Sie sind auf Seite 1von 22

Huichol

Wixárika

Wixárika de Zacatecas

Población total 43.929 (datos de 2003)1

Idioma huichol/wixaritari waniuki, español

Religión religión basada en los chamanes, catolicismo

Etnias relacionadas cora, tepehuanes, guachichil

[editar datos en Wikidata]

Los wixárikas o wixáricas (huichol [viˈʐaɾika]~[viˈraɾika]), conocidos


en español como huicholes, son un grupo mayoritario en Nayarit, México. Habitan el oeste
central del país, en la Sierra Madre Occidental, principalmente en los estados
de Nayarit, Jalisco y partes de Durango y Zacatecas. Se autodenominan wixárika (la gente) en
su lengua, que pertenece a la familia de las lenguas uto-aztecas y a la que llaman wixaritari
waniuki (en español, huichol o lengua huichola).
El etnónimo huichol proviene de la adaptación al idioma náhuatl del autónimo wixarika, debido
a que en idioma huichol la a puede llegar a oírse como o; r y l son alófonos, y la pronunciación
de x, que era sibilante, se interpretó como africada, tz, entre los siglos XVII y XVIII (época en
que pudo ocurrir el préstamo de la palabra), pero la pérdida de la sílaba -ka dio como
resultado huitzol en náhuatl, y su castellanización, huichol.2
Los wixáricas hablan una lengua del grupo corachol que está cercanamente emparentada con
el grupo nahua (aztecoide). Además, han recibido influencias mesoamericanas, lo cual se
refleja en el hecho de que el huichol tiene rasgos típicos del área lingüística mesoamericana.
Su espiritualidad tradicional incluye la recolección y el consumo ritual del peyote (Lophophora
williamsii), un cactus que posee efectos alucinógenos debido a sus alcaloides psicoactivos,
entre ellos la mescalina.

Índice
[ocultar]

 1Distribución geográfica
 2Historia
 3Vestimenta
o 3.1Masculina
o 3.2Femenina
 4Indumentaria
 5Creencias religiosas
o 5.1Uso del peyote
o 5.2Música y baile
 6Ojos de Dios
 7Controversia en el territorio sagrado de Wirikuta
 8Grupo musical
 9En el cine
 10Véase también
 11Referencias
 12Enlaces externos

Distribución geográfica[editar]

Extensión territorial de los wixárika y pueblos vecinos antes de la conquista española


La región wixárika se encuentra en el espinazo de la sierra Madre Occidental o sierra wixarika,
en los estados de Nayarit, Jalisco y Durango. Dividida en cinco grandes comunidades, cada
una de las cuales es autónoma, tiene sus propias autoridades civiles y religiosas.
La autoridad civil es encabezada por un gobernador llamado totohuani, y se renueva
anualmente. Los mara 'akate o maraakames -cantadores o sacerdotes- tienen como misión
conservar y mantener vivas las tradiciones.

Historia[editar]
Los wixaritari (huicholes) llegaron a la región de la barranca de Bolaños después de que
llegaran los tepecanos o tepehuanes. Los antropólogos e historiadores no están de acuerdo
respecto a la fecha en la que llegó esta etnia a la región, pero los mismos wixárika reconocen
en sus leyendas que, cuando llegaron a sus tierras actuales, ya había otra etnia que las
habitaba. La historia oral de los tepehuanes afirma que algunas poblaciones actualmente
habitadas por wixárika, como por ejemplo Santa Catarina, fueron tepehuanas en el pasado.3
Además, no existen relatos en la historia oral ni de los tepehuanes ni de los wixárika que hable
de ninguna conquista o dominación de los wixárika por parte de los tepehuanes.
La actividad central en la religión tradicional de los wixaritari es la recolección y consumo ritual
del peyote (un cactus alucinógeno) en el lugar que ellos llaman wirikuta, que se ubica en la
región de Real de Catorce, en el estado de San Luis Potosí. El peyote no crece en la región de
los wixaritari, pero es abundante en San Luis Potosí, territorio que fue dominio central de
los guachichiles antes de la llegada de los españoles. A los guachichiles se les reconocía
como una etnia fieramente defensiva de su territorio.4 Que los guachichiles hubieran dejado
pasar por su territorio a guerreros a cazar sin perturbarlos indica que los reconocían como
parte de su misma etnia. Esto lo confirma la historia oral de los wixárika,5 así como la similitud
entre el idioma de los wixárika, que tiene más similitud con la lengua de los guachichiles (ya
extinta) que con la de los coras, sus vecinos actuales.6
Documentos históricos indican que, para el siglo XVI, los wixárika ya habían llegado a la
región del norte de Jalisco. En los relatos de Alonso Ponce, que datan de 1587, se indica que
en la provincia de Tepeque habitaba una etnia que solía unirse con los guachichiles para llevar
a cabo incursiones en los asentamientos y caravanas españolas.7 Los españoles que
exploraron la región que llegó a ser Jerez, en Zacatecas, relatan que se encontraron con
bandas de guachichiles en la región que habían desalojado a los zacatecas que habían vivido
ahí.8 A través de esta evidencia histórica es posible postular que los wixárika llegaron a la
región de la barranca de Bolaños aproximadamente al mismo tiempo que los españoles. La
llegada de los españoles a tierras de los guachichiles en Zacatecas y San Luis Potosí había
traído epidemia entre las comunidades indígenas cuyos integrantes no tenían resistencia a las
enfermedades de Europa. Además, aquellos indígenas que no morían de las epidemias
sufrían a causa de las encomiendas y concentraciones que llevaban a cabo los españoles
para trabajar las minas recién descubiertas. Estas experiencias también quedan
documentadas en la historia oral de los wixaritari.9
Llegaron los wixárikas a la región de la barranca de Bolaños como refugiados y se asentaron
entre los pueblos de los tepehuanes. Es probable que se mezclaran los pueblos, ya que es
evidente que estas dos etnias compartían muchas tradiciones, rituales (tal como el del uso de
chimales, o palos de oración, y del peyote en sus ceremonias) y hasta solían unirse bajo un
solo líder para defenderse de las incursiones españolas y para montar rebeliones contra el
gobierno colonial español. Queda documentada una rebelión montada entre las dos etnias
en El Teúl en 1592,10 y otra en Nostic en 1702].

Vestimenta[editar]
Masculina[editar]
Tradicionalmente, los hombres huicholes han usado pantalones de manta blanca y camisas
del mismo material que tienen abierta la parte inferior de las mangas; las prendas están
bordadas con elaborados diseños simétricos de algodón. Entre los huicholes también se han
usado tradicionalmente los sombreros de palma con adornos de chaquira o bolas de
estambre, una capa cuadrangular doblada a la mitad que se coloca sobre los hombros y,
eventualmente, aretes y pulseras de chaquira. Para amarrar los faldones de la camisa a la
cintura es común el uso de cintas de lana. En la vestimenta tradicional, cada hombre lleva
consigo varios morrales pequeños; calzan huaraches. Los niños más grandes suelen vestir
como sus padres, mientras los más pequeños frecuentemente andan semidesnudos.
Femenina[editar]
La vestimenta de las mujeres consiste en una blusa corta en color rojo
amapola, naguas interiores y exteriores, con un manto floreado para cubrir la cabeza y
collares de chaquira.

Indumentaria[editar]

Arte huichol

Los wixáricas son notorios por lo vistoso de su indumentaria. La kamirra (< kamixa < camisa)
o kutuni, es decir, 'camisa larga', abierta de los costados y sujeta a la cintura con el juayame,
'faja ancha y gruesa' hecha de lana o de estambre. Encima de la faja van varios morralitos
bordados, llamados h+iyame o huaikuri, unidos con un cordón. En ellos no se guarda nada:
sirven únicamente para completar el adorno. Cruzado al hombro llevan uno o varios kuchuri o
morrales tejidos o bordados. Sobre la espalda, la tuwaxa(tubarra), especie de pañolón
bordado, se anuda al cuello y tiene en la orilla una franja de franela roja. Un sombrero que
ellos llaman rupurero (< xupureru < *šubureru < sombrero), hecho de palma y adornado en
formas diversas según el uso: con chaquira, plumas, estambre, flores, espinas o pedazos de
corteza. El hombre es siempre el que usa la ropa más adornada.
La esposa pone todo su cuidado para que las prendas luzcan muy bien bordadas. En
contraste con la indumentaria masculina, el traje de la mujer wixárika es sencillo: consta de
una blusa corta hasta la cintura, a la que llaman kutuni. La falda de pretina, llamada íwi, lleva
en el borde inferior una amplia franja de bordados, lo mismo que la blusa. Se cubre la cabeza
con el xikuri (rricuri), formado por dos cuadros de manta blanca, también bordados bellamente.
Los diseños decorativos tradicionales de la ropa huichola son de una enorme variedad y
conservan desde tiempos antiguos un significado mágico que describió el
antropólogo noruego Carl Lumholtz (El México desconocido) en 1896.
Para sus fiestas, los huicholes acostumbran pintarse la cara con dibujos simbólicos, y en las
ceremonias rituales los maraakates utilizan los muwieris, 'palillos adornados con plumas'.

Diseño decorativo

Creencias religiosas[editar]
La religión wixárica y la cora son prácticamente las únicas en México que cuentan con una
población importante (50 por ciento) de fuertes creencias tanto nativistas como animistas, es
decir, con un arraigo religioso prehispánico y con menores influencias del catolicismo. El otro
50 por ciento de su población profesa el catolicismo.11 Su religión consiste en cuatro
principales deidades: maíz, águilas, ciervos y peyote, todas ellas descendientes del sol, "Tau".
Sus actos religiosos se llevan a cabo en un monte llamado "'Quemado12'", en el estado de San
Luis Potosí (México). Este monte se encuentra dividido en dos, un lado para las mujeres y otro
para los hombres.
Uso del peyote[editar]
En sus actos religiosos suele hacerse uso del peyote. La siguiente es una descripción de lo
que para ellos significa el uso de este cactus:
"Hay quienes tenemos alguna enfermedad física, del alma o del corazón o simplemente no hemos
podido encontrar nuestra vida. En este desierto viviente y mágico, confín del mundo, el Venado Azul se
nos revelará para encontrar nuestra vida, él nos enseñará, él será nuestra medicina. Una maximización
del espíritu nos conducirá hasta el punto de la transformación temporal en transición a la exaltación
espiritual, para encontrar las fuerzas del equilibrio. Esa capacidad inefable para aventurarnos sin temor
en el angosto puente a través del gran abismo que separa el mundo ordinario del mundo del más allá.
Para lograr estas fuerzas del equilibrio, debemos vencer nuestros miedos, quitar los malos
pensamientos de nuestros corazones y unirlos. Los peregrinos debemos de estar limpios de todo mal de
sentimiento, debemos de regresar al periodo de la vida en que éramos inocentes, antes de que
fuéramos adultos, mundanos, ya que a esta tierra madre venimos a nacer. El pasar de este mundo al
más allá podremos hacerlo, porque al recibir el Venado Azul, dejaremos de ser ordinarios, seremos
transformados. Pero hay que recordar que es solamente temporal, porque somos solamente hombres y
mujeres, y no dioses."

Cabe mencionar que la religión va implícita a través de la vida del wixárika, forma parte de su
identidad y está presente a lo largo de su accionar, de sus costumbres y en
la cotidianeidad tanto individual como en lo comunitario. La religión viene a ser un compromiso
fundamental en su existencia, es parte de su cultura y de sus distintas formas de expresión.
Música y baile[editar]
La música y el baile entre los wixárikas tienen fuertes rasgos prehispánicos y forman parte
del ritual con que se honra a la divinidad. Los bailes son poco variados y los pasos muy
sencillos, llevan el ritmo con los pies. Una característica de las celebraciones es la de
acostumbran tomar nawá (tejuino), bebida hecha a base de maíz fermentado, distinta al
tejuino popular, que es una bebida que embriaga y tiene un sabor distinto.
Los wixárikas conocen a los mestizos u occidentales con el nombre teiwari (singular) o
"teiwarixi" (plural), y su significado no se sabe a ciencia cierta. Los wixáricas conforman una
de las culturas indígenas que mantienen saberes y tradiciones ancestrales,
una cosmovisión propia y diferente, y hoy en día buscan encontrar un diálogo con la cultura
denominada occidental y conservarse frente a los retos de la globalización.

Ojos de Dios[editar]
El Museo de los Cuatro Pueblos de Nayarit, de la Unidad Regional Nayarit de la Dirección
General de Culturas Populares e Indígenas del Conaculta, mantiene una exposición
permanente de artesanías wixárikas, coras, tepehuanas y mexicaneras. Uno de los
investigadores de la cultura wixárika más acreditados, el etnólogo alemán Johannes Neurath,
dice que los adornos en el atavío tradicional de los huicholes tienen un propósito reivindicativo
de su etnia, de su cultura y de su religión y una intención protectora de contenido mágico.
En un tapiz de Efraín Ríos en el que describe el "rito del tambor" -con el cual se protege a los
niños a partir de su nacimiento hasta los cinco años de edad- aparece en el
centro Tatewarí (el Sol), cuya línea circular en rojo y amarillo está coronada por una
cornamenta de venado, y entre las astas sobresale el dibujo de un peyote. En torno a la
simbolización del abuelo fuego están tejidos otros elementos religiosos importantes: rayos de
sol, flechas, estrellas, flores, veladoras (único referente cultural de procedencia cristiana), el
tambor ritual y un árbol cósmico integrado por uno o más ojos de Dios.
El ojo de Dios (tsik+ri) es la figura instrumental religiosa más conocida de la cultura huichola.
Representa los cinco puntos cardinales del cosmos wixárika -oriente, poniente, norte, sur y
centro-, Un ojo de Dios equivale a un año en la vida de un niño y cada año, después de su
iniciación en la Fiesta del tamborapenas nacido, su padre debe elaborar uno hasta que cumpla
cinco años de edad, para que siempre esté protegido.

Controversia en el territorio sagrado de Wirikuta[editar]


El gobierno federal dio una concesión para explotar una mina en la zona de Wirikuta, la zona
más sagrada para los huicholes, lo cual generó protestas por parte de ellos y varios artistas
plásticos.13

Grupo musical[editar]
Existe un grupo contemporáneo cuya exitosa canción Cusinela está basada en el
cantante venado azul, que está en idioma huichol.

En el cine[editar]
Los documentales Huicholes: Los últimos guardianes del peyote (2015), de Kabopro Films,
y Eco de la montaña (2014), de Nicolás Echevarría, narran las vicisitudes de la comunidad
wixárika para defender lo poco que queda de su cultura frente a los embates de la industria
minera moderna y al desinterés que han mostrado desde hace muchos años los gobiernos
estatal (San Luis Potosí) y federal.1415

Del nombre
El pueblo huichol se llama a sí mismo Wirrárika o Wirraritari (en plural). Se desconoce
hasta el momento si la palabra huicholes proviene de una deformación del término Wirrárika.

Localización
Los huicholes habitan en los municipios de Mezquitic y Bolaños, al norte del estado de
Jalisco, así como en La Yesca y el Nayar, en el estado de Nayarit, y hay grupos minoritarios
en los estados de Zacatecas y Durango.
Son cinco los centros ceremoniales en donde se instalan los gobiernos tradicionales: San
Andrés Cohamiata (Tateikie), Santa Catarina Cuexcomatitián (Tuapurie), San Sebastián
Teponahuaxtlán (Wautia) y Tuxpan de Bolaños (Tutsipa) en el estado de Jalisco, y
Guadalupe Ocotán (Xatsitsarie) en Nayarit.
La población huichola se asienta de manera dispersa en el territorio. Mientras que en Jalisco
los huicholes han logrado impedir el asentamiento de mestizos al interior de sus
comunidades, en Nayarit es frecuente la convivencia en el mismo territorio con coras o con
mestizos.

Antecedentes históricos
El origen de los huicholes es incierto, aunque se han elaborado algunas hipótesis basadas en
datos lingüísticos, mitológicos y arqueológicos. Es probable que los huicholes desciendan de
distintos grupos que, en algún tiempo, se fueron asentando en la sierra.
Algunos de estos grupos fueron, posiblemente, tribus que pertenecieron a la familia yuto-
azteca y que huyeron del poderío de algún imperio mesoamericano, en cuyo territorio se
encontraron con otros grupos ya establecidos allí.
Al parecer, los ancestros de los huicholes mantuvieron una vida independiente de los grandes
imperios. Los mitos hablan de cómo los antepasados huicholes eran atacados por águilas y
jaguares en sus peregrinaciones a la tierra del peyote.
Es probable que entre los ascendientes de los huicholes hubiera algunas tribus
teochichimecas (indios del norte). En el Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún se
describe un ritual de los teochichimecas parecido al que realizan los huicholes con el peyote.
También es probable que algunos grupos de las tierras bajas de la costa se hayan mezclado
con los antepasados huicholes en distintas épocas. La tradición oral narra cómo los dioses
salieron del mar y fueron peregrinando hacia el oriente de la sierra.
En el periodo de la Conquista, las tropas de los españoles que incursionaron en la zona
estuvieron comandadas por Nuño de Guzmán, quien atravesó el estado de Nayarit en su
recorrido hacia el noroeste, dejando a su paso una estela de destrucción. Muchos
sobrevivientes huyeron a la sierra. Ésta, por su difícil acceso, no fue conquistada. Se poblaron
sus alrededores durante la última década del siglo XVI y principios del XVII. Los pueblos
de Colotlán, Mezquitic, Huajimic, Huejuquilla y Tenzompa fueron fundados por los
españoles como fronteras para delimitar el territorio conquistado.
El periodo Independiente fue escenario de despojo de tierras debido a las leyes de
desamortización. La rebelión de Manuel Lozada, el "Tigre de Álica", recibió un gran apoyo
de algunos huicholes. En 1887 el gobierno porfirista intentó nuevamente deslindar las tierras,
lo que provocó enfrentamientos entre las propias comunidades.
La Revolución trajo un periodo de violencia a la sierra, que fue escenario de paso de distintos
grupos armados. Aunque los huicholes no se aliaron a ningún bando en particular, la situación
se tornó caótica.
La guerra cristera significó otro periodo de violencia en la zona.
Actualmente, los huicholes siguen defendiendo sus tierras de los abusos e invasiones de
mestizos, quienes ejercen una constante presión para apoderarse de los recursos de su
territorio.

Lengua
El huichol está emparentado con el náhuatl, así como con el pima, el yaqui, el pueblo, el cora
y el tepehuano, que forman parte de la familia yuto-azteca. Tanto el cora como el huichol
forman un subgrupo dentro del grupo sonorense de la rama meridional. Los huicholes utilizan
la expresión tewi niukiyari, que significa "palabras de la gente", para designar a su propia
lengua. El huichol contiene préstamos importantes del náhuatl y del español.
La destreza en la expresión es muy importante para su vida en colectividad. La lengua tiene
también una dimensión sagrada, la cual se manifiesta en los cantos de Tsaurírrika (el
cantador) y en las expresiones cifradas que ahí aparecen.

Cosmogonía y religión
Los huicholes tienen su propia concepción sobre su origen e historia, en donde la memoria
colectiva se refiere a aquellos hechos que tienen una significación cósmica. Para ellos, la
historia "cósmica o verdadera" se encuentra plasmada en los mitos, en el arte y en todas las
manifestaciones simbólicas del pueblo.
Los mitos son el modelo de todas las acciones que tienen sentido en la sociedad. Es por eso
que el hulchol siembra, caza y participa en las mismas ceremonias de sus antepasados. Para
él, el mundo tiene una dimensión sagrada que es considerada de gran poder y cuya
manipulación está a cargo de especialistas como los mara'akate (plural de mara'akame),
quienes por medio del sueño penetran en el mundo de los dioses estableciendo un nexo entre
lo sagrado y lo profano.
Una de las características principales de su religión es la asociación que se da entre el maíz,
el venado y el peyote. Su mitología en general hace referencia a estos elementos, por lo que
los rituales, las fiestas, la organización material y temporal de la vida gira muchas veces
alrededor de ellos. El maíz y el venado representan el sustento vital, en tanto que el peyote
es el medio más importante para trascender el mundo profano y la manifestación material
más obvia de lo sagrado. Los dioses son considerados como antepasados, en tanto que los
parientes muertos pueden llegar a ser semidivinizados. De esta manera, la muerte establece
un lazo más con lo sagrado.

Fiestas
Las ceremonias más importantes de los huicholes están estrechamente relacionadas con el
ciclo agrícola (maíz o peyote), con la vida política o con el ciclo cristiano. Una de ellas es la
fiesta del maíz tostado, que es paralela al desmonte y quema de los terrenos. En este ritual se
manifiesta la unión de los tres elementos centrales de su religión: el maíz, el venado y el
peyote.
Otras fiestas que se llevan a cabo en la región son las que preceden a las lluvias, que están
dedicadas a las diosas de la tierra, del maíz y del crecimiento. El mara'akame canta durante
varias horas los mitos correspondientes.
Las fiestas de las primeras mazorcas tienen una gran importancia para la permanencia cultural
de los huicholes, pues en ellas el mara'akame relata un viaje a la tierra de Wirikuta; de esta
forma los niños, presentes en el ritual, interiorizan la geografía religiosa del grupo.
Durante la temporada de sequía se realiza la peregrinación a Wirikuta, la tierra del peyote,
considerada como un lugar sagrado donde moran los dioses. El objetivo de la peregrinación
es doble: recolectar peyote para las ceremonias y hallar a los dioses para "encontrar la vida".
Las otras fiestas que celebran son las ceremonias sincréticas (ciclo cristiano) y las que están
relacionadas con la organización política, principalmente con el cambio de varas.

WIRIKUTA

EL ENCUENTRO CON EL ESPÍRITU DEL HÍKURI


(PEYOTE)

Por: Elízabeth Méndez

Cuentan los ancianos, que hace mucho, mucho tiempo en la sierra huichola se
reunieron los abuelos para platicar de la situación en la que se encontraban. Su gente
estaba enferma, no había alimentos, ni agua, las lluvias no llegaban y las tierras
estaban secas. Decidieron mandar de cacería a cuatro jóvenes de la comunidad, con la
misión de encontrar alimento y traerlo a su comunidad para compartir fuera mucho o
poco. Cada uno representaba un elemento, es decir el fuego, el agua, el aire y la
tierra. A la mañana siguiente emprendieron el viaje los cuatro jóvenes, cada uno
llevando su arco y su flecha. Caminaron días enteros hasta que una tarde de unos
matorrales saltó un venado grande y gordo. Los jóvenes estaban cansados y
hambrientos, pero cuando vieron el venado se les olvidó todo; comenzaron a correr
detrás de él sin perderlo de vista. El venado veía a los jóvenes y se compadeció. Los
dejó descansar una noche y al día siguiente los levantó para seguir con la persecución.
Así transcurrieron semanas hasta que llegaron a Wirikuta (desierto de San Luis Potosí
y camino sagrado de los huicholes). Estaban justo en la puerta al lado del cerro de las
Narices, en donde habita un espíritu de la tierra y vieron al venado que brincó en esa
dirección. Ellos juraban que se había ido por ahí, lo buscaron pero no lo hallaron. De
pronto uno lanzó una flecha que fue a caer en una gran figura de venado formada en
la tierra de plantas de peyote. Todas juntas brillaban con el sol, como esmeraldas
mirando a una dirección. Confundidos los jóvenes con lo sucedido, decidieron cortar las
plantas que formaban la figura del venado (marratutuyari) y llevarlas a su pueblo.
Después de días de camino llegaron a la sierra huichola donde los esperaba su gente.
Se presentaron de inmediato con los abuelos y contaron su experiencia. Comenzaron a
repartir el peyote (híkuri) a todas las personas que después de un rato los curó,
alimentó y les quitó la sed. Desde ese momento los huicholes veneran al peyote que a
mismo tiempo es venado y maíz, su espíritu guía. Así cada año, hasta nuestros
tiempos, siguen andando y peregrinando, manteniendo viva esta ruta de la sierra
huichola hasta Wirikuta, para pedirle al Dios lluvias, sustento y salud para su pueblo.
Pampariusi (gracias en la lengua Wirrarika).

EL PEREGRINAJE DE LOS HUICHOLES

Por: Nareden

El peregrinaje de los Huicholes al desierto de San Luis Potosí, tiene un origen ignoto,
por lo menos para mí. En lo personal, desconozco la existencia de estudios
antropológicos que den una explicación racional a este peregrinaje, el porqué y cómo
los huicholes desde tierras tan lejanas fueron a dar a estos parajes desérticos y
encontraron la planta poderosa que es como el centro de toda su tradición y me quedo
con la mía irracional de que muchas veces los eventos que marcan el rumbo de un
determinado sector de la raza humana nacen en las visiones de unos individuos con
cualidades muy especiales, individuos, diríamos así, que gozan de un contacto muy
directo con el Gran Espíritu de la Vida , y de esa fuente consiguen señales claras de la
dirección a seguir para su propia gente. Marcan el camino y lo que luego conforma una
tradición se va dando sobre la marcha con el paso de las generaciones y nuevas
inspiraciones de otros líderes espirituales. Como siempre con todo este tipo de
tradiciones, parecería que la modernidad de nuestros tiempos, sus herramientas y
facilidades están acabando con el aspecto más heroico de este peregrinaje, o sea la
caminata, con duración de por lo menos cuarenta días entre ida y vuelta entre ayunos,
mandas y tareas especiales. Gente muy maciza la que cumple este viaje, cargando
muy poco para comer y para abrigarse, pero mucho para ofrendar, aguantando frío y
castigos en el camino y no es para menos si de veras es un recorrido en donde te
propones ofrendar lo más valioso que tienes de ti para que el Espíritu trasforme y guíe
tu vida en la dirección correcta. La idea es que sales de tu casa en la Sierra para ir a
visitar el Paraíso donde viven los grandes Padres, que te dan vida y sustento, en el
camino pasas a visitar en algunos lugares específicos a ciertas Grandes Madres, Tatei
Matinieri por ejemplo, la gran Madre de las aguas etc. y que a través de tu esfuerzo y
privaciones en el peregrinar hacia Su morada te vas limpiando de lo sobrante en ti,
dejas atrás todo para poder ponerte cara a cara con tu visión personal de la vida, de
hecho el Tátara tatarabuelo te va a mostrar tu vida, una vez que llegues ahí en el
Paraíso, que en el caso de esta tradición en particular se encuentra más allá de las
limitaciones personales de la vida cotidiana pero no más allá de esta existencia
terrenal como se plantea por ejemplo en el caso del cristianismo. Intentas dejar atrás
todo durante el peregrinar, quedarte pura carne, hueso y espíritu y con eso poder
encarar tus dioses. Es más, no simplemente encararlos... vas a ser ellos durante esos
cuarenta días en una pantomima, en un teatro sobre patas y no ruedas que comienza
en el lugar donde vas a dejar tu cotidianidad y hasta volver a ella. Por eso al comienzo
del viaje confiesas todos tus pecados frente a los demás, pecados que en el caso de los
huicholes se refieren únicamente a infidelidades de origen sexual... con quien te has
acostado o simplemente con quien deseaste acostarte y que no te correspondía. A lo
mejor por ahí en la confesión, en este grupo de peregrinos se encuentra el marido de
la que estás confesando haber manoseado, pero estos son ámbitos sagrados, ámbitos
en donde se intenta y se logra desvanecer el sentido del Yo, y los dos necesitarán
tener valor de verdaderos hombres, tanto tú para confesarlo, como él para hacer caso
omiso de lo que escuchó, para todo el resto del viaje, incluso para el resto de su vida.
El viaje es duro, se camina de sol a sol sin detenerse ni siquiera a tomar agua, se
come poco y sin sal, puras gordas, y en la noche hace mucho frío, pero se es parte del
Gran Viaje así que no se cuestionan esos detalles, se sufre, claro que se sufre pero
cada quien intenta poner lo más macizo de sí para aguantar con porte y dignidad. El
guía cambia los nombres a los peregrinos tres veces en el curso del viaje, dándole
algunos de dioses, especiales a cada uno según el caso o cambiando el mote de los
objetos por su opuesto y cosas por el estilo. Dando indicaciones especiales en ciertos
momentos y vendando los ojos de los novatos en partes del viaje, proporcionando
quizás alguna muestra de su poder personal a ratos para que no decaiga la fe de los
peregrinos, amenizando con su música en los campamentos e instruyendo con sus
cantos sobre como están las cosas de este mundo que vemos y también las del que no
vemos. Y que no decaiga la alegría, insiste. El Gran Tátara tatarabuelo Tatewarí, el
Fuego, es la referencia y guía principal, sin Él no hay nada, si no arde no hay manera
de que el cuento siga... Cuando se llega a Wirikuta, empieza la cacería sagrada del
peyote, pero ¿Es que estamos cazando al Peyote, al Maíz de todos los Colores o al
Gran Señor Cola de Venado? No se sabe bien, se mezclan de manera misteriosa, estos
tres son en realidad uno solo, así que las flechas de caña caen en el piso arenoso del
desierto rodeando una familia de peyotes, pero el cantor está pidiendo perdón al
Venado por matarlo y querer comer su carne, pidiéndole su bendición, consumir lo
amargo de él y sentirlo dulce, invitar a los demás, solicitándole esclarecer sus ojos de
adentro para poder ver su Vida. Hay que cortar harto peyote para la ceremonia en el
Cerro Quemado y para los compañeros y compañeras que aguardan el regreso de los
peregrinos allá en la Sierra. Hay que llenar muchos colotes, y cargarlos los veinte días
del regreso para poderles convidar a toda la gente que está preparando la gran fiesta
en el centro ceremonial. Regresan los que se fueron hace cuarenta días, son los
mismos pero son otros, ya vieron su Vida, ya vieron las cosas del mundo con ojos
diferentes, los de adentro, y aunque el peso de la cotidianidad acabará tarde o
temprano con su identidad de dioses en cuanto vuelvan a ser humanos, confían en que
algo habrá quedado por dentro, no tanto como recuerdo de actos heroicos que sí los
hay pero están en la cabeza y no sirven para nada, sino que algo sin nombre de mucha
importancia habrá quedado en el corazón, algo que tiene el poder de seguir floreciendo
en el misterioso reino de lo invisible. Algo que es bueno.

Para los Huicholes el sol es su Dios y nace en el Cerro del Quemado

(Wirikuta), donde llevan ofrendas, encienden el fuego ceremonial y se

purifican

San Luis Potosí . Autoridades tradicionales de más de 12 centros ceremoniales


wixaritari (huicholes) de Nayarit, Jalisco y Durango, sabios cantadores (maraakate)
y jicareros harán una peregrinación al Cerro del Quemado, en Real de Catorce, los
próximos días 6 y 7 de febrero.

La visita significará una consulta-peritaje tradicional a sus ancestros en el territorio


sagrado de Wirikuta, al que consideran matriz donde se recrea la vida para su
pueblo y para toda la humanidad. Según creencias de esa etnia, en esta zona nació
el Sol y habita un Dios.

Para los Huicholes el sol es su Dios y nace en el Cerro del Quemado (Wirikuta) , a
donde van llevando ofrendas, encendiendo fuego ceremonial, y a donde van a
purificarse.

Desde las costas de Nayarit y Jalisco a través de un viaje de 550 kilómetros, los
Huicholes llegan a la montaña sagrada de Wirikuta, cruzando Zacatecas y San Luis
Potosí para llegar a Wadley, a los manantiales sagrados.

De acuerdo con información de los organizadores, la consulta se inscribe dentro de


los trabajos de defensa de Wirikuta frente a los supuestos trabajos programados en
la zona de las minas concesionadas a una empresa canadiense, así como la
presencia de agroindustrias.
Ambos factores, estiman, significan un potencial problema para la zona sagrada de
los huicholes y para el grupo étnico mismo, según han dado a conocer
representantes wixárikas a diversos medios de comunicación.

Los organizadores de la visita explicaron que la consulta mencionada forma parte


de la peregrinación que cada año realizan representantes de los distintos centros
ceremoniales de la comunidades wixaritari a Wirikuta.

En esta ocasión, añaden, coincide con la situación mencionada, por lo que tras el
peregrinaje se dará a conocer los resultados del peritaje tradicional.

Aunque los promotores aclararon que no hay una agenda cierta de la visita, en
general se puede establecer que el lunes 6 de febrero los peregrinos de los centros
ceremoniales se juntarán en el Cerro del Quemado y velarán toda la noche hasta el
amanecer.

Posteriormente, en el transcurso de la mañana, consensuarán entre ellos el


mensaje del pueblo wixárika al mundo.

En los últimos años, la empresa minera canadiense First Majestic ha obtenido 22


concesiones para explotar minas, de plata principalmente, ubicadas en territorio
que los huicholes consideran como sagrado.

Tales concesiones comprenden un territorio de seis mil 326 hectáreas, que incluyen
70 por ciento de la superficie de Wirikuta.

Wirikuta abarca la sierra de Catorce y parte del Bajío; es parte de la declaratoria de


reserva Ecológica Natural y Cultural y está incluido desde 1988 en la red mundial
de sitios sagrados naturales de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) .

Cabe señalar que la región wixárika se asienta en el espinazo de la sierra Madre


Occidental, en el estado de Jalisco. Está dividida en cinco grandes comunidades,
cada una de las cuales es autónoma, tiene sus propias autoridades civiles y
religiosas.

La autoridad civil es encabezada por un gobernador llamado totohuani y se renueva


anualmente. Los maraakates o maraakames -cantadores o sacerdotes- tienen como
misión conservar y mantener vivas las tradiciones.

Como referencia geográfica, Real de Catorce se ubica a unos 424 kilómetros de


distancia de la Ciudad de México y a 550 kilómetros desde Nayarit. La ruta original
incluye los cinco puntos sagrados del pueblo wixárika: San Blas, en Nayarit; cerro
Gordo, en Durango; Santa Catarina y Chapala, en Jalisco, y Wirikuta, en San Luis
Potosí.

Mientras que de Real de Catorce al Cerro del Quemado hay una distancia de unos
20 kilómetros, a unos 60 minutos a caballo al suroeste de Real de Catorce.

Los huicholes realizan anualmente esta peregrinación hacia el desierto de


Wirikuta, en el Oriente, para recolectar a sus antepasados: hikuri, venado
y agua de los manantiales de este lugar–.
DICIEMBRE 22, 2015

5.7k
SHARES

FacebookTwitterGooglePinterestTumblrMail
Imaginemos al mundo como una “gran casa” donde las fuerzas de la
naturaleza son consideradas como deidades y antepasados; donde los
hombres, originarios del mar, aprendieron a caminar por el desierto bajo una
noche sombría y perpetua; y donde los dioses formaron el primer grupo de
jicareros para alumbrar el camino de los humanos hacia el Cerro del
Amanecer –aquel sitio donde sale el sol–. Este es retrato de la cosmogonía
wixarika, la cual define la eterna peregrinación de los hikuritamete –
peyoteros-jicareros–, los marakames y los kawiteros hacia Wirikuta.
De acuerdo con la creencia de los huicholes, durante el transcurso de la
primera peregrinación algunos miembros de la comunidad kiekari –que
significa “toda la comunidad” o “todo el mundo” en la lengua huichol–, se
quedaron en el camino convirtiéndose en elementos de la naturaleza; tales
como piedras, cerros, peñas, manantiales, lagos o animales. Otros, los que
alcanzaron a llegar a su destino, forjaron al grupo étnico huichol que ha sido
reconocido social y culturalmente por el mundo entero. Desde entonces los
antepasados se convirtieron en mitad hombres y mitad dioses,
transformándose en elementos que sus descendientes necesitarían para
sobrevivir: agua, sol, venados –entre otros animales de cacería–, maíz y
plantas ritualísticas como el tabaco y el peyote. Es decir que, para los
huicholes, estos elementos de la naturaleza son en realidad personas que
necesitan, al igual que cualquier humano, de respeto y cuidado.
Ahora los huicholes realizan anualmente esta peregrinación hacia el desierto
de Wirikuta, en el oriente (San Luis Potosí), para recolectar a sus
antepasados –peyote, venado y agua de los manantiales de este lugar–.
Asisten únicamente los marakames y hikuritamete.
Los primeros son los responsables del bienestar de la comunidad, como una
especie de guía de los peyoteros que tienen la capacidad suficiente –de
soportar hambre, frío, sed y pasar días sin dormir– para no sólo conducir a
los demás a su encuentro con el peyote, también para proteger la integridad
espiritual de los demás. Mientras que los segundos, los jicareros, peyoteros
o hikuritamete, son hombres y mujeres con la misión de cuidar una jícara y
una flecha que simbolizan a una deidad determinada del panteón huichol.
Para realizar esta peregrinación, ellos deben purificarse sometiéndose a
prácticas de austeridad y purificación: ayuno, abstención de sueño y sexo así
como confesiones.
Vestidos con un atuendo especial, como un sombrero adornado con plumas
blancas de guajolote, los huicholes suben al Cerro del Amanecer en la
Sierra de Real de Catorce, San Luis Potosí, el sitio donde sale el sol tras
vencer a los animales nocturnos y a los monstruos del inframundo. Ahí,
inclusive antes de entrar a tierra sagrada, llevan a cabo una ceremonia de
purificación dirigida por el marakame, en donde los peyoteros confiesan
todas sus aventuras sexuales. Durante esta parte del rito, un niño con una vara
golpea a los asistentes en las piernas para que no omitan ninguno de los
amoríos. En este punto, la risa y las burlas son comunes entre los rincones
del desierto. Y con cada confesión, el marakame hace un nudo en una cuerda
que después arroja al fuego, mientras que los peyoteros pasan sus manos y
pies sobre el fuego.
Este último ritual les podrá ayudar a atravesar el nierika y obtener el don de
ver, una vez que se llegó al desierto y se consumió el peyote –o hikuri–. Si
bien los antepasados realizaron ese ritual para acceder a la experiencia
visionaria y así transformarse en dioses, ahora los jicareros lo realizan para
convertirse en un marakame.
Después, el marakame observa el horizonte en la búsqueda de un venado
azul. En caso que no lo vea, el grupo deberá regresar a casa con las manos
vacías. Por otro lado, cuando el marakame logra reconocer al mítico animal,
lanza cuatro de las flechas alrededor del peyote como símbolo de las cuatro
direcciones del mundo, y hace un hoyo en la tierra donde esconde el primero
grupo de peyotes. En ese momento, el grupo forma un círculo alrededor del
lugar, oran en voz alta y ofrendan al peyote-venadomuerto, al cual se le
distingue en dos: el de los dioses, con un sabor amargo, y el de las diosas,
con un sabor más neutro. Es cuando el marakame ofrece a los demás
integrantes un pedazo de peyote para que lo mastiquen, como si les diera una
especie de autorización para que se adentren al desierto para cazar su propio
peyote. Cada persona intercambia el peyote cortándolo en pedazos pequeños
y compartiéndolo con los otros integrantes del grupo.

La peregrinación con los antepasados culmina en la sierra de Catorce con el


nacimiento del sol, mientras los huicholes le agradecen a sus antepasados y
dioses el dejarse ver e incluso se disculpan por haberlos sacado de sus casas.
Regresan al campamento para realizar una ceremonia de agradecimiento por
la protección otorgada en su búsqueda del hikuri, y vuelven a consumir
peyote toda la noche.
Así que, de nuevo, imaginemos al mundo donde el cuidado hacia uno es el
cuidado de un otro –humano o deidad–; donde los caminos a tomar están
guiados por la sabiduría de nuestros antepasados y llevados por uno mismo;
donde Wirikuta, la tierra del peyote, es símbolo de la fortaleza mexicana
que reside en cada uno de sus habitantes

Tradiciones mesoamericanas que aún distan de ser folclor y que, por el contrario,
son verdaderos legados etnoculturales, se encuentran, junto con su contexto
natural, seriamente amenazadas. La crisis ambiental y social que marca el inicio de
este milenio hace converger al Pueblo Huichol y a la comunidad conservacionista,
para enfrentar el reto común de salvaguardar un patrimonio que trasciende el tiempo
y las fronteras.

Texto por Humberto Fernández Borja y Joaquín Giménez de Azcárate

Las rutas contemporáneas conducen hacia los sitios sagrados naturales que se
encuentran en todas las direcciones: las montañas del norte en tierras tepehuanas
dentro de la misma Sierra Madre Occidental; rumbo al oeste, hacia los humedales
y la costa nayarita; hacia el sur, donde se localizan los lagos del centro oeste de
Jalisco. Incluso aún hay ancianos que recuerdan una ruta al Valle de México.
Sin embargo, la ruta al este, rumbo a Huiricuta, sobresale por su jerarquía en los
ciclos rituales, la frecuencia con que se utiliza y el número de usuarios. Su longitud
es aproximadamente, de 400 km y corre, desde el territorio huichol, en sentido este
noreste. Así atraviesa el “tenedor” donde se imbrican los estados de Jalisco y
Zacatecas, para luego cruzar transversalmente este último, pasando por su capital.
Ya en el estado de San Luis Potosí, la ruta se dirige hacia la Sierra de Picachos del
Tunalillo, para desembocar en Huiricuta y por último a la Sierra de Catorce.
Corredor biocultural del pueblo huichol y amenazas (clic para ver más grande 7.49Mb)

Cuando hablamos de la Ruta a Huiricuta, nos referimos en realidad a una “trenza”


de veredas, terracerías, caminos e incluso carreteras, que se van sucediendo según
diversos factores. Cabe destacar la presencia de vestigios viales del periodo
novohispano, que constituyen caminos reales y vías pecuarias, conocidas estas
últimas como callejones y que se corresponden por su jerarquía en cuanto al
tamaño, con cordeles y veredas.

Aunque los miembros de los centros ceremoniales tienen la obligación de hacer las
peregrinaciones después de las cosechas, durante el invierno, los itinerarios
también son recorridos por grupos familiares o individuos en cualquier temporada.

A lo largo de la Ruta, habitan deidades y espíritus de ancestros, espíritus de ciertas


especies (como el lobo o el venado) o bien de procesos y fenómenos naturales
como la formación de las nubes, de la lluvia y del viento o la fertilidad de la tierra.
Los huicholes identifican también a algunos de estos elementos como “hermanos
mayores” o “maestros”, los tamátsite, quienes confieren a los peregrinos sabiduría
y guía espiritual, o penalidades y castigos.

Las deidades y espíritus tienen su morada, justamente, en los sitios sagrados,


donde según los huicholes “expresan sus voces”. Los sitios sagrados ocurren en
islotes, ríos, lagunas, manantiales, bosques, cerros, cuevas o rocas. En ciertos
lugares se presentan concentraciones de sitios sagrados, formando paisajes
también sagrados como lo son Huiricuta, Xurahue Muyeca (Sierra de Cardos en
Zacatecas) y la propia Sierra de los Huicholes. En el transcurso de la Ruta existen
otros hitos tangibles del paisaje de menor jerarquía ceremonial, que no son
necesariamente “sagrados”. Los cahuixi son también formaciones naturales; son la
huella de los cacauyárite, semidioses que se petrificaron y modelaron el paisaje
cuando fallaron las pruebas de la creación en el tiempo primordial.

En cuanto a los factores que determinan las variaciones del itinerario, el más obvio
es el punto de partida y regreso, es decir, el centro ceremonial y la comunidad de
que se trate. La presencia de santuarios de rango elevado suele condicionar la
cronología y el diseño de las etapas. Otro condicionante se relaciona con las
obligaciones o preferencias que el urucuácame o guía del grupo de peregrinos tiene
pendientes en diferentes santuarios. Asimismo, son condicionantes del itinerario la
disponibilidad de bastimento, el interés de los jicareros por evitar contactos no
deseados o la viabilidad de los senderos. Respecto de este último, es de llamar la
atención la proliferación de alambrados colocados durante las últimas décadas, que
interrumpen estos caminos. Por otro lado, hemos comprobado cómo la falta de uso
de algunos senderos ha propiciado que se cubran de vegetación. Todo ello propicia
que los peregrinos puedan perder el buen camino, lo que alienta su rechazo a andar
ciertos tramos debido a lo trabajoso que resulta; en consecuencia, dejan de visitar
sus lugares sagrados y de realizar sus rituales, provocando finalmente la
decadencia del legado cultural. Por lo anterior, urge tomar medidas orientadas a la
remoción de obstáculos, la señalización de los tramos más complejos y la limpieza
de senderos, en coordinación con los habitantes mestizos donde se ejecuten estos
trabajos, y atendiendo a los criterios de sensibilidad ambiental y estética.
La Ruta tiene varios propósitos. El más popular en el plano internacional es el
aprovisionamiento del peyote, esencialmente de uso ritual, si bien puede
intercambiarse en el camino de regreso con rancheros que lo utilizan para fines
medicinales, o, en la sierra, con los vecinos coras, mexicaneros o tepehuanos. Más
allá de la fama del cactus y la razón utilitaria de recorrer 800 km, el propósito
fundamental, tal como lo afirman los ancianos, es seguir los pasos de los
antepasados para pedir lluvia y bienestar. Otro de los propósitos críticos de las
peregrinaciones es la experiencia educativa y formativa, su función como
universidad itinerante, donde los neófitos aprenden lo relacionado con la ruta, la
tradición y “el costumbre”. Los santuarios y los cahuite poseen significados
espirituales, biogeográficos, sociales o históricos. Cada uno de estos nodos
contiene un legajo o registro del legado tribal que se rememora al caminar la Ruta,
si se cuenta con la guía adecuada. Así, el itinerario se convierte en la lectura de un
códice extendido en el paisaje.

En los últimos cinco siglos, el peregrinaje también ha tenido la función de contacto


e intercambio con la cultura mestiza, en buena parte responsable de la
transformación de los recursos naturales y del paisaje cultural del entorno huichol.
Algunas se han producido de manera armónica, dando lugar a sistemas mestizos
silvo-pastorales caracterizados por su compatibilidad ecológica y por su
sostenibilidad a medio y largo plazo. Ejemplo de ello es la entresaca efectuada en
algunos bosques de encino de las sierras zacatecanas, principalmente, con el fin de
obtener pastizales y donde se intercalan individuos arbóreos del bosque original.
Este ecosistema típicamente ibérico, la dehesa, comenzó a conformarse a partir de
la introducción del ganado en la época colonial y posterior. Las vías pecuarias que
lo atraviesan y que en ocasiones constituyen asimismo caminos reales y rutas
prehispánicas de intercambio, realzan esta peculiar y única simbiosis ecológica,
social y cultural.

El tiempo ritual indígena, que busca una identificación profunda de las personas con
los fenómenos naturales, ha logrado sobrevivir en un medio utilitario, de cambio
acelerado y degradación. Con el fin de asegurar su continuidad, parece obligado
alentar y reclamar un trato especial en todo lo concerniente a la salvaguarda del
ámbito por donde discurren estos itinerarios culturales. Urge la aplicación de
medidas consensuadas entre las sociedades huichola y mestiza afectadas, los tres
órdenes de gobierno y la comunidad conservacionista, para dar solución a los
problemas detectados durante los años de trabajo de campo empleados en la
diagnosis aquí esbozada.

Das könnte Ihnen auch gefallen