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Tanto si la Tierra deja de dar vueltas sobre su eje como si se para en seco en su

camino alrededor del sol, el culpable de los cataclismos que se desatarán por
toda la superficie terrestre será el mismo: la inercia, que es la tendencia que
tienen las cosas que están en movimiento a seguir moviéndose a menos que
una fuerza actúe sobre ellas. Esta es la misma fuerza que resulta mortífera en
los accidentes de tráfico. Un vehículo se detiene en seco cuando impacta contra
algo, pero sus ocupantes no notan el frenazo al instante y siguen moviéndose
respecto al suelo a la misma velocidad que llevaba el coche. Sin embargo, la
velocidad con la que los objetos se moverían, dependería de la latitud donde se
encuentren: Entre más cerca de los polos, la fuerza centrífuga disminuye.
Asimismo, el magma en el interior del planeta y las placas tectónicas ondularían
por tiempo indefinido, lo que desencadenaría terremotos y erupciones
volcánicas. En la Tierra inmóvil los cuerpos pesaría ligeramente más debido a la
ausencia de fuerza centrífuga, y parte del agua en los océanos se replegaría a
los polos. Paulatinamente, la forma del planeta dejaría de ser geoide para
volverse un esfera perfecta sin axis o eje inclinado de rotación: los campos
magnéticos de la tierra serían irreconocibles. Otra consecuencia de esta
situación es que cada noche y cada día durarían seis meses, causando una
diferencia elevada de temperaturas entre ambas caras de la Tierra.
Por otra parte, si el planeta dejará de realizar el movimiento de traslación -con
una velocidad de 30 m/s -, eventualmente se acercaría al centro del sistema
solar por la ausencia de fuerza centrífuga, que equilibra su orbita respecto al
Sol. Aunado a lo anterior, la Luna podría salirse de orbita si su inercia fuera
mayor a la fuerza del campo gravitacional de la Tierra. La gente que en el
instante de pararse la Tierra volara en aviones, tendría también posibilidades de
sobrevivir, aunque las tormentas y fenómenos atmosféricos que se formarían
luego harían casi imposible que esos aviones siguieran en el aire.
La velocidad del viento generado por este fenómeno sería tan elevada (más
rápida que el impacto de una bomba atómica) que produciría incendios en
buena parte de la superficie del planeta. Sin la rotación de la Tierra,
desaparecería el campo magnético de nuestro planeta y la radiación solar
destruiría la escasa vida que pudiera quedar. La mitad de la Tierra estaría
expuesta a una temperatura casi insoportable para la vida. La otra mitad se
helaría.

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