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Introducción
Así, se afirma que la paz nace de la necesidad de los hombres por conservar la
vida, para así posteriormente desplegar aspectos sustanciales que permitan
fundamentar y consolidar la concordia en las interacciones humanas. Sin embargo,
esto no implica negar el conflicto, puesto que es una condición de la vida política y
nace entre los hombres por la pluralidad, siguiendo a Arendt es una condición de
tipo ontológico que se refiere a la posibilidad de originar y desencadenar nuevos
procesos en el mundo. No obstante, la pluralidad se rompe cuando emergen
antagonismos que giran alrededor de la violencia y la eliminación y con ello la
posibilidad del nuevo comienzo. Y es precisamente en este punto donde surge la
tolerancia como valor moral que apunta directamente a la política ya que posibilita
la seguridad de la vida misma en un contexto de pluralidad.
Sin embargo, las actitudes ni son suficientes para hablar de tolerancia, pero además
no son en sentido estricto algo político, pues sin acción no hay política. Por ello, es
fundamental analizar las prácticas en que estas se desenvuelven, es aquí donde
emerge la dimensión del poder/fuerza enmarcado en el binomio
igualdad/desigualdad una asimetría en la posibilidad de aparición de los hombres
en la esfera pública. En efecto, la asimetría es el punto fundamental que marca la
tolerancia, pues un actor tiene la posibilidad de suprimir o negar a otro actor por
medio del poder/fuerza.
La supresión o negación de otros hombres tiene asidero en una oposición de
visiones mundo que se conjura del siguiente modo: en la que la acción de un hombre
se presenta contraria a la interpretación del mundo de otro y por ende equivocada
y a partir de ahí la elimine; lo contrario, la tolerancia se mueve en la no ejecución de
acciones para suprimir al otro en el marco de una asimetría en términos de
poder/fuerza. En este punto quisiera llamar la atención que la práctica de la
tolerancia no se hace con fines morales, es decir tolerar al otro porque es un fin en
sí mismo, sino más bien responde a un cálculo político de los actores que se
entienden en un marco de pluralidad donde la supresión de la diferencia puede
conllevar a la hostilidad y la violencia.
III. Conclusiones
Los elementos normativos como la justicia social, equidad, derechos entre otros son
fundamentales para consolidar la paz. El desplazamiento de estos elementos del
debate sobre la coexistencia pacífica, puede encubrir formas de violencia simbólica
y la labor del hermeneuta critico se aloja precisamente en este punto. Sin embargo,
la violencia se caracterizó como todo uso directo de la violencia, y desde este
referente abrir un camino de cómo la tolerancia responde a una cuestión universal
como la paz, pero a pesar de ese carácter universal explorar su concreción en la
interpretación. Esto responde a que la interpretación del mundo en escenario
violentos parece reducir su despliegue de sentido en escenarios de violencia.