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CAP1TULO VII
según el mismo Riva Agüero, había incurrido en dos faltas al retirarse por
el camino de Canta, primero, exponiéndose a ser batido en detall, pues
dejaba a San Martín franco el camino más corto para llegar a Jauja en
cinco días, a marchas regulares, mientras él necesitaba doble tiempo para
llegar al mismo punto; segundo, permitiendo a San Martín caer con todas
sus fuerzas sobre el Virrey, que no contaba con fuerzas bastantes para
resistirlo y aun para poder salvar su tren militar. ¿Qué mejor ocasión po-
día pues presentársele a un general aguerrido y deseoso de doblegar a
su adversario? La estación del año era favorable para trasponer la cordi-
llera; al protector no le faltaban medios de movilidad y una marcha rá-
pida sobre Jauja habría desconc.e rtado a La Serna, lo habría puesto en
fuga y, "h,~cho esto, el batir a Canterac, cuyas tropas venían fatigadas y
maltrechas después de su largo y penoso viaje, habría sido empresa fácil.
Con esta victoria habría terminado la dominación española en el Perú. 17
5. - Una vez ocupada Lima por los patriotas, Cochrane insistió ante
San Martín para que se pagase a las tripulaciones de los barcos, a fin de
calmar el descontento que entre ellos cundía y prevenir la insubordina-
ción. Según lo convenido con el gobierno de Chile, una vez tomada Lima,
se abonaría a oficiales y marineros sus haberes atrasados, que represen-
taban cerca de 150.000 pesos; se les había ofrecido, además, otorgarles un
año de sueldo de gratificación y 50.000 pesos, prometidos por Cochrane, a
cuantos tomaron parte en la toma de la Esmeralda. El Almirante había
insistido en la paga y el 7 de Agosto · de 1821, a vuelta de otras muchas
advertencias que hacía a San.Martín, le volvía a repetir que era necesario
cumplir los compromisos· contraídos con la escuadra y que era injusto
que a ésta se la mantuviese impaga cuando al ejército se le concedían
dobles haberes. El 9 le contestaba San Martín, reconociendo la deuda que
se debía a los marinos, por concepto de la gratificación ofrecida y el pre-
mio a los captores de la Esmeralda, pero rehusando pagar los haberes
atrasados, porque en su concepto era Chile quien debía pagarlos. No era
político, dice Nemesio Vargas, hacer objeciones al pago de estos haberes,
si se tiene en cuenta que los marineros se encontraban al servicio del Perú.
Nos adherimos a esta opinión y consideramos que en esta parte San Mar-
tín incurrió en un error.
Mas no sólo por esta causa se dio por ofendido el Almirante, quizá
le dolió más ver la protección que se dispensaba a los desertores de la
escuadra y el favor que se había prestado a algunos de sus subalternos,
como Guise y Spry, que no habían querido acatar sus órdenes. El 24 y
el 27 de Agosto de 1821,,Cochrane se dirigió a Monteagudo como ministro
de Marina y en ambas comunicaciones le da a entender que la situación
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