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Economía puede enmarcarse dentro del grupo de ciencias sociales ya que se dedica al
estudio de los procedimientos productivos y de intercambio, y al análisis del consumo
de bienes (productos) y servicios. El vocablo proviene del griego y significa
“administración de una casa o familia”.
En 1932, el británico Lionel Robbins aportó otra definición sobre la ciencia económica, al
considerarla como la rama que analiza cómo los seres humanos satisfacen sus
necesidades ilimitadas con recursos escasos que tienen diferentes usos. Cuando un
hombre decide utilizar un recurso para la producción de cierto bien o servicio, asume el
coste de no poder usarlo para la producción de otro distinto. A esto se lo denomina coste
de oportunidad. La función de la economía es aportar criterios racionales para que la
asignación de recursos sea lo más eficiente posible
La forma en que se fijan los precios de los bienes y de los factores productivos
como el trabajo, el capital y la tierra y cómo se utilizan para asignar los recursos.
El comportamiento de los mercados financieros y la forma en que se asigna el
capital en la sociedad.
Las consecuencias de la intervención del Estado en la sociedad y su influencia en la
eficiencia del mercado.
La distribución de la renta y propone los mejores métodos de ayuda a la pobreza
sin alterar los resultados económicos.
La influencia del gasto público, los impuestos y el déficit presupuestario del Estado
en el crecimiento de los países.
Como se desarrollan los ciclos económicos, sus causas, las oscilaciones del
desempleo y la producción, así como las medidas necesarias para mejorar el
crecimiento económico a corto y a largo plazo.
El funcionamiento del comercio internacional y las consecuencias del
establecimiento de barreras al libre comercio.
El crecimiento de los países en vías de desarrollo.
MICROECONOMÍA
La microeconomía tiene varias ramas de desarrollo de las cuales las más importantes son:
la teoría del consumidor, la de la demanda, la del productor, la del equilibrio general, y la
de los mercados de activos financieros. No pueden considerarse enteramente separadas
porque los resultados de unos aspectos influyen sobre los otros. Por ejemplo, las
empresas no solo ofertan bienes y servicios, sino que también demandan bienes y
servicios para poder producir los suyos. La Microeconomía propone modelos matemáticos
que desarrollan los supuestos sobre el comportamiento de los agentes económicos, las
conclusiones a la que se llegue usando esos modelos solo será válida, en tanto en cuanto,
se cumplan los supuestos, cosa que no ocurre siempre, especialmente si se trata de
supuestos muy fuertes o restrictivos.
MACROECONOMÍA
PENSAMIENTO ECONOMICO
Los orígenes de la economía se remontan a la antigua Grecia, donde filósofos como Platón
y Aristóteles reflexionaron sobre conceptos como el valor, el precio, el interés y la
organización económica. Sus ideas y definiciones fueron asumidas luego por los
escolásticos medievales y no evolucionaron hasta el s.XVI, en el que el desarrollo
comercial de Europa contribuyó a la aparición del mercantilismo, que se interesó
primordialmente por las causas que contribuían a aumentar la riqueza de las naciones y
amplió el campo de la economía con cuestiones como la riqueza nacional y la balanza de
pagos. El paso de la economía a un estado científico se inició a mediados del s. XVIII, y se
debió a la labor de los fisiócratas franceses, de los economistas británicos de la llamada
escuela clásica, como Adam Smith y David Ricardo, y de Carlos Marx y los partidarios del
socialismo. A pesar de sus diferencias metodológicas y políticas, coincidían todos en el
interés por formular leyes y teorías que explicaran la realidad, en el estudio de temas
como la producción, la distribución y la creación del excedente productivo, y en la noción
de que el valor de un producto dependía de la cantidad de trabajo necesario para crearlo.
El modelo de sociedad sobre el que la ciencia económica había centrado su estudio sufrió,
sin embargo, profundas modificaciones a lo largo del siglo XX, lo que trajo consigo la
aparición de nuevas teorías y enfoques: la planificación económica socialista, resultado del
triunfo de la revolución rusa; la teoría de la competencia monopolística, desarrollada por
Joan Robinson, entre otros, que considera que el modelo de competencia perfecta
utilizado por las escuelas neoclásicas no tenía ya nada que ver con la auténtica realidad
del s. XX; la doctrina de J. M. Keynes, que, tras estudiar la crisis de 1929, destacó el papel
del Estado en la corrección de los desequilibrios económicos; la economía del bienestar,
interesada en el desarrollo de un modelo que resuelva las desigualdades de la distribución
de la riqueza; las distintas corrientes neoliberales, que recuperan el mensaje de los
librecambistas y conceden al mercado el papel de máximo regulador de la economía; la
economía del subdesarrollo, que centra sus estudios en la desigualdad entre los países
industrializados y los países atrasados.
EMPRESA
Así, se puede considerar que una definición de uso común en círculos comerciales es la
siguiente: “Una empresa es un sistema que con su entorno materializa una idea, de forma
planificada, dando satisfacción a demandas y deseos de clientes, a través de una actividad
comercial". Requiere de una razón de ser, una misión, una estrategia, objetivos, tácticas y
políticas de actuación. Se necesita de una visión previa, y de una formulación y desarrollo
estratégico de la empresa. Se debe partir de una buena definición de la misión. La
planificación posterior está condicionada por dicha definición.
Otra definición -con un sentido más académico y de uso general entre sociólogos- es:
“Grupo social en el que a través de la administración de sus recursos, del capital y del
trabajo, se producen bienes o servicios tendientes a la satisfacción de las necesidades de
una comunidad. Conjunto de actividades humanas organizadas con el fin de producir
bienes o servicios.
GEOGRAFÍA ECONÓMICA
Relaciona la actividad económica (consumo y producción) con el lugar del mundo en que
se lleva a cabo.
Los geógrafos se interesan no sólo por dónde están las cosas sino por qué están situadas
en donde se encuentran, y la naturaleza de los procesos que afectan a tal ubicación.
Todas las personas son consumidoras. Las fábricas que producen artículos y servicios se
clasifican en industrias. Una empresa es una unidad de propiedad de negocio. En realidad,
el espacio económico es todo menos homogéneo, y no todos los consumidores piensan y
se comportan de la misma manera, y cambian en el tiempo lo que complica mucho el
análisis geográfico de los fenómenos económicos. Y para complicar las cosas los sistemas
económicos que se desarrollan en las diferentes regiones no están aislados unos de otros,
sino que se interfieren. De cómo, por qué, dónde, cuándo sucede esto trata la geografía
económica.
SECTORES ECONÓMICOS
Una manera de entender las relaciones entre las actividades económicas y el espacio es
por medio del análisis de los sectores económicos, pues la multiplicidad de productos
implica asimismo una gran diversidad en las formas de producirlos. La clasificación de los
sectores económicos se ha establecido según criterios internacionales adoptados por los
diferentes países. De este modo los sectores económicos se clasifican en:
SECTOR PRIMARIO
SECTOR SECUNDARIO
SECTOR TERCIARIO
Incluye aquellas actividades cuyos productos no son bienes tangibles, sino que son
intangibles, pero son sujetos de transacción económica, como las actividades bancarias, el
comercio, el transporte, y el turismo entre otras. Por ser de carácter inmaterial están
menos vinculadas a espacios concretos, pero es en el espacio urbano donde mejor se
despliegan.
SECTOR CUATERNARIO
DINERO
Dinero (del latín denarius o denario, moneda romana) es todo medio de intercambio
común y generalmente aceptado por una sociedad que es usado para el pago de bienes
(mercancías), servicios, y de cualquier tipo de obligaciones (deudas). Actualmente, el tipo
de dinero que manejamos en el día a día es dinero fiduciario.
Además de los puntos anteriores, el dinero debe ser reconocido por la sociedad que lo
usa, permitiendo su identificación y valoración de una forma clara.
El dinero, tal como lo conocemos hoy (billetes y monedas sin valor propio), debe estar
avalado o certificado por la entidad emisora. Actualmente son los gobiernos, a través de
las leyes, quienes determinan cual es el tipo de dinero de curso legal, pero son otras
entidades, como los bancos centrales (Banco Central) y las casas de la monedas (Ceca), los
que se encargan, primero, de regular y controlar la política monetaria de una economía, y
segundo, de crear las monedas y billetes según la demanda y la necesidad de tener dinero
físico.
Sintetizando, podemos afirmar que el dinero es un activo financiero neutro o plenamente
líquido, que sirve de plataforma intermedia para optimizar el intercambio bienes y
servicios, evitando las inexactitudes propias del trueque, es decir, del intercambio directo
de bienes y servicios.
Un ganadero se dedica a criar cabras y necesita trigo para hacer pan. La persona que
cultiva trigo no necesita ninguna cabra, y por lo tanto el intercambio directo no es posible.
Un herrero sí quiere una cabra para comer, pero el ganadero no requiere de las
herramientas fabricadas por el herrero, pero el cultivador si requiere de herramientas para
su trabajo.
Desde las sociedades más primitivas, el hombre ha necesitado intercambiar los bienes
obtenidos como fruto de su esfuerzo por otros. De ese modo, el que había recolectado
frutos de la tierra en un determinado momento podía desear cambiar parte de ellos por
ejemplo por pieles. Así surgió el trueque. El problema es que, en ese momento, los
intercambios dependían de las necesidades de cada individuo en cada momento, siendo
un trámite lento y difícil adaptarse a las urgencias inmediatas de cada individuo.
En el ejemplo planteado, es posible que el cazador que tenía las pieles no desea frutos de
la tierra sino bastones de madera. La tarea del trueque podía resultar ardua, ya que en
primera instancia, el recolector de frutas requeriría encontrar a alguien dispuesto a
cambiar las frutas por madera, para ir posteriormente a cambiar ésta por las pieles. En
algún momento pudo suceder que el recolector de frutas diera las frutas al que poseía
bastones de madera, y le pidiera una nota equivalente al valor de las frutas; y luego pudo
haber ido con esta nota junto al dueño de las pieles, pidiendo le cambiaba ese documento
(el cual tenía un valor en madera) por pieles, pues más tarde podría reclamar la madera al
emisor de la nota (al dueño de la madera). Y probablemente, en esa hipotética situación,
el poseedor de las pieles pudo haber recibido la nota y no ir luego a canjearla por
bastones de madera, sino usarla para con ella obtener algún otro bien o servicio en otro
lugar. Obviamente, en algún momento la nota pudo haber regresado a su emisor original
a efectos de cambiarla finalmente por los bastones de madera. Pero también pudo haber
sucedido, que algunas notas muy especiales nunca hubieran regresado a su emisor
original, y quedaran circulando por un muy largo tiempo en el circuito de los intercambios
hasta su eventual destrucción o hasta su eventual pérdida de valor, cumpliendo así una
función monetaria; esto bien pudo haber pasado con notas de entrega de metales
emitidas por personas muy importantes, como reyes o faraones.
Al final, en toda comunidad humana acaban apareciendo ciertos bienes que son más
fácilmente intercambiables que otros, de forma que los individuos los demandan, no por
su utilidad, sino por su especial capacidad para circular por el mercado, para servir de
moneda de cambio. O sea en definitiva, por su liquidez. Un claro ejemplo serían los
cigarrillos en el ambiente carcelario, que serían utilizados incluso por los no fumadores
para cambiar por otros bienes, o los chocolates en Europa después de la Segunda Guerra
Mundial, producto que por su aguda escasez sirvió informalmente para niños y adultos
como moneda de cambio de otros bienes. Estos ejemplos ilustran que una necesidad
generalizada o aceptación generalizada une a todos, y permite el intercambio de bienes y
servicios. Y en las civilizaciones avanzadas, esa especie de aceptación generalizada es el
dinero, que facilita las transacciones comerciales de una manera fácil y sencilla,
favoreciendo de este modo la expansión del comercio.
Naturalmente, el dinero que fue usado en sus inicios, en tiempos remotos, no fue como
hoy lo conocemos. Distintas civilizaciones adoptaron distintos bienes para suplir con ellos
la función de dinero: alimentos, conchas, metales, plumas, piedras preciosas, etc.
Con el paso del tiempo, el oro y la plata fueron ampliamente usados como dinero debido a
que su valor es aceptado mundialmente, y también debido a la facilidad de transporte, a
las ventajas de la conservación, etcétera. Para garantizar o certificar que un trozo de metal
o moneda contenía una cierta cantidad de oro y/o plata, se comenzó la acuñación, a modo
de garantía o certificación, por parte de entidades reconocidas y respetadas (reinos,
gobiernos, bancos), que avalaban el peso y la calidad de los metales que contenían.