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Universidad de Colima

FACULTAD DE CIENCIAS BIOLÓGICAS Y AGROPECUARIAS

DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO

EFECTO DE LA CONCENTRACIÓN DE NEMATODOS


ENTOMOPATOGENOS, SOBRE LA MORTALIDAD DE
Anastrepha ludens

TESIS

QUE PRESENTA

Ezequiel González Reyes

PARA OBTENER EL GRADO DE

MAESTRO EN BIOLOGIA DE LA PRODUCCIÓN

ESPECIALIDAD EN MICROBIOLOGÍA

TECOMÁN, COLIMA, MÉXICO NOVIEMBRE DE 1998.


C. Ezequiel González Reyes
Alumno del posgrado
P’r e s e n t e.

En virtud de haber analizado y discutido detenidamente el trabajo de tesis


de Maestría titulado "Efecto de la concentración de nematodos
entornopatógenos, sobre la mortalidad de Anastrepha ludens " que presentó al
cuerpo académico del posgrado, integrado por los Dres. Roberto Lezama
Gutiérrez, Oscar Rebolledo Domínguez y Jaime Molina Ochoa ; se determinó que
ha cumplido con todos los requisitos académicos y que su documento cumple con
los requisitos de forma y fondo señalados por la Facultad, por lo que se ha
aprobado la Tesis para su impresión y pueda ser presentada ante un jurado, para
obtener el Título DE Maestro EN Biología de la Producción con especialidad en
Microbiología.

Dicho trabajo de investigación fue realizado bajo la dirección del Dr. Roberto
Lezama Gutiérrez y la asesoría del Dr. Luis Felipe Bojalil Jaber, Dr. Miguel Arenas
Vargas, Dr. Antonio Flores Díaz, Dr. Héctor González Cerezo, Dra. Judith Licea de
Arenas y del Dr. Fausto Sánchez y García -Figueroa.

ATENTAMENTE
ESTUDIA * LUCHA * TRABAJA
Tecomán, Colima, ll

Michel Rosales
Director

Carretera Jiquilpan-Manzanillo, km 260 /Tecoman,Colima; 28100 A.P. 36. Telefax 01 (332 44237; 44642)
Esta tesis fue realizada bajo la dirección del Dr. Roberto Lezama Gutiérrez y la asesoría

del Dr. Luis Felipe Bojalil Jaber, Dr. Miguel Arenas Vargas, Dr. Antonio Flores Díaz, Dr.

Héctor González Cerezo, Dra. Judith Licea de Arenas y del Dr. Fausto Sánchez y García -

Figueroa, la cual ha sido aprobada y aceptada por los mismos, para presentarse como requisito

parcial para obtener el grado de:

MAESTRO EN BIOLOGÍA DE LA PRODUCCIÓN

ESPECIALIDAD EN MICROBIOLOGÍA

Tecomán, Colima, México, 28 de Noviembre de 1998


AGRADECIMIENTOS

Mi agradecimiento al Laboratorio de Producción y Cría Masiva de Moscas de la Fruta

MOSCAFRUT - SAGAR, de Metapa de Domínguez, Chiapas, por su apoyo brindado para el

abastecimiento de larvas de A. ludens, para la realización de este proyecto.

Al Dr. Harry K. K y a del Departamento de Entomología y Nematología de la Universidad de

California Davis, y al Dr. Grover C. Smart, del Departamento de Entomología y Nematología

de la Universidad de Florida en Gainesville, Fla., quienes cortésmente nos donaron cuatro

cepas de Steinernema y una de Heterorhabditis, respectivamente, por conducto del Dr. Jaime

Molina 0.

Al Lic. Fernando Moreno Peña, ex- Rector de la Universidad de Colima, al Ingeniero Lorenzo

Hernández Arreguín, ex- Secretario General; al Dr. Luis Felipe Bojalil Jaber, Director del

Posgrado en Biología de la Producción; al Dr. Carlos E. Izquierdo Espinal y M. en C. Amoldo

Michel Rosales, Delegado Regional y Director de la Facultad de Ciencias Biológicas y

Agropecuarias respectivamente, a ellos gracias por haberme recibido en sus aulas educativas.

Al M. en C. Salvador Galván Infante, ex- Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás

de Hidalgo; al Dr. Orlando Vallejo Figueroa, ex- Secretario Académico de la U.M.S.N.H.; al

M. en C. Miguel Martínez Trujillo, ex- Director de la Facultad de Biología, a todos ellos mi

más profundo agradecimiento por la confianza que depositaron en mi.

Al Dr. Miguel Arenas Vargas, Profesor del Posgrado, mi más sincera gratitud y reconocimiento

por su gran calidad humana, por enseñarme a encontrar sentido a la realidad de las cosas y a

transformarla. Así mismo, quiero manifestar mi gratitud al Dr. Roberto Lezama Gutiérrez,

i
ex - Coordinador y profesor del posgrado, por su apoyo, conocimientos y experiencias que

compartió conmigo para llevar a cabo esta investigación.

A los doctores Luis F. Bojalil Jaber, Antonio Flores Díaz, Héctor González Cerezo, Fausto

Sánchez y García -Figueroa de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco; a

la Dra. Judith Licea de Arenas de la Universidad Nacional Autónoma de México, a ellos mil

gracias por asesorar mi proceso de formación.

A los Doctores Enrique H. Cabanillas, Investigador del USDA; Martín Aluja S. del Instituto de

Ecología de Xalapa, Ver.; Dra. Ernestina Gutiérrez Vázquez de la Universidad Michoacana de

San Nicolás de Hidalgo; a los Dres. Jaime Molina Ochoa, Oscar Rebolledo Domínguez y

Roberto Lezama Gutiérrez, del Laboratorio de Control Biológico; a la Ing. Teresa Castillo,

todos de la Universidad de Colima, por sus valiosas sugerencias al manuscrito.

A mis compañeros y amigos del posgrado, que en los espacios de socialización me brindaron

sus conocimientos, experiencias, apoyo y amistad, estimulando en mi el deseo de superación,

sin los cuales no hubiera realizado mis propósitos.

A todos aquellas personas que de alguna manera contribuyeron a que continuara con mis

estudios, para hacer posible la realización de este trabajo, mil gracias.

ii
DEDICATORIA

A mis padres, J. JESÚS GONZÁLEZ OCHOA y MA. ISABEL REYES ALCANTAR,

por creer en mí, por los esfuerzos y sacrificios que me han dedicado, por alentar a prepararme y

vencer los retos.

A mi abuelita, MANUELA ALCANTAR MORALES y mi tío, PEDRO REYES

ALCANTAR q. e. p. d., quienes con sus consejos y experiencia me animaron a seguir

superándome, a los cuales les hubiera gustado compartir estos momentos conmigo.

A mi esposa, LETICIA, por su paciencia y comprensión.

A mis hijos, EZEQUIEL Jr., EDUARDO, EZEQUIELITO y VERÓNICA LIZBETH,

por llenar de alegría mi vida.

A mis hermanos, por interesarse en mi preparación.

A mis primos y familiares, por sus consejos y espíritu de ayuda en los momentos angustiosos.

A todos mis compañeros y amigos, a todas aquellas personas que escapan a mi

memoria, gracias por su ayuda y el compartir esos momentos conmigo.

iii
EFECTO DE LA CONCENTRACIÓN DE NEMATODOS ENTOMOPATÓGENOS,

SOBRE LA MORTALIDAD DE Attastrepha ludens

RESUMEN

La producción frutícola tiene gran importancia en la economía nacional y es una fuente de

alimento en el mundo. Esta productividad está limitada por las moscas de la fruta. En México

se tiene una superficie cultivada de 1’900,000 ha con frutales que producen 30% del valor total

de los productos agrícolas. La mosca mexicana de la fruta, Anastrepha ludens (Loew) tiene

alrededor de 14 cultivos hospederos, como cítricos, mango, manzana y otros, provocando

daños directos y medidas cuarentenarias que impiden la exportación de estos productos. Varias

estrategias han sido desarrolladas para el control de esta especie, como aplicación de químicos,

liberación de insectos estériles, parasitoides y feromonas sexuales, con resultados alentadores.

Sin embargo, el problema de las moscas de la fruta continúa. En los programas de manejo de

plagas, los organismos patógenos como bacterias, hongos y nematodos han sido poco

estudiados como agentes de control biológico, no obstante el potencial que presentan. En los

nematodos entornopatógenos, el avance es menor aún, pues se conoce sólo un documento que

aborda el problema. Lo anterior hace necesario analizar el efecto de especies y concentración

de nematodos, sobre la mortalidad de A. ludens. Se parte de la hipótesis de que las diferentes

concentraciones de nematodos entornopatógenos causan mortalidad diferente en larvas de A.

ludens.

Se evaluó la mortalidad de larvas de A. ludens expuestas a cinco concentraciones de

Steinernema carpocapsae. S. glaseri, S. feltiae, S. riobravis y Heterorhabditis megidis.

iv
El experimento se llevó a cabo en macetas con 300 mL de suelo estéril y 15% de humedad. A

cada maceta se le agregó 1 mL de suspensión conteniendo de 1,000 a 5,000 nematodos por

maceta y 100 larvas de A ludens. Cada uno de los tratamientos fueron examinados con cuatro

repeticiones. Los entornopatógenos produjeron mortalidad en larvas del tercer estadio de A.

ludens y mostraron diferencias en virulencia según la especie del nematodo. Se encontraron dos

niveles de significación; el primero, formado por las especies S. glaseri y S. riobravis, fueron

las más virulentas, con 54.1 y 47% de mortalidad respectivamente; el segundo estuvo formado

por H. megidis, S. feltiae y S. carpocapsae con mortalidades del 28 al 25.2%. S. glaseri causó

una mortalidad promedio superior al SO%, en donde se detectó una relación positiva entre la

concentración y la mortalidad; variando desde un 38 hasta un 75% a la concentración más baja

y alta respectivamente, con una CL50 igual a 21 nematodos/larva. Existieron diferencias en los

porcentajes de mortalidad dependiendo de la concentración del nematodo que se utilizó, sin

importar la especie utilizada. Esta investigación sugiere que las especies de nematodos

evaluadas representan una alternativa no tóxica ni residual, con potencial como agentes de

control biológico en larvas de A. ludens dentro de un programa de manejo integrado de plagas,

recomendando a la especie S. glaseri para próximas investigaciones.

Palabras clave: Anastrepha ludens, Diptera, Tephritidae, Steinemematidae, Heterorhabditidae,

Patogenicidad, control biológico.

v
PREFACIO
Investigación es la actividad de descubrir, mediante un método válido y confiable, la

explicación de hechos o ideas. Una de las metas de la investigación es cooperar en la

preparación de hombres capaces de influir científicamente en los destinos de los pueblos. La

humilde aportación de este trabajo es para la gente del pueblo, clase social a la que yo

pertenezco, que está ávida de desarrollar las capacidades, actitudes y aptitudes para adoptar

una posición de análisis critico dejando atrás la única contemplación del devenir histórico,

teniendo en mente el siguiente pensamiento: "un pueblo aunque nade en oro, mientras no

tenga hombres científicamente preparados, siempre será un pueblo esclavo”.

Transformar la educación es invitar a personas libres a modificar sus percepciones, romper

rutinas y vivir otros valores; es lograr que caminen’ por sí mismos y descubran nuevos

horizontes de calidad humana.

Este documento denominado tesis de maestría es una modesta pero original obra de

investigación que considera aportar evidencias de los procesos de formación obtenidos por el

sustentante.

Con los problemas que ahora existen con la llamada revolución verde, la producción de

alimento y sus respectivas pérdidas directas e indirectas en los cultivos y contaminación del

ambiente, agua, fauna y flora con el uso de insecticidas, existe un creciente interés en explotar

todas las maneras posibles para realizar con éxito el control de los insectos plaga. El propósito

de este trabajo es examinar a los nematodos entornopatógenos, los cuales son buenos

candidatos para el control biológico de los insectos, aplicados de forma individual o dentro de

vi
un manejo integrado de plagas.

La tesis planteada es que las diferentes concentraciones de nematodos entornopatógenos

causan diferentes niveles de mortalidad en larvas de la mosca mexicana de la fruta.

Por lo anterior se planeó como objetivo conocer la patogenicidad de cinco especies de

nematodos en contra de las larvas de la mosca mexicana de la fruta, Anastrepha ludens (Loew)

y saber si hay diferencias en su virulencia, entre las concentraciones y especies de nematodos.

El presente trabajo se basó en las normas y recomendaciones de la Organización Internacional

para la Normalización (Intemational Standardization for Organization), cuyas siglas son ISO.

La portada se realizó de acuerdo con las normas de Vancouver1. La elaboración del resumen

estuvo basada en el ISO 2142 y para la estructura del documento se utilizaron los ISO 71443,

21454 y a Day5, en lo relativo a la forma de anotar las referencias bibliográficas, se han acatado

las recomendaciones de la ISO 6906 y las Normas de Vancouver’.

1
Uniform Requeriments for manuscripts submitted to biomedical journals. 1997. Intemational

Commite of Medical Joumal Editors. Special report. Vancouver, British Columbian.

1997. Vol. 336, No. 4: 309- 315.

2
ISO 214. Documentation - Abstracs for publications and documentation. 1976. : 420 - 430.

3
ISO 7144. Documentation - Presentation of theses and similar documents. 1986. : 679 - 688.

vii
4
1S0 2145. Documentation - Numbering of divisions and subdivisions in written documents.

1978. : 493 - 494.

5
Day A R. How to write and publish a scientific paper. Cambridge University Press. 1995.:

2 2 3 p.

6
ISO 690. Documentation - Bibliographic references - Content, form and structure. 1987. :

4 3 7 - 447.

...
viii
CONTENIDO

Agradecimientos i
...
Dedicatoria 111

Resumen iv

Prefacio vi
...
Lista de cuadros y figuras xiii

1 INTRODUCCIÓN 1

2 REVISIÓN DE LITERATURA 10

2.1 Problemática en la producción agrícola de los trópicos 10

2.2 Zoogeografía y ubicación taxonómica de moscas de Anastrepha 14

2.2.1 Biología de Anastrepha 14

2.2.1.1 Morfología y hábitos de Anastrepha ludens 14

2.2.1.2 Ciclo de vida 16

2.2.1.3 Frutos hospederos 21

2.2.2 Mecanismos de detección 22

2.2.3 Métodos de control 25

2.2.3.1 Control químico 27

2.2.3.2 Control mecánico - cultural 30

2.2.3.3 Control legal 32

2.2.3.4 Liberación de insectos estériles 33

2.3 Control biológico 35

2.3.1 Impacto ambiental 39


2.3.2 Liberación de parasitoides 40

2.3.3 Bacterias entornopatógenas 44

2.3.4 Hongos entornopatógenos 44

2.4 Los nematodos entornopatógenos ( N E P s ) 47

2.4.1 Steinernema carpocapsae 48

2.4.2 Ciclo de vida de ‘los NEPs 48

2.4.3 La simbiosis de NEPs con bacterias los convierte en insecticidas 49

biológicos

2.4.4 Condiciones de suelo 51

2.4.5 Dispersión 52

2.4.6 Conducta 53

2.4.7 Predecibilidad 55

2.4.8 Comercialización 55

2.4.9 Patogenicidad y susceptibilidad 59

2.5 Insectos hospederos de Steinernema y Heterorhabditis 61

2.5.1 Hymenoptera 61

2.5.2 Coleoptera 61

2.5.3 Lepidoptera 62

2.5.4 Diptera 63

2.3 MATERIALES Y MÉTODOS 69

3.1 Lugar de experimentación 69


3.2 El insecto plaga 69

3.3 Multiplicación de Galleria mellonella 69

3.4 Los nematodos entornopatógenos (NEPs) 71

3.4.1 Procedencia 71

3.4.2 Multiplicación de nematodos entomopatógenos 71

3.4.3 Cuantificación de nematodos 73

3.5 Establecimiento de los experimentos 74

3.6 Variables 75

3.7 Diseño experimental 76

3.8 Análisis estadístico 76

4 RESULTADOS 78

4.1 Efecto de concentraciones de los nematodos entornopatógenos S. 78

carpocapsae, S. glaseri, S. feltiae, H. megidis y S. riobravis sobre la

mortalidad en larvas del tercer estadio de A. ludens

4.1.1 Efecto de las concentraciones de cada una de las diferentes especies de 80

nematodos sobre la mortalidad en A. ludens

4.1.1.1 Efecto de las concentraciones de S. curpocapsae sobre la mortalidad en 80

larvas de A. ludens

4.1.1.2 Efecto de las concentraciones de S. glseri sobre la mortalidad en larvas 80

de A. ludens

xi
4.1.1.3 Efecto de las concentraciones de S. feltiae sobre la mortalidad en larvas 82

de A. ludensludens

4.1.1.4 Efecto de las concentraciones de H. megidis sobre la mortalidad en larvas 84

de A. ludens

4.1.1.5 Efecto de las concentraciones de S. riobravis sobre la mortalidad en larvas 84

de A. ludens

4.2 Virulencia de las especies de nematodos entornopatógenos en larvas del 87

tercer estadio de A. ludens

4.3 Concentraciones letales 10, 50 y 90% (CL10, CL50, CL90 ) del nematodo 87

entornopatógeno S. glaseri

5 DISCUSIÓN 90

6 CONCLUSIÓN 110

7 LITERATURA CITADA 111

xii
LISTA DE CUADROS

1 Ubicación taxonómica de A. ludens. 15

2 Frutos hospederos de Anastrepha Iudens 23

3 Productos comerciales disponibles con nematodos Steinemematidae o 5 8

Heterorhabditidae

4 Composición de la fuente de vitaminas utilizadas en la dieta de larvas de 70

G. mellonella

5 Ingredientes que se utilizaron en la dieta para el cultivo de G. mellonella 71

6 Análisis físico químico del suelo utilizado en el experimento 75

7 Valores de F calculada y P>F de los análisis de varianza de las diferentes 78

concentraciones de especies de nematodos en larvas de A. Zudens

8 Porcentajes de mortalidad de larvas de A. Iudens causados por especies de 87

nematodos entomopatógenos

9 CL50 del nematodo entornopatógeno S. glaseri en larvas de A. Zudens 89

,..
xiii
LISTA DE FIGURAS

1 Anastrepha ludens 17

2 Ciclo de vida de la mosca mexicana de la fruta 18

3 Porcentajes de mortalidad en larvas de A. Zudens a diferentes 79

concentraciones de especies y cepas de nematodos (Steinernematidae y

Heterorhabditidae)

4 Porcentajes de mortalidad a 24 días de exposición en larvas de A. Zudens 81

debido a a cinco concentraciones de JLs de S. carpocapsae

5 Porcentajes de mortalidad en larvas de A. Zudens ante cinco 82

concentraciones de JLs de S. glaseri

6 Porcentajes de mortalidad en larvas de A. Zudens ante cinco 83

concentraciones de JLs de S. feltiae

7 Porcentajes de mortalidad en larvas de A. Zudens ante cinco 85

concentraciones de JLs de H. megidis

8 Porcentajes de mortalidad de A. Zudens ante cinco concentraciones de JLs 86

de S. riobravis

Porcentajes de mortalidad en larvas de A. Zudens con diferentes especies y 88

cepas de nematodos entornopatógenos

xiv
1 INTRODUCCIÓN

Las moscas de la fruta de la familia Tephritidae son consideradas como una de las plagas de

frutales de mayor importancia económica en el mundo (Gringich, 1987; Aluja, 1993a); destacan

dentro de ellas, los géneros: Anastrepha (Schiner), Ragholetis Loew, Dacus, Toxotrypana

Gerstaecker y Ceratitis MacLeay (Aluja y Boller, 1992a; Aluja, 1993a). Las especies del

género Anastrepha son las más devastadoras (Aluja et al., 1987a; Aluja, 1994; Aluja et al.,

1996) al ocasionar daños directos a la fruta (Aluja et al., 1987a;Aluja 1993a; Aluja, 1994;,

Aluja et al., 1996) y son responsables de medidas cuarentenarias, que se han establecido, para

prevenir el movimiento de las frutas infestadas de países tropicales hacia otros países, lo que

impide la exportación de los productos (Beavers y Calkins, 1984; Gringich, 1987; Aluja et al,.

1987; Aluja, 1993a; Bustos et al., 1993; Greany y Rhierd, 1993; Aluja, 1994; Purcell et al.,

1994a; Purcell et al., 1994b; Hennessey et al., 1995; Aluja et al., 1996).

En el mundo existen alrededor de 4,000 especies de moscas de la fruta de la familia Tephritidae

(Aluja, 1993a). Del género Anastrepha se reportan 185 especies (Aluja, 1994; Aluja et al.,

1996), que viven en los trópicos de América (Baranowski et al., 1993). En México, cuatro

especies del género Anastrepha son consideradas de importancia económica, de las 19

reportadas en el país (Aluja y Liedo, 1986). De éstas, las especies Anastrepha Zudens (Loew) y

A. oblicua (Macquart) representan el 96.6% de todos los individuos capturados con las

trampas de McPhail (Aluja et al., 1996). Se les encuentra en 14 especies de plantas hospederas

identificadas para A. Zudens y ll para A. oblicua (Aluja et al., 1987a), y dentro de ellas se

encuentran los cultivos de mango y cítricos (Aluja et al., 1987a; Aluja et al., 1987b; Aluja

1993a; Toledo, 1993a; Moreno et al., 1994; Aluja et al., 1996), principalmente.

1
La producción frutícola tiene un papel preponderante en la economía de muchos países

tropicales, entre ellos México (Aluja et al., 1996). Los Estados Unidos Mexicanos tienen una

superficie de 1’900,000 ha sembradas con frutales, que producen alrededor del 30% del valor
.
total de la producción agrícola, destacando por su importancia con base en la superficie

sembrada los cultivos de cítricos, mango, manzana, durazno, guayaba y papaya,-mismos que

son susceptibles de ser afectados por moscas de la fruta (Aluja y Liedo, 1986).

Actualmente existe una gran cantidad de superficie establecida con arboles frutales en

desarrollo y otras están a punto de producción en diferentes regiones geográficas, con una gran

diversidad microclimática, por lo que se debe de considerar a ésta plaga como de importancia

primaria y apoyar de manera sólida los programas de investigación para el control y manejo

que se determinen en cada región (Aluja y Liedo, 1986; Aluja 1993a).

El control de la mosca de la fruta tiene una larga historia en México, con los primeros

esfuerzos registrados desde inicio de este siglo con Herrera (1905) y Crawford (1923) (Aluja y

Liedo, 1986; Aluja et al., 1987a; Aluja et al., 1987b; Aluja, 1994). Actualmente, el control del

complejo moscas de la fruta, bajo condiciones de campo, se realiza mediante la aspersión de

productos químicos y la efectividad se evalúa registrando los niveles de población de adultos,

a j uAluja
mediante la instalación de trampas con atrayentes alimenticios (Aluja et al., 1983; lA y

Liedo, 1986; Aluja et al., 1989a; Aluja et al., 1993a, Aluja et al., 1993b; Aluja y Prokopy,

1993; Robacker et al., 1993; Robacker y Warfield, 1993; Robacker et al., 1996) o sexuales

(Aluja et al., 1983; Aluja y Liedo, 1989a).

Desafortunadamente, este tipo de control no satisface plenamente los requerimientos que

actualmente exige el sector público, en cuanto a los efectos que su uso ocasiona a la salud

2
humana, vida animal y vegetal, así como del deterioro ambiental (Ehler, 1990a; Pimentel et al.,

1991; Pimentel et al., 1992; Pimentel, 1995; Lacey y Goettel, 1995) y hay una necesidad

urgente de encontrar alternativas para el control de las moscas de la fruta, que no contaminen y

no pongan en riesgo la salud de los integrantes del ecosistema, entre éstas el control biológico

es sobresaliente (Aluja et al., 1990).

El control biológico, se define operacionalmente como la acción de enemigos naturales, los

cuales mantienen una población (plaga) en niveles más bajos, que los que deberían ocurrir en la

ausencia de estos enemigos (Ehler, 1990a; Ehler, 1990b). En los enemigos naturales se

incluyen insectos parasitoides, artrópodos depredadores y patógenos y en algunos casos,

competidores (Ehler, 1990a; Ehler, 1990b; Lacey y Goettel, 1995).

Dentro de los insectos parasitoides, la Familia Braconidae (hymenoptera), subftilia Opiinae,

registra a seis especies: Biosteres arisanus (Sonan), Diachasmimorpha Zongicaudata

(Ashmead), D. vandenboschi (Fullaway), Psyttalia incisi (Silvestri), D. tryoni (Cameron) y P.

flecheri (Silvestri) las cuales son consideradas como reguladores importantes de poblaciones

de moscas de la fruta (Wong et al., 1984; Wharton, 1989). Las primeras cuatro especies son

las más consistentemente reportadas en contra de Bactrocera dorsalis (hendel) (Purcell et al.,

1994b).

De estas especies, la más utilizada en los programas de control de moscas de la fruta es D.

longicaudata; aunque en forma natural Aluja et al., (1990) registran, en el estado de Chiapas,

México, ocho especies de parasitoides representadas en cuatro familias y citan que la especie

D. longicaudata es la más frecuente. El porcentaje de parasitismo, en las diferentes especies de

Anastrepha, es reportada con valores comprendidos entre 0.44 y 29 23% (Aluja et al., et al., 1990).

3
En B. dorsalis se reportan valores de 37.5% (Duan et al., 1997), 6% (Purcell et al., 1994a;

Purcell et al. 1994b), 2.3% (Wong et al., 1984) y 1.3% (Vargas et al., 1993). Se observa que

dependiendo del lugar, la efectividad de D. longicaudata, con base en sus niveles máximos de

parasitismo, no supera el 30% en especies del género Anastrepha y 40% en especies de

Bactrocera Macquart.

Es importante considerar que las moscas de la fruta tienen alta fecundidad y presentan gran

cantidad de progenie y que por su hábito, las larvas tienden a permanecer en la pulpa del fruto

(Aluja et al., 1990; Sharp y Gould, 1994), lo que limita las posibilidades de ser parasitado.

Purcell et al., (1994a) han determinado la emergencia en campo de los adultos de D.

longicaudata en rangos del 71.8 al 74.6%. También, se reporta que el uso de estos parasitoides

atraviesa por ciertos inconvenientes, uno de ellos, es que las moscas de la fruta tienen una

habilidad de dispersión más alta que los parasitoides, así que aún con niveles de parasitismo

altos en la primera generación de moscas, éstos son insuficientes para prevenir el crecimiento

de una población plaga hospedera (Debouzie, 1989).

Es necesario recordar que para que un enemigo natural sea efectivo debe poseer las

características de alta capacidad de búsqueda, ser específico, poseer un potencial biótico de

reproducción mayor a la del hospedero, tener la habilidad de ocupar todos los hábitats del

hospedero y que pueda reproducirse con facilidad bajo condiciones de laboratorio (Aluja,

1993a).

Ramadan et al., (1994) señalan que existe un número considerable de parasitoides enlistados de

la subfamilia Opiinae, que no son apropiadas para el control de hospederos particulares, y

pueden guiar al fracaso los programas de colonización al utilizar parasitoides inapropiados para

4
controlar dichos hospederos, por ejemplo, la introducción de D. tryoni de Hawaii a México

para el control biológico de A. ludens, y a Nueva Caledonia para el control de Dacus

curvipennis (froggatt) por la poca capacidad fisiológica del hospedero para el desarrollo del

parasitoide (Clausen, 1956).

Baranowski et al., (1993) reportan que de los parasitoides que se liberan en campo solo se

establecen el 33.3%, debido en parte por el fenómeno de competencia que se establece con

otros parasitoides, de la misma o de diferente especie hacia el mismo hospedero (Ramadan et

al., 1994) por no ser específicos, pues atacan otros tipos de moscas (Aluja, 1993a); además de

ser muy sensibles a los plaguicidas (Aluja, 1993a; Purcell et al., 1994c).

Por otro lado, la calidad de los parasitoides está directamente relacionada a su funcionamiento

potencial en el campo (Purcell et al., 1994b); para ésto, es necesario producirlos en gran

escala, y el número que teóricamente debería ser liberado, para reducir una población de larvas

en el campo, dificilmente se alcanza (Aluja, 1993a) pues en la producción masiva de este

parasitoide hay una pérdida substancial de ellos, y hace que la crianza de éstos sea un proceso

muy costoso y de difícil manejo en el laboratorio (Aluja, 1993a; Baranowski et al., 1993;

Purcell et al., 1994a).

Otra estrategia para el control de moscas de la fruta, es realizado mediante la utilización de la

técnica del insecto estéril (TIE) con el fin de mantener zonas libres de moscas (Ponce et al.,

1993). La TIE se inició a mediados de los años 5 0 s , para el control de moscas de la fruta

tropical y subtropicales, y ha probado su efectividad en la erradicación y control de estas

plagas, particularmente en el Hemisferio Occidental, Japón y Australia (Hendrichs et al., 1995).

5
La tendencia actual es explorar la posibilidad de liberar moscas estériles y parasitoides en forma

simultanea (Baranowski et al., 1993; Aluja, 1994). Así, los parasitoides tendrían mayor

probabilidades sobre las grandes poblaciones de moscas de la fruta (Knipling, 1992), y darían

oportunidad a las moscas macho estériles para reducir las poblaciones plaga (Hendrichs et al.,

1995). Es necesario que se desarrolle un programa ambientalmente sano, con la integración de

agentes de control biológico con la TIE, para erradicar las moscas de la fruta (Gingrich, 1987).

Este debe presentar características de eficacia, no residuales ni cancerígenos, sin riesgos a la

salud humana o efectos deletéreos (McDonald et al., 1993).

Por otro lado, varias-pruebas indican una ventaja en el apareamiento y esterilidad inducida para

las liberaciones solo de machos, comparadas con las liberaciones de machos y hembras.

Actualmente existe un programa de sexado genético para la mosca del Mediterráneo, para

evitar el daño causado por la picadura de oviposición de hembras estériles, y la motivación para

reducir los costos globales de producción y liberación de moscas estériles (Hendrichs et al.

1995). Refinamientos adicionales de la TIE deben continuar, para perfeccionar los

procedimientos de aplicación, calidad del insecto, cría masiva, liberación, sexado genético, que

permitan producir y liberar sólo machos estériles (Aluja 1993a; Willhoeft et al., 1997).

Sin embargo, la TIE es muy costosa; y debe ser limitada a condiciones especiales tales como

poblaciones de insectos bien establecidas, en niveles bajos, restringidas en su distribución (islas,

cañones, oasis ) y que previamente la población haya sido reducida (Aluja, 1993a) mediante la

aspersión de malatión en el área; sin embargo, su uso causa serios problemas ambientales por lo

que es poco aceptable (Gingrich, 1987; McDonald et al., 1993; Bustos et al., 1993; Aluja

6
1993a; Aluja, 1994) ya que minimiza la efectividad de los programas de erradicación, por la

destrucción de insectos estériles y parasitoides.

No obstante, el establecimiento de varios “tipos de control”, el problema de la mosca de la

fruta en los países tropicales permanece como una plaga muy seria y abundante (Baranowski et

al., 1993), por lo que la búsqueda de otras alternativas capaces de ser incluidas dentro de un

programa de manejo integrado sigue latente, y actualmente la investigación se orienta hacia la

evaluación de agentes de control biológico, entre ellos los nematodos entornopatógenos.

Los nematodos entornopatógenos considerados como agentes de control biológico y que tienen

potencialidad de uso para el control de moscas de la fruta, pertenecen a las familias

Steinemematidae y Heterorhabditidae, que atacan especies de los ordenes Thysanura,

Coleoptera, Lepidoptera, Orthoptera y Diptera (Gaugler y Kaya, 1990; Kaya, 1990a; Georgis,

1992); y no afectan adversamente a los animales, organismos no objetivo o plantas (Poinar,

1979; Woodring y Kaya, 1988; 1990a; Georgis et al., 199 1; Georgis, 1992; Kaya,

1993a; Kaya, 1993b; Kaya y Gaugler, 1993).

La rapidez con que matan a los insectos y el amplio rango de hospederos que tienen ha

despertado un gran interés de uso como agentes de control biológico Poinar, 1979; Woodring

y Kaya, 1988; Georgis y Poinar, 1989; Akhurst, 1990; Gaugler y Kaya, 1990; Kaya, 1990a;

Georgis, 1992; Kaya y Gaugler, 1993; Kaya, 1993a; Kaya, 1993b; Boemare et al., 1996).

Generalmente, los nematodos atacan insectos en los estados biológicos de larva, prepupa, pupa

y adulto (Ehler 1990a; Gaugler y Kaya, 1990; Kaya, 1993a; Kaya, 1993b; Kaya y Gaugler,

1993; Georgis y Manweiler, 1994).

7
El uso de nematodos patógenos de insectos de las familias Steinernematidae y

1 Heterorhabditidae, como un método para el control de moscas de la fruta, tùe sugerido por
l
1 primera vez por Poinar et al., (1977), dándole seguimiento los trabajos de Poinar y Hislop

(1981), Beavers y Calkins (‘l984), basados en los resultados encontrados en Rhagoletis

pomonella (Walsh) y sobre la susceptibilidad encontrada en adultos de Ceratitis capitata

(Wiedemann), a las especies de Steinernema feltiae Filipjev; S. glaseri Steiner y

Heterorhabditis bacteriophora ( = heliothidis) Poinar.

Por su parte, Lindegren y Vail (1986) evaluaron por primera vez la susceptibilidad de estados

inmaduros en tres especies de moscas de la fruta, Ceratitis capitata (Wiedemann), Dacus

cucurbitae Coquillett y D. dorsalis Hendel con S. feltiae. Posteriormente, se le ha dado

continuación a este campo de investigación al evaluar la respuesta de prepupas de C. capitata

expuestas a tres concentraciones de JIs de S. carpocapsae Weiser (Lindegren, 1990), y cuatro

concentraciones de S. feltiae (= Neoaplectana carpocapsae Weiser) (Lindegren et al., 1990);

los ultimos autores realizaron la investigación en condiciones de campo.

Lezama et al., (1996) registran la susceptibilidad de larvas de A. ludens a las especies de S.

carpocapsae, S. feltiae, S. glaseri, S. riobravis y H. bacteriophora NC, a una concentración de

4,000 juveniles infectivos/larva. Los porcentajes de mortalidad fueron 90% con las especies S.

riobravis y S. carpocapsae All; 80% con H. bacteriophora NC y S. feltiae; 52.5% con una

especie nativa de Tecomán, H. bacteriophora y S. glaseri.

De lo anterior se puede inferir que, a la fecha se han realizado pocos trabajos de control

biológico en donde se evalúan nematodos entornopatógenos en las diferentes especies de

Anastrepha Algunos autores coinciden en que su control debe hacerse bajo un programa de

8
manejo integrado de plagas, que involucre todas las alternativas disponibles; pero además, que

se búsquen otras estrategias que pudieran implementarse, como es el caso del control

microbiano; por lo tanto, en el presente trabajo se pretende dar continuidad a los estudios de

nematodos entornopatógenos’ en larvas de A. ludens mediante la evaluación del efecto de

diferentes concentraciones y especies de nematodos entornapatógenos sobre la mortalidad en

larvas de la mosca mexicana de la fruta.

Por lo anterior, la presente investigación plantea la siguiente hipótesis:

Las diferentes concentraciones de nematodos entornopatógenos de las especies . S

carpocapsae, All-, X glaseri (Steiner); S. feltiae, cepa Florida; H. megidis, Poinar, Jackson y

Klein y S. riobruvis Cabanillas, Poinar y Raulston,, 1994, causan diferentes niveles de

mortalidad en larvas de A. ludens.

Para aceptar o rechazar la hipótesis anterior, se plantean los siguientes objetivos:

1. Determinar el efecto de concentraciones de los nematodos entornopatógenos S.

carpocapsae; S. ghseri; S. feltiae; H. megidis y S. riobravis sobre la mortalidad en larvas de

A. luaéns.

2. Analizar la virulencia entre especies de los nematodos entornopatógenos en larvas del tercer

estadio de A. ludens.

3. Determinar las concentraciones letales 10, 50 y 90% (CLlo, CL50, CL90) de la especie o

especies que resulten más virulentas.

9
2 REVISIÓN DE LITERATURA

2.1 Problemática en la producción agrícola de los trópicos

Las moscas de la fruta de la familia Tephritidae están consideradas como la plaga de mayor

importancia económica en el mundo (Gringich, 1987; Aluja, 1993a) de amplia distribución,

afecta a frutas y hortalizas y tan sólo una de sus especies C. capitata ataca alrededor de 200

variedades de frutas y hortalizas (Gingrich, 1987). Las especies del género Anastrepha están

consideradas como la plaga más devastadora de la agricultura mundial (Aluja et al., 1987a;

Aluja, 1994; Aluja et al., 1996) tanto por el daño que ocasionan directamente a la fruta (las

larvas se alimentan del fruto) (Aluja et al., 1987; Aluja 1993a; Aluja, 1994; Aluja et al.,

1996) como por las medidas cuarentenarias que impiden la exportación de los productos

frutales (Beavers y Calkins, 1984; Gringich, 1987; Aluja et al., 1987a; Aluja, 1993a; Bustos et

al., 1993; Greany y Rhierd, 1993; Aluja, 1994; Purcell et al., 1994a; Purcell et al., 1994b;

Hennessey et al., 1995; Aluja et al., 1996).

A nivel mundial, existen más de 4,000 especies de moscas de la fruta (Aluja, 1993a) y están

presentes en muchas áreas tropicales y subtropicales del mundo (Lindegren y Vail, 1986; Aluja,

1993a). Considerando que en los trópicos de América, solo del género Anastrepha se han

reportado 185 especies (Aluja, 1994; Aluja et al., 1996), se espera que existan nuevos parásitos

con habilidades especializadas y potencialidad para ser considerados como agentes de control

biológicos (Baranowski et al., 1993).

La familia Tephritidae se ha dividido, con fines prácticos, en dos grandes grupos generales, de

acuerdo con sus hábitos alimentarios. El primero está formado por especies que en estado

larvario se desarrollan en el interior de diversos frutos en las regiones tropicales, subtropicales

10
y templadas, en el cual destacan los géneros Anastrepha, Ceratitis, Rhagoletis y Dacus. El

segundo grupo lo forman especies con una amplia variedad de hábitos alimentarios, como las

que forman agallas en los tallos y raíces, y las que se alimentan de las inflorescencias en

numerosas plantas de la familia Compositae.

En la República Mexicana, se han registrado más de 100 especies que pertenecen a los géneros

de Anastrepha, Ceratitis (Bustos et al., 1992), Rhagoletis, Dacus y Toxotrypana (Aluja,

1993a).

En México, se cuenta con una superficie plantada de 1’900,000 ha de frutales, que producen el

30% del valor total de productos en la agricultura, mismas que pueden ser afectadas

severamente por esta plaga (Aluja y Liedo, 1986; Aluja, 1993a). Si se toma en cuenta que

actualmente existe una gran cantidad de superficie establecida con arboles frutales en desarrollo

y que otras están a punto de entrar en producción, se debe considerar a esta plaga, como de

importancia primaria y apoyar de manera sólida los programas de investigación de control y

manejo (Aluja y Liedo, 1986; Aluja, 1993a) para satisfacer la demanda creciente de alimentos

naturales de los países desarrollados y la expansión de la industria frutícola, y el primer impacto

económico consecuencia de la cuarentena impuesta por los mercados internos y externos

(Beavers y Calkins, 1984; Aluja et al., 1987a; Gringich, 1987; Aluja, 1993a; Bustos et al.,

1993; Greany y Rhierd, 1993; Aluja, 1994; Purcell et al., 1994a, Purcell et al., 1994b;

Hennessey et al., 1995; Aluja et al., 1996).

En el estudio de la mosca de la fruta es necesario asumir que se trata de un complejo entero de

especies (Aluja, 1993a) en lugar de singularizar a A. ludens como la única fuente del problema,

así como un acercamiento multi - estratégico, en el cual se integren medidas para su control

11
con otros esfuerzos para el control de daños, otras plagas y todas las demás prácticas

agronómicas utilizadas, basadas en principios ecológicamente sanos y que estén dentro del

alcance cultural y económico de los países productores (Aluja y Liedo, 1986; Aluja, 1993a).

Las moscas del género Anastrepha, se consideran como una de las plagas más importantes de

los frutos producidos comercialmente desde el Sur de Estados Unidos de Norteamérica hasta el

Norte de Argentina. Del género Anastrepha, se conocen siete especies que destacan por el

daño que causan a los frutos: A. fraterculus Wiedemann, A. grandis (Macquart), A. serpentina

(Wiedemann), A. striata, Schiner, la mosca de la fruta del Caribe, A. suspensa (Loew), la

mosca mexicana de la fruta, A. ludens y la mosca de la fruta de la India Occidental, A. oblicua.

Todas estas, excepto A. grandis y A. suspensa se encuentran en México. Las especies. A.

ludens y A. oblicua son las más frecuentes y están distribuidas en la mayor parte del país,

atacan a más de 25 especies frutales, principalmente a mangos y cítricos (Aluja et al., 1987a;

Aluja et al., 1987b; Aluja, 1993a; Toledo, 1993a; Moreno et al., 1994; Aluja et al., 1996).

En la República Mexicana, existen aproximadamente 30 especies de Anastrepha, de las cuales

cuatro están consideradas como serias plagas de gran importancia económica: la mosca del

zapote A. serpentina, A. striata, A. ludens, y la mosca del mango, A. oblicua (Aluja et al.,

1983; Aluja, 1993a; Aluja, 1994; Aluja et al., 1996).

La producción de mango juega un papel importante en la economía de muchos países

tropicales; México, Brasil y Haití producen 73% del mango producido comercialmente en los

neotrópicos. México exporta la cantidad de mangos más grande en el mundo (32%). NO

obstante, las grandes poblaciones de moscas de la fruta desalienta significativamente los

beneficios económicos potenciales (Aluja et al., 1983; Aluja er al., 1996).

12
Las moscas de la fruta son una plaga bien conocida en México, por el impacto devastador que

pueden tener sobre la producción comercial de frutos; regiones frutícolas enteras han sido

forzadas a salir del comercio, debido a infestaciones graves de estos insectos (Aluja y Liedo,

1986). La historia de esta plaga en México es extensa; algunos registros de plantas hospederas

de las moscas de la fruta son citados en la literatura, pero desafortunadamente muohos son muy

viejos y no han sido confirmados desde su primera publicación (Aluja et ail., 1987a).

LOS estudios del género Anasfrepha inician con Herrera, (1905) quien realizó observaciones en

el “gusano de la naranja” y más tarde se establece en 1928, un convenio internacional entre la

Secretaría de Agricultura y Fomento y el DAEUA (Departamento de Agricultura de los

Estados Unidos de Norteamérica). Con esta alianza y el trabajo en cooperación, se establece un

laboratorio dedicado a la investigación de estos insectos ‘entre los que se pueden mencionar los

trabajos de McOhail (1938), Plummer et al., (194 1) y la versión final de estos resultados

publicada por Baker et al., (1944), donde abordan aspectos de la biología y ecología de la

mosca mexicana de la fruta y algunas especies relacionadas (Hernández- Ortiz, 1992; Aluja,

1993a).

A pesar del incremento notable en el número de las especies, no existe un conocimiento claro

de la taxonomía de las mismas, y por lo tanto no es posible precisar su distribución, de donde

surge la necesidad de estudios diversos que reúnan la información acumulada al presente, y los

datos recabados de estas investigaciones, en virtud de que Anastrepha constituye uno de los

grupos de moscas más importantes desde un punto de vista agrícola no sólo en México, sino

prácticamente en todas las regiones tropicales del Continente Americano (Hernández- Ortiz,

1992).

13
2.2 Zoogeografía y ubicación taxonómica Ge macas Anastrepha
Las especies del género Anastrepha están consideradas como la plaga nativa más importante de

los frutales, hortalizas y algunos otros cultivos en la porción tropical y subtropical de América.

De este género se conocen 184 especies, de las cuales el 43% se encuentran en América del

Sur, el 15% en Centroamérica y Panamá; el cuatro % en México y EUA y el uno % en las

pequeñas y grandes Antillas (Aluja, 1994).

Las moscas de la fruta, se incluyen en el orden Diptera de la familia Tephritidae, las cuales

tienen una extraordinaria capacidad de adaptación al medio ambiente, que les permite proliferar

en cualquier clima. Las moscas de la fruta de acuerdo con su tipo de reproducción se pueden

dividir en dos grandes grupos generales: especies univoltinas (una generación al año) que

habitan en las regiones de climas templados, con una fluctuación estacional marcada (ejemplo,

algunas especies de Rhagoletis), y las especies multivoltinas (varias generaciones al año)

comúnes en regiones con climas tropicales y subtropicales (ejemplo, Anastrepha) (Aluja,

1993a).

El género Anastrepha, es uno de los grupos más diversos de la familia Tephritidae. La mosca

mexicana de la fruta A. ludens presenta la ubicación taxonómica incluída en el Cuadro 1.

2.2.1 Biología de Anastrepha

2.2.1.1 Morfología y hábitos de Anastrepha ludens

Los primeros estudios morfológicos y descriptivos de la especie A. ludens se iniciaron en 1933

por Dampf. Con una amplia variedad de árboles hospederos silvestres y cultivados, las especies

de Anastrepha son endémicas en el Nuevo Mundo y están restringidas en ambientes tropicales

14
y subtropicales que se encuentran desde el Sur de Estados Unidos de América hasta el Norte

de Argentina (Aluja, 1994).

La especie A. ludens es una especie neotropical que se localiza desde la parte más baja del Rio
.
Grande en Texas hasta Costa Rica (Aluja et al., 1983).

Cuadro I Ubicación taxonómica de A. ludens *

Categoría taxonómica Nombre científico 1


Phyllum Arthopoda
Subphyllum Mandibulata
Clase Insecta
Subclase Pterygota
División Endopterygota
Orden Diptera
Suborden Cyclorrapha
Sección Acalyptrata
Superfamilia Tephritoidea
Familia Tephritidae
Subfamilia Trypetinae
Tribu Toxotrypanini
Grupo Fraterculus
Genero Anastrepha
Especie A. ludens (Loew)
* Hernández-Ortiz (1992); Norrbom y Hernández-Ortiz (1993).

Los adultos del género Anastrepha llegan a medir de 1.5 a 6 mm de longitud, con color café

amarillento. En el tórax, tienen una franja delgada y clara, que se ensancha hacia la parte

posterior y dos franjas a los lados, que llegan hasta la sutura transversal; frecuentemente con

una mancha difusa en la parte media de la sutura escuto - escutelar, pleura y metanoto café

amarillento y los dos, con una franja café obscura o negra (Aluja, 1993a).

Las diferentes especies muestran patrones de actividad diaria distintos (Aluja et al, 1996). A.

ludens y A. oblicua muestran una clara tendencia a emerger en las horas matutinas (Aluja et al,

1996). A. ludens es crepuscular en sus hábitos (Aluja et al., 1983).

15
Las larvas ocasionan daños, pues al alimentarse de la pulpa del fruto forman túneles donde

posteriormente se desarrollan hongos y bacterias, que descomponen la fruta, provocando que

la pulpa adquiera un color café obscuro con aspecto desagradable y zonas necróticas, fibrosas y

endurecidas (Aluja y Boller, 1992b; Aluja 1993a; Aluja, 1994), y cuando se convierten en

adultos, pueden vivir desde 15 días hasta 8 meses, dependiendo de la ecología del lugar (Aluja,

1993a) o más de nueve meses (Sivinsksi, 1993).

Las alas son membranosas, con bandas pálidas amarillentas; banda costal y banda en “S”, se

tocan en la vena R4 + 5 o poco más separadas; una banda en forma de "V" separada de la

banda en "S" o pueden estar conectadas ligeramente (Aluja, 1993a) (Figura 1).

2.2.1.2 Ciclo de vida

Los estados biológicos de las moscas de la fruta varían de región en región, dependiendo de las

características climáticas que prevalezcan en una determinada zona y de las condiciones

ecológicas, teniendo gran influencia la temperatura, humedad, disponibilidad de alimento,

vegetación, sustrato de oviposición y pupación (Aluja, 1993a). El desarrollo de larvas y pupas

es muy sensible a la temperatura (Yang et al., 1994; Yasuda et al., 1994), e influye además en

la sobrevivencia, longevidad y reproducción; en B. dorsalis, el tiempo de desarrollo de las

etapas inmaduras, así como la longevidad y fecundidad de los adultos, presenta una relación

inversa con la temperatura (Yang et al., 1994).

La mosca de la Fruta (Diptera: Tephritidae) presenta metamorfosis completa u holometábola

que incluye huevo, lar-va, pupa y adulto (Figura 2). La mayor parte de su vida la pasan en

estado inmaduro, cuando dañan a los frutos (Aluja et al., 1987a; Aluja, 1993a; Aluja et al.,

1996). Su ciclo de vida dura aproximadamente de 35- 40 días, dependiendo de las condiciones

16
climáticas. Presentan de 4- 8 generaciones por año, aunque en los trópicos pueden presentarse

hasta 10 generaciones (Aluja, 1993a).

Huevo: la hembra fecundada perfora con su ovipositor la epidermis de los frutos próximos a

madurar, generalmente en el área cercana al pedúnculo y deposita de 5- 15 huevecillos de

Figura 1. Adulto de Anastrepha ludens (Aluja, 1993a)

17
Ciclo de vida de Anastrepha ludens*

Figura 2 Ciclo de vida de la mosca mexicana de la fruta * (Aluja, 1993a)

menos de 2 mm de color blanco cremoso, alargados y ahusados en los extremos y el desarrollo

inmaduro se realiza en el interior del fruto, lo que significa que haya poca probabilidad de

afectar las etapas inmaduras con rocíos foliares (Moreno et al., 1994). Algunas especies se

pueden identificar a nivel de huevecillos tomando en cuenta la forma, tamaño, tipo de corión y

otras características (Aluja, 1993a).

18
La oviposición se efectúa de tres a seis días después del apareo. Una hembra puede ovipositar

hasta 400 huevecillos durante su vida; éstos son ovipositados a pocos milímetros de la

epidermis y tardan de uno a cuatro días en eclosionar (Aluja, 1994).

Larva: las larvas emergen de la ovipostura, alcanzan a medir de 3 a 15 mm de longitud con

forma mucidiforme, o sea, ensanchada en la parte caudal y adelgazándose gradualmente hacia

la parte frontal; de color blanco o blanco amarillento (Aluja, 1993a).

Las larvas permanecen dentro el fruto de ocho a quince días, pero este tiempo es variable, está

determinado por factores ambientales (Aluja, 1994) y se puede extender a más de 60 días. Los

frutos maduran más pronto cuando se encuentran infestados. Las larvas pasan por tres estadios,

que se pueden determinar por el tamaño de las mismas y presentan dinomorfismo sexual; cuando

alcanzan el tercer estadio, salen del fruto produciendo un orificio redondo, rodeado por una

zona de consistencia blanda (Aluja, 1993 a; Aluja, 1994).

La salida de la larva ocurre cuando el fruto ha caído al suelo, donde recorre una corta distancia

y se entierra de 5 a 10 cm de profundidad para pupar (Aluja 1993a; Moreno et al., 1994), y

está determinada por las características del fruto (pH, temperatura interna, grado de pudrición)

y por señales tísicas, cuando la fruta madura cae al suelo o es expuesta a la lluvia. La

profundidad de pupación está influida en gran parte por el tipo, pH, grado de compactación y

la humedad del suelo (Aluja, 1994).

Pupa: el estado de pupa tiene una duración de 13 a 17 días; es una cápsula cilíndrica con ll

segmentos, de 3 a 10 mm de longitud y 1.25- 3.25 mm de diámetro; el color varía en las

distintas especies; los espiráculos anteriores y posteriores se observan igual que en las larvas,

sólo que más oscuros (Aluja, 1993a).

19
A 26°C los machos de A. ludens maduran en 5 días y las hembras en 8 días. Por consiguiente,

la mejor ocasión para afectar su reproducción es en los primeros días de vida adulta (Moreno et

al., 1994). El adulto próximo a emerger, rompe el pupario con el ptilinum, estructura que se

localiza en la parte frontal de la cabeza (Aluja, 1993a; Sivinski, 1993). Cuando ha emergido, no

puede volar inmediatamente, por lo que busca un lugar sombreado y protegido, y-una vez que

se le han secado las alas, vuela hacia el follaje de los árboles, principalmente en la parte media

de éstos, para localizar su alimento, prefiriendo los frutos maduros o con alguna herida (Aluja,

1993a; Aluja, 1994) con pericarpio blando, epidermis delgada, pocos conductos de látex

superficiales, que presenten alguna secreción azucarada en hojas y troncos (Aluja, 1993a;

Sívinski et al., 1994).

Adulto: los adultos son más grandes que las moscas domésticas y se reconocen fácilmente por

las ornamentaciones obscuras en las alas transparentes. Presentan ojos verdes. En el tórax,

tiene dibujos anaranjados, amarillos, cafés o negros (Aluja, 1993a).

Los machos forman agregaciones en apareamiento o leks [“leks”] derivado de la palabra sueca

que quiere decir ‘jugar’ (Trail, 1983) (Aluja et al., 1983; Aluja et al., 1989a; Aluja, 1993a) y

permanecen la mayor parte del tiempo por el envés de las hojas, donde asumen una postura de

galanteo (Aluja et al., 1989a; Aluja et al., 1993a) defendiendo su territorio, emitiendo sonidos

de cortejo, liberando una feromona sexual para atraer a las hembras; abanicando las alas, lo

cual puede dispersar las feromonas (Aluja et al., 1989a; Aluja, 1993a; Sivinski et al., 1994;

Landolt y Philipps, 1997). Las feromonas, o sus componentes volátiles pueden “atrapar” a las

hembras que entran en el territorio del macho, y permiten al macho enviar mejores señales

acústicas, visuales o químicas para el cortejo y apareo potencial (Sivinski et al., 1994).

20
El apareo ocurre entre los seis y doce días después de la emergencia, durante el día. Viven de

30 a 40 días aproximadamente en zonas tropicales, aunque pueden mantenerse vivas de ocho a

doce meses en climas templados (Aluja, 1993a; Sivinski, 1993).

En condiciones de laboratorio la longevidad, frecuencia y sobrevivencia se incrementan en gran

medida (Sivinski, 1993). La edad de la primera reproducción está fuertemente influenciada por

la temperatura, y varía de 8 a 20 días, dependiendo de la especie. El tipo de alimento,

disponibilidad de agua, tamaño de la mosca, y densidad de la mosca influyen en el promedio de

vida. Dos puntos destacan de estas características: (a) el porcentaje total de fecundidad y la

producción diaria de huevos, que pueden ser extremadamente altas (1000 huevos/ hembra) y

(b) los adultos pueden vivir prolongados periodos de tiempo. Por ejemplo, las hembras y

machos de A. ludens pueden vivir tanto como ll y 16 meses, respectivamente (Aluja, 1994).

2.2.1.3 Frutos hospederos

A. ludens es la especie de mayor distribución en todo el país con amplia dispersión en el

altiplano. De alimentación frugívora (Aluja, 1993a) polífaga (Aluja, 1994) se conocen

alrededor de 25 hospederos naturales, los cuales comprenden varias familias, entre los que

destacan sus hospederos nativos, el zapote amarillo (Sargentiu gregii), (Aluja et al., 1983) y en

menor proporción el zapote blanco (Cusimiroa edulis) (Aluja et al., 1987a; Aluja et al., 1990;

Aluja et al., 1993a) mientras que los hospederos introducidos afectados con mayor daño y

frecuencia son varias especies de cítricos (Citrus sp.) y el mango (Mangifera indica L.) Aluja,

et al., 1987a; Aluja et al., 1987b; Aluja, 1993a; Toledo, 1993a; Moreno et al., 1994; Aluja et

al., 1996); en éste último al parecer se encuentra una competencia con A. oblicua en la

21
j utiiiación de dicho recurso (Aluja et al., 1983; Aluja et al., 1990; Aluja et al., 1996) (Cuadro
2).

2.2.2 Mecanismos de detección

Las trampas de McPhail, provistas con atrayentes o “cebo” alimenticios, se han utilizado para
c
detectar la presencia y ubicación de la plaga mosca de la fruta, dando una aproximación del

tamaño de la población, su distribución y fluctuación estacional; el cebo alimenticio consiste de

20 II& de proteína hidrolizada, 250-300 mL de agua y 10 g de borax como preservativo (Aluja

et al., 1996).

Uno de los criterios para certificar que un cultivo está libre de la mosca de la fruta, ha sido el

“trampeo negativo"con las trampas de McPhail, provisto? con cebos alimenticios (Aluja et al.,

1983; Aluja y Liedo, 1986; A et al., 1989a; Aluja et al., 1993a; Aluja et al., 1993b;

Robacker et al., 1993; Robacker y Warfield, 1993; Robacker et al., 1996) o sexuales (Aluja et

al., 1983; Aluja et al., 1989a).

No obstante, por las diferentes necesidades de aminoácidos y debido a que los sexos tienen

diferentes necesidades nutricionales, las diferentes especies de moscas han mostrado diferentes

respuestas a las trampas de McPhail. Ejemplo de esto es que la especie A. serpentina,

registrada en forma mayoritaria en el mango y hospederos circunvecinos, es la que menos se

capturó (Aluja et al., 1989a; Aluja et al., 1990).

En lo que respecta a los atrayentes, cuando los organismos plaga son atraídos con compuestos

proteicos como aminoácidos, éstos capturan más hembras que machos (Aluja et al., 1990;

Aluja, 1994), probablemente porque las hembras requieren las proteínas para desarrollo del

ovario y maduración sexual y porque aún cuando se presentan cinco especies de moscas en las

22
.

23
cercanías, sólo se observan tres especies de Anastrepha sobre el hospedero con las trampas, y

aunque A. ludens es la especie menos observada es la especie predominante que se ha

capturado con la trampa de McPhail (Aluja et al., 1989a; Aluja et al., 1996).
.
En ensayos para seleccionar atrayentes más eficientes para la mosca dela fruta, los resultados

demuestran que tres componentes combinados: bicarbonato de amonio, metilamina HCL y

putrescina (AMPu) a 10:10:1 tienen potencial como atrayentes para la mosca de la fruta,

aunque esta combinación no es notablemente más atractiva que la levadura (Robacker y

Warfield, 1993).

Robacker et al., (1996) reportan cómo afecta la carencia de azúcar y proteina a la mosca

mexicana de la fruta, en cuanto a la atracción de acido acético y AMPu, y encuentran que el

acetato de amonio es más atractivo para A. ludens que otras sales de amonio, y que las

combinaciones de ácido acético con AMPu son más atractivas para las moscas privadas de

azúcar y levadura que el AMPU solo. Estos resultados indican que es posible desarrollar

atrayentes más poderosos, para al menos, algunas especies de Tephritidae al combinar

diferentes tipos de atrayentes.

Sin embargo, no existen evidencias que sugieran que al combinar varios tipos de atrayentes

para la mosca mexicana de la fruta, incluyendo AMPu (mezcla de bicarbonato o carbonato de

amonio, Metilamina HCL y Putrescina) con acido acético, se mejore la captura de las moscas

(Robacker et al., 1996). Se hace necesario la búsqueda de mejores trampas, de bajo costo, fácil

manejo y alta eficiencia que proporcionen estímulos diferenciales a las especies de Anastrepha,

así como el evaluar la naturaleza de las respuestas diferenciales (Aluja et al., 1989a; Aluja,

1994).

24
Es conveniente encontrar mejores atrayentes (Robacker et al., 1993; Robacker y Warfield,

1993; Robacker et al., 1996) y trampas (Aluja et al., 1989a; Greany y Rhierd, 1993; Aluja,

1994) en y alrededor de los cultivos, con pistas de alimento, feromonas (Robacker y García,

1993; Landolt y Philipps, 1997), visuales (Aluja, 1994) y reguladores de crecimiento de

insectos (Greany y Rhierd, 1993; Moreno et al., 1994). Se han realizado métodos bioracionales

para reducir poblaciones de mosca de la fruta, con la liberación aumentativa de parásitos y/o

liberación de moscas estériles (Toledo, 1993a; Greany y Rhierd, 1993).

2.2.3 Métodos de control

Para disminuir o poder controlar las moscas de la fruta se realizan prácticas de diversos tipos,

desde las físicas culturales, como el uso de plaguicidas, atrayentes bacterianos, o la atracción a
,
mezclas de químicos volátiles, los cuales toman como referencia la degradación biológica de

aminoácidos y grasas, que son importantes en la nutrición de las moscas.

Los tratamientos no químicos no dejan residuos y no son cancerígenos. Entre estos, se pueden

mencionar la aplicación de trampas cebadas con atrayentes alimenticios (Aluja y Prokopy,

1992; Aluja y Prokopy, 1993; Greany y Rhierd, 1993; Robacker y Warfield, 1993; Robacker et

al., 1993) o foliares (Robacker y García, 1993; Robacker et al., 1996), calentamiento de los

frutos seguido de enfriamiento con agua o aire para matar las larvas dentro de los frutos, la

liberación de moscas estériles, insectos depredadores y parasitoides, entre otros.

Estos tratamientos no químicos pueden ser aprobados y adoptados por la industria (McDonald

et al., 1993). No obstante aún con el uso de estos tratamientos aprobados, los daños y pérdidas

siguen presentándose en condiciones comerciales (McDonald et al., 1993; Aluja, 1994; Sharp y

Gould, 1994).

25
Las trampas de McPhail tienen un gran historial en la detección y programas de control de la

mosca de la fruta. Se utilizan especialmente con los géneros de importancia económica, como

Anastrepha y Dacus, para los cuales no se han identificado aún atrayentes comerciales (Aluja

et al., 1989a; Aluja y Prokopy, 1992).

Las trampas, en su versión de plástico o de cristal, son cebadas con una mezcla de proteína

(ocasionalmente se usa también melaza o jugos de fruta fermentados) y agua (Aluja et al.

1989a; Duarte et al., 1991; Aluja, 1993a; Aluja, 1994). Esta trampa, aún cuando se usa muy

ampliamente, tiene varias desventajas: es cara, se rompe fácilmente, es de dificil manejo en su

servicio (Aluja et al., 1993a); trabaja mejor en climas secos y es muy ineficiente (Aluja, 1994).

Sin embargo, las respuestas hacia estas trampas son muy variables, al menos en las especies de

Anastrepha, pues son menos atractivas a A. serpentina y A. oblicua que para A. ludens, y atrae

solo machos de A. ludens, pues los sexos con sus respectivas edades tienen diferentes

necesidades nutricionales y dependiendo del tipo de atrayente utilizado (proteico o azucarado),

hembras y machos responden de manera diferente (Aluja et al., 1989a) y son poco efectivas

(Alujq 1993a; Aluja, 1994).

Así pues, la eficiencia de estas trampas está en vías de ser mejorada (Aluja et al., 1989a;

Greany y Rhierd, 1993), así como un mayor conocimiento de las diferencias en la conducta

sexual interespecífica en condiciones naturales (Aluja et al., 1989; Aluja, 1993b). La

descripción de los patrones conductuales de las moscas cuando se alimentan y la manera

precisa de como descubren su alimento, puede ser útil para las pruebas de control de calidad en

insectos criados en masa, para comparar las conductas de las moscas silvestres con las criadas

en laboratorio (Aluja et al., 1989b).

26
Por otro lado, se han desarrollado modificadores del comportamiento de los insectos,

feromonas o atrayentes sexuales (Landolt y Philipps, 1997), visuales (Robacker y García,

1993), químicos volátiles (Robacker et al., 1993); disuasivas en la oviposición (Aluja y Boller,

1992a, Aluja y Boller, 1992b; Chien-Chung et al., 1996), el uso de radiaciones (Robacker y

García, 1993) y la utilización de la ciromazina para reducir la fecundidad y fertilidad (Diaz et

al., 1993; Toledo, 1993b; Moreno et al., 1994). Además, se han realizado bioensayos de

germoplasma para antibiosis de huevos y larvas de la mosca de la fruta, dada la necesidad que

existe de mercancías resistentes a infestaciones de estos insectos (Hennessey et al., 1995).

Sin embargo, las moscas con una dieta completa son menos sensibles a la cyromazina, sin

contar de que las moscas más viejas y vigorosas son capaces de depositar huevos, venciendo el

efecto de la fecundidad reducida causada por la cyromazina, o ésta simula la hormona juvenil

(HJ) y una vez que la larva alcanza la etapa pupal no hay un efecto notable (Moreno et al.,

1994).

2.2.3.1 Control químico

Los plaguicidas y sus debilidades. La revolución química, caracterizada por un incremento

sorprendente en el uso de insumos químicos, ha formulado preguntas serias acerca de sus

efectos en el ambiente, el balance ecológico y la sustentabilidad (Njos, 1994).

Los costos ambientales de la Revolución verde han sido altos; la agricultura intensiva tiene

como consecuencia la pérdida continua de ecosistemas naturales, uso incrementado de

plaguicidas, la contaminación del agua y otros tipos de contaminación ambienta1 (Lacey y

Goettel, 1995).

27
La aplicación de insecticidas se hace de manera poco responsable ambientalmente hablando

(Lacey y Goettel, 1995), incrementándose en más de mil veces sus costosas utilizaciones (4.1 x

109 dólares anuales en EUA); no obstante, la destrucción de alimento y fibras por las plagas

continúa en un 37% y las pérdidas por insectos casi se han duplicado (Pimentel et al., 199 1;

Pimentel et al., 1992; Pimentel, 1995).

Los beneficios de los plaguicidas están basados sólo en la restitución directa en la cosecha.

Estas evaluaciones no incluyen los costos indirectos ambientales y económicos, asociados con

los plaguicidas y su impacto en la salud humana (Pimentel, 1995); envenenamientos de

animales domésticos; gastos de control incrementados como consecuencia de la destrucción de

enemigos naturales asociada con los plaguicidas y del desarrollo de resistencia a los plaguicidas

(Georgis y Poinar, 1989); problemas en la polinización de las cosechas; pérdidas de abejas y

miel; pérdidas de la cosecha y productos. de la cosecha; contaminación del nivel del agua y agua

superficial; pérdidas de peces, vida silvestre y microorganismos; gastos gubernamentales para

reducir los costos ambientales y sociales del uso de plaguicidas (Pimentel et al., 199 1; Pimentel

et al., 1992) y creación de problemas secundarios (Pimentel et al., 1991).

Las enormes cantidades de plaguicidas que se aplican a las cosechas (2.5 millones de

toneladas), menos del 0.1% llegan a las plagas objetivo. Esto significa que más del 99.9% se

mueven en el ambiente y afectan biota benéfica, enemigos naturales, y contaminan el suelo,

agua, y la atmósfera de nuestro ecosistema (Pimentel, 1995).

Sin embargo, el mejoramiento de las tecnologías de aplicación no pueden mejorar la economía

del control de plagas; hacer una agricultura ambientalmente sana; alta eficiencia del uso de

plaguicidas ni proteger la salud pública, como asevera Pimentel (1995). El tipo de control,

28
basado en el uso de biocidas tiene como consecuencia que los patógenos y plagas desarrollen

resistencia a los plaguicidas sintéticos o aparición de plagas secundarias (Georgis y Poinar,

1989; Pimentel et al., 199 1; Pimentel et al., 1992; Aluja, 1993a; Lcey y Goettel, 1995) con

efectos directos en la fauna silvestre y acumulativos en las grasas y tejidos en los animales de

sangre caliente (Lacey y Goettel, 1995).

Las metas conflictivas de hacer un uso reducido de plaguicidas y mantener una producción

adecuada en la agricultura (Pimentel et al., 1991; Lacey y Goettel, 1995) traen consigo un

fuerte ímpetu para el desarrollo de alternativas efectivas en costo a los plaguicidas químicos

convencionales, con un manejo de plagas que contemple la sustentabilidad y conservación de la

diversidad ecológica, cambiar la dependencia en el uso de plaguicidas sintéticos e incluir el

incremento de enemigos naturales nativos, como es el uso de enemigos naturales (parásitos,

depredadores y patógenos) (lacey y Goettel, 1995).

No obstante los perjuicios, el uso de insumos químicos todavía prevalece; la toronja, naranja y

sus áreas de producción, pueden ser certificadas por el DASCF (Departamento de Agricultura

y Servicios al Consumidor en Florida ) que están libres de la mosca del Caribe, al combinar los

tratamientos post- cosecha aprobados y los plaguicidas, entre ellos del uso de aspersiones de

malatión, como medida profiláctica (Greany y Rhierd, 1993).

Actualmente, el método más utilizado para el control de la mosca es una mezcla de rocío aéreo

malatión - cebado (Greany y Rhierd, 1993; Moreno et al., 1994). Sin embargo, el malatión

rompe el control biológico por su toxicidad residual sobre insectos benéficos no plaga (Moreno

et al., 1994).

29
2.2.3.2 Control mecánico cultural

El punto neurálgico de cualquier programa de control, lo debe constituir una sólida

organización de productores a nivel local, pues ellos serán los ejecutores de las medidas de

control. Siempre hay que considerar los factores socio- económicos, geográficos y políticos de

cada región. La plaga en cuestión muestra un dinamismo constante, sin respetar las barreras

políticas o geográficas. Debido a los factores anteriores y a la enorme diversidad de biomas y

ecosistemas que permiten la explotación de una gran variedad de especies frutales, el control de

moscas de la fruta debe seguir siempre esquemas flexibles (Aluja, 1993a).

El llevar a cabo un programa de manejo integrado, control o erradicación de las moscas de la

fruta de manera eficiente, es necesario tomar en cuenta los siguientes aspectos:

1. Identificación correcta del insecto plaga

2. La descripción de la población real del insecto (sistema de monitoreo biológico que nos

permita cuantificar las poblaciones de cada especie en cualquier momento).

3. El estudio del comportamiento de la población, distribución, abundancia, fluctuaciones

estacionales de la plaga, nos proporciona información clave para poder regular la población del

mismo, determinar los factores que provocan el incremento o decremento de las poblaciones.

4. Sistema de monitoreo climatológico: temperatura, humedad. Es necesario tener un registro

detallado-de estos factores a través del año, para poder interpretar de manera correcta, las

fluctuaciones en los números de insectos.

5. Interpretación de los fenómenos biológicos observados y elaboración de los modelos de

plagas, que nos permitan controlar los problemas creados por los insectos de manera efectiva,

30
lo que permite conocer la ausencia o presencia de la plaga, delimitar las zonas infestadas y

poder sugerir las medidas preventivas, prácticas y aplicaciones a seguir (Aluja, 1993a).

El control mecánico cultural, es un modelo sencillo, económico y fácil de seguir, está al alcance

de cualquier productor y si lo realiza bajo una estrategia bien establecida, puede reducir hasta

en un 60 y 80% las poblaciones de la plaga. Si se aplica en toda la región las medidas

recomendadas, su eficiencia se incrementa, más cuando se aplica en su momento oportuno en

las variedades, de frutales que son más susceptibles al ataque de las moscas de la fruta (Aluja,

1993a).

Se deben considerar y conjuntar factores para un desarrollo óptimo, como son:

1. El factor control de plagas y enfermedades. 2. Factor de comercialización y 3. Factor

ecológico.

Un aspecto primordial es la recolección y enterrado de toda la fi-uta caída y de la fruta que está

en el árbol que no se comercializa; la destrucción de la misma, es una práctica muy eficiente

cuando se realiza en forma organizada. La fruta infestada debe incinerarse o enterrarse. Al

enterrarse la fruta, debe hacerse un hoyo grande, rociar la fruta con petróleo y cubrirla con una

capa de suelo de 50 cm.

El eliminar la maleza es muy importante, sobre todo en la época de fructificación y cosecha. El

no hacerlo impedirá ver donde cae la fruta (queda escondida) y provee a las moscas de sombra

y un refugio para protegerse de los enemigos naturales e inclemencias del tiempo.

El rastreo del suelo permite sacar a la superficie las pupas enterradas para que mueran por

desecación o por enemigos naturales.

31
El podar los árboles es muy importante pues favorece el desarrollo del árbol y sus frutos, la

aireación entre los árboles, rompiendo con ello el microclima favorable para el desarrollo de la

plaga, ya que el excesivo follaje es favorable para las moscas que buscan refugio (Aluja,

1993a).

El sembrar cultivos trampa ex profeso en regiones tropicales con muchos hospederos no

frutales o en zonas con poca atención técnica y desorganización, no es recomendable. La

sección del huerto que recibe los vientos dominantes es la más propensa a ser infestada, y debe

recibir especial atención con un monitoreo de los hospederos ya existentes que están cercanas

al huerto comercial (Aluja, 1993a).

2.2.3.3 Control legal

El género Anastrepha está considerado como la mayor amenaza para la industria de la

fruticultura, en casi todos los países del mundo, por lo que se han establecido una serie de

medidas cuarentenarias para limitar el movimiento de frutas de áreas infestadas a otras áreas

consideradas libres de esta plaga (Beavers y Calkins, 1984; Aluja et al., 1987a; Gringich, 1987;

Aluja, 1993a; Bustos et al., 1993; greany y rhierd, 1993; Aluja, 1994; Purcell et al., 1994a;

Purcell et al., 1994b; Hennessey et al., 1995; Aluja et al., 1996).

Este control se ejecuta a través de cuarentenas, permisos limitados (guías fitosanitarias),

certificados de origen, certificación de huertos, autorización y cumplimiento estricto de

procedimientos para la desinfestación de frutas, establecimiento de zonas libres de moscas, y

muchas otras medidas. El control legal está reglamentado por acuerdos internacionales,

nacionales, regionales y locales. Su importancia se incrementa en las etapas de posterradicación

y declaración de zona libre de mosca (Aluja, 1993a; Aluja, 1994).

32
En los últimos diez años se lograron grandes avances en, al menos, dos áreas: procedimientos

de desinfestación de frutos y el establecimiento de zonas libres de moscas (Aluja, 1994).

Recientemente, se han desarrollado varios métodos alternativos de desinfestación para el

control de las moscas de la fruta, como son tratamientos con agua o aire caliente para el

mango, guayaba (Sharp et al., 1988; Sharp y Gould, 1994); por medio de disección (Gould,

1995); el recubrimiento de frutos (Hallman et al., 1995) solo o combinado (Hallman y Foos,

1996); papaya (Armstrong et al., 1995a); extracto de semillas de árbol (Chien-Chung et al.,

1996); disuasivas en la oviposición (Aluj y Boller, 1992a; Aluja y Boller, 1992b) y almacenajea

en fkío (Aluja, 1994; Hallman, 1995).

Se contempla además un tratamiento hidrotérmico postcosecha del fruto seguido de un

hidroenfiiamiento o por radiaciones gamma a los productos con 60Co (Bustos et al., 1993).

2.2.3.4 Liberación de insectos estériles

Esta técnica permite obtener insectos machos y hembras estériles bajo condiciones de

laboratorio al exponerlos a rayos X o radiaciones gamma. Los insectos así obtenidos no deben

quedar dañados y ser competitivamente iguales a los silvestres en las rutinas y habilidades de

apareamiento.

La técnica del insecto estéril (TIE) tiene un alto potencial de control y es un procedimiento

relativamente benigno para el medio ambiente, demostrando su utilidad para la supresión o

erradicación de la mosca de la fruta. Su eficacia al reducir la población silvestre, es

directamente proporcional a la competitividad del macho para atraer y aparearse con las

hembras silvestres, siendo la competividad del macho estéril el factor más importante para el

éxito de un programa TIE (Ponce et al., 1993).

33
Cuando los machos irradiados se aparean con hembras no irradiadas, la fertilidad se reduce en

la medida que la radiación se incrementa; al aplicar radiaciones con rayos gamma de 8 krad de

una fuente de 60Co se obtiene un 100% de esterilidad en A. oblicua (Toledo, 1993b) y cuando

se aplicaron dosis de 30 Gy (1 Gy = 1OO rads) en A. suspensa, no se reducen los componentes

volátiles feromonales (Ponce et al., 1993).

Si embargo, el uso de la TIE presenta varias limitantes. Un problema para su producción en

masa, es que es un proceso avanzado y costoso, y produce un gran número de hembras no

deseadas las cuales no contribuyen significativamente al control estéril, pero consumen la mitad

de los recursos del programa (Aluja, 1993a; Baranowski el al., 1993). La aplicación está

limitada a condiciones especiales: poblaciones de insectos bien establecidas, restringidas en su

distribución (islas, cañones, oasis) (Aluja, 1993a) y requiere previamente la reducción de la

población de la mosca silvestre, la cual se lleva a cabo con el rocío aéreo de malatión trampa

(cebo), el cual causa serios problemas ambientales por lo que es poco aceptable (Gingrich,

1987; McDonald et al., 1993; Aluja, 1993a; Aluja, 1994).

El utilizar la TIE como una estrategia de manejo alternativa contra A. ludens y A. oblicua,

significa que ambas moscas estériles tendrán que producirse. Esto acarrea importantes desafios

técnicos y consideraciones en costo porque hasta ahora, sólo A. ludens ha sido colonizada y

criada en masa. Además, si también se van a utilizar los parasitoides, va a ser necesario evaluar

los efectos de liberaciones múltiples de especies porque es inverosímil que una especie de

parasitoide se desempeñe efectivamente en condiciones ecológicas tan variables (Aluja et al.,

1996).

34
La conducta de apareamiento en las moscas de la fruta es compleja, involucrando la formación

de agregaciones de machos para el apareamiento, por lo que es necesaria una evaluación de

machos irradiados en pruebas de competencia con machos del ambiente natural (Ponce et al.,

1993).

La TIE aún está siendo perfeccionada y a futuro se contaran con grandes avances que faciliten

la aplicación, como los de calidad del insecto, cría masiva, liberación, sexado genético, que

permitirá producir y liberar sólo machos estériles (Aluja, 1993a; Aluja, 1994).

2.3 Control Biológico

El control biológico utiliza agentes como virus, bacterias (Gingrich, 1987), hongos, nematodos

entornopatógenos (Lindegren yVai1, 1986; Kaya y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler, 1994)

y hormigas (Wong et al., 1986). La mayoría de estos agentes poseen atributos de gran

selectividad y seguridad y deben incorporarse en los programas de Manejo Integrado de Plagas

(MIO) donde sus efectos adversos son mínimos, comparados a los plaguicidas químicos (Lacey

y Goettel, 1995). La estrategia de MIP de artrópodos y otras medidas alternativas juegan

papeles significativos en la protección de las cosechas, es un aspecto de la agricultura

sustentable que intenta minimizar el impacto ambiental negativo (McDonald et al., 1993), y

otros efectos deletéreos debido al uso de insecticidas (resistencia al plaguicida) (Georgis y

Poinar, 1989), surgimiento de plagas secundarias debido a la eliminación de enemigos

naturales,- etc. (Lacey y Goettel, 1995). Bajo condiciones naturales, los entornopatógenos

frecuentemente son responsables de reducciones significativas en las poblaciones plaga, y en

ciertas circunstancias obvian la necesidad de intervenciones adicionales (Lacey y Goettel,

1995).

35
Varios rasgos recientes han demostrado que los nematodos pueden combinarse exitosamente

con otros agentes biológicos. Estudios futuros incluirían la integración con otras medidas de

control (ejem. biológicos, químicos, de cultivos) para ayudar a tratar exitosamente todos los

miembros de los complejos plaga que afectan muchas cosechas (Georgis, 1990a). El control

moderno de los insectos está cambiando bastante, desde mejorar íos insecticidas orgánico-

sintéticos en favor de un acceso más integrado de manejo de plagas. El control biológico es una

táctica mayor en manejo integrado de plagas (MIP), y con la tendencia común hacia una

agricultura sustentable (Aluja et al., 1990). Uno de los mas grandes objetivos de la agricultura

sustentable es reducir los insumos en la producción de cosechas. Una manera para la

consecución de este objetivo es a través de un manego integrado de los daños en las plantas,

más que con la sola liberación de plaguicidas (Konway, 1996).

En la medida en que los productores adopten los principios de la agricultura sustentable y

reduzcan o eliminen la aplicación de plaguicidas, se hará más importante el uso de los agentes

de control biológico, propiciando su desarrollo y producción en gran escala. Las restricciones

de uso de plaguicidas en algunos países, hará necesaria la implementación de programas de

control biológico. El cómo van a manejar los productores a estos enemigos naturales, va a

depender de varios factores (Konway, 1996).

En el control biológico clásico, los organismos son liberados y permanecen el ambiente para

mantener-una población de hospederos en densidades bajas, durante periodos ecológicos

largos. Así, la teoría ecológica es aplicable para ayudar a seleccionar los enemigos naturales y

planear su liberación, con objeto de proporcionar un nivel de control aceptable año con año

(Konway, 1996; Murdoch, 1996).

36
En este escenario, los productores solo utilizarían sus habilidades para mantener las

poblaciones de organismos benéficos en el campo, con un sistema de rotación y enmiendas al

suelo. Desafortunadamente, la industria no está interesada en desarrollar productos biológicos

que se mantengan como población en el ambiente (Konway, 1996). Cook et al., (1995) señalan

que para que ésto se logre es necesario el desarrollo y despliegue de miles, si no de decenas de

miles, de micoorganismos específicos al daño y/o ambiente de la planta, que inhiban o supriman

las enfermedades o plagas.

La sustentabilidad requiere una diversidad necesaria para mantener todos los sistemas

ecológicos saludables y funcionando (Lubchenco et al., 1991), la diversidad requerida para un

nivel de vida aceptable -particularmente en las naciones desarrolladas (Raven, 1990) -y la

diversidad adecuada para satisfacer las necesidades del suelo (Samson, 1992).

Del control biológico se puede esperar que juege un papel aún más substancial en el MIP. Los

nematodos entornopatógenos son una adición bienvenida a la serie de enemigos naturales y

realzarían, además, nuestra habilidad para integrar realmente las diferentes medidas de control

para el manejo de aquellas plagas objetivo, donde las tácticas individuales (tales como el

control químico, resistencia de la planta hospedera) por sí solas son inadecuadas. Sin embargo,

el MIP tiene en alguna forma un poco demeritado al control biológico y puede haber afectado

adversamente el desarrollo intelectual de esta disciplina crítica.

Los diversos estudios de los nematodos entornopatógenos concuerdan en cuanto al impacto

social de los nematodos y beneficios de la Nematología; las oportunidades que tiene la

Nematología en la siguiente década; las prioridades en la Nematología; la utilización de

recursos nuevos y emergentes y acercamientos multidisciplinarios con un control de plagas que

37
sea a través de agentes de control biológico o por manejo integrado de plagas, con la

conservación de la biodiversidad de los recursos naturales y el ambiente en una escala global,

para engrandecer la calidad de vida de una población mundial que se incrementa (Barker et al.,

1994).

Entre las razones para el interés incrementado en todos los aspectos del control biológico ha

sido la amplia conciencia del público del daño ambiental, resultado de los plaguicidas químicos.

Los productos, químicos persistentes, propuestos para destruir las plagas, ingresaron a la

cadena alimentaria y dejaron su impacto de gran persistencia sobre organismos no objetivos,

incluyendo humanos (Gaugler y Kaya, 1990; Georgis et al., 1991) y el desarrollo de resistencia

en los insectos a plaguicidas químicos (Georgis y Poinar, 1989; Poinar, 1990; Lacey y Goettel,

1995).

El desarrollo de resistencia en los insectos a plaguicidas químicos, ha estimulado el interés para

el desarrollo de recursos biológicos para controlar plagas de insectos (Georgis y Poinar, 1989).

Los entornopatógenos, especialmente agentes bacterianos y virales, han recibido una atención

considerable como insecticidas biológicos desde 1940, y es a partir de 1980 que el control

biológico ha empleado nematodos entornopatógenos el cual se ha desarrollado rápidamente en

una disciplina de patología de insectos, equivalente en amplitud de variación a los virus,

bacterias, protozoos y hongos (Poinar, 1990).

El potencial excepcional de los nematodos ahora se ha reconocido, particularmente con el

reciente adelanto repentino en la producción en masa de la. tecnología, la cual ha permitido

aplicaciones en gran escala en contra de plagas de insectos (Georgis y Poinar, 1989; Gaugler y

Kaya, 1990; Georgis y Hague, 199 1).

38
Se han realizado logros significativos en un corto período de tiempo al usar nematodos

Steinemematidae y Heterorhabditidae como agentes de control biológico (Georgis, 1992; Kaya

y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler, 1994), contra gorgojos e insectos en ambientes

trípticos (Gaugler y Kaya, 1990).

Para el control de la mosca de la fruta se aplican métodos para tratamientos con medidas pre -

cosecha y estrategias de control postcosecha. Estos últimos consisten en métodos como el

tratamiento en frio y el tratamiento con agua caliente, aunque estos métodos presentan ciertas

dificultades pues la mortalidad de la mosca de la fruta en la etapa de huevo y larva no es

afectada (Sharp y Gould, 1994).

Es necesario que nuevos parásitos con habilidades especializadas se puedan aplicar, que

ataquen los huevos someramente colocados y que controlen efectivamente en densidades bajas

del hospedero, serían candidatos bienvenidos para la liberación clásica o aumentada

(Baranowski et al., 1993) teniendo. la preocupación de que 185 especies de Anastrepha (Aluja,

1994; Aluja et al., 1996) viven en los trópicos de América (Baranowski et al., 1993).

2.3.1 Impacto ambiental

El impacto ambiental puede ser definido como cualquier efecto sobre un organismo no objetivo

el cual resulta de la introducción intencional de un enemigo natural (Ehler, 1990b).

Al ubicar la presencia de una plaga e implementar métodos para reducir sus poblaciones, es

necesario introducir un agente de control biológico, lo cual tiene como consecuencia un

impacto ambiental y que al establecerse de manera permanente este agente de control, su

impacto no necesariamente tendrá que ser negativo; el impacto ambiental de un agente de

39
control biológico esta en función de: a) los atributos de la especie introducida, b) la naturaleza

de la zona objetivo, y c) la estrategia de introducción empleada (Ehler, 1990a).

El impacto puede ser clasificado de acuerdo con los siguientes factores: 1. Duración: corto

período de tiempo, como en la liberación inundativa, VS . período largo, como en el Control

Biológico Clásico; 2. Predecibilidad: total inesperado VS. predecible; 3. Resultados: positivos o

negativos; 4. Magnitud: efectos menores o sutiles, de interés práctico o no, VS . efectos

mayores, de consecuencia práctica considerable; 5. Interacción: directa o indirecta (ejem.

cuando se implica una tercera especie) y 6. Medida de tiempo: inmediato VS. retardado (Ehler,

1990a).

2.3.2 Liberación de parasitoides

La liberación aumentativa de Opiinae criados en masa, como parasitoides de moscas de la fruta

es potencialmente una táctica efectiva y ambientalmente sana para suprimir las poblaciones de

moscas de la fruta (Knipling, 1992;‘Purcell et al., 1994a).

Desde 1912, alrededor de 54 especies de parasitoides se han utilizado para el control de

moscas de la fruta (Clausen, 1978). Actualmente, sólo se reconocen seis especies: Biosteres

arisanus (Sonan), Diachasmimorpha longicaudata (Ash.), D. vandenboschi (Fullaway),

Psyttalia incissi (Silvestri) (Haramoto y Bess, 1970; Vargas et al., 1993), D. tryoni (Cameron)

y P. flecheri (Silvestri) (Wong et al., 1984; Wharton, 1989; Purcell et al., 1994a).

Baranowski et al., (1993), introdujeron 15 especies de las familias: Eulophidae, Braconidae,

Chalcidae y Eucoilidae, para controlar la mosca de la fruta del Caribe, de las cuales sólo cinco

especies se establecieron. De éstas, D. (= Biosteres) longicaudata obtenida en México es la

más exitosa, aunque los niveles de parasitación son bajos.

40
Para la mosca oriental de la fruta Bactrocera dorsalis (Hendel) se reportan sólo cuatro

parasitoides: B. arisamis D. longicaudata, D. vandenboschi y P. incisi (haramoto y Bess,

1970; Wong et al., 1984; Vargas et al., 1993; Purcell et al., 1994b) y en el Estado de Chiapas,

México, se registran ocho especies de parasitoides representadas en cuatro familias, donde D.

longicaudata es la mas frecuente (Aluja et al., 1990).

Los parasitoides no son específicos y atacan otros tipos de moscas (Aluja, 1993a) entre ellas

las caseras, y al-parecer no tienen impacto dañino a los tefrídos nativos (Duan et al., 1997)

aún cuando pueden reducir la emergencia de moscas adultas (Duan y Messing, 1997).

Contrario a las listas de hospederos publicadas, B. dorsalis criados en laboratorio o silvestres

no son hospederos naturales para D. tryoni, pues sólo matan el 3.7% de larvas, 7.1% de pupas,

y la emergencia también es muy baja (0.35%) (Ramadan et al., 1994), aunque se reporta un

porcentaje de parasitismo de 37.5% para B. dorsais (Duan et al., 1997).

Purcell et al., (1994a) reportan que la emergencia de D. lingucaudata varia de 71.8 a 74.6%,

aunque Purcell et al., (1994b) señalan que el porcentaje de parasitismo nunca excede el 6%, a

pesar de las liberaciones de casi 500,000 adultos de D. longicaudata.

La mayoría de los parasitoides que se liberan en Florida se obtienen de las exploraciones

realizadas en los trópicos del Viejo Mundo, para encontrar enemigos naturales de las especies

de Bactrocera. Estos parasitoides proveen un amplio rango de hospederos que incluyen a

varias especies de Anastrepha. Actualmente existe un creciente interés de la DAEUA/ ARS y

Universidades para iniciar nuevas exploraciones, esta vez en América Latina., para encontrar

nuevos parasitoides con habilidades especializadas, considerando que 185 especies de

Anastrepha (Aluja, 1994; Aluja et al., 1996) viven en los trópicos de América (Baranoswski et

41
al., 1993). Los ejemplos de liberaraciones aumentativas de parasitoides para el control de

Anastrepha son escasos (Aluja, 1994). El porcentaje de parasitismo en las diferentes especies

de Anastrepha está reportada con valores comprendidos entre 0.44 y 29.23% (Aluja et al.,

1990).

El uso de estos parasitoides presenta varios inconvenientes: hay una pérdida substancial de

ellos durante la producción masiva, en la introducción de altos números de parasitoides y en el

reducido grupo de parasitoides que se establecen, lo cual hace que la aplicación de éstos sea un

proceso exhorbitante costoso y de difícil manejo en el laboratorio (Aluja, 1993a;

Baranowski et al., 1993; Purcell et al., 1994a). Se considera que sólo se establece el 33.3% de

los parasitoides que se liberan (Baranowski et al., 1993). Por ello, el número que teóricamente

debería ser liberado, para reducir una población de larvas en el campo, dificilmente se alcanza;

además de ser más sensibles a los plaguicidas que las moscas (Aluja, 1993a; Purcell et al.,

1994c). ,

En la aplicación en el campo existen otras limitantes en lo que respecta a las características de

la mosca y del parasitoide: las moscas de la fruta tienen una fecundidad y capacidad de

dispersión más alta que los parasitoides, por lo que no son capaces de regular el crecimiento de

la población de la plaga (Debouzie, 1989); producen gran cantidad de progenie; por la

conducta larval para escapar de los parasitoides al excavar profundo en la pulpa, donde el

ovipositor del parasitoide es incapaz de alcanzarlo (Baker et al., 1944; Aluja, 1993a) o los

parasitoides son incapaces de penetrar la dura cáscara de ciertos frutos, lo que limita las

posibilidades de ser parasitado (Aluja et al., 1990; Aluja, 1993a).

42
Debido a que el parasitoide necesita la larva para sobrevivir, se crea un conflicto. Salvo los

parasitoides de pupas, las demás especies no pueden reproducirse porque las medidas de

control reducen al máximo su hospedero (Aluja, 1993a). En muchas ocasiones el

establecimiento de parasitoides fracasa por el número inadecuado de parasitoides, la poca

capacidad de adaptación biológica del hospedero objetivo para aceptar al parasitoide, o los

resultados de competencia con otros parasitoides (de la misma o diferente especie) en el mismo

hospedero (Ramadan et al., 1994)

La calidad de los parasitoides está directamente relacionada a su funcionamiento potencial en el

campo (Purcell et al., 1994a). Para elevar el control de calidad de los parasitoides se han

implementado varios mecanismos, como son el mejoramiento de los métodos pre y post

embarque, para evitar las pérdidas por emergencia de más del 58%, aunque después de la

estandarización de estos métodos, la emergencia no se reduce (Purcell et al., 1994a; Purcell et

al., 1994c).

Es necesario recordar que para que un enemigo natural sea efectivo debe poseer las

características de: a) alta capacidad de búsqueda, b) específico, c) potencial biótico de

reproducción mayor a la del hospedero, d) tener la habilidad de ocupar todos los nichos

habitados por el hospedero y e) que pueda reproducirse con facilidad bajo condiciones de

laboratorio (Aluja, 1993a).

Existen ejemplos de comportamiento en una especie de la mosca de la fruta, es el caso de

Toxotrypana curvicauda que para evadir los programas. de control, ha desarrollado el

mimetismo “muleriano” por medio del cual se ha adaptado para asemejarse morfológicamente a

43
una avispa, además de reducir al máximo el tiempo de apareo/cópula durante el cual es visible y

expuesto, para protegerse de los depredadores (Aluja, 1993a).

2.3.3 Bacterias entornopatógenas

El establecer el potencial de Bacillus thuringiensis B. como una fuente de agentes de

insecticidas que puedan reemplazar al malatión es una meta. Para llevar a cabo el control de la

mosca de la fruta del Mediterráneo, C. capitata, se han realizado bioensayos con productos de

fermentación de diferentes variedades de B. thuringiensis en contra de los adultos de la mosca,

discriminando varios tipos de agentes activos sobre la base de su solubilidad en agua y

estabilidad al calor. De 94 cepas evaluadas, 15 produjeron agentes que causaron 80% de

mortalidad en adultos de la mosca del Mediterráneo a los nueve días de exposición, y

encontraron que los productos típicos δ- endotoxinas y/o esporas y exotoxinas de la bacteria,

fueron patógenas para las moscas (Gingrich, 1987).

La mayoría de productos comerciales en Estados Unidos de Norteamérica y Europa Occidental

están basados en δ endotoxinas y se han aplicado contra larvas de lepidópteros. La cepa de la

variedad israelensis (H- 14) se ha utilizado contra mosquitos y moscas negras. Sólo unas

cuantas cepas produjeron endotoxinas que son activos contra Diptera y ninguno está disponible

comercialmente. La Thuringiesina es tóxica a muchas especies de Diptera; es producida y ,

utilizada para el control de insectos en Europa Oriental, pero está restringida por su

patogenicidad al inyectarse en ratones (Gingrich, 1987).

2.3.4 Hongos entornopatógenos

El uso de hongos entornopatógenos en el control de plagas se practica en países como Brasil,

Inglaterra, Francia, China y EUA. Algunas de las ventajas que presentan para su uso son entre

44
otras, su especificidad, su inocuidad hacia plantas, animales silvestres, peces, insectos

polinizadores y parasitoides (Zimmermann, 1993) su alta virulencia, la facilidad relativa de

multiplicación masiva y su rentabilidad (McCoy, 1990).

Actualmente ya se tienen formulaciones comerciales a base de hongos en varios países dentro

de ellos, cinco formulaciones a base del hongo Metarhizium anisopliae (Metsch.) Sor.

(Deuteromycete) tales como biomax, biocontrol, combio, metabiol, metapol, metaquino en

Brasil, biotrol en EUA (McCoy, 1990) BIO 1020 en Alemania (Reinecke et al., 1990).

Lo anterior, permite considerar la potencialidad de utilizar M. anisopliae dentro de los

programas de control biológico de moscas de la fruta.

Se ha reportado que M. aniscopliae afecta a dípteros, tales como larvas de mosquitos de los

géneros Aedes, Anopheles y Culex (Daoust y Roberts, 1983). Este hongo presenta

potencialidad de uso en los adultos de la mosca del Mediterráneo C. capitata, con una dosis

letal 50% (DL 50) de 8x106 conidios/mL y un Tiempo Letal 50% (TL50) de 11.4 días (García et

al., 1984).

En las moscas de la fruta del género Anastrepha, se han evaluado tres cepas de M. anisopliae

en larvas de A. striata, y se reportan mortalidades de 42.5% 69% y 88.75% para cada una,

respectivamente (Romero, 1993); por su parte, Trujillo (1995) examinó la virulencia de 20 (

cepas de M. anisopliae en larvas del tercer estadio de A. ludens, y en condiciones de campo, la

efectividad de una de las cepas para determinar la reducción de la emergencia de adultos en dos

localidades y en dos suelos de diferente textura.

Trujillo (1995) reportó diferencias en la virulencia entre cepas, pues 13 de los 20 causaron una

mortalidad superior al 83%, sin diferencias estadísticas entre ellos, con valores de TL50

45
comprendidos entre 1.8 y 4.7 días. Las cepas de M. anisopliae(Ma) No. 2, Ma No. 8 y Ma

No. 16 causaron un 99% de mortalidad con valores de TL50 de 2.0, 3.1 y 4.0 días,

respectivamente. Las cepas Ma No. 2 y Ma No. 8, no difirieron significativamente entre ellos;

la cepa Ma No. 16 resultó diferente de Ma No. 2, con base en el TL 50. A estas tres cepas se les

determinó la Concentración Letal 50% (CL 50) que tuvo una variación entre 3.7 x 105 hasta 4.8

x 105 conidios/mL.

Bajo condiciones de campo, en un suelo con textura franca, el hongo permitió la emergencia de

un 33% de adultos; en el testigo emergió el 76%; y en suelo con textura de arena migajonosa,

hubo una emergencia de un 49%, mientras que en el testigo se obtuvo un 71%.

No obstante esta “batería de armas biológicas”, el problema de la mosca de la Fruta en los

países tropicales permanece como una plaga muy seria y-abundante (Baranowski et al., 1993).

46
2.4 Los Nematodos entornopatógenos (NEPS)

Los NEPs de las familias Steinemematidae y Heterorhabditidae presentan atributos biológicos

y ecológicos que hacen su uso excepcionalmente seguro en el control biológico (Gaugler Y

Kaya, 1990a; Georgis, 1992; Kaya y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler, 1994). Los atributos

que los sitúan en posición sobresaliente son: 1. Búsqueda activa de hospederos (tienen

quimioreceptores y son móviles); 2. Exoneración de registro; 3. Virulencia extrema para

insectos (son fácilmente cultivados); 4. Son inocuos para vertebrados, plantas y otros

organismos no objetivo; 5. Amplio rango de hospederos (Poinar, 1979; Woodring y Kaya,

1988; Georgis y Poinar, 1989; Akhurst, 1990; Gaugler y Kaya, 1990; Maya, 1990a; Georgis,

1992; Kaya y Gaugler, 1993; Kaya, 1993a; Kaya, 1993b; Boemare et al., 1996).); 6. Se aplican

fácilmente utilizando equipos de rocío común; 7. Son dóciles para la selección genética y 8.

Son compatibles con muchos plaguicidas químicos (Gaugler, 1988; Georgis y Poinar, 1989;

Akhurst, 1990; Gaugler y Kaya, 1990; Georgis et al., 199 1; Georgis, 1992; Kaya y Gaugler,

1993).

Aunque casi 40 familias de nematodos están asociados con insectos, muy pocas causan

mortalidad al hospedero, y solo las familias Mermithidae (Lacey y Goettel, 1995),

Steinemematidae y Heterorhabditidae, están ampliamente disponibles para usarlas en control

biológico (Gaugler y Kaya, 1990; Georgis, 1992; Kaya y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler,

1994).

Las especies de Steinemema y Heterorhabditis son consideradas como agentes de control

biológico de insectos plaga, por su amplitud de variación de hospederos (Poinar, 1979), su

rápida acción y su seguridad ambiental, por lo que los consideran como alternativas a los

47
insecticidas químicos, que son activos sólo por periodos cortos, producen resistencia a los

plaguicidas, y afectan organismos no objetivos (Poinar, 1979; Georgis y Poinar, 1989; Pimentel

et al., 1991; Georgis et al., 1991; Georgis, 1992; Pimentel et al., 1992; Aluja, 1993a; Lacey y

Goettel, 1995).

2.4.1 Steinernema carpocapsae

Se conocen 14 especies de Steinernema Travassos y Heterorhabditis Poínar, que han sido

citadas en ocho países (Poinar, 1990; Georgis y Manweiler, 1994; Jian et al., 1997) y ocho de

ellas pertenecen al Viejo Mundo. Sólo un género y una especie, S. carpocapsae, se cita en el

Continente Americano, y fue aislada en México (Georgis y Manweiler, 1994). Los nematodos

que han sido aislados y tienen cierto grado de pureza se les consideran como cepa, y aún

cuando no han sido caracterizados propiamente, representan poblaciones diferentes, por lo que

es necesaria su conservación. El prevenir su pérdida, o contaminación con otras cepas o

especies y preservar su identidad genética, es importante, de tal manera, que puedan servir

como punto de partida para agrupar o identificar especies, con la taxonomía clásica y

tecnología del ADN (Curran, 1990; Smits et al., 1991; Kaya y Gaugler, 1993).

2.4.2 Ciclo de vida de los NEPs

Las especies Steinernema y Heterorhabditis presentan cuatro etapas antes de madurar. Sólo el

tercer estado juvenil (infectivo o dauer), puede sobrevivir tùera del insecto, por largos períodos

sin tomar alimento, en espera de un hospedero y así moverse de un insecto a otro (Gaugler y

Kaya, 1990; Georgis y Manweiler, 1994). Los juveniles infectivos (JIs) al entrar en un insecto,

se desarrollan en hembras hermafroditas (Heterorhabditis), o en hembras y machos

(Steinernema) (Georgis y Manweiler, 1994) y producen una o más generaciones de progenie,

48
que continúa hasta que se agotan los nutrientes del hospedero (Kaya y Gaugler, 1993; Georgis

y Manweiler, 1994).

En este momento y de manera sincronizada, los nematodos llegan al tercer estadio y dejan el

cadáver en búsqueda de un nuevo hospedero (Georgis y Manweiler, 1994; Tachibana et al.,

1996), al cual detectan por los productos de excreción, emisiones de dióxido de carbono y

gradientes de temperatura (Lewis et al., 1992; Lewis et al., 1993; Georgis y Manweiler, 1994).

El ciclo de vida se completa en un período de 6-18 días a 18-28ºC, dependiendo del insecto

hospedero y de la especie del nematodo (Poinar, 1990; Georgis y Manweiler, 1994).

2.4.3 La simbiosis de NEPs con bacterias los convierte en insecticidas biológicos

Los nematodos son entornopatógenos porque son los únicos que, en una asociación mutualista,

llevan e introducen bacterias simbiontes en los insectos, atributos que han alentado a varias

compañias a producirlos como insecticidas biológicos (Gaugler y Kaya 1990; Georgis, 1992);

las relaciones simbiontes se dan porque el papel de la bacteria es servir como alimento y

proveer los nutrientes esenciales requeridos para la reproducción del nematodo (Poinar, 1989;

Tachibana et al., 1996); los nematodos protegen a la bacteria del ambiente del suelo, sirven

como vectores para penetrar al hospedero apropiado (Kaya, 1993a; Kaya y Gaugler, 1993;

Georgis y Manweiler, 1994; Tachibana et al., 1996) y posiblemente la bacteria necesita de las

proteínas antibacterianas del hospedero (Kaya, 1993a; Kaya y Gaugler, 1993).

Los JIs de manera similar a los adultos, presentan atributos de parasitoides, depredadores y

patógenos microbianos (aunque no se les puede considerar como tal). Son similares a insectos

parasitoides en cuanto a que las formas juveniles tienen un alto potencial reproductivo y se

49
desarrollan a expensas de un hospedero, y depredadores porque el hospedero puede morir

eventualmente (Ehler, 1990a; Kaya y Gaugler, 1993).

Las bacterias Xenorhabdus sp. tienen la forma de bacilos móviles, son gram negativas,

anaerobias y tienen flagelos peritricos que forman esferoplastos en cultivos viejos. Estas no

forman esporas, así que no poseen una estructura de resistencia ambiental, por lo que no se

encuentran en ninguna parte, excepto en el interior de los nematodos e infectando hospederos;

su ciclo de vida presenta dos fases variantes (Poinar, 1989; Poinar, 1990; Akhurst y Boemare,

1990; Georgis y Manweiler, 1994) conocidas como fase 1 (forma primaria) y fase II (forma

secundaria) que difieren entre sí bioquímica y morfológicamente (Kaya, 1993a).

Las especies de Steinernema y Heterorhabditis están asociados con las especies de bacterias

Xenorhabdus y Photorhabdus (Enterobacteriaceae) respectivamente, y la gran mayoria de P.

Zuminescens en su fase 1, despiden una bíoluminiscencia más de 1,000 veces mayor que la fase

II (Tachibana et al., 1996) mientras que Xenorhabdus sp., asociada con Steinernema no

despiden luminosidad (Kaya y Gaugler, 1993).

Las células bacterianas se localizan en los intestinos de los JIs (Poinar, 1989; Gaugler y Kaya,

1990; Kaya y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler, 1994); en Steinernema la gran mayoria se

encuentran en la porción ventricular del intestino (Tachibana et al., 1996) y en Heterorhabditis,

Photorhabdus se encuentra en el mismo lugar, y además puede ocurrir en todo el espacio

intestinal y aún en la cavidad de la faringe (Poinar, 1990).

Cuando los JIs de Steinernema encuentran un insecto hospedero, entran por las aberturas

naturales (boca, ano, espiráculos) (Kaya, 1993a); en el caso de Heterorhabditis, pueden

también hacerlo directamente a través de la cutícula y penetran al hemocele; en el caso de

50
larvas de escarabeidos, no se tiene información acerca de la penetración de nematodos vía

espiráculos (Lacey et al., 1993). Ahí, el tracto digestivo de los JIs llega a ser funcional y libera

a Xenorhabdus o Photorhabdus a través del ano y comienzan a multiplicarse en la hemocele

del insecto (Poinar, 1989; Poinar, 1990; Kaya, 1993a; Kaya y Gaugler, 1993; Tachibana et al.,

1996), matan a sus hospederos en 24 - 72 h (Georgis y Manweiler, 1994) o en 48 h (Kaya,

1993a; Kaya y Gaugler, 1993) por septicemia, estableciendo las condiciones para la

reproducción del nematodo en el cadáver (Poinar, 1989).

2.4.4 Condiciones de suelo

Aún cuando se está hablando de plagas y varias especies de NEPs, con eficacia probada en el

campo, el factor temperatura y sus extremos son causa del éxito o fracaso del programa de

control. Cuando la humedad del suelo es la adecuada,‘ pero las temperaturas son bajas (12-

14°C) o altas, se afecta a los nematodos en si mismos, a la bacteria simbionte, o ambos (Ehler,

1990a); un ejemplo es Heterorhabditis cuyo desarrollo tiende a ser inhibido a temperaturas por

arriba de 30ºC (Kaya, 1990a; Griffin, 1993). En estudios de campo, sólo se han hecho ensayos

con sólo tres especies de nematodos a temperaturas altas únicamente.

Las experiencias en campo con S. glaseri, S. carpocapsae y Steinernema spp. han sido eficaces

en contra del escarabajo japonés Popillia japonica Newman (Coleoptera: Scarabaeidae)

solamente a temperaturas mayores a 20°C (Georgis y Gaugler, 1991) pero muchas especies son

activas a temperaturas mas bajas, y se requiere que los NEPs y sus correspondientes bacterias

estén adaptadas al frío para matar dichas plagas (Kaya y Gaugler, 1993).

En condiciones de laboratorio es posible realizar infecciones a temperaturas tan bajas como 5-

7°C pero su infectividad en el campo no ha sido estudiada (Georgis y Manweiler, 1994). La

51
experimentación en laboratorio se realiza exhaustivamente y en la actualidad es una actividad

que sigue prevaleciendo fuertemente, aunque hay otras formas de enfocar el problema, como es

la opinión prospectiva y un poco más integradora de Georgis (1990a) que dice que “para que

los nematodos sean agentes ‘de control efectivos, se debe colocar la especie de nematodo

adecuada y mejor adaptada a la plaga de insecto, en un ambiente propicio”; cuando el agua

necesaria está disponible, las especies de diferentes nematodos sobreviven mejor en las

diferentes temperaturas debido al origen geográfko de cada especie (Georgis y Manweiler,

1994).

2.4.5 Dispersión

Los factores que afectan la dispersión activa del nematodo en el suelo para encontrar al

hospedero, incluyen:

1. Los espacios intersticiales, que en los suelos arcillosos son pequeños y limitan el movimiento

del nematodo (Choo y Kaya, 1991; Georgis y Poinar, 1983a).

2. La humedad, los nematodos requieren de una película de agua para dispersarse en el suelo

(Kaya y Gaugler, 1993); pero, en condiciones secas y cuando oscila la temperatura de 5 -25°C

se incrementa la dispersión de 0 - 50%. Las condiciones secas con bajas temperaturas inhiben el

movimiento por falta del agua para moverse y la temperatura induce a la inactividad. LOS

niveles altos de humedad o el exceso de agua reducen la dispersión del nematodo, debido a la

anoxia y el deslizamiento (Kaya, 1990b). Aún con la ayuda del agua en los movimientos

pasivos de los nematodos, la dispersión activa probablemente juega un papel mayor para

encontrar al hospedero (Timper et al., 1988).

52
3. La presencia de un hospedero; con excepción de S. glaseri, la mayoría de NEPs no se

dispersan activamente en presencia o ausencia del hospedero, aunque la presencia de un

hospedero incrementa significativamente el número de JIs en dispersión (4- 90 cm); a la

mayoría de ellos se les encuentra cercanos al sitio donde se colocan (Kaya, 1990b).

4. Las plantas afectan directa e indirectamente a los nematodos de muchas formas, pues crean

un gradiente de humedad en la rizósfera e influyen en la temperatura del suelo al interceptar la

radiación solar. Las raíces de las plantas al respirar reducen el O2 e incrementan el dióxido de

carbono en el suelo circundante, y crean gradientes de O2 y dióxido de carbono cercano a las

raíces. Estas raíces pueden afectar la dispersión del nematodo; S. glaseri se acumula alrededor

de las raíces en respuesta al CO2 y esta conducta puede llevar al nematodo a un contacto mas

cercano con un hospedero sedentario que se alimente en la zona de raíces (Kaya, 1990b).

5. Los nematodos son extremadamente vulnerables a la radiación ultravioleta de la luz solar, lo

suficientemente sensibles para restringir las aplicaciones al atardecer o temprano en la mañana.

Los JIs de H. bucteriophora son especialmente sensitivos y se inactivan al exponerlos a niveles

que no han afectado a S. carpocapsae (Gaugler et al., 1992a; Georgis y Manweiler, 1994).

2.4.6 Conducta

Se asevera que ciertas especies o cepas de nematodos controlan insectos específicos mejor que

otros en el campo. Este argumento también es aplicable al comportamiento de los nematodos y

de la plaga insecto, pues las diferencias conductuales en las diferentes especies o cepas de

nematodos pueden afectar la eficacia (Lewis et al., 1992; Campbell y Gaugler, 1993;

Koppenhöfer et al., 1995).

53
Aunque los NEPs tienen un amplio rango de hospederos (Poinar, 1979; Woodring y Kaya,

1988; Georgis y Poinar, 1989; Akhurst, 1990; Gaugler y Kaya, 1990; Kaya, 1990a; Georgis,

1992; Kaya y Gaugler, 1993; Kaya, 1993 a; Kaya, 1993b; Boemare et al., 1996), las diferencias

en la conducta de búsqueda, puede resultar en un rango de hospederos más estrecho. Las

estrategias de búsqueda que utilizan son el acechamiento y la navegación (Kaya, 1993a; Kaya y

Gaugler, 1993). Los acechadores están más especializados para insectos móviles, en la

superficie del suelo, y los navegadores para insectos más sedentarios y/o subterráneos. La

conducta de nictación es una táctica efectiva de acechamiento, porque incrementa el área de

superficie para contactar al hospedero (Campbell y Gaugler, 1993).

Los heterorhabditidos y S. glaseri inician sus movimientos de búsqueda al azar en el suelo, y

cuando están muy cerca de un hospedero, responden positivamente a pistas físicas y químicas

producidas por insectos para encontrarlos. S. carpocapsae (un acechador), se utiliza para

controlar el gorgojo negro de la vid, que ataca a las raíces, y dada la diferencia de ubicación (el

nematodo en la superficie y el gorgojo debajo de ésta), tiene como consecuencia que se

incremente el número de nematodos aplicados (Kaya, 1990b).

S. carpocapsae entra a un estado quiescente tan pronto se aplica en el suelo; solo una pequeña

proporción son buscadores, pues la mayoría conservan su energía y esperan al hospedero, o

llegan a ser agresivos sólo en las cercanías de éste. Los heterorhabditidos no se mueven tan

rápidamente en el suelo como lo hace S. glaseri (Kaya, 1990b).

La aplicación de NEPs con un comportamiento navegador, que se dispersen en una extensión

más amplia del suelo, y en cuestión de temperatura, nematodos que estén adaptados a

condiciones un poco más frías a las temperaturas de la interfase suelo-humus, vendría

54
notablemente a: 1. Mejorar la amplitud de búsqueda del hospedero; 2. Tener mayores

probabilidades de establecer el contacto nematodo-hospedero; 3. Beneficiar la eficacia, bajar

los costos de aplicación y los números de nematodos (Lewis et al., 1992; Campbell y Guagler,

1993)..

2.4.7 Predecibilidad

A causa de que el complejo ejerce una influencia recíproca de factores bióticos y abióticos,

lograr la predecibilidad es probablemente el desafío intelectual más grande que encara el

control biológico actualmente (Ehler, 1990a). Los factores abióticos como: humedad,

profùndidad, tipo de suelo, estación, temperatura, métodos de aplicación, así como de factores

bióticos tales como: cepa y biología del nematodo, el hospedero objetivo y el ambiente en el

que se aplican los nematodos, son factores útiles para predecir el fracaso o éxito del control de

la plaga. Estas consideraciones provienen de comparaciones con 82 ensayos de campo

(Georgis y Gaugler, 1991). La estrategia de control debe diseñarse de tal manera que asegure

el contacto nematodo-insecto (Georgis, 1990a; Georgis y Hague, 1991).

Las estrategias de control, generalmente involucran una aplicación inundativa de nematodos en

contra de una plaga de insecto en particular en corto plazo, y es una meta primaria la liberación

inoculativa, que debe contar con una persistencia y reciclaje de nematodos a largo plazo, para

mantener el control de la plaga objetivo. La persistencia del hospedero en una estrategia a largo

plazo es esencial en una población natural de nematodos (Georgis y Manweiler, 1994).

2.4.8 Comercialización

Las especies de las familias Steinernematidae y Heterorhabditidae se conocen desde hace

décadas (Poinar, 1990) y son capaces de localizar activamente, parasitar y matar insectos; por

55
lo que para lograr un control selectivo, que dispense otros enemigos naturales, a niveles

comparables con los insecticidas comunes (Georgis, 1992), se deben considerar los

conocimientos de los factores que limitan a los nematodos; ejemplo: 1. la desecación 2. luz

ultravioleta 3. la ecología del insecto objetivo (etapa de desarrollo, interacción con la planta

hospedera) y 4. metodología de aplicación (aplicaciones por manchones, formulaciones con

cebos, dispersión con los sistemas de irrigación) (Georgis y Gaugler, 1991; Georgis y

Manweiler, 1994).

Aunque los Steinernematidae y Heterorhabditidae tienen una variación muy amplia de

hospederos, las especies utilizadas para el biocontrol de insectos, significan poca o ninguna

amenaza a las poblaciones naturales de invertebrados no objetivos (Akhurst, 1990; Georgis et

al., 199 1; Georgis, 1992; Kaya y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler, 1994).

Hasta que Rudolf Glaser ideó por primera vez un método para cultivar de manera exitosa un

nematodo parásito (S. ghseri) en un medio artificial (Glaser, 1931), los nematodos

entornopatógenos solo podían cultivarse en insectos vivos; actualmente, las larvas de la polilla

más grande de la cera Galleria mellonella (L.), son utilizadas para la producción de nematodos

en vivo; sin embargo, los costos de producción in vivo son muy altos e inalcanzables para la

producción comercial (Georgis y Manweiler, 1994).

La técnica de cultivo monoaxénica de Bedding (198 1, 1984) logra rendimientos mucho más

altos y más consistentes, debido a que los costos de producción son reducidos por un proceso

de cosecha semiautomatizado; este método ha sido utilizado por las Universidades Y

sociedades descentralizadas, tales como China, y pequeñas operaciones comerciales (Georgis,

1990b; Georgis y Manweiler, 1994).

56
En la producción en gran escala, la técnica de Bedding se mantiene arriba de un nivel de

rendimiento de aproximadamente 10 x 1012 nematodos por mes, y esta producción por

fermentación líquida monoaxénica cuesta menos que otros métodos, y además estos costos

disminuyen cuando se producen 50 x 1012 nematodos por mes (Georgis, 1990b; Georgis y

Manweiler, 1994).

Para la comercialización de productos basados en nematodos, se requirieron grandes avances

en la producción y formulación de nematodos. Los nemátodos se deben producir en cantidades

suficientes para aplicaciones en campo, con costos competitivos a los plaguicidas químicos

(Georgis, 1992), en los cuales se buscan ciertas condiciones en los nematodos, como son la

calidad (viabilidad, patogenicidad) que debe ser consistente; las formulaciones, con un

promedio de vida en laboratorio (vida en estante o anaquel) suficiente para su almacenaje y

transporte al sitio de uso; promedio de vida incrementado a temperatura ambiente y su

aplicación que debe ser rápida y simple (Georgis y Manweiler, 1994).

Actualmente, ya se tienen formulaciones comerciales que cumplen con estos requerimientos en

varios países (Cuadro 3) y están siendo desarrolladas versiones mejoradas de manera activa. El

futuro de los productos basados en nematodos para el control de plagas parece brillante, en

realidad (Georgis y Manweiler, 1994).

Sin embargo, cabe señalar que se está considerando sólo los nematodos que se producen de

manera comercial (Steinernema y Heterorhabditis, con sus correspondientes cepas) y al

parecer, no se contempla el uso de los nematodos nativos, cuya utilización vendría

probablemente a obviar las condicionantes que Georgis ( 1992) y Georgis y Manweiler, (1994)

señalan (calidad; formulaciones con vida suficiente; aplicación).

57
Cuadro 3. productos comerciales disponibles con nematodos Steinemematidae o
Heterorhabditidae *
Formulación Especie de nematodo Producto País

Alginato gel S. carpocapsae Ortho BioSafe; BioVector; EUA

Exhibit

Sanoplant Suiza

Boden-Nützlinge Alemania

Polycrilamina gel S. carpocapsae BioSafe-N; BioVector EUA

Helix Canada

s. feltiae Magnet WA
,
Arcilla H. bacteriophora Otinem EUA

H. megidis Nemasys-H UK

s. feltiae Nemasys UK

Gel fluido S. carpocapsae Vector EUA

BioSafe Japón

S. feltiae Stealth UK

Agua granular asperjable Steinemema spp. EUA

Georgis y Manweiler, (1994).

58
!2.4.9 Patogenicidad y susceptibilidad

La patogenicidad del nematodo depende de su habilidad para: localizar (Lewis et al., 1992;

Lewis et al., 1993), entrar al insecto y el rango en el cual él y su simbionte puedan evadir o

vencer la respuesta inmunologica del insecto hospedero (Akhurst y Boemare, 1990).

La mayoría de los complejos nematodo/simbiote producen varias toxinas diferentes, que

ayudan a asegurar su habilidad para infectar, matar y reproducirse en muchos hospederos

diferentes (Akhurst y Boemare, 1990; Georgis y Manweiler, 1994). Estas toxinas pueden

neutralizar la respuesta inmuno- humoral del hospedero. En casos tales como la combinación

de S. glaseril con X. poinarii, solamente juntos, el nematodo y la bacteria, infectan y matan a

G. mellonella no como patógeno aislado (Akhurst y Bedding, 1986).

La eficacia de los NEPs difiere significativamente en el mismo insecto objetivo. Estas

diferencias se han atribuido a:

1. La variación entre las cepas de nemátodos y la actividad de los JIs en el suelo (Glazer et al.,

1991); aunque los nematodos se pueden desarrollar muy bien en muchas especies de

hospederos diferentes, el desarrollo óptimo difiere con la especie o cepa de nematodo; el aislar

varias especies/cepas de nematodos diferentes, en contra de una plaga objetivo en particular, es

esencial en cualquier programa de control (Gaugler, 1988; Georgis, 1990a; Yeh y Alm, 1992),

aunque Choo et al., (1996) no encuentran ninguna ventaja al combinar dos especies de NEPs

contra la larva de escarabajo del pepino moteado, Diabrotica undecimpunctata

undecimpunctata Mannerheim. Zhang et al., (1994) examinan los efectos tóxicos de

insecticidas sobre los juveniles infectivos de S. carpocapsae para determinar posibles

59
combinaciones de insecticidas con nematodos, y encuentran que estos insecticidas causan

detrimento a los nematodos.

2. El número de bacterias por infectivo juvenil. En S. carpocapsae varía de 20-250 células

(Georgis y Manweiler, 1994) y la virulencia de la bacteria simbionte, la cual está influenciada

por el porcentaje de crecimiento de la bacteria y la actividad de las enzimas-proteolíticas

(Glazer et al., 1991).

3. La proporción de juveniles que lleva el hospedero; el porcentaje de invasión de nematodos al

hemocele del insecto es el factor más importante que afecta la patogenicididad global de

esteinernemátidos y heterorhabdítidos y el tiempo que tardan para liberar las bacterias (Glazer

et al., 1991). De aquí se desprende la necesidad de evaluar el efecto de la concentración de

nematodos en una especie de insecto determinada.

4. El tamaño del insecto hospedero (Glazer et al., 1991).

El factor principal que determina la susceptibilidad del hospedero, es la habilidad de los

nematodos para penetrar al insecto hospedero. Los hospederos más susceptibles son

generalmente los más fácilmente penetrados por los nematodos (Georgis y Manweiler,

1994). La susceptibilidad de diferentes insectos a Xenorhabdus también depende de la

habilidad de la respuesta de defensa del hospedero para limitar la reproducción bacteriana

(Akhurst y Boemare, 1990).

En algunos hospederos susceptibles, la bacteria Xenorhabdus spp. no es reconocida, o no es

atacada y muerta por los hemocitos del hospedero, lo que les permite multiplicarse y matar al

hospedero (Poinar, 1989; Akhurst y Boemare, 1990) aunque en otros, el porcentaje de

mortalidad de insectos es afectado directamente por las diferentes cepas de la bacteria

60
simbionte (Glazer et al., 1991). Los valores de Dosis Letal (DL50) varían de menos de 50

células bacterianas (hospederos susceptibles) a más de 500 células (hospederos menos

susceptibles) (Georgis y Manweiler, 1994).

2.5 Insectos hospederos de Steinernema y Heterorhabditis

2.5.1 Hymenoptera

El nematodo entómopatógeno S. carpocapsae, junto con su bacteria asociada X. nematophilus

(Poinar y Thomas) tienen gran potencial para el control biológico de ciertas plagas de insecto,

como es el caso del gusano de la naranja de California Amyelois transitella (Walker), que se

aplica con equipo de rocío aéreo (Lindegren et al., 1981). Sin embargo, existe la duda de si

existen efectos deletéreos sobre insectos benéficos como parasitoides y polinizadores

himenópteros, para lo cual, Kaya et al., (1982) demostraron que el rocío directo de JIs sobre

abejas causa menos del 15% de mortalidad. Así, S. carpocapsae puede ser usado contra plagas

de insectos donde ocurren las abejas.

2.5.2 Coleoptera

Morris (1985) al investigar la susceptibilidad de 31 especies de insecto plaga representadas en

siete familias de Lepidoptera, tres de Coleoptera y tres de Diptera (Ottidae, Anthomyiidae y

Tephritidae), a las especies S. feltiae y H. bacteriophora, juzgó que S. felitiae garantiza

investigaciones adicionales; y con el estado de pupa de R. mendax (Curran) y R. pomonella no

encontró mortalidad ni infección.

Lacey et al., (1993) demostraron que existen factores relacionados con el estrés, como la

ausencia de alimento, conducta sexual y la edad, que incrementan la susceptibilidad de

61
escarabeidos, es el caso de P. japonica ante la infección de NEPs. y encontraron que las

especies más virulentas fueron: S. glaseri, S. feltiae (= bibionis), (adaptado al frío),

Heterorhabditis y S. carpocapsae, con mortalidades de 55, 44, 36 y 34% respectivamente; sus

observaciones, aunque no desligan una ruta oral anal de invasión, demuestran que la ingestión

de alimento con nematodos no es necesaria para producir la infección.

2.5.3 Lepidoptera

Morris et al., (1990) investigaron dosis letales en laboratorio de nueve cepas de complejos

nematodos/bacteria en seis especies de Noctuidae, una de Geometridae y otra de Pyralidae

(Lepidoptera), y al evaluar la invasibidad, infectividad y potencial reproductivo de cada

nematodo en cada especie de insecto, encontraron que S. feltiae, S. glaseri, S. bibionis Bovien

y H. bacteriophora muestran potencial para el control del gusano cogollero.

Morris y Converse (1991) investigaron la respuesta de las mismas especies de insecto a seis

especieskepas de steinememátidos y dos de heterorhabditidos, e indicaron que los más

patógenos en el ambiente de suelo fueron, en orden decreciente, S. bibionis Bovien, H.

bacteriophora (= heliothidis) y S. feltiae cepas Mexicana y All.

Glazer et al., (1991) realizaron una investigación de laboratorio para determinar las diferencias

en patogenicidad de cinco NEPs, en larvas del gusano de la hoja del algodón egipcio,

Spodoptera littoralis Boisduval (Lepidoptera: Noctuidae), y registraron a Heterorhabditis sp.

IS como el mas patógeno, siguiéndole S. carpocapsae Mexicana, S. carpocapsae All, y H.

bacteriophora HP88, mientras que S. glaseri fúe el menos patógeno.

62
2.5.4 Diptera

Los Steinemematidae y Heterorhabditidae también se han utilizado como agentes de control

biológico contra las larvas del tercer estadio de las moscas que se crían en el estiércol, Musca

domestica (L.), Ophyra aenescens (Wiedemann), Fannia canicularis y F. femoralis (Stein)

(Muscidae: Muscinae las dos primeras, Fanniinae las restantes) para determinar su

susceptibilidad ante cuatro cepas de S. feltiae (Breton, Mexicana, All y 42), dos de S. bibionis

y uno de H. bacteriophora (= heliothidis), y se encontró que S. feltiae fue el más infectivo con

mortalidades arriba de 64%, pero todos lograron infectar los cuatro hospederos (Mullens et al.,

1987).

Al tratar los conos infectados del abeto negro, PPiceaitea mariana (Mill.) B.S.P. por la larva del

cono, Strobilomya appalachiensis Michelsen (Anthómyiidae); la proporción de larvas

infectadas con S.. feltiae fue significativamente grande (Sweeney y Gesner, 1995). Resultados

diferentes se obtuvieron con el primer estadio de la larva del repollo, Delia radicum (L.)

(Anthomyiidae) al probar siete especies/cepas de NEPs; sin embargo, S. feltiae “DD136” y H.

bacteriophora fueron significativamente menos letales con los valores DE50 (Dosis Efectiva 50)

(Bracken, 1990).

En el caso de la larva del minador de la hoja, Liriomyza trifolii (Burgess) (Agromyzidae), en

condiciones de laboratorio, el control de esta plaga varió de 48 a 98% al utilizar 20

especies/cepas de esteinememátidos y heterorhabditidos, y se observó que los más patógenos

fueron S. carpocapsae y la cepa seleccionada de Liriomyza, S. carpocapsae, por lo que se

sugiere que los nematodos deben ser utilizados para manejar resistencia a los insecticidas, entre

63
ellos la abamectina, y abatir la resistencia a plaguicidas para un control efectivo en L. trifolii

(Hara et al., 1993).

Esta plaga cosmopolita tiene mucha habilidad para desarrollar rápidamente una resistencia a

plaguicidas, como Permethrina y Fenvalerate, por lo que se le han aplicado agentes parasitoides

himenópteros y luego NEPs. El procentaje de mortalidad fue de 93.3% para S. carpocapsae.

Esta especie se reproduce en todas etapas de L. trifolii, excepto en la tercera etapa de la larva y

en la pupa temprana. Todas las etapas larvales de L. trifolii fueron susceptibles a la infección

del nematodo (Lebeck et al., 1993).

Al evaluar las especies efectivas de nematodos para el control biológico potencial de la mosca

grulla, Tipula paludosa Meigen (Tipulidae) en laboratorio y campo, con Steinernema y

Heterorhabditis, se encontró que S. feltiae y S. anomali Kozodoi fueron los nematodos más

virulentos, mientras que los heterorhabditidos y S. affinis (Bovien) nunca excedieron el 20% de

eficacia. Puesto que S. anomali muestra una tendencia para emigrar más hacia abajo que S.

feltiae, se señala que influyen ademas otros factores en la eficacia del nematodo, como la

diferente etapa larval o una susceptibilidad incrementada después de la muda (Ehlers y

Gerwien, 1993).

En el primer registro de control biológico del gusano radicular del betabel, Tetanops

myopaeformis von Röder (Otitidae), se evaluó la tercera etapa larval ante tres cepas de S.

carpocapsae, dos de S. feltiae y una de S. glaseri, y se encontraron los niveles más altos de

infectividad en S. feltiae UL, S. feltiae SN, S. glaseri 326, S. carpocapsae 252 y S.

carpocasae All (Wozniak et al., 1993).

64
En el jején de los hongos Bradysia coprophilu (Sciaridae), S. feltiae SN redujo

significativamente esta población en comparación con S. carpocapsae All, el insecticida

bacteriano B. thuringiensis subsp. israelensis, y el regulador de crecimiento de insectos

denominado "Knopreno" .En condiciones de laboratorio, la segunda y cuarta etapa larval del

jején de los hongos fueron más susceptibles que la pupa (Harris et al., 1995).

Beavers y Calkins (1984), analizaron la susceptibilidad de larvas, pupas y adultos de la mosca

de la fruta del Caribe Anastrepha suspensa (Tephritidae), a las especies de nematodos

entornopatógenos S. feltiae cepas All, Mexicana y Breton; S. glaseri y H. bacteriophora, en

condiciones de laboratorio, y encontraron que la cepa Al1 demostró ser más eficaz que la

Mexicana; con 1,000 infectivos; la cepa All causó un 88.1% y 93.4% de mortalidad en larvas y

adultos respectivamente; la cepa Mexicana 90.7 y 91.7% y la cepa Breton mató un 83 y 70.3%,

en el mismo orden. La mayoría de las pupas no fueron infectadas.

Lindegren y Vail (1986) analizaron cinco diferentes concentraciones, de 5,000 a 500,000

nematodos/maceta, que equivale a 50 a 5,000 JIs/larva de S. feltiae en larvas, pupas y adultos

de la mosca del Mediterráneo C. capitata, mosca del melón Dacus cucurbitae y la mosca

oriental de la fruta D. dorsalis, y encontraron mortalidades que variaron de 92 a 9% para la

mosca del Mediterraneo, 85 a 9% para la mosca oriental, y 86 a 0% para la mosca del melón;

los valores de CL50 encontrados fueron de 610, 730 y 1,290 nematodos/larva, respectivamente.

Las larvas del tercer estadio de todas las especies fueron las más susceptibles, los adultos de la

mosca del Mediterráneo fueron muy poco susceptibles en un 0.2%, y las pupas no fueron

susceptibles. Estos autores concluyen que los nematodos pueden ser eficaces para el control de

otras moscas de la fruta de la familia Tephritidae.

65
De la misma manera, al exponer la tercera etapa larval de C. capitata a dos cepas de S.

carpocapsae (Al1 y Mexicana) a tres diferentes concentraciones de JIs/cm2, se encontraron

mortalidades que variaron de 46 al 87.2% para la cepa All, y para la Mexicana (selección

Kapow) 91.2 al 99.6% dependiendo de la concentración (Lindegren, 1990).

En ensayos de campo, las prepupas de C. capitata mostraron una mortalidad’significativa,

cuando se expusieron a concentraciones de 5,000, 1,500, 500 y 150 JIs/cm2 de S. feltiae cepa

Mexicana; este trabajo aporta la dosis media de laboratorio de 500 nematodos/larva, y la de

500 nematodos/cm2 para aplicaciones en el suelo. En campo, estas dosis produjeron

mortalidades más altas en suelo nativo que en una cubierta de vermiculita. La respuesta de

mortalidad de las moscas ante nematodos producidos in vivo o in vitro, no fue

significativamente diferente a una concentración media de exposición. Además la respuesta de

la CL50 (Concentración Letal) estimada de 38 nematodos/cm2, indica que estos nematodos

pueden ofrecer una alternativa no tóxica a tratamientos de suelo para programas de control de

la mosca de la fruta del Mediterráneo (Lindegren et al., 1990).

Recientemente, Lezama et al., (1996) reportaron la susceptibilidad del tercer estadio de larvas

de A. ludens en condiciones de laboratorio, a las especies de nematodos entornopatógenos S.

carpocapsae, S. feltiae, S. glaseri, S. riobravis y H. bacteriophora, a la concentración de

4,000 juveniles infectivos/larva Los porcentajes de mortalidad, 12 días después de la

exposición, keron 90% con las especies S. riobravis y S. carpocapsae All; 80% con H.

bacteriophora NC y S. feltiae; 52.5% con H. bacteriophora Tecomán y S. glaseri. Los

resultados sugieren que S. riobravis y S. carpocapsae tienen potencial como agentes de control

biológico en contra de A. ludens.

66
Los antecedentes de investigación arriba citados muestran que la producción en los trópicos de

América y el problema de moscas de la fruta han sido estudiados a través de una serie de

factores diversos, entre ellos la aplicación de productos químicos, los parasitoides y la

producción masiva de moscas estériles. Las medidas fitosanitarias y disposiciones legales que

se utilizan, para el control de moscas de la fruta no han logrado disminuir la problemática de

esta plaga en los trópicos. Se requiere que los plaguicidas presenten características de eficacia,

no residuales ni cancerígenos, sin riesgos a la salud humana o efectos deletéreos.

Los parasitoides, regulan solamente un 30% en las especies de Anastrepha, y las moscas

estériles sólo se producen en la especie A. ludens (en su mayoría), en pocas cantidades de A.

oblicua; otro aspecto es que tampoco se liberan en todas las zonas infestadas por moscas de la

fruta en el país, ni en las cantidades y regularidad deséadas; además, el resto de las especies

presentes en esas regiones, no son reguladas por esta técnica.

Lo anterior obliga a que se tenga que implementar un programa de aspersión en los árboles a

base de productos químicos, con el fin de bajar los niveles de población de la plaga en el

huerto, y reducir así el porcentaje de frutos infestados o dañados por las larvas, durante la

etapa de fructificación y cosecha, y por ende que los frutos sean sometidos a un tratamiento

hidrotérmico a fin de poder ser destinados para la exportación.

Se observa que los microorganismos patógenos han sido poco investigados, como agentes de

control biológico de las moscas de la fruta, tal es el caso de nematodos entornopatógenos, de la

bacteria B. thuringiensis y de hongos entornopatógenos, no obstante el potencial que presentan

como agentes de control biológico para otras plagas y su uso actual, que tienen en algunos

67
países para este fin. En el caso de los nematodos entornopatógenos el grado de avance es

menor aún, pues sólo aparece un documento que trata sobre el problema de A. ludens.

Por lo anterior, el propósito de este trabajo es analizar el efecto de especies y concentración de

nematodos entornopatógenos, sobre la mortalidad en larvas de la mosca mexicana de la fruta.

Esta investigación puede proveer alternativas al problema de suprimir en gran medida las

infestaciones de mosca que se presentan de campo, para:

- Conocer la eficacia de las especies y cepas, para seleccionar la que tenga más probabilidad

de éxito, en caso de que se utilice como agente de control biológico contra la mosca

mexicana de la fruta, Anastrepha ludens.

- Conocer la respuesta de mortalidad de larvas de A. ludens bajo el efecto de diferentes

concentraciones de nematodos entornopatógenos.

- Proporcionar las bases para investigaciones posteriores, bajo condiciones de invernadero y

campo, con el objeto de desarrollar una alternativa para el control biológico de A. ludens

dentro de un manejo integrado de plagas, que involucre las estrategias disponibles.

68
3 MATERIALES Y METODOS

Una descripción de todos los materiales y métodos utilizados, está más allá del alcance de este

trabajo, solo algunos de los más relevantes se describen abajo.


.
3.1 Lugar de experimentación

El presente trabajo se llevó a cabo en el Laboratorio de Control Biológico de la Facultad de

Ciencias Biológicas y Agropecuarias (FCBA), de la Universidad de Colima, Campus Tecomán,

localizado en el Crucero de Tecomán, en el km 260 de la carretera Jiquilpan -Manzanillo,

durante el período 16 de Agosto de 1996 al 3 1 de Julio de 1998.

3.2 El insecto plaga

En los experimentos se utilizaron larvas del tercer estadio de la mosca mexicana de la fruta

Anastrepha ludens, que fueron proporcionadas por el Laboratorio de Producción Masiva de

Moscas de la Fruta (MOSCAFRUT), ubicado en Metapa de Domínguez, Chiapas, México.

3.3 Multiplicación de Galleria mellonella

Cuando una técnica específica es mencionada en el texto, la referencia correspondiente


proporciona los detalles del estudio.

Las larvas de G. mellonella se obtuvieron de apiarios del municipio de Tecomán, Colima para

su reproducción en laboratorio. El método para la cría de de G. mellonella ha sido utilizado y

citado por Akhurst y Bedding (1978); Woodring y Kaya (1988) debido a su gran disponibilidad

y por ser un excelente hospedero altamente susceptible a los nematodos entornopatógenos

(Akhurst y Bedding, 1978; Woodring y Kaya, 1988; Monis et al., 1990; Campbell y Gaugler,

1993; Ehlers y Gerwien, 1993; Georgis y Manweiler, 1994).

69
Las larvas se seleccionaron por tamaños de acuerdo a sus estadios, y grupos de 40 larvas se

colocaron en frascos de vidrio de 500 mL, con tapa perforada. Cada frasco contenia 11 5 g de

dieta semisintética y tres trozos de cera estampada de 3 x 7 cm (ancho y largo respectivamente)

como sustrato de alimentación de las larvas y de oviposición de los adultos respectivamente;

los frascos con las larvas fueron incubados hasta la emergencia de los adultos a-30 ±1ºC. La

dieta empleada fue la propuesta por Woodring y Kaya (1988), con las siguientes

modificaciones: se agregó polen de abeja y una mezcla de vitaminas de uso veterinario, como

suplemento (Cuadro 4). Los ingredientes y cantidades se muestran en el Cuadro 5.

Cuadro 4 Composición de la fuente de vitaminas utilizadas en la dieta de larvas de G.


mellonella

Composición Cantidad
vitamina a pahnitato 156.250 U.I
vitamina d 3 150, 000 U.I.
vitamina e 36 U.I.
riboflavina 88 mg
acido d- pantoténico 160 mg
niacina 360 mg
cianocobalamina 0.5 mg
tiamina clorhidrato 18.7 mg
menadiona bisulfito 19.2 mg
acido fólico 3.0 mg
sacarosa C.S.O. 100 g
Vitaminas Geymix plus (Ciba Geigy).

Los trozos de cera con las oviposturas fueron retiradas de los fiascos de oviposición y se

colocaron en otros con dieta, para la posterior emergencia de larvas. Las larvas del último

estadio se desarrollaron en 4 - 5 semanas, y eran de 1.5 - 2 cm de longitud. Esta técnica tiene

la ventaja de producir grandes cantidades de larvas con relativa facilidad en laboratorio, de

edades uniformes. La colecta de oviposturas se realizó cada ocho días.

70
Cuadro 5 Ingredientes
nazi l i tuque se en la dieta para el cultivo de G. mellonella
m
Ingredientes Cantidad
agua destilada 100 mL
miel de abeja 100 mL
glicerina 100 mL
vitaminas geymix plus 5g
germen de trigo 1,200 mL
polen de abeja 200 g -
Woodring y Kaya, (1988).

3.4 Los nematodos entornopatógenos (NEPs)

3.4.1 Procedencia

Los estados juveniles infectivos de S. riobravis; S. carpocapsae cepa All; S. feltiae cepa

Florida y S. glaseri cepa NC, fueron obtenidos por cortesía de Harry K. Kaya, Univ. Calif.,

Davis, y H. megidis fue proporcionado por Grover C. Smart, Univ.


, e Florida,
l l i vsenGainesville,
i aG Fla.,

mismos que forman parte de la Colección de Nematodos Entornopatógenos de la FCBA, de la

Universidad de Colima.

3.4.2 Multiplicación de nematodos entornopatógenos

Para la producción en masa de los nematodos, se seleccionaron larvas de quinto estadio de G.

mellonella, siguiendo la técnica de Dutky et al., (1964). Esta técnica tiene la ventaja de

producir gran número de juveniles infectivos y permite la obtención de cantidades suficientes

para experimentos en laboratorio.

Para lo anterior, se utilizaron cajas de Petri de 10x100 mm de altura y diámetro

respectivamente, en cuyo fondo se les colocó una capa doble de papel filtro (Whatman No. 2).

En cada caja se depositaron 50 larvas de G. mellonella y 1,000 juveniles infectivos

aproximadamente suspendidos en 1 mL. de agua destilada desionizada; esto se hizo para cada

71
especie de nematodo. Las cajas de Petri con las larvas inoculadas se sellaron con cinta adhesiva

y se incubaron por 120 horas a 25±1 ºC a una humedad relativa de 90%, para luego separar las

larvas muertas por nematodos.

Cinco a siete días después de’la infección, las larvas infectadas se lavaron en una solución al

0.1% de formaldehído para evitar la contaminación y tres veces en agua destilada estéril;

posteriormente se colocaron en trampas de White (White, 1927), para la incubación,

reproducción y formación de progenie de los nematodos dentro de las larvas, para la posterior

recolección de los nuevos juveniles infectivos después de abandonar el cadáver (Woodring y

Kaya, 1988).

Las trampas de White estuvieron formadas por tapas de cajas de Petri 10x1OO mm de altura y

diámetro respectivamente, invertidas, con una capa doble de papel filtro encima de las tapas,

dentro de charolas de plástico de 13x12x4 cm de largo, ancho y alto, respectivamente, a las

cuales se les agregaron 70 mL de una solución de formaldehído al 0. 1%, procurando que el

papel filtro hiciera contacto con la solución. Sobre el papel filtro se colocaron de 20 a 50 larvas

de G. mellonella muertas por nematodos. Las charolas se cubrieron con sus tapas, las cuales

tenían una perforación en el centro de 4 cm2, la perforación se cubrió con una malla de tela de

0.25 mm de abertura, con el fin de facilitar el intercambio gaseoso y prevenir la entrada de

insectos. Posteriormente, las trampas fueron incubadas a 25±1ºC (Woodring y Kaya, 1988).

Una vez que empezaron a emerger los infectivos juveniles, 10- 12 días después de la infección,

se colectaron cada 24 h y fueron almacenados en agua destilada desionizada a una temperatura

entre 10 y 15°C para las especies de Steinernema y Heterorhabditis, respectivamente, en

fiascos de tejido de cultivos de plástico de cuello inclinado de 250 mL, con sus tapaderas

72
flojas, para permitir la circulación de aire. La densidad de la suspensión en el almacenaje fue

inferior a 5,000 juveniles/ mL en todos los casos. La suspensión de nematodos fue almacenada

hasta su utilización (Beavers y Calkins, 1984; Woodring y Kaya, 1988; Lindegren, 1990).

3.4.3 Cuantificación de nematodos

Para la cuantificación de los nematodos se utilizó el método de conteo, propuesto por

Woodring y Kaya (1988), el cual permite determinar diluciones de concentraciones requeridas

a partir de una concentración determinada. Para lo anterior se tomó 1 mL de la suspensión

almacenada u original, para formar una dilución 1:100 en agua destilada estéril,

homogenizándola manualmente por 30 segundos. De esta dilución se tomó 1 m y se colocó

en una caja de Petri de 10x60 mm de altura y diámetro, respectivamente, para realizar el conteo

de los juveniles infectivos vivos (móviles), con el auxilio de un microscopio estereoscópico.

Alternativamente, 1 mL de suspensión se extendió sobre 4 - 5 cajas de Petri para llegar a un

número promedio. Para comprobar el grado de precisión, en algunas ocasiones se hizo más de

una dilución a partir de la suspensión original, y/o la dilución a la que se le practicó el conteo se

diluyó aún mas y se volvió a contar. Lo anterior se realizó para cada concentración en las

diferentes especies de nematodos.

Para determinar la concentración se utilizó la siguiente fórmula:

A= DxC en donde;
B

A - mililitros de suspensión de la concentración que se tomará para la nueva dilución, es decir,

la suspensión a ser diluida,


73
B = número de nematodos/mL en la suspensión a ser diluida

C = volúmen final, en mililitros, de la nueva dilución,

D = concentración deseada en la nueva dilución,

C- A = mililitros de agua a ser agregados para hacer la nueva dilución.

3.5 Establecimiento de los experimentos

Con el fin de determinar el efecto de las concentraciones y la virulencia de las especies de

nematodos entomopatógenos S. riobravis, S. carpocapsae, S. feltiae, S. ghseri y H. megidis,

en larvas del tercer estadio de A. ludens, grupos de 100 larvas fueron expuestos a diferentes

concentraciones, siguiendo la metodología propuesta por Lindegren y Vail(1986).

Para lo anterior, se utilizaron macetas de plástico de 1;OOO mL (13 cm altura, 11 y 9 cm de

diámetro en la parte superior e inferior, respectivamente), con 300 mL de suelo esterilizado y

tamizado, humedecido con 15 mL de agua destilada estéril, mezclando éstos uniformemente. A

cada maceta se le agregó 1 mL de suspensión de nematodos y cien larvas. Una maceta

adicional fue utilizada para determinar las características físico químicas y su humedad,

siguiendo el método estandarizado propuesto por Lindegren y Vail (1986). El suelo fue

analizado en el laboratorio de suelos de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de

la Universidad de Colima (Cuadro 6).

Para cada especie de nematodo, se prepararon cinco concentraciones (0, 1,000, 2,000, 3,000,

4,000 y 5,000 nematodos/mL). Cada concentración constituyó un tratamiento, por lo que cada

experimento estuvo formado por seis tratamientos y cuatro repeticiones; cada repetición estuvo

formada por una maceta con 100 larvas, lo que corresponde de 10 a 50 nematodos por larva,

74
Cuadro 6 Análisis físico químico del suelo utilizado en el experimento

Determinación Valores
pH (1:2) 7.37
pH (extracto) 7.11
C.E. (mmhoms/) cm) 0.24
M.O. (%) - 1.16
Nitrógeno (%) 0.05
F ó s f o r o (Morgan) . pobre
Potasio (Morgan) muy pobre
Calcio (Morgan) muy pobre
Arcilla (%) 4.84
Limo (%) 19.28
Arena (%) 75.88
Textura arena migajonosa
Laboratorio de Suelos de la FCBA. 1998.

entre la primera y última concentración utilizada, o de 3 1 a 156 nematodos/ cm2; lo anterior

tomando como base las CL50 de 38 nematodos/cm2 de S. feltiae para C. capitata reportado por

Lindegren et al., (1990), y a los resultados previos obtenidos por Lezama et al., (1996),

quienes aplicaron una concentración de 4,000 nematodos/maceta, de algunas especies de

nematodos para el control de A. ludens. Después de la adición de las larvas, las macetas fueron

cubiertas con su tapa de plástico y se incubaron por 24 días a 25±1ºC con una humedad

relativa de 80%.

3.6 Variables

A los 6, 12 y 24 días, después de la exposición inicial de las larvas a los nematodos, se

determinó la mortalidad de las larvas por nematodos; para ésto, el suelo de cada una de las

macetas fue tamizado en mallas metálicas de 1 mm de abertura, y las larvas y pupas muertas

fueron colectadas de cada una de las macetas y examinadas bajo un microscopio

estereoscópico. Los insectos infectados se reconocieron por su apariencia, pues frecuentemente

eran flácidos y cambiaron su color a naranja, amarillo café o negro (esteinememátidos) o un

75
café rojizo a rojo ladrillo; púrpura, naranja o algunas veces verde (heterorhabditidos) (Kaya,

1993A); los tejidos internos se desintegraron en una masa de consistencia gomosa. Los tejidos

larvales infectados por H. megidis fueron mucho más gomosos que los tejidos infectados por

Steinemema (Lindegren y Vail, 1986; Woodring y Kaya, 1988; Alatorre y Kaya, 1990;

Alatorre y Kaya, 1991; Kaya, 1993a). Las pupas con tejidos blancos translúcidos de los adultos

en desarrollo, se consideraron no parasitadas; los tejidos de pupas parasitadas fueron amarillo

cafés y generalmente contenían adultos en desarrollo de S. feltiae (Lindegren y Vail, 1986).

Las pupas que a los seis y 12 días después de la exposición de las larvas a los nematodos no

presentaban síntomas de infección, fueron regresadas a las macetas en una caja de Petri con una

capa doble de papel filtro humedecida con agua destilada estéril, con el fin de inspeccionarlas

de nueva cuenta a los 24 días, para observar de nuevo, la posterior aparición de síntomas y

registrar el número de adultos emergidos de A. ludens en cada repetición y tratamiento.

3.7 Diseño experimental

Cada experimento fue realizado con base en los lineamientos del diseño completamente al azar,

constituido por seis tratamientos. Cada tratamiento, incluyendo el testigo, estuvo formado por

cada una de las concentraciónes de nematodos, con cuatro repeticiones. En total se realizaron

cinco experimentos; cada uno de los cuales correspondió a una especie de nematodo.

3.8 Análisis estadístico

Los datos experimentales, expresados en porcentajes de mortalidad fueron sometidos a un

análisis de varianza y prueba de Duncan al 95% de confianza; utilizando el paquete estadístico

SAS (SAS Institute, 1985), separando el efecto de especies y concentraciones de trematodos

(Lindegren y Vail, 1986; Lindegren et al., 1990).

76
Del mismo modo, con el propósito de determinar las concentraciones letales de la especie o

especies que resultaron más virulentas, los porcentajes de mortalidad obtenidos con las

diferentes concentraciones de cada especie de nematodo, en el que la mortalidad obtenida fue

superior al 50%, fueron sometidas a un análisis Probit correlacionando el logaritmo de las

concentraciones y el Probit del porcentaje de mortalidad total acumulada a los 24 días (larvas y

pupas), para determinar las concentraciones letales 10, 50 y 90% de cada especie de nematodo

(Woodring y Kaya, 1988).

77
4 RESULTADOS

4.1 Efecto de concentraciones de los nematodos entornopatógenos S. carpocapsae, S.


glaseri, S. feltiae, H. megidis y S. riobravis sobre la mortalidad en larvas del tercer

estadio de A. ludens

Se encontró que las concentraciones evaluadas causaron diferencias altamente significativas en

la mortalidad, de acuerdo a la concentración en larvas del tercer estadio de A. ludens en forma

general. Del mismo modo, se encontraron diferencias estadísticas entre los porcentajes de

mortalidad causadas en las diferentes concentraciones con cada una de las especies de

nematodos evaluados (Cuadro 7).

Cuadro 7. Valores de F calculada y P>F de los anaálisis de varianza de las diferentes


concentraciones de especies de nematodos en larvas de A. ludens

Factor de estudio GL Suma de Cuadrados Fc P>F


cuadrados medios
S. carpocapsae 4 1562.2 390.6 10.6 0.0003
S.Glaseri 4 3239.3 809.8 5.74 0.0052
S. feltiae 4 3563.3 890.8 4.32 0.0160
H. megidis 4 2361.5 590.8 19.16 0.000 1
S. riobravis 4 1025.3 256.3 3.4 0.0359
Especies 4 14288.9 3572.2 25.84 0.0001
Concentraciones 4 6523 1630.8 11.8 0.0001
GL = Grados de libertad. FCBA, 1998.

La prueba de separación de medias mostró que existe una gradación entre las cinco

concentraciones evahadas. Las concentraciones de 5,000 y 4,000 Juveniles Infectivos (JIs),

con porcentajes de mortalidad de 49 y 41% fueron iguales entre sí. El mismo fenómeno

sucedió con las concentraciones de 4,000 y 3,000 I con 41 y 36% de mortalidad

respectivamente; de la misma manera se observó una igualdad estadística con las

78
concentraciones de 3,000 y 2,000, con mortalidades de 36 y 29%, y con las concentraciones de

2,000 y 1,000 JIs, con mortalidades de 29 y 27%, respectivamente. El porcentaje de mortalidad


más alto en la mosca mexicana de la fruta, debido a Steinemematidae y Heterorhabditidae se

presentó en las concentraciones de 5,000 y 4,000 (Figura 3).

Figura 3. Porcentajes de mortalidad en larvas de A. iu&ns a difhentes concentraciones de


especies y cepas de nematodos (Steinemematidae y Heterorhabditidae)

79
4.1.1 Efecto de las concentraciones de cada una de las diferentes especies de
nematodos sobre la mortalidad en A. ludens

Las cinco concentraciones evaluadas de JIs en las diferentes especies y cepas de nematodos,

infectaron al hospedero en el tercer estadio larval. La mayoría de las larvas inoculadas

presentaron los signos de infección por nematodos en el estado de pupa.

4.1.1.1 Efecto de las concentraciones de S. carpocapsae sobre la mortalidad en larvas de


A. ludens

Los porcentajes de mortalidad en las larvas del tercer estadio de A. ludens acumulada a los 24

días debido al nematodo S. carpocapsae mostraron un rango de mortalidad comprendido entre

16 y 40%. La prueba de separación de medias mostró dos niveles de significancia; el primero


,
constituido por la concentración de 4,000, con 40% de mortalidad; el segundo lo formaron las

concentraciones de 5,000 y 3,000 JIs con mortalidades de 30 y 24%, respectivamente; este

nivel comparte igualdad estadística con las concentraciones de 2,000 y 1,000 con mortalidades

de 17 y 16% respectivamente. De los cinco tratamientos, el mas sobresaliente por la mortalidad

que causó fue el de la concentración de 4,000 JIs (Figura 4).

4.1.1.2 Efecto de las concentraciones de S. glaseri sobre la mortalidad en larvas de A.


ludens

Los porcentajes de mortalidad acumulada en las larvas del tercer estadio de A. ludens bajo el

efecto de diferentes concentraciones de la especie S. glaseri presentaron un rango comprendido

entre 38 y 75%. La prueba de separación de medias indicó que existe una gradación entre las

cinco concentraciones. Las cantidades de 5,000 y 4,000 JIs con mortalidades de 75 y 59%,

respectivamente, comparten igualdad estadística; el mismo fenómeno sucedió con las

80
concentraciones de 4,000 y 3,000 JIs (59 y 55% de mortalidad), 3,000 y 2,000 (55 y 44%) y

con las concentraciones de 2,000 y 1,000 (44 y 38%) de mortalidades, respectivamente. El

porcentaje de mortalidad más alto en la mosca mexicana de la fiuta debido a S. glaseri se

presentó con las concentraciones de 5,000 y 4,000 nematodos (Figura 5).

Figura 4. Porcentajes de mortalidad a 24 días de exposición en larvas de A. ludens debido a


cinco concentraciones de JIs de S. carpocasae

81
Figura 5. Porcentajes de mortalidad en larvas de A. ludens ante cinco concentraciones de JIs de
S. galseri

4.1.1.3 Efecto de las concentraciones de S. feltiae sobre la mortalidad en larvas de A.


ludens

Las diferentes concentraciones de S. feltiae presentaron un rango de mortalidad comprendido

entre 14 y 51%. La prueba de separación de medias indicó que las concentraciones de 1,000,

2,000, 3,000 y 4,000 JIs con mortalidades comprendidas en un rango de 13.5 a 33%, son

iguales entre sí; del mismo modo, las concentraciones de 4,000 y 5,000 con 33 y 51% de

82
mortalidades respectivamente, comparten igualdad estadística. El porcentaje de mortalidad más

alto en larvas de la mosca mexicana de la fruta debido a S. feltiae se presentó en las

concentraciones de 4,000 y 5,000 JIs (Figura 6).

Figura 6. Porcentajes de mortalidad en larvas de A. ludens ante cinco concentraciones de Js de


S. feltiae

83
4.1.1.4 Efecto de las concentraciones de H. megidis sobre la mortalidad en larvas de A.
ludens

Las diferentes concentraciones de H. megidis produjeron un rango de mortalidad comprendido

entre 13.5 y 42%; la prueba de separación de medias indicó que las concentraciones de 4,000 y

5,000 Jis con mortalidades de 42 y 38% respectivamente, son iguales entre sí el mismo

fenómeno sucedió con las concentraciones de 2,000 y 3,000, con mortalidades de 20 y 24.5%.

Además, las concentraciones de 1,000 y 2,000, con 13.5 y 20% de mortalidad, compartieron

igualdad estadística. El porcentaje de mortalidad más alto en larvas de la mosca mexicana de la

fruta debido a H. megidis se presentó en las concentraciones de 4,000 y 5,000 Jis (Figura 7).

4.1.1.5 Efecto de las concentraciones de S. riobravis sobre la mortalidad en larvas de A.


ludens

El efecto de las concentraciones de S. riobravis sobre las larvas del tercer estadio de A. ludens

mostraron un rango de mortalidad comprendido entre 33.5 y 53% a los 24 días de exposición.

La prueba de separación de medias mostró que las concentraciones 1,000, 2,000, 3,000 y 5,000

Jis, con mortalidades que van del 48 al 53%, son iguales entre sí; la concentración de 4,000 JIs

produjo una mortalidad de 34%. El porcentaje de mortalidad más alto en larvas de la mosca

mexicana de la fruta debido a S. riobravis se obtuvo con cuatro de las cinco concentraciones de

JIs (Figura 8).

84
:’

Figura 7. Porcentajes de mortalidad en larvas de A. ludens ante cinco concentraciones de JIs de


H. megidis

85
:’

:’

Figura 8. Porcentajes de mortalidad de A. ludens ante cinco concentraciones de JIs de S.


riobravis

86
4.2 Virulencia de las especies de nematodos entornopatógenos en larvas del tercer estadio
de A. ludens

Los porcentajes de mortalidad obtenidos con cada una de las especies de Steinemematidae y

Heterorhabditidae sometidos a análisis de varianza, indicaron diferencias en la virulencia entre

las diferentes especies de nematodos (Cuadro 7). La prueba de medias separó- ésta en dos

niveles de significación; las especies S. glaseri y S. riobravis formaron el primer nivel, y fueron

las más virulentas, con 54.10 y 47.35% respectivamente; el segundo nivel estuvo formado por

las especies H. megidis, S. feltiae y S. carpocapsae con 27.75, 27.40 y 25.20%,

respectivamente (Cuadro 8) (Figura 9).

Cuadro 8. Porcentajes de mortalidad de larvas de A. ludens causados por especies de


nematodos entomapatógenos

Nematodo (cepa) % mortalidad total


S. glaseri 54.10 a
S. riobravis 47.35 a
H. megidis 27.75 b
S. feltiae (Florida) 27.40 b
S. carpocapsae (All) 25.20 b
testigo (sin nematodos) 0.00 c
Medias seguidas por la misma letra no son significativamente diferentes. FCBA, 1998.

4.3 Concentraciones letales 10, 50 y 90% (CL10, CL50, CL90) del nematodo
entornopatógeno S. glaseri

En la Figura 9 se observa que solamente la especie S. glaseri causó una mortalidad promedio

superior al 50% entre las cinco especies de nematodos. En la Figura 5 se muestran los

porcentajes de mortalidad en larvas de A. ludens con las diferentes concentraciones de este

nematodo, en donde se puede detectar que existe una relación positiva entre la concentración y

la mortalidad; variando desde un 38 hasta un 75% a la concentración más baja y alta,

87
respectivamente. Por lo anterior, únicamente fue posible determinar las concentraciones letales

10, 50 y 90% (CL10, CL50, CL90) con este nematodo.

Especie de nematodo

Figura 9. Porcentajes de mortalidad en larvas de A. ludens con diferentes especies y cepas de


nematodos entomopatógenos

Los porcentajes de mortalidad obtenidos en las diferentes concentraciones de S. glaseri, fueron

sometidos al análisis Probit para determinar la concentración letal de este nematodo, como una

88
forma de evaluar su virulencia. Este análisis nos dió una CL50 igual a 21.301 nematodoshrva

de A. ludens (Cuadro 9).

Cuadro 9. Concentraciones letales del nematodo entomopatógeno S. glaseri en larvas de A.


ludens.

Concentración l Valores
CL10 1.945
Intervalo de confianza 95% 0.724 - 5.224
CL50 21.301
Intervalo de confianza 95% 17.045- 26.62
CL90 233.292
Intervalo de confianza 95% 100.21- 543.11
Ecuación Y= 1.25X + 0.84
X2 5% 7.815
X2 calculada 4.378
* Concentraciones: 10, 20, 30, 40, y 50 nematodos/larva 100 larvas en por maceta.
,
FCBA, 1998.

89
.5 DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos permitieron observar que las especies de nematodos en sus diferentes

concentraciones, presentaron patogenicidad en larvas del tercer estadio de la mosca mexicana

de la fruta A. Iudens.

Estos agentes de control biológico ofrecen grandes beneficios, porque son patógenos obligados

en la naturaleza, y constituyen una alternativa para el desarrollo de una agricultura sustentable,

si se les incorpora dentro de un programa de manejo integrado de la plaga (Aluja et al., 1990;

McDonald et al., 1993; Konway, 1996; Murdoch, 1996), los cuales minimizan el impacto sobre

la salud humana y el ambiente (Georgis y Poinar, 1989; Ehler, 1990a; Pimentel et al., 1991;

Pimentel et al., 1992; McDonald et al., 1993; Lacey y ,Goettel, 1995; Pimentel, 1995); entre

SUS bondades (Poinar, 1979; Gaugler, 1988; Woodring y Kaya, 1988; Georgis y Poinar, 1989;

Akhurst, 1990; Gaugler y Kaya, 1990; Kaya, 1990a; Georgis et al., 199 1; Georgis, 1992;

Kaya, 1993a; Kaya, 1993b; Kaya y Gaugler, 1993; Georgis y Manweiler, 1994; Boemare et al.,

1996) destaca el que no presentan riesgos en cuanto a toxicidad, alergenicidad, oncogenicidad

y teratogenicidad (Ehlers y Hokkanen, 1996) por un lado; y por otro, su uso no induce al

desarrollo de resistencia en la plaga (Georgis y Poinar, 1989; Poinar, 1990; Pimentel et al.,

1991; Pimentel et al., 1992; Aluja, 1993a; Lebeck et al., 1993; Lacey y Goettel, 1995).

Se encontró que todas las concentraciones de nematodos evaluadas, causaron mortalidad en

larvas del tercer estadio de A. ludens Los porcentajes de mortalidad manifestaron una

tendencia a aumentar en la medida en que las concentraciones se incrementaron y las dos

concentraciones más altas, destacaron por provocar porcentajes de mortalidad más elevados.

90
Estadísticamente se encontró que existen diferencias en los porcentajes de mortalidad de la

mosca de la fruta, dependiendo de la concentración de nematodos que se utilice, al parecer, sin

importar la especie utilizada, puesto que el rango de mortalidad varió entre 26.5 al 49% en las

concentraciones de 1,000, 2,000, 3,000, 4,000 y 5,000 nematodos/maceta (Figura 4).

Si cada maceta contenía 100 larvas, la cantidad de nematodos por larva fue de 10; 20, 30, 40 y

50 nematodos/larva, respectivamente. Resultados similares fueron reportados por Lindegren y

Vail (1986). Sin embargo, al establecer una relación entre las concentraciones de 10 y 50

nematodoshva, que se aplicaron en este estudio, con las utilizadas por Lindegren y Vail

(1986), de 50 y 5,000 JIs/larva (concentración baja y alta, respectivamente); se tiene que, en

este estudio la concentración baja corresponde a la quinta parte de la concentración utilizada

por Lindegren y Vail(1986), y a una centésima de la concentración alta a la utilizada por ellos.

De lo anterior se desprenden las siguientes observaciones: la primera es que, con la proporción

de un nematodo/larva, se obtuvieron porcentajes de mortalidad de 16% con S. carpocapsae; de

38% con S. glaseri; 14% con S. feltiae y H. megidis; y 34% con S. riobravis. Lindegren y Vail

(1986), con la concentración más baja (50 nematodoshva) de S. feltiae en larvas de C.

capitata, reportan 9% de mortalidad; en D. dorsalis, 9% y en D. cucurbitae 0%.

Con la proporción de 50 nematodoshva, utilizada en este estudio, se obtuvieron porcentajes

de mortalidad de 40% con S. carpocapsae; de 75% con S. glaseri; de 5 1% con S. feltiae; de

42% con H. megidis y de 53% con S. riobravis; en cambio, Lindegren y Vail (1986), reportan

estas mortalidades con la concentración de 1,500 JIs/larva en C. capitata, D. dorsalis y D.

cucurbitae. No obstante, estos autores lograron separar diferencias en virulencia de S. feltiae

entre C. capitara. D. dorsalis y D. cuctrrbitae, encontrando más sensible a C. capitata.

91
Nuestros resultados sugieren que A. ludens es más sensible a la infección por esta especie de

nematodo, incluso más que C. capitata.

De acuerdo con los resultados obtenidos, se observa que con una concentración de 50

JIs/larva, se alcanzan mortalidades hasta de +5 1% con S. feltiae; mientras que Lindegren y Vail

(1986), reportan mortalidades de 9% con la concentración de 500 JIs/larva en C. capitata y D.

dorsalis, y 0% en Ll cucurbitae. Estos hallazgos permiten el planteamiento de dos

interrogantes: una es de que si la especie S. feltiae es más virulenta en larvas de A. ludens que

en C. capitata, D. dorsalis y D. cucurbitae; la segunda es, que si A. ludens es más sensible al

ataque de este nematodo. Lo que se presenta como una realidad es que en A. ludens con

cualquiera de las especies evaluadas, se obtienen altas mortalidades con la utilización de bajas

concentraciones.

Los resultados obtenidos en esta investigación, confirman lo reportado por Lezama et al.,

(1996), respecto a la susceptibilidad de larvas de A. ludens. con diferentes especies de

nematodos entornopatógenos de las familias Steinernematidae y Heterorhabditidae. Sin

embargo, Lezama y colaboradores no evaluaron el efecto de las diferentes concentraciones de

cada una de las especies de nematodos sobre la mortalidad de A. ludens.

De lo anterior se desprende que el uso de nematodos entornopatógenos en el control biológico

de A.. ludens puede ser una alternativa viable y económica, pues se requeriría utilizar bajas

cantidades de nematodos, tal como ha sido recomendado (Cantelo y Nickle, 1992; Lewis et al.,

1992; Campbell y Gaugler, 1993; Grewal et al., 1993; Chyzic et al., 1996).

Por otro lado, es necesario señalar que ninguna de las especies y cepas de nematodos utilizadas

en esta investigación, fueron aisladas a partir de dípteros; por lo que la patogenicidad y

92
virulencia demostrada por los nematodos entornopatógenos en A. ludens, confirma lo

registrado por varios autores, en el sentido de que los nematodos tienen un rango de

hospederos amplio que comprende a casi todos los ordenes y familias de insectos (Poinar,

1979; Woodring y Kaya, 1988; Georgis y Poinar, 1989; Akhurst, 1990; Gaugler y Kaya, 1990;

Kaya, 1990a; Georgis, 1992; Kaya y Gaugler, 1993; Kaya, 1993a; Kaya 1993b; Boemare et

uf., 1996). Además, es interesante subrayar que de 128 especies de insectos que se han

examinado en condiciones de laboratorio para su control biológico, sólo 28 especies, la

mayoría incluidos dentro del orden Diptera, se encontró que fueron resistentes a cepas de S.

carpocapsae (Boemare et al., 1996).

Existen muchos trabajos que se han realizado con el fin de encontrar la especie o cepa de

nematodo que resulte más virulenta en contra de una plaga en particular (Poinar et al., 1977;

Poinar y Hislop, 1981; Beavers y Calkins, 1984; Lindegren y Vail, 1986; Agudelo- Silva et al.,

1987; Lindegren, 1990; Lindegren et al., 1990; Akhurst et al., 1992; Hara et al., 1993; Baur et

al., 1995; Cabanillas y Raulston, 1996a; Cabanillas y Raulston, 1996b; Lezama et al., 1996);

por tanto, si se considera la evaluación de algunas cepas y especies de nematodos en larvas del

tercer estadio de A. ludens realizada en esta investigación, se puede recomendar a las especies

S. glaseri y S. riobravis, como excelentes candidatos para el control biológico de la mosca

mexicana de la fruta.

Algunas experiencias de evaluación de nematodos entornopatógenos para el control de dípteros

han sido realizadas. Richardson y Grewal (1991) al efectuar el control de la mosca sciárida,

utilizaron 10.8 x 106 JIs de S. feltiae por M2 en el área de cosecha, y lograron reducir la

población de L. auripila. Grewal y Richardson (1993), encontraron que 2.7 x 106 JLs/m2 de S

93
feltiae causaron una reducción de 84% de L. auripila; para estos autores, la aplicación de 3 x

106 JIs/charola de S. feltiae (5.4 x 106/m2) representó un control económico y efectivo; sin

embargo, los porcentajes de aplicación por arriba de 6 x 106 JIs, no reportó ningún beneficio

adicional para el control de la mosca.

Por otro lado, en esta investigación fue posible evaluar la patogenicidad de las cinco especies

de nematodos, separada en dos niveles de significación estadística; el primero lo constituyeron

las especies S. I glaseri y S. riobravis; el segundo las especies S. feltiae, H. megidis y S.

carpocapsae. Sin embargo, estos resultados difieren con los reportados por Lezama et al.,

(1996), pues ellos encontraron que riobravis, S. carpocapsae y S. feltiae fueron los más

sobresalientes, seguidos por S. glaseri, que no tuvo diferencias con S. feltiae, evaluados con 40

JIs/larva

En las especies S. glaseri, S. feltiae, H. megidis y S. carpocapsae se observó una relación

directamente proporcional, pues a medida que aumentaron las concentraciones de nematodos

infectivos, se incrementó la mortalidad en larvas de la mosca mexicana de la fruta; sin embargo,

en H. megidis y S. carpocapsae, esta relación se manifestó de la concentración 1,000 a la 4,000

JIS, a partir de la cual declinó la mortalidad; en la especie S. riobravis, sólo hubo una diferencia

de 5% en los porcentajes de mortalidad, en las concentraciones de 1,000 a 3,000 nematodos

infectivos, y empezó a declinar a partir de la concentración de 4,000 no obstante,

solamente en S. riobravis y H. megidis se manifestaron diferencias significativas entre las

diferentes concentraciones.

El hecho de que la relación directa entre la concentración-mortalidad se haya manifestado en

las concentraciones bajas, y el declive presentado en la concentración alta, puede deberse a que

94
los nematodos infectivos tienen la tendencia a agruparse, o al hecho de que se enquistan, tal

como lo hace S. carpocapsae (Kaya, 1990b). De esta manera, la agregación puede reducir la

infección de hospederos y explica, en parte, los resultados obtenidos en las concentraciones

altas, diferentes a los esperados para el número de nematodos aplicados; un señalamiento

similar cita Gaugler y Kya ( 1990).

Es posible que los JIs hayan manifestado la tendencia a agregarse en la medida en que la

concentración aumentó, para así incrementar su sobrevivencia. Sin embargo, surgen las

siguientes interrogantes: ¿porqué? los nematodos permanecen agregados, cuando

presumiblemente deberían dispersarse para encontrar a su hospedero, lo que implica obtener

ventajas, entre ellas el poder reproducirse?; ¿es más ventajoso enquistarse, o permanecer

agrupado, hasta que un hospedero se mueve en las cercanías?; ¿la predisposición natural para

agruparse, y la reducción en la efectividad, consecuencia de este hacinamiento, pueden ser

superadas?; ésto habría que demostrarlo. Lo anterior indica que se debe hacer una selección

cuidadosa, de la especie de nematodo a utilizar en los programas de manejo integrado de

plagas con miras a lograr mejores posibilidades de éxito.

Casi todos los estudios que proponen a los nematodos entornopatógenos como agentes de

control biológico, han evaluado organismos plaga de manera indirecta, en términos de

prevalencia (= porcentaje de hospederos infectados), que es una aproximación a un 100% para

la mayoria de generaciones dentro de una comunidad.

Este trabajo parte de la generalidad mencionada, pero además enfoca los resultados de una

manera un tanto diferente, al analizar los datos desde el punto de vista de el número promedio

de nematodos por insecto hospedero, (=intensidad), importante para la dinámica de

95
poblaciones, a partir de la cual se podría deducir los efectos dependientes de la densidad del

nematodo en hospederos individuales, tal como el que un solo esteinernemátido es suficiente

para matar un hospedero, pero no puede ocurrir la reproducción por falta de un individuo del

sexo opuesto; o el que la exposición de hospederos a baja concentración de nematodos,

ocasione bajo porcentaje de mortalidad debido al fenómeno de encapsulamiento por hemocitos

melanóticos que presentan los insectos hospederos. En la otra parte del extremo, el tamaño de

las hembras y el número de huevos producido por hembra, depende de la densidad de los

nematodos. Esta consideración requiere investigación adicional. Bedding (1990) cita que la

dosificación de nematodos requerida parece ser en parte proporcional a la densidad del

hospedero.

En lo referente a las bondades de S. glaseri como agente de control biológico ya se ha

demostrado por Morris y Converse (1991), Gaugler et al., (1992b), Lacey et al., (1993),

Agüuera y Gabarra, (1994), Koppenhöfer y Kaya (1995), quienes señalan que esta especie ha

demostrado ser eficiente en el control de diversas plagas. Del mismo modo, el éxito de S.

riobravis como entornopatógeno eficaz se confirmó por Lezama et al., ( 1996) en la mosca

mexicana de la fruta. Los resultados obtenidos en esta investigación amplían el conocimiento

de la patogenicidad y virulencia de esta especie de nematodo en A. ludens.

Es necesario recordar que la especie S. riobravis fue aislada originalmente del gusano del maíz,

Helicoverpa (=Heliothis) zea (Boddie) (Lepidoptera: Noctuidae), y parece estar seleccionada

de manera natural para el control biológico en plagas de lepidópteros a temperaturas extremas

(Cabanillas et al., 1994; Cabanillas y Raulston, 1996a; Cabanillas y Raulston, 1996b).

96
De la misma manera, los resultados obtenidos en esta investigación concuerdan con Beavers y

Calkins (1984), Morris (1985), Bracken (1990), Glazer y Navon (1990), Morris y Converse

(1991), Thurston et al., (1993), Thurston et al., (1994) Baur et al., (1995), Gouge y Hague

(1995), Nicolas et al., (1995), Sweeney y Gesner (1995), Lezama et al., (1996) en el sentido

de que los insectos en su estado larvario son altamente susceptibles a los nematodos

entornopatógenos Steinernematidae y Heterorhabditidae. Las diferencias en los porcentajes de

mortalidad obtenidos con las diferentes especies de nematodos pueden deberse a la

susceptibilidad particular del hospedero o a los atributos de patogenicidad manifestados por los

nematodos.

En lo que respecta a la susceptibilidad de los hospederos, se conoce que éstos han desarrollado

mecanismos de defensa en contra de los patógenos, que pueden ser morfológicos, fisiológicos y

conductuales (Gaugler, 1988; Morris et al., 1990; Gillespie et al., 1997; Gullan y Kosztarab,

1997). Los mecanismos de defensa morfológicos que pudieron influido en los diferentes

porcentajes de mortalidad encontrados en este estudio, con las diferentes especies de

nematodos, estos son: el tamaño del hospedero (Glazer et al., 1991); tegumento (Gillespie et

al., 1997) con diferentes niveles de penetración (Morris et al., 1990); las secreciones de cera

protectora (Gillespie et al., 1997); las aberturas naturales (Morris et al., 1990; Lacey et al.,

1993) que probablemente impidieron el paso de los infectivos juveniles Se hacen necesarios

más estudios para determinar si alguno de los mecanismos de defensa morfológicos señalados

tiene alguna relación con la sensibilidad del insecto o con la virulencia de los nematodos.

En lo que se refiere a mecanismos de defensa fisiológicos de los insectos, no se puede descartar

la posibilidad de que algunos JIs de las diferentes especies de nematodos hayan sido eliminados

97
durante el proceso de invasión (Gaugler, 1988; Forschler y Gardner, 1991 o en el interior del

hospedero por mecanismos fisiológicos, ya que cuando los patógenos invaden un organismo,

los hemocitos se unen a éstos y los aislan por fagocitosis, atrapándolos en agregados llamados

nódulos; pero, cuando el invasor es muy grande para ser fagocitado, es encapsulado por

múltiples capas de hemocitos y/o una capa de melanina. Existen dos tipos de encapsulación:

celular para lepidópteros y melanótica (humoral), típico para Diptera (Gillespie et al., 1997).

Puesto que A. ludens pasa una etapa de su ciclo de vida como larva en el suelo, es probable

que los tefrítidos hayan desarrollado una respuesta defensiva fuerte en contra de los nematodos

entornopatógenos; este proceso de encapsulación melanótico ha sido comprobado en el

tipúlido T. paludosa ante S. feltiae, S. affinis, S. anomali, H. zealandica y Heterorhabditis sp.

(Ehlers y Gerwien, 1993; Peters y Ehlers, 1997; Peters et al., 1997), aunque puede darse

también el fenómeno de fagocitosis (Ehlers et al., 1997). La resistencia manifestada por 28

especies de Diptera (Boemare et al., 1996), podría ser atribuido a estos mecanismos de

defensa.

Una segunda estrategia fisiológica defensiva, consiste en la inducción de síntesis de péptidos

antimicrobianos y proteínas, principalmente por el cuerpo graso; la infección en insectos

estimula una respuesta defensiva compleja, y el reconocimiento de patógenos puede ser

efectuado por proteínas del plasma, o hemocitos que restringen específicamente los

polisacáridos bacterianos (Gillespie et al., 1997); la bacteria X. bovienii de s. feltiae puede ser

removida de la hemolinfa de t. oleracea por estos mecanismos celulares (Ehlers et al., 1997).

Las larvas de la especie a. ludens manifestaron sensibilidad diferente, por lo que puede suponer

que los resultados obtenidos, se deben a una susceptibilidad diferencial a las diferentes especies

98
y subespecies de las bacterias simbiontes (Morris et al., 1990) que portan los nematodos

(Boemare et al., 1996) evaluados. Lo anterior requiere ser demostrado.

En lo que se refiere a los mecanismos de defensa conductual (Foster y Harris, 1997), ésta pudo

haber influido para evitar la infección. En el caso de larvas de la moscas de la fruta, éstas tienen

la tendencia a enterrarse en el suelo para pupar, y la profundidad a la que se entierran, depende

de la textura del suelo. Este fenómeno limita la probabilidad de contacto con los nematodos, a

pesar de que éstos pueden responder a estímulos, como moverse a través de un gradiente de

CO2 producido por las larvas, ser atraídos por las heces o por la presencia del hospedero

(Gaugler, 1988; Kaya, 1993a; Georgis y Manweiler, 1994); con ésto, pudieron haber

incrementado la dificultad de orientación de los entornopatógenos potenciales.

Si se toma en cuenta que la mosca mexicana de la fruta tuvo el mismo tiempo de exposición a

las diferentes especies de nematodos, es probable que el periodo de tiempo, que separa los

estados biológicos de larva y pupa, en el cual las larvas son vulnerables, haya sido muy corto,

reducido a unos cuantos minutos, ya que probablemente, las larvas estaban en la etapa final del

tercer estadio larval, y una característica que se observó en ellas es que tan pronto se

depositaron en el dispositivo experimental, se enterraron en suelo para prepararse a la

pupación, lo que pudo limitar el período de infección por los nematodos, lo que explica porqué

la infección se manifestó en el estado de pupa, con todas las especies de nematodos evaluados.

Las pupas son aparentemente menos susceptibles que las larvas (Morris, 1985); esto puede

deberse a que las pupas proporcionan un acceso muy limitado a la infección por nematodos.

99
Aproximadamente la mitad de las pupas revisadas, presentaron una gruesa cubierta de

partículas del suelo, la cual pudo representar un obstáculo para la infección de los nematodos,

tal como lo señala Gaugler (1988).

También existe la posibilidad de que las pupas hayan reducido al mínimo la liberación de CO2

o que los espiráculos hayan estado casi cerrados, lo cual puede ser en parte, una respuesta para

escapar a la detección y por consiguiente, evitar el parasitismo. Se conoce que muchas pupas

presentan estas estrategias, impidiendo la detección por los nematodos (Gaugler, 1988). Lo

anterior posiblemente explica los diferentes porcentajes de mortalidad con las diferentes

especies de nematodos.

Con base en lo anterior, es posible que las larvas y pupas de la mosca de la fruta pudieran

presentar estos tipos de mecanismos de defensa y que los resultados hayan estado influenciados

por estos factores; además, si se pretende realizar estos estudios aplicados en campo, los

resultados pueden ser variables. Es necesario hacer más estudios sobre el tiempo que duran los

diferentes estadios de la mosca de la fruta y sus estados fisiológicos tales como el estar sujetos

a estrés, falta de alimento, hacinamiento, entre otros.

Por otro lado, se conoce que la conducta de los nematodos es muy variable, pues mientras

algunos permanecen el sitio de aplicación, otros tienen pocas habilidades de migración, o para

encontrar y penetrar al hospedero (Georgis y Poinar, 1983a; Gaugler, 1988; Akhurst y

Boemare, 1990; Kaya 1990b; Morris et al., 1990; Alm. el al., 1992; Lewis et al., 1992; Lewis

et al., 1993; Georgis y Manweiler, 1994; Koppenhöfer et al., 1995; Lacey y Goettel, 1995;

Downes y Griffin, 1996; Ehlers y Hokkanen, 1996).

Los JLs tienen dos estrategias de búsqueda y selección de su hospedero, unos conocidos como

100
acechadores, que esperan al hospedero, mientras que otros, llamados cazadores (Kondo e

Ishibashi, 1986; Kaya, 1993a; Kaya y Gaugler, 1993; Lacey y Goettel, 1995). Las especies

utilizadas en este estudio tienen estos dos comportamientos; S. carpocapsae, S. feltiae y S.

riobravis son acechadores, mientras que H. megidis y S. glaseri son cazadores.

Bajo este contexto, S. glaseri tiene la capacidad de dispersión para buscar al hospedero hasta

de 90 cm en un suelo arenoso (Kaya, 1990b; Smits et al., 199 1; Campbell y Gaugler, 1993), lo

que confirió una mayor patogenicidad a S. glaserr; esta especie manifiesta diferencias con S.

carpocapsae en cuanto a dispersión, pues los JIs de S. carpocapsae muestran tendencia a

moverse hacia arriba (Georgis y Poinar, 1983a), lo cual limita sus posibilidades de encontrar al

hospedero. Por su parte, la especie S. riobravis, permanece en un 99% en el primer centímetro

de la superficie del suelo (Duncan y McCoy, 1996) y presenta un geotropismo negativo

(Duncan et al., 1996).

Con base en lo anterior, algunos aspectos de investigación a realizar en la mosca mexicana de

la fruta con nematodos son estudios sobre su comportamiento; la migración vertical u

horizontal; de substancias químicas, feromonas y/o respuestas conductuales, que puedan

incrementar su infectividad y si estas feromonas pueden ser identificadas, sintetizadas y

utilizadas; una estandarización o modelo de los diferentes métodos de colocación del nematodo

dentro del dispositivo, que favorezcan una distribución uniforme y propicien un mayor alcance

de los hospederos, de acuerdo a los hábitos de éstos.

Es por eso, que las últimas investigaciones realizadas por Cabanillas y Raulston (1996b) están

encaminadas a evaluar el efecto de concentración, método de aplicación (sobre la superficie o

incorporado al suelo) y antes o después de un riego. Los resultados muestran que la

101
incorporación bajo la superficie del suelo y a través del riego, pueden ser los dos métodos de

aplicación más efectivos que aplicando los nematodos sobre la superficie o después de un

riego.

Considerando que las condiciones de humedad edáfica, humedad relativa y temperatura del

suelo afectan la efectividad de los nematodos (Kaya, 1990b; Kung et al., 1991) y que las

diferentes especies de nematodos son afectadas de diferentes maneras por las bajas humedades

del suelo (Koppenhöfer et al., es probable que S.S. riobravis estaría en mejores

condiciones ambientales para controlar a la mosca mexicana de la fruta en ambientes tropicales,

ya que esta especie proviene de una región subtropical semiárida, adaptada a temperaturas

extremas (Cabanillas et al., 1994; Cabanillas y Raulston, 1994; Koppenhöfer et al., 1997), con

precipitación pluvial de 600-700 mm anual, temperaturas de 35°C y expuesta a períodos secos

durante la mayor parte del año, lo que indica que está bien adaptada a regiones semiáridas

(Cabanillas et al., 1994); además, la humedad relativa probablemente favoreció a esta especie,

pues se demostró que la habilidad de infección no decrece con la humedad; la sobrevivencia de

S. riobravis declina con la humedad, pero la infectividad no disminuye (Baur et al., 1995) y

cuenta además, con una alta tolerancia a la desecación y puede vivir por largos períodos de

tiempo en el interior de los cadáveres (Koppenhöfer et al., 1997).

Las condiciones de humedad y temperatura necesarias para que se establezca S. glaseri, son

semejantes a las de S. riobravis, pues S. glaseri es una especie neotropical de regiones cálidas

(Gaugler et al., 1992b) y puede emerger de los cadáveres en gran número en suelos secos

(Koppenhöfer et al., 1995).

La temperatura a la que se realizó la investigación 25±1ºC, al parecer también favoreció la

102
en las diferentes especies de nematodos ya se han reportado (Beavers y Calkins, 1984; Gaugler,

1988; Kaya y Gaugler, 1993).

Otros aspectos de investigación a realizar son estudios de persistencia de los nematodos en el

dispositivo, con el fin de determinar la capacidad epizoótica de las especies de nematodos. De

la misma manera, deben ser evaluados en condiciones de invernadero y de campo.

Las larvas de la mosca mexicana de la fruta llevan a cabo su desarrollo en el interior de los

frutos, pero una etapa de su ciclo de vida, que corresponde al tercer estadio, se realiza en el

suelo, que es el ambiente natural de los nematodos. Es en esta etapa corta, previa al estado de

pupa, donde los nematodos pueden llevar a cabo el control de esta plaga (Gaugler, 1988; Kaya,

1990b).

Un aspecto interesante es que S. riobravis se aisló de un suelo tipo arena arcillo limoso, con

1.1 de Materia Orgánica (MO) y pH de 8.3, características similares al suelo del experimento;

con suelo arena limo arcilloso, 1.16 de MO y un pH de 7.37, por lo que tiene un mejor

desempeño y mayor persistencia en suelos arenosos y areno limosos (Kung et al., 1990b). Las

diferencias en las propiedades del suelo pueden influir en la sobrevivencia e infectividad de los

nematodos (Gaugler, 1988) y por consiguiente, pueden explicar algunas de las inconsistencias

observadas en los porcentajes de mortalidad, por lo que faltaría investigar, cuáles son las

propiedades de suelo más apropiadas para cada especie de nematodo.

Se sabe que la textura del suelo afecta la efectividad, movilidad y sobrevivencia de nematodos

entornopatógenos (Georgis y Poinar, 1983a; Georgis y Poinar, 1983b; Kaya, 1990a; Kung et

al., 1990 Kung et al., 1990b; Barbercheck y Kaya, 199 1; Kung et al., 199 1; Capinera y

103
Epski, 1992; Drees et al., 1992), en el cual el tamaño del poro y el bajo nivel de oxígeno son

los factores que afectan a los nematodos (Kung et al., 1990a; Kung et al., 1990b).

Kaya (1990a) reporta que las especies de nematodos entornopatógenos presentan baja

sobrevivencia en suelos con contenidos de arcilla superiores al 20%; en este trabajo, el suelo

presentó un valor de 4.84 de arcilla, por lo que se considera que este factor no afectó la

sobrevivencia de los nematodos. Aparentemente la textura del suelo, arena migajonoso, fue

determinante para la distribución vertical e infectividad de S. glaseri (Georgis y Poinar, 1983a;

Georgis y Poinar, 1983b), pues la textura de arcilla o limo pueden limitar los movimientos de S.

glaseri y S. carpocapsae (Georgis y Poinar, 1983a).

Sin embargo, faltaría investigar si las diferentes texturas del suelo afectan de manera

determinante la eficacia, sobrevivencia, infectividad, y reciclaje de las diferentes especies de

nematodos, y el cómo influyen las variaciones de humedad, pH, salinidad, contenido de MO, y

temperatura entre otros, en los movimientos de migración de los entornopatógenos, pues la

humedad relativa en el macro ambiente puede no ser tan importante como la humedad relativa

en el micro ambiente.

Por otro lado, el factor más grande que puede influir en la eficacia de los nematodos es la

persistencia (Campbell et al., 1995); dado que los entornopatógenos tienen una amplia

distribución, se puede deducir que presentan una alta capacidad de persistencia en su hábitat

natural, el suelo, puesto que los extremos ambientales son menos severos en el suelo, donde

muchos nematodos pueden responder a la baja humedad al entrar en anhidrobiosis y el suelo

representa una protección para la radiación solar (Gaugler, 1988); la eficacia puede ser

105
reducida cuando las aplicaciones se realizan sobre el suelo, donde los JIs están expuestos a la
radiación solar y desecación, a menos que éstos emigren rápidamente hacia el suelo protector.

Si se comparan las dimensiones de las especies de nematodos entornopatógenos, se puede

inferir que las diferencias en patogenicidad de S. glaseri y S riobravis, no están determinadas

solamente por el tamaño de los JIs puesto que S. glaseri es el más grande, y S. riobravis tiene

la mitad de las dimensiones de S. gfaseri (Poinar, 1986; Poinar et al., 1987; Cabanillas et al.,

1994).

Con relación a las características de S. glaseri y S. carpocapsae. Los JIs de S. glaseri son

mucho más grandes que los de S. carpocapsae (Poinar, 1990); su desarrollo es más rápido

(Poinar, 1979); el porcentaje metabólico y procesamiento de los tejidos del hospedero por la

bacteria simbionte difieren entre estos dos nematodos (Koppenhofer y Kaya, 1995); es mayor

el número de JIs migratorios en S. glaseri en presencia del hospedero (Georgis y Poinar,

1983a), y los JIs de S. carpocapsae no se dispersan activamente en presencia o ausencia del

hospedero (Kaya, 1990b).

Las variaciones observadas en los resultados de esta investigación, pueden haber sido debido a

las diferencias en el número de bacterias por JIs; la proporción de juveniles que transportan a la

bacteria simbionte (Morris et al., 1990); el tiempo que lleva para liberar las bacterias (Glazer et

al., 199 1) y el grado en el cual él y su simbionte puedan evadir o vencer la respuesta

inmunológica del insecto hospedero (Akhurst y Boemare, 1990).

Las pruebas de patogenicidad, seguidas por mediciones cuidadosas de las condiciones

ambientales y estudios, que incluyan la conducta de los nematodos, son componentes clave

106
para el éxito (Glazer y Navon, 1990)

El haber trabajado con varios nematodos, implica que las diversas especies pueden tener

diferente habilidad y velocidad de penetración (Morris et al., 1990); la rápida penetración al

hemocele del hospedero, explica posiblemente la patogenicidad más alta de S. glaseri y S.

riobravis En este caso al parecer, tuvieron efecto positivo las bajas concentraciones de JIs

utilizadas, de 10 a 50 JIs/larva, pues se demostró que disminuye significativamente la eficiencia

y proporción de JIs que penetran en el hospedero, cuando se incrementa el número de JIs en el

suelo y la entrada a los hospederos (Koppenhöfer y Kaya, 1995).

Además de los medios mecánicos utilizados para la penetración, los nematodos

entornopatógenos liberan enzimas proteolíticas. La función de las proteasas es esencial para la

patogenicidad de los nematodos (Abuhatab et al., 1995) ya que catalizan las hendeduras de los

enlaces péptidos en las proteínas. Se sabe que existe un inhibidor en la hemolinfa de los

insectos que inhibe las proteasas de Steinernema y su bacteria de manera irregular; producido

durante el segundo período de infección, cuando el sistema de defensa larval ha sido vencido y

la infección se establece (Kucera y Mracek, 1989), así, la habilidad de penetración y

permanencia de los nematodos pudo haber sido reducida de manera drástica (Abuhatab et al.,

1995).

Del mismo modo, es posible que haya habido diferencias en el porcentaje de JIs que penetraron

al hospedero, relacionados con el sexo de los nematodos, pues los JIs que posteriormente se

convierten en hembras, tienen una probabilidad de invasión mayor que los que se van a

convertir en machos (Bohan y Hominick, 1997). En este caso, sería recomendable realizar

estudios para conocer la eficiencia de invasión y establecimiento de los JIs en el hospedero, así

107
como saber la proporción de machos y hembras de JIs que pueden penetrar al hospedero, como

una medida alternativa para conocer la patogenicidad de los nematodos (Glazer et al., 1991;

Epsky y Capinera, 1994).

No hay que olvidar de que los mecanismos celulares de defensa del hospedero, pudieron haber

anulado en diferente proporción a la bacteria simbionte del nematodo, dando como resultado

nematodos axénicos (libres de bacterias), con patogenicidad reducida, comparados con los

nematodos monoaxénicos; la virulencia del complejo nematodo- bacteria es mayor que el

efecto de los nematodos y sus bacterias evaluados separadamente (Ehlers et al., 1997). En las

especies S. glaseri y S. riobravis, pudo darse el caso de que sus bacterias hayan evadido o

resistido los mecanismos de defensa y al ser liberadas en el hemocele del insecto proliferaron

rápidamente y posiblemente debilitaron al insecto, causándole inanición fisiológica (Thurston et

al., 1994)

Si se toma en cuenta que Steinernema y Hrterorhabditis presentan las bacterias Xenorhabdus y

Photorhabdus, respectivamente, con características y atributos diferentes, es probable que el

mecanismo de infección y toxinas producidas por las bacterias sean diferentes (Kaya y

Koppenhöfer, 1996). Esta pudo haber sido la razón por la que se obervó mayor mortalidad en

las especies de Steinernema que en Heterorhabditis.

Por otro lado, los porcentajes de mortalidad, obtenidos con cada concentración en las

diferentes especies de nematodos no permitieron obtener mortalidades superiores al SO%, salvo

con la especie S. glaseri; por lo anterior, no fue posible llevar a cabo la determinación de las

respectivas CL50

108
La especie s. glaseri causó una mortalidad promedio superior al 50% entre las diferentes

especies de nematodos, con una relación positiva entre la concentración y la mortalidad; que

varió de 38 a 75% a la concentración más baja y alta, respectivamente, siendo esta especie la

más virulenta, con una CL50 de 2 1.301 nematodos/larva en larvas de A. ludens, valor de

concentración letal bajo, comparado con los reportados en la literatura. Este valor es inferior a

los reportados por Lindegren y Vail (1986), con el nematodo S. feltiae en las especies de C.

capitata, D. cucurbitae y D. dorsalis

En otras especies Chyzic et al., (1996), obtienen valores de CL50s: 143.3, 182, 205.1 y 262.6

JIs/cm2, para H. bacteriophora; S. feltiae Ger., S. feltiae UK para S. riobravis,

respectivamente; valores que son superiores a los reportados en este trabajo. Lo que significa

que los nematodos entornopatógenos muestran gran variación en su habilidad para reducir

poblaciones de insectos, y algunas de las especies/cepas pueden ser altamente específicas (Alm

et al., 1992; Georgis y Manweiler, 1994) y que el grado de susceptibilidad a los nematodos

varía entre las especies y cepas (Epsky y Capinera, 1994).

Estos hallazgos son importantes porque permiten por un lado ratificar la necesidad de evaluar

diferentes especies de nematodos entornopatógenos con el fin de seleccionar la más

sobresaliente con miras a ser utilizada como agente de control biológico de una plaga en

particular

109
6 CONCLUSION

Esta investigación demostró que existen diferencias en los porcentajes de mortalidad de larvas

de A. ludens a las concentraciones de nematodos entornopatógenos de las especies S.

carpocapsae; S. glaseri, S. feltiae; H. megidis y S. riobravis.

Se lograron separar dos niveles de signifícancia entre las especies de nematodos

entornopatógenos con base en los porcentajes de mortalidad; las especies S. glaseri y S.

riobravis fueron las más sobresalientes, seguidas por las especies S. carpocapsae, S. feltiae y

H. megidis.

La especie S. glaseri presentó valores de concentraciones letales 10, 50 y 90% de 1.945,

2 1.30 1 y 233.292, respectivamente.

Los resultados obtenidos en esta investigación sugiere que las especies de nematodos evaluadas

en este estudio representan una alternativa no tóxica o residual, ambientalmente aceptable y un

potencial como agentes de control biológico en larvas de A. ludens dentro de un programa de

manejo integrado de plagas.

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