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TEMA 33. LAS COSTAS JUDICIALES.

33.1. CONCEPTO:
(Junio 97/98)
La sustanciación de cualquier procedimiento lleva aparejados unos desembolsos
económicos ciertos e importantes que corren a cargo del Estado y de los litigantes.
El Estado, al asumir el deber de proporcional un "servicio público de justicia", al
prohibir la tutela privada de los derechos, ha de crear un aparato judicial a disposición de
los ciudadanos, dotándolo de los medios adecuados: gastos de personal, material o
inversiones, que resultan elevados.
Pero la actividad procesal también genera gastos cuantiosos para los litigantes
que reclaman la intervención de los tribunales (como desplazamientos, dictámenes
preparatorios del proceso, honorarios de los profesionales, etc.). Tales gastos han de ser
medidos en el parámetro de la efectividad de la tutela judicial, derecho fundamental
regulado en el art. 24 C.E. que puede verse vulnerado si se sobrepasan ciertos límites de
tolerancia, entre los que se encuentra el coste del proceso.
A partir del derecho a la tutela judicial efectiva ha de examinarse, el derecho a
litigar gratuitamente cuando se carezca de recursos económicos (art.119 CE), lo que
supone para el litigante no tener que satisfacer los gastos que genera la actividad pro-
cesal.
Se considera una opción de política legislativa incluir o no como gastos
reembolsables unas u otras partidas.
La garantía constitucional del art. 24 ampara al litigante que carezca de recursos
económicos en cuanto condición de accesibilidad a la tutela, pero no alcanza, en cambio,
a las decisiones jurisdiccionales adoptadas en materia de costas en un procedimiento
concreto. Como ha indicado el T.C., la imposición de costas se reduce a un problema de
mera legalidad, que no cabe transformar en una posible vulneración del art. 24 C.E., por
lo que en materia de costas no cabe recurso de amparo.
La doctrina española distingue tradicionalmente entre:
- Costos o gastos de proceso: Concepto general, comprensivo de todas las ex-
pensas de muy variada naturaleza que han de realizar los litigantes con ocasión de la
actividad procesal y que encuentran en ella su causa de producción inmediata o mediata.
- Costas procesales (ámbito más restringido): Aquellos gastos que han de sa-
tisfacer los litigantes como consecuencia de un proceso, de los que una de las partes
puede reembolsarse si se produce la condena en costas de la contraria.
La L.E.C. ha recogido con poco acierto esta distinción, (art. 241. 1), conside-
rando gastos los desembolsos que tengan su origen directo e inmediato en la existencia
de dicho proceso y costas la parte de aquellos que se refieran al pago de determinados
conceptos que se enumeran.
Por un lado, la definición de los gastos como desembolsos con origen directo e
inmediato en el proceso es defectuosa en cuanto existen gastos que son previos al
proceso y otros que no son directamente imputables a un único proceso (poderes y
representaciones). De otra parte, se omite lo que esencialmente diferencia los gastos de
las costas, y es que sólo estas últimas pueden ser repercutidas en caso de condena.
Como así establece el art. 241, las costas procesales están integradas por los
siguientes conceptos:
- Honorarios de la defensa y representación técnica cuando sean preceptivas.
(arts.29y35L.E-C.).
- Inserción de anuncios o edictos que de forma obligada deban publicarse en el
curso del proceso (arts. 15 y 441 y 236 L.O.P.J.).
- Depósitos necesarios para la presentación de recursos (art. 513 L.E.C.). Con la
nueva L.E.C. han quedado suprimidos los depósitos para los recursos de casación y
extraordinario por infracción procesal, manteniéndose el establecido para la revisión.
- Derechos de peritos y demás gastos que deban de satisfacerse a demás personas
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que hayan intervenido en el proceso. La nueva regulación del dictamen pericial ha
supuesto que sólo podrán ser incluidos dichos honorarios en la tasación de costas cuando
la prueba pericial haya sido admitida por el tribunal (art. 243 L.E.C.). Respecto de los
testigos, los gastos que genere su comparecencia tendrán la consideración de costas (art.
375 L.E.C.) salvo los gastos de los que excedan de tres por cada hecho no discutido, que
serán en todo caso de cuenta de la parte que los haya propuesto (art. 363.1 L.E.C.).
- Copias, certificaciones, notas, testimonios y documentos análogos que hayan de
solicitarse conforme a la Ley, salvo los que se reclamen por el tribunal a registros y
protocolos públicos, que serán gratuitos (art. 439 y D.A. 4a L.E.C.).
- Derechos arancelarios que hayan de abonarse como consecuencia de actua-
ciones necesarias para el desarrollo del proceso.

33. 2. PAGO DE LAS COSTAS. IMPOSICIÓN.


Excepto si se reconoce el derecho a litigar gratuitamente, desde que se inicia un
proceso las partes están gravadas por las carga de ir satisfaciendo las costas que se vayan
causando a su instancia, anticipando las cantidades que exija la actuación procesal
concreta que el litigante pretende se lleve a cabo (art. 241 L.E.C.). Dicha regla rige tanto
en primera instancia como en fase de recursos ordinarios y extraordinarios. Por ello, de
no proveerse previamente a su pago, no se realizará la diligencia o actuación postulada o
no se dará curso a su petición.
Dicha regla general encuentra aplicaciones específicas en el texto de la L.E.C.:
art. 539.2 (ejecución); art. 160.2 (remisión de comunicaciones); art. 167.2 (oficios y
mandamientos); art. 256. 3 (diligencias preliminares); art. 339.2 (dictamen emitido por
perito designado por el tribunal a costa de quien lo haya solicitado), etc.
Sin embargo, no se aclara a quien corresponde el pago de gastos ocasionados por
diligencias y actuaciones ordenadas por el tribunal.
La L.E.C. garantiza el crédito del acreedor derivado de actuaciones procesales
frente a la parte que venga obligada a satisfacerlo (art. 241. 2), pudiendo reclamar la
cantidad sin esperar a que el proceso concluya y con independencia del eventual pro-
nunciamiento en costas que recaiga. En caso de no hacerse efectiva la provisión o el
pago de los gastos y honorarios no se realizará la diligencia o actuación señalada (art.
343. 3 para los peritos); y caso de haberse practicado la diligencia se procederá a la vía
de apremio (art. 375.2 para los testigos).
La L.E.C. acoge como criterio de imposición y como regla general, el venci-
miento: se imponen las costas a la parte que haya visto rechazadas todas sus pretensiones
(art. 394.1).
En cualquier caso se permite que el tribunal no impongan las costas al vencido
cuando aprecie, y así lo razone, que el caso presentaba serias dudas de hecho y de
derecho. En realidad esta norma supone un importante paso atrás frente al vencimiento
objetivo, pues el vencedor en el proceso no sólo habrá tenido que dedicar tiempo y
esfuerzos, sino que de los gastos efectuados porque se ha visto obligado a ellos, no va a
ser finalmente resarcido.
El art. 394. 2 L.E.C. establece, que en caso de que la estimación o desestimación
fuera parcial, que cada parte abonará las costas causadas a su instancia y las comunes por
mitad, aplicando razones de equidad y proporcionalidad. Todo ello salvo que una de las
partes hubiera litigado con temeridad, pues en este caso a ella se le impondrán todas las
costas.
En caso de allanamiento, se distingue (art. 395):
- Si éste se produce antes de contestar a la demanda, en cuyo caso sólo se
impondrán las costas si se aprecia mala fe.
- Que se produzca después de contestar a la demanda, aplicándose entonces la
regla general del vencimiento.
Se presume la mala fe si, antes de presentada la demanda, se hubiese formulado al
demandado requerimiento fehaciente y justificado de pago, o se hubiera dirigido contra
él demanda de conciliación.
En el caso de desistimiento, el art. 396 establece que, si no éste no es consentido
por el demandado, las costas serán a cargo del demandante. En caso de ser consentido no
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habrá lugar a la condena en costas.

33. 3. LÍMITES DE LA CONDENA EN COSTAS


No se incluirán en las costas, corriendo, en todo caso, a cargo de la parte que las
ocasione:
- Las diligencias, escritos y actuaciones innecesarias, supérfluas o no autorizadas
(art.243. 2 LEC). Tampoco se incluirán las partidas de las minutas que no se expresen
detalladamente o que se refieran a honorarios que no se hayan devengado en el pleito
(art. 243. 2 L.E.C.).
- Se reducirá el importe de los abogados y demás profesionales que no estén
sujetos a tarifa o arancel, cuando los reclamados excedan del límite a que se refiere el art.
394.3 y no se hubiese declarado la temeridad del litigante condenado en costas. El límite
en el pago de honorarios de abogados y profesionales no sujetos a arancel se fija en un
tercio de la cuantía del proceso, por cada uno de los litigantes que hubieran obtenido tal
pronunciamiento, (art. 394.3).
- Las costas de actuaciones o incidentes en que hubiese sido condenada ex-
presamente la parte favorecida por el pronunciamiento sobre costas en el asunto prin-
cipal.
- Los gastos por testigos que excedan de tres por cada hecho discutido (art. 363).
Por último, se ha suprimido la posibilidad de condenar en costas al tribunal y se
mantiene la prohibición de condena en costas al Ministerio Fiscal (art. 394.4).
El beneficiario de la condena en costas es el litigante contrario personalmente,
como titular del crédito para exigir el reembolso; de este modo, ni el abogado ni el
procurador ostentan crédito alguno contra el condenado, sino contra su propio cliente, de
modo que no podrán reclamar de aquél, sino de éste, sus honorarios, derecho o suplidos.

33. 4. TASACIÓN Y EXACCIÓN


(Junio 97/98)
La tasación de costas (arts. 242 y ss. LEC) es la liquidación de las mismas,
determinando la cantidad exacta que el condenado ha de pagar a la parte contraria.
La tasación, como operación contable previa a la exacción de las costas, sólo
tiene lugar cuando el condenado no las hubiera satisfecho voluntariamente, y se practica
por el secretario del Juzgado o Tribunal, debiendo incluir todas las costas que comprenda
la condena y resulte que han sido devengadas hasta la fecha de la tasación (arts. 242 y
243 L.E.C.).
En la tasación se regulan los derechos de los intervinientes sujetos a arancel de
acuerdo con éste y los honorarios de acuerdo con la minuta detallada y firmada por los
interesados, incluyéndose la cantidad que resulte de la minuta.
Hecha y presentada por el secretario en la tasación no se admitirá la inclusión o
adición de partida alguna, reservando al interesado su derecho para reclamarla de quien y
como corresponda (art. 244. 2).
De la tasación se da vista por diez días comunes a las partes, quienes pueden
mostrar su conformidad expresa o tácita, o impugnarla.
La impugnación de la parte condenada (art. 245) puede basarse en la inclusión de
partidas o gastos indebidos o excesivos. De igual modo, la parte favorecida por la
condena podrá impugnar la tasación por indebida exclusión de gastos u honorarios. En
ambos casos deberán de especificarse las cuentas, minutas o partidas concretas a que se
refiera la discrepancia, inadmitiéndose la impugnación en caso contrario.
La tramitación sigue procedimiento diferente según se trate, por una parte, de
gastos, partidas o derechos, ya se hubieran excluido o incluido indebidamente o, por otra,
de honorarios excesivos.
Para el primer caso, la tramitación consiste en un incidente que sigue el proce-
dimiento previsto para el juicio verbal (art. 246.4). Cuando la impugnación se base en
honorarios excesivos de abogados o peritos, es preceptiva la audiencia del abogado o
perito e informe del respectivo Colegio de Abogados o Colegio, Asociación o Corpo-
ración profesional si se trata de peritos (art. 246. 1 y 2). Cabe la tramitación de la im-
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pugnación por honorarios indebidos y excesivos conjuntamente (art. 246.5).
En base a lo actuado, el secretario mantendrá o introducirá modificaciones en la
tasación, remitiéndola al tribunal para que resuelva por medio de auto, sin ulterior
recurso (art. 246.3), y con pronunciamiento sobre las costas del incidente.
Ha desaparecido de la L.E.C. la aprobación judicial por medio de auto de la ta-
sación de costas realizada por el secretario cuando no hubiera impugnaciones, que
permitía su exacción por la vía de apremio, y con esa aprobación judicial nacía
precisamente la obligación de pago de las costas (S.T.S. de 28 de noviembre 1.985). Pues
bien, el silencio de la L.E.C. parece exigir de todos modos que el secretario eleve la
tasación no impugnada en plazo al juez para que éste la apruebe por providencia.

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