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INTRODUCCIÓN
Es mi intención presentar una serie de documentos que intenten aclarar, digamos, “medias
verdades”, naturalmente, desde una perspectiva fisiológica. En otras palabras, lo que se conoce como
tópicos (diccionario de la RAE adj. Perteneciente o relativo a la expresión trivial o muy empleada). Según
lo que señala la RAE, lo que voy a intentar es demostrar cómo alguna de las cuestiones que se tienen
admitidas como “verdades absolutas” en realidad son fruto de una “información incompleta”. Muy bien
también se podrían denominar como controversias en fisiología, pero prefiero el nombre de “medias
verdades”. No se trata de hacer erudición científica, sino de utilizar la menor información que permita
rebatir las medias verdades. La razón de empezar por el tópico que se presenta en el título obedece a
dos cuestiones.
En primer lugar, porque ha sido objeto de mi atención durante algunos años. Yo realicé mi tesis
doctoral precisamente sobre el objeto de la controversia (Análisis comparativo mediante
ecocardiografía Doppler color entre atletas de resistencia y velocidad, 1991). Es más, mucha gente que
no me conoce piensa que por mi “proximidad coyuntural a la cardiología” soy cardiólogo. Aunque, en
efecto es una víscera apasionante, también lo es el riñón, el intestino delgado y no digamos el encéfalo.
Ese es mi problema acrecentado por el camino que lleva el saber científico, cada vez más
superespecializado: aprendiz de todo maestro de la nada.
En segundo lugar, porque me parece suficientemente interesante aclarar esta media verdad.
Como muchos alumnos me han oído decir yo no voy a “gastar el tiempo neuronal” en conocer que
mecanismos explican las agujetas, cuestión que se suscita todos los años. Sin embargo, si me puedo
detener en intentar explicar los efectos del entrenamiento sobre el corazón, que tiempo se requiere
para movilizar y quemar la grasa, el “cuento chino” de la nutrición etc.
De forma general, ante una aseveración admitida por la gente hay que formularse las siguientes
preguntas:
El último motivo es un error demasiado frecuente. Es comprensible que las personas que nos
dedicamos a un área de ciencia, por ejemplo tan vasta como la fisiología, no podamos siempre acudir a
fuentes primarias. Cuando esto sucede lo que hay que hacer es emplear el sentido común, apoyándose
en unos sólidos conocimientos en fisiología. Esto es suficiente para resolver de forma general el
problema
Como ejemplo de lo antedicho se expone una figura (figura 1) de un libro de fisiología del
ejercicio (Edward L. Fox. Fisiología del deporte. Editorial panamericana). Nótese como el corazón del
atleta de resistencia es de mayor tamaño mientras que el de atleta de no resistencia posee un mayor
grosor del miocardio.
Para empezar hay un error de terminología, aunque muy generalizado. En el pie de página, bien
por un error de traducción o por una errónea concepción, llama a cualquier proceso de adaptación con
el termino hipertrofia. Hipertrofia significa aumento del tamaño de las células, en este caso de los
miocitos cardiacos. Por el contrario, la dilatación consiste en el alargamiento de las células pero no
necesariamente del su grosor.
Por tanto, como se representa en la figura 1, el corazón del atleta de resistencia experimenta
una dilatación mientras que lanzador de bala (tiene cojones la traducción) presenta un corazón con un
miocardio más grueso pero de tamaño normal o muy ligeramente aumentado respecto al corazón de un
no atleta.
El segundo error radica, como se ha indicado, en una mala interpretación del trabajo o incluso
en el propio trabajo que se cita en el pie de página (Comparative left ventricular dimensions in trained
athletes. Morganroth J, Maron BJ, Henry WL, Epstein SE. Ann Intern Med. 1975 Apr;82(4):521-4.). Es
cierto que la lectura del resumen parece indicar lo referido en el libro citado. Pero una lectura detenida
(número de atletas estudiados, selección de los mismos, método de determinación mediante
ecocardiografía) del artículo no permite concluir de forma tajante que el entrenamiento “anaeróbico”
hipertrofia y el entrenamiento aeróbico “dilata”.
¿Qué hacemos, entonces?. Lo mejor es “afinar” la búsqueda de manera que cumpla en la mayor
medida de lo posible con nuestro objetivo. Para ello, lo mejor es buscar estudios que se hayan realizado
con el mayor número de deportistas de alto nivel y en los que se haya dividido la población en
deportistas. Naturalmente, no es fácil encontrar estudios con una gran cantidad de deportistas.
Únicamente en centros nacionales donde se realicen exámenes médicos con aparataje sofisticado es
donde se pudiera encontrar lo que buscamos. Por ejemplo, en Italia el Institute of Sports Medicine and
Science,(Italian National Olympic Committee) tiene una vasta experiencia en la valoración de los
deportistas. El responsable del servicio de cardiología, Pelliccia A, es mundialmente conocido por los
trabajos realizados sobre deportistas (en medline aparece como autor en un total de 46 artículos). Otra
posibilidad más cercana, pero igualmente valiosa, es acudir al Centro de medicina del deporte del
Consejo Superior de Deportes de nuestro país (o lo que va a quedar, al paso que vamos, dado que
Trijueque persigue con denuedo la independencia del resto de Guadalajara). Aunque no tan afamada en
el contexto internacional, la Dra Boraita tiene una dilatada experiencia en la valoración cardiológica del
deportista. Uno de los médicos que estuvo en el servicio de cardiología realizó su tesis doctoral (Luis
Serratosa Fernéndez. Caráctersiticas morfológicas del corazón del deportista de elite. Estudio
ecocardiográfico. Universidad Autónoma de Madrid. 1998) precisamente en ecocardiografía. De forma
breve y escueta los resultados de la tesis servirán como argumento a intentar contrarestar la
aseveración del título de este documento: EL ENTRENAMIENTO DE RESISTENCIA (aerobico) DILATA EL
CORAZON MIENTRAS QUE EL ENTRENAMIENTO DE VELOCIDAD (anaeróbico) HIPERTRFIA EL CORAZON.
• Dinámico. Deportes que se realizan con grandes masas musculares pero con un desarrollo de
fuerza pequeño
• Estático. Deportes que se realizan con pequeñas masas musculares pero con gran desarrollo de
fuerza
A su vez, el autor se dio cuenta de que cada uno de los dos componentes podía desarrollarse de
forma intensa, moderada o ligera. Así, los deportes se dividen en:
Así por ejemplo, el ciclismo de carretera tiene un alto componente dinámico y medio estático.
Pues bien en la citada tesis se analizaron los registros ecocardiográficos de 1903 deportistas, de los
cuales 1231 eran varones y 672 mujeres. La tabla 1 muestra los datos ecocardiográficos para el grupo
de velocistas y fondistas, claramente representativos de dos distintos de entrenamiento y por
consiguiente que hacen referencia al título de esta media verdad. Al objeto de que el lector comprenda
que es lo que se mide, se expone una figura teórica de las dos medidas que aparecen en la citada tabla
1. En la figura 2 se muestra una visión esquemática de las medidas que se realizan en ecocardiografía