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Despido indirecto.

Trabajador que padece de depresión


neurótica y reactiva con antecedentes inmediatos a un
cuadro compatible con acv. Traslado a sector de atención al
público. Exposición del trabajador a situación de mayor
estrés. Contraindicación médica. Ius variandi. Ejercicio
abusivo. Art. 66, ley 20.744. Cambio de tareas que implica
potencial perjuicio para la salud del trabajador. Injuria del
empleador. Planteo de inconstitucionalidad del art. 132 bis
de la LCT. Rechazo

“Si bien la actora no tenía una recomendación médica específica


de evitar la atención al público, es a todas luces evidente que
dicha tarea, en un sector donde concurrían 300 pacientes por día,
genera una situación de stress o desgaste constante, incompatible
con la índole de la afección de la accionante. La atención a
semejante cantidad de personas en una institución como la
demandada, exponía a la actora a la necesidad de dar respuesta a
innumerables preguntas, cuestionamientos y planteos que, como
es de público y notorio conocimiento, se suscitan en esos casos;
máxime en el marco de la crisis de la obra social y de las quejas
de los afiliados de las que da cuenta el testimonio de García. Es
dable puntualizar que, del certificado obrante a fs. 56, expedido
por un profesional de la propia accionada, surge que la actora, en
septiembre de 2005, evolucionaba del ACV padecido, que
presentaba una “importante inestabilidad emocional –depresión
reactiva– y que se recomendaba en el ámbito laboral “evitar
mayor stress que aumente el cuadro emocional actual”. La
accionada no invocó ni demostró que, meses después, al momento
del cambio de sector, dicha afección hubiera remitido o que no
padeciera el cuadro señalado. Es más, en el memorial recursivo se
manifiesta que, con posterioridad al accidente cerebro vascular
padecido, se habían otorgado tareas acordes, de acuerdo con la
prescripción médica y que el cambio al sector laboratorio
“continuaba en la misma línea”.”
“Desde tal perspectiva, entiendo que el cambio propuesto
implicaba un potencial perjuicio para la salud de la accionante,
pues significaba colocarla en una situación de mayor stress, en
contra de las indicaciones médicas; y, en razón de ello, coincido
con el criterio de la sentenciante de grado anterior, en cuanto a
que dicho traslado constituyó un ejercicio abusivo de las facultades
establecidas en el art. 66 LCT. En tales condiciones, creo indudable
que existía una injuria patronal que no admitía el mantenimiento
del vínculo (art. 242 LCT), por lo que la decisión resolutoria
adoptada se basa en causa legítima.”
“El Máximo Tribunal de la Nación ha establecido que no son
invocables agravios a garantías constitucionales cuando ellos
derivan de la propia conducta discrecional de quien los formula
(fallos 256:371). Desde esa perspectiva, concluyo que el planteo
de inconstitucionalidad deducido por la demandada con relación al
art. 132 bis de la LCT y a los decretos en cuestión, debe ser
desestimado.”
(“Z. G. E. c/Obra Social Bancaria Argentina, s/ despido” -
CNTrab., Sala II, 4/6/2008, elDial - AA4A3B)
FALLO COMPLETO

En la Ciudad de Buenos Aires, el 4/6/08, reunidos los


integrantes de la Sala II a fin de considerar los recursos deducidos
en autos y para dictar sentencia definitiva en estas actuaciones,
practicado el sorteo pertinente, proceden a expedirse en el orden
de votación y de acuerdo con los fundamentos que se exponen a
continuación.//-
Miguel Ángel Pirolo dijo:
La sentencia de primera instancia hizo lugar en forma parcial a
las pretensiones salariales, indemnizatorias y sancionatorias
deducidas en el escrito inicial;; y rechazó el reclamo referido a la
sanción establecida en el art. 80 LCT
A fin de que sea revisada esa decisión por este Tribunal de Alzada,
interpusieron sendos recursos de apelación ambas partes, en los
términos y con los alcances que explicitan en sus respectivas
expresiones de agravios (fs. 471/475 y fs. 476/478)). A su vez, el
perito contador cuestionó la regulación de honorarios profesionales
efectuada en su favor, en el fallo

Al fundamentar el recurso, la parte demandada se agravia porque


se hizo lugar al reclamo y plantea que no está demostrado que las
nuevas tareas asignadas en el laboratorio resultaran "más
pesadas" que las tareas administrativas que la accionante venía
realizando en el sector contabilidad. En tal sentido cuestiona la
valoración de la prueba testimonial efectuada por la a quo.
Asimismo, critica que se haya omitido dar tratamiento al planteo
de inconstitucionalidad del art. 132 bis de la LCT deducido en el
conteste. A todo evento, plantea que el acogimiento de la
demandada a distintas moratorias para la regularización de los
depósitos hace cesar los efectos previstos en el art. 132 bis de la
LCT, por cuanto ha finalizado la conducta ilícita sancionada por la
norma. Finalmente, sostiene que dicha sanción comienza a
devengarse a partir del vencimiento del plazo intimatorio
establecido en el decreto 146/01. Por su parte la accionante, se
agravia porque se rechazó su pretensión respecto de la
indemnización establecida en el art. 80 LCT y porque se hizo lugar
a la sanción prevista en el art. 132 bis de la LCT, sólo hasta el
momento de interponerse la demanda. Por las razones que
-sucintamente- se han reseñado, solicitan que se modifique,
conforme sus respectivas posturas, la sentencia recurrida

En principio, creo necesario puntualizar que, a mi entender, los


recursos de apelación sub-exámine, en la medida que
-globalmente apreciados- constituyen una crítica concreta y
razonada de las partes de la sentencia que se estiman
equivocadas, reúnen el recaudo de admisibilidad formal previsto
en el art.116 de la LO. Ahora bien, habida cuenta que se debe
tener por cumplida la referida exigencia procesal, seguidamente,
me he de abocar, en primer término, al análisis de los planteos de
la demandada
Las partes están contestes en que la actora padeció el 29/7/05 un
accidente cerebro vascular y que a su reincorporación (en octubre
de 2005) la ex empleadora, por prescripción médica, le otorgó
tareas en el sector contabilidad. También está reconocido que, en
febrero de 2006, la principal dispuso un nuevo traslado de la
accionante, esta vez al sector laboratorio; y que, ante esta
decisión, y previa intimación -en dos oportunidades- para que se
reviera la medida, Z. se consideró despedida. Del intercambio
telegráfico transcripto en el escrito inicial y reconocido por la
accionada (ver fs. 28 vta.) surge que, en el requerimiento, se
alegó que la asignación de tareas de atención al público en el
laboratorio eran estresantes y que, por orden médica y en virtud
de padecer depresión neurótica y reactiva con antecedentes
inmediatos a un cuadro compatible con ACV, debía evitar este tipo
de situaciones. Ahora bien, la Dra. Gassibe, consideró que el
distracto resultó ajustado a derecho, ya que el traslado constituyó
un uso abusivo del ius variandi, pues -según concluyó- la principal
no () podía obligar a la accionante a un cambio de tareas que
perjudicara su salud

Cabe señalar que la demandada, no cuestiona ante esta Alzada la


conclusión de la sentenciante de grado según la cual está
acreditado que la actora padeció una grave enfermedad y que ésta
le generó "consecuencias psíquicas serias" (ver fs. 458); sino que
enmarca su queja en que no se habría demostrado que las nuevas
tareas asignadas en el laboratorio resultaran "más pesadas" que
las efectuadas en el área de contabilidad; sector éste ultimo al que
-es menester recordar- había sido cambiada con posterioridad al
padecimiento del ACV. En tal sentido, la recurrente sostiene que
en el sector contabilidad la accionante atendía a prestadores tanto
telefónica como personalmente y también a los "clientes internos"
y que ese sector recibía innumerables reclamos y quejas por los
atrasos en los pagos y cheques sin fondos, dada la crítica situación
económica que atravesaba la obra social. Agrega que dichas tareas
fueron efectuadas por la accionante sin ningún incoveniente, por lo
que en modo alguno las de atención al público del laboratorio
podían ser "más pesadas" que las efectuadas en contabilidad

A mi entender, pese al esfuerzo argumental de la recurrente, de


los elementos probatorios reunidos en el sub lite se desprende que
no le asiste razón. En primer lugar, la descripción de tareas que
realiza respecto del sector contabilidad, no sólo no resulta
verosímil -si se tiene en cuenta que fue el lugar al que la
demandada destinó a Z. con posterioridad al padecimiento del ACV
y en el marco de las recomendaciones médicas (ver fs. 30 vta.)-,
sino que tampoco surge corroborado de las constancias de la
causa. En efecto, observo que el testigo Trione (fs. 284) -quien
declaró a instancias de la propia demandada y dijo desempeñarse
en el departamento de contabilidad y control presupuestario de la
accionada-, en ningún momento hizo referencia a las
"innumerables quejas" que alegó la recurrente y sostuvo que la
actora atendía a "algún proveedor que pudiera venir" y "algún"
afiliado. Tal manifestación resulta concordante con los dichos de la
testigo Nieto (fs. 414), quien manifestó que en el sector
contabilidad no se trata con el público y que la actora hacía tareas
administrativas sin contacto con éste, y que era la secretaria del
contador. Por otra parte, está acreditado que en el laboratorio las
tareas consistían en la atención al público, "no hay otras tareas
para hacer a no ser que tengas el título de bioquímico" (ver Nieto,
fs. 414 y Mancini, fs. 277)

Si bien la actora no tenía una recomendación médica específica de


evitar la atención al público, es a todas luces evidente que dicha
tarea, en un sector donde concurrían 300 pacientes por día (ver
declaración de Massa, fs. 274), genera una situación de stress o
desgaste constante, incompatible con la índole de la afección de la
accionante. La atención a semejante cantidad de personas en una
institución como la demandada, exponía a la actora a la necesidad
de dar respuesta a innumerables preguntas, cuestionamientos y
planteos que, como es de público y notorio conocimiento, se
suscitan en esos casos; máxime en el marco de la crisis de la obra
social y de las quejas de los afiliados de las que da cuenta el
testimonio de García (fs. 275). Es dable puntualizar que, del
certificado obrante a fs. 56 (rec. a fs. 272), expedido por un
profesional de la propia accionada, surge que Z., en septiembre de
2005, evolucionaba del ACV padecido, que presentaba una
"importante inestabilidad emocional -depresión reactiva- y que se
recomendaba en el ámbito laboral "evitar mayor stress que
aumente el cuadro emocional actual". La accionada no invocó ni
demostró que, meses después, al momento del cambio de sector,
dicha afección hubiera remitido o que no padeciera el cuadro
señalado. Es más, en el memorial recursivo se manifiesta que, con
posterioridad al accidente cerebro vascular padecido, se habían
otorgado tareas acordes, de acuerdo con la prescripción médica y
que el cambio al sector laboratorio "continuaba en la misma línea"

Desde tal perspectiva, entiendo que el cambio propuesto implicaba


un potencial perjuicio para la salud de la accionante, pues
significaba colocarla en una situación de mayor stress, en contra
de las indicaciones médicas; y, en razón de ello, coincido con el
criterio de la sentenciante de grado anterior, en cuanto a que
dicho traslado constituyó un ejercicio abusivo de las facultades
establecidas en el art. 66 LCT. En tales condiciones, creo indudable
que existía una injuria patronal que no admitía el mantenimiento
del vínculo (art. 242 LCT), por lo que la decisión resolutoria
adoptada por Z. -quien intimó en dos oportunidades para que se
reviera la medida y no se opuso al traslado a otro sector de menor
stress (ver tcl del 22/2/06 y del 27/2/06, reconocidas a fs. 28
vta)- se basa en causa legítima (arg. art. 242 LCT); y, en esa
inteligencia, he propiciar que se confirme la sentencia de grado
anterior, en cuanto admite la viabilidad de las indemnizaciones
derivadas del distracto

Con relación al planteo de inconstitucionalidad del art. 132 bis de


la LCT, efectuado por la demandada, y sin perjuicio de que
reiteradamente la CSJN ha sostenido que la inconstitucionalidad de
las leyes es la última ratio del ordenamiento jurídico, cabe señalar
que no se observa que este mecanismo compulsivo, tendiente a
obtener la efectivización del aporte previsional, afecte un derecho
constitucional como el de propiedad. Como lo ha señalado la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en reiteradas ocasiones, los
derechos que consagra la Constitución no son absolutos y deben
ejercerse conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio (F:
188:105; 249:252; 250:418; 262:205; 263:231; 308:814;
308:1631); y, por otra parte, la garantía al derecho de propiedad
consagrado en el art. 17 de la Constitución Nacional, no está
dirigida a proteger las consecuencias emergentes de los propios
incumplimientos contractuales

Aún cuando el importe de la sanción en cuestión pueda no guardar


estricta proporción con el monto de los aportes, ello no implica que
la norma pueda ser objetable constitucionalmente. En efecto, el
dispositivo legal en cuestión, no tiene un objetivo resarcitorio
(indemnización) en función de la mora por la falta de efectivización
de los aportes, sino que es claramente represivo ante un
incumplimiento de suma gravedad y fue previsto en el marco de
una ley antievasión (25.345), con un delimitado fin fiscalista. Los
jueces no se hallan facultados para decidir sobre el mérito o
conveniencia del método disuasorio elegido por el legislador en
resguado de intereses de bien público

Por lo demás, es indudable que la eventual exorbitancia o


desproporcionalidad que predica la recurrente se debe a su propia
conducta, pues es evidente que la sanción se incrementa al
manterse el incumplimiento pese a la intimación que se le efectuó
y a la posterior demanda. Al respecto, el Máximo Tribunal de la
Nación ha establecido que no son invocables agravios a garantías
constitucionales cuando ellos derivan de la propia conducta
discrecional de quien los formula (fallos 256:371). Desde esa
perspectiva, concluyo que el planteo de inconstitucionalidad
deducido por la demandada con relación al art. 132 bis de la LCT y
a los decretos en cuestión, debe ser desestimado

El planteo relativo a que el acogimiento a distintas moratorias para


la regularización de los depósitos haría cesar los efectos previstos
en el art. 132 bis LCT -deducido en forma subsidiaria por la
accionada-, no cumplimenta el recaudo de admisibilidad formal
previsto en el art.116 de la L.O., porque se basa en
consideraciones de carácter genérico que no llegan a constituir una
crítica concreta y razonada de las partes de la sentencia que se
estiman equivocadas. En efecto, la recurrente no indica cuáles
serían los planes de facilidades de pago a los que se habría
adherido, que períodos abarcarían, y cuáles son las constancias de
la causa que acreditarían tales extremos, como para poder analizar
si existen elementos que puedan enervar la conclusión de la a quo
respecto de la procedencia de la sanción. Por ende, considero que
corresponde desestimar este segmento del recurso

También debe desestimarse la pretensión de morigeración de la


sanción establecida en el art. 132 bis LCT, con fundamento en la
aplicación de lo dispuesto en el art. 666 bis del Código Civil pues,
aún cuando la norma del art. 132 bis LCT dispone la aplicación de
una "sanción conminatoria", no es susceptible de conceptualizarse
como una astreinte, ya que no coadyuva a la eficacia de una
decisión judicial, ni parte del juez en ejercicio de su imperium para
obtener el acatamiento de sus propias decisiones. Por otra parte,
su monto no es discrecional, pues está fijado expresamente sobre
una base cierta y determinada por la ley y no existe la posibilidad
de su morigeración o eliminación por parte del magistrado que la
aplica (cfr. "Evasión fiscal. Sanción conminatoria por no ingresar
aportes retenidos al trabajador (art. 132 bis LCT)" por Andrea
García Vior y Roberto Copertari, pub. en DT, julio 2004, págs. 894
y sigts.). Por lo demás, aún cuando de modo conjetural se
sostuviera la aplicabilidad de la norma que cita la demandada, lo
cierto es que tampoco invocó concretamente ante esta Alzada que
se verifiquen los requisitos que el 666 bis del Código Civil
establece para que se reajusten o dejen si efecto las astreintes,
esto es el cumplimiento la obligación y la justificación total o
parcial de su proceder

Por su parte, la actora se agravia porque el reclamo en torno de


dicha sanción se receptó por el monto calculado en la demanda.
Sostiene que en el escrito inicial peticionó que se calcularan las
sumas devengadas hasta el momento de producirse la pericia
contable y efectuó la reserva de ampliar el reclamo hasta el
efectivo cumplimiento; y concretamente solicita en esta instancia
que el concepto se determine al tiempo de la sentencia

En primer lugar, he de reiterar, que no se ha articulado ante esta


alzada cuestionamiento alguno que logre enervar la determinación
de la a quo en torno de la viabilidad de la sanción prevista en el
art. 132 bis LCT. Ahora bien, la cuestión sometida a consideración
del Tribunal impone puntualizar que, en oportunidad de fallar en
otros casos, he sostenido que la sanción en cuestión no puede ser
calculada más allá del mes anterior a la sentencia, sin perjuicio del
derecho del trabajador a reclamar su ampliación en un pleito
futuro. Así lo he entendido porque, como es sabido, en nuestro
ordenamiento procesal no es admisible la "condena de futuro" en
supuestos como el analizado. Al respecto, me remito a los
fundamentos expuestos en oportunidad de expresar mi voto en
"Kramer Hugo Ernesto c/J.J. Felicidades S.A. y otro s/despido" (SD
95703 del 23/4/08), entre otros

Sin perjuicio de ello, en el presente caso, dado los términos del


reclamo, corresponde que la sanción sea calculada hasta la pericia
contable, pues la accionante pidió que la condena incluya lo
devengado hasta ese momento y no medió oposición concreta al
respecto de la accionada (conf. Ac. Plenario Nº 202, in re "Condoni
Limache, Daniel c/Valenti, L.", del 9/12/74). Nótese que la actora
sólo hizo reserva de ampliar hasta la sentencia (ver fs. fs. 13 4º
párrafo), por lo que no corresponde ir más allá de lo peticionado,
dado que luego no se ejerció el derecho de ampliar el reclamo.
Ello, claro está, sin perjuicio del derecho de la trabajadora a
reclamar en un pleito futuro la ampliación de la sanción desde el
momento hasta el cual se calcule en estos autos y hasta que la ex-
empleadora acredite de modo fehaciente haber hecho efectivo el
ingreso de los fondos retenidos

Ahora bien, cabe señalar, en este punto del análisis, que la


accionada sostiene que la sanción debe calcularse desde el
momento de vencimiento de la intimación prevista en el decreto
146/01y no a partir de la extinción del vínculo. Sin embargo, el
planteo debe desestimarse pues, en el caso, no se advierte que la
cuestión cause perjuicio a la recurrente. En efecto, dado que el
requerimiento se realizó el 22/2/06 (ver fs. 7 rec. a fs. 28 vta.) y
la resolución del contrato se produjo el 6/3/06, cualquiera sea el
momento que se tome como referencia, igualmente la sanción
debe calcularse desde el mismo momento, es decir, a partir del
mes de abril de 2006 (inclusive)

Por ende, estimo que corresponde receptar parcialmente el agravio


de la demandante y establecer que la sanción debe calcularse
multiplicando el importe correspondiente a la remuneración que ha
sido tomada en consideración por el a quo ($1.163
) por la cantidad de meses que van desde el mes siguiente a
aquél en el que se produjo la extinción del contrato hasta el mes
anterior al que se presentó la pericia contable (es decir octubre de
2006), cálculo que arroja la suma de $8.141
($1.163 x 7 períodos)

Con relación a la sanción del art. 80 LCT, el fallo desestimó la


pretensión en virtud de que la demandada glosó el certificado en
cuestión a fs. 19. La parte actora plantea que la obligación no fue
cumplida en tiempo oportuno, lo cual -a su entender- torna viable
dicha sanción; y estimo que le asiste razón. Liminarmente,
considero que -como lo he señalado reiteradamente- el reclamo
efectuado ante el SECLO en el que se incluyó la pretensión de
entrega del certificado previsto en el art. 80 de la L.C.T. debe
entenderse razonablemente constitutivo del requerimiento que
prevé en el art. 3 del decreto 146/01, reglamentario de la ley
25.345. Habida cuenta de la gestión conciliatoria que se llevó a
cabo en ese organismo, estimo prudencial considerar que el
requerimiento referido a la entrega del certificado, en un caso
como el de autos, adquirió virtualidad a partir de la fecha de
conclusión del trámite administrativo, es decir el 17/4/06 (ver acta
de fs. 4). Indudablemente, la actora cumplió con los recaudos
previstos en el art. 3 del decreto 146/01 porque, luego de haber
transcurrido el plazo de 30 días corridos a contar desde la
extinción del contrato sin que la empleadora haya hecho entrega
de la certificación respectiva, la trabajadora intimó en forma
concreta el cumplimiento de la obligación que establece el art. 80
LCT, conforme la modificación que introdujo esta norma el art. 45
de la ley 25.345, sin que la requerida se aviniera a cumplir con la
obligación a su cargo dentro de los 2 días hábiles posteriores. La
respuesta que ensayó la demandada en el conteste no sólo es
extemporánea (ver fs. 39), sino que además no trasluce por sí sola
una real disposición a cumplir con la obligación de entrega desde
el momento que no contestó la intimación cursada por la
accionante, no dejó constancia de su intención de cumplir con la
obligación que establece el art. 80 LCT en la instancia
administrativa (ver fs. 4) y no efectuó consignación judicial del
certificado -que recién adjuntó con el conteste-. Tanto esa
manifestación como el acompañamiento de la mencionada
documentación con la contestación de demanda, tuvieron lugar
una vez vencido largamente el plazo de dos días, posteriores a la
recepción de la intimación, que la ley le acuerda para concretar la
entrega, sin consecuencia indemnizatoria. Por ende, corresponde
receptar el agravio modificar la sentencia de grado anterior y
admitir la indemnización prevista en el art. 80 LCT (modificado por
45 ley 25.345)

De acuerdo con lo que llevo dicho, concluyo que se adeudan a la


accionante las siguientes sumas y rubros determinados en la
sentencia de grado -y cuyo cálculo no ha sido cuestionado: $1.396
en concepto de salarios devengados en febrero de 2006 y
marzo de 2006; $931
en concepto de integración mes de despido; $213
en concepto de SAC proporcional 1º Sem/06; $179
en concepto de vacaciones proporcionales 2006; $2.326
en concepto de indemnización sustitutiva de preaviso
$8.819
en concepto de indemnización por antigüedad; $6.038
en concepto de indemnización por antigüedad; $4.410
en concepto de incremento art. 16 ley 25.561
y $286 en concepto de incidencia del SAC, sobre las vacaciones
proporcionales, y las indemnizaciones arts. 232 y 233 LCT. En
atención al resultado del pleito que se propone en la Alzada,
también se deben diferir a condena: $3.489
en concepto de indemnización art. 80 LCT (mod. por art. 45 ley
25.345) y $8.141
en concepto de sanción art. 132 bis LCT. Todo ello hace un
total de $36.228

En consecuencia y por las razones antes expuestas, corresponde


modificar el decisorio recurrido y elevar el monto de condena a la
suma de $36.228
, con más los intereses dispuestos en la instancia anterior, a
calcularse desde la fecha allí prevista

En virtud de las argumentaciones expuestas y con arreglo a lo


establecido por el art. 279 del CPCCN, corresponde adecuar la
imposición de costas y los honorarios al resultado del pleito que se
ha dejado propuesto para resolver la apelación; cuestión que torna
abstracto el tratamiento del planteo en torno de los honorarios. En
orden a ello, y en función de dicho resultado, de acuerdo con el
principio general que emana del art.68 del CPCCN, estimo que las
costas de ambas instancias deben quedar a cargo de la parte
demandada, por haber sido vencida en los aspectos principales de
la controversia

En atención al mérito y extensión de la labor desarrollada por los


profesionales que actuaron en estos autos y al nuevo resultado del
pleito que he dejado propuesto, de acuerdo con las pautas que
emergen del art.6 y subs. de la ley 21.839, de la ley 24.432, del
art. 38 de la L.O. y del dec. 16.638/57, estimo que, por las tareas
llevadas a cabo en primera instancia, corresponde regular los
honorarios de la representación y patrocinio letrado de la parte
actora en el 16%; los de la representación y patrocinio de la parte
demandada en el 12%; y los del perito contador en el 6%;
porcentajes éstos que, en la oportunidad prevista en el art.132 de
la LO, deben aplicarse sobre el monto total de condena -capital e
intereses-

A su vez y con arreglo a lo establecido en el art.14 de la ley


21.839, habida cuenta del mérito y extensión de labor desarrollada
en esta instancia por la representación y patrocinio letrado de la
parte actora y de la asistencia letrada de la parte demandada,
propongo que se regulen los honorarios por esas actuaciones en el
30% y 25%, respectivamente, de lo que corresponde a cada uno
de ellos por la totalidad de lo actuado en la instancia anterior

En cumplimiento de la Acordada C.S.J.N. N° 6/05 (modif.por


Ac.C.S.J.N. N° 19/05), sin que esto implique abrir aquí juicio
alguno acerca de la validez constitucional de las normas que
regulan la creación y funcionamiento de CASSABA y sin perjuicio
del derecho de los sujetos involucrados a efectuar los planteos que
estimen pertinentes en el ámbito de competencia material
correspondiente, corresponde hacer saber a los abogados,
procuradores y a las partes que, oportunamente, deberán observar
las previsiones contenidas en la ley 1181 de la C.A.B.A., bajo
apercibimiento de comunicar la situación a la mencionada entidad

La Dra. Graciela A. González dijo: que adhiere a las


conclusiones del voto de Miguel Ángel Pirolo, por análogos
fundamentos

Con relación a la sanción prevista en el art. 132 bis de la LCT,


estimo necesario aclarar que por las consideraciones expuestas en
oportunidad de votar en los autos "Kramer Hugo Ernesto c/J.J.
Felicidades S.A. y otro s/despido", (SD 95703 del 23/4/08), a los
que me remito en mérito a la brevedad -donde sostuve un criterio
que no conforma la postura mayoritaria de esta Sala-, considero
necesario destacar que no comparto la delimitación temporal del
contenido de dicha sanción que propician mis colegas -al entender
que no procede dictar al respecto "una condena a futuro"-. Sin
embargo, mi adhesión responde a que, en este caso en particular,
la accionante delimitó el reclamo hasta el momento de la pericial
contable

En lo atinente a la intimación prevista en el art. 80 de la L.C.T.


(conf. dec. 146/01) reiteradamente he sostenido que no puede ser
suplida por la iniciación de las actuaciones administrativas ante el
Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria puesto que, tanto la
demanda judicial, como su antecedente procesal: el trámtie de
conciliación obligatoria, condenen el planteo de un estado de cosas
pretérito y no constituyen en sí mismas una instancia más de las
relaciones bilaterales contenidas en el contrato de trabajo o
derivadas de él (conf. esta Sala en su anterior integración, sent.
53.631 del 10/9/05 "Calderón Fernández José c/South Convention
Center S.A. s/despido")

Sin embargo, mi criterio no ha sido compartido por el Dr. Miguel


Ángel Maza, por cuanto, entre otros in re "Rivero Daniel Hernán
C/Chamorro Cuenca Mariano y Otro S/Despido" (S.D. 94.717 del
8/2/07), se ha pronunciado en forma coincidente con el Dr. Pirolo.
Por ende, mi adhesión al respecto se debe a razones de economía
y celeridad procesal y en el entendimiento de que no resulta útil
insistir con una postura que no va a ser aceptada

Por lo que resulta del acuerdo que antecede (art. 125 de la ley
18.345), el Tribunal RESUELVE: 1) Modificar el decisorio recurrido
y elevar el monto de condena a la suma de $36.228
, con más los intereses dispuestos en la instancia anterior, a
calcularse desde la fecha allí prevista; 2) Imponer las costas a
cargo de la demandada, en ambas instancias; 3) Regular los
honorarios de la representación y patrocinio letrado de la parte
actora, de la asistencia letrada de la demandada y del perito
contador, por los trabajos realizados en la instancia anterior, en el
16%, 12% y 6%, respectivamente; porcentajes éstos que en la
oportunidad prevista en el art. 132 LO, deben aplicarse sobre el
monto total de condena -capital con más sus intereses-; 4)
Regular los emolumentos de la representación letrada de la parte
actora y de la asistencia letrada de la demandada, por los trabajos
realizados en esta Alzada, en el 30% y 25%, respectivamente, de
lo que corresponde a cada uno de ellos por la totalidad de lo
actuado en la instancia anterior;; 6) Hacer saber a las partes y sus
letrados la vigencia de la Acordada C.S.J.N. N° 6/05 (modif.por
Ac.C.S.J.N. N° 19/05) y que deberán proceder con arreglo a lo
establecido en el considerando pertinente

Regístrese, notifíquese y devuélvase.//-


Fdo.: Graciela A. González - Miguel Ángel Pirolo

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