich y Evans revisaron su trabajo y


con él trataron de convencer a los eruditos naturalistas para que el mundo reconocieran
la antigüedad profunda del ser humano; ellos mismos confirmaron la presencia de los
artefactos encontrados por Perthes al visitar las excavaciones en el Valle del Somme.
Clive Gamble y Theodora Moutsiou (2011) describen este acontecimiento de la
siguiente manera: “On a spring day in 1859 an event, long expected, finally took place.
During the afternoon of 27 April in a working gravel pit on the outskirts of Amiens,
northern France, two English businessmen and three French antiquaries waited while a
photographer fussed over his equipment. The lens of the giant camera was trained on a
gravel face against which a workman leaned, his right arm pointing to a projecting object.
After the long exposure was finished, the apparatus was moved to a new set-up, chosen
this time to show a close-up of the object embedded in the ancient river gravels. Then
Joseph Prestwich, a wine merchant and geologist and the older of the two Englishmen,
stepped forward and prised the object of their interest from the quarry face. In his hand
was a roughly made example of a stone tool that went under several names —langues de
chat, fighting stone, hache ante´diluvienne, lancehead, coup de poing— but which is now
known as a hand-axe or biface. Prestwich completed his examination, noting that the
thicker edge of the tool was innermost in the gravel. This meant that it could not have
been pushed in by anyone wanting to fake the evidence. Satisfied that they had indeed
found what they had come to the Somme Valley for, they packed up their specimens, bade
farewell to the three members of the Société des Antiquaires de Picardie, and returned by
train to Abbeville. On the next day they were in London.” (Gamble y Moutsiou: 2011, pp.
44 – 45).

En el año de 1858, Hugh Falconer -miembro de la Comisión Geológica de


Brixham- convence a Prestwich para que visite las excavaciones de de Perthes en

191
Amiens. La evidencia que buscaba en las excavaciones 81 estuvo basada en cuatro puntos
descritos por Gamble y Moutsiou (2011, p. 46):

1. that the flint-implements are the work of man


2. that they were found in undisturbed ground
3. that they are associated with the remains of extinct Mammalia
4. that the period was a late geological one, and anterior to the surface
assuming its present outline, so far as some of its minor features are
concerned.

Por lo tanto, lo que requerían era localizar algún artefacto de piedra in situ, es decir, uno
que estuviera dentro de un estrato que perteneciera al Pleistoceno.

Uno de los errores de de Perthes fue no tener testigos visuales y fiables de sus
hallazgos, por tal motivo, Prestwich no quería repetir esta experiencia así que llevó al
viaje a Evans, y ahí en Somme se le unieron tres miembros de la Société 'des antiquaires
de Picardie. Aparte de esto, Charles Pinsard, uno de los testigos de la Société hizo uso
por primera vez de la fotografía como prueba: dos imágenes fueron tomadas como
ejemplos de la estratigrafía del Cuaternario (véase Cohen and Hublin: 1989). Las
fotografías tuvieron el efecto deseado al añadir credibilidad a las propuestas hechas por
de Parthes (Gamble y Moutsiou: 2011, p. 47). A propósito de dichas fotografías, en las
conferencias que Prestwich presentó para la Royal Society y en la Sociedad de
Anticuarios, Lyell menciona que “…the only difficulty is to know how to deal with the
photographs—they are very valuable and to a geologist convey a conviction of the
undisturbed nature of the mass of gravel overlying the flint implement which nothing else
short of visiting the place itself would do. But unless photographs could be given in the
transactions I fear the information could not be conveyed to the reader.” (Lyell: 1959, p.
1). Otro entusiasta de este tipo de prueba fue el paleontólogo escocés Roderick
Murchison (véase Gamble y Moutsiou: 2011, p. 47) quien menciona que “The

81Anteriormente ya habían financiado muchas excavaciones en Inglaterra a través del subsidio


de la Sociedad Geológica y la Royal Society, presididas por Lyell y Prestwich.

192
photographs of the gravel pits in which the flint implements and extinct animals have been
found, should certainly be represented, as they clearly exhibit an intermixture of materials
which must have been brought down by a tumultuous and sudden operation.”
(Murchison: 1859, p. 1)

La tercera prueba fueron las herramientas de piedra que habían sido


fotografiadas en los yacimientos del Valle del Somme. Es interesante ver que Prestwich
en un artículo de la Philosophical Transactions publicado en 1859, resalta las
características tecnológicas de las hachas prehistóricas haciendo énfasis en el acabado
fino de las piezas, señalando que su diseño debió ser producto de un ser inteligente
(véase Gamble y Moutsiou: 2011, p. 47). El caso del Valle del Somme fue reforzado por
los hallazgos de John Frere (1740 – 1807) que datan del año 1797. Frere había mandado
una carta al secretario de la Sociedad de Anticuarios describiendo los descubrimientos
que había hecho mediante las excavaciones que realizó en Hoxne, una provincia de
Suffolk. Entre otras cosas, Frere se refiere a la recuperación de algunas herramientas
de pedernal asociadas a animales extintos. Está carta apareció en el año de 1800 en la
revista de Archaeology. Este episodio, al igual que sucedió con de Perthes, fue ignorado
y no fue tomado en cuenta hasta 70 años después (véase Daniel: 1968, pp. 35 – 36)
cuando fue usado como evidencia para sostener el argumento de Prestwich y Evans.

A partir de esta fecha, se estableció una nueva cobertura de los sitios del Valle
de Somme y Suffolk por estudiosos como Busk, Lubbock, Godwin-Austen, Mylne, Galton,
Murchison, Henslow, Christy y Flower. Posteriormente las exploraciones arqueológicas
se convirtieron en auténticos laboratorios dedicados a corroborar los cuatro puntos
establecidos por Prestwich y con ello corregir la idea tradicional de que la historia
humana tenía solamente 6000 años (Gamble y Moutsiou: 2011, p. 47). Gamble y
Moutsiou mencionan que “Brixham Cave was added to the mix when, in May, William
Pengelly presented his first findings to the Royal Institution. Evans delivered his account
to the Society of Antiquaries on 2 June; John Flower spoke to the Geological Society on 22
June, describing how he had found a hand-axein situ at St Acheul, thereby repeating the
experiment of excavation, and at the same meeting Falconer spread the net wider with

193
evidence from Grotta de Maccognone in Sicily. As a result of a visit to the Somme in May,
and then again in July, a once sceptical Lyell was entirely won over: on 16 September 1859
he put his seal on human antiquity at the British Association in Aberdeen and took the
opportunity to plug Darwin’s upcoming book.” (Gamble y Moutsiou: 2011, p. 47).

A partir de este momento la arqueología comienza a ser considerada una


disciplina científica.

Figura 11. Cuchillos prehistóricos provenientes de las excavaciones de Suffolk. Estos


materiales estuvieron entre las pruebas que sirvieron para que en el año de 1859 se aceptara
oficialmente que la humanidad tenía una historia profunda. John Frere: 1797 First Handaxe of
Hoxne 1.

194
CONCLUSIONES

La presente investigación intentó establecer las razones históricas y epistemológicas


que sustentan la afirmación de Glyn Daniel (1967) respecto a que la arqueológica sólo
pudo ser considerada científica cuando se hubo desarrollado un sistema cronológico
natural, no bíblico, para ordenar temporalmente bajo criterios tecnológicos a los
artefactos. Tal como se estableció en la introducción general, ni Daniel, ni otros
historiadores y filósofos de la arqueología han analizado dichas razones históricas y
epistemológicas. Las conclusiones de la presente investigación que llenan dicho vacío
son las siguientes:

1.- El sistema de las tres edades es el primer sistema cronológico que incorporaba
conocimiento geológico y tecnológico de artefactos para establecer el orden de sucesión
de diferentes épocas de la historia humana.

2.- Sin algún sistema natural de cronología, la historia humana sólo se podría medir con
base a documentos escritos, lo cual limitaría epistémicamente al periodo que
comprenden dichos documentos.

3.- Originalmente, los documentos servía de base para medir la edad de la humanidad
y a partir de ellos se infería la edad de la Tierra. El sistema de las tres edades permite
una inferencia en sentido opuesto: inferir etapas humanas con base en evidencia física.

4.- Para que el sistema de las tres edades fuera concebido se requirió un largo proceso
histórico de abandonar ideas que tenían que ver con la historia documental de la
humanidad y la creación bíblica del mundo. Esto es así no sólo porque el sistema de las
tres edades explícitamente no se basa en documentos, sino aún más importante, porque
la historia con documentos intrínsecamente tiene un límite epistemológico que no
abarca la historia profunda. Además, de un supuesto ontológico falso de que la historia
humana es correlativa a la historia de la Tierra.

195
5.- Hay tres prácticas que socavan el sistema de cronologías bíblicas: A) la primera es
de carácter interno al sistema documental y consistió la creciente falta de
correspondencia en las fechas registradas de un mismo evento en diferentes textos
históricos. Esto significó socavar uno de los pilares epistemológicos básicos del sistema
documental ya que se fundamentaba en la idea de que la comparación de diferentes
documentos debían coincidir las mismas fechas, como vimos, la creciente proliferación
documental que ya había en el siglo XVII volvió imposible la sincronización de una
misma fecha con base a diferentes documentos. Esto nos lleva a concluir que el
desarrollo histórico de métodos cronológicos socavó sus propias bases ya que se hizo
evidente las dificultades implícitas. B) Paralelamente, se empieza a formar la idea de
que la Tierra tiene una historia geológica independiente de la historia humana descrita
en los documentos. Esta separación entre la geología incipiente de la Tierra y la historia
documental de la humanidad fue fundamental no sólo porque indicaba un error en la
historia documental respecto a la historia de la Tierra, sino porque metodológicamente
abría una inédita posibilidad para establecer la edad de la Tierra mediante
consideraciones naturales, no documentales. De aquí concluyó que en esta época hay
una especie de “transferencia” metodológica respecto no sólo a la edad de la tierra, sino
también a la edad de la humanidad de métodos documentales a métodos naturales. En
otras palabras, por primera vez se naturaliza la metodología para establecer la edad de
la humanidad. C) Además, se establece más allá de toda duda razonable que hubo
épocas humanas que utilizaban artefactos elaborados en piedra anteriores a las fechas
más tempranas consignadas en los documentos. Esto significaba epistemológicamente
dos cosas, no sólo que el sistema documental tenía limites epistemológicos, sino que
además había que clarificar que esa tecnología lítica no eran fósiles sino productos
humanos. Tal como lo vimos, estas dos líneas de investigación se desarrollaron en los
siguientes casi dos Siglo de su descubrimiento.

6.- Uno de los hallazgos epistemológico más importantes de mi investigación fue


establecer que hacia la primera mitad del siglo XIX convergen y se integran dos
patrones inferenciales que harán a las prácticas anticuarista transformarse en una
incipiente arqueología “científica”. El primer patrón inferencial es el geológico, y tal

196
como vimos, consistió en que cada vez era más claro que los métodos de datación
geológica, a pesar de basarse en mediciones “relativas”, eran mucho más confiables
para establecer la edad de la humanidad, ya que en geología se establecieron leyes de
sucesión de los estratos por medio de los estudios de Steno y Lyell. Estas leyes
geológicas de sucesión le permiten a la arqueología saber que eventos humanos son
anteriores o posteriores a otros. En otras palabras, las leyes de la geología permitieron
inferencias cronológicas en la arqueología.82 El segundo patrón inferencial se basaba en
establecer por analogía que las ceraunias no eran objetos naturales, tal y como se
pensaba de la antigüedad hasta el siglo XIX, sino objetos tecnológicos humanos. La
analogía consistía en comparar las ceraunias encontradas en Europa con las
herramientas de piedra utilizadas por las sociedades indígenas de América y Oceanía.
Tal como lo vimos en el capítulo tres, establecer la validez de dicha analogía se hizo
posible sólo a través de un largo proceso de discusión.

La integración de estos dos patrones inferenciales, que como lo señalé fue


epistemológicamente determinante para el inicio de la arqueológica propiamente
científica, se dio de la siguiente manera de acuerdo a lo que investigué. El patrón
geológico indicaba qué tipo de estrato era el más antiguo y cual el más reciente pero no
indicaba que estrato era humano y cual no. El patrón inferencial por analogía indicaba
qué tipo de objeto geológico era humano y cual no, pero no indicaba su antigüedad. Por
lo tanto, es evidente que al integrarse ambos patrones se sabía por primera vez de
manera “relativa” la antigüedad de objetos tecnológicos. Esta integración inferencial se
convertirá en la base cognitiva del desarrollo futuro de la arqueología de la segunda
mitad del Siglo XIX.

82 Cabe señalar, sin embargo, que está conclusión es válida en el contexto del siglo XIX ya que
durante el siglo XX se entendió que la sucesión de los estratos culturales se comportan de
diferente manera a las leyes de la geología (véase Harris: 1989).

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