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Al comienzo de su libro, Bataille introduce el vínculo entre el erotismo y la muerte “(...

) es la
aprobación de la vida hasta en la muerte.” (Bataille, 2010: 15) El autor enuncia la relación de
esta última con los sujetos “(...)para nosotros que somos seres discontinuos, la muerte tiene el
sentido de la continuidad del ser” (Bataille, 2010: 17) Entonces, el terreno del erotismo para
Bataille es el espacio de la violencia, la violación de la prohibición, ya que hay en el una
atracción a lo prohibido.
En el transcurso del film encontramos cuatro escenas que pretenden dar cuenta del estado
interior del personaje a través de sus sueños. El personaje de Severine padece la angustia de la
discontinuidad inherente a la naturaleza de su ser por lo tanto, mediante estos episodios
oníricos, accedemos a las aspiraciones de transgresión que, al principio, la acosan. Es
importante aclarar que esta sensación de discontinuidad se percibe en la relacion monotona
que mantiene con su pareja, en este sentido, existen elementos tales como los contrastes entre
el vestuario que ella utiliza en su hogar (los camisones naif) contrapuestos a la osada ropa
interior que utiliza en el prostíbulo. Por otro lado, aseveramos que el cambio en el peinado de
Severine opera en el mismo sentido, marcando esa dualidad que la caracteriza: como signo
erótico, despliega su cabellera y pierde su mirada en el horizonte. ‘’Toda la operación del
erotismo tiene como fin alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el punto del desfallecimiento.
El paso del estado normal al estado de deseo erótico supone en nosotros una disolución
relativa del ser, (...).’’ (Bataille, 2010: 22)
En cuanto al plano sonoro, afirmamos que este es primordial a la hora de construir sentido, ya
que a través de los leit motiv de los caballos andando, se indican las escenas oníricas.
Aquí es posible afirmar que las transgresiones que efectúa Severine comienzan en su
inconsciente, en cambio, según Bataille, no hay un retorno a la naturaleza animal en la
transgresión, ya que la misma implica la consciencia del ser.
Por otra parte, hallamos en Tristana el mismo aprovechamiento de los recursos sonoros, la
protagonista nuevamente sufre sueños de transgresión. En esta ocasión, la puesta en escena
explicita su carácter irreal en cuanto a lo narrativo: vemos a Tristana en la torre de la iglesia,
pero no escuchamos la campana que vemos está haciendo sonar. Mediante un zoom in nos
muestra un primer plano de la protagonista y con un contracampo accedemos a la cabeza del
Sr. Lope colgando del badajo que, recientemente, había sido activado por Tristana.
Retomando belle de jour, podemos aseverar que cuando Severine comienza a trabajar en una
casa de citas, esa degradación social la conduce a una ascensión personal en el plano
filosófico-ideológico, signado por la culminación de su erotismo. Tal como sostenía bataille,
la existencia del ser es discontinua, en este sentido Severine mantiene su vida matrimonial, y
hasta asegura querer a su marido aún más comenzada su nueva vida. Por ende, ella nunca se
plantea firmemente una disyuntiva entre sus dos vidas, sino que logra superar su vida
discontinua, permitiéndose tener su vida diurna, sin abandonar su vida paralela. Gracias al
goce obtenido en su nueva ocupación, logra sostener sus dos vidas paralelas en equilibrio.
Siguiendo a Bataille, encuentra un espacio para explorar la continuidad: “ Se trata de
introducir, en el interior de un mundo fundado sobre la discontinuidad, toda la continuidad de
la que este mundo es capaz.” (Bataille, 2010: 23)
En uno de sus sueños, Severine es invitada por un Conde a posar para él en su mansión.
Podemos apreciar ciertos elementos de la puesta en escena significativos: vestuario,
iluminación, encuadre y composición de los personajes. La protagonista cambia su vestimenta
habitual por un velo transparente y negro que recubre toda su figura, en contraste con la
imagen mortuoria, se le agrega una corona de flores blancas (remitiendo al velo de novia). Por
otro lado, el conde porta un monocular que genera una asimetría en su cara, el mayordomo
lleva puestos lentes de sol en el interior de la casona. Siguiendo la puesta en escena, el cuerpo
de la protagonista que se encuentra desnudo está mediado en primer lugar por el velo, en
segunda instancia las miradas masculinas también están mediadas, en este caso por lentes, y
en tercer lugar la mirada del espectador está mediada por los encuadres y los movimientos de
la puesta de cámara que destina ciertos elementos al fuera de campo. Al mismo tiempo,
encontramos que el trabajo de iluminación durante la escena connota estas capas de sentido
referidas.
Si bien entendemos que Sade no explicita una postura teórica concreta, a partir de su trabajo
literario se desprende una tesis relacionada con su visión de mundo y los vínculos que se
generan en la sociedad occidental con la sexualidad. Estos postulados, ideas que atraviesan su
obra, son trabajadas como manifiestos; si bien no son escritos académicos operan como
hipotexto de distintas teorías de sexualidad y erotismo. Nos resulta pertinente su análisis
porque lo podemos poner en relación con Bataille, quien utiliza varias citas del mismo. Al
hablar de la función del asesinato en la sociedad en su novela La filosofía en el tocador, Sade
se detiene en el verdadero significado de la muerte: “(...) sólo constituye un cambio de forma,
un paso imperceptible de una existencia a otra, (...)” (Sade, 2004: 178). De esta forma, plantea
en ella la naturaleza de transmutación, no de destrucción, estas variaciones se encuentran
ejemplificadas en el film Tristana. Comienza con la muerte de su madre, esto desemboca en
su mudanza a la casa de Don Lope, asimismo significa su nacimiento como mujer. Luego es
el miedo a la muerte que mueve a la protagonista a regresar a la casa de su padrastro. El hogar
es el refugio simbólico al que la protagonista recurrirá para esconderse del inevitable paso del
tiempo y el devenir de la muerte. Por último, la escena del matrimonio remite a una atmósfera
funeraria y no a una boda: los trajes negros, la frialdad entre la pareja, los rostros inexpresivos
de los invitados y la no culminación de una noche de bodas. En paralelismo con Sade, que
entiende la sexualidad como el ejercicio de una libertad individual que en su época era
condenada como una perversión y un crimen, Buñuel sugiere en sus filmes la relación
indisoluble entre el sexo y la muerte a partir del ejercicio de la libertad y la atracción hacia lo
prohibido.
Dentro de esta postura, el matrimonio será la institución donde culminan estos
convencionalismos sociales y muere el deseo sexual, como observamos en Belle de Jour. El
impulso de lo sexual corre siempre dentro de las afueras de la relación, en el plano interior de
las fantasías individuales, donde lo onírico jugará un papel fundamental entrelazándose con la
cotidianeidad de los personajes. A la vez, resulta importante en el análisis de la puesta, el
hecho de que el deseo sexual como hilo conductor del film aparece de forma explícita en la
gestualidad y en el discurso de los personajes (Don Lope) pero no se muestra la consumación
del acto mismo, este es reservado para el fuera de campo. De esta manera, el sexo no juega un
rol fundamental en cuanto a su forma concreta en la puesta en la escena, sino que es la tensión
del secretismo y la prohibición quienes guían la atención del espectador a través de los
movimientos de cámara.
Siguiendo la misma vertiente temática, resulta fundamental el estudio brindado por
M.Foucault en Historia de la sexualidad I: La voluntad del saber:

“El ciclo de lo prohibido: no te acercaras, no tocaras, no consumiras, no experimentaras


placer, no hablaras, no aparecerás; en definitiva, no existiras, salvo en la sombra y el secreto.
El poder no aplicaría al sexo más que una ley de prohibición. Su objetivo: que el sexo
renuncie a sí mismo” (Foucault: 50)

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