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Las humanidades en la

sociedad tecnológica1
JOHN PAUL RUSSO

Los físicos hablan de dos fuerzas fundamentales en la naturaleza, una débil y otra
dominante. Yo voy a pedir prestados estos términos para aplicarlos de un modo totalmente
metafórico a mi vida como profesor de literatura. La fuerza dominante es la tecnología,
entendida no como ésta o aquella máquina en particular, o por tal o cual rama de las
técnicas, sino como el conjunto organizado e interdependiente que se impone a través de la
tecnificación de la vida cotidiana, desde la política, la economía, y la administración
burocrática, hasta los medios de comunicación, la publicidad, la comida rápida, el
transporte y el turismo. La mentalidad empírico-técnica domina la educación
contemporánea, desde los primeros grados hasta la universidad. La tecnología incluye las
tres mil propagandas que el americano promedio ve cada día, y los treinta y cinco botones
que oprimo desde el momento en que me levanto hasta el momento en que entro a mi
primer clase a las ocho en punto de la mañana. Desde el siglo pasado el sistema tecnológico
se ha vuelto gradualmente más penetrante y abarcador de todos los aspectos, tal es así que,
como el aire que respiramos o la carta hurtada, a menudo parece invisible. Tanto cuando
mistificamos su presencia en los numerosos espectáculos de Hollywood, como cuando
tendemos a pensar en ella como algo neutral, unos meros medios dirigidos a unos fines
elegidos libremente, y no como fin en sí misma que usa a las personas como sus medios, la
tecnología, la fuerza dominante, es la característica central de la vida moderna.

La fuerza recesiva es esencialmente lo que me gusta enseñar: literatura. Estas dos


fuerzas se entrecruzan en mi vida cotidiana en el departamento de inglés.

Permítanme comparar una visita a la oficina de nuestro departamento quince años


atrás con una hoy. Entonces, había tres secretarias y siete máquinas (máquinas de escribir,
teléfonos, un mimeógrafo). Ahora, hay tres secretarias y media y cuarenta y dos máquinas
(procesadores de textos, copiadoras, impresoras, scanners, fax, teléfonos celulares, un
microondas); tantas máquinas que hemos tenido que tomar un nuevo cuarto contiguo para
albergarlas. Entonces, solía haber reuniones de profesores y la habitual conversación sobre
literatura. Hoy se produce un estado de inquietud por la incorporación del Microsoft Word
o la incompatibilidad de un nuevo programa. Entonces con sus usuales montones de libros
y una que otra vieja y polvorienta planta, la oficina se veía como un departamento
académico. Ahora, cuando ya no luce más como antes, irónicamente luce como mucho más
cosas: con sus ligeros tonos de grises y sus empaquetadas máquinas podría confundirse con
el consultorio de un dentista, o con una farmacia, o con la oficina suburbana de una
corporación. Una mañana me hizo acordar a la estación espacial Mir, que por casualidad
acababa de ver en las noticias; la sociedad tecnológica no conoce el horror de la mezcla. En

1
Este artículo apareció editado en la revista Humanitas, Volumen XI, No. 1, 1998 National Humanities
Institute, Washington, DC USA. Agradecemos al Sr. Joseph Baldacchino, editor de la revista, su autorización
para traducir del inglés y publicar este artículo.
una época en la cual las palabras “diferencia,” “diversidad,” y “multiculturalismo” están en
los labios de todos, y cuando la posmodernidad proclama el fin de los sistemas totalitarios,
la tecnología ha ido triturando y amalgamando inexorablemente al mundo. Estos sucesos,
creo, no dejan de estar relacionados.

Mientras somos conducidos a los empujones por el sistema tecnológico, como cajas
maltratadas por los estibadores, tendemos a culpar al mal funcionamiento del sistema más
que preguntar por la naturaleza del mismo.2 En innumerables casos los ritmos humanos han
sucumbido a los ritmos de la tecnología, a los que tratamos de humanizar con palabras
como “usuario-amistoso,” aunque terminen habitualmente contaminándonos, como virus de
computadora. La tecnología está por sobre todo para usarla; si la tienes la usas. Un
memorandum reciente del claustro me llegó vía fax desde la oficina del Consejo. Había
sido transmitido por satélite un par de cientos de millas sobre la tierra y vuelta hacia abajo;
sin embargo la oficina del Consejo y el departamento de inglés están uno al lado del otro en
el mismo edificio. Me pregunté: ¿qué formas de comunicación reemplazaba esta
aniquilación tecnológica: la fotocopiadora, la carta escrita a máquina, la carta escrita a
mano... el apretón de manos? El contacto cara a cara ha sido reemplazado por el contacto
cara a máquina.

Las personas que alzan sutiles objeciones al uso de la tecnología son caratulados
como Luditas.3 Este término despectivo sólo sirve como prueba de la increíble ingenuidad
con que los defensores de la tecnología encaran el tema. “Ludita” implica que uno puede
golpear una máquina en particular o que va a quemar una fábrica y “volver” a un mundo
pre-tecnológico. La tecnología, sin embargo, no puede seguir siendo entendida en términos
de simples máquinas, es el sistema en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
No es una cuestión de “ir hacia atrás.” La cuestión es sobre si tenemos algún control acerca
de cómo nos movemos hacia adelante. No es mi intención el evocar una nostalgia pastoril o
soñar con una plenitud perdida: ¡Oh aquellas marchitas plantas de la oficina! Esa
complacencia puede ser comparada con la lectura de viejos libros de viajeros que describen
un bello país antes de haber sido marcado por la modernidad. De todos modos puede ser
instructivo trazar las historias recientes de estas fuerzas de dominio y debilidad, la
tecnología y la literatura, y su convergencia en la actualidad, si bien “convergencia” podría
sugerir una igualdad de oportunidades que no se da. A medida que las humanidades sufren
a merced de la sociedad tecnológica, se hacen más importantes que nunca antes en la
historia humana, para nuestra vida social y ética.
Hoy día las humanidades están bajo ataque desde distintos frentes. Cada vez más
estudiantes toman cursos en psicología conductista para aprender acerca de las relaciones
interpersonales antes que tomar cursos de Shakespeare o de la novela del siglo diecinueve.

2
Este símil esta tomado de Ruskin, acerca del turismo y el nuevo culto de la velocidad: "todo viaje
se vuelve insípido en exacta proporción a su velocidad. Yo no considero que el viaje en tren sea un
viaje en un estricto sentido; es un mero ‘ser enviado’ a un lugar, y es muy poca la diferencia entre
ello y convertirse en un paquete." Ver es necesariamente detenerse: " una cabaña que no hemos visto
antes al borde de una curva de una ruta nacional, es todo lo que necesitamos como recreo; si nos
apuramos, la pasamos, y queremos ver dos cabañas de una vez, será por cierto demasiado" (Modern
Painters III, The Works of John Ruskin, eds. E. T. Cook and Alexander Wedderburn [London:
Unwin, 1903-12]: 5.370).
Un informe del New York Times (9 de octubre de 1996) refiere el descenso en las
orientaciones (majors) en lenguas extranjeras entre 1990 y 1995: el latín disminuyó en ocho
por ciento, el italiano en doce, el francés veinticinco, el alemán veintiocho. La filosofía, el
inglés y los estudios sobre religión han declinado constantemente desde 1970. Se dice a
menudo que las humanidades sobrevivirán sólo como un juego de los tecnócratas o como
un mero adorno de la vida. A lo sumo serán el gusto privado del esteta, el anticuario, o el
bibliófilo.

Cualquier ponderación de las humanidades en la sociedad tecnológica debe


remontarse, aunque sea sólo brevemente, a sus orígenes, a sus conceptos de libertad y de
individuo: civitas y humanitas, y a la misión civilizadora que han realizado durante su larga
historia: en palabras de Eugenio Garin, “la formación de una conciencia verdaderamente
humana, abierta a todas las direcciones, a través de la comprensión histórica y crítica de la
tradición cultural”4 Partiendo de Isócrates, Cicerón, y Quintillano, hasta Guarino da
Verona, Montaigne, y Matthew Arnold, las humanidades han ayudado siempre a enfocar
ciertas cuestiones como: ¿qué tipo de estudiantes estamos formando, qué tipo de mente, qué
configuración de ideales, qué habilidades prácticas, qué patrones de conducta? En resumen,
¿por quiénes la sociedad desea estar representada en el futuro? El fin era educar una
persona que no sólo supiera muchas cosas, sino que también pudiera jerarquizarlas, y que
tuviera el destello de sabiduría para saber donde buscar nuevamente la sabiduría.

A fines del siglo diecinueve, cuando la ciencia y la tecnología estaban haciendo sus
requerimientos a los currículum, Arnold percibió correctamente que los valores
humanísticos no estaban siendo minados por la ampliación a las lenguas modernas, ni
siquiera por la ciencia del siglo diecinueve. Las ciencias físicas no estaban pidiendo
autoridad en las materias que concernían a las humanidades; y la diferencia entre ellas
podía resolverse aplicando, bajo la supervisión de las humanidades, los descubrimientos
científicos al mejoramiento de la vida. Arnold admitía que las humanidades tendrían que
ceder su “lugar destacado” en la educación, aunque también creía que lo volverían a
encontrar, que había fuerzas en la naturaleza humana misma que trabajaban para ello. El
animaba a los humanistas a llevar a cabo “la desinteresada búsqueda de la perfección”, a
construir una cultura global fundada en los mejores, pensada y proclamada a través de toda
la historia; a evaluar los resultados de la ciencia sobre la base de sus beneficios a las
necesidades humanas y a la libertad, y a fomentar el sentido de la belleza.

Pero Arnold se equivocó en su predicción. 5 No sólo las humanidades han fallado en


recobrar su elevado status en la educación, sino que han retrocedido aún más. Lo que
Arnold no podía saber era que la totalidad del nuevo cuerpo de las disciplinas académicas,
las ciencias sociales, aparecerían pronto para luchar por su propio sitio en el currículum y

4
Eugenio Garin, Educazione umanistica in Italia, 9th ed. (Bari: Laterza, 1975), 11. "No es el logos
y un estrato común histórico lo que debiera constituir el horizonte de referencia," escribe Gianni
Vattimo en lo que podría complementar a Garin, "sino la idea de una ampliación indefinida del logos
delante de una comunidad-siempre-en-construcción" (citado por Maurizio Ferraris, "Etica e
ermeneutica," aut aut [Milan], N. S. 228 [1988]:87-95). La alusión es a Heráclito, "Es el logos del
alma el expandirse a sí misma."
5
Cuando menos el triunfo de las humanidades está mucho más lejos de lo que pudo prever.
hacer valer su derecho para relacionar las conclusiones de las ciencias físicas, así también
como sus propias teorías y descubrimientos, a las necesidades humanas en el mundo
moderno. Las ciencias sociales han invadido la esfera tradicional de las humanidades,
interrogando las mismas materias y temas, pretendiendo que ellas también podían enseñar a
los estudiantes cómo llevar una vida ética, benéfica y plena. La sociología examinó la
relación del individuo con la comunidad, antes una cuestión primariamente humanística. La
psicología y el psicoanálisis dando lugar al reclamo sobre el estudio de la vida íntima, otra
provincia de las humanidades. Del mismo modo, las nuevas disciplinas de la ciencia
política, la economía, y la antropología proponían resolver problemas que habían sido del
dominio de las humanidades. Incluso, Arnold no podía haber predicho el poder
transformador de la tecnología. Hasta Max Weber en la siguiente generación, analizando la
“jaula de hierro” de la modernidad racionalizada, no pudo calibrar el alcance de la
racionalización involucrada en la tecnificación de la vida.6

A lo largo del siglo veinte el debate sobre el rol de las humanidades ha crecido y
declinado. Los puntos álgidos incluyen las reformas de Columbia y de la Universidad de
Chicago en los años de 1920 y 1930, y las de Harvard luego de la segunda guerra mundial y
en 1970. Con cada nuevo plan, las humanidades cedían más terreno. En la década pasada el
debate se renovó con un sabor amargo y con desesperación.. The Closing of the American
Mind de Allan Bloom, Cultural Illiteracy de E.D. Hirsch, Education Great Amnesia de
Robert Proctor, Racing towards Catastrophe de Richard Gambino, Is there a Crisis in
American Higher Education? de John R. Searle, los mismos títulos de estas obras señalan
una amenaza inminente. “Un considerable número de profesores en los departamentos de
literatura han perdido el interés por el estudio de la literatura tal como se la consideraba
tradicionalmente”, observa Searle; “mi impresión de las conferencias de neurobiología es
que los participantes están profundamente comprometidos con la investigación
neurobiológica. . . mi suposición es que muchos de los participantes del MLA han perdido
el interés en hacer lo que formalmente se supone que hacen” 7 Algunos profesores de
literatura preferirían que el núcleo de los requerimientos en humanidades, de alguna manera
una sombra de sus propios espíritus, sean desmantelados, aunque con ello sus
departamentos se reducirían drásticamente, sufriendo el destino de los estudios clásicos tres
o cuatro generaciones atrás.

Más allá de analizar la declinación de las humanidades en los estrechos límites de la


competencia entre las disciplinas, uno debería situarlas dentro de un panorama social e
histórico más amplio. Curiosamente, el debate se desenvuelve con escasa referencia a la
presencia masiva y a la continua expansión del sistema tecnológico. A pesar de la creencia
postmoderna en la continuidad entre la academia y el “mundo real”, vestigios de la
mentalidad de torre de marfil nos han inducido a pensar que estamos protegidos del
sistema, al menos de sus peores excesos. Sin embargo, el impacto y la naturaleza de la
tecnología han sido examinadas de cerca por autores como Lewis Mumford y Jacques Ellul,
Roderick Seidenberg, Gilbert Simondon, y Siegfried Gideon, sin olvidar a Heidegger y

6
Andrew Feenberg, Critical Theory of Technology (New York: Oxford University Press, 1991), 7.
7
John R. Searle, Is There a Crisis in American Higher Education? Founder’s Day Pamphlet Series
no. 1 (Cheney, Wash.: East Washington University Press, 1995), 17-18.
Marcuse. Ellos y otros más han tratado de comprender el cambio sin precedentes en la
conducta adaptativa que ha ocurrido en el lapso de los últimos cien años, desde la sociedad
industrial a la sociedad tecnológica.

Los estudiosos de la tecnología han sido clasificados en dos grandes grupos: los
instrumentalistas y los sustantivistas. Los instrumentalistas creen que las tecnologías son
simples herramientas que están a la mano listas en una caja, y que las herramientas son
neutrales o meros medios dirigidos a fines previamente elegidos. Es típico entre los
instrumentalistas hablar de las tecnologías y no de la tecnología, pensando que pueden
tomar y elegir entre varias opciones mientras mantienen el control en sus manos. Para ellos
la tecnología no tiene ninguna relación con la política.8 Un auto es un auto y una
computadora es una computadora en cualquier contexto político o social, y la
administración desde arriba, la expertise burocrática, y el control de calidad son iguales en
todas partes. En la visión de los instrumentalistas, la ley de la tecnología difiere de la ley de
la religión, “la cual no se puede transferir fácilmente a nuevos contextos sociales porque
está muy entrelazada con otros aspectos de la sociedad en la que se origina”.9

Contrastando con esta posición, los sustantivistas, una minoría que incluye algunas
figuras como Ellul y el último Mumford, argumentan que la tecnología es un fenómeno
monolítico mucho mayor que la suma de sus partes. Para Heidegger, los seres humanos son
meras “fuerzas de reserva”, materias primas con que servir al sistema. Lejos de ser neutral,
la tecnología se ha constituido en la sustancia que informa cada vez más y más a la vida,
como una burocracia implacable que dirige alternativamente las decisiones que afectan el
núcleo de las cosas. Por ello, elegir una tecnología implica “elecciones culturales
inconscientes”: los instrumentalistas pueden defender la “comida rápida” como la forma
más eficiente de ingerir calorías, ahorrando tiempo, evitando complicaciones sociales; los
sustantivistas pondrán énfasis en los aspectos rituales de la cena, lamentarán la decadencia
de la familia, y criticarán el deterioro del gusto.10 Desdeñarán el hecho de que los niños
franceses prefieran lo que llaman con cariño el “MacDo” en vez de la cocina francesa.

El paradigma tecnológico de Jaques Ellul es expresamente extremo, pero su mismo


extremismo permite ver los temas en su luz más esencial.11 Según Ellul, la tecnología

8
"Si el fin alcanzado es sabio o imprudente, hermoso u horrible, benéfico o dañino, debe ser
determinado independientemente del instrumento empleado" (Langdon Winner, Autonomous
Technology: Technics-out-of-Control as a Theme in Political Thought [Cambridge: MIT Press,
1977], 27).
9
Feenberg, Critical Theory of Technology, 6.
10
Ibid., 8.
11
Por este “extremismo”: Stephen Rose escribe que Ellul es "sólo un hombre frustrado que nunca ha
sido aceptado y que dedica la mayor parte de su tiempo batiendo contra este hecho." Más benévolo,
Mumford igual desaprueba su "oscuro fatalismo." Para Rupert Hall, "Ellul vive a pan negro y agua. .
. . El profeta cuyo grito es sólo ‘Calamidad, estamos condenados’ camina despreciado. Ellul es un
profeta de este tipo . . . Aún si está en lo cierto su libro es inútil" (citado en Clifford G. Christians,
"Ellul on Solution: An Alternative but No Prophecy," en Jacques Ellul: Interpretive Essays, eds.
Clifford G. Christians and Jay M. Van Hook [Urbana: University of Illinois Press, 1981], 147).
moderna comienza con la máquina, de allí abstrae sus principios, luego los deja atrás, se
hace independiente, y finalmente se constituye a sí misma en una realidad política,
económica y social. Para el concepto esencial y su referente totalizador, Ellul usa el término
“technique” (la technique), definida como “la totalidad de los métodos racionalmente
obtenidos y que poseen una eficiencia absoluta (para un estadio dado de desarrollo) en
cada campo de la actividad humana”.12 La técnica tiene cinco características principales.
La “característica central”, por cierto el “imperativo supremo”, es el principio del menor
esfuerzo o del ordenamiento eficiente.13 Esto incluye racionalización, medición,
estandarización (como por ejemplo el proceso de producción), linealidad, segmentación,
simplificación, gasto mínimo, y velocidad. Los valores humanos son filtrados excepto
cuando facilitan los medios técnicos que son omnipotentes y a menudo “no amistosos”, y
por tanto necesitados de la convención “usuario-amistoso”. No existe ninguna elección real
entre métodos técnicos: una vez que todos los cálculos necesarios son realizados, la
decisión es obvia porque la técnica dictamina el medio óptimo o menor esfuerzo.14 Que las
tecnologías parezcan rivales significa que el principio todavía no ha llegado a un juicio
final sobre un caso, que no será final porque, a su vez, los nuevos avances y rupturas están
siempre en ciernes.15 Si ocurren errores, la técnica interviene para remover el defecto y se
abre así una nueva vía.
Una segunda característica de la tecnología es la auto-reproducción: las máquinas
producen más y más máquinas. “Todo ocurre como si el sistema tecnológico estuviera
creciendo desde una fuerza interna, intrínseca, sin una decisiva intervención humana”.16 El
progreso es irreversible y sin fin, y la progresión geométrica se opone a la aritmética. Una
ruptura en un frente conlleva soluciones en todos los demás, como el motor de combustión
interna, el láser, o la computadora, “estas soluciones van creando cada vez más problemas,
que a su vez, necesitan siempre más soluciones técnicas”.17 Para-tecnologías se desarrollan

12
Jacques Ellul, The Technological Society, trad. John Wilkinson (New York: Knopf, 1973), xxv.
13
Jacques Ellul, The Humiliation of the Word, trad. Joyce Main Hanks (Grand Rapids: William B.
Eerdmans, 1985), 151.

14
Robert Kanigel, The One Best Way: Frederick Winslow Taylor and the Enigma of Efficiency (New
York: Viking, 1997), 441. El primer experto de la eficiencia y fundador del management científico,
Taylor escribió que "los mismos principios pueden ser aplicados con igual provecho a todas las
actividades sociales; a la administración de nuestros hogares; la administración de nuestras granjas; a
la administración de los negocios de nuestros comerciantes, sean grandes o pequeños; a nuestras
iglesias, a nuestras instituciones filantrópicas, a nuestras universidades, y a nuestros departamentos
gubernamentales" (The Principles of Scientific Management [1911], cited 438).
15
La "ley fundamental" de la teoría instrumental de la tecnología es: "Ud. No puede optimizar dos
variables," sólo una resulta más eficiente inevitablemente. Por otro lado, los ‘trade-off’ políticos,
sociales, religiosos pueden introducir valores no técnicos (Feenberg, Critical Theory of Technology,
6).
16
Jacques Ellul, The Technological System, trad. Joachim Neugroschel (New York: Continuum,
1980), 209.
17
C. George Benello, "Technology and Power: Technique as a Mode of Understanding Modernity,"
en Jacques Ellul, eds. Christians and Van Hook, 92: "Una vez que la orientación técnica ha sido
rápidamente como respuesta.18

Una tercera característica de la tecnología es el monismo. Las partes del sistema


están unidas unas a las otras y se vuelven a combinar con facilidad porque no varían en sus
elementos esenciales. La técnica es a-cultural, a-histórica, a-geográfica, no existe algo así
como la tecnología occidental u oriental. Nosotros vivimos dentro de un orden
“transnacional, multi-polar, interdependiente, y altamente interactivo”.19 El monismo
impone lo bueno con los malos usos de la técnica. En el preciso momento en que la energía
atómica fue domada, se abrió la posibilidad de usarla en una bomba. Los servicios de
información pueden ser aplicados a la academia o a la inteligencia de estado. “La técnica
nunca observa la distinción entre uso moral e inmoral. Tiende, por el contrario, a crear una
moralidad técnica completamente independiente.”20 Robert Merton lo rotuló como la ética
del “know-how”: “La técnica transforma los fines en medios. Lo que ha sido apreciado en
sí mismo ahora se hace digno de estima sólo si ayuda a conseguir alguna otra cosa. Y, por
el contrario, la técnica convierte los medios en fines. El know-how asume un valor
absoluto”.21 Más aún, el monismo implica eslabonamientos: las técnicas de comunicación
se combinan con técnicas de administración y militarismo, para producir propaganda, que a
su vez se convierte en una nueva técnica que puede ser aplicada en cualquier otro lado,
como en la publicidad.

Cuarto, la técnica implica universalismo. Crece en todos lados, a través del planeta,
y hacia el espacio, todos la desean, y cada vez más, tanto las naciones más ricas como las
más pobres, de las naciones capitalistas a las socialistas, de los regímenes democráticos a
los regímenes totalitarios. 22 Antes era sólo una parte, hoy lo envuelve todo. Más aún, uno

adoptada, un círculo automático comienza, lo cual trae a la exis tencia todos los resultados posibles
de la técnica."
18
En cuanto a las fuerzas que impulsan una economía de la información Anthony Smith escribe: "las
crisis en los sistemas de información se hicieron endémicas dentro del capitalismo hacia mediados
del siglo pasado. Por ejemplo, el seguimiento de los vagones de carga del masivo sistema ferroviario
americano trajo desde su inicio problemas de control administrativo—lo que podríamos llamar
problemas de procesamiento de información—esto podría haber limitado el crecimiento futuro de no
haber evolucionado también los mismos sistemas para el manejo de la información: de los containers
dentro de una operación de embarque, para hacer reservas de boletos de avión, barcos y trenes, para
hacer correr la tabla de horarios de los sistemas de transporte, para manufacturar las piezas de
repuestos para bienes de consumo masivo que van desde los pianos a los autos. Todo podría haberse
convertido gradualmente en imposible sin para-tecnologías de cotejo de información" (Software for
the Self: Technology and Culture [New York: Oxford University Press, 1996], 78).

19
Maurice Roche cuando trata el nuevo orden mundial capitalista hace eco de las magnificaciones de
Ellul ("Mega-Events and Micro-Modernization: On the Sociology of the New Urban Tourism," en
The Sociology of Tourism: Theoretical and Empirical Investigations, eds. Yiorgos Apostolopoulos,
Stella Leivadi, and Andrew Yiannakis [London: Routledge, 1996], 318).
20
Ellul, Technological Society, 97.
21
Robert Merton, introd. a Ellul, Technological Society, vi.
22
Para Harry Braverman, Ellul es un ideólogo burgés, "fetichizando" la tecnología, tratándola de
no puede hacer con sólo un poco de tecnología. El uso de un poco de ella inevitablemente
trae el resto: como un “lenguaje universal”, ella “conforma el conjunto de nuestro modo de
vida”. 23 En septiembre de 1997 China trató de justificar su plan para privatizar sus mayores
industrias llamándolo “socialismo con características chinas.”24 Ninguno creyó tal
propaganda. La ideología es una mera cortina y tiende a interferir con el suave
funcionamiento del sistema de alcance mundial. En occidente las noticias de negocios
matutinas comienzan con informes sobre el cierre de la bolsa de Hong Kong. La técnica
somete la naturaleza, como por ejemplo los suburbios que como tentáculos van invadiendo
el entorno subyugándolo. A uno le cuesta mucho pensar en algún aspecto de la actividad
humana que todavía no haya sido sujeto de una “reflexión de orientación tecnológica”: los
deportes, el entretenimiento, “los concursos”, el sexo, las relaciones personales, la religión,
los libros de ¿Cómo hacer. . .? que nos inundan en cantidades industriales.25 El fenómeno
tecnológico rompe barreras sociales, universaliza los gustos, y crea una civilización global.
Los mega-eventos como los juegos olímpicos, el campeonato mundial de fútbol, el funeral
de la Princesa Diana, imposibles sin la tecnología, son vistos por cientos de millones de
personas, y esto es sólo el comienzo.

manera independiente de las relaciones sociales, y no viéndolas como un arma en las manos de los
capitalistas (Labor and Monopoly Capital: The Degradation of Work in the Twentieth Century [New
York: Monthly Review Press, 1974], 229). Pero Ellul puntualiza que la tecnología ha vencido no
sólo a los capitalistas sino también a los trabajadores; que "una voluntad común se desarrollará para
explotar las posibilidades de la técnica al máximo, y grupos con los intereses más contrapuestos
(estado e individuos, burgeses y clase trabajadora) se unen cantar sus loas" (Technological Society,
54-55). Más aún, el acepta que la técnica ha mejorado mucho el trabajo en varias formas, por
ejemplo, al reducir la jornada laboral y al revolucionar la medicina. Sin embargo, el argumento
completo de Ellul consiste en que, si los trabajadores súbitamente llegaran al poder, su política no
contendría menos tecnología que la de aquellos a quienes estarían reemplazando, así que el problema
de la tecnología no desaparecería. El estado es el que más ayuda a sustentar el sistema tecnológico, y
por lo tanto un blanco frecuente de Ellul; no importa tanto qué clase de estado desde un punto de
vista estrictamente tecnológico, dado que su ideología no interfiere, o interfiere lo menos posible,
con los imperativos tecnológicos. Dentro de las causas que se mencionaron por el colapso de la
Unión Soviética se contaba la incapacidad de mantener el ritmo de la revolución tecnológica.

John McMurtry defiende la creencia de Marx en la tecnología como una extensión de la naturaleza
humana en contra de la posición de Ellul de que la tecnología está en contra de la misma: Marx la
consideraría una "angustia neo-luddita hacia la tecnología como, desmitificada, angustia por la ley
capitalista de la utilización de la tecnología." Pero tanto Marx como Braverman nunca llegan al
núcleo de la crítica de Ellul (The Structure of Marx’s World-View [Princeton: Princeton University
Press, 1978], 224).
23
Ellul, Technological Society, 132; Technological System, 171.
24
Cf. Jacques Ellul, The Betrayal of the West, trad. Matthew J. O’Connell (New York: Seabury
Press, 1978), 31: "Nadie puede hoy proclamar que sigue un camino autónomo. Sin embargo vemos a
nuestros intelectuales sosteniendo la ilusión de que China ha fundado un nuevo camino. ¿No es
completamente claro, sin embargo, que tanto este nuevo camino como todo lo relacionado con él –el
marxismo, los métodos racionales, y por sobre todo, el movimiento en sí mismo —tienen una
inspiración occidental? "
25
Ellul, Technological System, 170. "La técnica no puede ser otra cosa sino totalitaria. Puede ser
verdaderamente eficiente y científica sólo si absorbe un enorme número de fenómenos y hace entrar
en juego el máximo de datos" (Technological Society, 125).
Autonomía, la quinta característica del paradigma, es el elemento más controvertido
porque está teñido del temor de que “de algún modo la tecnología se encuentre fuera de
control y sigua su curso independientemente del designio humano.”26 La tecnología ha
alcanzado hoy el punto en el que se dicta su propia ley, “depende sólo de sí misma,” y
“traza su propia ruta.” Cincuenta años atrás uno podía hablar de la interdependencia entre la
tecnología y la naturaleza; hoy la tecnología ha triunfado. De hecho, se necesita más
tecnología para salvar la naturaleza de la propia tecnología, y así se expande su poder.27 De
un modo similar, hablamos de salvarnos de la centralización gubernamental moviéndonos
hacia la periferia. Así para reeditar este proceso y mantenerlo funcionando se requiere más
técnica, y a su vez el sistema crece aceleradamente. “Dentro del círculo técnico, la elección
entre métodos, mecanismos, organizaciones, y fórmulas es llevado a cabo
automáticamente.”28 Los individuos aún cumplen un rol, inventan las distintas
herramientas, estructuran nuevos protocolos burocráticos, etc., pero lo que cuenta es el
“crecimiento anónimo de las condiciones para el salto hacia adelante.” Hablando en
términos generales, sólo la “mínima intervención humana” es necesaria para crear o
mejorar algo; “literalmente cualquiera puede hacer el trabajo, suponiendo que esté
entrenado para ello” (un punto que sería avalado por Heisenberg). El sistema en su
conjunto debe ser entendido como un “organismo” tendiente a su acabamiento y a su
autodeterminación. “Pronto las supercomputadoras van a ser capaces por sí solas de crear
programas para otras computadoras. El tema central es que, en su evolución hacia un
estadio más avanzado, la tecnología tiende más y más a dominar la propia humanidad. “El
hombre” concluye Elull, “es reducido al nivel de catalizador.”29 La sensación de

26
Winner, Autonomous Technology, 13.
27
Ellul, Technological System, 125. Los últimos sesenta años han sido testigos de la disminución en
un 90 por ciento del número de pájaros zancudos en los Everglades de Florida. ¿Quién no apoyaría
los esfuerzos para limpiar y proteger los Everglades? Pues bien, la tecnología es un medio
indispensable para lograr este objetivo.

28
Ellul, Technological Society, 82: "esto puede ser predicado sólo del conjunto de técnicas, del
fenómeno técnico, y no de alguna técnica en particular" (90).
29
Ellul, Technological System, 125; Technological Society, 86, 92-93, 135. "Hoy día la técnica ha
llegado a tal punto en su evolución que está siendo transformada y progresa casi sin la decisiva
intervención por parte del hombre" (Technological Society, 85). El tecno-evolucionismo tiene una
historia con argumentos en cada lado de la cuestión. Poco después de los descubrimientos de la
época de Darwin, Samuel Butler fantaseó con la idea de que la máquina era un paso adelante en el
proceso de evolución. Capaz de hacer lo que el hombre no puede, las máquinas en última instancia
dominarían a sus propios inventores. "Día a día, las máquinas ganan terreno sobre nosotros . . .
cotidianamente más hombres se esclavizan en su cuidado, más hombres consagran las energías de su
vida al desarrollo de la vida mecánica. . . que llegará el tiempo en que las máquinas tendrán la
supremacía real sobre el mundo y sus habitantes, es algo de lo cual una mente verdaderamente
filosófica no puede dudar" (Notebooks citado en Lewis Mumford, The Myth of the Machine, Part II:
The Pentagon of Power [New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1970], 194-95). Mumford reconoce
a Butler el haber lanzado el concepto de automatización; y a Norbert Weiner, idea de la posibilidad
de que las máquinas puedan producir otras máquinas. Dado que las máquinas podrán hacer todo
mejor, "la conducción de la vida hacia organizaciones mecánicas eliminará, Butler lo señala, la
dificultad más seria del hombre: la de desarrollar sus propias capacidades para humanizarse" (96,
194). Al mismo tiempo, el tecno-evolucionismo tiene sus propulsores. "En el pasado el hombre
indefención puede hacerse abrumadora.

Nadie duda que la tecnología salva vidas y reduce los trabajos penosos, aunque no
el trabajo mismo. El verdadero problema moral del sistema es que todo está situado en
relación a ella, y por tanto todas las elecciones se convierten en elecciones tecnológicas. “El
avance tecnológico se moverá cada vez más rápido y nunca será detenido,” escribe
Heidegger: “en todas las áreas de su existencia, el hombre se verá circundado cada vez más
estrechamente por las fuerzas de la tecnología. Estas fuerzas, que en todo lugar y en todo
tiempo claman, encadenan, arrastran, presionan y se imponen sobre el hombre bajo la
forma de algún artificio técnico u otro—estas fuerzas. . .han ido mucho más allá de su
propia voluntad y han auto-generado su propia capacidad de decisión.”30 Mumford y René
Dubos llegaron a las mismas conclusiones.

Dejada a sí misma, la tecnología subordina tan completamente los fines humanos a


los medios técnicos que esos fines se pierden. Las herramientas fueron en un principio
moldeadas por los ritmos del cuerpo, que conferían la primacía a lo humano por sobre lo
artificial. Cuando la herramienta fue reemplazada por el reloj, comenta Franco Piperno, el
cuerpo humano tuvo “la aturdidora experiencia de ser sincronizada con el ritmo de la
máquina; el tiempo de la máquina anidó en el cuerpo del trabajador—recuerden por ejemplo
el film de Charles Chaplin Tiempos Modernos. El advenimiento de la computadora,
finalmente, introduce un tiempo que escapa a las verdaderas posibilidades de la
experiencia.” En los tiempos de la computadora un segundo es una “dilatación gigantesca”
del presente; los conceptos de tiempo y memoria son transformados en líneas matemáticas.
Ya no somos más caricaturas de nosotras mismos, como en la película de Chaplin, sino que
ya directamente no nos parecemos a nosotros mismos. “El propósito central del
conocimiento informático no es la coherencia y unidad de los hechos y los juicios sobre el
mundo, sino más bien la optimización de los procedimientos de tal modo que la acción sea
más efectiva y, por sobre todo, más veloz.”31 Otros síntomas elocuentes de este
aparentemente imparable crecimiento de la tecnología son las crisis ecológicas globales, la
devastación intelectual que producen los medios y la publicidad, el burocratismo, el
laberíntico y estrangulado sistema de transporte, el gigantismo arquitectónico, y lo que

estaba primero; en el futuro el sistema estará primero," escribió Frederick W. Taylor (cited in
Kanigel, One Best Way, 438). "¿Podrá alguna vez la síntesis entre hombre y máquina ser estable?,"
se pregunta Arthur Clarke, "¿o el componente puramente orgánico resultará tan secundario que
deberá ser descartado? Si esto eventualmente sucede—y tengo buenas razones para pensar que así
será—no tenemos nada que lamentar y ciertamente nada que temer." Parafraseando este argumento,
Winner escribe que "el hombre debería estar complacido de haber realizado aunque sea un pequeño
paso de este destino mucho mayor. Quejarse de que los seres humanos hayan sido dejados fuera de la
escena final es meramente un ejemplo del chauvinismo pasado de moda de la especie." Según
algunas visiones, apunta Winner, las máquinas se están volviendo más y más humanas, y los seres
humanos se están convirtiendo más y más en "organismos cibernéticos" rodeados de máquinas; pero
muchas teorías de la tecno-evolución sufren del defecto de suponer el eclipse de los agentes libres y
conscientes (58-59).
30
Discourse on Thinking, citado en Winner, Autonomous Technology, 14.
31
Franco Piperno, "Technological Innovation and Sentimental Education," en Radical Thought in
Italy: A Potential Politics, eds. Paolo Virno y Michael Hardt (Minneapolis: University of Minnesota
Press, 1996), 123, 126.
Mumford llama la “supresión de la individualidad regional, personal y comunal por parte
de una suerte de insípido y homogeneizado universalismo.”32

Una de las vías de comunicación de la técnica más efectivas es la imagen. Marshall


McLuhan, Guy Debord, y Neil Postman nos han informado ya hace un tiempo sobre
nuestra cultura audio-visual y orientada al espectáculo.33 Una avalancha de imágenes de la
mañana a la noche, vía televisión, cine, computadora, y el resto de los mass-media, han
asfixiado las humanidades, sin hablar de la cultura literaria. Voraces consumidores de
imágenes, las usamos aunque no sean estrictamente necesarias. Encontramos la culpa del
crecimiento de la cultura visual en el hartazgo que producían las clases en las que los
alumnos se esforzaban por encontrar el sentido a poemas, que no eran especialmente
crípticos. Pero no llegamos a conectar este fracaso con los imperativos tecnológicos
subyacentes que nos envuelven por todas partes. Lo que no ha sido examinado es cómo, en
un nivel más profundo, la tecnología y la cultura visual comparten una misma base, se han
desarrollado una al lado de la otra, y han hundido el dominio del lenguaje literario. “La
cultura contemporánea está hoy día en el contexto actual de las comunicaciones globales,”
escribe Don Ihde, “está incorporando crecientemente las instrumentales. . .tecnologías de
imagen.”34

Para comenzar, el continuo desfile de imágenes sería imposible sin la tecnología;


esto por sí sólo explica la invasión sin fin y la multiplicación de imágenes en cada rincón de
nuestra vida cotidiana. Como la tecnología, las imágenes—tanto las estáticas como las
móviles o parlantes—operan bajo el principio del menor esfuerzo. Útiles, rápidas y
eficientes, ellas nos permiten captar la sustancia total de una cosa de una vistazo: “la
visualización nos evita el problema de pensar y de memorizar.” A causa de su relación con
la visión, las imágenes contienen un alto grado de realismo, continuidad y objetividad,
hasta en los campos en los que estamos convencidos de su falsedad (por ejemplo, en la
publicidad). Las imágenes son “aceptadas como realidad e identificadas con ella,” dice
Ellul; “pensamos que estamos reflexionando sobre hechos, pero son sólo
representaciones”35 Respuestas críticas a las transmisiones de noticias por la Guerra del
Golfo revelaron que “en forma simultánea a la conciencia inmediata de los televidentes de
que las noticias estaban siendo ‘cocinadas’ se constataba que su planeado efecto era
aceptado e incluso celebrado.” Las imágenes mediáticas permite modelar la visión al
enmarcar y separar los objetos, disminuir la profundidad, alterar el contraste; es no
isomórfica con respecto a los objetos (la “realidad virtual” es más virtual que real); y es
construida, por ejemplo mediante flashbacks, efectos especiales, secuencias hacia atrás,

32
Lewis Mumford, Myth of the Machine, Part II: Pentagon of Power, llamada a la ilustración no. 21.
entre 340 and 341.
33
Véase por ejemplo, W. Terrence Gordon, Marshall McLuhan: Escape into Understanding (New
York: Basic Books, 1997), 193-218.
34
Don Ihde, "Image Technologies and Traditional Culture," Inquiry (Oslo), 35 (1992):378. "Las
imágenes son la forma expresiva elegida en nuestra civilización—imágenes, no palabras" (Ellul,
Humiliation of the Word, 126). El nuestro es "el siglo de la pantalla" (Paul Levinson, The Soft Edge: A
Natural History and Future of the Information Revolution [London: Routledge: 1997], 162).
35
Ellul, Humiliation of the Word, 115-16, 127-28.
etc.36 Nos vemos apurados por la multiplicidad de imágenes y cabalgamos sobre sus
espumosas superficies; como la tecnología, no tienen un adentro, ninguna interioridad. Las
imágenes nos mueven del estímulo a la respuesta en un flash, programáticamente, sin el
discurso de la razón, implicando un tipo de comunicación directa del conocimiento, como
sí este no pasara por el cerebro,” como el apretar un botón o comprar un producto (“compra
impulsiva”).37

En lugar de leer un libro, los niños y los adolescentes prefieren jugar a los video-
juegos porque es más fácil, más inmediato, “más divertido”; la mente no tiene que trabajar
tan duro como en el pensamiento o la imaginación creativa: el principio del mínimo
esfuerzo. Los video-juegos, tan llenos de reglas y procedimientos operativos, y tan
incapaces de satisfacer en términos relativos, adaptan al joven no solamente al aparato
físico, sino también a los formalismos y métodos de la sociedad tecnológica (un libro de
reglas de juego tiene unas cuarenta páginas). Se dice que nuestros estudiantes secundarios
son la generación Nintendo, habiendo crecido con la computadora como entretenimiento.
El verdadero triunfo de la computadora llegará con la próxima generación, que hoy cuenta
entre doce y quince años, para quienes la computadora es básicamente una “herramienta de
aprendizaje” y la “extensión de las facultades,” puesto que lo que ha ocurrido es una
introyección de los principios de la técnica dentro de las mentes jóvenes, y de las estrechas
sensibilidades.

Demos por probado que las imágenes pueden comunicar ciertas formas de
conocimiento rápida y fácilmente—fundamentalmente conocimiento científico, que es hoy
día el modelo del conocimiento. Ellul concede que en algunos campos una imagen vale por
mil palabras; la ciencia y las ciencias sociales requieren esquemas y diagramas dado que
muchas de sus proposiciones no pueden ser expresadas en palabras. El punto es el dominio
de la cultura basada en imágenes como un todo, no sólo la inundación de las mismas, sino
su cualidad: básica, ideográfica, exagerada, vulgares en términos del gran arte. Piensen en
los filmes creados por computadora característicos de Disney. El contenido de estos dibujos
animados simplificados han sido determinados por las formas de la tecnología—eficiencia,
velocidad, economía, segmentación, conformidad, etc. Comparen los colores
industrializados y las caras estandarizadas de estas personas o animales de dibujos
animados con las cosas reales, o digamos, con un conejo de un grabado de Albrecht Dürer.
Un conejo de Dürer es hermoso y tiene mucho en común con el conejo real. Sin embargo la
gente prefiere el conejo de Disney al conejo de Dürer o al conejo real. Disney World en
Orlando es el lugar turístico puntual más visitado del mundo, con más de treinta millones
de visitantes por año. Toda Italia con su treintena de espléndidas ciudades es visitada por

36
Ihde, "Image Technologies and Traditional Culture":382, 383.
37
35 Ellul, Humiliation of the Word, 134, 211. "La impresión y la imagen tienen prioridad sobre la
lógica y el concepto," escribe Sven Birkerts acerca de la diferencia entre la cultura de la imprenta y
la de la imaginería electrónica (The Gutenberg Elegies: The Fate of Reading in an Electronic Age
[London: Faber and Faber, 1994], 122).
sólo veinticuatro millones de visitantes al año. 38

En la actualidad uno de los lugares turísticos más populares de Francia es Cluny,


pero no la abadía real de Cluny, que fue destruida a principios del siglo diecinueve; sino,
más bien, la detallada reconstrucción simulada por computadora que está en un museo al
lado del terreno original. Si la gente estuviera interesada genuinamente en la historia de
Cluny o en los monjes de la Edad Media, bien podrían leer media docena de libros en la
mitad del tiempo que les toma llegarse hasta allí. Podrían ir a ver la abadía real. En cambio
eligen “experimentar” una atrofia visual. A medida que uno sostiene este tipo de juicios
sobre esta nueva dirección en los entretenimientos, “la máquina virtual desarrolla una
inmersión total en los programas computarizados que proveen contacto en tiempo real (por
ejemplo las respuestas del operador interactuarán con el ‘sistema propioceptor’ humano). .
La máquina, que con toda intención y propósito es un viaje en sí misma, ofrece un amplio
rango de lugares de paseo y zonas turísticas. Este tipo de experiencia anticipatoria con sus
posibles relaciones interactivas pueden reforzar el sentimiento de déja vu aún más y
probablemente condiciona la psicología de la percepción en un modo que hoy nadie puede
prever.”39 Uno podría invocar el decadente Des Esseintes en A rebours de Huysman: para
salvarse del problema de viajar a Londres, quién se estimulaba los sentimientos de estar
allí, en un pub de una estación de tren, escuchando a un grupo de ingleses, un día
lloviznoso, en Paris.

Ihde argumenta que las tecnologías de imagen han sobrepasado el conflicto entre la
alta cultura y la cultura popular, dejando a su paso una “pluricultura” u “otroriedad
múltiple.” Las agencias de noticias comprenden bits e informaciones, países y productos; la
MTV transmite un “mix multicultural de música, modas, tradiciones étnicas, razas
humanas.” La técnica y el contenido son similares a los de la novela no lineal, por saltos;
esto se ha convertido en modelo para muchos tipos de programación. “El espacio-tiempo
normal es tecnológicamente deconstruido y reconstruido en un bricolage espacio-
temporal.” Ambos modelos reflejan una experiencia fugaz y la promueven por todas partes.
“Uno podría elegir y tomar fragmentos culturales, multiplicar las posibles elecciones, y en
el proceso por reflexión encontrar los propios estándares provincianos o arbitrarios.” (Dada
la superficialidad de la programación de los medios, estas elecciones son generalmente más
ilusorias que reales.) Las tecnologías de imagen, concluye Ihde, difunden un espíritu

38
Abierta en 1983, se dijo que la Disneylandia de Tokyo era una "réplica exacta" de la original; sus
productores querían que los visitantes japoneses "sintieran que estaban de vacaciones fuera de su
país." Se transformó en una de las atracciones más importantes de Japón en el curso de cinco años
(50 millones en 1988), donde la visita "ahora reemplaza las salidas tradicionales a las capillas y los
templos por las graduaciones y las celebraciones de año nuevo." La prensa francesa inicialmente
condenó la Disneylandia de Paris llamándola "Chernobyl cultural." A pesar de que los directivos de
Disney hicieron algunas concesiones para darle al complejo un aire más europeo, los europeos
reaccionaron negativamente: "venían por una experiencia americana." Como resultado, Disney
retomó el plan original, y la Disneylandia de Paris se estaba encaminando hacia el éxito (Susan C.
Schneider and Jean-Louis Barsoux, Managing across Cultures [New York: Prentice Hall, 1997], 66).
39
Giuli Leibman Parrinello, "Motivation and Anticipation in Post-Industrial Tourism," en Sociology
of Tourism, eds. Apostolopoulos et al., 85.
relativista a través de “una ácida no-neutralidad hacia todas las culturas tradicionales.”40
Dado que vivimos cada vez menos en el espacio-tiempo real y cada vez más en el espacio-
tiempo tecnológicamente manipulado, debemos discernir los lineamientos de un tipo
humano enteramente nuevo, el joven y la joven de nuestro tiempo.

Más que meramente fabricar el entorno hiper-real, la tecnología construye los


individuos tecnificados que navegan a través de él. Aquí su investidura de imágenes
contribuye enormemente: una imaginería funcional, simplificada, como la de una pantalla
de computadora, es el mejor medio para adaptar a la gente para que sea más eficiente, un
ambiente tecnológicamente aerodinámico, que necesita gente visualmente orientada que se
expanda y se reticule, aunque sea sólo por la gran cantidad de información que debe ser
procesada y diseminada. La tecnificación comienza en la más temprana niñez (dado el
poder de Disney y otros similares) y luego va permeando todos los niveles del sistema
educativo. Primero, el objetivo fue una televisión en cada clase, ahora es la computadora en
cada pupitre. Las ilustraciones de los libros de texto solían ser ornamentales y subordinadas
al contexto; “hoy el texto se ha convertido en la explicación de las imágenes”41 ¿Quién
puede decir que los estudiantes están aprendiendo más? En las guías de viaje actuales, las
ilustraciones y esquemas se han llevado la parte del león del espacio de página. Una serie
(significativamente llamada Testigo ocular) se anuncia a sí misma en estos términos: “La
guía que te muestra lo que las demás sólo te describen” (mientras un chaqué brilloso se
desliza sobre el Gran Canal de Venecia). El método audiovisual, el Deweyesco “learning-
as-doing”, la denigración de la memoria como una mera rutina, todo esto ha establecido un
interés en el hablar una lengua extranjera en vez de leerla, a pesar que para la mayor parte
de la gente la oportunidad de hablar la lengua es poco frecuente, y mientras se sacrifica la
lectura de Leopardi, Baudelaire, y Rilke. Lo que uno recibe del colegio es mínimo
comparado con los cautivadores videos hogareños y la pantalla de la computadora. Sin
darse cuenta, aquellos que han crecido en una sociedad tecnológica “tienen una necesidad
de vivir a través de las imágenes.” Ellul subraya la uniformidad del intercambio: “la técnica
requiere personas visualmente orientadas. Y las personas que viven en una comunidad
técnica requieren que todo sea visualizado”42 De este modo el sistema moldea al mismo
producto del que se alimenta.

La apoteosis de la tecnología de la imagen es el bombardeo de Hollywood. Todos


concuerdan en que estos filmes son estéticamente pobres y trivializan la realidad. Sin
embargo sus productores y proveedores despilfarran grandes sumas en ellos. Lo que sucede
con este despliegue de hechicería de la imagen es un refuerzo de la audiencia en los
principios de la técnica. Estos filmes son himnos a la técnica. Hollywood representa
propaganda del sistema tecnológico en estado sólido. En un sorprendente ejemplo del
universalismo tecnológico, Hollywood ha desplazado a todas las demás industrias
nacionales de cine. El cine japonés, italiano, y francés, que hace un tiempo montaron una
efectiva oposición, han sucumbido. El cineasta independiente ha perdido casi

40
Ihde, "Image Technologies and Traditional Culture":383, 385-86.
41
Ellul, Humiliation of the Word, 117.
42
Ellul, Humiliation of the Word, 150-51.
completamente la batalla por la independencia.

¿Cuáles son algunas de las consecuencias de la cultura visual? En “Bowling Alone”


y “The Strange Disappearance of Civic America” Robert Putnam examina el declive de la
civilidad o la confianza social desde la “long civic generation” nacida entre 1910 y 1940
hasta las generaciones “post-cívicas” de los Baby Boomers y subsiguientes. Durante los
últimos treinta años, escribe, las afiliaciones a organizaciones voluntarias han caído entre
un veinticinco y un cincuenta por ciento: en las iglesias, los clubes comunitarios, y los
sindicatos (un 65 por ciento desde 1954), los grupos de discusión literaria, la Cruz Roja y
las ligas de bowling. La circulación de los periódicos ha caído a la mitad desde su cima en
1947. Aunque Putnam conceda que la tendencia a la baja no es debida a una sola causa, sin
embargo afirma que “el reo es la televisión.” La “long civic generation”, que creció sin ella,
participaba el doble en las distintas asociaciones que las generaciones de posguerra, que
crecieron con ella. Hoy día, las estimaciones conservadoras calculan que el americano
promedio mira tres horas de televisión por día, lo que representa un 40 por ciento de su
tiempo libre. La mayoría de los hogares a fines de los 80’ tenían más de un aparato, lo que
indica mayor utilización por parte de la familia. Hemos pasado de ser sociales a ser
videntes. Los grandes lectores tienden a ser sociables, mientras que “los grandes videntes
generalmente son solitarios”43 Ver mucha televisión tiende a hacer que la gente crea que la
tasa de crímenes es mayor, agudiza el escepticismo al desconfiar de la benevolencia de
otras personas; muy posiblemente incrementa la agresividad en la gente joven y dificulta
los logros académicos. Ciertamente fascina a la mayoría de los americanos con su sórdido
despliegue de escándalo y corrupción moral, social, política y religiosa.44 Putnam cita la
conclusión de Neil Postman que relaciona la televisión con la pasividad.

En Technologies without Boundaries Ithiel de Sola Pool predijo que la revolución


en las comunicaciones continuará fragmentando y aislando la cultura americana. “Una
sociedad en la cual se hace fácil para cada pequeño grupo consentir sus gustos tendrá una
dificultad mayor para moverse hacia la unidad. Una sociedad donde la publicidad masiva
tiene que competir con la información especializada tendrá más inconvenientes para
establecer la coherencia del debate intelectual.” Al mismo tiempo Pool, quien se define a sí
mismo como un “determinista tecnológico moderado,” también piensa que la tecnología

43
Robert D. Putnam, "The Strange Disappearance of Civic America," en Ticking Time Bombs: The
New Conservative Assaults on Democracy, ed. Robert Kuttner (New York: New Press, 1996), 281,
282. Disputando con Putnam, Michael Schudson escribe: "Si la gente que inicialmente se unía a
YMCA para usar las instalaciones deportivas va ahora al gimnasio local, las estadísticas de Putnam
mostrarán una disminución en la participación cívica cuando esta no está cambiando" (287). No es
mi intención ser anecdótico, pero visité uno de los gimnasios locales y lo encontré más apacible que
una iglesia. En un salón unos veinte hombres y mujeres estaban alineados haciendo abdominales,
cada uno mirando su televisión y con sus auriculares conectados. ¿Podría esto apoyar el argumento
de Putnam de que el privatismo está aumentando y que la "actividad cívica real" ha cambiado?

Estoy en deuda con el comentario de Anthony Lewis a Putnam en The New York Times.
44
Contados entre las personas más litigiosas del mundo, a los americanos les fascinan los procesos
judiciales interminables ("el tecnicismo es compatible con una interpretación crecientemente
legalista de la tradición cívica americana," escribe Manfred Stanley en The Technological
Conscience: Survival and Dignity in an Age of Expertise [New York: Free Press, 1978], 206).
“promoverá el individualismo.”45 Por el contrario, la evidencia apunta a la merma de la
identidad personal autónoma bajo los signos del privatismo y los estilos de vida
superficiales; estilos comprados y descartados como efímeras modas. En la tradición de
William Morris y Patrick Geddes, Mumford argumenta que “la civilización tecnológica
destruye la capacidad del individuo para tomar parte en la tarea de fabricar su mundo”46

Más significativo aún, el poder de la tecnología y la omnipresencia de la imagen han


convergido en la servilización y la devaluación del lenguaje. Esto no significa su ausencia—
por el contrario, nos estamos ahogando en un mar de palabras. En lugar de esto, la
tecnología establece un lenguaje simple, sin matices, utilitario, como su estándar literario;
este tipo de lenguaje termina ganando el terreno al excluir todas o casi todas las funciones
referenciales y direccionales de las palabras. Incluso la función emotiva o expresiva
(prominente en las propagandas) ahora ocupa el asiento de atrás, dado que su contenido
imaginístico es más ruidoso y más inconveniente. El lenguaje se hace neutral a medida que
la información domina la “cultura del conocimiento.” Thomas Sprat, el historiador de mil
setecientos de la Real Sociedad, abogó por un estilo de discurso y escritura “cerrado,
desnudo,” “llevando todas las cosas lo más cerca posible a la sencillez matemática.”47 Su
esperanza está siendo realizada por la computadora: “para la técnica todo lenguaje es
algebraico”(Philippe Roqueplo) y “la ambición de la técnica es hacer al mundo entero
algebraico”(Marcel Jousse).48 La dicción, el tono, las figuras del discurso, la metáfora, las
formas sutiles de sintaxis, la connotación y la etimología, el sonido y el ritmo, todas las
artes del lenguaje desarrolladas durante siglos para expresar pensamientos intrincados y la
hondura de la afectividad han sido extirpadas y suprimidas. La sociedad tecnológica no
tiene necesidad de ellas, o encuentra en estas estrategias literarias un adversario. El
lenguaje literario complejo penetra las superficiales imágenes, sondea los más lejanos senos
del pensamiento y de los sentimientos, rompe la fuerza del hábito, y esboza figuras de
coherencia que permiten profundizar y fortalecer una identidad personal auto-determinada
y en continuo crecimiento. Para comprender bien este lenguaje, uno a menudo necesita
rastrear sus orígenes en el campo biográfico, social e histórico, puesto que eso es lo que le
da nacimiento. Así entendido, el lenguaje literario nos conecta con el pasado personal,
comunitario e histórico. Puede contener espontáneos, insondables misterios: lo que
Wordsworth denominaba bajo la palabra “invisible” al describir el secreto intercambio
entre la mente y la naturaleza, lo que Coleridge denominaba con la palabra “mágico” al
representar la imaginación.

La declinación del estudio de las lenguas afecta mucho más que la lectura de la

45
Ithiel de Sola Pool, Technologies without Boundaries: On Telecommunications in a Global Age,
ed. Eli M. Noam (Cambridge: Harvard University Press, 1990), 61-62.
46
Stanley, Technological Conscience, 44.
47
Thomas Sprat, The History of the Royal Society (1667), 113.
48
Roqueplo y Jousse citados en Jacques Ellul, The Technological Bluff, trans. Geoffrey W. Bromiley
(Grand Rapids: William B. Eerdmans, 1990), 143.
literatura. ¿Ha experimentado alguien cuán difícil es convencer a la gente por un argumento
sólido: un argumento construido sobre la lógica y la retórica del discurso? Pocas personas
pueden interpretarlo, apreciarlo, y entonces escucharlo. Semejante lenguaje está deviniendo
sin sentido.

Cuando Kant postuló su concepto de autonomía estética como libertad de la utilidad


inmediata y de los controles externos, estaba proponiendo un modelo para el yo autónomo.
El conocimiento del lenguaje literario complejo ha sido tradicionalmente el de las
influencias liberadoras del yo, y así ha anidado en el corazón de las humanidades. Los
alumnos actuales han crecido usando el lenguaje por fórmulas de las computadoras, que se
refiere generalmente a la realidad del entorno tecnológico y parece completo en sí mismo.
El video-game promedio no contiene mucho lenguaje, y lo poco que tiene excede por muy
poco las instrucciones que vienen en la caja. “La falta de interés en la literatura y la censura
de la filosofía reflejan la incapacidad de estas disciplinas de ser traducidas en diagramas.”49
Uno no debería asombrarse de que los estudiantes dejen de lado el lenguaje complejo, que
requiere mucho más esfuerzo para ser decodificado, y que, muy a menudo, parece opaco
comparado con el brillo de la imagen. Inmediatez, actualidad y entretenimiento definen a la
imagen. Por contraste, el lenguaje literario requiere de rigor analítico y un conocimiento
disciplinado—no sólo de estrategias estéticas y tradición literaria —y además de las otras
humanidades: historia, y a menudo de las ciencias sociales y naturales. Todo esto implica
memoria, uno de los grandes reservorios de la identidad.50 Aunque quizá no pueda ser
probado, existe cierta conexión escondida entre la a-historicidad del sistema tecnológico y
su cruda falta de interés en la memoria como un valor educacional. La memoria está pasada
de moda. Pero sin la experiencia del lenguaje literario y del poder de la memoria para
retenerlo, la interioridad pierde uno de sus mejores medios de desarrollo. Si nosotros
consideramos el potencial de un niño o de un estudiante, uno podría decir que la
interioridad se encoge después de la computadora, o, lo que es lo mismo, deviene
procedimental, formalística, y conformista, un espejo de la técnica. La tecnología no tiene
interioridad; sus ventanas son superficies.

Dentro de mi propia carrera como profesor he observado al inglés de Shakespeare


convertirse en una lengua extranjera para mis estudiantes.

Dada toda la publicidad sobre los procesadores de palabras en la enseñanza de los

49
Ellul, Humiliation of the Word, 152: "así como fue el agente de la formación de la humanidad en
medio de los animales, en nuestros días la palabra es el agente de una gran negación" (176).
50
Heredero del concepto de entrenamiento de la memoria en la tradición clásica, Vico aconsejaba la
enseñanza de los idiomas en la niñez, "cuando la razón es mucho más débil y la memoria tanto más
fuerte" (Oration VI, in On Humanistic Education (Six Inaugural Orations, 1699-1707), trad. Giorgio
A. Pinton and Arthur W. Shippee [Ithaca: Cornell University Press, 1993], 135); "dejen que su
imaginación y su memoria se fortifique para que sean efectivas en aquellas artes donde la fantasía y
la memoria son predominantes. Que aprendan el pensamiento crítico en un estadio posterior, para
que puedan aplicar la totalidad de su juicio personal sobre aquello que han aprendido" (On the Study
Methods of Our Time, trans. Elio Gianturco [Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1965], 19; véase también
Robert J. Di Pietro, "Humanism in Linguistic Theory: A Lesson from Vico," en Giambattista Vico’s
Science of Humanity, eds. Giorgio Tagliacozzo and Donald Phillip Verene [Baltimore: Johns
Hopkins University Press, 1976], 349).
cursos de introducción a la escritura, ¿quién podría aventurarse a decir que los estudiantes
escriben mejor hoy que cuando lo hacían veinte años atrás? Con todos los medios y los
recursos que hoy tienen “en la punta de sus dedos,” ¿pueden ellos relacionar información y
construir a partir de ella algo nuevo que la exprese mejor? Acerca de la devaluación del
lenguaje por su subordinación a las necesidades de la computadora, Ellul escribe: “La
conversación con la computadora no está limitada a esa situación; se convierte en el modelo
para toda conversación. . .Esto cubre una enorme proporción del uso del lenguaje, dado que
incluye todas las clases de técnicos: administradores, juristas, economistas, físicos,
químicos, expertos en marketing, médicos, ingenieros, psicólogos, expertos en publicidad,
productores de cine, programadores, etc. Ellos representan casi la totalidad del uso del
lenguaje.”51

Un editor recientemente anunció la cancelación de 175 contratos para novelas, y se


sacó de encima a los escritores. El editor no pudo pagar la edición de tantos libros teniendo
en cuenta la competencia, no la de los otros editores, sino la de los medios visuales, cuyos
productos son más fáciles y más vendibles. El principio del mínimo esfuerzo se impuso por
sí mismo. El Graceland de Elvis Presley en Nashville tiene 700 000 visitantes al año, a
nueve dólares por cabeza, mientras que la Casa Blanca tiene sólo un millón, y es gratuita.
Es necesaria mucho menos comprensión histórica para apreciar Graceland que para
apreciar la Casa Blanca. Una vez más, el principio del mínimo esfuerzo.

En 1930 C. K. Ogden propuso su Inglés Básico como un segundo lenguaje


internacional. Este estaba basado en 850 palabras clave y estructuras gramaticales simples
diseñadas para brindar a los extranjeros rápido acceso a todo aquello que abarca el inglés.
Su colega I.A.Richards señaló los paralelismos entre este simplificado lenguaje y el
carácter nivelador de los medios, que podrían entonces ser empleados para introducir el
lenguaje como un primer paso hacia el aprendizaje y entrenamiento como segunda lengua
(pero no como un reemplazo del inglés estándar). A pesar de que era un objetivo laudable,
Richards estaba nadando en aguas peligrosas. En 1942 fue a los estudios Disney para
aprender como hacer figuras esquemáticas de personas y cosas. Luego comenzó su obra en
varios tomos Language Through Pictures en una versión ampliada de Basic English; la
serie pronto llegó en disco, cinta, televisión y computadora, adaptándose fácilmente a los
medios que se desarrollaban hizo lo mismo con otros siete idiomas traduciéndolos a sus
diagramas esquemáticos. La generalidad abstracta del original modelo lingüístico lo
permitió, y todas las peculiaridades culturales fueron arrasadas. Mientras el Basic ofrecía
una eficiencia tecnológica ideal, era supuestamente rápido y fácilmente asimilable, tendía a
reducir el lenguaje de un complejo instrumento de análisis intelectual en una colección de
frases puramente funcionales y operacionales.52

51
Ellul, Humiliation of the Word, 162. Cf. John Naisbitt, Megatrends (1982): "más del 60 por ciento de
nosotros trabaja con información como programadores, maestros, empleados, secretarias, contadores, agentes
de bolsa, gerentes, agentes de seguros, burócratas, abogados, banqueros y técnicos" (14), citado en William
Wresch, Disconnected: Haves and Have-Nots in the Information Age (New Brunswick: Rutgers University
Press, 1996), 6.
52
Richards trabajó muchos años para refutar estas tendencias y para conectar el estudio del Inglés
Básico con el desarrollo de las habilidades intelectuales.
El Inglés Básico era una parte de la difusión global del inglés, un evento que uno
debe ligar al principio tecnológico del mejor medio o del mínimo esfuerzo. El inglés era el
primer idioma en las telecomunicaciones, en aviación, en la ciencia moderna, y en los
negocios internacionales. Cuando la computadora necesitó de algún tipo de lenguaje
algebraico para comunicar en las supercarreteras de información, se volvió hacia algo
similar al Inglés Básico. ¿Qué otro idioma podría entender una máquina?53 Del mismo
modo que la tecnología afecta al medio ambiente llevando a una reducción en la diversidad
de las especies, así también el sistema tecnológico reduce el número total de lenguajes.
Hacia el año 2050, según algunas estimaciones, el mundo irá quedando con diez idiomas,
con sólo cuatro principales.54

Mencionar a Richards implica evocar al culto fundador de New Criticism, la


primera de las grandes técnicas que invadieron el elevado mundo académico en los estudios
literarios después de 1945. Parafraseando a Le Corbusier “una casa es una máquina con la
cual pensar,” Richards dijo “un libro es una máquina con la cual pensar.” La New Criticism
de los 40’ y 50’ intentó proteger el artefacto verbal de las presiones de la necesidad
histórica y de la mera utilidad; su método era una reflexión directa de esas presiones. New
Criticism era una especie de condensación sinecdótica del sistema tecnológico en su anti-
historicismo; su neutralidad objetiva y el tratamiento del poema como un espécimen
clínico; su énfasis cuasi-científico en la especialización y el método junto con una magra,
en su mayor parte inconsecuente teorización; sus mitos de síntesis y autolascivia; sus
metáforas para la organización. Los “nuevos críticos” fomentaron una brusca aproximación
a la crítica con la consigna de poner manos en la masa, que valoraba la expertise
tecnocrática, el trabajo en equipo, la eficiencia burocrática y el anonimato (a pesar que unas
pocas estrellas top siempre conseguían los premios). “Criticism Inc.” fue la seca referencia
de John Crowe Ransom a la empresa de la cual era uno de los miembros principales. No
obstante, los New Critics terminaron en una contradicción. Por un lado, postularon una
estética kantiana desinteresada y un concepto residual del sujeto integrado; por el otro,
sostenían un ideal tecnocrático de propósito instrumental, objetividad, eficiencia y práctica.
Su mismo énfasis en la ambigüedad tendía a romper el ideal de la totalidad y espejaba
como en un tembloroso cristal esa “pérdida del yo,” para citar la frase de Wylie Sypher, en
incontables procedimientos y ejercicios mecánicos. La expansión de la libertad intelectual e
imaginativa ganada por ironía y ambigüedad degeneró en una caída libre en significados
que proliferaban cada vez más. Esta “pérdida del yo” posiblemente tenía mucho que ver
con el anonimato del hombre de la corporación y la sociedad sobre-administrada así como
también con la doctrina de la austera impersonalidad de la alta modernidad.

Difícilmente haya un mejor ejemplo del monismo tecnológico que la conjunción de


ánimos en la política americana de la segunda posguerra, en la academia siguiendo la

53
Ellul, Humiliation of the Word, 161, 166.
54
"El idioma internacional de los negocios es el idioma de los consumidores," observa T. Bruce
Fryer; "El chino, el hindú, el inglés y el español serán los idiomas más usados por el comercio
internacional en el futuro" ("The Language of Business," en Christiane E. Keck and Allen G. Wood,
Global Business Languages: Pedagogy in Languages for Specific Purposes [W. Lafayette: Purdue
Research Foundation, 1996], 9).
erupción y la rápida expansión de los colegios y las universidades, y en New Criticism. En
1945 un comité de reforma educativa en Harvard publicó General Education in a Free
Society, que ejerció una potente influencia en la educación americana. Su pensamiento
había cobrado forma en temas tales como “¿por qué peleamos?,” la “definición de
democracia en un mundo totalitario,” la “necesidad de proveer una educación común para
todos los americanos como el fundamento de la unidad nacional,” y el “esfuerzo de
fortificar la herencia de la civilización Occidental.”55 Richards, un miembro del comité, fue
obviamente la persona que escribió las secciones que recomendaban el “estudio detenido de
los párrafos y poemas bien escritos” en la línea de New Critics, en lugar de “más
conocimiento del pasado”; quien se atrevió a sugerir se hicieran versiones de las grandes
obras “limpias de los obstáculos innecesarios e inconducentes,” descontextualizarlos para
hacerlos “más accesibles a los lectores medios”; y quien urgió la “más completa
comprensión de la obra leída en lugar de los hombres y los períodos representados, de hacer
patente la tarea artesanal, de mostrar los desarrollos históricos o literarios, o de cualquier
otra cosa”56 De este modo la literatura podría ser enseñada “eficientemente” a una “nueva
masa de estudiantes” que estaba desprovista de un “contexto cultural común” (“y no sólo al
cuerpo de los estudiantes sino también a los nuevos profesores”).57

Los grandes movimientos teoréticos que sucedieron a New Criticism, cada uno con
sus propias autoridades, problemas especiales, métodos (¡especialmente métodos!),
términos literarios, textos comunes, y objetivos, compartían el mismo interés fundamental
en la técnica, mientras abandonaban los últimos vestigios del concepto humanístico del yo.
La progenie de New Critics se convirtió en la primera generación de los así llamados
críticos como teóricos. ¿Cómo transmitieron los principios de la técnica y se ganaron el
reproche de Eullul por la humillación del mundo? Primero, el aspecto sincrónico del
lenguaje fue favorecido frente al diacrónico. Otra vez, la historia fue degradada, a pesar de
que es difícil pensar cómo tan pobre historia podía aún hundirse; pero aquí, también, se
puede registrar el impacto del sistema tecnológico, que sobre el curso del siglo pasado ha
fomentado el gran olvido de la historia. Como los New Critics, los pos-estructuralistas
exhibieron, en palabras de Frank Lentricchia, una “tendencia a disolver la historia literaria
en una sincrónica retórica repetitiva de la aporía”58 Segundo, el lenguaje fue partido entre
significante y significado, siendo el significante ampliamente preferido sobre la base de su
mayor observabilidad y controlabilidad –más valores técnicos– comparados con los
significados histórico, social, religioso, cultural y biográfico. Más aún, el fuerte énfasis en
los métodos predeterminaban el campo de visión e incluso los resultados. Como con la

55
Daniel Bell, The Reforming of General Education: The Columbia College Experience in its
National Setting (New York: Columbia University Press, 1966), 39.
56
General Education in a Free Society: Report of the Harvard Committee (Camb ridge: Harvard
University Press, 1946), 108, 112, 114, 205. Al convertirnos en "técnicos," hemos perdido el arte de
la "conversación general" (69).
57
Gerald Graff, Professing Literature: An Institutional History (Chicago: University of Chicago
Press, 1987), 173.
58
Frank Lentricchia, After the New Criticism (Chicago: University of Chicago Press, 1980), 342.
técnica, había una pérdida de los fines, una concentración en los medios. Semejante
procedimentalismo ha tipificado a New Criticism, cuando todas las movidas estaban
previstas por adelantado, en nombre de la ironía y de la ambigüedad; después, los términos
eran indeterminación, diferencia, indecidible, mise en abyme, y demás. Los teóricos
también atacaron el lenguaje sobre la base de su habilidad para ejercer un poder cuasi-
mágico a través de, digamos, alguna anticuada “gran narrativa,” idealismo metafísico, clase
rectora, religión, o alta cultura.59 En cada instancia, el lenguaje literario soportó lo más
reñido del asalto.

Uno podría responder que el ser un instrumento de hegemonía es sólo uno de los
muchos usos del lenguaje. Es el más cercano a la propaganda. Con respecto a la técnica y el
principio del menor esfuerzo, los propagandistas presentan una (y sólo una) gran, simple
cosa por vez, y en el lenguaje más simple, repetida una y otra vez, hasta que parece un
hecho de la vida. Sin embargo, si bien el lenguaje literario ha servido como un instrumento
de hegemonía, los antiguos tiranos y los dictadores del siglo veinte deben de haberlo
encontrado como uno extremadamente ineficiente. Semejante lenguaje tiene demasiada
complejidad, rango histórico, y resistencia interna para ser efectivo como propaganda.
Jacob Bruckhardt eligió con cuidado sus palabras cuando, en 1889, alertó que los “terribles
simplificadores. . .van a descender sobre la pobre vieja Europa” en la era siguiente.60 Para
Solzhenitsyn, el lenguaje es lo que encuentra las grietas dentro del sistema.61

En medio de la declinación precipitada de las humanidades, quizás el hecho más


angustiante es que aquellos comprometidos con su defensa han colaborado ingenuamente
con su desmembramiento. Si por alguna ley de la naturaleza una fuerza da origen a una
contrafuerza, la fuerza debe en primer lugar ser reconocida como tal. Los críticos
posmodernos ignoran el universalismo tecnológico y celebran el juego de la “diferencia” –
sin notar que la deferencia real, que es la individualidad, está siendo erosionada. El sistema
tecnológico permite mucho menores libertades a medida que el significante y los verbos al
flotar juegan como pequeñas cosas comparados con el sistema mismo. Las demandas de los
posmodernos no han privado al poder de los mitos y las ideologías más que sus sueños de
auto-congratulación; Marxismo y Freudismo, para nombrar dos, colapsaron por falta de
evidencia empírica hace mucho tiempo. Aún así uno no debería asombrarse que los
intelectuales hayan sido capturados y controlados por los instrumentos de moda que creen
sostener tan libremente. A pesar que ellos protestan contra la “historia” y la cultura
“tradicional” sobre el terreno de una agenda política o cultural, la razón real detrás de su
protesta es que se han vuelto completamente tecnificados. Los “americanos han sido
instruidos generalmente desde los 30’ que la educación y el análisis intelectual detecta la

59
Ellul, Humiliation of the Word, 170, 176.
60
The Letters of Jacob Burckhardt, trans. Alexander Dru (Westport: Greenwood Press, 1975), 220
(24 July 1889).
61
Cf. Robert Casillo, "Techne and Logos in Solzhenitsyn," Soundings, 70 nos. 3-4 (1987):519-37.
"Permanece la esperanza que el arte de la palabra, un arte incurablemente semántico, tarde o
temprano hará sentir sus repercusiones incluso en aquellas artes que proclaman haberse liberado de
cualquier obligación hacia la identificación y la representación de la verdad" (Eugenio Montale, Poet
in Our Time, trans. Alastair Hamilton [New York: Urizen Books, 1972], 62).
propaganda e inmuniza a la ciudadanía contra ella,” escribe Michael R. Real; “en cambio,
Ellul ve a la educación como una pre-condición necesaria para la propaganda y al
intelectual como al miembro más sujeto a la propaganda de la sociedad porque su acceso a
enormes cantidades de información, su necesidad de tener opinión sobre todos los temas, y
la convicción de su propia superioridad.”62 En Software for the Self Anthony Smith se
refiere a los académicos como a los “pioneros” de internet.

Algunos críticos son optimistas sobre el futuro de la tecnología y la cultura, tanto


los proponentes moderados como los entusiastas quieren adaptar la tecnología a las artes y
a la educación. Anthony Smith sueña con los resultados combinados del Video por
Demanda (VPD) y la Realidad Virtual (RV): “Si se intenta ligar estas dos tendencias –el
espectáculo público con la capacidad de elección individual—se logrará un medio de
realidad sintonizada: los individuos o los pequeños grupos podrán tener acceso, usando
técnicas interactivas, a una experiencia intangible pero completamente cautivante, dando al
individuo solitario el sentimiento de estar presente en un espectáculo con la compañía
ilusoria de un gran número de personas.” Es difícil de ver como semejantes diversiones,
similares a los sueños diurnos o garabatear, pueden producir una experiencia intelectual y
afectivamente enriquecedora, dejando de lado el arte duradero. Aquí encontramos otro
truco, que debe ser llamado por su nombre, “cautivante” sólo en el sentido carcelario del
término. Sin embargo, semejante producto tiene todo en marcha para su despliegue: la
curiosidad de las masas, los gobiernos necesitando llenar los tiempos de ocio, los intereses
mezquinos?. Uno no puede persuadir a la gente de que están perdiendo algo, si nunca han
tenido la oportunidad de relacionarse con el lenguaje literario. Smith mal interpreta la
definición de cultura de T. S. Elliot al decir que implica un “sentido de permanencia del
sistema industrial y de sus valores universales”63 El autor de The Waste Land no deja
ninguna duda con respecto a su juicio acerca de los “valores universales” del
industrialismo, que son aquellos de la técnica. El título de Smith Software for the Self
contiene un elemento de cháchara insoportable de talk show almibarado: el software socava
el mismo yo (self) que supuestamente apoya y entretiene.

Para ponderar la cuestión “¿Es posible una cultura técnica?” uno debiera retomar la
antigua distinción entre cultura y civilización. Ciertamente, la tecnología nos puede dar una
civilización material. Smith correctamente puntualiza que en el futuro la gente querrá dos
cosas por sobre todo, servicio de salud y entretenimiento, es decir, juego sin fin y la
longevidad para disfrutarlo (aunque uno recuerde a Elliot en “Distraído de la distracción
por la distracción”). Pero la tecnología no nos puede dar cultura por lo que está haciendo al
lenguaje—al lenguaje literario y al simbolismo, con sus profundas raíces en el pasado

62
Michael R. Real, "Mass Communications and Propaganda in Technological Societies," en Jacques
Ellul, eds. Christians and Van Hook, 119-20. Cf. Clifford G. Christians, Jacques Ellul and
Democracy’s ‘Vital Information’ Premise, Journalism Monographs (Association for Education in
Journalism), no. 45 (Aug. 1976), 23; and George Cotkin, "The Tragic Predicament: Post-War
American Intellectuals, Acceptance and Mass Culture," en Intellectuals in Politics: From the
Dreyfus Affair to Salmon Rushdie, eds. Jeremy Jennings and Anthony Kemp -Welch (London:
Routledge, 1997), 248-70.
63
Smith, Software for the Self, 107, 115. Para Smith, el problema principal es la "regulación," la cual
es también otra técnica.
histórico, cultural y religioso. El sistema tecnológico puede recoger, procesar información,
puede organizar y controlar el planeta, todo más eficientemente que nada anterior; pero no
puede establecer un estándar humano de evaluación, ni proveer otro simbolismo que una
desecada y flaca imaginación, en su mayor parte parasitaria de las culturas a las cuales
reemplaza. Como el compromiso con el lenguaje literario cae, a medida que el lenguaje de
la computadora deja de lado otros lenguajes, perderemos nuestro enlace con la cultura,
“pues la cultura descansa en la especificidad de un lenguaje”64 Cuando los lenguajes
devengan obsoletos, las culturas que cobijan se volverán obsoletas con ellos.

Uno busca evitar el consejo de desesperación. ¿A quién puede uno volverse? Lewis
Mumford cree que la elite técnica producirá una “estructura uniforme, omni-abarcadora, y
planetaria, designada para operar automáticamente. En lugar de funcionar activamente
como una personalidad autónoma, el hombre se volverá pasivo, sin sentido, un animal
condicionado por máquinas cuyas funciones propias, como son interpretadas hoy el rol del
hombre por los técnicos, servirán para alimentar a las máquinas o serán estrictamente
limitadas y controladas para el beneficio de las organizaciones despersonalizadas y
colectivas.” Sin embargo, Mumford ve un rayo de esperanza: “la próxima movida es
nuestra: las puertas de la prisión tecnocrática se abrirán automáticamente, a pesar de sus
viejas y gastadas bisagras, ni bien nos decidamos a salir.”65 Andrew Feenberg cree que la
tecnología no excluye de por sí la democracia, pero que ha sido usada para bloquearla; que
la tecnología no es “esencialmente destructiva,” pero es “una cuestión de diseño y de
inserción social.” Langdon Winner anticipa un modelo escandinavo que muestra “la
promesa de crear roles de ciudadanos en lugares donde los cálculos privados de eficiencia y
efectividad, costos, riesgos, beneficios, ganancias reinan hoy día”66 Feenberg y Winner
tomarían aspectos de ambas teorías la instrumentalista y la sustantivista para forjar un
término medio. En esta categoría están Pool y Putnam: la creencia de Pool que “los valores
sociales pueden condicionar los efectos de la tecnología. . .nos invita a no meramente
considerar cómo la tecnología esta privatizando nuestras vidas—si, como me parece a mí,
lo esta haciendo—sino a preguntar si nos satisface el resultado, y si no, que podríamos
hacer sobre ello.”67 En el lado optimista del espectro, Immanuel Wallerstein ve una batalla
en marcha entre dos fuerzas que promueven la tecnología en nombre de la modernidad y la
liberación.” Mientras que por un lado predice crudamente que el sistema mundial moderno
esta en una “crisis terminal” y colapsará en cincuenta años, bastante curiosamente no dice
qué pasará con la tecnología. Estamos emplazados en un espíritu utópico para “la tarea de
imaginar, y luchar para crear, este nuevo orden social” 68 Todo está muy bien, pero el
sistema tecnológico no se dispersará en el liviano aire.

64
Ellul, Technological Bluff, 144.
65
Lewis Mumford, The Myth of the Machine, Part I: Technics and Human Development (New
York: Harcourt Brace & World, 1967), 3; Part II: Pentagon of Power, 435.
66
Feenberg, "Subversive Rationalization: Technology, Power, and Democracy," Inquiry (Oslo), 35
(1992):316, 320; Langdon Winner, "Citizen Virtues in a Technological Order":355.
67
Putnam, "Strange Disappearance," in Ticking Time Bombs, ed. Kuttner, 284-85.
68
Immanuel Wallerstein, After Liberalism (New York: The New Press, 1995), 144.
¿Qué es lo que Ellul recomienda? Una mirada clara a los hechos sin una
mistificación de la tecnología, una auto-transformación personal en términos religiosos; la
promoción de cualquier cosa que tienda a oponerse a los valores tecnológicos: el juego, la
diversidad, el pluralismo, los hábitos de anti-consumo. 69 En su tardío Anarchy and
Christianity se alinea a sí mismo con los grandes altos modernistas en criticar el vacío
espiritual de la modernidad, y da el ejemplo de los primeros cristianos que huyeron del
mundo hacia comunidades autónomas y apolíticas. La protesta en número suficiente, una
política de reducción del consumo, esto mismo podría ejercer cierto cambio.70 Todos
podemos apuntar a los huecos de la resistencia.

Mientras esto puede resultar extremo, es provechoso recordar que el refugiarse en


los monasterios ocurrió una vez en la cultura Occidental y las humanidades sobrevivieron.
La luz de la enseñanza en Lindisfarne y Citeuax, en St. Gall y Monte Casino, puede ser
vuelta a encender por un aprendizaje de la palabra en el medio de nuestra necesaria
participación en la sociedad tecnológica. Como dijo Bruckhardt, puede que la cultura del
Occidente vuelva a ser salvada por la ascética.71

69
Christians, "Ellul on Solution," in Jacques Ellul, eds. Christians and Van Hook, 148ff.
70
68 Gregory S. Butler, "The Political Moralism of Jacques Ellul," Humanitas, 7 no. 2 (1994):43.
71
69 Para el ejemplo de la ascética, siempre en el entrenamiento, véase Burckhardt (Letters, 157 [31 Dec.
1872]), y también Ortega y Gasset, TheRevolt of the Masses, ch 7.

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