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Introducción

Es crítica que una máquina inventó en el decimoséptimo siglo, un instrumento, entre


muchos otros, diseñado para destruir los restos de un feudalismo y ¿la visión del mundo
teológico? Es él una máquina que durante el decimonono y vigésimo siglos constantemente
se adaptaron a los nuevos desafíos, mientras se alimentaba de blancos producidos por la
misma modernidad que él emitió? Es la crítica una máquina que hoy, al principio del siglo
vigésimo primero, ha corrido finalmente fuera de vapor, cuando Bruno Latour tiene
recientemente tal sugerencia?(1). Y si la crítica puede parecer haber venido a un estanco es
porque no encuentra ya los nuevos blancos o más bien porque él ha rasgado a pedazos la
misma posibilidad de distinguir entre una verdad asida por el crítico, un juego de normas a
ser criticado y amasar en la necesidad ¿del esclarecimiento?. Tiene la crítica por eso
devorado su misma condición de posibilidad?

El cuidado de Latour radica principalmente en las preocupaciones por la forma en que los
políticos abusan de este punto vista en el que no hay ningún hecho. Pero él también se
preocupa por la incapacidad de la filosofía crítica para señalar por qué tal propaganda
política está equivocada. Pero acaso no tienen filósofos y teóricos las décadas precisamente
gastadas, las oposiciones del deconstructivismo entre la verdad y apariencia, entre el
derecho y extravío? Quiénes somos nosotros para decirles a estas alturas a políticos que
ellos deben llamar a un hecho un hecho? Latour no es el único para tener las dudas
levantadas sobre el futuro de filosofía crítica. Viniendo de una dirección completamente
diferente, Alain Badiou presenta su trabajo como un formulario de filosofía que 'no se
someta a los órdenes críticas de Kant, considerando 'la acusación de Kantiana de metafísicas
como nulo y sin valor', y levantando, 'contra cualquier retorno a Kant", contra la crítica, la ley
moral, y así sucesivamente, que el volver a pensar desde la univocidad de la tierra es un
requisito atrayente para el mundo en que nosotros estamos viviendo hoy'(2). Si las
reflexiones críticas, en las condiciones de posibilidad, no nos han llevado a ninguna parte,
como cree Badiou, ¿entonces por qué molestarse? Si nosotros no debemos preferir gastar
nuestra energía en explicar la estructura del universo, entonces por qué cuando él toma a
Spinoza y a Deleuze debe tener un hecho? ¿O, como sugiere Latour, simplemente tomar
nuestra primacía de las ciencias?

Uno podría responder a las preguntas elevadas por Latour, Badiou y otros señalando que su
concepción de crítica es vaga o limitada, o defiende - como se hace en esta colección de
ensayos - a ese Spinoza como un filósofo crítico en su propio derecho o a ese Kant que
simplemente no hizo oposición a las metafísicas. Todavía nosotros creemos que una
reflexión más sostenida en lo que se dice que está perdiendo su fuerza o se declara para ser
'nulo y sin valor 'está teniendo lugar. La crisis por el que la crítica está pasando - asumiendo
que no es - podría ser una incitación para caminar por detrás de lo que nosotros hemos
venido haciendo desde el principio y para examinar el mismo concepto de crítica así como
las prácticas a que dio lugar.

¿Qué es la crítica? Es eso que tanto ha animado al moderno y a la filosofía contemporánea?


Los evidentemente varios filósofos, incluido Foucault, ha planteado esta pregunta y ha
ofrecido respuestas provisionales(3). Todavía para nuestro conocimiento esta colección de
ensayos es el primero en ofrecer la cuenta de las vicisitudes del concepto de crítica de
Spinoza a Habermas, Derrida y Rancière. Sin embargo, su objetivo no es principalmente su
lógica teórica. A través de los análisis críticos de textos importantes busca lograr más bien un
buen entendimiento de cómo filósofos se esforzaron con el modo de crítica que ellos
heredaron de sus predecesores y, mientras engranan su crítica hacia los problemas
culturales, sociales y políticos reales, intentan verter aquéllas asunciones no juzgadas
sostenibles(4). Las varias contribuciones a esta colección lo hacen abundantemente claro,
nosotros esperamos, que estos forcejeos no pertenezcan al pasado, pero que continúen
definiendo - o para frecuentar - la filosofía crítica y la teoría alojadas en un ampilo sentido
del término 'crítico.'

Todavía nosotros tomamos el recurso para dibujar la línea entre la filosofía crítica y no-
crítica? No hay fijeza en el concepto de crítica que nos permita hacer esto inequívocamente
y sin distorsión. No obstante nosotros siempre aventuraríamos que esa crítica parece
levantarse de la necesidad de dibujar una línea entre, por un lado, los formularios de
conocimiento, cultura o política que alegan para haberse puesto inadecuados y, por otro
lado, los formularios de conocimiento, cultura o política considerados para plantear libertad,
emancipación o la fuerza de una orientación futura.

Aunque la Crítica de la Razón Pura de Kant no es el origen de la filosofía crítica cuando nos
gustaría entenderlo, Kant era indudablemente el primer filósofo moderno que no sólo
atribuyó la tarea de la crítica a los intelectuales, sino también a filósofos relacionados con el
destino de la filosofía del sí mismo(5). A través de la crítica, él escribe,

nuestro juicio es asignado a una norma porque el conocimiento puede con la certeza que se distingue del pseudo-
conocimiento, y, una vez la crítica se ha promulgado totalmente en las metafísicas, conectará con tierra un modo de
pensamiento que como consecuencia extiende su influencia sana a cada otro uso de la razón, así por primera vez, excitar el
verdadero amor al espíritu de la sabiduría(6).

Kant sostuvo que él, investigando las fuentes de cualquier formulario de cognición, había
descubierto el criterio por medio del cual podría dibujarse la línea entre el verdadero
conocimiento y el pseudo-conocimiento. Esto ilustra claramente que el momento negativo
de la crítica - su esfuerzo para verter formularios sofocantes de pensamiento o vida -
permite al crítico atraer una línea fija en una determinada positivación del criterio. En otros
términos, la destrucción de cosas así necesariamente forma la construcción de un ideal
sumamente delgado. Él es este momento positivo de la crítica, y nosotros sugeriríamos, que
eso abre cualquiera formulario particular de la crítica a la posibilidad de criticarse a sí
misma, mientras se entrega al tumulto de modos finitos de pensamientos que buscan
prevalecer uno encima del otro.

Obviamente, la actividad a que nosotros nos referimos como la crítica no se confina al


dominio de la filosofía, pero es parte y paquete también de formularios cotidianos de
razonamiento. Siempre que alguien exija un hallazgo para ser un hecho, un juicio para ser
verdad, una vista para ser emancipadora o una práctica para ser recomendable, ella o él
exponen cosas así exigentes al escrutinio de otros, quién puede negarse o bien aceptar estas
demandas de cara al valor. Considerando que puede decirse que el momento de la
negatividad habita cualquier formulario de cultura, de política, y de cognición, es probable
que adquiera una fuerza de sí misma al prevalecer los formularios de la cultura, la política y
la cognición que son experimentadas como inadecuadas, opresivas o ilusorias. Esto es
especialmente para que en casos dónde pensaron no pueda conectar con tierra sus
demandas en la investigación empírica. En cosas así empaquetadas, la crítica sólo puede
acudir a los medios conceptuales, por ejemplo para postular otros resultados como hechos u
otras visiones como emancipadoras. Todavía la crítica puede proceder también - como en las
preguntas de Sócrates - permitiendo a alguien cortar su visión declarada con la tierra que
presupone, tal que el anterior surge como una determinación inadecuada del último.

Estos dos formularios de crítica - la crítica externa y la inmanente - se dice que han animado
la historia de la ciencia Occidental, su cultivo, la política y la filosofía como un todo(7).
Todavía la fuerza crítica del pensamiento en particular se ha desarrollado cuando, durante los
siglos decimoséptimo y decimoctavos, Europa se volvió a la fase del forcejeo entre aquéllos
que buscaron conservar un feudalismo y sistema teocrático y aquéllos que intentaron
liberar la ciencia, la cultura, la política y la filosofía de la garra de este sistema. De entonces
adelante, los intelectuales desplegaron la crítica a fuerza de conceptos como la autonomía,
la libertad, la racionalidad, la igualdad o el progreso para luchar contra el dogmatismo y la
opresión. Haciendo así, en nuestro sometimiento, ellos emanciparon la actividad llamada
igualmente 'la crítica' del papel subordinado que había jugado en los siglos precedentes.
Concebida de esta manera, la crítica invade profunda y normalmente en el paradigma
cultural llamado el Iluminismo.

Esto no quiere decir, sin embargo, que 'la crítica' y 'el iluminismo' hayan tomado siempre el
mismo curso. Mucho antes de que Kant identificara la edad de la crítica con la edad de
iluminismo, los filósofos tenían elaborados formularios tasados de crítica que se dirigían no
sólo a lo religioso, a lo científico o a lo filosófico dogmático, sino también a los elementos
cruciales de lo que se pensó era volverse al iluminismo. En su contribución a este volumen,
André Tosel presenta a Spinoza como un caso puntual en el que Rousseau lo interpreta
tempranamente como el crítico de la modernidad, igualmente, Philip A. Quadrio hace
pensar en ese pre-kantismo y los formularios de la filosofía crítica que pueden ser más
pertinentes al pensamiento contemporáneo que a un supuesto.

Todavía la propia filosofía de Kant igualmente simple no puede relegarse al lado de aquéllos
que opusieron la tradición metafísica. Mientras Kant ciertamente abrazaba los ideales de la
emancipación del iluminismo, siendo no bastante claro que exactamente estos ideales se
traducen en su Crítica de la Razón Pura. Foucault lee a este respecto a Kant, Colin McQuillan
defiende a ese Kant que no apunta tanto para confinar a la razón en el reino de la
experiencia liberadora de los formularios dogmáticos de metafísicas anteriores.

La concepción crítica de ese Kant constituye un momento giratorio en la historia de la


filosofía pero también se confirma por el hecho tanto de los filósofos que discuten en este
volumen definiendo su propia posición principalmente respecto a Kant. Así, Karin de Bóer
mantiene a ese Hegel, utilizando la idea de Kant de una crítica-misma de la razón,
elaborando un método que después se vuelve conocido como la crítica inmanente. Para
Hegel, criticar al iluminismo significa el dibujo de una línea entre su ontología dualista y su
concepción de la libertad humana y el progreso. La filosofía poskantiana, sugerimos
nosotros, no deriva tanto de su energía como de la promoción de valores del iluminismo así
como de la necesidad de volver a dibujar nuevas formas en la línea de la vida. Según esta
idea, cualquier criterio traído en obra por filósofos es criticar su propia edad que parece
haberse convertido en un blanco por las guisas subsecuentes de la crítica.

Marx, Nietzsche y Freud ejemplifican preeminentemente esta autocrítica del ímpetu


filosófico de la crítica. Para Marx, las ideas de Hegel son como una razón autónoma y un
estado soberano que oculta las verdaderas causas de la opresión de las masas, perpetuando
así el reino de capitalismo. Rechazando la misma idea de la pura teoría, es más, él puso su
crítica al servicio de la emancipación de la sociedad de una manera inaudita. Todavía, según
Robin Celikates, la teoría de Marx sigue siendo hoy una obligada opción si no se concibe
como una ciencia, como el propio Marx tendió a hacerlo, sino como una contribución a las
prácticas críticas reales. Consiguiendo también la densidad de las ideas científicas y el
requisito del progreso, Nietzsche aparece para volverse más aun radicalmente contra el
esclarecimiento de Marx. Según James I. Portero, leyendo en la Genealogía de la moral,
Nietzsche no criticó la concepción iluminista de la moralidad desde un punto de vista
externo, sino, a través de la parodia y la exageración, cambiando de sitio sus varios
elementos desde dentro. En su ensayo sobre Freud, Elizabeth Rottenberg saca el vis-à-vis
(cara acara) de la ambivalencia profunda de Freud como legado del iluminismo.
Considerando que la crítica temprana de Freud de lo religioso y lo dogmatico permanecía
endeudada a una concepción iluminista de la era científica, tomando su trabajo más tarde en
el paso dirigido a la muerte de una 'una resistencia al corazón de la razón que la razón no
puede asimilar ni eliminar'. Cuando nosotros lo vemos, el forcejeo de Freud contra el criterio
que él había tomado ejemplificado para conceder a la autocrítica moderna de la filosofía
antes había estado adelantada y comprometida por lo menos en Spinoza. De acuerdo con
cada uno de los filósofos tratados en este volumen, Spinoza, podría ser considerado un
'amo de la sospecha' con respecto al criterio abrazado por sus predecesores(8).

Nosotros sugeriríamos que durante el vigésimo siglo, la crítica se ha desarrollado a lo largo


de tres caminos (9). Uno de estos diferentes desarrollos se puede decir que ha consistido en
una radicalización de autocríticas del siglo decimo-nónico de la filosofía crítica. Filósofos
como Benjamín, Adorno, Foucault, y Derrida sostuvieron que cualquier criterio - si se razona,
con libertad o vida buena - necesariamente se implica en los sistemas bajo la crítica y por
consiguiente no puede usarse para criticar a la sociedad, a la cultura o a la filosofía
siceramente. Según Thijs Lijster, el carácter específico de Benjamín en la crítica de textos
literarios y teóricos se suceden por su rechazo a la idea del progreso necesario. Si la crítica no
puede proyectar un futuro impoluto entonces prevalecen los mitos; pero puede proceder
sólo interrumpiendo violentamente tales mitos dondequiera que ellos ocurran. Ésta también
es la visión de Adorno. Implacablemente el criticismo tiende a criticar utilizando las normas
positivas, pero esta crítica nunca ha impedido el derrumbamiento de la sociedad en el
nihilismo, y es lo que Fabian Freyenhagen enfatiza en su contribución.

Foucault y Derrida, a su vez, parecen desafiar la misma posibilidad que dibuja una línea fija
entre los objetos de la crítica y el criterio que debe adoptar. Así, Foucault se niega a hacer
una distinción bien definida entre opresión y exclusión de formularios de poder, y
formularios de poder que se resisten a la opresión y exclusión que parecen traer consigo esos
críticos haciendo prevalecer estos formularios de poder que pueden surgir en cualquier
punto y cuando quieran. Mientras Foucault no usa el término 'crítica' para referirse a su
propio trabajo sin vacilación, Derrida parece ser más cauto en esta consideración.
Acentuando que cualquier formulario de crítica es de salida contaminada para el discurso
que busca distanciarse de él, puede considerarse que su trabajo, el más radical, exhibe la
aporética de las implicaciones en el concepto de crítica. Aunque Derrida continúa
afirmando la necesidad de la crítica, la deconstrucción no pueden ser ya considerada como
una de su muchas formas, es cuanto Olivia Custer defiende en su ensayo. Si éste es el caso,
entonces los deconstruccionistas pueden marcar bien el punto final de la misma huella
reflexiva que la crítica ha tomado durante el vigésimo siglo.

El segundo camino que nos gustaría distinguir consiste en un reacción contra el primero.
Volviendo a Kant, Habermas defiende que una crítica de la sociedad sólo puede ganar fuerza
utilizando criterios que permitan decir al crítico el derecho del mal, el arreglo de lo falso o la
alienación del ego realizado. Sin embargo, Habermas deriva estos criterios de la idealización
que él toma para ser implicados en cualquier uso de idioma en lugar de la pura razón. Según
Maeve Cooke, la teoría de Habermas - a pesar de las muchas objeciones levantadas contra él
- permite un desarrollo extenso para no caer presa al autoritarismo implicado por su
fórmula clásica.
Todavía podría defenderse incluso este segundo formulario contemporáneo de los restos
vacíos de la crítica, mientras dejando el trabajo real y social científicos, periodistas o
ciudadanos se comprometieron en los formularios locales de resistencia. O abandonando los
esfuerzos de crítica se esforzaron para exponer su fundamento real y apropiado, un tercer
camino que la crítica ha tomado parece a llevar más allá de los confines de la filosofía y de
las grandes teorías. Aunque sus concepciones de crítica varían ampliamente, como lo que
liga a lo teórico a Michel Foucault más tarde, Pierre Bourdieu, Jacques Rancière y Judith
Butler en sus esfuerzos para casar visiones teóricas y comprometidas con las prácticas reales
de la crítica social y política, sin embargo de lo local que ellos pueden ser. Su crítica se dirige
contra los formularios de injusticia o la ocultación de sus opresores, pero menos contra los
modos de incapacidad tempranas que la crítica pensó convertir en visiones de acción.

Comprometidos en las prácticas críticas reales, intelectuales ejecutan el riesgo de actuar


como profetas que dicen lo que ellos deben hacer a otros, como más tarde Foucault señala a
tiempo y de nuevo. La contribución de Christina Hendricks es examinar la cuenta
genealógica de Foucault y el papel del intelectual en esta luz. Como ella lo ve, Foucault no
siempre pudo haber ido bastante lejos en sus propios esfuerzos para evitar el profetismo.
Confrontando a Bourdieu y su crítica a la sociología con la conceptualización de Rancière del
desacuerdo o disenso de lo emancipación, Ruth Sonderegger sugiere que la crítica debe, de
alguna forma, ser consciente de la dificultad para traer la emancipación casi social y política,
pero, por otro lado, debe hacerse prácticas críticas reales y visibles que en muchos casos no
van a ser reconocidas. Revisando a Kant críticamente en El Conflicto de las Facultades, entre
otros textos, Judith Butler abre el capítulo dirigido a los formularios de opresión que se
levantan silenciosos, todavía implacables, limitando al mismo dominio de lo decible o
expresable y mencionable. Siempre que las estructuras sociales vayan prevaleciendo
implícitamente los formularios de la vida y el pensamiento se lanzan como no-existentes,
inconcebibles o pícaros, Butler las defiende, pues ellos no sólo abrevian el alcance de acción
crítica y reflexiva de una manera alarmante, sino también amenazan con aniquilar las varias
posiciones del asunto. Enfocando más adelante el oportuno problema de la libertad de
cátedra, ella busca conservar así, ganar o recobrar un espacio amable para el disentimiento.

No ha sido el objetivo de esta colección de ensayos para decidir si la crítica como tal - o por
lo menos las formas que ha asumido hasta ahora - no tiene o ha perdido su fuerza. Lo que
nosotros hemos intentado hacer es lograr un bueno entendimiento de las autocríticas de
crítica que ha acompañado al desarrollo del mundo moderno. Cualquiera que pudo haber
sido los efectos de la crítica en los formularios reales del dogmatismo, la alienación u
opresión, la crítica ha sido continuamente desafiante, destruyendo y transformándose ha
forjado una historia que testifica una tremenda riqueza, energía y reflexividad. Todavía los
formularios reflexivos de la crítica que resultan conservadores necesariamente no poseen la
fuerza exigente para traer cambios a la realidad - qué también es algo que la crítica debe
cronometrar y de nuevo recordar. Hoy nosotros despertamos de nuestros debates
académicos y reflexivos por las prácticas de una crítica que hace erupción en las partes del
mundo menos esperados, haciendo más difícil todavía dibujar una línea entre la
modernidad y la no-modernidad o entre los formularios esclarecedores que nosotros
debemos endosar y debemos formar de otro esclarecimiento que nosotros hemos usado
sospechosamente.

Cuando nosotros percibimos la tensión entre, por un lado, lo reflexivo, los formularios de la
crítica se desarrollan dentro de un dominio conceptual y, por otro lado, los forcejeos locales,
nacionales y globales contra la injusticia y la opresión del que damos testimonio y que hoy
deben continuar irritando a la filosofía crítica y teórica. La crítica podría reaccionar a esta
irritación con nuevos formularios desarrollando la reflexión, las estrategias y las maneras de
reforzar formularios reales de resistencia. Pero lo que puede hacer - y debe hacer - a
cualquiera proporción es identificar y desechar los clichés, las imágenes superficiales, y lo
abstracto, las oposiciones y represión de voces alternativas que continúan proliferando
dentro del mundo académico y sin él. Si o no la crítica tendrá un futuro que no se decide por
la filosofía. Todavía lo nuestro es esperar las muchas voces críticas que se levanten como
efecto testamental del presente volumen - las nuevas dudas, las nuevas visiones, los nuevos
desafíos o los nuevos recursos - que ninguno de ellos pudiera lograr solo.

Karin de Bóer
Ruth Sonderegger

NOTAS

1. B. Latour, 'Por qué la Crítica ha Corrido fuera de Vapor? De las Materias de Hecho a Las
materias de Preocupación', Pregunta Crítica, 30/2, 2004, 225-248.
2. A. Badiou, Deleuze,: El Clamor de Ser (Minneapolis, MN y Londres: La universidad de
Prensa de Minneapolis, 1999), 45-46.
3. Ver las contribuciones de Judith Butler y Christina Hendricks en este volumen.
4. De los pocos libros consagrados a los formularios filosóficos y teóricos de la crítica sólo
Kurt Röttgers Kritik el und Praxis: Zur el des de Geschichte el von de Kritikbegriffs Kant bis
Marx (Berlín y Nueva York: Walter de Gruyter, 1975) adopta una histórica perspectiva.
Röttgers cubre uno de las eras más productivas de filosofía crítica, pero apenas relaciona sus
resultados a las preguntas contemporáneas. Dos recientes colecciones de ensayos, por otro
lado, enfocan los desafíos contemporáneos y las teorías filosóficas de la crítica: R. el
Sinnerbrink et al. (el eds), Crítica Hoy (Leiden y Boston, MA,: Brill, 2006); y R. Jaeggi y T.
Wesche (el eds), ¿Ist Kritik? (Francfort Principal: Suhrkamp, 2009). Un tercer volumen
defiende el impacto político de las cuentas teóricas contemporáneas de la crítica: B. Mennel,
S. Nowotny y G. Raunig (el eds), der de Kunst Kritik (Viena: Turia + Kant, 2010).
Contrariamente a estos trabajos, el volumen presente es basa sobre las discusiones de la
relevancia contemporánea de formularios particulares de la crítica que no pueden
divorciarse de las investigaciones históricas.
5. Véase las transcripciones de los últimos cursos de Foucault del Collège de Francia para
tomar encuenta la afinidad fuerte entre la filosofía crítica moderna y sus precursores en la
antigüedad: M. Foucault, El Gobierno del yo y otros, Las conferencias a la Universidad de
Francia, 1982-1983 (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2010); y M. Foucault, El Valor de
Verdad,: Las conferencias en la Universidad de Francia, 1983-1984 (Basingstoke: Palgrave
Macmillan, 2011).
6. Este pasaje se toma de la respuesta crítica de Kant a la revisión de la Crítica de la razón
pura por Garve y Feder que él presentó como un apéndice al Prolegomeno. Ver Kant,
Prolegomeno a cualquier metafísica futura que puede avanzar como la ciencia, traducido
por G. Hatfield (Cambridge: La Cambridge Universidad Prensa, 1997), 133-134, la traducción
modifica en Kant la concepción de la crítica que está en la línea con el significado del griego
krinein como medio para separar, diferenciar, discernir o juzguar. Cf. R. Sonderegger, 'Kritik',
en S. Gosepath, W. Hinsch y B. Rössler (el eds), Handbuch der politischen Philosophie el
und Sozialphilosophie (Berlín y Nueva York: de Gruyter, 2008), 669-674.
7. Por ningún de los medios ésta hace exigir a la crítica como práctica exclusivamente
occidental. Ver, por ejemplo, A. Sen, El indio Argumentativo, Las escrituras en la Cultura
india, Historia e Identidad (Londres y Nueva York: El pingüino Reserva, 2005).
8. Ricoeur se refirió célebremente a Marx, Nietzsche y Freud como 'amos de la sospecha'. P.
Ricoeur, Freud y la filosofía: un ensayo de la Interpretación, traducido por El Salvaje de D.
(Nuevo Haven, CT y Londres: La Yale Universidad Prensa, 1970), 32-33.
9. En su Interpretación y crítica social (Harvard, MA,: La Universidad de Harvard Apriete,
1993), Michael Walzer también distingue tres tipos contemporáneos de crítica social.
Considerando que, por su cuenta, cada una de ellas en particular trata problemas filosóficos
que la crítica involucra, uno de los tipos que nosotros distinguimos en los giros fuera de los
debates sobre el criterio y las fundaciones.

Traducción: Jorge Alberto Condori-Crespo

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