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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

INTRODUCCION

Seguro que a todos nos ha pasado en más de una oportunidad que, al


desplazarnos tranquilamente por alguna de las calles de nuestra ciudad, nos
hemos topado por el camino con un perro de gran tamaño o quizá pequeño,
sea porque se encontraba detenido fuera de su hogar, transitando al lado de
su amo o deambulando libremente. Con certeza, por lo menos en una de esas
ocasiones, alguno de nosotros ha optado por apartarse de la ruta del can, sobre
todo si éste era de alguna raza reconocida por ser altamente peligrosa o porque
tenía quizá un aspecto poco agradable, pensando que quizá, sin motivo
aparente, podría llegar a agredirnos y que los daños que nos pudiera causar
serían posiblemente considerables, debido a que en la actualidad han sido
frecuentes las noticias acerca de los ataques producidos por estos animales,
estos que han llegado a causar incluso la muerte de algunas personas.
Las personas que alguna vez hemos tenido la mala suerte de ser mordidos por
un perro, instantes después de haber cesado el ataque, nos viene a la mente
como primer interrogante: "¿quién responderá por los daños causados?". Es
por ello que nace el interés de abordar el tema de la responsabilidad civil que
genera los daños causados por animales, puesto que no sólo los perros pueden
provocar lesiones, sino también muchos otros animales que han sido
domesticados por el hombre y que actualmente viven en comunión con él, bajo
la denominación de "mascotas", pensemos sino en los gatos, monos, lagartos,
papagayos -por mencionar a los más comunes, que de una u otra forma
podrían llegar a producirnos daños personales, tanto a nuestra integridad física
como a nuestros bienes.

1
CAPÍTULO I
ACERCA DE LOS DAÑOS CAUSADOS POR ANIMALES

1.1. Los Animales Frente Al Derecho

Los animales, desde un punto de vista jurídico, son objeto de derecho,


puesto que tienen la naturaleza de bienes muebles, y dentro de éstos, en
cuanto que tienen vida y autonomía propia, son semovientes 1 .Siendo
seres animados, los animales tienen la posibilidad de producir daños pos
si mismos, es por ello que las legislaciones a nivel mundial han fijado
reglas para dirigir la imputación de tales perjuicios a un sujeto
determinado (sujeto responsable), siendo que algunos países con
relación al mismo tema- difieren en ciertos aspectos, como por ejemplo,

1
Conforme a la definición que nos brinda el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la
palabra semoviente proviene del latín se movens, -entis, "que se mueve a sí mismo o por sí", señalando
además que son bienes semovientes, los ganados de cualquier especie, como mulas, vacas, ovejas, etc.
(http://www.rae.es).

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en lo que concierne a la persona o personas que han de asumir la


responsabilidad por los daños, el tipo de animales por los que se ha de
responder, los supuestos eximentes de tal responsabilidad, entre otros,
particularidades que se encuentran determinadas por su propia historia y
realidad social.
Al respecto, nuestro Código Civil dedica un apartado al tema: el artículo
1979; asimismo, es preciso destacar que el Perú cuenta con Leyes
especiales como la Ley de Protección a los Animales Domésticos y a los
Animales Silvestres mantenidos en cautiverio (Ley N° 27265) y la Ley que
regula el Régimen Jurídico de Canes (Ley N° 27596) y, su Reglamento
(Decreto Supremo N° 006-2002-SA), siendo que cada entidad edil a nivel
nacional, se encarga de dictar sus propias normas reglamentarias,
basándose en las disposiciones contenidas en las leyes antes
mencionadas.
De otro lado, no obstante, la protección dispensada por nuestras leyes a
los animales, no se puede decir que desde un punto de vista jurídico ellos
tengan capacidad jurídica o sean titulares de derechos subjetivos, si bien
no faltan autores que han reclamado un cierto status jurídico para los
animales. Así, por ejemplo, Richard Epstein señala que "Muchos autores,
dentro de los cuales destacan Steven Wise2 y Gary Francione , defienden
la posición que sostiene que los animales deben ser considerados como
sujetos de derecho .Al respecto, cabe mencionar que con fecha quince de
octubre de mil novecientos setenta y ocho fue proclamada la Declaración
Universal de los derechos de los animales, la misma que fuera aprobada
por La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO), y posteriormente por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU).

2
Jurista norteamericano que en su libro Drawing the Line: Science and the Case for Animal Rights,
propone que se les deberían dar derechos legales a algunas especies animales, señalando en su obra lo
siguiente: "No veo una gran diferencia entre un chimpancé y mi hijo de cuatro años y medio"
(http://www.bbcmundo.com).

3
Ahora bien, dentro de las concepciones tradicionales del Derecho, los
animales típicamente han sido considerados como objetos de derecho,
atribuidos a sus propietarios y no como titulares de derechos exigibles
frente a los seres humanos. Sin embargo, incluso como objetos de
derecho, históricamente los animales han ocupado un lugar importante
dentro de las relaciones sociales, ya que desde tiempos antiguos fueron
considerados como una fuente mucho más importante de riqueza, distinta
a la que representan hoy en día. Los animales como objetos son
considerados bienes que, como ya se ha mencionado, poseen un valor
económico positivo y, como tales, son parte importante en el seno de un
sistema de derechos de propiedad.
Antiguamente, todo animal era considerado res nullius, es decir, una cosa
que no pertenecía a nadie. Sucede entonces que a diferencia de una res
commune (como el aire o el agua), una res nullius podía formar parte de
la propiedad privada de una persona mediante la aprehensión.
Posteriormente, se presentó la necesidad de establecer un mecanismo
para transferir la propiedad de los animales; por ello, a falta de otro tipo
de intercambio, el valor de cualquier animal estaba limitado por el valor
de uso (o de consumo) para su propietario. Una vez que se permite el
intercambio, ambas partes podían obtener beneficios, cuando los
animales eran vendidos, entregados o usados como garantía de
préstamos.
La tradición fue el modo habitual de transferencia empleado para el tráfico
de tas cosas (entre ellas, los animales), ya sea que hubieran derivado de
una donación o de una venta, sin embargo, mientras que la sola tradición
bastaba para transferir la propiedad de animales pequeños o recién
nacidos, para transferir animales más valiosos solía emplearse niveles
más altos de formalidad, justamente debido a la importancia que ellos
tenían en el desarrollo de las actividades diarias de sus dueños.
Los animales al servicio del hombre, eran por lo general fuente de trabajo
en los campos, sin embargo, ellos podían servir también como protección,
compañía e incluso y, sin lugar a dudas, como alimento, recibiendo una

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intensa protección de la ley, precisamente debido a sus múltiples


empleos.
Paulatinamente, se fue descubriendo con mayor interés e' valor que cada
animal tenía para sus propietarios. La valoración que cada persona le da
a un animal, por ejemplo, a un perro, es distinta a la que podría darle otra
en las mismas condiciones, puesto que esta estimación se concibe en
base a tos propios sentimientos de su amo y la proyección hombre-animal
que intrínsecamente existe, más aún, si se tiene en cuenta que los canes
-como así otros animales-, tienen emociones, las que pueden manifestar
de formas diversas (ladrando, moviendo la cola, escondiéndose, etc.).

Imaginar una sociedad antigua en la que los animales hubieran tenido


derechos frente a los hombres, por el hecho de ser criaturas sensibles, es
imaginar una sociedad en la que los seres humanos estarían preparados
para ponerse en riesgo por el bien de criaturas irracionales, pero
sensibles. Sin embargo, el hecho de considerar a los animales como
objetos, no le da al hombre el derecho de utilizarlos en forma antojadiza
o sin emplear un juicio razonable acorde con sus necesidades, por ello,
cada vez existe un mayor número de organizaciones civiles que se
dedican a protegerlos y a promover campañas de concientización al
respecto.

1.2. Referencias Históricas Acerca De Su Reglamentación

En el Derecho romano, se estableció como regla que nadie podía causar


daño a otro, sea directamente o por medio de quien posee o custodia, por
lo que el propietario de un animal, que obtiene los beneficios derivados
de su condición de tal, deberá soportar las consecuencias propias de sus
vicios, defectos o daños por éste causados.
Jorge Peirano ha señalado al respecto que: "Esta responsabilidad posee
muy antigua trayectoria en la historia del derecho: ya el derecho romano,

5
lo mismo que el antiguo derecho español, y el antiguo derecho francés,
se ocuparon del punto regulando de modo diverso la situación de la
víctima "3 .
De otro lado, debemos tener presente que la antigua sociedad romana
se articuló sobre tres grandes máximas de comportamiento social:

1) Vivir honestamente
2) Dar a cada uno lo suyo
3) No causar daño a los demás.

José Concepción, al referirse al último de los postulados, precisa que:

"Esta tercera máxima alcanzó su protección a través de la "Lex Aquieia".


Esta norma tenía una finalidad resarcitoria y el fundamento de la
responsabilidad del causante del daño era la culpa en cualquiera de sus
grados, por cuanto en el derecho clásico el fundamento de este
resarcimiento estaba en el pecado y la subsiguiente coerción moral de
reparar sus efectos.4
Por su parte, Alvaro D 'ors complementa io expuesto por el anterior autor,
manifestando que:
"La Ley Aquilia suprimió el régimen de represión penal de algunos delitos
tipificados por las XII Tablas, pero dejó subsistentes algunas acciones
privadas referidas a la indemnización del daño, como son (...) ii) la actio
de pastu pecoris contra la immissio de ganado para pastar en fundo
ajeno, y iii) la actio de pauperie, por los daños espontáneamente
causados por animales cuadrúpedos, la cual sigue régimen noxal, en el
sentido de que el propietario puede exonerarse de responsabilidad

3
PEIRANO FACIO, Jorge. Responsabilidad extracontractual. Bogotá: Editorial Temis Limitada, 1979, p.

639.

4
CONCEPCION RODRIGUEZ, José Luis. Derecho de daños. 2 da Edición, Barcelona: Editorial
Bosch S.A., 1999, P. 125.

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entregando el animal que causó el daño.


Cabe tener presente, antes de continuar, la explicación que realiza Juan
Iglesias sobre el empleo del término actio:
La palabra actio es empleada por los romanos en un doble sentido:

a) En sentido formal, esto es, como instrumento que abre puertas al


proceso. Trátase de un acto de las partes enderezado al logro de la
tutela jurisdiccional.

b) En sentido material, es decir, cual reclamación de un derecho civil


obligatorio. Actio se traduce aquí por lo que los modernos llamamos
'pretensión'", tenemos entonces que el antiguo Derecho Romano
contemplaba principalmente dos tipos de acciones que
correspondían ser invocadas cuando se hubieran producido daños
a causa de actos propios de los animales:

1) la actio de pastu pecoris , era empleada por el dueño del terreno en


el que indebidamente pastaban animales que les eran ajenos. La
indemnización se incrementaba al doble, en los casos en que se dejaba
pastar a los animales en terrenos frecuentados por personas o que
reflejasen una situación de abandono por parte del dueño, puesto que tal
actitud denotaba una mayor negligencia por parte del dueño de los
animales o de quien de ellos se sirve.
2) el actio de pauperie se denominaba al perjuicio

causado por los esclavos o por un animal, que al carecer de razón, no


podían provocar daños por iniuria. El fin de la actio de pauperie era
obtener una reparación, ya sea mediante la entrega del esclavo o el
animal o de una indemnización por el perjuicio causado.
Correlativamente, y desde la posición del demandado, éste tenía la

7
facultad de abandonar al agente causante del daño en beneficio del
perjudicado o pagarle una indemnización. Al respecto, Olga Marlasca
señala que: "La acción específica para el caso de los daños causados por
animales cuadrúpedos es la actio de pauperie Ciertamente, en una
economía que carecía de fuentes de energía eléctrica o mecánica, los
animales de tiro no sólo eran considerados como fuentes de alimento,
sino también como bienes de capital, como la tierra y los esclavos5. Sobre
el particular, Leysser León aporta lo siguiente:
"La solución que brindaba la actio de pauperie no era para nada
irrazonable, si se recuerda que la sociedad romana de aquel entonces
estaba mayoritariamente compuesta por agricultores. Recibir como
resarcimiento una bestia de carga o un buey, tenía un valor económico
apreciable. Quizás por ello, la sola entrega del cuerpo del animal, si ésta
había muerto después del evento no era considerada suficiente. En este
caso, el dueño tenía, además, que resarcir monetariamente al
damnificado.6
Asimismo, en el Antiguo Testamento ya encontrábamos directrices que
regulaban los daños causados por animales, como en el libro de Éxodo,
cap. 21, ver. 28 al 32, conforme se detalla a continuación:

 "Cuando un buey acornee a un hombre o a una mujer, y como


consecuencia muera, el buey morirá apedreado, y no se comerá
su carne; pero su dueño será absuelto.
 Si el buey era corneador en el pasado y a su dueño se le había
advertido, pero no lo había guardado, y mata a un hombre o a una
mujer, el buey morirá apedreado; y también morirá el dueño.

5
MARLASCA MARTINEZ, Olga. "La responsabilidad de los daños causados por animales en las

personas en los textos romanos y en códigos medievales españoles", En: Estudios de Deusto, Segunda
época, Vol. 47/2 (Fasc. 103), Bilbao: Ediciones Mensajero, 2000, p. 127.

6 da
LEON HILARIO, Leysser. La responsabilidad civil. Líneas fundamentales y nuevas perspectivas. 2
Edición, Lima: Jurista Editores, 2007, p. 353.

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 Si le es impuesta una multa, entonces dará en rescate de su vida


cuanto le sea impuesto.
 Si ha acorneado a un hijo o a una hija, se hará con él conforme a
este mismo decreto.
 Si el buey acornea a un esclavo o a una esclava el dueño del buey
dará 30 ciclos de plata 1 al dueño del esclavo; y el buey morirá
apedreado.

Igualmente, el Código de Hammurabi, contenía algunas normas

referidas a los daños provocados por animales. Por ejemplo:

Si un buey furioso corneó a un hombre, y éste murió, esta causa no trae


reclamación (Ley 250).
Si el buey de un hombre atacaba con el cuerno, y el hombre conocía por
ello su vicio, y no le hizo cortar los cuernos ni lo ha trabado, si el buey
ataca con los cuernos a un hombre hijo de hombre libre y lo mata, dará
media mina de plata (Ley 251).
Si es un esclavo de hombre libre, pagará un tercio de mina de plata" (Ley
252).
Se puede concluir afirmando que de conformidad con los datos
presentados ha existido una regulación permanente en el transcurso del
tiempo que se ha dedicado a normar este particular tipo de daños, la
misma que ha ido evolucionando a través de la historia, junto con el
pensamiento y los nuevos descubrimientos hechos por el hombre.

1.3. La necesidad de una adecuada regulación

Habíamos indicado anteriormente que la capacidad de movimiento que


poseen los animales, sumada a su irracionalidad, hacen que ellos puedan
causar daños, claro está, uno mas que otros. Esta es la razón por la que, no
sólo en el Derecho moderno, sino también en el Derecho histórico, existan

9
normas que se ocupan específicamente de este tema, sobre todo con la
finalidad de establecer la responsabilidad que generan este tipo de daños.
El tema de la responsabilidad civil que deriva de estos casos y que
históricamente ha sido materia de preocupación y regulación por los juristas,
presenta en sus primitivas legislaciones disposiciones en las que como
consecuencia de los daños provocados por los animales, se les imputaba a
éstos cierta responsabilidad. Así, Olga Marlasca, mencionaba al respecto
que:
"(...) A los animales se les consideraba enteramente lo mismo que a los
hombres, sujetos a la organización social; se hacían merecedores de castigo
siempre que pacieran ilícitamente; si luchando dos animales se hacían daño
uno de ellos, se hacía según esto merecedores de pena aquel que hubiese
dado comienzo a la lucha: cuando el animal fuera conducido por un hombre,
sólo a éste se le hacía responsable. De manera que e' antiquísimo concepto
de pauperjes abarcaba el daño causado por un animal en el cuerpo o en los
bienes de alguna persona".
De otro lado, se infiere que la responsabilidad por los daños causados por
animales no es para nada novedosa, más aún, si consideramos que el
hombre ha convivido con los animales desde su misma aparición en la tierra
habiéndolos empleado como medios de subsistencia (alimentación,
vestimenta), como apoyo para su trabajo (transporte, tiro o carga), como
medio de defensa (animales entrenados o naturalmente feroces) y,
posteriormente, como compañía (mascotas) y como esparcimiento
(animales encerrados en zoológicos y parques).
Así, Konrad Lorenz al intentar darnos una aproximación de cómo es que el
hombre conoció al animal que posteriormente domesticaría y llamaría perro,
decía: "Probablemente, cuando los hombres comenzaron a vivir en palafitos
el perro era ya un animal doméstico o se fue domesticando en el curso de
aquel periodo. La explicación del estudio de este tipo de daños surge con el
tiempo, al observar que los animales no sólo eran bienes económicamente
apreciables (utilizados en algunas regiones inclusive como moneda de
cambio), sino porque eran además un medio de transporte terrestre y una

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herramienta productiva móvil, cuya fuerza bruta podía ser orientada en


mayor o menor medida por la voluntad de su dueño, siendo este su principal
valor, debido a los múltiples empleos que el hombre podía darle explotando
todas sus potencialidades.
Se deduce entonces que debido a la forma y constancia en que eran
empleados los animales, solían causar daños de manera frecuente, sobre
todo a las personas y sus bienes, más que a otros animales.
En este punto, cabe señalar que un animal sumamente importante como
productor de daños fue el caballo, debido a su uso difundido con fines de
transporte. Los accidentes de circulación causados por caballos o por
vehículos tirados por éstos (carretas) fueron frecuentes hasta comienzos del
siglo XX. De otro lado, esta promiscuidad de hombres y caballos, nacida de
la utilidad de éstos para los fines antes indicados, generaba accidentes de
alguna manera independientes de la voluntad humana, tales como fracturas
de huesos, mordiscos, etc.
Tenemos entonces que la responsabilidad por los daños causados por
animales fue más importante en otras épocas, pero sólo si es que
consideramos el hecho que en la actualidad son pocos los animales que se
emplean como medios de transporte o de carga y, menos aún los lugares
por los que transitan, produciéndose fundamentalmente en las zonas rurales
y en forma bastante limitada.
Con la primera máquina a vapor que aparece en el mundo occidental, que
provoca la denominada revolución industrial (1840), se pondrá fin en forma
progresiva e inexorable al monopolio del transporte a sangre. Las sucesivas
apariciones de la locomotora a vapor (sistema ferroviario) y los primeros
automóviles, hicieron pasar a un segundo plano la importancia del "animal"
como medio de traslado terrestre. Otro tanto ocurrió en el ámbito de la
producción económica, donde a merced del empleo de las máquinas, el
animal fue paulatinamente desplazado en su empleo.

11
En la actualidad, los accidentes de circulación son causados
fundamentalmente por máquinas (vehículos motorizados); y dentro de las
ciudades prácticamente los únicos animales peligrosos que quedan son los
perros bravos.
Ignacio Gallegos logra establecer como la legislación española a través de
su historia ha clasificado a los animales atendiendo a un triple criterio,
considerando a los animales mansos o domésticos, a los amansados o
domesticados y a los fieros o salvajes, precisando que:

a) Son animales mansos o domésticos "los que nacen y se crían


ordinariamente bajo el poder del hombre" (...); b) Los animales amansados o
domesticados son aquellos que, siendo naturalmente salvajes, sin embargo,
han sido acostumbrados por el hombre para permanecer junto a él. Se
caracterizan por el "animus revertendi' "animus retornando" o "costumbre de
volver a la casa del poseedor"; c) Son animales fieros "los que vagan
libremente y no pueden ser cogidos sino por la fuerza.
En el primero de los supuestos encontramos a los perros (bravos o no),
animales que desde algún tiempo atrás vienen causando noticia por los
ataques que propinan a los humanos -y a otros animales, también y, las
serias lesiones que les causan, ocasionándoles incluso, la muerte.
Sucede que la evolución -o involución- de los canes se encuentra dirigida por
el hombre, quien genéticamente viene modificando las razas existentes con
el fin de obtener una que sirva mas a sus propósitos, sin considerar que tales
alteraciones podrías ser contraproducentes, si es que estas nuevas razas
(agresivas), no son atendidas con un adecuado control e instrucción, siendo
el hombre quien en última instancia, vendría a asumir todas las
consecuencias.

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CAPÍTULO II

BREVE ANÁLISIS DEL ARTÍCULO 1979 DEL CÓDIGO CIVIL PERUANO

2.1. Carácter objetivo de la responsabilidad por daños causados por


animales.
El artículo 1979 de nuestro Código Civil prescribe que es el dueño del
animal o aquel que lo tiene a su cuidado quien debe reparar el daño que
éste cause, aunque se haya perdido o extraviado, salvo que pruebe que
el evento tuvo lugar por obra o causa de un tercero.
En principio, se observa que tal dispositivo atribuye la responsabilidad al
dueño del animal o a su custodio, a no ser que demuestre (uno u otro o
ambos) que el suceso se produjo por el actuar de un tercero, inclusive en

13
los casos en que el animal hubiera causado el daño luego de haberse
perdido o extraviado, en tal sentido, inferimos que ésta es una regla de
carácter objetivo, puesto que el resarcimiento al que se refiere e' texto
normativo no está supeditado a la negligencia o imprudencia del
responsable.
Estamos aquí ante un caso de responsabilidad civil indirecta, puesto que
se le atribuye la responsabilidad a alguien por daños que no han sido
consecuencia de su actuar directo. Así, tomando como ejemplo al perro,
podemos decir que si éste ataca a una persona produciéndole lesiones
en su integridad física, por los daños que el can haya causado, será
responsable su dueño o cuidador, pese a que el daño se produce por un
actuar ajeno a él o a sus deseos, respondiendo por ellos aunque hubiera
prestado la mayor diligencia posible.
Al respecto, Lizardo Taboada señala que no se puede hablar de autor
directo, sino únicamente de autor indirecto, tratándose de
responsabilidades indirectas por hecho de las cosas (...) precisando
además que:

La responsabilidad civil del autor indirecto no se sustenta en la noción de


culpabilidad, sino en factores de atribución objetivos, fundamentados en
la noción de riesgo creado, razón por la cual el autor indirecto no puede
liberarse de responsabilidad civil invocando su ausencia de culpa.
No existe duda que los canes manifiestan conductas inteligentes, las que
evidentemente provienen de su propia experimentación y/o de un
determinado tipo de adiestramiento; sin embargo, su tenencia por el
hecho de ser animales (irracionales), genera ante la sociedad una
expectativa de control por parte de sus propietarios o custodios, debido a
que será a aquella persona a quien indefectiblemente se le impute la
responsabilidad por cualquier tipo de daño que el animal cause, sea o no
bajo su guarda, como bien lo expresa el artículo en comentario.
Fernando de Trazegnies habría asumido la misma posición que adopta
Lizardo Taboada, precisando por su parte que:

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"El propietario responde no porque sea culpable ni porque sea causante,


sino porque la ley lo obliga. Y la ley lo obliga por razones distintas a la
culpa y a la causa, tales como la mejor prevención de este tipo de
accidentes, la difusión social del peso económico del daño, etc.7

El pre citado autor considera a este tipo de responsabilidad como objetiva


en base a la calificación del animal como un bien riesgoso, agregando que
“el animal es indudablemente una cosa peligrosa porque, en vez de ser
un elemento inerte que requiere una acción humana para entrar en
acción, puede causar daños "por propia iniciativa" sin embargo, si bien es
cierto lo expuesto, también es cierto que no todos los animales tienen el
mismo instinto ni conducta agresivas, puesto que, por ejemplo, en el caso
de los perros, esta inclinación a la violencia guarda una directa relación
con ciertas características como son: su tipo de raza, el entorno en el que
se ha desarrollado y, la orientación y/o entrenamiento que le hayan
brindado (para el trabajo, compañía, pelea, etc.). Así, si comparásemos a
un perro de raza Pit Bull Terrier22 con un Chihuahua, notaríamos de
inmediato una enorme diferencia, puesto que siendo considerados ambos
como bienes riesgosos (por el simple hecho de ser animales), el primero
denota a simple vista una mayor peligrosidad, no sólo por su constitución
física, sino mas bien por su natural instinto agresivo -muy conocido por
todos nosotros-, el mismo que podría verse incrementado con un
entrenamiento destinado a la lucha (como usualmente sucede con los
perros de ésta raza).Siendo así, tenemos que la responsabilidad por los
daños producidos por los animales es una variante de la responsabilidad
de las cosas riesgosas o peligrosas, como lo indica Federico Mesinas al

7
DE TRAZEGNIES, Fernando. La responsabilidad extracontractual. 2da Edición,
Tomo I (Biblioteca para leer el Código Civil, Vol. IV), Lima: Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998, P. 427.

15
manifestar que: Los daños por hechos de las cosas son aquellos en los
que el carácter riesgoso de la cosa misma juega un papel tan importante
que parece asumir el papel de causa propia del daño, lo que es fácilmente
apreciable en los animales pues estos tienen de por sí la capacidad de
producir daño, para lo cual no requieren necesariamente de una acción
humana previa".
Entendiendo que la norma que es materia de estudio establece un tipo de
responsabilidad objetiva, es pertinente destacar que Leysser León
conceptualiza tal responsabilidad como aquella que, en su determinación,
prescinde del análisis de la conducta del responsable por lo que al
pronunciarse sobre el particular, señala expresamente que "A menos que
se ignore el rigor terminológico, en suma, el sistema de responsabilidad
extracontractual por daños causados por animales que se deduce de
nuestro Código Civil no puede calificarse ni como subjetivo ni como
objetivo.
Asimismo, al abordar el tema, Richard Epstein manifiesta que:

Los propietarios podían ser responsables no por la acción del animal en si,
sino por su negligencia al no mantener a los animales encerrados. En
ambos casos podría surgir un intenso debate sobre si cualquier
responsabilidad, ya sea por acción u omisión, debiera estar regida por los
principios de la responsabilidad subjetiva o de la responsabilidad objetiva.
En este orden de ideas, no cabe duda que el artículo que es materia de
estudio hace referencia a una responsabilidad de tipo objetiva, puesto que
las circunstancias naturales que generan el daño a resarcir, no son
causadas por la voluntad del responsable preestablecido por ley.

2.2. El sujeto responsable

Como ya se ha mencionado, en la actualidad proliferan muchos canes de


diversas razas que son adiestrados por sus amos para pelear o atacar
cuando se sientan amenazados; es mas, en muchas ocasiones suelen

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atacar sin motivo alguno, debido a ese entrenamiento que los ha


convertido en animales fieros, ocasionando en la mayoría de los casos
consecuencias lamentables, sobre todo cuando sus víctimas son niños o
ancianos, quienes debido a sus limitadas condiciones de autodefensa, no
son capaces de repeler el ataque de éstos animales.
Uno de los aspectos importantes que apreciamos del artículo 1979 del
Código Civil es que identifica como sujetos responsables por el accionar
dañino de un animal, en primer tugar, a su dueño y, luego, a aquel que lo
tiene bajo su cuidado, por lo que aparentemente existen dos personas
contra las que puede dirigirse quien haya sido perjudicado -ya sea en su
integridad física o en la de sus bienes-, a fin de obtener la indemnización
correspondiente por los daños que le hubiera ocasionado un animal,
verificándose que no existe inconveniente alguno en que las dos
condiciones mencionadas (dueño y custodio) pueda ostentarlas una sola
persona, esto quiere decir, que no interesa la causa o motivo por la que
se esté en posesión directa del animal, puesto que dicho detentador
deberá responder objetivamente por los daños que el animal produzca,
siempre.
Siendo así, en el caso específico de daños causados por animales el
requisito especial de configuración para la responsabilidad es que el autor
indirecto sea su propietario o que lo tenga bajo su cuidado; asimismo, el
daño ha de ser consecuencia de la intervención activa del animal. Sobre
este punto, Jaime Santos Briz realiza mayores alcances al señalar que "El
comportamiento del animal ha de ser la causa del daño, comportamiento
que ha de ser manifestación de su naturaleza inconsciente"2
estableciendo en definitiva que es el animal quien valiéndose
exclusivamente de sus propios medios, debe producir el perjuicio.
Asimismo, señala que:

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El hombre tiene dominación sobre los animales, y que esa dominación le
produce una ampliación de su responsabilidad: cuando mayor sea la
dependencia del dominado, tanto mayor será el deber de protección del
hombre (...) la responsabilidad por los daños causados por animales
domésticos [como el perro] se basa en una presunción "Iuris tantum" de
culpa "in vigilando" de su poseedor.
De esta forma, quedaría aparentemente resuelto et tema de la atribución
de la responsabilidad, sin embargo, es necesario en este punto
considerar lo expuesto por Fernando de Trazegnies en cuanto señala que
los animales a los que se refiere el Código Civil son todos aquellos que
son objeto de propiedad y que están bajo el cuidado de alguien' condición
que puede inferirse del propio texto de la norma, siendo el ejemplo más
común de nuestra sociedad, los canes.
Igualmente, Lizardo Taboada, haciendo referencia al tema señala que
"En el caso específico de daños causados por animales el requisito
especial de configuración es que el autor indirecto tenga al animal bajo
su cuidado o que sea su propietario. Por un lado, notamos que los autores
citados emplean et término 'propietario", expresión que la entendemos
comúnmente como sinónimo de la palabra dueño, denominación que ha
optado por emplear el legislador, por lo que es preciso recordar que el
artículo 923 del Código Civil define a la propiedad como el derecho real
por excelencia, siendo éste el poder jurídico que permite usar (Ius utendi),
disfrutar (Ius fruendi), disponer (Ius abutendi) y reivindicar (Ius vericandi)
un bien, siendo que el conjunto de atribuciones o facultades descritas
delimitan el contenido del derecho real de propiedad como un derecho
absoluto y exclusivo respecto de la cosa (animal) y excluyente respecto
a terceros.
De otro lado, es preciso mencionar que la Ley N O 27596 - Ley que regula
el Régimen Jurídicos de Canes, utiliza con mayor acierto la palabra
"propietario" y/o "poseedor". Sin embargo, en su artículo 14 se establece
que "Independientemente de las sanciones administrativas a que haya
lugar descritas en el artículo 13 de la Ley:

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a) Si un can ocasiona lesiones graves a una persona, el dueño estará


obligado a cubrir el costo total de la hospitalización, medicamentos y
cirugía reconstructiva necesaria, hasta su recuperación total, sin perjuicio
de la indemnización por daños y perjuicios a que hubiere lugar.
b) Si el can ocasiona lesiones graves a otro animal, el dueño estará
obligado a cubrir el costo que demande su restablecimiento.

Al respecto, León Hilario precisa que es normal que el propietario


tenga bajo su cuidado al animal que le pertenece complementando
su intervención con relación a la responsabilidad del custodio, agregando
que "Esta no es sino una imposición de sentido común. No puede exigirse
la demostración de un ligamen de propiedad (de un derecho real) respecto
del animal, porque se haría sumamente gravosa la situación de los
perjudicados.
Ciertamente, en algunos casos es tarea difícil determinar en forma
fehaciente quién es el dueño o custodio de un animal, más aún, si no
existe colaboración o interés por parte del mismo, situación que es
predecible, teniendo en cuenta que nuestra ley le obliga a indemnizar; de
otro lado, cuando nos referimos al custodio, la situación se complica, ya
que nos estamos refiriendo a una persona que en un espacio de tiempo
determinado tiene un efectivo poder de control y disposición sobre el
animal, pero que no es una temporalidad indefinida, sino pasajera, caso
contrario, nos estaríamos refiriendo al dueño.

Sobre el particular y, centrándonos en el caso de los canes, considero


importante el efectivo cumplimiento de la Ley N O 27596 y de su
Reglamento, respecto a la identificación del dueño del animal, puesto que
de acatarse las ordenanzas municipales que reglamentan su tenencia,
podríamos saber quién es su dueño, ya que sin lugar a dudas sería la
persona que lo declaró ante la Municipalidad respectiva, apareciendo

19
registrada como su propietaria, sin la tediosa necesidad de dilucidar ese
aspecto al interior de un proceso, teniendo en cuenta además que sin la
existencia de medios probatorios idóneos, en muchos casos dicha
condición se tornaría incierta.

2.3. Situaciones eximentes de responsabilidad

Ahora bien, la responsabilidad por los daños causados por animales se


encuadra dentro de la responsabilidad objetiva, por lo que serían de
aplicación las excepciones contempladas en el artículo 1972 del Código
Civil, sin embargo, el artículo 1979 del mismo texto normativo establece
un régimen especial y sólo exonera de responsabilidad a quien pruebe
que e} evento tuvo lugar por obra o causa de un tercero.
Aquí observamos que el hecho de que el dueño o custodio del animal sólo
puedan alegar la conducta del tercero para liberarse de responsabilidad
crea una marcada diferencia entre esta regulación con la normativa
general de responsabilidad por bien riesgoso, que admite también como
eximentes de responsabilidad además del hecho de tercero, el caso
fortuito o fuerza mayor y la imprudencia de la víctima. En este punto, a fin
de comprender mejor la redacción empelada en el artículo comentado,
cabe destacar la opinión de Fernando de Trazegnies en cuanto señala
que:

"El legislador ha querido que siempre hubiera un responsable y por ello


sólo exonera a los "responsables prima facie" (el dueño del animal o el
que lo tiene a su cuidado) cuando es posible encontrar alguien distinto
que pagará por los daños: un tercero. Pero si se trata de un caso fortuito,
en el que nadie estaría obligado a pagar, el Código no reconoce su valor
eximente y quiere que de todas maneras ese dueño o guardador del
animal asuman los riesgos correspondientes".
La interpretación del autor nos explica la rigidez de la regla impuesta en
el artículo 1979, ya que, siguiendo la lógica de nuestro Código Civil, el

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particular riesgo que deriva de los animales justificaría sólo el hecho de


tercero como única causa eximente de responsabilidad.

Sin embargo, si efectuamos una interpretación sistemática de los


artículos 1979 y 1972, llegaremos a la conclusión que no es posible que
elementos como el caso fortuito o la imprudencia de la víctima puedan ser
eliminados de plano como eximentes de responsabilidad para los daños
causados por animales. Por mencionar un ejemplo, recordemos el sonado
caso a nivel nacional del Rottweiller de nombre Lay Fun, perro que el día
diez de julio del año dos mil seis dio muerte a un delincuente (Wilson
Paredes Quispe), quien en horas de la noche ingresó a robar a la playa
de estacionamiento que el can custodiaba en la avenida Abancay -en la
ciudad de Lima. Como es de público conocimiento, la Décima Fiscalía
Penal de Lima Lay Fun dispuso la liberación del can luego de haber
cumplido el periodo de observación y no fue sacrificado 8 en aplicación
estricta del artículo 11 del Decreto Supremo N° 006-2002-SA
(Reglamento de la Ley que regula el régimen jurídico de canes) 35

asimismo, su dueño no tuvo que responder con ningún tipo de


indemnización, siendo éste el ejemplo mas claro y reciente de cómo la
imprudencia de la víctima desplaza perfectamente hacía ella la
responsabilidad del dueño o custodio del animal.
En este punto es preciso señalar que no obstante lo previsto en el Código
Civil, el literal a) del artículo 14 de la Ley que regula el Régimen Jurídico
de Canes, prescribe que "Si un can ocasiona lesiones graves a una
persona, el dueño estará obligado a cubrir el costo total de la
hospitalización, medicamentos y cirugía reconstructiva necesaria, hasta
su recuperación total, sin perjuicio de la indemnización por daños y
perjuicios a que hubiere lugar. Esta disposición no es de aplicación

8
Esta información ha sido obtenida en el diario "El Comercio" en sus ediciones del 13 y 22 de julio
de 2006, a través de su página web (http://www.elcomercio.com.pe)."

21
cuando se actúa en defensa propia, de terceros o de la propiedad
privada", verificándose que a través de esta Ley especial, se estarían
ampliando las causales que eximen de responsabilidad al dueño o
cuidador contempladas en la norma sustantiva, cuando el can actúa en
defensa propia, de terceros o de la propiedad privada.
Ahora bien, en relación a lo expuesto en el párrafo precedente, Daniel
Montes señala que se podría entender que la excepción de pagar los
gastos al lesionado sólo se aplica cuando la persona propietaria del perro
lo ha empleado como un medio de defensa propia (...)"936 agregando que
"Es obvio que el supuesto de la actuación en defensa propia aplicado al
caso de los perros, comprende los casos en los que el fiel can sale en
defensa de su amo sin esperar orden alguna " . Este autor hace referencia
a los casos en que et dueño de un can, ante una agresión externa; por
ejemplo, en caso de un asalto, hace empleo de las actitudes y destrezas
de su mascota para repeler tal agresión, utilizando las ordenes de defensa
adecuadas, destacando además los casos en los que aún sin mediar
orden alguna, el fiel perro protege instintivamente a su amo frente a
cualquier tipo de ataque.
No existiría entonces, ningún inconveniente en emplear las causales
contempladas en el artículo 1972, puesto que son perfectamente
aplicables al caso de los daños producidos por animales, conforme lo ha
entendido la Ley de la materia (N O 27596), puesto que no permitir el caso
fortuito o la imprudencia de la víctima como eximentes de responsabilidad
generaría un grave problema social, sobre todo en los casos en que los
daños hayan sido provocados por canes dóciles, como los llamados
perros de compañía (Shih Tzu, Cocker Spaniel, Basset Hound, etc.) u
otras especies inofensivas. Por ejemplo, imaginemos por un momento
que en algún parque de juegan dos perros, uno de raza Beagle y el otro

9 MONTES DELGADO, Daniel. " ¿Los perros no tienen derecho la defensa propia? A propósito del
concepto de responsabilidad civil". En: Hechos y Derechos, Año 4, N O 34, Trujillo, Editora Normas Legales
S.A.C., 2005, p. 3.

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un Pugr animales de temperamento apacible, sin embargo, un joven que


se encuentra trotando alrededor de ellos comienza a molestarlos sin
motivo aparente y, ante un descuido suyo, uno de los perros le muerde el
pantalón, rasgándolo. En este caso, el evento no tuvo lugar por obra o
causa de un tercero (como lo exige el artículo 1979), sin embargo, nos
encontramos en presencia de la causal contemplada en el artículo 1972;
es decir, la imprudencia de quien padece el daño (culpa de la víctima).
Por último, cabe señala que si bien es cierto con la aplicación del artículo
1979 del Código Civil no se requiere probar la existencia de culpa en el
dueño del animal o en aquél que lo tiene a su cuidado, también es cierto
que eso no significa que el hecho de ser dueño o detentador del can
tampoco requiera probarse, puesto que tales hechos no se presumen,
siendo la víctima quien debe acreditar tanto el daño causado, como
identificar al propietario o custodio a quien demanda, siendo necesario
precisar que la presencia del custodio excluye la responsabilidad del
dueño o propietario.

23
CAPÍTULO III

NORMATIVIDAD DEL CÓDIGO CIVIL ESPAÑOL Y SUS APORTES


JURISPRUDENCIALES
3.1. Sumaria comparación de las disposiciones contenidas en los artículos
1979 del Código Civil peruano y 1905 del español a efectos de poder
brindar una comparación mas ilustrativa y compresible de los artículos
1979 y 1905 de los Códigos Civiles peruano (1984) y español (1889);
respectivamente, considero apropiado efectuar un breve cotejo de ambas
normativas, a fin de obtener las similitudes y diferencias que de su
literalidad puedan distinguirse, presentando posteriormente, un cuadro
sinóptico que confronte las características mas resaltantes de cada una
de las normas indicadas.
Así, de ambos artículos, se pueden advertir las siguientes
condiciones:
En lo que respecta al sujeto responsable, nuestro Código sustantivo
prescribe que éste vendría a ser la persona que es dueña del animal
causante del año o la que lo tuviera bajo su cuidado, mientras que el
Código español, señala como tal al poseedor del animal o al que se sirve
de él, verificándose aquí, como primera diferencia, los términos
empleados en cada uno de los artículos: "dueño" y "poseedor", de un lado
y quien lo tiene a su cuidado" y "quien se sirve de él", del otro.

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De la situación descrita en el texto nacional y, teniendo en cuenta


nuestra realidad, podemos inferir que -en la mayoría de los casos- la
persona que es dueña de un animal, es por lo general quien lo tiene a
su cuidado y, por consiguiente, es la que se encarga de su
manutención y demás exigencias, observándose que en el supuesto
descrito que en una sola persona confluyen ambas condiciones
(dueño y custodio), siendo la única que podría ser considerada como
responsable, claro está, si es que antes no logra demostrar lo
contrario, alegando alguna de las causales eximentes de tal
responsabilidad.

1. De otro lado, verificándose que ambas legislaciones coinciden en


reconocer un carácter objetivo a este tipo de responsabilidad, en el
caso peruano, se ha previsto que el sujeto responsable debe asumir
obligatoriamente su condición de tal, aunque el animal productor del
daño se hubiera perdido o extraviado; asimismo, en el caso español,
se ha determinado que el sujeto responsable tiene que soportar la
misma carga, aunque el animal se le hubiere escapado o extraviado.
Aquí, se logra apreciar una segunda diferencia, puesto que las
palabras "perdido" (artículo 1979) y, "escapado" (artículo 1905) que
emplean respectivamente el Código Civil peruano y español, no son
equivalentes entre sí, ya que no nos encontraríamos en la misma
situación si es que un animal se ha perdido a que si se hubiera
escapado, debido a que la acepción de estas palabras tienen
connotaciones distintas.
2. Por último, en lo que respecta a los supuestos que eximen de
responsabilidad al obligado, tenemos que la normatividad peruana
justifica únicamente los casos en que • el evento dañoso hubiera
acontecido "por obra o causa de un tercero", mientras que la ley
española -con un criterio más acertado, según mi parecer,considera

25
como eximentes de responsabilidad tas situaciones en las que el daño
haya sido el resultado de una "fuerza mayor" o de la "culpa de quien
lo hubiera sufrido", convirtiéndose ésta en la mas resaltante de las
divergencias que se presenta entre ambos Códigos, puesto que de
efectuarse una aislada lectura de los artículos en comentario,
tendríamos que aparentemente- el Código español beneficia
razonablemente exceptuando de responsabilidad a quien cuida o se
sirve de un animal que ha causado daños, con dos causales diferentes
a la única posibilidad que contempla el Código peruano.

Luego de esta breve exposición, me es posible presentar las afinidades e


incompatibilidades que se verifican de cada una de las normas
estudiadas, a través de la siguiente ilustración:

Artículo 1979 del Artículo 1905 del


Código Civil peruano Código Civil español

(1) El dueño del animal. (1) El poseedor del


Sujeto(s) (2) Aquel que lo tiene a animal.
responsable(s) su cuidado.
(2) Quien se sirve de
él.

Situaciones Aunque el animal se Aunque el animal se le


especiales de hubiera (1) perdido o hubiera (1) escapado o
responsabilidad (2) extraviado. (2) extraviado.

Situaciones Si prueba que el evento Si el daño proviniera (1)


eximentes de se produjo por obra o de fuerza mayor o (2) de
responsabilidad causa de un tercero. culpa de la víctima.

Al respecto, es pertinente destacar que el Tribunal Supremo español ha


establecido doctrinariamente que:
"El artículo 1905 del Código Civil contempla una responsabilidad de
carácter no culpabilista o por riesgo, inherente a la utilización del animal,
que procede en principio por la mera causación del daño y con

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exoneración en los singulares casos de fuerza mayor, lo que significa


exclusión del caso fortuito, y culpa del perjudicado, en el bien entendido
que según se desprende del texto legal y así lo destaca la doctrina, la
responsabilidad viene anudada a la posesión del semoviente y no por
modo necesario a su propiedad, de donde se sigue que basta la
explotación en el propio beneficio para que surja esa obligación de
resarcir, como también lo ha declarado la jurisprudencia al analizar los
caracteres y los elementos de la figura en cuestión.
Ahora, considerando que en el capítulo anterior hemos tratado acerca del
sujeto responsable que nuestra legislación prevé, corresponde ahora
referirnos al que propone como tal el Código Civil español. Siendo así,
debemos tener presente que la palabra "poseer", que proviene del latín
possidere, significa -según la definición que nos brinda el Diccionario de
la Real Academia de la Lengua Española- "tener una cosa o ejercer una
facultad con independencia de que se tenga o no derecho a ella De otro
lado, Juan Iglesias nos da un concepto de lo que entiende por 'cosa",
señalando que ésta "es todo objeto del mundo exterior sobre el cual
pueden recaer derechos como por ejemplo, cualquier animal.
Así, teniendo en cuenta ambos significados, debemos considerar la
posición de Jaime Santos Briz, cuando manifiesta que el "Poseedor de un
animal o el que se sirve de él no es necesariamente el propietario [o
dueño, que es el término empleado por et Código Civil peruano], pero ha
de exigirse que el señorío ejercido por el responsable sea en interés
propio y no fugaz"4 esto quiere decir, que el detentador del animal debe
de obtener algún tipo de beneficio directo de él, sea económico, moral y/o
de otra índole.
De otro lado, la palabra "perdido" no tiene la misma connotación que
“escapado", como ya habíamos mencionado anteriormente, puesto que
la primera se refiere al hecho de dejar de tener aquello que se poseía
(dueño o no), mientras que la segunda representa que algo (o alguien) se
aleja o aparta de alguien. Además, la característica divergente entre estos

27
dos conceptos es que ambos encierran una temporalidad específica
(mayor o menor), por ejemplo, no es lo mismo que un perro cause daños
el día de hoy, habiéndose perdido la semana pasada, que los cause hoy
en un espacio físico determinado (un parque) at habérsele escapado a su
amo hace un instante, pero sin que él le haya perdido de vista, como
muchas veces sucede.

En este orden de ideas, es preciso -a efectos de entender mejor las


situaciones previstas en el Código Civil peruano- tener presente lo que
expresa Fernando de Trazegnies al respecto, al tiempo de intentar ubicar
la intención del legislador y darle sentido a las expresiones "perder" y
"extraviar", manifiesta lo siguiente:
"La disyuntiva planteada no es tan clara, porque "perder" y "extraviar"
parecen significar lo mismo. Es posible que este problema semántico no
sea sino la consecuencia de un error de traducción del francés de la regla
correspondiente del Codigo de Napoléon: el artículo 1385 de ese cuerpo
de leyes habla de "extraviado" (egaré) y "escapado" (echappé) ; distinción
cuya relevancia jurídica sigue siendo oscura, pero que implica un cierto
matiz diferente. (...) En el mejor de tos casos, podría entenderse que el
legislador peruano ha querido distinguirse del legislador napoleónico y
significar que, aunque el animal ya no tenga ninguna relación con su
antiguo dueño, éste sigue siendo responsable: 'extraviado" implicaría
una desposesión que aún no es definitiva, un simple desvío temporal,
mientras que "pérdida" evocaría la misma situación con carácter
definitivo”.
Por su parte, Ignacio Gallegos, al pronunciarse sobre el particular, no sólo
considera los casos en que el animal se hubiera escapado o extraviado,
sino también, cuando es abandonado por la persona que lo posee o se
sirve de él, situación que si bien es cierto no esta técnicamente definida
en el artículo bajo cometario (1905), entendemos por analogía que no
puede acogerse como situación eximente de responsabilidad aquella que
se produce cuando una persona actúa en forma cruel e imprudente,

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dejando a su suerte en cualquier paraje a un animal que es de su


propiedad, máxime, si a través de un simple razonamiento damos por
cierto que tal hecho genera un potencial peligro en la sociedad, señalando
expresamente lo siguiente:

"Entendemos que la responsabilidad alcanza al antiguo poseedor [del


animal incluso en caso de abandono. No podemos considerar que una
conducta negligente pueda eximir de responsabilidad al sujeto que con
su actuación ha dado lugar a la posibilidad-probabilidad de los daños".
Por último, el Código Civil español, establece específicamente como
condiciones que eximen de responsabilidad al poseedor del animal si los
daños han sido por causas de fuerza mayor o por culpa de la víctima, a
diferencia de nuestro texto normativo, puesto que dichas situaciones
pueden ser consideradas también, concordando el artículos 1979, con el
artículo 1972, que hace referencia al caso fortuito o fuerza mayor y, al
hecho determinante de tercero o culpa de quien padece el daño.

2.2. Referencias Jurisprudenciales del Tribunal Supremo Español

CASO 1 10 . Dos niños que se encontraban jugando son atacados


brutalmente por los perros mastines que viven y custodian una finca
vecina, resultando los menores lesionados (uno mas grave que el otro).
Sus padres demandan una indemnización de 50 '000,000.00 pts. para el
primer niño ("A") y 210,000.00 pts. para el segundo ("B"). Los
demandados (dueños de la finca) argumentan que los canes agresores
son de propiedad de su hijo, quien los soltó sin previsión alguna et día de
los hechos. Al no haberse acreditado la titularidad del propietario de los
animales y, haberse probado que los demandados se beneficiaban de

10
Sentencia emitida por la Primera Sala Civil del Tribunal Supremo Español con fecha 12 de abril
de 2000 (Resolución N O 397/2000), Véase el texto completo en el Anexo I.

29
ellos por su condición de guardianes (provecho propio), en primera
instancia se llega a fijar para el menor "A" una indemnización ascendente
a 34 '420,000.00 pts. y para "B", 150,000.00, resolución que fuera
confirmada en segunda instancia y, cuyo recurso de casación interpuesto
por los demandados se declaró no ha lugar. Observamos que debido a
que la legislación española contempla como a uno de los sujetos
responsables a la persona que se sirve del animal, no ha existido
inconveniente en aplicar tal presunción al caso comentado, supuesto que
no contempla nuestro Código Civil, por lo que en el caso peruano, hubiera
sido necesario en principio determinar al interior del proceso -en la etapa
probatoria respectiva-, quién era efectivamente el dueño de los mastines
o quién los tenía bajo su cuidado, a fin de imputarle(s) objetivamente la
responsabilidad de los daños causados, verificando luego si es que ha
existido alguna causal eximente de responsabilidad, a través de los
medios probatorios correspondientes.

CASO 211 .- Un perro de raza doberman irrumpe violentamente en la finca


de una pareja de esposos (Millán y Claudia), Al intentar separar a los
perros de su lucha feroz, Millán sufre un ataque cardiaco y fallece. En
primera instancia se estima la demanda, fijando como indemnización a
cargo del propietario del animal y a favor de Claudia, la suma de 9
'300,341.00 pts. En segunda instancia se declara ha lugar la apelación
interpuesta por el demandado, revocando parcialmente la sentencia,
reduciendo el quantum indemnizatorio a 4 '650.170.00 pts. Se declaró no
ha lugar la casación planteada por el obligado, en vista a que el informe
del médico forense afirmaba que era previsible la muerte del occiso,
debido a la presencia de placas ateromatosas obstructivas en sus arterias
coronarias, las mismas que determinaron el enlace causa entre la entrada
violenta del perro y el deceso de Millán.

11
Sentencia emitida por la Primera Sala Civil del Tribunal Supremo Español con fecha 12 de
mayo de 2004 (Resolución N O 377/2004). Véase el texto completo en el Anexo II.

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Notamos que la disminución del monto indemnizatorio se basa en la


acreditación científica de que la muerte no fue causada en forma exclusiva
por la sola actuación del can, racionamiento que considero hubiera sido
adoptado por nuestra Corte Suprema, siendo pertinente considerar en
este punto to expuesto por Jorge Peirano, al señalar que:

“(...) cuando un animal es la causa determinante de un daño, estamos


frente a un hecho del animal, sin que sea menester entrar a juzgar la
autonomía de la actuación de la bestia. Esto no excluye, por supuesto,
que sea condición sine qua non de la aplicación de este tipo de
responsabilidad causado efectivamente el daño”.

31
CONCLUSIONES

 Los animales han sido calificados tradicionalmente como bienes muebles, claro
está, sin desconocer su excepcional particularidad de tener vida y autonomía,
motivos por los que se les denomina semovientes, siendo considerados
jurídicamente como objetos de derecho, dependientes de sus propietarios, por
lo que carecen absolutamente de capacidad jurídica.
 Los daños que en la actualidad provocan los animales, son menores a los que
producían cuando eran empleados como medios de transporte o de carga
(caballos, bueyes, asnos, etc.), debido a que son menos los lugares por los
que transitan, por lo general en zonas rurales y de forma bastante limitada,
siendo que, prácticamente, los únicos animales de cuidado con los que nos
topamos son los considerados canes potencialmente peligrosos.
 El artículo 1979 del Código Civil peruano; referida a los daños causados por
animales, contiene una regla de responsabilidad objetiva, debido a que el
resarcimiento que impone no está supeditado a la negligencia o imprudencia
de quien se imputa como responsable; es decir, al tiempo de determinar su
responsabilidad, no importa verificar si su conducta (del propietario o custodio)
se adecuó o no a un patrón esperado de diligencia.
 De otro lado, para la configuración de este tipo de responsabilidad es requisito
indispensable que el daño se produzca por la intervención directa del animal,
a través de acciones que se contemplen como regulares y/o esperadas dentro
de su comportamiento normal, siendo cargo de la víctima el acreditar que el
daño se produjo efectivamente por el hecho del animal.
 Este precepto se basa en la calificación del animal (de cualquier especie) como
un bien riesgoso, debido a que éste puede causar daños por si mismo sin
necesidad de intervención humana, debido a su propia irracionalidad, situación
que genera ante la sociedad una expectativa de control por parte de la persona
que lo tenga bajo su cuidado.
 Si bien es cierto, todos los animales no pueden ser considerados como bienes
riesgosos ya que unos denotan una mayor peligrosidad que otros , también es

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cierto que con tal definición se llega a establecer que el tipo de responsabilidad
que generan los actos lesivos producidos por éstos, es objetiva, de
conformidad con lo previsto en et artículo 1970 del Código Civil, por lo que
efectuando una interpretación sistemática con el artículo 1972 del mismo texto
normativo, permite al dueño o custodio del animal liberarse de responsabilidad
cuando mediaran el caso fortuito o la fuerza mayor y, la culpa de la víctima, y
no sólo la única causa contemplada en el artículo 1979, que es la acreditación
que el evento tuvo lugar a causa de un tercero.
 En algunos casos es difícil determinar quién es el dueño del animal, situación
que se complica aún mas cuando nos referimos al custodio, puesto que en éste
caso nos referimos a la persona que durante un espacio de tiempo detenta un
efectivo poder de control sobre el animal, temporalidad que ha de ser efímera,
pues de lo contrario, nos estaríamos refiriendo al dueño.
 Ahora bien, al tiempo de efectuar la redacción del artículo 1979, el legislador
pudo ser mas claro en lo que respecta a la disyuntiva del sujeto responsable,
puesto que pudo establecer que quien debía responder por los daños causados
por un animal sería quien lo tiene a su cuidado, obviamente, al tiempo de
producirse el daño.

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BIBLIOGRAFIA

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Edición, Tomo I (Biblioteca para leer el Código Civil, Vol. IV), Lima:
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6. PEIRANO FACIO, Jorge. Responsabilidad extracontractual. Bogotá


:Editorial Temis Limitada, 1979 TABOADA CÓRDOVA, Lizardo.
Elementos de la responsabilidad civil.

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