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El monarca es el jefe de Estado de un reino cuya forma de estado recibe el nombre

de monarquía, ejerce normalmente la más alta representación del estado y arbitra y modera el
funcionamiento de sus instituciones.2 Puede ser jefe de una etnia (zulúes, maoríes, etc.) o de
un país (46 Estados o Instituciones elevadas a la categoría de Estado -Orden de Malta-,
reconocidas por la ONU). Uno de esos jefes de Estado, en concreto, la reina del Reino
Unido ostenta el papel de cabeza de la Mancomunidad de Naciones, organización que
comparte lazos históricos con el Reino Unido. Quitando unos poquísimos casos, que son
elegidos por un cónclave(Ciudad del Vaticano), asamblea (Orden de Malta), por decisión papal
(copríncipe eclesiástico de Andorra) o por elección democrática del pueblo francés
(presidente de Francia y copríncipe de Andorra), tal y como señala la Constitución de
este Estado pirenaico, es un título hereditario y, en principio, vitalicio (de nuevo, la excepción
la marcan los copríncipes de Andorra).
Aunque tradicionalmente han actuado como autócratas (en el sentido de ejercer por sí sola la
autoridad suprema de un Estado, caso del emperador o zar de Rusia, también han podido ser
figuras de carácter ceremonial sin ningún poder real (caso del emperador de Japón), con el
poder restringido a sus territorios patrimoniales (caso del emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico o el rey de Francia en la Edad Media antes de que extendiera su
autoridad a la totalidad del país), o con unos poderes más o menos limitados por una
constitución, en cuyo caso se habla de monarca constitucional (caso del estatúder en los
Países Bajos, el rey de España o el rey de Inglaterra).
Habiendo estado extendidos por casi todo el globo, el origen de los distintos regímenes
monárquicos es a veces un tanto incierto, sobre todo por la antigüedad de muchos de ellos y
por la carencia de fuentes relevantes que lo refieran; en estos casos, es relativamente común
que la monarquía se asocie a alguna leyenda de carácter mítico, usualmente asociada a una
intervención divina, (caso del emperador en Japón, supuesto descendiente de la
diosa Amaterasu; y también de los emperadores julio-claudios de Roma, que decían
descender de la diosa Venus). En muchos otros casos, existen abundantes fuentes
documentales que describen la aparición de la monarquía, como por ejemplo en el
advenimiento del régimen imperial romano y de su directo descendiente el Imperio bizantino,
en el establecimiento del Sacro Imperio Romano Germánico. De todas formas, dentro del
contexto de las monarquías cristianas (que van desde el Bajo Imperio romano y el Imperio
bizantino hasta los reyes de Francia, Inglaterra, Austria, España, entre otras) se extendió
como había sido en la Edad Antigua, a modo de justificar el régimen, el concepto
de monarquía divina, en virtud del cual el rey lo era por la gracia de Dios (derecho divino de
los reyes), lo cual confería un carácter sagrado a la monarquía. Conceptos parecidos se
empleaban en el Imperio chino, donde el emperador (el 'Hijo del Cielo'), ostentaba el llamado
"mandato del Cielo", que lo habilitaba para gobernar.
La monarquía es mayoritariamente hereditaria y presuntamente perpetua, excepto en casos
excepcionales como en la Ciudad del Vaticano, donde el monarca es un pontíficeelegido por
inspiración divina, por un grupo cerrado de personas que conforman el Colegio Cardenalicio.
El modo de herencia más común ha sido de padres a hijos, por línea paterna; las monarquías
matrilineales han sido algo excepcional. En algunas dinastías, las mujeres han podido
gobernar, bien porque no hubiera ningún hermano varón, bien porque ellas fueran las
primogénitas; ello, empero, dependía de las tradiciones de la propia dinastía: por ejemplo, la
dinastía Capeto de Francia, se regía por la Ley Sálica que impedía gobernar a las mujeres,
mientras que la Casa de Trastámara de Castilla no lo hacía, y algunas mujeres pudieron llegar
al poder.
Los monarcas pueden recibir distintos títulos, como rey / reina, emperador / emperatriz, gran
duque / gran duquesa, príncipe/princesa, papa (con dignidad religiosa), rara vez se les
denomina caudillo; en algunas civilizaciones americanas cacique (sobre todo de carácter
tribal), pishin (en las culturas mayas), inca (en el Imperio inca). Existen además términos
específicos para los monarcas de algunos estados, derivados de los idiomas locales o de
adaptaciones lingüísticas, como zar (de Rusia, de Bulgaria), faraón (de Egipto), sah (de
Persia), kan (o khan, para los pueblos tártaros). Los monarcas de los estados gobernados por
la ley islámica eran llamados sultanes, y si estaban investidos de la suprema autoridad
religiosa, califa (que significa algo así como "representante del profeta" o comendador de los
creyentes). En la antigua Grecia, los monarcas recibían el título de tirano o basileo; este último
fue retomado por los emperadores bizantinos. Los términos príncipe y princesa provienen del
latín princeps, primer ciudadano; fue el título empleado durante el Alto Imperio romano por los
emperadores (a su vez, emperador viene del latín imperator, título militar equivalente a
"soberano" o jefe del Ejército). Algunos monarcas soberanos, sobre todo de Italia, mantuvieron
el título de príncipe, y en ciertos países como en Francia fue empleado como título nobiliario;
en otros casos se destinó a los hijos, descendientes o herederos del monarca (príncipe de
Asturias, príncipe de Gales, príncipe de Orange, entre otros). Nótese que en algunos
países europeos, asiáticos y africanos un "rey" es el jefe de Estado de una nación-estado,
pero en otros países, el rey puede que sea el jefe de una tribu, y que no se corresponda con
un Estado independient

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