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Universitaria
Abril 2018
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“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los
trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan
héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo,
separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se
pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como
propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las
cosas”. Rodolfo Walsh (“Cordobazo” en el Periódico de la
CGT de los Argentinos, 1969)
I – La excusa
Los números redondos son siempre una buena excusa para recordar,
no es que 99 años hayan sido menos significativos o los 101 invaliden
estas líneas, simplemente hoy (en 2018) la reforma está en los
almanaques. Este año muchas cosas se dirán sobre la reforma de 1918,
sobre la gesta estudiantil sobre el manifiesto liminar. Nuestra intención
con este material es acercar un conjunto de ideas para pensar la reforma
de 1918 utilizando el materialismo histórico como herramienta de
análisis.
Reconstruir nuestra historia no es un ejercicio académico ni busca
satisfacer un deseo de conocimiento espiritual, es una de las tantas tareas
para lograr la revolución socialista en Argentina hoy. Para comenzar a
construir nuestro futuro de una forma consciente, para ser hombres y
mujeres plenos. “Los filósofos no han hecho más que interpretar de
diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
sostenía Marx en sus Tesis sobre Feuerbach, o sea, no se trata de
responder ¿Qué pasó en 1918? sino ¿Qué hacer en 2018? Este es el
puntapié inicial.
IV – De vuelta a la universidad.
Como reflejo en las Universidades del país los reformistas comienzan
a introducir las mejoras. Como espejo del gobierno nacional de la U.C.R.
aparece en la universidad el gobierno tripartito paritario, co-gobierno
docente-estudiantil-egresados en los concejos directivos. Solo aquellos
conservadores de museo se resisten y en la Universidad Nacional de
Córdoba deciden plantar bandera. Así frente a una inminente elección de
un rector pro-reforma el 15 de junio del 1918 la Asamblea Universitaria
de Córdoba elige un representante de los sectores más conservadores, los
estudiantes interrumpen violentamente la Asamblea, impiden que se
lleve adelante el acto administrativo y expulsan a patadas a los
integrantes de la Asamblea Universitaria fuera del recinto y sobre la mesa
del rector más de mil estudiantes declaran la huelga. Luego de idas y
vueltas con el ejecutivo nacional los estudiantes radicalizaron sus
medidas y el 9 de septiembre ocuparon la Universidad asumiendo sus
funciones de gobierno: nombraron a los dirigentes estudiantiles Horacio
Valdés, Enrique Barrios e Ismael Bordabehere como decanos de las
facultades de Derecho, Medicina e Ingeniería, organizaron actividades
curriculares, nombraron profesores, consejeros y empleados e incluso
llegaron a constituir mesas de exámenes. La universidad se encontraba
completamente en manos del estudiantado, situación que solo sería
revertida tras el desalojo y la detención de algunos estudiantes por parte
de la policía. Para ese momento la huelga se había generalizado a todo el
país y el interventor de la U.N.C. decreta la modificación de estatutos.
Los conservadores son derrotados y la reforma es un hecho en la U.N.C.
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a) Podemos entender que parte del Estado Nación burgués instalado
por Roca en 1880 aún conservaba vestigios de la época colonial
(monárquica) y requerían ser modificados para adaptar el Estado
completamente a la sociedad (haciendo hincapié en el carácter
revolucionario de la burguesía frente a las clases monárquicas). Esta
parece ser la clave en que la leen los reformistas del 18 ya que afirman
en su manifiesto: “era necesario borrar para siempre el recuerdo de los
contra-revolucionarios de Mayo”. Este suele ser el enfoque de algunos
que leen la reforma focalizando exclusivamente en los sectores de clases
que integraban la universidad en 1918 (la oligarquía terrateniente, la
pequeña y mediana burguesía y el clero). Dejando de lado el lugar de la
clase trabajadora, es un análisis que considera que la burguesía local aún
luchaba por conquistar el poder frente a las clases monárquicas (aquí
sería el clero), o sea que en 1918 la burguesía sigue siendo una clase
revolucionaria.
b) Podemos entender que el vestigio católico del estado burgués
instalado por Roca es anecdótico. El Estado tal cual está sirve para la
realización de la renta agraria que es la síntesis del programa de las clases
dominantes argentinas. El programa del partido de gobierno no se
modifica porque sea inadecuado para una burguesía que lucha para llegar
o consolidad el poder recién tomado, sino porque la burguesía está
instalada en el poder y no quiere perderlo en manos de la clase
trabajadora.
El marco particular del país permite entender, si optamos por la
hipótesis a) estamos analizando una institución estatal desconociendo la
dinámica de la lucha de clases en la sociedad donde esta se encuentra, y
creamos la ilusión de una sociedad capitalista desarrollada cuya
burguesía es revolucionaria. Si optamos por la hipótesis b) salimos de
algunos enfoques tradicionales pero podemos releer la reforma del 18 en
la siguiente clave: –se está aggiornando el Estado-Nación frente a la
posible avanzada anarquista y la universidad no sale de los límites de
aquel. No quita protagonismo al movimiento estudiantil, no le resta valor
a su gesta. Su propia imagen (que en parte compartimos) queda reflejada
en segmentos del manifiesto: –“la única puerta que nos queda abierta a
la esperanza es el destino heroico de la juventud. (…) La juventud vive
siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido
tiempo aún de contaminarse”. Ellos mismos se ven como gestores de “la
hora americana” pero no ligan su capacidad de impulsar las reformas con
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las luchas obreras, al desconectar la dinámica de la lucha de clases de su
propio conflicto generan un ideario de jóvenes intrépidos ahistóricos que
no dejan saldos políticos. La imagen de un grupo de pequeños burgueses
radicalizados combatiendo a las clases dominantes y triunfando vale más
para un guión de Hollywood que para entender la historia-política
argentina.
La resistencia de los grupos católicos conservadores no es otra cosa
que “un alzamiento anacrónico”, la justicia de la frase no puede ser
mayor. En 1918 desde cualquiera de las dos hipótesis se concluye que los
sectores refractarios a la reforma son algo anacrónico. a) burguesía con
carácter revolucionario y b) burguesía en el poder y dando concesiones
mínimas. Pero solo desde la hipótesis b) se logra entender porque el
alzamiento anacrónico deja de serlo años más tarde. A partir de 1923 el
propio radicalismo desde el ejecutivo nacional encabezado por Marcelo
T. de Alvear pasará a apoyar fervientemente una serie de intervenciones
e impulsa modificaciones de estatutos contrarios a la reforma. Si el
alzamiento es vigente o anacrónico, lo marcará el avance o retroceso
de posiciones en el desarrollo de la lucha de clases en la sociedad y
no la interna universitaria.
VI – El programa de la reforma
El planteo siempre presente frente a estas concesiones mínimas es el
programa de los impulsores de la reforma ¿es parte de un programa más
amplio con perspectiva socialista o ejecución del programa de la
oligarquía terrateniente? ¿Impulso de sectores progresistas que buscan
mejorar la “calidad de la academia”? La respuesta no puede ser única,
por un lado parte del movimiento estudiantil que responde con violencia
frente a un grupo de consejeros que hacen oídos sordos de una serie de
reclamos, del cual el gobierno tripartito paritario es solo una parte, y por
el otro las autoridades nacionales (U.C.R.) que impulsan la adecuación
de las instituciones estatales. Los sindicatos apoyan firmemente a la
huelga estudiantil sumándose activamente a ella. Parte de su programa es
leído por los revolucionarios de la época como un paso al frente de los
trabajadores en el desarrollo de la lucha de clases.
El manifiesto tiene un perfil liberal, eso sí, cuenta con la frescura
propia de la juventud, que en el devenir de la lucha puede traspasar sus
propios límites iniciales. Impulsan la reforma con uso de violencia física
y el uso de la violencia es defendido discursivamente. No se queda
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anclado a las formas de gobierno de la universidad sino que incluye en el
mismo la necesidad de sustituir el dogmatismo religioso de la época por
la ciencia que se abría paso. Se reclama que la formación permita el
desarrollo del pensamiento crítico y da cuenta de una sensibilidad social
para con el pueblo argentino y el resto de los pueblos americanos. Parte
del vestigio monárquico que identificaban los reformistas del 18 eran los
credos religiosos, de ahí la necesidad de instalar el pensamiento
científico, pero no bregaban abiertamente por el socialismo o la abolición
del Estado sino que exigían su modificación: “La juventud universitaria
de Córdoba cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema
a la consideración del país y de sus hombres representativos”
El programa de Yrigoyen quedará blanco sobre negro unos meses más
tarde. En enero del año siguiente (1919) manda al ejército argentino a
sofocar un levantamiento anarquista de la F.O.R.A. y en 1921 por si
quedaban dudas vuelve a enviar al ejército a fusilar anarquistas en la
Patagonia, también nucleados en la F.O.R.A. Un liberal que sabe que su
función es aggiornar el Estado–Nación y a la vez sofocar la posible gesta
revolucionaria encabezada por anarquistas y socialistas revolucionarios.
La reforma en sí, el programa completo de la juventud cae entre 1923
y 1928 con la intervención de varias universidades por parte del ejecutivo
nacional a cargo de Marcelo T. de Alvear, quien en 1922 había sucedido
a Yrigoyen en la presidencia. Los avances plasmados en los estatutos
llegan a cumplir un lustro y otros una década. Los avances son abolidos
como contrapartida de una oleada conservadora que tiene su punto de
agudización en 1930, donde las clases dominantes agradecen a la U.C.R.
los servicios prestados y envían a Yrigoyen a la Isla Martín García. Las
clases dominantes no siguen viendo la necesidad de que la U.C.R. sea el
partido de gobierno y el Estado-Nación recrudece su forma: José F.
Uriburu es presidente y les recuerda a los trabajadores que las clases
dominantes no perdieron su tradicional encanto. Se inicia “La Década
Infame”
Para entender esta decisión conviene recordar que en el 30 la crisis
económica originada por la caída general de precios internacionales se
lleva puesto todo por delante. Para salir de esta crisis los Estados-Nación
a nivel internacional deberán dejar de lado los programas liberales a
ultranza y dan paso progresivamente a programas proteccionistas, para
estas maniobras las clases dominantes prefieren hacerse cargo
completamente del control del gobierno y no dejan nada librado al azar,
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así el fraude electoral se transforma en “patriótico”. A la par que
comienza a suceder esto se agotan tanto el programa político de la
F.O.R.A. como la Federación Obrera en sí misma, que no logran
caracterizar políticamente al incipiente Estado de Bienestar.
Durante la década del 30, Deodoro Roca (quien supuestamente
escribe el manifiesto) en sus reflexiones sobre la reforma y su derrota
dice: “no habrá reforma universitaria hasta tanto no haya una reforma
social”. Algunos historiadores toman esta consigna como una
resignación de los reformistas del 18 y no como un acto de maduración.
Considerar que las instituciones del Estado burgués no son faros que
iluminan el camino de la clase trabajadora en su enfrentamiento con
la burguesía, no es signo de derrota sino de claridad política. Todos
los intentos de transformar la universidad en un faro que guíe la
transformación social es un espejismo de la Ilustración, que aún impregna
el sentido común de los universitarios y que debemos erradicar para
ejercer la función intelectual acorde al desarrollo político de nuestro
pueblo.
VIII – Las crisis de fin de siglo (la crisis del segundo Proceso)
Alfonsín es presidente de la República y un aire democrático recorre
la sociedad y también las universidades. Conviene no llamar al engaño,
no es una democracia conquistada con victorias de la clase, es la
democracia de la derrota. El proceso sigue vigente en tanto la
transformación revolucionaria de la sociedad escapa al horizonte político
del grueso de los partidos políticos de Argentina.
Alfonsín, Menem y de la Rúa siguen el programa económico
instaurado en 1976 y como correlato en educación La ley federal y la ley
de educación superior del 95 vienen a legalizar una cruda realidad.
Durante todo ese período las luchas del movimiento estudiantil como de
los sectores docentes fueron defensivas. Siempre en clave de evitar una
reestructuración, una aprobación de una ley, evitar un recorte
presupuestario, tratar de equiparar sueldos a la inflación, etc…
Aún así durante estas gestas en todo el país surgieron núcleos
militantes que por fuera de los partidos mayoritarios retomaban el legado
de la reforma, de la U.O.N., de las Cátedras Nacionales, ese espíritu
sensible de las juventudes que al calor de las gestas de la clase trabajadora
sabe tomar partido por lo justo.
Durante el 2001 en la ciudad de Rosario las Coordinadoras de Luchas
fueron un movimiento estudiantil que nucleó a más de 3.000 estudiantes
que por fuera de todo centro de estudiante y de la Federación
Universitaria de Rosario dieron cause a un programa de lucha y
organización que sin saberlo plenamente retomaba parte de los puntos
programáticos de estas experiencias. Con periódico propio (de “el
boletín” se editaron dos números y un tercero quedó en edición), un
sistema de autofinanciamiento, un mecanismo deliberativo de asambleas
abiertas y permanentes, y un conjunto de referentes que ejecutaban los
mandatos de las asambleas y rendía cuentas a las mismas.
La profunda crisis económica que recorre el gobierno de Alfonsín
Menem y de la Rúa tiene altos y bajos y hace eclosión en 2001. Una
poblada a lo largo y ancho del país hace que 5 presidentes se sucedan en
una semana, la unidad en la calle de sectores de la clase trabajadora con
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sectores de la pequeña burguesía hace ingobernable el país para los
partidos tradicionales. Fábricas ocupadas por los obreros vuelven a
producir sin patrones. El bloque de clase dominantes re-encuentra la vieja
salida cesación de pagos y un incipiente proteccionismo siendo Duhalde
el nuevo piloto de tormentas (el anterior había sido Pellegrini). Los
fusilamientos de Kosteki y Santillán ponen en relieve la insuficiencia de
pasar a una ofensiva por parte de los trabajadores, pero también la
incapacidad de Duhalde de seguir gobernando. Las elecciones con menor
porcentaje de votos de la historia argentina consagran al segundo
candidato presidente de la nación. Néstor Kirchner es presidente y se
configura una suerte de estado de bienestar versión siglo XXI. El
equilibrio de fuerzas que representó el Kirchnerismo se quiebra a favor
del bloque de clases dominantes y Macri se impone como nuevo
presidente. Todo parece una suerte de continuidades democráticas pero
conviene señalar, Fuentealba y Ferreyra son sólo dos nombres de la
totalidad de fusilados por las fuerzas contra-revolucionarias con
uniforme y botas o sin ellos.
El fusilamiento de Jorge Nahuel Jones Huala y el asesinato de
Santiago Maldonado son testimonios latentes de los métodos actuales del
ejecutivo nacional. No estamos mejor que hace 100 años si no nos
apropiamos de nuestra historia, si no recuperamos la memoria. Recuperar
la experiencia colectiva hoy implica y requiere volver a trazar un
programa revolucionario de perspectivas socialistas.
El presente material no es un recuento nostálgico de estudiantes que
participamos de las coordinadoras, es en sí un recuento de continuidades
y rupturas. Para que las próximas luchas no surjan de cero, para que no
estén desprovistas de historia, para que los dueños de todas las cosas
dejen de ser dueños de todo y todos seamos dueños de nuestros destinos.
IX – A modo de cierre
“Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una
libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos
faltan”. La primera frase es circunstancial y carece de vigencia, la
segunda es vigente. La diferencia es que la primera presenta la sanción
de una ley como paso definitivo la otra es un motor de futuras luchas.
El efecto de las derrotas obreras tiene su correlato, las clases
dominantes al ver disminuido el riesgo latente de una revolución
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triunfante retiran algunas de las concesiones mínimas otorgadas.
Cabe entender que ningún derecho es eterno, ni ninguna ley escrita los
garantiza. Las leyes al igual que los estatutos se modifican conforme el
desarrollo de la lucha de clases se desarrolla: con avances y retrocesos.
No nos conducimos inexorablemente a un futuro de más libertades y
mayores garantías, o una sociedad post-apocalipsis tipo Mad Max.
Ningún futuro está escrito. En el desarrollo de la lucha de clases, en la
medida que la clase trabajadora re-elabore un programa revolucionario,
en la capacidad de estar organizados para ejecutarlo, en la medida de ser
consecuentes con una moral revolucionaria, está la posibilidad de
construir una alternativa independiente.
Superar los límites del Proceso de Reorganización Nacional no es
gritar Nunca Más, sino: Otra vez…
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X – Anexo obligado
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las clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa
indigencia de ideales.
El espectáculo que ofrecía la Asamblea Universitaria era
repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad
del futuro rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para
inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar
la adhesión públicamente empeñada, en el compromiso de honor
contraído por los intereses de la Universidad. Otros -los más- en nombre
del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús,
exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa
religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad!
¡Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una
reforma liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía
haber conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los
únicos enemigos de la reforma. En la sombra los jesuitas habían
preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría
comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La
mayoría expresaba la suma de represión, de la ignorancia y del vicio.
Entonces dimos la única lección que cumplía y espantamos para
siempre la amenaza del dominio clerical.
La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquellos pudieron
obtener la sanción jurídica, empotrarse en la Ley. No se lo permitimos.
Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo,
nos apoderamos del Salón de Actos y arrojamos a la canalla, solo
entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que es cierto, lo
patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionada en el propio Salón
de Actos de la Federación Universitaria y de haber firmado mil
estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de la huelga
indefinida.
En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección de rector
terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el
resultado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del
acta respectiva. Afirmamos sin temor de ser rectificados, que las boletas
no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue
proclamado, y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de
esta universidad.
La juventud Universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo
cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen
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administrativo, contra un método docente, contra un concepto de
autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de
determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos
por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La
consigna de "hoy para ti, mañana para mí", corría de boca en boca y
asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos
docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo
a mantener a la Universidad apartada de la Ciencia y de las disciplinas
modernas. Las lecciones, encerradas en la repetición interminable de
viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos
universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener
en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio
puede ser ejercitada en contra de la Ciencia. Fue entonces cuando la
oscura Universidad Mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero,
a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida
ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a
nuestros golpes.
Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo
nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún
respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se coaligaban para
arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios. No podemos
dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, no al
juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se
titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera
palabra: "prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres
de los estudiantes". Palabras llenas de piedad y amor, de respeto
reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de
altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se
siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador.
¡Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano
de una democracia Universitaria!. Recojamos la lección, compañero de
toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud
de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra
el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada,
que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla
de rebelión.
La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a
exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios por
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medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si
ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede
desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia
casa
La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su
Federación, saluda a los compañeros de la América toda y les incita a
colaborar en la obra de libertad que inicia.
21 de junio de 1918
Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere,
presidente. Gurmensindo Sayago, Alfredo Castellanos, Luis M. Méndez,
Jorge L. Bazante, Ceferino Garzón Maceda, Julio Molina, Carlos Suárez
Pinto, Emilio R. Biagosch, Angel J. Nigro, Natalio J. Saibene, Antonio
Medina Allende, Ernesto Garzón.
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