Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
0863
1 TESALONICENSES
En el día de hoy, amigo oyente, regresamos a nuestro estudio de esta Primera epístola
del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses. En nuestro programa anterior, avanzamos un poco
rápidamente en la conclusión del capítulo 3. Leímos el versículo 13, y eso lo hicimos,
bueno, realmente demasiado rápido; así es que, creemos que sería bueno leer nuevamente
este último versículo del capítulo 3, el versículo 13; allí dice:
13
para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de
Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos. (1
Tes. 3:13)
Aquí parecería indicar (y creemos que con esto están de acuerdo la mayoría de los
eruditos) que los santos van a venir con Cristo cuando Él regrese a la tierra para establecer
Su reino. Ahora, si usted no está de acuerdo con esto, pues, no vamos a entrar a discutir
esto hoy. Pero creemos que la mayoría de nosotros está de acuerdo con esto. Esto
parecería indicar que Él no recompensa a los Suyos hasta esa oportunidad cuando Él venga
a la tierra para establecer Su reino. Y muchos de nosotros creemos que tenemos que estar
ante el Tribunal de Cristo antes de este acontecimiento. Es decir que, cuando Él arrebate a
la Iglesia de este mundo, el mundo entra al período de la Gran Tribulación. Luego, Él
regresa al final del periodo de la Gran Tribulación. Así es que nos preguntamos
naturalmente, ¿cuando es que nos va a presentar irreprensibles en santidad delante de Dios
nuestro Padre? ¿Ocurre esto cuando Él arrebata a la Iglesia? ¿O, ocurrirá cuando Él
Esta palabra “venida” es una palabra muy interesante. A veces es traducida por una
palabra griega; otras veces es traducida por una segunda palabra griega, y aún otras veces,
por una tercera palabra griega. Una de las palabras que se utiliza es “epiphanea”. De allí
es de donde nosotros sacamos la palabra “epifanía”. En realidad, amigo oyente, la primera
venida de Cristo fue una epifanía. Se nos dice allá en la epístola a Tito, capítulo 2,
versículo 11: Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.
Allí también tenemos esta palabra. Cuando Él vino por primera vez, fue una
“manifestación visible”. Y eso es lo que, en realidad, esta palabra quiere decir: indica una
aparición y una manifestación visible del Señor. Y Él vino en persona hace más de 2000
años como un niño que nació en Belén. Y esa fue una epifanía. Su presencia, al venir Él a
este mundo.
De paso digamos que esta es una gran palabra. Y que se puede utilizar para indicar la
primera venida del Señor Jesucristo; o también se puede utilizar para Su segunda venida,
cuando Él arrebate a Su Iglesia de este mundo, o cuando venga para establecer Su reino.
Porque todas ellas, estas tres, serán manifestaciones visibles – apariciones – o la presencia
del Señor Jesucristo.
La tercera palabra que se utiliza representando esto aquí es “parousía”. Y eso significa
sencillamente “presencia”. Esa es una palabra que es formada del verbo “ser” (es decir
“usía” y “para”), que quiere decir “estar presente”. En realidad, esa es la mejor palabra
para indicar “estar presente”. Y, se traduce generalmente para referirse a la venida de
Cristo, y así es como es traducida aquí. Indica “una presencia”. Y eso es todo lo que
significa. Para aclarar esto, creemos que conviene que leamos lo que nos dice el Apóstol
Pablo en su epístola a los Filipenses, capítulo 2, versículo 12, donde dice: Por tanto, amados
míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más
ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Y allí tenemos esta
palabra nuevamente. Es decir, Pablo estaba presente. Entonces, ¿qué es lo que quiere
decir esta palabra “venida o presencia?” Bueno, cuando alguien viene, siempre se dice o se
hace referencia a “su presencia”. Por ejemplo, cuando se presenta a una persona que va a
dar un discurso, se dice que uno está contento por “su presencia” en ese lugar. Pues, bien,
nosotros vamos a estar presentes con el Señor en el mismo instante en que seamos tomados
para encontrarnos con Él en el aire. Él nos va a llevar a nuestro hogar en la gloria, al lugar
que Él ha preparado para nosotros.
Creemos que esto debería aclararse completamente, porque hay personas que han
hecho demasiado de esto mencionado aquí, sin llegar a reconocer el significado de esta
palabra en particular, que se usa aquí. Bien, siguiendo adelante, pasemos ahora, al
capítulo 4, y leamos lo que dice el primer versículo de este capítulo 4, de la Primera epístola
a los Tesalonicenses:
1
Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la
manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios,
así abundéis más y más. (I Tes. 4:1)
Hay muchas personas a las cuales les gusta meditar y hablar del ser arrebatados para
encontrarse con el Señor en las nubes. Pero, mientras tanto, amigo oyente, sus pies están
aquí abajo sobre esta tierra y usted tiene que andar y caminar. Usted tiene que andar de
una forma en que complazca a Dios. Y esto es lo que Pablo les está diciendo ahora a los
creyentes de Tesalónica. Y, ahora, él les va a presentar algunos mandamientos. Estos son
mandamientos nuevos. El Señor Jesucristo también dio mandamientos.
Permítanos decir esto con precaución. Los diez mandamientos no tienen nada que ver
Vamos a ver aquí que la pauta o norma de conducta del creyente, se encuentra en un
plano o en un nivel mucho más elevado, y que estos son mandamientos para los creyentes.
Veremos en el capítulo 5, de esta misma Primera epístola a los Tesalonicenses, que hay 22
mandamientos dados para los creyentes. Ahora aquí tenemos algo muy interesante que
debemos notar; fíjese usted: el hombre no pudo cumplir con los 10 mandamientos; y la
Biblia deja eso bien en claro, ¿no es así? – que nosotros no pudimos cumplir con ellos. En
realidad, la nación de Israel no fue capaz de cumplir con los 10 mandamientos. Y esa fue la
confesión, usted recuerda, que hizo Simón Pedro, en el capítulo 15, del libro de los Hechos
de los Apóstoles.
Allí tenemos a Pablo y a Bernabé así como también a Simón Pedro. Leamos lo que nos
dicen los versículos 7 al 11: Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo:
Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo Dios escogió que los gentiles
oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les
dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo
entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a
Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros
hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de
igual modo que ellos.
8
Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio
su Espíritu Santo. (1 Tes. 4:8)
Y eso es sólo por medio del Espíritu Santo. Volvamos a leer una vez más, lo que dice el
versículo 1, de este capítulo 4, de la Primera epístola a los Tesalonicenses:
1
Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la
manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios,
así abundéis más y más. (1 Tes. 4:1)
Aquí, él habla acerca del conducirnos, del andar del creyente. El andar del creyente, es
algo de suma importancia, y él lo enfatiza aquí. Un creyente no puede hacer como le
plazca. No puede vivir como quiera. Él tiene que hacer las cosas como le placen a Cristo.
Notemos algunas de las cosas que Pablo menciona aquí en el versículo 2; leamos este
versículo 2:
2
Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; (1 Tes. 4:2)
Podemos apreciar que estos son algunos mandamientos. Estos son mandamientos para
los creyentes. Nosotros no estamos sin ley. Deberíamos ser disciplinados y deberíamos
estar en obediencia a Cristo. Esto debería ser una relación de amor. Debemos ser
motivados por el amor. El Señor Jesucristo dijo: Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Bien, notemos, ahora, lo que dice el versículo 3, de este capítulo 4:
Esta palabra “santificación” que encontramos aquí, es algo maravillosol; pero tememos
que haya sido muy malentendida. Creemos que, si usted lee las Escrituras, allí podrá
encontrar que la santificación tiene diferentes significados. Cuando se usa con Cristo,
significa que Él ha sido hecho santificación para nosotros, y uno no puede mejorar eso. Él
ha sido hecho eso para nosotros: nuestra santificación. Ahora, esta palabra aquí no quiere
decir que nos encontremos en un estado sin pecado. Significa que usted ha sido separado
para Dios. Simón Pedro nos habla del hecho de que “los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Ahora, esos hombres santos, (si usted puede leer la
historia de algunos de ellos) en sus vidas no parecían ser tan santos. Por ejemplo, allí
tenemos a Moisés, quién fue un asesino. David, quién escribió tantos Salmos maravillosos,
también fue un asesino. Pero ellos fueron santificados porque habían sido separados por
Dios.
Ahora, ¿debe el creyente, entonces, buscar la santidad? Creemos que sí. Pero usted y
yo necesitamos reconocer que es sólo en Cristo, donde nosotros podemos ser aceptables
ante Dios. Pues la voluntad de Dios – dice aquí – es vuestra santificación. Usted ha sido
colocado en un nivel mucho más alto amigo oyente. Usted ha sido separado para el uso de
Dios. ¿Y ahora qué? Ahora, veamos los versículos 3 hasta el 5:
3
pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4que
cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5no en pasión de
concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; 1 Tes. 4:3-5)
Por todas partes alrededor de la región de Tesalónica había paganos que mezclaban el
sexo y la religión. Y el sexo era una religión entre los griegos. Usted podía ir a Corinto y
descubrir eso; pero no era necesario ir hasta Corinto, uno podía descubrir eso ahí mismo
El apóstol Pablo está diciendo que usted debe vivir una vida hoy que eleve el evangelio.
Debemos decir que algunos creyentes viven vidas demasiado libertinas. Y eso causa que el
evangelio sufra. Y debemos decir que esos creyentes no están hoy viviendo para Dios o
sirviendo a Dios. Usted no puede servir a Dios y vivir en el pecado. El no acepta eso. ¡Él
dice eso y lo aclara muy bien aquí! Él dice que uno no debe vivir de esa manera.
6a
que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; (1 Tes. 4:6a)
Y uno tiene que ser honrado si va a ser un hijo de Dios. Y en la segunda parte del
versículo 6 dice:
6b
porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. (1
Tes. 4:6b)
Y nosotros hemos vivido por mucho tiempo como creyentes y trabajado entre los
creyentes para observar esto en la vida de muchos de los creyentes hoy. Hemos podido ver
que algunos creyentes han sido deshonestos. Y, amigo oyente, el Señor es vengador. Él
actúa y los juzga. Hemos visto esto una y otra vez. Luego, en el versículo 7, dice el Apóstol
Pablo:
7
Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. (1 Tes. 4:7)
El hijo de Dios no puede continuar en el pecado. Amigo oyente, el hijo pródigo quizá
8
Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio
su Espíritu Santo. (1 Tes. 4:8)
En el hijo de Dios mora el Espíritu Santo, y él no puede vivir de esa manera porque el
Espíritu Santo es un Espíritu Santo. El día llegará cuando el hijo de Dios deseará vivir por
Dios y deseará la santidad en su vida. Y esto es algo que necesita ser enfatizado hoy.
Vamos a tener que dejar nuestro estudio en esta porción ya que estamos entrando a una
sección maravillosa del capítulo 4, la cual nos habla de la venida del Señor Jesucristo y del
rapto de la Iglesia. Todo esto pertenece junto. Amigo oyente, no hay nada en esta vida que
pueda afectar más la vida del creyente como el esperar la inminente venida de Cristo en el
día de hoy. No es una doctrina para argumentar o discutir. Es una doctrina por la cual
debemos vivir. Es una doctrina en la cual uno debe andar hoy. No es una teoría que se
encuentra por allá arriba en el cielo. Vamos a ser arrebatados en las nubes, pero ahora
mismo nosotros tenemos que andar caminando por las calles de nuestras ciudades aquí en
la tierra.
Y aquí, nos detenemos por hoy. Dios mediante, en nuestro próximo programa,
continuaremos nuestro estudio de este capítulo 4, de la Primera epístola a los
Tesalonicenses.