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3. La neurosis de transferencia, descrita por Freud como momento prínceps del tratamiento,
en la que todos los elementos de la neurosis son actuados en presencia del analista.
Se trata de afectos que habrán estado orientados originalmente hacia los padres, los hermanos u
otras personas significativas en la infancia y que en la vida adulta mantienen su presencia y su
efectividad psíquica, de modo que es posible transferirlos a escenarios actuales. Freud señala que
este fenómeno ocurre de manera completamente espontánea en las relaciones entre seres
humanos, pero cobran una relevancia especial en la relación analítica, convirtiéndose en su
instrumento principal, para el cambio psíquico del analizante. Freud registró que sólo mediante la
experiencia transferencial, en la actualidad del tratamiento, pueden ser vencidas las resistencias
psíquicas del analizante, de manera de lograr que aquello reprimido o inconsciente, sea aceptado
por el paciente, produciendo un cambio permanente en ese punto y su trama. En la técnica de
tratamiento psicoanalítico la relación entre el psicoanalista y el analizado, por las particularidades
del encuadre analítico, la transferencia y el análisis de la forma específica en que se presenta,
ocupa, entonces, un lugar central para la cura. J. Laplanche y J. B. Pontalis lo definen así:
(...) el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos,
dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de
la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado
sentimiento de actualidad. Casi siempre, lo que los psicoanalistas denominan transferencia, sin
otro calificativo, es la transferencia en la cura. La transferencia se reconoce clásicamente como el
terreno en el que se desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta
por la instauración, modalidades, interpretación y resolución de la transferencia.
Fundamentos[editar]
Fueron justamente los episodios que ocurrieron con la paciente denominada Anna O., a quien
atendió Breuer, y los tratamientos de las pacientes histéricas que se registran en Estudios sobre la
histeria los que empezaron a generar la hipótesis de que las transferencias eran "hacia la persona
del médico".
Fue por primera vez, en 1905, al analizar las causas del fracaso terapéutico del tratamiento
psicoanalítico de Ida Bauer (Caso Dora), que Freud definió la transferencia en relación estrecha a
la resistencia, efecto de las fuerzas antagónicas que se habían opuesto al avance de la terapia de
su joven paciente.2
Tipos de transferencia:
1. Transferencia positiva, que son los sentimientos amistosos y afectuosos hacia el analista.
Freud señaló una diferencia entre una transferencia positiva débil, aquella que permite el
avance del tratamiento; y otra "hiperintensa" o transferencia erotizada, que en los hechos,
se comporta como negativa, ya que es sinónimo de resistencia, en cuanto se detienen las
asociaciones del analizante.
Será Carl Gustav Jung quien, ante el hecho incontestable de la Transferencia, plantee a Freud la
necesidad de que todo analista estuviese a su vez analizado, siendo por tanto el primero en
introducirlo, tal y como él mismo lo contempla: «Reconociendo estos hechos, el propio Freud
aceptó mi exigencia de que el médico sea analizado».4