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UN POCO DE HISTORIA
* Bibliografía: “II canto dell’assamblea” (anno 5, n.° 17; primer trimestre) donde se recogen
las conclusiones del “incontro" sobre el tema “musica dei giovani nella liturgia” (9-12 de abril
1969).
“Eglise qui chante" (n.o 102, año 1970) donde se recogen las conclusiones de la sesión de “Uni
versa laus” en Chantilly (sept. 1969).
Congreso de Mùsica Sacra celebrado en Turin (agosto 1969). Cito en especial las conferencias del
Gino Stephani y Jo. Akepsimas.
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que parten, como en todas partes, de fórm ulas elem entales como el
“negro espiritual” o los Corales tradicionales en ritmo.
El “boom” de la m úsica rítm ica es históricam ente explicable, si
tenem os en cuenta que el ritmo había influenciado ya a principios
de siglo la m úsica selecta (Strawinski), y que la articulación rítm i
ca, que proviene de la m úsica norteam ericana (del negro spiritual
al jazz) se apoderó m ás tarde de la m úsica ligera trasformando los
folklores nacionales, para invadir finalm ente, en nuestros días, la
música de iglesia.
Pues bien, ahora cabe preguntar: esta invasión del ritmo ¿es
benéfica o perniciosa?, ¿será efím era o duradera?, ¿quiénes se están
beneficiando de todo este tinglado: la participación litúrgica, la pe
dagogía musical, o los industriales del disco?...
No trataré de im poner mi m odesta opinión. Sólo quisiera expo
ner algunos puntos de vista que quizás ayuden a orientar a cuantos
son responsables de las celebraciones litúrgicas. Ya que somos nos
otros, los compositores, los intérpretes, la propia asam blea de oyen
tes, y no los arregladores de las casas discográficas, los llamados a
señalar a la historia una dirección u otra.
ESTETICA DE LA ACCION
Aparte de estas características que acabamos de analizar, h a
surgido de la nueva práctica m usical una nueva dim ensión que se
m anifiesta en la titurgia de una m anera m ás sugestiva: la estética
de la acción, en contraposición con la estética de la obra. En esta
últim a, que podríamos calificar de autónom a, se m anifiesta ante to
do la personalidad del autor, la perfección de la obra en sí, se busca
el resultado sonoro. Es la que ha imperado en la Iglesia durante los
dos últim os siglos. En cambio, en la estética de la acción, el com po
sitor y su obra pasan a segundo plano, en beneficio de la acción con
creta y actual de los que cantan o tocan. Y este es, a mi juicio, el
punto clave de la discrepancia entre los m úsicos “progresistas” y
“conservadores”. Aquéllos preconizan la estética de la acción como
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único cam ino seguro para la renovación litúrgica (el repertorio pa
ra el hombre, no el hombre para el repertorio), m ientras éstos si
guen aferrados a la perfección estética de la obra. Y yo me pregunto:
¿no sería m ás seguro el camino, si se lograsen conjugar las dos
tendencias?...
EL PLACER DE CANTAR
Formas y Funciones
J ulian E zcurra