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ACERCA DE LA TRANSCULTURACIÓN LATINOAMERICANA

Jairo García Nagles

Si nos preguntáramos qué lengua se habla en Latinoamérica, la respuesta sería una obviedad
por cuando el español es hablado aproximadamente por el setenta por ciento de
latinoamericanos y el portugués cerca del treinta por ciento. Pero, ¿realmente, hablamos
español? Sin profundizar en la controversia, el español que hablamos los latinos no es el
español del colonizador. Tanto para el español como para el portugués hay evidencia que
muestra sustanciales simplificaciones fonológicas, morfológicas, sintácticas y hasta de
vocabulario.

Efectivamente, la lengua del colonizador se constituía de grandes fragmentaciones lingüísticas,


adolecía de una verdadera escritura que pudiera ser intercomunicante y sirviera como
instrumento de contacto personal en el tiempo y en el espacio debido a su debilidad
sociopolítica. Estas circunstancias permitieron al colonizador que su lengua fuera
predominante y la única viable como instrumento de comunicación social practica y vehículo
de manifestación artística.

En reciente discurso, Gabriel García Márquez afirma: "Tuvo que transcurrir un siglo para que
los españoles conformaran el estado colonial, con un solo nombre, con una sola lengua y un
solo dios."1

El proceso de implantación de la nueva lengua originó un impacto de modernización en el nivel


lingüístico y en el estilo literario. El primero ocasión enorme acantonamiento en las lenguas
indígenas haciendo que el hablante nativo se sometiera a la nueva lengua y el segundo trabajo
la adquisición de una lengua literaria a través del reintegro por parte del escritor con su propia
comunidad lingüística. Tal contradicción dialéctica fomentó el espíritu regionalista.

Mientras la cultura extranjera pugnaba por la desaparición de la cultura interna del aborigen,
el escritor no tenía otra alternativa que refugiarse en la restricción del léxico localista. Esta vía
de aculturación no fue más que la pérdida de una cultura propia -la del colonizador- sustituida
por la del colonizador.

Los procesos de transculturalición se dieron en tres fases fundamentales: la primera de


aculturación como sinónimo de adquisición de la cultura externa. La metrópoli traspasaba las
grandes urbes y éstas como cordón umbilical llegaban a las regiones enteras y localidades.

La segunda, la fase de la desculturación fue consecuencia natural de la anterior. Entró en


conflicto la cultura europea con la americana autóctona. Y como organismo vivo, toda cultura
está expuesta a la ley de la evolución y de la muerte. Valga recordar a Splenger cuando
sostenía que la veja cultura occidental está en vía de desaparecer.

La tercera fase, la neoculturación creó nuevas situaciones. El escritor que imitaba formas y
estilos literarios se transformó en asimilación reciproca. Por ejemplo, en la obra de Mario
Vargas Llosa, -La Ciudad y los Perros-, aparece la tradición del monólogo interior propios de
Proust, Joyce, Virginia Woolf y William Faulkner. El artista, en general ajustó en profundidad
las formas literarias, a su designio, para representar los problemas de su país. Y compuso una
forma peculiar.

1
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Por un País al Alcance de los Niños. 1994.
Asimismo, según Ángel Rama, Juan Rulfo logró construir un género tan antiguo como el
monólogo discursivo encontrando la solución al relato episódico. Y García Márquez dotó,
estilísticamente, a la novela para que los hechos presentados en un plano del verosímil
funcionen contiguamente en el plano de lo fantástico.2

Soban ejemplos, en la literatura para demostrar que el escritor latinoamericano, aunque


lentamente, fue dando forma y etilo propio a su pensamiento literario. Se hizo arquitecto de
sus propias fantasías, movido por una sola fuerza, la de la propia voluntad.

2
RAMA, Ángel. La Novela en América Latina. Procultura S.A. 1982. P. 214.

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