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¿COMO RECIBIR UN MANTO?

¿QUÈ ES UN MANTO?

Figurativamente el manto es una representación de la unción y del poder de Dios


sobre la vida de un hombre o una mujer. Un manto en la Biblia es, normalmente, un
traje que va por encima de otra ropa y sirve para proteger el cuerpo de los elementos
externos. El uso más común de la palabra manto es cubrir, proteger y arropar.

Un ejemplo bíblico de cómo recibir un manto fue el de Elías y Eliseo. Eliseo pidió
una doble porción de la unción que tenía Elías y, esa petición, se le fue concedida
cuando éste partió. Elías le dejó a Eliseo su manto.

¿Cómo podemos recibir un manto?

De acuerdo con lo que hemos visto en la Escritura, hay diferentes formas de recibir
un manto. No quiero decir que son las únicas formas, sino que estudiaremos las
más comunes, mencionadas en la Biblia.

La impartición directa DE DIOS. Éste es el caso en el que Dios unge a un hombre


directamente, sin la mediación de otro hombre o mujer, como lo fue el caso de
Jesucristo. Lucas 4.18

¿Cuándo sucede esto? Cuando al hombre ungido se le encomienda una obra


pionera, que es la de hacer cosas que nadie antes ha hecho y la de abrir caminos
a otros. Por lo tanto, es una unción de precursor donde Dios hará milagros, prodigios
y cosas que nunca se han visto a través de estas personas. Debemos tener en
cuenta que no han tenido un mentor que les haya enseñado, sino que Dios los ha
ungido directamente.

Dios siempre usara mentores para impartir un nivel de unción en nuestra vida,
pero en este caso, la mayor parte es recibida por la impartición directa de DIOS al
hombre.

nuestro servicio a otro hombre. Ésta es la manera más común en la Biblia para
recibir un manto de unción. Aunque Dios puede usar cualquier forma, en este caso
Dios usa a un mentor o a un padre para que se nos sea impartido un manto. La
toalla del servicio a otro hombre o mujer es una de ellas. Veamos el ejemplo en la
palabra. 1 Reyes 19.15

Elías acaba de cortar la cabeza a los profetas de Baal. Cuando descendió lluvia
del cielo, se dio cuenta que Jezabel lo perseguía para matarlo. Se desanimó y,
entonces, Dios le dio órdenes de que fuera a ungir a Hazael como rey de SIRIA.
Mientras Elías se dirige hacia allá, se encuentra con Eliseo y Dios le dice: ya es
tiempo de que delegues y entregues el manto a otro. Tu tiempo ya terminó en la
tierra, de manera que ahora tienes que impartir ese manto a alguien; ese alguien
fue Eliseo. Elías pasó al frente de Eliseo y le puso su manto.

Veamos algunos puntos importantes en los siguientes versos…1 reyes 19.19-21


Cuando esto sucedió podemos observar que:

Eliseo estaba arando. Esto nos da a entender que Dios no unge a alguien que no
está haciendo algo. El Señor dará el manto a aquellos individuos que están
ocupados sirviendo. No espere recibir un manto sin estar ocupado sirviéndole a
DIOS.

. Eliseo vino caminando en pos de Elías. Hay personas a las cuales se les dará la
unción, pero cuando les llega la oportunidad están ocupados en otras cosas.
Notamos aquí que Eliseo no estaba conforme con el nivel donde se encontraba,
sino que quería ir a otro nivel. Él oraba a Dios para que lo ungiera con una unción
mayor, pero mientras tanto, estaba ocupado trabajando para el Señor. La
obediencia de Eliseo fue incondicional y, como resultado, recibió el manto.

. Y se volvió y tomó un par de bueyes y los mató. Eliseo quiso estar seguro de que
no volvería hacia atrás y celebró con el pueblo lo que había estado esperando por
tanto tiempo. Por lo tanto, dio todo lo que tenía al pueblo; quería estar seguro de
que no iba a dejar nada que lo trajera de regreso.

. Se levantó, fue tras Elías y le servía. Ésta es la clave del asunto. Para que Eliseo
recibiera el manto que estaba sobre la vida de Elías, tuvo que servirle; esa fue la
manera que Dios escogió. Los historiadores creen que Eliseo sirvió a Elías por 30
años. Lo que hizo Eliseo fue que se puso la toalla del servicio y comenzó a servirle
al hombre de Dios.

¿En qué le servía Eliseo a Elías? Le servía llevándole el traje, lavándole sus pies,
cargando su maleta, orando por él cuando estaba desanimado, llevándole agua,
limpiándole el sudor cuando ministraba, cargando su Biblia, estando con él en las
buenas y en las malas, viendo el poder de Dios manifestarse por medio de él, entre
otros. Fueron 30 años de servicio al hombre de Dios, y llegó el momento donde Dios
quiso levantar a Elías en un torbellino, pero Elías le pide a Eliseo que se quede. 2
reyes 2.1-2

Eliseo le contesta con un hebraísmo y dice Vive Jehová y vive tu alma que no te
dejaré. Esta expresión significa lo siguiente: mientras permanezcas ungido, yo no
te dejaré hasta que recibas la unción.

Elías trató de separarse de Eliseo en cuatro ocasiones (Quiso ir a Gilgal, Bethel,


Jericó y al Jordán) pero las cuatro veces Eliseo le dijo: No, yo estaré contigo. 2 reyes
2.9

Eliseo no le pidió ni riquezas, ni tierra, ni fama, le pidió lo que él había añorado


tener y lo que había pedido en sus oraciones por treinta años. Te ruego que me
dejes una doble porción de tu espíritu. Aquí podemos ver que no le pide una doble
porción del Espíritu Santo, sino que le pide una doble porción del Espíritu de Elías.

¿Qué significa eso? Significa que Elías había recibido una unción, que acumuló
en su espíritu por muchos años. Al mismo tiempo, había acumulado sabiduría,
conocimiento, revelación, poder, autoridad y santidad. Hasta ese momento estaba
listo para impartir todo lo que tenía acumulado. Entonces, Eliseo le pidió a él, el
doble de lo que Elías tenía en su espíritu.

Aprendamos algo muy importante. Nadie puede impartir algo que ha sido
acumulado con el tiempo en otro, si no lo tiene en su espíritu. También podemos
observar que cualquier hombre ungido puede orar por nosotros, imponer manos y
recibir unción de Dios, pero no puede impartir su manto. El manto solamente es
impartido sobre otro hombre cuando este ha servido al hombre de Dios por mucho
tiempo.

Hay muchos hombres de Dios que el Señor todavía no se los ha llevado con él,
porque no han encontrado hombres, a los cuales se les puedan transferir un manto.
La razón principal de este suceso es que esta generación ha perdido la toalla del
servicio. Mi consejo para usted como creyente, pastor, evangelista, maestro, apóstol
y profeta es que le sirva a su líder y a su pastor, cargándole la Biblia, manejándole
su carro, entre otros servicios. Póngase la toalla del servicio. Elías le responde a la
petición de Eliseo: 2 reyes 2.10

La unción de Dios tiene una condición: pagar el precio. Ésta no puede ser
impartida, a menos que la persona haya pagado el precio. Si estamos dispuestos a
pagarlo, entonces Dios nos dará la unción.

Inmediatamente después de estar hablando, a Eliseo le llega el momento que


tanto había esperado. Puedo imaginar a Eliseo recordando cuando le servía a
ELÌAS. 2 REYES 2.11-12 Cuando Eliseo recibió el manto de Elías, me imagino que
estaba llorando y diciendo: valió la pena la decisión que hice de seguir y servir a
este hombre, valió la pena haber sido juzgado y criticado con él, los regaños que
recibí de él, el haber dejado mis prioridades, mi tierra, mi ganado, mis propiedades,
los momentos de soledad a su lado, la espera y los desvelos. Todo lo que hice valió
la pena por este manto de unción que he recibido. Nada en este mundo se puede
comparar a la unción maravillosa del Espíritu Santo. 2 reyes 2.13-15

Ahora se lleva a cabo la prueba y el examen. ¿Es cierto que recibió la doble
porción? EL tiró el manto en el río Jordán y se abrió en dos. En ese instante, se dio
cuenta que había recibido el manto. Notemos algo: cuando él clama por la señal de
la unción, él dice: Padre mío. Creo que solamente hombres que tienen un corazón
de padre pueden transferir el manto. Eliseo lo conocía como su padre y tenía una
relación directa de padre a hijo.

Una de las razones por las cuales muchos hombres de Dios no han logrado
multiplicarse en otros aún, es porque no tienen un corazón de padre y, además, no
les interesa que otros hagan lo mismo que ellos, pues están inseguros acerca de su
manto.

¿Cuál fue el resultado final? Eliseo recibió el manto de Elías, quien fue su mentor,
su padre y su amigo, a través de la toalla del servicio a Elías. Elías realizó ocho
milagros y Eliseo realizó 15 milagros mientras estuvo vivo. El último milagro lo
obtuvo ya muerto, cuando sus huesos resucitaron a una persona. Así se cumplió la
palabra de la doble porción. Eliseo realizó 16 milagros en su vida. 2 reyes 13.21

Si usted es alguien que desea un manto de unción, acérquese a hombres ungidos,


sírvales, ayúdelos, apóyelos, y cuando sea su tiempo, usted recibirá su propia
unción. Recuerde, cuando se sirve a un hombre o a una mujer con unción, no se
está sirviendo al hombre, sino a la unción y al manto que hay sobre ellos.

Mencionemos otros ejemplos bíblicos cuando hubo una impartición del manto
como lo fue en el caso de Moisés con Josué y de Jesús con sus discípulos. El
método más común en la Biblia para recibir un manto es mediante la imposición de
manos. Veamos lo que dice la siguiente escritura: Deuteronomio 34.9

Podemos concluir que un manto se puede recibir de dos maneras:

Primero: Directamente de Dios. Esto ocurre cuando Dios encomienda un trabajo


pionero a una persona. No hay un padre aquí en la tierra que enseñe o discípulo;
por lo tanto, es necesario que aprendamos del Señor. Él nos imparte directamente
la unción en nuestra vida sin la intervención de un mentor.

Segundo: cuando servimos a otro hombre o mujer, y cuando sea el tiempo, Dios
nos dará la misma unción que está sobre esa persona que servimos. ¿Hay otras
formas en las que Dios imparte su manto? Sí, las hay; pero las más comunes en la
Biblia son el ocuparse en servir y permanecer en un ambiente ungido.
La unción de Eliseo
7 YEARS AGO

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Elías dijo a Eliseo:

-Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado.

Eliseo dijo:
-Te ruego que me dejes una doble porción de tu espíritu.

Y así sucedió. Eliseo recibió dos partes del espíritu de Elías.

Eliseo, a partir de ese entonces, cerca del año 917 a. C., inicia su labor como
profeta de Israel. Sería él ahora, quien tuviera la responsabilidad de servir como
el portavoz de Dios ante los israelitas. La Biblia registra que Eliseo realizó un
total de 16 milagros, mientras que Elías hizo 8 milagros. Eso demuestra,
matemáticamente, que efectivamente, Eliseo tuvo una doble porción de ese
espíritu que tuvo Elías, y le facultó como profeta de Jehová.
¿Por qué le pidió Eliseo a Elías el doble se su espíritu? Porque estamos hablando
de la unción de Dios. La unción con espíritu santo, fue lo que hizo posible que
Elías, y luego Eliseo, manifestaran la fuerza y el poder de Dios durante su obra
profética.

¿Qué es la unción? ¿Qué podemos decir, bíblicamente, que es la


unción con el espíritu santo?

La unción es y representa la Presencia de Dios sobre una determinada


persona. Eso fue lo que le pidió Eliseo a Elías, y fue lo que les sucedió a los
discípulos en el Pentecostés. El espíritu santo de Dios, su santa energía divina,
era simbolizado por el aceite. Porque la palabra ungir significa frotar, untar con
aceite. Los pastores del oriente ungían a sus ovejas, frotándoles aceite sobre su
pelaje, para mantener a los insectos perjudiciales y parásitos lejos de ellas.
Usando esta idea, el salmista David, que era pastor, habla de que el Gran Pastor,
Jehová Dios, le ungía la cabeza con aceite, y su copa estaba rebosando.

Ungir es frotar. Cuando Dios unge, es como


si frotara Su Naturaleza Divina sobre la nuestra. ¿No es maravilloso pensar que
esa naturaleza de Dios puede estar sobre uno siempre? Y dicha unción, capacita,
faculta, da poder y autoridad espiritual. Muestra de ello es que en el antiguo
Israel, para ser rey, sacerdote o profeta, era imprescindible recibirla. Por eso
David, decía de Saúl, que era el “ungido de Jehová”, porque había sido facultado
por el espíritu de Dios para ser rey. Recordamos que fue la desobediencia y
orgullo de Saúl, lo que hizo que ese espíritu santo se “apartara” de él. O, lo que
es lo mismo decir, que la Presencia y Paz de Dios ya no estaban con él.

Ahora bien, hay una verdad espiritual inobjetable: antes de Cristo, lo que vemos
en el Antiguo Testamento o Escrituras Hebreas, es una “sombra”, como expresó
Pablo, de cosas mejores. Lo que se ve en el Nuevo Testamento o Escrituras
Griegas Cristianas, es la sustancia. Evidentemente, Elías y Eliseo, realizaron su
labor profética bajo la unción del espíritu, en tiempos en los que aún se
esperaban cosas mejores en la relación con Dios. Pero los cristianos tienen algo
mejor: a Cristo.

Así que hoy en día, uno puede beneficiarse de recibir


el espíritu santo de Dios, de una manera mejor que Eliseo, gracias a Jesucristo,
quien prometió derramar ese espíritu santo, que guiaría a la verdad.

Sin embargo, la unción de Eliseo nos enseña algo: lo importante de estar


preparado y apto para recibir el espíritu de Dios. Jesús nos enseñó a orar, que
pidiéramos espíritu santo. Ese espíritu no se recibe de manera automática. Hay
que pedirlo, y ser un recipiente digno de tenerlo en la mente, el corazón y el
espíritu de uno.
Eliseo no recibió el doble del espíritu de Elías simplemente porque lo pidió.
Hubo un proceso espiritual de refinación y purificación para recibirlo. Eliseo
estuvo junto a Elías 6 años, antes de recibir el espíritu santo.

¿Qué hacía Eliseo antes de iniciar esos 6 años de entrenamiento como profeta
junto a Elías? Era un joven agricultor. Estaba trabajando, en un día normal de
trabajo con el arado, mientras efectuaba su labor en el campo. Recibió la visita
inesperada de Elías, quien echó su prenda de vestir oficial sobre Eliseo, y de esa
forma dio a entender que algún día este sería su sucesor. ¿Qué hizo Eliseo?
Abandonó su campo de inmediato para hacerse asistente de Elías.

Esto nos enseña algo: Dios no da su espíritu santo, o unge, a gente floja,
perezosa, que no se esmera por el trabajo bien hecho. Jesús mismo dijo que
quien es fiel en lo mínimo, es fiel en lo mucho. Si una persona no es buena
trabajadora, es indolente en asuntos económicos, sino tiene sentido del valor del
dinero y del trabajo bien hecho, no es fiel y responsable, ¿será apta para hacer el
trabajo de Dios?

Eliseo trabajó duro por 6 años, para ser entrenado por Elías. No pretendió que al
segundo minuto de ser llamado por Elías a que fuera su asistente, ya tuviera
todos los beneficios y privilegios de ser un “profeta”. Algo similar sucedió con
los apóstoles. Jesús no les derramó espíritu santo el mismo día de ser elegidos
los 12. Tuvieron que ser entrenados, refinados, estar junto al Maestro,
escuchando, absorbiendo sus enseñanzas. Y fue en el Pentecostés, 10 días
después de ascender al Cielo el Señor Jesucristo, cuando el espíritu santo
prometido les fue derramado.
Eliseo tuvo que prepararse conscientemente, todos los días, durante el tiempo en
que fue entrenado por Elías, para ser recipiente del espíritu santo. La fe está muy
ligada al espíritu santo. Y Eliseo demostró tener fe. ¿Se imagina lo que fue día
tras día, estar ayudando a Elías, verle hacer su trabajo, por 6 años, sin que él
viera el “resultado” de su llamado? Fe y paciencia fueron indispensables en
Eliseo, antes de recibir el espíritu santo. Y he aquí un punto importante.

Existe la idea equivocada de que se pide espíritu santo para tener fe y paciencia,
además de otras cualidades y actitudes espirituales. Eso significa ver el recibir el
espíritu santo como un fin. Lo recibo, entonces tengo, instantáneamente, fe,
paciencia, valor, iluminación, entendimiento, etc. Cierto, existe el fruto del
espíritu de Dios. Pero es eso: un fruto. Antes de que aparezca el fruto, tiene que
sembrarse una semilla, esta debe crecer y madurar.

Eliseo no esperó a tener el espíritu doble de


Elías para ser un hombre de fe, valor, discernimiento y poder interior. Durante 6
años él se esforzó por sembrar en su mente y corazón esas cualidades y
aptitudes espirituales. Y por ello, cuando recibió la unción, entonces pudo ser
ese instrumento útil, y ser usado para llevar adelante el propósito divino sin
demora.

Prepararse antes de recibir la unción, ese espíritu santo que se pide a Jehová, es
fundamental para recibirlo. Pablo en Romanos 8:5, 6 expresa lo importante de
esto:
Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en
los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al
Espíritufijan la mente en los deseos del
Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que
la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.

Hay 2 mentalidades: la carnal, y la espiritual. La carnal, está sujeta al vano engaño


de este mundo, a las filosofías, a las tradiciones religiosas, a la costumbre, a esas
estructuras de creencias desgastadas, llenas de error. La espiritual, es aquella
que tiene consciencia de esa necesidad espiritual de que Jehová sea adorado
con espíritu y con verdad. Esa mentalidad es la que se requiere adquirir antes de
que Dios nos dé su precioso espíritu santo.

¿Qué hizo Eliseo tras recibir esas dos partes del espíritu de Elías? El registro
bíblico de 2 Reyes 2:9-15 muestra que Elías se fue, y Eliseo se quedó. Nunca más
vio Eliseo a Elías. Entonces Eliseo tomó sus vestidos y los rasgó en dos partes.
Alzó luego el manto que se le había caído a Elías, regresó y se paró a la orilla del
Jordán.

Después tomó el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, y dijo: «
¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?»

Esta pregunta muestra que ahora, la Presencia de Jehová estaba con Eliseo, y el
que había sido el Dios de Elías, sería ahora el Dios de Eliseo.
Eliseo golpeó las aguas del Jordán, y al verlo, los
hijos de los profetas que estaban al otro lado en Jericó dijeron: «El espíritu de
Elías reposó sobre Eliseo». Note que los hombres no estaban cerca de Eliseo,
sino lejos, y así, fueron capaces de discernir que Eliseo era ahora el profeta.
Porque, quien tiene esa unción del espíritu santo, no necesita ser conocido o
reconocido con mucho detalle. De lejos, se discierne que esa Presencia de
Jehová está con esa persona.

Hemos visto que la unción de Eliseo fue potente y efectiva, y Jehová la usó para
promover su adoración verdadera en tiempos de idolatría, error e hipocresía.
¿Cuál fue el secreto del éxito de la unción de Eliseo? Que fue un hombre que se
preparó conscientemente, con fe, paciencia, y determinación, para recibirla,
eliminando de su mente y corazón todo pensamiento, sentimientos, emociones
y actitudes que no estuvieran en armonía con el espíritu de Dios. Llenó su mente
de los pensamientos de Dios, y se nutrió de las sanas palabras de Elías, su
mentor. Seguir su ejemplo, sirve de ayuda en estos tiempos, para ser dignos
recipientes del espíritu de Dios.

Serie: Conociendo mejor al Espíritu Santo (4)


Domingo 27 de mayo

Serie: Conociendo mejor al Espíritu Santo (4)

EL ESPÍRITU SANTO ES QUIEN IMPARTE

Rvdo. Omar Cabrera Jr.


En este mes estamos conociendo cada día un poquito más al Espíritu
Santo; permitiendo que Él toque nuestras vidas, que nos ayude a vivir
dentro del plan perfecto de Dios para cada uno, donde permitimos que el
Espíritu Santo nos transforme y nos llene.

Hoy quiero hablarle al respecto de qué es lo que imparte el Espíritu


Santo cuando nos toca, llena de Su naturaleza. Lo primero que podemos
mencionar (y entienda que ésta no es una lista completa, hay muchas
cosas más que el Espíritu Santo concede) es que el Espíritu Santo
imparte de Sus dones.

Si lee el capítulo 12 de los libros de Romanos y 1 Corintios allí hay unas


listas de los dones que el Espíritu Santo reparte: el don de hablar en
lenguas, de hacer milagros, el don de fe, el don de administrar… Todos
los dones que el Espíritu Santo imparte son para servir mejor al Señor,
para poder ser ese instrumento útil en las manos de Dios. Tan importante
son que Pablo le dice a su discípulo en 1 Timoteo 4:14: “No descuides el
don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición
de las manos del presbiterio”. Cuando imparten la unción sobre mi vida
hay una transferencia de esos dones, de esas habilidades, lo que el
Espíritu Santo derrama, se transfiere. Lo hizo Moisés con su discípulo
Josué; Dios le dijo: “Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la
congregación de los hijos de Israel le obedezca” (Números 27:20).

Pablo le decía a su discípulo Timoteo: “no descuides ese don que hay en
ti, por eso es que te aconsejo”, le decía, inclusive que “avives el fuego
del don de Dios que está en ti”. (1 Timoteo 4:14) ¿Sabía que uno puede
apagar o avivar ese fuego del don de Dios?

Luego de citar los dones, el Apóstol Pablo, en 1 Corintios 12:31a


concluye: “Procurad, pues, los dones mejores”. Tiene que haber en mí un
anhelo, un deseo de recibir los dones que Dios quiere derramar sobre mí.
Dios quiere verter esos dones para usarnos como un instrumento útil en
Sus manos; que cuando ore por los enfermos, se sanen; que cuando
vea las ‘tormentas’ tenga el don de fe y haga que las tempestades se
calmen; que cuando haya necesidad en su familia tenga la fe para
multiplicar ‘panes y peces’.

¡Reciba hoy los dones del Espíritu que Él quiere impartirle!


Otra de las cosas que el Espíritu Santo imparte es Su gracia, ese poder
para cumplir la voluntad de Dios, ese poder para ser un instrumento
sensible a la voz de Dios, al deseo de Dios, y no solo sensible sino
obediente a lo que Dios quiere que hagamos.

El profeta Zacarías 12:10 dice: “Y derramaré sobre la casa de David, y


sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y
mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo
unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.
Hablo de ‘ese orar sin cesar’, si no tengo el Espíritu y la gracia
derramados por el Señor, no voy a cumplir con el deseo de Dios de estar
en comunión constante con Él. El Espíritu Santo derrama gracia sobre
mí, ese poder para cumplir Su voluntad, para obedecerle en todo, en
todo lo que debo hacer. Que Dios derrame Espíritu de gracia y espíritu
de oración, para que no solo sea sensible a través de la oración y
entienda cuál es la voluntad de Dios, sino que tenga el poder para poder
cumplirla, Dios le dará el querer como el hacer Su santa y perfecta
voluntad. (Filipenses 2:13).

Otra impartición del Espíritu Santo es el poder. La Biblia en Hechos 1:8


declara: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Alguien que había recibido ese
poder era San Pablo, de hecho cuando él le escribe a la iglesia le dice:
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al
griego” (Romanos 1:16). Él no se avergonzaba, aunque estaba preso;
aunque tantas veces había sido torturado, rechazado por la sociedad, él
no se avergonzaba del evangelio; aunque estaba pagando un alto precio
por servir al Señor, él no se avergonzaba del evangelio, porque el
evangelio es ‘poder de Dios’.

Cuando recibo ese poder estoy dispuesto a dar mi vida en testimonio por
lo que Dios hizo en mí; estoy dispuesto a testificar en el trabajo, testificar
en el lugar de estudio, a testificar a mi familia, en el vecindario; y no me
voy a avergonzar porque he recibido poder del Espíritu Santo para ser
testigo Suyo.

También el Espíritu Santo imparte Su guía, dice Romanos 8:14: “Porque


todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios”. Si usted es hijo de Dios va a aprender a ser guiado por el Espíritu;
sabrá qué es lo que viene, qué es lo que va a ocurrir. El Espíritu Santo le
va a enseñar cuál es la verdad de Dios. No andará en tinieblas sino que
la luz del Espíritu Santo lo guiará a cada paso.

Otra cosa que el Espíritu Santo me imparte son Sus fuerzas, y por eso
es que Pablo cuando ora por la iglesia dice: “para que os dé, conforme a
las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por su Espíritu” (Efesios 3:16). Cuando el Espíritu Santo opera en
mi vida no hay debilidad, no hay cansancio, no hay depresión, no hay
desánimo, ni desaliento o desgano; el Espíritu Santo fortalece mi ser
interior y tengo energía renovada para cumplir con Sus propósitos, sin
importar las adversidades que tenga que enfrentar en el diario vivir.

Cuanto tengo el Espíritu Santo recibo autoridad, hay un respaldo divino.


Jesús les dijo a Sus discípulos en San Juan 20, verso 22: “…Recibid el
Espíritu Santo…”, y agrega: “A quienes remitiereis los pecados, les son
remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (versículo 23).
En otras palabras: ‘tienen autoridad para perdonar pecados, para que si
alguien no se arrepiente, esos pecados sean retenidos’.

Cuando el Espíritu Santo me llene, esos dones, esa gracia, ese poder,
esa guía y esa autoridad se manifestarán en mí.

Le invito a orar junto conmigo:

Señor, impárteme dones, gracia, poder, la guía de Tu Espíritu Santo,


fuerzas renovadas, y ese respaldo divino y autoridad para cumplir con
Tus propósitos. Que reciba, Señor, poder de lo alto para ser Tu testigo y
proclamar Tus virtudes al mundo que está en tinieblas. Yo recibo Tu
bendición ahora, en el nombre de Jesús. Amén y amén.

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