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Sebastián Jans
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INTRODUCCIÓN.
Sin duda, en los 140 años de existencia de la Gran Logia de Chile, hay una
gravitante presencia de masones en el desarrollo de los eventos nacionales,
dando asidero a aquellas afirmaciones, pero, también, hay acontecimientos y
procesos en que se ha construido un supuesto que no tiene fundamento. En
ambas alternativas se han construido mitos, que, a veces, han sido benignos
y, en otros casos, mal intensionados.
El cuaderno de O’Higgins, que pone de manifiesto, ante los ojos del profano
Vicuña Mackenna, la existencia logial que lo une a San Martín, más allá del
simple propósito político y militar, evidencia elementos con caracteres de
"landmarks", en la organización y relaciones de quienes integraban la Logia
Lautarina. Sobre esas consideraciones, tenemos elementos suficientes, en la
intencionalidad y en la forma organizativa, considerando las limitaciones de su
tiempo, para reconocer la condición masónica de O´Higgins, más allá de
puntillosas y muy contemporáneas exigencias de "regularidad", y para
reconocer la influencia masónica en el proceso independentista.
Es más, prueba también del concepto masónico que lo animaba, lo constituye
el reconocimiento a los disidentes religiosos, cuando, siendo gobernante,
permite el establecimiento de lugares de sepulcro para aquellos condenados
por la iglesia romana, por diferencias de conciencias, a la exclusión de los
cementerios legalmente reconocidos.
LA REPÚBLICA LIBERAL
Resulta obvio que quienes fundaran las primeras logias chilenas, tuvieran una
aproximación más cercana a las ideas liberales, y manifiestamente refractarios
al conservadurismo. Esto, debido a que, los inmigrantes que habían llegado a
Valparaíso o Copiapó, entre los años 30 y 40 del siglo XIX, eran hombres que
traían las ideas que habían producido grandes cambios en sus países de
origen, especialmente, franceses e ingleses. En el caso de los franceses,
hacía poco más de cincuenta años que se había producido la Revolución de
1789, y varios de ellos venían de las turbulencias de la revolución social de
1848. En el caso de los ingleses, traían todo el ímpetu de la nueva economía
liberal, que la industrialización en Inglaterra estaba gestando, en el contexto de
las formas capitalistas de producción.
Difícil, por lo tanto, era que aquellos miembros de la clase política pelucona del
partido conservador o del partido nacional – representante del monttvarismo -,
con fuertes lazos eclesiásticos, pudieran ser invitados a una logia, o tener
interés en participar en una organización donde la libertad de conciencia
constituía el fundamento de su doctrina.
Los cambios sociales que Chile experimenta, entre 1850 y 1891, se refieren a
tres aspectos que serán fundamentales en el desarrollo social chileno, y que
se acentúan con la república liberal. En primer lugar, adquiere presencia
política y concurso por el poder la burguesía minera surgida en Copiapó, y la
burguesía financiera y mercantil, que se desarrolla en Valparaíso. En segundo
lugar, se afianza el proyecto liberal, que reducirá la influencia clerical sobre el
Estado y la sociedad civil, promoviendo en términos políticos la república
democrática y en lo económico el dejar hacer (laissez-faire). Y en tercer lugar,
comienzan a constituirse las clases medias, sobre la base de una pequeña
burguesía propietaria y una clase media vinculada a la administración del
Estado, y a la administración de las empresas mineras y comerciales.
LA REPÚBLICA PARLAMENTARIA
Era tal la exacerbación del estado de ánimo conservador, que, para algunos
historiadores, de no haber mediado la Guerra del Pacífico, entre 1879 y 1883,
que la república liberal enfrentó con notable éxito, es probable que la guerra
civil no hubiera sido en 1891, sino cinco o más años antes.
Por entonces, empero, la situación social que viven los proletarios, no escapa
a la preocupación de los masones. Hacia 1884, se tiene el antecedente de que
Augusto Orrego Luco, planteaba ante la logia "Deber y Constancia", la
necesidad de buscar "modificación de las condiciones oprobiosas en que
vivían los obreros". Esta preocupación no era nueva en la Orden, ya que 12
años antes, la Gran Logia de Chile había constatado que la mejor manera de
apoyar a los sectores marginados de la sociedad, era a través de la educación,
dándole instrucción y esclarecimiento a los hijos de los proletarios.
Consecuencia de esa decisión se había fundado la Escuela Blas Cuevas, en
Valparaíso, y diversas instituciones para ayudar a los estudiantes pobres.
Sin embargo, hacia fines del siglo XIX, las exigencias eran de otro tipo. Ya no
se trataba solo de educar al pueblo, sino darle al proletariado las herramientas
de formación política, para que se convirtiera en un protagonista en las
decisiones sociales. Es así como, en 1887, el destacado masón Eduardo de la
Barra, participa en la fundación del Centro Carlos Marx, destinado a la
formación de líderes obreros para los ámbitos político y gremial.
LA REPÚBLICA MESOCRÁTICA
Sin embargo, también ocurrió, que, con el paso del tiempo, en muchos
masones se advirtió el descontento y el desconsuelo, al comprobar los errores
del gobierno, y la frustración de ver como el sistema político tenía paralizada la
gestión pública, y como el gobierno y el parlamento eran incapaces de dar
solución a los problemas que venían arrastrándose por más de 8 años, sin
ninguna expectativa de solución.
Durante la década de los 30, las expresiones partidarias más importantes, por
donde los masones canalizaron sus inquietudes políticas, fueron el Partido
Radical y el Partido Socialista. El primero, de manera importante, durante las
cuatro décadas de la república mesocrática, fue el espacio donde se dio una
triada de servicio público de positiva recurrencia: radical, bombero y masón. El
PS, en tanto, fue expresión de aquellos masones que veían en el compromiso
político un medio para efectuar transformaciones más profundas que el
centrismo que el PR planteaba. Ambas fuerzas políticas concurrirán junto al
Partido Comunista, a la constitución del Frente Popular, que llevó a la
Presidencia de la República a un miembro de la Masonería: Pedro Aguirre
Cerda. Lo propio ocurrirá con la elección de Juan Antonio Ríos, al morir
repentinamente aquel.
Hacia los años 1960, el movimiento popular que lideró Salvador Allende, dio
cuenta de la presencia masónica a través de los mismos partidos: el PS y el
PR, especialmente, en las elecciones de 1970, que contó con el apoyo oficial
de éste último partido. Es un dato de la realidad que Allende – masón desde
su juventud -, debió enfrentar políticas antimasónicas dentro de su partido,
expresadas en el ampuerismo, en una primera etapa, y posteriormente, en los
sectores cubanizados que se expresan con fuerza a partir de 1966. Frente a
éstos embates, Allende siempre defendió con hidalguía su condición
masónica, y , a pesar de que estuvo por largos periodos ausente de los
trabajos de su Taller, nunca dejó de expresar sus lazos con lo que la Orden
representaba en sus principios y doctrinas. Ello lo reivindica masónicamente
en su asistencia a la Logia "Franklin", cuando siendo candidato por la Unidad
Popular, concurre a exponer sus puntos de vista en que resume sus objetivos
y doctrina, que asocia profundamente a su formación masónica.
LA REPÚBLICA NEO-LIBERAL.
Sin embargo, tenía una naturaleza rupturista al definirse por una opción
abiertamente anti-oligárquica y anti-imperialista. Estos serán los aspectos que
llevarán al gobierno de Allende a enfrentarse radicalmente con los sectores
tradicionales de la sociedad chilena y con Estados Unidos, cuyo gobierno,
encabezado por Nixon, apenas conocido el triunfo de Allende, inició las
operaciones, primero, para impedir el proceso constitucional de ascenso
presidencial, y luego, para provocar su derrocamiento.
Estos factores, que alteraron la práctica política de los treinta años anteriores,
crearon el ambiente para la polarización, la carencia de diálogo, y las
contradicciones que desencadenaron el desenlace.
El régimen que se impuso por la fuerza de las armas, en 1973, significó para la
derecha política y económica, la primera oportunidad de disponer de todo el
poder, desde 1938, cuando Arturo Alessandri terminara su segundo gobierno.
Si bien, posteriormente, la derecha había estado en el gobierno, ello fue en
coalisiones y morigerada por la política centrista y mesocrática del Partido
Radical. Con todo el poder a su disposición, fruto de su alianza con los
militares, dio paso a la instauración de un modelo que destruyó el poder de la
mesocracia. Este modelo significó la re-oligarquización, que tuvo como
protagonistas decisivos a una renovada burguesía financiero-comercial y a una
emergente nueva burguesía productiva, que basó gran parte de su desarrollo
en la industrialización agrícola (frutícola y pesquera).
Son datos de la realidad más que conocidos los alcances que caracterizaron al
régimen dictatorial, que encabezara Augusto Pinochet, que no es necesario
reiterar, dentro de los objetivos de este trabajo.
El gran cambio vivido por el país, en las últimas décadas del siglo XX,
obviamente, ha estado caracterizado por un proceso de re-oligarquización,
donde, las clases trabajadoras perdieron todo protagonismo, y toda capacidad
de organización y participación, sumiendo una parte importante en la
pauperización, y la clase media aún no se rearticula como una fuerza social
dinámica y dinamizadora de la sociedad.
La realización del III Convento Masónico Nacional será, sin lugar a dudas, el
primer paso hacia la recuperación del rol que la Francmasonería chilena
espera cumplir en la sociedad. Progresivamente, la Orden ha ido recuperando
su papel de referencia moral en la sociedad, la presencia del Gran Maestro en
la Mesa de Diálogo constituye un hito trascendental, sumado a otros pasos
significativos.
CONCLUSIÓN.
Muchos analistas consideran que el gran debate futuro estará centrado en los
temas valóricos. Pero, también, un importante desafío de cara al Bicentenario,
por ejemplo, dice relación con la superación de la extrema pobreza de nuestro
país, lo cual implica no solo adoptar medidas técnicas y lograr éxitos en el
ámbito económico. Más que eso, superar la pobreza es un esfuerzo que
abarca lo cultural y lo societario. No basta que las personas sumidas en la
pobreza extrema tengan un trabajo y un ingreso, sino que hay que sacarlas de
la marginalidad cultural y social.
Sin embargo, dentro del debate doctrinal y ético, no podemos evadir lo que
implican los temas valóricos, como en los 140 años precedentes, donde
siempre la Orden Masónica tuvo una opción y una línea sostenida de acción.
Al respecto, uno de los procesos que tendrá un notable impacto en los años
venideros, es el desarrollado por los sectores más conservadores de nuestra
sociedad, hacia el dominio de todas las estructuras de poder. Es la
consecuencia del proceso de re-oligarquización que hemos vivido. Hay una
tendencia que busca copar todas las instancias de decisión y conducción,
ejerciendo un poder que opta por lo tradicional, por la involución y por lo
retardatario.
En un mundo que margina cada vez más a los marginados, que se vuelve más
drástico en las diferencias sociales y entre las naciones ricas y pobres, donde
los conflictos por cuestiones de conciencia pueden volverse tan dramáticos
que solo puedan resolverse por la violencia, sin duda, hay muchas tareas que
enfrentar, a fin de hacer posible que el Hombre encuentre la luz que le permita
su emancipación espiritual y material, en libertad, igualdad y fraternidad.
BIBLIOGRAFÍA REFERENCIAL.
Noviembre de 2001 e v
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