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LA CULTURA EMPRESARIAL

Si bien el propósito de los negocios es lograr retorno de inversión para los accionistas,
socios o dueños y ahora más que nunca con sus interesados claves o comunidad vinculada
(stakeholders) el mejor de los propósitos es que la idea de negocio trascienda y sea
realmente diferenciada. Ahora bien, para lograr que un negocio sea perdurable en el tiempo
no sólo tiene que tener un pensamiento innovador y de emprendimiento corporativo, sino
que cuente con un equipo de trabajo y que todos abracen la estrategia. Un equipo de trabajo
enfocado en los objetivos de corto, mediano y largo plazo es la clave del éxito. Es por esto
que los tomadores de decisiones deben entender que el éxito de las empresas depende de
las personas.

CULTURA DEL EMPRESARIO MODERNO


La misión del empresario es encontrar el equilibrio de sus emociones para mostrarse
coherente con su ética y valores. Para funcionar en un mundo cada vez más sofisticado y
cualificado, así como global e híper-competitivo, el director de empresa debe estar
continuamente actualizándose y preparándose. Así lo menciona Peter Drucker en su libro
La sociedad post-empresarial: El mayor de los cambios, mucho más importante que los
cambios políticos, estatales o económicos, es el cambio hacia la sociedad del conocimiento
en todos los países desarrollados. Resulta lógico que el trabajo del hombre haya
evolucionado de un quehacer meramente físico a uno intelectual, tras el desarrollo y
expansión de la industria. Pero este trabajo intelectual o trabajo del conocimiento, que
realizan mayoritariamente los empresarios y los líderes, presupone en sí la formación
constante de la persona en su ética y en sus valores.
Dada esta circunstancia, planteada ya por los profesores Carlos Llano y Héctor Zagal en el
libro El rescate ético de la empresa y el mercado, el empresario tiene como misión
fundamental de su vocación encontrar el punto de equilibrio de sus emociones para
mostrarse como una persona coherente con su ética y en sus valores. Aquí la ética debe ser
entendida como una característica de la personalidad y no como una doctrina moralista. La
responsabilidad que implica ser empresario atañe también cuestiones como tratar de evitar
caer en malos hábitos que con frecuencia, a la larga o a la corta, producen malestar.
A veces el dolor o la enfermedad son señales para arreglarnos por dentro, para cambiar
algunas actitudes o hábitos. Tal es el caso del sufrimiento que suele tener a veces algo de
curativo o de medicinal. Apunta Carlos Llano, en su libro Humildad y liderazgo, que para
desarrollar los músculos emocionales se debe hacer una analogía con el desarrollo de los
músculos físicos, a saber, encarar este perfeccionamiento humano con disciplina y con los
ejercicios adecuados, de manera que, en el constante entrenamiento, los músculos
emocionales adquieran tamaño y fuerza. Ante la perspectiva de cómo debe guiarse el
empresario moderno, podríamos concluir pues, que el aprendizaje de su propia condición
humana será la guía para conducirse como el líder que espera la economía de nuestros
tiempos. La continua educación y el perfeccionamiento de las particularidades de su
personalidad lo catapultarán como la figura a la que seguirán y respetarán sus
colaboradores, al tiempo que deberá ser responsable de guiarlos para obtener el mismo
resultado. Aunado a ello, parte de la recompensa que obtiene el empresario en su misión
formativa es la diferenciación que logra a partir de las cualidades que va puliendo y que lo
hacen destacarse en el medio empresarial.

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