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Solamente se presta interés a lo que ocurre en el occidente del
Mediterráneo, Roma. Y se califica todavía a menudo a la Edad
Media como "oscurantista". Lo cual es falso.
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Después de todas estas precisiones, volvamos a nuestro tema.
Tratemos de acotar mejor el contexto del Renacimiento.
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¿Cómo se opera la revolución copernicana? Para entender la
naturaleza del aporte de Copémico hay que recordar la concep-
ción del mundo dominante en esa época.
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Es pues a partir de esta visión del mundo como Tolomeo ha
construido su astronomía, cuyo elemento más conocido es que
la Tierra está en el centro del sistema.
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Hace un llamamiento a los intelectuales de su tiempo porque
sabe muy bien que una empresa semejante exige una decisión y
un trabajo colectivos. Aquí es donde se ve llevado, poco a poco,
a abandonar su trabajo propiamente científico para dedicarse a
esta tarea de administrador -no veo qué otro término emplear-
de la nueva física. Decide hacerla triunfar en todos los planos. En
esta perspectiva, en 1641 decide escribir en latín un tratado pro-
piamente filosófico, metafísico incluso, las Meditaciones meta-
físicas. Antes de publicarlo lo hace circular para recibir objecio-
nes y responderlas, con el fin de convencer a los doctores de la
Sorbona de que no tienen motivos para inquietarse, respecto de
las verdades de la le, por el desarrollo de la física. Muestra que
el desarrollo de la tísica es independiente del mantenimiento de
la te tradicional, a la cual parece que el propio Descartes perma-
neció muy atenido.
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Descartes, Méditations [Medtiaciones metafísicas] (tercera par-
te), en Oeuvres el Lettrex, Gallimard, "Bibl. de la Pléiade",
p.284.
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Podemos ver el sentido de la operación cartesiana. Consiste en
utilizar los datos de la metafísica tradicional, en particular los
datos de la teología cristiana, para armonizarlos con la nueva
física, sin suprimir de ella el carácter sagrado.
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idea clara y distinta. Más adelante Kant criticando a Descartes
hablará del "concepto de triángulo".
Sin duda. Hay incluso algo más grave, que tal vez los hombres
del siglo xvii y sobre todo los del xviii no vieron: las consecuen-
cias político-sociales que implicaba esta idea de dominar a la
naturaleza para servir mejor al poderío del hombre. Estamos
obligados a comprobar que el desarrollo de esta voluntad de
dominar la naturaleza ha sido acompañado por un desenvolvi-
miento concomitante del dominio de algunos hombres sobre
otros hombres. Hoy la cuestión crucial parece ser ecológica. Pero
una sociedad que se lanza en una "guerra" contra la naturaleza,
¿no tiene necesariamente necesidad de un estado mayor que
dirija y de hombres que obedezcan? No aludo simplemente al
capitalismo, sino a toda especie de régimen que se da como
objetivo la conquista de la naturaleza. Por ejemplo, los régime-
nes en los cuales una burocracia declara que ella tiene la
capacidad y que los otros deben obedecer sus órdenes. Aunque
la conquista de la naturaleza se convierte, en cierto modo, en un
principio que entraña la sujeción de algunos hombres por otros.
Otro ejemplo que ahora nos hace salir por completo del
cartesianismo: el desarrollo de la biología vegetal ha permitido,
al parecer, progresos. Sin embargo, los etnólogos llaman legíti-
mamente nuestra atención sobre la circunstancia de que, al pasar
a este estadio de la positividad científica, los hombres han
perdido enormemente en el terreno de la percepción. Resulta
claro que aquellos a quienes neciamente se llama "salvajes" per-
ciben mucho mejor la naturaleza de lo que nosotros la percibi-
mos actualmente. Tienen una percepción diferencial mucho más
fina que la nuestra. Su universo perceptivo es infinitamente más
rico que el nuestro. Desde ese punto de vista, hemos retrocedido.
Los "salvajes" saben mucho más que nuestros actuales químicos
sobre las técnicas de curación a través de las plantas. Además,
nunca es seguro que la acumulación de bienes sea un bien.
Parecemos convencidos hoy por esta extraña concepción cuan-
titativa. Aquellos a quienes se llama "salvajes" tienen una idea
muy fina del problema que plantea la acumulación. Dado que
puede esclavizar, y entonces no es malo consumir las reservas,
por ejemplo, haciendo libaciones a los dioses. Nosotros, ante la
acumulación de reservas, no hemos hallado otra solución -solu-
ción bien miserable- que la guerra.
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