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I.

ACUSACIÓN
. a) Resumen de los hechos: El 11 de febrero de 2014, en la Ciudad de
México, a las 23.20 horas, Antonio Álvarez Gómez ingresó a la casa
habitación de Virginia Vélez Suárez y Valdemar Rosas Fernández, a
quienes amagó con un cuchillo y les obligó a entregar sus carteras;
luego se dio a la fuga. 


. b) Delito: Robo agravado, previsto y sancionado por el artículo 367 del


Código Penal Federal en relación con el artículo 372 de ese mismo
ordenamiento. 
 Artículo 367.- Comete el delito de robo: el que se apodera
de una cosa ajena mueble, sin derecho y sin consentimiento de la persona que
puede disponer de ella con arreglo a la ley. 
 Artículo 372.- Si el robo se
ejecutare con violencia, a la pena que corresponda por el robo simple se
agregarán de seis meses a cinco años de prisión. Si la violencia constituye
otro delito, se aplicarán las reglas de la acumulación. 


. c) Elementos (para fines didácticos de este caso hipotético):

- Acción (verbo rector): apoderarse. 


- Objeto material: una cosa. 


- Elementos normativos: “ajena”, “mueble”, “sin derecho”


y “sin consentimiento de la 
 persona que puede disponer de ella con
arreglo a la ley”. 


- Circunstancias de lugar: Lugar (i) cerrado y (ii)


habitado o destinado para habitación. 


- Modo: Arma, objetos peligrosos. 


- Medio comisivo: violencia 


. d) Acusado: Antonio Álvarez Gómez. 


. e) Ofendidos: Virginia Vélez Guzmán y Valdemar Rosas Fernández. 



. f) Penalidad posible: de seis meses a cinco años de prisión 


II. INFORME DE LA AGENTE DE POLICÍA PAULINA PELAEZ RUIZ


A las 11:25 p.m. me encontraba haciendo mi recorrido de patrullaje en la
Delegación Miguel Hidalgo, cuando me avisaron de un robo en una casa a
unas cuadras de mi ubicación. Fui directo hasta la casa, en la calle Montes
Urales No. 75, y me tomó no más de tres minutos llegar al lugar. Entré
inmediatamente y vi a una pareja sentada en su sala. La sala se encontraba
desordenada, con papeles y cosas tiradas por todos lados.
Me identifiqué como policía y les pregunté si se encontraban bien, a lo que
ambos contestaron que sí.

Proseguí a preguntar qué había pasado, y me contaron lo que aparece abajo


en el informe, en las secciones de las declaraciones de cada una de esas dos
personas.

Luego de tomar las declaraciones, tomé unas 15 fotos de la casa y las


condiciones en que se encontraba.
Me fui de la casa, dirigiéndome a la delegación. Esta zona es poco
concurrida, sobre todo de noche. Por eso me extrañó ver a un hombre
caminando por la calle a unas cinco cuadras de la casa. Detuve el vehículo
para observar mejor y vi que este hombre se parecía mucho al sospechoso
que la pareja me había descrito.
Cuando el hombre se percató de mi presencia, se echó a correr; yo me bajé
de la patrulla y lo perseguí. En la persecución lo vi tirar hacia un lado del
camino un par de cosas que no pude ver muy bien. Luego de perseguirlo
durante unos diez segundos, lo alcancé, lo detuve, y lo tiré al piso, donde le
puse las esposas. En ese momento la referida persona se identificó como
Antonio Álvarez Gómez.

Una vez que aseguré al sospechoso dentro de mi patrulla, volví a buscar lo


que había arrojado. Eran dos billeteras. Las abrí y no había dinero, pero sí,
reconocí las identificaciones de las víctimas. De acuerdo al procedimiento
de rigor, le realicé una inspección, durante la cual descubrí que portaba un
solo billete de a 50 (cincuenta) pesos en el bolsillo izquierdo, con número
de serie A1460071. Volví al vehículo, aseguré por separado tanto el billete
como las dos carteras, y llevé al aprehendido de vuelta a la casa para que lo
identificaran.

Pedí al señor Rosas Fernández que me confirmara que el señor que


aprehendí era el presunto ladrón. Bajé a Álvarez del vehículo y de
inmediato Rosas Fernández me dijo que era él, que no tenía ninguna duda.

Llevé a Álvarez a la delegación, y luego de procesarle y notificarle de sus


derechos, me dijo “No quiero hablar con usted. Quiero un abogado.” Cesé
mi interrogación.

III. ENTREVISTA DE VIRGINIA VÉLEZ GUZMÁN EN FISCALÍA


12 de febrero de 2014, 00.15 horas

[Ama de casa, 50 años]


A eso de las 11 p.m., mi marido Valdemar y yo estábamos regresando a
casa. Habíamos estado en un restaurante en el centro, celebrando un
ascenso que le habían dado en el trabajo. Llegamos a la casa. Habíamos
dejado las luces apagadas. Al llegar, prendimos la luz del pasillo.
De repente, vimos a un hombre que nunca habíamos visto antes, parado en
nuestra sala, quien estaba revisando los cajones de un gabinete. Había
papeles y otras pertenencias tiradas en el piso por todos lados. La sala
estaba hecha un relajo. Él se veía sorprendido y asustado; se veía muy
pálido, pero estaba sudando. Creo que traía puesta una camisa de color café.
No sé cuánto medía, soy muy mala para esas cosas, pero era de estatura
normal.
Dijo algo como “maldición.” Valdemar trató de abalanzarse sobre él, pero
el señor sacó un cuchillo de su pantalón, Valdemar volvió hacia mí y se
puso delante de mí casi ocultándome del hombre. No vi al hombre, pero le
escuché gritar “¡No intenten nada!” Valdemar le dijo que se fuera, y luego
el hombre dijo “sus carteras y no les hago nada.”
Yo todavía tenía mi bolsa colgada en mi hombro. Metí la mano y saqué mi
cartera. Todavía con mi cara contra la espalda de mi marido, se la pasé.
Tenía unos $1,000.00 pesos adentro. Como recién en la tarde había ido a
sacar dinero, probablemente llevaba una mezcla de billetes de a $50 y $100,
pues así me los dan casi siempre en mi banco.

Luego vi que mi marido sacó la cartera que traía en su bolsillo de atrás, y le


dijo al ladrón “tenga y váyase ahora.”
Hubo una larga pausa y temí que el hombre nos hiciera daño. Luego de
unos instantes muy tensos, le escuché correr, saliendo por la puerta de atrás.
Valdemar saltó a la puerta, cerrándola con llave. Luego llamamos a la
policía, y cuando llegó una agente mi marido le narró lo que había pasado,
dando una descripción del señor: de unos 40 años, 1.65 metros, 70 kilos,
camisa roja, pelo crespo.

IV. ENTREVISTA DE VALDEMAR ROSAS FERNÁNDEZ


11 de febrero de 2014, 23.40 horas
[Comerciante, 50 años]

Mi esposa y yo estábamos volviendo de festejar en nuestro restaurante


favorito, el Alonso’s. Volvíamos a casa porque los dos estábamos bien
cansados.

Entrando a la casa por nuestra puerta principal, nos encontramos casi de


frente con un ladrón en la casa. Me pareció que lo habíamos sorprendido
tratando de robar joyas o algo así, ya que estaba hurgando en algunas cajas
que teníamos en la sala. Las cajas estaban todas volteadas. Revisé después,
y no se había llevado nada de lo que había en las cajas (guardamos nuestras
pertenencias de valor en una caja de seguridad).
El ladrón estaba parado allí. Nunca me olvidaré de él. Medía 1.75, un peso
de unos 75 kilos. Tenía unos jeans, y una chaqueta roja. Su pelo era crespo
y largo, y tenía unos ojos medio alocados.
Todos nos quedamos mirando durante un par de segundos. Temiendo por la
vida de mi esposa, me acerqué para atacarle, y luego el tipo muy cobarde
sacó una navaja. Me volví hacia mi esposa y me interpuse entre él y ella.
No iba a dejar que se le acercara así que la protegí lo mejor que pude, y
seguí mirando hacia atrás para ver si ella se encontraba bien.

Nos gritó que no hiciéramos nada. Yo sólo quería que se fuera y se lo dije.
Él respondió diciendo “denme sus carteras y no les hago nada.”
Mi esposa me pasó su cartera. Yo saqué la mía, que tenía unos $2,000.00
pesos adentro. Le di al ladrón las dos, diciéndole que nos dejara en paz.
Me miró y empezó a hacer ademanes con la navaja, como si me fuera a
apuñalar. Yo solamente me quedé mirándolo. Luego de unos segundos, se
fue.
Después de eso, de inmediato le llamé a la policía que llegó en unos 5 o 10
minutos, y a quien informé que un ladrón nos había robado y acababa de
huir de la casa. Di una descripción de él: de unos 40 años, 1.75, 75 kilos,
pantalones jeans, y chaqueta roja. Su pelo era crespo y largo.

V. ENTREVISTA DEL SR. ANTONIO ÁLVAREZ GÓMEZ [SÓLO A


SU ABOGADO DEFENSOR]
12 de febrero de 2014

[Indigente, 34 años]
Yo no tengo nada que ver con esto. Soy un indigente y suelo dormir en el
albergue San Francisco que está cerca de la central de autobuses de
Observatorio. Iba caminando hacia allá la noche del 11 de febrero de 2014,
y pasé por unos basureros de una colonia de viviendas muy ricas. Allí hay
buenas cosas, a veces. Bueno, aproveché y vi un par de carteras. Bueno, no
había dinero adentro, pero pensaba venderlas y tal vez las tarjetas de crédito
y las identificaciones, también. No sé, pero quería aprovechar la situación
de alguna forma.
Sé que me acusan de meterme en la casa de esas personas y de robo. Soy
drogadicto, y necesito dinero, pero no estoy tan loco como para hacer algo
así.

Bueno, iba caminando y de repente, veo una patrulla de policía. No quería


que la policía me molestara, así que corrí. Una poli vino persiguiéndome.
No quería que me sorprendiera con dos carteras, así que las tiré en un
callejón y seguí corriendo. La poli me alcanzó, me agarró y me tiró al piso.
Me esposó, y me hizo una revisión. No encontró nada en mi persona salvo
un solo billete de a 50 pesos, el cual me habían prestado esa mañana en el
albergue. Sin embargo, cuando le dije eso a la poli, fue casi como si le
hubiera parecido gracioso porque respondió “oye pendejo, pa’ la próxima,
te recomiendo que lo gastes todo.” Luego me subió a la patrulla.

Yo gritaba que no había hecho nada, y que me dejara en paz. Me puso en la


parte de atrás y luego de unos minutos volvió y me mostró las dos billeteras
diciendo “buen intento”.

La poli me llevó a una casa cerca del basurero donde había encontrado las
billeteras y me sacó del vehículo. Vi entonces a un señor parado enfrente de
la casa, quien dijo algo como “es él.” La poli habló con ese señor durante
unos segundos, me metió de nuevo al vehículo, y luego me llevó a la
estación de policía.
Cuando llegamos, la policía me dijo algunas cosas de mis derechos. Yo no
quería hablar con ella y dije que quería hablar con un abogado. Luego se
fue, y aquí estoy, pero no hice hada.

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