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INTREGRANTES:

 CRIOLLO RODRIGUEZ MILAGROS


 GUTIERREZ LOPEZ MARCIA
 MERCEDES VASQUEZ SUSAN
 POLO DOIG SAMANTHA
 RUFASTO RIOS ALISSON

CICLO : I

DOCENTE : MARTIN POLO CUEVA

TEMA : CONTRASTACION DE ENUNCIADOS TEORICOS

VERDADES DE HECHO Y VERDADES DE RAZON

Chiclayo, 2018
AGRADECIMIENTO:
DEDICATORIA:
Contenido
I. CONSTRASTACION DE ENUNCIADOS TEÓRICOS ....................................................... 5
1.1 PROCEDIMIENTOS DE CONSTRASTACIÓN DE TEORÍAS .................................. 6
II. VERDADES DE RAZÓN Y VERDADES DE HECHO ........................................................ 9
Bibliografía ........................................................................................................................................ 13
I. CONSTRASTACION DE ENUNCIADOS TEÓRICOS

En la visión tradicional, las hipótesis o teorías son el centro de la adquisición de


conocimiento. La investigación científica comienza con la formulación de
problemas. Las hipótesis o teorías son respuestas, o intento de soluciones, a los
mismos. Tales “soluciones” son conjeturas.
El objeto de la ciencia es la explicación y la predicción, para lo cual se requieren
leyes universales. La estructura lógica de ambas formas argumentales es idéntica:
consiste en deducir un enunciado singular observacional a partir de un conjunto de
premisas que contienen al menos una ley y enunciados singulares pertinentes. A
las hipótesis solo puede asignárseles un uso predictivo o explicativo si han sido
convenientemente evaluadas. El primer paso de la evaluación es examinar su
coherencia interna y con el cuerpo de conocimientos admitidos. El siguiente es el
control empírico o contrastación. La contrastación combina el razonamiento lógico
(deducción) y la observación empírica.

El método de contrastar críticamente las teorías y de escogerlas, teniendo en


cuenta los resultados obtenidos en su contraste, procede siempre del siguiente
modo.

Presentada a título provisional una idea, aun no justificada en absoluto, se extraen


conclusiones de ella por medio de la deducción lógica; esas conclusiones se
comparan entre sí y con otros enunciados pertinentes, con objeto de hallar las
relaciones lógicas (equivalencia, deductibilidad, compatibilidad, etc.) que existan
entre ellas.
1.1 PROCEDIMIENTOS DE CONSTRASTACIÓN DE TEORÍAS

Se pueden distinguir cuatro procedimientos de llevar a cabo la contrastación de


una teoría:

Se encuentra la comparación lógica de las conclusiones unas con otras: con lo


cual se somete a contraste la coherencia interna del sistema.

Se estudia la forma lógica de la teoría, con objeto de determinar su carácter: si


es una teoría empírica –científica- o si, por ejemplo, es tautológica.

Comparación con otras teorías, cuya principal mira es averiguar si la teoría


examinada constituiría un adelanto científico en caso de que sobreviviera a las
diferentes contrastaciones a que la sometemos.

Analizando las aplicaciones empíricas de las conclusiones que pueda


deducirse de ella.

Con el último punto se pretende descubrir hasta qué punto satisfarán las
nuevas consecuencias de la teoría –sea cual fuere la novedad de sus asertos-
a los requerimientos de la práctica, ya provengan éstos de experimentos
puramente científicos o de aplicaciones tecnológicas prácticas. También en
este caso el procedimiento resulta ser deductivo; así, con ayuda de otros
enunciados anteriormente aceptados se deducen de la teoría a contrastar
ciertos enunciados singulares –“predicciones”-; en especial, predicciones que
sean fácilmente contrastables o aplicables. Se eligen de estos enunciados los
que no sean deducibles de la teoría vigente, y, más en particular, los que se
encuentren en contradicción con ella. A continuación tratamos de decidir en lo
que se refiere a estos enunciados deducidos (y a otros), comparándolos con
los resultados de las aplicaciones prácticas y de experimentos. Si las
conclusiones singulares resultan ser aceptables, o verificadas, la teoría a que
nos referimos ha pasado con éxito las contrastaciones: no hemos encontrado
razones para desecharla. Pero si la decisión es negativa, o sea, si las
conclusiones han sido falsadas, esta falsación revela que la teoría de la que se
han deducido lógicamente es también falsa.

Conviene observar que una decisión positiva puede apoyar a la teoría


examinada sólo temporalmente, pues otras decisiones negativas subsiguientes
pueden siempre derrocarla. Durante el tiempo en que una teoría resiste
contrastaciones exigentes y minuciosas, podemos decir que ha “demostrado su
temple” o que está “corroborada” por la experiencia. Procedimientos de
constrastación de teorías

Se pueden distinguir cuatro procedimientos de llevar a cabo la contrastación de


una teoría:

Se encuentra la comparación lógica de las conclusiones unas con otras: con lo


cual se somete a contraste la coherencia interna del sistema.

Se estudia la forma lógica de la teoría, con objeto de determinar su carácter: si


es una teoría empírica –científica- o si, por ejemplo, es tautológica.

Comparación con otras teorías, cuya principal mira es averiguar si la teoría


examinada constituiría un adelanto científico en caso de que sobreviviera a las
diferentes contrastaciones a que la sometemos.

Analizando las aplicaciones empíricas de las conclusiones que pueda


deducirse de ella.

Con el último punto se pretende descubrir hasta qué punto satisfarán las
nuevas consecuencias de la teoría –sea cual fuere la novedad de sus asertos-
a los requerimientos de la práctica, ya provengan éstos de experimentos
puramente científicos o de aplicaciones tecnológicas prácticas. También en
este caso el procedimiento resulta ser deductivo; así, con ayuda de otros
enunciados anteriormente aceptados se deducen de la teoría a contrastar
ciertos enunciados singulares –“predicciones”-; en especial, predicciones que
sean fácilmente contrastables o aplicables. Se eligen de estos enunciados los
que no sean deducibles de la teoría vigente, y, más en particular, los que se
encuentren en contradicción con ella. A continuación tratamos de decidir en lo
que se refiere a estos enunciados deducidos (y a otros), comparándolos con
los resultados de las aplicaciones prácticas y de experimentos. Si las
conclusiones singulares resultan ser aceptables, o verificadas, la teoría a que
nos referimos ha pasado con éxito las contrastaciones: no hemos encontrado
razones para desecharla. Pero si la decisión es negativa, o sea, si las
conclusiones han sido falsadas, esta falsación revela que la teoría de la que se
han deducido lógicamente es también falsa.

Conviene observar que una decisión positiva puede apoyar a la teoría


examinada sólo temporalmente, pues otras decisiones negativas subsiguientes
pueden siempre derrocarla. Durante el tiempo en que una teoría resiste
contrastaciones exigentes y minuciosas, podemos decir que ha “demostrado su
temple” o que está “corroborada” por la experiencia.

En el procedimiento que acabamos de esbozar no aparece nada que pueda


asemejarse a la lógica inductiva. En ningún momento se ha asumido que
podamos pasar por un razonamiento de la verdad de enunciados singulares a
la verdad de teorías. Tampoco se ha supuesto que en virtud de unas
condiciones “verificadas”, pueda establecerse que unas teorías sean
“verdaderas”, ni siquiera meramente “probables”.

Iremos profundizando en entradas sucesivas, haciendo especial hincapié en


los siguientes temas:

La verificación y la confirmación.

 El falsacionismo de Popper.
 Los experimentos cruciales y el problema de la carga teórica.
 Convencionalismo, holismo y falsacionismo refinado.
II. VERDADES DE RAZÓN Y VERDADES DE HECHO

Es bastante difícil distinguir las acciones de Dios, de las acciones de las criaturas;
pues hay quien cree que Dios lo hace todo y otros se imaginan que no hace más
que conservar la fuerza que ha dado a las criaturas: lo que sigue hará ver en qué
medida puede decirse lo uno o lo otro. Ahora bien, puesto que las acciones y las
pasiones pertenecen propiamente a sus sustancias individuales (actiones sunt
suppositorum), sería necesario explicar qué es una tal sustancia. Es muy cierto
que, cuando varios predicados se atribuyen a un mismo sujeto, y este sujeto no se
atribuye a ningún otro, se le llama sustancia individual, pero esto no es bastante y
una tal explicación no es más que nominal. Es preciso, pues, examinar qué es eso
de ser atribuido verdaderamente a un cierto sujeto. Ahora bien, consta que toda
predicación verdadera tiene algún fundamento en la naturaleza de las cosas, y
cuando una proposición no es idéntica, es decir, cuando el predicado no está
comprendido expresamente en el sujeto, hace falta que esté allí contenido
virtualmente, y a esto le llaman los filósofos inesse, diciendo que el predicado está
en el sujeto. Así, es preciso que el término del sujeto encierre siempre el del
predicado, de suerte que el que entendiese perfectamente la noción del sujeto,
juzgaría también que el predicado le pertenece. Sentado esto, podemos decir que
la naturaleza de una sustancia individual o de un ser completo es tener una noción
tan completa que sea suficiente para comprender y hacer deducir de ella todos los
predicados del sujeto a quien esta noción se atribuye. Por el contrario, el accidente
es un ser cuya noción no encierra todo lo que puede atribuirse al sujeto a quien se
atribuye esta noción.

La teoría del conocimiento de Leibniz es culminación de la epistemología


racionalista iniciada por Descartes (pretensión de universalidad y necesidad para
la ciencia). En segundo lugar es una respuesta al Empirismo inglés, especialmente
Locke, que pretendía poner el origen y el valor del conocimiento en la experiencia.
Si esta es limitada, todo lo que de ella se deduzca será también limitado, poniendo
en entredicho el carácter universal de la ciencia.
Leibniz distingue dos tipos de verdades, verdades de hecho y verdades de razón
(de los que hablamos brevemente).

1.- Verdades de hecho: Son las que nacen de la experiencia sensible, se


caracterizan por su contingencia y se refieren a realidades efectivas. Se rigen por
el principio de razón suficiente: Nada ocurre sin una razón suficiente, es decir, sin
que sea posible, al que conoce suficientemente las cosas dar una razón que baste
para determinar porqué es así y no de otro modo.

2.- Verdades de razón: Son verdades innatas, a las que se llega, haciendo
explícitas las capacidades propias de la razón. Las verdades de razón se
manifiestan por el funcionamiento interno del entendimiento, sin necesidad de
experiencia alguna. Se rigen por el principio de contradicción, por ejemplo, el
funcionamiento de las mónadas es una verdad de razón coherente con el principio
de contradicción, concretamente, el conocimiento estrictamente racional se explica
por la actividad de la mónada quien percibe sus propias afecciones.

Según todo esto todo lo que es, por el hecho de ser algo real, es algo inteligible, y
por el contrario no se puede afirmar con verdad la realidad de algo si no es
inteligible. Así el principio de inteligibilidad de las cosas se convierte en el criterio
de verdad (adecuación con la realidad). Ej. : La mesa es inteligible porque
conocemos que la ha construido un carpintero. No se puede explicar que exista
aquí y ahora una mesa (un hecho), sino es porque la ha construido alguien. A los
conocimientos de hechos hay que encontrarles su razón para que pasen a ser
verdades de razón.

Podemos ahora determinar el ideal del conocimiento: Muchas de las razones que
fundamentan razones de hecho son a su vez hechos que necesitan otra razón
anterior para ser inteligibles (Ej.: El carpintero también requiere su razón suficiente
para que sea también inteligible). El ideal será encontrar un hecho que a su vez
sea su propia razón, esto es Dios, Dios tiene en sí mismo su propia razón, en él no
se puede encontrar ninguna verdad de hecho.
Dios conoce todas las razones de los hechos, y por ello las verdades de hecho en
Dios se convierten en verdades de razón, y este es el ideal del conocimiento,
conocer todo como verdades de razón. La actividad de conocimiento del hombre
es un trabajo progresivo sin final para convertir las verdades de hecho en
verdades de razón. (Araya Concha)

Leibniz formuló de este modo la situación, en su Discurso sobre la conformidad de


la fe con la razón: Hay verdades de experiencia y hay verdades de razón. Las
verdades «de experiencia» son de dos géneros, según que la experiencia sea
sensible, o sea de fe (que es «la experiencia de quienes han visto los milagros» en
que se funda la Revelación, «como nos fundamos en las manifestaciones de
quienes han visto las maravillas de la China»). Pero las «verdades de razón», dice
Leibniz tratando de justificar la posibilidad de los milagros, son también de dos
géneros: el de las verdades eternas (a priori) y el de las verdades positivas (a
posteriori). Las verdades eternas son inconmutables, puesto que removerlas
implica contradicción (tal es el caso de las verdades lógicas o matemáticas); las
verdades positivas (por ejemplo, las leyes del movimiento), aunque tienen su
«razón suficiente», puede ser sobrepujadas por otras verdades de orden superior
y, por tanto, no repugna en sí su conmutación o modificación. De aquí, la
posibilidad de los milagros, que Dios puede hacer por ministerio de los ángeles;
milagros por los cuales las leyes positivas «no resultan más violadas que las leyes
naturales cuando los hombres auxilian a la Naturaleza por el arte».

No procede iniciar, en este lugar, un análisis pormenorizado de las distinciones de


Leibniz y de su confrontación con las oposiciones que ya hemos presentado. Tan
sólo queremos indicar, en primer lugar, que Leibniz parece utilizar el concepto de
«leyes naturales» para designar sobre todo a las «leyes positivas» aunque sin
excluir a las «leyes eternas» en la medida en que afectan a la «Naturaleza», en
cuanto opuesto al «Arte»; y, en segundo lugar, que Leibniz sugiere poner como
correlato de la Teología positiva (o de la Filosofía positiva), no ya a una Teología
(o Filosofía) negativa, sino, sobre todo, a una Teología (o Filosofía) eterna, (que
no hay por qué confundir con su concepto de Philosophia perennis), orientada a
determinar las «leyes eternas» (y no meramente naturales positivas) de la
divinidad, o del Mundo y, también, del hombre (Gustavo Bueno, «Prólogo» a
Manuel Fernández Lorenzo,. (RODRIGUEZ PARDO, 2013).
Bibliografía
Araya Concha, M. J. (s.f.). Obtenido de https://sites.google.com/site/leibnizallimit/concepte-de-la-
setmana/word-of-the-week/%C2%BFsuenoorealidad

RODRIGUEZ PARDO, J. M. (2013). Verdades de razón y verdades de hecho. En J. M. RODRIGUEZ


PARDO, Verdades de razón y verdades de hecho.
http://josemanuelrodriguezpardo.blogspot.pe/2018/04/verdades-de-razon-y-verdades-
de-hecho.html.

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