Sie sind auf Seite 1von 20

A 100 años de la Reforma

Universitaria

Sobre continuidades y rupturas

Agrupación docente G450

Construyendo la Alternativa Independiente


desde la Clase Trabajadora

Abril 2018

Email: agrupaciong450@gmail.com
WhatsApp: 341-5202552
“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los
trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan
héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo,
separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se
pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como
propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las
cosas”. Rodolfo Walsh (“Cordobazo” en el Periódico de la
CGT de los Argentinos, 1969)

I – La excusa
Los números redondos son siempre una buena excusa para recordar,
no es que 99 años hayan sido menos significativos o los 101 invaliden
estas líneas, simplemente hoy (en 2018) la reforma está en los
almanaques. Este año muchas cosas se dirán sobre la reforma de 1918,
sobre la gesta estudiantil sobre el manifiesto liminar. Nuestra intención
con este material es acercar un conjunto de ideas para pensar la reforma
de 1918 utilizando el materialismo histórico como herramienta de
análisis.
Reconstruir nuestra historia no es un ejercicio académico ni busca
satisfacer un deseo de conocimiento espiritual, es una de las tantas tareas
para lograr la revolución socialista en Argentina hoy. Para comenzar a
construir nuestro futuro de una forma consciente, para ser hombres y
mujeres plenos. “Los filósofos no han hecho más que interpretar de
diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
sostenía Marx en sus Tesis sobre Feuerbach, o sea, no se trata de
responder ¿Qué pasó en 1918? sino ¿Qué hacer en 2018? Este es el
puntapié inicial.

II – El marco conceptual para empezar


La historiografía liberal cuando no miente o tergiversa los hechos,
simplemente desconecta los sucesos, rompe las concatenaciones de
causas y efectos, transformando el devenir de los acontecimientos
políticos en una esotérica cronología y a los acontecimientos políticos en
meros caprichos de las masas. Mañas imposibles de entender, que no
dejan enseñanza a las generaciones venideras. La frase de Walsh resuena
en cada estudio historiográfico que se realiza en forma crítica porque uno
redescubre en el pasado más o menos lejano algunas de las enseñanzas
de las luchas presentes.
1
Cuando la historia pasa a ser un conjunto o recuento de efemérides,
las enseñanzas se pierden. Los acontecimientos revolucionarios que
ingresan a la historia liberal son aquellos imposibles de tapar. Pero
aun cuando no logran taparlos los tergiversan, así los alzamientos
revolucionarios de los anarquistas de enero de 1919 se transforman en “la
semana trágica”, los alzamientos populares de diciembre de 2001 se
transforman en “el diciembre trágico”.
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros
días es la historia de las luchas de clases” decían Karl Marx y Friedrich
Engels en el manifiesto comunista, es por eso que al posicionarnos desde
el materialismo histórico haremos especial hincapié en el desarrollo de la
lucha de clases para entender los acontecimientos de nuestra historia,
entender el devenir de la Universidad en Argentina puede entenderse a
partir de un correcto análisis de la lucha de clases en la Argentina.
Entendiendo que la Universidad es parte de la superestructura estatal
podemos afirmar que su dinámica interna, sus objetivos como institución
son un reflejo más o menos desdibujado del desarrollo de la lucha de
clases de la sociedad en la que se encuentra. No podemos entender
correctamente la reforma del 18 en clave de las sucesivas modificaciones
de estatutos ni de los acontecimientos que ocurren puertas adentro.
Digámoslo de un tirón la universidad no fue, no es, ni será una burbuja
separada de la sociedad donde está inmersa. La idea de la universidad
burbuja es una caricatura que solo sirve para ciertos discursos
izquierdistas que quedan cómodos a la hora de juntar algunos votos
progresistas sin proponer políticas revolucionarias.
El manifiesto arranca con una frase: “Hombres de una república
libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos
ataba a la antigua dominación monárquica y monástica.(…) Volteamos
lo que representaba un alzamiento anacrónico”. ¿Cuáles eran las
cadenas que ligaban a dominación monárquica? ¿Qué levantamiento era
anacrónico?

III – La crisis del Proceso de Organización Nacional (el primer


Proceso)
La consolidación del Estado-Nación llevaba apenas 38 años (1880-
1918) y ya había mostrado signos de agotamiento. La crisis financiera de
2
1890, las huelgas de los sindicatos anarquistas y socialistas junto a los
levantamientos armados de la U.C.R. de 1890 y 1893 daban cuentas que
el Estado Argentino ni bien se fundó ya debía ser aggiornado.
Para superar la crisis de 1890 el Estado entró en cesación de pagos y
se creó el Banco Central, con estos instrumentos resolvían parcialmente
la crisis financiera pero la crisis política abierta corría riesgos de
desencadenar en una lucha armada de las clases subalternas contra las
clases dominantes.
En el levantamiento de 1893 los ejércitos radicales habían logrado
establecer gobiernos revolucionarios en las provincias de San Luis,
Buenos Aires, Tucumán, Corrientes y Santa Fe, y llegaron a designar en
la ciudad de Rosario a Leandro N. Alem como presidente provisional de
la República. Entre la primer y la segunda presidencia de Roca, la
presidencia fue ocupaba por Juarez Celman (86–90), Pellegrini (90–92),
Luis Saenz Peña (92–95), José Uriburu (95–98), pero es Roca quien
retiene el manejo de la política (controlando el Partido Autonomista
Nacional). Roca derrota a Alem en 1893 y luego de la derrota Alem
afirma: "Los radicales conservadores se irán con Don Bernardo de
Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla
de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito
Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña y los radicales intransigentes nos
iremos a la mismísima mierda".
Entendamos bien, el Partido Autonomista Nacional (cuya cabeza era
Julio Roca) primero arrasa militarmente con los radicales en 1893 cuyas
filas están nutridas en parte por la clase trabajadora, en parte por
pequeños burgueses y algunos cuadros de las clases dominantes. Es un
movimiento policlasista con una ideología burguesa que disputa ser el
partido de gobierno pero no pone en jaque la naturaleza del Estado. Años
más tarde, luego del suicidio de Alem, de la U.C.R. solo quedaban
vestigios pero las contradicciones sociales que le dieron origen seguían
latentes.
Al calor de las luchas sindicales un nuevo actor político cobra gran
importancia, en 1901 surge la Federación Obrera Argentina nucleando
sindicatos anarquistas y socialistas. Federación Obrera de la Región
Argentina (F.O.R.A. a partir de 1904). En 1905 los sindicatos socialistas
abandonan la F.O.R.A. ya que en su declaración de principios (el
programa del V congreso) está planteada la necesidad de la propaganda
de los principios del comunismo anárquico. El programa de la central
3
sindical incluye la abolición del modo de producción capitalista con el
correspondiente desmantelamiento de Estado Burgués que lo sostiene.
En 1909 en el IX congreso de la Federación Obrera los sindicatos
socialistas reingresan a la misma y la federación se parte en la F.O.R.A.
IX con un programa sindical sin posicionamiento político partidario y la
F.O.R.A. V congreso (con el programa político-revolucionario de los
anarquistas).
Frente a la avanzada político-sindical de las federaciones obreras
F.O.R.A. (IX congreso) y F.O.R.A. (V congreso) que logran nuclear a
gran parte de la clase trabajadora en la Argentina (sobre todo aquellos de
origen europeo expulsados por los regímenes burgueses de Europa), los
dirigentes más progresistas del P.A.N., Carlos Pellegrini y Roque Saenz
Peña, permiten que Hipólito Yrigoyen reconstruya el partido radical. En
1905 Yrigoyen mantiene el abstencionismo electoral y dirige un nuevo
levantamiento armado, pero el mismo no es de la envergadura del de
1893. El levantamiento fracasa y la ley Saenz Peña de 1912 perfila a la
U.C.R. en perspectiva de ser un movimiento pacífico y electoral. En 1916
Hipólito Yrigoyen es presidente de la república, si bien la historia liberal
pretende presentarlo como un triunfo de los sectores progresistas
conviene leerlo en clave de la frase de Alem de 1893: Efectivamente la
Ley Saenz Peña sancionada en 1912 incluía a algunos sectores de la
social-democracia (los radicales que seguían a Hipólito Yrigoyen),
dentro del nuevo estatus quo del Estado liberal. El desarrollo de la
lucha de clases impulsaba a la oligarquía terrateniente a incluir estos
sectores frente a la posibilidad de una guerra civil que desembocase
ya no en la pérdida del control del aparato estatal en manos de los
radicales sino de su abolición en manos de los anarquistas. En enero
de 1919 Yrigoyen cumpliría con su parte, mandaba al ejército argentino
a sofocar un levantamiento armado anarquista, gestado en respuesta a la
represión sufrida por los trabajadores de los talleres Vasena. Con la
revolución de octubre de 1917 triunfante en Rusia, las concesiones que
la oligarquía entrega: voto secreto para los hombres adultos y ceder el
gobierno nacional a la U.C.R. (liderada por Yrigoyen) no dejan de ser lo
que Gramsci señala como concesiones menores o mínimas frente a la
avanzada popular.
En resumen en 1918 el Estado–Nación Argentino fundado en el
primer Proceso de Organización Nacional requiere democratizarse,
a la clase dominante se le plantea una disyuntiva: amplía el
4
programa del partido de Estado y permite que sectores de la pequeña
y mediana burguesía definan el programa de gobierno o queda
latente el riesgo de desembocar una guerra civil con posibilidad de
un triunfo anarquista o socialista. Los cuadros más lúcidos de la
oligarquía terrateniente lo entienden y como clase, a regañadientes,
ejecutan las reformas.

IV – De vuelta a la universidad.
Como reflejo en las Universidades del país los reformistas comienzan
a introducir las mejoras. Como espejo del gobierno nacional de la U.C.R.
aparece en la universidad el gobierno tripartito paritario, co-gobierno
docente-estudiantil-egresados en los concejos directivos. Solo aquellos
conservadores de museo se resisten y en la Universidad Nacional de
Córdoba deciden plantar bandera. Así frente a una inminente elección de
un rector pro-reforma el 15 de junio del 1918 la Asamblea Universitaria
de Córdoba elige un representante de los sectores más conservadores, los
estudiantes interrumpen violentamente la Asamblea, impiden que se
lleve adelante el acto administrativo y expulsan a patadas a los
integrantes de la Asamblea Universitaria fuera del recinto y sobre la mesa
del rector más de mil estudiantes declaran la huelga. Luego de idas y
vueltas con el ejecutivo nacional los estudiantes radicalizaron sus
medidas y el 9 de septiembre ocuparon la Universidad asumiendo sus
funciones de gobierno: nombraron a los dirigentes estudiantiles Horacio
Valdés, Enrique Barrios e Ismael Bordabehere como decanos de las
facultades de Derecho, Medicina e Ingeniería, organizaron actividades
curriculares, nombraron profesores, consejeros y empleados e incluso
llegaron a constituir mesas de exámenes. La universidad se encontraba
completamente en manos del estudiantado, situación que solo sería
revertida tras el desalojo y la detención de algunos estudiantes por parte
de la policía. Para ese momento la huelga se había generalizado a todo el
país y el interventor de la U.N.C. decreta la modificación de estatutos.
Los conservadores son derrotados y la reforma es un hecho en la U.N.C.

V – Caracterizando a los protagonistas


La frase: “acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo
XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica”,
podemos leerla bajo dos hipótesis:

5
a) Podemos entender que parte del Estado Nación burgués instalado
por Roca en 1880 aún conservaba vestigios de la época colonial
(monárquica) y requerían ser modificados para adaptar el Estado
completamente a la sociedad (haciendo hincapié en el carácter
revolucionario de la burguesía frente a las clases monárquicas). Esta
parece ser la clave en que la leen los reformistas del 18 ya que afirman
en su manifiesto: “era necesario borrar para siempre el recuerdo de los
contra-revolucionarios de Mayo”. Este suele ser el enfoque de algunos
que leen la reforma focalizando exclusivamente en los sectores de clases
que integraban la universidad en 1918 (la oligarquía terrateniente, la
pequeña y mediana burguesía y el clero). Dejando de lado el lugar de la
clase trabajadora, es un análisis que considera que la burguesía local aún
luchaba por conquistar el poder frente a las clases monárquicas (aquí
sería el clero), o sea que en 1918 la burguesía sigue siendo una clase
revolucionaria.
b) Podemos entender que el vestigio católico del estado burgués
instalado por Roca es anecdótico. El Estado tal cual está sirve para la
realización de la renta agraria que es la síntesis del programa de las clases
dominantes argentinas. El programa del partido de gobierno no se
modifica porque sea inadecuado para una burguesía que lucha para llegar
o consolidad el poder recién tomado, sino porque la burguesía está
instalada en el poder y no quiere perderlo en manos de la clase
trabajadora.
El marco particular del país permite entender, si optamos por la
hipótesis a) estamos analizando una institución estatal desconociendo la
dinámica de la lucha de clases en la sociedad donde esta se encuentra, y
creamos la ilusión de una sociedad capitalista desarrollada cuya
burguesía es revolucionaria. Si optamos por la hipótesis b) salimos de
algunos enfoques tradicionales pero podemos releer la reforma del 18 en
la siguiente clave: –se está aggiornando el Estado-Nación frente a la
posible avanzada anarquista y la universidad no sale de los límites de
aquel. No quita protagonismo al movimiento estudiantil, no le resta valor
a su gesta. Su propia imagen (que en parte compartimos) queda reflejada
en segmentos del manifiesto: –“la única puerta que nos queda abierta a
la esperanza es el destino heroico de la juventud. (…) La juventud vive
siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido
tiempo aún de contaminarse”. Ellos mismos se ven como gestores de “la
hora americana” pero no ligan su capacidad de impulsar las reformas con
6
las luchas obreras, al desconectar la dinámica de la lucha de clases de su
propio conflicto generan un ideario de jóvenes intrépidos ahistóricos que
no dejan saldos políticos. La imagen de un grupo de pequeños burgueses
radicalizados combatiendo a las clases dominantes y triunfando vale más
para un guión de Hollywood que para entender la historia-política
argentina.
La resistencia de los grupos católicos conservadores no es otra cosa
que “un alzamiento anacrónico”, la justicia de la frase no puede ser
mayor. En 1918 desde cualquiera de las dos hipótesis se concluye que los
sectores refractarios a la reforma son algo anacrónico. a) burguesía con
carácter revolucionario y b) burguesía en el poder y dando concesiones
mínimas. Pero solo desde la hipótesis b) se logra entender porque el
alzamiento anacrónico deja de serlo años más tarde. A partir de 1923 el
propio radicalismo desde el ejecutivo nacional encabezado por Marcelo
T. de Alvear pasará a apoyar fervientemente una serie de intervenciones
e impulsa modificaciones de estatutos contrarios a la reforma. Si el
alzamiento es vigente o anacrónico, lo marcará el avance o retroceso
de posiciones en el desarrollo de la lucha de clases en la sociedad y
no la interna universitaria.

VI – El programa de la reforma
El planteo siempre presente frente a estas concesiones mínimas es el
programa de los impulsores de la reforma ¿es parte de un programa más
amplio con perspectiva socialista o ejecución del programa de la
oligarquía terrateniente? ¿Impulso de sectores progresistas que buscan
mejorar la “calidad de la academia”? La respuesta no puede ser única,
por un lado parte del movimiento estudiantil que responde con violencia
frente a un grupo de consejeros que hacen oídos sordos de una serie de
reclamos, del cual el gobierno tripartito paritario es solo una parte, y por
el otro las autoridades nacionales (U.C.R.) que impulsan la adecuación
de las instituciones estatales. Los sindicatos apoyan firmemente a la
huelga estudiantil sumándose activamente a ella. Parte de su programa es
leído por los revolucionarios de la época como un paso al frente de los
trabajadores en el desarrollo de la lucha de clases.
El manifiesto tiene un perfil liberal, eso sí, cuenta con la frescura
propia de la juventud, que en el devenir de la lucha puede traspasar sus
propios límites iniciales. Impulsan la reforma con uso de violencia física
y el uso de la violencia es defendido discursivamente. No se queda
7
anclado a las formas de gobierno de la universidad sino que incluye en el
mismo la necesidad de sustituir el dogmatismo religioso de la época por
la ciencia que se abría paso. Se reclama que la formación permita el
desarrollo del pensamiento crítico y da cuenta de una sensibilidad social
para con el pueblo argentino y el resto de los pueblos americanos. Parte
del vestigio monárquico que identificaban los reformistas del 18 eran los
credos religiosos, de ahí la necesidad de instalar el pensamiento
científico, pero no bregaban abiertamente por el socialismo o la abolición
del Estado sino que exigían su modificación: “La juventud universitaria
de Córdoba cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema
a la consideración del país y de sus hombres representativos”
El programa de Yrigoyen quedará blanco sobre negro unos meses más
tarde. En enero del año siguiente (1919) manda al ejército argentino a
sofocar un levantamiento anarquista de la F.O.R.A. y en 1921 por si
quedaban dudas vuelve a enviar al ejército a fusilar anarquistas en la
Patagonia, también nucleados en la F.O.R.A. Un liberal que sabe que su
función es aggiornar el Estado–Nación y a la vez sofocar la posible gesta
revolucionaria encabezada por anarquistas y socialistas revolucionarios.
La reforma en sí, el programa completo de la juventud cae entre 1923
y 1928 con la intervención de varias universidades por parte del ejecutivo
nacional a cargo de Marcelo T. de Alvear, quien en 1922 había sucedido
a Yrigoyen en la presidencia. Los avances plasmados en los estatutos
llegan a cumplir un lustro y otros una década. Los avances son abolidos
como contrapartida de una oleada conservadora que tiene su punto de
agudización en 1930, donde las clases dominantes agradecen a la U.C.R.
los servicios prestados y envían a Yrigoyen a la Isla Martín García. Las
clases dominantes no siguen viendo la necesidad de que la U.C.R. sea el
partido de gobierno y el Estado-Nación recrudece su forma: José F.
Uriburu es presidente y les recuerda a los trabajadores que las clases
dominantes no perdieron su tradicional encanto. Se inicia “La Década
Infame”
Para entender esta decisión conviene recordar que en el 30 la crisis
económica originada por la caída general de precios internacionales se
lleva puesto todo por delante. Para salir de esta crisis los Estados-Nación
a nivel internacional deberán dejar de lado los programas liberales a
ultranza y dan paso progresivamente a programas proteccionistas, para
estas maniobras las clases dominantes prefieren hacerse cargo
completamente del control del gobierno y no dejan nada librado al azar,
8
así el fraude electoral se transforma en “patriótico”. A la par que
comienza a suceder esto se agotan tanto el programa político de la
F.O.R.A. como la Federación Obrera en sí misma, que no logran
caracterizar políticamente al incipiente Estado de Bienestar.
Durante la década del 30, Deodoro Roca (quien supuestamente
escribe el manifiesto) en sus reflexiones sobre la reforma y su derrota
dice: “no habrá reforma universitaria hasta tanto no haya una reforma
social”. Algunos historiadores toman esta consigna como una
resignación de los reformistas del 18 y no como un acto de maduración.
Considerar que las instituciones del Estado burgués no son faros que
iluminan el camino de la clase trabajadora en su enfrentamiento con
la burguesía, no es signo de derrota sino de claridad política. Todos
los intentos de transformar la universidad en un faro que guíe la
transformación social es un espejismo de la Ilustración, que aún impregna
el sentido común de los universitarios y que debemos erradicar para
ejercer la función intelectual acorde al desarrollo político de nuestro
pueblo.

VII – Continuidades y rupturas en el resto del siglo


Entre 1930 y 2018 el desarrollo de la lucha de clases en Argentina
presentó momentos de avanzada y retrocesos de la clase trabajadora. La
universidad como toda otra institución estatal acompaño esa dinámica.
El cuerpo de docentes, personal de apoyo (mal llamados no-docentes),
estudiantes y egresados fueron posicionándose, algunas veces
acompañando a la clase trabajadora otras veces enfrentándola. La
composición policlasista de la ciudadanía universidad durante este
período hace imposible una caracterización homogénea de cualquiera de
sus claustros. Es por eso que nos limitaremos a mencionar algunos hitos
para desarrollarlos en materiales posteriores.
A la década infame la interrumpe el golpe del 43. Durante el gobierno
militar, desde la secretaría de trabajo y previsión Perón (junto a militares
afines), y desde los sindicatos, algunos dirigentes sindicales que no
integraban un espacio político definido arman el Partido Laborista con el
que Perón llega a la presidencia en 1946. Durante su presidencia Perón
fundó el Partido Peronista y el laborismo fue una línea interna. El
peronismo siguió con las políticas proteccionistas y estableció un
programa de gobierno que no pretendemos discutir aquí pero que
representó objetivamente para la clase obrera argentina su momento de
9
mayor bienestar económico conocido o por conocer hasta nuestros días.
A este programa el movimiento estudiantil fue refractario al punto de
enfrentarlo y colaborar con su deposición en el 55. El sistema nacional
de universidades en su conjunto se presentaba contrario y hostil al
programa de gobierno peronista. Así que en paralelo a las universidades
existentes el partido peronista armó la Universidad Obrera Nacional
donde la clase obrera argentina, por primera vez en su historia, comienza
a acceder en forma masiva a la formación superior. Ser obrero y estar
afiliado a la C.G.T. eran requisitos de ingreso a la misma y en sus
programas de estudio las materias comunes a todas las especialidades
incluían: Sindicalismo Justicialista y Legislación Obrera I y II,
Legislación del trabajo, entre otras.
Con el golpe del 55 la U.O.N. se transforma en la Universidad
Tecnológica Nacional y se incorpora al sistema de nacional de
universidades. El proteccionismo iba cediendo paso a la nueva oleada
liberal que llegaba bombardeando plazas y a punta de fusil. El gobierno
militar interviene la universidad que había armado el peronismo para que
esta sea “reestructurada”.
Durante los 18 años que siguieron al golpe del 55 el peronismo estuvo
proscripto y al calor de la resistencia surge una nueva vanguardia obrera.
El Peronismo Revolucionario y la Nueva Izquierda que surgen durante la
década de los 60 ponen en jaque a las clases dominantes; al calor de esas
experiencias obreras nuevos intelectuales deciden ser orgánicos a la clase
trabajadora. La experiencia de las cátedras nacionales entre 1967 y 1972,
las críticas al cientificismo de Oscar Varsavsky y un cúmulo de otras
experiencias son el reflejo universitario de la dinámica que toma la lucha
de clases en el país. En mayo de 1969 ocurre el Cordobazo y el
movimiento estudiantil se pliega a la insurrección. No es solo la caída de
un gobierno militar, la clase obrera argentina abre curso a una crisis
revolucionaria. El período de la Revolución Argentina entre 1969 y 1975
es cancelado por la ofensiva burguesa que en 1976 instaura una dictadura
burguesa terrorista unificada y a la derrota de la vanguardia armada le
sigue la derrota de la clase en su conjunto. Comienza el segundo proceso
de organización nacional, el autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional, las semejanzas con el impulsado por Roca
100 años atrás no son solo de títulos. Finalizada la nueva reestructuración
del Estado burgués, los militares intentan cristalizar un programa de
gobierno propio, el fallido de Malvinas deja blanco sobre negro para qué
10
tipo de combate han sido entrenados los oficiales de las tres armas y el
bloque de clases dominantes decide que es momento de un nuevo
gobierno civil.

VIII – Las crisis de fin de siglo (la crisis del segundo Proceso)
Alfonsín es presidente de la República y un aire democrático recorre
la sociedad y también las universidades. Conviene no llamar al engaño,
no es una democracia conquistada con victorias de la clase, es la
democracia de la derrota. El proceso sigue vigente en tanto la
transformación revolucionaria de la sociedad escapa al horizonte político
del grueso de los partidos políticos de Argentina.
Alfonsín, Menem y de la Rúa siguen el programa económico
instaurado en 1976 y como correlato en educación La ley federal y la ley
de educación superior del 95 vienen a legalizar una cruda realidad.
Durante todo ese período las luchas del movimiento estudiantil como de
los sectores docentes fueron defensivas. Siempre en clave de evitar una
reestructuración, una aprobación de una ley, evitar un recorte
presupuestario, tratar de equiparar sueldos a la inflación, etc…
Aún así durante estas gestas en todo el país surgieron núcleos
militantes que por fuera de los partidos mayoritarios retomaban el legado
de la reforma, de la U.O.N., de las Cátedras Nacionales, ese espíritu
sensible de las juventudes que al calor de las gestas de la clase trabajadora
sabe tomar partido por lo justo.
Durante el 2001 en la ciudad de Rosario las Coordinadoras de Luchas
fueron un movimiento estudiantil que nucleó a más de 3.000 estudiantes
que por fuera de todo centro de estudiante y de la Federación
Universitaria de Rosario dieron cause a un programa de lucha y
organización que sin saberlo plenamente retomaba parte de los puntos
programáticos de estas experiencias. Con periódico propio (de “el
boletín” se editaron dos números y un tercero quedó en edición), un
sistema de autofinanciamiento, un mecanismo deliberativo de asambleas
abiertas y permanentes, y un conjunto de referentes que ejecutaban los
mandatos de las asambleas y rendía cuentas a las mismas.
La profunda crisis económica que recorre el gobierno de Alfonsín
Menem y de la Rúa tiene altos y bajos y hace eclosión en 2001. Una
poblada a lo largo y ancho del país hace que 5 presidentes se sucedan en
una semana, la unidad en la calle de sectores de la clase trabajadora con
11
sectores de la pequeña burguesía hace ingobernable el país para los
partidos tradicionales. Fábricas ocupadas por los obreros vuelven a
producir sin patrones. El bloque de clase dominantes re-encuentra la vieja
salida cesación de pagos y un incipiente proteccionismo siendo Duhalde
el nuevo piloto de tormentas (el anterior había sido Pellegrini). Los
fusilamientos de Kosteki y Santillán ponen en relieve la insuficiencia de
pasar a una ofensiva por parte de los trabajadores, pero también la
incapacidad de Duhalde de seguir gobernando. Las elecciones con menor
porcentaje de votos de la historia argentina consagran al segundo
candidato presidente de la nación. Néstor Kirchner es presidente y se
configura una suerte de estado de bienestar versión siglo XXI. El
equilibrio de fuerzas que representó el Kirchnerismo se quiebra a favor
del bloque de clases dominantes y Macri se impone como nuevo
presidente. Todo parece una suerte de continuidades democráticas pero
conviene señalar, Fuentealba y Ferreyra son sólo dos nombres de la
totalidad de fusilados por las fuerzas contra-revolucionarias con
uniforme y botas o sin ellos.
El fusilamiento de Jorge Nahuel Jones Huala y el asesinato de
Santiago Maldonado son testimonios latentes de los métodos actuales del
ejecutivo nacional. No estamos mejor que hace 100 años si no nos
apropiamos de nuestra historia, si no recuperamos la memoria. Recuperar
la experiencia colectiva hoy implica y requiere volver a trazar un
programa revolucionario de perspectivas socialistas.
El presente material no es un recuento nostálgico de estudiantes que
participamos de las coordinadoras, es en sí un recuento de continuidades
y rupturas. Para que las próximas luchas no surjan de cero, para que no
estén desprovistas de historia, para que los dueños de todas las cosas
dejen de ser dueños de todo y todos seamos dueños de nuestros destinos.

IX – A modo de cierre
“Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una
libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos
faltan”. La primera frase es circunstancial y carece de vigencia, la
segunda es vigente. La diferencia es que la primera presenta la sanción
de una ley como paso definitivo la otra es un motor de futuras luchas.
El efecto de las derrotas obreras tiene su correlato, las clases
dominantes al ver disminuido el riesgo latente de una revolución
12
triunfante retiran algunas de las concesiones mínimas otorgadas.
Cabe entender que ningún derecho es eterno, ni ninguna ley escrita los
garantiza. Las leyes al igual que los estatutos se modifican conforme el
desarrollo de la lucha de clases se desarrolla: con avances y retrocesos.
No nos conducimos inexorablemente a un futuro de más libertades y
mayores garantías, o una sociedad post-apocalipsis tipo Mad Max.
Ningún futuro está escrito. En el desarrollo de la lucha de clases, en la
medida que la clase trabajadora re-elabore un programa revolucionario,
en la capacidad de estar organizados para ejecutarlo, en la medida de ser
consecuentes con una moral revolucionaria, está la posibilidad de
construir una alternativa independiente.
Superar los límites del Proceso de Reorganización Nacional no es
gritar Nunca Más, sino: Otra vez…

Hemos vuelto y venceremos.

13
X – Anexo obligado

La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud


América
Manifiesto de la Federación Universitaria de Córdoba – 1918
Hombres de una república libre, acabamos de romper la última
cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación
monárquica y monástica. Hemos resulto llamar a todas las cosas por el
nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país
una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan
son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las
resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una
revolución, estamos viviendo una hora americana.
La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta, porque aquí los
tiranos se habían ensoberbecido y porque era necesario borrar para
siempre el recuerdo de los contra-revolucionarios de Mayo. Las
universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres,
la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -
lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de
insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades
han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que
se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil.
Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa
silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando
en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para
arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es
que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a
mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de los organismos
universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de
la periodicidad revolucionaria.
Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico.
Está fundado sobre una especie del derecho divino: el derecho divino
del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él
muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria
de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en
ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y
sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el
gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto
14
de Autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro
en un hogar de estudiantes universitarios, no solo puede apoyarse en la
fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los estudios. La
autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino
sugiriendo y amando: Enseñando.
Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que
aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la
educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la
garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un
reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen
cuartelario, pero no a una labor de Ciencia. Mantener la actual relación
de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros
trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas
espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la
fuerza no se avienen con lo que reclama el sentimiento y el concepto
moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede
rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única
actitud silenciosa, que cabe en un instituto de Ciencia es la del que
escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o
comprobarla. Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo
universitario el arcaico y bárbaro concepto de Autoridad que en estas
Casas es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger
criminalmente la falsa-dignidad y la falsa-competencia. Ahora
advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a la
Universidad de Córdoba por el Dr. José Nicolás Matienzo, sólo ha
venido a probar que el mal era más afligente de los que imaginábamos y
que los antiguos privilegios disimulaban un estado de avanzada
descomposición. La reforma Matienzo no ha inaugurado una
democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de
profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han
encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de
insurrectos en nombre de una orden que no discutimos, pero que nada
tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se
nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el
derecho sagrado a la insurrección. Entonces la única puerta que nos
queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El
sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las
juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que
15
nuestras verdades lo son -y dolorosas- de todo el continente. Que en
nuestro país una ley -se dice- la de Avellaneda, se opone a nuestros
anhelos. Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral los está
exigiendo.
La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada,
es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca
nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace
mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan
sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus
determinaciones. En adelante solo podrán ser maestros en la futura
república universitaria los verdaderos constructores de alma, los
creadores de verdad, de belleza y de bien.
La juventud universitaria de Córdoba cree que ha llegado la hora de
plantear este grave problema a la consideración del país y de sus
hombres representativos.
Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba,
con motivo de elección rectoral, aclara singularmente nuestra razón en
la manera de apreciar el conflicto universitario. La Federación
Universitaria de Córdoba cree que debe hacer conocer al país y América
las circunstancia de orden moral y jurídico que invalidan el acto
electoral verificado el 15 de junio. El confesar los ideales y principios
que mueven a la juventud en esta hora única de su vida, quiere referir
los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama que está
quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad
Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado
desordenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una
verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a
todos los hombres libres del continente.
Referiremos los sucesos para que se vea cuanta vergüenza nos sacó
a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de
violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se
cumplían como en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que
representaba un alzamiento anacrónico y lo hicimos para poder
levantar siquiera el corazón sobre esas ruinas. Aquellos representan
también la medida de nuestra indignación en presencia de la miseria
moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse con
las apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba oscurecido en

16
las clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa
indigencia de ideales.
El espectáculo que ofrecía la Asamblea Universitaria era
repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad
del futuro rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para
inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar
la adhesión públicamente empeñada, en el compromiso de honor
contraído por los intereses de la Universidad. Otros -los más- en nombre
del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús,
exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa
religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad!
¡Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una
reforma liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía
haber conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los
únicos enemigos de la reforma. En la sombra los jesuitas habían
preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría
comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La
mayoría expresaba la suma de represión, de la ignorancia y del vicio.
Entonces dimos la única lección que cumplía y espantamos para
siempre la amenaza del dominio clerical.
La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquellos pudieron
obtener la sanción jurídica, empotrarse en la Ley. No se lo permitimos.
Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo,
nos apoderamos del Salón de Actos y arrojamos a la canalla, solo
entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que es cierto, lo
patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionada en el propio Salón
de Actos de la Federación Universitaria y de haber firmado mil
estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de la huelga
indefinida.
En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección de rector
terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el
resultado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del
acta respectiva. Afirmamos sin temor de ser rectificados, que las boletas
no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue
proclamado, y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de
esta universidad.
La juventud Universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo
cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen
17
administrativo, contra un método docente, contra un concepto de
autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de
determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos
por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La
consigna de "hoy para ti, mañana para mí", corría de boca en boca y
asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos
docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo
a mantener a la Universidad apartada de la Ciencia y de las disciplinas
modernas. Las lecciones, encerradas en la repetición interminable de
viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos
universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener
en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio
puede ser ejercitada en contra de la Ciencia. Fue entonces cuando la
oscura Universidad Mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero,
a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida
ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a
nuestros golpes.
Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo
nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún
respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se coaligaban para
arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios. No podemos
dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, no al
juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se
titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera
palabra: "prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres
de los estudiantes". Palabras llenas de piedad y amor, de respeto
reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de
altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se
siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador.
¡Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano
de una democracia Universitaria!. Recojamos la lección, compañero de
toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud
de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra
el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada,
que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla
de rebelión.
La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a
exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios por
18
medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si
ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede
desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia
casa
La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su
Federación, saluda a los compañeros de la América toda y les incita a
colaborar en la obra de libertad que inicia.
21 de junio de 1918
Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere,
presidente. Gurmensindo Sayago, Alfredo Castellanos, Luis M. Méndez,
Jorge L. Bazante, Ceferino Garzón Maceda, Julio Molina, Carlos Suárez
Pinto, Emilio R. Biagosch, Angel J. Nigro, Natalio J. Saibene, Antonio
Medina Allende, Ernesto Garzón.

19

Das könnte Ihnen auch gefallen