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El apresuramiento de la Obra de Salvación

El apresuramiento de la Obra de Salvación requiere trabajo. Trabajo de los


líderes para que todos nos sumemos a esta gran ola (como la llamo el Elder
Nelson) y también trabajo personal de cada uno de nosotros para sumarnos y
salvarnos.

2 Nefi 2:16 nos enseña: “Por lo tanto Dios le concedió al hombre que obrara
por sí mismo…” y en 2 Nefi 2: 26 “…para actuar por sí mismos, y no para que
se actúe sobre ellos”

Muchas veces pienso que el principio del trabajo se refiere a mis


responsabilidades temporales y materiales. Pero esto es solo porque me
olvido de la gran verdad revelada en DyC 29:34 “Por tanto, de cierto os digo
que para mí todas las cosas son espirituales; y en ninguna ocasión os he dado
una ley que fuese temporal..”. Doctrina y Convenios es muy clara: Ninguna
ocasión.

Ninguna ocasión
Aun el mandamiento bien conocido dado a Adán y Eva en el Jardín de Edén “
con el sudor de tu rostro comerás el pan…” ( Genesis 3:19) encierra este
principio espiritual de que debemos “obrar por nosotros mismos”. Ya no será
posible vivir en la Tierra, y menos aún, volver a Nuestro Hogar Celestial sin ser
diligentes en nuestro trabajo espiritual y temporal.

¿Y cuál es la principal materia prima o elemento con el que realizamos nuestro


trabajo? ¿Qué nos dice el Libro de Mormón al respecto? Alma 34:32 nos dice:
“Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para
comparecer ante Dios; si, el día de esta vida es el día en que el hombre debe
ejecutar su obra.” Es esta vida, ahora mismo, el tiempo que tenemos para
prepararnos para su Segunda Venida.

esta vida,
El Presidente Brigham Young nos recuerda: “El tiempo es todo el capital que
tenemos en la Tierra…. Si lo emplean debidamente, les incrementara su
tranquilidad, comodidad y satisfacción.”

¿Como estoy usando mi tiempo? ¿Estoy dejando que el Señor me guíe de


lunes a lunes, o solo me acuerdo el domingo?

En un material publicado por la Iglesia para ayudarnos a usar nuestro tiempo


sabiamente nos recomienda:

1. Haga una lista de tareas. Cada mañana escriba las tareas por hacer. Ponga
nombres de a quién podría servir.

2. Ore. Derrame su corazón al Señor pidiendo guía. Escuche. Escuchar significa


estar dispuesto a hacer lo que el Señor nos hace sentir, a pesar de que nos
parezca imposible o muy trabajoso.

3. Priorice. Ahora el Señor le estará indicando, cuál es la tarea más importante


de su lista.

4. Actúe. Fíjese metas. Trabaje con ahínco. Empiece con la tarea más
importante.

5. Informe. Cada noche, de un informe a Nuestro Padre Celestial. Vuelva a


preguntar. Escuche.

El Elder D Todd Christofferson también nos recuerda: “Dios ha diseñado esta


existencia mortal de modo que nos exija un esfuerzo casi constante.” Me hace
mucho bien recordar esto. En mis momentos de debilidad, me pregunto:
¿Cuándo dejaré de tener estas presiones, este estrés? Pero cuando logro estar
bajo la influencia del Espíritu Santo, recuerdo quien soy y el propósito detrás
de estos esfuerzos. El Elder Christofferson sigue enseñándome: “.. Mediante el
trabajo mantenemos y enriquecemos la vida: El trabajo edifica y refina el
carácter, produce belleza, y es el medio para servirnos unos a otros y a Dios.”
“No serás ocioso…” dice DyC 42:42. Significa esto que solo debemos trabajar?
Yo creo que no. En el documento “La Familia: Una Proclamación para el
Mundo” se nos promete que los matrimonios y las familias que logran tener
éxito se establecen sobre los principios…”del trabajo y de las actividades
recreativas edificantes” Siempre me llamó la atención y me detuve en esta
última frase “actividades recreativas edificantes”. Mi experiencia en este punto
es que si no le dedicamos preparación y trabajo a planear nuestras actividades
recreativas, estas actividades no van a ser muy edificantes. Sí, tal vez sean
entretenidas, pero cuánto más edificantes serán si esposo y esposa “trabajan
diligentemente” para que ese momento, ese uso del tiempo familiar sea más
productivo, más divertido y también más cercano a lo que Nuestro Salvador
quiere.

actividades recreativas edificantes


El uso del precioso tiempo entre conyugues y en familia requiere de un sano
trabajo y esfuerzo constante de todos para hacer de los momentos juntos,
momentos memorables y positivos. Nuevamente, el Elder Christofferson nos
dice: “Una vida consagrada está llena de trabajo… pero siempre produce
mejoras, establece orden, sostiene, eleva, impulsa”. Me atrevo a decir que lo
contrario es también cierto: una vida consagrada al ocio, produce problemas,
desorden, nos derriba, nos hace caer, nos detiene.

La vida de Jesús es un ejemplo para mi. No sabemos mucho de sus días antes
de su bautismo, aunque gracias a la revelación moderna, en DyC 93:12
podemos aprender; “ Y yo Juan, vi que no recibió de la plenitud al principio,
mas recibía de gracia en gracia”. Me imagino al Salvador antes de su vida
pública trabajando diligentemente en cosas buenas. ¡Cuánto trabajo, cuanto
tiempo bien priorizado nos ofreció el Salvador antes de llegar al momento de
la Expiación eterna al final de sus días en la Tierra! Ya en su vida publica en la
Tierra, se pueden contar 19 viajes entre Galilea, Judea, Samaria, incluso al
norte a Tiro y Sidon. Un simple cálculo usando Google map nos da cientos de
kilómetros caminados en los 3 años de trabajo del Salvador.

Nuestra Salvación requiere trabajo. Mi salvación requiere trabajo. DyC 131:6:


“Es imposible que el hombre se salve en la ignorancia”. Salir de la ignorancia
requiere trabajo y esfuerzo. Si sigo ocioso sigo ignorante. Si uso mejor mi
tiempo, priorizo mis tareas diarias con la guía del Señor y me preparo para
volver a ver a mi Salvador.

Quiero conocer a Jesucristo mejor. Los momentos en que estuve inmerso en el


servicio pude recibir de su amor. Los días en que puse en práctica los consejos
para usar mi tiempo más sabiamente, logre acercarme a Jesús con más
profundidad. Sé que El me conoce. Sé que Jesucristo vive. Sé que debo
trabajar y esforzarme para conocerlo más.

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