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Temas de Ética
Eje Crítico V
Estudios Generales
CAV
BJ37
Temas de ética
eje crítico V / Roberto Zapata G., contenido
T4 — Caracas: UNA, 2000.
400 p.: il.28 cm.
Estudios Generales.
Reimp. 4ta de 2004
1. Ética. 2. Educación a distancia – Módulo De Estudio.
Registro de Publicaciones de la
Universidad Nacional Abierta N°
UNA- EG-2000-5878
UNIVERSIDAD
NACIONAL
ABIERTA
ESTUDIOS GENERALES
EJE CRÍTICO
Temas de Ética
CONTENIDO
Roberto Zapata G.
DISEÑADOR DE INSTRUCCIÓN
Carmelo Rodríguez
EVALUADOR
Zulay Díaz
Cómo citar este documento:
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Texto UNA. Caracas: UNA
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
PRESENTACIÓN
Usted tiene en sus manos un conjunto de materiales que le servirán para el curso de Ética. La
UNA le ofrece hoy la oportunidad de pasearse por una serie de Temas de Ética. La ética. ¿Quién no
ha oído hablar de ética en los últimos tiempos? Está por todas partes. De ella hablan los
empresarios y políticos, los periodistas y la opinión pública. Todo el mundo pide ética. Que hay una
demanda de ética en nuestra sociedad y en sus instituciones es algo innegable. Lo que quizás no
está tan claro es a qué se debe este interés.
Algunos piensan que ha surgido en gran parte como reacción contra la corrupción. Otros, más
escépticos, creen que sólo se trata de una moda pasajera, ya que la ética no es más que una ilusión
inoperante, que únicamente serviría para escamotear una realidad insuperable o para suavizar los
efectos de la mala conciencia. Casi como decir que más que ser ético lo que se busca es parecerlo.
Sin embargo, creemos que el interés por la ética expresa el comienzo de un auténtico cambio en la
concepción de la vida moderna. Estamos pasando de una concepción de la vida basada en la
racionalidad calculadora a una visión más amplia de la racionalidad moderna, donde tanto las
personas como las instituciones tendremos que acostumbrarnos a asumir nuestras propias y
específicas responsabilidades morales.
Sabemos que esto que acabamos de decir choca con una realidad que lo que muestra es el
más contundente convencimiento de que la ética no sirve de nada en la sociedad actual, ya que lo
que mueve es el dinero y el poder. ¿O es que puede hacerse compatible la ética con la economía y
con la política? ¿Tiene algo que ver el derecho con la justicia como valor moral? ¿No es la igualdad
de oportunidades una mentira y la igualdad ante la ley una continua farsa? Ciertamente, no parece
que la ética funcione en los centros de poder político y económico, ni tampoco sirve mucho para
resolver los problemas personales de la vida cotidiana. Porque cuando se tiene un problema se
acude al técnico, al experto, pero no al ético.
Alguno, incluso, nos dirá, y nos lo decía recientemente un profesor universitario, que en
muchas ocasiones la formación moral de las personas entra en conflicto con lo que exigen la vida
profesional y las organizaciones en las que trabajamos, especialmente cuando se busca por encima
de todo el éxito económico o político.
Y, sin embargo, una creciente necesidad de ética va surgiendo por todas partes en nuestra
sociedad. Y se suele preguntar: ¿por dónde empezar? Y la respuesta es unánime: por la educación.
Pues bien, si queremos tomarnos esta respuesta en serio, si queremos contribuir desde el campo
educativo a un proceso reflexivo de humanización, la educación ética tendrá que cultivarse desde la
escuela primaria, pasando por la secundaria, hasta llegar a la formación profesional, hasta la
universidad, de tal manera que los profesionales de todos los campos aprendan a aplicar sus
técnicas desde valores morales. Porque, como se ha dicho, si hubo un tiempo en el que se aprendía
la moral a la vez que se aprendía a vivir, ese tiempo no es el nuestro. La educación moral se ha
hecho problemática y de su problematicidad surge la necesidad de reflexionar para orientarse.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tampoco un curso de ética tiene como propósito directo hacer profesionales honrados, sino
ayudar a reflexionar sobre qué debe hacer un buen profesional para serlo. Cierto es que para actuar
profesionalmente de modo competente y responsable es más importante vivir moralmente que saber
mucho de moral o, como lo diremos en nuestro primer tema de estudio, es más importante la moral
vivida que la moral pensada. Habrá y hay muchos profesionales que en determinadas situaciones
actúen bien sin necesidad de haber tomado ningún curso de ética. Por otra parte, tampoco debemos
hacernos demasiadas ilusiones: quienes quieran actuar mal no van a dejar de hacerlo sólo por
haber pasado en la universidad un curso de ética. Y sin embargo, no es superfluo tratar de
promover lenguaje y sensibilidad sobre los temas éticos.
En buena medida, este es el sentido de este curso y esta es la finalidad de estos temas que
hemos incluido en este material que tiene en sus manos. Y con esta orientación, la de promover un
lenguaje y una sensibilidad sobre temas éticos, ideamos estos materiales.
Hemos dividido los temas en dos grandes grupos. La primera parte, compuesta por cuatro
temas, está dedicada a la presentación de los grandes temas de lo que suele llamarse "ética
general": desde un tema inicial sobre la ética misma, hasta los aspectos relacionados con moral y
sociedad, la conciencia, la libertad, los valores y, en una palabra, el desarrollo moral. La segunda
parte contiene cuatro temas de "ética aplicada": dos de ellos, los dos primeros, dedicados a la ética
de la vida y a la ética ecológica. Dos temas que hoy ocupan páginas y páginas en la bibliografía
especializada y divulgativa. Finalmente, otros dos temas relacionados con nuestro vivir en sociedad
(ética de los ciudadanos) y con nuestro trabajo profesional (ética profesional).
Para cada uno de los temas nos hemos servido de muchas fuentes, de lo que han dicho y
escrito otros muchos. De ello dejamos constancia ya desde el comienzo. En los mismos materiales
haremos referencia explícita a unos y a otros. Usted verá, por las lecturas que le recomendamos al
final de cada uno de los temas, que es bien cierto lo decíamos al comienzo de esta introducción: de
ética se habla mucho y de ética se escribe muchísimo.
Hemos escrito cada una de las unidades aportándole, para cada uno de los puntos tratados,
un abundante material reflexivo y explicativo. Esperamos, además, que sea inteligible y contribuya
para los objetivos que pretendemos: la sensibilización ética.
Una palabra sobre la evaluación. Este curso, como todos los de la Universidad, tiene sus
evaluaciones. Pero debemos reconocer que no es fácil evaluar, pues más que aprender de memoria
datos y conceptos, tratamos de sensibilizar, suscitar actitudes, generar reflexión. A lo largo del texto,
y dentro de cada unidad, le incluimos una serie de actividades que le ayudarán a prepararse a la
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Evaluación. Los exámenes no serán muy distintos a esas actividades que encontrará en este
material.
No lo olvide: no le estamos ofreciendo lo que "debe saber", a como de lugar, sino que le
estamos proponiendo algunos materiales que pueden ayudarle a ser mejor, a vivir mejor. Una
manera de ser y de vivir a la que, pareciera, cada día se acercan más y más personas; una manera
de ser que encuentra cada día más resonancia en los espacios y ambientes más distintos; una
manera de ser y de vivir que muchos buscan ansiosamente. A su manera, Pablo Neruda, en su
lenguaje poético, expresó este anhelo común, en un poema titulado "sube a nacer conmigo,
hermano" (Pablo Neruda, Selección de poemas, Barcelona, Círculo de Lectores, 1975). Un texto
que es una invitación. Con esa invitación cerramos esta introducción:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Pág.
PRIMERA PARTE: Temas de Ética General
Presentación .......... _________ ..................__________________________ 7
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pág.
//. EL PLURALISMO ÉTICO______________________________________ 78
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pág.
2. Sobre el concepto de libertad ______________________________________ 115
2.1. No tenemos un solo camino, sino varios _________________________ 116
2.2. Libertad, como disponibilidad para actuar de acuerdo
con los propios deseos y proyectos _____________________________ 118
2.3. Libertad de querer lo que quiero ----------------------------------------------------- 119
2.4. Libertad de querer lo que no queremos y de no querer
lo que de hecho queremos ----------------------------------------------------------- 119
2.5. Libertad "para" y libertad "de"; libertad "positiva" y libertad "negativa" ______ 120
3. Las consecuencias de la libertad ___________________________________ 122
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pág.
4.2.1. El planteamiento de Piaget _____________________________ 170
4.2.2. ¿Por qué estudiar el juicio moral? _________________________ 170
4.2.3. De la heteronomía a la autonomía moral ----------------------------------- 171
4.2.4. Valoración de la propuesta de Piaget_______________________ 178
4.3. El desarrollo moral según L. Kohlberg___________________________ 183
4.3.1. El enfoque cognitivo-evolutivo ---------------------------------------------- 183
4.3.2. Su teoría: niveles y estadios-------------------------------------------------- 184
a) Conceptos básicos _________________________________ 185
b) Los niveles del desarrollo moral _________________________ 186
c) Los estadios del desarrollo moral _______________________ 188
4.3.3. El desarrollo moral de Kohlberg: valoración crítica------------------------- 193
5. Concepción temporal del sujeto moral ______ .......... __________________ 200
Lecturas recomendadas_________________________________________ 202
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pág.
Tema 6. ÉTICA ECOLÓGICA. 249
Introducción------------------------------------------------------------------------------------ 251
Primera Parte: Crisis ecológica y patología del espíritu humano _________________ 253
1. Ecología: la ciencia y el arte de las relaciones ________________________ 253
2. Una respuesta necesaria a objeciones comunes -------------------------------------- 255
3. Los desafíos ----------------------------------------------------- . --------------------- 257
3.1. Superpoblación e insuficiencia de alimentos------------------------------------ 257
3.2. Agotamiento de las reservas naturales ________________________ 257
3.3. Polución ____________________________________________ 257
3.4. La carrera armamentista--------------------------------------------------------- 258
3.5. Crisis ecológica e injusticia internacional --------------------------------------- 258
3.6. Otros datos para reflexionar __________ -____________________ 259
4. Curemos la arrogancia patológica del hombre moderno ------------------------------ 262
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pág.
6. El protagonismo de los ciudadanos__________________________________ 308
7. Para que todo sea posible __________ .......... ____________________ ....... 313
8. Concluyendo: no eche cuentas que el camino es largo ---------------------------------- 319
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 1
¿QUÉ ES LA ÉTICA?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
INTRODUCCIÓN
Queremos comenzar esta primera Unidad citando, de manera libre, las primeras páginas de
un libro que le recomendamos mucho y que nos gustaría leyera, como parte de este curso de ética
que está comenzando. El libro se titula Ética para Amador y su autor es Fernando Savater, un
filósofo que sabe trasmitir en forma comprensible aspectos importantes, muchas veces dichos de
forma muy complicada. Ese libro está escrito en forma de carta a su hijo Amador y en él le va
comunicando lo que, como padre y profesor de ética, considera que es importante transmitirle a su
hijo sobre este tema.
Hay ciencias, nos dirá Savater, que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas;
otras, para aprender una destreza que nos permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un
puesto de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales
estudios, podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos interesantes pero
sin los cuales uno se las arregla bastante bien para vivir. Quizás usted, como yo, sepa muy poco de
mecánica o de carpintería, o de cosas tan interesantes como la astronomía o la pesca submarina..., y
sin embargo el ignorar todo esto no nos ha impedido que hayamos vivido más o menos
satisfactoriamente hasta hoy. Es decir, que hay ciertas cosas que usted y yo podemos aprenderlas
o no, dependiendo de nuestros gustos y de nuestras aficiones, y sin embargo podemos vivir, mejor
o peor, si se quiere, pero vivimos.
No obstante, como dice nuestro autor, "otras cosas hay que saberlas porque en ello, como
suele decirse, nos va la vida". Porque, "se puede vivir de muchos modos, pero hay modos que no
dejan vivir". En dos platos, que aunque haya muchas cosas que saberlas o no saberlas no es del
todo necesario, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que
ciertas cosas nos convienen y otras no. A ciertas cosas que nos convienen y a lo que nos conviene
solemos llamarlo "bueno", porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan muy mal y a todo
eso lo llamamos "malo". Saber lo que nos conviene, es decir, distinguir entre lo bueno y lo malo, es
un conocimiento que todos intentamos adquirir, todos sin excepción, porque sin ello nos es
imposible vivir. Y terminará diciendo nuestro autor: "de modo que parece prudente fijarnos bien en lo
que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A este saber vivir, o
arte de vivir, es a lo que llaman ética".
Como podrás ver, estimado alumno, este curso, esta asignatura, parece que es importante. Y,
al mismo tiempo, es un curso, una asignatura muy diferente a las que has venido tomando a lo largo
de los semestres que llevas en la Universidad. La diferencia está, entre otras, en esto: si no
aprendes o no das cabal razón de los diversos contenidos de la carrera de ingeniería o de
administración o de educación, posiblemente no serás un buen ingeniero, o un buen administrador o
un buen educador. Aunque podrás decirme que la experiencia, después, te irá enseñando algunas
cosas que no aprendiste. Y podemos estar de acuerdo en esto. Pero, en todo caso, deberás saber
hacer bien todo aquello que tiene que ver con la profesión que ejerces. Quien te contrate o te
emplee, basándose a lo que profesionalmente eres, esperará que cuentes con los conocimientos y
la experticia necesarios para desempeñar bien tu trabajo. De ello hablaremos más adelante, dentro
de este curso, cuando toquemos el tema de la "ética profesional". Pero es que este curso, este
curso de ética es algo más y distinto a los anteriores: aquí es tu vida, la calidad de tu vida, la que
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
está en juego, como decíamos antes. Y el vivir bien, en alguna medida, depende de nosotros,
porque, como también nos dice el autor, "a diferencia de otros seres vivos o inanimados, los
hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos
parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo o
inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los
castores, las abejas o las termitas no les sucede". Por eso es importante la ética.
La primera pregunta, entonces, es la pregunta que lleva como título esta unidad: ¿qué es la
ética?. La respuesta a esta pregunta puede parecer sencilla. Por lo poco que llevamos dicho, casi,
casi, la podríamos responder diciendo que la ética es aquella asignatura o ciencia que nos enseña a
vivir bien, a elegir aquello que nos permite vivir como personas que somos. Y sin que tenga nada en
contra de esa respuesta, comenzaría a decirte o a hacerte otra pregunta: ¿qué es vivir bien? Y
también aquí podrías responderme, sin dudar mucho, que vivir bien es elegir el bien, lo bueno, lo
que nos conviene y evitar el mal, lo malo, lo que nos hace daño. Y, estando también de acuerdo con
esta respuesta, todavía podría preguntarte: y ¿qué es lo bueno? ¿qué es lo malo?. Las cosas a este
punto se nos podrían estar complicando. El autor que hemos citado se hace preguntas parecidas, a
medida que va avanzando en la conversación con su hijo. Y lo primero que nos dice es que las
palabras "bueno" y "malo" no se aplican únicamente a comportamientos morales, ni siquiera sólo a
personas. Podemos decir, y con razón, que Galarraga es un buen pelotero, pero ese calificativo de
bueno nada tiene que ver con sus inclinaciones a ayudar al prójimo fuera del estadio o a decir
siempre la verdad. También podemos decir que las motos Harley son muy buenas, refiriéndonos
únicamente a que funcionan muy bien y que tienen todo lo que se le puede pedir a una moto. En
otras palabras, hay algunos casos en los que lo "bueno" está muy claro y podemos enumerar con
precisión los requisitos necesarios para que algo merezca ese calificativo. ¿Podemos, se pregunta
el autor citado, definir del mismo modo lo que se necesita para ser un hombre bueno? Como ves la
cosa no es tan sencilla.
Al final del libro, justamente en la última página, el autor le dice a su hijo: A lo largo de este
libro "he renunciado a darte una serie de instrucciones sobre cuestiones concretas (...) la ética lo
único que puede decirte es que busques y pienses por ti mismo, en libertad, sin trampas:
responsablemente (...) He intentado enseñarte formas de andar, pero ni yo ni nadie tiene derecho a
llevarte en hombros... Ya que se trata de elegir, procura elegir siempre aquellas opciones que te
permiten luego mayor número de opciones posibles, no las que te dejan cara a la pared. Elige lo
que te abre: a los otros, a nuevas experiencias, a diversas alegrías. Evita lo que te encierra y lo que
te entierra".
Me parece que estas referencias introductorias, guiados por los textos de ese libro que vuelvo
a recomendarte, son una forma adecuada para poder entender lo que vamos a estudiar en esta
primera unidad. ¡Ánimo! y ¡confianza!
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Algunos aspectos importantes nos gustaría que le quedaran claros al finalizar el estudio de
esta unidad y después de consultar algunos de los materiales y libros que le recomiendo.
Con este conjunto de propósitos en mente entremos en el desarrollo de esta primera unidad.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. ¿QUÉ ES LA ÉTICA?
Comencemos con esta pregunta. Esta misma pregunta ocupa las primeras páginas de
algunos textos o libros que tengo sobre mi mesa y sobre los que he estado trabajando para redactar
algunos de los contenidos de esta primera unidad. En uno de ellos leo:" Ante la imposibilidad de
descubrir una constante común a todas las concepciones morales -constante que diera pie a
describir monolíticamente el discurso ético, distinguiéndolo de los discursos teológico, político,
estético, jurídico, ontológico, sociológico...-, no nos ha quedado otra salida que ofrecer unas
secuencias históricas que recogieran las principales maneras de entender la peripecia moral del
hombre" ( O. Fullat y C. Gomis, El hombre animal ético, Barcelona, Ed. Vicens-Vives, 1987, pág.8).
En otras palabras, estos autores renuncian a definir qué es la ética y optan por ofrecer un conjunto
de textos que abarcan desde el siglo IX antes de Cristo hasta nuestro siglo XX. De esta forma
esperan que el alumno podrá hacerse cargo de tan grave asunto al margen de todo dogmatismo.
Nosotros no vamos a seguir este camino. No se asuste. Junto a ese libro, tengo otros
muchos, que proceden de otra manera. Logran responder la pregunta, dándonos alguna "definición"
de Ética, pasando, después, a explicar el contenido de su respuesta. Vamos a proceder de manera
semejante, dejándonos acompañar por lo que ellos nos dicen. Tomo cuatro de esos textos y de ellos
extraigo lo que cada uno da como respuesta a la pregunta. Después, explicaremos,
desarrollaremos, algunos aspectos importantes que están contenidos en las palabras que utilizan en
sus respuestas. Así, creo, que podremos ubicarnos en lo que es el objetivo principal de esta Unidad.
¿Qué es la ética?
1.1. Comencemos por la definición dada por una mujer, Adela Cortina, una verdadera
apasionada por los temas éticos, en general, y por las aplicaciones de la ética a
distintos ámbitos de la vida -la política, la educación, la vida...-, en particular. En un
pequeño y bello libro ella nos dice:
“La ética es una parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral, y por eso
recibe también el nombre de "filosofía moral". Igual que hay dimensiones de
la filosofía que tratan sobre la ciencia, ¡a religión, la política, el arte o el
derecho, también la reflexión filosófica se ocupa de la moralidad y entonces
recibe el nombre de ética".
(A. Cortina, El quehacer ético. Guia para la educación moral, Madrid, Santularia, 1996, pág. 15)
Esta misma autora, a la que nos hemos de referir en varias oportunidades porque ha tratado
de muchos modos y maneras temas de interés para nuestro curso, nos da otra definición de lo
mismo, coincidente con la primera, pero un poco más amplia o más explicada. Lo hace en otro de
sus libros, más extenso que el citado a continuación:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"Entendemos la Ética como aquella parte de la Filosofía que se dedica a la reflexión sobre la
moral".
A renglón seguido, explica los diferentes aspectos contenidos en su definición.
"Como parte de la Filosofía, la Ética es un tipo de saber que intenta construirse racionalmente,
utilizando para ello el rigor conceptual y los métodos de análisis y explicación propios de la
Filosofía. Como reflexión sobre las cuestiones morales, la Ética pretende desplegar los
conceptos y argumentos que permitan comprender la dimensión moral de la persona humana
en cuanto tal dimensión moral, es decir, sin reduciría a sus componentes psicológicos,
sociológicos, económicos o de cualquier otro tipo (aunque, por supuesto, la Ética no ignora que
tales factores condicionan de hecho el mundo moral)" t
Cree la autora necesario añadir algo más a su explicación:
"Una vez desplegados los conceptos y argumentos pertinentes, se puede decir que la Ética, la
Filosofía moral, habrá conseguido dar razón de fenómeno moral, dar cuenta racionalmente de
la dimensión moral humana, de modo que habremos crecido en saber acerca de nosotros
mismos, y, por tanto, habremos alcanzado un mayor grado de libertad. En definitiva,
filosofamos para encontrar sentido a lo que somos y hacemos; y buscamos sentido para
colmar nuestras ansias de libertad, dado que la falta de sentido la experimentamos como cierto
tipo de esclavitud".
1.2. Otro autor, Norbert Bilbeny, autor de habla española a pesar de su nombre y apellido,
en un libro sobre este mismo tema, también en las primeras páginas, y después de
haber hecho algunas observaciones previas que no vienen al caso, termina diciendo,
en síntesis que:
"La ética se propone el estudio de un cierto tipo de acción humana normativa a la que
llamamos acción moral y el objeto es averiguar la validez de sus preceptos y privilegios”.
Posiblemente, estimado alumno, la definición que acaba de leer le ha podido resultar un poco
más complicada de entender que las que nos dio la Profesora Adela Cortina en los dos textos
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Anteriores. Pero no se preocupe. Está diciendo lo mismo que nuestra apreciada autora, aunque
utiliza algunas expresiones con las que usted todavía no esta familiarizado y que las vamos a
explicar más adelante.
1.3. Una tercera definición es la de otro autor Augusto Hortal, a quién esto también le
gusta mucho y que, como a: A. Cortina, hemos de mencionar más de una vez a lo
largo de estas páginas. Él comienza un libro sobre ética, titulando el cap. 1 de su libro
con el mismo título que nosotros hemos puesto a esta Unidad: ¿Qué es la Ética?. Y
en las primeras líneas de ese primer capítulo trata de responder la pregunta con estas
palabras:
“La Ética o Filosofía moral es un tipo de saber que se ocupa de reflexionar sobre la
moralidad, sobre la dimensión moral de la vida humana".
Para darnos, más adelante, y después de haber hecho algunas aclaraciones sobre el uso
que él dará a las palabras "moral" y "Ética", esta otra definición:
"La Ética o Filosofía moral es la parte de la Filosofía que trata de decir cómo debemos
actuar las personas y los grupos, buscando fundamentar racionalmente las normas y
criterios por los que se deben regirlas personas y los grupos en sus actuaciones".
(A. Hortal, Ética. I. Los autores y sus circunstancias, Madrid, Universidad de Comillas, 1994, pág. 1 y 10)
1.4. Y ya para terminar este mosaico de definiciones sobre la ética, una más, que tengo a la
mano en mi archivo de fotocopias. Es de un autor alemán. Me atrevo a ponerla porque
pertenece a un artículo con un título bien sugerente para el tema que nos ocupa y que,
como tantos otros, también está puesto con signos de interrogación: "¿Qué es y qué
pretende la Ética?". Y lo primero que hace el autor del artículo es "definir el término", es
decir, definir "¿qué es la ética?". Para él es necesario definir el término, dado que en la
ética se han dado muchos puntos de vista y ello nos debe llevar a preguntarnos si se
puede señalar algún elemento común, una definición que abarque todos esos puntos
de vista. Él nos da una definición-descripción de la ética en estos términos:
"La ética es el conocimiento de lo bueno en forma teórica. Por esta forma se distingue
del ethos que se practica de facto. Es un conocimiento práctico, ya que no sólo
conoce el bien donde se encuentre, sino que, en caso de que no se dé, aconseja
cómo producirlo por medio de las obras, o cómo evitar que se le pongan obstáculos.
Este doble plano orientación con la mirada puesta en el bien como algo excelente en -
sí y con la mirada puesta en algo que es recto o bueno en la práctica- muestra que el
elemento común a toda ética -el conocimiento práctico del bien- implica directamente
una diferencia entre el ser del bien y su realización práctica".
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"Por ser conocimiento práctico del bien, la ética entraña la oposición entre el bien y el
mal, al igual que en la esfera del conocimiento teórico se contrapone lo verdadero y lo
falso, y juzga las situaciones y las acciones de acuerdo con estos predicados (bueno o
malo).
La ética, pues, en su generalidad teórica, contiene un saber por el que puede
orientarse la reflexión de cada uno al bien y al mal, a acciones buenas o malas. La
ética puede, en concreto, caracterizar una obra como hábito bueno -y entonces habla
de virtud- o condenar como transgresión del bien una idea ética a pesar de que esté
vigente. En cuanto reflexión propia del individuo, la ética suele recibir el nombre de
moral".
Bueno es que: terminemos aquí nuestro mosaico de definiciones. Sería igualmente útil para
usted, querido estudiante, que leyera detenidamente todas los textos precedentes y tratara de
señalar aquellos aspectos que se repiten, de una u otra forma, en todas las definiciones.
Simplemente identifíquelos. También sería conveniente que identificara, si las encuentra, las
diferencias entre lo que unos y otros dicen a la hora de decirnos qué es la ética.
¿Qué es la ética?
La ética es...según
A. Cortina
a)Parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral
b)un tipo de saber ,
c) saber que busca comprender la dimensión moral de la persona humana sin reducirla a
sus componentes psicológicos, sociológicos, económicos, etc.
Palabras claves:
Tipo de saber Moral, Acción moral, Acción humana.
N. Bilbeny
a) El estudio de un tipo de acción humana normativa, la acción moral
b) La acción humana normativa no es la acción reglada o reglamentada de la que se ocupan el
derecho o la psicología social.
c) La acción normativa de la que se ocupa la filosofía moral (ética) es aquella cuyos preceptos
y principios son los únicos móviles de esa acción y son libremente obedecidos por la persona que
actúa.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Palabras claves:
Moral Acción moral Acción humana Libertad
A. Hortal
a) Un tipo de saber
b) Se ocupa de la moralidad, como dimensión de la vida humana
c) Se ocupa de cómo debemos actuar las personas y los grupos
fundamentando racionalmente esas conductas o actuaciones (conforme a normas y
criterios)
Palabras claves:
Tipo de saber Moralidad Acción o conducta humana Normas de conducta
K. Hartmann
a) El conocimiento de lo bueno
b) Un saber que orienta
c) Orienta la reflexión de cada uno al bien y al mal
d) Orienta las acciones buenas o malas
Palabras claves:
Saber Reflexión sobre el bien y el mal Acciones buenas y malas.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Este pequeño ejercicio o resumen, con identificación de las palabras más importantes en las
distintas definiciones, sin duda que le ha podido servir para identificar algunos elementos que le
resultan claros, otros que no entiende del todo y que necesitan más explicación para comprenderlos
bien. Sin duda que usted ha podido preguntarse:
¿Es lo mismo ética que moral?
Algunos de los autores anteriores señalan que es un "tipo de saber", ¿de qué tipo de saber se
trata? ¿Es que hay diversos tipos de saber?
La ética, ¿es simple teoría o también es práctica? ¿Es simple conocimiento o también es
conductas, comportamientos?
¿Qué es una acción humana?
No tiene porqué tener ya la respuesta a todas esas preguntas. Estamos comenzando el tema
y únicamente hemos querido plantear la pregunta y las respuestas. Ahora, en las páginas que
siguen, vamos a tomar muchas de esas palabras claves que hemos identificado en las definiciones,
vamos a hacernos muchas de las preguntas que usted mismo se ha hecho, y las vamos a ir
respondiendo. Verá usted como al final las cosas le quedarán bastante más claras.
Para enriquecer estas preguntas que usted mismo se ha hecho, le incluimos un texto que sin
duda le va a gustar y le va a ayudar en sus primeras reflexiones. Moral, ética, lo bueno, lo malo,
son palabras que suelen ir juntas. Las definiciones que hemos estudiado así nos lo han mostrado. El
bien, lo bueno, como nos lo recordaba F. Savater en la introducción a la Unidad, también ha sido
mencionado en alguna de las descripciones. Por eso, para completar este punto, queremos
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ofrecerle el texto completo en el cual Fernando Savater hace sus consideraciones sobre “lo bueno y
lo malo”. Hay otros textos que hubiera podido incluir. Pero hemos elegido a este autor porque con su
peculiar estilo coloquial, a lo largo de las páginas 59-69 del libro que ya le mencionamos, nos ayuda
a reflexionar. De esas páginas hemos entresacado algunos párrafos, adaptándolos a nuestro estilo
y lenguaje.
Te recuerdo que las palabras "bueno" y "malo" no sólo se aplican a comportamientos morales,
ni siquiera sólo a personas. Se dice, por ejemplo, que Maradona es un buen futbolista, sin que este
calificativo tenga nada que ver con su tendencia a ayudar al prójimo fuera del estadio o su
propensión a decir siempre la verdad. Es bueno en cuanto futbolista y como futbolista, sin que
entremos a averiguaciones sobre su vida privada. Y también puede decirse que una moto es buena
sin que ello implique que la tomamos por la Santa Teresa de las motos: nos referimos a que
funciona estupendamente y que tiene todas las ventajas que a una moto pueden pedirse. En
cuestión de futbolistas o de motos, lo "bueno", es decir, lo que conviene, está bastante claro. Seguro
que si te pregunto me explicas muy bien cuáles son los requisitos necesarios para que algo merezca
el calificativo de sobresaliente en el terreno de juego o en la carretera. Y digo yo: ¿por qué no
intentamos definir del mismo modo lo que se necesita para ser un hombre bueno? ¿No nos
resolvería eso todos los problemas que nos estamos planteando desde hace ya bastantes páginas?
No es cosa tan fácil, sin embargo. Respecto a los buenos futbolistas, las buenas motos, los
buenos caballos de carreras, etc. la mayoría de la gente suele estar de acuerdo, pero cuando se
trata de determinar si alguien es bueno o malo en general, como ser humano, las opiniones varían
mucho. Ahí tienes, por ejemplo, el caso de Punta: su mamá en casa la tiene por el máximo de la
bondad, porque es obediente y modosita, pero en clase todo el mundo la detesta porque es
chismosa y cizañera. Seguro que para sus superiores, el oficial nazi que gaseaba a los judíos en
Auschwitz era bueno y como es debido, pero los judíos debían tener sobre él una opinión diferente.
A veces llamar a alguien "bueno" no indica nada bueno: hasta el punto de que suelen decirse cosas
como "Fulano es muy bueno, ¡el pobre!". El poeta español Antonio Machado era consciente de esta
ambigüedad y en su autobiografía poética escribió: "Soy en el buen sentido de la palabra bueno..."
Se refería a que, en muchos casos, llamarle a uno "bueno" no indica más que docilidad, tendencia a
no llevar la contraria y a no causar problemas, prestarse a cambiar discos mientras los demás
bailan, cosas así.
Para unos, ser bueno significa ser resignado y paciente, pero otros llamarán bueno a la
persona emprendedora, original, que no se acobarda a la hora de decir lo que piensa aunque pueda
molestar a alguien. En países como Sudáfrica, por ejemplo, unos tendrán por bueno al negro que no
da la lata y se conforma con el apartheid, mientras que otros no llamarán así más que al que sigue a
Nelson Mándela. ¿Y sabes por qué no resulta sencillo decir cuándo un ser humano es "bueno" y
cuándo no lo es? Porque no sabemos para qué sirven los seres humanos. Un futbolista sirve para
jugar al fútbol de tal modo que ayude a ganar a su equipo y meta goles al contrario; una moto sirve
para trasladarnos de modo veloz, estable, resistente... Sabemos cuándo un especialista en algo o
cuándo un instrumento funciona como es debido porque tenemos idea del servicio que deben
prestar, de lo que se espera de ellos. Pero si tomamos al ser humano en general la cosa se
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
complica: a los humanos se nos reclama a veces resignación y a veces rebeldía, a veces iniciativa y
a veces obediencia, a veces generosidad y a veces previsión del futuro, etc. No es fácil ni siquiera
determinar una virtud cualquiera: que un futbolista meta un gol en la portería contraria sin cometer
falta siempre es bueno, pero decir la verdad puede no serlo. ¿Llamarías "bueno" a quien dice por
crueldad al moribundo que va a morir o a quien delata dónde se esconde la víctima al asesino que
quiere matarla? Los oficios y los instrumentos responden a normas de utilidad bastante claras,
establecidas desde afuera: se las cumple, bien; si no, mal y se acabó. No se pide otra cosa. Nadie
exige a un futbolista -para ser buen futbolista, no buen ser humano- que sea caritativo o viceversa;
nadie le pide a una moto, para ser buena moto, que sirva para clavar clavos. Pero cuando se
considera a los humanos en general la cosa no está tan clara, porque no hay un único reglamento
para ser buen humano ni el hombre es instrumento para conseguir nada.
Se puede ser buen hombre (y buena mujer, claro) de muchas maneras y las opiniones que
juzgan los comportamientos suelen variar según las circunstancias. Por eso decimos a veces que
Fulano o Menganita son buenos "a su modo". Admitimos así que hay muchas formas de serlo y que
la cuestión depende del ámbito en que se mueve cada cual. De modo que ya ves que desde fuera
no es fácil determinar quién es bueno y quién malo, quien hace lo conveniente y quien no. Habría
que estudiar no sólo todas las circunstancias de cada caso, sino hasta las intenciones que mueven
a cada uno. Porque pudiera pasar que alguien hubiese pretendido hacer algo malo y le saliera un
resultado aparentemente bueno, por carambola. Y al que hace lo bueno y conveniente por chiripa
no lo llamaríamos "bueno", ¿verdad? También al revés: con la mejor voluntad del mundo alguien
podría provocar un desastre y ser tenido por monstruo sin culpa suya. Me parece que por este
camino sacaremos poco en limpio, lo siento.
Pero si ya hemos dicho que ni órdenes, ni costumbres, ni caprichos bastan para guiarnos en
esto de la ética y ahora resulta que no hay un claro reglamento que enseñe a ser hombre y a
funcionar siempre como tal, ¿cómo nos las arreglaremos? Voy a contestarte algo que de seguro te
sorprende y quizás hasta te escandalice.
Un divertidísimo escritor francés del siglo XVI, Francois Rabelais, contó en una de las
primeras novelas europeas las aventuras del gigante Gargatúa y su hijo Pantagruel. Muchas cosas
podría contarte de este libro, pero prefiero que antes o después te decidas a leerlo por ti mismo.
Sólo te diré que en una ocasión Gargatúa decide fundar una orden más o menos religiosa e
instalarla en una abadía, la abadía de Theleme, sobre cuya puerta está escrito este único precepto:
"Haz lo que quieras". Y todos los habitantes de esta santa casa no hacen precisamente más que
eso, lo que quieren. ¿Qué te parecería si ahora te digo que a la puerta de la ética bien entendida no
está escrita más que esa misma consigna: haz lo que quieras? A lo mejor te indignas conmigo:
¡vaya, pues sí que es moral la conclusión a la que hemos llegado!, ¡la que se armaría si todo el
mundo hiciese sin más ni más lo que quisiera!, ¿para eso hemos perdido tanto tiempo y nos hemos
comido tanto el coco?
(...)¿Qué pretendo decirte poniendo un "haz lo que quieras" como lema fundamental de esa
ética hacia la que vamos tanteando? Pues sencillamente (aunque luego resultará que no es tan
sencillo, me temo) que hay que dejarse de órdenes y costumbres, de premios y castigos, en una
palabra de cuanto quiere dirigirte desde afuera, y que tienes que plantearte todo este asunto desde
ti mismo, desde el fuero interno de tu voluntad. No le preguntes a nadie qué es lo debes hacer con
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
tu vida: pregúntatelo a ti mismo. Si deseas saber en qué puedes emplear mejor tu libertad, no la
pierdas poniéndote ya desde el principio al servicio de otro o de otros, por buenos, sabios y
respetables que sean: interroga sobre el uso de tu libertad... a la libertad misma"
Y ahora, después de haber leído el texto, trate de responder tres preguntas:
3. ¿Cuál puede ser el criterio orientador que te ayude a decir, en tu caso, que algo es bueno?
El autor del texto al final nos da unas pistas, con la expresión "haz lo que quieras". Es decir:
a) Que no debemos dejarnos conducir desde fuera (por órdenes, costumbre, castigos, premios)
b) Que debemos plantearnos las cosas desde nosotros mismos, desde "el fuero interno de tu voluntad"
c) "Si deseas saber en qué puedes emplear mejor tu libertad... interroga sobre el uso de tu libertad... a la libertad
misma".
d) La definición de ética que nos daba N. Bilbeny está en la misma línea: el convencimiento personal interno
y la libertad con que procedo.
Sigamos, ahora, desarrollando y explicando algunos de los elementos más reiterados en las
definiciones de ética que acabamos de estudiar. Hay varios aspectos que es bueno entender.
Vamos a comenzar con el más sencillo.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
2. "ÉTICA" Y "MORAL"
ACLARACIONES ETIMOLÓGICAS E IMPLICACIONES TEÓRICAS
La primera constatación que hacíamos después de haber revisado distintas definiciones de
ética y después de haber identificado algunas palabras clave contenidas en esas definiciones, era la
referida al uso de las palabras "moral" y "ética". Y nos preguntábamos: ¿es lo mismo hablar de ética
que de moral?, ¿la palabra ética significa lo mismo que la palabra moral? Esto es lo que vamos a
aclarar ahora.
Si usted tuviera la oportunidad de revisar distintos libros sobre ética, y sobre todo aquellos
que tratan de servir de manual para estudiantes de diferentes niveles, podría constatar que en
todos, sin excepción, hay un pequeño apartado, más o menos extenso, destinado a aclarar este
aspecto. Podemos consultar los libros citados en el punto anterior y todos lo tienen. Ello no es
casual. La aclaratoria viene al caso y eso es lo que vamos a tratar de desarrollar ahora:
¿Existe alguna diferencia entre el significado de estas dos palabras, ética y moral?
¿Significan lo mismo o se refieren a aspectos diferentes?
Lo primero que podríamos preguntamos es si hoy es lo mismo decir "ética" que "moral". Y
tendríamos que decir que en un sentido corriente, popular, sí. Incluso, tendríamos que señalar que
el uso de los términos "moral" y "ética", como sinónimos, está tan extendido entre nosotros que casi
no vale la pena intentar impugnarlo, aunque es importante que seamos conscientes de que tal uso,
en la mayoría de los contextos, se refiere a lo que llamamos "moral", en referencia a algún código
moral concreto. Pero en un plano más exacto, académico, intelectual, esta sinonimia no sería del
todo correcta.
En el ámbito académico filosófico, y lo podemos derivar, en parte, de las definiciones que ya
conocemos, el término "ética" se utiliza para referirnos a la Filosofía moral (recuerde el comienzo de
las definiciones anteriores, las dadas por A. Cortina, sobre todo, pero también indirectamente en las
otras), mientras que se usa el término "moral" cuando nos referimos a los distintos códigos morales
concretos.
Esta distinción es útil, puesto que se trata de dos niveles de reflexión diferentes, dos niveles
de pensamiento y lenguaje acerca de la acción moral. Por lo tanto:
Llamamos "moral" a ese conjunto de principios, normas y valores que cada generación
transmite a la siguiente en la confianza de que se trata de un buen legado de orientaciones
sobre el modo de comportarse para llevar una vida buena y justa. Lo que debemos hacer.
2.1. La palabra "ética" proviene del griego. Fue Aristóteles quien acuñó el término "ética". Es
el nominativo plural neutro sustantivado del adjetivo ethikos. Este adjetivo, a su vez,
proviene del sustantivo ethos, que significa carácter, forma de ser (originariamente:
morada, lugar donde habitan los hombres o pacen los animales). Etimológicamente,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
morada, lugar donde habitan los hombres o pacen los animales). Etimológicamente,
pues, la ethica significaría: las cosas referentes al carácter. El ethos puede ser tanto
individual como social y se pone de manifiesto en la manera habitual de actuar de un
individuo o de un grupo.
Aristóteles distinguía entre virtudes dianoéticas o de la inteligencia y virtudes éticas o del
carácter. Las primeras se originan y crecen mediante la enseñanza. Las segundas son el resultado
del acostumbrarse. "Costumbre" en griego se dice éthos (con épsilon o é breve). Aristóteles
afirmaba que el carácter (ethos) procede de la costumbre {éthos).
La palabra "moral" se usa hoy indistintamente como adjetivo y como sustantivo (más adelante
nos vamos a detener en este punto). Originariamente era el adjetivo {moralis) del sustantivo latino
"mos, morís". Ethos significa, ante todo, el modo de ser de un individuo o grupo, y está
estrechamente relacionado con la costumbre, con el modo habitual de comportarse. Así podemos
hablar del "ethos del venezolano". Con "mos" ocurre al revés, primariamente significa costumbre, y
llega a significar carácter o modo de ser, a partir de la necesidad de traducir al latín el vocablo
griego "ethos".
Después de estas aclaraciones terminológicas, tendríamos que decir que: la verdad es que las
palabras "ética" y "moral", en sus respectivos orígenes griegos {ethos) y latino (mos), significan
prácticamente lo mismo: carácter, costumbre.
En nuestro lenguaje ordinario "ética" y "moraf se usan con frecuencia como sinónimos
intercambiables. Ambas expresiones se refieren, a fin de cuentas, a un tipo de saber que nos
orienta para forjarnos un carácter que no permita afrontar la vida con altura humana, que nos
permita ser justos y felices.
Porque se puede ser un político muy hábil, un empresario muy sagaz, un profesional con
mucha experiencia, un triunfador en la vida...y, a la vez, una persona humanamente impresentable.
De ahí que ética y moral nos ayuden a labrarnos un buen carácter para ser humanamente íntegros.
2.2. Sin embargo y para los más quisquillosos, queremos hacer una última observación. Es
verdad que la etimología de ambos términos, de ambas palabras, es similar y por eso
está sobradamente justificado que en el lenguaje cotidiano se tomen como sinónimos.
Pero como en filosofía es necesario establecer la distinción entre estos dos niveles de
reflexión y lenguaje -el de la forja del carácter en la vida cotidiana y el de la dimensión
de la filosofía que reflexiona sobre la forja del carácter-, empleamos para el primer
nivel la palabra "moral" y la palabra "ética" para el segundo nivel.
Y justamente por moverse en dos niveles de reflexión distintos -el cotidiano y el filosófico-, a
la moral se la ha llamado "moral vivida"(la forja del carácter en la vida cotidiana) y a la ética
"moral pensada" (la reflexión filosófica que reflexiona sobre la forja del carácter).
La moral es cosa de la vida y por eso se expresa en el lenguaje de la vida cotidiana; la ética es
reflexión filosófica sobre la moral (filosofía moral) y, utiliza, por tanto, métodos filosóficos,
lenguaje filosófico.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Podemos entonces concluir que "Ética" y "Moral", en sentido preciso, no son palabras
sinónimas, aunque si coincidentes al tratar una misma problemática. Por eso, puede decirse (V.
Rodríguez et al., Ética, México, Addison Wesley Longmanm 1998,p. 219) que:
“La moral se refiere a la conducta del hombre que obedece a unos criterios valorativos acerca
del bien y del mal, mientras que la ética estudia la reflexión acerca de tales criterios, así como
de todo lo referente a la moralidad”.
Y ya que hasta este momento hemos hablado de "moral" y de "ética", puede ser necesario y
conveniente que nos detengamos a examinar otros dos aspectos que han quedado pendientes en lo
que hemos venido analizando: nos referimos, por un lado, a los diferentes significados que las
palabras ética y moral tienen en nuestro lenguaje común y al "saber ético" y su diferencia con otros
saberes, por el otro.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
b) Es posible que usted, al igual que yo, haya escuchado expresiones como estas: "Fulano de
tal tiene una moral muy estricta" o "Mengano es un tipo sin moral". Aquí también el término "moral"
se usa como sustantivo y lo usamos para hacer referencia al código de conducta personal de
alguien. En estos casos hablamos del código moral que guía la conducta, los actos de una persona
concreta. Se trata de un conjunto de convicciones y pautas de conducta que suelen conformar un
sistema más o menos coherente y que sirve de base para los juicios morales que cada cual hace de
los demás y sobre sí mismo. Es probable que la mayor parte de los contenidos morales del código
moral personal coincida con los contenidos del código moral social. Pero no siempre sucede así. La
historia está llena de grandes hombres que, en cierta medida, fueron rebeldes al código moral
vigente en su mundo social. Sócrates, Jesucristo, Gandhi, Bolívar, serían algunos ejemplos.
Una pequeña observación: tanto la moral socíalmente establecida como la moral personal son
realidades que corresponden a lo que antes llamábamos "la moral vivida", moral de la vida.
c) Otras veces podemos encontrarnos con la palabra "Moral", como sustantivo y escrita con
mayúscula. En esos casos pareciera que nos estamos refiriendo a eso que el Diccionario de la
Lengua Española define como "ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en
orden a su bondad o malicia". Usted se podrá preguntar si esa supuesta "ciencia del bien en
general" existe. Y su pregunta es pertinente. Porque más que una "ciencia del bien en general" lo
que existe es una variedad de doctrinas morales -"moral católica", "moral protestante", "moral
comunista", etc. - y una disciplina filosófica, la Filosofía moral o Ética que, a su vez, lo que contiene
es una variedad de teorías éticas diferentes, e incluso contrapuestas entre sí: "ética aristotélica",
"ética kantiana", "ética scheleriana", o las distintas clasificaciones éticas que no son sino otras tantas
formas de entender el fenómeno de la moralidad -éticas descriptivas y normativas, de móviles y de
fines, deontológicas y teleológicas, etc.-.
Aquí también queremos hacer dos observaciones. La primera, que tanto las doctrinas morales
como las diferentes teorías éticas son modos de expresar lo que antes llamamos "moral pensada"
(la moral de la reflexión filosófica), como algo diferentes a los códigos morales personales y sociales
asumidos por las personas que constituyen lo que llamamos la "moral vivida". La segunda, que las
doctrinas morales -moral católica, moral protestante, etc.- y las teorías éticas -"ética aristotélica",
"ética kantiana", etc.- presentan una diferencia: mientras las primeras tratan de sistematizar un
conjunto de principios, normas, preceptos y valores, las segundas constituyen un intento de dar
razón de un hecho, el hecho de que los seres humanos se rigen por códigos morales, el hecho de
que hay moral. Esta distinción no impide que a la hora de elaborar una determinada doctrina moral
se utilicen elementos tomados de las teorías éticas y viceversa.
d) Quiero referirme a otro uso de la palabra "moral" como sustantivo y que nos parece muy útil e
importante para comprender la vida moral. En una encuesta reciente llevada a cabo en nuestro país,
la mayoría de los entrevistados afirman que "los venezolanos tenemos la moral baja o muy baja"
(88%). Es decir, que si nos hiciéramos la pregunta que se formulaba Aristóteles -"¿vivimos en una
sociedad que practica virtudes morales que le permitirán lograr una vida feliz, tanto individual como
colectivamente"?-, la respuesta, a la luz de esos resultados, tendría que ser negativa. O si nos
hiciéramos la pregunta que la Modernidad se ha venido haciendo -"¿hay en la sociedad venezolana
una serie de valores morales básicos que rigen la vida de sus ciudadanos para que sea posible una
convivencia justa, en paz y en libertad?"- a respuesta debería ser igualmente negativa. Si, además,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
-siempre a la luz de los datos arrojados por la referida encuesta- inversos sectores concretos e
importantes de nuestra sociedad- los trabajadores, los maestros, los políticos, la familia, etc. -son
vistos con un nivel ético igualmente bajo-, deberíamos concluir que nuestra sociedad venezolana
"tiene la moral muy baja". Aquí la "moral" sería sinónimo de carecer de fuerzas; coraje suficiente
para hacer frente a los retos que nos planeta el país. En este sentido, el país está sin moral. Este
significado de la "moral" no es sólo un saber, ni un deber, sino sobre todo una actitud y un carácter,
una disposición de la persona entera que abarca lo cognitivo y lo emotivo, las creencias y los
sentimientos, la razón y la pasión, en definitiva, una disposición de ánimo (individual y comunitaria)
que surge del carácter que se haya forjado previamente.
De alguna manera, es lo que se expresa en el siguiente texto:
"Me irrita este vocablo 'moral'. Me irrita porque en su uso y abuso tradicionales se entiende por
moral no sé qué añadido de ornamento puesto a la vida y ser de un hombre o de un pueblo.
Por eso yo prefiero que el lector lo entienda por lo que significa, no en la contraposición moral-
inmoral, sino en el sentido que adquiere cuando de alguien se dice que está desmoralizado.
Entonces se advierte que la moral no es una performance suplementaria y lujosa que el
hombre añade a su ser para obtener un premio, sino que es el ser mismo del hombre cuando
está en su propio quicio y vital eficacia. Un hombre desmoralizado es simplemente un hombre
que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad y por ello no
vive la vida, y por ello no crea, no fecunda, ni hinche su destino".
Texto de J. Ortega y Gasset citado por J. L. Aranguren en Ética, Madrid, Alianza, 1981,pág. 53.
e) Finalmente, hay otra posibilidad de usar el término "moral", como sustantivo en género
neutro: "lo moral". En este caso, parece que nos estamos refiriendo a una dimensión de la vida
humana, a la dimensión moral, es decir, esa faceta compartida por todos y que consiste en la
necesidad inevitable de tomar decisiones y llevar a cabo acciones de las que tenemos que
responder ante nosotros mismos y ante los demás, necesidad que nos impulsa a buscar
orientaciones en los valores, principios y preceptos que constituyen la moral en el sentido que
hemos expuesto anteriormente, en los significados a) y b). Seguidamente
Podemos sintetizar lo que hemos dicho en este cuadro sinóptico acerca de la palabra
“Moral” como sustantivo, tomando en cuenta los ejemplos leídos en los apartados a, b,
c, d y e.
d) Disposición de ánimo producida por el carácter y actitudes adquiridos por una persona o grupo ("tener la moral
alta")
e) Dimensión de la vida humana por la cual nos vemos obligados a tomar decisiones y a dar razón de ellas
("lo moral").
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En las páginas que ya usted ha venido leyendo y estudiando se ha encontrado con una serie
de expresiones en las que el término "moral" aparece como adjetivo: "filosofía moral", "código moral",
"principios morales", "doctrinas morales", y otras. Es verdad que muchas de las expresiones en las
que aparece este adjetivo tienen relación con la ética, pero no siempre es así. Pensemos por
ejemplo en una expresión muy común: "Tengo certeza moral de que fulano hizo tal cosa". Con ello
lo que deseamos decir es que creemos firmemente en ello, aunque no tengamos las pruebas
objetivas que lo pueden confirmar o desmentir. Este uso del adjetivo "moral" es ajeno a la moralidad
y tendríamos que ubicarlo más bien en el terreno psicológico. Sin embargo, en las demás
expresiones citadas y en otras más que podríamos mencionar -"valor moral", "virtudes morales",
etc.- hay una referencia constante a esa dimensión de la vida humana que es la "moralidad".
¿En qué consiste exactamente esa dimensión humana? ¿Qué rasgos diferencian lo moral de
otros saberes o ciencias humanas, la Psicología, la Sociología, etc.? Aunque a esta diferencia
haremos referencia explícita un poco más adelante, creemos importante señalar dos significados
muy distintos que puede adoptar el término "moral", usado como adjetivo:
a) "Moral" como opuesto a "inmoral". Es frecuente que usted y yo hayamos dicho más de una
vez: "el comportamiento que tuvo X fue inmoral, mientras que la manera como se comportó Y fue
realmente moral". Es evidente que al hacer uso del término "moral" lo estamos haciendo como
término valorativo porque con él lo que estamos haciendo o diciendo es que una determinada
conducta es aprobada o reprobada; aquí estamos utilizando "moral" e "inmoral" como sinónimos de
moralmente "correcto" o "incorrecto". Es indudable que esta manera de usar el término supone, en
general y en nosotros, la existencia de algún código moral que sirve de referencia para emitir el
correspondiente juicio moral. Así, por ejemplo, podemos emitir el juicio "la venganza es inmoral" y
comprender que semejante juicio presupone la adopción de algún código moral concreto para el que
ésta afirmación es válida, mientras que otros códigos morales no aceptarían la validez de este juicio.
b) "Moral" como opuesto a "amoral". ¿Hay algunas conductas que podemos decir que son
"amorales"? En realidad, diríamos que son conductas amorales aquellas que no tienen ninguna
relación con la moralidad, puesto que se supone que quien las hace no es responsable de sus
actos. Como tales podríamos calificar las conductas de los animales. Pero hablar de conductas
amorales del hombre, del ser humano que ha alcanzado un desarrollo completo y a quien podemos
considerar "dueño de sus actos", no parece apropiado. Por tanto, referidos al hombre, los términos
"moral" y "amoral", no evalúan, sino que describen una situación y expresan que una conducta es o
no es susceptible de clasificación moral porque reúne o no reúne los requisitos indispensables para
ser puesta en relación con las orientaciones morales (normas, valores, etc.).
Ésta, si recuerda la definición, parece ser una de las tareas de la ética: dilucidar cuáles son
concretamente esos requisitos o criterios que regulan el uso descriptivo del término moralidad.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En el siguiente cuadro podemos admitir las 2 formas de utilizar el término “moral” como adjetivo, en los
ejemplos a y b que a continuación se desarrollan.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
b) "moral" como opuesto a "amoral": estos términos no evalúan, sino que describen una situación y
expresan que una conducta es o no es susceptible de clasificación moral porque reúne o no los
requisitos indispensables para ser puesta en relación con las orientaciones morales.
Y para terminar, citemos de nuevo a nuestro amigo Savater, que abunda en lo que ya hemos
dicho en este punto, en las páginas 58-59 del libro citado:
"La palabra "moral" etimológicamente tiene que ver con las costumbres, pues eso precisamente
es lo que significa la voz latina mores, y también con las órdenes, pues la mayoría de los
preceptos morales suenan así como "debes hacer tal cosa" o "ni se te ocurra hacer tal otra".
Sin embargo, hay costumbres y órdenes que pueden ser malas, o sea, "inmorales", por muy
ordenadas y acostumbradas que se nos presenten. Si queremos profundizar en la moral de
verdad, si queremos aprender en serio cómo emplear bien la libertad que tenemos (y en este
aprendizaje consiste la "moral" o "ética" de la que estamos hablando aquí), más vale dejarse de
órdenes, costumbres y caprichos. Lo primero que hay que dejar claro es que la ética de un
hombre libre nada tiene que ver con los castigos ni los premios repartidos por la autoridad que
sea, autoridad-humano o divina, para el caso es igual. El que no hace más que huir del castigo
y buscar la recompensa que dispensan otros, según normas establecidas por ellos, no es
mejor que un pobre esclavo. A un niño quizá le basten el palo y la zanahoria como guías de su
conducta, pero para alguien crecidito es más bien triste seguir con esa mentalidad. Hay que
orientarse de otro modo. Por cierto, una aclaración terminológica. Aunque yo voy a utilizar las
palabras "moral" y "ética" como equivalentes, desde un punto de vista técnico no tienen
idéntico significado. "Moral" es el conjunto de comportamientos que tú, yo, y algunos de
quienes nos rodean, solemos aceptar como válidos; "ética" es la reflexión sobre por qué los
consideramos válidos y la comparación con otras "morales" que tienen personas diferentes."
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Una forma de caracterizar los saberes y las ciencias es definirlos por su objeto de estudio. El
objeto que estudia la ética es la vida moral: lo que los hombres hacen o dejan de hacer para vivir
humanamente.
Hay, sin embargo, otros saberes que también estudian la conducta humana: la Etología o
ciencia del comportamiento, la Psicología, la Sociología, la Antropología, etc. Entonces, si la ética es
un tipo de saber:
¿Qué tipo de saber es? ¿En qué se diferencia de otros saberes?
Veamos esto, paso por pasos.
4.1. Dos ciencias o saberes pueden muy bien tener un mismo objeto de estudio (objeto
material). Por ejemplo, la psicología (o la sociología, la antropología) y la ética estudian
la conducta humana. Y, sin embargo, las dos constituyen saberes distintos, si cada una
enfoca su objeto (la conducta del hombre) bajo un determinado aspecto (objeto formal).
Por lo tanto es importante saber cuál es el objeto material y el objeto formal de las
distintas ciencias y saberes.
Si, como acabamos de ver, el objeto material de la ética no se diferencia del de otras ciencias
(la psicología o la antropología), la diferencia parece que estará en su objeto formal. Y ¿cuál es el
objeto formal de la Ética, la perspectiva desde la que enfoca el estudio de la conducta humana?
Saber Historia, Química o Derecho Comparado son saberes teóricos. Saber manejar, cocinar
o poner inyecciones son saberes prácticos. La Medicina es un ejemplo de saber teórico-práctico. La
Ética es, por una parte, saber teórico sobre el obrar humano, pero por otra, ese saber teórico está
esencialmente orientado a guiar ese obrar humano, las conductas concretas. Aristóteles decía de la
ética algo que expresa muy bien lo que estamos diciendo: en ética no reflexionamos para saber qué
es la virtud, sino para hacernos virtuosos.
Vamos a aclarar un poco más esto del saber teórico-práctico. Y lo vamos a hacer aclarando
algunas afirmaciones:
4.2. La primera afirmación que haríamos sería la siguiente:
¿Qué quiere decir esto? Cuando asistimos, por ejemplo, a una conferencia de ética, o al
estudiar usted estas unidades del Curso de Ética, no lo hacemos para llevar a cabo sesiones de
gimnasia moral. Buscamos, ante todo, esclarecer, sistematizar y fundamentar los conocimientos
acerca de la moral, de lo que hacen los hombres, usted y yo, para vivir humanamente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
4.3. Además, para completar esto que acabamos de decir, debemos añadir otra afirmación:
Las ciencias empíricas de la conducta, la psicología, por ejemplo, pueden decir cómo se
comporta una persona y hasta, quizás, por qué se comporta así, o cómo se comportan muchas
personas o grupos sociales. Pueden decirnos, incluso, cómo se valoran de hecho determinadas
conductas en nuestra sociedad o en otras; pueden, además, establecer correlaciones entre las
conductas o valoraciones que estudia con otros datos objetivos.
Pero mientras se mantengan en el terreno de la ciencia empírica no pueden nunca llegar a
constatar que unas conductas merecen ser valoradas positivamente y otras negativamente, que
unas son buenas y que otras son malas.
Para entender mejor esto, le propongo que comparemos las dos afirmaciones siguientes:
1. "80 por ciento de los contribuyentes venezolanos no considera malo evadir el pago de
los impuestos".
2. "En Venezuela es lícito no pagar impuestos".
Verdaderas o falsas, las dos afirmaciones se mueven en diferentes niveles. La primera
afirmación es sociológica; la segunda es ética. La constatación primera, por sí sola, no decide si la
segunda es verdad o no; la valoración segunda no decide nada acerca de la constatación primera.
Un sociólogo, por ejemplo, que pague escrupulosamente sus impuestos, y otro que no tenga
el menor escrúpulo en evadirlos, sí son buenos sociólogos y emplean métodos equiparables
deberían llegar a resultados muy parecidos sobre el nivel de aceptación moral que tiene la evasión
délos impuestos en la población venezolana. Este dato, por sí mismo, no hace ni verdadera ni falsa
ninguna de las dos posturas éticas que mantienen. El sociólogo no puede afirmar científicamente
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
que la evasión fiscal es lícita o ilícita, sino sólo que la población, o una parte de ella, la ve como
moralmente aceptable o rechazable. Quien estudia empíricamente las conductas y valoraciones
morales, las estudia, por decirlo de alguna manera, "desde fuera", como conductas y valoraciones
ajenas, tanto si las comparte como si no. Su relación con el objeto que estudia es ia de describirlo
con acierto y establecer correlaciones entre el fenómeno descrito y otros factores que lo explican o
son explicados por él.
La Ética, en cambio, recoge las aportaciones de las ciencias empíricas, hechas "desde fuera",
objetivando las conductas y valoraciones humanas; pero, en definitiva, la Ética estudia la conducta
humana "desde dentro", es decir, desde el punto de vista del que tiene que actuar moralmente o del
que tiene que juzgar moralmente esa conducta. Si se piensa que en Venezuela es lícito evadir los
impuestos o engañar al fisco, uno no puede tener reparos de orden moral en hacerlo ni puede
reprobar a los que lo hacen. Si se piensa lo contrario, es moralmente inconsecuente hacerlo o
felicitar a quien lo hace.
Al decir que el evadir los impuestos es ilícito o no lo es, estamos abandonando el campo de
las meras constataciones empíricas (descripción o señalamiento de un hecho) y se entra en el
terreno normativo de la Ética (prescripción, lo que deberíamos hacer o no hacer).
Quien hace una u otra afirmación ética se compromete a ser juzgado por ella cuando su
conducta responda o no al criterio adoptado.
4.5. Por eso, podemos decir, como conclusión, lo que enunciábamos al comienzo: la Ética
es un saber teórico-préctico.
Es un saber teórico, ya lo hemos dicho, acerca de la praxis humana.
Ese saber teórico y, justamente por serlo, es como puede ser saber práctico. Esto es tanto
como decir que si yo admito que evadir los impuestos es algo ilícito, ese conocimiento me lleva a
actuar en la práctica, en consecuencia.
Pero siempre es saber y no simple actuar. Los límites de su dimensión práctica coinciden con
los límites de su capacidad teórica de justificar racionalmente lo que dice. Cuando sobrepasa esos
límites, la Ética está diciendo más de lo que sabe, está abandonando el difícil campo de la pregunta
filosófica -¿por qué debemos?- y degenera en fácil predicación moral retórica, demagogia, etc.
Desde sus mismos orígenes, entre los filósofos de la antigua Grecia, la Ética es un tipo de
saber normativo, es decir, un saber que pretende orientar las acciones de los seres humanos.
También la moral es un saber que ofrece orientaciones para la acción, pero mientras ésta última
propone acciones concretas en casos concretos, la Ética, como Filosofía moral, se remonta a la
reflexión sobre las distintas morales y sobre los distintos modos de justificar racionalmente la vida
moral, de modo que su manera de orientar la acción es indirecta; a lo sumo puede señalar qué
concepción moral es más razonable para que, a partir de ella, podamos orientar nuestros
comportamientos. Por consiguiente, la Filosofía moral o la Ética no tiene por qué tener una
incidencia inmediata en la vida cotidiana, dado que su objetivo último es el de esclarecer
reflexivamente el campo de lo moral. Pero este esclarecimiento sí puede servir de modo indirecto
como orientación moral para quienes pretendan obrar racionalmente en el conjunto de la vida
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
entera. Esto lo entiende ahora perfectamente, si recuerda lo que decíamos antes sobre las
diferencias entre ética y moral.
Adela Cortina (en su libro Ética, Madrid, Akal, 1996, p.10) nos pone un ejemplo:
"Supongamos que a usted se le pide que elabore un "juicio ético" sobre el problema del
desempleo, o sobre cualquier otro problema moral de los que están en discusión en nuestra
sociedad. Para empezar, usted tendría que estar claro que en realidad se le está pidiendo un juicio
moral, es decir, una opinión suficientemente meditada sobre la bondad o malicia, las implicaciones y
consecuencias, de un problema como el planteado, el desempleo. A continuación, deberá estar,
también, claro que un juicio moral se hace siempre a partir de o desde alguna concepción moral
determinada. Y una vez que hayamos determinado cuál de esas diferentes concepciones es la que
consideramos válida, podemos proceder a formular el juicio moral que nos pedían sobre el problema
del desempleo. Bueno es que recordemos que para hacer un juicio moral correcto, tanto sobre el
problema concreto del ejemplo como sobre alguno de los asuntos morales cotidianos, no se
necesita ser un experto en Filosofía moral. Basta con tener una cierta capacidad de razonamiento,
conocer los principios básicos de la doctrina moral que consideramos válida y estar bien informado
del asunto en cuestión Sin embargo, el juicio ético propiamente dicho sería el que nos condujo a
aceptar como válida aquella concepción moral que nos sirvió de referencia para nuestro juicio moral
anterior. Este juicio ético estará correctamente formulado si es la conclusión de una serie de
argumentos filosóficos, sólidamente construidos, que muestren buenas razones para preferir la
doctrina moral escogida. En general, es obvio que tal juicio ético está al alcance de los especialistas
en Filosofía moral, pero no es menos cierto que también puede manifestarse con cierto grado de
calidad entre las personas que tienen la rara afición de pensar y siempre que este esfuerzo de
pensar los problemas los lleve hasta el final, hasta las últimas consecuencias".
4.6. A lo largo de las páginas anteriores hemos utilizado algunas palabras o expresiones
que deseamos aclarar. Hemos hablado de descripción, prescripción y valoración.
Podríamos decir que las distintas ciencias, al tratar su objeto de estudio, utilizan
distintos lenguajes.
La psicología, que tiene como objeto de su estudio la conducta humana, utiliza un lenguaje de
tipo descriptivo, llamado así porque se propone llevar a cabo una descripción de la naturaleza y
características del hombre y de su conducta.
La ética, que como ya hemos visto tiene un objeto material coincidente con la psicología, pero
que se diferencia de ella en el objeto formal o enfoque desde el cual aborda la conducta, utiliza otro
tipo de lenguaje, el lenguaje valorativo, que es el que nos lleva a evaluar o valorar una conducta de
acuerdo con unos principios o criterios (valoración teórica). La aplicación de esos conocimientos
teóricos de la ética, la aplicación de los mismos, se hará en forma de normas o criterios, es decir,
utilizando el lenguaje prescriptivo, prescribiendo o recomendando algo, lo que es propio de la moral.
Estas breves aclaraciones le servirán no solo para entender lo que acabamos de estudiar,
sino para comprender mejor lo que vamos a revisar en el punto siguiente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pero antes de continuar, le propongo que nos detengamos un momento. Vamos a hacernos
algunas preguntas y a responderlas con ayuda de lo que acabamos de estudiar en este punto sobre
el saber ético y los otros saberes.
Para ello lo ilustraremos con el siguiente cuadro, de manera que puedas hacerte
preguntas sobre lo leido y las respuestas sirvan de reflexión tomando en cuenta los
elementos que intervienen en el saber ético y los otros saberes.
a) El objeto material de una ciencia es aquello que se propone estudiar, "qué estudia". La conducta humana,
por ejemplo, en lo que conocemos como las "ciencias del hombre" o "ciencias sociales".
b) El objeto formal de una ciencia es la manera como enfoca el estudio, el aspecto específico bajo el cual
aborda ese objeto: cómo lo estudia.
a) El objeto material de la ética es aquello de que se ocupa: la conducta humana, lo que el hombre hace o
deja de hacer para vivir bien.
b) El objeto formal o enfoque de la ética es el cómo lo hace: aclarando en qué consiste la moral, por qué hemos
de comportarnos moralmente y qué consecuencias podemos sacar de la respuesta a esta pregunta para
la vida cotidiana. En otras palabras, cuál es la racionalidad de lo moral.
3. ¿En qué se diferencia la ética de otras ciencias, en el objeto material o en el objeto formal?
a) En el objeto formal. Muchas ciencias pueden tener el mismo objeto material, pueden estudiar lo mismo (el
hombre, la conducta del hombre), pero la diferencia está en el objeto formal, en el modo como estudian eso, en
el enfoque que le dan.
4. ¿Cuál es el sentido del saber ético? ¿Saber por saber, por placer intelectual o es un saber para algo? ¿Saber para
qué?
Aquí conviene que usted sepa dar razón de estas afirmaciones:
a) la ética es un saber teórico y no simple practicismo moral;
b) la ética trata de decirnos no sólo como son (descripción), sino cómo deben ser las conductas (valora y
prescribe)
c) la ética es un saber teórico-práctico: un saber normativo que pretende orientar las acciones de los seres
humanos, justificar racionalmente la vida moral (teórico), qué es, moralmente hablando, lo más razonable
hacer para que, a partir de ello, podamos orientar nuestros comportamientos (práctico).
5.1.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pero sigamos. Ya hemos clarificado qué tipo de saber es la ética. En este punto, es posible
que usted se haya preguntado: pero bueno, lo que hace la ética, ¿no lo hacen también otras
ciencias? Es cierto que la ética se diferencia de la psicología, de la sociología. Pero, lo que hace la
ética, ¿no lo hacen también, por ejemplo, el derecho o las religiones? ¿no nos dice el derecho o la
religión qué es bueno y qué no es, qué es más conveniente hacer para vivir mejor?
Sus preguntas son totalmente válidas. Y, sin embargo, la ética y la moral no se identifican ni
con el derecho, ni con una doctrina religiosa. Tampoco con un modo determinado de
comportamiento social. Veamos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Esta descripción del derecho positivo nos permite identificar algunas semejanzas entre las
normas jurídicas o legales y las normas morales. ¿Cuáles son esas semejanzas o coincidencias
entre las normas morales y las normas del derecho? Señalamos, al menos, 3:
a) El aspecto prescriptivo: en ambos casos se trata de enunciados que indican que ciertos
actos son obligatorios para las personas.
b) Referencia a actos voluntarios, lo que implica libertad y su derivado, la responsabilidad
e imputabilidad. Para ser responsable de algo, para que se me impute algo, yo necesito
actuar con libertad. Ya veremos más adelante que la libertad es una condición para
poder obrar moralmente.
c) En muchos casos el contenido de ambos tipos de prescripciones es el mismo
(prohibición de matar, prohibición de robar, obligación de ayudar al prójimo que pide
socorro, etc.), aunque esta coincidencia no sea total, pues existen contenidos morales
que no forman parte del derecho positivo, así como existen o pueden existir contenidos
jurídicos que no tienen carácter moral. En nuestros primeros materiales de ética
(Profesión y acción profesional, UNA, 1984, pp.21-23) distinguíamos entre el nivel de lo
"lícito" (nivel jurídico) y el nivel de lo "justo" (nivel ético). La misma A. Cortina nos insiste
en esto, en un pequeño texto que le transcribimos y que nos introduce en la diferencia
entre derecho y moral.
NO BASTAN LAS NORMAS JURÍDICAS PARA QUE UNA SOCIEDAD SEA JUSTA
Para que una sociedad sea justa no bastan las leyes jurídicas, al menos por las siguientes razones:
1. Las leyes jurídicas no siempre protegen suficientemente todos los derechos que son reconocidos
por una moral cívica,
2. A veces exigen comportamientos que no parecen justos a quienes se saben obligados por ellas.
3. Las reformas legales son lentas y una sociedad no siempre puede esperar a que una forma de
actuación esté recogida en una ley para considerarla correcta. Por eso, muchas veces la ética se
anticipa al derecho.
4. Por otra parte, este tipo de leyes no contempla ciertos casos particulares que, sin embargo,
requieren consideración.
5. El hecho de "juridificar" es propio de sociedades con escasa libertad. En las sociedades más
libres las necesidades de regulación legal es menor, porque los ciudadanos actúan
correctamente.
6. Aunque parezca que las normas jurídicas que protegen derechos fundamentales garantizan esa
protección en mayor medida que las normas morales, es decir, aunque parezca que son más
eficaces, lo cierto es que su capacidad protectora es muy limitada. Las leyes pueden eludirse,
manipularse y tergiversarse; sobre todo, por parte de los poderosos. Por eso creo que la única
garantía de que los derechos se respeten consiste en que las personas están convencidas de
que vale la pena hacerlo. Tomando el célebre slogan "una imagen vale más que mil palabras",
podríamos decir que una convicción moral vale más que mil leyes.
Por tanto, sin atender a la dimensión moral de las personas, es imposible que una sociedad sea justa.
A esto es posible añadir algunas diferencias notables entre ambos tipos de normas, las
jurídicas y las morales:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
a) Las normas morales connotan un tipo de obligación interna ("desde dentro", decíamos
antes), una auto-obligación que uno reconoce en conciencia, es decir, como contenido
normativo que alguien se impone a sí mismo, con independencia de cual sea el origen,
de hecho, de la norma. Las normas jurídicas, por el contrario, sólo pueden imponer un
tipo de obligación "externa": no precisan que el sujeto las acepte para que su
cumplimiento sea exigible, pues, en rigor, una norma jurídica, como ya lo dijimos, obliga
a todo miembro de la sociedad en tanto que ciudadano que vive bajo la jurisdicción de
un Estado, sometido al ordenamiento legal promulgado por las instituciones políticas de
dicho Estado.
b) Las normas morales se presentan ante la propia conciencia (y esto lo entendemos
mejor al revisar el capítulo siguiente) como "instancia última" de obligación. Esto
significa que el sujeto considera a su propia conciencia como el tribunal último de
apelación ante el cual se tiene que dar cuenta del cumplimiento o incumplimiento de la
norma moral. La propia conciencia es, a la vez, quien promulga el mandato moral.
Cosa que no sucede con tos mandatos legales: el ciudadano sabe que tales mandatos
son promulgados por los organismos legislativos del Estado, que obligan a todos los
miembros de una sociedad determinada.
c) Finalmente, las prescripciones morales tienen un carácter de universalidad que no
poseen las jurídicas. En rigor, éstas últimas sólo exigen su cumplimiento al conjunto de
ciudadanos a quienes afecta el ordenamiento jurídico de un Estado determinado,
mientras que los preceptos morales contienen una pretensión de universalidad que se
extiende a toda persona en cuanto tal.
En conclusión, el derecho y la moral, a pesar de ser vecinos, no viven en la misma casa, no
son lo mismo. Una observación muy importante nos hace nuestra buena profesora Cortina:
podemos obedecer las normas jurídicas por razones estratégicas; para obedecer normas morales
no puede existir ninguna razón estratégica. Esto significa que usted y yo podemos cumplir una ley
jurídica inadecuada por estrategia, es decir, por miedo a la sanción, al castigo. Para sentirnos
moralmente obligados usted y yo necesitamos estar convencidos de que la norma es correcta:
nadie, salvo nosotros mismos, nuestra propia conciencia, nos va a sancionar si no la cumplimos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
(religiosa y moral) que posee el código por el que rigen su conducta, de hecho hay una diferencia
entre la auto-obligación que corresponde a la aceptación de las reglas en tanto que religiosas y la
auto-obligación moral que se basa en la mera racionalidad de la prescripción , auto-obligación que
no desaparece aunque el creyente abandone la religión, puesto que las reglas que se pueden
considerar racionalmente exigibles no lo son por la creencia en una autoridad divina, sino por la
propia conciencia humana.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
mismo; en tal caso, este tipo de conducta puede acoger cierta carga moral que sólo el
análisis detallado podría poner de manifiesto.
Terminemos este punto con una observación y un resumen. La observación final después de
todo lo que hemos dicho en este punto sería una: las normas son imprescindibles para convivir, no
son sino expectativas de comportamiento generalizado en una sociedad. Las sociedades subsisten
porque en ellas se producen unas regularidades en los comportamientos que permiten a cada
persona esperar, en sentido amplío, cómo van a actuar aquellos con los que va a compartir el día.
Imagínese lo que sucedería si esas regularidades a las que llamamos normas no existieran.
Lo que nos deja, como resumen, este punto es que hay normas de distinto tipo: morales,
jurídicas, religiosas, sociales. Además, nos hemos dado cuenta de que las diferencias que existen
entre un tipo de normas y los otros no es tanto de contenido, que en muchos casos es el mismo,
sino de forma.
Le proponemos una actividad que le ayudará a establecer las diferencias entre los tipos de
normas analizados.
Tipo de Normas
1. Fuentes de las
normas o quien la
promulga.
2. Destinarios de las
normas.
3. Ante quien se
responde
4. Sancion
5. Caracteristica de la
obligación.
A diferencia de ejercicios anteriores, en los cuales he repasado con usted y le he dado las
respuestas o las pistas de respuesta, en esta ocasión le daremos 4 categorías de respuestas
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
para que usted las vaya ubicando en el tipo de norma adecuado. Estas categorías son:
a) Religiosas. b) Legales o Jurídicas. c) Sociales o de trato social. D) Morales.
1. Quién las promulga:
a) La fe de la persona en que determinadas enseñanzas son de origen divino
b) A partir de diversas fuentes, un código determinado de principios, normas y
valores, personalmente asumido
c) La sociedad misma a través de costumbres, tradiciones, hábitos heredados,
convencionalismos, moda, etc.
d) El poder legislativo legitimado para hacerlo (el Estado, gobernantes, jueces,
etc.).
2. Destinatarios:
a) Cada persona se considera a sí misma destinataria de las normas que reconoce
en conciencia
b) Todos los miembros de una sociedad determinada
c) Todos los que defina el sistema legal como ciudadanos o como sometidos a la
jurisdicción estatal
d) Los creyentes
3. Ante quién se responde:
a) Ante la sociedad circundante (vecinos, compañeros, etc.)
b) Ante los tribunales, el Estado
c) Ante la divinidad correspondiente
d) Ante uno mismo, ante la propia conciencia personal
4. Sanción:
a) La establecida por las leyes
b) Rechazo social
c) Conciencia de pecado.
d) Remordimiento.
5. Características de la obligación:
a) Interna, en conciencia, no coactiva.
b) Externa, violentamente coactiva.
c) Extema, moderadamente coactiva
d) Interna, en conciencia, no coactiva.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Vivimos en una sociedad rica y plural, conformada por personas muy diversas, con posiciones
y creencias diferentes, con metas muy distintas y con criterios morales de todo tipo. Pero hay un
valor, "originariamente moral y que fundamenta todo", que es aceptado por todas las éticas
occidentales: la persona.
Etimología. La palabra "persona" traduce un termino latino igual ("persona') que, a su vez,
proviene de palabra griega (prósopon), palabra con la que los griegos designaban la máscara que
los actores usaban en el teatro para representar a sus personajes y para dirigir adecuadamente la
voz hacia los espectadores. Este significado no tiene casi nada que ver con el que nosotros le
damos hoy, a no ser que lo entendamos en el sentido de que todas las personas "representamos un
papel" (el carácter que nos vamos forjando) a lo largo de nuestra vida.
En el judaismo, todos los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios,
aunque es cierto que la palabra "persona" no es utilizada en esta tradición. Baste para reforzar esto
que acabamos de decir, un breve texto, del primer libro de la Biblia, el Génesis. En este libro, en el
capítulo 1, versículos 26-31, leemos: dice:
Y dijo Dios:
- Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que él domine los peces
del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra
los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
- Crezcan y multipliqúense; llenen la tierra; dominen los peces del mar, las aves
del cielo y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra (...)
Y vio Dios que todo lo que había hecho era muy bueno. ________________
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Suele decirse que la primera definición de persona la dio Boecio, en el siglo V. Una definición
que va a mantenerse, con ligeras variaciones formales, hasta la ilustración. Boecio definió la
persona como "sustancia individual de naturaleza racional".
Pero va a ser el filósofo alemán, /. Kant, quien va a poner a la persona en el centro de su
filosofía moral. En sus escritos hay una serie de afirmaciones importantísimas, como las que a
continuación se citan:
‘1. La persona es fin en sí misma.
“En toda la creación puede haber todo lo que se quiera y sobre lo que se
tenga algún poder, ser también empleado sólo como medio; únicamente
el hombre, y con él toda criatura racional, es fin en sí mismo. El es,
efectivamente, el sujeto de la ley moral, que es santa, gracias a la
autonomía de su libertad”.
2. Y es un fin en sí misma, dado que es un ser autónomo (es decir, capaz de darse a sí
mismo normas morales). Por esa razón, de ninguna otra parte que no sea su pecho libre acepta
Kant que salga el comportamiento humano. De ahí que esta idea de lo personal genere en él tanto
respeto y admiración. Precisamente por esto, porque las personas somos autónomas, fines en
nosotras mismas, dignas de respeto, es posible que la razón (de nuevo la razón, lo razonable, lo
inteligente... que veíamos en las definiciones de ética) halle en la ética un imperativo moral
incondicionado, es decir, un algo que ha de ser cumplido por todos y siempre, si lo que queremos es
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
que nuestra conducta sea moral. De diversas formas y en diferentes lugares, insistirá en esto que
acabamos de decir.
A Kant le fascina esa autonomía que no es otra cosa que esa libertad racional bajo leyes
morales capaz de darse a sí misma su propio comportamiento moral. Por eso escribe:
Aspectos todos, que los podemos encontrar casi resumidos en otro texto de sus escritos:
De ahí que lo propio de todo fin en sí, de toda persona, sea respetar a los demás fines en sí.
Esta ¡dea la completará con una de sus expresiones más elocuentes: Las personas no tienen
precio, sino dignidad. Las personas son dignas de respeto. Así nos lo expresa claramente en este otro
texto:
"En el reino de ios fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene
precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por
encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene
dignidad.
Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio
comercial; lo que, sin suponer una necesidad, se conforma a cierto gusto, es
decir, a una satisfacción producida por el simple juego, sin fin alguno de nuestras
facultades, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición
para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene meramente valor relativo o
precio, sino un valor interno, esto es, dignidad. La moralidad es la condición bajo
la cual un ser racional puede ser fin en sí mismo, porque sólo por ella es posible
ser miembro legislador en el reino de los fines, Así pues, la moralidad y la
humanidad, en cuanto que ésta es capaz de moralidad, es lo único que posee
dignidad".
I. Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
“El deber de amar al prójimo puede expresarse también del siguiente modo: es el
deber de convertir en míos los fines de otros (solamente en la medida en que no
sean inmorales); el deber de respetar a mi prójimo está contenido en la máxima
de no degradar a ningún otro hombre convirtiéndolo únicamente en medio para
mis fines (no exigir que el otro deba rebajarse a sí mismo para entregarse a mi
fin)
Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca
solamente como un medio”.
I. Kant, La metafísica de las cotumbres
“Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una manera de
subsistencia y de independencia en su ser; conserva esa subsistencia por la
adhesión a una jerarquía de valores libremente aceptados, asimilados y vividos
por un compromiso responsable y una constante conversión; unifica así toda su
actividad en la libertad, y desarrolla además a impulso de actos creadores su
vocación personal”.
“La aventura de la persona es una aventura continua desde el nacimiento hasta la
muerte. Así pues, la consagración a la persona, el amor, la amistad, sólo son
perfectos en la continuidad. Éste no es un despliegue, una repetición uniforme
como los de la materia o de la generalidad lógica, sino un continuo resurgir. La
fidelidad personal es una fidelidad creadora.
“El acto de amor es la certidumbre más fuerte del hombre, el cogito existencial
irrefutable: "Amo, luego el ser es y la vida vale (la pena de ser vivida)"
E. Mounier, El personalismo
Irreductible, pues, a las cosas, la persona es fin en si misma. Ese fin en sí mismo tiene, pues,
valor y no precio, no habiendo dinero ni cosa alguna que sirva para comprarle; ni comprable ni
vendible, la persona es la medida de todo lo que se compra y se vende, alguien, en suma.
Absolutamente digno y no mediatizado por nada.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
4. ¿Qué significa lo expresado por Kant cuando dice que las personas no tienen precio, sino que
las personas tienen dignidad?_____________________________________________
51
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos
de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración
más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor
y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;
Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de
que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;
Considerando también esencial promover el desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones;
Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los
derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de
derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar
el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;
Considerando que los Estados miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la
Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades
fundamentales del hombre, y Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades
es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso,
La asamblea general proclama la presente Declaración Universal de los Derechos Humanos como
ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos
como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la
educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter
nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos
de los Estados miembros como entre los territorios colocados bajo su jurisdicción.
Artículo 1
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Artículo 2
1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
2. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del
país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente
como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra condición
de soberanía.
Artículo 3
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 4
Nadie deberá ser sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están
prohibidas en todas sus formas.
Artículo 5
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Artículo 6
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.
Artículo 7
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos
tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra
toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la
ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución o por la
ley.
Artículo 9
Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, ni preso, ni desterrado.
Articulólo
Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia
por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o
para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Artículo 11
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que le hayan asegurado todas las
garantías necesarias para su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueran delictivos
según el derecho nacional e internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en
el momento de la comisión del delito.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Artículo 12
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
Artículo 13
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un
Estado
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Artículo 14
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier
país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos
comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 15
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.
Artículo 16
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad nubil, tiene derecho, sin restricción alguna por
razones de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia y disfrutarán de iguales
derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la
sociedad y del Estado.
Artículo 17
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad privada, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Artículo 18
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho
incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión
o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la
práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser
molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Artículo 20
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica.
2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Artículo 21
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país directamente o por medio de
representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de
su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará
mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e
igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Artículo 22
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la Seguridad Social, y a obtener,
mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los
recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales
indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
Artículo 23
1, Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y
satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
2, Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le
asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana, y que será
completada, en caso necesario, por cualquier a otros medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 24
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute dei tiempo libre, a una limitación razonable de la
duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la
salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios: tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad.
2, La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños,
nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.
Artículo 26
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo
concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La
instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será
igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento
del respecto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión y
la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos, y promoverá el desarrollo
de las actividades de la Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus
hijos.
Artículo 27
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar
de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le
correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
Artículo 28
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Artículo 29
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar
libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente
sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el
respeto de los derechos y libertades de los demás, y. de satisfacer las justas exigencias de la moral,
del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en posesión a los propósitos
y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 30
Nada en la presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al
Estado, a un grupo o a una persona para emprender y desarrollar actividades o realizar actos
tendentes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta
Declaración.
Como actividad le propongo que tras su lectura, solo o en grupo, intente descubrir cuáleL son
los derechos menos respetados en nuestro país.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
Señalamos a continuación una serie de textos, libros de ética o sobre el tema de la ética.
Todos ellos tocan aspectos que exceden el contenido de este primer capítulo. Podrán servirle para
algunos de los temas que vienen después.
4. CORTINA, A. Ética. Akal, Madrid, 1996. Un libro que entraría dentro de lo que conocemos
como libro de texto de ética. Buena referencia. En nuestra unidad, hemos tomado algunos de
los aspectos tratados por ella en los cap. 1, "El ámbito de la filosofía práctica", y 2, "¿En qué
consiste la moral"?, pp. 9-50.
5. ETXEBERRÍA, X. Ética básica. Universidad de Deusto. Bilbao, 1998. Presenta síntesis apretadas
de los contenidos básicos de la ética, y textos de filósofos y ejercicios básicos.
6. HORTAL, A. Ética. I. Los autores y sus circunstancias. Universidad de Comillas. Madrid, 1994. Se
lo recomiendo mucho.
7. RODRÍGUEZ V. Lozano et. Al., Ética. Addison Wesley Longman, México, 1998. Texto bastante
elemental, pero con muchos ejemplos.
8. SAVATER, F. Ética para Amador. Ariel, Barcelona, 7a. Ed., 1994. Recomendado desde la primera
página de este curso.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 2
TEORÍAS ÉTICAS Y
PLURALISMO MORAL
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Como podrá ver el tema es, por demás, atrayente e importante. Vayamos, pues, a su
desarrollo.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
hombres de comienzos del siglo XXI. Tampoco podemos concluir, sin más, que ninguna de ellas
puede contribuir en nada a la solución de nuestros problemas. Al contrario, si algo muestra la historia
de las teorías éticas es la enorme fecundidad de un invento griego, la ética, que ha sabido adaptarse
a los problemas de cada época elaborando nuevos conceptos y diseñando nuevas soluciones. Por
eso puede sernos realmente beneficioso el conocimiento de las principales éticas del pasado.
Conozcámoslas.
1. LA TRADICIÓN ARISTOTÉLICA:
BÚSQUEDA PRUDENCIAL DE LA FELICIDAD
Aristóteles fue el primer filósofo griego que elaboró tratados sistemáticos de ética. El más
influyente de esos tratados, la Ética a Nicómaco, sigue siendo reconocido como una de las obras
combre de la filosofía moral. Allí nuestro autor plantea la cuestión que, desde su punto de vista,
constituye la clave de toda investigación ética. ¿Qué nos dice Aristóteles?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Obrar moralmente es lo mismo que obrar racionalmente, siempre que entendamos aquí por
"razón" la "razón prudencial" que nos aconseja elegir los medios oportunos para ser feliz. ..............,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
aquella persona que, al elegir, no tiene en cuenta sólo un momento concreto de su vida,
sino lo que le conviene en el conjunto de su existencia. Por eso sopesa los bienes que
puede conseguir y establece entre ellos una jerarquía para obtener en su vida el mayor
bien posible. Quien elige pensando sólo en el presente y no en el futuro es imprudente
y, lo que es idéntico, inmoral. Una persona semejante aconseja, sin duda, cuidar el
presente, pero sobre todo tener conciencia de que la elección de cada día tiene
repercusiones para el futuro, percatándose de que "el pan de hoy puede ser hambre
para mañana". El prudente no es, entonces, el "presentista", sino que sopesa y pondera
los bienes que elige en el momento concreto, de modo que en la "cuenta de resultados"
de la vida toda surja el mayor bien posible; aquella persona que se propone fines
buenos, a diferencia de quien sólo es hábil.
Alguien puede ser habilidoso en suministrar veneno y emplear su habilidad para matar.
El prudente emplea sus "habilidades" para fines buenos; en este caso, para sanar;
prudente es, además, aquella persona que aplica los principios morales, que se captan
por una intuición intelectual, a los casos concretos. En moral es imprescindible saber
aplicar lo general a las situaciones concretas con prudencia, porque cada caso es
irrepetible; prudente, es, además, quien sabe discernir qué deseos deben ser
satisfechos, porque su satisfacción proporcionará felicidad, y cuáles no. Y, en los
que deben ser satisfechos, sabe identificar o encontrar el hasta dónde: cuál es el
criterio de racionalidad;prudente es, finalmente, quien en la toma de decisiones, se
sabe guiar hacia el logro de un equilibrio entre el exceso y el defecto.
El prudente es, en este sentido, el que ha adquirido el sentido del término medio, el
punto justo: la fortaleza o coraje será el término medio entre la cobardía (defecto) y la
temeridad (exceso); ser generoso será un término medio entre el derroche (exceso) y la
mezquindad (defecto); la templanza será un término medio entre la vida licenciosa
(uso en exceso de los sentidos) y la insensibilidad (uso insuficiente de los sentidos).
El término medio no es una opción por la mediocridad, sino por la perfección. Una
escultura perfecta, por ejemplo, sería aquella a la que no le sobra ni le falta nada. De
igual modo, la posesión de una virtud cualquiera no significa que en ese aspecto de
nuestro comportamiento no hay mejora posible, sino que hemos alcanzado el hábito
más elevado.
El criterio de racionalidad prudencial lo enuncia Aristóteles de la siguiente manera: “así pues,
todo conocedor rehuye el exceso y el defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero el
término medio no de la cosa, sino el relativo a nosotros”.
En resumen, podemos decir con A. Cortina que la ética aristotélica afirma que hay moral porque
los seres humanos buscan inevitablemente la felicidad, la dicha, y para alcanzar plenamente este
objetivo necesitan de las orientaciones morales. Pero además nos proporciona criterios racionales
para averiguar qué tipo de comportamientos, qué virtudes, en una palabra, qué tipo de carácter
moral es el adecuado para tal fin. De este modo, entendió la vida moral como un modo de
"autorrealización" y por ello decimos que la ética aristotélica pertenece al grupo de éticas eudinistas,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
porque así podemos apreciar mejor la diferencias con otras éticas que veremos a continuación, que
también postulan la felicidad como fin de la vida humana, pero entendiendo ésta como placer
(hedoné), y a las que, por eso, se las llama "hedonistas". (ver A. Cortina, Ética, op. cit., p.62).
Finalmente, como dato adicional, tendríamos que decir que a la tradición que concibe así la vida
moral se le conoce como "eudemonismo" (de eudaimonia, que significa "felicidad") y permanece
hasta nuestros días, con especial vigencia en la Edad Media, en filosofías como las de Averroes
(siglo XII) o Santo Tomás de Aquino (siglo XIII). Hoy surge con fuerza en el llamado "movimiento
comunitario" (Alasdair Maclntyre, Michael Walzer, Benjamín Barber).
El epicureismo es una ética hedonista, esto es, una explicación de la moral en términos de
búsqueda de la felicidad entendida como placer, como satisfacción de carácter sensible. Epicuro de
Samos (341-270 a.C), que da el nombre de "epicureismo", sostiene que, si lo que mueve nuestra
conducta es la búsqueda del placer, será sabio quien sea capaz de calcular correctamente qué
actividades nos proporcionan mayor placer y menor dolor, es decir, quien consiga conducir su vida
calculando la intensidad y duración de los placeres, disfrutando de los que tienen menos
consecuencias dolorosas y repartiéndolos con medida a lo largo de la existencia. Para ellos, por
tanto, las condiciones que hacen posible la verdadera sabiduría y la auténtica felicidad son dos: el
placer, por un lado, y el entendimiento calculador, por el otro.
El utilitarismo puede considerarse hedonista porque afirma que lo que mueve a los hombres a
obrar es la búsqueda del placer, pero considera que todos tenemos unos sentimientos sociales,
entre los que destaca la simpatía, que nos llevan a caer en la cuenta de que los demás también
desean alcanzar el mencionado placer. El fin de la moral, el principio de la moralidad es, por tanto,
alcanzar la máxima felicidad, es decir, el máximo placer, para el mayor número de seres vivos y
funciona, a la vez, como criterio para tomar decisiones racionales. El utilitarismo constituye forma
renovada del hedonismo clásico y adopta un carácter social del que aquél carecía.
Según los hedonistas y utilitaristas, todos los seres vivos buscan el placer y huyen del dolor.
Tenemos que reconocer, entonces, que el móvil del comportamiento humano es el placer. Pero, a la
vez, que el placer es también el fin al que se dirigen todas nuestras acciones y el fin por el que
realizamos todas nuestras elecciones. De donde se sigue que el placer es el fin natural y moral de
los seres humanos. Al placer individual de los antiguos, los utilitaristas se preocuparan por la
búsqueda del placer social.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
La moral es el tipo de saber que nos ayuda a calcular de forma inteligente las consecuencias de
nuestras acciones para lograr el máximo de placer y el mínimo de dolor. Máximo de placer para
el mayor número de seres vivos.
Antes dos cursos de acción, obra moralmente el que elige aquel cuyas consecuencias
proporcionan el máximo de placer para el mayor número de seres vivos.
Ahora bien, para calcular placeres es indispensable saber si los hay, si existen tales placeres,
y de qué tipo.
• Epicuro distingue entre los placeres estables que consisten en la armonía producida
por la ausencia de dolor en el cuerpo y de turbación en el alma, y los placeres positivos,
como la alegría. Le parecen superiores los primeros porque, si tenemos hambre y la
calmamos, se produce el placer de suprimir ese dolor; pero si seguimos comiendo, no
aumentamos el placer.
Por eso, la razón ha de hacer el cálculo, ponderando qué placeres son más intensos y
duraderos, y cuáles producen menos dolor, para obtener así el máximo placer posible.
Así lo expresa en su Carta a Meneceo:
"Parte de nuestros deseos son naturales, y otra parte son vanos deseos; entre los naturales,
unos son necesarios y otros no; y entre los necesarios, unos lo son para la felicidad, otros para
el bienestar del cuerpo y otros para la vida misma. Conociendo bien estas clases de deseos es
posible referir toda la elección a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque en ello
consiste la vida feliz. Pues actuamos siempre para no sufrir dolor ni pesar, y una vez que lo
hemos conseguido ya no necesitamos de nada más (...) Por ello, cuando decimos que el placer
es el objetivo final, no nos referimos a los placeres de los viciosos -como creen algunos que ;
ignoran, no están de acuerdo, o interpretan mal nuestra doctrina., sino al no sufrir dolor en el
cuerpo ni estar perturbado en el alma. Porque ni banquetes ni juergas constantes (...) dan la
felicidad, sino el sobrio cálculo que investiga las causas de toda elección o rechazo y extirpa las
falsas opiniones de las que procede la gran perturbación que se apodera del alma".
Jeremy Bentham, un utilitarista, expuso una "aritmética de los placeres" que se apoya
en dos principios. El placer puede ser medido, porque todos los placeres son
cuantitativamente iguales. Teniendo en cuenta criterios de intensidad, duración,
proximidad y seguridad, se podrá calcular la mayor cantidad de placer para el mayor
número de seres. Distintas personas pueden comparar sus placeres entre sí para lograr
un máximo total de placer.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
• Frente a él, J.S. Mili, sostiene que los placeres no se diferencian cuantitativamente sino
cualitativamente, de manera que hay placeres inferiores y superiores. Sólo las personas
que han experimentado placeres de ambos tipos están legitimadas para proceder a su
clasificación, y estas personas siempre muestran su preferencia por los placeres
intelectuales y morales, mientras que desprecian los que nos asemejan a los animales.
De lo que concluye Mili que "es mejor ser un Sócrates insatisfecho que un cochino
satisfecho". Los seres humanos, cuanto más conscientes y cultos, necesitamos más
para ser felices; cuanto más inconscientes y menos cultivados, más fácil es
contentarnos con placeres como la comida y la bebida. Sin embargo, más vale no estar
plenamente satisfechos que contentarnos con los placeres que nos asemejan a los
animales.
El hedonismo, como señalamos, nace en el siglo IV a.C de la mano de Erasmo de Samos y
sigue también vigente en nuestros días. Los representantes clásicos del hedonismo social o
utilitarismo son fundamentalmente los dos que.acabamos de mencionar: Jeremy Bentham (1748-
1832) y John S. Mili (1806-1876). En la actualidad, el utilitarismo sigue estando presente en las
teorías económicas de la democracia y ha tenido una gran influencia en el "Estado del bienestar".
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Y el señor Kant nos da una respuesta que nos deja boquiabiertos, porque lo que nos dice es
algo que no habíamos oído antes y abre nuevos horizontes para la moralidad.
El señor Kant nos dice pausada y reposadamente: “nuestra propia razón es la que nos da
leyes de cómo comportarnos para ser personas auténticas. Y un ser capaz de darse leyes a sí
mismo es, como su nombre lo indica, un ser autónomo”.
Por eso, esas leyes mandan sin condiciones y no prometen la felicidad a cambio: sólo
prometen realizar la propia humanidad. De ahí que se expresen como mandatos ("imperativos")
categóricos, incondicionados, y no simplemente hipotéticos, condicionados a que alguien quiera ser
feliz de uno u otro modo. No. Ser persona es por sí mismo valioso, y la meta de la moral consiste en
querer serlo por encima de cualquier otra meta: en querer tener la buena voluntad de cumplir
nuestras propias leyes.
Y en esto consiste la gran novedad, el gran giro que en el ámbito práctico da Kant a todo lo
que se había dicho y sostenido hasta entonces: el punto de partida de la ética no es el bien que
apetecemos como criaturas naturales, sino el deber que reconocemos interiormente como criaturas
racionales. Porque el deber no es deducible del bien, sino que el bien propio y específico de la moral
no consiste en otra cosa que en el cumplimiento del deber.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Para saber que una norma es una ley moral dada por la razón práctica y que puede, por tanto,
expresarse como un imperativo categórico ( como un mandato Acondicionado) Kant nos propone
una especie de test, prueba o procedimiento, que tiene tres pasos:
1. Universalidad: "Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo
que se torne ley universa?.
¿Qué quiere decir esto? Simplemente que será ley moral aquella que yo creo que todos
los seres humanos deberían cumplir, porque respeta y promociona a seres que no vale
para otra cosa (seres relativamente valiosos), sino que son valiosos en sí mismos
(absolutamente valiosos). De ahí el segundo paso del procedimiento.
2. Referirse a seres que son fines en sí mismos: "Obra de tal modo que trates a la
humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, como un fin al mismo
tiempo y nunca como un medio".
Algo dijimos sobre esto en el Tema 1, al hablar de la persona. Pero recordemos: lo que
nos dice Kant es que será ley moral la que obligue a respetar a los seres que tienen un
valor absoluto (son valiosos en sí y no para otra cosa) y que son, por lo tanto, fines en sí
mismos y no simples medios. Para Kant los únicos seres que podemos considerar que
son fines en sí son los seres racionales.
3. Valer como norma para una legislación universal en un reino de los fines: "Obra por
máximas de un miembro legislador universal en un posible reino de los fines"
4. En otras palabras: para poder saber si una norma es ley moral es preciso que podamos
comprobar si querría que estuviera vigente en un reino o sociedad en que todos los
seres racionales llegaran realmente a tratarse entre sí como fines y nunca como
medios. Es decir, que no se manipularan recíprocamente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
reconocemos a los seres humanos un valor absoluto que no reconocemos a los demás seres que
hay en el mundo. Un ser capaz de actuar de este modo y que es valioso en sí mismo no puede
venderse en el mercado por un precio, porque para ello habría que crearle un equivalente. Podemos,
por ejemplo, intercambiar un carro por ¡a cuota inicial de un apartamento, o un saco de naranjas por
un bolígrafo. Pero, ¿por qué podemos intercambiar a un ser humano?, ¿a qué equivale una
persona?, ¿cuál es su precio? La respuesta de Kant es contundente: las personas, los seres
humanos no tienen precio, no pueden intercambiarse por un equivalente. Las personas no
tienen precio, sino dignidad. Las personas son dignas de respeto.
Esta ¡dea la expresa claramente en un pasaje de su libro: “Fundamentación de la metafísica de
las costumbres”, cap. 2, cuando dice:
"En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser
sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por
tanto, no admite nada equivalente, eso tiene dignidad.
Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio comercial; lo
que, sin suponer una necesidad, se conforma a cierto gusto, es decir, a una satisfacción
producida por el simple juego, sin fin alguno de nuestras facultades, tiene un precio de afecto;
pero aquello que constituye la condición para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene
meramente valor relativo o precio, sino un valor interno, esto es, dignidad. La moralidad es la
condición bajo la cual un ser racional puede ser fin en sí mismo, porque sólo por ella es posible
ser miembro legislador en el reino de los fines, Así pues, la moralidad y la humanidad, en
cuanto que ésta es capaz de moralidad, es lo único que posee dignidad".
La libertad como posibilidad de decidir por uno mismo es, en consecuencia, para Kant la
cualidad humana más sorprendente. En virtud de ella, el ser humano ya no puede ser considerado
como una cosa más, como un objeto intercambiable por otros objetos, sino que ha de ser
considerado el protagonista de su propia vida, de modo que se le ha de considerar como alguien, no
como algo, como un fin, y no como un medio, como una persona, y no como un objeto.
Kant defendió esta posición por primera vez en su obra Fundamentación de la metafísica de
las costumbres, y aparte del gran número de seguidores que tuvo y sigue teniendo actualmente, no
existe ni una sola ética que se atreva a prescindir de la afirmación fundamental de Kant:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
verdadero y por bueno, y no establecer sus criterios sobre lo que digan todos o la mayoría. Somos
seres dialógicos, pero también autónomos.
Actualmente, a partir de los años 70. Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas, profesores de la
Universidad de Frankfurt (Alemania) nos van a hablar de la ética discursiva.
La razón moral, nos dirán, no es una razón monológica, sino una razón práctica dialógica:
una racionalidad comunicativa. Las personas no debemos llegar a la conclusión de que una
norma es ley moral o es correcta individualmente, sino a través de un diálogo. Pero no a través
de cualquier diálogo, sino a través de un diálogo que se celebre entre los afectados por las
normas y que llegue a la convicción por parte de todos.
Es evidente que no es así como se decide normalmente si una norma es o no correcta, pero sí
es como debería decidirse.
Saber comportarse significa, desde esta perspectiva, dialogar en serio a la hora de decidir
normas, teniendo en cuenta que cualquier afectado por ellas es un interlocutor válido y como tal hay
que tratarle.
Si algo queda claro después de lo que acabamos de decir es que el diálogo, como método o
procedimiento, no es cualquier diálogo. En consecuencia, la pregunta es: ¿a través de qué tipo de
diálogo? O lo que es lo mismo, ¿cuál es el procedimiento dialógico adecuado para alcanzar esa
meta?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
primera actitud convierte el diálogo en algo absurdo; la segunda hace que el diálogo tenga sentido,
como una búsqueda cooperativa de la justicia y la corrección.
Si Kant intentaba desentrañar los presupuestos que hacen racional la conciencia del
imperativo, la ética discursiva se esfuerza en descubrir los presupuestos que hacen racional la
argumentación, los que hacen de ella una actividad con sentido.
Supongamos que ponemos en discusión una de las normas que hemos dado por buena hasta
ahora (por ejemplo, la obligatoriedad del servicio militar obligatorio) y que queremos averiguar si es
moralmente correcta o no. Si fuéramos kantianos estrictos, la someteríamos al test del imperativo
categórico (características del imperativo categórico señaladas antes). La ética discursiva, por el
contrario, propone someterla a un diálogo entre los afectados por la norma, diálogo que recibirá el
nombre de discurso, y se atendrá a algunas normas.
Veamos el proceso que propone.
a) En primer lugar, cualquiera que pretenda argumentar en serio sobre normas tiene que
presuponer:
1. Que todos los interlocutores capaces de comunicarse son interlocutores válidos, es
decir, personas, y que, por tanto, cuando se dialoga sobre normas que les afectan, sus
intereses deben ser tenidos en cuenta y defendidos, a poder ser, por ellos mismos.
Excluir a priorí del diálogo a cualquier afectado por las normas desvirtúa el presunto
diálogo y lo convierte en poco menos que en una pantomima. Este presupuesto, por
más elemental que parezca, no se cumple en muchísimos casos. Pensemos en cuántas
"cumbres", "convenciones" o "conversaciones" no participan los afectados ni se tienen
en cuenta sus intereses. ¿Son o no poco menos que pantomimas esos supuestos
diálogos?
2. Que no cualquier diálogo nos permite descubrir si una norma es correcta, sino sólo el
que se atenga a unas reglas determinadas, que permiten celebrarlo en condiciones de
simetría (igualdad) entre los interlocutores. A este diálogo es al que llaman discurso. Y
este discurso tiene algunas normas o reglas. Los normas del discurso son
fundamentalmente las siguientes:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
b) Así como cuando hablábamos del imperativo categórico de Kant hablábamos del test del
imperativo categórico o lo que era lo mismo, que la verificación de la presencia de algunas
características que lo convertían en tal, también aquí, para comprobar si, después del
discurso, la norma es correcta habrá de cumplir con dos principios:
1. El principio de universalización, que viene a ser una reformulación dialógica del
imperativo kantiano de la universalidad que ya vimos, y que dice así: "una norma será
válida cuando todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las
consecuencias y efectos secundarios que se seguirán, previsiblemente, de su
cumplimiento general para la satisfacción de los intereses de cada uno".
2. El principio de la ética del discurso, según el cual: "sólo pueden pretender
validez las
normas que encuentran (o podrían encontrar) aceptación por parte de todos los
afectados, como participantes de un discurso práctico".
Estos son los dos principios enunciados por el mismo J. Habermas en la misma obra ya citada
(p. 116 y 117). Lo que nos están indicando ambos principios es que la norma sólo se declarará
correcta si todos los afectados por ella están de acuerdo en darle su consentimiento, porque
satisface, no los intereses de un grupo o de un individuo, sino intereses universalizables. Con lo cual
el acuerdo o consenso al que lleguemos será algo bien diferente a un pacto estratégico o a una
negociación. Porque como señala la Prof. Cortina, "en una negociación los interlocutores se
instrumentalizan recíprocamente para alcanzar cada uno sus metas individuales, mientras que en un
diálogo se aprecian recíprocamente como interlocutores igualmente facultados, y tratan de llegar a
un acuerdo que satisfaga intereses universalizables" (Ética, op. cit, p. 98). Sobre este asunto
volveremos más detenidamente, cuando en la Segunda Parte tratemos el tema de la moral cívica.
Estos son 4 modos de entender cómo comportarse en la vida de una forma moral. Es cierto
que la historia de la ética da cuenta de otros modelos; pero, como decíamos al comienzo de la
Unidad, estos cuatro constituyen la clave para comprender los restantes.
Así concluimos la primera parte de nuestro tema, tal y como lo enunciamos en la introducción.
Bueno será que antes de continuar nos detengamos a revisar todo lo que hemos expuesto y
estudiado. Para ello, le proponemos algunas actividades:
I. En primer lugar, y para que pueda retener lo esencial de los contenidos estudiados le
proponemos las siguientes preguntas, que le sugerimos trate de responder con sus propias
palabras:
1. ¿Cuáles son las características de la racionalidad prudencial?
2. ¿Qué es el hedonismo? ¿Y el utilitarismo?
3. ¿En qué se diferencia básicamente el criterio moral propuesto por Kant de los criterios
anteriores, los propuestos por la tradición aristotélica y hedonista/utilitarista?
4. Explique las características del imperativo categórico de Kant.
5. ¿En qué consiste la autonomía moral según la ética kantiana?
6. ¿Qué añade la "ética del discurso" al planteamiento ético kantiano?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
7. ¿Cuándo podemos decir que una norma es correcta, según la ética discursiva?
8. ¿En qué se diferencian las teorías éticas centradas en la felicidad de aquellas otras
centradas en la dignidad de la persona? ¿Podrían complementarse?
9. ¿Qué significa según la ética kantiana que las personas tienen dignidad?
En el siguiente cuadro encontraras las 4 teorías formuladas anteriormente, cada una con 4
características, sintetiza el significado de cada una de ellas.
2. Ámbito moral:
3. Principio moral:
4. Criterio moral:
2. Ámbito moral:
3. Principio moral:
4. Criterio moral:
Práctica (Tradición kantiana)
1. Fin moral:
2. Ámbito moral:
4. Criterio moral:
Comunicativa (Tradición dialógica)
1. Fin moral:
2. Ámbito moral:
3. Principio:
4. Criterio
En la página siguiente le ofrecemos el mismo cuadro ya completado. Compare sus respuestas con
las que ahí encuentre y revise lo que considere conveniente.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. Fin último natural y moral: felicidad (lo que conviene a una persona en el conjunto de su vida)
2. Ámbito moral: el de la racionalidad que delibera sobre los medios más adecuados para alcanzar el fin.
3. Principio moral: los principios han de aplicarse a los casos concretos, ponderando los datos del contexto.
4. Criterio moral: rehuir el exceso y el defecto y buscar el término medio relativo a nosotros.
1. Fin último natural y moral: felicidad (el máximo de placer y el mínimo de dolor).
2. Ámbito moral: el de la maximización del placer y la minimización del dolor para todos los seres
sentientes.
3. Principio moral: el mayor placer para el mayor número.
4. Criterio moral: entre dos cursos de acción, elegir aquel cuyas consecuencias proporcionan el
máximo placer para el mayor número
Práctica (Tradición kantiana)
1. Fin moral: tener la buena voluntad, que se guíe por las leyes que nos damos a nosotros mismos.
2. Ámbito moral: el respeto a lo absolutamente valioso (el ser humano, lo que nos hace personas).
3. Límite del cálculo y la prudencia: lo que no tiene precio, sino dignidad.
4. Criterio moral: las características del imperativo categórico
1. Fin moral: conseguir una voluntad dispuesta a entablar un diálogo racional con todos los afectados
por una norma a la hora de decidir si es o no correcta.
2. Ámbito moral; el de las normas que afectan a los seres humanos.
3. Principio: la norma sólo será justa si todos y cada uno de los afectados la aceptan tras un
diálogo celebrado en condiciones de igualdad (simetría).
4. Criterio: que satisfagan intereses universalizables.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"Mark, un alumno de undécimo grado ha estado leyendo “Un hombre llamado intrépido”, un libro
de William Stevenson, que hace la crónica de las operaciones de la inteligencia secreta de la
Segunda Guerra Mundial. Ha escogido esta obra para un trabajo sobre un libro que no sea de
ficción en su clase de literatura. Durante una clase de historia americana escucha con un
interés fuera de lo normal a medida que el Prof. Hake discute la ironía de que Churchill perdiera
el apoyo del pueblo británico al terminar la guerra.
Mark levanta la mano y dice: "No parece justo que Churchill fuera rechazado por su pueblo.
Tomó decisiones difíciles durante la guerra que la gente ni siquiera conocía".
El Prof. Hake responde: "¿Qué tipo de decisiones?"
Mark contesta: "Bueno, una vez Churchill descubrió que Hittler iba a bombardear la ciudad de
Coventry. Tenía que decidir sobre si debía avisar a la gente de Coventry de que llegaba el
bombardeo, lo que les diría a los alemanes que sus códigos habían sido violados, o callarse y
utilizar sus conocimientos de los códigos secretos para terminar la guerra antes. Se calló,. Y
más tarde la traducción del código secreto dio éxito a la invasión de Europa por los aliados".
Jason, uno de los amigos de Mark, pregunta: "Pero, ¿y qué pasa con la gente de Conventry que
murió porque Churchill no les avisó?"
Joan dice: "Eso es lo mismo que el bombardeo de Hiroshima de Truman"
¡Pero Churchill y Truman creían que estaban salvando más vidas con lo que hicieron!, contesta
Mark.
El Prof. Hake pregunta: ¿Es justo matar a gente para salvar otras vidas?".
Después de un minuto completo de silencio, el Prof. Hake repite la pregunta con otras palabras:
"Mark dice que Churchill y Truman estaban preocupados por salvar vidas. Pero los dos, a
sabiendas, permitieron que algunos murieran para salvar a otros. ¿Está bien matar a algunos
para salvar otras vidas?".
El silencio continúa, aunque varios alumnos muevan la cabeza afirmativamente. Tomando esas
pistas no verbales, el Prof. Hake dice: "¿Porqué?".
"Si los diálogos quieren tener sentido y más se afanan los hombres por el sentido que por la
felicidad, habrán de cumplir unas condiciones, presupuestas por ellos, que yo entendería como
normas morales y derechos humanos. Carece de sentido decir que son normas legítimas
aquellas que todos los afectados aceptarán tras un diálogo, celebrado en condiciones de
simetría, si los participantes no están dispuestos a respetar a la vida de todos los afectados, a
no forzarlos física o moralmente a tomar una determinada posición en el diálogo, a reconocerlos
como interlocutores con los mismos derechos a la participación y la réplica, a procurar que sus
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
opciones tengan una incidencia afectiva en la decisión final ¿ Y qué es todo esto sino derechos
innegociables de todo ser humano, de toda persona humana con competencia comunicativa?
A mayor abundamiento, suponen tales derechos, como conditio sine qua non, la libertad de
conciencia, culto, reunión y expresión. Incluso el compromiso, por parte de los participantes, de
elevar el nivel material y cultural de vida de todos los interlocutores virtuales, de modo que
puedan ser interlocutores reales. Que nadie sabe expresar mejor los propios intereses y
defenderlos que uno mismo.
En suma, supone la ética dialógica el desarrollo de actitudes, por parte de los individuos, de
reconocimiento del otro y de sí mismo y de compromiso en elevar el nivel material y cultural, de
modo que no haya necesidad de erigir un monumento al interlocutor virtual, que nunca fue real,
al hombres desconocido".
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"¿Existen normas totalmente claras sobre lo que está bien y lo que está mal y esas normas se
aplican siempre, a todas las personas y en cualquier circunstancia o, por el contrario, nunca
podrá haber normas totalmente claras sobre lo que está bien o lo que está mal, porque lo bueno y
lo malo depende completamente de las circunstancias del momento?"
El resultado fue que la mitad de la población se inclinaba por afirmar la existencia de unas
normas absolutas (se aplican siempre, a todas las personas y en cualquier circunstancia), mientras
que la otra mitad de la población expresaba que no, que las circunstancias, lo relativo, el "depende",
es lo que domina su tablero moral. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Cada quién hace y decide lo
que es bueno o malo, lo que está bien y lo que está mal? ¿Cómo podemos convivir socialmente así,
obrando cada quién de acuerdo a su saber y entender? Creemos que en esto que acabamos de
plantear hay algunos aspectos que merecen una aclaración. Por eso esta segunda parte, después
de haber estudiado las diferentes teorías éticas, la vamos a dedicar a este punto: ¿lo moral es
objetivo o es muy subjetivo? Pero vayamos por partes. Como decía Jack el Destripador.
Pero, ¿qué significa la expresión "valor absoluto"? Kant nos decía hace poco que
"absolutamente valioso" significa lo contrario de "valioso relativamente". Significa que hay seres
valiosos en sí mismos y no valiosos porque sirven para otra cosa; es decir, que su valor no es tal
porque vengan a satisfacer necesidades o deseos, como ocurre con las mercancías, sino que su
valor reside en ellos mismos. El mismo autor nos decía que sólo si existen seres en sí valiosos, cuyo
valor no procede de que satisfagan necesidades, podemos decir que para ellos no hay ningún
equivalente ni posibilidad de fijarles precio. Estos seres, terminaba diciendo, no tienen precio, sino
dignidad. Y, en consecuencia, merecen un respeto del que se siguen obligaciones morales. En tal
sentido, para Kant las personas son absolutamente valiosas.
Pero "absoluto" tiene un segundo significado, distinto a este que ya conocemos. Y es distinto,
porque no se refiere ya a qué seres son absolutamente valiosos, sino a qué tipo de mandatos deben
cumplirse para respetar a seres absolutamente valiosos.
En tal sentido, son mandatos absolutos aquellos que han de ser obedecidos sin excepción,
porque prohiben atentar contra un valor absoluto (o lo protegen), realizando una acción mala en sí
misma. Aquí absoluto significa suelto de, desligado de cualquier situación o de cualquier
consecuencia, de modo que:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
una norma o valor absoluto es aquel que prohíbe realizar determinadas acciones, en sí malas,
sin atender ni a las circunstancias del caso concreto en que es preciso actuar, ni a las
consecuencias que previsiblemente se seguirán de obedecerlo, porque circunstancias y
consecuencias son incapaces de matizar o modular su maldad intrínseca.
La conclusión más fácil de extraer al constatar que los contenidos morales cambian según las
épocas, las culturas y los grupos, es el relativismo, por un lado, y el subjetivismo, por el otro.
Se llama relativismo moral a la convicción según la cual para decidir qué es justo o qué es
bueno (o sus contrarios, qué es injusto o qué es malo) hemos de situarnos dentro de cada grupo
determinado y ser conscientes de que los resultados a que lleguemos valen para él, pero no para los
restantes. Y como cada grupo tiene sus costumbres y tradiciones, las normas son "sus normas",
incomparables con las de otros, de modo que lo justo o lo injusto, lo bueno y lo malo son siempre
relativos a algún grupo humano, dependen de sus formas de vida, y resulta imposible a los distintos
grupos ponerse de acuerdo.
Se llama relativismo moral a la convicción de que la calificación moral de una acción como
buena o como mala depende de cada cultura o de cada grupo.
Según el relativista, es imposible llegar a un acuerdo sobre lo que es cierto, objetivo o, en una
palabra, válido desde el punto de vista moral. No hay nada universal. En consecuencia, si tomamos
esta posición o afirmación en serio, será imposible establecer un diálogo sobre asuntos morales
entre diferentes culturas. Entre dos "interlocutores" que no tienen nada en común no puede haber
nada en común, nos dirán. Y, sin embargo, si algo viene caracterizando a nuestro tiempo es el
diálogo intercultural.
Cercana al relativismo está otra postura o convicción: el subjetivismo moral.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
También aquí, como en el caso del relativismo, es imposible que en el ámbito moral lleguemos
a convicciones íntersubjetivas (entre diferentes sujetos); y si ellas se dan, será por una pura
coincidencia coyuntural de intereses.
Sin embargo, estas posiciones, bastante frecuentes en nuestro época, resultan humanamente
indefendibles o, como dice la profesora Cortina, "a la hora de la verdad, el relativismo o el
subjetivismo no se lo cree nadie". ¿Por qué? Porque quien tiene por irracional quitar la vida, dañar
física y moralmente, privar de libertades, no aportar los mínimos materiales y culturales para que las
personas desarrollemos una vida digna, no lo cree sólo para sí, para su grupo o para su sociedad,
sino para cualquiera.
Porque cuando alguien dice, por ejemplo, "esto es justo", si con esto está pretendiendo decir
algo, no está expresando únicamente una opinión subjetiva ("yo apruebo x"), ni tampoco relativa a un
grupo, sino que lo que está afirmando es la exigencia de que cualquier hombre lo tenga por justo. Y
cuando argumenta por qué lo tiene por justo, está dando a entender que cree tener razones
suficientes para convencer a cualquier interlocutor racional.
3. EL UNIVERSALISMO MORAL
Acabamos de decir que tanto el relativismo como el subjetivismo son insostenibles. Y lo son,
entre otras, por dos razones.
En primer lugar, porque existen unos rasgos morales comunes a todas las culturas. No hay
ningún pueblo ni antiguo ni moderno, ni salvaje ni civilizado, considere que la mentira es mejor que la
verdad. Donde valen las normas, no hay ningún pueblo que es lo mismo decir la verdad que la
mentira, siempre la mentira es lo peor; no hay ningún pueblo que considere que la cobardía es algo
excelente y el coraje algo desdeñable, en todos los pueblos se considera que es mejor ser valiente
que ser cobarde; no hay ningún lugar en que se considere que la avaricia es algo virtuoso y que la
generosidad es algo desdeñable... Existe lo que se conoce como los universales culturales.
Pero, además, porque cualquier persona exige universalidad e intersubjetividad para algunas
de sus convicciones morales. Por ejemplo, si alguien quiere impedirme expresar mi opinión o
encarcelarme sin haber hecho nada, diré que no tiene derecho a hacerlo, sea cual fuere su cultura.
Diré en todos estos casos que es injusto. Y es que hay convicciones morales que tienen un valor
universal, como la justicia, por ejemplo. Pero además, hay convicciones morales que valen
intersubjetivamente, es decir, creemos que podríamos convencer a todos los afectados por ellas. En
el caso concreto de la justicia, creemos que podríamos convencer de que son justas a todos los
afectados por ellas, si pudiéramos dialogar con ellos en condiciones de racionalidad (recuerde, por
ejemplo, lo que dijimos en páginas anteriores sobre la ética discursiva y las condiciones del
discurso).
En consecuencia:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
El universalismo moral consiste en reconocer que hay convicciones morales que valen no
sólo para mí, sino también para cualquier persona a la que pudiera dar, en una situación
racional de diálogo, las razones que tengo para defenderlo.___________________
Una consideración adicional sobre este punto del universalismo moral. En las primeras
páginas en que tratamos de responder a la pregunta ¿qué es la ética? nuestro buen amigo el
Profesor F. Savater nos respondía en forma muy sencilla: "A este saber vivir, o arte de vivir, es a lo
que llaman ética". Y una forma de expresar este saber vivir es, como otros nos han dicho, buscar la
felicidad. Sin embargo es bien cierto que podemos encontrar formas muy distintas de cómo
imaginamos nuestra felicidad. Cada uno de nosotros tenemos unas ilusiones al respecto y pedimos
que nos las respeten. Al pedir respeto para nuestra forma de ser feliz no estamos pidiendo que los
demás tengan los mismos ideales, ni que los demás nos den o se esfuercen por darnos los medios
para ser felices. Y es que no tiene sentido exigir que todo el mundo viva el mismo ideal de felicidad
que yo tengo. Los creadores morales han propuesto ideales de vida, nos han invitado a ellos, y
quien acepta la invitación ha de intentar realizarlos según sus peculiaridades. La reflexión ética es
una reflexión sobre la vida y sobre cómo vivimos las cosas, y no un código o un manual de
autoayuda que se aplica sin más. El "cómo vivir", el cómo ser felices, la felicidad misma, nunca
adquiere una respuesta única, porque cada uno tenemos que vivir a nuestro propio modo.
Naturalmente, la ética se plantea esta pregunta y también nos da respuestas de forma general,
hablando de pautas o de valores, de principios válidos para muchos, e invitando.
El universalismo moral, en este caso no consiste en decir que todos los seres humanos tienen
que ser felices de igual modo, porque esto sería un mundo homogéneo, sino que cada persona
tiene sus cualidades, sus aspiraciones y, en consecuencia, su proyecto de vida buena.
Dos cosas es importante retener de todo lo que hemos dicho hasta ahora, tanto sobre el
relativismo/subjetivismo moral como sobre el universalismo moral:
1. En primer lugar, que en cuestiones morales es imposible admitir que "todo vale", que
"toda opinión es respetable". Es, en buena medida, lo que parecen decirnos los
relativistas y subjetivistas. Y de hecho, esto no lo admitimos en cuestiones de justicia,
como ya vimos.
2. Pero, en segundo lugar, tampoco puede decirse que todas las personas deberían hacer
las mismas cosas, que todos deberían ser felices de la misma forma.
Entre la total heterogeneidad del "todo vale" y la homogeneidad del "todos deben hacer lo
mismo" se sitúa el pluralismo moral. Sobre este aspecto trataremos en el siguiente punto. Antes,
conviene que se detenga y repase un poco lo estudiando en estos tres primeros puntos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
PREGUNTAS Y ACTIVIDADES
1. Realice una ficha resumen sobre los contenidos estudiados en los puntos 1-3 de esta segunda
Parte.
2. ¿Qué es el relativismo moral ¿Y el subjetivismo moral ¿Qué implicaciones éticas conllevan?
3. ¿Está justificado el relativismo moral en cuestiones de justicia? ¿Por qué?
4. ¿Es lo mismo relativismo moral que pluralismo moral? Razone la respuesta.
5. Revise durante esta semana el periódico y observe los comportamientos y explicaciones de las
personas que están cerca de usted y verifique si hay algún tipo de razonamiento explicativo que
pueda ser identificado con los conceptos de subjetivismo o relativismo moral.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Una sociedad es moralmente pluralista cuando en ella conviven personas que tienen
distintas concepciones morales de lo que es una vida buena, de lo que es la felicidad, distintas
maneras de concebir el mundo, etc., pero que pueden convivir porque comparten, al menos,
unos mínimos morales de justicia.
Ya vamos a explicar más en detalle qué significa esto que acabamos de decir. Pero, de
momento, digamos que lo se quiere expresar con ello es lo siguiente: todos los seres humanos
queremos ser felices, y cuando nos representamos en qué consiste la justicia lo hacemos sobre el
transfondo de una idea de felicidad. Sin embargo, como en una sociedad pluralista conviven distintos
proyectos de felicidad (el suyo, el de su vecino, el mío), muchos filósofos y pensadores convienen en
distinguir entre lo que llaman mínimos de justicia y máximos de felicidad. No se asuste. Sabemos
que estamos introduciendo muchas cosas nuevas, pero todas las vamos a ir aclarando poco a poco. Y
verá como, al final, no sólo entiende los contenidos sino que, lo más importante, también entiende
mejor que la ética sirve para vivir mejor, aunque vivir bien exige aceptar un reto, hace falta un cierto
coraje.
Vamos a aclarar ahora qué es eso de los mínimos de justicia y los máximos de felicidad.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
existen. Lo que queremos decir es que el pluralismo exige, al menos, un mínimo de coincidencia,
surgida desde dentro. Y en una democracia liberal, como la que decimos tener, defender o desear, el
pluralismo es necesario, pues es precisamente el pluralismo el que las hace posibles.
Vamos, entonces, a tratar brevemente sobre qué es eso de los mínimos y los máximos, "un
tema que hoy es ineludible para construir una moral cívica, una ética de la sociedad civil", como nos
dice la profesora Cortina {Ética de la sociedad civil, p.48;Ética aplicada y democracia radical, cap.
12).
Los mínimos de justicia son el conjunto de valores que comparten todas las concepciones
morales de una sociedad pluralista y que, por tanto, sus miembros pueden exigir. ________
Esas exigencias mínimas de justicia, en las que están de acuerdo las distintas concepciones
morales, son unas exigencias que hemos aprendido históricamente, porque las sociedades no sólo
aprenden técnicamente, sino también moralmente. Esto ha ocurrido en las sociedades occidentales
como la nuestra que, en realidad, cuando hablan sobre lo justo e injusto, consideran justas aquellas
normas que favorecen a todos los afectados por ellas, aunque después las infrinjan frecuentemente.
Un ejemplo de ello es nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En ella se
reconocen una serie de derechos fundamentales, aunque en la práctica no se cumplan. Con lo cual
hay unos mínimos de justicia con respecto a los cuales ninguna sociedad quiere retroceden, al
menos verbalmente. Esos mínimos componen lo que se llama una ética cívica.
¿Cuáles son esos valores mínimos de la ética cívica?
Podríamos hacer diversas enumeraciones. Tomamos una que la encontramos en un texto
de la profesora A. Cortina {Ética. La vida moral y la reflexión ética. Madrid, Santillana,1996,
p.24).
ETICA CÍVICA
LIBERTAD
Autonomía moral
Autonomía política
IGUALDAD
Eliminación de la dominación
Derecho a una vida digna
Igualdad de oportunidades Autoestima personal
TOLERANCIA
DIÁLOGO
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
a) La libertad entendida:
Como autonomía moral. Cada persona es libre de querer unas cosas u otras, siempre
que no dañe a los demás. La sociedad está obligada a ayudarle a descubrir qué es lo
que realmente quiere y a no impedirle llevarlo a cabo.
Como autonomía política. Cada ciudadano está legitimado para participar activamente
en su comunidad política.
b) La igualdad es:
Eliminación de la dominación. Ningún individuo ni grupo de individuos debe pbseer
un "bien dominante", es decir, un tipo de bien tal que, si se posee, se poseen con él
todos los demás. Por ejemplo, que mediante el poder político se pueda poseer también
el económico, el cultural o que el bien dominante sea el económico.
La igualdad exige que cada persona pueda disfrutar de una cantidad razonable de cada
uno de los bienes y además destacar en algunos de ellos. Prohibe que alguna persona
se apodere o apropie de todos los bienes en grado máximo.
Cada persona ha de tener el mínimo material, social y cultural para desarrollar una vida
digna (un ingreso digno, una educación, vivienda, asistencia médica, ayuda en la
enfermedad y en la vejez).
Igualdad de oportunidades de ocupar cargos o empleos, disminuyendo las
desigualdades naturales y sociales con las que nacemos.
La sociedad ha de procurar que todas las personas tengan un razonable nivel de
autoestima, que tengan una valoración positiva de sí mismas como personas que
pueden llevar adelante con éxito proyectos de vida.
c) La solidaridad. En un mundo de desigualdades naturales, que se pueden paliar pero no
eliminar del todo (siempre hay enfermos, débiles), es imposible que todas las personas sean
libres e iguales sin solidaridad. La solidaridad exige dos tipos de acciones:
Ayudar al débil para que alcance la mayor autonomía y autoestima posibles;
explotar al máximo los propios talentos en provecho del grupo y de la sociedad.
d) La tolerancia o el respeto activo de aquellas concepciones de felicidad que no coinciden con
las nuestras o que no compartimos.
Los máximos de felicidad son aquellos ideales de vida que proponen y ofertan las distintas
concepciones morales.
Son sociedades pluralistas, lo recordamos, aquellas en las que exigimos moralmente unos
mínimos y respetamos activamente unos máximos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Cuando hablamos de "máximos", nos estamos refiriendo a los ideales de vida buena, a los
proyectos de felicidad que ofrecen las distintas concepciones morales, es decir, los distintos modos
de concebir al ser humano, su historia y su realización. Estas concepciones que se han ido haciendo
históricamente en convivencia, aunque se pueden fundamentar desde premisas diferentes. En el
terreno de la felicidad tiene sentido dar consejos, asesorar, sugerir a otras personas como podría
alcanzarla, bien desde la propia experiencia,, bien desde la confianza que otros ños merecen y que
indican que ese es un buen camino. Éticas de máximos son las que aconsejan qué caminos seguir
para alcanzar la felicidad, cómo organizar las distintas metas que una persona se puede proponer,
los distintos bienes que puede perseguir para lograr ser feliz. Aquí no tiene sentido exigir lo que se
debe hacer, aquí no tiene sentido culpar a alguien de que no experimenta la felicidad como yo la
experimento ni oponerse a alguien porque busca su felicidad por caminos diferentes a los nuestros.
- Es esencial, en consecuencia, potenciar esos mínimos que ya unen a todos y les permiten
construir su mundo justo y respetar activamente las premisas que dan vida a cada concepción.
PREGUNTAS Y ACTIVIDADES
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
Sobre la primera parte del tema, las teorías éticas, son abundantes las referencias que
podríamos dar. Mencionamos solamente cinco:
CAMPS, V. (Ed.). Historia de la ética (tres volúmenes), Barcelona, Crítica, 1988. Esta es una
referencia obligada para quien desee profundizar cualquiera de los temas tratados.
CAMPS, V. Gariglia 0. y Salmerón F. (Eds.). Concepciones de la ética. Trotta. Madrid, 1992. En esa
obra se encuentran capítulos especiales dedicados a algunas de las teorías que nosotros
hemos comentado brevemente en el texto: Kantismo (pp. 29-51), ética comunicativa (pp. 177-
199), Utilitarismo (pp. 269-295).
CORTINA A. y Martínez. E. Ética. Akal. Madrid, 1996. Especialmente el cap. III, pp. 51-104. Es un
resumen de las principales teorías éticas.
ETXEBERRIA, X. Ética básica. Universidad de Deusto. Bilbao, 1998. Especialmente los caps. 2 y 3,
pp. 25-76.
CORTINA. A. La ética de la sociedad civil. Anaya, Madrid. 1994. Su lectura sería muy provechosa. El
libro es fácil de leer y contiene puntos de reflexión para el momento presente. Se puede
complementar con la lectura de otro libro de la misma autora, Ética civil y religión, Madrid,
PPC, 1995, cap.4, pp. 87-109.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 3
EL SUJETO ÉTICO
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
Los dos temas anteriores nos dejaron claros dos aspectos. El primero, que la ética es un
saber teórico-práctico sobre la conducta humana en cuanto que ésta está encaminada consciente y
libremente a vivir y convivir humanamente. El segundo, que a lo largo de la historia se han dado
respuestas diferentes a las preguntas sobre qué es lo humano y qué es una vida humana
plenamente realizada, respuestas éstas que nunca llegan a exhaustivas y menos definitivas y
únicas.
En este tercer tema nos queremos ocupar de algo previo y básico: la cuestión de en qué
medida somos autores responsables de nuestra propia historia. Esto significa responder varias
preguntas que serán, al mismo tiempo, objetivos de este capítulo. Un capítulo muy variado, porque
en él pretendemos respondernos a una pregunta central, a saber ¿quién puede actuar moralmente?
Y fijémonos que no estamos diciendo qué es actuar moralmente, sino quién. Y para poder responder
adecuadamente esta pregunta es necesario pasearse por aspectos muy importantes y que exigirían
un tratamiento mucho más detenido que el que nosotros podemos dar en este curso. Aceptando
esta limitación, para poder describir al sujeto ético, a la persona que actúa moralmente,
necesitamos:
1o Entender que nosotros, hombres/mujeres, que constitutivamente tenemos como tarea vivir
humanamente y quienes por eso somos calificados de o como sujetos morales, somos, a la vez,
unos seres sociales. Entender las relaciones entre moral y sociedad es lo importante de este primer
punto.
2o Comprender que los hombres, cuando nacemos, no somos sujetos morales, sino que
llegamos a serlo en el transcurso de nuestra historia, bajo determinadas condiciones biológicas,
psicológicas y socioculturales favorables. El desarrollo moral es la temática de este segundo punto.
A este tema, en concreto, le dedicaremos un capítulo especial, el tercero y, en consecuencia, no lo
tocaremos ahora.
3o Que sin conciencia no hay vida moral. Es decir, que solo somos responsables de lo que
hacemos en la medida en que sabemos lo que hacemos. Qué es la conciencia moral y cómo la
conciencia se convierte en la norma de la moralidad serán los dos aspectos más importantes a
desentrañar.
4o Que si merecemos alabanza o reproche por algo que hemos hecho, es porque se
presupone que lo hicimos porque quisimos, que no lo habríamos hecho si no hubiéramos querido. El
tema de la libertad, elemento básico de todo acto netamente humano.
5o Finalizaremos este tema poniendo los fundamentos que nos son necesarios para una
reflexión ética y que engloban referencias a la persona humana, a sus actitudes, opción fundamental
y valores.
Somos muy conscientes de que es imposible que pretendamos desarrollar en toda su
extensión y con todos los aspectos que los describen, cada uno de estos puntos. Eso rebasaría, con
mucho, los límites de este curso. Pero sí queremos ofrecer, al menos, elementos para comprender
estos grandes temas que forman parte del saber ético que reflexiona sobre los problemas morales
tratando de responder por qué debemos obrar de una determinada manera o, lo que es lo mismo,
90
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
qué argumentos avalan y sostienen los códigos morales que estamos aceptando como guías de
nuestra conducta.
I. MORAL Y SOCIEDAD
Nuestro buen amigo, el Prof. Fernando Savater, en un libro que acaba de publicar: “Las
preguntas de la vida” (Barcelona, Ariel, 1999), en uno de sus capítulos titulado "Vivir juntos", nos hace
una serie de comentarios muy oportunos para el punto que vamos a revisar brevemente, el de moral
y sociedad. "Nadie llega a convertirse en humano si está solo: nos hacemos humanos los unos a los
otros (...) Nadie llegaría a la humanidad si otros no le contagiasen la suya, puesto que hacerse
humano nunca es cosa de uno solo sino tarea de varios (...) Las más características
manifestaciones humanas sólo pueden comprenderse en un contexto social: son cosas que
hacemos pensando en los demás".
En este primer punto, vamos a reflexionar sobre dos aspectos:
1. En qué modo la moral y la sociedad se influyen y relacionan. Lo vamos a hacer
indicando algunos puntos que señalen esta relación y que susciten nuestra reflexión.
Por eso, le vamos a ir presentando diversos enunciados, a manera de puntos-resumen,
seguidos de su correspondiente explicación que le ayude a la comprensión de cada uno
. de los puntos.
2. Moral y sociedad en Venezuela. En este segundo aspecto, vamos a tratar de referir a
nuestra sociedad venezolana lo reflexionado en el punto anterior.
Después de haber estudiado ambos puntos, le propondremos unas preguntas de reflexión que
le ayuden a verificar la comprensión de los aspectos que consideramos más importantes, dentro de
los propósitos de este primer punto.
1. El hombre que actúa moralmente no es nunca el individuo aislado, sino el ser social que
vive en ese ámbito de relaciones, usos, instituciones, tradiciones, que llamamos sociedad.
El hombre realmente existente es siempre un hombre concreto, hombre o mujer, padre o hijo,
hermano o primo, obrero, comerciante, militar, profesional, funcionario público...; ha nacido o
pertenece a una nación, ha aprendido y habla una lengua, participa en una cultura con su historia y
sus tradiciones, etc.
Ser hombre o mujer conlleva no sólo unas determinaciones biológicas, sino también las
formas socialmente vigentes de vivir como hombre o como mujer en cada sociedad, o las formas
socialmente posibles de asumir o transformar los roles masculino y femenino que hasta ese
momento estaban vigentes. Y cada hombre y cada mujer ocupan un lugar en la estructura de
parentesco, desempeñan unos roles ocupacionales, participan en el trabajo, en el ocio o en la vida
91
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
pública... siempre conforme a la forma de estar todo ello configurado culturalmente en la sociedad
en que han nacido, a la que pertenecen, en la que conviven, a la que se enfrenta o de la que están
marginados.
Parte integrante consustancial de toda cultura o forma de vida de una sociedad son las formas
de valorar los distintos aspectos del vivir humano y las distintas formas de actuar. Somos hombres, y
como tales, nos planteamos la tarea de vivir humanamente en un mundo compartido. La sociedad
nos da (es decir: me da a mí, te da a ti, le da a él, nos da a todos) el marco de posibilidades de
actuación y nos ofrece también criterios de valoración de las distintas actuaciones posibles. A la vez,
esa misma sociedad nos ha caído como lluvia del cielo, es el producto de la actuación asociada de
los hombres en la historia precedente: la han hecho nuestros antepasados, la hacemos y
deshacemos continuamente nosotros los contemporáneos, todos, y sólo existirá en el futuro en la
medida y modo en que la hagan suya, rehagan, deshagan o vuelvan a rehacer las generaciones
venideras.
92
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
refiriéndose a esa estrechísima relación entre sociedad y sujeto. Por eso, ni nosotros somos ajenos
a la sociedad ni la sociedad nos es ajena a nosotros. Tenemos la sociedad que queremos. Somos lo
que la sociedad quiere que seamos. En términos morales, se ha llegado a hablar incluso de la moral
de la sociedad venezolana y/o de la moral de los venezolanos, como algo culturalmente enraizado.
Más adelante, al final de este punto, les voy a transcribir para su lectura y reflexión, unas páginas
que nos hablan de esto.
En el primer caso -relación entre moral y sociedad en términos de potenciación- la moral nos
haría más sociales y la sociedad nos haría más morales. A una persona que no se atiene a criterios
morales la calificamos como "salvaje", "incivilizada", "asocial". En el segundo caso, si se piensa que
la vida moral y la vida social están reñidas,.la moral sólo se mantendría a base de cuestionar la
sociedad o de aislarse de ella. Un poco en la línea de aquella máxima de Tomás de Kempis, citando
a Séneca: "Cuantas veces estuve entre los hombres, volví menos hombre". La sociedad en este
caso tendería a hacernos inmorales o amorales.
Las dos perspectivas tienen su verdad en proporción cambiante que habría que determinar
en cada caso.
La moral en la que hemos sido educados los gue tenemos hoy más de 50 años, tenía un
tinte individualista; de ahí que haya sido bastante inoperante como moral social y tuviera el peligro
de quedar reducida al ámbito de la vida privada o de las relaciones cara a cara. La moral cultural
venezolana, nos dirá R. González F. en el texto -comentario que incluimos en el apartado siguiente—
es una moral de vínculos personales, fundada en las relaciones primarias, sobre una moral familista.
Las grandes transformaciones sociales que ha experimentado nuestra sociedad, desde la creciente
urbanización, la industrialización, el crecimiento de la burocracia, el quehacer político... parecen
Cuando decimos que todos somos responsables. Podríamos decir con cierta tristeza que en nuestra
sociedad, y con relativa independencia de la buena voluntad individual, ha sucedido y tiende a
seguir sucediendo que "quienes tienen poder no tienen ética y quienes tienen ética no tienen
poder". Esta frase, que no es mía, la leía en un artículo de A. Hortal, "El sujeto ético en la era
tecnológica", en el libro de A. Dou (comp.), Aspectos éticos del desarrollo tecnológico, Mensajero,
Bilbao, 1980, p.186).
Cuando decimos que todos somos responsables, suele ser porque queremos que a
nadie se le pidan responsabilidades. Por eso para salvar la moral de un hipotético
naufragio sociologista se intenta, a veces, conservar a todo trance un último reducto de
individualidad impenetrable. En este reducto, el hombre sería moral a pesar de la sociedad.
En esta perspectiva, la sociedad se ve ante todo como condicionamiento y obstáculo que
pone límites infranqueables a la vida moral.
Mala sociología es aquella que no deja lugar para la acción responsable o que la
minimiza; y mal planteamiento ético es aquel que se hace a pesar de y no en la sociedad.
Lo personal, libre y
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Parece que cada una de esas relaciones, o lo que es lo mismo, parece que la moral de una
sociedad guarda relación (tiene que ver) con el tipo de relaciones que funcionan dentro de ella, es
decir, con que si es una sociedad en la que tienen mucho peso las relaciones abstractas o, por el
contrario, son las relaciones de pertenencia o relaciones primarias las que gobiernan la conducta de
los miembros de esa sociedad.
En tal sentido, nuestro autor nos va a decir dos cosas:
Un orden social abstracto se fundamenta en una moral universalista compartida. Esto equivale a
decir que una sociedad con relaciones abstractas comparte una moral universalista.
Aquí tenemos un nuevo concepto, el de moral universalista, sobre el cual ya dijimos algo en el
tema anterior cuando hablamos del universalismo moral. ¿Y qué es una moral universalista? La
moral universalista es "un sistema interiorizado de prescripciones aplicables a todas las personas y
respecto a todas las personas por igual" (p.30).
De ello podemos concluir que el fundamento de un orden social abstracto se halla dentro de
los ciudadanos, en la forma de una moral compartida que contiene una razón de universalidad: todos
actuamos respecto a todos, sin necesidad de conocernos personalmente, reconociéndonos en
abstracto ciertos derechos y deberes. Sólo ello puede sostener eficazmente una ley civil igual para
todos, que constituya la "forma" de vida de la institucionalidad del Estado, porque esa moral
universal y abstracta es la que funda el espacio de lo público. Sin ella, como tantas veces se ha
repetido en Venezuela, lo público es lo de nadie.
Los contenidos de esta moralidad universalizable, nos dirá nuestro autor, pueden variar
históricamente. Pero en realidad los contenidos básicos, con mayor o menor especificación en cada
momento, oscilarán siempre en torno a la segunda tabla del Decálogo, que es historia vieja y bien
probada: respetar al otro aunque no sepa yo quién es, aunque tal vez me convenga más en el
instante no hacerlo desde ciertos conceptos superficiales de convivencia. Recuerde lo que decíamos
en el tema anterior: el universalismo moral consiste en reconocer simplemente que cuando yo digo
"esto es justo" pretendo que valga no sólo para mí, sino para cualquier persona. Todas las personas,
en cuanto personas, somos iguales y, en consecuencia, iguales sujetos de derechos y deberes.
"Pero en Venezuela encontramos algo muy distinto", afirma nuestro autor. ¿Qué es lo que
encontramos? Él nos lo resume: "la prioridad generalizada de las relaciones primarias sobre las
relaciones abstractas, prioridad que se funda en una moral familista, probablemente arraigada a su
vez en una estructura familiar matricéntrica" (p. 32). Esta moralidad, basa sobre las relaciones
primarias, que encontramos tiene dos rasgos:
a) niega la universalidad de los preceptos a los que uno está sometido y de los derechos
ajenos correspondientes, discriminando a los demás por el grado de vinculación
personal con uno; y
b) por la peculiar figura que el matricentrismo delinea, la relación cobra estructura
piramidal: los hermanos conectados a través de la devoción a la madre común, pero sin
el vínculo directo fuerte entre sí.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Como es natural, también las morales universales distinguen una serie de derechos y
obligaciones respecto a las personas más cercanas a uno, esto es, disponen de un apartado
especial que podríamos llamar moral familiar o, más ampliamente, moral de los grupos primarios.
Por contraste, la característica de nuestra moral se encuentra en abordar todas las relaciones con
criterios propios del ámbito de lo privado; de un ámbito privado, además, muy marcado por la
presencia de una figura materna (simbólica al menos, real a menudo) que exige fidelidad de los
afectos, ofreciendo a cambio la tolerancia y complicidad con los "pecadillos" de quien le es leal.
Madre consentidora y celosa a la vez.
Hecha esta constatación y aclaración, el autor pasa a mostrar algunos comportamientos
"morales" propios de una sociedad en la cual lo que prevalecen son las relaciones primarias, de
pertenencia.
Que la constitución de la familia venezolana es matricentrada, resulta algo bien estudiado,
además de evidente a un observador con cierta amplitud de contactos. Aunque no nos detengamos
en este aspecto, si es preciso advertir que esquemas de vinculación afectiva propios de nuestra
relación familiar típica, como el de "lealtad personal-consentimiento", el de "compasión-adopción" o
el de "pertenencia común-prioridad mutua", se extienden por toda la sociedad venezolana,
invadiendo el ámbito de lo público, en un proceso inverso al que se encuentra en curso en los países
del primer mundo occidental, donde la tendencia parece consistir en que las relaciones abstractas
colonizan el mundo de la vida.
No puede dudarse de que esos esquemas operan regularmente en nuestra vida social. La
trama real de relaciones del grupo en control de un nivel de gobierno, por ejemplo, viene a menudo
definida por el primero de ellos, lealtad personal-consentimiento: el militante ofrece al líder su lealtad
personal en la lucha política, y cuando, por fin, se alcanza el poder, espera recibir y recibe un puesto
en la administración o unos contratos favorables. El proceso podría valorarse sólo como un
intercambio simbiótico de carácter utilitario. Así será en muchos casos, sin duda; pero en el nervio
de la política venezolana se encuentran el deseo de vincularse familiarmente al líder, por ejemplo a
través del padrinazgo, y .el consentimiento del líder con las irregularidades de quien le fue leal,
aunque ya no tenga gran cosa que esperar de él. La lealtad a las personas en la política venezolana
es mucho mayor de lo que exigiría un simple utilitarismo maquiavélico. Constituye una forma de
moralidad, de hacer a otros y recibir de ellos un bien de reconocimiento personal. La lealtad a las
ideas, por el contrario, resulta prácticamente desconocida.
Del esquema compasión-adopción podríamos poner muchos ejemplos. La manera más eficaz
de moverse en la administración pública, del tipo que sea, si no se conoce a nadie y no se desea
pagar, posiblemente consista en despertar la compasión de alguna secretaria y ser "adoptado" por
ella. Entonces, papeles imposibles pueden obtenerse a tiempo, los jefes empiezan a resultar
accesibles, y el laberinto de los recaudos y los pasos administrativos se allanan como por encanto.
Lo más llamativo de este esquema es, sin duda, su gratuidad, expresiva hasta qué punto hay una
moral elevada envuelta en este problema. Una lágrima abre puertas en Venezuela como no sería
concebible en los inhumanos sistemas burocráticos modernos.
El esquema pertenencia común-prioridad mutua es el propio del amiguismo: una vinculación
personal preexistente constituye el mejor título de derecho en nuestra administración pública, incluso
podríamos decir de nuestra sociedad. Puede ser sustituida, con menos fuerza, por la recomendación
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
oportuna de un tercero que con ella nos introduce en un círculo primario de pertenencia, o por un
reconocimiento personal de esa pertenencia que ocurre en el momento. Propio del amiguismo,
desde el punto de vista moral, es que la amistad no resiste la prueba de una negativa. Si nuestro
funcionario se niega a aceptar que un familiar suyo, o de un amigo, o un amigo de un compañero o
de otro amigo... alguien, en fin, que se le presente de manera personal, adquiera prioridad sobre los
ciudadanos que, por ejemplo, hacen pacientemente cola, ese tal arriesga perder la cadena entera de
las relaciones que condujeron al peticionario hasta su escritorio. Desde luego, la pérdida es segura
si responde algo del tenor de "lo siento, amigo, pero hay otros que llegaron antes que usted y tienen
más derecho; haga su cola como todo el mundo". Tendrá que disfrazar su negativa de imposibilidad
y, aún así, la relación personal no quedará intacta.
A continuación, saca dos conclusiones. La primera referida al sentido del bien y el mal (qué
esta bien o qué esta mal) y la segunda sobre la moral universal o universalismo moral en Venezuela.
Ambas conclusiones son bien importantes.
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arma arrojadiza contra otros. Porque entonces sí nos rasgamos las vestiduras por ver la suerte que
corre nuestra patria en manos de semejantes inciviles.
De lo anterior no debe desprenderse que los venezolanos seamos personal o colectivamente
hipócritas, ni especialmente débiles morales. La cuestión debería entenderse mejor como
epistemológica: si el ámbito de lo público resulta invisible a nuestra conciencia moral, mientras que
las pertenencias primarias se experimentan como centrales para la vida; si esto ocurre
expresamente en el terreno de las instituciones políticas, donde la experiencia secular enseña que
en Venezuela cualquier norma abstracta a cualquier nivel cede ante una relación personal; si, en
consecuencia, los mecanismos abstractos de relación resultan subsidiarios de las vinculaciones
primarias, operando sólo (y mal) donde éstas no pueden entablarse... entonces no debe extrañarnos
que las morales universales sean consideradas en el fuero interno del venezolano como bellos
ideales ineptos para la vida real.
Porque sin duda creemos en ellas. Lo demostramos no sólo con el valor argumental y
educativo que les concedemos, sino con la disciplina y la paciencia demostradas por la mayoría de
la población en las circunstancias en que el ambiente hace posible vivir unos momentos de
modernidad rea!, como suelen ser las jornadas electorales ante del cierre de las mesas, o como
ocurre en microsistemas diseñados explícitamente para ello, al estilo del Metro de Caracas. Sin duda
bulliciosa, pero al mismo tiempo con cuidado y respeto de la menor norma, suele ser también la
inserción de los venezolanos en medios de convivencia modernos como los estadounidenses y los
europeos, donde el temor a quedar mal y hacer quedar mal al país nos provee de un pudor que no
es tan fácil de desarrollar en la convivencia interna.
1. Después de haber estudiado esta parte de la Unidad, es bueno que trate de responder con sus propias
palabras las siguientes preguntas:
2. Razone el significado de la siguiente afirmación: "Dime en qué sociedad vives y te diré cómo es esa sociedad"
3. Exprese con sus propias palabras qué significan las siguientes expresiones y/o conceptos:
a. La sociedad es un producto humano
b. El hombre es un producto social
c. Relaciones abstractas
d. Relaciones primarias
e. Moral familista
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Sin conciencia no hay vida moral. Y es así. Sólo somos responsables de lo que hacemos en la
medida en que sabemos lo que hacemos. No podemos ser llamados autores de nuestra vida moral
ni ser hechos responsables de nuestras acciones, si éstas y aquéllas son radical e inevitablemente
inconscientes. Por eso necesitamos referirnos a este punto, aunque no pretendamos agotarlo. Si
usted desea ampliar algunos aspectos más, le sugiero que revise nuestro libro anterior, Profesión y
acción profesional. Lo encontrará en la Biblioteca de su Centro. En él encontrará toda una unidad
dedicada al tema de la conciencia, bajo el título "La conciencia: norma interna de la conducta ética"
(pp.101-154).
a) sabe (hasta cierto punto al menos) lo que hace, lo que pretende al hacerlo y
b) sabe si eso que hace es bueno o malo, lícito o ilícito.
Esto es actuar en conciencia.
La persona moral, en consecuencia, para poder ser autora de sus actos, para que éstos
puedan serle imputados y merecer alabanza o reproche por ellos, tiene que saber lo que hace, en
alguna medida al menos. Como bien lo dice un buen amigo nuestro, el Dr. J. L. Pinillos: "Para que el
hombre esté obligado a dar cuenta de sus actos ha de darse cuenta de ellos: sin conciencia no hay
responsabilidad". Mucho antes, Eric Fromm, en su libro Ética y Psicoanálisis (México, Fondo de
Cultura Económica, 1969), había escrito: "No existe aseveración más grande que el hombre pueda
hacer que el decir 'obraré de acuerdo con mi conciencia". Sin la existencia de la conciencia, la raza
humana se hubiera quedado estancada hace mucho tiempo en su azarosa carrera" (p.155).
Esto es lo que vamos a tratar de entender en esta parte de nuestro estudio. Para ello, vamos
a centrarnos en tres puntos fundamentales:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
a) En primer lugar, entender los elementos que definen lo que entendemos por conciencia.
Para ello, estableceremos las diferencias entre la llamada conciencia psicológica y la
conciencia moral, definiendo ambos conceptos y explicando los elementos más
importantes incluidos en ellos.
b) Si a la conciencia moral le corresponde juzgar la bondad o maldad de las acciones,
debemos entender de qué principios se sirve y en virtud de los cuales rige su vida. Aquí
aclararemos cuando la conciencia es heterónoma y cuando es autónoma.
c) Finalmente, a manera de conclusión, mostraremos qué quiere decir que la conciencia
es la norma de la conducta moral (la moralidad), indicando las condiciones que se
requieren para que de verdad lo sea (formación de la conciencia)
La conciencia es una realidad muy compleja. Una forma sencilla de mostrar esta complejidad
es recoger las distintas expresiones e imágenes populares con que se alude a ella. Así, en forma
esquemática, podemos mencionar:
Los"Genios" o "furias" de las mitologías griegas, que perseguían a los criminales,
llevándolos a un remordimiento que terminaba en el delirio o la locura.
"Ojo de Dios", como se expresa en la Biblia, aplicándolo a Caín, perseguido por haber
dado muerte a su hermano Abel. También se habla de "Voz de Dios" que resuena en el
interior del hombre, como se expresa frecuentemente' en escritos de tipo religioso.
"Apuntador", "acusador", "testigo", "juez", que señala lo que debemos hacer, como suele
utilizarse en algunas obras clásicas de Calderón de la Barca, por ejemplo, en El gran
teatro del mundo.
Pero además de todas estas imágenes que nos describen la conciencia de una manera
intuitiva y vivencial, en el lenguaje corriente, de todos los días, también utilizamos una serie de
expresiones relacionadas con la conciencia. Así es frecuente que digamos:
"Esta es un persona de conciencia", para referirnos a alguien que obra y actúa con
responsabilidad.
"Fulano (a) de tal obra con libertad de conciencia" solemos decir cuando observamos a
alguien que tiene una serie de principios fundamentales que orientan su vida y acción,
coincidan o no con lo que las demás personas que están a su alrededor dicen o hacen.
También hablamos de "buena conciencia" o de "mala conciencia" para dar a entender la
resonancia interna de nuestras acciones.
A través de los significados que tiene el término conciencia, de las imágenes con que se la
presenta y de la evolución que ha sufrido a través del tiempo (desde la conciencia del hombre
primitivo hasta la conciencia del hombre civilizado actual), podemos encontrar algunas
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
características que nos pueden ayudar a clarificar el ser y significado de la conciencia. Entre otras,
podemos mencionar, al menos, tres:
1. La conciencia corresponde a una actividad profunda, propia y exclusiva del ser humano.
2. La conciencia es, a la vez, antecedente (la voz interior que nos dice lo que deberíamos
o debemos hacer antes de actuar), concomitante (la voz interna que no habla mientras
estamos actuando) y consecuente (cumpliendo funciones de 'acusador', 'testigo' o
'juez') a nuestros actos. Frecuentemente estos tres aspectos son necesarios y no
puede prescindirse de ninguno de ellos.
3. La conciencia emite juicios sobre la 'bondad' o 'maldad' de nuestros comportamientos,
de nuestros actos, justificándolos o reprochándolos. Es decir, la conciencia es para el
bien y para el mal que hacemos; no se la puede reducir a los aspectos negativos y
censurables de nuestro comportamiento.
Pasemos ahora a revisar otros dos significados de la palabra conciencia, íntimamente
relacionados con lo que nos interesa en este punto de nuestro curso: la conciencia psicológica y la
conciencia moral.
Conciencia psicológica es el acto en que algo se hace manifiesto para alguien que, a la vez, se
hace presente a sí mismo como protagonista del acto.
Al ver, sé que veo; al sentir, sé que siento: al querer, sé que quiero; al actuar, sé que actúo; al
sufrir, sé que sufro... Es decir, tenemos conciencia al tener contenidos de conciencia. Es decir,
somos conscientes de algo. Y al ser y tener conciencia de algo, podemos decir que la conciencia
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
tiene un campo de acción. Siendo verdad que son muchas y muy variables las excitaciones que
actúan sobre nuestro campo sensorial, no es menos cierto que sólo nos damos cuenta de un
número limitado de experiencias. En el camino de nuestro trabajo a la casa, por ejemplo, son
muchas las cosas que podemos ver (anuncios, propaganda, gentes muy diversas, distintos tipos de
carro, etc.), pero sólo nos damos cuenta y sabemos dar cuenta y razón (hacer conscientes) de
algunos de esos elementos. La atención y su carácter selectivo influyen enormemente en ese
campo, del cual algunas cosas se nos hacen conscientes.
Como consecuencia, la conciencia hace referencia al yo, al sujeto, pues únicamente
hablamos de conciencia cuando las vivencias quedan y están relacionadas con el yo, centro común
de mis pensamientos, emociones, sensaciones. El conjunto de experiencias de la vida humana, en
todas sus dimensiones, es centralizado por la conciencia. Gracias a ella se manifiesta la vida
personal como una totalidad unitaria. Los actos que realizo se me revelan como míos. La conciencia
hace posible la afirmación del yo como centro unificante y dueño de los diferentes actos del ser. Y
según sea el grado de lucidez, de atención, de amplitud, de intensidad que posean los contenidos de
la conciencia, se puede hablar de grados o niveles de conciencia: consciente, subconsciente,
inconsciente, etc.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
La conciencia es todo eso a un mismo tiempo. Por eso podemos decir que al hablar de
conciencia moral aludimos a una gama bastante grande de problemas, ya que nada vital y complejo,
como la conciencia, puede reducirse a fórmulas matemáticas y evidentes.
Vamos a ir dando respuestas a la pregunta inicial: ¿Qué es la conciencia moral?
a) Solemos entender por conciencia moral
La capacidad de conocer y juzgar sobre la bondad o maldad, la licitud o ilicitud moral de las
acciones en general y de las propias del que las hace en particular.
Esta capacidad ejercida en concreto consiste en el acto de caer en la cuenta, saber, conocer,
sentir o juzgar lo que hemos hecho, estamos haciendo o vamos a hacer y, por extensión, que hacen,
han hecho o pueden hacer otros.
O, dicho de otra manera, se puede describir la conciencia moral como:
La capacidad que tiene ¡apersona de enjuiciar sus actos y los actos de los demás a la luz de lo
que percibe como valores morales objetivos.
Su conciencia moral hace posible que una persona evalúe su propia responsabilidad moral
tanto para las cosas malas que hace como para las cosas buenas que deja de hacer.
La conciencia moral, además, mueve y orienta la conducta en la dirección que la persona
considera correcta. Expresiones que solemos utilizar en nuestra vida corriente, tales como "tengo la
conciencia tranquila", "me remuerde la conciencia", "allá cada quien con su conciencia", "he hecho lo
que me decía mi conciencia" o "he actuado de acuerdo con mi conciencia", reflejan claramente el
significado moral y la importancia que concedemos a esta capacidad para orientarnos en nuestra
vida cotidiana. En todos estos ejemplos el lenguaje popular habla de una especie de voz interior que
inspira, obliga y sanciona la moralidad de nuestras acciones. Sin embargo, en su formulación
habitual, esta voz aparece como algo demasiado misterioso. Por eso la ética intenta aclarar qué es y
cómo se desarrolla la conciencia en la vida de los individuos y de las sociedades.
b) La conciencia moral es ante todo conciencia: en un sentido genérico, como decíamos al
hablar de la conciencia psicológica. Conciencia, se ha dicho repetidamente, es un saber que
acompaña al acontecer psíquico.
En el caso de la actuación moral, la conciencia acompaña esa actuación. En este sentido, la
conciencia moral no es una forma de conciencia separada de la conciencia psicológica. Al contrario,
la conciencia moral es la misma conciencia psicológica que desempeña la función de advertir y
estimar las valoraciones implicadas en nuestros proyectos y decisiones. En este sentido, bien
podríamos decir que:
Conciencia moral sería, entonces, el conocimiento que acompaña nuestra vida moral y
nuestras acciones, por el que al actuar bien o mal sabemos lo que hacemos y si eso que
hacemos merece o no aprobación.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
La conciencia, por una parte, nos da la noticia de si hemos hecho o no determinada acción y,
por la otra, nos dice si lo que hemos hecho, estamos haciendo o nos proponemos hacer es bueno o
malo, lícito o ¡lícito. Hay una conciencia que nos acusa y condena (mala conciencia) y una
conciencia que nos exculpa, absuelve y libera, que aprueba nuestros actos (buena conciencia).
c) La conciencia tiene una dimensión temporal: hay una conciencia moral retrospectiva
(conciencia de lo que hemos hecho), una conciencia moral prospectiva (de lo que pensamos o
proyectamos hacer) y una conciencia moral concomitante (lo que estamos haciendo), según haga
referencia a actos del pasado, del futuro o del presente.
d) Los fenómenos de conciencia en general y los fenómenos de la conciencia moral en
particular incluyen aspectos cognoscitivos, aspectos volitivos y aspectos afectivos, todos ellos
transmitidos por la sensibilidad o sensorialidad. Hay una doble tendencia a interpretar la conciencia y
el conocimiento moral en términos más cognoscitivos o en términos más emocionales, a veces con
tientes globalizadores y justificaciones intuicionistas. Pero sin meternos a analizar las diferencias de
los distintos aspectos, sí queremos llamar la atención sobre lo que se conoce como el "aspecto
sensitivo o sentiente de la conciencia". Es decir, que la conciencia no es incorpórea, al margen de
todo lo sensitivo, sino que por el contrario, la conciencia es radical y fundamentalmente sentiente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Simplemente que quien quiera actuar moralmente tiene que atenerse a los criterios de
actuación que le dicta su conciencia.
¿Qué tiene, entonces, la conciencia para que tengamos que hacer caso de sus dictámenes?.
Vamos a hacer algunos comentarios que nos permitan entender bien esto.
• Dijimos en el punto primero que la conciencia moral es la misma conciencia psicológica
en cuanto realiza una valoración de la conducta humana, de las acciones que se
piensan hacer, se hacen o se han hecho. Por eso en nuestra conciencia realizamos una
función valoratíva: lo que está bien y lo que está mal. A esa dimensión de la vida
humana que consiste en valorar la conducta es a lo que llamamos moralidad. Por eso
decíamos en la primera línea que sin conciencia no hay vida moral (moralidad). La
relación entre conciencia y moralidad es íntima. Por eso la llamamos conciencia moral.
• Dijimos también que se tiene conciencia de algo, que lo que existe son contenidos de
conciencia. En otras palabras, que la conciencia no existe como una realidad
independiente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Pongamos un ejemplo. Ante un examen difícil, dos alumnos sienten el deseo de copiar para
obtener buena nota. Muchas veces han oído que copiarse en un examen es un proceder
deshonesto, una mala acción. Uno de ellos reflexiona, está convencido de la deshonestidad de
copiar y decide no hacerlo. El otro duda, piensa que copiarse en esta ocasión no es deshonesto
porque el profesor ha puesto unas preguntas muy rebuscadas, injustas, etc., y se decide a copiar. La
conciencia está actuando por igual en uno y otro casp. Pero varían los contenidos. El contenido
"copiar es deshonesto" se halla en ambas, pero en la primera es más firme que en la segunda y de
carácter absoluto, sin excepciones. Por lo tanto, son contenidos diferentes. El contenido "las
preguntas son rebuscadas, injustas" aparece en el segundo caso y falta en el primero. Lo que está
definiendo la moralidad en cada uno y dando lugar a conductas diferentes, aceptadas como rectas
en cada caso, son los contenidos de cada conciencia.
Los contenidos de la conciencia actúan como norma de la moralidad. Ellos tienen, por así
decirlo, la última palabra. A ellos acudimos para juzgar sobre la bondad o maldad de una situación y
acción determinadas. Esos principios, lo sabemos, están configurados por valores, principios, leyes,
costumbres, intereses, etc. El juicio de la conciencia consiste en la confrontación entre los
contenidos de la conciencia y la relación que puedan tener con una acción determinada o una
situación concreta. Si yo juzgara una acción con los contenidos de conciencia de otro (conciencia
heterónoma), no estaría actuando como responsable de mi conciencia moral (conciencia autónoma).
• Esos dos aspectos, resumen de los puntos anteriores, son la base para afirmar que la
conciencia es norma de moralidad, que quien quiera actuar moralmente tiene que atenerse
a los criterios de actuación que le dicta su conciencia. Es decir, la conciencia cumple el papel
de norma personal, interior, subjetiva. Mi conciencia establece para mí la moralidad de mis
actos, pero no puede establecer la moralidad de los actos de otras personas. Mi conciencia no
puede ser juez de los demás ni criterio absoluto y objetivo para los demás.
Alguno podrá decir: "profesor, pero esto que usted acaba de escribir ¿no nos lleva al
subjetivismo moral sobre el cual usted mismo nos dijo antes que no se lo creen ni quienes lo
defienden?". Y tendría que responder: cierto, la conciencia, dejada sin punto de referencia objetivo
puede justificarlo todo. Todo se justifica con tal de que alguien lo justifique. La ética del "para mí", del
"a mi me parece", sin reflexión y sin razones es la ética subjetiva que no se puede seguir.
¿Entonces? ¿Cómo tenemos que entender eso de que mi conciencia es la norma de mi conducta?
Dos cosas deseo señalar.
La primera, que decir que la conciencia es norma de moralidad significa la importante pero
grullada siguiente: nadie ocupa el lugar de otro en las situaciones que vive, en las decisiones que
toma y en las convicciones con que las toma. Cualquier información adicional, cualquier
consideración o argumentación que pueda conducir a un cambio en el último juicio práctico de la
conciencia del que actúa, tienen que ser aducidas y alegadas ante la conciencia del que actúa,
tratando de iluminarla, incluso corregirla, pero nunca sustituirla.
La segunda, que decir que la conciencia moral es norma subjetiva de moralidad no es ignorar
ni encubrir la situación precaria de nuestro conocimiento moral; se trata de que no tengamos otro
acceso cognoscitivo a nuestras tareas y valoraciones morales.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
• Conciencia verdadera es aquella que está de acuerdo con la verdad objetiva, es decir,
que conoce y "comprende" la realidad de las situaciones y de los principios
universalmente aceptados, y se mantiene acorde con ellos. De lo contrario será
conciencia falsa o errónea. Esta característica entraña una gran dificultad para su
operatividad debido a la dificultad misma de definir la verdad objetiva en el campo de la
moralidad. De ahí la disparidad de doctrinas morales, con principios y normas
diferentes, y a veces opuestos entre ellas. ¿Quién puede decir que posee la verdad? Es
más bien la búsqueda honesta y firme de la verdad lo que puede caracterizar una
conciencia verdadera. Por eso debemos tomar la verdad objetiva con un criterio amplio,
como el conocimiento y la comprensión de los principios más universalmente aceptados
y de las situaciones objetivas.
• Finalmente, por certeza de conciencia entendemos la seguridad en el juicio moral sobre
determinada situación o en la posesión de los valores y principios que nos permiten
realizar dicho juicio. Si en la conciencia existen dudas, es necesario salir de ellas antes
de actuar. Sólo una conciencia cierta, al menos con certeza práctica, puede ser norma
de moralidad.
Por eso, afirmar que la conciencia es la norma de moralidad no es afirmar cualquier cosa, Ser
una persona con una conciencia que reúna estas condiciones en estado de madurez no es nada
fácil o algo que se compra en el mercado o que nos lo encontramos en una caja de jabón o como
premio en alguna de las promociones bancarias. A veces nos falta rectitud de conciencia, otras
veces vivimos culpable o inculpablemente en el error y con muchísima frecuencia la inseguridad y la
duda debilitan y confunden nuestros juicios morales.
Y, sin embargo, sigue siendo absolutamente cierto que "cada uno será juzgado según su
conciencia". Y es que la adjetivación ética de cualquier comportamiento sólo puede nacer, como
instancia definitiva, en ese núcleo profundo de la intimidad personal.
En un mundo democrático, como quiere ser el nuestro, donde la libertad se considera
patrimonio inalienable de todo ciudadano, los derechos de la conciencia han venido adquiriendo un
mayor relieve, hasta adquirir un carácter institucional. Ahí están la "objeción de conciencia" y los
"objetares de conciencia". En las grandes opciones frente a la existencia, decisiones éticas, políticas,
profesionales..., nadie podrá sentirse obligado al margen de su decisión personal e intransferible. El
derecho a la propia conciencia es, al menos en teoría, un derecho fundamental del hombre.
Antes de continuar, haga un repaso de los contenidos estudiados en este segundo punto de la
Unidad.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Razón: somos conscientes al poseer contenidos de conciencia, ya sean de tipo intelectual, volitivo o emocional.
3. ___Afirmación: podemos entender por conciencia el conjunto de normas y preceptos que regulan el comportamiento
social. Porque.
Razón: dichos preceptos y normas constituyen puntos de referencia para integrar el cuadro de valores con que opera
la conciencia
6. ___Afirmación: la conciencia debe actuar con rectitud para ser auténtica norma de moralidad. Porque.
II. Revise los conceptos de: conciencia - conciencia psicológica - conciencia moral y
establezca con claridad los elementos esenciales en cada uno de esos conceptos. Sírvase
para ello de las referencias específicas que encuentra en el texto.
III. Preguntas para la reflexión. Exprese con sus propias palabras el significado de las siguientes
expresiones:
1. Sin conciencia no hay vida moral
2. "He obrado según me dictaba la conciencia"
3. La conciencia es norma subjetiva de la moralidad
4. Cada uno será juzgado según su conciencia.
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RESPUESTAS A LA ACTIVIDAD I
1. Opción “B”
2. Opción “D”
3. Opción “D”
4. Opción “A”
5. Opción “C”
6. Opción “C”
II. LA LIBERTAD
Decía Aristóteles que nadie se plantea cómo actuar en cuestiones que irremediablemente son
como son: "nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera". Y es verdad. Si todo fuese
necesariamente como es y, por lo mismo, nuestras acciones siguiesen un curso rígidamente
marcado (determinismo), no tendría mucho sentido que nos preguntásemos qué podemos hacer.
¿Por qué tendríamos que alabar a quien hizo lo que hizo porque no tenía más remedio? ¿O por qué
tendríamos que reprochar a otro un comportamiento que no estuvo en su mano evitar?
En el caso del hombre, a diferencia de los animales, se suele afirmar que al haber perdido las
determinaciones biológicas de la conducta que han sido moldeadas por la vida social y la
transmisión cultural, se ve obligado a elegir sus acciones. Las representaciones complejas de la
realidad nos impelen a seleccionar nuestros fines y los caminos mediante los cuales podemos
alcanzarlos. La satisfacción de nuestras necesidades, incluso, puede hacerse de muchas maneras.
Si tenemos hambre, por ejemplo, podemos decidir comprar comida y preparárnosla, ir a un
restaurante, invitarnos a casa de un amigo o, incluso, decidir ayunar para perder peso...
Continuamente tenemos que estar tomando decisiones acerca de nuestros fines y de los caminos
que nos aproximan a ellos.
Es cierto también que muchos de los fines y de los procedimientos para alcanzarlos son
producto de la cultura y se nos tratan de imponer. La sociedad industrial ha creado florecientes
industrias, como la moda y la publicidad, para determinar la conducta de los individuos y orientar sus
elecciones en beneficio de unos pocos. En otros casos, es la presión social y la necesidad de
conformarnos a las reglas del grupo las que nos dirigen. Pero siempre existe la posibilidad de
resistirnos, si tomamos conciencia de la presión a la que se nos somete, y no hacer lo que se nos
propone. La sociedad nos proporciona también procedimientos para alcanzar determinadas metas y
nos suministra técnicas y reglas para ello. Si queremos viajar a un lugar lejano, lo más razonable es
que, provistos de plata compremos el pasaje en algún medio de transporte o utilicemos nuestro
propio vehículo. Hemos aprendido o descubierto muchas reglas para poder alcanzar más
eficazmente los fines que nos proponemos.
La posibilidad de elegir entre diferentes conductas que se nos ofrecen es lo que llamamos
libertad, aspecto que, además, decimos ser una de las características esenciales y constitutivas
del ser humano.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Partamos de un ejemplo.
Supongamos que he ¡do a una de las oficinas de la Onidex en etapas pre-electorales a sacar la
cédula. Como la afluencia en esos días es más que abundante, reparten unos números por orden de
llegada. A pesar de que llegué temprano, me dieron el número 237. Me pongo en mi cola. Durante
la larga espera me distraigo, pienso en mis cosas, sin darme cuenta de que jugueteo con el pedacito
de cartón que me han dado: lo enrollo y desenrollo, hasta que finalmente lo boto al piso
descuidadamente. Yo sigo avanzando en la fila, como si nada hubiera pasado. Después de más de
tres horas, llego a la puerta, donde está el policía que lo primero que me pide es el cartoncito con el
número. Ante tal petición, sólo puedo murmurar para disculparme: "Perdone, no tengo el número. Lo
he botado...sin darme cuenta". El policía, que es también un poco filósofo, comenta: "Bueno, si no
se daba cuenta de lo que hacía, no puede decirse que lo haya botado. Es como si se le hubiera
caído". Pero yo no estoy dispuesto a aceptar esa coartada: "Perdone, le digo, pero una cosa es que
se me caiga el número y otra haberlo botado, aunque lo haya hecho inadvertidamente". Al policía
parece divertirle más esta conversación que mandarme a salir de la fila: "Mire usted, "botar" el ticket
con el número es una acción, algo distinto a que se nos caiga, que es sólo una de ésas cosas que
pasan. Cuando uno hace una acción es porque quiere hacerla ¿O.K.? Pero en cambio las cosas le
pasan a uno sin querer. De modo que como usted no quería botar el tickecito con el número,
podemos decir que en realidad se le ha caído". Me revelo contra esta interpretación mecanicista:
"¡Pues no, señor! Podríamos decir que se me había caído el número si lo hubiera tenido en la mano
mientras leía la prensa, y en-el pasar de las páginas, se me cae sin darme cuenta. Pero no, lo que
me ha ocurrido es que lo he botado sin proponérmelo." "¿Así es la cosa? -me dice el policía con una
sonrisita que me desagrada-, Y si no se lo proponía, ¿cómo sabe entonces que es usted,
precisamente usted el que lo ha botado? Porque "botar" una cosa es hacer algo y uno no puede
hacer algo si no se propone hacerlo". "Pues, ¿sabe lo que le digo? estalló, finalmente ¡Que he
botado el dichoso ticket porque me ha dado mi realísima gana! ¿Entendido?". Obviamente, me saca
de la fila.
Hagamos algunas consideraciones aclaratorias.
a) Obviamente hay una diferencia entre lo que simplemente me pasa (boto un vaso de un
manotazo en la mesa al ir a agarrar el salero), lo que hago sin darme cuenta y sin querer (¡el ticket
de orden de llegada botado!), lo que hago sin darme cuenta pero según una mínima rutina adquirida
voluntariamente (meter los pies en las cholas al levantarme medio dormido de la cama) y lo que
hago dándome cuenta y queriendo (mandar al carrizo al policía a ver si encuentra el tickecito de
marras). Parece que la palabra acción es un término que sólo conviene a la última de estas
posibilidades (lo que hago dándome cuenta y queriendo). Hay un sinnúmero de gestos difíciles de
clasificar pero que son cualquier cosa menos acciones: encogernos de hombros y esconder la cara
cuando alguien nos lanza algo al rostro o buscar un asidero cuando me estoy cayendo.
Definitivamente,
una acción es sólo lo que yo no hubiera hecho si no hubiera querido hacerlo: llamamos acción a
un acto voluntario.
b) Hasta aquí todo claro. Pero, ¿cómo saber si un acto es voluntario o no? Porque quizá antes
de llevarlo a cabo delibero entre varias posibilidades y finalmente me decido por una de ellas. Claro
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
que no es lo mismo "decidirme a hacer algo" que "hacerlo". "Decidirse" es poner fin a una
deliberación mental sobre qué quiero realmente hacer. Pero, una vez decidido, todavía tengo que
hacerlo. Lo que decido es el objetivo o fin de mi acción, pero quizá no la acción misma. Por ejemplo:
decido agarrar el vaso y extiendo el brazo para agarrarlo. ¿Qué es lo que he decidido realmente
hacer: agarrar el vaso o extender el brazo? ¿Mi deliberación tenía que ver con el vaso o con el
brazo? ¿Y cuál es la verdadera acción: coger el vaso o extender el brazo? Si extiendo el brazo y
boto el vaso, ¿puedo decir que he actuado o no? ¿O he actuado "a medias"?
c) Tampoco la noción de "voluntario" es tan clara como parece. Para aclararnos esto, Savater
trae a colación un ejemplo que Aristóteles pone en su Ética a Nicómaco. Aristóteles imagina el caso
de un capitán de navio que debe llevar cierto cargamento de un puerto a otro. En medio de la
travesía se levanta una gran tempestad. El capitán llega a la conclusión de que no puede salvar el
barco y la vida de los tripulantes más que arrojando la carga por la borda para equilibrar la
embarcación. De modo que la arroja al agua. Ahora bien, ¿la ha arrojado porque ha querido?
Evidentemente sí, porque hubiera podido no librarse de ella y arriesgarse a perecer. Pero
evidentemente no, porque lo que él quería era llevarla hasta su destino final. De modo que la ha
arrojado queriendo..., pero sin querer. No podemos decir que la haya arrojado involuntariamente,
pero tampoco que botarla al mar fuese su voluntad. A veces se diría que actuamos
voluntariamente...contra nuestra voluntad.
d) Finalmente, pongamos otro ejemplo para concluir este punto. Muevo mi brazo. Lo muevo
voluntariamente, es decir, que no lo agito en sueños ni tampoco lo alzo para protegerme la cara en
un gesto reflejo al ver venir una piedra contra mí. Por el contrario, anuncio a quien desee oírme: "Voy
a levantar el brazo dentro de cinco segundos". Y cinco segundos después, en efecto, levanto mi
brazo. Pero, ¿qué he hecho para levantarlo? Pues me he limitado a querer levantarlo y lo he
levantado. He querido moverlo y luego lo he movido. He hecho dos cosas: una, querer mover el
brazo; dos, moverlo. Como no estoy maniatado ni soy paralítico, cuando aseguro que mi brazo se
mueve voluntariamente, porque yo quiero, lo que indico es que si no hubiera querido moverlo, no se
habría movido. Más allá de lo que pueden explicar los especialistas sobre las relaciones entre el
sistema nervioso y el sistema muscular, lo que cuenta fundamentalmente para mí, lo que convierte
ese gesto trivial en una verdadera acción, es que tan capaz soy de moverlo como de no moverlo. De
modo que,
Hacer voluntariamente algo significa que sin mi permiso, tal o cual cosa no habría ocurrido. Es
acción mía todo lo que no ocurriría si yo no quisiera que ocurriese.
A esa posibilidad de hacer o de no hacer, de dar el "si" o el "no" a ciertos actos que dependen
de mí, es a lo que podemos llamar libertad. Que coincide con lo que dijimos en la introducción,
cuando señalábamos que llamamos libertad a la posibilidad de elegir entre diferentes conductas que
se nos ofrecen.
Hemos completado el estudio del primer punto mencionado en la introducción. Pero antes de
continuar, le propongo una sencilla actividad que le ayudará a afianzar la comprensión de lo que
hemos dicho sobre la acción.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Podemos consultar para ello cualquiera de los diccionarios de Filosofía que normalmente están en
las bibliotecas. Pero, al mismo tiempo, pocos conceptos hay tan complejos y debatidos. A los
filósofos que alardeaban de penetrar el concepto de libertad, el famoso filósofo alemán, Kant, les
advertía que si lo hubieran examinado con rigor, habrían tenido que reconocer su completa
incomprensibilidad. No conocemos la libertad, decía, sólo podemos pensarla y en la culminación de
ese trabajo lo que llegamos a concebir es que es inconcebible. La concepción misma es un efecto
de libertad. Otro gran filósofo, también alemán, Heidegger, decía que es como explicar la fuente por
unas gotas que han salido de ella. Pero, a pesar de todas estas advertencias, seguimos hablando de
la libertad, como algo importantísimo. Tratemos de acercarnos a su comprensión.
Pero antes, un punto previo. Para comenzar digamos que la libertad no parece suponer un
acto sin causa previa, un milagro que interrumpe la cadena de los efectos y sus causas, aunque se
trata de unas causas particulares. Acabamos de decir que la "acción es libre" porque su causa es un
sujeto capaz de querer, de elegir y de poner en práctica proyectos, es decir, de realizar intenciones.
En este sentido, el simple acto de levantar el brazo que antes mencionamos difícilmente puede ser
considerado una acción, salvo que venga encuadrado en un marco intencional más amplio: levanto
el brazo para pedir la palabra en una reunión, para tocar el timbre o para parar a un taxi en la calle.
Por otro lado, los deseos o proyectos de ese sujeto capaz de actuar intencionalmente sin duda
tienen también sus propias causas antecedentes, sean "apetitos", "motivos" o "razones". Decir "he
hecho libremente esta acción" no equivale a "esta acción no es efecto de ninguna causa", sino más
bien a "la causa de esta acción soy yo en cuanto sujeto".
Hablar de libertad no es cosa fácil, decíamos al comienzo. También lo decía el profesor
Savater, en aquel libro que mencionamos en la primera Unidad y que le recomendamos leer, Ética
para Amador
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
escaparnos de lo que se supone que debemos hacer: no estamos programados para ser una cosa u
otra, héroe o villano, santo o demonio... Por mucha programación biológica o cultural que tengamos,
los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que
no esté del todo). "Podemos decir "si" o "no", "quiero" o "no quiero". Por muy presionados que nos
veamos por las circunstancias "nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios".
Y aquí pone la palabra libertad, y cuando habla de libertad es a eso a lo que se refiere, a que
no hacemos lo que hacemos, como los animales o las olas del mar, de modo necesario e
irremediablemente. Y nos hace algunas observaciones bien importantes para entender qué es la
libertad. Razone Lea con detenimiento el texto extraído del libro “Ética para Amador” Capítulo I “De
qué va la ética”
¿QUÉ ES LA LIBERTAD?
"Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también es cierto que no
estamos obligados a querer hacer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a
la libertad:
Primera: no somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en
tal país, padecer un cáncer o ser atropellados por un carro, ser bien parecidos o feos...), sino libres
para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o
temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas...)
Segunda: ser libre para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No
es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería
conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad de
acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer subir
al monte Everest, pero dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en el alpinismo es
prácticamente imposible que consiguiera mi objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pues como
aprendí a leer de pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que
dependen de mi voluntad (y eso es ser libre), pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería
omnipotente), pero en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no
controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará
una y otra vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre..., aunque me
escueza.
En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o
enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza.
Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más conciencia de lo que limita
su libertad que de la libertad misma. Te dirán: "¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿Cómo
vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la televisión, si los gobernantes nos engañan y
manipulan, si los terroristas no amenazan, si las drogas nos esclavizan y si, además, me falta dinero
para comprarme una moto, que es lo que yo quisiera?". En cuanto te fijes un poco, verás que los que
así hablan parece que se están quejando pero en realidad se encuentran muy satisfechos de saber
que no son libres. En el fondo piensan: "¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado de encima! Como no
somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra." Pero estoy seguro de que
nadie -nadie- cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que funciona como un mecanismo
inexorable de relojería... Uno puede considerar que optar libremente por ciertas cosas en ciertas
circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o
enfrentarse con firmeza a un tirano) y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que
libremente se prefiere lo más fácil, es decir, esperar a los bomberos o lamer la bota que le pisa a uno
el cuello. Pero dentro de las tripas algo insiste en decimos: "Si tú hubieras querido..."
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le
apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que
le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo
que hacen. El filósofo cogió un bastón y comenzó a darle bastonazos con toda su fuerza: "¡Para ,ya
está bien, no me pegues más!", le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle, continuó
argumentando: "¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo?
Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático." Hasta que el amigo no
reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió la paliza...
En resumen: a diferencia de otros seres vivos o inanimados, los hombres podemos intentar y
elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir,
conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos
inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores y las abejas no suele
pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto
saber vivir que nos permita acertar. A este saber vivir, o arte de vivir, si prefieres, es a lo que llaman
ética".
No podemos hacer lo que queramos (no somos omnipotentes), pero tampoco estamos obligados a hacer
una sola cosa (no estamos determinados);
Que aunque no podemos elegir lo que nos pasa, sí somos libres para responder a lo que nos pasa de una u
otra manera; '
Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. O lo que es lo mismo, que
no porque no logremos lo que hemos elegido carecemos de libertad.
Es verdad que existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, pero eso no quiere decir que somos
relojes que funcionamos simplemente con la cuerda que nos dieron. Lo que pasa es que ser libre, optar por
ciertas cosas en ciertas circunstancias, es muy difícil.
El que elige se equivoca. Por eso es importante elegir bien que, en realidad, equivale a saber vivir.
Después de esta primera conceptualización general de la libertad, vamos a dar razón de otros
tres usos distintos y que el mismo Savater {Las preguntas de la vida) nos dice que a menudo se
confunden y que conviene intentar distinguir, ahora, antes de seguir dando vueltas a lo mismo, a la
libertad. Y lo vamos a hacer dejándonos llevar de la mano de otros autores, de otros comentarios
que, aunque puedan ser diferentes, no dudamos que nos ayudan a entender eso que es tan
importante y en lo que nos va la vida: la libertad y el saber elegir bien, lo que nos conviene.
Este es uno de los sentidos más comunes dados a la palabra libertad. A este significado nos
referimos la mayoría de las veces que aparece el tema en nuestras conversaciones. Alude a cuando
carecemos de impedimentos físicos, psicológicos o legales para obrar tal como queremos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Libertad es ausencia de coacción y de obstáculos invencibles que puedan poner los otros o el
Estado, de forma que nadie nos impida hacer aquello que queremos, o al menos no nos
veamos forzados a hacer lo que no queremos.
Esta perspectiva de la libertad implica no sólo poder intentar lo que se quiere sino también
cierta probabilidad de lograrlos. Si no hay perspectiva de éxito, tampoco diríamos que hay libertad:
ante lo imposible nadie es realmente Ubre.
i
Libre es el que hace lo que quiere y porque quiere, pudiendo no hacerlo si quisiera, y aunque
esta libertad sólo se de en la esfera interna del puro querer. ______________________
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Un ejemplo nos ayudará a entender esta acepción de la libertad. Supongamos que paso por
una casa en llamas y oigo llorar a un niño; no quiero entrar a intentar salvarle (me da miedo, es muy
peligroso, es mejor esperar a los bomberos...), pero a la vez quisiera querer entrar a salvarle,
porque me gustaría no tener tanto miedo al peligro y vivir en un mundo donde los adultos ayudasen
a los niños en caso de incendio.
Soy lo que quiero ser, pero a la vez quisiera ser de otra forma, querer otras cosas, querer
mejor. Cualquiera puede huir del peligro, pero nadie quiere ser cobarde; a veces me apetece o me
interesa mentir, pero no quisiera considerarme un mentiroso; me gusta tomar, pero no quiero
convertirme en un alcohólico.
No es idéntico lo que yo "quiero hacer ahora" y lo que yo "quiero ser". Cuando me preguntan
qué quiero hacer expreso mi querer inmediato, directo; pero cuando me preguntan lo que quisiera
ser o cómo quiero ser, respondo expresando lo que quisiera querer, lo que creo que me convendría
querer, lo que me haría no sólo querer libremente sino también ser libremente. Este tipo de libertad
nos acerca a un vértigo infinito que el autor que venimos comentando formula con unas expresiones
como: "yo podría querer querer lo que no quiero, querer querer lo que no quiero querer, querer
querer querer lo que quiero o no quiero efectivamente querer, etc.".
Con esta serie de "libertades" que enunciamos en el título de este apartado queremos
referirnos a una serie de reflexiones sobre el tema de la libertad que son moneda común en la ética
y que, además, tienen mucha importancia para nuestra vida.
Hay un autor, Isaías Berlín, que en un libro titulado Cuatro ensayos sobre la libertad (Madrid,
Alianza, 1988), en el capítulo "Dos conceptos de libertad", nos dice que la libertad debe ser
entendida en dos sentidos: negativo y positivo, "libertad de" y "libertad para".
Uno de los significados más comunes que le damos a la palabra libertad, lo decíamos antes,
es aquel que significa e implica, ante todo, "estar libre de" coacciones y limitaciones externas
(libertad social y política) o "estar libre de" coacciones, impulsos, pasiones, internos (libertad interior).
Pero libertad significa, también, poder optar, preferir, elegir: "libres para", "libertad para". No
tener una senda previamente marcada; carecer de cadenas o tener el mínimo de ellas, las
imprescindibles para que quede garantizado que no se invade el terreno de los otros.
La libertad negativa es una libertad, en definitiva, pobre de horizontes y que, sobre todo, tiene
poco que ver con la ética. Digamos con V. Camps, que la libertad negativa es condición del acto
responsable, del acto que puede ser imputado al individuo como bueno o como malo, correcto o
incorrecto. Pero no es más que eso. La libertad negativa, "libertad de", sería la expresada en los
puntos 2.2. y 2.3. Anteriores {libertad social o política = libre de coacciones y de limitaciones
externas; libertad interior = libre de pasiones o coacciones internas).
Pero esa libertad puede ser utilizada de muchas maneras, bien, mal, regular. Y a ese uso de
la libertad se le llama libertad positiva, que no es sino la "libertad para" hacer esto o aquello. Ahí, en
el ejercicio positivo de la libertad es donde podremos decidir si de verdad nos dejamos gobernar o
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
nos autogobernamos, si decidimos por nosotros mismos o alguien o algo decide, en realidad, por
nosotros.
Desde la perspectiva de la "libertad para", sin embargo, no es más libre el que nunca se
decide, ni quien decide cada día de nuevo, dejando perpetuamente abiertas todas su opciones y sus
posibilidades, sino quien desde la libertad ejercida y realizada, desde la determinación más íntima de
su ser, llega a no poder dejar de querer aquello que quiere y a aquellos a quienes libremente quiso y
sigue queriendo
Sin embargo, a pesar de ser esta "libertad positiva" la libertad más verdadera, la esencial y la
que da profundo sentido, pareciera no ser la más frecuente, la más "pedida".
En 1941, en plena guerra mundial, Erich Fromm denunció en un libro célebre, "el miedo a la
libertad", un miedo característico de una época que se muestra orgullosa y satisfecha de las
libertades logradas. La tesis central de"ese libro nos la expresa el mismo autor en estos términos'
"La tesis de este libro es la de que el hombre moderno, libertado de los lazos de la sociedad
pre-individualista -lazos que a la vez lo limitaban y le otorgaban segundad-, no ha ganado la
libertad en el sentido positivo de la realización de su ser individual, esto es, la expresión de su
potencialidad intelectual, emocional y sensitiva. Aun cuando la libertad le ha proporcionado
independencia y racionalidad, lo ha aislado y, por lo tanto, lo ha tornado ansioso e impotente.
Tal aislamiento le resulta insoportable, y la alternativa que se le ofrece es la de rehuir la
responsabilidad de esta libertad positiva, la cual se funda en la unicidad e individualidad del
hombre " (op cit. p.24).
Un Fromm escéptico que intenta ahondar en las raíces psíquicas de esos usos desviados de
la libertad individual, usos que impiden que el individuo alcance, o busque siquiera, su individualidad.
Para terminar, volvamos al comienzo. La libertad es uno de los conceptos claves de nuestra
forma de valorar y de entender la vida. En la cultura actual la libertad está en la base de muchos
planteamientos y tiene la última palabra en muchas discusiones. Nada es valioso y humano si no es
%re Por eso la libertad no se cuestiona; se postula, se presupone, se reivindica.
Sin embargo, nuestra cultura actual es ambivalente respecto al tema de la libertad' la postula y
reivindica incondicionalmente, a la vez que la hace inverosímil; apela a ella como piedra de toque
ara juzgar, legitimar o deslegitimar lo que ocurre o puede ocurrir en muchas esferas de la vida
íiumana y de la convivencia social, y a la vez la secuestra y entorpece con formas de manipulación y '
constreñimiento.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
El sentimiento de impotencia frente a las estructuras e instituciones económicas, políticas,
burocráticas que lo controlan todo y que apenas pueden ser controladas, hace pensar de nuevo si la
libertad no será un sueño. Victoria Camps se hace esta misma pregunta y con ella queremos
\
concluir:
"¿No podría ocurrir que todo eso de la libertad fuera una ficción? Sabemos que nuestra libertad
no es absoluta, que nacemos condicionados por la época, la historia, la cultura, el sexo, el
estatus social, los genes. Pero ¿es lícito siquiera creer en esa libertad limitada de la que,
aparentemente, gozamos? ¿Somos realmente tan libres como pensamos o estamos
determinados y condicionados aunque ignoremos cuáles son nuestros condicionamientos y
determinaciones? Lo cierto es que la pregunta se la han hecho ya muchos filósofos, desde los
estoicos hasta Marx, pasando por Spinoza y Hegel. Todos aventuraron una brillante respuesta:
no somos libres. Somos, en realidad, ignorantes, desconocemos las causas últimas que nos
condicionan y determinan nuestros poderes. La libertad es sólo un recurso de la imaginación
que cubre así los huecos del desconocimiento. La auténtica libertad no consiste en esta
supuesta capacidad de elegir y tomar decisiones, sino que debería consistir en "el conocimiento
de la necesidad". Una respuesta brillante, sin duda, pero que no nos sirve. Tal vez sea cierto
que la libertad sea sólo fruto de la imaginación, pero así es, a fin de cuentas, la condición
humana: no somos dioses omniscientes, vivimos con la convicción de que elegimos entre
opciones diferentes. Y, de hecho, nos culpamos a nosotros mismos y a los demás de las
elecciones equivocadas. Ese es, en realidad, el terreno de la ética, el que ocupan unos seres
que no tienen la ciencia absoluta del presente y del futuro y deben, por lo tanto, arriesgar
respuestas. Ninguno de los filósofos citados creyó, de hecho, en la ética. Más bien quisieron
superarla. Superar eso que delataba tan descaradamente la pobreza de nuestra condición"
(V. Camps, Los valores de la Educación, Madrid, Anaya, 1994, p.70).
b) Es cierto que los humanos tenemos apetitos instintivos que nos impulsan en muchas
ocasiones a actuar. Pero también parece evidente que no somos simplemente
arrastrados por los objetos de nuestro instinto sino que a la vez permanecemos en
nosotros mismos, sabiéndonos agentes y dando satisfacción a esas demandas
instintivas de acuerdo a diferentes proyectos vitales. Aunque algunos de nuestros fines
sean irremediables y elegidos (nutrición, autoconservación, etc.) intentamos cumplirlos
de modos no irremediables, optativos. De ahí que además de apetitos podamos señalar
también como causas de nuestras acciones motivos a más largo plazo e incluso
razones, es decir, consideraciones que buscan ser compartidas por nuestros
semejantes.
c) ¿Por qué es tan importante para nosotros la cuestión de la libertad, bien sea para
afirmarla o para negarla? Necesitamos creer en cierta medida en la libertad para poder
atribuir a cada uno de los sucesos protagonizados por humanos a un sujeto
responsable que puede ser elogiado o censurado, e incluso castigado, por su acción.
La libertad es imprescindible para establecer responsabilidades, porque sin
responsabilidad no se puede articular la convivencia humana en ningún tipo de
sociedad. Asumir nuestra libertad supone aceptar nuestra responsabilidad por lo que
hacemos, incluso por lo que intentamos hacer o por algunas consecuencias
indeseables de nuestros actos.
d) Ser libre, finalmente, no es sólo responder victorioso "¡yo he sido!" a la hora del reparto
de premios, sino también admitir "¡he sido yo!" cuando se busca el responsable de una
fechoría. Para lo primero siempre hay voluntarios, pero en el segundo caso lo usual es
refugiarse en el peso abrumador de las circunstancias: el estafador de viudas achacará
sus delitos al temprano abandono de sus padres, a las tentaciones de la sociedad de
consumo o a los malos ejemplos de la televisión...mientras que quien recibe el premio
Nobel sólo hablará de su esfuerzo frente al destino adverso y de sus méritos. Nadie
quiere ser resumido en el catálogo de sus malas acciones: a quien nos reprocha un
atropello le respondemos "no pude evitarlo, quisiera haberte visto en mi lugar, yo no soy
así, etc.", intentando a la vez trasladar la culpa a la sociedad en que vivimos ai sistema,
pero conservando abierta la posibilidad de ser limpios, desinteresados, valientes,
mejores. Por eso la libertad no es algo así como un galardón sino también una carga y
muchas personas prefieren renunciar a ella y trasladarla a un líder social que a la vez
tome las decisiones y soporte el peso de las culpas. El libro de Erich Fromm, Miedo a la
libertad, al que nos referimos antes, es un ejemplo de ello.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Antes de pasar al último punto de este tema, le propongo unas actividades que le ayudarán a
repasarlo que acabamos de ver sobre la libertad.
1. En primer lugar, haga un resumen de las distintas acepciones de libertad estudiadas, indicando lo
característico de cada una de ellas. Para ello, puede servirse del siguiente cuadro.
Conceptos de libertad
1. Libertad como disponibilidad para actuar de acuerdo con los propios deseos o proyectos.
2.
A continuación le presentamos un texto de C. B. MacPherson. En él se nos habla de una libertad que
ha caracterizado a la "teoría política del individualismo posesivo" y que resume en siete tesis que le
presentamos en el cuadro adjunto. Analice el texto y después responda las preguntas que le
formulamos.
Los supuestos del individualismo posesivo se pueden resumir en las siete proposiciones siguientes:
1. Lo que hace humano aun hombre es ser libre de la dependencia de las voluntades de los demás.
2. La libertad de la dependencia de los demás significa libertad de cualquier relación con los demás salvo aquellas
relaciones en las que el individuo entra voluntariamente por su propio interés.
3. El individuo es esencialmente el propietario de su propia persona y de sus capacidades, por las cuales nada debe a
la sociedad.
4. Aunque el individuo no puede alienar toda su propiedad sobre su propia persona, puede alienar su capacidad para
trabajar.
5. La sociedad humana consiste en una serie de relaciones mercantiles.
6. Dado que lo que hace humano a un hombre es la libertad de las voluntades ajenas, la libertad de cada individuo
solamente puede limitarse justamente por unas obligaciones y reglas que sean necesarias para garantizar la misma
libertad de ios demás.
7. La sociedad política es una invención humana para la protección de la propiedad que el individuo tiene sobre su
propia persona y sobre sus bienes y, por tanto, para el mantenimiento de relaciones de cambio debidamente
ordenadas entre individuos considerados como propietarios de sí mismos.
C B MacPherson, La teoría política del individualismo posesivo, Barcelona, Fontanella, 1970, p 225s
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
10. Libre es, no sólo el que no está determinado por otro ni está A B C D E
determinado por sus impulsos y pasiones, sino el que se determina a sí
mismo desde lo más constitutivo de su ser y de su libertad
RESPUESTAS A LA ACTIVIDAD 3
Proposición Y Respuesta
1. A
2. D
3. C
4. A
5. B
6. A
7. E
8. B
9. B
10. E
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
El deseo de poseer, conservar y aumentar un bien, real o ideal, para sí o para los demás. O
El valor es lo bueno, real o ideal, deseado o deseable para una persona y/o colectividad. Lo que
es opuesto o contrario al valor lo denominamos contravalor.
Aclaremos un poco el contenido de estas dos conceptualizaciones o definiciones de valor. Ello nos
ayudará no sólo a entender lo que se desea expresar en ella, así como señalar algunas
características de eso que llamamos y definimos como valor.
1.1. En primer lugar, hemos dicho que el valor es el deseo de un bien... o que el valores lo
bueno deseado o deseable. Esto equivale a decir que el valor, en cuanto bien, siempre
es deseado si no se posee; o si ya se posee, se desea conservar y aumentar: el amor,
la salud, el dinero, serían un ejemplo. Todos los deseamos, si no los tenemos, y todos
tratamos de conservarlos e incluso aumentarlos, si ya los poseemos.
1.2. También hemos dicho que este deseo puede ser de algo real, existente, de situaciones
y cosas concretas -como una casa o una fiesta- o de un bien ideal, como la igualdad
social, la justicia o la solidaridad... Y ello, como algo ya existente ("es deseado") o bien
como posibilidad, como algo posible y conveniente que se desea, porque merece ser
deseado {"deseable").
Pero además, en relación con los valores, podemos señalar algunos otros aspectos que les
son propios y que entenderemos fácilmente:
1.3. Siempre encontramos en el valor una relación entre el sujeto y el objeto, dada en una
situación físico-social. Una relación siempre dinámica de deseo o repulsa del sujeto
hacia el objeto, según que éste se nos presente como bueno o como malo. Así pues, la
dimensión afectiva del hombre se encuentra firme en la concepción misma del valor o
contravalor.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Las personas orientamos nuestra vida por valores. Los valores no son ningún tipo de seres, sino
cualidades de las cosas, por las que nos resultan atractivas (la belleza, la elegancia), o bien
cualidades que podemos incorporar personal y socialmente (una persona solidaria, una institución
justa). Los valores positivos nos atraen, mientras que los negativos nos repelen; y aquellos que nos
parecen superiores a otros nos llevan a preferir las realidades en que se manifiestan frente a otras.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Para conocer nuestra identidad personal y la de las demás personas o la de una sociedad, es 6. la universidad Na
fundamental saber qué valores son los preferidos, porque ellos configuran nuestro modo de ser. ofrece igualdad de
Pero para averiguarlo no hay que recurrir a una encuesta, en la que la persona contesta lo que ingresar a la educa
le parece que se debe contestar según los usos sociales, sino a las acciones concretas. En
nuestras elecciones diarias es donde se descubre qué es lo que verdaderamente preferimos,
porque los valores tienen un componente emotivo (mueven el sentimiento), intelectual (son
razonables) y experiencia (más se les comprende cuanto más se incorporan a la propia vida).
1. En el texto se dice que para conocer nuestra identidad es fundamental saber qué valores son
los preferidos por nosotros. Enumere cuáles son los valores preferidos por usted.
2. Se afirma en el texto leído que los valores no son ningún tipo de ser, sino cualidades de las
cosas por las que nos resultan atractivas o cualidades que podemos incorporar personal y
socialmente. Lea los ejemplos siguientes y complete, en cada caso, si se refiere a:
3. Elabore una lista de valores positivos (bienes reales) que usted ya posee y que desea conservar
y aumentar.
5. Verifique esas dos listas. ¿En qué medida esos valores que ya posee influyen en sus acciones
concretas, en sus elecciones de todos los días? ¿Cómo esos valores positivos deseables influirían
en su vida de todos los días?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
I. parte.
1.A
2.A
3.B
4.B
5.A
6.B
II. Parte.
1. D
2. A
3. B
3. JERARQUÍA DE VALORES
Por ser los valores cualidades que tienen existencia y sentido para el hombre en situaciones
concretas, resulta fácil comprender la variabilidad de su significación y de su irradiación. Los valores,
lo hemos dicho, cobran o pierden fuerza de acuerdo al nivel cultural de los pueblos. Tiene historia,
como la tienen el hombre y todas sus obras. Esto no quiere decir que el hombre los inventa o les
confiere caprichosamente su valor. Simplemente constatamos que un valor cualquiera no vale lo
i hoy que hace dos mil años, ni vale lo mismo para un hombre de la ciudad que para uno del
Campo.
Estas diferencias y variaciones dependen del sentido que tengan para el hombre esas
cualidades que venimos llamando valores. Dicho sentido, repetimos, varía con el tiempo, con las
circunstancias especiales, con la cultura, con la raza, con las características de cada individuo, con
la situación económica y política de los pueblos, etc. Todo esto debe tenerse en cuenta a la hora de
hablarde jerarquía o clasificación de los valores.
Los valores se pueden clasificar en grupos, utilizando diversos criterios. Hay quienes los
en lógicos, éticos y estéticos. Otros diferencian más y añaden a los anteriores los místicos,
131
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
eróticos y religiosos. Cualquier clasificación o agrupación obedece a algún criterio determinado que
no es otro que la clasificación de dimensiones o zonas de la vida que al encuentro con las cosas
pueden conferirles sentidos definidos.
De acuerdo con la importancia vital que posea cada valor o cada grupo de valores, es posible
establecer entre ellos una jerarquía. Resulta así una segunda valoración, esta vez hecha sobre los
valores mismos. Esta estimación de la intensidad con que cada valor afecte a la vida humana
depende del sentido que una persona dé a su propia vida. Para quien el interés máximo de su vida
resida en el goce estético, los valores estéticos constituirán el primer puesto en la escala de valores.
Para quien lo importante en la vida sea tener cosas que se compran con el dinero, el valor
económico estará por encima de los demás.
Vemos, pues, que los valores pueden ser clasificados, de acuerdo a dimensiones o zonas de
la vida humana y jerarquizados de acuerdo a la intensidad con que afecten a la vida humana. Como
decíamos al comienzo, muchos han sido los criterios utilizados a la hora de agrupar los valores. Esto
ha dado pie a que existan muchas clasificaciones. A continuación, a manera de ejemplo, le
suministraremos la clasificación hecha por un autor reconocido dentro de este campo: Max Scheler.
La jerarquía de valores de Max Scheler
Max Scheler es el máximo representante del "objetivismo" de los valores que surge como una
reacción al "subjetivismo", pretendiendo construir una base estable en el dominio de los valores. Su
posición la desarrolla en su Ética (1913-1922). Para él, la jerarquía de los valores es inherente a los
valores mismos, como formando parte de su misma naturaleza, y aplicable incluso a los valores que
no conocemos. Pero las concreciones de la jerarquía se captan en el preferir, que no juzgar, ya que
los juicios valorativos dependen precisamente del preferir. Y es en el preferir donde se descubre la
superioridad de un valor.
Scheler propone cinco criterios para su jerarquía axiológica, que pueden separarse de los
actos de preferencia, manifestando tendencias del preferir. Estos son:
1o Durabilidad del valor, los valores más fugaces son los inferiores, los eternos son
superiores. Conviene notar que no se hace referencia ni a los bienes ni a los depositarios, porque
que éstos sean más perdurables no añaden valor al "valor", por así decirlo, ni lo contrario: que sean
más fugaces no resta valor al "valor".
2o Divisibilidad del valor, a menor divisibilidad, mayor valor. Es interesante la conclusión a
que este criterio lleva: los valores inferiores necesitan de la fragmentación para ser gozados. Se trata
de valores sensibles muy relacionados con el depositario, esto es, de valores materiales. En cambio,
los superiores, no divisibles, son de índole espiritual o estética. Los primeros separan a las
personas, los segundos las unen.
3o Fundación: es la relación asimétrica. Si el valor A funda a B, A es superior a B. Todos los
valores se fundan en los superiores que, para el autor, son los religiosos.
4o Profundidad de la satisfacción: los valores superiores son los que producen una
satisfacción más profunda. Por satisfacción no cabe entender placer que puede ser, en todo caso,
una consecuencia de la satisfacción, sino vivencia de cumplimiento. Es también independiente de la
tenencia, puesto que se puede obtener satisfacción en la contemplación. Por otra parte, cuando nos
sentimos superiormente satisfechos, es cuando podemos gozar de las pequeñas alegrías de cada
día.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. Valores de lo agradable y lo desagradable A este conjunto de valores corresponde, por una parte, la
función sentimental sensible (con sus modos: el goce y el
sufrimiento) y, por otra, los estados afectivos de los "sentimientos
sensoriales": el placer y el dolor sensibles.
2. Valores vitales Este conjunto de valores gravita sobre el dualismo o antítesis noble-vulgar.
Corresponden a la esfera de los valores vitales: todos los modos del sentimiento
vital (salud, enfermedad, vejez, muerte); todas las reacciones sentimentales
(alegría, aflicción) y todas las reacciones instintivas (angustia, venganza, etc.).
Los valores vitales constituyen una modalidad de valor independiente y no
reducible ni a los valores de lo agradable y desagradable ni a los valores
espirituales. Se trata de un conjunto sumamente rico de valores y contravalores.
3. Valores espirituales A los que cabe supeditar y sacrificar los dos niveles anteriores. Los valores
espirituales se distribuyen jerárquicamente del siguiente modo: (a) Valores de lo
"bello" y de lo "feo": el reino completo de los valores estéticos, (b) Valores de lo
"justo" y de lo "injusto" (que son distintos a los valores de lo "recto" y "no recto"),
los cuales dicen referencia a una ley: son los valores éticos, (c) Valores del "puro
conocimiento de la verdad": valores teóricos.
4. Valores religiosos Lo santo y lo profano, que son irreductibles a los espirituales y que se nos ofrecen
como absolutos. Les corresponden los estados de éxtasis y desesperación, en
virtud de su proximidad o alejamiento con lo santo. Este tipo de valores se
captan en el acto de amor.
Como dirá el mismo M. Scheler: "estas modalidades de valores mantienen una jerarquía
apriorística que precede a las series de cualidades pertenecientes a aquellas
modalidades; jerarquía aplicable a los bienes de estos valores así constituidos, puesto que
es aplicable a los valores de los bienes. Los valores de lo noble y lo vulgar son una serie de
valores más alta que la serie de lo agradable y lo desagradable; los valores espirituales, a su
vez, son una serie de valores más alta que los valores vitales, y los valores de lo santo son una
serie de valores más alta que los es espirituales" (M. Scheler, op.cit, pp. 156-157).
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
valores de una muestra de estudiantes venezolanos" de los Profesores Nelson Rodríguez, Raiza
López y María Isabel Colón (Caracas, 1991) y "Jerarquía de valores y elección vocacional" de la
Ligia Padrón (Tesis de Grado, UCV, 1983).
Para poder entender la propuesta de M. Rokeach conviene que aclaremos algunos
aspectos, aunque sea brevemente.
Diferencias entre valor y actitud. Su planteamiento se caracteriza por considerar que los
valores son los verdaderos impulsores de la conducta humana, desplazando incluso a las actitudes
en esto. En su opinión, los valores determinarían tanto la conducta como las actitudes. Por eso
propone sustituir el término "actitud" por el de "valor". Para poder entender esto digamos algo sobre
las actitudes.
El concepto de actitud ha sido muy utilizado en la psicología. La actitud ha sido definida como
"una predisposición aprendida para responder consistentemente de modo favorable o desfavorable
hacia el objeto de la actitud". Bien es cierto que cada uno de los aspectos contenidos en la definición
requeriría ser especificado, ya que existen distintas perspectivas al respecto. Pero dejando de lado
estas aclaraciones que no vienen al caso, podría decir que las actitudes son como factores que
intervienen en una acción, una predisposición comportamental adquirida hacia algún objeto o
situación. Y se suele entender que las actitudes tienen tres componentes principales: afecto,
cognición y comportamiento (sentir, saber y actuar) conectados por una reacción valorativa de
agrado o desagrado.
a) El componente afectivo: la actitud tiene una carga afectiva, asociada a sentimientos que
influyen en cómo es percibido el objeto de la actitud. Estas pautas de valoración,
acompañadas de sentimientos agradables o desagradables, se activan
motivacionalmente ante la presencia de objeto o situación.
b) El componente cognitivo: las actitudes son conjuntos organizados de creencias,
conocimientos, relativamente estables, que predisponen a actuar de un modo
preferencial ante un objeto o situación.
c) Disposiciones conductuales: tendencia a actuar favorable o desfavorablemente. Aunque
la relación entre actitud y conducta no es directa, puesto que en nuestra conducta hay
otros factores que intervienen y no toda disposición da lugar a la acción
correspondiente, suele haber una cierta consistencia entre nuestras actitudes y
nuestras conductas.
Todo esto quiere decir que para que pueda darse una actitud se necesita: conocer algo
(persona, objeto, situación), pues no es posible tener una actitud hacia algo que no conocemos;
además, es necesario que eso que conocemos genere en nosotros un sentimiento, tenga para
nosotros alguna carga afectiva (atracción/rechazo, gusto/disgusto); y, finalmente, pensemos que
nuestro comportamiento tendrá alguna relación con ese conocimiento y nuestra carga afectiva. De
este modo se supone que las actitudes, una vez formadas, predisponen a una respuesta valorativa
que se manifiesta abiertamente, o puede estar recubierta por los componentes afectivos, cognitivos
o conductuales, generando, a su vez, respuestas de tipo afectivo, cognitivo o de conducta. La
valoración constituye un aspecto central, quizás predominante, de las actitudes.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Decíamos que Rokeach prefiere hablar de los valores como los verdaderos impulsores de
nuestra conducta. Los valores, por todo lo que ya hemos dicho, actúan como grandes marcos
preferenciales de orientación del sujeto en el mundo y en su relación con los demás. Pueden tener
una fundamentación u origen subjetivo (afectivo-emocional, como las actitudes), social (modos de
comportamiento social o culturalmente establecidos) o, en un estadio superior, trascender dichos
condicionamientos, para configurarse en proyectos ideales de vida o principios morales.
Rokeach define el valor como:
Una creencia duradera en que un modo específico de conducta o estado final de existencia es
personal o socialmente preferible a un opuesto modo de existencia. Un sistema de valores es
una organización de creencias concernientes a preferibles modos de conducta o estados finales
de existencia a lo largo de un continuo de relativa importancia.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
9 FELICIDAD (satisfacción)
Cuando haya finalizado, pase al recuadro siguiente, donde encontrará otra lista de 18 valores.
Ordénelos según su importancia, del mismo modo que ha hecho con la anterior.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Si revisamos algunos de los estudios llevados a cabo en nuestro país, utilizando la Escala de
\ Mores de Rockeach, podemos ver que:
El estudio de J. M. Cadenas, antes mencionado, dio como resultado que los primeros rangos
de los valores se agruparon en una tendencia hacia los valores personales de amor, seguridad
familiar y felicidad; en cambio, los valores sociales de igualdad, solidaridad y amistad se ubicaron en
rangos inferiores.
En el trabajo de L. Padrón los valores terminales más importantes para el grupo estuvieron
Reentrados predominantemente en el aspecto intrapersonal, aunque no dejan de hacerse visibles la
presencia de valores que respondan a una dinámica social. Se aprecia que existe congruencia entre
los estudiantes al adjudicarle al valor autorrealización el rango más importante dentro de la escala,
conjuntamente con el valor seguridad familiar, el cual ocupa una posición importante en la jerarquía.
Considerando los valores menos importantes para el grupo, se pudo apreciar que aparecen con
relativa frecuencia los valores placer, belleza y salvación, éste último ubicado generalmente en la
posición de menor importancia.
Finalmente, en el trabajo de N. Rodríguez, R. López y M. I. Colón, los valores terminales paz,
bienestar familiar y felicidad tienen la más alta prioridad, mientras que salvación espiritual,
transformación social y prestigio ocupan las posiciones más bajas. Los valores instrumentales ser
honesto, ser responsable y tener aspiraciones ocupan las posiciones más elevadas, mientras que
tener autoridad, ser idóneo y ser simpático ocupan las últimas posiciones.
Nosotros le sugerimos que, como ejercicio de esta parte, usted mismo responda ambas
escalas e identifique cuál es su escala de valores. También, con ayuda de este ejemplo, podrá hacer
su propia escala de valores.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
el valor es lo bueno, real o ideal, deseado o deseable para una persona y/o colectivo.
Vimos, también, que los valores no son ningún tipo de seres, personas que caminan por la
vida, sino que como nos señalaba el texto del ejercicio que realizamos, son cualidades de las cosas
o bien cualidades que podemos incorporar personal y socialmente. Vimos, igualmente, al hablar de
las jerarquías de valores que hay muchos tipos de valores: hay valores estéticos (belleza, elegancia,
armonía), económicos (calidad, eficacia, eficiencia), vitales (salud, vitalidad, energía) y religiosos
(sagrado, divino). También hay valores morales.
No resulta fácil en.ocasiones distinguir unos valores de otros, y parece que una vida buena,
una vida feliz, en el sentido que ya vimos en el tema anterior, es la que consiga los más posibles. Sin
embargo, resulta importante indicar los rasgos de los valores específicamente morales.
• Lo primero que debemos señalar es que los valores morales son valores que podemos
incorporar, con mayor o menor esfuerzo, en nuestra vida personal o social. ¿Qué
queremos significar con esto? No todas las personas pueden ser bellas, sanas o
eficientes, por mucho que se lo propongan, pero ello no significa que no puedan ser
personas en el más pleno sentido de la palabra, es decir, moralmente buenas. Porque
aunque no podemos ser mas altos de lo que somos, ni más bellos de lo que ya somos
(eso no está en nuestras manos), los valores morales, como la libertad, la solidaridad, la
honradez, la lealtad o la tolerancia, sí que están en nuestras manos. Para llegar a poseer
esos valores morales mencionados lo que necesitamos es expresarlos mediante actos
concretos de solidaridad, honradez, etc.
Supongamos, por ejemplo, que un profesional acepte el valor de ser generoso. Como
consecuencia, ofrece su tiempo para ayudar a un colega o a un grupo de gente que necesita de su
tiempo y sus servicios. Esto lo hace una y otra vez. Desarrolla así el hábito de ser generoso con su
138
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
tiempo. Hace en la persona una virtud. Como consecuencia, ya le es más fácil actuar así. Es decir,
sus valores le motivan a actuar de una manera determinada.
Cuando una persona actúa motivada por un antivalor pasa lo mismo. Cada vez que lo hace, le
es más fácil actuar en el futuro. De este modo va adquiriendo otro tipo de hábito que llamamos vicio.
Supongamos que el cajero de una agencia bancaria siente la tentación de tomar dinero prestado de
su caja. Sabe que no debe hacerlo. Si tiene el valor y hábito de la honradez, la primera vez le cuesta
mucho tomar esta decisión. Pero si cede, le va a ser más fácil hacerlo la próxima vez que se
presente la ocasión. Al repetir varias veces este acto, debilita su hábito de ser honrado. Poco a poco
desaparece este valor, virtud, y aparece en su lugar el contravalor, el vicio de apropiarse de lo ajeno.
• Los valores morales sólo pueden ser cualidades de las personas, de sus acciones o de
sus formas de relación, no de los animales ni de las plantas. Esto significa que sólo los
seres capaces de elegir (libres) y responsables, por tanto de sus acciones, pueden ser
honrados, leales o buenos. En otras palabras, el valor moral se relaciona con la
actividad humana, no en cuanto que tal actividad produce obras externas, sino en
cuanto es actividad producida por el hombre. Esto equivale a decir que el valor moral se
coloca en la estructura de la acción humana, en cuanto humana, en cuanto que define
al mismo hombre. El valor moral tiene por "materia" las acciones libres en las que el
hombre se define a sí mismo. Por tanto:
El concepto de valor moral dice: relación y se refiere a la actividad humana, a los actos del
hombre, a los actos libres.
Son valores que creemos debería apreciar cualquier persona que desee realmente
serlo. El valor moral es el valor que condiciona a la persona en su realización. Por ser el
valor algo inherente a los comportamientos en los que la persona se expresa en
responsabilidad, en libertad, en valor moral aparece como la razón de ser del hombre.
En este sentido, el valor moral es el valor más personalizante. Por eso es un valor
siempre constante en la vida del hombre. Además, por ser el valor de la realización
personal, tiene la complejidad de ser un valor que realiza un ideal umversalmente
válido, pero al mismo tiempo condicionado a la situación personal del sujeto.
Finalmente, el valor moral, al igual que los valores en general, tiene la propiedad de la
jerarquización: se organiza dentro de una tabla de valoración. En este punto la dificultad
radica en la determinación de cuál es el valor supremo dentro del orden moral. La
elección de uno u otro valor, como valor supremo, es lo que define a los distintos
sistemas morales que podemos encontrar en los distintos hombres o grupos de
hombres o que han sido propuestos por pensadores en distintas épocas. Como
ejemplo, en el siguiente cuadro se recogen valores supremos que han dado origen, en
distintas épocas, a distintos sistemas morales o teorías éticas. Con lo que vimos en el
tema anterior le será fácil entender su contenido, aunque en el cuadro aparecen otras
teorías éticas y otros nombres que no mencionamos en aquella oportunidad.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En relación con la jerarquización de los valores morales, nos encontramos con la misma
dificultad que señalábamos al hablar de los valores en general. Pero en orden a una orientación o
pedagógica, educativa, o nacional, de convivencia cívica y democrática, nos debemos preguntar por
una tabla de valores éticos válidos hoy. ¿Podemos establecer una tabla de valores para hoy?
Diríamos que no sólo podemos, sino que debemos establecerla para ser fieles a nosotros mismos,
como individuos y/o como sujetos sociales.
Habrá quienes hablan de la paz, la justicia, la libertad. Otros mencionarán la igualdad, la
democracia, la sinceridad. Las distintas situaciones sugerirán tablas distintas. Así, hoy, en
Venezuela, se habla más de justicia, honestidad, responsabilidad, austeridad, laboriosidad, etc.
Terminemos este punto con un añadido. Los valores de todo tipo componen ideales de vida
buena. Todas las sociedades han soñado estos ideales, de la misma manera que han imaginado
cánones de belleza. Aristóteles consideraba que quien se dedica a la investigación es quien lleva
una vida feliz, mientras que otras escuelas griegas entendieron que el hombre verdaderamente
sabio y feliz es el que sabe distribuir los placeres y los dolores a lo largo de su vida de tal modo que
obtiene el máximo de placer posible {hedonistas), o el que se mantiene imperturbable ante el placer
y el dolor {estoicos), o el que vive según la naturaleza despreciando las convenciones sociales
{cínicos).
Con el tiempo, los ideales se fueron multiplicando: el guerrero y el monje medievales, el noble
culto y versado en el manejo de la espada, el burgués pendiente de su fábrica, el trabajador
revolucionario... Como vemos, son modelos muy ligados a una época concreta y a un determinado
contexto social, que pierden vigencia con los cambios sociales. Aunque es verdad que estos ideales
son importantes en la vida moral, no podemos hablar de un modelo para cualquier persona ¿Cuándo
podemos hablar de que alguien ha dado la "talla humana"? Para responder a esta pregunta hay que
distinguir dos niveles: el de los valores que debería incorporar cualquier persona, y el modo de
articularlos que es propio de cada una.
Para hablar de "talla humana" tenemos que destacar aquellos valores sin los que no podemos
representarnos que una persona pueda ser "humanamente" feliz. La historia nos ha ayudado a
140
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
descubrir lo que deshumaniza: la esclavitud, la explotación, el servilismo, la mentira, la hipocresía, la
insolidaridad, la corrupción. Y, por el otro lado, también nos ha mostrado lo que humaniza: la
libertad, la autonomía, la veracidad, la solidaridad, la honestidad. De quien vive en contra de estos
valores podemos decir que no tiene la moral alta, que no está "alto de moral", sino desmoralizado,
sin ánimo, sin energía. Quien se lanza a la aventura de encarnarlos es el que apuesta por lo
contrario.
Ahora bien, cada uno de nosotros tendrá su peculiar modo de vivir estos valores y otros que
para cada quien serán especialmente atractivos. Cada ser humano es único e irrepetible, y por eso
cada uno ha de averiguar cuál ha de ser su peculiar modo de vivir bien, que es lo que llamamos
automatización. En la tarea de averiguarlo pueden ayudarle personas que le conocen y expertos, y
también puede aprender de ejemplos que le resulten convincentes. Pero al final cada uno tiene que
descubrir qué es lo que realmente quiere y prepararse para conseguirlo. Para cada uno vale el
imperativo: "sé el que únicamente tú puedes ser". Con otras palabras nos los dijo hace algún tiempo
J.G. Fichte: "Sé el que eres". ¿Quién soy yo? Mi respuesta es ésta: desde el instante en que tomé
conciencia de mí, soy aquel en que libremente me he convertido y lo soy porque he sido yo quien me
he convertido en él".
Con esto terminamos este tema tan importante y que ha tocado, aunque sea de manera
breve, los principales aspectos de eso que bautizamos como "sujeto ético". El sujeto ético, podemos
decir resumiendo todo lo que ya llevamos estudiado, es:
a) Una persona humana (tema 1).
b) Que constitutivamente tiene como tarea la de vivir humanamente y al que por eso calificamos
de ser moral, (tema 2).
c) Pero ese ser moral es a la vez un ser social. El hombre que actúa moralmente no es nunca un
individuo aislado, sino el ser social que vive en ese ámbito de interrelaciones, usos,
instituciones, tradiciones que llamamos sociedad (tema 3, moral y sociedad).
d) Sin conciencia no hay vida moral (tema 3, la conciencia moral). Sólo somos responsables de
lo que hacemos en la medida en que sabemos lo que hacemos.
e) Pero la moral, la responsabilidad, la vida social no tendrían el sentido que les damos en
nuestra vida diaria sin presuponer la libertad (tema 3, la libertad).
f) Y porque queremos hacer buenas elecciones, elecciones inteligentes, necesitamos referentes
por los que orientarnos: los valores e ideales de vida (tema 3, los valores).
Pero antes de pasar al tema siguiente, le propongo algunas actividades que le ayuden a
repasar estos últimos aspectos estudiados. Realice las siguientes actividades y ejercicios.
I, Hay muchos modos de afrontar la vida. La historia nos ha mostrado muchos de los valores
que sustentaron la vida de quienes conocemos como nuestros héroes, próceres y hombres de bien.
Muchos de sus valores son también valiosos para nosotros, si bien concebidos con las
modificaciones que los tiempos y los cambios sociales imponen: el valor, la honestidad, el respeto, la
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
lucha por la justicia, etc. Otros como la fuerza en la batalla o el caudillaje, resultan un poco
anticuados en una sociedad que ha apostado, al menos en teoría, por la paz y la participación de
todos en los asuntos públicos.
Hoy en día han ganado terreno valores que en el pasado casi permanecieron ocultos, como la
solidaridad entre todas las personas, el respeto a las diferencias o la igualdad de la mujer. Pero, hoy
como ayer, también existen los "valores del picaro y del vivo".
A la luz de esto, le propongo dos actividades:
a) Elija alguna persona real de la actualidad, y haga una redacción sobre él, destacando los
ideales de vida que tiene o que usted cree que tiene.
b) Diseñe su propio ideal de vida en un escrito para su propio consumo en el que
aparezcan:
Los valores que usted considere fundamentales
Sus aspiraciones
Las posibilidades de realizarlas
Los caminos que crea más adecuados para ello.
142
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
5. Cuando decimos que una de las características de los valores morales es que los
podemos incorporar en nuestra vida personal y/o social, estamos diciendo que:
a) Para hacer buenas elecciones, necesitamos referentes que nos orienten
b) Podemos llegar a poseerlos si reiteradamente los expresamos en actos concretos
c) Cada uno de nosotros debe descubrir su peculiar modo de vivir los valores
d) Debemos romper con todas las normas tradicionales de comportamiento.
El valor es también la cualidad para "acometer grandes empresas" (es decir, la virtud clásica de la
magnanimidad) y para "arrostrar sin miedo los peligros". El valor, en esta acepción, no está en
las cosas, sino en las personas, en la vida, y es la vida misma en su plenitud o rebosamiento:
magnanimidad, generosidad, entusiasmo (con su resonancia etimológica), capacidad de
ponerse ella misma por entero en su propio quehacer.
Valor, magnanimidad, valentía, cuyos opuestos son la pusilanimidad, la cobardía ante la vida, y
también la indiferencia, el conformismo, la inercia vital y la desmoralización, el encontrarse bajo
de moral o en baja forma moral desde el punto de vista de la empresa colectiva. La vida
humana, individual y colectiva es quehacer, porque no se nos da hecha, sino que tenemos que
hacérnosla nosotros. El hombre es constitutivamente moral en tanto que es libre.
La moral es, en este primer plano, quehacer en libertad. La crisis actual de valores consiste en
la desmoralización, en la pérdida de confianza en la empresa del quehacer colectivo, que
trasciende el personal de cada uno de nosotros.
Identifique en el texto lo que, según hemos visto en el tema, llamaríamos valores, así
como los contravalores:
Valores Contravalores
2 ¿En qué se basa el autor para entender por "desmoralización" la pérdida de confianza en la
empresa del quehacer colectivo? Razone su respuesta.
3. Pensando en nuestra situación, como país, ¿con qué palabras describiría usted su
crisis actual de valores? ¿Qué valores cree usted que necesita nuestra sociedad para
poder resolver su crisis moral?
143
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
RESPUESTAS AL EJERCICIO II
Preguntas y Respuesta
1. d
2. a
3. c
4. c
5. b
144
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
Le indico algunas lecturas para los diferentes temas que hemos tocado.
a) Moral y sociedad
Bellah R. y otros. Hábitos del corazón. Alianza. Madrid, 1989. Especialmente el apéndice titulado:
"La ciencia social como una filosofía pública", pp. 377-391.
González Fabre. R. Sobre el estado del Estado en Venezuela. Ifedec. Caracas, 1997. Sobre él
hemos hecho referencia en el texto. Es un libro pequeño (66 páginas) que se lee fácilmente.
Zapata. R. Valores del Venezolano. Ed. Caracas, Conciencia 21. 1996. Especialmente el cap. 4,
"Ética y moral", pp. 87-101.
b) Conciencia moral
c) Libertad
Camps. V. Los valores de la educación. Anaya. Madrid, 1994. Le recomiendo leer el cap. 4, "La
libertad y sus límites", pp.57-71. En unas pocas páginas la autora da una visión general sobre
este tema, apuntando una serie de interrogantes.
Ferrater Mora. J. "Libertad", en Diccionario de Filosofía. Alianza. Madrid, 1981. Tomo III, pp. 1968-
1979.
Fromm. E. El miedo a la libertad. Paidós, Buenos Aires, 1971. Este libro no necesita comentarios.
Aunque yo le estoy citando una edición ya vieja, es fácil encontrar el libro hoy. Ha tenido
muchas ediciones.
Savater. F. Las preguntas de la vida. Ariel, Barcelona, 1999. Especialmente el cap. 6, "La libertad en
acción", pp. 139-162.
145
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
d) Valores
Sólo tres referencias: las dos primeras ofrecen una visión general, sencilla, sobre el tema de
los valores y temas relacionados, mientras que la tercera, más académica, es recomendada para
quienes quieran profundizaren toda la problemática filosófica, axiologias, etc.
Conde, R. Los valores y su pedagogía. Cátedra Fundación Sivensa, Caracas, 1998. Son 20 páginas
muy sencillamente escritas y de fácil asimilación.
CERPE. £/ docente. Pedagogía de los valores. Cerpe. Caracas, 1995. Un tratado breve, pero
completo, sobre el tema de los valores. Ofrece, además, una serie de preguntas de reflexión
después de cada capítulo y contiene un listado de investigaciones llevadas a cabo en
Venezuela sobre los valores.
Paya Sánchez. M. Educación en valores para una sociedad abierta y plural: Aproximación
conceptual. Bilbao, Desclée. 1997. Especialmente referido a nuestro tema de estudio es el
cap. 2, "Axiología y ética", pp.37-100.
146
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 4
EL DESARROLLO
MORAL
147
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
Este tema es una continuación del tema anterior. Seguimos hablando del sujeto ético del cual
dejamos pendiente un aspecto: cuándo el hombre se hace o llega a ser, realmente, sujeto ético.
Este es el tema que vamos a desarrollar ahora
Comencemos con unas afirmaciones de sentido común, pero importantes para ubicar el tema
que vamos a estudiar en esta Unidad.
Esto que acabamos de mencionar, y que puede parecemos algo muy evidente, creemos que
no ha recibido la atención que se merece, a pesar de que de algún tiempo a esta parte el tema ha
venido preocupándonos más y muestra de ello es la abundancia de materiales y publicaciones con
que contamos hoy sobre este tema. Durante mucho tiempo prevaleció una concepción
antropológica para la que lo esencial era lo permanente, lo que todos los hombres somos por
naturaleza en todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia. En cambio, lo que nos
acontece a cada uno, nuestro historial, lo que va siendo como resultado de nuestra propia
biografía... fue considerado accidental o de poca importancia.
La filosofía moral que se inspira en esta concepción del hombre presupone el sujeto moral ya
constituido y se preocupa de los caminos por los que el hombre llega a constituirse en sujeto moral
o a malograrse como tal. No es raro, en consecuencia, que el tema de lo moral, hasta años muy
recientes, había quedado dentro de la filosofía bastante recortado a mero apéndice de la metafísica
o de la teoría del conocimiento. Se pensó tal vez que era un mero producto básico de esos saberes
básicos. Se infravaloraba el carácter constituyente de la génesis histórica social del hombre. Se
cultivó la ficción de unos individuos autónomamente constituidos en sujetos morales, con total
independencia de las vicisitudes materiales y sociales por las que han tenido que pasar para llegar a
ser sujetos, en la forma y medida que lo hayan alcanzado. Las formas inmaduras, deficientes,
particulares o atípicas en que cada uno lo es, se silenciaban como si no existiesen.
Por el otro lado, si el hombre es simple resultado de las incidencias que le ocurren, y si la
ética es simple cuestión de aprendizaje, nadie puede ser considerado en última instancia como
responsable de ser o no ser sujeto moral, ni de actuar de una manera o de otra. Sólo seríamos
sujetos pacientes de procesos de aprendizaje. Responsables serían quienes nos hicieron aprender
o impidieron que aprendiéramos, aunque tampoco ellos habrían actuado de modo distinto a como
148
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Las Ciencias Sociales (Psicología, Antropología y Sociología) han estudiado bajo diversos
enfoques la génesis y maduración del sujeto, del yo, de la identidad. Desde hace algún tiempo, ha
sido la psicología la que se ha ocupado especialmente del tema de la moral, pudiendo hablar hoy,
incluso, de psicología moral. Esta psicología se ha expresado a través de diferentes tópicos pero
estrechamente relacionados: valor moral, actitud moral, conducta moral, juicio o razonamiento
moral. Pensándolo bien, podemos decir que se trata de los componentes de una misma realidad
compleja como es la moralidad. Sin embargo, la elección de un tópico u otro no ha sido irrelevante,
tanto desde el punto de vista teórico como en sus consecuencias prácticas o de índole educativa.
Por eso no es fácil reducir a una misma unidad los diferentes enfoques, aunque todos traten
elementos que mutuamente se complementan. Aquí nosotros vamos a estudiar diferentes enfoques,
hasta cierto punto incompatible, pero también en cierto modo complementario, que abordan, con
distintas terminología y planteamientos, la génesis psicosocial del sujeto y, en consecuencia, la
génesis del sujeto moral.
De acuerdo con estas indicaciones, el objetivo de esta unidad podemos formularlo así:
Pero dado que, como ya hemos señalado, han sido muchas y muy variadas las teorías o
enfoques psicológicos que se han dado como explicación, el logro de este objetivo general
supondrá que conozcamos específicamente algunas perspectivas de cómo se ha tratado lo moral
en psicología, es decir, distintas formas de explicar cómo surge la conciencia moral y cómo el
individuo adquiere unos determinados valores éticos. Hemos elegido cuatro enfoques que vamos a
estudiar:
Deseamos hacer una observación adicional antes de pasar a exponer los diferentes
contenidos. De los cuatro enfoques que vamos a exponer, el 1 y el 4 serán detallados y evaluados.
Los puntos 2 y 3 no los evaluaremos, pero ello no implica que, a manera de información, no demos
noticia de los aspectos fundamentales contenidos en ambos enfoques. Dado, además, que muchos
de los estudiantes que harán uso de estos materiales proceden de carreras relacionadas con la
149
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
educación y teniendo en cuenta la importancia que mucho de lo que vamos a decir tiene para la
educación de los niños y jóvenes, vamos a exponer con cierto detenimiento algunos de los puntos
concretamente el 1 y el 4. Esperamos que esta exposición no resulte excesiva para los estudiantes
de otras carreras.
Esta concepción de la moral es propia de los autores que, de una u otra forma pueden
vincularse a las "posiciones sociologistas", así llamadas porque sus autores más representativos
provienen del campo de la sociología. Para estos autores moral y sociedad son dos palabras
intimamente relacionadas y encontrarán su mejor aplicación en la educación moral que toda
sociedad debe transmitir a sus miembros.
Aquellas concepciones que entienden los hechos morales como fenómenos determinados
exclusivamente por factores sociales. Todos los fenómenos morales pueden entenderse como
generados por condiciones sociales y son consecuencia de sanciones sociales sobre la
conducta.
* Como un proceso mediante el cual los sujetos reciben de la sociedad el sistema vigente de
valoraciones y normas. Estos valores y normas se les imponen con una fuerza ajena a su
conciencia y a su voluntad.
* Se les impone con la autoridad que emana de una entidad social superior a los individuos,
que además ejerce influencia y presión sobre ellos.
En este breve resumen que acabamos de enunciar están ya presentes los puntos clave de
este enfoque:
1. Las normas morales se definen como una obra colectiva que recibimos y adoptamos y
que no contribuimos a elaborar;
2. La responsabilidad deJ sujeto que se está formando queda, en consecuencia, iwf\
limitada; no tiene más tarea que hacer suyas las influencias que desde el exterior se le j
imponen, sin que su conciencia y voluntad tengan papel alguno en la aceptación,
rechazo o modificación de las prescripciones morales que recibe;
150
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
3. En todo caso, la única tarea que corresponde a cada uno de los sujetos en
formación es averiguar la naturaleza y la necesidad de las normas sociales; es decir,
llegar ha conocer su razón de ser. Es a partir de este momento, una vez descubierta la
realidad de las normas sociales, cuando el conformismo adaptativo dejará de ser
presión o imposición y se convertirá en reconocimiento y aceptación de la necesidad
de las normas sociales.
Abundando un poco más en esta posición sociologista, podemos señalar algunos aspectos
más para completar lo que acabamos de señalar y que se los presentamos a manera de grandes
proposiciones que explicamos brevemente:
1. Existen una serie de valores y normas de conducta que deben ser transmitidos de una
generación a la siguiente de forma inapelable. _______
3. En este tipo de modelos y de prácticas, los conflictos vividos por el sujeto se sitúan
siempre en relación a la coherencia entre su vida y las pautas de conducta dictadas desde el
exterior.
El conflicto moral interno, así como la responsabilidad personal para resolver conflictos no
tienen una relevancia considerable, ya que siempre está claro qué se considera como correcto. El
problema radica, pues, en la aceptación de los códigos y en la capacidad del individuo para actuar
de acuerdo con ellos.
Estos modelos implican, pues, la firme creencia en algún elemento de carácter absoluto que
de manera externa aporta soluciones a los diversos conflictos de valor que los sujetos pueden
experimentar en su vida.
Durante mucho tiempo la religión asumió, en el terreno educativo, una pedagogía de los
valores absolutos. Sin embargo, los modelos de valores absolutos basados en motivos religiosos
,
perdieron fuerza en la medida en que se produjo una creciente racionalización de la cultura y la
151
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
sociedad occidental, que obligó a replantearse el tipo de soluciones que se daba a los problemas
morales.
Frente a estas posiciones -la de las creencias religiosas y las posiciones historicistas- se
ubica el sociologismo, posición distinta pero que, sin embargo, mantiene una misma orientación
moral. Su representante más insigne es Émile Durkheim quien, en su intento de huir de los valores
impuestos por la religión, cae a su vez en una nueva autoridad externa: la sociedad.
Nos encontramos, una vez más, en una conciencia moral externa. El individuo continúa sometido a un
elemento externo que debera reconocer como poder superior y digno de ser obedecido y respetado. Una vez
más el sujeto no es libre para tomar decisiones según su conciencia, sino que éstas deberán adaptarse a
aquello que viene impuesto por las normas y los valores sociales. Los dilemas motrales siguen entendiéndose
como conflictos de normas y roles más que como conflictos internos de la propia conciencia. La cultura, la
socialización y la estructura social agotan las fuentes de la moralidad, invitando a prescindir del diálogo interno.
El conflicto moral interno sigue estableciéndose en la capacidad del individuo para adaptarse a lo que se exige
desde afuera.
Hasta aquí la concepción de la moralidad según el sociologísmo. Pero queremos completar lo dicho
deteniéndonos un poco en la persona del padre del sociologísmo, E. Durkheim. Los estudiantes de educación
tuvieron ocasión de conocer algunos de sus planteamientos cuando estudiaron Sociología de la Educación,
Historia de las Ideas Pedagógicas, Educación y Sociedad o temas afines. Lo que aquí vamos a decir les
ayudará a completar lo estudiado en aquel momento.
152
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Decíamos antes que É. Durkheim es el representante más conocido de esta posición. El cribió una
obra titulada La educación moral y en la que, además de trazar las líneas de una educación moral
laica, se esforzó por descubrir los dinamismos sociales y humanos que convierten I hombre en un ser
moral. Tales elementos esenciales de la moralidad son tres: (a) el espíritu de disciplina, (b) la adhesión
a los grupos sociales y (c) la autonomía de la voluntad. Conocer un poco qué entiende el autor por
cada uno de estos elementos ayudará a una mejor comprensión del enfoque que estamos estudiando,
el sociologísmo.
a) El espíritu de disciplina
Sin embargo, en las reglas morales impuestas desde el exterior hay algo más que
predictibilidad y regularidad de las conductas; para que las normas sociales se obedezcan es
necesario que haya también un componente de autoridad. Es decir, la eficacia de la regla moral
supone la influencia o ascendiente de un poder moral que se reconoce como superior. La regla oral
ha de contener en sí misma una fuerza que todos los individuos entienden que es superior a y la
acaten. Tal fuerza no tiene su origen en creencias religiosas, sino que, en opinión de Durkheim,
únicamente puede proceder de una entidad empíricamente superior a los individuos: la vedad.
En síntesis, el respeto a la autoridad y el sentido de regularidad son los dos componentes del espíritu de
disciplina que todo individuo debe adquirir para cumplirlas normas morales por deber y no por miedo a las
consecuencias desagradables que su infracción pidiera acarrear.
Este es el segundo elemento de la moralidad. Este dinamismo moral permite explicar cómo se acepta y
reconoce la autoridad que emana de la sociedad y convierte en obligatorias las normas sociales.
Ante todo, según Durkheim, se debe distinguir entre actos personales y actos impersona/es.
Los primeros, los actos personales, tienen como fin sostener o desarrollar la propia existencia de
quien los realiza y, por tanto, no son actos morales. En cambio, en los actos impersonales, el
fin concierne a otra entidad distinta al propio individuo que los realiza, aunque puedan tener
también algún interés para él mismo. Estos son los actos propiamente morales. Sin
153
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
embargo, como resulta imposible hacer algo por todos los demás tomados individualmente, el objeto
de los actos morales deben serlos grupos o sociedades humanas en su conjunto. En definitiva,
Los fines morales serán aquellos cuyo objeto es la sociedad, y obrar moralmente será obrar por
un interés colectivo. Es decir, el comportamiento moral supone la adhesión, solidaridad y
vinculación al grupo social
Pero corresponsabilizarse de fines que superan a cada sujeto particular no es una carga que
pesa sobre los individuos sino todo lo contrario. Es así, y los sujetos se adhieren a la sociedad,
porque:
la sociedad es una entidad que es más que la suma de los individuos que la
componen; porque posee una naturaleza propia, una personalidad distinta y superior a
la de sus miembros;
la sociedad constituye, pues, una entidad que sobrepasa y es superior a cualquiera de
los individuos que la constituyen;
la sociedad es algo que siendo empírico y no espiritual trasciende la existencia
individual de cada hombre;
además los hombres tienen un interés en unirse a la sociedad porque en ella
reconocen una entidad más variada, eminente y rica que su propia individualidad
concreta y sólo uniéndose a ella consiguen realizar plenamente todas las posibilidades
de su naturaleza.
c) La autonomía de la voluntad
154
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Con estos comentarios sobre É. Durkheim, que hemos incluido pensando en los estudiantes
de educación, concluimos nuestra referencia a este primer enfoque sobre el origen de la moralidad.
Pero antes, creemos necesario hacer algunas consideraciones valorativas y críticas.
155
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURA COMPLEMENTARIA
Por la importancia que ha tenido en la historia de la educación ética el libro de É. Durkheim, La
educación moral, recogemos de él las páginas que hablan del segundo elemento esencial de la moralidad, la
adhesión a los grupos sociales.
"Comenzamos a determinar el segundo elemento de la moralidad. Consiste en la adhesión a un grupo
social del cual es parte el individuo. A su hora nos preguntaremos si entre los diversos grupos sociales que
integramos existe o no una jerarquía; si todos sirven, en el mismo grado, como fines para la conducta moral.
Pero antes de entrar en este planteo específico, debíamos establecer el principio general de que el dominio
de la vida verdaderamente moral no comienza sino donde comienza el dominio de la vida colectiva o, en
otras palabras, que sólo somos seres morales en la medida en que somos seres sociales.
Me apoyé, para demostrar esta proposición fundamental, en una experiencia de hecho que cada cual
puede verificar en sí mismo, en los demás o en el estudio de las morales históricas. Nunca, ni ahora ni en el
pasado, la humanidad ligó un valor moral con actos que sólo tuvieran por objeto el interés personal del
agente. Sin duda que la conducta moral siempre ha sido concebida como productora necesaria de
consecuencias útiles para un ser vivo y consciente, cuya felicidad aumenta o cuyos sufrimientos disminuyen.
Pero no existe ninguna sociedad que admita que el ser cuyos intereses sirve sea el mismo que realiza el
acto. El egoísmo ha sido universalmente clasificado entre los sentimientos amorales. Esta comprobación
elemental es rica en consecuencias. Si el interés individual no tiene valor en mí, evidentemente tampoco
podría tenerlo en otro. Si mi individualidad se indigna de servir como fin a la conducta moral, ¿por qué lo
sería la individualidad de mis semejantes, que no es superior a la mía? De donde se desprende que si existe
una moral, debe ligar necesariamente al hombre con fines que rebasan la esfera de los intereses
individuales. Resuelto este problema nos queda saber qué son y en qué consisten esos fines supra-
individuales.
Ya hemos visto, con toda evidencia, que fuera del individuo sólo existe un ser psíquico, un solo ser
moral empíricamente observable, a quien pueda referirse nuestra voluntad: la sociedad. Sólo la sociedad
puede ser objeto de la actividad moral. Para esto, naturalmente, debe llenar varias condiciones. En primer
término es necesario que no se reduzca a ser una simple colección de individuos. Si el interés de cada
individuo por separado está desprovisto de todo carácter moral, evidentemente la suma de todos esos
intereses, por muy numerosos que sean, tampoco lo tendrían. Para poder desempeñar en la moral un papel
que el individuo no puede llenar, es necesario que tenga una naturaleza propia, una personalidad distinta a la
de sus miembros. La sociedad cumple esta condición. La sociedad es un ser psíquico que tiene su forma
especial de pensar, sentir y actuar, diferente a la de los individuos que la componen, así como la célula viva
es distinta de la simple suma de moléculas no vivas que la forman o el organismo es distinto a la suma de
sus células. Un hecho en especial demuestra claramente el carácter específico de la sociedad: el modo en
que la personalidad colectiva perdura, idéntica a sí misma, a pesar de los incesantes cambios que se
producen el conjunto de las personalidades individuales. Así como la fisonomía física y moral del individuo
permanece igual en sus rasgos esenciales aunque al cabo de un breve tiempo las células, que son la materia
del organismo, se renueven totalmente, también la fisonomía colectiva de la sociedad permanece igual a sí
misma, salvo las secundarías diferencias debidas a la edad, a pesar del incesante renovarse de las
generaciones. Concibiendo la sociedad como un ser distinto al individuo tenemos por fin algo que lo supere,
sin que sea necesario salir del terreno de la experiencia"
É. Durkheim, La educación moral, Buenos Aires, Ed Schapire, 1972, pp. 76-78)
156
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Antes de continuar con el estudio de los otros aspectos de nuestra unidad, le sugiero que
trate de responderse a los siguientes puntos. Sus respuestas le ayudarán a comprender mejor los
aspectos estudiados. Le hacemos una serie de preguntas y le sugerimos, al mismo tiempo, algunas
pistas de respuesta.
3. ¿Qué tipo de conciencia está implícito en el enfoque sociologista? ¿Externa? ¿Interna? ¿Autónoma? ¿Heterónoma?
Pistas de Respuestas:
El tipo de conciencia implícito en este enfoque es "conciencia externa", "conciencia heterónoma", porque niega de forma implícita o explícita la
autonomía personal. Siempre hay algún elemento de carácter absoluto que de manera externa aporta soluciones a los diversos conflictos de
valor que los sujetos pueden experimentar en su vida.
4. Cuando É. Durkheim menciona el espíritu de disciplina como un elemento esencial de la moralidad, ¿qué quiere decir?
Pistas de Respuestas:
Dos cosas entiende É. Durkheim por espíritu de disciplina: a) Las acciones morales responden siempre a un sistema de reglas
preestablecidas y actuar moralmente es actuar conforme a esas normas que la sociedad tiene establecidas. Una vida moral es una
vida regularizada; la arbitrariedad, la indecisión o el azar han sido sustituidos por normas sociales preestablecidas que se imponen a los
sujetos b) El componente de autoridad. La eficacia de una regla moral supone la influencia de un poder moral reconocido como superior por
todos los individuos y que, por tanto, lo acatan
5. ¿Por qué, siempre según Durkheim, obrar moralmente es obrar por un interés colectivo?
Pistas de Respuestas:
Los actos personales no son actos morales. Sólo los impersonales lo son. Pero como es imposible hacer algo por todos los demás tomados
individualmente, entonces el objeto de los actos morales deben ser los grupos. Los fines morales, para Durkheim, tienen como objeto la
sociedad y, en consecuencia, obrar moralmente es obrar por interés colectivo. El comportamiento moral supone adhesión, solidaridad y
vinculación al grupo social.
6. ¿En qué consiste la autonomía moral de que habla Durkheim?
Pistas de Respuestas:
Recuerde la comparación que hace Durkheim con las ciencias naturales y su aplicación a las leyes morales. La autonomía moral no es otra
cosa que el reconocimiento de la necesidad de las normas de la sociedad.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Como ya señalamos en la introducción, este punto no será evaluado, pero no por ello
creemos que debamos pasar por alto la contribución del psicoanálisis al estudio de la conciencia
moral.
La preocupación por los problemas morales está presente en la obra de Freud desde el
primer momento. Freud no puede construir una dinámica psíquica sin contar con la instancia moral
que es constitutiva del ser humano. Para Freud, como psicoanalista, todo comienza porque se
encuentra con unos preceptos éticos y con el hecho de que, para aceptarlos o para rechazarlos o
transgredirlos, todo ser humano ha de contar con ellos: ¿Cómo es posible que hay que obedecerlos
para uno mismo e incluso por sí mismos?, a bien: ¿dónde están los preceptos que hay que
obedecer o de qué índole son cuando no son parangonabas a ningún otro?
Los planteamientos de Freud sobre la génesis de la conciencia moral han sido objeto de una
fuerte e inacabada polémica, pero su influjo revolucionario está fuera de toda duda.
Para Freud, la conciencia moral no es una facultad original de discernir entre el bien y el mal,
pero sí sería algo consecuente, de forma necesaria, a las necesidades características del desarrollo
psicobiológico.
La prolongada dependencia del ser humano, a nivel biológico primero, y, sobre todo, en el
plano psíquico, respecto de las figuras parentales (padres), ejerce un influjo determinante en el
psiquismo llevando a la instauración del superyó. A grandes rasgos, este es el sentido del no-
innatismo y de la necesidad, sin embargo, de la conciencia moral.
Efectivamente, Freud sostenía que "podemos rechazar la existencia de una facultad original,
en cierto modo natural, de discernir el bien y el mal". Y en otro lugar afirmará: "si la conciencia moral
es algo dado en nosotros, no es, sin embargo, algo originariamente dado". Sería, en cambio, algo
derivado de los influjos externos y de determinadas situaciones psíquicas más primitivas. A la
adquisición de los contenidos concretos, el sujeto es llevado a través de determinaciones de tipo
autoritario que están encarnadas en las instancias paternas. Las decisiones externas a él, que le
llegan por la vía de su necesaria dependencia biológica y psíquica, van a hacer surgir este criterio
valorativo.
158
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Freud lo explica del modo siguiente: el nuevo ser, el niño, depende en forma absoluta de sus
padres o de quienes hacen sus veces. Esa dependencia se traduce en la necesidad de protección y,
en definitiva, de amor. Pero su progresiva experiencia le va haciendo percibir qué actitudes y
comportamientos favorecen y aseguran ese amor necesario, al tiempo que también va descubriendo
lo contrario. De este modo llegará al establecimiento del criterio radical de lo bueno y de lo malo: lo
que garantiza el amor que necesita, es decir, lo que agrada a los padres, es bueno; malo será lo
contrario. En otras palabras,
el punto de referencia para discernir o distinguir el bien y el mal será la autoridad encarnada en
las figuras paternas.
Por tanto:
La conciencia moral no es una facultad original de discernir el bien y el mal, pero sí sería algo
consecuente, de forma necesaria, a las peculiares características del desarrollo bio-
psicológico.____________________________________________________________
Se establecerá así una primera fase de moralidad heterónoma, que luego habrá de madurar
en un tipo de conciencia, principio de moralidad autónoma.
Por eso, está claro que no hay que malentender esta afirmación como si se excluyese una
facultad cognoscitiva capaz de llegar a captar lo que es bueno y lo que es malo. Se dice, y parece
razonable, que inicíalmente no le está dado al individuo ningún contenido objetivo de lo que ha de
calificarse como bueno o de lo que habría de considerarse como malo. A la adquisición de estos
contenidos concretos y al establecimiento de los criterios para discernirlos es llevado el nuevo
sujeto a través de las determinaciones de tipo autoritario que están encarnadas, como ya hemos
dicho, en
159
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
las figuras parentales. Las decisiones externas a él, que le llegan por la vía de la necesaria
dependencia biológica y psíquica, van a hacer surgir ese criterio valorativo.
En el principio fue el ELLO, haz de instintos libidinosos y agresivos que domina enteramente la vida
infantil; por tanto, el niño en sus primeros años es un ser amoral, ya que carece de una verdadera
organización de sus instintos, que sólo se iniciará a parir de las primeras "representaciones". La caótica
dinámica instintual del ELLO termina por organizarse en torno a las dos fuerzas instintivas básicas, Eros y
Tánatos (erotismo y agresividad), que actúan, respectivamente, según los principios rectores del placer y
de la repetición".
La conciencia moral aparece inicialmente en el niño bajo la forma de constricción moral, vinculada al
proceso de formación del YO. El YO aparece como una instancia autónoma a partir de una porción del
ELLO organizada y progresivamente racionalizada, regida primordialmente por el "principio de realidad".
La función del YO se define, ante todo, por su búsqueda de un difícil equilibrio entre las ciegas exigencias
instintivas del ELLO, la realidad exterior que se muestra ineludible desde el mundo exterior y la presión
que ejerce la tercera instancia del psiquismo, el SUPERYO.
El SUPERYO es concebido como nuestra conciencia moral. En el SUPERYO se interiorizan las normas y
exigencias paternas como un cúmulo de prohibiciones sin discusión posible y por el mero imperativo de la
necesidad de subsistencia, que de lo contrario se vería amenazada. Por su función crítica y de censura,
Freud vincula la conciencia o SUPERYO a la represión. La conciencia se caracteriza por la severidad
prohibitiva con que actúa para impedir la realización de los deseos del ELLO. Merced al equilibrio que se
establezca entre las exigencias del ELLO y las prohibiciones del SUPERYO es posible la supervivencia
del individuo
160
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Debe quedar bien clara la distinción: el superyó heterónomo, inconsciente y alógico del niño
representa una etapa, un estancamiento o una regresión en el desarrollo de la verdadera conciencia
moral, autónoma, consciente y racional.
El superyó tiene que seguir su proceso de maduración, al término del cual podría tener lugar la
interiorización necesaria para que el sujeto haga suyas en verdad las normas recibidas de las
instancias autoritarias externas. Se constituirá, entonces, y sólo entonces, la auténtica
conciencia autónoma, capaz de ser norma reguladora del comportamiento ético.
En el estadio más avanzado del desarrollo psíquico, cuando se alcanza el nivel genital, ocurre
una transformación del superyó, en el sentido de que se suaviza su severidad. Las figuras
parentales van perdiendo su carácter amenazador, se intensifican las identificaciones con el "objeto
bueno", y las relaciones con ese objeto adquieren un carácter positivo, dominado por la compasión y
por el deseo de reparar. Esto implicará una modificación en la naturaleza misma del superyó. Este
deja ser una instancia amenazadora y despótica, para cumplir una función más suave y persuasiva:
se transforma progresivamente en conciencia, en el sentido propio del término.
Otros autores psiconalistas, Charles Odier, por ejemplo, nos hablará de estas dos etapas del
desarrollo de la conciencia moral, estableciendo las diferencias entre la seudomoral del superyó
inconsciente (fase heterónoma) y la auténtica moral enraizada en la conciencia moral autónoma. La
moralidad inconsciente del superyó (la primera) aparece como algo negativo, desde luego inmaduro,
¡en definitiva falso; frente a ella, la auténtica conciencia, fuente de moralidad, es un síntoma de
madurez psíquica y ética, dando lugar a una moralidad en la madurez responsable.
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Como crítica a la explicación que da Freud del origen y desarrollo el sentido moral podemos señalar
el que orienta a la psicología de la moralidad por derroteros de notable pesimismo. El sentido moral, la conciencia
participa de las características asignadas al superyó: es rígido e hipermoral; está "desexualizado", es decir, ha
perdido el componente erótico y consiguientemente orienta la fuerza hacia "el deber imperativo, riguroso y cruel";
es la fuente inevitable del sentimiento de angustia, produciendo dosis elevadas de infelicidad humana.
Los desarrollos posteriores de la teoría freudiana han insistido en que además de esa conciencia
heterónoma, identificada absolutamente con el superyó, por un proceso evolutivo de maduración, el sujeto llega
a una conciencia moral autónoma, en la que el superyó suaviza sus rigores, amenazas y dominios, para cumplir
una función más persuasiva, dando paso al sentimiento de culpabilidad, con valor social. Es la conciencia moral
propiamente dicha.
A pesar de que, como ya lo señalamos anteriormente, el contenido de este punto no formará parte de los
temas y objetivos a evaluar, sí creemos que, antes de continuar, puede serle útil (con ayuda de este resumen),
verificar la comprensión de los aspectos que acabamos de desarrollar. A ello queremos contribuir con este breve
resumen.
1. Todo lo que hemos dicho sobre el origen de la conciencia moral en Freud, lo podemos resumir en los
siguientes núcleos temáticos. Este resumen le ayudará a entender mejor todo lo que antecede.
La explicación freudíana del desarrollo del sentido moral se sitúa dentro de un cuadro teórico compuesto por
los siguientes elementos:
2. Instintos: "instinto de vida, eros; instinto de muerte, thánatos. Principios: "principio del placer y
de la repetición" y "principio de la realidad"
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El niño, el ser humano, depende a nivel biológico y psíquico de sus padres, depende en forma casi absoluta. Esta
dependencia se traduce en necesidad de protección y de amor. Su experiencia de dependencia le hace descubrir qué
es bueno y qué es malo. Bueno es lo que agrada a los padres, malo lo que les desagrada. El punto de referencia
para distinguir el bien y el mal será la autoridad encarnada en las figuras paternas
La conciencia se identifica con la instancia del Superyó, conciencia y superyó están asociados con la represión. Se
caracteriza por la severidad prohibitiva con que actúa, no es una facultad original de discernir el bien y el mal, sino
una consecuencia necesaria de las características del desarrollo biopsicológico. Si ha tenido padres
rígidos, castigadores, etc. el niño tendrá una conciencia muy represiva y prohibidora. Será un reprimido.
5. Críticas a Freud
Orientación pesimista, identifica conciencia con superyó; la conciencia es rigida e hipermoral; fuente de sentimientos de
angustia concepción pesimista del hombre
Consiguientemente, el origen del sentido moral coincide con la formación del superyó. Ahora
bien, éste nace de un hecho biológico (la prolongada dependencia del niño respecto de los padres) y
de un acontecimiento psíquico (el complejo de Edipo). La instancia del superyó es la continuación y
sustitución de la instancia parental, de la que aquél recoge el carácter rígido y no el amoroso. La
instancia parental es sustituida por el superyó, el cual vigila, dirige y amenaza al yo exactamente
como antes los padres al niño. El superyó es también el factor mediante el cual se transmiten los
valores de una generación a otra.
6. ¿Cuál es la contribución que hace M. Klein? ¿Cuáles son los cambios que experimenta el superyó
y que hacen que se transforme progresivamente en conciencia, en el sentido propio del término?
-Klein desarrolla su teoría para pasar desde una conciencia externa, inconsciente y alógica a una
conciencia moral autónoma, consciente y racional
-En el estadio más avanzado del desarrollo psíquico, elsuperyó suaviza su severidad, los padres
pierden su carácter amenazador y las relaciones toman un carácter positivo. Distingue dos momentos
de la conciencia:
Conciencia heterónoma: el superyó produce temor y angustia.
Conciencia autónoma: el superyó produce el sentimiento de culpa.
7. ¿Cuáles son algunas de las características de la conciencia que ha alcanzado la maduración de la
autonomía, según Ch.Odier?
Habla de dos etapas en el desarrollo de la conciencia:
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Dada la importancia que en ciertos ambientes tiene el conductismo de tipo skinneriano, así
como las teorías psicológicas del aprendizaje que se relacionan con ese enfoque, creemos
necesario decir algo sobre la posición de este enfoque. La peculiaridad de los diversos autores que
podríamos englobar aquí viene dada por la procedencia conductista de estas teorías y por su
orientación marcadamente experimental. Por razón de esta peculiaridad, las teorías del aprendizaje
ofrecen, más que realizaciones concretas, orientaciones de carácter global y en perspectivas de
futuro.
Las teorías del aprendizaje, bueno es saberlo, no constituyen un cuerpo doctrinal compacto
en relación con el tema de la moralidad; no existe en ellas un acuerdo como el que se puede
encontrar en la teoría psicoanaiítica que acabamos de describir, o como el que se descubre en la
teoría cognitivo-evolutiva que veremos más adelante. Son notables las diferencias de planteamiento
y de orientación entre el conductismo tecnológico de B. F. Skinner, por ejemplo, o la teoría del
aprendizaje de A. Bandura.
Como indicadores de los planteamientos conductistas en el área de lo moral hemos elegido
dos significativos psicólogos, B.F. Skinner y A. Bandura, sobre quienes le presentamos algunos
comentarios, a manera de información sobre sus líneas de pensamiento.
3.1. El conductismo de B.F. Skinner
La teoría skinneriana de la conducta humana hunde sus raíces en el conductismo y se
presenta con pretensiones de alcanzar el nivel de "científicidad" positiva en orden a construir una
técnica de la enseñanza y de la terapia.
Desde estos presupuestos, la explicación de la conducta humana reside básicamente, según
Skinner, en el "condicionamiento operante", entendido éste como refuerzo (positivo o negativo) para
reducir o mantener un determinado tipo de comportamiento.
En coherencia con lo anterior, la moral, como cualquier otra conducta (hablar o manejar un
carro), se aprende gracias a las contingencias o efectos que ha tenido tal conducta en situaciones
anteriores. Aprendemos a manejar un carro practicando, es decir, seleccionando las conductas
motoras que son eficaces y dejando de lado las que nos dan mal resultado. Las eficaces son las
que obtienen un refuerzo: el carro avanza, no se ahoga ni se apaga, y por eso antes o después
terminamos por "modelar" nuestra conducta y extinguir aquellas cuyo efecto es negativo.
'Aprendemos a no tomar café si nos desvela y queremos dormir, de la misma manera que
aprendemos a no robar si no queremos ir a la cárcel. En ambos casos evitamos un castigo.
La comprensión skinneriana de la ética se reduce a la afirmación siguiente: "Emitir un juicio de
valor llamando a las cosas buenas o malas significa clarificarlas desde el punto de vista de sus
efectos reforzadores" (B.F. Skinner, Más allá de la libertad y de la dignidad, Barcelona, Fontanella,
1973, p. 135).
La moral es algo "ambiental" ya que las normas son formulaciones de contingencias
prevalentes; no existe moral "autónoma", así como no existe sujeto "autónomo" de la conducta. El
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clasificadas de buenas o malas, y lo siguen siendo cuando se dirigen a animales, que no las llaman
buenas o malas, o a niños u otras personas que tampoco son capaces de hacerlo" (pp. 134-136).
"La lucha por la libertad y la dignidad ha sido formulada como una defensa del hombre
autónomo más que como una revisión de las contingencias de refuerzo bajo las cuales la persona
vive. Una tecnología de la conducta resulta ya accesible, la cual reduciría con más éxito las
consecuencias aversivas de la conducta, próximas o diferidas, y daría toda su importancia a las
conquistas que es capaz de lograr el organismo humano. Pero los defensores de la libertad se
oponen a su uso. La oposición puede plantear determinadas preguntas con respecto a los 'valores':
¿Quién debe decidir lo que es bueno para el hombre? ¿Cómo se usará una tecnología más eficaz?
¿Quién lo hará y con qué finalidad? Estas cuestiones se refieren en realidad a los reforzadores.
Algunas cosas se han convertido en 'buenas' a lo largo de la historia evolutiva de la especie, y se
pueden utilizar para inducir a las personas a comportarse 'por el bien de otros'. Al ser utilizadas en
exceso pueden encontrar resistencia, y el individuo entonces puede recurrir a cosas buenas sólo
para él. A esa resistencia se puede contestar intensificando las contingencias que generan
conducta en bien de otros, o poniendo de relieve conquistas individuales previamente descuidadas,
tales como las definidas como seguridad, orden, salud, riqueza o sabiduría. Posiblemente de modo
indirecto, otras personas conducen al individuo bajo el control de algunas consecuencias remotas
de su conducta, y el bien de otros en este caso redunda en el bien del individuo" (pp. 150-160).
Como habrá podido observar en este breve texto, los conceptos clave que usa Skinner son:
condicionamiento operante, refuerzos, efectos reforzadores y ambiente.
3.2. Albert Bandura: el aprendizaje social
Heredera de la tradición conductista es la corriente del aprendizaje social, representada entre
otros por A. Bandura. No obstante, no son tan radicales como Skinner, pues, a diferencia de éste,
los teóricos del aprendizaje social creen que la conducta social implica la adquisición no sólo de
hábitos o respuestas aprendidas, sino también de normas, valores y juicios evaluativos, elementos
que para Skinner no son más que constructos "mentalistas" sin ninguna base científica.
Para Bandura:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Bandura defiende una tendencia evolutiva en el desarrollo de lo moral, si bien no acepta que
existen estadios morales uniformes, como sostendrán J. Piaget o L. Kohlberg, a quienes nos
referiremos más adelante. Casi más bien habría que decir que para Bandura el proceso de
moralización sufre una serie de cambios orientados progresivamente hacia el control interno de la
conducta.
En el texto que sigue, tomado de su libro Pensamiento y acción, el "Juicio moral", Barcelona,
Martínez Roca, 1987, pp. 516-517, el autor nos muestra el camino de esos cambios en el proceso
de moralización.
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se propuso estudiar el surgimiento de las normas morales en el seno de las relaciones entre
niños, y no sólo del niño con el adulto. Para ello trató de descubrir un ámbito en el cual los
niños establecen sus propias regulaciones y lo encontró en los juegos de reglas, muy
extendidos entre los seis y los doce años de edad.
Piaget realizó sus investigaciones con niños suizos, de seis a catorce años, a quien entrevistó
también sobre otro tipo de problemas como la responsabilidad a la luz de las intenciones, la mentira,
el castigo, la noción de justicia, etc. Desde nuestra perspectiva adulta, todos estos asuntos tienen
que ver de alguna forma con lo que entendemos por moral. Los adultos, además, ponemos mucho
énfasis en inculcar en los niños ciertas normas básicas de relación entre las personas que tienen
que ver con el bienestar físico y psicológico de los otros (no dañarlos), la honestidad (no mentir), la
propiedad (no robar), etc., y procuramos hacerlas cumplir usando medios diversos, desde la
explicación hasta las amenazas de castigo. El autor eligió problemas muy cercanos a los niños que
se plantean con frecuencia en su interacción con los adultos y, en general, con las normas que
emanan de ellos.
La originalidad de los trabajos de Piaget radica en que, en sus entrevistas a los niños, indaga
a fondo en las razones y justificaciones que dan a los problemas morales, en vez de centrarse sólo
en sus valoraciones morales. Y esto es importante, porque dos individuos pueden valorar de la
misma manera un suceso y sin embargo justificarlo de modos diferentes, razonando, no obstante,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
del mismo modo. Por ejemplo, se puede rechazar la mentira argumentando dos razones muy
diferentes: 1) la mentira es mala porque rompe un acuerdo implícito entre las personas, el de la
confianza; o 2) está mal mentir porque quedas muy mal si te descubren. Asimismo, en el terreno de
la conducta moral podemos encontrar que dos personas toman decisiones opuestas frente a un
conflicto o asunto humano (por ejemplo, ante un embarazo no deseado, la elección de abortar o no)
y, sin embargo, analizando sus justificaciones particulares, podemos descubrir que éstas son en el
fondo similares. Para alguien que elige abortar como para alguien que rechaza esta opción la razón
última podría ser el miedo al castigo (social o humano en un caso, divino en el otro) y no
necesariamente un principio más abstracto y universal acerca de la vida y de su valor. Por tanto,
sólo investigando los juicios que hacen las personas sobre los sucesos sociales y humanos y sobre
sus propios valores es posible llegar a entender cabalmente los motivos de su conducta y la
estructura de su razonamiento.
Su trabajo se ocupa fundamentalmente del pensamiento o juicio moral teórico de los niños, y
no de sus juicios prácticos ni de su conducta moral en situaciones concretas.
El primero (el juicio moral teórico) se refiere a los juicios que emitimos sobre un problema
moral ajeno a nosotros mismos en el sentido de que no estamos involucrados personalmente.
El pensamiento práctico (el juicio práctico) es, al contrario, un pensamiento activo y "en
contexto", puesto que se trata de los juicios que hacemos frente a una situación concreta que nos
concierne directamente y ante la que hemos de tomar ciertas decisiones para actuar. Tales
decisiones y acciones efectivas pueden o no ser coherentes con nuestro juicio, lo que dependerá de
factores muy diversos. Así pues, Piaget estudió el juicio teórico de los niños frente a problemas de
tipo moral que ocurren a protagonistas "desconocidos" con el propósito de conocer las razones por
las que piensan que un acto es bueno o malo.
Para Piaget,
Existe un consenso muy generalizado entre los pensadores que afirman que la moral está
constituida por un sistema de reglas que los individuos deben llegar a respetar. Tal
unanimidad, sin embargo, se rompe cuando el interés se centra en el modo como la conciencia
individual llega a respetar esas reglas y en el modo como se establecen dichas reglas.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En buena medida Piaget responde a estos interrogantes manteniendo una controversia con la
tesis de Durkheim quien, como ya vimos, no supo justificar el desarrollo de una moral autónoma,
quedando anclado en los aspectos exteriores y heterónomos que conlleva toda mortalidad. Piaget,
por el contrario, afirmará que:
en circunstancias normales los jóvenes experimentan un desarrollo que les lleva desde una
moral basada en la presión adulta a una moral de la cooperación y la autonomía.
La educación moral tiene como objetivo prioritario construir personalidades autónomas, por lo
que la intervención educativa debe centrarse en el paso de la moral heterónoma a la moral
autónoma.
A demostrar tal hipótesis dedicó la mayoría de sus investigaciones en este campo.
1. Ninguna realidad moral es completamente innata, sino que resulta del desarrollo cognitivo y
sobre todo de las relaciones sociales que el niño establece con los adultos y con sus iguales.
Para Piaget, la moral depende del tipo de relación social que el individuo sostiene con los
demás y existen, por tanto, tantos tipos de moral como de relaciones sociales. Las relaciones
interpersonales son, en último término, el principal factor en la elaboración de los criterios de juicio
moral. Como las relaciones sociales pueden ser de diferente naturaleza, así ocurrirá también con la
moral.
De acuerdo con dicha hipótesis, él distingue dos formas diferentes: la moral heterónoma,
basada en la obediencia y la moral autónoma basada en la igualdad.
2. Las relaciones de presión que el niño mantiene con los adultos favorecen la moral
heterónoma. En ella se da una relación de respeto unilateral basado en la desigualdad entre el
adulto y el niño que conduce al sentimiento del deber y de la obligación. _______________
El niño reconoce la autoridad del adulto y tiende a buscar su aprobación y evitar el castigo.
Según Piaget, las normas que "emanan" del adulto se convierten en algo relativamente sagrado
para el niño pequeño, en el sentido de que no deben ser alteradas: lo bueno es obedecer y lo malo
desobedecer. Dicho de otro modo, cualquier acto de obediencia a las reglas o al adulto es bueno;
cualquiera no conforme a las reglas es malo. Es decir, que las reglas no son aún algo que haya
elaborado el propio niño, sino que son exteriores a él, impuestas desde afuera.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Este tipo de moralidad infantil, basada en un respeto unilateral del niño al adulto y en el
acatamiento de sus normas, fue denominada por Piaget moral heterónoma, puesto que depende
de la autoridad del adulto, de la presión que éste ejerce sobre la conciencia del niño.
Pero hay algo más que dice Piaget. La posición heterónoma conlleva una orientación
sistemática que el autor denomina realismo moral y que surge como consecuencia de la
incapacidad para diferenciar lo psíquico de lo físico, y que lleva al niño a rectificar (cosificar) los
contenidos de la conciencia. Este realismo moral se define como la tendencia del niño a considerar
los valores morales como subsistentes en sí mismos, independientes de la conciencia y
obligatoriamente impuestos.
Entre las principales manifestaciones del realismo moral cabe destacar:
El realismo moral comienza a superarse en torno a los seis o siete años, momento en que
comienza a abandonarse la moral heterónoma.
3. Las relaciones de colaboración entre iguales generan la moral autónoma. Esta etapa moral
se construye a partir de una relación con los compañeros basada en el respeto mutuo que
surge del hecho de considerarse iguales y de respetarse recíprocamente.
Lo dicho hasta ahora supone un cierto proceso de maduración, es decir, una trasición gradual
de una estructura mental a otra, de una moral convencional a una moral de un código racional, de
una moral heterónoma a una moral autónoma.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LA MORAL HETERÓNOMA
1. Es impuesta desde el exterior como un sistema de reglas obligatorias. Tiene carácter coercitivo y es la fuente
del deber. 2. Se basa en el principio de autoridad, el respeto unilateral y las relaciones de presión. 3. Se
encuentra de hecho en la mayoría de las relaciones entre el adulto y el niño. 4. Su práctica es defectuosa por
ser exterior al individuo que la deforma egocéntricamente. 5. La responsabilidad se juzga en función de las
consecuencias materiales de una acción: realismo moral. 6. La noción de justicia se basa en la obediencia a la
autoridad y en la evitación del castigo. Las prohibiciones deben ser necesaria, dolorosa y
arbitrariamente castigadas. La función del castigo es la expiación. Al final, la justicia empieza a basarse en la
igualdad; deja de ser retributiva y se hace distributiva, pasando por una fase de mero y estricto igualitarismo.
LA MORAL AUTÓNOMA
1. Surge del propio individuo como un conjunto de principios de justicia. Tiene carácter espontáneo y es fuente
del bien. 2. Se basa en el principio de igualdad, el respeto mutuo y las relaciones de cooperación. 3. No es estática y
fija, sino una forma de equilibrio límite en las relaciones sociales. 4. Su práctica es correcta por ser el resultado de
una decisión libre y racional. 5. La responsabilidad se juzga en función de la intención.
6. La noción de justicia supera la fase del estricto igualitarismo para basarse en la equidad. El principio de
justicia autónomo es la forma superior de equilibrio de las relaciones sociales. Se basa en la reciprocidad.
Los castigos se convierten así en algo motivado, no necesario y recíproco
Como habrá podido ver en el esquema anterior (tomado de Díaz-Aguado, M.J. y Medrano, C,
Educación y razonamiento moral, Bilbao, Ed. Mensajero, 1995, p. 22), Piaget insistirá, a propósito
del paso de una moral heterónoma a una autónoma, en que es precisamente en el seno de las
relaciones entre iguales- donde los niños tienen verdaderas oportunidades para "practicar" la
reciprocidad y la cooperación, y para "sentir" la justicia o injusticia de determinadas acciones o
decisiones. Por ejemplo, el simple hecho de que dos niños de cinco o seis años disputen por un
material o juguete conducirá a experiencias muy diferentes si interviene el adulto o si lo resuelven
entre ellos.
En el primer caso, pueden sentir que se llegó a una solución que nos les agrada (por ejemplo,
si el adulto decide dar el objeto a uno de ellos), pero es evidente que la solución es resultado de la
imposición de una figura de autoridad. Ellos no han tenido, por así decirlo, ninguna experiencia de
haber resuelto un conflicto planteado entre dos "iguales", es decir, entre individuos con ¡guales
derechos.
En el segundo caso, es decir, si la situación se resuelve entre iguales, cualquiera que sea la
solución a la que lleguen, provocará sentimientos intensos acerca de lo buena o mala que fue. Si
uno de los niños pegó al otro y le arrebató el objeto, la "víctima" sentirá un profundo disgusto y
probablemente lo manifestará quejándose o llorando. Esta reacción será, a su vez, un estímulo
importante para el otro niño, puesto que le está informando sobre cuál es el estado de ánimo del
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
compañero. En una situación así no es improbable que el agresor termine por buscar alguna otra
solución para evitar el disgusto del compañero o el riesgo de perder su amistad. Igualmente intensos
pueden ser los sentimientos que provoca una solución que complace a ambos, sobre todo cuando
previamente se han planteado conflictos.
Lo interesante es que, al interactuar con otras personas, y especialmente con los iguales, el
niño se enfrenta con otras perspectivas diferentes a las suyas, lo que tiende a provocarle ciertos
conflictos: La resistencia que oponen los otros a sus deseos o puntos de vista le producen al niño
un conflicto que sólo puede resolver teniendo en cuenta esas otras perspectivas y superando, por
tanto, los rasgos egocéntricos de su conducta y de su pensamiento. Es gracias a este tipo de
experiencias que se produce un desarrollo propiamente humano, puesto que las otras personas son
una permanente fuente de conflictos y de relativización de puntos de vista; son los otros quienes
exigen que comuniquemos nuestras ideas, deseos, etc., y, por tanto, los que nos mueven a
estructurar y organizar esas ideas en lenguaje y pensamiento. Por eso, Piaget afirma: "El individuo
por sí sólo es y permanece egocéntrico [...] y no puede ser consciente de su propio pensamiento,
pues la conciencia de sí mismo implica una confrontación continua del yo y el otro" (£/ criterio moral
en el niño, pp. 337-338).
LECTURA COMPLEMENTARIA
Recogemos un pasaje importante del libro de J. Piaget, El criterio moral en el niño, pp. 164-165, en el
que describe y explica lo que hemos venido comentando, haciendo referencia a las etapas del desarrollo del
juicio moral.
"Los resultados obtenidos durante nuestro estudio del realismo moral confirman los de nuestro
análisis de las reglas del juego de las canicas (metras): parece ser que en el niño existen dos morales
distintas. Estas dos morales se deben a procesos formadores que, en líneas generales, se suceden sin
constituir, a pesar de ello, estadios propiamente dichos. Es posible, además, marcar la existencia de una
fase intermediaria. El primero de estos procesos es la presión moral del adulto, presión que da como
resultado la heteronomía y por consiguiente el realismo moral. El segundo es la cooperación que provoca la
autonomía. Entre estos dos, puede distinguirse una fase de interiorización y de generalización de las reglas
y de las consignas.
La presión moral se caracteriza por el respeto unilateral. Como demostró claramente M. Bovet, este
respeto es la base de la obligación moral y del sentimiento del deber: toda consigna que proviene de una
persona respetada es el punto de partida de una regla obligatoria. Esto está totalmente confirmado por
nuestra encuesta. La obligación de decir la verdad, de no robar, etc., tantos deberes que el niño siente
profundamente sin que emanen de su propia conciencia, son consignas debidas al adulto y aceptadas por el
niño. A partir de entonces, esta moral del deber, bajo su forma original, es esencialmente heterónoma. El
bien es obedecer a la voluntad del adulto. El mal es hacer lo que a uno le parece. Dentro de una moral de
este tipo no hay sitio para lo que los moralistas han llamado el 'bien' opuesto al 'deber' puro. El bien sería el
ideal más espontáneo de la conciencia y más atractivo que coercitivo.
Las relaciones del niño con sus padres son unas relaciones puras de presión. Hay un afecto mutuo
espontáneo que empuja al niño, desde el primer momento, actos de generosidad e incluso de sacrificio, a
demostraciones emotivas que no están en absoluto prescritas. Sin lugar a dudas, este es el punto de partida
de esta moral del bien que se desarrollará, según veremos, al margen de la moral del deber y que dominará
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Después viene una fase intermedia, observada finalmente por M.Bovet: el niño no obedece sólo a las
órdenes del adulto, sino a la regla en sí misma, generalizada y aplicada de una manera original. Hemos
observado este fenómeno a propósito de la mentira: en un momento dado, el niño considera que la mentira
es mala en sí misma y, aunque no se le castigue, no hay que mentir. Seguramente se trata de un efecto de
la inteligencia, que trabaja por medio de reglas morales como de todos los datos, generalizándolas y
diferenciándolas. Pero si tendemos así a la autonomía de la conciencia, no es más que una semi-autonomía
lo que tenemos: siempre hay una regla que se impone desde fuera sin ser producto necesario de la propia
conciencia.
¿Cómo llega el niño a la autonomía propiamente dicha! La vemos anunciada en el momento en que
descubre que la veracidad es necesaria a las relaciones de simpatía y respeto mutuos. La reciprocidad
parece ser, en este sentido, un factor de autonomía. Efectivamente,, hay una autonomía moral cuando la
conciencia considera necesario un ideal independiente de toda presión exterior. O sea, que sin relación con
los demás no hay necesidad moral: el individuo, como tal, conoce anomía y no la autonomía. Inversamente,
toda relación con los demás en que intervenga el respeto unilateral conduce a la heteronomía. La
autonomía, pues, aparece con la reciprocidad cuando el respeto mutuo es lo bastante fuerte para que el
individuo experimente desde dentro la necesidad de tratar a los demás como él querría ser tratado". ________
Habrá notado, en este texto, que Piaget, en las etapas del desarrollo del juicio moral,
además de las etapas que ya mencionamos y resumimos antes, la de la moral heteronoma y la de la
moral autónoma, habla de una etapa o fase intermedia. De modo que si quisiéramos resumir en un
cuadro los elementos correspondientes a estas tres etapas, podríamos decir lo siguiente, retomando
con otras palabras lo que ya dijimos antes:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Se caracteriza por la presión moral del adulto que se traduce en el niño en respeto unilateral. Este respeto es la base
de la obligación y del sentido del deber. Esta moral del deber es esencialmente heterónoma. El origen y el
fundamento de la obligación moral está en ¡a voluntad del adulto. Las relaciones del niño con sus padres son
relaciones de presión. Sin embargo, hay un afecto mutuo espontáneo que empuja al niño, desde el primer
momento, a actos generosos y a demostraciones afectivas que no están prescritas. Este último factor es el punto
de partida de la moral del bien que-se desarrolla al margen del deber. No obstante, la moral que prevalece es la
proveniente de la presión. En sus consecuencias extremas, la moral heterónoma desemboca en el realismo moral.
Fase intermedia
El niño no sólo obedece a las órdenes del adulto, sino a la regla en sí, generalizada y aplicada de una manera original.
Se trata de un efecto de la inteligencia, que trabaja con las reglas morales, generalizándolas y diferenciándolas. Surge
asi una aparente autonomía de la conciencia, que en el fondo no es más que una semiautonomía, ya que siempre
hay una regla que se impone desde afuera sin ser el producto necesario de la propia conciencia.
Autonomía (Moral de la cooperación)
Surge la autonomía en el momento en que el niño descubre que la veracidad es necesaria en las relaciones de
simpatía y de respeto mutuo. La reciprocidad es un factor de autonomía y de cooperación. Hay una moral autónoma
cuando la conciencia considera necesario un ideal independiente de toda presión exterior. Sin relación con los demás
no hay necesidad moral: el individuo, en cuanto tal, conoce la anomia y no la autonomía. Por otra parte, toda relación
con los demás en que interviene el respeto unilateral, conduce a la heteronomia. Sólo la reciprocidad
engendra autonomía. Ahora bien, la reciprocidad surge cuando el respeto mutuo es lo bastante fuerte para que el
individuo experimente desde dentro la necesidad de tratar a los demás como él quiere ser tratado.
Para comprender cabalmente la meta del desarrollo moral propuesto por Piaget, debe darse
algo que el autor describe como el "paso del egocentrismo a la descentración". Se hace necesario
que digamos una palabra sobre otros dos aspectos importantes que están en la base de todo este
proceso que él nos describe. Este es uno de los aspectos más importantes en la psicología moral de
Piaget. Ilustra el hecho con el ejemplo del niño que comienza por atribuir su punto de vista a los
otros, pero que poco a poco adquiere la capacidad para considerar otros puntos de vista distintos
del suyo. Esta hipótesis general de la psicología de Piaget se aplica también al crecimiento del
conocimiento en el progreso moral y en ella se apoya, como veremos posteriormente, la hipótesis de
L. Kohlberg sobre el desarrollo del razonamiento moral.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
posteriormente a la relativización de los puntos de vista y alejamiento del centro, que puede llegar
hasta desaparecer en abstracciones.
Es bueno señalar que podríamos extendernos en algunos otros aspectos señalados por
Piaget en relación con el mismo tema, como todo lo referido al concepto de justicia. Pero creemos
haber dado razón de los aspectos fundamentales de su propuesta y preferimos que cada quien , de
acuerdo a sus intereses, abunde en esos aspectos. La bibliografía que le señalamos al final de la
Unidad podrá ayudarlo.
a) Principales contribuciones
• En función de los estudios posteriores realizados, puede afirmarse que Piaget acertó
en la conceptualización del desarrollo moral como un cambio que va de la heteronomía
a la autonomía, así como en las principales transformaciones que comienzan a
producirse al aplicar a los problemas morales la reciprocidad lógica (entre los siete y los
diez años).
• Por otra parte, la hipótesis piagetiana sobre el papel que la interacción entre iguales
tiene en el desarrollo debido a la superior reciprocidad que permite, ha obtenido un
sólido respaldo posterior. Incluso se ha llegado a considerar actualmente como el
contexto principal en el que se desarrolla la competencia social necesaria para el
correcto desempeño del rol adulto.
• Por último, el papel postulado por Piaget al tipo de relación social y a la actividad que
de ella resulta en la adquisición de la conciencia y la práctica moral resultan coherentes
con los resultados de investigación más recientes sobre este controvertido tema.
b) Lagunas e interrogantes
- Para Piaget, la cooperación y el respeto mutuo son los dos elementos principales que
conducen a una moral autónoma y a distinguir entre las reglas constituidas y las reglas constitutivas.
Es decir, subjetivamente el niño llega a aceptar unas normas porque está convencido de ellas; pero,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Antes de continuar, es importante que revise los aspectos más importantes de la posición de
Piaget sobre el desarrollo del juicio moral. Le proponemos dos tipos de ejercicios. El primero
pretende que usted retenga y comprenda los aspectos fundamentales de la propuesta de Piaget
(revisión de conceptos, significados y características). El segundo formula algunas preguntas de
reflexión personal, cuyas respuestas le sugerimos que las contraste con lo estudiado sobre Piaget.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. Piaget estudia el juicio moral. Aquí hay dos aspectos importantes: (a) qué es lo que indaga Piaget
cuando estudia el juicio moral de los niños y (b) y de qué tipo de juicio moral se ocupa.
En el punto (a) usted debe comprender que lo que investiga Piaget son las razones y justificaciones
que los niños dan a los problemas morales que les plantea más que sus valoraciones morales. Es decir, no
saber si para ellos, por ejemplo, mentir es bueno o es malo, sino las razones y justificaciones que dan para
rechazar la mentira. - Para poder responder el punto (b) usted tiene que saber que Piaget se ocupa del juicio
moral teórico y no de sus juicios prácticos. En este sentido, debe saber qué es el juicio moral teórico y qué es
el juicio moral práctico.
2. Piaget sostiene que la moralidad no es algo innato, sino que es el resultado del desarrollo cognitivo y de
las relaciones sociales que el niño establece con los adultos y con sus iguales. Como las relaciones
sociales son de distinta naturaleza, él establece dos formas diferentes de moral. La primera es la moral
heterónoma. Aquí usted deberá saber: a) qué significa ese nombre de moral heterónoma; b) quiénes
contribuyen a la formación de esa moral c) qué características tiene la moral heterónoma
a) La moral heterónoma es la moral que le viene de otros, de afuera, b) son los adultos quienes contribuyen
a ella: las normas que imponen y lo que se deriva de la obediencia o desobediencia a esas normal de los
adultos, c) muchas son las características de la moral heterónoma: - exterior - basada en la
autoridad, respeto, presión.. .etc
3. El otro tipo de moral que menciona Piaget es la moral autónoma. Aquí, como en el caso anterior, usted
deberá saber: a) qué significa ese nombre de moral autónoma; b) quiénes contribuyen a la formación
de esa moral c) qué características tiene la moral heterónoma
a) moral autónoma es lo mismo que moral propia b) las relaciones con los compañeros (iguales), basadas
en el respeto mutuo y recíproco es la fuente de esa moralidad, c) Entre las características de la
moral autónoma, podemos mencionar: - surge del propio individuo - se basa en el principio de igualdad
etc.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
4. Cuando Piaget estudia la moral heterónoma observa algo que él llama realismo moral. Entender esto
es importante. En esta comprensión hay dos elementos importantes:
a) el realismo moral es la tendencia del niño a considerar los valores morales como algo que
tiene forma, figura (cosificado) y que se impone solo. b) Entre sus manifestaciones está: - fijarse en las
consecuencias materiales de la acción - creer que hay sanciones automáticas que emanan de las cosas
(como si éstas sanciones aparecieran casi como el caer de una piedra si yo la suspendo en el aire), etc.
5 Finalmente, en el desarrollo moral propuesto por Piaget, hay un aspecto importante que él llama el paso del
egocentrismo a la descentración. Entender esto también es importante.
El egocentrismo sería sinónimo de individualismo, o lo que es lo mismo, el prescindir del punto de vista del
otro y tener en cuenta únicamente el propio.
El descentramiento, por el contrario, supone la capacidad para considerar otros puntos de vista
distintos al propio.
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Siguiendo con la revisión de los aspectos claves de la teoría de Piaget, y dada la importancia
que tiene comprender los aspectos propios de las tres fases o etapas del desarrollo del juicio moral
según este autor, le proponemos a continuación una serie de proposiciones que usted deberá
clasificar como pertenecientes a la fase de heteronomía, fase intermedia o fase de la autonomía.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
B) Como ejercicio final de reflexión, le propongo leer un breve texto del mismo J. Piaget en
su libro El criterio moral en el niño:
"La sociedad es el conjunto de las relaciones sociales. Pero, entre éstas, pueden distinguirse
dos extremos: las relaciones de presión, en que lo propio es imponer al individuo, desde el
exterior, un sistema de reglas de contenido obligatorio, y las relaciones de cooperación, cuya
esencia es hacer nacer, en el interior de la mente, la conciencia de normas ideales que
controlan todas las reglas. Las relaciones de autoridad y respeto unilateral dan lugar a las
relaciones de presión y caracterizan la mayoría de los estados de hecho de la sociedad dada
y, en particular, las relaciones entre el niño y el ambiente adulto que le rodea. Por el contrario,
las relaciones de cooperación definidas por la igualdad y el respeto mutuo constituyen un
sistema de equilibrio más avanzado".
182
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Exprese con sus propias palabras la diferencia entre las "relaciones de presión" y las
"relaciones de cooperación".
¿Por qué dice el autor que las relaciones de cooperación constituyen "un sistema de
equilibrio más avanzado"?. Razone su respuesta.
¿Qué relación guarda el contenido de este texto con el concepto de autonomía moral
que acabamos de exponer?
Las deficiencias reales de la teoría de Piaget, que reclamaban revisión y complemento, eran
principalmente dos: su esquematismo al reducir a dos los tipos de moral (heterónoma y autónoma),
lo que contribuye, además, a desdibujar el carácter evolutivo del criterio moral y la poca precisión
con que demuestra, a veces, la correlación entre el desarrollo intelectual y las relaciones sociales en
el proceso de maduración social. Los trabajos de Lawrence Kohlberg se dirigen a subsanar ambas
deficiencias y tienden a determinar unos estadios de desarrollo moral que son definidos casi
exclusivamente en términos cognitivo-estructurales.
183
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Este enfoque cognitivo evolutivo se define por los siguientes postulados básicos:
L. Kohlberg, "Estadios morales y moralización: la vía cognitiva-evolutiva", en L.Kohlberg, Psicología del desarrollo
moral, Bilbao, Desclée, 1992,185-214
Aplicadas al ámbito moral equivalen a afirmar que los principales cambios que se producen
son de tipo cognitivo y que conducen a niveles de justicia superior.
184
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Desde que Kohlberg lo utilizara, el método de los dilemas se ha venido practicando tanto en
el terreno de la investigación como en el de la educación en valores morales ya que se considera un
buen medio para estimular la toma de conciencia, el diálogo reflexivo y la creatividad de respuestas
ante los problemas éticos que se presentan en nuestras sociedades. Al final de la exposición del
pensamiento de Kohlberg le propondremos uno de esos dilemas, como forma de revisar lo que nos
dice en su teoría que vamos a exponer a continuación.
a) Conceptos básicos
Kohlberg, ya lo hemos dicho, entiende el desarrollo moral cognitivamente, es decir, que el
desarrollo moral es ante todo desarrollo del juicio moral. El desarrollo consiste en una secuencia
invariable de etapas o estadios diferentes en la forma de estructurarse el juicio moral. El juicio moral
configura la interacción entre la estructura del organismo y la estructura del medio. Las etapas
constituyen totalidades estructurales cualitativamente diferentes. Cada etapa es superior a la
anterior, porque en ella se resuelven los problemas de la anterior y algunos más o de modo más
adecuado.
Kohlberg empieza estudiando el desarrollo moral de los 10 a los 16 años. Lo que antecede es
considerado por él como nivel premoral. La vida moral propiamente dicha empieza cuando el niño
ha desarrollado capacidades cognitivas que le permiten una comprensión tanto del mundo físico
como del mundo social saliéndose así de su propia perspectiva egocéntrica. Hasta una cierta edad,
cercana a los 8 años, el niño no entiende las reglas, ni juzga de lo bueno o de lo malo en términos
de reglas o de autoridad. Tampoco entiende qué es una obligación y quién tiene autoridad para
imponerla. Bueno es sencillamente lo que le agrada; malo es lo que produce daño o miedo al daño.
El niño se guía no por obligaciones o por los mandatos de una autoridad, sino por lo que puede y
quiere hacer, por lo que le apetece. Los adultos son importantes, pero no porque tengan autoridad,
sino fuerza, capacidad para proporcionarles o negarles lo que desean conseguir, capacidad de
infligir daño, etc.
Para entender su propuesta es importante que sepamos:
1. La descripción del desarrollo moral propuesta por Kohlberg supone una secuencia de tres
niveles -preconvencional, convencional y posconvencional o autónomo- que pueden
determinarse fundamentalmente según la relación que existe entre el yo y las reglas morales.
2. Que cada uno de fres niveles básicos de razonamiento moral, agrupa dos estadios (en
consecuencia, hablará de seis estadios) cuya forma de razonamiento es similar, si bien hay
una diferencia debida a la optimización de los argumentos.
3. Los niveles definen enfoques en la resolución de los problemas sociales. En otras palabras,
los niveles definen las perspectivas de razonamiento que la persona puede adoptar en relación
a las normas morales de la sociedad.
Los estadios definen o expresan los criterios mediante los que el sujeto emite su juicio moral,
lo cual muestra la evolución seguida dentro de cada nivel.
185
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
4. Sepamos que el término "convencional, alrededor del cual gira la definición de cada nivel
(nivel preconvencional, convencional y postconvencional), significa un sometimiento a las
normas, convenciones y expectativas de la sociedad, y una defensa a ultranza de ellas,
precisamente por el hecho de que son normas y expectativas de la sociedad.
5. Sepamos, además, que cada nivel de juicio moral implica básicamente fres aspectos: (a) los
modos generales de definir lo que es bueno y de valorar las situaciones, (b) el tipo de razones
que se utilizan para defender la percepción de "lo bueno", (c) la perspectiva social.
Vamos, en consecuencia, a describir primero los niveles, señalando los fres aspectos básicos
antes mencionados. Después describiremos los estadios correspondientes a cada nivel. Al final de
cada una de estas dos descripciones le presentaremos un esquema-resumen que le ayude a
retener lo más importante.
Según Kohlberg, este primer nivel caracteriza principalmente el razonamiento moral de los
niños, aunque muchos adolescentes y buen número de adultos persisten en él.
Nivel convencional: conformismo con las normas sociales. En este nivel el individuo
entiende ya que una de las funciones de las normas y leyes sociales es proteger a la sociedad en su
conjunto, salvaguardar el bien de todos. Por eso, lo típico de este nivel es la preocupación por
respetar la ley adoptando una perspectiva de miembro-de-la-sociedad, más allá de los individuos
concretos y de los intereses particulares. Para el individuo de orientación convencional, "ir contra la
186
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ley" significa poner en peligro el orden social. Hay también una intensa preocupación por obtener el
respeto de las otras personas y, por tanto, por vivir de acuerdo con lo que los demás esperan de
cada uno de nosotros. Estas expectativas de los otros se identifican con las del "buen ciudadano".
La perspectiva convencional obliga a los individuos a cumplir sus "contratos" con la sociedad, esto
es, todos los que derivan de su papel de ciudadano, de profesional, de marido, de madre... Pero, en
última instancia, la conciencia moral del individuo convencional se "relaja" cuando el lazo que une a
dos individuos es débil: nadie puede obligarte a correr el riesgo de perder tu libertad por haber
ayudado a morir a alguien que no es cercano a ti.
En este nivel el individuo puede o no aceptar el orden social establecido. Ello depende de que
la normativa social no viole principios morales que están por encima de ella. Por tanto, reconoce la
necesidad de asumir responsablemente las reglas o normas que se derivan del contrato social
siempre que éstas salvaguarden los principios de justicia y los derechos básicos de las personas,
como la vida, la libertad, la dignidad... En otras palabras, para el individuo postconvencional justicia
y legalidad son aspectos de la realidad social que se pueden y se deben diferenciar y, en todo caso,
ha de ser la justicia la que informe sobre la legalidad, nunca a la inversa.
187
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
para cada nivel) que expresan los criterios mediante los que la persona emite su juicio moral, y que
muestran la evolución seguida dentro de cada nivel. Los niveles y los estadios contienen propuesta
concreta del desarrollo del juicio moral. Sin olvidar lo que hemos dicho de los niveles, veamos ahora
la descripción que hace de los diferentes estadios.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Resumiendo: Para facilitar el estudio de todo lo que hemos dicho sobre la teoría de L.
Kohlberg, le presentamos a continuación dos cuadros resumen, que no son sino dos maneras
diferentes de sintetizar lo mismo.
NIVEL PRECONVENCIONAL
La moralidad está gobernada por reglas extremas: lo que puede suponer que un castigo es malo.
ESTADIO
Orientación hacia el castigo y la obediencia.
1.
DESCRIPCIÓN
El niño tiene dificultad para considerar dos puntos de vista en un asunto moral, al tener dificultad para concebir las
diferencias de intereses. Acepta la perspectiva de la autoridad y considera las consecuencias físicas de la acción, sin
tener en cuenta la intención.
ESTADIO
2. Orientación he-donista ingenua.
DESCRIPCIÓN
Aparece la conciencia de que pueden existir distintos puntos de vista. La acción correcta es la que satisface las propias
necesidades y ocasionalmente las de los otros, pero desde un punto de vista físico y pragmático. Aparece también una
reciprocidad pragmática y concreta de que si hago algo por otro, el otro lo hará por mí.
NIVEL CONVENCIONAL
La base de la moralidad es la conformidad con las normas sociales y mantener el orden social es algo importante.
ESTADIO
3. Orientación hacia el "buen muchacho", "buena muchacha" o la moralidad de la concordancia interpersonal.
DESCRIPCIÓN
La buena conducta es la que agrada o ayuda a los otros y es aprobada por ellos. Orientación hacia la conducta
"normal", la conducta estereotipada. Las buenas intenciones son muy importantes y se busca la aprobación de los
demás, tratando de ser una "buena persona", leal, responsable, colaborador y agradable.
ESTADIO
4. Orientación hacia el mantenimiento del orden social.
DESCRIPCIÓN
El sujeto es capaz de tener en cuenta no sólo la perspectiva de dos personas, sino la de las leyes sociales. La conducta
correcta consiste en realizar el propio deber, mostrando respeto por la autoridad y el orden social establecidos para
nuestro bien. La moralidad sobrepasa los lazos personales y se relaciona con las leyes, que no deben desobedecerse,
para poder mantener el orden social.
NIVEL POSTCONVENCIONAL
La moralidad se determina mediante principios o valores universales, que permiten examinar críticamente la moral de
la propia sociedad.
ESTADIO
5.0rientación hacia el "contrato social". La orientación legislativa.
DESCRIPCIÓN
La acción correcta tiende a definirse en términos de derechos generales, sobre lo que está de acuerdo la sociedad
en su conjunto. Hay un énfasis en el punto de vista legal, pero las leyes no son eternas, sino instrumentos flexibles
para profundizar en los valores morales. El contrato social supone la participación voluntaria en un sistema social
aceptado, porque es mejor para uno mismo y los demás que su carencia.
ESTADIO
5. Orientación hacia el principio ético universal.
DESCRIPCIÓN
La acción correcta se basa en principios éticos elegidos por uno mismo que son comprensivos, racionales y
umversalmente aplicables. Son principios morales abstractos que trascienden las leyes, como la igualdad de los seres
humanos y el respeto por la dignidad de cada persona; no son normas concretas como los Diez mandamientos.
Aparece una forma abstracta de considerar la perspectiva de todas las partes y de tratar de organizarías con los principios
generales.
Tomado de J Delvalel Enesco, Moral, desarrollo y educación, Madrid, Anaya, 1994, p 143
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En el siguiente cuadro le hacemos un resumen, tomando cada nivel y estadio, referidos a los
tres aspectos que describen el nivel del juicio moral. Recuerde que dijimos más arriba que cada
nivel de juicio moral implica básicamente tres aspectos: (a) los modos generales de definir lo que es
bueno y de valorar las situaciones, (b) el tipo de razones que se utilizan para defender la
percepción de "lo bueno", (c) la perspectiva social.
NIVEL II Convencional
Estadio 3 Expectativas Interpersonales Mutuas. Relaciones y Conformidad Interpersonal
Lo que está bien
Vivir de acuerdo con lo que espera la gente cercana de un buen hijo, hermano, amigo, etc. "Ser bueno" es importante y quiere decir tener
motivos, mostrar interés por los demás. También significa mantener relaciones mutuas como confianza, lealtad, respeto y gratitud.
Razones para hacer el bien
La necesidad de ser buena persona a los propios ojos y a los de los demás; preocuparse de los demás; creer en la Regla de Oro; deseo de mantener
las reglas y autoridad que apoyan la típica buena conducta.
Perspectiva social del estadio
Perspectiva del individuo en relación a otros individuos. Conciencia de sentimientos compartidos, acuerdos, y expectativas que toman primacía
sobre los intereses individuales. Relaciona puntos de vista a través de la Regla de Oro concreta poniéndose en el lugar del otro. Todavía no
considera una perspectiva de sistema generalizado
Cumplir deberes a los que se ha comprometido; las leyes se han de mantener excepto en casos extremos cuando entran en conflicto con otras
reglas sociales fijas. El bien está también en contribuir a la sociedad, grupo o institución.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tomado de L Kohlberg, "Moral stages and morahzation The cognitive developmental approach", en Moral development and behavior theory,
research and social issues, Nueva York, Rinehart and Winston, 1976, pp 3445, y contenido en el libro de R Hersch, J Reimer y D Paolitto, El
crecimiento moral De Piaget a Kohlberg, Madnd, Narcea, 1984, pp 55-56
Este esquema de los seis estadios del desarrollo moral, organizados en tres niveles de juicio
moral, puede ser aplicado a cualquier situación o problema moral. A título de ejemplo, veamos
como todo lo señalado por Kohlberg funciona en relación al problema ético de la vida humana.
Muchas otras cosas podríamos decir de este autor, de sus famosos dilemas, de la manera de
investigarlos, de los muchos seguidores, propuestas y modificaciones que han seguido a sus
estudios iniciales. Pero todo ello excede el alcance de este curso. Terminemos este ya largo
comentario con una evaluación de la contribución de L. Kohlberg al estudio del desarrollo moral.
193
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
b) Muchas han sido, como mencionamos, las críticas que se le han hecho. Nosotros nos
permitimos destacar las siguientes:
• Su teoría no clarifica el papel de la afectividad en el juicio moral. Toda su atención se
centra en la racionalidad, porque es el aspecto cognitivo el que sella e imprime la
moralidad de una decisión. Sin embargo, el papel de la afectividad en el juicio moral es
de suma importancia. Una persona puede tener unos principios de justicia y de
igualdad, pero a la hora de una opción, la afectividad puede tener un papel muy
importante y que se puede expresar en términos de prejuicio. Nos parece que los
elementos cognitivos y los elementos afectivos tienen igual importancia en el juicio
moral, y no es válido dar un papel exclusivo a la racionalidad.
• El afán por la universalidad de su teoría hace que Kohlberg insista en el aspecto
formal del desarrollo del juicio moral. Pero, en el juicio moral, no interesa sólo el
cómo se llega a una decisión, sino también ha de tener un mínimo de contenido desde
el cual poder tomar una decisión. En la educación moral es imprescindible la
presentación de unas actitudes como punto de partida y sobre las cuales basar una
decisión moral. El juicio se hace a partir de los datos. Además, no sólo es importante el
estadio del juicio moral, sino también el contenido del juicio moral: ¿cuál es la opción
concreta que una persona asume?
• Kohlberg tiende a utilizar sin distinción alguna "el pensamiento moral" y el "juicio
moral". Pero, al menos conceptualmente, el pensamiento moral abarca mucho más
que el juicio moral. El pensamiento moral hace referencia a conceptos morales y a
ideas morales, que pueden servir como base para un juicio moral, pero no
necesariamente. Uno puede tener un concepto de justicia muy elevado, pero el juicio
moral podría no corresponder al mismo nivel de pensamiento moral. Lo que queremos
señalar es que, a nuestro parecer, el concepto no se identifica necesariamente con
juicio. En otras palabras, un juicio moral podría hacer referencia a una vivencia moral y
no a un pensamiento moral.
Con todo, cabe concluir que el modelo sociocognitivo del desarrollo moral es en la actualidad
el más fecundo de todos los existentes en psicología, y es la clave de bóveda en que se apoya la
psicología moral actual.
194
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Antes de continuar, como lo hicimos en el caso de Piaget, vamos a revisar los aspectos más
importantes de la teoría de Kohlberg sobre el desarrollo moral. Le proponemos dos tipos de
ejercicios. El primero pretende que Usted retenga y comprenda los aspectos fundamentales de la
propuesta de Kohlberg; el segundo le presenta algunas preguntas de reflexión personal y el
ejemplo de uno de los dilemas más conocidos de Kohlberg que le ayudará a entender su método de
investigación y la formulación de sus niveles y estadios.
Si quisiéramos repasar los aspectos más importantes de la teoría tendríamos que saber dar
razón de los siguientes aspectos: qué son los niveles y qué entiende por estadios, la descripción de
los tres niveles y sus principales indicadores y la caracterización de los seis estadios. Para ello le
ofrecemos un esquema que usted tratará de completar.
c) los estadios expresan o definen los criterios mediante los que la persona emite su juicio moral
1 Kohlberg establece tres niveles que definen las perspectivas de razonamiento que la persona puede adoptar en
relación con las normas morales de la sociedad, a saber:
I. NIVEL PRECONVENCIONAL
II. NIVEL CONVENCIONAL
III.NIVEL POSTCONVENCIONAL
Orientaciones para su respuesta y comprensión
I. NIVEL PRECONVENCIONAL
3. Finalmente, Kohlberg establece seis estadios que expresan los criterios mediante los que la persona emite
su juicio moral, a saber:
195
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Siguiendo con la revisión de los aspectos claves de la teoría de Kohlberg, y dada la importancia
que tiene comprender los aspectos propios de los niveles y estadios del desarrollo moral, le
enunciamos a continuación una serie de proposiciones que usted deberá clasificar indicando para
cada una de ellas el nivel y estadio al que pertenecen.
Revise sus respuestas, de acuerdo con la siguiente clave, I, II, III en numeros romanos, se refieren
a los niveles y 1, 2, 3, 4, 5 y 6 en arábicos a los estadios.
Proposición Respuesta
1 II3
2 11
3 12
4 II3
5 III5
6 III6
7 III5
8 II4
9 II3
10 II4
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
• ¿Cree que una persona tiene derecho a usar cualquier medio para proteger su
propiedad?
• En caso de ir a juicio, ¿cuál cree que sería el veredicto del juez?
• ¿Cuál cree usted que debe ser la sentencia?
• ¿Deberían estar prohibidas las trampas de este tipo?
• ¿Debería la ley permitir que se disparara a los sospechosos de robo o hurto?
"Una mujer estaba a punto de morir de un tipo de cáncer muy raro. Había una medicina que
según los médicos podía salvarla. Era un tipo de medicina que el farmacéutico de la misma
ciudad había descubierto recientemente. La medicina era cara de producir, pero el
farmacéutico cobraba diez veces más de lo que a él le había costado elaborarla. El pagó
30.000 bolívares, pero cobraba 300.000 por una pequeña dosis. El marido de la enferma,
Enrique, acudió a todo el mundo que conocía para conseguir el dinero prestado, e intentó todos
los medios legales, pero sólo pudo conseguir 150.000 bolívares, la mitad de lo que costaba.
Enrique le dijo al farmacéutico que su mujer se estaba muriendo y le pidió que le vendiera el
medicamento más barato o que se lo dejara pagar más adelante. Pero el farmacéutico dijo:
"No, yo he descubierto la medicina y tengo que ganar dinero con ella". Entonces, Enrique entró
desesperado en la farmacia y robó la medicina para sanar a su mujer".
197
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Preguntas (que le sugerimos usted mismo responda, poniéndose en el lugar del hombre,
Enrique):
Para cada una de estas dos situaciones concretas, le sugerimos un doble trabajo:
a) Enumere las razones y justificaciones que usted tiene para aceptar o no que "Es
bueno no mentir" o que "Ante un embarazo no deseado se puede abortar o no".
b) Una vez que haya enumerado sus razones y justificaciones, verifique si ellas
podrían caer dentro de lo que hemos estudiado como "moralidad herónoma" o
como "moralidad autónoma".
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
DILEMA: "Una mujer estaba a punto de morir de un tipo de cáncer muy raro. Había una
medicina que según los médicos podía salvarla. Era un tipo de medicina que el farmacéutico
de la misma ciudad había descubierto recientemente. La medicina era cara de producir, pero el
farmacéutico cobraba diez veces más de lo que a él le había costado elaborarla. El pagó
30.000 bolívares, pero cobraba 300.000 por una pequeña dosis. El marido de la enferma,
Enrique, acudió a todo el mundo que conocía para conseguir el dinero prestado, e intentó todos
los medios legales, pero sólo pudo conseguir 150.000 bolívares, la mitad de lo que costaba.
Enrique le dijo al farmacéutico que su mujer se estaba muriendo y le pidió que le vendiera el
medicamento más barato o que se lo dejara pagar más adelante. Pero el farmacéutico dijo:
"No, yo he descubierto la medicina y tengo que ganar dinero con ella". Entonces, Enrique entró
desesperado en la farmacia y robó la medicina para sanar a su mujer".
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Los hombres, empíricamente hablando, no nacen como sujeto moral; se hacen, llegan a serlo
como resultado de un desarrollo evolutivo. Eso sí, sólo se hace el que nace. Sólo los hombres llegan a
ser sujetos morales. Es decir, para llegar a desarrollar las capacidades que nos constituyen en
sujetos morales, es necesario haber nacido individuo de la especie homo sapiens, con una dotación
genética, sin la que el aprendizaje moral es imposible o se estanca pronto. Pero la dotación
genética, siendo necesaria, tampoco es suficiente; se requiere, además, ser reconocido, aceptado y
ayudado a convivir socialmente en el entorno familiar; de lo contrario, tampoco se llega a desarrollar
las capacidades morales. La mejor educación no proporciona lo que no da la naturaleza; pero, para
ser hombre además de nacer hay que aprender a serlo y a comportarse como tal.
Para poner de relieve lo que significa que el sujeto moral lo sea como resultado de una
génesis nada mejor que preguntarnos por el comienzo y el fin de dicho desarrollo: ¿Cuándo
empezamos a ser sujetos morales? ¿Cuándo llegamos a serlo plenamente, del todo?
¿Cuándo es el mejor momento para que los niños adquieran las distintas capacidades y
habilidades que van posibilitando o configurando su desarrollo moral? ¿Cuándo tenemos que
empezar a dar y a exigir responsabilidades a los niños? ¿Cuándo es el niño responsable de lo que
hace? ¿Cuándo debe empezar el niño a tener capacidad de decisión sobre sus juegos, sobre su
alimentación, sobre sus amistades y sus diversiones, sobre las horas de salir o de llegar a casa,
etc.? ¿Cuándo debe empezar a disponer libremente el niño de "lo suyo"? ¿Cuándo hay que dejar de
obligar a los niños o a los adolescentes...?
Pasemos de las cuestiones educativas a las jurídicas: ¿Cuándo puede un niño disponer
libremente de sus bienes heredados o ganados? ¿Cuándo empieza la plena responsabilidad civil?
¿Qué edad mínima hay que establecer para permitir sacar el permiso de manejar, para casarse,
para votar en unas elecciones? ¿Cuándo debe empezar a tener responsabilidad penal? ¿Cuándo
debe dicha responsabilidad ser plena?
En las cuestiones educativas sabe cierto tanteo y adaptación al caso individual, la presión
social tenderá a etiquetar al niño como "atrasado" o "adelantado" para "sus años". Y los padres que
200
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
traten a sus hijos, y los educadores que eduquen de manera que no "corresponda a su edad" serán
considerados como paternalistas o represivos en un caso, o liberales y permisivos en el otro.
Las cuestiones jurídicas tienen que tener respuestas precisas para poder ofrecer una
regulación aplicable a todos por igual. La mayoría de edad, el voto, la edad en que se empieza a
tener plena responsabilidad civil o penal, etc., salvo casos excepcionales, la obtiene todos a la
misma edad, sin atender a la mayor o menor madurez, experiencia, adaptación o equilibrio, etc. Al
adulto se le supone plena capacidad de actuación responsable. Pero ¿la tiene? Y sobre todo,
¿puede decirse antropológicamente que ayer no tenía lo que hoy tiene?
Para la Ética o la Filosofía Moral, sobre todo en el tema que estamos tratando, no es lo único
importante si se ha de colocar un poco antes o un poco después determinado nivel de maduración
del sujeto moral o la adquisición de la capacidad de empatía, de tal grado de responsabilidad,
libertad, madurez, etc. Sino, sobre todo, que todos esos conceptos y el mismo desarrollo moral en
su conjunto sean concebidos evolutivamente, como resultado de una evolución en la que lo que
antes no existía, luego empezó a existir y se fue desarrollando por etapas hasta alcanzar su
madurez; o no alcanzarlas si se estancó; o una vez alcanzada experimentó una regresión, etc.
Son obvias las implicaciones pedagógicas de esta manera de ver la génesis del sujeto. Es
pernicioso negarse a servir de guía, a transmitir los contenidos, las normas y valoraciones que
deben ser internalizados. Una moral radicalmente permisiva en los estadios tempranos de desarrollo
no lleva a la liberación sino al desconcierto y a la desestructuración. Pero por lo mismo, lo que vale
para esos primeros estadios, no puede extrapolarse como norma general válida para todo momento:
tratar de impedir posteriormente la posibilidad de distanciamiento crítico y comportamiento rebelde
frente a las normas y valoraciones recibidas, no lleva a la bondad moral, sino al infantilismo.
201
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
De entre los muchos libros que podría recomendarles sobre el tema, les menciono cuatro. En
todos ellos encontrará aspectos relacionados con los que hemos tratado en las páginas anteriores
que le ayudarán a completar y/o profundizar en los aspectos que sean de su interés:
DELVAL, J. y Enesco, I. Moral, desarrollo y educación. Anaya. Madrid, 1994. Le recomiendo todo el
libro.
Obviamente, también recomendamos las obras originales de los autores tratados en el texto,
y que hemos mencionado en el desarrollo del tema.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
TEMAS DE ÉTICA
APLICADA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Es cierto que hoy a ese último punto se le hacen llamados urgentes. Hoy, a ese intentar de
algún modo aplicar los principios descubiertos en el nivel fundamentador a las distintas dimensiones
de la vida cotidiana se le llama ética aplicada.
Y es desde la reflexión filosófica desde donde la ética se aventura a ofrecer orientaciones
para la vida cotidiana y por eso su parte "aplicada". Pero su "aplicabilidad" no puede prescribirse de
forma inmediata a las actuaciones en los casos concretos, no puede convertirse en una especie de
"recetario" para las más variadas y mínimas situaciones ("casuística), sino que lo que puede hacer
es ayudar, con el producto de sus reflexiones, a la toma concreta de decisión, que siempre estará
en manos de los hombres concretos. Porque, como también lo señalamos, las decisiones morales
son siempre personales, lo cual no significa que sean puramente subjetivas, irracionales e
incomunicables. Las personas somos individuos comunitarios y nuestras decisiones personales son
comunicables y compartibles.
Por tanto, la "ética aplicada", también llamada "ética práctica" intenta de algún modo aplicar
los principios descubiertos en el nivel fundamentador a las distintas dimensiones de la vida
cotidiana, en la esperanza de que la ética nos pueda dar respuestas que, por racionales, es decir
por ser o estar bien argumentadas, puedan ser compartidas por muchos. Pero la aplicabilidad de la
ética no es automática. Porque ni hay una sola ética filosófica en la que concuerde el común de los
expertos, ni los problemas son pocos y simples. Al contrario, los problemas surgen en distintos '
ámbitos de la vida social, dotados de específicas peculiaridades, y como no existe ninguna ética
filosófica en que concuerde el común de los mortales...
Así la bioética (ética de la vida) será un modo de enfocar la ética desde la defensa de la vida
amenazada. El ámbito ecológico (ética ecológica) tiene que enfrentarse a problemas específicos
como el de contar con la responsabilidad de los grupos, y no sólo de los individuos, con las
generaciones futuras y no sólo con las presentes o habérselas con toda suerte de revisiones del
antropocentrismo, como veremos en el tema siguiente. La sociedad civil necesita un mínimo de
valores compartidos para sustentar el respeto, la tolerancia; y las distintas profesiones, desde la
ética, toman conciencia de que van olvidando sus fines propios y perdiendo, en consecuencia, el
sentido de la profesión. Sobre estos diferentes temas diremos una palabra en las unidades que
faltan.
Como se desprende del párrafo anterior, los temas específicos o temas de Ética Aplicada que
forman parte de esta segunda parte van a ser cuatro. Los dos primeros -Ética de la vida (tema 5) y
Ética ecológica (tema 6)- los hemos elegido porque, como bien señala J. M. G. Gómez Heras {Ética
del medio ambiente, Madrid, Tecnos, 1997, p. 9), "después de algunos decenios en los que la
filosofía práctica centró su interés en la teoría de la ciencia moral (metaética, problemas de método
y fundamentacíón, etc.), la reflexión actual está redescubriendo la llamada ética aplicada. Dos
parcelas de ésta parecen gozar de las preferencias de los expertos: la ética de la vida o bioética y la
ética medioambiental, llamada por alguna ecológica. En ambas parcelas la literatura no cesa de
crecer". Así lo atestiguan las diferentes publicaciones de autores que ya hemos mencionado en la
primera parte. El tema 7, Ética cívica nos ha parecido necesario ya que como ciudadanos, si
queremos no sólo coexistir, no sólo convivir, sino también construir una vida juntos a través de
proyectos compartidos y descubrir respuestas comunes a los desafíos a los que nos enfrentamos,
va a exigir la tarea de búsqueda del proyecto de una ética pública cívica, de una ética de los
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ciudadanos de una comunidad política concreta. Finalmente, el tema 8, la ética de las profesiones,
nos parecía evidente. Cambiar la sociedad hacia algo mejor exige el trabajo de los ciudadanos, de
la sociedad civil. Y hay al menos cuatro tipos de instituciones, pertenecientes a la sociedad civil: las
entidades económicas, la opinión pública, las asociaciones cívicas y las actividades profesionales.
De todas ellas, nos vamos a detener en las actividades profesionales. Desde ellas queremos
cambiar la sociedad. Y para ello, entre otras cosas, parece urgente la revitalización de una ética de
las profesiones, empeñada en la tarea de hacer excelente la vida cotidiana. Y justamente, nos dirá
A. Cortina en su último libro (Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad, Madrid,
Taurus, 1998, p. 150) "buscar la excelencia" en la vida corriente es lo que pretende la ética de las
profesiones, como vacuna que las inmunice frente a esos males endémicos, que matan la vida:
frente a la burocratización de la vida profesional, frente al corporativismo y la endogamia". Pero
vayamos por pasos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 5
ÉTICA DE LA VIDA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
investigación con humanos al problema de los presuntos derechos de los animales. En este sentido,
la bioética sería una "macroética", una manera de enfocar toda la ética desde la perspectiva de la
vida amenazada. Sin embargo, las necesidades de acotar con más precisión los diversos ámbitos
de problemas ha llevado a reservar el término "bioética" para las cuestiones relacionadas con las
ciencias de la salud y las biotecnologías.
En 1971, el cancerólogo estadounidense Van Rensselaer Potter utilizó por primera vez el
neologismo de "Bioética" en su libro Bioethics: Bridge to the Future, Englewood, New Jersey,
Prentice Hall, 1971 (Bioética: un puente al futuro). El término se ha ido difundiendo ampliamente en
los medios de comunicación. Se entiende esta nueva disciplina como un puente entre la cultura de
las ciencias y la de las humanidades para contribuir con ello al futuro de la especie humana,
asegurando su supervivencia y la mejora de la calidad de vida. Se ha venido definiendo como:
"Una ciencia o rama del saber que consiste fundamentalmente en servirse de las ciencias
biológicas para mejorarla calidad de vida".
Y que, en forma más exacta, queda definida (M. Vidal, Bioética, Madrid, Tecnos, 1989,
p.16):
La bioética sería un modo de enfocar la ética desde la defensa de la vida amenazada (una
macroética), que requiere, para ser responsable, operativizarse en derecho y política.
De este modo, podemos concluir que, como dice M. Vidal (op. cit, pág. 16):
“La bioética queda definida como una rama del saber ético del que recibe su
fundamentación y su orientación básica. Los contenidos materiales le son aportados por la
realidad del "cuidado de la salud" y por los datos de las "ciencias de la vida" como la
biología, la medicina, la antropología, la sociología”.
Sin embargo, el análisis de los problemas que se plantean en esta ciencia tienen que llevarse
a cabo con una metodología interdisciplinar, donde ciencia, derecho y política tienen mucho que
decir.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
¿Qué ha influido en su desarrollo? La bioética, como una nueva rama del saber ético,
donde se abordan los viejos y los nuevos problemas relacionados con la vida humana, se ha visto
influida poderosamente en su origen y desarrollo, al menos por tres factores:
1. Los avances científico-técnicos. El factor decisivo en la rápida configuración de la
bioética consiste en los también rápidos avances de las ciencias biológicas y médicas.
Piénsese, por ejemplo, en las siguientes posibilidades:
- La ingeniería genética, aplicada a la biología humana, con la orientación no sólo
de solucionar enfermedades genéticas, sino también, aunque sea todavía de
mpdo hipotético, de manipular la especie humana.
- Las técnicas de reproducción humana: la inseminación artificial (intra o extra
conyugal), con el concomitante almacenamiento, clasificación y distribución de
semen humano; la fecundación artificial, con la implantación de embriones en el
útero propio o alquilado, y con la congelación y manipulación de embriones
humanos.
- Las nuevas fronteras en el transplante de órganos (corazón y cerebro) y en las
intervenciones sobre los estados intersexuales y sobre la transexualidad (cambio
de sexo, etc.).
- Los progresos- técnicos en la práctica de la reanimación (problema de la
eutanasia y adistanasia), en la diagnosis prenatal (aborto eugenésico), en la
esterilización y en la contracepción.
Nos encontramos ante una auténtica "revolución biológica". La nueva situación lanza un
decisivo reto a la humanidad. Dicho reto puede ser expresado con la pregunta: ¿todo lo que "se
puede" (técnicamente) hacer "se debe" (éticamente) hacer? Se trata de la eterna pregunta sobre la
relación entre "técnica" y "ética", entre "ciencia" y "conciencia". Este punto lo retomaremos al final de
este tema, cuando hablemos de los retos éticos de la ciencia y la técnica.
2. Los cambios en el de salud y en la praxis médica. Hace ya muchos años, un
eminente autor todavía vivo, el Dr. Pedro Laín Entralgo {La medicina actual, Barcelona,
Salvat, 1971), concretaba en cuatro rasgos la situación, actual de la medicina. La
medicina de hoy es actual por la obra conjunta -y a veces conflictiva- de cuatro rasgos
o notas principales:
- su extrema tecnificación instrumental y una particular actitud del médico ante ella;
- la creciente colectivización de la asistencia médica en todos los países del globo;
- la personalización del enfermo en cuanto tal y, como consecuencia, la resuelta
penetración de la noción de persona en el cuerpo de la patología científica;
- la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y el problema de sí es
técnicamente posible una mejora de la naturaleza humana.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En la práctica médica actual están emergiendo sensibilidades y valores que han de tener
traducción en las consideraciones éticas y en los ordenamientos jurídicos: la autonomía del
enfermo, el respeto a su libertad, los derechos del paciente (derecho a rechazar el tratamiento,
compensación por la deficiente asistencia médica, derecho del enfermo sobre las historias clínicas).
Ante la creciente deshumanización de la medicina surge el anhelo visceral y la búsqueda razonada
por una práctica médica al servicio del hombre.
Por otra parte, la dimensión social de la medicina origina nuevas posibilidades y nuevas
ambigüedades. La ética se siente interpelada por varios frentes: la fijación de las necesidades y de
las prioridades sanitarias, que no puede ser confiada exclusivamente a médicos y a políticos, sino
que requiere la participación de toda la comunidad social; el discernimiento entre los diversos
sistemas de salud, cuyos criterios inspirativos y cuyas opciones operativas han de ser sometidos a
la interpelación moral; la denuncia del espíritu consumista en el área de la salud, que se traduce en
la creación de necesidades artificiales y en el uso indiscriminado de medicaciones innecesarias y
hasta nocivas.
El concepto de salud ha adquirido una extensión notable. Implica, no sólo la idea de bienestar
sino también la realidad de la calidad de vida así como la realización integral de la persona humana
(como veremos en seguida, dentro del mismo tema). La promoción de la salud impone tareas
nuevas; alimentación, higiene, planificación familiar, medio ambiente. Las interferencias de unas
áreas con otras exigen el análisis valorativo y la concomitante reflexión ética.
3. Desconfesionalización y desdeontologización de la ética. Durante mucho tiempo los
problemas morales de la biomedicina han estado orientados y regulados básicamente
por dos instancias: la moral religiosa y los códigos deontológicos o normas de
proceder. Es justo reconocer que a estas dos instancias (las convicciones religiosas y
el ordenamiento legal y normativo de los médicos) han tenido un papel decisivo en la
historia de la ética de la biomedicína. Tampoco es signo de madurez científica
proscribir como espurias toda referencia religiosa o toda codificación deontológica en
relación con la ética actual de la vida humana. Son perspectivas dignas de ser tenidas
en cuenta.
No obstante, las apreciaciones precedentes, la bioética se ha configurado a partir de la
desconfesionalización de la ética y liberándose del predominio de la codificación
deontológica. Esto, desde el punto de vista positivo, significa que la bioética:
ha de apoyarse en la racionalidad humana y secular y ha de ser compartida por
todas las personas;
ha de situarse en el terreno filosófico, buscando un paradigma de "racionalidad
ética" que se sitúe más allá del ordenamiento jurídico y deontológico y más acá
de las convicciones religiosas.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. ¿Qué es la bioética?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
confrontándolas con otras soluciones, en diálogo con ellas. La confrontación con la antropología
será una referencia constante y dinámica. Los descubrimientos científicos y las aplicaciones
tecnológicas abren nuevas posibilidades y nuevas conquistas que repercuten en la evolución social
y en la adecuación del ordenamiento jurídico de la sociedad.
La antropología presenta un criterio díscriminador entre lo que es técnica y científicamente
posible y aquello que es éticamente lícito. Incluso, habremos de distinguir entre aquello que está
legalmente sancionado y aquello que es moralmente aceptable.
Si quisiéramos indicar una posible programación de los contenidos en Bioética, o lo que es
lo mismo, los ámbitos o campos relacionados con su estudio, tendríamos que distinguir dos grandes
áreas:
Bioética general: tiene como eje fundamental el tema de la vida humana, como valor
fundamental, y el significado del quehacer ético de la vida.
Bioética especial: abarca aquellos aspectos concretos y relacionados con la vida humana,
entre los que podríamos mencionar la bioética e intervenciones genéticas, las tecnologías de la
fecundación humana, el aborto y la eutanasia y el amplio campo de la experimentación
humana en los campos de la medicina y de la neurodrugía. ______________________
213
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Esta ambigüedad que padece el hombre de hoy debe tener un tope, que es la coherencia de
una ética de la vida humana. Para ello,
Para desarrollar este punto con la coherencia y rigor necesarios, debemos plantearnos
específicamente tres aspectos: (1) la vida, en general, y la vida humana, en particular; (2) el
quehacer ético de la vida y (3) la norma moral en el campo de la bioética.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Algunos aspectos específicos y que, por ser una realidad suya y mía, le será fácil comprender. Por
su importancia, se los indicamos en el recuadro siguiente:
- La vida es la realidad primera del hombre, al igual que lo es para los demás seres vivos.
De ahí su importancia capital a la hora de considerarla como valor fundamental digno de
respeto y defensa.
- El derecho a la vida es un principio propio de cada ser vivo y arranca de sus raíces
biológicas.
- Aunque no hemos pedido vivir, una vez aquí (con vida y en la vida), los seres vivos
tenemos la tendencia a contribuir a su normal desarrollo; lo contrario es menos
frecuente. Normalmente buscamos, no sólo vivir, sino hacerlo, además, con salud y
bienestar, atributos propios de la vida.
- El hombre, además, busca desarrollarse psíquica y moralmente con dignidad, con el fin
de hallar un sentido a su vida.
- El derecho a la vida, en cuanto derecho mismo, comporta una serie de dimensiones:
dimensiones positivas (perpetuar todo lo que la favorece) y dimensiones negativas
(eliminar todo lo que la niega).
- Al mismo tiempo, este derecho tiene tres aspectos básicos a través de los cuales la vida
se difunde: vida orgánica, vida psíquica y vida moral.
1. El derecho a la vida,"en su dimensión positiva y negativa, y en sus aspectos básicos (orgánico, psíquico y moral),
lo entenderemos fácilmente con ayuda de este esquema descriptivo:
1. Vida orgánica
Dimensión negativa: Matar, Dañar.
Dimensión positiva: Favorecer la salud en todos sus aspectos
2. Vida psíquica
Dimensión negativa: Alterar la conciencia, la afectividad y la libertad humana.
Dimensión positiva: Procurar la maduración psíquica de la personalidad humana
3. Vida moral
Dimensión negativa: Engañar, ocultar la verdad, manipular las decisiones libres del
hombre.
Dimensión positiva: Respetar la dignidad y la autonomía de la persona humana
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Frente a este derecho a la vida orgánica, física, en sus diferentes concreciones, hay dos
posturas fundamentales: el (a) no absoluto a quitar la vida y que supone el mantenimiento de esa
postura, en todos los casos y siempre, con todas sus consecuencias y el (b) no relativo a quitar la
vida, postura que introducirá el "depende" o las circunstancias concretas que pueden funcionar
como "atenuantes", por un lado, el contenido de esa vida o de esa forma de vida que puede
convertirse en justificación para romper el principio absoluto. Estas dos posturas las podemos ver
claramente reflejadas en el siguiente cuadro:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
indignas de una persona humana moral son las situaciones de abandono que padecen
grandes sectores de la población, que viven en condiciones de miseria... - indignas son
ciertas conductas impositivas o manipuladoras... y así podríamos seguir enumerando
aspectos.
Pero basten estos elementos aducidos para clarificar este primer aspecto de la bioética: el
valor fundamental de la vida humana en sus distintas expresiones y manifestaciones.
Pero antes de seguir adelante, queremos proponerle una actividad práctica, que le ayuda a
revisar, con datos de la realidad, los contenidos que hemos enunciado y estudiado.
Actividad: durante una semana le proponemos que observe el ambiente que le rodea, los
lugares por donde pasa, e intente responder, a manera de informe, el fruto de sus
observaciones:
1. Valor de la vida humana: en términos generales, ¿usted podría decir que lo que ha
observado le lleva a afirmar rotundamente que a la vida humana se le da un valor
absoluto?
2. ¿Cuántas violaciones al "no matarás" se han dado en su entorno en los últimos días?
¿Razones o causas?
3. Enumere cómo es el estado de respeto a la vida psíquica. Señale aquellos hechos que
haya observado que considere atentan contra ese derecho.
4. ¿Y el respeto a la vida moral, cómo está?
5. Concluya su informe, indicando algunas recomendaciones para favorecer el derecho
fundamental a una vida sana y digna.
Material opcional
A continuación, les presentamos unas páginas que recogen las reflexiones de un autor,
filósofo contemporáneo, sobre el tema de la vida.
Una de las concepciones que más nos gustan, en lo personal, por su profundidad y realismo,
es la que describe un autor contemporáneo, el filósofo francés, Paul Ricoeur. El divide el concepto
de vida en tres partes:
1. considera la vida en un sentido transversal: aparece aquí el concepto de organización.
Según este sentido, la vida humana transcurre en una teleología con dos aspectos.
Uno, el del equilibrio interno u homeostasis. Otro, de adaptación al medio. Estos dos
aspectos son los que dan inteligibilidad a la vida. La vida aparece así como inteligencia
que se ignora y que abarca todas las actividades. Desde este momento, se considera
la vida como una tarea y como un problema resuelto. Pero, a la vez, la vida es una
condición "sine qua non" de la conciencia.
2. la vida es temporalidad: nacimiento, crecimiento y envejecimiento. Pero este
crecimiento es un hecho puro, no es obra personal y, por lo tanto, somete a crisis a la
filosofía de la voluntad. Se crea así una nueva perplejidad entre la genética que explica
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
lo superior por un devenir de lo inferior y una eidética que intenta abarcar y comprender
una teleología del crecimiento.
Todo esto quiere decir que la vida es algo que yo recibo y que viene de antiguo. Es una riqueza
que ha llegado a mí y que yo transmito a los demás. Que mi vida no es algo que se inicia y se
agota en mí, sino que yo la proyecto hacia delante y que otros recibirán lo que yo aporte a esta
vida.
La labilidad es una característica básica de cada individuo que se manifiesta en las tres
vertientes esenciales de su naturaleza humana. En primer lugar, el hombre es lábil porque su
receptividad o capacidad cognoscitiva está determinada o mediatizada por su corporeidad. Los
objetos los percibimos desde una perspectiva estrecha (los límites de nuestro propio cuerpo)
que hace parcial nuestra relación con el mundo. En segundo lugar, la labilidad humana se
manifiesta también en la estrechez de perspectiva de la voluntad. La voluntad del hombre se
halla parcializada por un carácter que es mezcla de inmutabilidad y de herencia, por una
felicidad que nunca se ve colmada y por un respeto que no es del todo perfecto. Finalmente, el
ser humano es lábil porque su afectividad es mezcla de pasión y deseo de ser feliz.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Esta lucha origina a veces una discordancia e inconsecuencia que hace sufrir al hombre que desea
ser adulto y quiere desplegar al máximo las potencialidades de su psique.
Hasta aquí, el comentario sobre la visión de Paul Ricoeur
La vida humana como realidad es el fundamento y ala vez el signo de los valores éticos.
En efecto, partimos del hecho de que los valores morales sólo pueden comprenderse dentro
del marco de la existencia humana. El hombre pretende su autorrealización al expresarse a sí
mismo integrando el mundo de los hechos con el mundo de los valores. Así lo han expresado,
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
dentro de la psicología, autores como Abraham Maslow o Eric Fromm. Los valores, nos dirá Maslow,
están fundados en la propia naturaleza humana, y lo que define a la vida del hombre es la
realización de sus capacidades y potencialidades. Para este autor existe una relación directa entre
necesidades, valores y autorrealización. En esta línea, la autorrealizacion es el valor más alto que
manifiesta la armonía entre las capacidades del hombre y las exigencias del mundo. Así, tanto las
condiciones biológicas como las condiciones y organización social son necesarias para la
autorrealización, no como valores en sí, sino en cuanto que facilitan la autorrealización de las
potencialidades del hombre. Por último, E. Fromm insiste en la necesidad de que el hombre
desarrolle su propia identidad personal e individualidad. Esta es una de las condiciones
fundamentales de la existencia humana. Esta identidad y autonomía el hombre la realiza o la
consigue sólo a través del amor y la creatividad.
Como hemos podido ver, el vivir humano es un valor premoral como la salud, el placer, la
técnica, etc. "Pero la vida humana, nos dirá el mismo Vidal, alcanza el grado de valor ético cuando
es objeto de la libre realización del hombre". La dimensión ética de la vida surge a través del
reconocimiento y aceptación de todo cuanto existe. El reconocimiento de la persona del otro con sus
valores y la autorrealización personal hacen que pase la vida de ser un valor premoral a ser un valor
ético. Para que se dé esa deseada realización del Yo y del Tú, se hace necesaria la vivencia de la
libertad como fuente de la ética.
Pero el contenido del valor ético de la vida humana va mucho más allá del mero vivir
biológico. Es decir,
Los contenidos éticos que abarca el valor de la vida humana van desde la simple subsistencia hasta la
plena calidad de vida humana. Es lo que se entiende por el término "humanizar". La exigencia de
humanizar al máximo la vida es el núcleo ético de la persona.
Por todo esto, una ética de la vida humana ha de contenerlos siguientes aspectos:
1. Preferencia axiológica por la vida propiamente humana: el valor de respeto a la vida
humana es el fundamento del resto de los valores. Cuando éstos entran en conflicto hay que
discernir y seguir el método de la "opción preferencial".
2. La preferencia por la vida hay que entenderla desde la óptica de la igualdad valorativa
de todo ser humano: no existen unas vidas humanas más importantes que otras a priori.
3. Hay que entender el valor de la vida hoy más en forma positiva que negativa. El "no
matarás" tenemos que interpretarlo como una exigencia de despliegue de todas las
potencialidades de vivir.
4. Estas exigencias de humanización han de ser proyectos de acción y no meras
declaraciones de intenciones. La dimensión ética se manifiesta en una praxis al servicio de
la vida humana.
No olvide estos cuatro aspectos. En ellos se resume todo lo que vimos en el punto anterior. Y sobre
estos mismos aspectos vamos a tener que volver en el punto siguiente, cuando, a manera de
220
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
punto final, señalemos, en forma de principios, las pautas o normas morales en el campo de la
bioética.
En tal caso, se podrían enunciar ciertos principios de actuación pública para la salvaguarda
del bien común. Estos principios, a nuestro juicio, son:
Principio de evitación de daños particulares (por ej., eutanasia activa)
Principio de evitación de daños públicos (ej. vacunación obligatoria)
Principio de paternalismo limitado en prevención de autodaños (ej. prohibición de
utilización de drogas)
Principio de paternalismo extremo: intervenciones dirigidas a beneficiar a sus
destinatarios (ej. gimnasia obligatoria para ciertos grupos)
Principio de bienestar social (ej. servicio público único de salud)
Por todo ello, aún reconociendo que el individuo es persona y posee unos derechos
inalienables, no obstante, la sociedad, a través de sus autoridades legítimas, puede ordenar
conductas o prohibirlas relacionadas con el progreso y aplicación de las ciencias de la vida. Ello
quiere decir que la bioética también recibe la aportación del bioderecho en determinadas
circunstancias.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Porque la restricción de la autonomía del individuo tiene sentido en los casos en que colisionan
los diversos bienes del sujeto (competencia de derechos) y también los bienes del individuo
con otros individuos y con la sociedad.
Por ejemplo, la libertad de investigación encuentra sus límites cuando una técnica de
genética humana atenta contra la dignidad de la persona. En este caso, debe prohibirla una
legislación coherente. Del mismo modo, la autoridad pública puede vetar conductas que pongan en
peligro nuestra propia existencia. Y para que las legislaciones de cada estado tengan una referencia
y fundamentación intersocial, es conveniente, como ya ocurre en la mayoría de las constituciones
occidentales, que los ordenamientos jurídicos nacionales cumplan de hecho lo afirmado en la carta
de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y sus aplicaciones concretas al campo de la vida.
Todo lo que ya sabemos sobre la norma moral como expresión del valor, lo podemos aplicar
al campo de la bioética en forma de principios generales o pautas de comportamiento en este sector.
Aunque estamos volviendo siempre el mismo punto central, al eje, como el principio del respeto a la
vida, no estará demás que repitamos, de otra forma, lo que ya dijimos antes. Estos principios o
pautas de comportamiento pueden ser los siguientes:
1. El principio eminente de la bioética: el respeto a la vida: Si la bioética es, literalmente, la
ética de la vida, parece razonable sostener que debe orientarse esencialmente a asegurar el
respeto de lo que constituye su .objeto: la salvaguarda de la vida humana. En otras palabras, el
principio de respeto de la vida puede ser considerado como el principio eminente de la bioética, es
decir, el que guía e inspira la aplicación de todos los demás.
La razón de ser de este imperativo es fácilmente comprensible: para la persona, la vida es el
valor fundamental, del cual depende la realización de todos los demás. La vida es la conditio sine
que non (condición indispensable) del despliegue de las potencialidades del sujeto; es la base
obligada sobre la cual se construye la personalidad de cada uno. Por ello podemos afirmar que el
derecho a la vida es el primero de los derechos humanos y es la raíz y fuente de todos los otros
derechos.
Lo que está en juego en el derecho, respecto de la vida, es una razón de justicia ante la
persona. La justicia exige, en efecto, que se dé a cada uno lo suyo. Ahora bien, el primer "suyo" que
se debe a alguien, es ciertamente respetar su vida. Por este motivo, no hay justicia en una sociedad
que desdeña este principio base. No hay justicia en una sociedad en la cual la vida, el respeto a la
vida en sus distintas expresiones, no es defendido por encima de todo.
El respeto de la vida humana de los propios ciudadanos es una condición necesaria para el
digno funcionamiento de cualquier sociedad. Este derecho se dirige esencialmente al cuerpo del
otro. La vida corpórea representa el valor fundamental de la persona. El cuerpo humano, junto con
el espíritu, es coesencial de la persona. Es la encarnación primera y fundamento por el cual la
persona se realiza y entra en el espacio y en el tiempo. Mediante él, el ser humano se manifiesta y,
a la vez, constituye y expresa los otros valores. Más allá de este valor fundamental sólo está el bien
total y espiritual de la persona, por lo cual se podría sacrificar la vida corpórea, si ello fuese
necesario (es lo que conocemos por "dar la vida"), pero este sacrificio sería individual y libre, nunca
obligatorio. Conviene recordar que no se puede pensar en la hipótesis de la supresión directa y
222
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
deliberada de la vida de nadie con vistas a favorecer la vida de los otros porque la persona humana
es una totalidad de valor y no una parte accesoria de la sociedad.
A este principio se le une una norma que se puede definir como "norma de la
proporcionalidad de las terapias". Esta norma exige que al practicar una terapia se la valore dentro
de la totalidad de la persona y por ello se exija una cierta proporción entre los riesgos y daños que
ella comporta y los beneficios que procura.
c) El principio de sociabilidad y subsidiaridad: Hoy se habla mucho de la socialización de la
medicina. Hay que distinguir el principio ético de la sociabilidad de una fórmula organizativa y
política de la socialización. El principio de sociabilidad empeña a cada persona a realizarse a sí
misma en la participación por la realización de sus semejantes. La persona está abierta a la
sociedad y la sociabilidad es una característica intrínseca de la personalidad. El principio de
sociabilidad puede justificar la donación de órganos y tejidos, aunque comporte una cierta
mutilación, puede estimular el voluntariado asistencial y puede hacer surgir obras asistenciales.
Pero a la vez, obliga a la sociedad a garantizar a todos los medios adecuados para acceder a las
necesidades primarias de tipo curativo, aunque sea a costa de los sanos. Así, el principio de
sociabilidad se une al de subsidiaridad, por lo que la sociedad debe ayudar más donde la necesidad
sea mayor. Ello sin suplantar las iniciativas privadas y libres en este campo. De todos modos,
223
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
creemos que es de suma importancia tratar de poner en diálogo la Bioética y el Bioderecho. Con ello se puede
evitar que aquélla se quede en el campo de los principios generales y que éste intente positivizar todo
comportamiento en el campo de la biología o, lo que es peor, lo haga al margen de los valores y del valor
central, que es la persona humana. La dignidad, de la persona y de la vida humana debe ser entendida en un
doble supuesto: la superioridad del hombre respecto del animal y la igualdad de todo hombre respecto del resto
de los humanos.
En las páginas anteriores, después de haber definido qué es la vida, hemos enunciado dos cosas bien
importantes: en qué aspectos debe insistir una ética de la vida y cuáles deben ser tos principios o normas
que deben guiar todo lo que tenga que ver con la vida (desde la experimentación hasta la intervención
en aspectos relacionados con la vida). Aunque hemos querido sensibilizarlo con estos temas y para ello
hemos desarrollado extensamente algunos puntos, de todo lo que antecede interesa que usted entienda bien
tres cosas:
(a) qué es la vida y concretamente la vida humana
(b) aspectos en que debe afincarse la ética de la vida
(c) y los principios o normas que deben guiar toda actividad que tenga que ver con la vida, y
especialmente, a la bioética.
Vamos a hacer algunas actividades que le ayuden a afianzar estos tres contenidos
1. En primer lugar, revise este esquema resumen e identifique si para los conceptos o
aspectos señalados (primera columna) tiene el contenido comprensivo y explicativo
correspondiente (segunda columna). Si encuentra alguna duda, vuelva al texto para su
clarificación.
Conceptos-Aspectos
1. Bioética general.
Contenido Explicativo: tiene como tema-eje la vida humana como valor fundamental y el quehacer ético
de la vida
2. Significado de la vida humana como valor fundamental'
Contenido Explicativo: la vida es valor central y prioritario de la ética su coherencia se expresa en una
valoración igual para todos los problemas que surgen en torno a la vida.
- valor universal de la vida.
3. La vida humana.
(a) definición de vida y explicación: capacidad de acción inmanente - actividad que nace del propio sujeto
- se nutre, crece y se reproduce, como actividades que tienden al mismo fin - todo para el mantenimiento del
organismo
(b) dentro del concepto de vida humana, comprender qué significa: (P. Ricoeur -opcional)
según la explicación de P. Ricoeur: la vida en sentido transversal - la vida como temporalidad - la vida como
comienzo y fin - "El hombre es un ser lábil"
224
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
4. El quehacer ético de la vida: el reconocimiento de la vida del otro con sus valores y auto-
realización personal hacen que la vida sea un valor ético.
La ética de la vida humana ha de tener estos aspectos: preferencia axiológica de la vida propiamente humana.
Preferencia de la vida desde la óptica de la igualdad valorativa de todo ser humano.
Entender la vida más en forma positiva que negativa;
Esa valoración debe expresarse en acciones.
5. La norma moral, en el campo de la bioética que tiene como valor la vida, ha de expresarse en
forma de principios generales o pautas de comportamiento.
(a) el principio eminente de la bioética: el respeto a la vida, La salvaguarda de la vida humana. La vida es
condición indispensable para el desarrollo de las potencialidades del individuo...
Pero hay, además, lo que hemos llamado "principios subalternos de la bioética". Hemos mencionado tres:
Proposición V F
1. En el campo de la bioética, la regla general debe ser el respeto a la autonomía de la
persona, siempre y cuando esta autonomía no entre en colisión con terceros.
2. La libertad de investigación puede encontrar un límite a su acción investigadora
cuando, por ejemplo, una técnica de investigación genética humana, atenta contra la
dignidad de la persona.
3. La libertad de investigación en el campo de la bioética es más importante que la
dignidad de las personas sobre las que se practica dicha investigación.
4. Nadie puede disponer, directa y deliberadamente, de la vida de nadie con vistas a
favorecer la vida de los otros.
5. Hay vidas humanas que son más importantes que otras.
6. No hay justicia en una sociedad que no respeta a la vida
7. El derecho a la libertad es antes que el derecho a la defensa de la vida
8. Cada quien es libre de disponer de su vida como quiera: para conservarla o para
destruirla.
9. Se puede mutilar una parte del cuerpo con tal de conseguir un bien superior o total
(principio de la totalidad)
10. Desde la ética de la vida no es justificable la donación de órganos y tejidos de una
persona sana a una persona enferma y necesitada.
225
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
3. Lea los dos casos siguientes y responda las preguntas que se le hacen.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
sino que también permiten aplicaciones más discutibles, como la posibilidad de "crear" nuevos tipos
de seres humanos a partir de modificaciones genéticas en algunos aspectos que alguien pudiera
considerar convenientes.
Tales son los temas, todos ellos candentes e importantes, referidos a: "status humano" del
embrión, el aborto, la eutanasia, el bien morir y las exigencias éticas del morir humano. También
podíamos mencionar todo lo referente a los aspectos científico-técnicos de la inseminación artificial
y de la fecundación in vitro, así como al amplio tema de la experimentación humana. De todos estos
temas, nos vamos a referir brevemente al Proyecto Genoma Humano y diremos una palabra sobre
la clonación. También nos parece necesario hacer algunas precisiones sobre los aspectos éticos de
la ciencia y la técnica. Comencemos por el Proyecto Genoma Humano. Nos parece que una
información adecuada sobre estos temas que ocupan hoy la atención del mundo, no sólo de los
científicos, es importante. No deseamos entrar en detalles técnicos, sino plantear el problema, sus
implicaciones y las consideraciones éticas que merecen.
227
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
especie humana. Tal proyecto podría dotarnos, entre otras cosas, de claves valiosas para realizar
diagnósticos precoces y terapias de propensiones y enfermedades hereditarias, hecho por el cual
atrae hoy fundamentalmente la atención de especialistas. Se estima que la tarea de descifrar la
cartografía genética humana será terminada en el año 2005. El proyecto, como era de esperar, ha
suscitado las más variadas reacciones. No nos vamos a detener en esto.
En principio, el conocimiento del genoma humano parece reportar una serie de beneficios
inestimables para la especie humana. Pero no significa que esté exento de riegos, pues el
conocimiento del genoma de una persona concreta implica conocer datos de su intimidad que
podrían conducir a discriminarla en el trabajo, a la hora de suscribir una póliza de seguros, por
motivos de raza, etc.
Pero además, la ingeniería genética hace posible no sólo trabajar con material genético
(como en el caso de la inseminación artificial, de la fertilización in vitro, etc.), sino que hoy está en
situación de poder modificar la estructura interna de los genes. De esta manera, los científicos
expertos en estas cuestiones dispondrían de un instrumento muy poderoso de cara a la dominación
de unos hombres sobre otros, dado que, previsiblemente, la ingeniería genética estará en situación
de efectuar modificaciones en la herencia. Surge así una pregunta inquietante: ¿quién o quiénes
estarían legitimados para decidir cuáles son las variaciones que pueden introducirse en el genoma
humano? las respuestas se orientan en esta dirección:
Porque, en efecto, considerar como salud, como se ha definido, como "un estado de perfecto
bienestar físico, mental y social, y no sólo de ausencia de enfermedad", nos pone en la situación de
considerar como enferma a toda la raza humana. Por eso parece más operativo tener esta definición
como una "idea teórica regulativa" y caracterizar la salud al menos como ausencia de enfermedad,
en la medida en que el individuo es entonces más dueño de su propio cuerpo y, por tanto, más libre.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
La directriz ética de las investigaciones que se lleven a cabo debe ser, entonces, doble.
a) Por una parte, habiendo reconocido que los hombres son fines en sí mismos, es
necesario respetar la dignidad humana en cuantas investigaciones se lleven a cabo,
que es como poner a cada hombre como fin limitativo de las acciones: no cualquier
investigación, por respetable e innovadora que sea, puede llevarse a cabo, porque en
la idea de dignidad humana hay un límite que desautoriza moralmente las realizaciones
que atenten contra ella.
Sin embargo, la ética no es sólo negativa, sino que tiene sobre todo un fin positivo, que
consiste en dotar a los hombres de una mayor libertad, precisamente en atención a su
dignidad. Y, en este sentido es en el que hay que hablar de un doble fin -limitativo y
positivo- de los proyectos científicos: el fin limitativo es el respeto a la dignidad en cada
hombre, mientras que el fin positivo consiste en dotar a cada hombre de una mayor
libertad.
b) Ahora bien, con estas afirmaciones entramos en un terreno sumamente resbaladizo,
que es el de la doble dificultad de marcar los límites entre lo negativo y lo positivo -en
este caso-, entre la ingeniería genética positiva ( que pretende mejorar o perfeccionar
la naturaleza humana actuando sobre los sujetos normales) y el negativo (que trata de
corregir errores y curar enfermedades), y distinguir entre lo que afecta únicamente al
individuo y lo que afecta a sus descendientes.
Y aquí es donde entra en juego la pregunta por los sujetos que han de tomar las
decisiones, pregunta bien complejo. Y lo es, porque no podemos dejar tales decisiones
en manos de otros (bien sean los países ricos, las industrias, los expertos o los
políticos), ya que hoy en día la posibilidad de tomar decisiones morales objetivas pasa
por la toma de decisiones responsables por parte de los afectados, que, con el debido
asesoramiento de los expertos, han de optar teniendo en cuenta no sólo sus intereses
individuales, sino también los universalizables, comunitarios o sociales. Esto significa
tomar en serio, como lo hemos repetido ya tantas veces a lo largo de estas páginas,
que cualquier hombre es, en lo que le afecta, interlocutor válido y que desde ahí
alcanzamos objetividad para las decisiones morales.
Pero esto exige -y aquí las dificultades- llevar a cabo al menos una triple tarea:
(1) lograr que los expertos comuniquen sus investigaciones a la sociedad, que las
acerquen al público, de modo que éste puede codecidir de forma autónoma, es decir,
contando con la información necesaria para ello,
(2) concienciar a los individuos de que son ellos quienes han de decidir, saliendo de su
habitual apatía en estos asuntos, y
(3) educar moralmente a los individuos en la responsabilidad por decisiones que pueden
implicar, no sólo a individuos, sino incluso a la especie. Y este "educar moralmente"
supone mostrar a la vez la responsabilidad que el hombre de la calle tiene de
informarse seriamente sobre estos temas y el deber de tomar decisiones atendiendo a
intereses que van más allá de los sectoriales.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Porque reconocer que el sujeto ético de las decisiones son los afectados no significa afirmar
que los afectados siempre aciertan moralmente. Significa más bien recordar a los afectados que han
de asumir la responsabilidad de informarse, dialogar y asumir las decisiones desde intereses
universalizables, si es que desean que los intereses satisfechos por la investigación científica no
sean unilaterales, sino humanos.
2.2.2. La clonación
La noticia de la aparición de la "oveja Dolly" puso sobre el tapete un nuevo tema, con
implicaciones éticas. El tema de la clonación, Si la persona, como se ha dicho tantas veces, es lo
que no puede repetirse dos veces, no hay atentado más grave contra su identidad que el de crear
deliberadamente otro ser idéntico. Es lo que se llama clonación.
Pero debemos precisar el significado de este término, dado que él hace referencia a dos
procedimientos enteramente distintos.
Uno, que consiste en tomar células embrionarias que se encuentran aún en el estadio
de totipotencia, es decir, que aún son aptas para devenir un nuevo individuo, idéntico al
embrión del que provienen. Los embriones así obtenidos son luego transferidos al útero
para continuar su desarrollo. Este procedimiento es empleado actualmente para
producir animales de alto rendimiento. La transposición de este método a embriones
humanos ya es técnicamente factible, y de hecho, ya se ha realizado.
El otro procedimiento consiste en desarrollar un embrión por medio de la transferencia
del núcleo de una célula del cuerpo humano a un óvulo, del cual se ha extraído
previamente el núcleo. Hasta febrero de 1997, esta técnica sólo había tenido éxito en
anfibios. En febrero se conoció la clonación de una oveja, la oveja Dolly, por este
procedimiento. Un año más tarde, se conoció el nacimiento de un ternero, en Francia, a
partir de una célula muscular de un feto vacuno. La exitosa clonación de una oveja
adulta tomó a la comunidad científica por sorpresa, ya que se pensaba que la clonación
de un mamífero adulto era inalcanzable, al menos en un futuro cercano. La sorpresa
inicial rápidamente se ha transformado en entusiasmo, al tiempo que los investigadores
han comenzado a sopesar los beneficios potenciales que surgen con esta nueva y
poderosa tecnología.
Ahora que la clonación de un mamífero adulto ha sido lograda en una especie, el
consenso es que pudiera ser también posible en los humanos. Pero la inmensa mayoría de los
científicos, filósofos y políticos, han declarado públicamente que debería existir por lo menos
una moratoria en la investigación de la clonación humana, si no es posible una prohibición
abierta y sin reserva. Sin embargo persiste la preocupación en torno a ciertas interrogantes:
dentro de pocos años, ¿serán las posibilidades médicas y reproductivas de la clonación humana
suficientemente tentadoras para provocar en la opinión pública, hasta ahora adversa,
entusiasmo e iniciar la investigación en la aplicación de esta tecnología a humanos?
La fundamentación de estos temores es clara.
230
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Aspecto estudiado
1. ¿En qué consiste el Proyecto Genoma Humano?
Pretende realizar una especie de mapa del conjunto de genes que están presentes en la especie
humana.
Aspecto estudiado
2. Implicaciones del Proyecto Genoma Humano:
Ofrece claves para realizar diagnósticos y terapias de propensiones a enfermedades hereditarias
Tiene riesgos, pues implica conocer datos de la intimidad de una persona, con consecuencias
discriminatorias en el trabajo, etc
Aspecto estudiado
3. Justificación ética del Proyecto:
a) predecir y prevenir enfermedades
b) ello nos haría más sanos
c) al ser más sanos, seríamos más dueños de nuestro propio cuerpo más dueños de nuestro propio
cuerpo
Aspecto estudiado
4. Exigencias que se derivan de él:
a) que las investigaciones se acerquen a la sociedad, de modo que los sujetos puedan codecidir
contando con la información necesaria.
b) concientizar a los individuos: son ellos quienes han de decidir
c) educar a los individuos en la responsabilidad por decisiones que afectan a ellos y a la especie.
231
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Aspecto estudiado
5. ¿Qué es la clonación?
Creación deliberada de otro ser idéntico
Aspecto estudiado
6. Interrogantes éticos de la clonación humana
a) implica riesgos sustanciales para la salud y el bienestar de los clones iniciales
b) reduce al hombre a la condición de cosa fabricada en serie;
c) contrario al derecho a la intimidad de que goza todo ser humano
232
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
bienaventurada, todo florece y brilla en coloquio con las Gracias. Sin ti nadie es feliz". Con un modo
distinto de entender y de expresar, nuestro mundo también venera y respeta la salud. Junto a las
frases más cercanas y populares, pero llenas de profundidad, "mientras haya salud", existen datos
objetivos, confirmados por nuestra propia experiencia cotidiana, desde los que se puede afirmar que
la estima de este bien ha llegado a ser máxima en el siglo XX. Bastaría ver el "gran negocio" que se
ha montado a expensas de la salud: dietas, ejercicios, hierbas y todo lo imaginable. Porque la salud,
el estar bien, en forma, es hoy algo que se cotiza mucho.
b) La salud es un concepto condicionado
Al analizar el concepto de salud se encuentran una serie de realidades que influyen
directamente sobre ella. Podemos mencionar tres más decisivas: los valores, el conocimiento
científico y la economía. Las tres han modulado el concepto de salud a lo largo de la historia y
llegan a tener la categoría de ejes sobre los que se asienta.
• Relación entre salud y valores. Afirmada la salud como bien, deseo y anhelo del ser
humano, es evidente su relación o dependencia del sistema de valores que una
sociedad se formula a sí misma. ¿Dónde se coloca la pregunta por la vida humana y
por su dignidad? ¿Qué entendemos por calidad de vida? ¿Qué es una vida buena?
Todas estas preguntas no hacen sino conducirnos a la pregunta fundamental, la
pregunta ética por excelencia: la pregunta por el hombre. Evidentemente que el "valor
salud" puede estar cargado de los más variados contenidos y ciertamente no sabemos
■ muy bien si ese "negocio a expensas de la salud" tiene, como trasfondo, valores
fundamentales o simples "valores de moda".
Relación entre salud y conocimiento científico. El análisis de uno de los indicadores
más objetivos de salud, la esperanza de vida, revela que en los países desarrollados
ésta ha llegado casi a duplicarse en los últimos cien años. Como razones principales
aparecen la alimentación más equilibrada, una mayor higiene y, ante todo, los avances
de la medicina. El cambio cualitativo de la medicina sólo se hizo patente cuando se
inició la investigación de las causas de las enfermedades mediante métodos científicos
y, paralelamente, el desarrollo de modernos medicamentos.
Junto a esta evidencia positiva, gratificante y con categoría de logro humano, podemos
señalar otra que calificamos de cuestión abierta: hoy, en muestra sociedad occidental, podemos
llegar a sorprendernos a nosotros mismos con la idea de que el avance de la ciencia y la tecnología
va poniendo en manos de la medicina armas de poder ilimitado. Y esta idea, apoyada en ciertos
datos reales, despierta en nosotros, ya en el terreno del inconsciente, expectativas también
ilimitadas que conducen a comportamientos ¿adecuados?
Aquí la pregunta es el hasta dónde y también la pregunta por los fines de la medicina. Hay
una sabia y antigua formulación con la que el médico se ha sentido identificado: "Curar a veces,
aliviar cuando se pueda, consolar siempre".
Desde los países altamente industrializados, podemos llegar a asimilar la medicina a la
irrupción de la técnica diagnóstica, a los aparatos aplicados al tratamiento y a la terapia a base de
medicamentos.
233
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
En 1988, Michael Arnold escribía: "hasta ahora nunca habían trabajado tantas personas y con
tal profusión de medios para alcanzar la meta de la medicina; a pesar de todo hay una crítica
creciente a esta medicina...la medicina, que vence cada día más amenazas, es calificada como
amenaza ella misma".
Mucho más recientemente, el profesor Daniel Callaham, hablaba de la guerra abierta para
referirse a la relación entre la medicina moderna y la muerte: "La medicina de investigación no
contempla o permite que haya en cualquier parte una muerte que ella acepte como tal... La
medicina en su faceta científica nos dice básicamente que la muerte está ahí para ser eliminada,
que la muerte sigue siendo el enemigo". Después de detectar el error y de señalar las
consecuencias nada deseables de esta guerra, reconoce la necesidad que hay en la sociedad
occidental de meditar e investigar para el entendimiento de la muerte.
Sin duda hoy nos encontramos ante la tarea de redefinir los fines de la medicina y también de
reconciliarnos con la muerte. Esta tarea que es de todos, lleva implícita la cuestión anterior: ¿qué
clase de medicina queremos y para qué ser humano?
• La salud está condicionada a la economía. La salud implica costo y a mayor potencial
económico mayores son las posibilidades de acceso a ella. Esta afirmación tan clara y
en cierto modo tan indiscutible entre nosotros lleva consigo uno de los problemas
éticos más serios: ¿hasta dónde invertir en salud? O ¿tiene precio la salud? Porque los
países occidentales y-a han tocado techo y el ritmo de crecimiento del gasto en sanidad
no parece sosteníble por ninguno de ellos.
Hay además un aspecto de mayor trascendencia en esta relación salud-economía que
debemos señalar y es la que se refiere a lo que llamaríamos inversión de los términos. La historia de
Occidente y, dentro de ella, la evolución del concepto salud, es un ejemplo de cómo la economía ha
pasado a ser el principio rector de la sociedad. La salud que desde siempre ha sido reconocida
como un estado de vida deseable y valiosa para posteriormente ser descubierta y definida en el
siglo XIX como derecho humano fundamental, ha pasado en nuestro siglo a la categoría de bien
económico, bien de producción y bien de consumo. Porque si la economía se asienta en el binomio
producción-consumo y el ser humano ha de ser productor y consumidor, la salud ha de supeditarse
también a aquél. Oír, como si se tratara de principios, frases como: "producir y rendir
económicamente implica tener ciudadanos sanos", "la sociedad se ha medicalizado hasta límites
insospechados", "la industria farmacéutica constituye hoy una de las inversiones más rentables y
seguras", etc. nos lleva a ser cautos. Y aquí una pregunta que adquiere una enorme profundidad:
¿qué está al servicio de qué?
c) La salud es un hecho de responsabilidad compartida
Si de una manera espontánea la responsabilidad principal de la salud desde siempre la
hemos hecho recaer sobre el médico y en un segundo plano colocábamos la del paciente, es
importante tomar conciencia de cómo esta responsabilidad hoy se entiende mucho más nivelada y,
además, compartida por una tercera instancia, el Estado. Individuo, médico-profesional de la salud
y Estado comparten, en distinto grado, la responsabilidad de la salud.
234
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Una mirada por el mundo y una mirada por nuestro país para darnos cuenta hasta qué punto
el principio de justicia funciona en relación con este tema de la salud, cuando asistir a un hospital
público es una calamidad y acceder a la atención privada un verdadero lujo.
236
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
237
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tras esta descripción de motivos, conviene señalar solamente cómo los criterios objetivos y
subjetivos de salud frecuentemente se funden y cómo estos últimos tienen la categoría de condición
necesaria, pero no suficiente, en la definición de salud. Laín Entralgo apunta tres situaciones como
razones para demostrarlo: la existencia de lesiones que no den lugar a ningún sentimiento de
enfermedad, la neurosis y la simulación.
238
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"La cultura sanitaria, concluye Diego Gracia, es tanto o más que una tarea física una cuestión
moral".
Hemos hecho un recorrido largo, pero no exhaustivo, sobre este bien del ser humano que
llamamos salud. Sólo queremos añadir algo. Hablar de salud es también hablar de la persona a la
que, cargados de esperanza, acudimos cuando ésta nos falta. Terminemos reconociendo lo que la
humanidad debe al médico a lo largo de toda la historia. Maimónides, el judío cordobés, nos dejó
una oración con la que ponemos punto final a este apartado:
"Oh Dios, llena mi espíritu de amor por el arte y todas las criaturas. No consientas que la sed de
riqueza o el deseo de gloria influyan en el ejercicio de mi profesión; sostén las fuerzas de mi corazón
para que siempre esté dispuesto a servir, tanto al pobre como al rico, al amigo como al enemigo, al
bueno como al malvado. Que mi mente permanezca clara junto al lecho del enfermo y no sea distraída
por ningún pensamiento extraño; haz que consiga tener siempre presentes la ciencia y la experiencia.
Grandes y sublimes son las investigaciones científicas cuando su objeto es conservar la salud y la vida
de todas las criaturas... haz que yo sea moderado en todo, pero insaciable en mi amor por la ciencia".
Como hemos hecho en los temas anteriores, le proponemos algunos ejercicios y temas de
reflexión que le ayuden a comprender los aspectos estudiados.
1. Lo primero que debe hacer es revisar los distintos aspectos relacionados con el tema salud
que acabamos de ver. .El siguiente esquema le permitirá verificar la comprensión de los
puntos más importantes.
Aspectos y Respuestas
1. Las constantes del concepto de salud.
- salud y valores
- salud y conocimiento científico
- salud y economía ¿qué estamos (señalando en cada caso?
(c) la salud, hemos dicho, es una responsabilidad compartida: ¿entre quiénes debe compartirse esa
2. Distintas definiciones de salud:
(b) señale algunos indicadores descriptores de cada uno de esos criterios señalados por el autor.
(c) ¿qué significa para el autor "apropiarse del cuerpo? Para que pueda darse una "cultura sanitaria",
¿qué elementos menciona el autor como necesarios?
239
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Proposiciones V F
1. Cuando se afirma que la salud es un hecho de realidad compartida se señalan tres
instancias que tienen responsabilidad. El individuo, el médico-profesional y el Estado
4. Decir que la salud está condicionada por la economía equivale a decir que la salud tiene un
costo y que a mayores posibilidades económicas mayores son las posibilidades de acceso a
ella.
5. Cuando el Prof. Laín Entralgo habla de la salud y le aplica los criterios objetivos, define la
salud, entre otras cosas, como: ausencia de malformaciones o lesiones, es decir, un
cuerpo ¡leso. También habla de ausencia de taras genéticas y de agentes patógenos, es decir,
un organismo limpio. - "
6. El Dr. Diego Gracia define la salud en términos de apropiación y posesión, lo que equivale a
afirmar que sano es el sujeto que está en capacidad de hacer con su cuerpo lo que quiere.
7. La cultura sanitaria es tanto o más que una tarea física una cuestión moral.
9. Cuando afirmamos que la salud es un concepto condicionado, lo que estamos diciendo es que
hay una serie de realidades que influyen sobre ella.
10. El "valor salud" es algo absolutamente relativo y fundamentalmente ligado a las modas de cada
tiempo.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
2. Visite un hospital y teniendo en mente lo que hemos dicho sobre la salud, como un
concepto condicionado, verifique:
la relación entre salud y valores ( qué tipo de persona acude más
frecuentemente al hospital; nivel educativo, clase social, tipos de enfermedades)
la relación entre salud y conocimiento científico: cuál es el nivel técnico del
hospital (aparatos, preparación y conocimientos del personal, etc.)
la relación entre salud y economía: ¿podría decirse, a juzgar por los recursos
con que cuenta ese hospital, que la salud es en verdad un derecho fundamental
de la persona y que el Estado ha asumido esa responsabilidad de proteger ese
derecho?
3. Finalmente, observe los medios de comunicación y las propagandas y trate de
identificar todos aquellos productos que se anuncian relacionados con la salud. ¿Lo
que se anuncia refuerza el concepto de salud que hemos estudiado o más bien lo que
aparece es "un negocio" o "una moda", a expensas de la salud?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Principio de justicia, que intenta responder a la pregunta "¿quién debe recibir los beneficios
de la investigación y sufrir sus cargas?". Este principio obliga a plantearse seriamente la
cuestión de cómo distribuir los recursos económicos de que dispone una sociedad para
preservar la salud de sus ciudadanos. En una sociedad como la nuestra, en la que los
recursos son escasos y las necesidades son muy amplias y variadas, necesitamos criterios
para administrar tales recursos de tal manera que el resultado se pueda considerar justo. Este
principio puede implicar, por ejemplo, que el Seguro Social no se haga cargo de ciertos
tratamientos médicos excesivamente costosos si el hacerlo implicase desatender
necesidades básicas de salud de la mayor parte de la población.
• Necesidad de que los ciudadanos controlemos lo que nos afecta. Para avanzar hacia
un mundo mucho mejor no sólo es necesario el autocontrol ético de los profesionales,
sino también recobrar un cierto protagonismo de los ciudadanos en aquellas cuestiones
en las que están en juego la vida de personas, o las libertades ciudadanas, o las
cuestiones del mecí/o ambiente.
Todos nos vemos afectados por las decisiones que puedan tomar los expertos, y por tanto no
debemos dejarlas totalmente en sus manos. Los ciudadanos de a pie tenemos que asumir nuestra
parte de responsabilidad en todos los temas, informándonos seriamente sobre ellos y participando
en el debate político y en la toma de decisiones.
No se trata, por "supuesto, de establecer un control inquisitorial sobre los científicos y los
políticos, pero tampoco de renunciar a nuestro derecho como ciudadanos de codecidir sobre las
cuestiones que nos afectan a nosotros mismos y a nuestros descendientes, como pueden ser las
siguientes: el uso de la energía atómica, las aplicaciones de la ingeniería genética, la utilización de
los medios de comunicación de masas, el control de los medios informáticos, etc.
• Utilización humanizadora de los avances científico-técnicos. Vivimos rodeados de
grandes inventos basados en los avances de la ciencia, como el teléfono, la televisión,
las computadoras y las redes telemáticas. Estos adelantos pueden ayudarnos a hacer
nuestra vida algo más libre, cómoda y grata, o por el contrario, pueden servir para
mantenernos en un dócil sometimiento a ciertos poderes que nos controlan y manejan
por medio de esos mismos artefactos.
Por ejemplo, las bases de datos informatizadas son un instrumento técnico que por un lado
puede servir para proporcionar bienes y servicios a los ciudadanos de un modo eficaz, pero por otro
lado pueden ser utilizadas para controlar muchos aspectos de nuestras vidas y exponemos a
posibles abusos por parte de quienes manejan los datos. También pueden servir para crear fuentes
de consulta en la que se introduzcan datos falsos o tergiversaciones de la historia, con el fin de
crear ciertos estados de opinión.
Por lo tanto, si queremos preservar nuestra intimidad personal, nuestra autonomía y
nuestra memoria colectiva, es preciso estar muy vigilantes. Porque no basta con que existan
algunas leyes que prohíben la utilización abusiva de esos medios técnicos, sino que es preciso ir
creando en todos nosotros la mentalidad de que los avances científicos tienen que estar
necesariamente al servicio de una mayor calidad de vida para todos. Y "todos" no significa "los
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ciudadanos de los países ricos", sino todas las personas que habitan la Tierra y también las
generaciones futuras.
Con esto hemos llegado al final de este tema. Un tema largo y extenso pero que, como
decíamos al comienzo, toca un tema central, la vida humana. Esta vida, como valor fundamental, es
la que sirve de eje para toda orientación ética en esta área de la bioética que hoy presenta, en el
campo de la investigación, unos retos inimaginables.
Para finalizar, y en consonancia con el último punto tratado, le proponemos una serie de
preguntas:
1. Responda las preguntas que nos hacíamos al inicio de este último apartado de
la unidad: ¿Puede haber alguna clase de saber que sea éticamente neutro?
¿Por qué la ciencia y la técnica no son saberes neutrales?
2. ¿Cuáles son los valores básicos que deberían tener presentes los
investigadores para que la investigación científica y técnica pueda avanzar?
3. ¿En qué consiste un código ético?
4. Explique las diferencias existentes entre el modo de pensar científico y el que
aparece, por ejemplo, en las supersticiones.
246
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
HARRIS, John. Superman y la Mujer Maravilla. Las dimensiones éticas de la biotecnología humana.
Tecnos. Madrid, 1998.
VIDAL, Marciano. Bioética. Estudios de bioética racional. Tecnos. Madrid, 3ra. Ed., 1998.
Además de estos textos, puede encontrar referencias al tema en los siguientes textos ya
mencionados antes:
CORTINA, Adela. Ética aplicada y democracia radical. Tecnos. Madrid, 1993. Especialmente los
capítulos 14,15 y 16, pp. 223-262.
CUENCA, Ángel. Ética itinerante. Universidad de Murcia. Murcia, 1996. Cap. 6, pp. 99-123.
REY D'HARCOURRT, María J. "Salud y vida humana. Urgencia de la reflexión ética", en A. López
Franco y F. Padín (eds.), Desafíos de la ética. Narcea. Madrid, 1997, pp. 47-61.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 6
ÉTICA ECOLÓGICA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"El desmontaje de ideas elevadas a categoría de dogmas por la economía del crecimiento nos
muestra cómo un estilo de pensamiento que recurra a la ecología puede ir ganando espacios. Estos espacios
tienen mucha incidencia en la política, pero no son necesariamente políticos. O dicho así: antes de
constituirse en políticos es necesario que se produzcan "procesos de erosión" en las ideologías oficiales que
en un determinado momento, para seguir existiendo, no pueden seguir ignorando la presencia de ideas que
las cuestionan en su propia esencia... La ruptura del "consenso desarrollista" es consecuencia de largos
procesos de conflicto y discusiones, incluso fuertes enfrentamientos políticos y, no por último, de relaciones
de poder. Pero no siempre las relaciones de poder son relaciones de fuerza. Las relaciones de poder surgen
también del poder de las ideas, que son, al fin y al cabo, las que comienzan a imponerse en la política real,
muchas veces antes de que sus portadores hagan acto de presencia. Lo dicho, que puede parecer muy
ingenuo, sobre todo en América Latina, se deja ilustrar perfectamente con un ejemplo:
En Alemania, el Partido Verde ha logrado estabilizarse políticamente en su condición de minoría
parlamentaria, que por lo demás puede ser decisiva para la formación de coaliciones de gobierno estables,
fundamentalmente con los socialdemócratas. Sin embargo, nadie podría decir hoy que las ideas ecológicas
sólo están representadas en Alemania por los "verdes". Gracias, en parte a los "verdes", ningún programa de
ningún partido político puede prescindir de la temática ecológica. Y no siempre por "razones de táctica". Los
"verdes" no alcanzarán quizás nunca la mayoría parlamentaria. Pero las ¡deas "verdes" están a punto de
convertirse en mayoritarias.
En los países latinoamericanos, el avance de la "razón ecológica" parece estar comenzando. Pero...
¿está verdaderamente comenzando? ¿O quizás está comenzando en las cabezas de algunos miembros de
las élites intelectuales? Porque justamente el avance de ideas políticas que recurren al saber ecológico nos
pueden inducir a leer de una manera diferente nuestra propia historia. Hace quinientos años, por ejemplo,
que los más legítimos habitantes de América vienen luchando por el respeto a sus condiciones de existencia
y por la defensa de los fundamentos naturales de su reproducción cultural y económica. ¿Por qué lucharon
los indios-campesinos de Emiliano Zapata, contra Díaz Madero, Huerta, Carranza y contra quien se les
pusiera por delante, sino por la defensa del "ejido", unidad de producción social comunitaria y ecológica" ¿Por
qué lucharon los indios peruanos y bolivianos desde Tupaz Amaru hasta nuestros días, sino por la
recuperación del ayllu basado en la reciprocidad entre seres humanos y la naturaleza? ¿Por qué lucharon los
indios miskitos frente a los modernizadores revolucionarios sandinistas, sino por la defensa de su medio
ambiente natural? ¿Por qué luchan los pueblos amazónicos, sino para evitar que la Amazonia sea convertida
por las grandes empresas en un desierto? ¿Por qué hoy en día los pueblos indios ecuatorianos se organizan
políticamente, sino para defender sus tierras? No. No es cierto que los temas ecológicos sean muy nuevos
en América Latina. La resistencia ecológica tiene en nuestro continente muchos años. Lo que sucede es que
la lectura de "la historia oficial" nos ha impedido reconocer a sus actores. Y los representantes de esa
"historia oficial" tienen también sus motivos: reconocer a los actores de la razón ecológica, vale decir, a los
defensores más inmediatos de la naturaleza, implicaría revisar el estrecho concepto de nación y de sociedad
que ellos poseen. En el fondo, no temen a la ecología; temen a sus representantes, a quienes con sus
incompetentes análisis han condenado al silencio.
Pero la naturaleza también tiene voces"
(Fernando Mieres, "La nueva ecología. El sentimiento político de la ecología en América Latina" en Ecología
Solidaria, Madrid, Trotta, 1997, pp.35-37)
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
INTRODUCCIÓN
El siglo XX pasará a la historia con características muy particulares. Pero de entre ellas muy
posiblemente sobresaldrán tres procesos fundamentales de cambio, que podrían ser reconocidos
como revoluciones: el desarrollo de la electrónica/informática, el reconocimiento de los derechos
humanos y la consolidación del pensamiento ecologista. Nosotros nos vamos a ocupar de este
último cambio y vamos a reflexionar sobre él y sobre las implicaciones que él tiene para la ética
aplicada.
Uno de los motivos por los que la Civilización Industrial está siendo más cuestionada es por el
uso depredador y destructivo del medio ambiente. Este cuestionamiento es uno de los puntos
básicos que está en la raíz del surgimiento del mundo post-moderno.
La reacción se justifica plenamente. Las voces aisladas que en el pasado denunciaron los
abusos contra la naturaleza no fueron escuchadas. Hoy estas voces forman un inmenso clamor. Ya
no se trata de avisos procedentes de los científicos más responsables o de los hombres públicos
más clarividentes. Son personas corrientes las que están percibiendo y sufriendo las consecuencias
de la crisis ecológica creada por la Civilización Industrial. Estas consecuencias, como en otros
tantos campos, no afectan igualmente a todos; los pobres son los más perjudicados.
Sería ingenuo creer que este problema puede resolverse con una mera reorientación de las
aplicaciones técnicas de la investigación científica, o con cambios en las prioridades del
planteamiento económico. Lo que está en juego no es éste o aquel punto concreto de la relación
hombre/naturaleza, sino todo el conjunto de relaciones desarrolladas por el mundo moderno
occidental. Es la visión fundamental que orienta tales relaciones la que está puesta en cuestión.
Elementos culturales, filosóficos, científicos y religiosos están implicados aquí.
Para algunos, es posible que plantear la temática ecológica pueda parecer un lujo en o para
los países pobres. Los países pobres tendríamos problemas mucho más prioritarios en que
ocuparnos. La industrialización (si existe) es aún insuficiente para ofrecer bienestar a la mayoría de
la población. La marginación, el hambre, la miseria, el desempleo, la educación...: esos sí serían los
desafíos prioritarios. Para responder a tal desafío, unos apuestan por la técnica y otros por el
cambio social. Ambas orientaciones han dado poca importancia a los problemas ecológicos. Los
contenidos que iremos desarrollando creemos que nos ayudarán a comprender lo miope que llega a
ser tal actitud. Los problemas ecológicos también afectan directamente a los países del Tercer
Mundo, a nosotros, de manera propia y específica.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. La ecología, como ciencia de las relaciones. Significado de la ecología holista
2. Revisión y significado de las objeciones que se hacen a la preocupación
ecológica
3. Identificar los principales problemas ecológicos que amenazan a la humanidad,
presentando algunos datos adicionales que llaman a la reflexión
4. Explicar la afirmación "no es la naturaleza la que está enferma, sino el ser
humano"
Todo ello con la finalidad de establecer las dimensiones del problema.
• En la Segunda Parte nos detendremos en la reflexión ética, en la búsqueda de valores
que nos permitan estructurar una ética ecológica. Por lo que a la ética medioambiental
se refiere, estamos asistiendo a la consolidación de una nueva conciencia moral sobre
la conducta del hombre con el mundo que le rodea, se plantea inevitablemente la
pregunta de si la humanidad no tendrá el deber urgente de modificar su manera de
comportarse con el mundo natural.
Ante las alarmas, que con reiteración e intensidad crecientes llegan desde diferentes sectores
de nuestra cultura y que pretenden alertar sobre los peligros para la vida, que fenómenos como la
desertización, el cambio climático, la contaminación de aires y aguas, el despilfarro de recursos
naturales, la deforestación, etc., implican, se alzan voces que se preguntan si la reflexión moral no
tiene como tarea urgente el reconstruir la ética, interesándose por los nuevos problemas, derivados
de la crisis medioambiental y que, por su amplitud espacial y temporal, afectan al destino de la
humanidad entera.
Revisar lo que hoy está sobre el tapete en este tema será, pues, nuestra segunda tarea. Para
ello, nos detendremos:
1. Identificación de los aspectos éticos en las relaciones hombre-naturaleza
2. Revisión de las diversas argumentaciones en la ética ecológica, con especial referencia a:
a) La "ecología profunda": posición y principios básicos
b) El biocentrismo: contenido y consecuencias éticas
c) El antropocentrismo: principales argumentos y mandatos éticos.
3. Propuestas éticas para la acción que nos llevarán a revisar cuatro propuestas
fundamentales:
a) Conciencia ecológica solidaria o lo que es lo mismo, autocontrol y límites de
bienestar
b) La sobriedad humanitaria
c) Los derechos de las generaciones futuras
d) La calidad de vida digna para todos los hombres y para la naturaleza entera
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Con ello esperamos cubrir los aspectos fundamentales que hoy forman parte del debate de
este tema considerado cada día más y para más gente como un tema de vida o muerte y que ha
llevado a ese grito que se ha convertido en slogan: ¡Salvemos al planeta, la casa en que habitamos,
si queremos salvarnos a nosotros mismos, sus habitantes!
PRIMERA PARTE:
CRISIS ECOLÓGICA Y PATOLOGÍA DEL ESPÍRITU HUMANO
1. ECOLOGÍA: LA CIENCIA Y EL ARTE DE LAS RELACIONES
El término ecología fue acuñado en 1869 por el biólogo alemán Ernst Haeckel (1834-1919).
Es un compuesto de dos palabras griegas: oikos que significa "casa" o "dominio" y logos que quiere
decir reflexión o estudio. De esta forma,
“Ecología designa el estudio de las condiciones y relaciones que forman el habitat (casa)
del conjunto y de cada uno de los seres de la naturaleza”.
En la definición de Haeckel:
“Ecología representa la relación, la interacción y el "diálogo" que todos los seres (vivos o
no) guardan entre sí y con todo lo que existe”.
La naturaleza (el conjunto de todos los seres), desde las partículas elementales y las
energías primordiales hasta las formas más complejas de vida, es dinámica, constituye un intrincado
tejido de conexiones en todas las direcciones. Es más, la ecología no se limita tan sólo a la
naturaleza (ecología natural), sino que también abarca la cultura y la sociedad (ecología humana,
social, etc.). De allí surgen subdeterminaciones de la ecología, como ecología de las ciudades, de la
salud, de la mente, etc. De momento nos interesa comprender que la ecología enfatiza el enlace
existente entre todos los seres naturales y culturales, es decir, subraya la red de interdependencias
vigentes de todo con todo, que constituye la totalidad ecológica. No se trata de estandarización u
homogeneización inmutable; tampoco es la suma de muchas partes o detalles; sino que forma parte
de una unidad dinámica hecha de riquísima diversidad.
De esta forma,
La tesis básica de una visión ecológica de la naturaleza nos dice: todo se relaciona con
todo y en todos los puntos, la babosa del camino tiene que ver con la galaxia más distante; la
flor con la gran explosión ocurrida hace billones de años: la descarga de dióxido de carbono de
un viejo autobús con nuestra Vía Láctea; mi conciencia con las partículas elementales de la
naturaleza.
253
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
A nivel humano,
La ecología exige una actitud básica: la de relacionar todo por todos sus lados: de esta
forma se superan los saberes estancos y se evitan los "científicos idiotas" que sólo saben
acerca de su campo específico (el médico sólo de medicina, el economista sólo de economía
y el cura sólo de religión). ______
Finalmente, la ecología exige una visión de totalidad, que no resulta de sumar las partes,
sino de la interdependencia orgánica de todo con todo. Con ella superamos el pensamiento
dominante, excesivamente analítico y poco sintético, escasamente articulado con otras formas
de experimentar y de conocer la realidad. Esta actitud ecológica básica se llama holismo o
visión holística. .-
Holismo (del griego hotos que significa totalidad", término divulgado por el filósofo
sudafricano Jan Smutts a partir de 1926) representa el esfuerzo de comprender el todo en las partes
y las partes en el todo. De esta forma nos encontramos siempre con una síntesis que ordena,
organiza, regula y finaliza las partes en un todo y cada todo con otro todo aún mayor. La ecología
holista, entonces, constituye una práctica y una teoría que relaciona e incluye todos los seres entre
sí y con el medio ambiente en una perspectiva de lo infinitamente pequeño de las partículas
elementales, de lo infinitamente grande de los espacios cósmicos, de los infinitamente complejo del
sistema de la vida, de lo infinitamente profundo del corazón humano, y de lo infinitamente misterioso
del ilimitado océano de energía primordial del cual todo dimana (vacío cuántico, imagen de Dios).
Para una visión ecológica, todo lo que existe, co-existe. Todo lo que co-existe, pre-existe. Y
todo lo que coexiste y pre-existe, subsiste a través de una infinita trama de relaciones inclusivas.
Todo se encuentra en relación, fuera de la relación nada existe. Al reafirmar la interdependencia de
todos los seres, la ecología funcionaliza toda jerarquía y niega el derecho de los más fuertes. Todos
los seres cuentan y poseen su relativa autonomía; nada es superfluo o marginal.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
La equivocación de los países industrializados es tradicional: piensan en sí mismos, dejando
de lado la perspectiva holística que engloba a todo y a todos. Ellos apenas son ambientalistas.
Desde esta visión, para ellos, casi podríamos decir, que cuanto menos gente hubiera en el ambiente
tanto mejor, pues los humanos contaminan y destruyen. O bien son conservacionistas: quieren
reservar para conservar las especies vegetales y animales que están amenazadas. Dentro de las
reservas valen sus argumentos y comportamiento ecológicos; fuera de ellas, continúan el salvajismo
y la rapiña del hombre moderno. Como vemos, se trata de una visión colectivamente egoísta e
interesada que no merece el nombre de ecológica, porque no es inclusiva, especialmente, del ser
más complejo y también más responsable de la creación, el ser humano, el hombre.
La segunda objeción toma frecuentemente esta versión:
La ecología es cosa de los grupos ecológicos, un discurso de especialistas en botánica,
bosques tropicales, oceanografía, biología, genética, etc., gente que no tiene en cuenta las
enfermedades sociales.
Y es verdad. La cuestión ecológica es demasiado global para entregarla, tan sólo, a grupos
especializados. Ellos tienen méritos innegables, pero no basta desarrollar una veneración por la
naturaleza si no es articulada con la agresión a los seres importantes de la misma que son los
humanos, los más marginados y empobrecidos. La situación de injusticia social acarrea una
situación de injusticia ecológica y viceversa. También aquí se pierde la visión originaria de una
ecología que no tiene que ver sólo con animales, plantas y pureza de la atmósfera, sino que incluye
las relaciones solidarias y globales del ser humano y de la naturaleza. La verdadera concepción
ecológica, insistimos, es holística y supone una alianza solidaria para con la naturaleza.
Finalmente, podemos mencionar una tercera objeción que podemos enunciar así:
La ecología es cosa de los verdes, movimientos e incluso partidos políticos, muchas veces
románticos y ajenos a la defensa de los problemas de las grandes mayorías más necesitadas
del mundo.
Estos grupos, conocidos como "los verdes", tuvieron el mérito de llevar al campo político y
social el tema de la degradación ambiental, de las causas de la mala calidad de vida del mundo
industrial y urbano. En muchos lugares se construyeron en partido político para reforzar esa causa
ausente en otros partidos, y que interesa a todos e introduce una crítica ecológica a la economía, la
política y el tipo de sociedad que se fundamenta en la utilización irrestricta de los "recursos
naturales". En la medida en que la conciencia ecológica crezca y sea asimilada culturalmente, este
tipo de movimientos o partidos tenderá a desaparecer.
La cuestión ecológica, pues, nos remite a un nuevo escalón de la conciencia mundial: la
importancia de la tierra como un todo, el destino común de la naturaleza y del ser humano, la
interdependenciaa que reina entre todos, el riesgo apocalíptico que pesa sobre toda la creación. Los
seres humanos pueden ser homicidas y genocidas, como nos lo ha demostrado la historia. Pero
también pueden ser biocidas, ecocidas y geocidas.
Nuestra "casa común" tiene una rajadura de arriba a abajo. Se puede derrumbar. ¿Qué
remedio le aplico? ¿Tapo las grietas con cal y disfrazo las marcas con pintura? ¿Y si la causa fuera
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
que los cimientos están rotos? ¿No habrá que comenzar el trabajo por allí, para salvar la casa y todo
lo que hay dentro? En esta dirección queremos reflexionaren los contenidos siguientes.
3. LOS DESAFÍOS
Los problemas ecológicos que amenazan a la humanidad son conocidos y han sido muy
estudiados. A finales de 1999 apareció Informe GEO-2000 del Programa Medioambiental de la ONU.
En él se nos advierte: el deterioro de la Tierra es "insostenible". Aquí nos limitamos a enumerar
aquellos problemas (y, en consecuencia, desafíos) que parecen más preocupantes:
3.3. Polución
La contaminación de la Tierra aumenta a un ritmo que espanta. La polución mundial se ha
duplicado en sólo 14 años. La capacidad del planeta Tierra para soportar la contaminación es
ciertamente limitada. La polución se presenta hoy de formas muy diversificadas:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
• polución del aire causada por el humo de las fábricas, desechos industriales y, sobre
todo, por los vehículos a motor que retiran del aire grandes cantidades de oxígeno,
desprendiendo al mismo tiempo gases tóxicos nocivos para la vida. El número de
vehículos está creciendo vertiginosamente en todas las regiones del globo. El
transporte consume una cuarta parte de toda la energía que se utiliza y la mitad de la
producción petrolífera. Las emisiones de dióxido de carbono alcanzaron un nivel de
23.900 millones de toneladas en 1996, cerca de cuatro veces la cantidad emitida a
nivel global en 1950.
• devastación de florestas y destrucción de la cobertura vegetal en amplias regiones de
la Tierra, con el consiguiente empobrecimiento del suelo, y extinción de muchas
especies animales y vegetales. Alrededor de un millón de hectáreas forestales en
Indonesia han quedado destruidas por los incendios que se han registrado durante
meses desde septiembre de 1997. Más de tres millones de hectáreas de las áreas
forestales de Mongolia ardieron en 1996.
• polución de ríos, lagos y hasta el mar junto con la escasez creciente de agua dulce.
• polución derivada de la urbanización descontrolada: el ruido intolerable (polución
sonora), el aire casi irrespirable, masas humanas amontonadas en las periferias de las
grandes ciudades en condiciones de vida infrahumanas (habitat, salud, educación,
promiscuidad, criminalidad...), basura y desechos de todo tipo (incluidos residuos
radioactivos), contaminación de alimentos por el uso de tóxicos nocivos para la salud
humana, etc.
• polución atómica, por la radiación procedente, tanto de la explosión de ingenios
nucleares bélicos, como de las centrales nucleares.
En resumen: la contaminación alcanza hoy niveles muy peligrosos para la salud y para la
simple supervivencia del hombre.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
I ricos gastan muchas veces más recursos de los que tienen para sí los países subdesarrollados. Los
13 países más industrializados producen casi el 80% de la polución mundial.
Conviene llamar la atención sobre la ecuación del "efecto degradante total": todo ser
humano produce un efecto contaminante sobre el medio ambiente. El efecto degradante total
producido por todos los seres humanos depende de tres factores: población total x consumo de
recursos naturales por persona x contaminación del medio ambiente por persona. Los tres factores
contribuyen al efecto contaminador total. Y los tres están aumentando de una manera alarmante.
Pero hay que ir con cuidado para no distribuir la responsabilidad igualitariamente entre todos los
pueblos. La población crece más rápidamente en el Tercer Mundo. Pero los otros dos factores
crecen muchísimo más en los países ricos industrializados. En éstos, el consumo de recursos
naturales y la polución del medio ambiente son incomparablemente superiores a los niveles de los
países pobres.
Limitándonos a la contaminación del medio ambiente, el australiano Ch. Birch calcula que un
australiano o un norteamericano producen unas 20 veces mayor polución que un indonesio o un
keniano. Nos encontramos, así, ante otro aspecto de la hipocresía e injusticia de las relaciones
internacionales. No hay duda de que todos los pueblos son llamados a realizar una paternidad
responsable. Nadie defiende hoy un crecimiento demográfico incontrolado. La hipocresía y la
injusticia están en el hecho de que los países ricos intentan imponer, por diferentes medios, un
control demográfico a los países pobres sin respetar su dignidad ni los derechos de las parejas y de
los pueblos en cuestión, olvidando que los grandes factores de la degradación del medio ambiente y
los grandes depredadores y consumidores de los recursos naturales son los países ricos (y las
minorías ricas de los países pobres). Es hipocresía poner el acento del problema ecológico en la
explosión demográfica de los pobres, dejando en un lejano segundo plano el tipo de
progreso/desarrollo de los países ricos.
Entre 1500 y 1850 fue eliminada una especie cada diez años. Entre 1850 y 1950, una
especie cada año. En 1990 desaparecieron diez especies por día. Alrededor del año 2000
desaparecerá una especie por hora. El proceso de muerte se acelera cada vez más. Entre
1975 y el 2000 habrá desaparecido el 20% de todas las especies de vida.
A partir de 1950 se perdió la quinta parte de la superficie cultivable y de los bosques
tropicales. Cada año se pierden 25 millones de toneladas de humus a causa de la erosión,
salinización y desertificación; lo que equivale a un área correspondiente a los países del
Caribe (menos Cuba).
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
• Los bosques del mundo se están acabando a un ritmo de 20 millones de hectáreas por año.
Según estimaciones de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo (1988),
ya se ha deforestado el 5% de la selva amazónica. Otros hablan del 12%. Nada más
desalentador que hablar de porcentajes. El 1% de la Amazonia representa 40.000
kilómetros cuadrados o sea, 4 millones de hectáreas. Hasta 1970 se habían deforestado 5
millones de hectáreas. De 1970 a 1988, es decir, en 18 años, la cifra fue de 20 millones. El
área alcanzada corresponde a toda la plantación de soja, maíz y trigo del Brasil.
• América Latina representa el 12% de la superficie de la tierra. En ella se encuentran los 2/3
de todas las especies vegetales del planeta, y entre 5 y 10 millones de especies de
insectos. Por causa de la deforestación (desmonte), hasta el año 2000 desaparecerán entre
30 y 50.000 especies. Y la mayoría de los latinoamericanos nos encontramos hoy en
condiciones peores que antes de comenzar este desmonte, con la desventaja de haber
perdido los bosques.
• Los principales problemas globales relativos al medio ambiente son: lluvia acida,
calentamiento de la atmósfera, destrucción de la capa de ozono, desmonte/desertificación y
superpoblación.
• La lluvia acida resulta del desenfrenado proceso de industrialización. La emisión de dióxido
de azufre en combinación con óxidos de nitrógeno y con el agua de lluvia se transforma en
partículas acidas que se depositan sobre la vegetación, en ríos y lagos, contaminando los
alimentos y provocando-enfermedades respiratorias en los seres vivos. 650 millones de
personas están expuestas diariamente a niveles insalubres de dióxido de azufre. En
Noruega, 13.000 KM2 de aguas quedaron sin peces. En Suecia, 15.000 lagos perdieron su
vida acuática. El 35% de los bosques europeos están seriamente afectados por la lluvia
acida.
• El efecto estufa resulta de la quema de combustibles fósiles (petróleo y carbón) que
despiden dióxido de carbono y otros gases. Estos, asociados al desmonte (por la
fotosíntesis de los vegetales se absorbe el dióxido de carbono), producen una especie de
estufa que origina el calentamiento de la atmósfera. El último siglo, la temperatura aumentó
0,6 grados. Durante los próximos cien años se espera un aumento de 1,5 a 5,5 grados
Celsius. Esto provocará desastres descomunales debido a las sequías y el deshielo de la
capa polar. Basta que el océano crezca un metro para inundar el 10% de Bangladesh,
destruyendo 8 millones de habitantes. Muchos animales y plantas no tendrían cómo
adaptarse y morirían.
• La capa de ozono, estrato atmosférico ubicado de 30 a 50 Km. de la superficie de la tierra,
protege la vida de las radiaciones ultravioletas que provocan cáncer de piel y debilitan el
sistema inmunológico. La emisión de compuestos químico-industriales, solventes de
limpieza a seco, aerosoles y otros insecticidas, provocan el agujero de ozono. Se calcula
que por cada punto porcentual de disminución de ozono, sólo en los Estados Unidos, se
producen 10.000 nuevos casos de cáncer de piel.
• Los mayores contaminadores del planeta, en el orden el 80%, son los países ricos e
industrializados. Sólo en 1985, los EE. UU lanzaron a la atmósfera un billón de toneladas de
dióxido de carbono; la antigua Unión Soviética arrojó 985 millones. Aquí se produce una
paradoja y una hipocresía: los países del hemisferio norte, principales responsables de la
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
crisis ecológica mundial que nos afecta a todos, se niegan a asumir su principal
compromiso por corregir el curso de este proceso de desarrollo. Sin embargo, imponen al
hemisferio sus normas sobre cómo tratar la naturaleza. Esto se vio claramente en la 1a
Conferencia Internacional sobre Ecología y Desarrollo, realizada con el auspicio de la ONU
en junio de 1992 en Río de Janeiro. Pero quién más lastimó la tierra debe preocuparse más
por curar las heridas.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Es el hombre el que está enfermo, el hombre occidental moderno. Por eso, el enfrentamiento
con los desafíos ecológicos, aunque debe ser realizado desde diversos frentes, no puede prescindir
de la denuncia y corrección de ios falsos valores y falsas ideas desarrolladas por la Civilización
Industrial. La primera y fundamental idea a ser corregida y superada es la de que el hombre está
separado de la naturaleza, a la cual percibe como enemiga a ser conquistada.
El hombre no es una mónada solitaria e independiente, enfrentado a todos y a todo. Ya desde
el punto de vista de la biología esto constituye un gran error. La biología ha corregido así la teoría
darwiniana de la selección natural; "la unidad de supervivencia" no es la especie o subespecie, sino
"el organismo más su medio ambiente". Desde el punto de vista biológico, el hombre y la especie
humana están condenados a la extinción si persisten en destruir su medio ambiente. La lucha del
hombre contra la naturaleza ha llegado ya a situar en estado de alto riesgo la supervivencia de la
especie humana. Es preciso decir "¡basta!": la destrucción del medio significa la destrucción del
hombre. La biología condena a! hombre de la Civilización Industrial: todo organismo que destruye su
medio ambiente, se autodestruye.
La cibernética ayudó, también, a revisar las bases de la antropología moderna. Frente al
individualismo moderno, la cibernética valora fuertemente la complejidad de las interrelaciones
constitutivas de la vida y, particularmente, de la vida humana. El individuo humano constituye un
sistema extremadamente complejo, estrechamente conectado con otro sistema mayor, la sociedad,
de la cual forma parte. Y tanto el individuo como la sociedad están, a su vez, íntimamente
relacionados con un ecosistema o medio ambiente vital en el cual se desarrolla la vida.
Competencias y dependencias mutuas, en difícil y delicado equilibrio, componen la compleja red de
relaciones en el interior del sistema formado por el individuo humano, en el sistema formado por la
sociedad e, igualmente, en el sistema global formado por el medio ambiente. No tiene fundamento
científico la visión del "yo" separado de la corporeidad, de la sociedad humana y del medio ambiente.
El hombre y la sociedad forman parte integrante de un sistema más amplio y englobante. Los
fines pretendido por el hombre no pueden, sin graves riesgos, ser llevados a cabo desconociendo o
despreciando el sistema en el cual están insertos el ser humano y la sociedad. No se trata
propiamente de una importancia excesiva conferida al sujeto humano, sino que se la ha concedido a
expensas de la corporeidad, del medio ambiente y de la comunidad humana. Es preciso desarrollar
una dialéctica de inclusión entre los aspectos positivos de la realidad humana (sujeto-corporeidad-
medio ambiente), lo cual exige una relación de integración. La afirmación unilateral del sujeto,
llevada por la Civilización Industrial hasta sus últimas consecuencias, ha colocado al mundo actual
en un callejón sin salida.
La problemática ecológica se sitúa, pues, predominantemente, en este nivel de los sistemas,
mejor dicho, en el ámbito de la interrelación de los ecosistemas. La importancia concedida al sistema
no debe ser interpretada como desprecio o negación de la libertad humana. Pero ésta se desarrolla
contando con presupuestos y condicionamientos propios del sistema en el cual se desenvuelve, los
cuales deben ser respetados para no vivir una libertad homicida y suicida. Cuando el ser humano se
cree con un poder total sobre el medio ambiente, comete un trágico error, tan grave como cuando
cree tener un poder total sobre los otros seres humanos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Así llegamos al final de la primera parte de la unidad. Bueno es que nos detengamos para reflexionar
sobre lo que hemos estudiado. Le proponemos diversas actividades.
1. Revisión del material estudiado. Con la ayuda del siguiente cuadro resumen, trate de dar razón de
los principales aspectos que acaba de leer.
Conceptos-Aspectos
1. Ecología - ecología holista
a) Oikos y logos b) Estudio de las condiciones y relaciones que forman el habitat c) Relación e interacción, diálogo,
con todos los seres vivos o no d) Visión de totalidad que no resulta de la suma de las partes, sino de la
interdependencia orgánica de todo con todo e) Holismo (holos y logos)
2. Objeciones:
a) La ecología es un lujo de los países ricos...
La pobreza es nuestro mayor problema ambiental. La conciencia de los países ricos debe dar una solución en
bien de todos los humanos y de la naturaleza (no egoísmos, ni sólo conservacionismo o ambientalismo);
b) La ecología es cosa de los grupos ecológicos...
La cuestión ecológica es demasiado global para entregarla a especializados...No perder la visión originaria de una
ecología que no sólo tiene que ver con plantas, animales, pureza atmosférica... también relaciones solidarias y
globales del ser humano
c) La ecología es cosa de movimientos políticos…
Ellos refuerzan una causa ausente en otros... cuando la conciencia ecológica global crezca, estos partidos
(tenderán a desaparecer
3. Los desafíos ecológicos
a) No es la naturaleza, sino el hombre quien está enfermo b) La civilización industrial y sus falsas premisas
(recordar los aspectos señalados por G. Bateson) c) El hombre no está separado de la naturaleza d) El hombre no es
una mónada solitaria, enfrentado a todo y a todos e) Relación hombre-sociedad-medio (ecosistema) - etc
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
C)
Enumere un catálogo de acciones que podrían ayudar a la mejora de su entorno
Texto 1
En otros tiempos podía decirse: "Hágase la justicia y que perezca el mundo". Habiéndose
convertido ahora en una posibilidad real la destrucción del Todo por actos del hombre, tales
palabras no pueden ya pronunciarse ni siquiera en sentido retórico. Antes la presencia del hombre en
el mundo era un dato primero e incuestionable del que partía cualquier idea de obligación. Ahora
esa presencia misma se ha convertido en objeto de obligación, de la obligación de garantizar en el
futuro su existencia. Y esto implica, entre otras cosas, conservar este mundo físico de tal modo
que las condiciones para la existencia permanezcan intactas. Hans Joñas, El principio de
responsabilidad.
Texto 2
El problema del deterioro medioambiental no es principalmente un problema técnico; si lo fuera, no
habría surgido de modo tan agudo en las sociedades tecnológicamente más avanzadas. No se origina
en la incompetencia científica o técnica, ni en la insuficiencia de educación científica, ni en la falta de
información, ni en la falta de dinero para la investigación. Se origina en el estilo de vida del mundo
moderno que, a su vez, surge de las creencias básicas: su metafísica o su religión. Es la filosofía, la
metafísica del materialismo lo que está desafiando y el desafío no procede de unos pocos santos y
sabios, sino del propio entorno natural. Esta situación es totalmente nueva. En todas las
épocas, en todas las sociedades, en todo el mundo, los sabios han advertido respecto al
materialismo y abogado por un orden de prioridades más sensato. Con diferentes lenguajes, con
símbolos variados, pero el mensaje esencial ha sido siempre el mismo: determina correctamente
tus prioridades. Hoy el mismo mensaje nos llega del propio universo. Todo indica que lo más necesario
es una revisión de los fines hacia los que se encaminan nuestros esfuerzos. E. F. Schumacher,
"Mensaje desde el universo"
Texto 3
Identificar con claridad los orígenes de la degradación ecológica es fundamental para ayudar a que
cada ciudadano sea más consciente de cómo se refleja en la totalidad del medio ambiente su propio
modo de vida. Cierto es que gran parte de las causas de los desequilibrios ambientales hay que
buscarlas en la vergonzosa connivencia de buena parte de nuestra clase política con los poderosos
consorcios industriales y del abuso de los recursos naturales, pero también es cierto que todos
nosotros, como consumidores, tenemos igualmente gran parte de la responsabilidad, no sólo como
consumidores pasivos, a través del uso de productos contaminantes, sino sobre todo como primeros
actores y protagonistas del "consumísmo desenfrenado" que genera ynutre a la propia contaminación.
M. Tringle - P. Cala, Manual de ecología cotidiana.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
SEGUNDA PARTE:
EL CAMINO DE LA ÉTICA: ECOLÓGICA
También la ecología ha llegado a ser una preocupación de la ética. Lo que denominamos
"ecología", "medio ambiente" o naturaleza, entendidos como habitat (casa) de la especie humana,
ha carecido hasta nuestros días de la condición de materia moral. Si nos tomamos la molestia de
repasar el índice de los tratados de ética, encontraremos capítulos dedicados al conocimiento y
lenguaje morales, a la conciencia, a la ley, a los valores, etc. Pero difícilmente encontraremos algún
capítulo con títulos como "ética de la naturaleza" o "ética del medio ambiente" o, como lo prefieren
algunos, "ética ecológica". Ni la naturaleza ni la acción humana sobre la misma fueron, hasta hace
poco, acreedoras de consideración moral. Eran temas neutrales desde un punto de vista ético. La
naturaleza, puesta al servicio del hombre, aparecía como material para su uso y abuso. La reflexión
moral parecía suponer que solamente los asuntos concernientes al hombre poseen dimensión
moral. En consecuencia, se dirá que la ética tiene como objeto de reflexión las acciones de los
hombres respecto a sí mismos "o'respecto de sus semejantes, mientras que la conducta humana
respecto a lo no-humano que le rodea -animales, plantas, tierra o aire- carecería de dimensión
moral a no ser que, indirectamente, se lesionen derechos o intereses de otros hombres.
Sin embargo, si es cierto aquello de que la filosofía tiene por tarea el "poner la propia época
en conceptos", la filosofía moderna no puede escamotear el reto que la crisis ecológica lanza.
Desviar el problema hacia otras disciplinas, tales como la biología, la geografía o la economía,
estando como están en juego cuestiones que conciernen al sentido del mundo técnico moderno, al
puesto del hombre en el mundo o a la filosofía de la cultura o del progreso constituiría un grave acto
de irresponsabilidad cuando no de cinismo. El problema, pues, está ahí, y su tratamiento puede
llevarse a cabo en el horizonte de una reflexión histórico-filosófica sobre nuestra civilización. La
pregunta sobre el sentido de la ciencia y técnica modernas podemos extenderla al sentido y alcance
de la destrucción de la naturaleza por parte de la civilización técnico-industrial.
Es claro que aquí no vamos a tratar las relaciones entre ecología y ética con la profundidad
que el tema se merece. Pero si deseamos ofrecer algunos elementos que nos permitan fundamentar
un modo de proceder responsable y ético en este campo. Se trata de ver qué tiene que decir la
Ética ante el problema de la Ecología, que es uno de los puntos negros y difíciles del momento, por
más que nosotros nos veamos absorbidos por otros asuntos más vitales, al menos, en lo inmediato.
1. EL PROBLEMA Y SU TRASFONDO
Un documento excepcional, elaborado por encargo del Club de Roma tres décadas atrás, Los
límites del crecimiento, dejó al descubierto la gravedad del problema ecológico. Los autores del
texto, al analizar el porvenir de las sociedades industriales avanzadas, cuestionaron la idea del
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
crecimiento ilimitado, idea heredada de la cultura industrial. Los recursos naturales, se decía, sobre
los que el progreso y el desarrollo se cimentaban, eran limitados y su explotación indiscriminada
acarreaba desequilibrios de consecuencias imprevisibles en la naturaleza. El crecimiento ilimitado
del bienestar material, con una población humana en aumento incesante, no parecía compatible con
el mantenimiento de la integridad de la naturaleza. El equilibrio de la misma, no obstante, aparecía
como requisito imprescindible para la pervivencia de la especie humana. El dilema se planteaba con
crudeza: o pervivencia de la especie humana en una naturaleza equilibrada o riesgo de extinción de
la misma a causa de una naturaleza sobreexplotada y degradada. El "informe Meadows", como llegó
a conocerse ese libro, como era de esperarse, ocasionó una polémica violenta, sin que la tesis
fundamental del mismo resultara invalidada. El debate, en todo caso, impulsó la toma de conciencia
sobre la crisis ecológica y sus consecuencias. Desde entonces los toques de alarma, provocados a
veces por catástrofes ecológicas, no han cesado y se ha tomado buena nota de que el problema se
encuentra íntimamente conectado a variantes tales como el crecimiento incontrolado de la población
mundial, el proceso de industrialización intensivo, la necesidad creciente de alimentos, la extracción
y uso de materias primas y la degradación medioambiental generalizada.
En el informe Worldwatch del año 1991 -La situación del mundo. El Informe Worldwatch y las
opciones para el restablecimiento de la salud de nuestro planeta-, Lestor Brown indicaba que desde
la celebración del primer día de la tierra en 1970, el mundo había perdido millones de hectáreas de
capas de árboles y extendido los desiertos en forma muy significativa, habían desaparecido miles de
especies vivas, la población mundial había crecido a niveles alarmantes. El propósito del director del
Worldwatch Institute no era simplemente alarmar sino señalar la contradicción existente entre la
creciente participación política y ciudadana en los temas de medio ambiente, la creación de
departamentos y leyes destinadas a penar su destrucción, y el deterioro que mostraban todos los
indicadores importantes de sistemas naturales.
A pesar del diagnóstico pesimista, en el año de 1990 las esperanzas estaban aún cifradas en
aquella Conferencia de Naciones Unidas bautizada "cumbre de la tierra" que se celebraría en Río de
Janeiro en 1992. Allí tuvieron lugar compromisos jurídico-políticos importantes como la firma de la
Convención sobre cambios climáticos y biodiversidad, la Declaración de principios relativos a los
bosques y la Agenda XXI que contiene las estrategias y acciones a seguir a fin de poner en práctica
los principios defendidos en la Carta de la Tierra. Al mismo tiempo, se habla de que los Estados
firmantes asuman un marco jurídico-regulativo y se insiste en el carácter político y moral de los
acuerdos. Más allá de los acuerdos o no acuerdos jurídico-políticos de la conferencia, ocurrió allí
algo que, sin duda, tendrá repercusiones en el futuro desarrollo de la ética aplicada a los problemas
de la crisis ecológica. Temas tales como el desarrollo sustentable, calidad de vida, derechos de las
futuras generaciones, medio ambiente y derechos humanos y otros no menos importantes,
alcanzaron un nivel tan alto de discusión que, por así decirlo, penetraron en la conciencia común
como conceptos lo suficientemente ambiguos y dilemáticos como para alentar la discusión teórica
sobre los mismos.
La dimensión moral del problema ecológico comienza a interesar a la filosofía ya en la década
de los setenta. Toda una serie de aspectos de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre
ellos, la idea utilitarista que el hombre tiene de la misma, el proceso de tecnificación y
racionalización del mundo, los riesgos del concepto convencional del progreso y el afán consumista
267
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
nuestro curso, dar todos los elementos que nos permitan no ya responder, sino incluso comprender los
elementos implicados en todas esas preguntas:
La reflexión ética sobre el medio ambiente se ha nutrido de los mismos elementos que
mencionamos en la primera parte. Así se constata en los diferentes textos de quienes se ocupan
específicamente del tema. Bien nos lo resumen Gómez-Heras, en el trabajo citado, págs.29-30:
Determinados procesos productivos, basados sobre conceptos alicortos de bienestar y progreso, comportan
inconvenientes y problemas a veces mayores que las ventajas que reportan. Un bienestar y una prosperidad, calificable
de ficticios, sustentados sobre la abundancia de la locomoción, cultura de la imagen y consumo a ultranza, implican riesgos
nada banales para el psiquismo humano y para la deshumanización creciente de las relaciones interpersonales. La crisis
ecológica está poniendo de manifiesto que el desarrollismo tiene sus límites y que el sistema de producción de bienes
vigente está necesitado de un golpe de timón en nombre de valores superiores a los cotizados por la sociedad
consumista. La imagen convencional del ciudadano en el sistema económico convencional, identificada con el hombre
como "voraz consumidor" y "productor eficiente" muestra que se ha perdido el ideal de la "dignidad de la persona
autónoma". El individuo y su mundo personal han sido diluidos en el anonimato de la sociedad masificada y sometidos a
las leyes de un mecanicismo económico, impuesto por el proceso productor de la economía industrial. La acción humana
queda institucionalizada en tal proceso mediante las figuras del "productor" y del "consumidor", siendo relegadas al olvido
aquellas dimensiones del sujeto humano, que tienen que ver con su intimidad personal. De esa pérdida del sujeto y de su
mundo se hacen eco las críticas en aumento contra el sistema de desarrollo técnico-industrial, orientado hacia un
consumismo insolidario, entre cuyas víctimas se encuentra la naturaleza. Del desasosiego causado por el vacío de valores
morales y el pleno de intereses económicos o de estrategias de poder, emergen fórmulas novedosas, que anuncian que
algo nuevo se encuentra en camino. La palabra alternativa, aplicada a la economía, a la ciencia, a la técnica o al estilo de
vida, reaparece insistentemente en nuestro lenguaje. Con ella se quiere significar, por una parte, el rechazo de una idea
de desarrollo y progreso, que implique degradación de la naturaleza, mediante procesos de despilfarro de materias
primas, contaminación atmosférica o riesgos para la salud pública y, por otra, la necesidad de un cambio de paradigma de
valores, en el que añejas virtudes sociales, tales como la austeridad o la solidaridad, encaucen un nuevo estilo de
conducta, que redescubra la salubridad de la vida campestre hasta opciones con intenso componente utópico, en cuanto a
los hábitos de consumo y trabajo.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Esta postura defiende que la naturaleza está dotada de un valor intrínseco que nos obliga a
respetarla. Así, por ejemplo, se aboga por un estatuto legal de los árboles y de los valles; el
reconocimiento de la supremacía de los valores de la ecosfera sobre los de la humanidad, y la
introducción del concepto de "crímenes contra la ecosfera", como la fecundidad y el
crecimiento económico.
Más que una argumentación, sus defensores presentan un "manifiesto". Así se desprende de
la plataforma de principios básicos elaborado por Arne Naess y George Sessions en 1986 ("The Deep
Ecology Movement: Some Philosophical Aspects", en Philosophical Inquiry, vol.8,1986, pp.10-31. Citado por Ferry, L, El
nuevo Orden Ecológico, Tusquets, Barcelona, 1994, pp.118-119) y que resumimos:
270
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
3. Los humanos no tienen ningún derecho a reducir esta riqueza y esta diversidad, salvo que sea para
satisfacer necesidades vitales.
4. El florecimiento de la vida y la cultura humanas son compatibles con la reducción sustancial de la
población humana. El florecimiento de la vida no-humana requiere una reducción de esta índole.
5. La intervención humana en el mundo no-humano es actualmente excesiva y la situación va a peor
rápidamente.
6. Por lo tanto, tenemos que cambiar nuestras orientaciones políticas de forma drástica en el plano de
las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas. El resultado de la operación será
profundamente diferente del estado actual.
7. El principal cambio ideológico consiste en apreciar la "calidad de vida" (vivir en condiciones de valor
intrínsecas) por encima del "nivel de vida" (tratar sin cesar de conseguir un nivel de vida más elevado).
Tendrá que producirse una toma de conciencia que distinga la profunda diferencia entre lo "grande" y
lo "grandioso".
8. Los que suscriben los siete puntos previos tienen la obligación, directa o indirecta, de participar en el
intento de proporcionar los cambios necesarios.
En esta misma línea, algunos ecologistas profundos han ido, incluso más lejos, al luchar
porque se reconozcan los derechos de la naturaleza en paralelo o por encima de los derechos del
hombre. Cosa que, como sabemos, se opone al humanismo jurídico de nuestro entorno cultural. Lo
que estos defensores a ultranza de la naturaleza pretenden es una contracultura, un modo
revolucionario de pensar, donde los derechos de la naturaleza inorgánica entre en una relación de
reciprocidad con los derechos del hombre. Esto es lo que afirma de un modo contundente Michel
Serres: "tanto como la naturaleza da al hombre, tanto ha de devolverle éste, una vez convertida
aquélla en sujeto de derecho". En una óptica parecida podrían leerse algunas expresiones de Hans
Joñas cuando defiende para la naturaleza un valor central o fin en s/'que fundamente el respeto que
se le debe.
Ángel Cuenca M., en su Ética itinerante, ya citada (p.30), afirma que el trasfondo filosófico de
estas posturas habría que buscarlo en el pensamiento de Spinoza, quien sacraliza la naturaleza,
confundiéndola con Dios. En este sentido, la persona se funde en el cosmos, perdiendo su
individualidad y sus derechos. Como consecuencia de ellos, el hombre no tiene ninguna primacía
sobre las demás especies, la cultura, la civilización y el desarrollo han roto el pacto implícito de
todos los seres de no injerencia ni dominio de uno sobre los demás. Por eso se debe volver a la
situación inicial, de respeto de este equilibrio de fuerzas, teniendo el hombre que reducir
drásticamente su crecimiento, su expansionismo y sus técnicas.
Este mismo autor hace una severa crítica a la Ecología profunda, diciendo que esta postura
carece de memoria histórica y de sentido. ¿Que quiere decir con esto?
a) Carece de memoria histórica, porque olvida que el desarrollo humano es, ante todo, un
desenvolvimiento del Espíritu, es decir, de la conciencia y libertad del hombre. Esto, lo
queramos o no, le confiere al hombre autonomía, superioridad y responsabilidad, por
encima del resto de los seres. Lo que no implica ni quiere decir que aproveche esta
realidad histórica para descargarse de su responsabilidad. Y aquí si tendríamos que
dar la razón a los defensores de la Ecología Profunda cuando abogan por una
ecologización de la economía, exigiendo el reciclado de residuos, la solidaridad
271
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
práctica con las diversas latitudes y generaciones, y la pluralidad de usos de la
naturaleza (estético, ético, contemplativo, etc.).
b) Carece de sentido, porque una cosa es calibrar el desarrollo para evitar que éste se
convierta en un valor absoluto y acrítico, y otra es querer volver a la vida salvaje,
negando lo más positivo que ha hecho el hombre, su progresiva humanización.
La Ecología Profunda también recibe otras críticas:
c) Posee una visión demasiado restrictiva de lo superficial y del antropocentrismo, como
se desprende de la definición que hacen de antropocentrismo: "Antropocentrísmo u
homocentrismo significa chovinismo humano. Es similar al sexismo, pero sustituyendo
la 'raza humana' por el 'ser humano' y al 'resto de las especies' por la 'mujer'" (B.
Devall/G. Sessions, Deep Ecology: Living as if Nature Mattered, Salt Lake City, Gibbs
Smith, 1985, p.243, citado por C. Velayos C, "El Deep Ecology Movement: ¿un viaje
hacia las profundidades de la ética", en el libro de Gómez-Heras, ya citado, p.148).
d) No tiene en cuenta que la motivación autointeresada incluye preocupaciones menos
restringidas que la que ellos le atribuyen principalmente la supervivencia. Otras
motivaciones son las estéticas, las morales, las culturales, las científicas, etc. Hay en el
tratamiento del antropocentrismo una marcada asignación instrumentalista que excluye
conscientemente todas aquellas visiones ilustradas o débiles según las cuales la
naturaleza no humana, sin poseer valor intrínseco ni derechos, merece tratamiento
moral en cuanto cómplice de la autorrealización humana.
e) Finalmente, el Movimiento de la Ecología Profunda al insistir exclusivamente en la ley
necesaria de la naturaleza, rehabilitada por la ciencia ecológica con fórmulas como
"equilibrio ecológico", "homeostasis", "estabilidad y armonía de la naturaleza", da por
bueno un determinismo físico, que al imponer al mundo moral la racionalidad de los
procesos naturales, anula la libertad y las bases de la ética. El principio de "dejar obrar
a la naturaleza conforme a su sabiduría" acepta acríticamente la existencia de una
armonía ética preestablecida sobre una racionalidad inmanente al cosmos, cercana al
"logos cósmico" de los estoicos. La actitud más coherente, en este caso, sería la del
fatalismo del sabio estoico, para quien la suprema forma de libertad consistió en
echarse en brazos del inexorable destino. Al laissez taire ecológico subyace un
optimismo cósmico que conduce a una devaluación de la actividad creadora del
hombre. Las manifestaciones más señeras de lo que entendemos por cultura: la
estética, la religión, el derecho o la misma ética, se reducirían en última instancia, a
decir de estos ecólogos radicales, a fenómenos degradantes de la naturaleza.
2.2. El Biocentrismo
Las posturas biocéntricas, en general, no admiten una diferencia cualitativa entre el hombre y el
animal y, por ello, rechazan que el hombre posea una riqueza biológica respecto al animal.
Para algunos, esta postura es heredera del utilitarismo, que se apoya en la tesis de la unidad
de sentimiento.
272
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
El utilitarismo, conviene recordar, vértebra un sistema de ética normativa a partir del principio
de utilidad. En razón de ese principio, la corrección de una acción del hombre se justifica a partir de
la contribución que la misma aporta a la felicidad y bienestar de los afectados por ella. Lo que en tal
sistema moral anda por medio son los intereses o utilidades del hombre. La calidad moral de una
acción, la validez de una norma o la legitimidad ética de una institución están en función de la
utilidad que aportan en forma de bienestar, felicidad o placer.
En consecuencia, tener interés por el bienestar y felicidad del hombre implica tener interés y
preocupación por la naturaleza. El destino de ambos se decide conjuntamente. De ahí que el mundo
moral, en cuanto mundo de los deberes del hombre para con el hombre, implique deberes y
obligaciones del hombre con la naturaleza. El valor de utilidad y bienestar que la biosfera (animales,
plantas, espacios y materias naturales) puede reportar al hombre revista múltiples formas, en
correspondencia con la variedad cuasi infinita de bienes que la voluntad apetece. A partir, pues, de
la idea del hombre como beneficiario de la naturaleza, el modelo utilitarista de la ética
medioambiental construye un tipo de razonamiento que justifica una determinada conducta respecto
a su entorno.
Para quienes, como Ferrater Mora, sería posible construir una fundamentación ética del
medio ambiente como "morada de los seres sentientes", el argumento de "sensibilidad" es válido en
el campo ecológico. Al valor ecológico, como hace el autor, se le puede conferir una cierta
objetividad, en cuanto que el medio ambiente es condición de posibilidad de un valor biológico,
económico y estético. Si se reconoce esta objetividad en el valor ecológico se desprenderá, como
consecuencia, una exigencia de actitudes, por parte de los humanos, de respeto, admiración,
cuidado y conservación para con la naturaleza universal, ya que ella y en ella se posibilita la vida, en
general y la vida sentiente, en concreto.
Otro autor muy significativo dentro de esta misma posición es Peter Singer, quien afirma la
obligación moral por parte de los hombres de minimizar el sufrimiento de los animales no humanos y
de tener en cuenta el valor de sus intereses en el campo de la utilidad (herencia del utilitarismo). El
se propone como meta elaborar una versión utilitarista para la defensa de la liberación animal.
Hablando de la justificabilidad o no de la muerte de los animales, considera la necesidad de
distinguir entre animales "racionales y conscientes de sí mismos" y animales "no racionales y no
autoconscientes". En el primer caso, hay razones más que suficientes para que no se les dé muerte,
aunque ésta pueda ser muy útil para la humanidad (investigación científica, alimento, aceites, etc.).
En el segundo caso, si la vida que se quita no era placentera, si es fácilmente suplantable o si su
muerte se produce sin dolor individual o colectivo, entonces parece que no se comete injusticia,
siempre que haya razones de utilidad. Tal sería el caso de la crianza "no-intensiva" de pollos para el
consumo.
Peter Singer es fiel a las tesis del utilitarismo para el que, como hemos indicado antes, el
hombre no es el único sujeto de derechos, sino que también tienen sus derechos todos los seres
que son capaces de placer y de dolor. Si esto es así, el "humanismo antropocéntrico" queda
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
superado. La idea de "bienestar" de la especie humana exige una ampliación del mundo del deber al complejo de
acciones y relaciones que el hombre ejerce respecto a la naturaleza. Es más, según el conocido principio
utilitarista de "el máximo de placer para el máximo de afectados" por las consecuencias de una acción, no
tendría por qué ser restringido el "principio de utilidad" a la especie humana. El bienestar y felicidad, obtenidos
por el buen trato o el sustento, han de hacerse extensivos a los seres vivos capacitados para experimentar
sentimientos de dolor o de placer.
La consecuencia moral que de ahí se desprende es que hay que adoptar una actitud de respeto
por la naturaleza, análoga o proporcional a la actitud de respeto por los seres humanos. En el campo de
la práctica, comporta las siguientes disposiciones:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
inspiran un discurso lleno de amor y servicio a la naturaleza. En este contexto de horizontes tan
amplios de comprensión del mundo moral sería revalidado, con nuevo alcance y significado, el
principio cristiano del "respeto a la vida".
Sin embargo, algunas consideraciones críticas debemos adelantar a lo que hemos dicho.
a) Es cierto que la Ética valora y respeta la vida, todo tipo de vida, la vegetal, la animal y la
humana. Más aun, dentro de esta escala, la vida animal, tal y como defiende el
utilitarismo, tiene una especial importancia, por su capacidad de sentimiento y
sufrimiento. Pero afirmar esto e inmediatamente concluir la equivalencia entre la vida
animal y la vida humana no nos parece correcto.
b) Un autor que se ha hecho eco de las tesis del utilitarismo en general y de Singer en
particular es Lyc Ferry en su libro El nuevo orden ecológico (Tusquets, Barcelona,
1994). Creemos que tiene un acercamiento sereno y ponderado a esta posición. Para
este autor, podría admitirse una cierta analogía entre el dolor, el lenguaje y la
inteligencia del hombre y del animal. Pero nunca se puede dar un paralelismo entre la
libertad y la cultura humanas con la vida instintiva del animal, lo que, a su juicio, abre un
abismo entre los derechos del animal y del hombre:
"Hasta que se demuestre lo contrarío, los animales no tienen cultura, sino solo
unos hábitos y unos modos de vida; el indicio más seguro de esta carencia es
que no transmiten al respecto ningún patrimonio nuevo de generación en
generación (...) ¿Por qué sacrificar a un chimpancé sano antes que a un ser
humano reducido a un estado vegetativo? Si se adopta el criterio de que hay
continuidad entre los hombres y los animales, Singer tal vez tendría razón al
tachar de 'especista' la preferencia concedida al vegetal huma'no. Si, por el
contrario, tomamos el criterio de la libertad, no es insensato admitir que
tengamos que respetar ¡a humanidad, incluso en aquellos seres que ya no
manifiestan en ella más que indicios residuales" (pp.86-87).
e) Los críticos de la "ética del respeto a la vida" han señalado, igualmente, la ambigüedad
de sus conceptos y la regresión hacia formas animistas de comprensión de la
naturaleza.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
2.3. El antropocentrismo
Cuando en los debates sobre "ética medioambiental" se utiliza el término "antropocentrismo",
se suele significar con él:
Esta doctrina de la moralidad como modelo exclusivo del ser humano se corresponde con la
idea del puesto central del hombre en el cosmos, mantenida no sólo por antropólogos
contemporáneos, sino también por el cristianismo y toda la cultura moderna. Esta postura, en
consecuencia, piensa que no es necesaria una ética medioambiental al margen del hombre, porque
sólo éste posee la base argumentativa necesaria que busca el bien para los humanos y para la
comunidad biológica en general. A ella se oponen, obviamente, como fácilmente podemos concluir
por lo ya dicho, los ideólogos del ecologismo radical, bien en su versión biocéntrica o geocéntrica,
que atribuyen a la vida o a la tierra el papel central ocupado por el hombre.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
El profesor Brían G. Norton, del New College de la Universidad de Florida del Sur, cree
discutible que una ética ecológica puede desprenderse de unos "derechos o intereses" no-humanos
de generaciones futuras. Por tanto, no está a favor de una ética medioambiental. No entra en la
polémica "antropocentrismo no-antropocentrismo", pero sí propone la discusión "individualismo/no-
individualismo" para poder -pensar una ética ecológica de signo diferente a las ya existentes.
Distingue dos tipos de antropocentrismo, uno fuerte y otro moderado. Para entenderlo, hay que
distinguir previamente entre preferencias sentidas y preferencias consideradas. Las primeras son los
deseos o necesidad del individuo y que pueden ser satisfechas por medio de una experiencia
concreta. La segunda son las necesidades expresadas después de una deliberación de acuerdo
con unos ideales morales. Estas son hipotéticas, puesto que el sujeto las prefiere, de acuerdo con
unas condiciones dadas.
Un antropocentrismo moderado es aquel que pone una base para criticar los sistemas de
valores que resulten lesivos al medio, pues, como se fundamenta en preferencias consideradas,
reconoce que las preferencias puedan ser o no racionales. Con esta distinción, Norton cree
innecesario el reconocimiento de valores intrínsecos en los objetos no humanos y, a la vez,
proporciona la base (con su antropocentrismo moderado) para establecer relaciones en los humanos
que no sean las simples preferencias. Lo que, en definitiva, la ética ecológica pretende en la mayoría
de sus versiones es cambiar una mentalidad que viene adueñándose del pensamiento desde los
principios de la reflexión. Este cambio de mentalidad consiste en dejar de concebir al hombre como
dueño y propietario de su entorno, para comprenderlo como miembro de una comunidad bioética.
¿Qué decir, después de este recorrido por las diferentes posiciones frente al tema de la
ecología y la ética? Retomando todo lo dicho podríamos resumir:
277
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. No parece coherente abogar por una ecología profunda o por una visión ecocéntrica.
2. Tampoco parece del todo acertado una postura biocéntrica, paritaria en derechos y
deberes al propio hombre, verdadero sujeto de la historia.
3. Un antropocentrismo a ultranza, que sólo admite unos derechos incontrolados en favor
del hombre al margen de la naturaleza y de la vida, en general, tampoco es admisible.
En las primeras unidades insistimos que el hombre, la persona, es el valor central de la Ética y
que la valoración moral sólo se puede hacer allí donde hay responsabilidad y libertad. Por lo tanto,
sólo el hombre es un valor absoluto a respetar. En este sentido, tendríamos que hablar de una ética
ecológica de la persona, definida ésta como una actitud. Esta actitud conlleva un compromiso con el
mundo y con la vida en forma de triple exigencia: fidelidad a una causa superior, acogida de la
alteridad y diferencia en la identidad de la persona. Si esta es la base de la concepción de persona-
actitud, un comportamiento ético riguroso en el campo de la Ecología debe apoyarse, al menos, en
tres grandes actitudes: la Responsabilidad, la Solidaridad y la Tolerancia.
- Una ética ecológica de la responsabilidad, porque el hombre posee el deber de
respetar a los seres no-humanos, así como la totalidad de la naturaleza y sólo a él se
le debe exigir responsabilidades morales y jurídicas del atropello, aprovechamiento
irracional y uso desmesurado del entorno ecológico y de los distintos seres que habitan
en ella.
Una ética ecológica de la solidaridad, por cuanto este hombre, ínquilino ocasional de la
ecosfera, posee la responsabilidad urgente de planificar su vida y su trabajo para que
los que vengan después, hombres, animales o plantas, puedan vivir cualitativamente
mejor que él lo hace ahora.
Una ética ecológica de la tolerancia, ya que es imposible convivir con los otros
hombres, que también son personas, sin reconocer que ellos tienen criterio y razón tan
defendibles como los míos. Los argumentos de los demás no tienen por que ser
opuestos a los míos sino complementarios y enriquecedores. Es necesario llegar a
acuerdos en lo fundamental para poder llegar, entre todos, a soluciones concretas que
a corto y medio plazo detengan el deterioro progresivo del ecosistema y la masacre sin
escrúpulos de los seres vivos (ver A. Cuenca Molina, op. cit. pp. 136-138).
Después de este repaso de las distintas posiciones éticas frente al tema ecológico, bueno
es, como lo hemos venido haciendo en los apartados anteriores, que nos detengamos y hagamos
una serie de ejercicios y actividades que nos ayuden a retener lo más importante de lo que hemos
visto.
1. Como primera actividad, revise los contenidos de las diversas argumentaciones en la ética
ecológica, ayudado por el esquema-resumen que le presentamos y en el cual tratamos de que
retenga, al menos, lo que es central a cada una de las posiciones, los principios (algunos)
defendidos y las críticas más evidentes.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
b) Principios :
b) enumerar algunos de sus principios básicos
c) Críticas:
Al menos:
- sacralización de la naturaleza
- falta de memoria histórica
- carencia de sentido
- visión superficial del antropocentrismo
- da por bueno un determinismo físico...
2. El biocentrismo:
a) Posición:
No admite una diferencia cualitativa entre el hombre y el animal, rechazando la riqueza biológica superior del hombre...
b) Representantes:
Entre otros:
- Ferrater Mora y su argumento de la sensibilidad
- Peter Singer y los derechos de todos los seres que son capaces de placer y de dolor (los animales)
- Paul W Taylor: creación de un sistema ético medioambiental centrado-en-la-vida y no centrado-en-lo humano.
- A. Schweitzer y su ética de la vida: mantener, promover e impulsar a toda vida apta para el desarrollo
c) Críticas:
Al menos:
- concluir la equivalencia entre la vida animal y la humana
- no se puede dar un paralelismo entre la libertad y la cultura humanas con la vida instintiva animal
- no es posible pretender igualar las diversas escalas de la vida etc.
3. Antropocentrismo:
a) Posición: Solamente el hombre es capaz de actos morales, de derechos, obligaciones,
responsabilidades... Desde ahí busca el bien para los humanos y para la comunidad biológica en general
4. Conclusiones :
Hemos de hablar de una ética ecológica de la persona, definida como una actitud que implica un compromiso
con el mundo y la vida, apoyado en tres grandes actitudes:
a) Ética ecológica de la responsabilidad: el hombre posee el deber de respetar a los no humanos, a la totalidad de la
naturaleza... a él sólo se le deben exigir responsabilidades.
b) Ética ecológica de la solidaridad: planificar su vida mirando en los que vienen
c) Ética ecológica de la tolerancia: acuerdos, dentro de la diversidad, para acciones que detengan el deterioro...
279
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
2. Ahora vamos a repasar los aspectos de las diferentes posiciones éticas frente al tema de la
ecología. Lo hacemos a través de enunciados o proposiciones. Usted deberá leer cada una de ellas
y señalar a qué posición corresponde: si al naturalismo ecológico (NE), al biocentrismo (BC) o al
antropocentrismo (AC).
Proposición NE BC AC
1. Defiende que la naturaleza está dotada de un valor intrínseco que nos obliga a respetarla
2. No admiten una diferencia cualitativa entre el hombre y el animal
3. Sólo el hombre es capaz de actos morales y sólo él puede ser objeto de derechos,
obligaciones y responsabilidades
4. Abogan por un estatuto legal de los árboles y los valles, la supremacía de los valores de la
ecoesfera sobre los de la humanidad
5. Rechazan que el hombre posea una riqueza biológica respecto del animal
8. Tener interés por el bienestar y felicidad del hombre implica tener interés y preocupación
por la naturaleza
9. Sólo el hombre es un valor absoluto a respetar. En consecuencia, de lo que hay que hablar
es de una ética ecológica de la persona, definida como una actitud.
Clave de respuestas: 1NE - 2BC - 3AC - 4NE - 5BC - 6AC - 7NE - 8BC - 9AC
Mientras que las llamadas "éticas antropocéntricas" sostienen que lo que está en juego en las
cuestiones ecológicas son las necesidades, intereses y derechos de las personas (incluyendo
los de futuras generaciones), las llamadas "éticas centradas en la vida" consideran moralmente
relevantes los derechos de todos los seres vivos, si bien no conceden a todos idéntica
significación moral, dado que unos organismos son más complejos que otros, o corren más
peligro de extinción, etc.
Sin embargo, aunque las diferencias de enfoque pueden provocar ciertas discrepancias
naturales, lo cierto es que las distintas éticas ecológicas coinciden en la necesidad de que se
reconozcan las causas últimas que han provocado el desastre ecológico: la insolidaridad que
ha sumido en la miseria económica y cultural a una gran parte de la población mundial.
Existe un amplio acuerdo en que el problema ecológico, como ocurre también con el del
hambre, no es un problema técnico, sino moral. Sabemos en gran medida todo lo que hace
280
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
falta saber para evitar la contaminación de la ecosfera, como sabemos también lo que hay que hacer
para acabar con el hambre en el mundo, pero no hemos puesto aún los medios adecuados para
hacerlo. La cuestión, desde el punto de vista ético, está clara: la conciencia moral alcanzada en las
sociedades democráticas modernas incluye el imperativo moral de avanzar en el reconocimiento
efectivo de los derechos humanos, incluido el derecho a gozar de un medio ambiente sano que forma
parte de los llamados "derechos de la tercera generación".
A pesar de lo deprimente que puede llegar a ser el panorama contemporáneo en estos
asuntos, creemos que hay motivos para la esperanza: la adopción de acuerdos internacionales
en materia de protección del medio ambiente, los esfuerzos de organismos públicos y privados
en pro de la solidaridad internacional, la existencia de un amplio movimiento de ciudadanos
que participa en organizaciones ecológicas... son claros indicios de que todavía es posible un
futuro más justo en un mundo más habitable.
Pero la cuestión de fondo en la mayor parte de los problemas ecológicos es la situación de
injusticia económica que padece una gran parte de la humanidad. Por ello es preciso insistir de
nuevo en que, si tomamos en serio el reconocimiento de toda persona como interlocutor válido,
las cuestiones ecológicas han de ser enfocadas como cuestiones en las que están enjuego, en
realidad, los derechos más elementales de millones de personas a las que no se les trata como
tales. Sólo en la medida en que se haga efectiva la solidaridad, tanto entre los pueblos de la
tierra como en el interior de cada sociedad, puede haber una verdadera solución al gravísimo
problema del deterioro de la ecosfera. (A. Cortina, Ética)
Preguntas:
a) Según la autora, ¿hay un punto en el que coinciden las "teorías antropocéntricas" y las
"centradas en la vida"?, ¿cuál?
b) ¿Por qué ella afirma que "el problema ecológico no es un problema técnico, sino
moral"?
c) ¿Cuál es, de acuerdo a la autora del texto, "la cuestión de fondo en la mayor parte de
los problemas ecológicos"? ¿Y cuáles son, en consecuencia, las soluciones?
4. Finalmente, lea el siguiente texto y después responda las preguntas que le proponemos.
"En el sugestivo debate sobre si los animales tienen derechos y están incluidos en el ámbito de
nuestras obligaciones morales suele suscitarse un malentendido básico: el de creer que
quienes respondemos negativamente a esas dos preguntas somos indiferentes a cualquier
trato que den los humanos a otros seres vivos. Y no es asi, al menos en todos los casos.
Considero racionalmente piadoso y civilizado reflexionar sobre nuestra relación con los
animales y creo que hay que agradecer las llamadas de atención a quienes desde hace tiempo
vienen insistiendo en el planteamiento del tema.
Las normas morales no se limitan a aconsejar ciertas pautas de comportamiento (como
cepillarse los dientes después de comer), sino que establecen un vínculo incondicional entre
los seres humanos, que los reconoce efectivamente como tales. Dotados de lenguaje y de
razón, conscientes de su moralidad, capaces de hacer distintos proyectos de vida... En otras
palabras, la ética sólo tiene sentido como constatación práctica de la comunidad moral
humana, basada en el intercambio de argumentos y la genérica reciprocidad complementaria
281
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Preguntas:
a) ¿Cuál es el argumento central que establece el autor para no hablar de derechos de
los animales?
b) De las posiciones que hemos estudiado: ¿cuáles no estarían de acuerdo con el
argumento de este autor? ¿Por qué?
c) ¿Con quién está usted más de acuerdo, con el Profesor Savater o con los otros? ¿Por
qué?
282
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
la universalización: pensar siempre qué pasaría si todas las personas actuaran igual que nosotros
los estamos haciendo.
Para decir algo sobre este punto, nos vamos a servir de un pequeño libro, pero no menos
sugerente, Ecología y solidaridad. De la ebriedad tecnológica a la sobriedad ecológica. Su autor,
Agustín Domingo, propone algunas líneas de reflexión para la acción, pero una acción que,
fundamentalmente, tenga repercusiones profundas en nosotros mismos. En él nos inspiramos en lo
que decimos a continuación.
En la primera parte aportábamos un dato significativo que no podemos olvidar: para que todo
el mundo alcance en el año 2025 un nivel de vida similar al actual en Occidente, y poniendo como
condición que los países industrializados aceptasen permanecer en su nivel actual de consumo per
capita, sería preciso multiplicar por 54,5 la producción mundial de energía primaria. Pero ese
aumento en el consumo de energía primaria es imposible de alcanzar. Por tanto, planteada la
situación, es inevitable que debamos modificar las orientaciones energéticas seguidas hasta ahora.
Recordemos el texto de E. F. Schumacher que transcribíamos en las páginas anteriores:
"El deterioro ambiental no es principalmente un problema técnico; si lo fuera, no habría surgido
de un modo tan agudo en las sociedades tecnológicamente avanzadas. No se origina en la
incompetencia científica o técnica, ni en la insuficiencia de la educación científica, ni en la falta
de información, ni en la falta de dinero para la investigación. Se origina en el estilo de vida del
mundo moderno, que a su vez surge de las creencias básicas: su metafísica o su religión...
Esta situación es totalmente nueva. En todas las épocas, en todas las sociedades, en todo el
mundo, los santos y los sabios han advertido respecto al materialismo y abogado por un orden
de prioridades más sensato. Con diferentes lenguajes, con símbolos variados, pero el mensaje
esencial ha sido siempre el mismo: determina correctamente tus prioridades...
Todo indica que lo más necesario es hoy una revisión de los fines hacia los que se encaminan
nuestros esfuerzos"
283
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
más importancia y a través del Derecho Internacional, el patrimonio común y la justicia entre las
generaciones, se ha venido elaborando un marco teórico para abordar problemas referentes a la
equidad entre generaciones.
Normalmente estamos acostumbrados a asociar la idea de derecho con seres que pertenecen
a la clase de adultos humanos normales y que tienen intereses reales que deben ser legítimamente
protegidos. Pero ni los fetos, ni las generaciones futuras, ni los vegetales humanos tienen intereses
actuales que puedan constituir un sustento teórico para fundar sus reclamos en términos de
derechos. Pero esto no implica que ninguno de ellos califique como miembros de nuestra comunidad
moral, pues podemos tener obligaciones morales con todos ellos. Una moral digna de respeto, ha
señalado Anne Baier (citada por M. J. Bertomeu en la bibliografía), debe ser un esquema
cooperativo (también solidario) transgeneracional de derechos y obligaciones, argumentando en
favor del reconocimiento de algunos intereses pre-existentes, los llamados "intereses humanos
comunes", tales como la posibilidad de disponer de un suelo no envenenado, intereses que no
dependen de la conciliación de deseos o gustos de los individuos reales. Estamos obligados a hacer
esfuerzos a fin de asegurar a nuestros descendientes los medios para una calidad de vida mejor que
la nuestra o, como mínimo, asegurar que ellos no quedarán en peores condiciones a causa de
nuestras acciones u omisiones. El imperativo generacional implica, como consecuencia, el
imperativo ecológico.
No podemos olvidar que los derechos humanos están enjuego cuando, debido a los cambios
de clima, pueblos como los nuir y los ¡apones no pueden seguir viviendo según sus tradiciones u
otros, como los mencionados en el texto con el que introducíamos este capítulo. No es suficiente
prevenir las catástrofes, minimizar los perjuicios e indemnizar por los mismos, como nos sucede, a
veces, en nuestro país. Sería preciso idear regímenes jurídicos para hacer frente a catástrofes que
quizá no se produzcan antes de varios decenios y analizar la función que desempeñan las
modificaciones de los conocimientos en la posibilidad de concretar los acuerdos y aplicarlos.
Dos imperativos -el generacional y el ecológico- que se complementan. La
complementariedad sería de tal forma que, contra la impunidad, indiferencia o arbitrariedad en la
aplicación del imperativo ecológico, se alzaría el imperativo generacional como llamada a la
moderación. Al mismo tiempo, contra la angustia que pudiera ocasionar la aplicación del imperativo
generacional, reivindicaríamos el imperativo ecológico como exigencia de considerar los ritmos de
maduración, tanto personales como naturales. El carácter ecológico sería precisamente aquel que
armoniza dinámicamente ambos imperativos haciendo posible que la solidaridad no fuera ciega ni la
responsabilidad vacía.
286
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
y provocando siempre nuevas reflexiones. Esto provoca una ética de la calidad de vida que es muy
sugerente para fundamentar una moral ecológica, a pesar de la vaguedad y sobrecarga emocional
que conlleva el concepto.
Precisando un poco, tendríamos que decir, en primer lugar, que la calidad de vida no es lo
mismo que nivel de vida. Este segundo concepto mide el bienestar socioeconómico, medible con
parámetros claros como "ingreso per cápita", producto interno bruto, etc. En cambio, la expresión
calidad de vida integra dos términos donde "vida" designa toda la realidad que tiene algún significado
para el hombre, desde las necesidades primarias hasta los deseos más humanos. La "calidad"
orienta los significados de la vida hacia el ser humano. En segundo lugar, designa la autorrealización
desarrollada y plena del hombre, lo que significa la realización de las posibilidades humanas:
seguridad, libertad, creatividad, necesidades materiales fundamentales, arte, comunicación, entrega
social... Es claro que este segundo aspecto es el más condicionado por su significado en las
diferentes culturas, por lo que calidad de vida es un concepto que necesita de ¡nculturación. En
tercer lugar, la calidad de vida se refleja en el equilibrio de la realización de las diversas áreas
humanas: psicológicas, sociales, religiosas, intelectuales, de salud, de relaciones con los demás y
con el medio ambiente, etc.
287
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
encerrarse en uno mismo. Encontrar canales motivacionales es el desafío para el pedagogo. Una
cosa nos queda clara y es que la búsqueda de una buena calidad de vida para un pueblo debe salir
de él mismo. Lo mismo hay que decir de la precisión del concepto, su formulación y los medios
propios de su cultura para llegar a conseguirlo. De allí que es necesaria una real pedagogía que, a
través de la propia experiencia, sea capaz de introyectar los valores esenciales que nos permitan la
convivencia con todos los hombres y con la creación entera, en un marco de solidaridad que incluya
la justicia y la libertad.
"...nunca la apertura a los demás está dada como un hecho elemental, como un instinto en mi
espontaneidad de criatura viva... la moral es una transformación cuyo principio es exterior a mi.
En el sentido propio es una conversión. Algo extraño a mí -el rostro de otro hombre- me
obliga a romper mi indiferencia. Soy molestado, me veo desembriagado de mi vida, despertado
de mi sueño dogmático, expulsado de mi reino de inocencia y llamado por la intrusión de otro a
una responsabilidad que no elegí ni quise... La ética no es natural... La ética es mi naturaleza
puesta en tela de juicio por el rostro del otro... No soy yo quien ama naturalmente al prójimo,
sino que es el prójimo el que me incumbe y me fastidia, el que hace violencia a mi naturaleza a
mandarme que lo ame... El amor al prójimo... No soy yo quien se lanza primero hacia el otro
en un impulso generoso; es el otro quien, entrando sin golpear la puerta, desvía mis
intenciones y turba mi quietud". (A. Finklielkraut, La sabiduría del amor, Gedisa, Barcelona, 988,
pp.105-107).
Con esto concluimos este tema. La última parte que hemos desarrollado más que
expresar contenidos que podamos evaluarlos objetivamente ha pretendido suscitar algunas
reflexiones para nuestra vida en contacto con el problema que hemos descrito. Por ello le
sugiero:
1. Responda las preguntas que le formulamos a continuación, con ayuda de lo que acaba de
estudiar:
a) ¿Podría señalar algunas condiciones de la conciencia ecológica solidaria?
b) ¿Qué queremos decir cuando hablamos de sobriedad humanitaria, en el contexto de
nuestro tema? ¿En qué se diferencia de las que hemos llamado sobriedad patológica y
sobriedad terapéutica?
c) ¿Por qué los derechos de las generaciones futuras forman parte de nuestra relación
responsable con toda la naturaleza? ¿Podría enunciar, con sus propias palabras, en
qué consiste este derecho?
288
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ventas de sólo el 5% en un artículo para que cunda la alarma en las empresas implicadas en
la producción de bienes de gran consumo. Abundan en el mundo los ejemplos de tal
comportamiento: desde la introducción de los detergentes sin fosfatos, inimaginables hasta
hace pocos años, hasta los mismos productos biológicos, boicoteados durante largo tiempo
por los consorcios de la industria agroquímica y hoy finalmente reconocidos por regulaciones
en muchos países.
Claro que se trata de pequeñas victorias que el sistema industrial, como una gigantesca
ameba, recupera y fagocita rápidamente. Pero son éxitos fundamentales para la protección del
ambiente, y sin ellos, la salud de nuestro planeta sería hoy todavía más preocupante. Junto a
una presión social intensa y constante, fundamental para obtener normativas y disposiciones
legislativas más severas en defensa del consumidor y del ambiente, hoy se hace necesario
poner en marcha, de manera silenciosa pero eficaz, una conversión cualitativa y cuantitativa
de nuestro consumo individual. (M. Tringle - P. Cala, Manual de ecología cotidiana)
Preguntas:
a) Ponga un título a este texto y resúmalo con sus propias palabras
b) ¿En qué consiste la alternativa ecológica que proponen los autores?, ¿está de
acuerdo? ¿por qué?
c) Comente la siguiente frase: "Hoy se hace necesario poner en marcha, de
manera silenciosa, pero eficaz, una conversión cualitativa y cuantitativa de
nuestro consumo individual"
289
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
Abundantes han sido las referencias a libros y autores a lo largo del texto. Queremos dejarle
una pequeña lista que incluya, al menos, los que consideramos pueden serle más útiles para
ampliar lo que resumidamente hemos referido en el texto.
AA.VV. Ecología solidaría. Trotta. Madrid, 1997. Le recomendamos este libro escrito por varios
autores. En él encontrará impresionantes comentarios en la línea de lo que hemos
desarrollado en la primera parte del tema.
BARTOMEU, María Julia. "Problemas éticos del medio ambiente", en Osvaldo Guariglia (ed.),
Cuestiones morales. Trotta. Madrid, 1996, pp.223-240. Una buena y apretada síntesis del
tema enunciado en el título.
CLUB DE ROMA. Los límites del crecimiento. El Informe Meadows. Fondo de Cultura Económica.
México, 1969. Ojalá tuviera la oportunidad de leer este pequeño libro.
GÓMEZ-HERAS, José María (coordinador). Ética del medio ambiente. Problema, perspectivas,
historia. Tecnos. Madrid, 1997. Este es un libro mucho más técnico que los anteriormente
citados, pero muy valioso.
PÉREZ PRIETO, Victorino. Ecologismo y cristianismo. Sal Terrae. Santander, 1999. Un pequeño
libro que contiene en sus tres primeros capítulos los aspectos más importantes sobre este
tema. Lo recomendamos.
SOSA, Nicolás M. Ética ecológica. Universidad Libertaria. Madrid, 1990. Muy recomendable y de
fácil lectura.
290
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Tema 7
ÉTICA DE LOS CIUDADANOS
291
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
Si alguna palabra se repite hoy casi hasta la saciedad es la palabra "crisis". Pareciera que la
crisis está en*todo y que todo está en crisis: la familia está en crisis, pero pareciera que lo están,
también, la religión, la política, la democracia y sus instituciones. Hay crisis económica y crisis
laboral. La educación también está en crisis. Hay crisis en el mundo. A los valores morales también
les ha alcanzado la crisis.
Según el diccionario, "crisis" significa "aquel momento en el que se produce un cambio muy
marcado en algo". Así, en el caso de una enfermedad, se dice que un enfermo se encuentra en
crisis, en "estado crítico", cuando se espera un cambio brusco en su situación. Del mismo modo, una
persona se encuentra en crisis cuando duda de sus convicciones o creencias: puede que se
confirme en las mismas creencias o que las abandone para adoptar otras nuevas.
Aparentemente, en el campo de los valores morales seguimos apreciando las mismas cosas:
el amor, la justicia, la ternura, la lealtad y también el prestigio y el poder. ¿En qué consiste, pues, la
crisis de los valores morales? Aunque los valores que se busquen parezcan ser los mismos, hoy se
entienden y se realizan de modo diferente a como se hacía en épocas pasadas.
Los cambios sociales que se van produciendo hacen que no se puedan concebir de la misma
manera los mismos valores y que tampoco se puedan llevar a la práctica del mismo modo.
Pensemos, por ejemplo, en el cambio producido en valores como la ternura (que ya no se considera
como una cualidad exclusivamente femenina), o la justicia (sobre todo, en el ámbito de las
democracias occidentales). Así pues, éste es el sentido en el que tenemos que entender la
expresión "crisis de valores", teniendo en cuenta también que se han incorporado valores nuevos al
ámbito personal y social, y que otros han perdido vigencia.
Pero también hay muchas personas que creen que hay crisis de valores porque se sienten
desorientadas y confundidas ante la diversidad de proyectos de vida y de ideales de felicidad que se
nos proponen y que, en muchos casos, parecen incompatibles. ¿Es verdad que no hay nada común
que podamos compartir todas las personas? ¿Hay valores morales apreciados y reconocidos por
todos? ¿Es posible la "convivencia" entre personas que tienen distintos proyectos de vida? ¿O sólo
es posible la "coexistencia pacífica"?
Este será el tema de nuestra unidad, a la que hemos bautizado como ética de los ciudadanos.
Otros hablarán de ética cívica, moral cívica, deber cívico. Pero tras esos diferentes nombres, todos
se están refiriendo a lo mismo. Lo que tratan de expresar es cómo en una sociedad pluralista, en la
que conviven ciudadanos que profesan distintas creencias religiosas, diferentes visiones políticas o
distintos ideales de vida, es posible hablar de una moral cívica, de una ética pública cívica.
Para poder responder a las preguntas que nos formulamos líneas más arriba, creemos que es
necesario que, al menos, precisemos:
1. Qué es eso de la moral cívica o de la ética cívica. Si no es posible que todos
compartamos todo, parece que es necesario hablar de algo más.
292
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
2. El pluralismo moral parece ser una característica importante dentro de una sociedad
en la que los ciudadanos profesan diversos códigos morales. Y dentro de esa
pluralidad, el encontrar valores y normas comunes y compartidas parece ser algo
realista.
3. Las personas, hombres y mujeres, tienen y diseñan sus propios proyectos de felicidad,
cada uno según lo que cree que es bueno para ellos. Pero las personas son también
ciudadanos que, aunque persigan proyectos diferentes de felicidad, comparten unos
mínimos éticos (lo que es justo) que son los que les permiten tener una base común
para ir construyendo desde ellos, responsablemente y en serio, un mundo más
humano. Precisar qué es la ética cívica de mínimos y en qué se diferencia de la ética
personal de máximos es importante.
4. Al mismo tiempo, es necesario identificar cuáles han sido esos mínimos justos que la
humanidad ha ido descubriendo a lo largo del tiempo. Una referencia explícita a los
derechos humanos fundamentales (cómo mínimos morales de justicia) será necesario
hacer.
6. Y, finalmente, concluir mostrando que la ética cívica, por ser un tipo de convicción al
que nos lleva la experiencia propia y ajena, sin imposición, sólo es posible si existen
auténticos ciudadanos. Una referencia a qué es ser ciudadano parece necesaria.
En torno a estos puntos iremos hilvanando otros contenidos que completarán el tema. Son
contenidos tomados de aquí y de allá y con lo que pretendemos justificar racionalmente tres ideas
básicas. La primera, que la moral cívica la haremos las personas, los ciudadanos, o no se hará,
porque no hay ninguna instancia ética, externa a nosotros, que deba cumplir ese papel. La segunda
convicción, a la que ya hicimos alusión en la primera parte, es aceptar una moral cívica supone que
nosotros, como personas y como ciudadanos, nos tomemos en serio la construcción de un mundo
más humano. Y, finalmente, que nada de ello es posible si no existe en nosotros una verdadera
voluntad de entendimiento. Estas tres ideas son las que retomaremos al final para completar todo lo
que hemos desarrollado en los seis puntos-objetivos señalados.
Este tema, como irá viendo a medida que lo vaya estudiando, recoge muchos puntos que ya
han sido tocados en páginas y temas anteriores. Por eso, creemos le ha de resultar mucho más fácil
y sencillo que los dos que acabamos de concluir.
En este último tema, como en ninguno de los anteriores, nos vamos a servir de los materiales,
muchos, elaborados por nuestra ya familiar profesora, Adela Cortina. Sobre este tema y muchos de
los aspectos relacionados con él, ella ha escrito, como no lo ha hecho ningún otro autor, en diversas
publicaciones. A lo largo del texto haremos referencia a una u otra de sus publicaciones, pero al
final de capítulo encontrará la relación de las obras más relacionadas con el tema y que nosotros le
recomendamos leer.
293
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
la ética cívica consiste en aquel conjunto de valores y normas que comparte una sociedad
moralmente pluralista y que permite a los distintos grupos, no sólo coexistir, no sólo convivir,
sino también construir su vida juntos a través de proyectos compartidos y descubrir respuestas
comunes a los desafíos a los que se enfrentan.
Aunque esta caracterización de qué es la ética cívica se nos irá haciendo más clara a medida
que vayamos avanzando en nuestra exposición, algunas precisiones a esta conceptualización de
ética cívica nos parece conveniente hacer.
En primer lugar, que ese conjunto de valores y normas no es estático, no se encuentra
dado de una vez por todos, sino que se amplía y concreta cuando los distintos grupos tienen la
voluntad decidida de descubrir sus haberes comunes y de ampliarlos, porque comprenden que a los
retos comunes importa contestar con respuestas asimismo compartidas.
Intentar detectar y descubrir si hay respuestas comunes, si históricamente los seres
humanos vamos descubriendo unos valores y principios básicos, sin los que creemos que la
humanidad se rebaja a sí misma porque deja desatendidas necesidades básicas de quienes la
componen; es la tarea de una ética pública de los ciudadanos del mundo.
Realizar esa tarea de búsqueda en cada una de las comunidades políticas existentes es el
proyecto de una ética cívica, de una ética pública de los ciudadanos de una comunidad política
concreta.
La ética pública, en uno y otro caso, es la que está en la base del derecho positivo que
pretenda ser legítimo, amén de haber seguido las normas de ese derecho legítimo los
procedimientos adecuados para su promulgación. Porque el derecho puede estar vigente, puede ser
294
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
válido en el lenguaje jurídico y, sin embargo, ser injusto, como ya tuvimos oportunidad de ver en la
primera parte. Porque la ética pública, recogiendo lo que ya dijimos, no puede confundirse con el
derecho, y es incluso descabellado pensar que puede convertirse en derecho. Moral y derecho son
dos dimensiones de las sociedades, que se complementan, pero que no se identifican. La moral se
refiere a la "libertad interna", sea de las personas, sea de las organizaciones, a sus convicciones y
hábitos, a sus orientaciones y a las normas que ellas entienden como suyas. El derecho, por su
parte, se refiere a la "libertad externa", a las relaciones entre las personas y las organizaciones,
reguladas por una autoridad externa a ellas, con capacidad sancionadora, aun en el caso de las
sociedades democráticas.
Una última observación nos parece importante señalar. La ética pública se va construyendo a
través de la moral de las organizaciones y las instituciones, de las actividades profesionales, de las
vivencias de felicidad de los distintos grupos sociales, de la opinión pública y de las asociaciones
cívicas. Es, pues, una ética de los ciudadanos, surgida de la ciudadanía, no estatal. Es la ética que
nace de un pluralismo moral tomado en serio.
295
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Ai tocar este punto, Adela Cortina nos dice que en reforzar la idea de que el politeísmo moral
es la única salida posible están interesadas, al menos, dos especies de ciudadanos. En principio, los
que desde determinados medios de comunicación entienden que venden más el conflicto
insuperable y el insulto palmario que el diálogo sereno, encaminado a descubrir qué es lo que ya
une y dónde empiezan las discrepancias, sobre las que es recomendable continuar dialogando.
Resulta más sencillo sin duda atraer la atención del espectador con discusiones montadas sobre
posiciones contrarias irreductibles, o al menos aparentemente irreductibles, que realizar el esfuerzo
de hacer atractivo el diálogo inteligente. Posiblemente, nuestro país en estos momentos está
viviendo mucho de esto.
Pero parece que también hay una segunda especie de ciudadanos interesados en reforzar el
politeísmo y es la de quienes, en unos grupos y en otros, no tiene más identidad que la de
distinguirse de los contrarios. Aquí entrarían los "fundamentalistas" de todo tipo: los ecologistas, los
nuclearistas, los creyentes, los nacionalistas, etc. ¿Qué sería de todos ellos si se quedaran sin
oponentes igualmente fundamentalistas? ¿Qué ocurriría si todos ellos descubrieran que en realidad
es mucho lo que comparten y que les permite responder juntos a una buena cantidad de los desafíos
morales que conjuntamente se les presentan? El fundamentalista es el tipo de animal que se
alimenta de la discrepancia y muere cuando descubre que es mucho lo que le une a otros, aunque
también existan desacuerdos.
El pluralismo, por su parte, invita a ir más allá de la ley del péndulo y a superar en un tercero
los dos movimientos anteriores. De igual manera que urge articular sociedad civil y Estado, por
ejemplo, es urgente reforzar el pluralismo moral, consciente de que hay ya valores compartidos por
los distintos grupos que permiten construir la sociedad juntos. En este intento por buscar valores
compartidos (comunes), dentro del pluralismo, se habla de ética mínima.
3. LA ÉTICA MÍNIMA
Estos elementos comunes y compartidos constituyen lo que se ha venido llamando
exigencias mínimas: son los mínimos que es necesario compartir para que sea posible la
convivencia. Y cuando hablamos de esas exigencias mínimas, ¿a qué nos estamos refiriendo?
Podemos decir que componen esos valores compartidos, un mínimo ético irrenunciable, una ética
mínima:
296
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Los problemas fundamentales consistan en descubrir cuáles son los mínimos compartidos de
justicia, y cómo esa ética cívica se articula...
con el derecho, cómo se articula asimismo con las éticas de máximos y cómo se plasma en las
distintas esferas de la vida social: la economía y la empresa, el ámbito de las biotecnología y la
relación con la ecosfera, los medios de comunicación y la organización política, el mundo de las
profesiones y los mecanismos de la opinión pública.
Este punto de la ética mínima o ética de mínimos, fue tocado en la última parte del Tema 2.
Ahora, aquí, todo aquello tiene una aplicación especial. Abundando en lo ya dicho, vamos, de
nuevo, a clarificar qué entendemos por ética de mínimos y ética de máximos. Para ello, nos
dejamos guiar por un texto de la Profesora A. Cortina. Dice la autora en Ética, op. cit., págs. 117-
118:
"Un buen número de autores considera hoy en día que conviene distinguir entre lo justo y lo
bueno dentro del fenómeno moral en su totalidad, sin olvidarnos de que "distinguir" dos aspectos de
un fenómeno para comprenderlo mejor no significa suponer que en realidad se dan separados.
Resulta imposible sin duda averiguar qué es justo si no tenemos ya unos ideales de vida buena, y
es de igual modo imposible diseñar un ideal de felicidad sin contar con elementos de justicia. Sin
embargo, lo justo y lo bueno pueden y deben distinguirse en el siguiente sentido.
Cuando tenemos algo por justo no estamos pretendiendo sólo expresar un sentimiento
(emotivismo), ni informando de que lo aprobamos (subjetivismo), ni tampoco exigiendo que sólo lo
tenga por justo nuestro propio grupo (relativismo), sino que estamos pretendiendo que lo tenga por
justo cualquier ser racional que no se deje llevar por sus intereses individuales o grupales, sino por
los intereses universalizables, porque creemos tener razones suficientes para convencer a otras
personas de que la propuesta satisface tales intereses.
Si decimos, por ejemplo, que es injusta la actual distribución de la riqueza, en virtud
de la cual gran parte de la humanidad muere de hambre, no intentamos solamente
expresar una opinión, sino afirmar que debería cambiar tal distribución, y que pensaría
igual que nosotros cualquier ser racional, que deseara satisfacer intereses
universalizables.
La justicia se refiere, por tanto, a lo que es exigible en el fenómeno moral, y además exigible a
cualquier ser racional que quiera pensar moralmente. Con lo cual nos encontramos con que es
moralmente justo lo que satisface intereses universalizables. ¿Cómo podríamos averiguar cuáles
son esos intereses? Celebrando un diálogo entre todos los afectados en condiciones de igualdad.
Sin embargo, cuando tenemos algo por bueno, por "felicitante", no podemos exigir que
cualquier ser racional lo tenga por bueno, porque ésta sí que es una opción subjetiva. En este
sentido es en el que hoy en día ha ayudado mucho la distinción entre éticas de mínimos y éticas de
máximos, entre "éticas de la justicia" y "éticas de la felicidad".
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Estas tres generaciones, como es fácil observar, son expresión de aquellos requisitos sin los
que una persona mal puede llevar una vida digna y desarrollar sus proyectos de felicidad. Y como la
historia sigue, y con ella la aparición continua de lo nuevo, estas generaciones se prolongan en otras
que, hoy por hoy, no se presentan con la misma fuerza exigitiva, pero pueden hacerlo en el futuro,
como, por ejemplo, el derecho a la intimidad e inviolabilidad del propio patrimonio genético.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Hagamos una primera pausa. Ya hemos revisado en las páginas anteriores buena parte de
los contenidos que nos propusimos revisaren este tema: qué es la ética cívica, qué es una sociedad
pluralista, qué es la ética mínima, propia de una sociedad pluralista y cuáles son los contenidos
concretos de esa ética cívica. Bueno es, en consecuencia, que nos vayan quedando claras las
cosas. Le proponemos, como siempre, diversas actividades.
1. Con ayuda del siguiente esquema-resumen, haga su propio repaso de los contenidos
estudiados hasta ahora.
Aspectos Estudiados
1. ¿Qué es la ética cívica? Señalar algunos aspectos que describan el contenido de ese concepto.
Contenidos Asociados
a) Valores y normas compartidos por una sociedad moralmente pluralista b) valores y normas descubiertos en común que
les permiten construir sus vidas juntos.
Aspectos Estudiados
a) Sociedad pluralista es aquella en la que conviven ciudadanos con distintas concepciones morales, distintas creencias
religiosas y distintos ideales de vida. b) La concepción monista impone respuestas únicas ante las grandes preguntas (es un
extremo impositivo). c) El politeísmo moral: cada quien opta por una escala de valores (otro extremo subjetivo)
Aspectos Estudiados
3. La ética mínima ¿qué es? ¿Qué "mínimos"? ¿Cuáles son los "máximos?
Contenidos Asociados
a) La ética mínima, dentro de una sociedad pluralista, está referida a los elementos comunes necesarios para que
sea posible la convivencia, b) Cuando se habla de mínimos, se habla de "mínimos compartidos de justicia" (lo justo). Lo
exigible a cualquier ser racional que quiera pensar moralmente, aquellos deberes de justicia exigibles a cualquier ser
racional y que sólo componen unas exigencias mínimas. Conforma las "ética de justicia" c) Los "máximos" están referidos a
"lo bueno", a lo que "hace feliz": no podemos exigir que cualquier ser racional tenga por bueno algo, es una opción
subjetiva. Las "éticas de la felicidad" ofrecen ideales de vida buena, bienes para producir la mayor felicidad posible.
Aspectos Estudiados
Contenidos de la ética cívica: los derechos humanos, como mínimos morales de justicia. Características y "las tres
generaciones de derechos"
Aspectos Estudiados
a) Garantizar a los derechos humanos, que no son ni más ni menos, que exigencias elementales del ser humano
simplemente por serlo. Los derechos humanos son:
Universales: se les reconocen a todos.
Prioritarios: protegidos frente a otros derechos.
Innegociables: nadie puede negar su protección Los derechos humanos son unos mínimos morales de justicia.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Proposición V F
1. El derecho de toda persona a la vida, a pensar y expresarse libremente, a reunirse con quien
desee, etc. pertenece a lo que llamamos derechos de la primera generación o derechos
civiles y políticos
2. El pluralismo moral se identifica con el politeísmo moral, pues en ambos casos se da la
pluralidad, por un lado, y la posibilidad de encontrar un espacio común.
3. El monismo moral es deseable en una sociedad democrática porque ofrece respuestas únicas
a las más diversas preguntas y problemas
4. El derecho de toda persona a nacer y vivir en un ambiente sano, no contaminado... pertenece a
los llamados derechos de la solidaridad.
5. Una sociedad plural implica, por un lado, la existencia de distintas concepciones morales,
creencias e ideales, pero al mismo tiempo la existencia de valores y normas que se comparten
6. La ética de mínimos se refiere a los mínimos de justicia, es decir, a aquellos deberes de
justicia que son exigibles a cualquier persona racional.
7. Puede afirmarse con razón que los derechos humanos son exigencias morales mínimas de
justicia que cualquier ser humano, por el hecho de serlo, puede plantear.
8. La diferencia entre la ética de mínimos y de máximos viene dada por el número de acuerdos
que unas sociedades alcanzan en relación con otras.
9. La justicia, lo justo, es exigible; la felicidad, lo bueno, es ofertable, propuesta como invitación
10. La ética cívica, la ética pública, o la construirán los estados y los gobiernos o no existirá.
3. Y, para finalizar, siempre tratando de que afiance lo más posible lo que hemos
estudiado, le proponemos la lectura de un breve texto de la Prof. Adela Cortina.
Que la moral cívica es una moral de mínimos significa que lo que comparten los ciudadanos de
una sociedad moderna no son determinados proyectos de felicidad, ya que distintos grupos
proponen distintos ideales de vida buena, en el marco de una concepción del mundo religiosa,
agnóstica o atea, y ninguno tiene derecho a imponerlo a otros por la fuerza. Las concepciones
religiosas, agnósticas o ateas del mundo que propongan un modelo de vida feliz constituyen lo
que llamamos "éticas de máximos", y en una sociedad verdaderamente moderna son plurales;
por eso podemos hablar en ellas de un pluralismo moral.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Una sociedad pluralista es, entonces, aquella en la que conviven personas y grupos que se
proponen distintas éticas de máximos, de modo que ninguno de ellos puede imponer a los
demás sus ideales de felicidad, sino que, a lo sumo, les invita a compartirlo a través del diálogo
y el testimonio personal. Por el contrario, es totalitaria una sociedad en la que un grupo impone
a los demás su ética de máximos, su ideal de felicidad, sea éste ateo, agnóstico o religioso, de
suerte que quienes no la comparten se ven coaccionados y discriminados.
Pluralismo no significa obviamente "politeísmo axiológico", es decir, no significa que no haya
entre los ciudadanos nada común, sino todo lo contrario: precisamente el pluralismo es posible
en una sociedad cuando sus miembros, a pesar de tener ideales morales distintos, tienen
también en común unos mínimos morales que les parecen innegociables y a los que han ido
llegando motu propio y no por imposición.
Cierto que hoy en día satisfacer esos mínimos no sería magra conquista, porque el hilo del
tiempo el "dar a cada uno lo que le corresponde", que es la exigencia de justicia, se ha ido
concretando en obligaciones como las siguientes:
1. En la obligación, por parte de la sociedad, de garantizar a cada quien el ejercicio de los
derechos humanos de la primera generación, es decir, de las llamadas "libertades civiles" o
libertades de (libertad de conciencia, de iniciativa económica, de trasladarse libremente
dentro y fuera del país...) y la "libertad política" de participar en el poder político de la
comunidad en que se vive, sea directamente, sea a través de representantes.
2. La obligación igualmente de garantizar los derechos de la segunda generación, agrupados
bajo la expresión libertades respecto de o liberación (liberación del hambre, de la necesidad,
de la ignorancia, de la enfermedad, que sólo pueden lograrse satisfaciendo el derecho a la
asistencia sanitaria, a la educación, a un medio de vida digna, a una cierta seguridad en
casos de enfermedad, desempleo o vejez) y a los de la tercera generación, que exigen, aún
más que los restantes, la solidaridad internacional (derecho a la paz y a un medio ambiente
sano).
De estos derechos puede decirse que son los que permiten encarnar en una sociedad que los
respete los valores de libertad, igualdad y solidaridad, valores que han de ser definidos desde
una actitud dialógica, y no autoritaria, para ser tomados verdaderamente en serio. Y son
precisamente los derechos cuyo reconocimiento convierte a una persona en ciudadano de un
país, en ciudadano del mundo si los derechos se reconocieran internacionalmente, como en
algunos casos ocurre.
La idea de ciudadanía, hoy francamente en boga, supone la superación de al menos tres
situaciones en las que un ser humano está humillado frente a otro: el vasallaje hacia el señor,
propio del sistema feudal y de todas aquellas situaciones humanas, tan cotidianas y
lamentables, en que alguien rinde pleitesía a otros a cambio de favores y protección; el hecho
de ser súbdito en relación con un soberano, con respecto al cual se está en una situación de
inferioridad, aunque uno y otro tengan que someterse al imperio de la ley; la situación de
explotación y dominación, en la que algunas personas no ven respetados sus derechos
económicos, sociales o culturales, de suerte que, se diga explícitamente o no, se les está
negando la ciudadanía social.
El ciudadano, por el contrarío, es aquel que, políticamente hablando, no tiene a nadie por
encima de él y, por lo tanto, es su propio señor. Y por eso la comunidad política le reconoce
unos derechos, cuyo libre ejercicio está obligado a garantizar. Sin embargo, si los que se
sienten ciudadanos no comparten el aprecio por los valores de la libertad personal, igualdad y
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
5. LA ACTITUD COMUNICATIVA
Como acabamos de decir, el descubrimiento, cumplimiento y respeto de esos derechos
mínimos que hemos venido señalando exige, como condición de posibilidad, que los ciudadanos
asumamos una actitud determinada. Esta actitud la concreta Adela Cortina en una actitud
dialógica, tal como en nuestros días lo diseña la ética comunicativa, a la que ya nos referimos en el
Tema 2. Vamos a retomar ahora aquello que allí adelantábamos y a ampliarlo. Pareciera que a
nuestro país le van a ser necesarias buenas dosis de esta actitud. Abundar en lo bueno nunca es
perder el tiempo
La idea de tolerancia activa, junto con los otros valores que hemos mencionado y el respeto a
los derechos humanos, se expresan de forma óptima en la vida social a través de un tipo de actitud
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
que llamamos actitud comunicativa o dialógica. Es una actitud que conviene potenciar, porque quien
la adopta a la hora de resolver los conflictos que se plantean en una sociedad, si la adopta en serio,
muestra con ello que tiene a las demás personas y a sí mismo como seres autónomos, igualmente
capaces de dialogar sobre las cuestiones que les afectan, y que está dispuesto a atender los
intereses de todos ellos a la hora de tomar decisiones. Lo cual significa que toma en serio su
autonomía, le importa atender igualmente a los derechos e intereses de todos, y lo hace desde la
solidaridad de quien sabe que es hombre y como tal nada de lo humano puede resultarle ajeno.
Quien entabla un diálogo considera al interlocutor como una persona con la que merece la
pena entenderse para intentar satisfacer intereses universalizables. Por eso no intenta tratarle
estratégicamente como un medio para sus propios fines, sino respetarle como una persona en sí
valiosa, en sí misma un fin y con la que merece la pena, por tanto, tratar de entenderse para llegar a
un acuerdo que satisfaga intereses universalizables.
Por eso, la persona con altura humana que hemos venido perfilando a lo largo de todo este
curso asumiría una actitud dialógica, lo cual significa:
1. Que reconoce a las demás personas como interlocutores válidos, con derecho a expresar
sus intereses y a defenderlos con argumentos.
2. Que está dispuesta igualmente a expresar sus intereses y a presentar los argumentos que
sean necesarios.
3. Que no cree tener ya toda la verdad clara, de suerte que el interlocutor es un sujeto al que
convencer, no alguien con quien dialogar. Un diálogo es bilateral, no unilateral.
4. Que está preocupado por encontrar una solución correcta y, por tanto, por entenderse con
su interlocutor. "Entenderse" no significa lograr un acuerdo total, pero sí descubrir lo que ya
tenemos en común.
5. Que sabe que la decisión final, para ser correcta, no tiene que atender a intereses
individuales o grupales, sino a intereses universalizables, es decir, a aquello que "todos
podrían querer", por decirlo con la célebre fórmula del contrato social.
6. Que sabe que las decisiones morales no se toman por mayoría, porque la mayoría es una
regla política, sino desde el acuerdo de todos los afectados porque satisface asimismo los
intereses de todos.
Quien asume esta actitud dialógica muestra con ella que toma en serio la autonomía de las
demás personas y la suya propia, le importa atender igualmente a los derechos e intereses de todos,
y lo hace desde la solidaridad de quien sabe que "es hombre y nada de lo humano puede resultarle
ajeno".
La ética comunicativa tiene como base un complejo entramado teórico que ya asomamos en
el Tema 2, y cuyos aspectos esenciales podemos resumir en lo siguiente:
a) La ética comunicativa parte de la consideración de que los seres humanos realizamos
acciones comunicativas que son aquel tipo de acciones en las que un hablante y un
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
oyente tratan de entenderse sobre algo. Cualquier comentario en una clase, en una
conferencia, en una mesa redonda, son acciones comunicativas. ¿Qué es preciso
suponer para que nuestras acciones comunicativas tengan un sentido, es decir, que
sean racionales? La ética comunicativa desea responder a esta pregunta porque a la
filosofía preocupan las bases racionales del conocimiento y la acción. Por eso intenta
reconstruir los presupuestos racionales de las acciones comunicativas y llega, en
esencia a las siguientes conclusiones.
b) El hablante, al realizar su acto de habla, está pretendiendo implícitamente que lo
que dice es inteligible, es decir, que el interlocutor lo entiende; que dice lo que piensa,
es decir, que es veraz; que lo que dice es verdadero, y que el marco normativo en que
habla y se conduce es correcto. A estas cuatro pretensiones -inteligibilidad, veracidad,
verdad y corrección- se suele conocer como las cuatro pretensiones de validez del
habla.
c) El hecho de que hablante y oyente realicen actos de habla significa también que
implícitamente se están reconociendo mutuamente como personas, es decir, como
seres capaces de realizar acciones comunicativas y de defender sus posiciones a
través de un diálogo. Se están reconociendo, en suma, como interlocutores válidos.
d) En la vida cotidiana realizamos continuamente actos de habla en los que el hablante
eleva estas pretensiones de validez implícitamente y el oyente las acepta también
implícitamente, es decir, las da por buenas. Pero también ocurre que en muchas
ocasiones el oyente pone en cuestión algunas de ellas, no las admite.
e) En el caso de que la pretensión de la inteligibilidad no se logre, al hablante no le queda
más solución racional que intentar explicarse mejor; si es la veracidad, es necesario
comprobar mediante la convivencia si el hablante suele actuar de acuerdo con lo que
dice; pero si las pretensiones de validez puestas en cuestión son la verdad o la
corrección, la única solución racional que tiene el hablante es la de aducir los
argumentos en que se apoya para tener la proposición por verdadera o la norma por
correcta.
f) Se inicia entonces un proceso de argumentación, en el que sólo tiene sentido
introducirse si los interlocutores están seriamente interesados en averiguar si la
proposición es verdadera o la norma es correcta. Quien argumenta en serio se atiene a
determinadas reglas, que convierte el diálogo en un modo muy peculiar de
argumentación, al que llamamos discurso práctico.
Es posible, con todo, que las experiencias cotidianas de "diálogo" (en clase, en el parlamento,
en los debates de televisión, etc.) puedan crearnos cierta confusión. En ellas solemos confundir
"diálogo" con "negociación, y "acuerdo" con "pacto". Sin embargo, las negociaciones y los pactos son
estratégicos, mientras que los diálogos y los acuerdos son propios de una racionalidad comunicativa.
Quienes participan en una negociación buscan obtener su propio beneficio, satisfacer sus propios
intereses. El final de la negociación suele ser el pacto, en el que queda fijado qué tiene que ceder
cada uno de los participantes y qué beneficios obtiene. La finalidad del diálogo es llegar a un
acuerdo, es decir, a un entendimiento que tenga en cuenta los intereses de todos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Se dice que la democracia es, entre otras cosas, aquella forma de organización política en la
que no puede hacerse la distinción entre señor y vasallo, entre soberano y subdito, porque todos los
miembros de la comunidad son igualmente ciudadanos. Los representantes elegidos
democráticamente no poseen un estatuto político superior, sometidos únicamente al imperio de la
ley. Sin embargo, curiosamente, esta ciudadanía política no suele tener su trasunto en una
ciudadanía moral, que consiste en asumir, como persona, la propia autonomía.
6.1. Los contenidos mínimos de una ética cívica son los que permiten decir que las
personas que integran una sociedad pluralista son, verdaderamente, ciudadanos. La idea de
ciudadanía supone la superación de al menos dos situaciones: la del vasallo o la del subdito.
Sería moralmente vasallo o súbdito aquel que para formular un juicio moral cree necesario
tener que tomarlo de alguien o de otros que se lo den ya hecho, reconociendo con ello su "minoría
de edad". El menor de edad no tiene capacidad para regirse por su propio juicio, y por eso resulta
mucho más razonable que se guíen en su conducta por juicios ajenos, formulados por aquellos que
sí son adultos, sí tienen capacidad para juzgar. Entrar en la mayoría de edad en cuestiones morales
significaría, entonces, percatarse de la propia capacidad para formular juicios morales y regirse por
ellos.
Esto no significa en absoluto que, para forjarse tales juicios, el ciudadano moral adulto no
pueda recurrir al buen saber y entender de gentes que le merecen crédito, por su conducta y por su
formación, sino todo lo contrario: es una muestra de mayoría de edad percatarse de que es
imposible a cualquier ser humano llegar a juicios verdaderos o correctos en solitario, sin ayuda de
otros. Pero es igualmente una muestra de mayoría de edad darse cuenta de que, en último término,
si yo no estoy convencido de que algo resulta moralmente plenificante o es deber, no lo voy a
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
percibir como una exigencia o como una invitación moral, así la humanidad entera lo tenga por
bueno. Las ofertas o exigencias morales no tienen fuerza atractiva o exigitiva si el propio sujeto no
las experimenta como tales.
Por eso es urgente tomar buena nota de que somos las propias personas las que, asumiendo
nuestra propia "ciudadanía moral", o mejor, asumiendo nuestra autonomía, hemos de llegar a juzgar
qué tenemos por correcto y qué tenemos por bueno.
Desgraciadamente, si la ciudadanía política está más conocida en los papeles que practicada
en la realidad, todavía más lejos de realizarse está la autonomía moral, porque en las cuestiones
morales el vicio de la pasividad hace verdaderos estragos. Conocer el origen de esta pasividad
podría sernos muy útil, si es que nos interesa superarla en la línea de una actitud activa y autónoma.
Por eso, vamos a comentar brevemente, un elemento que creemos ha contribuido en nuestro país a
fortalecer esa pasividad tan nefasta.
Sin embargo, para cubrir tales mínimos, el Estado tiene que recabar fondos y para ello puede
recurrir a dos procedimientos que no dejan de tener sus riegos. En principio puede convertirse él
mismo en empresario y tratar de gestionar la riqueza para obtener beneficios; pero también puede
programar un sistema fiscal de modo que los ciudadanos paguen impuestos en proporción a su nivel
de rentas y patrimonio. De este modo, el Estado considera como una de sus fundamentales tareas la
de practicar la justicia distributiva, o mejor, redistributiva, porque se encarga de redistribuir la riqueza
nacional de modo que todos los ciudadanos disfruten, al menos, de unos mínimos.
Puesto así, este afán ético del Estado del bienestar es irrenunciable para cualquier ética cívica
y para cualquier ética política. No creemos necesario abundar aquí en cuál ha sido el desarrollo
histórico de nuestro estado venezolano en los últimos años, los años de nuestra democracia. Sin
embargo, sabemos que desde hace unos cuantos años, este estado ha venido recibiendo una serie
de críticas. Entre ellas, una muy frecuentemente escuchada, está la relacionada con el hecho de que
los venezolanos, ciudadanos de un Estado democrático, a pesar de serlo, pareciera que no nos
percatamos de que somos nosotros los protagonistas de la vida política y de la vida moral. No viene
al caso que nos detengamos a analizar todo lo que conocemos como el "clientelismo político", el
Estado "rico", el comportamiento de nuestros gobiernos en los tiempos de la bonanza, la corrupción,
etc.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Es evidente que no puede dejarse a un subnormal que se corte con un cuchillo, por muy
convencido que esté de que eso le beneficia; es obligatorio informar a un acusado por un delito de
que tiene derecho a recurrir a un abogado, dado que él es un incompetente en materia
jurídica...Pero un Estado benefactor, con su actitud interventora, acaba degenerando en algo muy
próximo al paternalismo, y acaba generando en los ciudadanos la convicción de que deben
esperarlo todo del "papá-Estado". Bien es cierto que muchas veces reclamaremos, otras nos
quejaremos, como puede hacerlo un subnormal, pero vamos quedando incapacitados para
percatarnos de que somos nosotros quienes hemos de encontrar muchas veces las soluciones.
Como creemos o nos han hecho creer que el Estado rico o fiscal es el dueño de todo, es de él de
quien debemos esperar el remedio para nuestros males o la satisfacción de nuestros deseos.
Con lo dicho hasta aquí, hemos concluido lo que nos habíamos establecidos como objetivos.
Vamos a tomarnos un breve reposo y repasar estos dos últimos puntos.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Como lo hemos hecho en los temas anteriores, vamos a realizar tres tipos de ejercicios:
repaso de los contenidos con ayuda de un esquema, verificación de las propuestas y contenidos
fundamentales, a las que añadiremos algunas actividades personales y de reflexión.
1. Repasa el contenido de los dos puntos anteriores -la actitud comunicativa y el protagonismo de los
ciudadanos con ayuda del siguiente esquema-resumen.
Aspectos Tratados
1. El presupuesto de partida: A los contenidos mínimos de la ética cívica llegamos a través del diálogo,
de un tipo de diálogo, tipificado en una actitud dialógica.
¿Qué aspectos asume y reconoce esa actitud dialógica?
Contenidos Relacionados
a) Reconoce a los demás como interlocutores válidos, con derecho a expresar sus intereses y
argumentos.
b) Disposición a proceder de igual modo.
c) Va con su verdad provisional a convencer a otro
d) Tiene interés en buscar la solución correcta - esa solución no debe atender a solos intereses personales o
grupales, sino universalizables.
e) Las decisiones morales no se toman por mayoría, sino desde el acuerdo de todos los afectados.
Aspectos Tratados
2. Aspectos esenciales de la base teórica de la actitud comunicativa. Dar razón del significado de los que se
señala en la columna de al lado.
Contenidos Relacionados
- Los seres humanos realizamos acciones comunicativas: hablante y oyente tratan de entenderse
sobre algo. - Al comunicarse, implícitamente se pretende: Ser inteligible Ser veraz Decir la verdad - Proceder
correctamente - Hablante y oyente se reconocen como personas, como interlocutores válidos - Se habla desde
la confianza - Y las dudas se despejan con argumentos.
Aspectos Tratados
3. Ciudadano y vasallo-subdito. Dos palabras y dos significados. Señalar algunos rasgos de cada una de ellas.
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Ciudadano: persona a quien se le reconocen derechos; sujeto con convicciones propias; asume como persona, la propia
autonomía.
Vasallo o subdito: quien está a disposición de otro; no tiene capacidad para regirse por su propio juicio
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
2. Verifique la verdad (V) o falsedad (F) para cada una de las siguientes proposiciones:
Proposición V F
1. Los diálogos y los acuerdos son propios de una racionalidad comunicativa, mientras que las
negociaciones y pactos son producto de estrategias que buscan fines propios
2. En el dialógico comunicativo cuando se dice que el hablante es veraz estamos diciendo que
dice lo que piensa
3. Cuando la veracidad del diálogo está en entredicho, la vía para despejar la duda es explicarse
mejor.
4. Una muestra de vasallaje moral es el convencimiento de que cualquier ser humano para llegar
a juicios verdaderos o correctos necesita la ayuda de otros.
5. Ciudadanos morales son quienes, asumiendo su autonomía, llegan a juzgar qué tienen por
correcto y qué tienen por justo.
6. En la ética comunicativa las decisiones morales se toman por mayoría
7. En la ética discursiva las decisiones se toman desde el acuerdo de todos los afectados porque
satisface los intereses de todos.
8. Vasallo o subdito moral es aquel que para formular un juicio moral cree necesario tomarlo de
alguien, ya hecho.
Clave de respuestas: 1V - 2V - 3F - 4F - 5V - 6F - 7V - 8V
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
7.1. "La moral cívica la harán las personas o no se hará". Esta afirmación contundente
de la profesora Adela Cortina es la conclusión de unas preguntas previas que ella misma se formula.
En una sociedad pluralista, se pregunta, ¿qué persona o institución tiene la facultad
reconocida por todos para informar al conjunto de los ciudadanos, sean cuales fueren sus
convicciones religiosas o políticas, de qué es lo moralmente correcto o incorrecto? ¿Qué Magisterio
Ético, qué Parlamento Ético existe, legitimado para prescribir a toda la ciudadanía en una sociedad
pluralista qué es lo que moralmente debe admitir? ¿Quién está autorizado para decirnos en una
sociedad semejante cuál es la medida de la humanidad? Su respuesta es igualmente contundente:
"No existe un Magisterio Ético, ni religioso" ni de otro corte. "No existe un Parlamento ético, ni la
opinión de la mayoría es la verdad moral". Tampoco "los políticos son los agentes de moralización
de una sociedad plural". Para terminar diciendo: "los protagonistas de la vida moral son las personas
normales y corrientes y, por eso, la moral cívica la harán ellas o no se hará" (A. Cortina, Ética de la
sociedad civil, Madrid, Anaya, 1994, cap.4). Explicar esto implica clarificar varios puntos. Vayamos
por pasos, de la mano de la profesora Cortina.
"No existe ni un magisterio ético ni una vanguardia de un partido ético" {Ibid., p.
64).
El razonamiento es sencillo. El código moral único en una sociedad'en que conviven distintas
concepciones de vida feliz, implica, entre otras cosas, la imposibilidad de que exista un magisterio
único con autoridad, reconocida por todos, para interpretar en exclusiva qué es lo justo o qué modos
de vida hacen felices a los seres humanos.
No hay una Iglesia ética. Las iglesias son comunidades religiosas, no sólo comunidades
morales. Pero, además, en una sociedad pluralista, no sólo son diversas, sino que es posible que
haya ciudadanos que no pertenezcan a ninguna de ellas. Con lo cual, aunque los representantes de
313
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
las distintas iglesias tengan perfecto derecho a expresar su opinión, ninguna de ellas tiene autoridad
reconocida por todos los ciudadanos para orientar en exclusiva en materia moral.
En tal sentido, atentan contra las posibilidades de convivencia que ofrece una moral cívica
tanto los que se empeñan en negar a las iglesias su derecho a expresar su opinión en materia moral,
como los que creen desde una iglesia que sólo ella está facultada para dar orientaciones morales y
que el resto de las iglesias o de los grupos sociales debería someterse a tales directrices. "En una
sociedad pluralista no existe un magisterio ético único ni religioso ni laicista" {Ibid., p. 65)
No existe una vanguardia de partido, dotada de una especial perspicacia para leer los
acontecimientos históricos e interpretarlos porque posee la ciencia de la historia, como quería el
marxismo. No hay una ciencia de la historia. No hay leyes inexorables, ni siquiera tendencias fuertes
que conduzcan a los seres humanos de una sociedad capitalista, a una socialista y finalmente a una
comunista. Ningún grupo de iluminados es capaz de informarnos sobre cuál debe ser nuestra
conducta para poder caminar en la dirección de la historia y no contra corriente.
¿Existe, entonces, un Parlamento Ético, democráticamente elegido, ya que
estamos hablando de una ética cívica en una sociedad democrática? Responder esta pregunta
nos va a permitir tocar una serie de puntos de interés. Veamos
a) Reparto de papeles en la sociedad. En nuestra sociedad democrática pluralista existe
un reparto de papeles bastante claro a la hora de orientar de diverso modo la conducta de los
ciudadanos. El Poder Legislativo Nacional, la Asamblea Nacional, democráticamente elegido, a
quien corresponde "Legislar en las materias de la competencia nacional y sobre el funcionamiento
de las distintas ramas del Poder Nacional" (Constitución, Art. 187). El Poder Ejecutivo Nacional,
igualmente elegido de forma democrática, que "está obligado a procurar la garantía de los derechos
y libertades" (Constitución, artículo 232). Al Poder Judicial, por su parte, le corresponde "la potestad
de administrar justicia", "conocer de las causas y asuntos de su competencia mediante los
procedimientos que determinen las leyes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias" (Constitución,
artículo 253). Es decir, la tarea de enjuiciar si las conductas de las personas jurídicas se atienen o no
a las leyes legítimas. Estos tres poderes constituyen el núcleo de un Estado de Derecho, y guardan
relación, por tanto, con las leyes jurídicas de una comunidad política, que han de ser obedecidas por
todos los ciudadanos, sean cuales fueren las convicciones religiosas o morales de cada quien. Junto
a estos tres poderes, la nueva Constitución establece un cuarto poder, el "Poder Ciudadano",
constituido por la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y la Contraloría General de la
República, y que tiene a su cargo "prevenir, investigar y sancionar los hechos que atenten contra la
ética pública y la moral administrativa" (Constitución, artículo 274) En cualquier caso y con todas las
insuficiencias que acompañan la operativización de las leyes, está claro, al menos en teoría, qué
organismos deben elaborar las leyes, hacerlas cumplir y juzgar acerca de su cumplimiento.
Precisamente esta claridad teórica en el reparto de papeles es la que hace posible criticar a las
instituciones políticas o a los políticos que no saben limitarse a cumplir su papel, sino que,
sobrepasando sus atribuciones, tratan de realizar tareas que no son de su competencia,
arrebatándoselas a los organismos legitimados para ello. Por otra parte, también en ese ámbito
disponemos de un procedimiento reconocido -el mayoritario- para tomar decisiones. ¿Ocurre lo
mismo en el ámbito moral? Es decir, ¿existe un parlamento ético, que promulga las leyes morales,
de tal manera que todos los ciudadanos están obligados a cumplirlas? ¿Se deciden las leyes
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
morales por mayoría? ¿Son los representantes políticos elegidos por voluntad popular los
encargados de moralizar?
b) Moral, derecho y religión. El derecho, lo sabemos desde la primera unidad, tiene por
tarea regular las relaciones entre las personas a través de normas; también una determinada
vertiente de la religión se expresa a través de normas. Ello pudiera hacer parecer que en realidad las
normas morales, jurídicas y religiosas son idénticas. Y sin embargo, a pesar de que estos tres tipos
de normas están estrechamente relacionados entre sí, no se identifican. Y conviene recordar las
diferencias que existen entre ellas para entender, entre otras cosas, qué es una moral cívica y por
qué no puede haber un parlamento ético ni la voluntad de la mayoría es la que expresa la verdad
moral. Veamos brevemente estas diferencias.
Normas morales son aquellas que obligan a un sujeto internamente, porque es su
propia conciencia la que les reconoce fuerza humanizadora, hasta el punto de que cree
que son normas que todas las personas deberían cumplir para no quedar bajo mínimos
morales, no siendo él mismo una excepción.
Si viola la norma, es su propia conciencia la que va a mostrarle su desacuerdo, y por
eso se dice que la infracción de una norma moral va acompañada de una sanción
interna, que suele producirse en forma de remordimiento.
Naturalmente, esta caracterización de la norma moral viene perfectamente expresada
por la primera formulación del imperativo categórico kantiano: "obra de tal manera que
puedas querer que lo" máximo de tu acción se convierta en ley universal". Porque una
norma moral de justicia es aquella ante la que nos sentimos obligados y que
universalizamos. Ya la razón última que podemos dar es la de que atentan contra seres
que son fines en sí mismos, y no pueden tratarse como simples medios, que son
absolutamente valiosos y, por tanto, no tienen precio, sino dignidad.
Las normas jurídicas, como sabemos, son promulgadas por aquellos a quienes
corresponde en una nación, y obligan a todos los miembros de la comunidad política,
estén de acuerdo o no con la norma, la sientan o no como obligación suya.
En el caso de infracción de la norma, tiene que existir una sanción externa al sujeto,
recogida en el código penal y que un juez tiene que encargarse de interpretar. Por eso
se dice que el derecho viene acompañado de una coacción externa, y no sólo de una
interna, como en el caso de lo moral.
Es cierto que las normas jurídicas tienen una conexión con los valores morales, pero
eso hay que entenderlo. Pues puede ocurrir perfectamente que una norma jurídica sea
válida, es decir, que haya sido correctamente elaborada y promulgada según las bases
jurídicas de una sociedad, y, sin embargo, puede ser una norma injusta. El derecho
puede ser injusto, mientras que la moral no puede serlo. Y el derecho injusto sigue
siendo derecho y sigue manteniendo sanciones para quienes incumplan sus normas
injustas. Finalmente, como ya lo vimos en su oportunidad, una diferencia más entre
moral y derecho es que las normas jurídicas no obligan a todo el mundo, sino sólo a los
miembros de la comunidad o país en que tienen fuerza legal.
315
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Finalmente, las normas religiosas tienen para el creyente la fuerza de proceder de Dios
a través de su comunidad religiosa o Iglesia. La sanción de una norma religiosa es tanto
interna como externa, porque es el propio sujeto el que se sabe bajo mínimos y se
arrepiente, pero además existen formas públicas de expresar el arrepentimiento, como
la confesión.
Como hemos podido ver, lo específico de una norma moral, que es la que nos ocupa en este
momento, es que no tiene fuerza obligatoria sino para quien se la reconoce, de modo que una norma
moral nunca puede venir impuesta desde afuera. Esta afirmación tiene una serie de consecuencias
entre las que mencionamos las más relevantes para lo que venimos analizando:
1. No puede existir un parlamento ético. En otras palabras, yo no puedo elegir unos
representantes que decidan por mi qué es lo moralmente obligatorio, haciendo dejación
de mi autonomía. En el ámbito de la moral, no hay posibilidad de representación, sino
que cada quien es responsable de sus juicios y, por lo tanto, sujeto de ellos. La
representación es una cuestión política y no moral, no hay representantes éticos
del juicio y la voluntad de los sujetos.
2. La opinión de la mayoría o la opinión pública no representan la verdad moral. Es cierto
que la mayoría o la opinión pública pueden enunciar normas morales correctas, pero su
corrección no les viene de que sean la mayoría o la opinión pública quienes las han
formulado. Por mucho que una y otra adopten una opinión determinada, si yo
personalmente no veo que la norma que defienden es moralmente correcta, no me
obliga en absoluto y tengo todo el derecho a mantener mi opinión. La opinión de la
mayoría es el procedimiento legal para tomar decisiones en ámbitos fundamentalmente
políticos, pero no tiene fuerza legitimadora en el ámbito moral, en el que cada sujeto
decide en último término qué tiene por correcto. Y quizás en esto tengamos mucho que
reflexionar.
3. Los políticos no son los agentes de moralización de una sociedad pluralista. Si un
parlamento etico es impensable como hemos podido concluir, todavía es más
descabellado atribuir a los políticos la tarea de decidir qué es lo moralmente correcto y
qué no lo es, sea en el nivel de la justicia, sea en el de la felicidad.
A los representantes políticos los elegimos para gestionar la cosa pública, con todo lo
que eso implica de pactos, negociaciones, compromisos, consensos. Es verdad,
además, que los políticos deben cumplir su cometido con honestidad, con honradez y
transparencia, como todos los demás ciudadanos. Sin embargo, no son ellos de ninguna
manera los encargados de dictaminar qué es bueno y qué es malo, ser representante
político confiere legitimidad política, pero ni remotamente autoridad moral.
"Los políticos, concluirá nuestra autora, no tienen mayor autoridad moral que cualquier
ciudadano normal y corriente. En muchas ocasiones y frente a muchos ciudadanos,
bastante menos. Tampoco son los intelectuales los árbitros de la moralidad: los
protagonistas de la vida moral son las personas normales y corrientes y, por eso, la
moral cívica la harán ellos o no se hará" {Ibid., p. 79).
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Ya hemos hablado antes de la actitud dialógica o comunicativa. Quien asume esa actitud a la
hora de intentar resolver los conflictos que se plantean en una sociedad, si la adopta en serio,
muestra con ello que tiene a los demás hombres y a sí mismo como seres autónomos, igualmente
capaces de dialogar sobre las cuestiones que les afectan, y que está dispuesto a atender a los
intereses de todos ellos a la hora de tomar decisiones. Lo cual significa que toma en serio su
autonomía, le importa atender igualmente a los derechos e intereses de todos.
Un entendimiento que supone compartir, al menos, cuatro aspectos que son esenciales para
una ética cívica (A. Cortina, Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad, Madrid, Taurus,
1998, pp.83-84):
Las personas no son dueñas de sus capacidades y del producto de las mismas, sin
deber por ellas nada a la sociedad, sino que cada persona debe a la sociedad parte de
lo que es y, por tanto, es razonable compartir las cargas y los beneficios distribuyendo
unas y otras de forma justa.
La libertad es el valor más preciado para los seres humanos, pero siempre que sea
articulable con la de los demás ciudadanos. Unlversalizar la libertad es una exigencia
de justicia.
El principio de la diferencia exige de una sociedad para ser justa que ninguna otra
distribución de los bienes sea más beneficiosa para el grupo más aventajado de la
sociedad. En este punto importaría ampliar el número de grupos a los menos
aventajados por debajo de la media social, porque en sociedades complejas un solo
referente no basta.
Por último, importa distinguir entre la libertad y el "valor de la libertad". Por "valor de la
libertad" entendemos el beneficio que una persona extrae de que se proteja su
capacidad de ser libre. Porque puede ser que una sociedad proteja la libertad de todos
sus miembros, pero a buen seguro obtienen mayor beneficio los que, por contar con
más bienes materiales, sociales y culturales, pueden sacar más partido de ella.
Proteger la libertad obliga a una sociedad, si quiere ser justa, a darle un valor del que
todos puedan disfrutar.
Llegar a entendimientos serios supone la actitud de dialogar en serio. Y "dialogar en serio
quiere decir llegar á Río de Janeiro, El Cairo, o a la cumbre que sea, con la voluntad decidida de
conocer hasta el fondo los problemas de todos los afectados, sobre todo de los menos favorecidos, y
con el empeño innegociable de llegar a aquellas decisiones que beneficien a todos realmente, y no
sólo a un grupo de ciudadanos o de países. Pero para conocer a fondo los intereses no basta con
asistir a la cumbre: hay que descender primero a los valles; hay que com-padecer la miseria, hay
que con-sentir las aspiraciones de las gentes de carne y hueso, hay que con-vivir la realidad
cotidiana y también los ideales cotidianos. Sólo entonces parece posible "subir a la cumbre, limpios
de ese prejuicio que puede desvirtuar sus resultados: el de creer que el nivel de bienestar alcanzado
por los países del "primer mundo" es incuestionable, que su modelo de vida es superior al de
cualquier otro, de modo que los demás países no han de hacer sino aprender de él (eso sí, sin
ayudarles a conseguir los medios económicos ni técnicos para hacerlo), y que ninguna de las
medidas que se tomen puedan modificar tan irrefutables medidas" (A. Cortina, La ética de la
sociedad civil, op. cit., pág. 118).
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
sabemos si ellos fueron conscientes, pero ciertamente muchos de ellos no vieron los frutos de su
labor, y, sin embargo, no por ello dejaron de realizarla. Al que siembra no se le asegura que
recogerá la cosecha.
El hombre, a diferencia del animal, no funciona siguiendo el mecanismo "estímulo-respuesta"
en su relación con el medio, porque, debido a su hiperformalización, el hombre intelige la realidad
como realidad y el medio como mundo. Y precisamente porque intelige la realidad como tal, los
planteamientos éticos han de ser realistas y no perderse en idealismos; deben tener lo que se llama
"sentido de realidad". Ser ético, en este sentido, no es ser ingenuo. Es sugerente la famosa
distinción que hacía Max Weber entre la "ética de la convicción", que consiste en actuar de acuerdo
a unos principios o valores, y la "ética de la responsabilidad", que sabe aplicar esos principios a cada
situación concreta. De este modo, podemos evitar caer en lo "iluso", en luchar por aquello que es
inalcanzable, ahora y siempre, que frustra y desilusiona, para apostar por lo "utópico", aquello que
puede que hoy no sea posible, pero que con nuestro esfuerzo podremos lograr que mañana sí lo
sea. Cuentan la anécdota de un militar francés en la guerra de Argelia. Le dan la noticia de que sus
soldados habían arrasado un bosque de cedros. Ante lo cual, ordena replantarlos. "¡Tardarán más
de cien años en crecer!", le dijeron sus oficiales. Su respuesta fue contundente: "Razón de más para
comenzar a trabajar en ello cuanto antes".
Por tanto, si nuestra sociedad no está muerta ni irremediablemente corrompida, urge, para
reanimarla, recordar los bienes Internos de cada una de nuestras actividades, tomarlos como meta
de cada una de ellas, y desarrollar las capacidades -las "virtudes"- necesarias para conseguirlos, en
el marco de un sentido de la justicia en el que sólo tendremos por suficientemente humana una
actividad o institución cuando cuente con los afectados por ella.
Quien se sienta auténtico ciudadano en una sociedad semejante, tiene contraído con esta, al
menos, un ineludible deber de civilidad, que consiste en ir recomponiendo desde los distintos
ámbitos de la sociedad civil el sentido de las actividades sociales, el sentido de la vida profesional. El
individualismo insolidario sólo se supera prestando a la vida cotidiana el sentido y el valor que le es
propio. A llevar adelante esta empresa estamos emplazados todos los ciudadanos responsables, es
decir, quienes se sienten comprometidos con su mundo, con su sociedad. Por eso, para terminar
este recorrido por la ética, vamos a detenernos en la ética del trabajo y de las profesiones. Ese será
el tema de la última Unidad.
320
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
Le indicamos -al comienzo de la unidad- que en los contenidos que íbamos a exponer
seguiríamos muy de cerca lo que la Profesora Adela Cortina ha venido exponiendo, con más
insistencia que ningún otro autor, sobre el tema de la moral cívica. A continuación le vamos a
enumerar un conjunto de obras de ella, en las que trata y desarrolla los diferentes aspectos que
hemos tocado. Lo hacemos siguiendo el mismo orden de los puntos tratados en las páginas
anteriores.
Ética aplicada y democracia radical. Tecnos. Madrid, 1993. Cap. 12: "Ética cívica", pp. 195-209.
Ética de la empresa. Trotta. Madrid, 1994. Cap. 2: "La ética empresarial en el contexto de una ética
cívica", pp. 35-50.
La ética de la sociedad civil. Anaya, Madrid, 1994. Cap. 3: "La fórmula mágica del pluralismo moral",
pp. 35-59.
Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía. Alianza. Madrid, 1997. Cap. 1: "Hacia
una teoría de la ciudadanía", pp. 21-38
Hasta un pueblo de demonios. Taurus. Madrid, 1998. Cap. 7: "Ética de los ciudadanos", pp. 107-122.
Los ciudadanos como protagonistas. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 1999.
La ética de la sociedad civil. Anaya. Madrid, 1994. Cap. 4: "La moral cívica la harán las personas, o
no se hará", pp. 61-80; Cap.5: "Tomarse en serio la construcción de un mundo humano", pp.
81-100; Cap. 6: "Voluntad de entendimiento", pp. 101-119.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
323 Tema 8
ÉTICA DEL TRABAJO
PROFESIONAL
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
INTRODUCCIÓN
Uno de esos campos donde la "ética aplicada" encuentra expresión muy concreta, diaria y
cotidiana, es el campo profesional o del trabajo específico de cada quien, el trabajo profesional. Por
eso, un tema, el último, que deseamos tocar, en este recorrido por temas de ética, es precisamente
este. El planteamiento del tema, por más aplicado que quiera ser, al estar dirigido a todos los
estudiantes-profesiones de la universidad, necesariamente tendrá que ser general. No podemos
escribir una "ética profesional del ingeniero" o una "ética profesional del educador" o del
"administrador". Lo que podamos decir, así lo esperamos, pretende mostrar un esquema de ética
profesional, en genérico, y que las distintas profesiones podrán validarlo y hacerlo aplicable a sus
campos particulares, enriqueciéndolo, modulándolo y modificándolo. Sólo así podrá adaptarse a las
diferentes profesiones e incluso a situaciones muy dispares dentro de cada profesión.
Lo hacemos conscientes de que, como leímos alguna vez sin recordar dónde, hoy más que
de ética o moral profesional habría que hablar de inmoralidad profesional, más que de profesionales
comprometidos con su medio social, su país, su comunidad o su pueblo, el que tienden a servir de
la mejor manera, habría que hablar de profesionales para quienes la profesión no es sino una
"propiedad privada", para uso exclusivo de quien la posee, convertida con harta frecuencia en la
puerta, medio o camino para obtener, más o menos legítimamente, todo lo que la persona quiere,
busca y ansia.
"Una de las preocupaciones observadas en la sociedad venezolana -leemos en la
presentación de una de las publicaciones de la Cátedra Fundación SIVENSA, "Ética e
institucionalidad en Venezuela", 1996-, es la concepción de "ser humano" que asumen algunas
organizaciones, expresada ésta en la pérdida del respeto y de la consideración hacia los
destinatarios de productos y/o servicios. Esta conducta se manifiesta en una especie de inversión
de valores donde, a veces, predomina la dictadura del oferente, y no la libertad del demandante. En
más de una oportunidad, cuando una persona se dirige a adquirir, por ejemplo, un apartamento o un
vehículo, siente que se le hace un favor, en cuyo caso no le es dable reclamar deficiencia o hacer
valer sus derechos".
Si echamos una somera mirada a nuestro medio, observamos que la estructura psicosocial de
la población venezolana (valores, actitudes, motivaciones, esquemas o modelos de comportamiento,
etc.) en relación con la ética individual y familiar aparece en abierta contradicción con lo que esa
misma población declara a niveles imperativos teóricos o despersonalizados: moral en la que la
conculcación de los deberes profesionales se manifiesta plenamente justificada. Nuestro libro
Valores del Venezolano es una clara muestra de esto. En definitiva, la conciencia profesional recta
es una flor exótica, rara, entre las personas obligadas a seguir sus dictámenes.
Y es que mal podría ser de otra manera si, como han señalado reiteradamente
personalidades de nuestro país, lo que define a nuestra sociedad es el dinero, o si la corrupción en
nuestro país es un lamento nacional, en el que se está creando una situación de impunidad
generalizada. Y quizás podríamos decir que lo peor de todo esto no es el robo o la corrupción
económica en sí, sino el desprecio del trabajo y la sustitución de la moral por la picardía. Es lo que
escribía José Luis Tapia hace ya algunos años en El Nacional (31-05-81): "En Venezuela lo
importante no es trabajar ni hacer las cosas con decencia. Hemos perdido los principios
324
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Fundamentales sobre los cuales se cimenta nuestra vida. El afán es consumir, vivir la vida con
el menor esfuerzo, con hermosas quintas y dinero, en fin, la vida bonchona".
No es necesario abundar en comentarios. Para nosotros, los profesionales, los que hemos
sido favorecidos por el poder estudiar y capacitarnos, esta situación es por demás conocida. ¿Por
qué todo esto?
La respuesta no es fácil, entre otras razones, porque tampoco es única. Sin duda son muchos
los elementos que influyen en esta situación. Nosotros, en esta unidad vamos a insistir, en tono
afirmativo, en algunos aspectos que, de ser interiorizados y asumidos por cada uno de nosotros,
indudablemente que algo aportarían al "adecentamiento nacional": son los temas de la ética
profesional y del trabajo. Sin embargo, el tema de la ética profesional es extraordinariamente difícil.
Ante todo, porque la moral del individuo entra o puede entrar en colisión con la moral de la sociedad
que suele conllevar a situaciones de injusticia. Y ante esta situación generalizada que con
frecuencia puede rodear nuestras acciones y ejercicio profesionales, el sentimiento de "no hay nada
que hacer", "¿de qué sirve mi aportación en medio de tanta vagabundería"?, o "yo no quiero ser el
más tonto de todos", puede constituirse en una auténtica tentación.
Sin embargo, las tentaciones son para vencerlas, y el motivo de nuestras acciones no puede
ser lo que los demás hagan o dejen de hacer, digan o dejen de decir. No creemos que a ninguno de
nosotros nos gustaría escuchar lo que Otto Rene Castillo, en forma poética y figurada, escribía en
1975, bajo el título "Intelectuales Apolíticos".
Un día
los intelectuales apolíticos
de mi país
serán interrogados por el hombre sencillo.
Se les preguntará
sobre lo que hicieron
cuando la patria se apagaba
lentamente,
como una hoguera dulce,
pequeña y sola.
No serán interrogados
sobre sus trajes,
ni sobre sus largas siestas
después de la merienda;
tampoco sobre sus estériles
combates con la nada, ni
sobre su ontológica manera de
llegar a las monedas.
No se les interrogará
sobre la mitología griega,
ni sobre el asco
que sintieron de ti
cuando alguien, en su fondo,
se disponía a morir
cobardemente.
No se les preguntará
325
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
sobre sus
justificaciones
absurdas,
crecidas a la
sombra de una
mentira rotunda.
Ese día vendrán los
hombres
sencillos
los que nunca cupieron
en los
libros y versos
de los intelectuales
apolíticos,
pero que llegaban todos
los días
a dejarles la leche y el
pan,
los huevos y las tortillas,
los que cosían la ropa,
los que
le manejaban los carros,
les cuidaban sus perros
y jardines,
trabajaban para ellos,
y preguntarán:
"¿Qué hicisteis cuando
los pobres sufrían, y se
quemaban
en ellos, gravemente,
la ternura y la vida?"
Intelectuales apolíticos
de mi pobre país: no
podréis responder nada.
Os devorará un buitre de
silencio
las entrañas.
O roerá el lama
vuestra propia miseria
y callaréis
avergonzados de
vosotros.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Si hubo un tiempo en el que se aprendía la moral a la vez que se aprendía a vivir, ese tiempo no es
el nuestro. Vivir, es decir, alimentarse, cuidad la salud, relacionarse con otras personas, trasladarse de
un sitio a otro, ejercer una actividad productiva o artística, participar en la cultura de la propia sociedad,
etc., todo ello es algo que hoy no se aprende con la inmediatez con que se podía aprender a cazar,
pintar bisontes, hacer hachas o venerar a los antepasados el adolescente del neolítico. Muchas parcelas
de la vida humana se han hecho opacas a la experiencia inmediata de los individuos. La educación moral
se ha hecho problemática, y su problematicidad surge de la necesidad de reflexionar para orientarse.
Para captar los presupuestos y consecuencias de las propias acciones, para tener lucidez y sentido
crítico frente a las opiniones circulantes, para formarse una opinión personal acerca de situaciones
complejas, se requiere disponer de conocimientos y adquirir habilidades que no son inmediatamente
accesibles. Algo de esto puede proporcionar una enseñanza bien planteada acerca de estos temas. Lo
dicho vale para aprender a comportarse como persona moral en general; pero tiene mayor relevancia
aún para la formación moral de los profesionales.
Se escribe y se dice con frecuencia que el progreso técnico no ha ido debidamente acompañado
del correspondiente progreso moral. Esta verdad global acerca de las sociedades industriales encierra
también la constatación de un hecho lamentable: No hay comparación posible entre el tiempo, las
energías y el ingenio que se invierte en la formación "técnica" y lo poco que se hace por la formación
moral de los profesionales. No cabe duda que el profesional tiene hoy que ser un buen técnico para ser
un buen profesional; pero hace falta formarle además para asumir las responsabilidades éticas que lleva
consigo su profesión. A ello puede contribuir modestamente un curso de ética.
El objetivo fundamental de la asignatura de ética profesional dentro de un curriculum universitario
es proporcionar conocimientos y métodos básicos para hacerse cargo reflexiva y críticamente de la
dimensión moral que lleva consigo el ejercicio de la profesión que se va a ejercer. La asignatura de ética,
para ser formativa, no tiene que convertirse en un pulpito de predicación moral. No es eso lo que se
pretende y quien lo intente no encontrará mucha receptividad por parte de los alumnos, salvo que tenga
dotes especiales de demagogo.
La clase de ética no se propone directamente hacer profesionales honrados, sino ayudar a
reflexionar sobre qué debe hacer un buen profesional para serlo. Ciertamente, para actuar profesional-
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
mente de modo competente y responsable es más importante la moral vivida que la moral pensada.
Habrá muchos profesionales que en determinadas situaciones actúen bien sin necesidad de haber
asistido a ningún curso de ética. Por otra parte, tampoco hay que hacerse ilusiones: quienes quieran
actuar mal no van a dejar de hacerlo sólo por haber pasado en la universidad por un curso de ética
profesional. Y, sin embargo, no es superfluo tratar de promover lenguaje y sensibilidad sobre los temas
éticos. Además de la clarificación personal que se pueda proporcionar, de la sensibilidad que se pueda
suscitar y de las perspectivas que se puedan abrir a cada alumno, es importante que existan
conocimientos socialmente compartidos y hábitos intelectuales para desarrollar debates públicos y
formas de argumentar racionalmente sobre estos temas.
Es una necesidad social de todos, que de cualquier universidad salgan profesionales formados para
ejercer su profesión con un hondo sentido de responsabilidad, solidaridad, justicia, etc. Todos debemos
ser honestos, justos, veraces, etc., en nuestro trabajo profesional; y todos tenemos derecho a contar con
ser atendidos por profesionales que en el ejercicio de su profesión, con independencia de sus
convicciones religiosas, son éticos. Por eso no está de más que en cualquier carrera universitaria de
cualquier universidad se enseñe a reflexionar sobre lo que esto significa en el ejercicio de cada
profesión.
Digamos una palabra sobre los contenidos básicos de la ética profesional que conviene enseñar.
Lo primero y más fundamental sobre lo que se tiene que reflexionar en un curso de ética profesional
es sobre los fines o bienes intrínsecos a lo que tiende el ejercicio de cada profesión. Apelando a ese fin o
bien intrínseco es como se justifica y juzga si una actuación profesional merece aprobación o
desaprobación ética. El buen.profesor es el que enseña bien, es decir, logrando que los alumnos
aprendan. El buen médico es el que cura a los enfermos o al menos el que pone todo su saber y todas
sus habilidades al servicio del cuidado de la salud de las personas. Habría pues que empezar
planteándose cuáles serían los bienes y servicios específicos que proporciona un buen abogado, un
buen pedagogo, un informático, ingeniero, administrador o economista.
En segundo lugar hay que ofrecer las consideraciones éticas que se derivan del respeto a los
derechos, legítimos intereses y puntos de vista de los usuarios y clientes de los servicios profesionales,
así como las obligaciones que cada profesional contrae con el colectivo profesional del que forma parte.
El primer núcleo tiene un carácter más ético; el segundo más deontológico. "Ética" y "Deontología"
se usan muchas veces como sinónimos. Hay, sin embargo, ciertas diferencias. La ética se ocupa del
bien: qué es bueno hacer, quién es buen profesional, al servicio de qué bienes está su profesión... La
deontología se ocupa ante todo de deberes y obligaciones, busca formular el conjunto de normas
exigibles a todos los que ejercen una misma profesión.
No todo es exigible a todos. Por eso mismo hacen falta normas. Ellas buscan salvaguardar unos
mínimos obligatorios. Sin normas no hay ni universalidad ni igualdad en las exigencias. La deontología
profesional se ocupa de lo que es vinculante para todos los que ejercen la misma profesión.
La ética esta referida a la conciencia de los individuos. La deontología se mueve preferentemente
en el campo de los criterios compartidos por el colectivo profesional. Sin la perspectiva ética, la
deontología carece de horizonte de referencia. Para justificar las normas hay que apelar a los bienes que
se supone que pretende promover cada una de las diferentes profesiones.
Para completar el cuadro de los núcleos fundamentales de la ética profesional, hay que situar el
ejercicio profesional en el marco de una ética social. La ética social abre la perspectiva en la que se
articulan las múltiples necesidades e intereses con las posibilidades y recursos disponibles conforme a
criterios de justicia. De esta manera se corrige la tendencia al corporativismo en que tienden a caer los
328
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Planteamientos de la ética profesional cuando no se toma en cuenta esta perspectiva. Las profesiones, y
con ellas la ética profesional, corren el peligro de constituirse en un espacio segregado, alejado de las
necesidades sociales, para crear un mundo plenamente autónomo, al margen de lo que la sociedad
necesita de ellas, o de la escasez de recursos con que cuenta para financiar sus actividades.
Tampoco es posible silenciar que hoy hay que ejercer las responsabilidades profesionales en
contextos en los que la corrupción y la confusión están muy extendidas. La reflexión ética no se limita a
hacer propuestas ideales; tiene también que reflexionar sobre las condiciones reales en que dichas
propuestas tienen que llevarse a cabo.
(J. M. Peiró, "Motivación de la conducta laboral" en L. Mayor Martínez y F. Tortosa Gil (eds.J, Ámbitos de
aplicación de la psicología motivacional, Bilbao, Desclée, 1990, pp.456-457).
Esta definición implica una concepción global del trabajo que recoge la posibilidad de que:
- éste sea o no remunerado y con diverso tipo de remuneración;
- sea una actividad observable (mecanografiar un escrito) o no (elaborar mentalmente
un poema);
- permite obtener resultados asociados a determinadas recompensas intrínsecas
o extrínsecas al trabajo mismo;
329
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
330
Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
caso. Para liberarse psicológicamente de ella, no hay más remedio que recurrir a la filosofía del
ocio.
Ante este panorama, V. Camps apunta tres direcciones de solución (pp. 150-157). La primera
consiste en una redistribución del trabajo, más solidaria y racional, creando así una sociedad más
humana. La segunda dirección consiste en una desmitificación del trabajo, especialmente el
remunerado, y en una revalorización de los llamados trabajos secundarios o de servicio que hasta
ahora han realizado las amas de casa, haciendo una llamada a la responsabilidad solidaria. La
tercera vía de solución se caracteriza por una búsqueda del "libre desarrollo de la individualidad"
mediante lo que ella llama la "sociedad del tiempo libre".
No dudamos en compartir, en muchos aspectos, esta visión y opinión, aunque tampoco
dudamos en señalar que se presenta una visión del trabajo un tanto negativa y, como contrapartida,
una visión del ocio excesivamente romántica. Nuestra experiencia nos dice que hay mucha gente
que se halla muy a gusto con su trabajo, a pesar de que no esté exento de dificultades y esfuerzos
en su realización y necesita de espacios y tiempos de ocio y de descanso para su recuperación.
También sabemos que hay mucha gente que no sabe qué hacer con el tiempo de ocio y que éste,
con demasiada frecuencia, se convierte en una oportunidad de consumo irracional de las más
variadas cosas (compras, alcohol, juego, etc.).
Lo que sí nos parece es que hay una concepción del trabajo, la concepción clásica del trabajo
referido a la sociedad industrial y nacido de ella, que ha muerto o, al menos, ha cambiado
radicalmente. El trabajo sigue siendo tan necesario como antes, pero su función, la razón por la que
es necesario, es exclusivamente la de medio o instrumento. Un análisis excelente en esta línea es el
que encontramos en una brevt ponencia de Antonio Marzal F., "El ethos del trabajo en la sociedad
actual", en J. L. Fernández y A. Hortal (comp.), Ética de las Profesiones (Madrid, UPC, 1994, pp.35-
52). No nos detenemos en este punto por no estar directamente relacionado con los objetivos de
este tema.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ético-religioso a cada profesión, hasta el punto de que proponía sentir como un deber el
cumplimiento de las tareas específicas profesionales a las que Dios había conducido a cada uno a
través de su historia personal. El trabajo, gracias al protestantismo y en contraste con la tradición
católica, adquiría así un sentido sagrado que implicaba una exigencia moral: "el cumplimiento en el
mundo de los deberes que a cada cual impone la posición que ocupa en la vida, y que por lo mismo
se convierte para él en "profesión", dirá el mismo M. Weber en la obra citada (p.90).
Bien es verdad que en nuestro contexto secularizado ha perdido vigencia para la mayoría el
sentido religioso de la profesión, sin embargo, las profesiones más relevantes mantienen sus
juramentos, códigos y reglas básicas, un sentido moral de la profesión, que aunque se adaptan
histórica y culturalmente, prevalece en ellos el deber fundamental de trabajar buscando
prioritariamente el bien de los demás antes del propio.
M. Weber hace una clasificación de las profesiones entendidas como servicios prestados por
una persona y con una particular especificación y coordinación, servicios que fundamentan la
probabilidad duradera de subsistencia o de ganancia para sus prestatarios. Utiliza un triple criterio
en su clasificación:
• Una división servil de las profesiones y otra libre. La primera se realizaría por una
atribución heterogénea de servicios con asignación de medios de subsistencia. La
segunda, por una orientación autónoma según la situación de mercado de los servicios
mismos.
• Una división del trabajo basada en la especificación de servicios, según la cual la
persona o ejecuta todos los servicios exigidos por el resultado final o el resultado final
es conseguido mediante servicios simultáneos o sucesivos de varias personas.
• Una división del trabajo basada en el tipo de especificación; autocéfala, como la del
médico o la del abogado, u heterocéfala, como la del empleado.
Norbert Elias, en el Diccionario de las Ciencias Sociales, distingue tres usos del término
profesión:
• Un uso más antiguo y más estricto aplicado exclusivamente a las profesiones de
Medicina, Derecho y Teología, que fueron las primeras ocupaciones no serviles que
proporcionaron a las gentes que no vivían de sus rentas o de sus dominios la
posibilidad de vivir honestamente sin tener que dedicarse al comercio o a una profesión
manual; más tarde se añadiría la carrera militar y naval.
• Un uso más amplio y más moderno, según el cual pueden llamarse profesionales todas
las personas con una preparación específica y un grado académico o su equivalente,
como educadores, administradores, ingenieros, economistas...
• Un uso de acuerdo con fuertes tendencias culturales que propugnan el empleo del
término profesión para muchas ocupaciones que requieren cierta preparación y
conocimientos científicos aunque no tengan rango universitario, pero con diploma o
certificado basado en exámenes, que conceden derecho para el ejercicio de sus
habilidades específicas.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
ella, bienes que ninguna otra puede proporcionar. Transmitir conocimientos y educar
en la autonomía es el bien de la docencia; ampliar la información de los ciudadanos y
proporcionarles opiniones diversas es el de la actividad informativa... Metas todas ellas
que comienzan a borrarse del horizonte cuando, por poner un ejemplo, dice el abogado
al cliente que entra en su bufete: "Si lo que usted busca es una solución justa al
problema, ha errado el camino; aquí no vamos a tratar de justicia, sino de sacar todo lo
que podamos". ¿Y qué sentido tiene a fin de cuentas una profesión, si no proporciona
los bienes sociales que de ella se esperan?.
La profesión, si tenemos en cuenta las conceptualízaciones que de ella han hecho diferentes
autores, está asociada con: misión, vocación, preparación específica, grado académico, desempeño
de tareas, competencia técnica, funciones específicas, actividad social, etc.
Esta definición, para su mejor comprensión, merece un comentario adicional sobre dos
puntos específicos:
1. el dominio de la teoría, lo que exige amplia base científica y considerables esfuerzos
de preparación, pero que es manipulado a veces para cortar el acceso a la categoría
social de profesión a los que dominan más bien la praxis, las aplicaciones. Aquí encaja
perfectamente la insistencia, por ejemplo, de muchos médicos para que las enfermeras
se contenten con las mini-teorías o con resúmenes de las teorías científicas.
2. no estandarizables. El sentido del término es que el profesional maneja casos
individuales, cada uno con rasgos únicos, de manera que su trabajo constituye el polo
opuesto de una tarea repetitiva, rutinaria, en serie. Esta nota o característica tiene hoy
especial interés ya que, entre los cambios que han transformado parcialmente el perfil
de los profesionales, figura, además de una creciente burocratización de sus tareas, la
estandarización en el trato con los clientes, lo que amenaza con un progresivo
deterioro de la esencia misma de las más notables y viejas profesiones.
Una definición de "profesión", e indirectamente de profesional, nos la ofrece Daniel Bell en su
libro El advenimiento de la sociedad postindustrial (Madrid, Alianza, 1976, pp. 426-427):
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
"Una profesión es una actividad aprendida (es decir, escolarmente), lo que implica por
tanto una preparación formal, pero dentro de un amplio contexto intelectual. Integrarse
dentro de una profesión significa estar reconocido, formal o informalmente, por los colegas
o por algún organismo establecido dentro de la profesión. Y una profesión engloba una
norma de responsabilidad social. Lo que no quiere decir que los profesionales sean más
benéficos o más magnánimos que sus compañeros, sino que las expectativas sobre su
conducta proceden de una ética de servicio que, como norma, está por delante de una
ética del interés propio. Por todas estas razones, la idea de una profesión implica las de
competencia y autoridad, técnica y moral, y ocupación por el profesional de un puesto
consagrado dentrod e la sociedad”.
El hecho es que desde Weber, los sociólogos han intentado ofrecer definiciones de
"profesión" a través de una serie de rasgos comunes cuya mayor realización social nos indicará el
acercamiento a lo que podría considerarse una "profesión-tipo". Aunque todos los rasgos no tienen
por qué cumplirse completamente, la ausencia de algunos de ellos mostraría escaso nivel de
maduración profesional en unas determinadas tareas ocupacionales.
c) formando con otros profesionales (colegas) un colectivo que obtiene o trata de obtener
el control monopolístico sobre el ejercicio de la profesión;
Hemos encontrado que otros autores mencionan un tercer elemento adicional, alto grado de
control de la conducta mediante un código ético interiorizado a través del fuerte proceso de
socialización en los valores de la profesión, y a través del control externo ejercido por asociaciones
más o menos oficiales, los colegios profesionales organizados y dirigidos por los mismos
profesionales, amparados muchas veces por la Ley correspondiente del ejercicio.
4. EL PARADIGMA PROFESIONAL
Después de haber precisado el concepto de "profesión" y lo que significa el ser profesional,
hagamos un esfuerzo de sistematizar los rasgos, notas y características asociadas con el
profesional y su actividad y trabajo. A este conjunto de rasgos lo llamaremos el paradigma
profesional. Nos parecen importantes los siguientes:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
1. Una profesión es, ante todo, un servicio a la sociedad único, definitivo y esencial.
Único en cuanto los profesionales de una profesión reclaman para sí mismos el derecho
exclusivo de realizar las tareas propias de la profesión (enseñar, administrar, gerenciar, etc.),
rechazando y persiguiendo la piratería o la competencia desleal.
Definitivo o definido estrictamente, en cuanto que el público debe saber a qué atenerse sobre
las funciones de cada grupo profesional y sobre sus competencias. El grupo profesional debe
ponerse de acuerdo sobre las líneas maestras que definen su tarea profesional, sus derechos y
deberes. Esencial, porque se trata de un servicio que ninguna sociedad desarrollada puede
permitirse el lujo de que quede sin atender, sin recursos, sin profesionales competentes... De
hecho, hoy la mayor parte de los servicios prestados por los profesionales (enseñanza, ingeniería,
medicina, etc.) están sujetos a presiones institucionales, para que mediante procesos diversos de
intervención estatal puedan llegar a todos los grupos sociales.
Y ello porque se piensa y espera que el profesional se dedique a su profesión de por vida; se
identifique con las pautas ideales de su profesión; se sienta en profunda hermandad con los demás
profesionales de su rama; rompa con la creciente dicotomización entre tiempo laboral y tiempo de
ocio, dedicando a su profesión y al enriquecimiento de sus conocimientos y técnicas profesionales
buena parte de su tiempo libre; y no abandone nunca su profesión, so pena de enfrentarse con el
estigma de traidor o de fracasado, en ciertas profesiones, si lo hace. El convencimiento profundo y
la adhesión personal a la profesión como vocación puede desembocar a veces, sobre todo si se
suman o intervienen otros factores (poder, prestigio), en una cierta sacralización de la profesión.
Amando de Miguel, en su obra Sociología de los profesionales (Madrid, CIS, 1982), recurre a
la "metáfora religiosa" para expresar gráficamente la sacralización de las profesiones, especialmente
algunas. Ha sido tradicional ver algunas profesiones como "un apostolado" o como una especie de
"sacerdocio". La profesión del maestro o docente era vista así por muchos en el pasado, la persona
"consagrada" a una labor abnegada, entregada, desinteresada, por un noble ideal. Otro tanto podría
decirse de la profesión médica.
Unos y otras, conocimientos y técnicas profesionales, parecen ser tan necesarios para la
realización del servicio que presta y la tarea que realiza que, a veces, se identifica equivocadamente
al profesional con el intelectual.
El énfasis de las técnicas profesionales se debe a que la clave del éxito profesional consiste
en saber definir el problema, buscar los datos importantes, formular y aplicar las conclusiones
posibles y más recomendables. La sociedad exige que el profesional piense de una manera
objetiva, inquisitiva y crítica, a veces hasta incluso se le permite y premia por pensar y actuar de
forma heterodoxa, desviándose de pautas tradicionales y aceptadas. El hombre de la calle y el
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
empleado en otras ocupaciones no profesionales pueden actuar dejándose guiar por sentimientos y
tradiciones, el profesional no; si lo hace, traiciona su deber profesional.
A estas exigencias y cautelas se unen otras, procedentes de la posesión y el manejo de
conocimiento culpable que caracteriza a bastantes profesiones, de tal forma que el militar sabe
cómo matar, el médico sabe cómo sajar, extirpar... en un cuerpo vivo, el abogado, cómo aplicar las
leyes que regulan el disfrute del honor, propiedad, vida, incluso libertad... El profano acepta todo
esto, de buena o mala gana, respeta, ama, a veces teme y odia al profesional.
Por eso la historia nos brinda episodios de arrebato popular contra determinados
profesionales, víctimas de su dominio exclusivo sobre materias determinadas: economistas que han
desfalcado entidades financieras; ingenieros y arquitectos que construyeron un edificio que no
resistió...
Y esto tanto para él como para el cuerpo al que pertenece. Se trata de una autonomía para
desempeñar sus tareas profesionales con fidelidad sólo a su propio juicio y a la experiencia. La
sociedad, los profanos, no es un juez idóneo sobre la calidad del servicio prestado por el
profesional, sólo sus colegas pueden ser jueces de sus errores, Tan es así que cuando se trata de
que un colegio profesional decida sobre la acción de uno de sus afiliados, la opinión pública tiende a
ser escéptica, porque piensa que "ellos se cubren las espaldas" o "no van a escupir para arriba". De
esta forma, es verdad que el profesional trata de tranquilizar al cliente, pero simultáneamente exige
que el profano renuncie a pedir responsabilidades salvo en casos extremos.
A esta autonomía personal se une la del grupo profesional, por ejemplo un Colegio
Profesional, que reivindica autonomía para decidir sobre materias como condiciones de admisión al
ejercicio de la profesión, o criterios para la suspensión de un miembro o para juzgar la eticidad de
una conducta.
Este es un aspecto que se explica por sí mismo y que no necesita comentarios adicionales.
Efectivamente, un profesional, obrando autónomamente, debe nacerse responsable de sus actos.
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7. El énfasis está puesto en el servicio prestado más que en ¡as ganancias obtenidas.
Esto, sin negar que el profesional puede tener en su vida de trabajo el mismo tipo de
motivaciones o afanes materiales que otros trabajadores. El sentido de este rasgo puede ser doble:
por una parte, el profesional auténtico no puede sustraerse a ciertas obligaciones y a ciertos
servicios independientemente de sus sentimientos e intereses personales; por la otra, las ganancias
no deben convertirse en el criterio para juzgar la valía y triunfo de un profesional, por más que como
nos dice la Profesora V. Camps en el trabajo ya citado, "el valor del trabajo sigue siendo el dinero
que se obtiene por él. De acuerdo con este criterio, sólo adquiere sentido el trabajo bien
remunerado... El trabajo, como casi todo, se ha mercantilizado; por sí mismo ya no hay un trabajo
que valga más que otro: vale más el que mejor paga" (pp.140-141).
El sentido correcto de entender las profesiones, por su carácter moral, es el de un servicio
altruista a la sociedad. El predominio de los intereses personales, el ánimo de lucro y la obtención
de beneficios propios de un estatus, suelen conllevar la desvirtuación, e incluso degeneración de
una profesión. Esto tiene mucho que ver con lo señalado en el punto 2, la profesión como vocación.
Defender este carácter "servicial" o moral es ineludible para conceder un sentido auténtico a la
realidad social de las profesiones y no significa que estamos represando a una mentalidad religiosa
de la que provenían, como señalamos antes, tanto el concepto de profesión como el de vocación.
Daniel Bell, uno de los más prestigiosos analistas de las sociedades futuras, y a quien hacíamos
referencia antes, nos señala que va a ser este espíritu de servicio el rasgo distintivo de las venideras
profesiones más reconocidas socialmente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
El segundo texto, referido más a nuestro contexto nacional, pone énfasis en la necesidad de
la valoración social y personal que necesita el trabajo, todo trabajo, entre nosotros. Es un texto con
el que finaliza sus reflexiones sobre La valoración del trabajo productivo el actual Rector de la
Universidad Católica Andrés Bello, Dr. Luis Ugalde, con ocasión de una cátedra sobre Valores del
Trabajo por parte de la fundación SIVENSA (5 de octubre de 1993). Una reflexión que, creemos, no
tiene desperdicio.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
- Por otro lado, si el trabajador que desarrolla esas cualidades no recibe el ascenso, el
reconocimiento, la satisfacción humana, la valoración social y el ingreso mejor, fácilmente se
verá frustrado en esa valoración y su experiencia negativa desautorizará toda insistencia a
favor del trabajo.
Está demás decir que en Venezuela la asignación social de los premios y
reconocimientos durante mucho tiempo no ha estado vinculado a la calidad del trabajo. Hay
otros caminos más cortos y más eficaces, como pueden ser la viveza, el compadrazgo, el
carnet del partido, el poder o el apellido que derrotan al trabajo como único camino al premio
personal y social,
El desarrollo de la valoración del trabajo de calidad exige un profundo reordenamiento
cultural de la actitud de la gente frente al Estado y frente a la profesionalidad. Frente al Estado,
puesto que los recursos y favores de éste, usados discrecionalmente, han fomentado la
irresponsabilidad en el trabajo y su papel de sancionador y de premiador de agresiones o de
aportes sociales se ha utilizado de manera que el mal trabajo no reciba sanciones y la labor
bien realizada no sea premiada.
Pero aun en las áreas donde no entra directamente el Estado, el trabajo no ha sido la
única, ni la principal fuente de enriquecimiento, de reconocimiento social, de aprecio. Mientras
esto no sea una característica en las élites empresariales en su desarrollo profesional,
resultará siempre cínico e inconsciente cualquier intento de inculcar este sentido a los
trabajadores de menos ingresos. Las extravagancias consumistas en una sociedad de
desarrollo económico más avanzado pueden resultar hasta funcionales y no dañar la calidad
del trabajo, pero en una sociedad como la nuestra urgida de una nueva valoración hacia el
trabajo, es profundamente desmoralizadora y estimula la anomia y la conducta social desviada
para acceder a la riqueza.
Hay que desarrollar sistemáticamente, sin esperar que todo el país funcione así, culturas
empresariales donde sean claros los sistemas de premios y castigos, las oportunidades de
mejorar a base de trabajo bien hecho y los reconocimientos de alta gratificación humana. Sin
esto, es difícil que determinadas unidades educativas puedan realizar un impacto decisivo en la
valoración del trabajo.
Es necesario que en la práctica la gente vea que el problema de los servicios de salud, de
educación o de seguridad son problemas del trabajo bien realizados. La falta de premio a la
calidad del trabajo de enfermeras, de médicos y de educadores o la falta de sanción cuando el
trabajo es fraudulento y de mala calidad invalida todo esfuerzo educativo basado en la
insistencia teórica en los valores.
La formación en la alta valoración y estima del trabajo de calidad tiene, al menos, tres
aspectos:
- Primero, una clara distinción entre el ser y el deber ser, entre el buen trabajo y el mal
trabajo, y entre los efectos de uno y otro. El mal trabajo debe estar teórica y prácticamente
relacionado con los malos efectos y consecuencias personales y sociales. Ha de ser visible la
condición de productora de vida y de bienestar del trabajo que se exige y valora como debe
ser.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Después de haber revisado los conceptos de trabajo, empleo y ocupación, así como los
elementos que definen o caracterizan a una profesión y al profesional, hagamos una breve pausa y
repasemos todo lo dicho.
1. En las páginas anteriores, A. Hortal señala cuatro características típicas de una
profesión. A saber:
a) presta un servicio específico a la sociedad de forma institucionalizada;
b) las personas (los profesionales) que se dedican a ellas de forma estable,
obteniendo de ellas su medio de vida;
c) con otros profesionales (colegas), constituyen un colectivo que obtiene o trata de
obtener el control monopolístico sobre el ejercicio de la profesión;
d) acceden a ella tras un largo proceso de capacitación teórica y práctica, de la cual
depende la acreditación o licencia para ejercer dicha profesión".
De acuerdo con esta definición, señale con una X si las ocupaciones que se señalan a
continuación pueden ser o no ser consideradas como profesión o como simple
ocupación:
Profesión Ocupación
1. Administrador
2. Escritor
3. Ingeniero
4. Barbero
5. Actor de teatro
6. Educador
De acuerdo con la definición, usted debió haber indicado que el administrador, el ingeniero y
el educador, constituyen profesiones, ya que satisfacen los criterios señalados en nuestra definición.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Las demás son ocupaciones, pues ni el escritor, ni el barbero ni el actor de teatro cumplen con todos los criterios
señalados. Para ser escritor, entre otras cosas, no se requiere una acreditación o licencia para ejercer dicha actividad. El
barbero puede dominar el arte y la técnica de cortar el pelo, pero ello no se fundamenta en largos años de preparación
universitaria. El actor de teatro pertenece a un sindicato, pero no a un colegio profesional; debe saber interpretar, para tener
éxito, pero ese conocimiento lo puede obtener de diversas maneras. Es posible que usted personalmente no clasifique a
un escritor e incluso a un actor de teatro como no profesional. De hecho, si le aplicamos los criterios del perfil profesional, al
que nos referiremos más abajo, la cosa no es tan clara.
2. En primer lugar, retengamos los rasgos, notas y características asociados con el profesional y con su actividad
o trabajo:
Paradigma Profesional.
1. Un servicio a la sociedad único, definitivo y esencial.
3. Apliquemos ahora este perfil profesional a tres ocupaciones, indicando en la casilla correspondiente si cada
una de ellas posee o no esos rasgos del profesional que hemos descrito:
Rasgo Administrador Carpintero Actor de
teatro
1. Servicio a la sociedad único, definitivo y esencial.
2. Se la considera una vocación
3. Se basa en conocimientos y técnicas intelectuales.
4. Preparación especializada y formal en instituciones
educativas superiores.
5. Reclama un amplío campo de autonomía, para él,
como profesional, y para el cuerpo al que pertenece.
6. Responsabilidad personal sobre los juicios que emite,
los actos que realiza y las técnicas que utiliza en su
ejercicio.
7. El énfasis se pone más en el servicio prestado que en
las ganancias obtenidas.
8. Existe una organización profesional (Colegio profe-
sional).
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Obviamente, en el caso del Administrador, todas las casillas deberían estar llenas. En el caso
del carpintero y del actor de teatro, no necesariamente. Por el contrario, el carpintero, como norma
general, no entraría en ninguno de los rasgos. El actor de teatro, por el contrario, puede tener
algunos y otros no.
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"No siempre es ético todo lo que reluce. Hablar de ética profesional no es siempre un
discurso inocente; menos aún cuando se ha puesto de moda. Puede y suele ser un discurso
interesado.
En el mundo profesional se repite algo de lo que Maquiavelo decía al político en El Príncipe.
No es necesario, ni siquiera conveniente, que el príncipe sea siempre bueno. Para conquistar,
conservar y aumentar el poder, conviene que unas veces lo sea y otras no. Así le amarán y le
temerán y él hará en cada momento el cálculo que le convenga, se servirá de la proporción
cambiante de amor y miedo que las circunstancias aconsejen. Tiene entonces que ser capaz
de ser bueno y capaz de no serlo. Lo que sí es necesario es que parezca bueno. Con otras
palabras, parecer éticos es socialmente rentable, sobre todo cuando uno está dispuesto a no
serlo.
El creciente interés por formular normas éticas para las empresas y para las diferentes
profesiones o grupos profesionales, puede responder a necesidades de imagen corporativa;
una forma de captar la confianza del público. Sin un mínimo de confianza mutua las relaciones
sociales no fluyen, degeneran; y al decaer la estimación mutua decae también la autoestima.
Toda profesión necesita imagen, aprecio, reconocimiento social de las capacidades técnicas de
los profesionales, y también de su comportamiento ético. Cuando se busca sólo el éxito
económico y el reconocimiento social, a veces basta con que aparezca cierta imagen de
honradez; no es necesario que esa imagen se corresponda con la realidad, con tal de que esa
discrepancia no sea conocida.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Diego Gracia, ofrece en un excelente libro {Fundamentos de bioética, Madrid, Eudema, 1989), uno
de los mejores libros escritos sobre el tema. Aunque está referido a la ética médica, hemos de saber
que la ética médica ha sido pionera entre las éticas profesionales y guía y orientación para otras
deontologías.
Las actuaciones relacionadas con la vida profesional se fundamentan en tres instancias:
a) Primera instancia: el profesional. Principio de beneficencia
Hemos repetido antes que un profesional es profesional en la medida en que pertenece a un
grupo de profesionales que dice estar al servicio de un bien determinado que pretende alcanzar con
los medios técnicos, habilidades y conocimientos de que dispone. En consecuencia, al abordar los
temas de una ética profesional lo primero que debemos plantearnos es:
La finalidad a cuyo servicio se supone que está la actividad profesional en cuestión.
Qué bienes se supone que produce o intenta producir.
Qué servicios presta o intenta prestar.
En nuestra sociedad existen actividades y profesiones muy reconocidas socialmente y
suculentamente remuneradas y que no sabemos a ciencia cierta para qué sirve lo que hacen, qué
tipo de servicio prestan a la sociedad. Esos famosos profesionales, llamados "Consultores", que
engrasan las nóminas de muchas organizaciones públicas y privadas, podrían caer dentro de esas
profesiones o actividades. Y es justamente por ahí por donde tendría que empezar cualquier
planteamiento de una ética profesional: ¿a quién y para qué sirve el ejercicio de una determinada
profesión?
Porque lo que es un buen profesional, técnicamente competente y moralmente responsable
se define en relación con el fin y con el modo, con las técnicas y los deberes con que cuenta la
actividad en cuestión. En otras palabras, los rasgos éticos que ha de valorar todo profesional, si
quiere llegar a prestar un auténtico servicio a la sociedad, son la competencia y la honestidad.
La competencia se refiere a la preparación técnica y a la actuación eficaz del profesional,
cualidades que, en principio, no tienen que ver con la ética. Pero, si nos paramos a pensar un poco,
nos daremos cuenta de que una persona, muy preparada en los asuntos de su competencia, logrará
más rápida y eficazmente alcanzar las metas para las que socialmente está dotado su cargo. Ello
conlleva una responsabilidad moral del sujeto en su puesta al día (estar actualizado) y en diligencia
al actuar.
Con respecto a la honestidad, es de sobra conocido por muchos de nosotros que hay
profesionales hábiles, números uno de su promoción, de quienes se sospecha que han utilizado su
sagacidad para lucrarse pingües beneficios a costa de faltar a su responsabilidad profesional o
como consecuencia de una actuación que no se ajusta a derecho ni a ética. La virtud personal, la
justicia o la honradez están en el punto de mira de las demandas de nuestra sociedad actual. ¡Que
no me engañen!
El principio fundamental que rige estas relaciones es el principio de beneficencia o actuación
en beneficio (nunca en perjuicio) del cliente, del usuario de cada servicio profesional. Es decir, se
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
trata de prestar el servicio que se supone que presta el buen profesional. Desde esta perspectiva el
cliente o el usuario es el beneficiario de la actuación profesional.
Las profesiones son prácticas o pretenden hacer una aportación funcional específica a algún
tipo de prácticas. Y prácticas son aquellas actividades que haciéndolas como Dios manda están
ligadas a un bien intrínseco. Para que nos entendamos. Dinero se puede conseguir de muchas
maneras. Pero construir o remodelar una casa con arreglo a los conocimientos científicos y las
técnicas disponibles, y por lo mismo con las garantías exigibles en un momento dado, es algo que
sólo se puede hacer practicando competente y honestamente la arquitectura y/o la ingeniería.
Haciendo o por hacer ese bien intrínseco -la construcción o remodelación de la casa con
competencia y con honestidad- deriva en un bien extrínseco, el dinero que se gana, el prestigio que
se alcanza como buen profesional.
Y este es uno de los grandes problemas del ejercicio profesional y donde habría que centrar
el tema del corporativismo o colegialización. Las profesiones entran en escena para estar al servicio
de unos determinados bienes. El servicio permanente de esos bienes requiere recursos
económicos, institucionales, de poder, de status, de imagen y existe constantemente el peligro de
"hacer trampas", de engañar. La trampa, incluso la no descubierta, en cualquier práctica profesional
(médica, jurídica, económica, investigadora, etc.) hace que ninguna de esas prácticas sea lo que es
y valga lo que vale. Porque ya todos hemos aprendido, por experiencia propia o ajena, que es
posible conseguir bienes extrínsecos (dinero, mucho dinero, por ejemplo) sin participar en
determinadas prácticas (no hacie'ndo las cosas bien) o haciendo trampas en lo que se hace. Y,
lamentablemente, nuestra sociedad y nosotros con ella nos hemos ido acostumbrando a ver más
frecuentemente los bienes extrínsecos: el "¿cuánto hay pa' eso?" o "¿cuanto me queda a mí por
eso?" son preguntas que ya no se hacen por innecesarias, porque se "supone" que de algún lugar
debemos "quitar" para quedarnos con ellos. No nos basta con lo que se nos paga por hacer las
cosas bien. Queremos que se nos pague mucho más, además, por o haciendo las cosas mal. ¡Qué
golilla! ¡Qué inmoralidad! también.
b) Segunda instancia: el usuario. Principio de autonomia
El principio de beneficencia, al proclamar la actuación profesional en beneficio del cliente o
usuario, no hace sino proclamar y consagrar una vidente falta de simetría: la que existe entre el
benefactor y el beneficiario. Porque usted y yo, como clientes o usuarios, acudimos al profesional
porque sabemos y suponemos que es él quien más sabe y entiende del asunto que nos interesa.
"Usted es el que sabe, Doctor".
Pero cuando el ejercicio profesional trata de atenerse sólo al principio de beneficencia, lo
absolutiza; y al absolutizarlo cae en el paternalismo o en la tiranía, actúa de modo paternalista o
sintiéndose superior. La desigualdad que genera el ser experto en proporcionar aquello que el otro
necesita y no puede obtener por sus propios medios, suele desembocar en una situación en que
esa jerarquía se extrapola a todo el sistema de relaciones; se desconecta el punto de vista del
usuario o cliente y queda reducido a mero destinatario u objeto de la acción profesional.
Para que esto no ocurra, se ha de respetar el segundo principio de la ética profesional: el
principio de autonomía. El cliente o usuario de los servicios profesionales no es un simple objeto o
un inmaduro que requiere ser conducido. Es alguien que tiene una palabra que decir, es sujeto de
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
derechos que debe ser respetado, tomado en consideración, informado. Es un sujeto autónomo, con
unos derechos inalienables. Si se respeta esto, el profesional tiene que entrar en diálogo con el
usuario, para comprender sus puntos de vista y llegar a acuerdos puntuales o globales con vistas al
fin pretendido. Hay que saber compaginar los conocimientos y habilidades del profesional con los
derechos y expectativas del usuario.
El principio de autonomía del usuario ha venido adquiriendo gran importancia en muchos
campos. Nos sorprendemos nosotros, como venezolanos, cuando viajamos a nuestro "admirado"
Estados Unidos y contemplamos los derechos del usuario. Nos sorprendemos cuando, por ejemplo,
en el área médica, el doctor no hace nada sin entrar en diálogo con el paciente o con la familia,
aunque no sea más que para "cubrirse las espaldas". Porque la ética profesional, cuando se
corporativiza, se hace refractaria al principio de autonomía y a la intervención del punto de vista
jurídico. El profesional, especialmente el médico, pero no sólo él, intenta moverse en un espacio en
que lo jurídico entra lo menos posible. Como si el derecho no entrara en los quirófanos.
c) Tercera instancia: la sociedad. Principio de justicia
El profesional y el usuario de sus servicios no se encuentran, y cada día menos, en un
espacio infinito y neutro en el que ellos se mueven a sus anchas y sin interferencias extrañas, sin
limitaciones. Hoy es cada día más frecuente el ejercicio profesional en el marco de organizaciones,
instituciones y empresas. Además, frecuentemente, el ejercicio profesional tiene lugar en un espacio
social con recursos escasos, con necesidad de compatibilizar o jerarquizar demandas múltiples, ya
que no es posible dar la razón a todos y ofrecer a cada uno lo que desea o le conviene. Hay que
hacer intervenir el principio de justicia, ya que no es la mera experiencia profesional con su criterio
de beneficencia la que decide acerca de una buena actuación profesional; tampoco basta con el
interés y los derechos del usuario (principio de autonomía). Hay que introducir un principio de
justicia para arbitrar una distribución racional y justa de recursos escasos en orden a obtener fines
múltiples, jerarquizados, para ser atendidos conforme a su importancia, urgencia, posibilidades, etc.
Tomemos el ejemplo de un hospital público con un presupuesto determinado. La distribución
de ese presupuesto no es cuestión sobre la que baste la opinión de los afectados que dicen "yo
quiero que me hagan...", ni sólo la de los médicos que dicen "yo puedo hacer...". Hay que articular
criterios de justicia para responder a la pregunta: ¿Qué es justo para todos cuando no hay recursos
para satisfacer las demandas de todos?
La ética profesional aquí se entronca con la ética social, al hacer intervenir criterios de
justicia, en orden a marcar prioridades y distribuir recursos escasos. Sin eso la ética profesional
carece de criterios para hacer frente, por un lado, a las demandas frecuentes de los profesionales
que piden más recursos y mejores salarios y a las constantes reclamaciones de los usuarios que
quieren más y mejores prestaciones. Hay que tener en cuenta el marco social, las necesidades de
todos y los recursos disponibles a la hora de establecer prioridades con criterios de justicia.
Muy bien nos lo resume la profesora A. Cortina, en la publicación que mencionamos hace
poco (pp. 151-152) y que, por su brevedad, transcribimos textualmente.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Quien ingresa a una profesión puede tener motivos muy diversos para hacerlo: desde
costearse una supervivencia digna hasta enriquecerse, desde cobrar una identidad social a
conseguir un cierto o un gran prestigio. Pero sea cual fuere su motivo personal, lo bien cierto es
que, al ingresar en la profesión, debe asumir también la meta que le da sentido. No pueden un
médico o una enfermera justificar su negligencia, un ingeniero su error de cálculo, ni un
abogado sus trampas alegando que, a fin de cuentas, entraron en este mundo para ganar
dinero, y no para promover la salud, asegurar el buen funcionamiento de una estructura o
hacer posible una convivencia más justa.
Los motivos -conviene recordarlo- sólo se convierten en razones cuando concuerdan con
las metas de la profesión. Y no puede una comisión universitaria o un comité de credenciales
dar una cátedra o un puesto en la docencia a quien tiene menos méritos que otros, alegando
que "es de la casa", "un hombre de confianza", ni puede quien valora proyectos o peticiones de
beca poner calificaciones bajas a quienes no son "de los suyos". Los motivos individuales no
son razones, no se convierten en argumentos, si no tienen por base las exigencias de la meta
profesional.
Cuando los motivos desplazan a las razones, cuando la arbitrariedad impera sobre los
argumentos legítimos, se corrompe una profesión y deja de ofrecer los bienes que sólo ella
puede ofrecer y que son indispensables para promover una vida humana digna. Con lo cual
pierde su auténtico sentido y su legitimidad social.
Por eso importa revitalizar las profesiones, recordando cuáles son sus fines legítimos y qué
hábitos es preciso desarrollar para alcanzarlos. A esos hábitos, que llamamos "virtudes",
ponían los griegos por nombre aretai, "excelencias". "Excelente" era para el mundo griego el
que destacaba respecto a sus compañeros en el buen ejercicio de una actividad. "Excelente"
sería aquí el que compite conmigo mismo para ofrecer un buen producto profesional; el que no
se conforma con la mediocridad de quien únicamente aspira a eludir acusaciones legales de
negligencias.
Frente al "ethos burocrático" de quien se atiene al mínimo legal, pide el "ethos profesional"
la excelencia, porque su compromiso fundamental no es el que le liga a la burocracia, sino a
las personas concretas, a las personas de carne y hueso, cuyo beneficio da sentido a cualquier
actividad e institución social. Es tiempo, pues, no de despreciar la vida corriente, sino de
introducir en ella la aspiración a la excelencia; no de despreciar la excelencia, apostando por la
mediocridad, sino de universalizar la aristocracia.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Fue un autor muy lúcido, Max Weber, quien aplicando la ética al campo de la política,
distinguió con gran nitidez lo que él llama la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.
En su libro, el político y el científico (Madrid, Alianza, 1993, aunque escrito en 1919, pp. 163-164)
nos dice el autor:
"Tenemos que ver con claridad que toda acción éticamente ajustada debe ajustarse a dos
máximas fundamentalmente distintas entre sí e irremediablemente opuestas: puede orientarse
conforme a la "ética de la convicción" o conforme a la "ética de la responsabilidad". No es que
la ética de la convicción sea idéntica a la falta de responsabilidad o la ética de la
responsabilidad a la falta de convicción. No se trata en absoluto de esto. Pero sí hay una
diferencia abismal entre obrar según la máxima de una ética de la convicción, tal como la que
ordena (religiosamente hablando) "el cristiano obra bien y deja el resultado en manos de Dios",
o según una máxima de la ética de la responsabilidad, como la que ordena tener en cuenta las
consecuencias previsibles de la propia acción. Ustedes pueden explicar elocuentemente a un
sindicalista que las consecuencias de sus acciones serán las de aumentar las posibilidades de
la reacción, incrementar la opresión de su clase y dificultar su ascenso; si este sindicalista está
firme en su ética de la convicción, ustedes no lograrán hacerle mella. Cuando las
consecuencias de una acción realizada de acuerdo con una ética de la convicción son malas,
quien la ejecutó no se siente responsable de ellas, sino que responsabiliza al mundo, a la
estupidez de los hombres o a la voluntad de Dios que los hizo así. Quien actúa conforme a una
ética de la responsabilidad, por el contrario, toma en cuenta todos los defectos del hombre
medio. Como dice Fitche, no tiene ningún derecho a suponer que el hombre es bueno y
perfecto y no se siente en situación de poder descargar sobre otros aquellas consecuencias de
su acción que él puedo prever. Se dirá siempre que esas consecuencias son imputables a su
acción. Quien actúa según una ética de la convicción, por el contrario, sólo se siente
responsable de que no flamee la llama de la pura convicción, la llama, por ejemplo, de la
protesta contra las injusticias del orden social. Prenderla una y otra vez es la finalidad de sus
acciones que, desde el punto de vista del posible éxito, son plenamente irracionales y sólo
pueden y deben tener un valor ejemplar."
La primera nos revela la excelencia de lo preferible y la radicalidad con que se asume; la
segunda tiene en cuenta lo realizable en un contexto histórico y sopesa las consecuencias. Frente a
la inclinación de Weber a ponerlas en disyuntiva, si leemos atentamente el texto anterior, se llega a
la conclusión de que no se trata de dos modelos de ética que se excluyan mutuamente. En el fondo
todos necesitamos participar de la ética de la convicción y de la ética de la responsabilidad. Lo que
a Max Weber le parece peligroso es que nos quedemos únicamente en la primera, es decir, en una
ética de la afirmación de los grandes valores y de los grandes principios, sin que nunca lleguemos a
preguntarnos responsablemente cuáles son las consecuencias que se pueden seguir de la
afirmación de esas ideas que, al menos en teoría, merecen toda nuestra adhesión.
Los modelos teóricos están claros y son bien diferentes. El ideal, insistimos, consiste en no
contraponerlos de una forma excluyente, sino en hacer que ambos se complementen. Porque lo que
nos interesa subrayar es que es perjudicial quedarse ingenuamente en una ética de la convicción.
Esta distinción de dos modelos de ética tiene importantes consecuencias en el campo de la
acción en los más diversos campos de la acción humana (ética económica, de los negocios, etc.).
En efecto, como hemos repetido a lo largo del curso, la ética es una opción por valores. Ahora bien,
esta opción por valores podría concretarse todavía en dos aspectos. En primer lugar, no se opta por
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
valores de una forma desordenada, sino jerarquizándolos de alguna manera; es decir, se trata de
una opción por una determinada sistematización de los valores,, si se quiere, por una determinada
visión o concepción del hombre y de la sociedad. En segundo lugar, además, cuando esa opción
entra en juego en situaciones concretas, lo que aparece en primer término es la conflictividad real de
los valores. Y, por tanto, el comportamiento ético se juega, no en la pura opción por valores, sino en
la forma concreta de optar por unos determinados valores cuando estamos insertos en una situación
particular. El conflicto consiste en que la realización de unos valores pueden perjudicar a otros
valores, que, al menos en principio, también merecen mi adhesión. ¿Cómo orientar, entonces, la
decisión? Evidentemente aquí entran de lleno las consideraciones propias de una ética de la
responsabilidad.
La aplicación de estos enfoques de la ética a situaciones concretas no obliga a estar
continuamente haciendo un análisis de la realidad para estudiar la previsibilidad de la realización de
determinados valores y la conflictividad que se da entre ellos. Por tanto, el problema central de la
ética no radica en el enunciado de los valores o en la adhesión a ellos de principio, sino en optar, en
cada situación concreta, por aquellos valores por los que creo que debo optar, sabiendo el coste
que eso tiene en términos de otros valores, como consecuencia de la complejidad de la realidad
social en que la que tenemos que actuar e intervenir.
Cabe decir que este planteamiento puede derivar en una cierto pragmatismo que reduce la
ética a una ética de lo posible. Pero si no entramos en el análisis de la conflictividad de los valores,
la reflexión ética se queda en un nivel puramente abstracto y teórico. Tal enfoque contrasta
enormemente con el pragmatismo con el que muchas veces tenemos que actuar cuando se trata ya
de tomar decisiones técnicas o de abalizar cuestiones muy condicionadas por la técnica. Y termina
por desacreditar a la ética ante el mundo científico, vaciándola de contenido. Por eso no hay que
tener miedo a reconocer que una ética de la responsabilidad es también, en cierto modo, una ética
de lo posible. Equivale a decir: reconozco que no soy omnipotente, y, a pesar de todo, tengo un
margen para actuar éticamente.
Antes de finalizar hagamos unas actividades que nos permitan revisar los importantes
contenidos que hemos estudiado en esta segunda parte de nuestro tema.
1. En primer lugar, señale algunas diferencias entre la ética profesional y la deontología
profesional. O, lo que es equivalente, señale las características propias de la ética profesional
y las de la deontología profesional:
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
Capítulos
Contenidos
1. Deberes para con la profesión
(Aquí deberá identificar los fines intrínsecos que persigue la profesión. El establecimiento de los fines es
lo que permitirá señalar los aspectos siguientes)
(La competencia tiene que ver con lo que cae dentro de su profesión. Quien es competente tiene que ser
responsable)
3. Hemos señalado antes que las actuaciones relacionadas con la vida profesional se
fundamentan en tres instancias: la instancia profesional (principio de beneficencia), la
instancia del usuario (principio de autonomía) y la instancia social (principio de justicia).
Vamos a revisar algunos contenidos con este punto. Y lo hacemos, como en otras
oportunidades, presentándole una serie de proposiciones que usted deberá calificar como
verdadera (V) o falsa (F).
Proposición V F
1. El principio de beneficencia establece que el cliente o usuario es el beneficiario de la actuación profesional
2. El principio de autonomía consagra la asimetría existente entre el profesional y el destinatario de sus
servicios.
3. El principio de justicia establece o ayuda a establecer una distribución racional y justa de los recursos
escasos
4. Por el principio de autonomía, el usuario de los servicios profesionales deja de ser un simple objeto y pasa
a ser un sujeto con derechos que deben ser respetados
5. En los temas profesionales, el profesional manda y el cliente obedece
6. A responder la pregunta ¿qué es justo hacer cuando no hay recursos para satisfacer las demandas de
todos? ayuda el principio de justicia.
7. La competencia y la honestidad son aspectos claves para cumplir el principio de beneficencia.
8. En asuntos profesionales, ni el cliente ni la sociedad tienen nada que decir: es el profesional el único que
tiene las competencias y conocimientos para determinar la acción a seguir.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
CLAVE DE RESPUESTA: 1V - 2F - 3V - 4V - 5F - 6V - 7V - 8F
4. Lea este texto de Max Weber, relacionado con la ética de la convicción y con la ética de
la responsabilidad, y después responda las preguntas que se le hacen:
"Tenemos que ver con claridad que toda acción éticamente ajustada debe ajustarse a dos
máximas fundamentalmente distintas entre sí e irremediablemente opuestas: puede orientarse
conforme a la "ética de la convicción" o conforme a la "ética de la responsabilidad". No es que
la ética de la convicción sea idéntica a la falta de responsabilidad o la ética de la
responsabilidad a la falta de convicción. No se trata en absoluto de esto. Pero sí hay una
diferencia abismal entre obrar según la máxima de una ética de la convicción, tal como la que
ordena (religiosamente hablando) "el cristiano obra bien y deja el resultado en manos de Dios",
o según una máxima de la ética de la responsabilidad, como la que ordena tener en cuenta las
consecuencias previsibles de la propia acción, (pp. 163-164)
Es infinitamente conmovedora la actitud de un hombre maduro (de pocos o muchos años,
que eso no importa), que siente realmente y con toda su alma esta responsabilidad y que al
llegar a un cierto momento dice: "no puedo hacer otra cosa, aquí me detengo". Esto sí es algo
auténticamente humano y esto si cala hondo, frente a los casos frecuentes de grandes
defensores de la ética de la convicción sin solidez interior, que se inflaman huecamente con
sensaciones románticas; aunque sean de respetar los casos de santidad en los que esa ética
se vive al menos intencionalmente con plenitud. Esta situación puede, en efecto,
presentársenos en cualquier momento a cualquiera de nosotros que no esté muerto
interiormente. Desde este punto de vista la ética de la responsabilidad y la ética de la
convicción no son términos absolutamente opuestos, sino elementos complementarios que han
de concurrir para formar al hombre auténtico, al hombre que puede tener "vocación política" (p.
176.
De acuerdo con este texto y los comentarios que hemos hecho dentro de nuestro tema:
a) ¿Qué es lo que define a la ética de la convicción?
b) ¿Cuál es la máxima de la ética de la responsabilidad?
c) ¿Estamos ante dos éticas absolutamente opuestas? ¿Por qué?
5. Finalmente, si echa una mirada a su profesión:
¿Cuáles son las carencias más importantes en su ejercicio o desempeño? ¿Esas
carencias afectan la finalidad fundamental del ejercicio de esa profesión?
¿Cuáles serían las recomendaciones que usted haría para elevar el nivel ético de su
profesión? ¿Qué virtudes debería desarrollar un profesional de su área para alcanzar la
excelencia?
De acuerdo con lo que acaba de leer en el texto de la Profesora A. Cortina, ¿los
motivos por los que ha elegido esta profesión concuerdan con las metas de la
profesión?
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
8. A MANERA DE CONCLUSIÓN
En toda decisión compleja acerca de una actuación profesional hay que tener en cuenta una
gama de compatibilidades entre el punto de vista de los profesionales, los afectados y los
responsables.
Los profesionales, por hipótesis, son competentes en los demás de su profesión. Quien no
tiene en cuenta lo que pueden aportar los expertos en asuntos de su competencia, corre el riesgo
de ignorar elementos muy decisivos. Pero ello no significa que ellos sean los únicos. Cuando todo
se deja en sus manos, podemos caer en el "secuestro profesional": las operaciones pueden ser
técnicamente perfectas, aun cuando los enfermos se mueran. Sus decisiones afectan a otros, y por
eso hay que hacer intervenir el punto de vista de los afectados.
El punto de vista de los afectados (usuarios) tiene y debe tener un peso específico
insustituible. Ello no convierte a los afectados en expertos, pero sí añade elementos centrales en las
tomas de decisiones. Al fin y al cabo, la actuación profesional lo que busca es el beneficio del
cliente, la utilidad de los usuarios. Pero tampoco conviene absolutizar esta perspectiva. Los
afectados son quienes tienen el problema, pero no tienen ni los conocimientos ni los recursos para
la solución.
Pero, como ya lo dijimos, expertos y afectados viven en un espacio social concreto, con
recursos y posibilidades limitadas. Se necesita, pues, una perspectiva que articule las múltiples
necesidades e intereses, con las posibilidades y recursos disponibles, y todo ello conforme a
criterios de justicia. Eso es lo que toca hacer a los responsables políticos a nivel de toda la
sociedad, y a los directivos y hombres de empresa en los niveles institucionales y organizacionales.
Ellos, obviamente, tendrán que estar asesorados por expertos y deberán tener en cuenta a los
afectados. Cuando no se puede llegar a todos, hay que arbitrar fórmulas para que los recursos se
distribuyan razonable y equitativamente conforme a criterios de justicia.
Tal vez por eso es tan difícil y compleja una ética profesional en una sociedad como la
nuestra en la que cada quien vive su mundo y casi sólo conoce y escucha a los que piensan más o
menos como él, por vivir las situaciones desde contextos y perspectivas semejantes. Sería
imposible hablar de Ética Profesional si no conseguimos, entre todos, humanizar las relaciones
entre las personas y dar coherencia interna a lo que hacemos. No podemos hablar de progreso en
nuestra sociedad al final del segundo milenio si no sustituimos la crispación social, las
desigualdades sociales y de oportunidades y los beneficios egoístas por el diálogo interprofesional y
la equidad en las oportunidades y en el reparto.
Hubo un tiempo en nuestro país, quizás ni siquiera vivido por usted, querido alumno, pero sí
por quien este escribe, en el que la opción política fue la gran aspiración de muchos jóvenes. Luchar
por el cambio social hacia algo mejor significó para muchos jóvenes de aquella generación de los
años 70 ingresar en un partido político, luchar por conquistar el poder y transformar desde él la vida
del país.
Quizás hoy las cosas hayan cambiado sustancialmente. Quizás porque la política, tan
desprestigiada como necesaria, nos ha hecho ver que quienes ingresan en la vida política buscan
ante todo su bien privado. Pero no es menos cierto, que poco a poco en nuestro país hemos ido
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
cayendo en la cuenta de que eso que llamamos "lo público" es tan, pero tan importante como
para dejárselo completico a los políticos. Aunque muchas veces, todavía hoy, tendamos a
identificar lo público con lo político, es importante saber que no son, ni mucho menos, la misma
cosa.
Y no lo es porque lo público es un lugar natural para una serie de instituciones pertenecientes
a la sociedad civil: las organizaciones económicas, la opinión pública, las asociaciones
ciudadanas y las actividades profesionales. Cambiar la sociedad hacia algo mejor exige,
entonces, trabajar desde cada uno de estos campos, y no optar sólo por uno de ellos, porque
no hay una sola dimensión de la realidad social que sea determinante de las restantes, sino
que la realidad es, y por muchos años, poliárquica. Y a ello quisiéramos que contribuyeran
estas reflexiones precedentes: a la revitalización de una ética de las profesiones empeñada
en la tarea de hacer excelente la vida cotidiana. Si lográramos hacer excelente la vida
ordinaria no dudo en afirmar que estaríamos haciendo una auténtica revolución social. Y
eso es lo que busca la ética profesional: la excelencia en la vida corriente, como vacuna que
las inmunice contra esos males que todos hemos sentido: la protección alcahueta de los
gremios (lo que hemos llamado el "corporativismo de las profesiones" o el sindicalismo
profesional en el peor de sus acepciones), la burocratización de la vida profesional,
atendiendo a los mínimos elementales, y ese modo de proceder tan común en el que "la
cercanía", "el amiguismo", el "ser de los nuestros" (anteriormente, el "carnet del partido").
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA
LECTURAS RECOMENDADAS
Le indicamos algunos títulos de tipo general y otros referidos directamente a las profesiones.
BONETE, E. (Ed.). Éticas de la información y deontologías del periodismo. Tecnos. Madrid, 1992,
pp. 17-47
CORTINA, A. (Coord.). Ética y empresa: una visión interdisciplinar y Rentabilidad de la ética para la
empresa. Visor. Madrid, 1997.
SCHMIDT, E. Ética y Negocios para América Latina. Universidad del Pacífico. Lima, 1997.
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Zapata, Roberto. (2000). Temas de ética, Material Instruccional de Apoyo. Caracas: UNA