Los Masones durante la época conocida como operativa u
operante, tenían muchos secretos. En primer lugar sólo ellos
poseían los secretos técnicos del oficio, comparables a secretos de fábrica, por ejemplo el de la estabilidad de un arco. No es sorprendente que los hayan respetado y que por esta razón, tales procedimientos de arquitectura no llegasen nunca hasta nosotros, ya que constituían la forma de ganarse el pan y el de sus familias.
Estos obreros calificados por emplear el lenguaje moderno del
trabajo, tenían si no un monopolio, al menos el derecho de ser preferidos a los que no pertenecían a la corporación, por tanto en Inglaterra existía el free mason que sólo sabía trabajar la piedra en bruto, propia de la construcción; y el rough mason que trabajaba el material denominado dry walls (muros secos o adobes).
Eran numerosos los albañiles errantes que también tenían que ser contratados en las diversas obras, pero ¿como distinguir a los masones auténticos de los impostores?.
La Masonería operante resolvió este problema vital con santos y
señas, con un apretón de manos particular y con signos simbólicos, por lo tanto este es el origen de las palabras, signos y toques de la Francmasonería moderna.
El espíritu del secreto masónico era altamente moral, no era otra
cosa que el derecho al trabajo y su carácter riguroso era el secreto profesional.
A pesar de todo, el secreto masónico no dejaba de tener
implicaciones, en el continente, la decadencia del arte gótico acarreó a la decadencia de la Masonería operante y las Logias medievales desaparecieron, pero en Inglaterra y Escocia, países de tradiciones bajo tantas y tan variadas formas, las Logias sobrevivieron. Se llenaron de miembros honorarios llamados gentleman masons o accepted masons (masones aceptados) que a menudo eran los mecenas.
En el Siglo XVII las ceremonias de recepción o iniciación
imprimieron su carácter ritual, donde procede la fórmula de juramento que se ha conservado hasta nuestros días: Juro y prometo por mi libre voluntad, en presencia del Gran Arquitecto del Universo y de esta aceptable asamblea de masones, solemnemente y sinceramente, no revelar jamás ninguno de los misterios de la Francmasonería, que van a serme confiados, a no ser a un bueno y legítimo Francmasón, o en una Logia regularmente constituida, no escribirlos jamás, ni trazar, grabar ni formar ningún carácter por el cual pudieran ser desvelados los secretos, so pena de ser degollado, de que me corten la lengua y ser enterrado en la arena del mar a fin de que el flujo y el reflujo me sumerjan en un terno olvido, tal es el juramento en el cual se han basado las Logias durante siglos.
Poco a poco, sin embargo, el viejo elemento operante terminaría
por convertirse en pequeñas minorías, hasta el punto de que aparecieron Logias compuestas exclusivamente por masones aceptados. Bajo estas nuevas condiciones, la institución no podía sobrevivir sino a condición de cambiar de carácter.
De "operante", la Francmasonería se convirtió en "especulativa" y
"esotérica", todo un símbolo surgió, la catedral que construir ya no sería en adelante un templo de piedra, sino propia humanidad ideal, para la gloria del Gran Arquitecto del Universo.
El "trabajo sobre la piedra bruta", destinado a convertirse en
cúbico, es decir perfecto y apto para las exigencias constructivas, sería el hombre mismo, adaptándose a sus semejantes. Cada herramienta tuvo finalmente su sentido simbólico: la regla fue el símbolo de la ley moral, el formón y el mazo los instrumentos para pulir la piedra en bruto, etc.
La masonería mantuvo sus secretos en base a la llamada
"disciplina del silencio" que es una de sus enseñanzas fundamentales. "Quien habla mucho piensa poco, ligera y superficialmente", "las mejores verdades son las no dichas" y la Masonería quiere que sus adeptos se hagan mas bien pensadores que habladores. No se llega a la verdad con muchas palabras ni discusiones, sino mas bien con el estudio, la reflexión y la meditación silenciosa, por consiguiente, aprender a callar es aprender a pensar y meditar. Por esta razón la disciplina del silencio tenía una importancia tan grande en la escuela pitagórica, en donde a ninguno de sus discípulos se le permitía hablar, bajo ningún pretexto, antes de que hubiesen transcurrido los tres años de su noviciado, período que corresponde exactamente al del aprendizaje masónico.
Saber callar no es menos importante que saber hablar y este
último arte no puede aprenderse a la perfección antes de habernos adiestrado en el primero, rectificando por medio de la escuadra de reflexión nuestras expresiones verbales instintivas.
En el silencio las ideas se maduran y clarifican, y la verdad aparece
como la verdadera palabra que se le comunica en el secreto del alma a cada ser.
El arte del silencio es pues, un arte complejo, que no consiste
únicamente en callar la palabra exterior, sino que se hace realmente completo con el silencio interior del pensamiento: cuando sepamos acallar el pensamiento es cuando la verdad pueda íntimamente revelarse y manifestarse a nuestra conciencia.
Por lo tanto, para poder realizar esta disciplina del silencio,
también hemos de comprender el significado y el alcance del secreto masónico, dado que el masón tiene que callarse ante las mentalidades superficiales o profanas sobre todo aquello que únicamente los que se han iniciado en su comprensión pudieran entender y apreciar.
Por otro lado, los signos y medios de reconocimiento y todo cuanto
se refiere a trabajos masónicos, deben conservarse en el secreto más absoluto, puesto que de este secreto depende la perfecta aplicación, utilidad y eficacia de los mismos. Son éstos los medios exteriores o materiales con los cuales está formada y se hace efectiva la mística cadena de solidaridad que con la Masonería, abraza toda la superficie de la tierra. Sin embargo si definimos la palabra "secreto" según el vocabulario masónico básico, encontramos que secreto significa: "Callado, silencioso, reservado, oculto, ignorado, separado de la vista o del conocimiento del mayor número. Antiguamente era sinónimo de "misterio".
El mismo diccionario dice: "Mucho se ha hablado y se ha escrito, y
gran misterio se hace todavía del secreto que se supone poseedora y depositaria la Francmasonería. Sobre este particular hace ya mucho tiempo que se ha hecho luz más que suficiente para que todo Francmasón medianamente instruido pueda saber con certeza a que atenerse.
Así pues en el vocabulario masónico moderno, la palabra "secreto"
debe tomarse como sinónimo de "discreción". Lo discreto simplemente es el Ritual y las formas de reconocimiento entre Masones. Ahora la Masonería no es secreto es cultura".
Pero ¿cual es la diferencia entre el significado de "secreto" y
"discreto"?, según el diccionario de la lengua española, "secreto" significa reserva, sigilo, silencio sobre una cosa confiada, asimismo agrega que observar el secreto es una de las partes más difíciles, más esenciales de un arte, de una ciencia, secreto es un mecanismo oculto, es la razón o medio oculto de hacer una cosa, significa también que se mantiene oculto, que no es visible. En cambio "discreto" significa que no llama la atención, moderado en sus palabras y acciones, que sabe guardar un secreto.
Por lo tanto la Masonería aún mantiene su secreto, el mismo que
está dentro del ritual, en los signos y en los toques. Cuando nos iniciamos hacemos un juramento de no revelar los secretos de la Masonería y dicho juramento es renovado en cada logia al finalizar los trabajos. Asimismo mientras se asciende de grado se nos revelan más secretos que tenemos que tener la capacidad de comprender y mantener el silencio respecto a los mismos.
En una conversación sostenida con algunos ex Venerables
Maestros sobre el tema, me comentaban que aún hasta hace algunos años, cuando algún hermano Masón pasaba a Oriente Eterno, la viuda recibía la visita de miembros de su Logia quienes tomaban recaudo de todos sus objetos de Francmasón, así como de todos sus libros relacionados con la Francmasonería, con el objeto de mantener el secreto. Sin embargo los tiempos han cambiado, la Masonería se ha vuelto discreta, podemos observar que la literatura al respecto es de libre accesibilidad, pero el comprender el significado de lo escrito en dichos libros es todavía un secreto de la Masonería.
Por otro lado en nuestras tenidas blancas se aperturan nuestros
templos, manteniendo en secreto nuestros rituales pero permitiendo que los profanos escuchen nuestras planchas llenas de mensajes y enseñanzas. Esto significa que de alguna manera que la Masonería dejó de mantenerse oculta o invisible tendiendo más a ser discreta, es decir "sin llamar la atención", que secreta es decir "oculta".
Podría considerarse que en la actualidad el secreto está en cada
uno de nosotros, en la forma en que labramos nuestra piedra bruta. Nosotros tenemos un templo en nuestro interior que de alguna forma contiene al Gran Arquitecto del Universo, dentro de este templo debemos cultivar las enseñanzas que nos da la Francmasonería. Alguna vez un Hermano Aprendiz me decía que además debemos respetarnos los unos a los otros por el mismo hecho de que cada uno lleva este templo interior
Por lo tanto, sí existen secretos dentro de la Francmasonería que
los vamos descubriendo cuando subimos de grado, dichos secretos son individuales es decir, los conocemos cada uno de nosotros para poder desarrollarnos mentalmente y espiritualmente, sin embargo somos discretos con nuestros secretos.
No se divulga abiertamente el hecho mismo de pertenecer a la
Masonería, por lo que es importante tomar en cuenta las principales enseñanzas de la disciplina del silencio, como una virtud para labrar nuestra piedra bruta, siendo discretos y sabiendo mantener nuestros secretos.