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DEMASIADO POBRE PARA DIEZMAR

Durante una campaña para alistar a cada miembro de la iglesia, un diácono tocó la puerta de
una viuda muy pobre. "Se supone que debo invitarla a firmar una tarjeta de promesa para la
iglesia, pero no creo que usted deba hacerlo," le dijo. "¿Por qué?" la mujer preguntó
asombrada. "Porque no tiene mucho dinero y usted lo necesita todo para usted mismo,"
replicó el diácono. "Es verdad que tengo muy poco dinero," contestó la viuda quietamente.
"Pero lo que tengo me ha venido de mi Padre celestial. No soy dueña de lo poco que poseo,
pues lo debo a Dios. Puede ser que sea muy pobre, pero no soy demasiado pobre para
diezmar.

La gente nunca se empobrece tanto que no pueda diezmar." ¡Demasiado pobre para
diezmar! A diferencia de la viuda, muchas personas creen sinceramente que la falta de
mucho dinero los excusa de dar el diezmo. Puede ser que usted, lector, sea uno de ellos.
Puede ser que usted diga; "Oh, sí yo soy demasiado pobre para diezmar. Yo tengo mis
deudas que pagar." Es verdad que tiene usted deudas que pagar, pero, ¿con cuánto está
endeudado con Dios? Más de lo que usted podrá jamás pagar. Y debe considerar sus
deudas con Dios tan seriamente como considera sus deudas con sus semejantes. Su
diezmo es una prenda de su deseo de pagar lo que debe al Señor. Es un reconocimiento de
que usted es deudor y no dueño. O bien puede ser que usted diga: "Tengo mi familia a la
cual debo sostener. Soy demasiado pobre para diezmar." Cierto, usted tiene que sustentar a
su familia. Debe ofrecerles alimento y abrigo. Pero no olvide que debe brindarles también
oportunidades de recibir bendiciones espirituales, y que éstas. Vienen sólo sobre aquellos
que siguen el camino de Dios, Además, debe usted evitar caer en el error de disfrazar los
lujos como necesidades. O puede ser que usted ofrezca esta excusa: "Dejemos a aquellos
que tienen más dinero que yo la responsabilidad de sostener, de su abundancia, la iglesia.

Realmente soy muy pobre para diezmar." Si esto fuera así, las iglesias serían sólo para los
acomodados. Nada está más lejos que esto de las enseñanzas del Nuevo Testamento. Dios
tiene más interés en el desarrollo del carácter que de la cantidad que usted pueda dar. Un
espíritu feo y egoísta puede desarrollarse tanto en el rico como es el pobre. Su dádiva es
una especie de expresión de carácter que solamente usted puede ofrecer. Su dádiva puede
ser pequeña, pero sí es lo mejor que usted tiene, agradará a Dios, que es lo que
verdaderamente cuenta. Suponga que usted ofrece alguna de estas excusas, ¿qué ha
hecho en realidad? Sólo ha puesto de manifiesto lo que estaba en la superficie de su
corazón. “Su verdadera pobreza está mucho más adentro”. Primero, Puede haber pobreza
de devoción.

Generalmente el hombre da a aquello que ama. El hombre que gasta excesivamente en sí


mismo está enamorado de sí mismo. ¿Ama usted la iglesia? ¿Ama usted al Salvador? ¿Ama
usted Su Reino? Entonces usted indudablemente les dará algo. El amor se entrega todo. Si
el amor de Dios dio al Salvador, y el amor de Cristo le dio a usted la salvación, entonces su
amor, el amor de usted, después de haberle entregado toda su vida, no hallará que el
diezmo sea cruz tan pesada que no pueda cargar. El camino más cierto para llegar a tener
un carácter voluble e irresponsable es amar más al dinero que a Dios y a los demás.

El diezmo es el antídoto contra el amor al dinero. Segundo, Puede haber pobreza de visión.
La persona que se excusa diciendo: "Soy demasiado pobre para diezmar" no se considera a
sí misma responsable del mundo. No comprende que Cristo estaba hablando a él cuando
dijo: "Id por todo el mundo ..." (Mateo. 28:18), y que su única manera de ir es entregar su
diezmo para que otros vayan en su lugar. Ni tampoco puede ver que cuando él diezma,
aunque sea muy pobre, está almacenando tesoro en donde ni la polilla ni el orín corrompen
y donde ladrones no minan ni hurtan. Finalmente, Puede haber pobreza de fe.

Un creyente miedoso jamás diezmará, Insiste en andar por vista. Las promesas del Señor no
son reales para él, sino que desea verlas cumplidas antes de aventurarse. "Creéis en Dios,
creed también en mí" (Juan 14:1). Note usted: "Creéis." Si verdaderamente cree usted,
entonces Dios es importante. La causa del Señor será su causa. Si usted cree de corazón
no tendrá mucha dificultad para dar. La fe halla expresión en la dádiva. Resuelva usted de
una vez y para siempre no volver a ofrecer la pobreza como excusa para no diezmar. Si
quieres ser menesteroso, acumula; Si deseas ser pobre, sé avaro; Pero si quieres
abundancia, desparrama. Y permita usted que toda su dádiva sea por amor de Cristo. El es
el mayor Dador de todos, "Porque ya sabéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por
amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos" (2 Corintios. 8:9). ¡Si usted anhela todas las bendiciones de Dios pague los
diezmos completos! Y al no darlos completos ni ha diezmado siquiera.

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