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Tema VI: Trastorno de la infancia y la adolescencia

 Trastorno generalizado del desarrollo


La categoría diagnóstica de los trastornos generalizados del desarrollo o TGD
(conocidos en inglés como Pervasive Developmental Disorders o PDD) se refiere a un
grupo de trastornos caracterizados por retrasos en el desarrollo de las aptitudes de
socialización y comunicación. Los padres pueden observar síntomas ya en la primera
infancia y la edad típica para el comienzo de la enfermedad es antes de los tres años de
edad. Los síntomas pueden incluir problemas para usar y entender el lenguaje; dificultad
para relacionarse con las personas, objetos y sucesos; juegos poco usuales con los
juguetes y otros objetos; dificultad con los cambios de las rutinas o el ambiente familiar;
y movimientos corporales o patrones conductuales repetitivos. El autismo (un trastorno
del desarrollo cerebral caracterizado por una alteración de las aptitudes de interacción
social y comunicación, y un rango limitado de actividades e intereses) es el más
característico y mejor estudiado de los TGD. Otros tipos de TGD incluyen el síndrome
de Asperger, el trastorno desintegrador de la infancia y el síndrome de Rett. Los
niños afectados por un TGD varían ampliamente en cuanto a sus capacidades,
inteligencia y comportamiento. Algunos niños no dicen una sola palabra, otros hablan
en frases o conversaciones limitadas y otros tienen un desarrollo del lenguaje
relativamente normal. Suelen evidenciar juego repetitivo y la limitación de las
habilidades sociales es generalmente evidente. También son frecuentes las respuestas
inadecuadas a la información sensorial, como ruidos y luces fuertes.

El trastorno del espectro autista

El trastorno del espectro autista -TEA (ASD, por sus siglas en inglés) es un trastorno de
origen cerebral que afectan el comportamiento, la comunicación y las destrezas sociales
de un niño.
Se lo llama "trastorno de espectro" porque diferentes personas con TEA pueden tener
una gran variedad de síntomas distintos. Estas pueden tener problemas para hablar con
usted y es posible que no lo miren a los ojos cuando usted les habla. Además, pueden
tener intereses limitados y comportamientos repetitivos. Es posible que pasen mucho
tiempo ordenando cosas o repitiendo una frase una y otra vez. Parecieran estar en su
"propio mundo".

Actualmente, el diagnóstico de TEA incluye muchas afecciones que solían


diagnosticarse por separado e incluyen el trastorno autista, el trastorno generalizado del
desarrollo no especificado de otra manera (PDD-NOS, por sus siglas en inglés) y el
síndrome de Asperger. Hoy en día, a todas estas afecciones se las denomina trastornos
del espectro autista.

Signos y síntomas

Las personas con un TEA a menudo tienen problemas con las destrezas sociales,
emocionales y de comunicación. Es posible que repitan determinados comportamientos
o que no quieran cambios en sus actividades diarias. Muchas personas con TEA
también tienen distintas maneras de aprender, prestar atención o reaccionar ante las
cosas. Algunos de los signos comienzan durante la niñez temprana y, por lo general,
duran toda la vida.

Los niños o adultos con TEA podrían presentar las siguientes características:

 No señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un


avión que pasa volando).
 No mirar los objetos cuando otra persona los señala.
 Tener dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés
por otras personas.
 Evitar el contacto visual y querer estar solos.
 Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para
hablar de sus propios sentimientos.
 Preferir que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos
quieren.
 Parecer no estar conscientes cuando otras personas les hablan pero responder a
otros sonidos.
 Estar muy interesados en las personas pero no saber cómo hablar, jugar ni
relacionarse con ellas.
 Repetir o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o
frases en lugar del lenguaje normal.
 Tener dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos
habituales.
 No jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un
muñeco).
 Repetir acciones una y otra vez.
 Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
 Tener reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido
de las cosas.
 Perder las destrezas que antes tenían (por ejemplo, dejar de decir palabras que
antes usaban).

¿A quiénes afecta?

Los TEA ocurren en todos los grupos raciales, étnicos y socioeconómicos, pero es 4.5
veces más frecuente en los niños que en las niñas.

No se conocen las causas del trastorno del espectro autista. Las investigaciones sugieren
que tanto los genes como los factores ambientales juegan un rol importante.

Actualmente, no existe un tratamiento estándar para el TEA. Hay muchas maneras de


maximizar la capacidad del niño para crecer y aprender nuevas habilidades. Cuanto
antes se comience, mayores son las probabilidades de tener más efectos positivos en los
síntomas y las aptitudes. Los tratamientos incluyen Intervención temprana, terapias de
comportamiento y de comunicación, desarrollo de habilidades y/o medicamentos para
controlar los síntomas.
¿Qué es el Síndrome de Rett?

El síndrome de Rett es un trastorno en el desarrollo neurológico infantil caracterizado


por una evolución normal inicial seguida por la pérdida del uso voluntario de las manos,
movimientos característicos de las manos, un crecimiento retardado del cerebro y de la
cabeza, dificultades para caminar, convulsiones y retraso mental. El síndrome afecta
casi exclusivamente a niñas y mujeres.

La evolución del síndrome de Rett, incluyendo la edad de inicio y la gravedad de los


síntomas, varía de niño a niño. Sin embargo, antes de que los síntomas comiencen, el
niño parece estar creciendo y desarrollándose normalmente. Luego, aparecen
gradualmente síntomas mentales y físicos. La hipotonía (pérdida del tono muscular)
generalmente es el primer síntoma. A medida que el síndrome progresa, el niño pierde
el uso voluntario de las manos y el habla. Otros síntomas iniciales pueden incluir
problemas al gatear y caminar, y disminución del contacto visual. La pérdida del uso
funcional de las manos es seguida por movimientos compulsivos de la mano tales como
frotarse y lavarse las manos. El inicio de este período de regresión a veces es repentino.

Otro síntoma, apraxia-la incapacidad de realizar funciones motoras-es quizás la


característica más debilitante del síndrome de Rett. La apraxia interfiere con todos los
movimientos del cuerpo, incluyendo la fijación de la mirada y el habla.

Los individuos que padecen del síndrome de Rett a menudo presentan comportamientos
autistas en las primeras etapas. Otros síntomas pueden incluir caminar con la punta de
los pies, problemas del sueño; marcha con amplia base de sustentación (es decir, con las
piernas muy separadas); rechinar o crujir los dientes y dificultad para masticar;
crecimiento retardado; convulsiones; incapacidades cognoscitivas (del aprendizaje e
intelecto) y dificultades en la respiración al estar despierto, como por ejemplo la
hiperventilación, apnea (respiración contenida) y aspiración de aire.

¿Cuáles son las etapas del trastorno?

Hay cuatro etapas del síndrome de Rett. La etapa I, llamada inicio prematuro,
comienza generalmente entre los 6 y 18 meses de edad. Con mucha frecuencia se pasa
por alto esta etapa porque los síntomas del trastorno pueden ser muy sutiles y los padres
y los médicos no notan el retraso leve inicial en el desarrollo. El niño puede comenzar a
mostrar menos contacto visual y presentar menos interés en los juguetes. Puede haber
retrasos en las capacidades motoras importantes tales como sentarse o gatear.

La etapa II, o la etapa de destrucción acelerada, normalmente comienza entre las


edades de 1 y 4 años y puede durar semanas o meses. Esta etapa puede tener una
evolución rápida o gradual a medida que se van perdiendo las capacidades motoras de la
mano y el habla. Los movimientos característicos de la mano comienzan a emerger
durante esta etapa y a menudo incluyen estrujamiento, temblores, washing, aplauso
involuntario o golpes ligeros, así como el llevarse las manos a la boca con frecuencia.
Algunas veces, las manos se cruzan al revés o se llevan a los lados, con movimientos de
tacto, sujeción y liberación al azar.

La etapa III, también llamada etapa de estabilización o etapa seudo-estacionaria,


comienza generalmente entre las edades de 2 y 10 años y puede durar años. La apraxia,
los problemas motores y las convulsiones son prominentes durante esta etapa. Sin
embargo, pueden presentarse mejoras en el comportamiento, una disminución en la
irritabilidad, el llanto y las características de autismo.

La última etapa o etapa IV-llamada etapa de deterioro motor tardío-puede durar


años o décadas y se caracteriza por una movilidad reducida. La debilidad muscular,
rigidez (tensión) muscular, espasticidad (músculos rígidos con espasmos ocasionales),
distonía (aumento en el tono muscular con postura anormal de las extremidades o del
tronco) y escoliosis (curvatura de la espina dorsal) son otras características resaltantes.
En las niñas, la capacidad de caminar podría perderse. Generalmente, no hay
disminución en las capacidades cognitivas, de la comunicación o de las destrezas de la
mano en la etapa IV.

Características del Trastorno Desintegrativo Infantil (síndrome de Heller)

Es también conocido como Síndrome de Heller. Se caracteriza porque tras los dos
años primeros de vida, en que se produce un desarrollo normal y antes de llegar a
los 10, se produce una pérdida de las habilidades adquiridas previamente y la
manifestación de los déficits sociales y comportamientos típicos del Trastorno
Autista. Es frecuente en estos casos que ocurra una regresión profunda o una pérdida
completa del lenguaje, una regresión en las actividades lúdicas, de la capacidad social y
del comportamiento adaptativo. Con frecuencia se presenta además una pérdida del
control de esfínteres y a veces un mal control de los movimientos. Es típico que estos
rasgos se acompañen de una pérdida de interés por el entorno, por manierismos motores
repetitivos y estereotipados y un deterioro de la comunicación e interacción sociales.

Las causas pueden ser diversas, algunas hipótesis lo relacionan con


experiencias traumáticas, también con ciertas infecciones que podrían afectar el sistema
nervioso, pero no hay nada confirmado.

Trastornos asociados

Suele presentarse con Déficit Cognitivo Grave. También se asocia con un incremento
de alteraciones en el E.E.G. y de trastornos compulsivos.

Prevalencia del trastorno desintegrativo

Existen muy pocos datos. Es mucho menos frecuente que el Trastorno Autista. Se da
con mayor frecuencia en los varones.

Curso del trastorno desintegrativo

Su inicio por definición, es posterior a los dos años y anterior a los diez, produciéndose
en la mayoría de los casos entre los 3 y los 4 años. Su aparición puede ser súbita o
insidiosa. Con frecuencia hay un período prodrómico de la enfermedad poco definido,
durante el cual el niño se vuelve inquieto, irritable, ansioso e hiperactivo, al que sigue
la pérdida de las habilidades mencionada anteriormente. En algunos casos la pérdida de
capacidad tiene una progresión continua, pero con mayor frecuencia el deterioro
progresa solo durante unos meses. En un principio se estabiliza y más tarde tiene lugar
una mejoría limitada. El curso es continuo y suele durar toda la vida.
Tratamiento del trastorno desintegrativo infantil
Tratamiento farmacológico

Actualmente no existe un fármaco específico para este trastorno. El problema es que el


niño puede desarrollar trastornos asociados como conductas violentas, ansiedad grave
o depresión, por lo que se puede administrar medicación para paliar estos síntomas.

Algunos psiquiatras recomiendan antidepresivos y también antipsicóticos. Todo esto en


dosis personalizadas y según la diferente sintomatología de cada niño.

Terapia conductual

La Terapia Conductual es la que más se aplica en estos trastornos, pues ha demostrado


ser la más efectiva. Por desgracia, esta enfermedad es crónica y en la mayoría de casos
la persona que la padece se vuelve completamente dependiente.

Síndrome de Asperger

¿Qué es el síndrome de Asperger?

El síndrome de Asperger fue reconocido por la comunidad científica [DSM-4:


Diagnostic and Statistical Manual]), en 1994 e incluido en 2013 como parte del TEA
(Trastorno de Espectro Autista). Los TEA, y el síndrome de Asperger en concreto, son
trastornos que afectan al neurodesarrollo del niño. Son menores que tienen un aspecto e
inteligencia normal y, a veces, incluso superior a la media. Presentan un estilo cognitivo
particular y habilidades especiales en áreas restringidas. Además, supone una
discapacidad para entender el mundo de lo social, dando origen a comportamientos
inadecuados, como, por ejemplo, gritar en situaciones indebidas, lo que tiene
consecuencias negativas para ellos y su entorno.

¿Cuál es su origen?

El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo cerebral, donde interactúan


causas genéticas y ambientales. No se sabe exactamente cuál es el problema, y muchas
causas distintas pueden dar lugar a la aparición de comportamientos autistas, pero cada
vez parece más claro que hay dificultades en el desarrollo y funcionamiento de las
conexiones entre neuronas que producen un procesamiento de la información
cualitativamente distinto. La maduración y estructura del cerebro parecen alteradas, se
producen de forma irregular y, a veces, a destiempo, con un inicio de los problemas
probablemente ya en el primer/segundo trimestre de la vida intrauterina.

¿Cuáles son sus síntomas?

A pesar de que cada individuo con asperger es diferente, lo que tienen en común son las
dificultades en la interacción social, sobre todo con las personas de su misma edad;
alteraciones de los patrones de comunicación no-verbal -pueden parecer enfadados, por
ejemplo, y no estarlo-; intereses restringidos, inflexibilidad cognitiva y comportamental;
dificultades para la abstracción de conceptos, interpretación literal del lenguaje,
dificultades en las funciones ejecutivas y de planificación, en la interpretación de los
sentimientos y emociones ajenos y propios. Los niños con el síndrome de Asperger
aparentan ser para la mayoría brillantes, felices y cariñosos

Los déficits sociales están presentes en aspectos del lenguaje, tales como dificultades en
el ritmo de conversación y frecuentemente alteración de la prosodia (entonación,
volumen, timbre de voz, etc). Asimismo suelen ser disfuncionales los patrones de
contacto ocular, gestual, etc. En la mayoría de los casos existen dificultades también en
la coordinación motora.

¿En qué se diferencia el síndrome de Asperger del Autismo?

La severidad de los síntomas en el autismo es mucho mayor que en el síndrome de


Asperger y el niño posee a menudo poco o nada de lenguaje. Los problemas en el
aprendizaje son más comunes en el autismo clásico. En el síndrome de Asperger
siempre está presente el lenguaje formalmente correcto y la inteligencia (capacidad
cognoscitiva) es normal, e incluso en algún caso puede estar sobre la media.

Síntomas:

A. Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada al menos por dos de las


siguientes características:

1. importante alteración del uso de múltiples comportamientos no verbales como


contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y gestos reguladores de la
interacción social
2. Incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros apropiadas al nivel de
desarrollo del sujeto.
3. Ausencia de la tendencia espontánea a compartir disfrutes, intereses y objetivos con
otras personas (p. ej., no mostrar, traer o enseñar a otras personas objetos de interés)
4. Ausencia de reciprocidad social o emocional

B. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restrictivas, repetitivas y


estereotipadas, manifestados al menos por una de las siguientes características:

1. Preocupación absorbente por uno o más patrones de interés estereotipados y


restrictivos que son anormales, sea por su intensidad, sea por su objetivo
2. Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos, no funcionales
3. Manierismos motores estereotipados y repetitivos (p. ej., sacudir o girar manos o
dedos, o movimientos complejos de todo el cuerpo)
4. Preocupación persistente por partes de objetos

C. El trastorno causa un deterioro clínicamente significativo de la actividad social,


laboral y otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. No hay retraso general del lenguaje clínicamente significativo (p. ej., a los 2 años de
edad utiliza palabras sencillas, a los 3 años de edad utiliza frases comunicativas).

E. No hay retraso clínicamente significativo del desarrollo cognoscitivo ni del


desarrollo de habilidades de autoayuda propias de la edad, comportamiento adaptativo
(distinto de la interacción social) y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.
F. No cumple los criterios de otro trastorno generalizado del desarrollo ni de
esquizofrenia.

 El Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado (TGD No


especificado), puede ser confundido con un tipo específico de autismo, el
“Autismo Atípico”. Sin embargo, este trastorno presenta algunos criterios del
resto de los otros Trastornos Generalizados del Desarrollo, pero no cumple todos
los patrones conductuales para determinar que es un Trastorno Autista,
Síndrome de Rett, Trastorno Desintegrativo Infantil o Síndrome de Asperger,
por lo que es considerado no especificado.

Cuadro clínico

Este trastorno afecta a las tres Áreas del Desarrollo: interacción social, comunicación y
conducta. No obstante, no manifiesta los comportamientos en todos los trastornos
descritos del TGD, solo se presentan rasgos de cada uno.

A consecuencia de esto, no se conocen sus causas ni su tipo de tratamiento, por tanto, la


escasez de información sobre el mismo ha hecho denominarlo “Trastorno Generalizado
del Desarrollo no especificado” o “Trastorno Residuales".

 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad y trastorno del


comportamiento perturbador.
TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se trata
de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que implica
un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, y que en
muchas ocasiones está asociado con otros trastornos comórbidos.

Es fundamental para el diagnóstico de TDAH evaluar que estos síntomas nucleares


que hemos comentado (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad) se
presenten:

 1. desde una edad temprana: antes de los 12 años1.


 2. con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la
etapa de desarrollo del niño.
 3. que deterioren o interfieran de forma significativa en el rendimiento del
niño en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social.
1-2

 4. no ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro
problema psiquiátrico.3

Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el diagnóstico de
TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que el TDAH se
reconozca en los niños cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con
dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de disfunciones sociales.
Diferentes presentaciones

Los síntomas nucleares del TDAH son independientes unos de otros. No todos los
niños con el trastorno manifiestan los mismos síntomas ni con la misma intensidad. Es
decir que un niño con TDAH puede manifestar sólo uno de estos tres síntomas.

De la diversidad de manifestaciones del TDAH se diferencian tres presentaciones


según el DSM-5 Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales:

Presentación predominante de falta de atención: La conducta prevalente es el déficit


de atención (más frecuente entre las niñas).

Los síntomas de falta de atención son probablemente los más difíciles de percibir en
edades infantiles. Sin embargo, es posible que sea uno de los principales motivos de
consulta entre los adultos con TDAH2.

La persona que padece déficit de atención se caracteriza porque:

– tiene dificultad para mantener la atención durante un tiempo prolongado


– no presta atención a los detalles
– presenta dificultades para finalizar tareas
– le cuesta escuchar, seguir órdenes e instrucciones
– es desorganizado en sus tareas y actividades
– suele perder u olvidar objetos
– se distrae con facilidad
– no concluye lo que empieza
– evita las actividades que requieren un nivel de atención sostenido
– cambia frecuentemente de conversación
– presenta dificultades para seguir las normas o detalles de los juegos

El déficit de atención suele aparecer generalmente cuando se inicia la etapa escolar,


debido a que se requiere una actividad cognitiva más compleja. Por lo general, persiste
de forma significativa durante la adolescencia y la edad adulta.

Presentación predominante hiperactividad/impulsividad: La conducta prevalente es


la hiperactividad y/o impulsividad.

Hiperactividad

Es probablemente uno de los síntomas más fáciles de reconocer, por su evidencia y


por ser el más conocido por el público en general2.

La persona que padece hiperactividad se caracteriza porque:

– Se mueve en momentos en los que no resulta adecuado


– le cuesta permanecer quieto cuando es necesario
– habla en exceso
– hace ruidos constantemente, incluso en actividades tranquilas
– tiene dificultad para relajarse
– cambia de actividad sin finalizar ninguna
– tiene falta de constancia

La hiperactividad puede manifestarse de forma distinta en las diferentes etapas de


la vida, aunque la descripción de los síntomas sí que permanece igual para niños y
adultos.

En el Proyecto PANDAH se realizó una encuesta poblacional en la que se detectó que


en la sociedad en general ha surgido la tendencia a trivializar el trastorno, utilizándose
de forma superficial el término “hiperactivo” para personas o estados puntuales (“Este
niño es hiperactivo”, para describir que no para quieto).

Impulsividad

La impulsividad es probablemente el síntoma menos frecuente de los tres síntomas


nucleares del TDAH.

La persona que padece impulsividad se caracteriza porque:

– Es impaciente
– tiene problemas para esperar su turno
– no piensa antes de actuar
– interrumpe constantemente a los demás
– tiene respuestas prepotentes: espontáneas y dominantes
– tiende a “toquetearlo” todo
– suele tener conflictos con los adultos

La impulsividad se refiere fundamentalmente a la dificultad para pensar las cosas


antes de actuar. Esto supone un gran problema, ya que el paciente puede ponerse en
peligro y vivir situaciones conflictivas principalmente en la edad adulta.

El TDAH “puro” es poco frecuente. Cuando hablamos de TDAH “puro” nos referimos a
que el trastorno se presente sin ningún otro trastorno asociado (comorbilidad). De
hecho, se estima que el 70% de los pacientes con TDAH presentan alguna
comorbilidad o trastorno psiquiátrico asociado.

Es importante tener esto en cuenta, ya que cuando el TDAH está asociado a otros
trastornos comórbidos, el diagnóstico es más complicado, la evolución de los síntomas
empeora y la respuesta al tratamiento puede ser menor.

Presentación combinada déficit de atención e hiperactividad/impulsividad:


Presentan los tres síntomas nucleares (déficit de atención, hiperactividad e
impulsividad).

Debido a que el diagnóstico se basa en criterios clínicos y que puede variar a lo


largo del tiempo, los datos fluctuarán en función de: los criterios diagnósticos, el
método de evaluación, el tipo de muestra, las fuentes de información utilizadas y las
características socioculturales de la población evaluada.

Origen
Debido a la complejidad del TDAH, no puede identificarse una sola causa. Se
considera que es un trastorno heterogéneo con diferentes subtipos, resultado de las
distintas combinaciones de los diversos factores de riesgo que actúan conjuntamente.

Sin embargo, sí que se ha identificado que las causas del TDAH se deben a factores
principalmente genéticos y ambientales (prenatales, perinatales, y posnatales).

Se consideran factores ambientales del TDAH (entre otros): los traumatismos


craneoencefálicos en la infancia, las infecciones del sistema nervioso central, la
prematuridad, la encefalopatía hipóxico-isquémica, el bajo peso al nacimiento o el
consumo de tóxicos como el alcohol o el tabaco en el embarazo.

El TDAH tiene una heredabilidad del 76% (es decir, que en una población media, el
76% de los factores vinculados con el TDAH están relacionados con los genes, y el
resto a factores no genéticos).

Los estudios han demostrado que los familiares de personas con TDAH tienen un riesgo
cinco veces mayor que las personas sin antecedentes familiares de TDAH.

Criterios para el diagnóstico de Trastorno por déficit de atención con


hiperactividad

A. Existen 1 o 2:

1. seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos
durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con
el nivel de desarrollo:
Desatención:
(a) a menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por
descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades
(b) a menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades
lúdicas
(c) a menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente
(d) a menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos, u
obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a
incapacidad para comprender instrucciones)
(e) a menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades
(f) a menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que
requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos)
(g) a menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej. juguetes,
ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas)
(h) a menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes
(i) a menudo es descuidado en las actividades diarias
2. seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad han persistido
por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en
relación con el nivel de desarrollo:
Hiperactividad
(a) a menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento
(b) a menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que
permanezca sentado
(c) a menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo
(en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud)
(d) a menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de
ocio
(e) a menudo "está en marcha" o suele actuar como si tuviera un motor
(f) a menudo habla en exceso Impulsividad
(g) a menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas
(h) a menudo tiene dificultades para guardar tumo
(i) a menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej. se entromete
en conversaciones o juegos)

B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que causaban


alteraciones estaban presentes antes de los 7 años de edad.

C. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o más


ambientes (p. ej., en la escuela [o en el trabajo] y en casa).

D. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la


actividad social, académica o laboral.

E. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno


generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explican
mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado de ánimo,
trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un trastorno de la personalidad).

F90.0 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado


(314.01)

Si se satisfacen los Criterios A1 y A2 durante los últimos 6 meses

F90.8 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio
del déficit de atención (314.00)

Si se satisface el Criterio A1, pero no el Criterio A2 durante los últimos 6 meses

F90.0 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio
hiperactivo-impulsivo (314.01)

Si se satisface el Criterio A2, pero no el Criterio A1 durante los últimos 6 meses

Nota de codificación. En el caso de sujetos (en especial adolescentes y adultos) que


actualmente tengan síntomas que ya no cumplen todos los criterios, debe especificarse
en "remisión parcial".

Criterios para el diagnóstico del Trastorno disocial

A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los


derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad,
manifestándose por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios durante los
últimos 12 meses y por lo menos de un criterio durante los últimos 6 meses:
Agresión a personas y animales

1. a menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros


2. A menudo inicia peleas físicas
3. Ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas (p. ej., bate,
ladrillo, botella rota, navaja, pistola)
4. Ha manifestado crueldad física con personas
5. Ha manifestado crueldad física con animales
6. Ha robado enfrentándose a la víctima (p. ej., ataque con violencia, arrebatar bolsos,
extorsión, robo a mano armada)
7. Ha forzado a alguien a una actividad sexual

Destrucción de la propiedad

8. ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves


9. Ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de provocar
incendios)

Fraudulencia o robo

10. ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona


11. A menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones (esto es,
"tima" a otros)
12. Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (p. ej., robos en
tiendas, pero sin allanamientos o destrozos; falsificaciones)

Violaciones graves de normas

13. a menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones paternas,
iniciando este comportamiento antes de los 13 años de edad
14. Se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en la casa
de sus padres o en un hogar sustitutivo (o sólo una vez sin regresar durante un largo
período de tiempo)
15. Suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta práctica antes de los 13 años de
edad

B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la actividad


social, académica o laboral.

C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de trastorno antisocial de la


personalidad.

Especificar el tipo en función de la edad de inicio:

Tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las características criterio de
trastorno disocial antes de los 10 años de edad
Tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier característica criterio de trastorno
disocial antes de los 10 años de edad

Especificar la gravedad:
Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para
establecer el diagnóstico y los problemas de comportamiento sólo causan daños
mínimos a otros
Moderado: el número de problemas de comportamiento y su efecto sobre otras
personas son intermedios entre "leves" y "graves"
Grave: varios problemas de comportamiento exceden de los requeridos para establecer
el diagnóstico o los problemas de comportamiento causan daños considerables a otros.

Criterios para el diagnóstico del Trastorno negativista desafiante

A. Un patrón de comportamiento negativista, hostil y desafiante que dura por lo menos


6 meses, estando presentes cuatro (o más) de los siguientes comportamientos:

1. A menudo se encoleriza e incurre en pataletas


2. A menudo discute con adultos
3. A menudo desafía activamente a los adultos o rehusa cumplir sus obligaciones
4. A menudo molesta deliberadamente a otras personas
5. A menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento
6. A menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros
7. A menudo es colérico y resentido
8. A menudo es rencoroso o vengativo

Nota: Considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con


más frecuencia de la observada típicamente en sujetos de edad y nivel de desarrollo
comparables.

B. El trastorno de conducta provoca deterioro clínicamente significativo en la actividad


social, académica o laboral.

C. Los comportamientos en cuestión no aparecen exclusivamente en el transcurso de un


trastorno psicótico o de un trastorno del estado de ánimo.

D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o más,


tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.

Trastorno de comportamiento perturbador no especificado

Esta categoría incluye trastornos caracterizados por un comportamiento negativista


desafiante que no cumple los criterios de trastorno disocial ni de trastorno negativista
desafiante.

 Trastorno de la eliminación.

ENURESIS

Consisten en una incapacidad para controlar de forma voluntaria la emisión de orina o


de las heces, en el tiempo que se considera normal. En la mayoría de los casos no se
encuentra una causa. La enuresis y la encopresis pueden darse de forma aislada o
asociadas entre sí o con otras enfermedades. Si al niño se le recrimina o se le castiga
porque ensucia las ropas suyas o de la cama, puede tener sentimientos de culpa o
ansiedad.

Se entiende por enuresis la emisión involuntaria de orina. La enuresis nocturna es la


micción involuntaria durante el sueño, después de la edad en que se considera normal
para el control de esfínteres. La enuresis diurna hace referencia a la pérdida involuntaria
de orina mientras se está despierto, y es más probable que se encuentre un problema
anatómico o biológico de fondo. El término enuresis primaria se utiliza cuando no se ha
alcanzado la continencia por periodos prolongados, y secundaria cuando los episodios
de enuresis se producen después de un periodo de por lo menos seis meses de un control
completo. Se considera una edad normal para controlar la orina durante el sueño, los 5
años.

ENCOPRESIS

La característica fundamental de la encopresis es la expulsión involuntaria de


excrementos formados, semiformados o líquidos, de forma repetida, en lugares
inadecuados como, por ejemplo, en el suelo o en la ropa. El niño tiene que tener una
madurez que corresponda al menos con los 4-5 años de edad cronológica.
Habitualmente el niño no se da cuenta de que se le están escapando las heces, aunque
también puede ser un acto voluntario. Para hablar de encopresis, estos incidentes tienen
que aparecer al menos una vez al mes durante un mínimo de tres meses.

Niños afectados
En el 70% de los casos la enuresis no está diagnosticada Por lo general, la enuresis es el
trastorno de la eliminación más común y, por ello, más estudiado. Este trastorno ocurre
por igual en menores de ambos sexos, en cambio, la encopresis es más frecuente en
niños.

La enuresis nocturna afecta al 15% de los niños de cinco años, en el 70% de los casos
no está diagnosticada En algunos casos los padres no acuden a la consulta por sentir
vergüenza de que sus hijos sigan teniendo pérdidas de orina.

A los cuatro años se les escapan las heces al 3% de los niños una vez por semana y, a
los siete años, la encopresis tiene una prevalencia del 2,3% en los niños y del 0,7% en
las niñas, según datos de un documento sobre los “Trastornos de la eliminación:
enuresis y encopresis.

Además, se sabe que un tercio de los niños con encopresis sufre también
enuresis nocturna, un 20% enuresis diurna y que un 10% de las niñas padecen
infecciones urinarias recurrentes.

Causas orgánicas y psicológicas

El trastorno enurético puede tener causas orgánicas por afecciones urológicas,


irritaciones o algún proceso infeccioso como una cistitis, pero también puede ser debido
a que la capacidad funcional de la vejiga esté disminuida, lo que implica que los niños
enuréticos necesiten ir más con más frecuencia al baño. Otras veces puede tener su
origen en trastornos neuromusculares que afectan al sistema genitourinario, en la
médula espinal o en los centros del cerebro.
Cuando un niño de más de cuatro años orina durante la noche y fuera del baño,
es importante acudir al pediatra para que descarte cualquiera de las causas
orgánicas anteriores. Una vez descartadas, si se determina que la enuresis tiene un
origen psicológico, se hace necesario acudir a un psicólogo, Según los especialistas, las
causas psicológicas de la enuresis también pueden ser múltiples: falta de aprendizaje del
niño porque no se le ha enseñado correctamente; insensibilización de la piel a la
humedad, favorecida o provocada por usar pañales hasta edades avanzadas, lo que priva
al menor del mecanismo de emergencia que le lleva a despertarse cuando se siente
húmedo.

También puede haber un interés del niño por conseguir una reacción de sus
padres, porque obtiene algo, que habitualmente es su atención. O problemas
emocionales, como cambio de colegio, de casa, la separación de los padres o el
nacimiento de un hermano pequeño; en definitiva, cualquier factor que altere el entorno
del niño.

De la misma manera, detrás de las causas de la encopresis puede estar el


estreñimiento: los niños retienen tanto las heces que la presión del colon vence al
esfínter y se producen evacuaciones involuntarias.

Tratamiento del área afectiva.

Los objetivos en esta área son la resolución de las ansiedades/temores parentales sobre
la enuresis o las propias del niño respecto a ese problema.

Para los padres puede estar indicada la terapia cognitiva-conductual

Manejo de preocupaciones subyacentes y medios de afrontamiento del problema

Para el niño puede estar indicada diversas modalidades de tratamiento de sus temores:
terapias conductuales de desensibilización de miedos, terapia de juego para la expresión
y manejo de conflictos, etc.

Tratamiento del área interpersonal.

Los objetivos de tratamiento en esta área se centran en la resolución o disminución de


los agentes estresantes que afectan a la familia y sus conflictos relacionales. La terapia
familiar (con todos los miembros disponibles y que deseen comprometerse en la
terapia.)

Tratamiento del área conductual.

El objetivo es tratar directamente la enuresis y los factores inmediatos que la mantienen.


A menudo constituye “toda” la terapia; pero en los casos más complicados deben de
explorarse las otras áreas mencionadas.
Los métodos más utilizados y eficaces son:

 El método de expansión vesical de Kimmel y Kimmel (1970: Más util en la


enuresis diurna. Se usa el reforzamiento positivo de intervalos y cantidades de
orina retenida cada vez mayores en una cubeta con medidas.
 La alarma urinaria (pipi-stop) de Mowrer (1978): Tiene la tasa de exito más alta
de todos los tratamientos existentes (75-80%). Consiste básicamente en un
circuito que hace sonar un timbre cuando el niño comienza a orinarse. Se
recomienda utilizarla junto al “sobreaprendizaje” haciendo consumir al Niño 1/4
litro de agua antes de acostarse varias noches y conectando la alarma de
manera intermitente (días si y días no).
 Entrenamiento en cama seca de Azrin (1974): Se utiliza el ensayo, a modo de
juego, de acostarse-levantarse-ir al baño. Uso del refuerzo positivo contingente.
Despertar escalonado hasta una determinada hora, haciendo que el niño vaya al
baño, refuerzo de control y aseo de la cama si se ha mojado.
 Es frecuente combinar los diversos procedimientos conductuales entre si, el
registro del niño (según edad) de días secos y mojados (p,.e soles y nubes) y el
uso de refuerzos (p.e inmediatos o demorados por acumulación de “puntos o
estellas”); esto últimos para aumentar la motivación del niño y no como técnica
por si sola (inefectiva por si sola en la enuresis nocturna primaria). Sin embargo,
hay que destacar que la motivación/participación del niño en el tratamiento

Efectos de padecer Trastorno de enuresis:

El niño (a) que padece el trastorno enuresis manifiesta efectos emocionales como:

 Vergüenza
 Problemas interpersonales (con amigos o hermanos)
 Baja autoestima
 Irritabilidad
 Preocupación persistente

Recomendaciones

 Obtener la opinión médica de un pediatra o urólogo.


 Tratamiento Psicoterapeutico
 Reducir la ingestión de líquidos antes de ir a la cama.
 Acostumbrar que el niño se siente diariamente en el inodoro por intervalos de
tiempo.
 Utilizando una estrategia de recompensa y de reforzamiento cuando hace bien
las cosas.
 Tener mucha paciencia, al impacientarse le causara estrés a toda la familia.
 Muchas veces, se puede recaer, pero no por ello deben dejar de intentarlo.
 Debe ser el niño quien se quite la ropa, la lleve a la lavadora, busque su ropa
limpia y se cambie.
 Trastorno del aprendizaje.
Los trastornos del aprendizaje son problemas que afectan la capacidad del niño de
recibir, procesar, analizar o almacenar información. Éstos pueden causarle dificultades
para leer, escribir, deletrear o resolver problemas matemáticos.

Criterios para el diagnóstico del Trastorno de la lectura

A. El rendimiento en lectura, medido mediante pruebas de precisión o comprensión


normalizadas y administradas individualmente, se sitúa sustancialmente por debajo de
lo esperado dados la edad cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia y la
escolaridad propia de su edad.

B. La alteración del Criterio A interfiere significativamente el rendimiento académico o


las actividades de la vida cotidiana que exigen habilidades para la lectura.

C. Si hay un déficit sensorial, las dificultades para la lectura exceden de las


habitualmente asociadas a él.

La dislexia o trastorno de la lectura, se refiere a una dificultad inesperada para leer;


inesperada en el sentido que todos los factores necesarios para este aprendizaje
parecieran estar presentes (inteligencia, motivación y al menos instrucción de lectura
adecuada), a pesar de lo cual el niño aún no logra leer adecuadamente.

Criterios para el diagnóstico del Trastorno del cálculo

A. La capacidad para el cálculo, evaluada mediante pruebas normalizadas administradas


individualmente, se sitúa sustancialmente por debajo de los esperados dados la edad
cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia y la escolaridad propia de su edad.

B. El trastorno del Criterio A interfiere significativamente el rendimiento académico o


las actividades de la vida cotidiana que requieren capacidad para el cálculo.

C. Si hay un déficit sensorial las dificultades para el rendimiento en cálculo exceden de


las habitualmente asociadas a él.

La discalculia o dificultad en el aprendizaje de las matemáticas, se refiere a una


dificultad permanente para aprender o comprender los conceptos numéricos, principios
de conteo o aritmética. Estos problemas, por lo general, se denominan dificultad en el
aprendizaje de las matemáticas.

Criterios para el diagnóstico del Trastorno de la expresión escrita

A. Las habilidades para escribir, evaluadas mediante pruebas normalizadas


administradas individualmente (o evaluaciones funcionales de las habilidades para
escribir), se sitúan sustancialmente por debajo de las esperadas dados la edad
cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia evaluada y la escolaridad propia de
su edad.
B. El trastorno del Criterio A interfiere significativamente el rendimiento académico o
las actividades de la vida cotidiana que requieren la realización de textos escritos (p. ej.,
escribir frases gramaticalmente correctas y párrafos organizados).

C. Si hay un déficit sensorial, las dificultades en la capacidad para escribir exceden de


las asociadas habitualmente a él.

“Trastorno del aprendizaje no especificado”.

Fue un diagnóstico usado en el pasado para las dificultades de aprendizaje que no eran
estrictamente en lectura, escritura o matemáticas. Incluían las dificultades para procesar
información.

 Retraso mental.
El retraso mental es un trastorno del desarrollo neurológico generalizada que se
caracteriza por un deterioro significativo de funcionamiento intelectual y adaptativo. Se
define por un puntaje de CI inferior a 70, además de déficit en dos o más conductas
adaptativas que afectan a la vida cotidiana. El retraso mental se subdivide en
sindrómico, en el que hay déficits intelectuales asociados con otros signos y síntomas
médicos, y el no sindrómica, en el que los déficits intelectuales aparecen sin otras
anomalías. El síndrome de Down y el síndrome X frágil son ejemplos de discapacidades
intelectuales sindrómicas.

Los términos discapacidad mental y retraso mental se inventaron a mediados del siglo
XX para reemplazar el conjunto anterior de términos, que se consideraban ofensivos. El
término discapacidad intelectual es ahora preferido por la mayoría de los defensores e
investigadores.

Las personas con discapacidad intelectual pueden aprender nuevas habilidades, pero las
lo hacen más lentamente. Para medir los comportamientos adaptativos de un niño, un
especialista observará las habilidades del niño y las comparará con otros niños de la
misma edad.

Las habilidades mentales generales que se examinan con el fin de diagnosticar el retraso
mental incluyen: razonamiento, resolución de problemas, planificación, pensamiento
abstracto, juicio, aprendizaje de la experiencia y comprensión. Estas habilidades se miden
usando pruebas de inteligencia administradas individualmente que son dadas por un
profesional capacitado.

Criterios para el diagnóstico del retraso mental

A. Capacidad intelectual significativamente inferior al promedio: un CI


aproximadamente de 70 o inferior en un test de CI administrado individualmente (en el
de niños pequeños, un juicio clínico de capacidad intelectual significativamente inferior
al promedio).

B. Déficit o alteraciones de ocurrencia en la actividad adaptativa actual (eficacia de la


persona para satisfacer las exigencias planteadas para su edad y su grupo cultural), en
por lo menos dos de las áreas siguientes: comunicación personal, vida doméstica,
habilidades sociales-interpersonales, utilización de recursos comunitarios, autocontrol,
habilidades académicas funcionales, trabajo, ocio, salud y seguridad.

C. El inicio es anterior a los 18 años.

F70 Retraso mental leve 4: CI entre 50-55 y aproximadamente 70.

F71 Retraso mental moderado (318.0): CI entre 35-40 y 50-55.

F72 Retraso mental grave (318.1): CI entre 20-25 y 35-40.

F73 Retraso mental profundo (318.2): CI inferior a 20-25.

F79 Retraso mental de gravedad no especificada (319): cuando existe clara


presunción de retraso mental, pero la inteligencia del sujeto no puede ser evaluada
mediante los test usuales.

Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia

F93.0 Ansiedad por separación (309.21)


F94.0 Mutismo selectivo (313.23)
F94.2 Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez (313.89)
F98.4 Trastorno de movimientos estereotipados (307.3)
F98.9 Trastorno de la infancia, la niñez o la adolescencia no especificado (313.9)

Criterios para el diagnóstico de trastorno de Ansiedad por separación

A. Ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del sujeto, concerniente a


su separación respecto del hogar o de las personas con quienes está vinculado, puesta de
manifiesto por tres (o más) de las siguientes circunstancias:

1. malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del
hogar o de las principales figuras vinculadas
2. Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras
vinculadas o a que éstas sufran un posible daño
3. Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento
adverso dé lugar a la separación de una figura vinculada importante (p. ej., extraviarse o
ser secuestrado)
4. Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier otro sitio por miedo a
la separación
5. Resistencia o miedo persistente o excesivo a estar en casa solo o sin las principales
figuras vinculadas, o sin adultos significativos en otros lugares
6. Negativa o resistencia persistente a ir a dormir sin tener cerca una figura vinculada
importante o a ir a dormir fuera de casa
7. Pesadillas repetidas con temática de separación
8. Quejas repetidas de síntomas físicos (como cefaleas, dolores abdominales, náuseas o
vómitos) cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de
vinculación
B. La duración del trastorno es de por lo menos 4 semanas.

C. El inicio se produce antes de los 18 años de edad.

D. La alteración provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social,


académico (laboral) o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

E. La alteración no ocurre exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado


del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno pospsicótico, y en adolescentes y adultos
no se explica mejor por la presencia de un trastorno de angustia con agorafobia.

Especificar si: Inicio temprano: si el inicio tiene lugar antes de los 6 años de edad.

Criterios para el diagnóstico de Mutismo selectivo

A. Incapacidad persistente para hablar en situaciones sociales específicas (en las que se
espera que hable, p. ej., en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.

B. La alteración interfiere el rendimiento escolar o laboral o la comunicación social.

C. La duración de la alteración es de por lo menos 1 mes (no limitada al primer mes de


escuela).

D. La incapacidad para hablar no se debe a una falta de conocimiento o de fluidez del


lenguaje hablado requerido en la situación social.

E. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de la comunicación


(p. ej., tartamudeo) y no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno
generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.

Criterios para el diagnóstico del Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia


o la niñez

A. Relaciones sociales en la mayor parte de los contextos sumamente alterada e


inadecuada para el nivel de desarrollo del sujeto, iniciándose antes de los 5 años de*
edad, y puestas de manifiesto por 1 o 2:

1. incapacidad persistente para iniciar la mayor parte de las interacciones sociales o


responder a ellas de un modo apropiado al nivel de desarrollo, manifestada por
respuestas excesivamente inhibidas, hipervigilantes, o sumamente ambivalentes y
contradictorias (p. ej., el niño puede responder a sus cuidadores con una mezcla de
acercamiento, evitación y resistencia a ser consolado, o puede manifestar una vigilancia
fría)
2. Vínculos difusos manifestados por una sociabilidad indiscriminada con acusada
incapacidad para manifestar vínculos selectivos apropiados (p. ej., excesiva familiaridad
con extraños o falta de selectividad en la elección de figuras de vinculación)

B. El trastorno del Criterio A no se explica exclusivamente por un retraso del desarrollo


(como en el retraso mental) y no cumple criterios de trastorno generalizado del
desarrollo.
C. La crianza patogénica se manifiesta al menos por una de las siguientes
características:

1. desestimación permanente de las necesidades emocionales básicas del niño


relacionadas con el bienestar, la estimulación y el afecto
2. Desestimación persistente de las necesidades físicas básicas del niño
3. Cambios repetidos de cuidadores primarios, lo que impide la formación de vínculos
estables (p. ej., cambios frecuentes en los responsables de la crianza)

D. Se supone que el tipo de crianza descrita en el Criterio C es responsable del


comportamiento alterado descrito en el criterio A (p. ej., las alteraciones del criterio A
empezaron tras la instauración de los cuidados patogénicos que aparecen en el Criterio
C).

F94.1 Tipo inhibido: si predomina el Criterio A1 en la presentación clínica

F94.2 Tipo desinhibido: si predomina el Criterio A2 en la presentación clínica

Criterios para el diagnóstico del Trastorno de movimientos estereotipados

A. Comportamiento motor repetitivo, que parece impulsivo, y no funcional (p. ej.,


sacudir o agitar las manos, balancear el cuerpo, dar cabezazos, mordisquear objetos,
automorderse, pinchar la piel o los orificios corporales, golpear el propio cuerpo). B. El
comportamiento interfiere las actividades normales o da lugar a lesiones corporales
autoinfligidas que requieren tratamiento médico (o que provocarían una lesión si no se
tomaran medidas preventivas). C. Si hay retraso mental, el comportamiento
estereotipado o autolesivo es de gravedad suficiente para constituir un objetivo
terapéutico. D. El comportamiento no se explica mejor por una compulsión (como en el
trastorno obsesivo-compulsivo), un tic (como en el trastorno por tics), una estereotipia
que forma parte de un trastorno generalizado del desarrollo o una tracción del cabello
(como en la tricotilomanía). E. El comportamiento no se debe a los efectos fisiológicos
directos de una sustancia ni a una enfermedad médica.F. El comportamiento persiste
durante 4 semanas o más.

Especificar si: Con comportamiento autolesivo: si el comportamiento da lugar a daño


corporal que requiera tratamiento específico (o que daría lugar a daño corporal si no se
tomaran medidas protectoras).

Tema VII: Trastorno de la conducta alimentaria


 Trastorno de la conducta alimentaria.
 Etiología y tratamiento de la conducta alimentaria.
 Obesidad.
 Etiología y tratamiento de la obesidad.
Los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos se caracterizan
por una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado
con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los
alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento
psicosocial.

Los criterios diagnósticos para el trastorno de rumiación, el trastorno de


evitación/restricción de la ingesta de alimentos, la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa y el trastorno de atracones conforman un esquema de clasificación que es
mutuamente excluyente, de tal modo que durante un único episodio solamente puede
asignarse uno de estos diagnósticos. La razón de este abordaje es que, a pesar de las
características psicológicas y de comportamiento común, los trastornos difieren
sustancialmente en el curso clínico, en los resultados y en las necesidades de
tratamiento.
La obesidad no se incluye en el DSM-5 como un trastorno mental. La obesidad (el
exceso de grasa corporal) es el resultado del exceso de consumo de energía en relación
con la energía gastada a largo plazo. Existe un abanico de factores genéticos,
fisiológicos, conductuales y ambientales que pueden variar entre los individuos y que
contribuyen al desarrollo de la obesidad; por tanto, la obesidad no se considera un
trastorno mental. Sin embargo, hay asociaciones importantes entre la obesidad y ciertos
trastornos mentales (p.ej., el trastorno de atracones, los trastornos depresivo y bipolar, la
esquizofrenia). Los efectos secundarios de algunos medicamentos psicotrópicos
contribuyen en gran medida al desarrollo de la obesidad, y la obesidad puede ser un
factor de riesgo para el desarrollo de algunos trastornos mentales (p. ej., los trastornos
depresivos).

Pica: Ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias durante un


período mínimo de un mes que es suficientemente grave como para justificar la atención
clínica. Las sustancias que típicamente se suelen ingerir tienden a variar con la edad y
con la disponibilidad y podrían ser papel, jabón, ropa, pelo, cuerdas, lana, tierra, tiza,
polvos de talco, pintura, chicles, metales, guijarros, carbón vegetal o carbón mineral,
cenizas, barro, almidón o hielo.

El inicio de la pica puede darse en la infancia, la adolescencia o la edad adulta, aunque


lo que se comunica con más frecuencia es el inicio en la infancia. La pica se puede
producir en niños con desarrollo normal en otros aspectos, mientras que en los adultos
parece más probable que se produzca en el contexto de una discapacidad intelectual o de
otros trastornos mentales. Durante el embarazo también se puede manifestar la
ingestión de sustancias no nutritivas y no alimentarias, y puede haber antojos
específicos (p. ej., tiza o hielo). El diagnóstico de pica durante el embarazo solamente es
apropiado si dichos antojos llevan a la ingestión de sustancias no nutritivas y no
alimentarias hasta el punto de que dicha ingestión suponga riesgos clínicos potenciales.

Trastorno de rumiación es la regurgitación repetida de alimentos, después de


alimentarse o comer, durante un período mínimo de un mes. La comida tragada
previamente, que puede estar parcialmente digerida, se devuelve a la boca
aparentemente sin náuseas, arcadas involuntarias ni desagrado. La comida se puede
volver a masticar para después escupirse de la boca o tragarse. La regurgitación en el
trastorno de rumiación debería ser frecuente y producirse por lo menos bastantes veces
por semana, típicamente a diario.
Regurgitación es el proceso y el resultado de regurgitar. Este verbo refiere a
expulsar a través de la boca diferentes sustancias que se encontraban alojadas en el
estómago o en el esófago, sin necesidad de vomitar o de realizar un esfuerzo.

La pérdida de peso y la no consecución del peso esperado son características comunes


en los niños con trastorno de rumiación. Se puede producir malnutrición a pesar del
hambre aparente del niño y de la ingestión de una cantidad relativamente grande de
alimentos, particularmente en los casos graves en los que la regurgitación se produce
inmediatamente después de cada ingesta y los alimentos regurgitados son expulsados.
El inicio del trastorno de rumiación puede producirse en la lactancia, en la infancia, en
la adolescencia o en la edad adulta. La edad de inicio en los bebés se suele producir
entre los 3 y los 12 meses.

Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos: Se caracteriza por la


falta de interés aparente por comer o alimentarse; evitación a causa de las características
organolépticas de los alimentos; preocupación acerca de las consecuencias repulsivas de
la acción de comer, que se pone de manifiesto por el fracaso persistente para cumplir las
adecuadas necesidades nutritivas y/o energéticas asociadas a uno (o más) de los hechos
siguientes:
1. Pérdida de peso significativa (o fracaso para alcanzar el aumento de peso esperado o
crecimiento escaso en los niños).
2. Deficiencia nutritiva significativa.
3. Dependencia de la alimentación enteral o de suplementos nutritivos por vía oral.
4. Interferencia importante en el funcionamiento psicosocial.

La evitación o restricción de alimentos asociada a la ingesta insuficiente de comida o a


la falta de interés por alimentarse se produce con frecuencia en la lactancia o en la
primera infancia y puede persistir en la edad adulta.
Los trastornos de ansiedad, el trastorno del espectro autista, el trastorno obsesivo
compulsivo y el trastorno por déficit de atención/hiperactividad pueden aumentar el
riesgo de comportamientos de evitación o restricción de la alimentación o la ingesta,
característicos del trastorno.
Anorexia nerviosa: La restricción en la ingesta energética en relación con las
necesidades, que conduce a un peso corporal significativamente bajo, es una
característica principal de la anorexia nerviosa. Sin embargo, los individuos con
anorexia nerviosa también tienen miedo a ganar peso o a engordar, o un
comportamiento persistente que interfiere con el aumento de peso, así como alteraciones
específicas en relación a la vivencia y a la percepción de la constitución y el peso
propios. Estas características no están presentes en el trastorno de evitación/restricción
de la ingesta de alimentos y no se debería diagnosticar ambos trastornos al mismo
tiempo. El diagnóstico diferencial entre el trastorno de evitación/restricción de la ingesta
de alimentos y la anorexia nerviosa puede ser difícil, especialmente en la infancia tardía
y en la adolescencia temprana, dado que estos trastornos pueden compartir numerosos
síntomas.
La anorexia nerviosa tiene tres características básicas: la restricción de la ingesta
energética persistente, el miedo intenso a ganar peso o a engordar (o un comportamiento
persistente que interfiere con el aumento de peso) y la alteración de la forma de percibir
el peso y la constitución propios. El individuo mantiene un peso corporal que está por
debajo del nivel mínimo normal para su edad, sexo, fase de desarrollo y salud física.
La autoestima de los individuos con anorexia nerviosa depende mucho de cómo
perciben su peso y su constitución corporal. La pérdida de peso se ve a menudo como
un logro impresionante y un signo de extraordinaria auto-disciplina, mientras que el
aumento de peso se percibe como un fracaso inaceptable del autocontrol.
Comportamientos tales como el vómito autoprovocado y la utilización incorrecta de
laxantes, diuréticos y enemas pueden causar alteraciones que generan resultados
analíticos anormales; sin embargo, algunos individuos con anorexia nerviosa no
muestran anomalías en las pruebas de laboratorio.
Muchas personas con anorexia nerviosa tienen signos y síntomas depresivos, como
ánimo deprimido, aislamiento social, irritabilidad, insomnio y disminución del interés
por el sexo, cuando tienen un peso muy bajo.
La anorexia nerviosa suele empezar durante la adolescencia o la edad adulta temprana.
Rara vez empieza antes de la pubertad o después de los 40 años, aunque se han descrito
casos de inicio tanto temprano como tardío. El inicio de este trastorno se suele asociar a
un acontecimiento vital estresante, como dejar el hogar familiar para ir a la universidad.
El riesgo de suicidio es elevado en la anorexia nerviosa.
Bulimia nerviosa. Los individuos con bulimia nerviosa muestran episodios recurrentes
de atracones, utilizan comportamientos inapropiados para evitar ganar peso (p. ej., el
vómito autoprovocado) y están excesivamente preocupados por el peso y por la
constitución corporal. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los individuos con
anorexia nerviosa del tipo con atracones/purgas, los individuos con bulimia nerviosa
mantienen un peso corporal igual o mayor que el límite inferior normal.
Se diferencian la bulimia de la anorexia por la forma en que las personas se comportan
ante la comida. Puede darse el caso de que una misma persona sufre de ambos
trastornos, bien de forma alternativa o sucesiva. La anorexia nerviosa se caracteriza por
un miedo exagerado a engordar y por una distorsión de la imagen corporal, que hace
que las personas que la padecen se vean y sientan gordas cuando no lo están. En el caso
de la bulimia nerviosa, además del miedo a la gordura, existe un sentimiento de pérdida
de control con la comida.
Hay tres características principales de la bulimia nerviosa: los episodios recurrentes de
atracones, los comportamientos compensatorios inapropiados y recurrentes para evitar
el aumento de peso, y la autoevaluación que se ve influida indebidamente por el peso y
la constitución corporal. Para realizar el diagnóstico, los atracones y los
comportamientos compensatorios inapropiados deben producirse, de promedio, al
menos una vez a la semana durante 3 meses.
Un "episodio de atracón" se define como la ingestión, en un período determinado de
tiempo, de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la mayoría de
las personas ingerirían en un período similar y en circunstancias parecidas.
Los individuos con bulimia nerviosa se sienten típicamente avergonzados de sus
problemas alimentarios e intentan ocultar sus síntomas. Los atracones suelen producirse
a escondidas o lo más discretamente posible. Los atracones a menudo continúan hasta
que el individuo se siente incómodo o incluso dolorido, lleno. El antecedente más
frecuente de los atracones es el sentimiento negativo.
La bulimia nerviosa suele comenzar en la adolescencia o en la edad adulta temprana. El
inicio antes de la pubertad o después de los 40 años es infrecuente. Los atracones
frecuentemente empiezan durante o después de una dieta para perder peso. La
experiencia de varios acontecimientos estresantes puede también precipitar el inicio de
la bulimia nerviosa.
Trastorno de atracones: Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón
se caracteriza por los dos hechos siguientes:
1. Ingestión, en un período determinado (p. ej., dentro de un período cualquiera de dos
horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la mayoría de
las personas ingeriría en un período similar en circunstancias parecidas.
2. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (p. ej.,
sensación de que no se puede dejar de comer o no se puede controlar lo que se ingiere o
la cantidad de lo que se ingiere).
B. Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los hechos siguientes:
1. Comer mucho más rápidamente de lo normal.
2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
3. Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente.
4. Comer solo debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere.
5. Sentirse luego a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado.
C. Malestar intenso respecto a los atracones.
D. Los atracones se producen, de promedio, al menos una vez a la semana durante
tres meses.
E. El atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento
compensatorio inapropiado como en la bulimia nerviosa y no se produce
exclusivamente en el curso de la bulimia nerviosa o la anorexia nerviosa.
El trastorno de atracones se produce normalmente en personas de peso
normal/sobrepeso y en personas obesas. Se ha asociado con frecuencia al sobrepeso y a
la obesidad en los individuos que buscan tratamiento. Sin embargo, el trastorno de
atracones es distinto de la obesidad. La mayoría de las personas obesas no tiene
atracones recurrentes.
Otro trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos especificado
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas
característicos de un trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos
que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras
áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de
ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos de la conducta
alimentaria o de la ingesta de alimentos.
Algunos ejemplos de presentaciones que se pueden especificar utilizando la designación
"otro especificado" son los siguientes:
1. Anorexia nerviosa atípica: Se cumplen todos los criterios para la anorexia nerviosa,
excepto que el peso del individuo, a pesar de la pérdida de peso significativa, está
dentro o por encima del intervalo normal.
2. Bulimia nerviosa (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen todos
los criterios para la bulimia nerviosa, excepto que los atracones y los comportamientos
compensatorios inapropiados se producen, de promedio, menos de una vez a la semana
y/o durante menos de tres meses.
3. Trastorno de atracones (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen
todos los criterios para el trastorno de atracones, excepto que los atracones y los
comportamientos compensatorios inapropiados se producen, de promedio, menos de
una vez a la semana y/o durante menos de tres meses.
4. Trastorno por purgas: Comportamiento de purgas recurrentes para influir en el peso
o la constitución (p. ej., vómito auto provocado, uso incorrecto de laxantes, diuréticos u
otros medicamentos) en ausencia de atracones.
5. Síndrome de ingesta nocturna de alimentos: Episodios recurrentes de ingesta de
alimentos por la noche, que se manifiesta por la ingesta de alimentos al despertarse del
sueño o por un consumo excesivo de alimentos después de cenar. Existe consciencia y
recuerdo de la ingesta. La ingesta nocturna de alimentos no se explica mejor por
influencias externas, como cambios en el ciclo de sueño-vigilia del individuo o por
normas sociales locales. La ingesta nocturna de alimentos causa malestar significativo
y/o problemas del funcionamiento. El patrón de ingesta alterado no se explica mejor por
el trastorno de atracones u otro trastorno mental, incluido el consumo de sustancias, y
no se puede atribuir a otro trastorno clínico o a un efecto de la medicación.

Trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos no especificado

Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas


característicos de un trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos
que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras
áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de
ninguno de los trastornos en la categoría diagnóstica de los tras-tornos de la conducta
alimentaria y de la ingesta de alimentos.

El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria. ¿Qué puedo esperar


de los profesionales?

El tratamiento de los TCA es largo y complejo, pero debemos recordar que la


recuperación es posible y que alrededor del 70% de las personas afectadas por un TCA
lo superan. No hay un tratamiento único y estándar, sino que se adapta a las
características de cada persona. El objetivo del tratamiento de los TCA exige que se
lleve a cabo desde un equipo multidisciplinar, formado por diferentes especialistas:
médicos, psicólogos, enfermeros, educadores, etc. para poder proporcionar a la persona
un tratamiento integral que aborde todas las causas y consecuencias de la enfermedad.
Los objetivos del tratamiento de los TCA son los siguientes:

 Restaurar y/o normalizar el peso y el estado nutricional. Es decir, conseguir una


alimentación saludable y normalizada
 Tratar las complicaciones físicas derivadas de una alimentación inapropiada
 Proporcionar educación sobre un hábito alimenticio saludable
 Modificar/mejorar el malestar psicológico del TCA. Esto implica trabajar en un
espacio terapéutico y acompañado de profesionales de la salud mental,
sentimientos, emociones, sentimientos, experiencias y comportamientos que
perjudican la calidad de vida de la persona. Para lograrlo es necesario que la
persona haga terapia psicológica y, en los casos que sea necesario por el grado
de sintomatología, combinarla con un tratamiento farmacológico también.
 Favorecer el apoyo familiar y proporcionar asesoramiento y terapia a la familia
cuando sea necesario.
 Prevenir recaídas

Hay un factor importante a tener en cuenta respecto al tratamiento: la falta de conciencia


de enfermedad. Es un rasgo típico de los TCA y se da en muchos casos, sobre todo al
inicio de la enfermedad. Esta falta de conciencia puede comportar que la persona
afectada, a pesar de sentirse mal, no sea capaz de reconocer la eficacia del tratamiento
sobre la enfermedad. En estos casos, la familia tiene un papel destacado para ayudar a la
persona afectada a tomar conciencia de enfermedad y aceptar la ayuda de los
profesionales. Para lograrlo es importante no caer en argumentaciones racionales, ya
que es muy probable que la persona afectada no se muestre receptiva a este tipo de
razonamientos. La mejor estrategia es comunicarse con la persona desde la vertiente
emocional, cómo se siente, qué le preocupa, etc.

ACAB trabaja con las personas afectadas para aumentar su motivación y


responsabilidad para la recuperación, y mediante los Grupos de apoyo, ayuda a los
familiares a comprender la enfermedad de sus hijos o hijas para alcanzar la superación .

El tratamiento psicológico de los trastornos de la conducta alimentaria incluye cada vez


más, y en la medida que resulte posible, la implicación de la familia en el proceso
terapéutico dado los buenos resultados de estas intervenciones familiares.

¿Por qué funcionan las intervenciones con familiares de pacientes que sufren una
patología mental?

 Mejora el conocimiento de la enfermedad y del tratamiento


 Constituye el anclaje fundamental para disminuir el desajuste y/o desgaste que la
enfermedad produce en la dinámica familiar
 Optimiza la implicación de la familia en el proceso terapéutico
 Facilita estrategias para afrontar las dificultades de la vida diaria

La obesidad es el trastorno metabólico más frecuente en la clínica humana. Obesidad


significa tener un exceso de grasa en el cuerpo. Se diferencia del sobrepeso, que
significa pesar demasiado. El peso puede ser resultado de la masa muscular, los huesos,
la grasa y/o el agua en el cuerpo. Ambos términos significan que el peso de una persona
es mayor de lo que se considera saludable según su estatura.
La obesidad se presenta con el transcurso del tiempo, cuando se ingieren más calorías
que aquellas que consume. El equilibrio entre la ingestión de calorías y las calorías que
se pierden es diferente en cada persona. Entre los factores que pueden afectar su peso se
incluyen la constitución genética, el exceso de comida, el consumo de alimentos ricos
en grasas y la falta de actividad física.

Ser obeso aumenta el riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiacas, derrames


cerebrales, artritis y ciertos cánceres. Si usted está obeso, perder por lo menos de 5 a 10
por ciento de su peso puede retrasar o prevenir algunas de estas enfermedades. Por
ejemplo, si usted pesa 200 libras, el 5 al 10 por ciento serían unas 10 a 20 libras.

En términos generales, la excesiva acumulación de triacilglicéridos en el tejido adiposo


(la obesidad) se produce cuando el equilibrio calórico es netamente positivo, es decir,
cuando se consume más de lo que se quema. La obesidad no es posible en otras
circunstancias. Estos son los factores de riesgo para padecer obesidad:

Factores genéticos: En diversos estudios se ha observado que menos del 10% de los
hijos de padres delgados son obesos, alrededor del 50% de los hijos con un progenitor
obeso son obesos, y más del 80% de los hijos cuyos progenitores son obesos presentan
obesidad. Así pues, se ha demostrado la existencia de una correlación significativa entre
el peso de padres e hijos naturales, mientras que dicha correlación es menor o no existe
al comparar padres adoptivos con hijos adoptados.
Factores nutricionales: La sobrealimentación puede tener lugar en cualquier época de
la vida, pero su influencia es mayor si se inicia en edades tempranas. La nutrición
durante la infancia ha adquirido gran relevancia en los últimos años, al demostrarse que
un porcentaje significativo de niños obesos evolucionan a adolescentes obesos y adultos
obesos. Las dietas ricas en grasas y en carbohidratos pueden favorecer la obesidad.

Los genes influyen en la predisposición a la obesidad cuando se relacionan con formas


de alimentación específicas y la disponibilidad de nutrientes. Por ejemplo, la hambruna
impide la obesidad, incluso en personas con mayor propensión a ella. También son
importantes los factores culturales relacionados con la composición de la dieta y con el
grado de actividad física. En sociedades industrializadas, la obesidad es más frecuente
en mujeres pobres, mientras que en países subdesarrollados lo es en las mujeres más
ricas. En los niños existe cierto grado de relación entre el sobrepeso y el tiempo que
destinan a ver la televisión.

Factores neurales: Los mecanismos básicos que regulan la ingestión de alimentos


(sensación de apetito/saciedad) están localizados en el sistema nervioso central.
Diversos autores han demostrado que existe una relación entre las alteraciones en el
metabolismo de la serotonina y la ingesta alimenticia. En la regulación de la ingesta de
alimentos intervienen varias moléculas, algunas desconocidas; pero tal vez la más
importante es la leptina. Esta hormona es secretada por los adipocitos y su nivel de
producción constituye un índice de los depósitos energéticos adiposos. Cuando sus
niveles son altos, la ingestión de alimentos disminuye, y el gasto energético aumenta. Se
han descrito varias familias con obesidad mórbida de comienzo precoz debido a
mutaciones que inactivan la leptina (carecen de hormona o no funciona) o a resistencia a
la leptina (la hormona es correcta pero el receptor al que debe unirse está mal
conformado).
El éxito del tratamiento de la obesidad depende del interés y entusiasmo del equipo
que lo trata y de la cooperación motivada del paciente obeso. La relación médico-
paciente es en esta enfermedad más importante que en otras, ya que puede actuar de
factor limitante.

El tratamiento médico de la obesidad se basa en la aplicación combinada de las


siguientes medidas:

 Reducción de la ingestión de calorías: si la persona se alimenta en exceso, es


preciso reducir el aporte calórico para convertir el balance energético de positivo
a negativo. Existen múltiples tipos de dietas para adelgazar que han demostrado
su eficacia, pero siempre es necesario consultar con un endocrino, para obtener
una dieta personalizada.
 Aumento del gasto energético: en los pacientes que, además de tener un excesivo
aporte calórico, tienen una forma de vida esencialmente sedentaria, debe asociarse
la práctica de ejercicio físico, que habrá de ser constante y progresivo.
 Empleo de fármacos: se han empleado diversos tipos de fármacos en el
tratamiento de la obesidad. Orlistat inhibe parcialmente la acción de la lipasa
pancreática. Sibutramina, a su vez, inhibe la recaptación de serotonina y
noradrenalina, incrementando el gasto calórico. Ambos fármacos consiguen el
objetivo de facilitar una pérdida moderada de peso, empleados simultáneamente
con dietas moderadamente hipocalóricas. Bajo ningún concepto puede
recomendarse el empleo de píldoras adelgazantes que producen graves
complicaciones endocrinológicas, cardiovasculares, electrolíticas y
neuropsiquiátricas.
 Psicoterapia reglada: los resultados se obtienen mediante el empleo de técnicas
de modificación de conducta, perfectamente estandarizadas, siendo los resultados
más satisfactorios en aquellos paciente menos influenciables y dependientes de
sucesos exteriores a ellos en el condicionamiento de su comportamiento
alimenticio.
 Medidas de tratamiento quirúrgico: las posibilidades abarcan varios enfoques
fisiopatológicos diferentes. Se puede actuar en la desconexión del eje hipotálamo-
digestivo, consiguiéndose disminuciones significativas del apetito. También
pueden utilizarse técnicas dirigidas a conseguir la disminución del volumen
gástrico. El by-pass gástrico puede aplicarse dentro de las técnicas derivativas.

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